significado del corazon en el mexico prehispanico

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Significados del corazón en el Méxicoprehispánico

Derechos reservados, Copyright © 2004Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez

Archivos de Cardiología de México

NúmeroNumber 2 Abril-Junio

April-June 2 0 0 4VolumenVolume 7 4

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Al doctor Fause Attiéuchos fueron los significados que tuvoel corazón para los antiguos mexicanos.Sólo que, a varios siglos de distancia,

¿qué interés puede tener para nosotros conocer loque pensaron ellos acerca del corazón?Para responder a esta pregunta, me plantearé otra:¿qué importancia tiene y qué significa realmentelo que llamamos México prehispánico en el con-texto de la historia universal? Algunos sonreirántal vez escépticamente como insinuando que suimportancia es nula o en todo caso muy peque-ña. Ahora bien, de lo que pensemos sobre lo quefue el México preshispánico a lo largo de su evo-lución de varios milenios, dependerá el posibleinterés por conocer lo que en ese ámbito culturalse pensó acerca del corazón.No haré aquí un resumen de la historia prehispáni-ca de México. Sólo enunciaré algo que debe tener-se como bien comprobado. En el gran contexto dela historia universal han existido tan sólo unos po-cos focos de civilización originaria. Han sido elloslos que, sin influencia ajena, dieron el paso al urba-nismo, la estratificación social, con formas cada vezmás complejas de organización política, económi-ca y religiosa. A ellos hay que atribuir los primeroscómputos calendáricos, las primeras formas de es-critura, las primeras redes de comercio y tambiéntempranos propósitos de expansión. Esos núcleosde civilización originaria marcaron para siemprelos estilos de vida y cultura que después, con va-riantes y enriquecimientos, se han desarrollado a lolargo de la historia universal.Núcleos civilizatorios surgieron en Egipto, Me-sopotamia, en el Valle del río Indo y en el del ríoAmarillo en China. No sucedió esto en Grecia ni

en Italia ni en Japón o Corea. Grecia e Italia sonimpensables sin la influencia de Egipto; Japón yCorea no se hubieran desarrollado como lo hi-cieron, si no hubiera influido sobre ellas el nú-cleo civilizatorio de China.Pues bien, la importancia del México prehispáni-co, lo que se ha llamado Mesoamérica, provienedel hecho de que constituyó él un foco de civiliza-ción originaria fuera del Viejo Mundo. Con limita-ciones, hubo otro en el área andina de América delsur. En el México prehispánico se desarrolló unamplio urbanismo, acompañado de complejas for-mas de organización social, política, económica yreligiosa. Hubo manifestaciones extraordinarias delo que hoy llamamos arte: arquitectura con tem-plos y palacios, pintura mural, escultura, literatura.Sólo aquí, fuera de Europa, Asia y África, se con-cibieron cómputos calendáricos de gran precisión,se descubrió el concepto de cero, antes que en nin-gún otro lugar del mundo, se inventaron varias for-mas de escritura y hubo libros y bibliotecas.Creo que en esto se halla el argumento que justifi-ca porqué puede interesarnos conocer lo que en elMéxico prehispánico se pensó acerca del corazón.Fue éste un foco de civilización originaria, que alo largo de los siglos desarrolló diversas varian-tes. De ellas atenderé a una, la que fue propia delos pueblos de habla náhuatl o mexicana. Y mefijaré en el grupo más conocido y mejor docu-mentado, el de los mexicas o aztecas. Éstos fue-ron herederos de milenios de cultura, a partir delos olmecas, teotihuacanos y toltecas. Pero tam-bién fueron innovadores en las ciudades que eri-gieron, de modo especial en México Tenochtitlány en otras muchas de sus creaciones. De cuantoexpresaron ellos acerca del corazón, atenderé a lo

Significados del corazón en el México prehispánicoMiguel León Portilla*

(Arch Cardiol Mex 2004; 74:99-103).

ARTÍCULO ESPECIAL

* Premio Nacional de Ciencias Sociales (Historia y Filosofía 1981), Miembro del Colegio Nacional. Investigador Emérito del Institutode Investigaciones Históricas, UNAM.

Correspondencia: Miguel León Portilla. Instituto de investigaciones Históricas de la UNAM, CU, México D.F

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más sobresaliente en cuatro campos semánticos:la lengua, la literatura, la medicina y la religión.

La riqueza de significados de lapalabra yóllotl, corazónLa raíz de yóllotl es la misma que la del verboyoli que significa “vivir”. Dado que la lenguanáhuatl es polisintética o sea que estructura vo-cablos compuestos _más aún que el griego o elalemán_ dispone de un rico conjunto de afijos,partículas que se anteponen, intercalan o pospo-nen, siempre integrándose al vocablo, confirién-dole diversos sentidos. Así, en tanto que yoliliz-tli, es “acción de vivir”, yóllotl es forma abstrac-ta que denota lo que es propio o esencial de loenunciado por la raíz del vocablo. En consecuen-cia la voz yóllotl significa la esencia o fuerza dela vida, lo que es propio del ser viviente.Tal es la significación primordial de este voca-blo náhuatl, lengua que hasta hoy siguen hablan-do cerca de dos millones de personas en Méxicoy otros lugares en América Central. De yóllotlse derivan numerosas palabras compuestas quedejan entrever una gama muy grande de signifi-cados. Éstos son algunos ejemplos: yollo, tienesentido abundancial, significa etimológicamen-te “rico de corazón” y vale tanto como “inteli-gente; agudo de ingenio”. Yolo-tica, “con cora-zón”, es decir con valor”. Yoliuhyaliztli, literal-mente, camino o salida del corazón”, se entien-de como ”albedrío, libertad”. Yollocáyotl, es a laletra, “plenitud de corazón”, “inteligencia”.De los muchos compuestos con yollo, escojo al-gunos que dejan ver su enorme riqueza semánti-ca: Yolo-matiliztli, literalmente “conocimientocon el corazón”, o sea “prudencia, cordura”. Yolo-quixtia, “sacar el corazón o meollo de algo”,desentrañar un significado. Yol-nonotza, “llamaral corazón”, “meditar”. Yolteotl, “dios en el co-razón”, bello compuesto que denota la idea de“pintor y escribano”. Yollo-tlacaquini, “el queescucha al corazón”, “hábil, experto”.Como puede verse –y podría aducir otros mu-chos ejemplos_ el corazón, yóllotl, se asocia alas facultades cognoscitivas, volitivas y creati-vas. Y añadiré que se asocia también a sentimien-tos como los de ser comprensivo, dolerse del malajeno; ser generoso; enfadarse; actuar con cui-dado; con valentía; tener ánimo; obrar con bue-na gana; ser fiel. Desde luego que la significa-ción de los compuestos puede tener un sentidonegativo si se estructuran con vocablos de talconnotación. Así hay compuestos que significan,

obrar con rudeza, con grosería, con falsedad, conagresividad, con furia, con terquedad, con locu-ra, con aflicción y hasta con embrujamiento.A tal género de connotaciones negativas perte-necen vocablos como; yolpoliuhqui, literalmen-te corazón destruido, es decir “desatinado, tras-tocado”. Yolpozoni, corazón espumante, “iracun-do, enfurecido”; yolmiqui, corazón muerto, “rudode ingenio”; teyolcuepaliztli, torcimiento del co-razón, “corrupción”.Imposible es aducir todo el gran caudal de pa-labras en las que está presente el semantemayol-, confiriendo sentidos relacionados, todosellos, con las ideas de corazón y vida. Una solaformación lingüística añadiré a las que he ci-tado. Pertenece al género que se conoce comodifrasismo y consiste en la yuxtaposición dedos vocablos cuyo acercamiento es evocaciónde una tercera idea. Ejemplos de difrasismosson: cueítl, huipilli, “falda, camisa”, que evo-ca la idea de mujer en su aspecto sexual; mitl,chimalli, “flecha, escudo”, para significar laguerra; xóchitl, cuícatl, flor, canto, que con-nota, “belleza y poesía”. El difrasismo que aquíinteresa es ixtli, yóllotl, “rostro, corazón”, quedenota la idea de “persona”. Ixtli, el rostro,evoca la fisonomía moral; yóllotl, el corazón,la esencia o fuerza de la vida.Lo expuesto deja ver suficientemente la rica pre-sencia lingüística de yóllotl, vocablo que, con susderivados y compuestos, abarca varias páginasen los diccionarios del náhuatl. De su presenciaen las composiciones literarias dan fe, entre otras,varios cantos y poemas.

El corazón en la literatura náhuatlCopiosa es la cosecha de producciones literariasen las que el corazón es tema recurrente. Sólounas cuantas recordaré. Sea la primera aquéllacon la que comienza la compilación que se con-serva en la Biblioteca Nacional de México con eltítulo de Cantares mexicanos. Aparece en ella unpoeta que quiere recoger las más bellas flores.La primera palabra que expresa es ésta: ninoyol-nonotza que significa “hablo y hablo con mi co-razón”. Y enseguida se manifiesta cuál es el temade ese diálogo: “¿dónde encontraré bellas, fra-gantes flores? ¿A quién se lo preguntaré...?”(Cantares mexicanos, 1 r.).Reflexionar es dialogar con el corazón. Éste sabemuchas cosas. Es como un libro de pinturas:Mi corazón de cantores pintura de muchos colores (67 v.).

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El corazón conoce la belleza de las flores y loscantos, son ellos su riqueza en la tierra:

Mi corazón lo sabe:escucho un canto,contemplo una flor,¡ojalá no se marchiten! (21 v.).

El corazón es morada del Dador de la vida; élilumina su interior. Por eso el corazón es sabio:

Tloque, Nahuaque,

el Dueño de la Cercanía y la Proximidad,brilla con su luzen la casa de tu corazón (2 v.).

Con la luz y el calor del Dador de la vida nacenlas flores en el corazón, exclama otro cantor:

Doy principio aquí,yo cantor,flores brotan de mi corazón,hermosos cantos de mi corazón,con ellos alegro al Dador de la vida (21 r.).

Pero también se aflige el corazón:

Llora mi corazón, se aflige,quiero convertirlo en flor (36 v.).

Un último canto traeré al recuerdo henchido deesoterismo en torno al lugar del origen primordialde cuanto existe:

En Tamoan que alucina,hago que abran sus alas los cisnes,en la casa de Tamoanchanestá el libro de tu corazón,es él tu canto (24 r.)

De fuente muy distinta vienen estas breves refe-rencias al corazón. Nos introducen ellas al tercercampo semántico de nuestro interés, el del cora-zón en la antigua medicina. Escuchemos:Yollotli, nemoani: el corazón, por el cual se vive.Totonqui, teyolitia, es caliente el corazón, hacevivir a la gente.Tecuitini, palpita.Moyolpaqui, mi corazón se alegra.Chocholoa, da saltos,Noyolloanimati, conozco a mi corazón.Noyollo conmati, siento a mi corazón.

Quicemitqui yn yollotli, el corazón todo lo go-bierna.

(Códice florentino, X, 27).

El corazón en la medicinaprehispánicaSabido es que varias son las fuentes para el estu-dio de la medicina prehispánica de los pueblosnáhuas. Las principales son el Libellus de Medi-cinalibus Indonum Herbis, (Librito acerca de lashierbas medicinales de los indios) por el tepahtia-ni, Martín de la Cruz, médico náhua de Tlatelol-co, que lo escribió en náhuatl. Su traductor allatín en 1552 fue Juan Badiano. Es éste un her-bario en el que convergen dos formas de conce-bir la naturaleza. Las plantas se pintan al modoeuropeo pero con añadidos de índole indígena,tales como las raíces y el señalamiento de losmedios pedregosos, acuáticos u otros, en que cre-cen. El texto original se escribió en náhuatl peroenseguida se puso en latín. Otra fuente son losnumerosos textos recopilados también en náhuatlpor fray Bernardino de Sahagún. Los incorporóéste a su Historia general de las cosas de NuevaEspaña hacia 1575. Son textos de enorme inte-rés acerca de las partes del cuerpo, sus padeci-mientos y posibles remedios. Mención particu-lar merece también la magna aportación del pro-tomédico de Felipe II que investigó en Méxicoentre 1571 y 1577. Su obra, intitulada Historianatural de Nueva España, ha sido editada envarias ocasiones, siendo la última la excelentepresentación lograda por investigadores de laUniversidad Nacional Autónoma de México,aparecida en siete volúmenes entre 1960 y 1980.A estas fuentes pueden añadirse otras, siendo unamuy importante la que consiste en la perdura-ción del saber de los herbolarios indígenas quehasta hoy mantienen vivos sus conocimientosmedicinales.El Libellus de Martín de la Cruz, del que existendos bien logrados facsímiles publicados en Méxi-co, describe la terapéutica de varias cardiopatías.Menciono algunas. En el capítulo VII habla “delpecho agitado por la angustia del dolor del cora-zón”; en el VIII describe los remedios “contra elcansancio de los que administran la república ydesempeñan un cargo público”La recopilación de fray Bernardino de Sahagúnincluye varios conjuntos de textos en náhuatlsobre estas materias. En algunos casos el frailefranciscano transcribe los nombres de los mé-

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dicos náhuas que le proporcionaron informa-ción. Dos textos aduciré como muestras. Unose refiere a la planta llamada tlatlancuaye, quees descrita minuciosamente. El testimonio in-dica en qué casos es recomendable “que la bebaen infusión el que se paraliza a partir de su cos-tado y le llega el mal hasta su corazón, como sisúbitamente perdiera la conciencia o en el pe-cho se le asentara el mal...”. También ha de be-berla aquél al que “empiezan a oprimírsele comocon un puño el corazón y el costado...”. “Asídesaparecerá” [el mal].De otra planta proporciona también muy intere-sante descripción. Es la llamada oquichpatli, “re-medio del varón” m 2 d 3 g r 1 p ( h ) 3 c Se dice que sirve para revita-lizar “a los varones o también a la mujer que seestragó por excesos sexuales, la que “no puedehacerlo bien al acercarse al hombre o él a ella,”es decir que no llegan al orgasmo. Indica luego -como ocurre hoy en el caso del viagra- que nodebe consumirse en exceso. “La gente necesita -se prescribe- lo equivalente a nuestro dedo”. Elexceso puede acaso afectar al corazón.Veamos ahora algo de lo que sobre el corazónreunió el protomédico de Felipe II, doctor Fran-cisco Hernández. Comenzaré con el árbol llama-do yoloxóchitl o “flor del corazón”. De él diceHernández que “tiene hojas como cidro... y florde figura de corazón” (Hernández, II, XVIII). Deél sostiene que la poción de sus hojas “fortaleceel corazón y el estómago”. Estudios realizadosen tiempos modernos confirman que la Talaumamexicana, _tal es su nombre científico_ y segúnlo registra el Herbario de la UNAM. “Los péta-los secos se hierven y se utilizan para el mal delcorazón, éste se debe a cambios de presión arte-rial (Gustavo Pastelín, 205).Cerca de otros cuarenta son los vegetales que re-gistra y describe Hernández con propiedades car-dioterapéuticas. Límites de espacio me impidenreferirme a ellas. Considero pertinente al menosinvitar a los modernos cardiólogos a tomar notade su existencia, ya que algunas pueden tener efec-tivamente varios de los atributos terapéuticos queles atribuyó el protomédico de Felipe II.Concluyo esta consideración sobre la medicinanáhuatl y el corazón recordando de nuevo que noes de despreciar la herbolaria indígena, tanto aqué-lla de la que dan cuenta los autores que he citadocomo la que puede encontrarse acudiendo a quie-nes mantienen vivo hasta el presente no poco dela medicina tradicional indígena. Pasaré ya a con-siderar el cuarto y último de los campos semánti-

cos en los que tuvo importancia primordial el yó-llotl. Me refiero al campo de la religión.

El corazón en el universo de lascosas sagradasFrecuente ha sido en no pocas religiones rela-cionar los sacrificios de sangre –de animales y aveces también de seres humanos– con el mere-cimiento propiciatorio del perdón, la obtenciónde algún bien o la acción de gracias. En el cris-tianismo, es dogma fundamental la creencia deque la redención del género humano se ha obte-nido por el sacrificio sangriento, humano y divi-no, de Jesús. Éste, en la última cena, trasmitió asus discípulos el encargo de reactualizar ese sa-crificio consumiendo el pan y el vino transubs-tanciados en su cuerpo y en su sangre.El Concilio celebrado en Trento en el siglo XVIasí entendió las palabras de Jesús, a diferenciade lo que manifestaron algunos teólogos pro-testantes. Según éstos, había que dar un senti-do metafórico o simbólico a dichas palabras.El Concilio, en cambio, definió que en la Eu-caristía se reactualizaba el sacrificio sangrien-to de Jesús.En el universo sagrado del México antiguo, comoen otros contextos religiosos, los sacrificios san-grientos de animales y seres humanos, concebi-dos siempre en relación con aconteceres primor-diales, se realizaban en determinadas celebracio-nes a lo largo del año. De esto hay testimoniosabundantes, tanto en monumentos, como en an-tiguos libros indígenas, hallazgos de restos hu-manos, y expresiones de quienes los contempla-ron en los años de la Conquista.A muchos horroriza la sola idea de los sacrifi-cios humanos en los que era muy frecuente laextracción y ofrecimiento del corazón a la divi-nidad. Pienso que, en vez de horrorizarnos y es-forzarnos por negar ese ritual de sangre, lo queverdaderamente importa es buscar su compren-sión. Si es impensable el cristianismo suprimien-do la creencia en la redención en virtud del sa-crificio sangriento de Jesús, es también verdadque, haciendo a un lado la existencia de sacrifi-cios humanos en el México prehispánico, se vuel-ven incomprensibles su visión del mundo y elmeollo de su religión.En los relatos cosmogónicos que se conservanen náhuatl se refiere que los dioses se sacrifica-ron a sí mismos para transmitir la vida a los hu-manos. El corazón y el agua preciosa, chalchíu-hatl, que es la sangre, se conciben inextricable-

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mente ligados a la vida. Ya nos hemos acercadoun poco a la gama enorme de significados atri-buidos al corazón en los campos semánticos dela lengua, la literatura y la medicina. Podemosasí vislumbrar el valor que atribuían los antiguosmexicanos al yóllotl, corazón, y a la sangre, ellíquido precioso. El corazón era, según lo mues-tran la lengua misma y la literatura indígena, lafuerza vital por excelencia. Ofrecerlo a la divini-dad –como lo reconocieron frailes misioneros,entre ellos fray Bernardino de Sahagún y frayBartolomé de las Casas– fue acción de religiosi-dad, la más grande y profunda.Fascinados por el misterio de la sangre, los anti-guos mexicanos ofrendaban su vida a quieneshabían hecho posible, con su propio sacrificio,la existencia del mundo y de cuanto hay en él.Yóllotl, el corazón, concebido como esencia dela vida, era el don más valioso con el que podíanretribuir los humanos a los dioses. La medicinales había mostrado cómo preservar la vida y lafuerza del corazón; la lengua náhuatl propiciabala comprensión de todo lo que significa el cora-zón; los poetas y los sabios hablaban de él en suscomposiciones, comparándolo a veces con lafuerza vital que proviene de la divinidad. Loshumanos pensaban que, al ofrendar al Sol san-gre y corazón, lo fortalecían e impedían el aca-bamiento de la edad cósmica en que vivían.Si admiramos hoy la cultura que floreció en el granfoco de civilización originaria que se desarrolló

en el México prehispánico; si queremos disfrutarde su rico legado de arte, y de sus múltiples cono-cimientos, debemos comprender lo que fue ele-mento primordial en su ser religioso, el sacrificiode sangre y ofrecimiento del corazón. Recordan-do esto –es decir trayéndolo al corde, que es nues-tro propio corazón– en vez de horrorizarnos, bus-camos la comprensión. La ofrenda de sangre ydel corazón implicó por parte de los antiguos mexi-canos el reconocimiento más hondo de lo que lessignificaba el yóllotl, corazón.De modo muy particular los cardiólogos, y tam-bién todos nosotros, apreciamos, ahora más quenunca, lo que vale tener un corazón sano y fuer-te. Si todavía un alto porcentaje de muertes sedebe a cardiopatías, sigue siendo urgente prose-guir en la investigación cardiológica y extenderal máximo la asistencia médica en este campo.El corazón, como bien lo percibieron los anti-guos mexicanos, es lo que hace posible la vida.Todo lo que acerca de él se investigue, se piensey se exprese, inquirir como lo hemos hecho so-bre sus significados en una civilización origina-ria, la mesoamericana en nuestro caso, tendrárelevancia en el mundo de la ciencia y la cultura.Muy acertado fue por todo esto que, al crearse elInstituto Nacional de Cardiología concebido porel sabio maestro doctor Ignacio Chávez, se lediera como lema este apotegma latino: Amor,scientiaque inserviant cordi. Que el amor y laciencia sirvan al corazón.