tripa vida celestial - editorial sirio

La Vida Celestial

TRIPA vida celestial.qxd 01/02/2010 10:53 Página 3

Título original: THE HEAVENLY LIFETraducido del inglés por Roc Filella EscolàDiseño de portada: Editorial Sirio, S.A.

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La Vida Celestial

James Allen


El New Thought —Nuevo Pensamiento— es una corriente

filosófica que surgió en Estados Unidos hace unos ciento cin-

cuenta años, impulsada por grandes pensadores como Emerson,

Trine, Allen y Atkinson entre otros. Pronto fue tomando cada

vez más fuerza, mejorando la vida de muchas personas al elevar

su nivel de conciencia y llegando, durante todo el siglo XX, a

producir grandes escritores. No es una religión —aunque de él

surgieron algunas instituciones religiosas—, sino más bien una fi-

losofía que proclama la necesidad de que la persona tenga una

experiencia directa del Creador, sin intermediarios. Su mensaje

central es que nuestro pensamiento da origen a nuestras expe-

riencias y a nuestra visión del mundo; por ello concede mucha

importancia a una actitud mental positiva, a la meditación y a

la visualización. En la colección New Thought estamos vertiendo

al español las obras más significativas de este movimiento

filosófico-espiritual, cuya influencia en nuestros días sigue sien-

do enorme.


Capítulo 1

EL CENTRO DIVINO


El secreto de la vida, de la vida abundante, con suvigor, su alegría y su paz inquebrantable, reside en encon-trar el Centro Divino dentro de uno mismo. Radica envivir en él y desde él, y no en esa circunferencia exteriorde turbaciones: los clamores, las ansias y las discusionesque componen el hombre animal e intelectual. Estos ele-mentos egoístas no son más que la cáscara de la vida, ydebe alejarlos de sí quien quiera penetrar en el CorazónCentral de las cosas: la propia vida.

Desconocer eso que hay dentro de ti, que es inmuta-ble y desafía el tiempo y la muerte, significa no conocernada, y jugar en vano con los insustanciales reflejos delespejo del tiempo. No encontrar en tu interior esosPrincipios imparciales a los que no inmutan las luchas, losespectáculos ni las vanidades del mundo implica no hallarmás que ilusiones que se desvanecen en cuanto uno quie-re aferrarse a ellas.

Quien decide no quedarse satisfecho con las apa-riencias, las sombras y las ilusiones dispersará, con lapenetrante luz de tal resolución, toda fantasía huidiza, yentrará en la sustancia y la realidad de la vida. Aprenderá

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a vivir y vivirá. No será ni esclavo de la pasión, ni sir-viente de la opinión, ni entusiasta del vano error. Alencontrar el Centro Divino que hay dentro de su propiocorazón, se sentirá sosegado, fuerte y sabio. Irradiaráconstantemente la Vida Celestial en que vive —que es élmismo.

El hombre que entra en el Refugio Divino de su inte-rior y permanece en él está libre del pecado. Todo su pasa-do es como la arena que nadie ha pisado y que la marease lleva. Ningún pecado se levantará en su contra paraatormentarlo, acusarlo y destruir su sagrada paz. Las lla-mas del remordimiento dejarán de abrasarlo, y las tor-mentas del arrepentimiento, de devastar la morada enque vive.

Su futuro es la semilla que germina y revienta paraconvertirse en la belleza y la fuerza de la vida. Ningunaduda sacudirá su confianza, ninguna incertidumbre le pri-vará del reposo. Suyo es el presente, y sólo vive en elPresente inmortal, que es como la eterna bóveda azul delcielo, que contempla en silencio y paz lo que hay debajo deella, pero brilla con su pureza y su luz, sobre los rostros delos siglos que bañados en lágrimas se levantan hacia ella.

La muerte de la personalidad del ego

Los hombres aman sus deseos, porque parece quesatisfacerlos es algo dulce, pero los deseos acaban en dolory vacío. Aman los debates del intelecto, porque pareceque el egotismo les es más deseable, pero sus frutos son la

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humillación y la pena. Cuando el alma ha conseguido lasatisfacción que esperaba y ha recogido los amargos frutosdel egotismo, está preparada para recibir la SabiduríaDivina y entrar en la Vida Divina. Sólo el crucificado sepuede transfigurar. Únicamente con la muerte del yo elSeñor del corazón puede alzarse a la vida inmortal, y eri-girse radiante sobre el Monte de la Sabiduría.

¿Te acosan las pruebas? Toda prueba exterior es laréplica de una imperfección interior. Cuando así lo reco-nozcas llegarás a la sabiduría, y así convertirás tus prue-bas en alegría activa. Encontrarás el reino donde la prue-ba no puede llegar. ¿Cuándo aprenderás tus lecciones, ¡ohhijo de la tierra¡? Todas tus penas gritan en tu contra.Todo pesar es tu justo acusador, y tus lamentos no sonmás que las sombras de tu yo indigno y perecedero. Tuyoes el Reino de los Cielos. ¿Hasta cuándo vas a seguirrechazándolo, y preferirás la escabrosa atmósfera delinfierno —el infierno de tu yo que no se busca más que así mismo?

Donde no existen el yo ni el ego, allí está el Jardín dela Vida Celestial y

Allí manan las fuentes curativasque aplacan toda sed;allí se abren las flores inmortalesque alfombran de alegría todo el camino; allí se congregan los momentos más dulces y raudos.

Los hijos e hijas redimidos de Dios, aquellos queestán glorificados en cuerpo y alma, tienen «su precio», y

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este precio es la crucifixión de la personalidad, la muertedel yo y el ego. Después de abandonar aquello de cuyoseno nace la fuente de toda discordia, han encontrado lamúsica universal, la alegría perdurable.

La decisión siempre es tuya

La vida es más que movimiento, es música. Más quereposo, es paz. Más que trabajo, es deber. Más que pro-ducción, es amor. Más que diversión, es dicha. Más quedinero, es posición y reputación, conocimiento, propósito,y determinación sólida y sublime.

Dejad que los impuros vuelvan su rostro hacia lapureza, y serán puros. Dejad que los débiles se sirvan dela fuerza, y serán fuertes. Dejad que el ignorante levanteel vuelo hacia el conocimiento, y será sabio. Todo perte-nece al hombre, y es él quien decide qué tener. Hoy deci-de con ignorancia, mañana lo hará con sabiduría.«Encontrará su propia salvación», lo crea o no, porque nopuede huir de sí mismo ni trasladar a otro la responsabi-lidad eterna de su propia alma. No habrá engaño teológi-co con el que pueda burlar la ley de su ser, que hará añi-cos todos sus planes y excusas egoístas para librarse delrecto pensar y actuar. Como tampoco hará Dios por él loque está destinado a que su alma alcance por sí misma.

¿Qué diríamos de la persona que, deseosa de poseeruna mansión en la que habitar en paz, preparara el terre-no y luego se arrodillara y pidiera a Dios que le constru-yera la casa? ¿No pensaríamos que está loca? Y de otra

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que, después de comprar el terreno, pusiera a trabajar aarquitectos, constructores y carpinteros para que levanta-ran la casa, ¿no diríamos que es sabia?

Como ocurre con la construcción de una casa mate-rial, así sucede con la de una mansión espiritual. Ladrilloa ladrillo, pensamiento puro a pensamiento puro, buenacto a buen acto, se debe levantar la morada de una vidaintachable desde sus sólidos cimientos y hasta que luzcacon todo el esplendor de sus proporciones perfectas. Elhombre no consigue las realidades espirituales con elcapricho, el obsequio ni el favor, sino con la diligencia, lavigilancia, la energía y el esfuerzo.

Fuerte es el alma, sabia y hermosa.Llevamos dormidas las semillas del poder divino;dioses somos, poetas, santos y héroes si así lo queremos.

Construir la mansión interior

El corazón espiritual del hombre es el Corazón deluniverso y, cuando encuentra éste, el hombre halla la fuer-za para conseguirlo todo. Encuentra allí también la sabi-duría para ver las cosas como son, así como la paz divina.En el centro del ser del hombre está la música que orde-na las estrellas: la Armonía Eterna. Quien encuentra ladicha, que se encuentre a sí mismo. Que abandone tododeseo discordante, todo pensamiento inarmónico, todohábito y acto carentes de amor, y así descubrirá la gracia,

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la belleza y la armonía que constituyen la esencia indes-tructible de su propio ser.

Los hombres vuelan de credo en credo, y se encuen-tran con el desasosiego. Viajan por muchas tierras, y des-cubren el desengaño. Se construyen bellas mansiones yplantan agradables jardines, y cosechan aburrimiento eincomodidad. El hombre no encuentra descanso ni satis-facción hasta que se recuesta en la Verdad que lleva en suinterior. Mientras no construye la mansión interior de laconducta intachable no halla la dicha incorruptible y sinfin. Una vez alcanzada, la infunde a toda su actividad y atodas sus pertenencias exteriores.

Quien desee tener paz que ejercite el espíritu de laPaz. Quien quiera encontrar amor que se cobije en el espí-ritu del Amor. Quien pretenda escapar del sufrimientoque deje de infligirlo. Quien ambicione hacer cosas noblespara la humanidad que cese de hacerse crueldades a símismo. Basta con que excave en la mina de su propiaalma para encontrar todo lo necesario para construircualquier cosa que desee, y allí hallará también la Piedrabásica sobre la que construir con seguridad.

Por mucho que el hombre se empeñe en enderezar elmundo, éste nunca se enmendará mientras aquél no secorrija a sí mismo. Es una verdad que se puede escribircomo axioma matemático en el corazón. No basta conpredicar la pureza; los hombres deben abjurar de la luju-ria. Para exhortar al amor, deben abandonar el odio. Paraensalzar el autosacrificio, han de renunciar al yo. Para ador-nar con palabras sencillas la Vida Perfecta, tienen que serperfectos.

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Cuando el hombre ya no pueda acarrear el peso desus muchos pecados, dejemos que vuele a Cristo, cuyotrono es el centro del propio corazón de ese hombre, y asíalcanzará la alegría y entrará en la gozosa compañía de losInmortales.

Cuando no pueda soportar más la carga del aprendi-zaje acumulado, el hombre debe abandonar los libros, laciencia y la filosofía, y regresar a sí mismo. Allí, en su inte-rior, hallará lo que buscaba y no hallaba fuera: su propiadivinidad.

Quien ha encontrado a Dios en su interior deja dediscutir sobre Él. Confiado en esa fuerza serena que no esla fuerza del yo, vive a Dios, y en su vida cotidiana mani-fiesta su Altísima Divinidad, que es la Vida Eterna.

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