the last single girl

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Índice Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

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Staff Moderadora de traducción:

Jane

Traductores:

Emmie

Jane

Majo

Mariela

Mary Haynes

NataliCQ

Vaaleria

Moderadora de corrección:

Mariela

Correctores:

Annabrch

Ariz Herondale

Esperanza

Jane

Lucero Rangel

Mariela

NataliCQ

Revisoras:

NataliCQ

Jane

Diseño:

StephannyAl

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Capítulo 1

Justo cuando cómodamente has formado un grupo de amigas Verdad sobre las citas #1:

solteras, ocurre un desastre.

—Jonathan es todo lo que siempre quise en un chico. —Angie hizo girar el agitador

del cóctel alrededor de su Martini—. No puedo creer que mi hermano nunca lo trajera

a casa antes. Quiero decir, han sido mejores amigos desde la universidad.

Lo dijo como si la universidad estuviera décadas atrás en lugar de sólo un par de

años. No podía dejar de preguntarme si tal vez saber que su hermana robaría a su

mejor amigo, era el motivo por el cual nunca había llevado a Jonathan a casa. Él había

ocultado al pobre tipo. Significaba que probablemente lo había perdido para siempre.

—Wow. —Claire sonrió. Lo que me puso nerviosa.

No era que no le agradara Angie. Pero el sentido del humor de Claire era cortante,

incluso si tenía razón. Tenía el armario de Carrie Bradshaw y el ingenio de Dorothy

Parker. Sus comentarios siempre parecían venir de la nada. Al igual que un resfriado

de verano. Un día estás en la playa, entonces… ¡Bam!... estás enferma en la cama. Ella

me asustaba un poco.

—Volver a casa debe ser la manera de encontrar un chico —continuó Claire antes

de una pausa dramática—. Regresé con Marcus.

—¿En serio? —Becca empujó su copa fuera de su camino—. ¿Cómo sucedió eso?

Sin sorprenderme, estaba perdida. —¿Quién es Marcus?

Claire hizo un gesto a la camarera y señaló su copa medio llena, sin molestarse en

mirar en mi dirección. —Siempre se me olvida que no estabas cuando sucedió eso.

La verdad era esa, no estuve presente en un montón de sucesos con estas damas.

El otoño pasado había tenido un hermoso grupo de amigas. Al igual que cualquier

grupo, tenía un círculo íntimo de amigos y círculos exteriores de ligeramente

conocidos. Al igual que un diagrama de Venn de relaciones. Una vida cómoda, con un

montón de amigas con las cuales salir.

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Hasta que sucedieron los primeros compromisos... entonces bodas… luego casas en

los suburbios. Lo siguiente que sé, tu círculo íntimo está casado y ahí estás. Quedas

con una mezcla de círculos menos interesante. Aun así, un pequeño grupo agradable.

La vida era buena.

Hasta la semana de Acción de Gracias.

—Marcus y yo crecimos juntos, pero no empezamos a salir hasta el último año de

universidad. Cuando nos graduamos, se trasladó para dirigir la empresa constructora

de la familia y yo me mudé aquí para estudiar publicidad. ¿Puedes verme a mí viviendo

en la Gran Tierra de Cultivo de los Estados Unidos?

No. Realmente no podía. Claire se negaba a dejar que alguien sin estatus de

celebridad local tocara su pelo o piel. Sólo mantenerse arreglada significaba viajes

mensuales de cuatro horas.

—Pero cuando lo vi en el partido de fútbol el jueves, era como si nunca nos

hubiéramos separado y... bueno, digamos que todo está en marcha de nuevo.

Parecía tan feliz —tan no Claire— que no tuve el corazón para preguntar cómo iba a

funcionar esta vez.

—No puedo creer que se enrollaran el fin de semana, porque… —Becca sacó la voz

y sabía lo que venía—. Conocí al chico más genial en el avión. Es abogado en Nueva

York. Nos sentamos uno al lado del otro. Nunca he estado tan feliz de estar atrapada

en la pista durante tres horas. Cambió su vuelo, así que hicimos nuestro regreso juntos

también. Y… —Becca contuvo el aliento, emocionada antes de terminar

rápidamente—… vendrá aquí para el Año Nuevo.

Me recosté escuchándolas hablar sobre sus chicos —nuevos y reciclados— y sus

viajes y el Año Nuevo y cuán genial iba a ser es el día de fiesta.

—¿Sabes lo que debemos hacer? Si todos vienen aquí, debemos cambiar nuestra

reserva para Año Nuevo.

Espera. ¿Qué? No.

—Los añadiremos a nuestra mesa.

—Pero pensé que estaba lleno. —Traté de ocultar la desesperación en mi voz.

Habíamos planeado esto hace meses. Chicas solteras teniendo una noche de diversión.

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Sin parejas que nos hicieran sentir solas y perdedoras en la fecha de la segunda noche

más importante del año.

—Voy a llamar a mi chico de los boletos ahora mismo. Estoy segura de que puede

ayudarnos. —Claire estaba en su teléfono antes de que pudiera decir noche de chicas—.

Hola, guapo. Es Claire. Estoy buscando un favor. —Ella se echó a reír en su forma

esto-no-es-divertido-pero-necesito-algo-de-que-reírme antes de deslumbrar a nuestra

mesa con una sonrisa—. Oh, eres demasiado dulce... Lo sé, ¿no? Necesito un poco de

ayuda con nuestra mesa para la fiesta Asesinato en las Rocas... Lo sé, ¿verdad? Voy a

lucir fabulosa en mi vestido flapper. Todo el misterio del asesinato de los años veinte es

genial.

Angie y Becca empujaron sus bebidas a un lado para inclinarse, escuchando sobre el

estruendo de la creciente multitud del bar.

—Bueno, nos gustaría tener unas pocas personas más sentadas con nosotras. ¿Hay

alguna forma en que podríamos incluirlas? Ajá... Sí... Absolutamente. Puedo hacer que

estés en la lista para esa apertura... por supuesto. Bueno, necesitamos tres más.

—Espera. —Angie agitó la mano delante de Claire—. ¿Qué pasa con Sarah?

Todo el mundo se volvió hacia mí y estuve tentada a decirles que estaba

comprometida y me casaría en la víspera de Año Nuevo si ellas y sus más recientes

encontrados acompañantes estaban disponibles.

—Oh. Sarah, ¿conociste a alguien también? —Desde el principio, conocido como la

boda de Julie hace cuatro años, yo le disgustaba a Claire. Su naturaleza competitiva

parecía triplicarse a mí alrededor. Simplemente no sabía realmente por qué

competíamos, así que sólo trataba de permanecer fuera de su camino.

Pensé en mentir, pero sabía que fingir un novio llevaría a todo tipo de peligros

sociales que no podía manejar. Además, había visto El día de la boda. Ese era un tipo de

camino que no quería recorrer.

—No. No realmente. —Arrastré el realmente con la esperanza de que entendiera lo

que no quería decir, como si tal vez hubiera un chico que les había ocultado. Un chico

increíblemente caliente que era dueño de una pequeña isla no revelada en la costa de

un país rico. Obviamente, no podía hablar de él por razones de seguridad.

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—Di cuatro —susurró Angie—. Estoy segura que Sarah no tendrá problemas en

conseguir una cita.

Claire levantó una ceja hacia mí como si no supiera cuán dudoso era, pero esperase

que lo corroborara.

Oh, no, Claire. No pidas un cuarto asiento. Todos sabemos que nadie va a querer salir

conmigo, y mucho menos renunciar a una de las mejores noches de fiesta del año para pasar el

rato con una nerd conservadora de museos.

Cierto.

En su lugar, me limité a sonreír.

Y tuve pensamientos desagradables.

Claire inclinó la cabeza como si pudiera leer mi mente y sonrió de una manera que

claramente decía: Oh. Pobre cosa.

—¿Por qué no pides cuatro? Esa es una mesa llena, ¿no? —Claire sonrió y asintió—.

Sólo ponlo en mi tarjeta de crédito. Nos encargaremos de dividirlo por nuestra parte.

Genial. Qué manera de humillarte, Sarah. Exactamente lo que hace que los días de

fiesta sean geniales. Pagar por una silla vacía.

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Capítulo 2

Ningún hombre te entenderá y amará como lo hace tu mejor Verdad sobre las citas #2:

amiga.

“Esta es Jane. Estoy ya sea cargando a mi hermosa hija o saliendo con mi grandioso marido.

O estoy mintiendo y limpiando inodoros. De cualquier forma, deja un mensaje después del tono.”

BEEP.

—Hola Jane. Soy Sarah. Sólo llamando para conversar. Espero que tu Día de

Acción de Gracias haya sido genial. Devuélveme la llamada. —Hice una pausa, a

punto de terminar, y luego me precipité antes de colgar—. También, te estoy enviando

algo por correo electrónico justo ahora. Si puedes verlo, no se lo muestres a Matt, y no

le digas a nadie, eso sería genial. Estábiengraciasadiós.

Apurada a través de las últimas palabras, colgué antes de que pudiera cambiar de

opinión.

Estaba sintiendo pánico. Sabía que esto iba a suceder. Sabía que alguien tenía que

tener el honor. Pero nunca pensé que sería la última chica soltera.

Me sentía como el título.

Tal vez debería tener tarjetas de presentación hechas.

O… tal vez no.

No sólo era la idea de ser la última chica soltera. Era todo lo que venía con esto. Las

cosas a las que no fuiste invitada porque las personas pensaron que estarías incómoda

sola. La forma en que Ciertas Mujeres siempre te recordaban que ellas tenían a

alguien… y tu no. Los sentimientos de soledad que algunas veces sentías, incluso con

tu mejor amiga porque sabías que ya no eras su mejor amiga.

Y así, como cualquier mujer emocionalmente acorralada, hice algo extremo.

Me uní a eLove.com para tratar de encontrar a alguien especial —o no horrible—

para el Año Nuevo.

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Internet me había encontrado todo lo demás de importancia los últimos pocos años:

Un nuevo apartamento, un trabajo, un coche… ese bolso Kate Spade. Así que, sí, tuve

un poco de confianza en internet.

Pero al mirar por encima mi anuncio, supe que no había manera de evitarlo. Jane

iba a tener que ser mi voz de la razón. Cada vez que lo releía, todo en lo que podía

pensar era que nadie en su sano juicio asumiría que un cachorro golden retriever estaba

buscando una cita.

De hecho, había dicho que me gustaban los días soleados y disfrutaba de una

agradable caminata antes de acurrucarme enfrente de una chimenea para una noche

acogedora.

¿Por qué no sólo agregué una foto de mi juguete favorito para masticar?

Por supuesto, era una golden retriever con zapatos caros y un condominio en la

ciudad, pero aún así.

Presioné enviar y traté de pretender que mi mejor amiga no estaba en algún lugar

viendo su iPhone y riendo histéricamente.

Tomó mucho más esfuerzo de lo que quería admitir.

Mientras esperaba oír su respuesta, hice lo que cualquier mujer lógica haría… Fui a

la librería y compré cada libro sobre citas escrito en los últimos cuatro años.

Sí, utilicé la línea de auto pago.

Los he leído todos, mirando las “reglas” y tomando notas acerca de los perfiles.

Creé listas sobre Que Deben Tener y De Ninguna Forma y luego taché la mitad de ellos

después de que cada libro agregara que no deberías ser demasiado exigente.

La mayoría de los libros tenía una doble personalidad como esa.

Una parte de mí quería ignorar el teléfono cuando el tono de Jane sonó. Había

logrado regresarme la llamada alrededor de cuatro horas más rápido de lo que esperé.

Obviamente mi mensaje —o anuncio personal— garantizó una casi inmediata llamada

telefónica. Esa no podía ser una buena señal.

Toqué el botón para contestar y empecé a hablar antes de que ella pudiera hacerlo.

—Si te ríes, voy a colgar, me cambio de estado, y nunca me volverás a ver de nuevo.

—No me estoy riendo. He estado casada al menos dos años. Recuerdo lo que

apestaba tratar de encontrar al chico correcto.

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Sabía que lo hizo. Ella nunca sacó ninguna de esa mierda de casada. Ese: Oh, sólo

espera y el chico correcto aparecerá o si sólo llenas-en-lo-blanco no estarías viviendo tu vida sola.

—Honestamente, estoy contenta de que me lo enviaras a mí. Le hice un montón de

cambios. —Jane hizo un sonido suave de arrullo. Sólo podía asumir que era por un

bebé. Aunque, si fuera honesta, fue un sonido extrañamente tranquilizador—. ¿Quién

te conoce mejor que yo, cierto? Puedo ser parcial, pero te quiero y estaré pateando el

trasero de cualquiera que no te aprecie de la forma que debería.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Sostuve el teléfono lejos de mi cabeza y lloriqueé,

no queriendo que ella supiera lo mucho que sus palabras me afectaron.

—Te lo acabo de enviar. Deberías estar recibiéndolo en un segundo. —Mas arrullo,

luego un suave chapoteo—. Le estoy dando a Dahlia su ducha. O ella me está dando a

mí una ducha, lo uno o lo otro. Dime, ¿por qué de repente urge una e-cita1?

No quería confesar mi inminente soltería, pero ella probablemente lo había visto

venir de cualquier forma. La puse al corriente de nuestros planes de Año Nuevo y de

cómo todas mágicamente habían regresado a casa después del fin de semana de

Acción de Gracias con novio. Cómo la noche de chicas se había convertido en un

fiasco de una tercera —séptima— rueda.

—Entonces, ¿El Alfabeto cambió todos sus planes y esperaron a que salieras con

ellas y sus nuevos novios?

Jane las había estado llamando El Alfabeto desde antes de haberse casado. Las tres

—Angie, Becca y Claire— se habían conocido desde hace mucho. Mientras las chicas

solteras cayeron en el borde del camino, Claire había excavado hacia sus compatriotas

y se llamó a sí misma como la Alfa.

Creo que ellas se habían sorprendido de encontrarme entre sus filas. Tal vez si mi

nombre hubiera sido Deirdre…

—Sip. Claire consiguió cuatro asientos más en nuestra mesa.

—Nunca me gustó. —Jane era, entre otras cosas, fieramente leal—. Y no es sólo

porque te trata como una ocurrencia tardía. Ella nunca es amable con nadie. Los

gatitos no podrían mezclarse con ella.

—Bueno, la chica tiene conexiones. No hay fiesta en la que no nos pueda meter.

1 Hace referencia a una cita acordada por internet.

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—Cierto. Porque siempre has sido una chica fiestera. Sé como son esos

conservadores de museos. Locos como estrellas de rock.

—Totalmente subestimas a las estrellas de rock, hermana.

—¿Por qué no sólo vienes aquí? Sabes que siempre eres bienvenida. No necesitas a

un chico para entrar a mi casa.

La mejor parte de la oración era que sabía que lo decía en serio. No era cuestión de

piedad o algo como porque-somos-amigas-tengo-que-decirlo.

—Lo sé. Y gracias. Pero tengo que tener una vida fuera del museo y las visitas

ocasionales a ti y a Michelle. —Tragué el resto de las palabras acerca de cómo me

estaba empezando a sentir dejada atrás y cómo tenía miedo de estar sola; no sólo sin

novio, sino sin amigas solteras.

—No hay sentido en ser miserable en Año Nuevo sólo para probar que puedes.

Estamos teniendo una noche de juegos. Michelle y Roger van a venir. Nuestros nuevos

vecinos Mitch y Emily estarán aquí. Contratamos a una vecina para ser la niñera.

—Wow, ¿consiguieron una niñera? —Eso involucra dejar a Dahlia fuera de su vista.

—Um, pues, sí. —Jane hizo un pequeño ruido de tos.

—¿Qué fue eso?

—Dije… que ella la va a cuidar en el cuarto de atrás.

—Jane, si no te amara, no me molestaría en decirte que eres de lejos una mamá de

portada de la revista Time.

Se rió, lo cual era bueno. Incluso mientras construimos diferentes vidas, todavía nos

teníamos la una a la otra.

—Sarah, ella tiene cuatro meses, no cuatro años. Estoy mejorando. Dejé que la

madre de Matt la cuidara el otro día y ni siquiera la llamé para comprobarla; incluso

cuando estaba diez minutos retrasada. Estoy segura que lo hizo a propósito. Sabes que

esa mujer no me quiere.

¿Ves? ¿Justo ahí? Una razón por lo que es mejor estar soltera.

Las suegras.

—Creo que trataré con el Plan A primero.

—Sólo tienes cuatro semanas hasta Año Nuevo. Como lo vas… Dahlia. No. No te

tomes eso. Eso es champo. Asco.

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Me reí mientras los chapoteos se escuchaban más fuerte. En el inicio, cuando Jane

tuvo la bebé, colgábamos y esperábamos para hablar más tarde. Pero en los últimos

meses habíamos aprendido.

—Perdón por eso. Entonces, ¿el plan?

—Lo voy a reducir a mis primeros cinco chicos en la primera semana. Pasaré la

segunda semana conociéndolos. Luego los pocos días antes y después de Navidad los

conoceré mejor y veré como va. Eso me da un poco de espacio antes de Año Nuevo.

Esto se encontró con el silencio. Incluso el chapoteo había parado mágicamente.

—Bueno, mira qué piensas de mis notas. También, espero que me mandes tu

nombre de usuario y contraseña así puedo revisar a estos chicos. —Jane contuvo el

aliento. Me la podía imaginar pensando hasta tener el valor de decir algo—. Sabes que

no importa si estás saliendo con alguien o no. Esa era una noche de chicas. Si ellas lo

arruinan, eso no está en ti.

No debería haber necesitado escuchar eso tanto, pero de todos modos…

—Gracias. Realmente. Gracias.

—No te olvides… usuario y contraseña.

—Siempre y cuando no empieces a hacerte pasar por mí.

—No hago ninguna promesa.

Por supuesto, no la hizo.

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Capítulo 3

Trabajo en un gran centro médico en el centro de la ciudad. Esto toma Doctor en el centro:

mucho de mi tiempo, pero estoy buscando a alguien con quien pasar otros momentos. Alguien que

disfrute de los museos, películas, música y una buena cena. Me encantaría encontrar a una mujer

independiente que todavía me permita mimarla un poco.

Doctor en el centro, o Trey, fue programado para reunirse conmigo a la una y

media. Habíamos estado enviándonos correos electrónicos casi desde el principio.

Obviamente, me tuvo al decir museo, pero estaba esperando ver si la chispa estaba allí.

Desde su perfil, era exactamente mi tipo: Alto, bien parecido, exitoso. Él entendía que

tener una carrera no sólo era envolvente, sino una pasión.

La orden de Jane fue que nos conociéramos en un lugar neutral; una cafetería que

había encontrado en línea.

El café estaba cerca de media cuadra del tren, escondido en una calle lateral.

Cuando lo vi, se me cortó un poco la respiración. Era la cafetería más mágica que

había visto alguna vez.

Era como si alguien hubiera tomado una cabaña irlandesa y la colocara entre las

piedras rojizas más altas del vecindario. Había persianas verdes rodeadas por marcos

negros en las ventanas, y lámparas de gas titilaban a cada lado de la entrada.

Hablando acerca de lugares románticos para conocerse.

Empuje la pesada puerta de roble y me detuve, sorprendida al ver que el interior

concordaba con el exterior. En lugar de las feas sillas de madera de IKEA y mesas

estériles de metal y madera, acogedoras sillas de diferentes tamaños y formas

combinaban acomodadas debajo de mesas de roble. Al fondo de la habitación, una

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chimenea crepitaba a lo lejos, enmarcada desde el suelo hasta el techo por libreros.

Varias sillas esponjosas y una mesa de café que lucía pesada se arrinconaban ahí.

Pero la mejor parte era el arte.

Y obviamente una bien planeada colección agraciaba la pared, pero la exhibición en

sí misma necesitaba trabajo.

Toda la información correcta estaba ahí, pero las luces estaban apagadas y las

tarjetas de información pobremente colocadas. Las obras nunca se venderían así, sin

importar lo talentoso que fuera el artista.

—¿Te gusta? —La profunda voz retumbo detrás de mí, para nada lo que esperaba

en este pintoresco entorno.

Esperaba que fuera Trey, porque no había forma que cualquier cosa menos que

caliente pudiera estar conectado a esa voz. Me di la vuelta, esperando ver a alguien

refinado, de un metro noventa, vestido profesionalmente caliente. Eso no era lo que

encontré en absoluto y estaba empezando a cuestionar seriamente las capacidades del

motor de búsqueda de eLove y los perfiles de los hombres.

No era caliente. Y no era alto. Y definitivamente no era refinado. Para ser justa, era

más alto que yo, un metro setenta y siete, pero me gustaba mi hombre imponente. Y

supongo que era bien parecido en una forma accesible. Delgado, con hombros anchos,

donde a mí me gustaba mi hombre constituido. Pero su cabello… Su cabello me hizo

querer alisarlo; demasiado largo para domarlo, demasiado corto para quedarse liso.

Este definitivamente no tenía que ser Trey.

—El artista obviamente tiene muchas habilidades. Me gusta la serie. ¿Domos de

Catedrales? No mucha gente podría pensar en pintar un detalle tan pequeño en un

espacio tan grande.

—Lo sé. Eso es lo que me atrajo. Da una… sensación de seguridad, ¿cierto? —Se

quedó mirando las pinturas un poco más antes de volver sus cálidos ojos marrones

hacia mí.

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—Soy John.

Tomé la mano que me ofrecía, tratando de ser educada mientras movía las cosas.

Sospeché que estar tomando la mano de un chico al azar cuando tu cita estaba

llegando no era la mejor primera impresión.

—Sarah.

—Bienvenida a The Brew Ha Ha, Sarah ¿Es tu primera vez aquí?

—Um, ¿sí? —Parecía extraño añadir que estaba con alguien, especialmente alguien

a quien no conocía.

—Excelente. Compré el lugar hace como cuatro meses. Todavía estoy conociendo a

los regulares. ¿Puedo traerte algo?

Oh. El propietario. Menos extraño entonces.

—Estoy esperando a alguien, pero si, seguro. —Lo seguí al mostrador y miré el

menú. Era extrañamente reconfortante ver los tamaños chico, mediano y grande. No

era fan de la conjetura del café. Después de ordenar un té chai, me dirigí nuevamente a

la pared del arte.

Estaba tranquilo, sólo un caballero mayor sentado en la esquina leyendo el

periódico. Sabía que no podría ser bueno para el negocio, pero era perfecto para mí.

—Parece que realmente te gusta la galería.

—Exhibición. O muestra. O cualquier demostración.

—Lo siento, ¿qué?

—Esto es a lo que llamas demostración, no galería. Eso es otra cosa.

—Oh. —John me dio una simpática pequeña sonrisa. Parecía más confundido por

mi corrección que por la palabra.

—Lo siento. Es sólo que… trabajo en un museo. Esto es parte de lo que hago.

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No le dije lo pobremente que estaba planeada su demostración.

—Eso debe ser muy interesante. Esta es mi primera vez teniendo algo en las

paredes. Quiero decir, aparte de las malas impresiones que estaban antes aquí. Estoy

tratando de atraer algo más de clientela.

—Me gusta como está. —La voz llegó desde el otro lado de la habitación—. Bonito

y tranquilo.

—Él es Ernest. —John bajó la voz—. No le hagas caso. Su pasatiempo es ser

malhumorado.

—Oh. —Quiero decir ¿qué más puedes decir a eso?

—Voy a dejar que te relajes antes de que tu amigo llegue. Si necesitas cualquier

cosa, házmelo saber.

John me dio una sonrisa y se regresó atrás del mostrador, tomando una toalla de

una mesa mientras se iba.

Me senté en uno de los sillones cerca de la chimenea, disfrutando del espacio.

Estaba revisando mis correos electrónicos —un peligro para el fin de semana cuando

trabajas en un museo— cuando un hombre alto que era incluso más guapo que en su

foto en la boda de su hermana pasó rápidamente por la puerta.

—¿Sarah? Lo siento mucho, llego tarde.

Miré el reloj encima del mostrador. Estaba dos minutos retrasado; si el reloj no era

rápido.

Me levanté y extendí mi mano, insegura del protocolo para cuando se conocen en

eLove.

—Hola. Es un placer conocerte. No llegas del todo tarde. —Sonreí, tratando de lucir

tranquila, cuando en realidad sólo estaba sintiéndome nerviosa.

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—¿En verdad? —Miró su reloj y frunció un poco el ceño. En su mundo dos minutos

deben haber sido una eternidad.

Era bueno saberlo.

—¿Puedo conseguir que te sirvan más?

Sopesé mi té medio lleno y negué con la cabeza. —No gracias. Lo acabo de

conseguir.

—Ahora regreso. —Sonrió. Era una sonrisa tranquilizadora. Una que estaba segura

usaba en el hospital todo el tiempo. Lo que me hizo preguntarme cómo la usaba para

manejar a la gente. Si me estaba manejando.

Detente. Sólo detente.

Jane me había advertido que no saltara a las peores suposiciones directamente. Ella

dijo: “Deja que las cosas sigan y no leas entre líneas”.

También había dicho que quería un mensaje de texto con las actualizaciones tan

pronto como él se haya ido. Era tan bien parecido que quería mandarle un mensaje de

texto antes de la cita.

Trey pagó por su bebida y le dio a John una breve inclinación de cabeza para

terminar la conversación. Vagó a través de la cafetería, mirando todos los detalles.

—Lindo lugar. ¿Vienes seguido aquí? —Tan pronto como sus palabras salieron de

su boca se sonrojó. Y justo así me relajé—. Quiero decir, ¿esta es una salida regular?

—Realmente lindo, ¿no es así? Y no, esta es mi primera vez aquí. Pensé que un

lugar en el que ninguno de nosotros pudiera encontrarse con gente sería cómodo.

—¿Lo pensaste mucho?

—Para ser honesta, esta es mi primera vez en una cita en línea. Mis amigas tenían

mucho que decir al respecto. Un montón de llamadas reglas.

—¿Cómo qué?

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—Oh, tu sabes. Estar a tiempo, pero eso son sólo modales. Café, no cena. Algún

lugar no demasiado cerca de casa. No te subas al coche de nadie. —Me encogí de

hombros—. La mayoría eran por sentido común.

—¿Y ninguna realmente extraña?

Casi odié decirle, pero, ¿por qué no descubrir si tenía sentido del humor?

—Michelle sugirió que me acercara lo suficiente para olerte. Si hueles como a

mascota, entonces tu casa apestaría a animales y si llegáramos a casarnos estaría

atrapada en una casa con olor a perro por el resto de mi vida y probablemente incluso

lo ganaría en el divorcio. Ella es así de optimista. Le dije que vamos a ver si pasamos

más allá del café.

Se rió, un profundo sonido desde el pecho. Obviamente extraños olores y

matrimonio en los primeros cinco minutos no lo iban a asustar.

—No tengo mascotas. Me encantaría tener un perro, pero mis horas son un poco

frenéticas. No creo que sea justo para él estar atrapado en la casa todo el día. ¿Qué hay

de ti?

—Bueno, esta Winston. Pero es sólo un pez beta, así que él está atrapado en casa

todo el día de cualquier forma.

Mirándome todo encantador y esas cosa.

—Entonces, Trey, dime sobre tu trabajo. —Pasé a través de todos los consejos en

los libros de citas. Preguntar sobre él, sonreír, inclinarse, verse interesada incluso

cuando no lo estés.

Aunque seamos honestos. Un guapo, exitoso doctor empieza diciéndote como

disfruta de su práctica como un médico de atención primaria y pasando sus vacaciones

de senderismo en Europa, es bastante fácil estar interesada.

Cada vez que trataba de seguirlo, saltaba en algo como: “Sarah, ¿Dónde ha sido tu

viaje favorito?” O “Sé que trabajas en un museo ¿significa que ya no disfrutas ir a ellos?”

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—¿Porqué exactamente estas en citas por línea? —He estado esperando para

preguntar desde que él me había silbado… un movimiento pre-correo electrónico… en

línea. Nadie podía ser así de bueno ¿o sí?

—Trabajo con doctores y enfermeras todo el día. Conozco el tipo de horario y

presiones que tenemos. —Se encogió de hombros, como si no pudiera ser ayudado—.

Sé que nunca sería capaz de hacerlo funcionar con alguien como yo. Quería conocer a

alguien fuera de ese mundo. Alguien un poco… más suave. Lo sé. Eso suena horrible.

No soy un monstruo ni nada. Sólo muy enfocado. Mi mejor amigo me dijo que tenía

que conocer a alguien que supiera como ayudarme a dejar todo eso en el trabajo.

Podía entenderlo. Todos necesitábamos un balance. Mi último novio no entendía

que ser un conservador de arte significaba que tenía que estar seguido en el museo para

eventos especiales… incluso en la noche, incluso en fines de semana.

—¿Qué hay sobre ti? ¿Por qué citas por línea?

Porque estaba desesperada por una cita para Año Nuevo simplemente no parecía

tener la misma ventaja sobre eso.

—Bueno, mis amigos más cercanos están casados, así que mi vida social se

desarrolla a menudo en lugares donde no conoces a otras personas solteras. No estoy

buscando terminar mañana en el altar, pero me di cuenta de que todos los lugares

donde solía conocer hombres interesantes eran lugares a donde no puedes ir sola. Ni

puedes llevar una mujer embarazada con un cochecito2.

—Como Sweet Home Alabama.

No podía haberse referido a mi película favorita.

—Tienes un bebé —continuó—, en un bar.

—Exactamente. Aunque estoy un poco sorprendida por tu habilidad para citar

películas de chicas.

2 Una silla plegable con ruedas en el que un bebé o un niño pequeño puede ser empujado.

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—Mi última novia amaba las películas. Todo lo que hacíamos era quedarnos

sentados y ver comedias románticas.

—Oh. —Sí, la vida que no imaginaba para mí.

—Exactamente. Puedes ver por qué no funcionó. Incluso dejarla elegir un nuevo

restaurante era como sacarte un diente.

Platicamos por casi tres horas —o las recargas de dos té chai— antes de que me

diera cuenta del tiempo.

No esperé que se quedara una hora más. No había forma de que pensara que la

primera cita sería así, con el chico con el que no sólo quería pasar el Año Nuevo, sino

que tal vez un montón de tiempo después de eso. Era exactamente lo que siempre

había buscado. Congeniábamos totalmente.

Desafortunadamente, yo había planeado conocer a alguien más esa tarde. Ambos

hombres habían dicho que era su único día libre en las próximas semanas, entonces les

dije que sí a ambos.

Estaba tratando de averiguar una buena forma de terminar la cita, cuando

escuché—: Trey, ¿Cómo estás?

Levanté la mirada y entré en pánico.

La mesa era demasiado pequeña. Nunca sería capaz de esconderme debajo de ella.

¿El baño? Demasiado lejos.

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Capítulo 4

Me gusta escalar cosas, y no me refiero sólo a la escalera corporativa. En mi Chico rockero:

tiempo libre escalo en un lugar local, y voy a un viaje guiado de ascensión cada verano. Estoy

buscando a alguien con quien compartir ese sentido de maravilla y aventura, y aplicarlo en la

vida cotidiana.

Miré por encima del hombro para encontrar a un hombre guapo con un jersey azul

sonriéndonos. Uno que se parecía sospechosamente a la imagen de perfil de mi cita

número dos.

—Oye, hombre. —Trey se levantó y estrechó la mano del hombre, haciendo esa

cosa del medio abrazo que hacen los hombres en lugar de simplemente mostrar

afecto—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—He quedado con alguien.

—Raro. —Trey se volvió hacia mí, ofreciendo su mano hacia donde yo estaba—.

Esta es Sarah.

—¿Sarah? —Fue la forma en que dijo mi nombre lo que me dijo que todos íbamos

cuesta abajo desde allí—. Sarah, Art Girl, ¿Sarah?

—Oh, sí. —Debería haber sabido que mi cita perfecta no sería tan perfecta en algún

punto. Pero bueno... como Jane siempre bromeó, era una historia que podríamos

contarles a nuestros nietos—. ¿Adam?

Trey agitó una mano entre nosotros. —¿Cómo se conocen entre ustedes, chicos?

—No lo hacemos. Quiero decir, lo hacemos, pero no lo hacemos. Adam y yo

estábamos emparejados en eLove también. —Esto no debería sentirse tan incómodo—.

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Estabas tan ocupado, interesado y esas cosas, que imaginé que nos reuniríamos y

entonces serías libre para hacer algo. Así que, cuando Adam dijo que sólo podía

reunirse esta noche, me pareció una buena idea.

Ambos chicos me miraron. Tal vez menos habría sido más en esa explicación.

—Oh. —Trey me estudió, decepción llegando en el momento en que sus cejas se

juntaron—. Así que...

—¿Así que? —No estaba segura de lo que quería decir. Todo lo que sabía era que

había estado en una de las mejores citas de mi vida y realmente estaba esperando que

no terminara incómodamente.

—Así que, Adam es mi mejor amigo. Preparatoria. Compañeros de cuarto. Amigos

de viaje.

—Oh. —Bueno. La cita con Adam iba a terminar como la más corta de la historia

de la humanidad. Básicamente terminó cuando dijo hola.

—Hicimos un acuerdo de... —Trey miró a Adam, que sólo levantó una ceja—. No

salimos con las mismas chicas.

Por lo tanto, la cita de un segundo de Adam tendría que ser borrada del historial de

Sarah Joy Gable. Estaba de acuerdo con eso.

—Está bien. —Lo tengo. Nunca ir entre amigos. Fue bueno ver a un par de chicos

que habían sido tan cercanos durante tanto tiempo. Dijo un montón de cosas buenas

de Trey.

—Por lo tanto, tendré que cancelar nuestros planes para la próxima semana. —Me

tomó la mano y me sonrió; esa sonrisa tranquilizadora que estoy segura que utiliza

todo el tiempo en el trabajo—. Entiendes, ¿verdad?

—Um, ¿no? —Habíamos tenido una gran cita. Fue tres veces mejor de lo esperado

con nada más que buena vibra y, debido a que había charlado con su mejor amigo,

¿terminamos?

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—Adam ha sido uno de los pocos amigos que he sido capaz de mantener a través de

todas las cosas locas de la escuela, residencia y cosas de trabajo. No podemos salir con

la misma chica. Y ya que ustedes han estado charlando, nunca lograríamos hacer que

cualquier escoja. Sería... raro.

En comparación con esto. Esto no era raro en absoluto, a menos que fueras, ya

sabes, humano.

—Así que. Eso es todo entonces. —Traté de no dejar la última palabra a la deriva

en una pregunta. Trey estaba siendo bastante claro.

—Lo siento. Fue genial conocerte. Espero conocer a alguien como tú pronto.

Genial. Estaba siendo botada por alguien que algún día podría conocer a alguien

como yo.

—Igualmente. —En serio. Alguien como él. Sólo que sin el mejor amigo que no

podía comprometerse.

Trey negó con la cabeza una vez y se dirigió hacia la puerta. Adam simplemente me

miró como si yo hubiera hecho algo horrible a propósito. —Encantado de conocerte.

—Uh, ¿tú también?

Se unió a Trey en la puerta, dándole una palmada en la espalda antes de dirigirse

hacia el oscuro atardecer.

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Capítulo 5

Mi mamá siempre me dijo que las citas eran como una caja de Verdad sobre las citas #3:

crayones. Espera. ¿Qué?

Me quedé de pie al lado de la mesa, viendo la puerta cerrada y preguntándome si

estaba en uno de esos extraños programas de MTV, debí haberme imaginado hace tres

horas que era un montaje. Ningún chico podría ser tan perfecto, ¿verdad?

—Sarah —me llamó John desde detrás del mostrador—. ¿Todo está bien?

No. No lo estaba.

Caí en mi silla y comencé con mi té.

El roce de madera sobre madera me tuvo levantando la mirada para ver a John

unírseme.

—La cita pareció haber ido muy bien. —John empujó una nueva vasija de té en mi

dirección. Una tetera. Encantadora.

—Sí. Fue demasiado perfecta. —Serví cada una de las tazas de té, viendo el líquido

ámbar salpicar la blanca porcelana de poca profundidad—. ¿Cómo supiste que era una

cita?

—Administro una cafetería. Son como el número uno de los lugares para la primera

cita. —Levantó su taza, sonriendo hacia mí sobre el borde—. ¿Porqué no me dices

porqué estabas mirando hacia la puerta un poco decepcionada?

Realmente no quería tener esta conversación. Todavía estaba trabajando en

reescribir el mensaje de texto positivo que compuse en mi cabeza durante la cita. En

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lugar de: ¡Jane! Conocí al hombre de mis sueños, ¡no puedo esperar a que lo conozcas! Ahora

estaba lidiando con: Conocí al hombre de mis sueños. Después de una cita me dejó tirada por

su mejor amigo.

No muy cortés.

Jane, por supuesto, haría un comentario completamente inapropiado de él siendo

secretamente gay. Lo cual yo sabría que está mal y es injusto en muchos niveles, pero

aún así me haría sentir un poco mejor.

—Vamos… —John empujó su silla y puso sus codos sobre la mesa—. Soy

básicamente la versión sobria de un cantinero. Estarías impresionada de lo que la gente

me dice.

¿Por qué no? Escribir el mensaje de texto podría ser tedioso de cualquier forma.

—Bien. —Tomé un sorbo de té y totalmente conseguí descarrilarme—. Wow, ¿qué

es esto?

—Manzanilla con hierbas de limón y un poco de jengibre.

—Es relajante y un poco energizante.

—Ese es el punto. Todavía estoy trabajando en cuanto jengibre es suficiente, pero

no demasiado.

—¿Tú lo hiciste?

—Sip. He estado mezclando los tés. Me gustaría comenzar midiéndolos para la

venta.

Brillante.

Entre eso y el nuevo arte, John realmente le estaba agregando algunos toques

agradables a su aventura.

—De cualquier modo, ¿qué impulsó tu tristeza después de la gran cita?

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—Correcto. Entonces, ese era Trey… debo informarte. —Puedo también. Iba a

estar viendo mucho a John durante las próximas dos semanas—. Tenía planes para

una noche de chicas de Año Nuevo con mis pocas amigas solteras. Y todas regresaron

de Acción de Gracias con novios.

John asintió. No era como si estuviera sorprendido de hacia dónde se dirigía esto.

—La siguiente cosa que sabes, soy la séptima rueda de la noche de chicas, la cual es

ahora la nueva noche de parejas.

—Entonces, pensaste en encontrar una cita en línea.

Era más de lo que me había dado cuenta. No estaba segura cuánto quería decirle a

John, incluso si él fuera mi cantinero sobrio.

Al darme cuenta que de repente era la última chica soltera… había sido un poco

deprimente.

—Tengo casi tres semanas más hasta la noche de Año Nuevo. Pensé que sería capaz

de poner mi perfil y llegar a conocer a un par de chicos en línea la primera semana,

usando las dos semanas intermedias para conocer a cada uno, y luego tendría una

semana de amortiguador, esperando que alguno pueda venir conmigo a la cosa de la

cena de Asesinato Misterioso.

—Tiene sentido. —John sirvió un poco más de té y esperó a que continuara.

Cuando no lo hice, preguntó—: Entonces ¿Cómo te fue en la primera cita?

Tomé una respiración profunda, tratando de no sonar decepcionada. —En realidad

esas eran las citas número uno y dos. La cita número uno fue genial. Realmente nos

llevamos bien. La cita número dos llegó aquí, terminando por ser el mejor amigo de la

cita número uno, y ellos tienen un tipo de pacto de infancia de nunca pelear por una

chica, y se fueron.

—Espera, ¿ellos se fueron incluso cuando técnicamente no habías conocido todavía

a tu cita número dos?

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—Sip.

—¿La cita número uno estuvo realmente bien y sólo se fue porque tú intercambiaste

mensajes de texto con su mejor amigo unas pocas veces?

—Sólo nos enviamos mensajes una vez porque él dijo que con las fiestas estando tan

ocupados deberíamos simplemente conocernos.

—Así que, ¿sólo recibiste un correo electrónico de él? Yo paso más tiempo enviando

correos electrónicos a gente para que me den de baja de la lista de anuncios

publicitarios molestos.

Resoplé té fuera de mi nariz. No fue bonito, pero sólo me hizo reír más fuerte.

—La cita número uno está mostrando una grave falta de inteligencia. Va a estar

soltero siempre.

—Realmente es un tipo agradable.

—Eso no lo hace menos estúpido.

—De hecho, es un doctor.

—Un doctor estúpido. —John negó con su cabeza—. El lado positivo, si tu primera

cita…

—Primeras dos citas.

—… fue buena, eso quiere decir que habías encontrado al tipo correcto. Ahora lo

has sacado de tu mente. Estoy seguro que también puedes hacer cualquier cosa que te

propongas.

—Oh, gracias. —Eso fue realmente dulce.

—¿Cuántas citas has programado?

—Cinco.

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—Bien. Como una de esas cajas de crayolas empezadas que consigues cuando eres

niño. Tendrás un arcoíris completo de cosas sucediendo.

Me conformaría con sólo la tonalidad correcta… quiero decir, chico correcto. O un

tipo llamado Hugh.

—¿Alguna vez has tenido citas en línea? —pregunté. Dicen que la mayoría de

personas lo ha hecho, ¿cierto?

—No.

O no.

—Está bien. —No estaba segura que más decir aparte de ¿Qué tal esos cinco?

Después de un momento John “el sobrio cantinero” agregó—: De hecho estuve en

una relación algo larga hasta hace unos pocos meses.

Otra vez. Oh.

—¿Lo siento? —No estaba segura si debiera sentirlo o no. Odiaba las

conversaciones a ciegas como esta.

—No. Está bien. A ella no le gustaba cuanto de mi tiempo tomó comenzar mi

propio negocio. También, dijo que no había firmado por esto.

—¿Por una cafetería? —¿Quién incluso realmente asume haber firmado por una

cafetería?

—Por mí no haciendo mucho dinero. La apertura de una cafetería no es

exactamente de lo más codiciado por las masas. Esta es incluso casi cortante. —John

me guiño y sonrió antes de agregar—: Soy afortunado de que me salen un montón de

negocios caminando por el vecindario en la mañana. Viajeros tomando el tren.

—Es bueno tener un nicho. Entonces, ¿para qué ha firmado ella?

—Estaba en las finanzas.

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—Mucha gente lo está.

—No, quiero decir, era corredor. Esperaban que estuviera sentado en una oficina

ejecutiva para cuando tuviera cuarenta.

Wow. ¿Demasiado triunfador? Eso hizo que mi carrera se viera floja.

—¿Pero no era lo que tú querías?

—Pensaba que lo era. Y luego una noche me encontré con unos amigos para cenar.

No los había visto en casi un año. Estuvieron hablando de las películas que vieron,

libros que leyeron, también de los conciertos de los que tenían boletos. Y entonces me

di cuenta que tenía treinta, trabajaba ochenta horas a la semana y estaba perdiendo mi

vida.

—Eso es mucho de lo que darse cuenta durante una cena.

—Dímelo a mí. —John dio un sorbo de su té lentamente, como si estuviera

asentando la historia o reconsiderándola en su mente—. Me reporté enfermo al día

siguiente. Pensé que iban a mandar una ambulancia a mi casa. Me había arrastrado al

trabajo cerca de la muerte y no podía llegar a convencer al administrador que estaba

muriendo. Pero como dicen, ¿sólo necesitaba un día lejos de todos ustedes?

—La mayoría lo decimos justamente así.

Se rió, resoplando un poco del té que sorbía. —Cierto. Ahora lo sé. De cualquier

forma, salí por un paseo y me encontré este lugar. Se veía exactamente como el tipo de

lugar al que debería haber estado saliendo las mañanas de los sábados. Tomando mi

café, leyendo mi periódico, tal vez un perro tirado debajo de mi mesa afuera. Entré y el

dueño, Fredrick, se unió a mí. Llegamos a platicar. Una cosa llevó a otra y aquí

estamos. Sabes.

Um. No.

—¿Cómo exactamente una cosa lleva a otra a ser el propietario de una cafetería?

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—Fredrick me dijo que estaba vendiendo. Bromeamos acerca de yo comprándolo.

Fui al trabajo al día siguiente, pero no pude dejar de pensar acerca de esto. Hice lo que

un chico de finanzas hace, hice números. Lo llamé y le pedí que me mandara sus

estados financieros. Hice más números. Escribí un plan esa semana, conseguí un

préstamo, compré el lugar y renuncié a mi trabajo.

—Wow.

—¿Cierto? Simplemente, traté de hablarle a Sheila acerca de esto y ella se mantuvo

descartándolo. Pensó que era un capricho. Como cuando ella decía siempre que

debíamos ir a St. Maarten. Pero no lo era. Entonces, cuando mis horas crecieron

mientras mi pago se encogió, ella realmente se confundió.

Tiene sentido. La poderosa pareja repentinamente desbalanceada. La mujer

insegura de qué hacer con todos los cambios. Pude comprender cómo eso debió ser un

montón para aceptar.

—¿Cuánto duro ella?

—Menos de un mes. Y por supuesto ese fue el peor momento. Los dos meses

anteriores a que yo abriera y el primero después de abrir eran todo prueba y error. —

Inclinó su cabeza hacia el reposacabezas y cerró sus ojos—. Viéndolo en retrospectiva,

es horrible de decir, pero tal vez estaba un poco aliviado cuando me pidió terminar.

Fue demasiado tratando de balancear todo con la nueva apertura y ella repentinamente

queriendo mi atención. No era como si tuviera toneladas de tiempo libre antes de The

Brew.

De cualquier forma esta persona que era Sheila, no creo que me agradara.

—Así que, no —continuó—. No he intentado con citas en línea. Creo que lo

intentaré de la forma antigua primero.

Antes de que pudiera preguntar qué quería decir, él estaba limpiando la charola y

dirigiéndose hacia el mostrador.

Tal vez las fiestas nos traerían a ambos lo que queríamos.

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Capítulo 6

Mi vida es bastante completa. Estoy bendecido con un montón de pequeñas Traje y corbata:

alegrías. Busco a alguien que disfrute de noches tranquilas en casa y que esté sea sincera y directa.

No a los bollos de crema. Quiero una mujer que conozca lo que quiere y este bien con trazar

límites.

—¡Hola, Sarah! —saludó John con la mano desde el mostrador donde estaba junto

a la charola de té de Ernest.

Le devolví el saludo mientras me maravillaba sobre lo confortable de los asientos

cerca del fuego, coloqué mi chaqueta en el respaldo de uno y puse mi bolso abajo. El

arte de las paredes todavía llamaba mi atención. Mis dedos dolían por bajar las

pinturas cerca de medio metro. Eran invaluables. Todos colgaban su decoración en las

paredes muy alto.

—Le estas echando un ojo a mi arte nuevamente. —John había logrado colarse

hasta mirar por encima de mi hombro.

—Lo estoy.

—He estado jugando con ello. Cambiando algunas cosas. Vendí una para él.

—Eso es grandioso. Él es realmente talentoso.

—Entonces, ¿a qué hora va a estar aquí la cita número tres?

—Cerca de treinta minutos. —Me volteé para enfrentarlo antes de que me pusiera a

preguntar por la escalera y la caja de herramientas—. ¿Cómo está Ernest?

—Todavía gruñón. Pero como uno de mis regulares, lo tiene permitido.

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—Unas pocas citas más y serás capaz de llamarme una regular también.

—Estoy esperándolo. —Pasó su mano por su cabello y lo alejó de sus ojos—.

¿Puedo traerte algo?

—¿Has estado jugando con algunos otros tés?

—La mezcla de práctica del especial de hoy es el té verde con ralladura de coco.

—Excelente. Voy a probar ese. —Lo seguí al mostrador y lo vi medir cosas de hojas

dentro de una pequeña bolsa antes de mezclarlo.

Saqué mi cartera y escarbé por cinco dólares. Una de las razones por las que había

llegado a la cafetería antes que mis citas era para comprar mis propias bebidas. Se

sentía extraño pasar a través de todo la cosa de “quién-compra-qué” mientras estaba

pendiente de la cita.

—Aleja tu cartera. Eres mi conejillo de indias.

Aunque era realmente dulce, verlo luchar para conseguir poner en movimiento esta

cafetería significaba que no podía imaginarme tomando mi té gratis.

—John, no puedo esperar que me des un té cada vez que esté aquí.

—Créeme. Con algunas de mis mezclas de práctica estarás pensando que yo debería

pagarte a ti.

Mientras se dio la vuelta para poner el té junto a la charola, busqué su tarro de

propinas. Cuando no encontré uno, me incliné sobre el mostrador y deslicé los cinco

dólares debajo del teclado de la máquina registradora.

—Aquí tienes. Buena suerte con tu cita número tres.

—Gracias. —Él realmente era dulce. Además, The Brew Ha Ha era exactamente el

tipo de lugar al que a la gente le gustaba entrar y sentirse como en casa. Tenía que

ganar fuerza pronto.

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Coloqué la charola en la mesa de café y me senté a esperar. Pasé el tiempo

revisando el perfil de la cita número tres por cosas para discutir.

Eran casi las siete cuando un hombre que se veía demacrado intentó acarrear a tres

niños precipitándose dentro. Llevó a los niños al mostrador y los dejó escoger a cada

uno una delicia. Mientras ellos lo hacían, él miró alrededor de la cafetería, su mirada

aterrizando en mí.

Se veía extrañamente familiar. ¿Tal vez la familia que vivía subiendo las escaleras

después de mí? Descarté la idea tan pronto como la consideré. Si ésta era la familia de

arriba, ya me hubiera mudado. Los niños por si solos hacían suficiente ruido para

cuatro familias.

Se sentaron en el otro extremo de la cafetería en una colección de mesas. El hombre

sacó un montón de juegos y libros para colorear y se inclinó para darles lo que parecía

un severo sermón.

En lugar de sentarse, volteó y se dirigió cruzando la cafetería. Deteniéndose en

frente de mí. Oh, Dios. No, por favor.

—¿Sarah? —La cita número tres tenía una agradable voz, era guapo, y parecía estar

luchando por no verse agotado.

—¿Malcolm? —Todavía estaba esperando estar equivocada. Ese rostro

extrañamente familiar no era de sus fotos de perfil.

Pero ante su nombre, pareció relajarse.

—Es agradable conocerte. —Extendió la mano y esperó mientras me levanté y la

sacudí—. Disculpa por los niños. Mi hermana canceló a último minuto y ya que no

intercambiamos números de teléfono no estaba realmente seguro de qué hacer.

Casi le digo que el noventa por ciento de las personas de menos de sesenta años

tienen un teléfono inteligente así que un correo electrónico lo hubiera resuelto. Pero

pude ver que realmente estaba esforzándose para hacer esto no tan incomodo como

fuera posible.

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Malcolm había sido muy dulce en sus correos electrónicos. No había mencionado

niños, lo que parecía una gran equivocación. Entendí que muchas mujeres podrían

negarse a darle una oportunidad a un tipo con hijos, pero, ¿no te gustaría saber antes

de tiempo? ¿Sino qué ibas a hacer? Podría seguir con él.

Puso su café abajo y se sentó en la silla junto a mí, empujándose un poco así estaba

a sólo medio camino enfrentándome.

—Así que, esto es grandioso. Agradable cafetería. Nunca he estado aquí antes.

—Gracias. Todo lo que hice fue escogerla. John, el propietario, es el secreto detrás

de la magia. —Seguí la mirada de Malcolm hacia los niños—. Así que, tú…

—Jeffery. —Malcolm se medio levantó, apuntando hacia la mesa en la que sus hijos

se sentaban—. Pon eso abajo. Trajiste tus propios libros para colorear.

Jeffery parecía como si fuera a ignorar toda la orden, abrazando los libros para

colorear contra su pecho.

—También tienes tu Gameboy. Esa va a ser la forma en cómo vas a pasar tu

tiempo. Ahora entrégale el libro de vuelta.

La pequeña niña junto a él se aferraba a un crayón azul y sostuvo su mano libre

extendida con una dignidad que esperas en una reina. Jeffery dejó caer el libro para

colorear en frente de ella y cogió su juego.

—Disculpa por eso. No creerías cuán difícil es encontrar una niñera.

—No hay problema. Los niños pueden ser mucho trabajo.

—¿Tienes algún hijo?

¿En serio? Casi le digo que si tuviera hijos hubieran sido mencionados en mi perfil.

¿Sabes, esa página con toda tu información importante?

—No. Sin niños.

—¿Has estado casada antes?

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Otra vez. Pagina de perfil.

Ahora que lo pienso, no creo que elegiría a nadie que haya estado divorciado.

Recuerdo haber pensado que cualquiera que esté divorciado a mi edad estaba en un

lugar totalmente diferente al que yo estaba. Tal vez más adelante, pero me pareció

extraña esa idea a los veintinueve.

—Nunca casada.

—No… —Malcolm salió disparado de su silla—. Matthew, ¿qué te hizo pensar que

pegarle a tu hermano con una taza de café pudiera ser aceptable?

Malcolm corrió a través de la habitación mientras John se encontraba con él en la

mesa, su fiel toalla en la mano para limpiar el chocolate caliente derramado.

Observé mientras Malcolm envolvió sus manos alrededor de los brazos de Matthew

y se inclinó para tener una tranquila —aunque lucía intensa— conversación. Los labios

de Matthew se fruncieron mientras me lanzaba una mirada.

John se enderezó, mirando la interacción entre padre e hijo antes de mirar hacia mí.

Cuando la tranquila conversación terminó, Malcolm se enderezó, le dio a toda la

mesa una mirada severa, y se dirigió de nuevo hacia mí.

—Lamento eso.

—Um, no hay problema.

—Entonces, estábamos hablando de ti. Nunca has estado casada. Trabajas en el

museo. ¿Qué tanto te gusta eso?

—En realidad mucho. Tengo suerte de hacer algo que amo. Manejo los eventos

especiales en un pequeño museo privado. Un muy selecto programa de visualización.

Mi trabajo me permite controlar los eventos de principio a fin. Siempre es emocionante

poder llevar a cabo una idea hasta mostrarla.

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—Eso es… um, interesante. Entonces, ¿haces cosas como colgar cosas de las

paredes?

—Bueno, es más que eso. Colgar arte es un arte por sí mismo. Si no están colocados

para ser vistos correctamente, puede hacer o deshacer la exhibición. Y no hacer mi

trabajo hace que el artista se vea mal.

Malcolm me miró como si eso no fuera más que una nueva idea, pero muy aburrida

en realidad, una sin importancia.

—Tu perfil decía que trabajabas en Carmel Financial. ¿Qué haces ahí?

—Soy asesor corporativo.

—No estoy segura de saber qué significa eso. —Le sonreí, dándole la oportunidad

de hablar acerca de su trabajo o cambiar de tema.

—¿En serio?

Traté de no sentirme insultada por la forma en que lo dijo. Como si fuera estúpida

por no saber cuál era su trabajo.

—Asumo que trabajas con compañías para hacer algo financiero.

—Es más que eso. —Malcolm se lanzó hacia lo que habría sido un excelente video

de entrenamiento para los nuevos asesores corporativos, pero horrible para cualquiera

que no le importara algo sobre corporaciones, asesores o finanzas.

Había comenzado mi 401k3 de inmediato y había contratado un buen planificador

porque quería retirarme algún día. Eso era lo más inteligente que iba a llegar a ser en

finanzas. Presupuestos herméticos y contratar un buen planificador.

Conocía mis debilidades. No iba a dejar que me costara mi jubilación.

3 Los planes 401k son herramientas de inversión para el retiro de los trabajadores en los Estados Unidos,

estos permiten a los trabajadores ahorrar para el retiro y diferir los impuestos al ingreso hasta el

momento en que reciben el dinero correspondiente al retiro.

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Pero tampoco estaba interesada en lo que un planificador —cualquier

planificador— hacía cada día, especialmente con corporaciones.

La única cosa que rompió su discurso fue su constante necesidad de detener a sus

niños de robarse sus cosas entre sí, lastimarse uno al otro, o destruir The Brew.

Estaba tratando de no ver cuando un pequeño cuerpo se lanzó hacia Malcolm.

—Papi, ya estuvimos aquí por siempre. Dijiste que sería divertido, pero todo lo que

ella ha hecho es sentarse ahí y tomar su bebida. Tengo que hacer pipí y Jeffery y

Matthew dijeron que tengo que ir sola, pero no quiero ir ahí sola. No sé lo que hay allí

y mi chocolate caliente ya se enfrió y Matthew escribió en mi foto del pony y estoy

aburrida y tu dijiste que tendríamos helado después de esto.

—Está bien, han sido realmente buenos. Ve y dile a tus hermanos que empaquen

sus cosas.

Me estremecí. Si esto era bueno, estaba asustada de ver los pequeños terrores que

eran si estaban en modo destructor.

—Sarah, ¿te importaría?

Miré alrededor tratando de averiguar qué me estaba preguntando. —¿Me

importaría?

—¿Te importaría llevar a Amy al baño de damas?

Me quedé mirándolo esperando el sólo estoy bromeando que nunca llegó.

—En realidad, sí me molestaría. No conozco a tu hija y nunca he llevado a una

pequeña niña al baño antes. Tengo miedo de no estar cómoda con eso.

Malcolm se coloco las manos en sus caderas mientras se quedo sobre mí…

probablemente también esperando por el sólo estoy bromeando.

—¿En serio?

—Sí, en serio. —¿Cómo no ha terminado esta cita todavía?

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—Sarah, pensé que podríamos haber sido un buen partido, pero si tú ni siquiera

puedes hacer esta pequeña cosa, no estoy seguro de que seas buen material de madre.

—Nunca pretendí ser buen material de madre. Pero entonces, otra vez, tú nunca

dijiste ser un padre. Entonces, supongo que tampoco lo eres.

Me quedé sentada, esperando para que él hiciera su movimiento. Esperando por

que tomara a sus terrores y se dirigiera afuera.

Se cernió, simplemente observando y esperando ¿Esperando qué? ¿Quién sabe?

Finalmente, negó con la cabeza. —No te voy a mentir. Estoy un poco decepcionado

de ti.

¿En serio? No soy la que mintió por omisión en todo mi perfil.

—Malcolm, voy a ser honesta aquí. No necesitas una esposa. Necesitas una niñera

capataz. Sé que es un poco más caro, pero te ahorraría dinero en los gastos de la

membrecía de eLove.

Pensé que él iba a seguir con el traje de la familia y me tiraría una bebida caliente.

—Vamos, niños. Vámonos de aquí.

Y gracias a los dioses.

La puerta estaba casi cerrada antes de que John estuviera llenando la silla junto a

mí.

—No puedo creer cuánto tiempo duró. —Tomó un sorbo del té que había traído

con él—. Estaba a punto de pedirles que se fueran después del tercer derrame de

chocolate.

—Lo siento tanto.

—¿Qué es lo que sientes?

—Traerlos aquí.

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—Sí, totalmente sonó como que tú sabías que estabas consiguiendo cuatro-por-uno

cuando apareciste. —John cruzó sus piernas, un tobillo sobre su rodilla—. Entonces, la

cita número tres estaba consiguiendo una mami, ¿eh?

—Parecía ser así. Sus niños no son el mejor aviso para el puesto.

—Sus niños son un aviso para la esterilización.

—¡John!

—¿Qué? Son los peores niños que he tenido aquí desde que abrí. Y él era

completamente intrusivo como padre. Esperando que otros entretengan, amonesten y

cuiden a sus hijos.

—Tomo eso como que no eres una persona de niños.

—Amo a los niños. Seis sobrinos, tres sobrinas. Pero si ellos tiraran una bebida en

cualquier sitio, y mucho más en público, dejarían de tomarlo por algunos días. Sin

conseguir una nueva taza. —Vi su pie moverse mientras hablaba de su familia, una

completa energía nueva corriendo a través de él—. Ellos son inteligentes y dulces. Pero

como todos nosotros a esa edad, tienen un poco de demonios en ellos. Es nuestro

trabajo como adultos en sus vidas el enseñarles qué es lo que no es apropiado. Y

enseñarles amablemente con firmeza.

Wow. Nunca había puesto mucho pensamiento en esto, pero eso sonaba como un

muy buen plan para mí.

—¿Qué sobre ti? ¿Una persona de niños?

¿Lo era? No tenía hermanos, entonces sin sobrinas ni sobrinos. Todas mis amigas

con niños recién nacidos. Estaba muy segura de que no era una persona de bebes. Ellos

solamente estaban comenzando a tener personalidad sin importar lo que dijeran sus

padres acerca de cierta sonrisa o la forma en que los arrullaban.

Los niños de Malcolm definitivamente me habían asustado un poco.

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—No lo sé. —Esa era la respuesta más honesta que tenía—. Nunca he estado

rodeada de muchos niños.

—Tienes mucho tiempo para averiguarlo. Y mantén en mente que no todos son

como los terrores.

—Gracias, John. —Terminé mi té y coloqué la taza en la charola—. Me voy. Tengo

que reasignar unas luces que queman en el trabajo.

—Suena emocionante. Te veo para tu cita número cuatro.

Le dije adiós con la mano por encima de mi hombro a su risa y me pregunté si tal

vez debiera ponerlo a él a cargo de ir a través de los perfiles. Tener a un cantinero

sobrio en mi equipo debía ser bueno para algo.

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Capítulo 7

Sí, todos queremos más Chico divertido busca a chica divertida para una cita casual:

en nuestras vidas, pero empecemos lentamente y veamos a dónde nos llevan las cosas.

Aprendí mis lecciones con las citas número uno, dos y tres. Pregunté directamente

por los niños. Tampoco sentí nada preguntando acerca de amigos y reglas para citas.

La cita número cuatro dijo que no tenía hijos, quería mantenerlo de esa manera por un

tiempo, y sus amigos siempre cuidaban su espalda.

También, ninguno de sus otros amigos estaba en eLove. Sí. Pregunté.

Habíamos estado mandándonos correos electrónicos por dos semanas y estaba

contenta cuando preguntó si nos podíamos conocer. Estaba a punto de ponernos cara-

a-cara, pero había tratado de dejarle eso a mi top cinco.

La cita número cuatro, Hank, era un poco diferente a las citas números uno, dos y

tres. Él estaba buscando a alguien con quien salir, alguien que quisiera escuchar

algunas bandas y ver películas. Nada de charlas sobre un futuro. Menos es esto bueno a

largo plazo más solamente esperemos a ver. Se sentía más como cuando conoces a alguien

de manera natural.

No te tropiezas con un chico lindo en una fiesta y dices: “Oh, hola. ¿Estás buscando

casarte en los próximos tres-a-siete años?”. Si lo hiciste, eso debería ser algo para

buscar ayuda.

Consideré invitar a Cuatro ―quiero decir, Hank― a un lugar diferente para

encontrarnos. Cuatro fallas en fila podían ser un poco embarazosas. Pero John había

sido tan alentador que no pareció justo privarlo de mi posible humillación.

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Cuando llegué al The Brew, John estaba entrenando a una chica en su mayoría

rubia tras el mostrador. Él apuntó hacia un café y mezclas de té diferentes,

mostrándole cómo medir la cantidad correcta que debía servir de cada uno. Después

de un momento, nos presentó como si estuviera entreteniéndose en su sala de estar en

lugar de dirigir un negocio.

—Abby, esta es Sarah. Ella es nuestra chica de las citas.

Genial. Justo por lo que necesitaba ser conocida.

—Así que, ¿vienes aquí cada día con una cita diferente?

Sonó más ridículo cuando fue dicho en voz alta.

Especialmente cuando fue dicho con desdén por alguien que no podía ser mayor de

dieciséis, y tenía dos perforaciones en la ceja, y cuyo cabello era en realidad de tres

tonos que se veían naturales bajo sus capas rubias.

—No todos los días.

—Abby es mi nueva empleada. —El orgullo con el que John lo dijo fue casi tan

obvio como cuando Jane presentaba a Dahlia a las personas.

—Mucho gusto. —No estaba segura de que lo fuera. No había estado así de

nerviosa alrededor de una adolecente desde que era adolecente.

―¿Eso es lo que vistes?

Desde que obviamente estaba vistiendo lo que estaba vistiendo, no estaba segura de

cómo responder a esa pregunta. —¿Si?

—¿Esta es una primer cita?

—Una casual.

Abby arqueó la ceja perforada y se alejó.

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—Así que, la cita número cuatro, ¿huh? —John sacó una bandeja y comenzó a

mezclar una nueva mezcla para mí—. ¿Quién es este?

—Un comerciante ejecutivo buscando una cita casual.

—Oh. Casual. —Tal vez podría haber dicho: Oh. Carnicería de gatitos.

—¿Qué?

—Nada.

—No. ¿Qué fue todo eso?

John me ignoró y se giró al mostrador para poner mi té en la bandeja y llevarlo a la

mesa que usualmente uso.

—John.

—Sólo no pensé que fueras del tipo casual. ―Sí. Hizo comillas en el aire. Y sonó

bastante molesto. Como si yo llevara un anuncio para sexo.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Vamos, Sarah. Casual es obviamente el código para sexo. Sexo casual.

—No lo es. —¿Lo era? ¿Había accidentalmente aceptado un anuncio para sexo?

—Por supuesto que lo es. ¿Dijo que estaba buscando a alguien con quien divertirse?

—¿Y?

—Y, diversión es también un código para sexo.

—No todo es un código para sexo. —Realmente esperaba que no todo fuera un

código para sexo—. Quiero decir, si te pido más agua caliente, eso no significa que

tenga que ver con sexo.

―Apuesto a que Scarlett Johansson podría hacer ver eso como sexo. En realidad

usaste la palabra caliente. Ya estamos a mitad de camino.

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Sacudí la cabeza hacia él. No iba a dejar que John descarrilara mi cita número

cuatro antes de que el pobre chico consiguiera llegar.

—Estaré por allá. —John apuntó al mostrador, como si mágicamente se volviera mi

guardaespaldas, o en caso de que pensara que él iba a estar en otro lado, como si

estuviera de compras en Nueva York o algo.

Me senté en la silla, tomando el libro de la mesa de café que había sido publico en

estos días. Era una foto documental de las granjas de café en granos en Sudamérica.

Los colores eran notables, junto con los magníficos paisajes. Era fácil perderse en las

páginas.

Finalmente, la cita número cuatro apareció unos quince minutos tarde, luciendo

como si hubiera sido seguido por paparazis. Desaliñado, gafas oscuras… todo lo que

necesitaba era una gabardina.

—¿Sarah? Lo siento estoy tarde. El estacionamiento es una locura. —Nunca me di

cuenta de que alguien podría manejar un kilometro en lugar de tomar el tren.

—No hay problema. Debes ser Hank. Es bueno conocerte. —Dejé el libro de la

mesa de café y lo puse en la charola—. ¿Quieres algo de beber?

―Está bien. —Se sentó en la silla a mi lado.

No podía evitar estar un poco molesta. Sabía que estaba retrasado, pero John estaba

tratando de dirigir un negocio aquí. En su lugar, Hank acomodó la silla hacia mí,

moviéndola para que así los brazos se tocaran.

—Así que, Sarah, ¿tuviste un buen fin de semana? ¿Qué hiciste?

La suave entrada fue diferente. Usualmente los chicos preguntaban más sobre

trabajo, algo de mi perfil o si me había gustado eLove. No algo tan normal como qué

hice el fin de semana.

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Inmediatamente me lo hizo fácil. John estaba equivocado. Esto no era todo sobre

sexo. Este chico estaba en realidad tratando de conocerme, no solo a mi brillante

perfil.

—Salí con mi mejor amiga. Se mudó a los suburbios, así que fue un pequeño viaje.

Vi la nueva película de Bond. Siempre es un lujo.

Me miró con indiferencia descartando mi preferencia en películas de acción. Los

libros de citas habían dicho que me alejara de mencionar películas de chicas o algo

demasiado femenino. Por supuesto, unas horas mirando a uno de los hombres más

calientes en la pantalla de plata no era exactamente no-femenino… pero me gustaba

cuando hacían explotar las cosas también.

—¿Te gustó? No estaba seguro de si iba con la manera en la que están dando un

paso más allá de los clásicos.

—Estuvo bien. Justo lo suficiente de la vieja escuela como para sentirse como una

película de Bond, pero lo suficientemente buena como para mantener el interés.

Hank se zambulló en una conversación sobre su película favorita de James Bond a

través de los años. Él sabía que Sean Connery no era el primero y argumentó que

Moore no era el peor. Era bueno simplemente relajarse y hablar sobre algo más

cómodo que hablar de cómo me veía en cinco años.

Estaba empezando a pensar que casual era la manera correcta de empezar las cosas,

sin buscar al Señor Serio Ahora Mismo. Todas las otras citas se sentían como

entrevistas al lado de esta.

—Tengo que decir que eres mucho más bonita de lo que esperaba.

—¿En serio? —Pensé que me veía exactamente igual a las tres fotos que había

tomado. Jane trató de que pusiera una del día de su boda, pero había sido hecha

profesionalmente para el evento. Se sintió como una publicidad falsa.

—He encontrado mujeres, mujeres normales, que son bastante honestas en su perfil.

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―¿Cómo defines no normal?

—Realmente no estoy en eso de las chicas que requieran mucha atención.

―Entonces, no requiero de mucha atención. Eso usualmente es un extra.

―Para mí lo es. ―Se echó hacia atrás y se estiró, sus brazos extendiéndose en la

parte de atrás de la silla a su lado―. Conozco algunos chicos a los que les gusta todo el

drama de una mujer que requiere mucha atención y el tipo de relación que puede

brindar. Pero personalmente, sólo quiero a alguien con el que pueda ser yo mismo.

―Lo sé…

Podría haber sido lo vacío que estaba The Brew. O quizá como las puertas

golpearon contra la pared realmente duro, pero mi atención se sacudió hacia la mujer

situada en el marco.

―Oh, demonios no. ―La tensa y estridente voz cruzó la habitación y marchó hacia

nosotros.

A mi lado, Hank se levantó y se giró hacia ella mientras ella llegaba como un barril

a través de la cafetería, empujando sillas fuera de su camino en lugar de evadirlas.

—¿Quién demonios es esta? —Señaló con un dedo en mi dirección.

Estaba empezando a tener el presentimiento de que estaba en la mitad de una muy

caliente y vieja guerra.

Este no se veía como el mejor momento para estar de pie ahora mismo.

—Soy Sarah. —Ofrecí mi mano, tratando de suavizar lo que sea que estaba

pasando.

—¿Sarah? ¿Sarah Rompe Hogares? ¿Es ese tu nombre completo? ¿Simplemente te

quedas allí sonriéndome y piensas que voy a sacudir tu mano? ¿Crees que es así como

funciona?

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Empezó a hacer su camino hacia mi silla, pero la moví para ponerla entre nosotros,

una barrera de algodón en forma de madera.

—Lo siento. No estoy realmente segura de lo que está sucediendo aquí.

Pero estaba asustada teniendo una buena idea.

—Adulterio. Es eso. ¿Piensas que simplemente puedes salir con el esposo de otra

mujer y eso está bien?

―Absolutamente no. Simplemente lo conocí en línea. Esta es nuestra primera

reunión. Me dijo que era soltero.

―Claro que lo hizo.

Miré a Hack mientras me alejaba de ellos, tratando de pasar alrededor de la gigante

mesa de café. John se había ido, pero su nueva joven estaba apoyada en el mostrador,

su barbilla apoyada en las manos.

―Lo juro. No sabía que estaba casado. Estoy buscando a un hombre para mí. No

compartiría uno y definitivamente no robaría uno.

Hank siguió parado allí, a un lado, luciendo como un ciervo que sabía que estaba

delante de las luces.

—Dile. —Cogí una servilleta y se la tiré para llamar su atención—. Dile que me

mentiste y que hoy nos conocimos.

―En realidad no te mentí.

¿Qué? ¿Que estaba mal con esta gente?

—Claramente recuerdo haberte preguntado si estabas soltero.

—No. —Hank cruzó sus brazos, dándome una mirada que decía que esto de alguna

manera era mi culpa—. Tú me preguntaste si estaba saliendo con alguien.

Iba a matarlo yo misma.

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―Está bien, déjame ser clara. Cuando una mujer te pregunta si estás saliendo con

alguien, o viendo a alguien, te está preguntando si estás soltero. ―Cogí la cuchara que

había estado en la servilleta y se la tiré—. Aquí una pista Einstein, casado no es estar

soltero.

Mientras mi voz comenzó a levantarse, la mujer saltó por la mesa y tomó mi brazo.

—No le tires cosas. No le llegues a tirar cosas. —Me sacudió y, mientras su mano

libre subía, me solté justo a tiempo para esquivar una bofetada.

Mis brazos subieron para bloquear mi cara, tomando el golpe con mis muñecas. Y

entonces un segundo golpe.

―¡Oye! ¡No soy la única que te molestó! Ni siquiera te conozco.

Bloqueé otro golpe.

―¡Ruth!

Habrás pensado que fue Hank quien se metió para controlarla. Estas equivocada.

Otra mujer pasó por la puerta, su andar ligero, su atención enfocada.

El tercer golpe no vino mientras la mujer, Ruth, se volteó hacia la voz.

—Suena como que no es culpa de la chica. —La segunda mujer paró al lado de

Ruth, mirándome—. No vale tu tiempo. Tampoco lo vale este chico inservible el cual

no puede llegar a ser fiel por más que una semana.

—Drea. —Hank finalmente habló. Mirando hacia la nueva mujer, dio un paso

hacia ella—. Te dije que te quedaras fuera de nuestro matrimonio. Tu hermana no te

necesita interrumpiendo todo el tiempo ni sacudiendo el avispero.

—No estoy sacudiendo nada. Eres un infiel H. D. P. Ella necesita alejarse lo más

lejos posible de ti.

—Drea, por favor. —La voz de Ruth se suavizó, casi a un nivel de súplica—. No lo

molestes. Sólo quiero que las cosas vuelvan a la normalidad.

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―¿Cuándo, Ruth? ¿A cuándo quieres que vuelvan las cosas? Ha estado

engañándote desde que lo conociste. No hay buenos recuerdos a los que volver. Sólo

está la vez antes de que lo supieras. ¿Es eso lo que quieres? ¿Simplemente no quieres

saber? Si es así, entonces necesitas parar de seguirlo, verificar sus emails y su teléfono.

Si no quieres saber, para de buscar. Pero si crees por un momento que él te fue

completamente fiel, entonces eres una ilusa.

Di un paso atrás de nuevo, esperando desaparecer en el fondo, pero me asustaba

llamar la atención si trataba de alejarme.

Además, alejarme significaría darle la espalda a la gente loca.

Hablando de brujas, miré al mostrador. Abby-la-Aprendiz seguía parada allí

extasiada del drama desarrollándose frente a ella. Todo lo que necesitaba eran

palomitas de maíz. Y aún, sin signos de John.

—Drea. —Hank finalmente se estaba involucrando en este choque de trenes

pasando por las mesas de café para pararse entre las dos mujeres—. Lo que esté

pasando entre Ruth y yo es entre nosotros. No recuerdo haberte llamado para tomar

nuestros votos el día de la boda.

—No. Esto es lo que pasa entre tú y Ruth y… —Drea señaló en mi dirección—,

cada zorra que conoces tan pronto como dejas la casa.

—Oye, ahora. —Estaba tan insultada que olvidé mantenerme fuera—. Algunas de

nosotras no somos unas zorras. Nos mintieron. Y ahora, nos vamos.

Ruth agarró mi brazo de nuevo, pero su hermana la detuvo.

—No es su culpa. Necesitas poner la culpa en el lugar indicado.

Por un segundo pensé que Ruth iba a pegarle a Drea. En su lugar, después de un

momento, una lágrima se deslizó por su mejilla.

—Lo sé, pero no sé qué voy a hacer.

—Vendrás y te quedarás conmigo. Te conseguiremos un buen abogado.

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—Espera un segundo. —Hank trató de pasar por la mesa de nuevo, pero Drea

estaba empujando a Ruth por la puerta—. Ruth es mi esposa. No se va a ningún lado

sino a casa conmigo.

Ruth se dio la vuelta, su ira finalmente enfocada en el lugar correcto.

—No voy a ningún lado contigo. Estoy cansada de esto. Estoy cansada de que

mientas. —Cogió mi taza de té y se la tiró—. Y ser complaciente. ―Esta vez fue la

desnatadora—. Y engañada.

Pensarías que con todas las pequeñas cosas ya idas, ella se quedaría sin armas. Pero

Ruth era obviamente una mujer agresiva. Cogió la charola vacía y dirigió el golpe

hacia la cabeza de Hank como si él fuera una bola rápida viniendo hacia ella.

Al primer movimiento hizo un sólido contacto con su hombro.

—¡Oye! —graznó Hank, tratando de alejarse de su furiosa esposa.

El siguiente movimiento lo cogió en la parte trasera de la cabeza.

—Ruth, detente.

Pero siguió, persiguiéndolo por el café mientras él trataba de mantenerla alejada.

Después de un minuto, lo arrinconó, la charola pasó por encima de su cabeza, cuando

una voz vino detrás de nosotros.

—Baje la charola y retroceda. No voy a soportar más de esto en mi tienda.

Medio me di la vuelta, seguía asustada de darle la espalda a la gente loca, para

encontrar a John parado allí, balanceándose en las puntas de sus pies como si estuviera

listo para saltar.

Todos se congelaron, Hank con sus manos bloqueando su cabeza, Ruth con la

charola sobre ella, y Drea luciendo engreída.

—Esto es más que suficiente. No voy a su casa a llorar. Si tienen un problema

personal con el otro, este no es el lugar. —John avanzó a través de la cafetería,

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recogiendo las piezas rotas de porcelana mientras lo hacía, y quitó la charola de las

manos de Ruth—. Serán cinco dólares por la taza, doce por la desnatadora, y

veinticinco por la jarra de té. ¿A la tarjeta de quién quieren que lo cargue?

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Capítulo 8

Siempre hay otro pez en el mar... es sólo que seguimos vertiendo Verdad sobre las citas #4:

residuos tóxicos en el agua así que quién sabe lo que pescarás.

Me quedé donde estaba, demasiado asustada para moverme mientras John

acorralaba a Hank, acusándolo de todos los objetos rotos y mi té. Las dos mujeres

esperaron en la puerta, idénticas expresiones de rabia en sus rostros.

La parte irracional de mí todavía estaba molesta, otra cita que fue un fracaso. La

parte irracional también quería una disculpa por el asalto.

El lado racional de mí sólo quería salir de allí lo más rápido posible.

Una vez que se fueron, John escaneó la habitación, su mirada dura.

—Tú. —Me señaló—. Siéntate ahí y no te muevas.

Me dirigí hacia el lado opuesto de la habitación en la que me había asignado y me

desplomé en una silla, contenta de tener algo debajo de mí.

—Tú. —Señaló hacia el miembro adolescente de la audiencia que había disfrutado

de cada segundo de mi tortura—. Limpia eso y entonces tú y yo hablaremos.

Abby se quejó mientras agarraba una escoba y un recogedor. Me dejé caer sobre la

mesa, poniendo mi cabeza en mis brazos cruzados y con la esperanza de que John iría

a hablar con Abby primero.

En cambio, un ligero toque rozó mi hombro, empujando mi cabello a un lado y

dejando pasar la luz en mi pequeña cueva hecha por mí misma.

—¿Estás bien?

—Sí —murmuré, apenas capaz de oírme.

—Sarah, mírame. —Se puso en cuclillas a mi lado dejando ninguna opción excepto

encontrarme con su mirada—. ¿Estás. Bien?

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Asentí, dándome cuenta de que me sentía más avergonzada que otra cosa y

culpable. Me sentía tan culpable por que la encantadora cafetería de John fuera

destrozada por mi culpa.

—John, lamento toda esta locura. No tenía ni idea.

—Por supuesto que no. No eres el tipo de chica que sale con hombres casados.

Bueno, al menos alguien se dio cuenta de eso.

—Y tu pobre bandeja de té. No puedo creer que ella rompiera tus cosas.

—No te preocupes por eso. Compré todo de forma masiva. Tengo por lo menos dos

cajas de cosas en el sótano que ni siquiera he abierto.

—Pero les cobraste por ellas...

—Por supuesto que lo hice. No las iba a dejar irse tan fácilmente. No puedes

reforzar el comportamiento errático con actitudes desdeñosas.

Eso tenía sentido, en una extraña manera para John.

—Creo que tal vez voy a empezar a hacer mis encuentros en otro lugar.

Debido a que no me gustó la idea de hacer pasar a John por esto otra vez. Y

también porque no podía soportar la idea de él viéndome en otra situación humillante.

Él me estaba viendo en lo más bajo, una y otra vez, y luego una vez más.

—Por supuesto que no. Te encontrarás con el resto de los chicos aquí. No te quiero

fuera de mi vista hasta que sepamos que no conocerás a alguna persona loca. Esto

podría haber sido mucho peor. Ese tipo era sólo un idiota y su esposa lo acaba de

señalar. ¿Y si en realidad estuviera loco? —Se puso de pie y sacudió la cabeza—. No.

Te encontrarás con ellos aquí.

No pude evitar no oír el Donde pueda mantener un ojo en ti que no dijo. Nunca tuve un

hermano mayor, pero sospecho que te miraban así muy a menudo.

—Está bien. Pero cualquier daño estructural hecho es estrictamente culpa tuya. Has

sido advertido.

Esperé a que cambiara su decisión, tomando la salida fácil. En cambio, sonrió. —

Creo que puedo manejarlo. Ahora, ¿por qué no vuelves a casa antes de incitar una

revuelta?

Me daba mucho más crédito de lo que merecía.

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Capítulo 9

La mejor manera de olvidar una mala cita es hacer algo que te Verdad sobre las citas # 5:

gusta... a menos que ese algo que te gusta sea sólo más citas. No hagas eso.

La temporada de vacaciones se aproximaba, sólo quedaban dos días hasta la

navidad. Todo el mundo corría por ahí con bolsas de las compras de regalos para

envolver y alimentos para cocinar. Había un regalo que tenía muchas ganas de dar, y

eso significaba ir a la tienda de café.

Llegué a The Brew una hora más temprano, una caja seguramente escondida bajo el

brazo.

Una vez más, John no estaba a la vista. Pero Abby, suertuda yo, se encontraba al

frente y al centro en el mostrador mirándome como si hubiese recordado traer

palomitas para el potencial fiasco de hoy.

—¿Está John aquí?

—Sí.

—¿Puedo hablar con él?

—No.

Realmente esperaba que estuviera trabajando en su lado del mostrador.

—¿Por qué no?

—Está hablando por teléfono con alguien al que sigue llamando cariño.

¿Cariño? Interesante.

—¿Por qué no simplemente dijiste que está hablando por teléfono?

—Tú no preguntaste.

Ni siquiera iba a discutir. Ya había aprendido que cuando se trataba de Abby era

mejor quedarse tan lejos de una conversación real como fuese posible.

—¿Me puedes traer una escalera?

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Por suerte, a Abby le interesaba más qué tipo de desastre preparaba que crear más

problemas.

Desempaqué la caja, saqué mi caja de herramientas, la carpeta y el hardware que

compré y lo puse sobre una mesa en la cual podía llegar a todo fácilmente.

Abby regresó, portando una de ocho escalones. Perfecta. Miró la mesa con las

herramientas en ella y luego me dio una mirada severa.

—No estoy segura de dejarte hacer lo que estás a punto de hacer.

—Y sin embargo, dejaste que una mujer me golpeara. Más de una vez. Impactante.

Desplegué la escalera y empujé los seguros en su lugar. —No te interpongas en mi

camino. Este es mi regalo de Navidad para John. Si está en el teléfono, entonces podrá

ser una sorpresa. Así que... sigue con lo que sea que haces. Por allá.

Señalé hacia atrás hacia el mostrador, demasiado cansada y demasiado preocupada

por cita número cinco para ser más educada.

Además, el ser cortés se fue por la ventana cuando vio mi asalto como si se tratara

del último show de Amas de Casa.4

—¿Sarah?

—¿Sí? —Bajé la mirada desde donde medía las luces en el techo.

—John me dijo que tengo que decirte que lamento no ayudarte o a llegar a él o

llamar a la policía o algo el otro día.

Como disculpas fueron, más o menos un fracaso.

—¿Lo estás? —No debería haber preguntado. Debería haber dicho “está bien” y

luego volver a trabajar.

Abby miró a sus pies, un dedo haciendo girar una cerradura con punta color rosa.

—Lamento que te lastimaras.

Bueno, eso fue un poco mejor. La chica era dolorosamente honesta. Por no hablar

de la falta de tacto y poco amable. Todo lo contrario de Jhon. ¿Cuánto tiempo podría

durar esta tutoría? ¿Y su honestidad se extendía a sus propias acciones? Sólo podía

4 Housewives show en español el “show de Amas de casa”: es una franquicia de los medios de

comunicación estadounidense que consiste en varias series de Televisión Real transmitido por Bravo;

que documentan la vida de varias amas de casa acomodadas que residen en regiones variadas a lo largo

de los Estados Unidos.

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esperar que así fuese. Porque si no lo era, la suave despreocupación de John podría

volver y realmente morderlo en el trasero.

—Así que, ¿qué haces con las luces?

Estaba a punto de decir, cambiándolas, antes de que mirara hacia abajo y viera que

estaba realmente prestando atención.

—Compré unos accesorios de iluminación que le permitirán mostrar mejor el arte.

Tenía los accesorios y las bombillas equivocados. La potencia era muy baja. Una gran

parte de lo que vende el arte es como se visualiza.

—Porque la gente es tan superficial —dijo ella. No era una pregunta.

Tomé una respiración profunda y recé por paciencia. Abby me trató mal desde el

principio y no podía entender si era eso o la confianza en su actitud lo que me

molestaba.

—No, porque el arte que no está bien iluminado, no se presenta bien. Sería como

escoger música en un celular viejo. No sabes cómo suena realmente. Aquí. —Hice una

seña a la pared—. La gente no sabe cómo se ve realmente el arte. La iluminación les

ayudará a verlo. También se verá más profesional sin necesidad de crear un foco

similar o un área excesivamente brillante y arruinar el ambiente de la habitación.

Tomé una de las pinturas de la pared para ver cómo estaban colgadas, comprobé los

accesorios, y la baje de nuevo.

—Pero primero, tengo que bajar todas las pinturas. Están colgadas demasiado alto.

Es como salir con un chico al que siempre hay que mirar muuuuuy hacia arriba. Te

dan un calambre en el cuello, no importa qué tan caliente esté.

Podría haber jurado que casi sonrió.

—Si deseas ayuda, puedes poner los cuadros abajo y apoyarlos contra la pared. Voy

a empezar moviendo los equipos.

Traté de no mostrar mi sorpresa cuando lo hizo.

Con la ayuda de Abby, trasladé todas las pinturas, cambié las cuatro luces, y colgué

los nuevos carteles de crema mate que había hecho junto a cada pieza.

Ya estábamos limpiando cuando John salió de la trastienda, a media frase de su

próxima ocupación para Abby. —¿Qué están haciendo?

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—¡Feliz navidad! —Estaba tan emocionada que salté de los dos últimos peldaños de

la escalera, corrí y tiré de él para conducirlo hacia allí—. Reacomodé tu pared. Ahora

tienes una pared de la calidad del museo con pancartas. Compruébalo tú mismo. —

Señalé las nuevas descripciones frescas que colgaban al lado de cada pintura.

—Guau. —Miró, solo se quedó mirando a la pared.

Me di cuenta de que puede no haberle gustado que alguien entrara y cambiara su

tienda un poco, incluso si se les pagaba mucho para hacerlo profesionalmente.

—Um, ¿está bien, verdad? ¿Qué lo cambiara?

—Yo ayudé. —Abby se puso de pie al lado de la escalera con una expresión

extraña, a medio camino entre esperanzada y desafiante, juntando sus labios en lo que

parecía trataba de ser una sonrisa.

Ella no esperó. Se acercó a esperar el problema conmigo, o el agradecimiento, pero

no me dejó allí sola.

Esa disculpa, la realmente lamentable y única que me dio unos veinte minutos

antes, mentalmente la acepté en ese momento.

—No. Es genial. Sólo... no lo esperaba. —John pasó por delante de mí para estar de

pie a pocos metros de la pared—. Realmente hace una diferencia, ¿no es así?

Me puse de pie de nuevo, disfrutando de mi trabajo.

—Esto es muy bueno. Gracias. —Se dio la vuelta, mirando hacia mí con esa sonrisa

suave que tenía.

Debió ser la luz, porque no me había dado cuenta de cuan oscuros eran sus ojos, o

que tenía un montón de pecas sobre el puente de la nariz, o lo alto que era. Está bien,

me había dado cuenta de que no era mi tipo de alto, pero supongo que el metro setenta

y cinco era más alto de lo que le daba crédito. Pobre metro setenta y cinco.

Además, mi mundo estaba lleno de chicos refinados. Ellos típicamente se sentían...

más grandes, más grandes que la vida.

—No es un problema. Has sido genial con el lío de las citas que he tenido aquí.

Pensé que era lo menos que podía hacer. Tal vez tendrás más artistas entrando si ven

lo fuerte que tu pared se ve ahora.

—Este es, realmente, el mejor regalo.

—Realmente sólo quería hacer algo bueno para ti... un gracias.

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—El mejor gracias de todos. Pero, Sarah, no tienes que darme las gracias.

Awww…

—¿Para qué están los amigos? ¿Y las cafeterías? ¿Si no se puede tener locas primeras

citas en una cafetería, donde más puedes tenerlas?

Eso era cierto.

Pero eran mucho más fáciles cuando las compartías con un amigo.

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Capítulo 10

Cuando no puedes sentirte más inferior, siempre hay una chica Verdad sobre las citas #6:

presumida con un novio allí para derrumbar esa etapa emocional debajo de ti.

—Estoy deseando conocer a este chico tuyo. —Claire apenas dejó que consiguiera

mi abrigo antes de empezar.

—¿Qué hay de ustedes, señoritas? Estoy deseando conocer a todos sus chicos

también—. ¡Desviar! ¡Desviar!

Todas las chicas se giraron a mirarme. Casi esperaba que una de ellas hubiera

venido a mi rescate. Pero Claire dirigía esto y nadie se iba a interponer en el camino.

Ya hablé con Becca de todos modos. Ella me llamó la víspera de navidad para

desearme felices fiestas.

Contaba con Angie para tener grandes noticias.

O no.

—Sí —dijo Claire, arrastrando las palabras—. Pero nunca hablas de tu hombre

misterioso.

—Yo... no lo sé. ¿Sabes, cuando algo parece demasiado bueno para ser verdad?

Simplemente sale de la nada y, ¡bam!, ¿Te golpea en la cabeza? Sigo esperando saber si

todo estaba en mi imaginación hiperactiva.

Claire murmuró algo que sonaba sospechosamente como “yo también” antes de que

fuera interrumpida por el camarero.

—¿Por qué no me cuentan acerca de sus citas? —Si no podía desviar a Claire,

podría al menos charlar con las demás. Además, estaba realmente interesada en cómo

iban las cosas para Becca y Angie.

Becca se lanzó a describir el fin de semana perfecto. El chico del avión fue a visitarla

el día veintiséis y luego voló hacia Nueva York de nuevo. Todo era alegría, felicidad y

muérdagos.

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Angie estaba decepcionada porque Jonathan no fue capaz de pasar la navidad con

ellos, pero ella convenció a su hermano que no sólo estaban durmiendo juntos. Que los

dos estaban en algo serio. Una llamada de Jonathan lo solidificó, y hubo alegría,

felicidad y el muérdago sin utilizar en la casa Brockman.

Claire pasó la navidad con su familia y Marcus. Sólo puedo suponer que encontró

su versión de la alegría y felicidad de compras mientras él trabajaba. No quería saber

sobre el muérdago.

A medida que nos envolvimos en la comida, tomé de Claire un cheque para el

asiento adicional en la mesa de la víspera de nuestro Año Nuevo. Una parte de mí

odiaba hacerlo, pero sabía que si esperaba hasta esa noche sería aún peor.

—Oh, cariño. ¿Por qué no mantienes tu dinero hasta que veamos si necesitas el

asiento?

—Necesito el asiento —dije tan amablemente como sea posible, fingiendo que no

sabía lo que ella estaba diciendo en realidad. También pretendiendo que ella no estaba

en lo correcto—. Además, no es como si pudiéramos cancelar un asiento en este

momento de todos modos.

Tan pronto como lo dije, ella consiguió esa mirada. Esa mirada mi-vida-es-tan-

genial-y-me-siento-mal-por-ti.

—Correcto. Entonces, te veré en año nuevo.

Con el hombre perfecto. Tan pronto como lo encuentre.

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Capítulo 11

—Soy un viudo buscando comenzar la próxima parte de mi vida. Sé la Amar de nuevo.

bendición que una buena relación puede ser y quiero compartir ese conocimiento y sentimiento

con la mujer adecuada.

Estaba un poco nerviosa por la cita número cinco. Tantas preocupaciones. ¿Podría yo

—si llegamos a algo serio—, estar con alguien que había amado tanto a otra mujer?

Había una diferencia entre perder a alguien y dejar a alguien. No estaba segura.

Pero la cita número cinco, también conocido como Dave, sonaba como un gran tipo.

Nos enviamos correos electrónicos desde la primera semana y pasamos a hablar por

teléfono en la segunda. Él me envió un encantador correo electrónico mientras estaba

fuera de la ciudad para la Navidad.

Ahora, veintiocho de diciembre, empezaba a preguntarme si nunca iba a encontrar

a nadie, y menos aún una cita para la víspera de Año Nuevo.

Me giré hacia The Brew con el sentimiento de haber llegado a casa para las

vacaciones. No veía a John, o Abby para el caso, desde que le di a Jonh su regalo de

navidad. Después de la excursión de un día para ver a mi madre en su apartamento

con su actual esposo, número cinco, donde me senté durante la comida en la que ella

contaba las calorías por mí, seiscientos veinte y jugué con su colección de gatos, tres,

yo, básicamente, contaba las horas para poder volver a casa de nuevo.

No hace falta decir que mi madre no fue el punto culminante de mi temporada.

Tres días más tarde todavía estaba tratando de recuperarme de escuchar acerca de

que todo el mundo que estaba casado, de cuan aburrida era mi carrera, y de cómo la

talla ocho era la nueva talla doce por lo que tal vez debería de bajar un poco de peso.

Consideré bajar ciento veinte kilogramos en forma de mi madre.

Pero ¿The Brew? Era tranquilo y fácil. Era una cómoda escapada donde podía

relajarme y ser yo misma. Era…

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—Te ves como si hubiese subido como dos kilogramos en la cara durante la

navidad. ¿Qué es exactamente lo que comes? —Abby se puso de pie detrás del

mostrador, mirándome como si estuviera tratando de ocultarle algo.

—Lo siento. Mamá, ¿eres tú?

—Lo que sea. —Ella se dio la vuelta y comenzó a poner mi bandeja de té junto

mientras me quitaba mi abrigo y guantes y los colgaba en un sillón junto al fuego.

Mirando a mí alrededor, me sorprendió ver tres mesas llenas. Esta era exactamente

la alegría de las fiestas John necesitaba para su negocio.

—¿Dónde está John?

—¿Me veo como su niñera?

—Algo así. A ti definitivamente te gusta llevar la cuenta de los asuntos de todo el

mundo.

—Está bien. Está en la parte trasera haciendo algo en su ordenador.

Probablemente alguna cosa de números para el hombre de finanzas para reiniciar su

nuevo año.

Pagué por mi té y llevé la bandeja a mi acostumbrada silla. En la mesa de café había

un pequeño cartel que decía Reservado a las 3 pm. Qué dulce.

Fui a ver el arte de la pared y vi que alguien había añadido una hoja de inscripción

para la lista de correo del artista. Me hubiera gustado que eso se me ocurriera a mí.

Incluso hubo dos nombres en él que no eran John, Sarah, o Abby, por lo que era una

gran victoria.

Cinco de tres, me acomodé en mi silla a esperar. Si aprendí algo las últimas cuatro

semanas, es que la paciencia era clave en el proceso. Esperabas para ver si alguien te

contactaba. Si llamabas o enviabas un mensaje primero, esperabas la respuesta.

Esperabas la respuesta una vez que regresabas el mensaje. Luego esperabas un poco

más. Luego esperabas a ver si querrían hablar. Luego esperabas para ver si querían

reunirse. Incluso si era la persona que lo sugería, esperabas una respuesta. A

continuación, esperabas para que se presentaran.

Probablemente esperé veinte horas este mes.

Eso era más o menos la cantidad de tiempo que me tomaba crear una nueva

exposición.

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Alimento para el pensamiento.

Pasadas las cinco, empecé a preguntarme. Nadie más que Hank el tipo casado había

llegado tarde, y Dave simplemente no era del tipo grosero o desconsiderado.

Pasadas las diez, John se dirigió hacia fuera y se sentó en el brazo de la silla a mi

lado.

—Así que, cita número cinco. Tu crayón final.

Algunas cosas nunca mueren.

Eché un vistazo a mi teléfono para comprobar la hora y vi una alerta en mi email.

Sabía que era una mala noticia tan pronto como vi la dirección de correo electrónico

de Dave.

Sarah,

Lamento mucho por cancelarte en el último minuto. Me di cuenta mientras estaba a punto de

salir que no estoy listo para empezar a salir. He disfrutado mucho nuestras charlas y estoy seguro

de que si me hubiese aparecido me habría ido esperando que pudiéramos ser amigos. Sé que no

era el punto. Así que, te deseo mucha suerte y sé que cualquiera que te consiga será un hombre

más afortunado que yo.

Con cariño,

Dave

¿Qué quiere decir que una de las cosas más dulces que un tipo me había dicho en

años era en una carta de ruptura?

—No puede ser tan malo ¿o sí? —John se sentó en la silla y comenzó a inclinarse

para mirar el correo electrónico antes de detenerse a sí mismo—. No se murió el

cachorro de nadie, ¿verdad?

—No. No el cachorro. Sólo mi esperanza para el futuro.

—¿Tu chico murió? —Ahora él se inclinó y cogió el teléfono—. ¿Quién siquiera

sabía para enviarte un correo electrónico?

—No murió. —Luché para no rodarle mis ojos y luego cedí. Se lo merecía—.

Canceló.

John leyó el correo electrónico e hizo una mueca. —Necesito una copia de este. Si

alguna vez dejo a una chica sin tener que salir con ella, esto es perfecto.

—¿Estás diciendo que no soy genial?

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—Um. No. Por supuesto que no. Eres increíble. Realmente increíble.

—Sí. Uh-huh.

—No dejes que las citas te derriben. —Pensé que iba a agitar un puño en el aire.

—Tal vez debería intentar una última vez. O simplemente pedirle a Jane que me

junte con alguien por la noche. Ir directamente con el chico y reconocer que necesito

un novio para pasar la noche. Pero se siente horrible y estúpido como para tener una

cita falsa. —Suspiré mientras releía correo electrónico de Dave—. Me siento como una

perdedora.

John me devolvió mi teléfono y se echó hacia atrás, preparándose para lo que

probablemente iba a ser una larga lección.

—¿Realmente necesitas un hombre para disfrutar de tu noche? ¿Tanto importa?

Hemos establecido que eres impresionante.

—Soy totalmente impresionante.

—Así que, ¿por qué necesitas un hombre para esto? ¿Qué es lo que realmente

necesitas demostrarles a esas chicas?

—Bueno, estuve diciéndoles que he estado saliendo con alguien desde noviembre.

Yo misma me he puesto contra la espada y la pared.

John me miraba.

—Lo sé. Es mi culpa —le dije antes de que pudiera estar de acuerdo conmigo—.

Estaba siendo orgullosa y mira lo que conseguí. Pero me entró el pánico. No sabes

como es.

Mi voz se había elevado, haciendo que la gente en el otro lado de la habitación para

buscar nuestro camino.

—¿Qué es como qué?

—El ser ella. Esa chica. La última chica soltera. Tus amigos cercanos tienen pareja.

Tus amigos no tan cercanos tienen pareja. Tus conocidos tienen pareja. Las personas

que conoces casualmente que ni siquiera te agradan tienen pareja. Y todo el mundo

sólo te mira como... como si fueras un fracaso y una perdedora. Las madres te dan

lecciones. Las tías te dan lecciones. Las mujeres que apenas conoces dicen cosas como

bendecido sea tu corazón o hay alguien ahí fuera para todos, incluso para ti. ¿En serio? no

puedo ser ella. No puedo ser la última chica soltera.

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—Sarah, después de escucharte hablar de estas chicas, puedo decirte que una suena

bien, una parece agradable, y una suena como la peor pesadilla de un hombre. Ahora,

al lado de una persona realmente impresionante, ninguna de esas chicas se ve muy

bien.

Le sonreí, tratando de no llorar por sus amables palabras o mi sensación de malestar

de la derrota. Envolví mi mano alrededor de la suya donde descansaba sobre el brazo

de la silla.

—John, eres en serio una de las mejores personas que conozco. Ahora, me voy a

casa a entrar en pánico. —Le di a su mano un apretón y me levanté—. Gracias por

todo.

—Vas a pasar por aquí, ¿verdad? Abby y yo queremos verte bien vestida. —Se

levantó y me acompaño a salir—. Tal vez conseguir algunas fotos. Como en el baile,

sólo que con atuendo de los años veinte y bebiendo.

—Y sin cita.

John se limitó a sacudir la cabeza hacia mí. —Eres es un desastre. Un muy buen

desastre, pero aun así.

Me dirigí hacia fuera, un poco aliviada por que la parte de salir en citas estuviera

terminada. Cansada de toda esta locura. El único que tenía permitido volverme loca

era mi propio subconsciente. Estaba haciendo un buen trabajo por todos.

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Capítulo 12

Vino. Un montón de vino. Verdad sobre las citas # 7:

—¡Estamos aquí atrás!

Regresé a la cocina de color amarillo cremoso donde Jane revolvía algo en la estufa

mientras Dahlia jugaba en una alfombrilla brillante cerca de la puerta de cristal.

—Sólo seremos nosotros esta noche. Matt fue a ver el partido con sus amigos.

—Quieres decir que lo echaste para que pudiéramos tener una noche de chicas.

—Sí. Eso es de lo que se trata el matrimonio. Saber cuándo echar a tu cónyuge y

que el cónyuge sepa cuando irse.

Estoy bastante segura de que bromeaba.

—Toma. —Me dio una botella de vino blanco—. Abre ese pequeño. Es perfecto

para el salmón. Y mientras lo haces, quiero un resumen de la misión de citas en línea.

—¿No quieres saber acerca de mis vacaciones? ¿O decirme acerca del encontronazo

que tuviste con tu suegra? ¿O lo que la gente le compró a Dahlia para navidad?

—Nop. Ninguna de las anteriores. Citas en línea por dos mil, Alec.

Hubiera sabido que iba a venir a eso, pero pensé que podríamos llegar

tranquilamente a ello. Al menos déjame beber un poco de vino en primer lugar.

Pero una vez que Jane tenía una idea en la cabeza, no se la podía sacar, por lo que

con una copa de vino, bueno dos, le di un resumen de cada cita. En retrospectiva,

fueron divertidas. Desde el casi perfecto hasta el casi homicida, había tenido un buena

racha.

—Dime más acerca de este tipo John.

—¿John? ¿Qué pasa con él?

—No sé. ¿Qué edad tiene? ¿Qué tan alto es? ¿Tiene todo su pelo?

—Wow, Jane. ¿Un tanto superficial? —La quería como a una hermana, pero la cosa

de obtener-a-John-por-su-apariencia no era lindo.

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—No, no superficial. Pero es la única cosa que no sé de él y siento como si estuviera

perdiéndome algo.

—¿Qué quieres decir?

Me miró como si pudiera ser una idiota y luego negó con la cabeza, como si por fin

hubiera decidido que lo era.

—Toda la noche ha sido John esto y John el otro. John me hizo este té. John sacó al

chico. A John le encantó mi regalo de Navidad... que por cierto, ¿dónde diablos

está mi regalo de Navidad? ¿Este tipo John obtuvo algo y yo no? Y él suena lindo,

divertido e inteligente. Es exitoso, pudiente y renunció a una carrera de alto poder para

hacer algo que ama. ¿Es cercano a su familia y consiente a sus sobrinos y sobrinas?

¿Estoy olvidando algo?

Bueno, no. Y cuando lo puso así, sonaba bastante maldito genial.

—Correcto —Jane continuó—, por lo tanto, debe ser viejo, gordo, feo, oloroso,

bajito o algo muy poco atractivo. ¿Qué defecto tiene?

—Bueno... —Me devané los sesos tratando de darle una respuesta que aceptara—.

Acaba de salir de una relación hace unos meses.

—Me dijiste acerca de eso. La estúpida ex novia que buscaba ser parte de una pareja

de poder. —Jane movió lag mano como si hubiera plateado algo insignificante—.

¿Qué otra cosa podría ser? ¿Simplemente no estás atraída hacia él?

—Yo... Es decir, John es... —Traté de poner palabras en base a ello, en base a John,

pero todo lo que pensaba eran cosas positivas—. Tiene treinta o treinta y uno.

Alrededor de diez centímetros más alto que yo. Tiene todo su cabello. Simplemente

hace lo que quiere. Estoy apostando a que su administrador estaba a cargo de

recordarle cuando cortarlo. Pasa las manos a través de él y se para en el extremo. Por

supuesto que no huele raro. Huele a limón. Probablemente a causa del trabajo. No hay

nada malo con él. Es sólo que…

—¿Qué?

—Es John. —Tan pronto como las palabras salieron de mi boca me entró el

pánico—. Oh, Dios mío. Él es John.

Todos los pelos de mi brazo se levantaron cuando el calor se precipitó sobre mi piel.

Jane debió ver mi pánico porque me sirvió un tercer vaso de vino.

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—Jane. ¿Cómo pudiste hacerme esto?

—Sarah...

—No me digas Sarah. ¿Cómo voy a mirarlo a la cara? Todo estaba bien hasta que lo

señalaste. ¿Qué pasa si me estoy enamorando de él? —Aspiré profundamente—. ¡Oh,

no! Creo que está saliendo con alguien.

—¿Qué? ¿Cómo puede estar saliendo con alguien? Nunca mencionaste eso.

—¡Eso no importaba hace treinta segundos!

¿No entendía lo que había hecho?

—Está bien. Retrocede. ¿Qué te hace pensar que está saliendo con alguien?

—Cuando le pregunté acerca de las citas en línea, dijo que prefería tratar la manera

convencional primero. Y últimamente ha estado en de vuelta en el teléfono o su

computadora portátil cada vez que entro. Sólo en las últimas semanas.

—Eso no quiere decir que esté saliendo con alguien.

—También habló acerca de necesitar un correo en Date Five restándome

importancia en caso de que alguna vez no se presentara a una cita.

—Sin embargo, eso podría haber sido sólo una broma.

—Y habla con alguien por teléfono al que llama cariño. ¿Quién diablos es esta chica

encantadora? —Mi voz se levantó otra octava y Dahlia me miró como si fuera un

nuevo juguete confuso—. Además, después de todo esto, nunca me invitó a salir. Y

sabe lo desesperada que estoy por tener con quien ir a lo de Año Nuevo. Esa habría

sido una oportunidad perfecta. Pero no lo sugirió. Y dijo que tenía que cerrar temprano

el año nuevo. Ya debe tener planes.

—Oh. Bueno, eso apesta.

—Jane. —¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a volver allí y enfrentarme a él con todos

estos sentimientos en espiral? Era un desastre. Y cuando ella empezara a venir para

todas aquellas cenas junto a la chimenea y trabajara o leyera mientras él cerraba,

¿cómo iba a quedarme para eso? Y Abby sólo me había insultado una vez esta semana.

Ese era un progreso. Iba a perderlo todo. No había manera de que lo viera volverse

serio con alguien.

—Vamos. Dijiste que no era tu tipo. Demasiado suave. Y todo ese pelo.

—Me gusta su pelo. —Oh, no. Me gusta su pelo. Estaba condenada. Condenada.

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Me imaginé las noches frías de otoño, caminando desde el gimnasio después del

trabajo hasta los acogedores sillones junto al fuego. Ordenando diferentes comidas. O

tal vez de vez en cuando tratando de cocinar algo y probarlo con él. Juegos, libros,

conversaciones y café. Trayendo mi trabajo que había hecho en casa y metiéndome en

una esquina. Todo ello centrado en torno a John.

Sonaba encantador.

Estaba más que condenada. Estaba más allá de la condena.

Necesitaba una máquina del tiempo del romance para deshacerme de esta epifanía.

O tal vez sólo más vino. Apoyé la cabeza en mis brazos y traté de pensar en otra cosa

que no fuera John.

—Toma. —Jane abrió una nueva botella y llenó mi vaso.

¿Para que estaban las mejores amigas?

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Capítulo 13

Cuando te enfrentes con el hombre de tus sueños, lo único que Verdad sobre las citas # 8:

puedes hacer es tomarlo con calma. O por lo menos hacerte la tonta.

Aspiré un profundo y frío aliento antes de hacer mi camino dentro del The Brew Ha

Ha.

Todo estaría bien. Todo sería lo mismo. Nada sería diferente. No actuaría como

una completa idiota.

O, al menos, eso es lo que me había estado diciéndome todo el camino.

En el interior, Abby y John estaban limpiando los cerveceros, preparándose para su

cierre temprano.

—Hola chicos. —Me paré atrás, con miedo de acercarme. No quería que vieran lo

nerviosa que estaba. Todo lo que tomaría sería uno de los comentarios de Abby y yo

estaría muerta en el agua.

—Estás aquí —John bajó de su escalera de mano para venir alrededor del

mostrador—. Vamos a ver tu aspecto de Vociferando Años Veinte.

Por desgracia, pensé demasiando en esto. Cuando Claire había sugerido la cena

hace unos meses, estuve emocionada de ir, sólo por la excusa de comprar un vestido

flapper5. Y puesto que iba a estrellarme y arder en cualquier otro nivel esta noche, fui

con todo, el vestido, los zapatos, las perlas. Incluso tenía el cabello y maquillaje hecho.

El estilista había escondido mi cabello, así que parecía como si me lo hubiera cortado.

Lucía bastante bien si se me permitía decirlo.

—¿Te cortaste el pelo? —Lucía un poco sorprendido. O tal vez sólo le recordó que

no se lo había cortado en algunos meses.

—No, es sólo la forma en que está hecho.

5 Vestidos vaporosos y con amplios escotes que dejan al descubierto los brazos, generalmente con

cinturones colgando de la cintura para acentuar levemente el cuerpo entre las holgadas prendas. Las faldas tenían el corte justo por debajo de las rodillas.

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—Oh. Bueno. Te ves muy bien. ¿Estás llevando una botella en tu liguero?

—Una chica nunca dice esas cosas. —Le di un guiño, pensando en que si lo sacaba

a colación dejaría de sentir como que iba a confesar mis sentimientos recién

descubiertos en cualquier momento.

—¿Decidiste pedir prestado un chico de tu amiga Jane?

Incluso me sorprendió la risa que salió de mí. —Nop. En su lugar decidí lidiar con

Claire y solo superarla. Y eso.

—Bien por ti. —John miró hacia Abby, probablemente para asegurarse de que no

hubieran comentarios sarcásticos viniendo en mi camino—. Así que, dime, ¿dónde es

esta fiesta?

—Es en el salón de baile en la casa histórica sobre el lago.

—Siempre he querido verlo. Tuvimos un evento corporativo allí, pero me quedé

atrapado en el trabajo. —Negó con la cabeza, probablemente recordando, luego miró

alrededor de la tienda—. Hombre, amo totalmente mi vida ahora.

Tomó todo en mí no preguntar si era debido a su nueva novia.

Volviendo al tema.

—Llegar a ver la casa es parte de la razón por la que quería ir. He oído que tienen

una galería privada impresionante. Tal vez pueda conseguir emborrachar a un guardia

de seguridad y lograr meterme.

—Estoy seguro de que podrías hacerlo. O simplemente podrías darle tu tarjeta y

pedirle que la vea. Probablemente menos policías serían involucrados de esa manera.

—Oh, John. Siempre la voz de la razón.

—Eso es cierto. Una carga que tengo que llevar a lo largo de mis días. —Se limpió

las manos en la siempre presente toalla y asintió hacia el mostrador—. ¿Quieres un

poco de té? Vas un poco temprano, ¿no es así?

—No puedo. Prometí hacer una parada en el trabajo después de vestirme. Tendrán

un evento de víspera de año nuevo. Alquilaremos el espacio, así que no tendré que

trabajar, pero quieren que simplemente entre y me asegure de que todo esté

funcionando como debería.

—Van a amar tu nueva apariencia.

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—Estoy tentada a comprar unos pocos más. Tal vez pueda traer el mini-vestido con

cuentas de nuevo.

Me quedé allí, sonriendo hacia él como una idiota, notando su pelo, su hoyuelo, sus

pecas en el puente de su nariz y las manchas de verde sorprendiéndome en sus ojos

marrones. Sólo notando.

—Entonces... —Las cejas de John se levantaron, probablemente, en un tácito ¿Por

qué me miras así? Por favor, para y retrocede.

—Correcto. Entonces, debo ir al trabajo. Y luego de hacer frente a los buitres.

—Vas a estar bien —Sonaba tan seguro.

—Me gustaría tener tu confianza.

—Es fácil tener confianza. Te he visto manejar todo tipo de desastres naturales con

todas esas citas. Si pudiste pasar por eso, entonces esta noche será algo fácil.

Cuando lo ponía de esa manera, casi le creía.

Ahora era sólo cuestión de abrazar mi soltería y decirle a Claire donde se podía

meter sus garras de gato.

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Capítulo 14

Soy mujer, óiganme rugir. Así es, no me contradigas. Verdad sobre las citas #9:

Mientras mi taxi esperaba su turno, vi la línea por delante de mí cuando una

persona maquillada tras otra subía y entregaba sus llaves o pagaban al taxista. Iba a ser

una larga noche. Había pensado en llegar allí tarde o, por lo menos, justo cuando las

cosas estuvieran terminando. Dejando tan poco espacio para todos los petulantes

comentarios de Claire y el grupo de lástima como fuera posible.

Pero entonces me molesté. Me molesté con Claire. Me molesté con las otras chicas

por no enfrentarse a ella. Me molesté conmigo misma por preocuparme, por no

defenderme. Me molesté porque me importaba lo que era. Que todo el mundo estaba

listo para subir en el arca de Noé y yo era la última de mi especie. Al igual que el pobre

unicornio.

El punto de tener amigas no era sólo tener personas con las que hacer cosas, sino

tener personas que te cuidaran. Que estuvieran ahí para ti.

Puede que haya sido la última chica soltera, pero lo había sido por más tiempo de lo

que creía. El alfabeto no contaba porque nunca me había dejado a mí misma

acercarme a Becca y Angie debido a Claire.

Una vez más. Claire.

¿Y de quién era la culpa?

Pagué al conductor cuando llegamos a la puerta y me dirigí dentro. Claire podía

decir lo que quería, pero estaba fuera, me veía increíble, y era la víspera de año nuevo.

Si quería intentar arruinármelo, iba a tener que hacer algo extremo. Como quemar el

edificio, o mostrar mis fotos de la secundaria en una pantalla gigante.

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Me deslice a través de la entrada, dejando caer mi abrigo en el guardarropa y

explorando la fiesta. Era en su mayoría grupos de amigos, unas cuantas mesas de

mujeres. Fiel a su nombre, el booze6 ya estaba fluyendo y las bebidas de prohibición

temática estaban siendo pasadas por ahí al igual que las personas alcoholizadas antes

de una redada.

Un hombre grande en la puerta me detuvo cuando fui a entrar entre la multitud.

—¿Boleto?

Déjaselo a Claire. No me di cuenta que tendríamos que tener un boleto. La había

visto hace cuatro días. Le había pagado hace cuatro días. No pude evitar preguntarme

si esto era un juego de poder, si ella se había Oops-olvidado de mi boleto.

Haz esos boletos. Plural.

—Estoy con el grupo de Claire Christel. Ella tiene los boletos. Soy Sarah Gable.

El hombre cogió un portapapeles del mostrador detrás de él y lo hojeó. —Gable.

Sarah. Te tengo aquí con dos boletos.

Miró detrás de mí como si estuviera escondiendo una cita.

Caray. No iba a aguantar eso de un portero también.

—Parece que estoy aquí sola7, ¿no? No es que haya nada malo con eso, o tenga algo

que ver con la falta de fiabilidad de tu género. Tal vez, antes de empezar a hacer esa

cosa de mirar-alrededor-inocentemente, debes parar y preguntarte exactamente qué

hizo él para lograr que no esté aquí en la víspera de año nuevo, ¿verdad?

—Um. Lo siento señorita Gable. Está en la mesa ocho.

La séptima rueda en la mesa ocho para ocho. Por supuesto que lo era.

Caminé línea recta hacia la barra, planeando tomar una copa, y si tenía suerte una

cita.

6 Bebida alcohólica que también significa “beber” 7 En español originalmente.

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Ni siquiera había llegado completamente cuando la piel de gallina recorrió mi

espina dorsal. Sin duda una alerta de Bruja Malvada.

—Sarah, estamos muy contentas de que vinieras. —Claire se aferró a un hombre

enorme. Él era de un metro noventa y podría probablemente pasarme por encima. En

un Volkswagen.

—Por supuesto que lo hice. Tengo un boleto. Planificamos esto en septiembre.

¿Había pensado realmente que no iba a aparecer? Probablemente. Claire era

extremadamente competitiva. Ésta era lo probablemente una forma más de cómo

quería ganar. Tengo un novio. Él es grande y fuerte y bien parecido... y está presente.

Bien. Lo que sea.

Me volví hacia el hombre muy grande y sonreí. —Debes ser Marcus. Hemos oído

algunas cosas buenas sobre ti. Estoy tan contenta de que hayas podido venir para el

Año Nuevo.

—Sarah. —Marcus trató de ofrecer su mano, pero Claire no lo dejaría el tiempo

suficiente para un apretón de manos ocasional—. Me alegro de que hayas podido

venir.

—¿Por qué no iba a poder? —Mantuve mi voz dulce y mi sonrisa un poco

confundida.

—Yo... ah... —Marcus miró a Claire, en busca de un poco de ayuda—. Oí que

puede ser que no te sintieras esta noche.

—¿Sólo esta noche?

—Bueno... —Está bien, así que Marcus no era lo suficientemente rápido.

Y Claire lo dejaba lidiar con los problemas por hacer lo que ella habría hecho de

todos modos. Sólo más cruel. Debería usar el abrigo de piel de dálmata y acabar de

una vez.

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—Así que, ¿dónde está el hombre misterioso?

Allí estaba. Directo al punto. Estaba sorprendida que tardara tanto tiempo.

—No está aquí. —Sonreí, desafiándola a presionarme. Desafiándola a que rezagara

a la esquina en la que ambas sabíamos que estaba. Desafiándola a salir y decir: Sí. Soy

así de perra.

—¿Dónde está?

Bien, realmente no debería haberme sorprendido.

—Claire, hay algo que quiero decirte, y quiero que escuches muy de cerca porque si

alguien te ha dicho esto antes, no estabas escuchando. No eres una persona muy

agradable. Realmente, eres una mezquina y enérgica-mal-intencionada persona. No

estoy segura por qué sientes la necesidad de competir con todo el mundo. Pero estando

en la cima todo el tiempo tienes la intención de asegurándote de que otra persona esté

en la parte inferior. Así que, ¿sería importante si me hubiera abandonado camino a

aquí? O si él hubiera tenido planes para esta noche y quería pasar el rato con sus

amigos. ¿O si hubiera mentido porque me hiciste sentir mal?

Claire me miró como si estuviera hablando un idioma diferente. Tal vez ésta era la

primera vez que alguien le había hecho ver cómo trataba a la gente y la forma en que

los hacía sentir. Tal vez debería simplemente haberle dicho esto meses atrás y todo

habría estado bien. Sólo necesitaba saber que no tenía que ganar en todo para ser muy

querida.

Tal vez sólo necesitaba escuchar eso.

—Lo que estoy diciendo, Claire, es que la vida y la amistad no son una

competencia. No necesitas ganar para ser querida.

Me sentí mejor. No era como si fuera la única a quien ella trataba así. Iba a ser

bueno para Becca y Angie también. Tal vez me sienta más cómoda siendo buenas

amigas con las dos una vez que Claire se relaje un poco.

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—Lo sabía. No hay chico misterio. Mentiste. Eres una gran perdedora.

—Wow. Claire. Me siento realmente mal por ti. —Miré a Marcus, el pobre hombre

que se veía como si quisiera estar en cualquier lugar excepto aquí. Tener un chico,

incluso el que querías, obviamente no podía satisfacer a una persona infeliz.

Di un paso atrás, sin preocuparme por la bebida y me volví para encontrar la mesa

ocho, conocida de otra manera como El Lugar Para Sentarse Más Incomodo del Año

Nuevo, y caminé directamente hacia un hombre en un amplio traje a rayas de los años

veinte.

—Oh, perdón. —Miré hacia arriba, a punto de esquivarlo.

—No hay problema, cara de muñeca.

—¡John! ¿Qué estás haciendo aquí?

—Justo ahora, te escuchaba decirle a esa mujer que estaba mal. Nunca te he visto

tan luchadora. Deberías hacer eso más a menudo. Ahora, estoy a punto de entregarte

esta copa de champán y pedirte bailar.

Oh. Oh, esto era malo. Muy, muy malo. Estaba condenada. Estaba más que

condenada. Era emocionalmente apocalíptico.

La primera señal fue que no pude conseguir evitar sonreírle. La segunda fue la

oleada de calor bajando por todo mi cuerpo sólo con estar de pie tan cerca de él. La

tercera... Wow. ¿Se ve bien con el atuendo gánster o qué?

—¿Quién eres? —Claire. Déjale a Claire arruinar un momento.

John enganchó su brazo sobre mi hombro y me dio la vuelta para mirarla.

—Soy John. O simplemente puedes continuar llamándome el Hombre Misterioso si

es más fácil de recordar. —Le dedicó una de sus sonrisas amables, muy suaves. Si

había alguien que podía ganar más de Claire, era él.

—Entonces, ¿qué? ¿Te alquiló o algo?

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—Claire. —Marcus la había liberado y le daba lo que sólo podría ser una mirada

severa.

Creo que le agradaba.

—Conocí a Sarah justo después de Acción de Gracias. Entró en mi tienda. Le

compré un café. Y hemos estado viéndonos un par de veces a la semana desde

entonces. —Wow. Era bueno en esa cosa de no-mentir-pero-no-decir-del-todo-la-

verdad—. Ahora, si nos disculpas. Esperaba llevarla a la pista de baile antes de que

comience la cena.

Él me apartó, su brazo aún caliente a través de la parte posterior de mis hombros.

Tomó mi bebida mientras pasábamos por la mesa ocho y la colocó ahí. Tomando

mi mano, me llevó a la pista y luego me hizo girar y volver en sus brazos. Casi me

derretí contra él, pero tuve que recordar, esto no era real. No podía regalarme a mí

misma de esa forma.

En cambio, le guiñé un ojo. —Mi héroe.

—Sabes eso, nena. —John me devolvió el guiño, siempre fuera en conspiración,

quiero decir, broma—. Un tipo atento cuida de su dama.

—Pero, realmente, ¿qué estás haciendo aquí?

—¿De verdad crees que dejaría que te enfrentaras al dragón sola? Sabía lo que

significaba ésta noche y odiaba la idea de dejarte lidiando con ella toda la noche. La

odio aún más ahora que la conocí. ¿Qué haces saliendo con esa mujer?

—Es el síndrome de la última chica soltera.

—Es estúpido.

Quería decirle que no era estúpida, pero antes de que pudiera, había hecho un

movimiento de piernas y nos movíamos alrededor de la pista de baile como si nos

perteneciera.

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—Y antes de que empieces a darme una conferencia acerca de las chicas y las

amigas y que no eres estúpida, estoy de acuerdo. Con lo último por lo menos. Pero esa

mujer Claire tiene algunos problemas. Estás mejor sin ella.

—Estoy totalmente de acuerdo. Pero me alegra que hayas venido y que me

rescataras para que pudiera disfrutar de la noche. —Me agaché bajo su brazo mientras

él hacia otro giro de fantasía—. Creo que te gustarán Becca y Angie mucho más.

Especialmente Becca. Es muy dulce.

—Necesitan una nueva C. Tal vez podrías cambiar tu nombre por el de Cara y

asumir el papel de liderazgo.

—O, tal vez no.

John se limitó a sonreír y, como en cada otra vez, eso me hizo relajar.

—Así que, de vuelta a la parte de “qué estás haciendo aquí”.

Él me acercó un poco más para evadir otra pareja que obviamente no poseía las

habilidades de baile que él tenía.

—Lo siento, compañero. —El chico nos hizo un guiño—. Sabes lo que se siente,

estar distraído por una mujer tan hermosa en tus brazos. ¿Verdad, dulce?

La chica sólo rodó sus ojos y se alejaron.

—Ohhh. ¿Crees que eran actores?

—¿Hay actores aquí? —John miró a su alrededor con recelo—. No dejaran entrar a

nadie en estos bares clandestinos hoy en día. Lo siguiente que sabes, los polis estarán

susurrando contraseñas.

Solté un bufido. John era mucho más divertido que las chicas. Tenías que saber que

Claire estaba vestida para la noche, pero no estaría jugando en la delantera.

—De todos modos, me quedé pensando que me pedirías venir. Pero cuando dijiste

que no querías traer un novio falso, supe que no ibas a hacerlo. Sabía que pensabas que

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tenías que hacer esto por tu cuenta. Pero… —Me dio una vuelta alrededor de la otra

esquina de la pista de baile—. ¿Cuán divertido es esto? Así que me puse mi mejor traje.

—Te ves muy apuesto.

—Fue una gran aventura conseguir esto. Tuve que ordenarlo en línea.

Una victoria más para el Internet.

—Así que, ¿por qué no lo hiciste?

¿Por qué no le pedí a John ser mi cita? ¿Tal vez porque era una completa idiota y no

me di cuenta hasta el último minuto que era perfecto para mí y para entonces ya era

demasiado tarde para preguntarle casualmente y tenía demasiado miedo para pedírselo

de verdad?

O…

—No quise presionarte. Has estado tratando con mi locura por un mes. ¿Qué sí no

querías venir conmigo? Habrías dicho que sí de todos modos porque eres tan

agradable.

Murmuró algo que sonaba sospechosamente como eso no es agradable y me hizo girar

otra vez. —Podría haber venido.

—Has venido. No puedo decirte cuán contenta estoy que estés aquí. —Me tensé.

¿Demasiado? ¿Podía oír lo que realmente quería decir?

—Me alegro también. No puedo imaginarte tratando con ella toda la noche.

—Para ser honesta, estaba casi terminando con ello. Le dije mi parte y si ganar

importaba mucho para ella, ¿a quién le importa? Sólo iba a hacer caso omiso y

disfrutar de la noche y nunca salir con ella de nuevo. —La canción se desaceleró en su

final y John me hizo girar una vez más y terminamos en una inclinación—. Pero,

tengo que decir, que tenerte aquí es mucho más divertido.

Me levantó de nuevo y me dio otro guiño. —Lo sé.

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Deslizando su mano en la mía, nos dirigimos de nuevo a nuestra mesa, capturando

los asientos de espaldas al DJ ya que éramos los últimos ahí. Claire me dio una sonrisa

de suficiencia sobre eso también.

No me había dado cuenta de lo tensa que estaba hasta que John cambió su silla y

movió la mía para que pudiera apoyarme contra él para ver las presentaciones de

juegos detrás de nosotros. Los actores aparentemente habían estado allí toda la noche.

Algunos de ellos eran personal de espera. Algunos eran otros huéspedes. Algunos no

habían aparecido todavía. Todo era sospechoso.

El primer asesinato ocurrió durante el curso de la ensalada... justo detrás de Claire.

El segundo ocurrió mientras terminaban el plato principal... mientras ella se

encontraba en el baño. El tercer asesinato ocurrió mientras ella susurraba/discutía con

Marcus acerca de algo.

Había una pequeña alegría en su frustración.

—Supongo que todos están preguntándose por qué los he llamado aquí. —El postre

estaba servido, pero el hombre en la parte delantera de la habitación era tan bueno,

llamó la atención de todos hacia él—. Saben que hemos tenido tres muertos esta

noche. Ahora, sé que no quieren participar, pero permítanme hacer esto tan simple

como sea posible, ya sea que me ayuden a encontrar al culpable, o los llame en los

vagones de arroz y mande esta trampa conjunta abajo. Van a encontrar bajo sus platos

una tarjeta para que llenen dejándome saber quién lo hizo y por qué. Si hacemos un

arresto, estarán todos libres para irse. Sí no, los reuniremos a todos al centro para ser

interrogados.

Oh. Él era bueno. Tuve pequeños escalofríos justo antes de que las luces se

apagaran de nuevo.

Saqué mi tarjeta y la miré. Sin indicios en absoluto.

—¿Quién crees que lo hizo? —John miró a su tarjeta. También en blanco.

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Había esperado que hubiera casillas de verificación para elegir, pero estos chicos

eran duros.

Claire se inclinó y susurró en el oído de Marcus antes de sonreír a la mesa. —

Estamos totalmente seguros de saber quién es.

—¡Oh! —Becca dejó su tarjeta boca abajo y se inclinó—. ¿Quién?

—No voy a decírtelo. Sí no sabes, sólo vas a tener que adivinar.

Oh, sí. Una noche de diversión con amigas.

John se inclinó, su nariz rozando la punta de mi peluca. —Está bien, en serio

necesitamos patear su culo. Ella está a punto de enloquecer.

—No sabía que pudieras enloquecer.

—Bueno, estás viéndolo. Entonces, ¿quién no lo es?

Fuimos eliminando los personajes y nos dimos cuenta de la única persona que

estuvo en todo era la dulce e inocente hija del mafioso. La que vimos bailar antes con

la que habíamos casi chocado.

—¿No bailaba con el primer chico muerto?

—Eso es correcto. Y él la llamó dulce.

—¿Crees que ella lo mató?

—Por qué no. ¿Amante celosa enojada y un encubrimiento? Tal vez la engañaba

con la mujer que murió después.

—Ohhhhh... —Me gustaba la forma en que él pensaba—. Escribe eso. ¿Y qué sobre

el tercero? Él le entregó a la mujer la bebida. Tal vez sabía que ella lo envenenó, por lo

que la hija tenía que matarlo.

—Brillante. —John garabateó todo y entregó nuestra hoja al camarero.

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El resto de la mesa terminó las suyas y los entregaron. Becca, Angie, y John

comenzaron inmediatamente a comparar las notas mientras Claire se quedaba sentada

negándose a compartir.

—Pero ya pusimos las nuestras. No podemos cambiarlo. —Becca siempre veía lo

mejor de cada uno, incluso en Claire. Asumía que Claire simplemente no la entendía.

Pero Claire no estaba dispuesta a compartir, y realmente, ¿a quién le importaba? A

nadie. Todo el mundo disfrutaba el juego y el brillante pastel de chocolate con helado

de avellana y la compañía.

—Caballeros, damas, creo que he resuelto el crimen. Pero no fue sin su ayuda.

Tenemos a gente muy inteligente aquí. Tal vez incluso de nivel federal. —Luego pasó

a explicar que varias personas habían conseguido la respuesta correcta y que eran los

ganadores de una cena en el festival de la casa del vino y el queso en un par de

semanas—. Y los inspectores son, Sarah y John. Sin ellos, nunca hubiéramos sabido

que Rosebud mató a Billy porque la engañaba con Dolly. Y que Sammy el Pistola

envenenó a Dolly luego se volvió contra Rosebud, quien le disparó. Pero la tenemos

ahora, así que no hay necesidad de preocuparse. Sarah y John, ¿por qué no vienen aquí

y nos dejan darles las gracias correctamente?

—¡Ganaron! —Becca rebotó en su silla—. Eso es genial. No puedo creer que se les

ocurriera eso, chicos.

John tomó mi mano y me llevó a la parte delantera de la sala. El detective nos dio

una botella de champán y un certificado de regalo para la cena. Me quedé allí

sonriendo como una idiota, mi mano agarrando la de John. Cuando regresamos a la

mesa, John hizo un gesto a un camarero para que abriera nuestro champán.

—Parece que nos dieron de la buena. Perfecto para un brindis de víspera de año

nuevo. —Se puso de pie y llenó los vasos de todos, incluso el de Claire y Marcus—.

Por un nuevo año y nuevos amigos. —Sonrió a Becca y Angie—. Y por la mejor fiesta

de fin de año en la que he estado en mucho tiempo.

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Justo cuando chocamos nuestras copas, la gran cuenta regresiva comenzó. Planeé

estar en el baño de chicas... ocultándome. ¿Cómo iba a salir de esto, esa cosa del beso

en la víspera de año nuevo? John me puso de pie cuando todo el mundo se levantó,

pasando un brazo alrededor de mí y acercándome a él, el calor de su mano sobre la

parte superior de mi vestido, dispersando la piel de gallina a través de mi piel.

—Tres... Dos... Uno... ¡Feliz año nuevo!

Globos cayeron del cielo.

Confeti voló por el aire.

La gente gritó a nuestro alrededor.

Miré en esos suaves ojos marrones y no quise nada más que alzarme en la punta de

mis dedos de los pies y besarlo. Besarlo por todo lo que valía la pena y esperar que

fuera suficiente. La cabeza de John bajo más, con sus ojos cerrándose, mientras posaba

un beso en mi mejilla.

—Feliz año nuevo, Sarah.

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Capítulo 15

No todos los felices para siempre lucen iguales. Verdad sobre las citas #10:

Tomé aire profundamente y volví a aplicar mi brillo Berry Dew sobre mis labios, el

cual era obviamente una total perdida esta noche. Iba a tener que idear un plan de

Sobrevive Estando Enamorada De John. No iba a ser fácil. Se había convertido en uno

de mis mejores amigos y personas favoritas. Y parecía que eso era todo lo que alguna

vez iba a ser.

eLove tendría que encontrarme al Sr. Perfecto después de todo. Sólo que no hasta

que el insípido lugar que mi corazón usó estuviera sanado.

De vuelta en la mesa, las personas reunieron sus abrigos y bolsos, hablando de la

noche y riendo de algunas de las conjeturas a las que las personas habían llegado.

—Tenemos que hacer esto de nuevo. —Becca sonrió a todos, muy dulce—. John,

tendrás que cerrar la tienda una noche para salir a jugar de nuevo. O tal vez podríamos

simplemente ir todos contigo.

Oh, queridas estrellas. Esto se va a poner feo, o triste y deprimente. O las dos cosas.

Ya trataba de averiguar cómo iba a sobrevivir el asunto del Vino y el Queso, y mucho

menos el resto de esta noche.

—Nombra la fecha, y estaré ahí. —John se inclinó y le dio un pequeño beso en la

mejilla a Becca.

Lo observé entregar esos besos en la mejilla como si sólo fueran caramelos.

John sostuvo mi abrigo. Mientras me encogía en su interior, pasó su mano por mi

brazo y apretó mi mano. Sonreí hacia él, tratando de no ser toda femenina y comenzar

a llorar. Éste era John. Dulce, inteligente, divertido, atento, rescatándome-de-mi-

propio-absurdo, John.

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Las lágrimas no serían más que una bandera roja a su suave alma.

—¿Lista para irnos?

—Um, ¿sí? —No estaba segura de a dónde íbamos. ¿Iba a fingir ir a casa conmigo?

Eso era sin duda demasiado y más allá del llamado del deber. Pero por supuesto, toda

la maldita noche fue la definición de demasiado y más allá.

John se despidió del grupo y me llevó lejos, mi mano todavía envuelta en la suya.

—El chico de la puerta dijo que tienen un acuerdo con una compañía de taxis.

Debemos ser capaces de conseguir uno bastante rápido.

—Grandioso.

John bajó la mirada hacia mí. El tono de mi voz debió poner un no tan delante de

grandioso. Le ofrecí una sonrisa, tratando de apresurar las cosas.

Afortunadamente había un taxi a la izquierda cuando llegamos al pórtico. John

abrió la puerta y me deslicé dentro, sólo medio sorprendida cuando él se unió a mí

mientras le entregaba al conductor mi dirección. El conductor hizo un montón de

preguntas acerca de nuestra noche y nuestros trajes y la novela policíaca. Parecía

encantado de escuchar que ganamos, como nos convertimos en celebridades locales.

Escuchaba a medias, diciendo mmh en los lugares correctos. Cuando nos detuvimos

en frente de mi apartamento, John pagó al hombre y se deslizó detrás de mí, sin pedirle

que esperara.

Nunca me sentí tan incómoda en mi vida. Tan dividida. No quería que se fuera.

Quería simplemente seguir estando con él, disfrutando de esa sonrisa y humor. Pero lo

que realmente, realmente necesitaba era simplemente estar sola por un rato.

—¿Quieres subir?

—No. —Agarró mi mano de nuevo, deslizando sus dedos entre los míos y dándoles

un apretón—. Sólo iba a caminar contigo hasta tu puerta y volver a casa.

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—Oh. Bueno. —Wow, bien dicho, Sarah.

En la puerta principal, John tiró de mi mano, obligándome a darme vuelta para

mirarlo de frente.

—Tuve un montón de diversión esta noche. Tus amigos son geniales. Realmente

me gusta Becca y su chico.

—Sí. Él fue sorprendentemente genial. Estaba un poco nerviosa por toda la cosa de

reunidos-en-un-sitio. Y es tan dulce, no quiero verla terminar con alguien

aprovechándose de esa dulzura. Quiero decir, es tan capaz de agradarle a todos.

Incluso le agrada a Claire. No es que Claire sea horrible. Sólo tiene esta ridícula vena

competitiva que realmente parece aparecer a mí alrededor. Y nunca es mezquina con

Becca. Del tipo casi maternal a veces. Así que, supongo que eso lo explica. Angie es la

única que…

—Sarah.

—… es más difícil de doblegar. Es la única que equilibra las…

—Sarah.

—… y mantiene la paz.

—Sarah.

—Quiero decir…

La mano de John se levantó y envolvió mi mejilla, tirando de mí hacia él mientras

su boca se posaba sobre la mía. Su beso fue todo lo que me gustaría en un beso

perfecto. Más potente de lo que esperaba de él. Donde creí que su beso sería dulce,

suave y cómodo, era poderoso y fuerte, tan abrumador. Lo sentí bajar hacia los dedos

de mis pies y luego de vuelta hasta mis rodillas justo mientras estas dejaban de

funcionar. Su otro brazo rodeó mi cintura y me abrazó hacia él, manteniéndome allí

en su calidez como si fuera a tratar de escapar.

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Poco a poco, con pequeños roces en mis labios y en mi mandíbula, retrocedió.

Todavía sosteniéndome contra él, parpadeó.

—Sarah…

—Yo…

—No empieces a balbucear de nuevo. Tan adorable como es, tengo que conseguir

decir esto. —Apartó mi cabello de mi cara, esa suave sonrisa mintiendo sobre lo que

esos labios realmente podían hacer—. No quiero que salgas con nadie más. No en The

Brew, ni en ningún otro lugar. Esto no es sobre tu siendo la última chica soltera, a menos

que se trate de ser mi última chica soltera. He estado tratando realmente duro por

semanas de no echar a cada hombre soltero que atravesó de la puerta. He estado

pensando en la implementación de una política que si no iban acompañados de una

mujer, no se les permitiría entrar.

—Oh. —Eso era perfecto. Pero...—. ¿Quién es cariño? ¿La chica con la que hablas

por teléfono?

John parecía confundido un momento antes de que comenzara a reír. —Cariño

sería mi ahijada, Emmi. Emmi me llama cada semana para decirme sobre el jardín de

infantes.

—¿Emmi?

—Correcto. Emmi. Mi ahijada. —Él rozó otro beso en mi mejilla—. Me has

conducido a la locura. Y seguí esperando, con esperanza, de que vinieras un día y

dijeras, John, no quiero salir con ninguno de estos chicos de eLove. Me doy cuenta después de

ver un desfile de altura, con trajes caros que no soy tu tipo, pero quiero salir contigo.

No quiero que salgas con nadie más.

Se detuvo y me dio esa mirada. Esa mirada que me daba cuando hacía algo que él

pensaba que iba a meterme en problemas. No pude evitar preguntarme si pensaba que

salir con él me iba a meter en problemas.

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Miré a esos ojos marrones, las arrugas en la esquina grabándose mientras me

miraba.

—¿Y bien?

—Bueno, estaba preocupada por ser la última chica soltera...

—Sarah, no estoy bromeando.

—Yo... —Trataba de calmarme, pero no tenía idea de lo que alguien que se estaba

calmando decía cuando le ofrecían exactamente lo que quería—. Cuando entraste esta

noche, estuve más que aliviada. Muy emocionada. Pero pensé que veías a alguien. Y

antes de eso, no sabía... fui miserable al pensar en verte de nuevo y tener que ser sólo

amigos. Ya inventaba razones…

Su boca descendió sobre la mía de nuevo, esta vez más suave, menos urgente, pero

aun así, de manera muy dulce.

—Una vez más con el balbuceo.

—Balbucear es igual a un beso. Lo tendré en mente. —Sonreí, demasiado feliz para

hacer cualquier otra cosa—. ¿Sabías que en los años veinte, el movimiento Art Decó

que era tan popular aquí en realidad se originó en Francia cuando…

Eso fue lo más lejos que conseguí llegar antes de que me besara de nuevo.

Fin

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