publicado bajo una licencia creative commons 3.0...

13

Upload: phamdiep

Post on 07-Oct-2018

225 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento
Page 2: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento – No comercial – Sin Obra Derivada) por:

David Menaza, 2013.

Anatomía de la Historia, 2013. www.anatomiadelahistoria.com [email protected]

Edición a cargo de:

José Luis Ibáñez Salas

Diseño:

Anatomía de Red

BY NCCC €

Page 3: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 3 www.anatomiadelahistoria.com

sibilidades dramáticas de semejante situación han propiciado sin duda el rodaje de mejor cine que el mencionado más arriba, sin las limitaciones de un género a veces tan convencional como el western. Citaré tan sólo y de pasada tres obras maestras: Fu-ria (Fury; Fritz Lang, 1936), protagonizada por el inconmensurable por vengativo Spencer Tracy; Ma-tar a un ruiseñor (To kill a mockingbird; Robert Mulligan, 1962), quizá el mejor papel que tuvo ja-más entre manos Gregory Peck; y La jauría huma-na (The chase; Arthur Penn, 1966), que se beneficia de un Marlon Brando en estado de gracia pese a su habitual manierismo interpretativo.

Nueve años después de su estreno, El nacimiento de una nación, la película de Griffith seguía proyectándo-se en sesión continua en muchos cines del país, como atestigua este póster de 1924. Con un presupuesto de

110.000 dólares, el más alto de la Historia hasta enton-ces, recaudó tres millones en su primer año de exhibición e hizo la fortuna de su director. El precio de dos dólares por entrada en la premiére fue considerado astronómico en la época (las entradas de cine solían costar entre 10 y

15 centavos).

Charles Lynch fue un coronel virginiano que du-rante la Guerra de Independencia estadounidense (1775-1783) se distinguió por detener a conciuda-danos sospechosos de ser leales a la corona británica y juzgarles bajo su propia y privada ley. Su nombre se convirtió en epónimo de una pseudojusticia su-maria y bárbara. Durante el siglo siguiente a la Gue-rra Civil estadounidense, la conocida como Guerra de Secesión (1861-1865), más de 5.000 personas fueron linchadas en Estados Unidos acusadas de crí-menes supuestos o reales por turbas que no les reco-nocieron su derecho a un proceso penal regular.

El cine y la soga

De nuestras largas tardes de verano de la infancia, consumidas en parte ante el televisor, nos quedará sin duda el recuerdo de muchas películas “del Oes-te” en las que con cierta regularidad y de manera habitualmente frívola se reproducía una lúgubre es-cena: la de una cuadrilla de energúmenos que ahor-caba por cuatrero a algún desgraciado. Admitía va-riantes en función de si la víctima era un personaje central de la trama o un simple figurante destinado a ilustrar las rudas maneras que se estilaban allende el Pecos, como la utilización del colt 45 para resolver diferencias de criterio, las escabechinas de poblados indios o las peleas a puñetazos en los bares. En unas pocas, como El árbol del ahorcado (The hanging tree, Delmer Daves, 1959) con Gary Cooper, Come-tieron dos errores (Hang ‘em high, Ted Post, 1968) con Clint Eastwood o El juez de la horca (The Life and Times of Judge Roy Bean, John Huston, 1972) con Paul Newman, el linchamiento constituía un elemento central de la trama. Sin embargo, las po-

LA LEY DE LYNCHDavid Menaza

Page 4: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 4 www.anatomiadelahistoria.com

estados sudistas y la legislación estatal había ido anu-lado las reformas constitucionales mediante lo que se llamó the Jim Crow Laws, ‘las leyes de Jim Crow’, que hacían referencia a un personaje harapiento, ri-dículo y bufonesco, el negro graciosete, que era ha-bitualmente interpretado por un blanco tiznado que imitaba el acento y las maneras más bien simiescas que los blancos atribuían a los negros y cuyo avatar más lejano puede ser el insufrible Eddie Murphy. Es-tas leyes supusieron la exclusión de los negros de la participación política mediante el establecimiento de requisitos tales como la alfabetización, el pago de un impuesto de bienes raíces (poll tax) o la purga pe-riódica del censo electoral, que excluyó de hecho a la mayoría de la población negra (y a buena parte de la clase baja blanca, de paso) del sufragio activo. A los candidatos negros se les amedrentó o directamente fueron asesinados. De este modo se instauró la se-gregación.

“Este negro votó”. La intimidación era la táctica preferida para coartar la participación política de los negros. Amena-zas como la de este espantapájaros adquirían ecos siniestros cuando se combinaban con la esporádica pero casi siempre impune práctica del linchamiento. Cortesía www.abhmu-

seum.org.

Fue precisamente El nacimiento de una nación, el primer auténtico taquillazo de Hollywood con una audiencia calculada en 200 millones de espectadores,

Anterior a todas las mencionadas es una de las películas técnicamente más geniales y moralmen-te más abyectas de la historia del séptimo arte: me refiero a El nacimiento de una nación (Birth of a Nation, 1915), con la que su director, David Wark Griffith, tergiversó flagrantemente la situación del Sur tras la derrota de la Confederación en la Guerra Civil estadounidense (1861-1865), pintando un país ocupado y violentado por los arribistas republi-canos llegados del Norte, en la que los blancos eran privados del derecho a voto y los negros rampaban haciéndose con el control de la administración y, de paso, asesinando y violando por doquier.

Si bien es cierto que la posguerra, época deno-minada actualmente Reconstrucción, fue una de corrupción política y económica, la clase blanca dominante en el Sur se las arregló para vaciar de contenido las tres enmiendas a la Constitución (las que suponían los números 13º, 14º y 15º a ese gran texto), que entrañaban la abolición de la esclavitud, la emancipación de los antiguos siervos y su equi-paración en derechos políticos con los blancos. En los antiguos estados confederados no se volvió a la situación ante bellum, pero se instauró en pocos años una segregación de facto que permaneció práctica-mente inalterada durante casi un siglo en el que la población negra, libre de iure, vio sus derechos po-líticos sistemáticamente conculcados y la discrimi-nación racial instaurada legalmente y asumida con naturalidad por parte de los poderes públicos tanto como por la población en general. En la película de Griffith, el Ku-Klux-Klan aparece como una forma-ción de autodefensa blanca, románticamente retra-tada con toda la prosopopeya de albos capuchones y cruces ardientes que se hizo famosa más tarde (una simbología que, en realidad, propició la película), de una caballerosidad quintaesencialmente sureña y con el atractivo añadido de todas las organizacio-nes secretas. Lo cierto es que el Klan original, fun-dado en 1865 por excombatientes confederados de Tennessee, había desaparecido tras unos pocos años de actividad, acosado por las autoridades federales y remplazado por otros grupúsculos paramilitares (como los Caballeros de la Blanca Camelia, la Liga Blanca o los Camisas Rojas) pero sobre todo debido a que desde 1877 la antigua facción demócrata y se-cesionista se había impuesto localmente en todos los

Page 5: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 5 www.anatomiadelahistoria.com

dera masa una reunión de dos o más personas, la premeditación puede producirse durante el lincha-miento y la referencia al proceso legal es una alusión directa a la Decimocuarta Enmienda que garantiza que cualquier ciudadano estadounidense conservará su vida, bienes y libertad, salvo sentencia judicial en contrario. En esta definición se enfatiza el carácter tumultuario y pseudolegal del linchamiento, que fue defendido a menudo como una suerte de justicia paralela y popular. A pesar de que existen ejemplos anteriores y posteriores, la mayor incidencia de este fenómeno se produjo entre 1880 y 1930. Se dieron casos por todo el país, aunque con especial inten-sidad en los estados del Profundo Sur, y las esta-dísticas más aceptadas contabilizan en torno a cinco mil víctimas, tres cuartas partes de las cuales eran negros. En algunos estados del Oeste, como Cali-fornia, se linchó a un número considerable de mexi-canos y entre los blancos linchados predominaron los inmigrantes de primera generación, temporeros itinerantes o sin arraigo, con dificultades idiomáti-cas o escaso nivel cultural y habitualmente de pocos recursos, es decir, presas fáciles para estallidos súbi-tos de violencia colectiva. Por lo general las víctimas eran acusadas de haber cometido delitos, a menudo de consideración, como atracos, incendios, violacio-nes o asesinatos.

Creo que a efectos de este artículo será útil de-finir el linchamiento como una forma de ejecución extrajudicial o parajudicial en la que los victimarios constituyen un grupo informe pero representativo de una comunidad local que se arroga el derecho de llevar a cabo un representación de “justicia sumaria”, sin apelación posible, contra una víctima sospechosa o acusada de un crimen o una falta contra el orden social que puede o no haber sido objeto de una per-secución legal previa. No se trata, como se presenta en los westerns, de una forma expeditiva de justicia, propia de “territorios sin ley” y carentes de una alter-nativa de represión penal que obligue a la población a “tomarse la justicia por su mano”. Es más bien un tipo de crimen en el que la culpabilidad se disuel-ve en el colectivo pero que, en su apariencia justi-ciera, suplanta los mecanismos oficiales propios del Estado que, según la conocida definición de Max Weber, ejerce el monopolio de la violencia legítima. Es decir, un linchamiento puede producirse después

el detonante para la resurrección del Klan, que en-tre 1925 y la Segunda Guerra Mundial llegó a contar con millones de miembros. A este respecto, el im-pacto del film sólo puede ser comparado al de otra joya cinematográfica, igualmente repugnante en el plano moral. Me refiero a esa glorificación del na-zismo que todavía hipnotiza hoy día por su maestría visual: El triunfo de la voluntad de Leni Riefens-tahl (Triumph des Willens, 1935), que me atrevería a definir como la mejor película de terror de todos los tiempos.

Con cerca de 30 cámaras, 120 operadores y más de seis meses de montaje, El triunfo de la voluntad, un

documental sobre la celebración en Núremberg del Día del Partido de 1934, constituye una obra maestra de la

propaganda, a la vez que, en retrospectiva, una aterradora profecía de la hecatombe que se avecinaba. Leni Rie-

fensthal repetiría el gigantismo y la grandilocuencia del film en su cinta sobre los Juegos Olímpicos de Berlín de

1936, Olympia.

Racismo y violencia de masas

El linchamiento se define actualmente como un delito federal en Estados Unidos, el cometido cuan-do “una masa de personas (mob) se reúne con el propósito premeditado de infligir actos de violencia contra otras personas sin proceso legal (due process) con resultado de muerte”. A estos efectos se consi-

Page 6: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 6 www.anatomiadelahistoria.com

Sur, 1876), todas las cuales se resolvieron con de-cenas de muertos. También quedarían fuera matan-zas en las que el componente económico predomina como la supresión de una huelga de cortadores de caña por parte de la milicia estatal en Thibodaux (Louisiana) en noviembre de 1887, con un balan-ce de muertos incierto pero que oscilaría entre los treinta y cinco y el centenar. Y no es que las relacio-nes económicas y de clase no fueran factores impor-tantes, como subrayaba la sufragista Jane Addams:

“Castigos de este tipo escalan al punto de atro-cidades indecibles cuando los delitos de la deno-minada clase inferior afectan a las propiedades y personas de la clase superior; y cuando la situa-ción se complica por el odio racial como sucede en la actualidad en el Sur, por los sentimientos del ex-esclavista hacia su antiguo esclavo, al que está obligado a considerar como conciudadano, nos encontramos en la peor de las situaciones posi-bles.” (“Respect for Law”, The Independent Maga-zine, enero de 1901).

Para el cambio de siglo la realidad de los lin-chamientos era ya tan conspicua que comenzaba a existir literatura académica sobre el tema, e incluso a compilarse estadísticas. Pionero en este campo, Ja-mes Elbert Cutler recopilaba en su Lynch-Law: An Investigation Into the History of Lynching in the Uni-ted States (Longmans & Green Co., 1905) un total de 3.337 víctimas entre 1882 y 1903. Sin embargo, igual que existían diferencias regionales, la frecuen-cia también experimentaba crecidas y estiajes. El punto álgido se alcanzó en 1892, con 230 lincha-mientos en todo el país; lentamente hubo un reflujo a partir de 1905 hasta que la media se estabilizo en torno a 60-65 linchamientos por año.

A partir de 1922, con la aprobación por el Con-greso de la Ley Antilinchamiento Dyer (bloqueada durante dos décadas por diputados sudistas en uno de los casos más flagrantes de filibusterismo de la historia parlamentaria estadounidense y finalmente rechazada en el Senado), el número de linchamien-tos decayó sostenidamente hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando se convirtieron en acontecimien-tos relativamente raros. Los efectos benéficos de la Ley Dyer, que se limitaba a proponer multas y refor-

de un proceso legal o en su ausencia, pero acaba siempre llevándose a cabo “en lugar de” aquel.

Como el rasgo fundamental del linchamiento es la suplantación de la autoridad legal a la hora de la ejecución, tampoco se guardan las formas legales en lo que se refiere a su operativa, lo que naturalmen-te propicia bestiales episodios de maltrato, tortura, castración y mutilación, tanto antes como después de la muerte de la víctima. Esta circunstancia empa-renta al linchamiento con formas rituales o litúrgicas de castigo que en la tradición europea son propias del Antiguo Régimen. Hay que recordar que en el proceso de humanización de la justicia penal que se inicia con las revoluciones burguesas, uno de los aspectos más destacados es el progresivo abandono de exhibiciones como las ejecuciones públicas, muy anterior en la mayoría de los países occidentales a la abolición efectiva de la pena de muerte. Sólo en períodos de calamidades excepcionales como las guerras, especialmente las civiles, o de regímenes totalitarios, fascistas, comunistas o teocráticos, se ha recordado el valor ejemplarizante de despenar al considerado malhechor delante de sus semejantes. Es por ello tanto más anómalo la pervivencia de un fenómeno como el del linchamiento en un país con una tradición especialmente garantista en lo refe-rente al proceso penal y que contaba con sistemas policiales, judiciales y penitenciarios perfectamente desarrollados en el período estudiado.

La caracterización anterior permite por un lado comprender el linchamiento como un recurso de dominación de raza que refuerza las bases jurídi-cas de la segregación con esporádicos pero periódi-cos estallidos de violencia asesina, tanto más eficaces cuanto que impunes. Además separa el fenómeno de otros episodios incluso más sangrientos pero con ob-jetivos concretos diferentes, como podrían ser pre-cisamente el establecimiento de esa dominación. A este respecto considero fuera del ámbito de este artí-culo las numerosas masacres que tuvieron lugar du-rante la Reconstrucción en el contexto de la resisten-cia de la población blanca a la participación política de los libertos negros, como las que se produjeron en 1866 en Nueva Orléans (Louisiana) y Memphis (Tennessee), Meridian (Mississippi, 1871), Cous-hatta (Louisiana, 1874) o Hamburg (Carolina del

Page 7: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 7 www.anatomiadelahistoria.com

Linchamientos en Estados Unidos por raza de las víctimas y estado

(1882-1968)Estado Blancos Negros Total

Mississippi 42 539 581Georgia 39 492 531Texas 141 352 493Louisiana 56 335 391Alabama 48 299 347Arkansas 58 226 284Florida 25 257 282Tennessee 47 204 251Kentucky 63 142 205Carolina del Sur 4 156 160Missouri 53 69 122Oklahoma 82 40 122Carolina del Norte 15 86 101

No se computan estados con menos de cien vícti-mas registradas. Fuente: Tuskegee Institute.

El suplicio de Henry Smith

En lo que constituyó uno de los casos más fla-grantes de desprecio a la justicia de la historia de Es-tados Unidos, Henry Smith, un negro de unos 17 años acusado de haber asesinado a Myrtle Vance, la hija de tres de un oficial de policía de Paris (Texas), fue capturado en el estado vecino de Arkansas tras huir de la ciudad avisado de la que se le venía enci-ma. Trasladado en tren de vuelta a Texas, fue recibi-do el 1 de febrero de 1893 por una multitud de unas 10.000 personas que se había congregado para asis-tir a su tormento. Se habían cerrado los bares para evitar borracheras previas y la policía se abstuvo de intervenir ante “la futilidad de intentar controlar las pasiones de la masa, así que la ley se dejó de lado, y los ciudadanos se la tomaron por sí mismos”, en palabras del corresponsal del New York Times. Smith fue paseado por la ciudad en una especie de carro-za triunfal y conducido a un patíbulo construido al efecto en una pradera cercana a la estación de ferro-carril, donde durante cincuenta minutos fue tortu-rado con hierros candentes por familiares de la niña muerta, incluidos su padre y un hermano de doce

zar el orden público, se impusieron a tesituras que a priori podrían haber resultado en un agravamiento del problema, como la refundación del Ku-Klux-Klan en 1925 o el comienzo de la Gran Depresión en 1929. Más importantes pueden haber sido cam-bios sociológicos soterrados como la progresiva ur-banización del Profundo Sur (la mayor parte de los linchamientos se producían en pequeñas comunida-des rurales), las mejoras en alfabetización y nivel de vida de la clase baja blanca (que formaba la mayor parte de las partidas de linchamiento) y sobre todo la Gran Migración, es decir, el desplazamiento inte-rior de buena parte de la población negra desde los estados del Sur hacia los del Nordeste, Medio Oeste y Oeste, en dos grandes oleadas, de 1910 a 1930 y en la década de 1940.

Folleto de la National Association for the Advance-ment of Colored People (NAACP), apoyando la Ley Dyer que, a pesar de ser refrendada por el Congreso y

respaldada por el presidente Harding, fue bloqueada en el Senado por las prácticas filibusteras de los demócratas

en 1922, 1923 y 1924, sin que se llegara a votar.

A continuación ilustraremos la trágica historia del linchamiento en Estados Unidos con la descripción de algunos ejemplos de su época álgida. Advierto al lector de que los detalles y las fotografías que si-guen pueden resultar (¿deberían resultar?) pertur-badores.

Page 8: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 8 www.anatomiadelahistoria.com

con martillos pilones después de vencer la resistencia de los ayudantes del sheriff. Tras un simulacro de jui-cio, atravesaron un rail de ferrocarril entre dos árbo-les frente a la cárcel y uno detrás de otro ahorcaron a los cuatro hombres. Colgaron del cuello de Johnson una nota con el siguiente texto:

“Cuidado, que esto sirva de advertencia para to-dos los asesinos sin escrúpulos de este condado, que acabarán igual. Suyos afectísimos, los ciuda-danos que pagan sus impuestos. Posdata: Agentes, no hagan preguntas, sean listos y cierren el pico.”

Ni que decir tiene que nadie investigó el asunto.

Cuatro asesinos penden de un rail en la madruga-da del 26 de agosto de 1895 en Yreka, California; de izquierda a derecha Luís Moreno, Garland Stemler,

William Null y Lawrence Johnson. La turba consideró que un juicio popular era más expeditivo y eficaz que el

procedimiento legal.

El caso de Mary Phagan

Uno de los linchamientos más polémicos del siglo XX fue el sufrido por el empresario judío Leo Max Frank. Gerente de la fábrica que la Nacional Pencil Company, participada por su familia, tenía en At-lanta (Georgia), Frank fue acusado de la violación y asesinato por estrangulamiento de Mary Anne Phagan, de 13 años, que trabajaba en la factoría y que fue encontrada muerta en el sótano del edificio junto a una incineradora el domingo 27 de abril de 1913 por un vigilante negro, Newt Lee. La policía de Atlanta arrestó inmediatamente a Lee y poco des-pués a otro negro, el conserje Jim Conley, que incri-

años. Sus verdugos llegaron a sacarle los ojos y me-terle una barra de hierro al rojo en la garganta, antes de lanzarlo a la multitud que lo roció con queroseno y lo quemó vivo encima de unas balas de algodón. Habían acudido curiosos desde Dallas, Fort Worth, Sherman y Texarcana, es decir, un radio de unos 150 km a la redonda.

Henry Smith es torturado con hierros al rojo antes de ser quemado vivo en Paris, Texas, el 1 de febrero de 1893. Smith, acusado de asesinar a una niña blanca de tres años la semana anterior, murió ante los ojos de más

de 10.000 espectadores.

Go West, young man

Como hemos dicho, la tipología del linchamiento no se circunscribe a los estados sureños ni victimiza sólo a los negros. Aunque las acusaciones realizadas contra los linchados tras el ajusticiamiento resuenan a menudo con un timbre de cinismo, en el caso que vamos a comentar a continuación tenemos un ejem-plo de su utilización como mecanismo defensivo de una comunidad contra una alta tasa de criminali-dad. El 26 de agosto de 1895, una partida de unos doscientos cincuenta hombres irrumpió en la cárcel del condado de Siskiyou, en Yreka (California), una localidad a unos 300 km. al norte de Sacramento, muy cerca ya de la frontera con Oregon. En su inte-rior se hallaban cuatro asesinos: Lawrence Johnson, que había apuñalado a su mujer por engañarle con otro hombre; Garland Stemler y Luís Moreno, va-gabundos que habían matado al dueño de un bar y a su camarero para robarles; y William Null, un bus-cador de oro que discutió con su socio y lo mató de un tiro. La masa destrozó las puertas de las celdas

Page 9: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 9 www.anatomiadelahistoria.com

en siete coches hacia la prisión estatal de Milledge-ville, que era en realidad una pequeña granja penal, donde estaba recluido Frank. Al llegar cortaron la comunicación telefónica, maniataron al único guar-dia de servicio y retornaron de noche por carreteras secundarias hasta la ciudad de Marietta, condado de Cobb, a unos 30 km. al noroeste de Atlanta, donde había vivido Mary Phagan. A las siete de la maña-na del día siguiente ahorcaron públicamente a Leo Frank de un árbol, a una manzana de distancia de la casa de la niña. El cuerpo permaneció todo el día colgado mientras la gente se hacía fotografías y aco-piaba souvenirs como ramas del árbol o trozos de la ropa del muerto. El cuerpo fue llevado a una fu-neraria privada que pronto se vio asediada por una muchedumbre que rompió las ventanas a ladrillazos hasta que se permitió exhibir el cuerpo del odiado judío. Miles de personas desfilaron delante del ca-dáver. Se vendieron postales del ahorcamiento por 25 centavos y trozos de la soga que proporcionaron unas ganancias tan pingües que incluso fueron suje-tas a una tasa municipal.

El cadáver de Leo Frank cuelga en Frey´s Grove, Ma-rietta (Georgia) en la mañana del 17 de agosto de 1915. El cuerpo no fue objeto de las habituales mutilaciones

por intervención del juez Newton Augustus Morris, que integraba la partida de linchamiento.

minó a Frank (para buena parte de los que han estu-diado el caso con detenimiento, Conley, que cambió varias veces su versión de los hechos, fue el auténtico asesino de Mary Phagan). Durante dos semanas, los dos periódicos principales de la ciudad, el Atlanta Georgian y el Atlanta Constitution, compitieron en amarillismo y se erigieron en defensor y acusador del joven judío, respectivamente. Frank fue perjudicado además por el testimonio de varias trabajadoras de la planta que le acusaron de “comportamiento las-civo”. Finalmente, el 25 de agosto, Leo Frank fue hallado culpable y condenado a muerte por el Gran Jurado. El fiscal Hugh Manson Dorsey salió del tribunal a hombros jaleado por una muchedumbre que gritaba “¡Matad al judío!”. Después de perder una apelación, los abogados de Frank solicitaron la conmutación de la pena al gobernador del estado de Georgia, John M. Slaton, que había seguido el caso con pasión y era proclive a creer en la inocencia del condenado. De modo, que el 21 de junio de 1915, un día antes de la ejecución, conmutó la condena a muerte de Leo Frank por una de cadena perpetua y decretó su traslado a una prisión fuera de Atlanta, temiendo por la vida del condenado.

Los protagonistas del caso: Leo Max Frank, el joven ge-rente judío, condenado a muerte, indultado y linchado; la víctima, Mary Phagan; James Conley, conserje negro que acusó a Frank, para algunos el auténtico asesino; Hugh Manson Dorsey, el fiscal que consiguió la condena de

Frank, lo que catapultó su carrera política; John Marshall Slaton, gobernador de Georgia, indultó a Frank cinco días antes de cesar en el cargo y tuvo que abandonar el estado

durante una década ante las amenazas sufridas.

La conmutación de la pena provocó un estalli-do de indignación de enormes consecuencias. Un grupo de personalidades de la ciudad que incluía al exgobernador de Georgia, dos alcaldes, cuatro she-riffs, un banquero y un juez se juramentó para ven-gar la ofensa creando un grupo autodenominado como “Los caballeros de Mary Phagan”. Reclu-taron a otros cuantos hombres, expertos en diversas tareas manuales y el 16 de agosto de 1915 partieron

Page 10: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 10 www.anatomiadelahistoria.com

18 de mayo por el sheriff del condado y entregado aun esposado a la turba que lo colgó en un cruce de carreteras entre Barney y Morven, al norte de Val-dosta.

La mujer de Hayes, Mary Turner, de 19 años y embarazada de ocho meses, hizo algo que pareció impropio de una negra en la Georgia de la época: amenazó con hacer procesar a los asesinos de su es-poso. Así lo contaba el 20 de mayo el Atlanta Jour-nal:

“Hayes Turner fue ahorcado junto al río Okaplico en el condado de Brooks la noche del sábado. Se dice que su esposa hizo comentarios impruden-tes acerca del ahorcamiento de su marido que la gente se tomó a mal, al igual que su actitud (peo-ple took exceptions to her unwise remarks, as well as her attitude) y sin esperar a la caída de la noche la llevaron al río, donde fue colgada y acribillada a balazos. También se dice que un reloj de oro que había pertenecido a Hampton Smith se encontró en su poder y que la trama para asesinarlo se ha-bía pergeñado en su casa.”

Aparte del tono exculpatorio y la infame calum-nia del reloj, el reportero del Journal omitió algunos detalles que proporciona, sin embargo, la encuesta realizada posteriormente por Walter White, de la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), probablemente la organización antisegregacionista más destacada de la historia de Estados Unidos. Los linchadores fueron a buscar a su casa a Mary Turner para “darle una lección”. La lección consistió en colgarla por los pies de un ár-bol junto al puente de Folsom, sobre el río Little. La infeliz fue rociada con gasolina y prendida fuego. Estando aún viva, uno de sus verdugos le abrió el vientre con un cuchillo de carnicero y le sacó el feto, que al parecer llegó a gritar antes de ser pisoteado hasta la muerte. Después la muchedumbre remató a la madre a tiros. Se contaron más de doscientos impactos en su cuerpo. La narración de este nau-seabundo asesinato llegó al gobernador de Georgia, que realizó una declaración reprobando la violencia de las masas ante el Congreso estatal el 3 de julio de 1918. El gobernador era Hugh Manson Dorsey (1871-1948), que como consignamos más arriba fue

El linchamiento de Leo Frank provocó una enor-me conmoción a nivel nacional que dura hasta el día de hoy, incluso en Internet, con sitios web dedicados a su figura para denostarle como un pederasta asesi-no o defenderle como víctima de los prejuicios de la época. La mitad de la comunidad judía de Atlanta, que con 3.000 personas era la más importante de todo el Sur, abandonó el estado en los años siguien-tes. Su condena provocó la creación de la Liga Anti-difamación (Anti-Defamation League), organización pionera en la denuncia del antisemitismo en Amé-rica, acusada por grupos de ultraderecha de ser una claque de propaganda sionista. Mediante fotografías y testimonios de la época se ha podido compilar una lista con veintiocho de los victimarios con nombres y apellidos. Por supuesto, ninguno fue procesado. La noche del 25 de noviembre de 1915, los Caballeros de Mary Phagan se reunieron en Stone Mountain (Georgia), quemaron una cruz y refundaron el Ku-Klux-Klan. Leo Frank obtuvo el perdón póstumo del estado de Georgia en 1986.

Comentarios imprudentes

No saldremos de Georgia para narrar otro caso es-pecialmente horripilante, sino que nos internaremos más aún en el Profundo Sur. Muy cerca de la fron-tera con Florida, los condados de Brooks y Lowndes sufrieron un paroxismo de violencia homicida du-rante la semana del 17 al 24 de mayo de 1918, a re-sultas del asesinato de un conocido granjero blanco de 31 años, Hampton Smith, residente en Valdosta. Propietario de una gran plantación de azúcar, Smith era conocido por su mal carácter y tenía problemas para encontrar mano de obra libre, por lo que se la procuraba pagando las fianzas de los negros conde-nados a trabajos forzosos en las chain gangs como castigo por delitos menores. El jueves 16 de mayo de 1918, Smith fue asesinado de dos balazos en su casa por uno de sus prisioneros redimidos, Sidney Johnson, al que había apaleado poco antes en su propia cabaña por no haberse presentado a trabajar un día en que estaba enfermo. El asesinato de Smith movilizó a los blancos del condado, incluidos cuatro de sus hermanos, que lincharon a once negros en la semana siguiente, incluido Hayes Turner, otro tra-bajador maltratado por Smith, capturado el sábado

Page 11: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 11 www.anatomiadelahistoria.com

de pistola por seis negros que violaron a la chica. A pesar de que un examen médico llevado a cabo esa misma mañana no apreció signos de violación en la muchacha, ni tampoco en las ropas, que la familia se había apresurado a lavar, la noticia se extendió por la ciudad como un relámpago, acompañada de ru-mores que agravaban el suceso, entre ellos el de que la muchacha había sido asesinada durante el asalto.

La influencia de la prensa de la época impresiona con-templada desde los estándares actuales. El recorte de la

izquierda, tan sólo unas pocas horas después del supuesto asalto de junio de 1920, provocó una oleada de rumores

que desembocaron en el linchamiento. La foto de la portada, el día después, inmortaliza a las turbas asaltando

la comisaría de policía de Duluth.

Duluth tenía una pequeña comunidad negra de no más de 500 personas, que habían llegado atraídas por las ofertas de trabajo dirigidas específicamente por la acería hacia la población negra del sur. El ve-rano anterior estallaron disturbios raciales en varias ciudades del norte, como reflejo de las crecientes tensiones étnicas por la competencia laboral. Los de Omaha (Nebraska) y Chicago (Illinois) fueron especialmente graves, con decenas de muertos. El de 1919 fue denominado luego como el “Verano Rojo” (Red Summer) por su conflictividad social. Un tercio de la población de Duluth la componían inmigrantes fineses, noruegos, suecos y alemanes.

La tensión escaló tan rápidamente que a las siete de la tarde del 15 de junio, menos de veinticuatro horas después de la supuesta violación múltiple, una multitud de varios miles de personas asaltó la comi-saría de Duluth armada de ladrillos, raíles y troncos. La policía recibió órdenes de no abrir fuego. Los tra-bajadores del circo fueron arrebatados, se celebró un simulacro de juicio y se votó que tres de ellos eran culpables. Inmediatamente fueron llevados en vo-

el fiscal que consiguió la condena de Leo Frank cin-co años antes, lo que aupó su carrera política. Su pa-riente John Tucker Dorsey (1876-1957), entonces fiscal del distrito de Blue Ridge, y más tarde congre-sista estatal y juez, ha sido identificado como miem-bro de la partida que linchó a Frank. Representó al estado de Georgia en la encuesta forense (Coroner’s Jury) encargada de identificar a los responsables del linchamiento, fútil tarea para la que, dadas las cir-cunstancias, estaba singularmente cualificado.

Postales de un ahorcamiento

La última canción del sexto disco de Bob Dylan Highway 61 revisited (1965) se titula Desolation Row. La canción, una larga y onírica salmodia dyla-niana, comienza con los siguientes versos:

They’re selling postcards of the hanging, Well, they’re painting the passports brown

The beauty parlor’s filled with sailors The circus is in town.

(Venden postales del ahorcamiento, pintan de pardo los pasaportes,

el salón de belleza está lleno de marineros, el circo ha llegado a la ciudad)

La ciudad a la que se refiere Dylan con estas enig-máticas palabras es su patria chica, Duluth (Min-nesota), en el extremo occidental del lago Superior, junto a la frontera con Wisconsin. A principios del siglo XX, Duluth era un bullicioso núcleo urbano de casi 100.000 habitantes, muchos de ellos emigrantes escandinavos, con un potente desarrollo industrial que incluía un astillero, una acería perteneciente a U.S. Steel, una cementera y varios silos abastecidos por las llanuras cerealeras circundantes. A pesar de su prosperidad económica, la ciudad contaba con pocos entretenimientos. La llegada de un circo am-bulante como el de John Robinson constituía un acontecimiento. Después de un desfile callejero, el circo fue instalado a toda prisa pues sólo ofrecería una función el 14 de junio de 1920. A ella asistie-ron Irene Tusken, de 19 años, y James Sullivan, de 18. Según declararon esa madrugada al jefe de policía de Duluth, John Murphy, al volver a casa poco después de anochecer fueron asaltados a punta

Page 12: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 12 www.anatomiadelahistoria.com

A dos manzanas de distancia de la esquina donde se produjo el linchamiento vivía un niño judío de nueve años, Abram Zimmerman, que lo presenció. Andando el tiempo se lo contaría a su hijo Robert, Bob Dylan para los amigos. La continuación de esa calle desde que se pierde en la pradera hasta el delta del Mississippi es la autopista 61.

Un extraño fruto

La noche del 6 al 7 de agosto de 1930, Claude Deeter, un joven blanco de 23 años estaba pasando un buen rato dentro de su coche con Mary Ball, de 19, en un paraje a las afueras de Marion (Indiana), conocido como Lover’s Lane, donde solían acudir las parejas a retozar, con o sin dinero de por medio. Dos jóvenes negros, Abram Smith de 19 años y Thomas Shipp, de 18, atacaron a la pareja, disparando va-rias veces contra Deeter y llevándose el coche. Tam-bién se les acusó de haber violado a la muchacha, de mala reputación en la ciudad, pero cuyos gritos oyó un granjero que pasaba por allí y ayudó a llevar al malherido Deeter al hospital. Al día siguiente, el sheriff del condado, Jacob Campbell, practicó va-rias detenciones. Además de a los perpetradores del asalto, arrestó a otros dos adolescentes negros, James Cameron, de 16 años, y Robert Sullivan, de edad desconocida. Mientras el sheriff les interrogaba si-guiendo los métodos habituales en la época (es decir, a golpes) la noticia de la violación de una chica blan-ca se unió a la de la muerte de Deeter, que en efecto acababa de fallecer. Trabajadores blancos llegados en tren desde Indianápolis, Fort Wayne e incluso Gary, a más de 250 km, comenzaron a concentrarse junto a la cárcel del condado. Empezaba la dinámica del linchamiento. La turba alcanzó a la llegada de la no-che un tamaño de diez a quince mil personas. Para una ciudad de 25.000 habitantes era una buena en-trada.

A pesar de sus maneras rudas, el sheriff Campbell no estaba dispuesto a ceder a la masa, pero su nega-tiva sirvió de poco. Hombres provistos de martillos y palanquetas irrumpieron en la cárcel, sacaron a Thomas Shipp y lo apalearon salvajemente antes de ahorcarlo de una ventana del propio edificio. Más tarde llegó el turno de Abram Smith, al que pasea-

landas a un céntrico cruce de calles (First Street con Second Avenue East) donde los desdichados Isaac McGhie, Elmer Jackson y Elias Clayton fueron apaleados y ahorcados sucesivamente de una farola. Al día siguiente una compañía de la Guardia Nacio-nal de Minnesota tomó la ciudad y trasladó al resto de los detenidos para evitar nuevas represalias.

A la luz de los faros de un camión, Isaac McGhie, Elmer Jackson y Elias Clayton acaban de ser linchados la noche del 15 de junio de 1920 en Duluth (Minnesota). Esta fotografía del crimen se comercializó como postal, aunque el servicio de Correos de Estados Unidos (U.S.

Postal) no distribuía desde 1908 postales de linchamien-tos.

La prensa local se dividió ante las consecuencias del asunto, con algunos periódicos defendiendo a los perpetradores mientras que otros como el Min-neapolis Journal denunciaba que los linchamientos dejarían “una mancha indeleble en el nombre de Minnesota”. Se abrió una investigación por la cual fueron detenidos tres participantes a los que se pro-cesó por motín y que fueron condenados a cinco años de prisión, de los que cumplieron trece me-ses. Por otro lado, siete trabajadores negros del cir-co fueron acusados de violación, de los cuales cinco no llegaron a ser procesados, otro resultó absuelto y el último de ellos, Max Mason, cumplió cuatro años de cárcel de una condena de siete por violación. No se juzgó a nadie por los asesinatos de McGhie, Jackson y Clayton, aunque como se hacía en el Sur, se tomaron fotos en los que aparecían ufanos los ase-sinos y sus víctimas. Algunas de ellas se vendieron como postales durante años.

Page 13: Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 ...anatomiahistoria.campusadr.com/wp-content/uploads/2013/03/ley-de... · Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento

La Ley de Lynch 13 www.anatomiadelahistoria.com

En 1937, un maestro judío de Nueva York llama-do Abel Meeropol vio la foto del linchamiento de Marion y escribió un poema, más tarde musicado por él mismo, que se convirtió en una canción de denuncia, Strange Fruit, cuya versión más conocida es la de Billie Holiday:

Southern trees bear strange fruit, blood on the leaves and blood at the root,

black bodies swinging in the southern breeze, strange fruit hanging from the poplar trees. (Los árboles del Sur dan un extraño fruto, sangre en las hojas y sangre en las raíces,

cadáveres negros balanceándose en la brisa sureña, extraño fruto que pende de los álamos)

Pastoral scene of the gallant south, the bulging eyes and the twisted mouth,

scent of magnolias, sweet and fresh, then the sudden smell of burning flesh.

(Bucólica escena del gallardo Sur, los ojos desorbitados y la boca torcida,

fresco y dulce aroma de magnolia, y entonces el olor repentino de la carne quemada)

Here is fruit for the crows to pluck, for the rain to gather, for the wind to suck,

for the sun to rot, for the trees to drop, here is a strange and bitter crop

(He aquí un fruto para que picoteen los cuervos

para recoger la lluvia y sorber el viento, para que lo pudra el sol y caiga de los árboles,

qué extraña y amarga cosecha).

ron hasta un árbol situado frente al juzgado, del que le colgaron. Como el muchacho logró milagrosa-mente trepar hasta una rama, lo bajaron, lo apuñala-ron y le rompieron los brazos. Después lo volvieron a ahorcar. Colgaron a su lado el cadáver de Shipp y llamaron a un fotógrafo local, Laurence H. Beitler, para que sacara una instantánea de recuerdo. Pero la chusma no se había saciado aún. Reclamaron a James Cameron, que sufriría una paliza de tal en-vergadura que acabaría perdiendo un riñón. Cuando estaba con la soga al cuello, el sheriff logró conven-cerles de que Cameron no estaba implicado y consi-guió llevarle de nuevo a la cárcel. Tan pronto como se había congregado, la muchedumbre se dispersó. Seguramente porque el día siguiente era laborable.

Lawrence H. Beitler fotografió los cuerpos de Thomas Shipp (izda.) y Abram Smith (dcha.) linchados el 7 de

agosto de 1930 en Marion (Indiana). Durante diez días con sus noches imprimió decenas de miles de copias,

que se vendieron a 50 centavos la unidad. Una de ellas inspiró a Abel Meeropol su poema “Strange Fruit”, más

tarde convertido en canción.

James Cameron fue juzgado como cómplice en el asalto y salvó la vida porque Mary Ball declaró que no había sido violada y que no estaba en la escena del crimen cuando Shipp y Smith dispararon a su amante. No obstante, pasó cuatro años en un refor-matorio. Más tarde se convirtió en un prominente activista de derechos humanos y fundó el Museo Americano del Holocausto Negro (América´s Black Holocaust Museum). Fue el único superviviente co-nocido de un linchamiento.