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Vejez | Arthur Conan Doyle Morelia, Mich. | Julio-Agosto | Año 2015 | Núm. 4

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Vejez | Arthur Conan Doyle

Morelia, Mich. | Julio-Agosto | Año 2015 | Núm. 4

Editorial

Edgar Ruiz Dirección

Carlos E. Juárez (nefelibata gris) Diseño

Contenido:

Semblanza________________________________________ Pág. 4

Literatura

Narrativa_________________________________________ Pág. 6

Prosa _____________________________________________ Pág. 12

Poesía_____________________________________________ Pág. 14

Humanidades

Filosofía __________________________________________ Pág. 26

Psicología ________________________________________ Pág. 31

Artes visuales

Fotografía__________________________________________ Pág. 25Cine________________________________________________ Pág. 33

Rafael Flores Correa

Semblanza

Arthur Conan Doyle (Edimburgo, 1859 - Crowborough, Reino Unido, 1930) Novelista británico de familia escocesa, estudió en las universidades de Stonyhurst y de Edimburgo, donde concluyó la carrera de medicina. Entre 1882 y 1890 ejerció como médico en Southsea (Inglaterra). Para redondear sus ingresos publicó una novela de intriga, Estudio en escarlata, primero de sesenta y ocho relatos en los que aparece uno de los detectives literarios más famosos de todos los tiempos: Sherlock Holmes.

En un momento de auténtica inspiración, basándose en el modelo de Quijote y Sancho que tantos novelistas han utilizado, el autor creó al doctor Watson, un médico leal pero intelectualmente torpe que acompaña a Sherlock y escribe sus aventuras. En julio de 1891 empezó a publicar en la revista Strand Magazine las andanzas de su personaje, basado parcialmente en uno de sus profesores de la universidad, que abogaba por seguir estrictos razonamientos deductivos en todos los órdenes de la vida.

En 1893, harto de Sherlock, decidió darle muerte en la ficción junto a su enemigo mortal, el maligno profesor Moriarty; pero a causa de la presión de sus lectores, debió resucitar al detective en 1902, con El sabueso de los Baskerville. Doyle adornó a su personaje con ciertos rasgos muy reveladores de los estereotipos de la clase alta victoriana: afición a la cocaína, destreza en la música (sobre todo con el violín), bruscos accesos de euforia y de melancolía, misoginia y patriotismo al servicio indiscutible del imperio inglés. Las novelas de Sherlock Holmes han suscitado un culto de gran arraigo tanto de los lugares e indumentarias del personaje como de su ficticio domicilio en Londres. Existe una vasta cantidad de publicaciones pseudoeruditas que se ocupan del excéntrico personaje.

De este fervor da cuenta su apasionada escritura de panfletos y artículos a favor de su país en la guerra de los boers, como La guerra en Sudáfrica (1900), y también los seis volúmenes titulados The British Campaign in Flanders (1916-1919). Además de las novelas de intriga, practicó aceptablemente el género histórico en Michael Clarke (1888), La compañía blanca (1890) o Rodney Stone (1896), así como el drama en Historia de Waterloo (1894). Son curiosas sus incursiones en la ciencia-ficción: The Lost Word (1912) y The Poison Belt (1913).

El autor sufrió una crisis tras la muerte de su hijo mayor en las trincheras de la Gran Guerra y se dedicó, con la energía que lo caracterizaba, a difundir el espiritualismo, sobre todo en The Wanderings of a Spiritualist (1921) y The History of Spiritualism (1926). Cuatro años antes de morir publicó su autobiografía Memorias y aventuras.

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Literatura

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Reminiscentĭa Ixchel Aguilar

Taller de creación literaria y fomento a la lectura De Cara al Caracol

Después de comer, mi prima y yo damos gracias como siempre. Le damos un beso al abuelo para salir de la cocina y dejar atrás a los adultos. No es mi abuelo. Según sé, los niños tenemos sólo cuatro abuelos. Y éste, es un quinto que huele a perfume rancio y tocino que se quedó afuera del refri toda la noche. Por eso, nunca queremos besarlo, pero es la condición de mamá para recibir postre y poder salir a jugar.

En el comedor hay una mesa para doce personas y un espejo del largo de la pared con manchas de óxido en toda la orilla. No alcanzamos a vernos a menos de que subamos en las sillas. Pero si te subes en las sillas te castigan con diez minutos en el cuarto azul. Debajo del espejo hay una mesa buffet con puertas. Dentro hay una vajilla que nunca usamos y por encima sólo hay adornos de cristal. Hemos roto dos gatos y yo me robé un elefante.

Entre el comedor y la sala hay una estancia llena de plantas con caracoles, delante de las cuales ponemos el árbol de navidad que se llena de coloridos regalos. Sólo somos dos niñas en toda la familia así que los más grandes siempre son para nosotras. Al girar en la estancia, nos recibe una sala tan llena de tonos verdes, cafés y madera que logran mimetizar las ochocientas setenta y tres figuras de búhos, perros y princesas que te miran en silencio con ojos de porcelana. A la vez, varias pinturas nos reprochan desde las paredes. Mi mamá me dijo que todas esas pinturas las hizo mi tía. No la mamá de mi prima. La otra tía. La que va y viene por la casa a las dos de la madrugada. La que pasa escondida en su recámara acordándose de las cosas que hizo cuando era joven. Las tres, mi mamá, ésta tía y mi abuela fueron maestras de primaria. Ese trabajo a mi abuela le dejó un sentido de calma en los momentos de agitación; a mi madre, montones de canciones, juegos y trucos para que los más pequeños aprendiéramos las letras y los números; y a mi tía, dibujos, collares y chicles masticados que aún conserva. De grande; yo quiero ser maestra

Al lado de la sala se ubican la escalera y el baño. Mis primos grandes me cuentan que en ese baño te tocan la puerta cuando no hay nadie en la casa. Por eso, cuando visito la casa de mis abuelos, nunca quiero usarlo.

La escalera, con un librero en el descanso, es la parte más oscura de la casa. Idónea para horrorosas trampas de arañas. Hay algunas telarañas que ya no tienen arañas desde hace muchos años. Y les hemos puesto nombre a las arañas que saben esconderse de la escoba. Al terminar de subir la escalera, el olor a moho de los libros desaparece y se puede apreciar de nuevo el pozole que preparan en la cocina. Ya no se oyen las voces de los adultos. No sé si es porque la puerta de la cocina está cerrada, porque hablan en voz baja o porque nunca les pongo atención una vez que salgo de la cocina. Mi prima decide que jugaremos el juego de“El lince” y corre a buscarlo. Yo soy cinco años mayor que ella, pero sus juegos todavía me divierten porque siempre sabe hacerlos más divertidos con retos y premios.

En ésta planta, hay cuatro recámaras. La recámara de mis abuelos es la más grande, tiene su propio baño y un patio en donde tienden la ropa y duermen los perros. Las otras eran para las mujeres. Los hombres dormían en el último piso, en la recámara azul. Ya nadie vive ahí. Todos mis tíos y tías se fueron hace mucho tiempo. Sólo la mamá de mi prima sube para lavar la ropa, pero siempre baja rápido porque dice que escucha a alguien llorar.

Narrativa

6

He jugado “El Lince” muchas veces. Mi dibujo favorito es el caracol. Ya sé donde está cada figura y por lo tanto gano seguido, pero a veces dejo ganar a mi prima para que no llore. Cuando me aburro, le propongo pintarnos las uñas con los barnices de la abuela. Corremos a la recamara del fondo y empezamos a hurgar en todos los cajones llenos de cremas, anillos, jabones y todos esos tesoros que imaginamos tener cuando seamos grandes. Mientras me pinto las uñas sobre la cama, con un barniz plateado de mi abuela, mi prima sigue removiendo todo en un cajón. Se detiene un momento sólo para prender la tele y continúa con su labor. Cuando termina, vuelca toda su atención sobre mí y me ofrece una pastilla de un bote de Tic-Tac”.

Mi prima y su mamá viven en esta casa, la de mis abuelos. Ella trabaja todo el día, mi prima se queda al cuidado de ellos. Mi hermano mayor dice que las niñas sin hermanos son consentidas y berrinchudas. Ella es así cuando no le dan lo que quiere. Mis abuelos saben que con una caja de Tic-tacs compran otra hora de calma y silencio hasta que su mamá llegue. Tomo una pastilla y la empiezo a disolver en mi boca mientras veo La Sirenita en la tele. No sabe a dulce. No se siente como un dulce. Mi cara cambia mientras veo con inocente desconfianza a mi prima, ella empieza a esbozar una sonrisa y está a punto de soltar una carcajada. Me doy cuenta que es un truco y sonrío. Sin embargo, cuando tomo aire para reírme y unirme al juego, la pastilla se resbala al fondo de mi garganta atorándose. La puedo sentir, oprimiendo, impidiendo al aire entrar. Me llevo las manos al cuello mientras cierro los ojos. Mi cuerpo se distiende. Ya en el piso, puedo escuchar a los adultos que están en la cocina, justo debajo de la recámara. Hablan sobre el pozole.

Abrir los ojos me cuesta mucho trabajo, siento como si tuviera algo parecido a monedas sobre los párpados. Me intento incorporar pero todo mi cuerpo duele. Me quedo postrada en la cama y comienzo a escuchar el ruido alrededor. Intento hablar pero estoy muy débil. Decido mantener la calma. No estoy enojada con mi prima, ni asustada por no saber dónde estoy. Mi mamá y mi papá de seguro me ayudaron y me llevaron al doctor porque la pastilla se me atoró, así que ahora estoy descansando. Todo va a estar bien. Intento nuevamente abrir los ojos.

La luz me lastima. Busco a alguien o algo conocido, sin embargo no reconozco la recámara. Hay una ventana, una televisión, la cama donde estoy y un sillón donde duerme una joven mujer, pálida y delgada. Un grueso libro descansa en sus piernas y hay muchos papeles regados por todo el sillón. No la conozco. Entre la mujer y yo hay una máquina que pita a intervalos regulares. Un levísimo movimiento en mi brazo izquierdo, origina un punzante dolor y me hace notar que tengo un tubo clavado en él. El tubo lleva a una botella invertida con agua transparente. No quiero el agua por el brazo, quiero tomarla con la boca. Me comienzo a estirar para alcanzarla y solo entonces me desconcierta mi mano. Tiene las uñas pintadas con el mismo barniz plateado, pero esa mano no es mía es como tres veces más grande que la mía. Y está más blanca que antes. La acerco a mis ojos y para asegurarme, acerco también mi mano derecha. Sí son mías, son mis manos… pero viejas. Me incorporo en la cama y me toco la cara pero no siento ningún cambio. Bajo la vista para asomarme por el cuello de la bata que estoy usando. Mi pecho creció mientras dormía. Mis manos crecieron mientras dormía. Volteo a ver de nuevo a la mujer en el sillón y empiezo a comprender; pálida y delgada como mi prima. Ella creció mientras yo dormía. Me invade el pánico. Pero antes de que pueda reaccionar, percibo un olor a pozole, moho y barniz.

De golpe, comienzo a perder fuerza y a sentirme adormilada mientras esa combinación de olores me va abrazando, cálido y con calma. Como cuando mi mamá me consuela después de que un niño me pega. Lentamente me voy recostando en la almohada, mientras escucho a la máquina pitar deprisa, cierro los ojos y escucho a mi abuela decirme al oído: “Dale beso al abuelito o no podrás ir a jugar.”

7

In-Memoriam Cinthia Citlali Gaspar Ruiz

Mi padre tenía cuarenta y tres años cuando falleció mi abuelo; y de esos cuarenta y tres, al menos dieciséis tuvo que lidiar con el Alzheimer de su progenitor.

Recuerdo el funeral. Era un día lluvioso, justo a finales de septiembre. Apenas tenía diez años y no me dejaban acercarme al ataúd. Había mucha gente en la funeraria, tanta que apenas podía caminar por la sala; luego, unas personas llevaron vasos con café quemado e hirviendo; después, el cotilleo de mis tíos y sus lágrimas terminaron por darle ambiente a la reunión de cincuenta personas más los agregados que iban por el café.

―Mis hermanos piensan que lo saben todo ―escupió mi padre tras exhalar el humo de su cigarro―. ¡Ellos no tuvieron que lidiar con una persona que no los reconocía! Porque ese ya no era tu abuelo, Camila: el murió en cuanto perdió su memoria.

Mi padre solía hablar conmigo como si fuera un adulto; y yo hacía como que le entendía, porque de lo contrario recibía sus palabras llenas de aspereza. Dicho de otro modo, él lanzaba sus confesiones en momentos de tensión como si yo fuera un recipiente donde almacenar problemas.

Pasaron los años y el único pendiente entre los hijos de mi abuelo era saber si éste se hizo el enfermo durante los años que lo estuvo ―porque según mi tía Graciela, la gente con Alzheimer no vivía tanto― o si realmente padecía el mal; que si el testamento era verídico, porque todos alegaban que a cada uno le prometió cosas distintas; que si cuál de ellos cuidó más a mi abuelo, etc. A esto se le sumó la superstición de que, en la familia, a los sesenta y tres años sucedía algo trágico. Por ejemplo: a los sesenta y tres años, mi bisabuelo paterno murió a causa de una bala perdida durante los festejos de Año Nuevo; a los sesenta y tres años, su hermana perdió su patrimonio a causa de una estafa; a los sesenta y tres años, un tío abuelo desapareció mientras nadaba en un lago y nadie encontró su cuerpo... y a los sesenta y tres años le diagnosticaron Alzheimer a mi abuelo.

Coincidencia o no, mi familia ya se hacía a la idea. Incluso mi padre me haría prometer que en caso de que llegara a sus sesenta y tres años con Alzheimer o alguna enfermedad crónico- degenerativa, que le diera un balazo en la cabeza. Él decía que no soportaría andar como un vegetal o depender de la ayuda o compasión de los demás.

Resulta que, curiosamente, el día de su cumpleaños sesenta y tres fue a la farmacia por una medicina para su lumbalgia y lo atropellaron. Nunca supe quién fue; sólo sé que eso le costó la pierna izquierda a mi padre. Meses atrás lo habían obligado a jubilarse, a pesar de que estaba lleno de vitalidad; sin embargo, el accidente mató las esperanzas de disfrutar su vejez planeada. Sus ojos reflejaban tristeza. Para él, no poder valerse por sí mismo era la peor maldición. Y esa maldición se le sumaba el cumplimiento de la <<profecía familiar>>.

8

Mi madre trató de animarlo como pudo. Siempre decía: ''Ernesto, no te preocupes. Aquí estamos tu hija y yo''; él contestaba con un ''Quisiera que todos mis hijos me vieran. Pareciera que sólo tuve esposa e hija... y eso me hace sentir igual de miserable que mi padre''.

Una mañana, después del desayuno, me pidió que lo llevara al jardín. Lo acomodé en su silla de ruedas y no cruzamos miradas hasta que llegamos al sitio.

―Camila ―me habló―, ya he vivido suficiente. Han pasado seis meses y me siento un completo inútil. ¿Recuerdas tu promesa?

― Sí, papá.

― Entonces, trae el revólver y dispárame.

Tenía una idea de cómo se sentía, aunque no creí que me pidiera eso. En ese entonces había dejado mi trabajo de fotógrafa en una revista para dedicarme a lo mismo pero de manera independiente y desde la comodidad de mi hogar, todo con la intención de estar con los autores de mis días; lo único que pasó por mi mente fue un coraje inmenso y la respuesta negativa a su petición.

—Lo siento, papá. No puedo.

―Prometiste que lo cumplirías.

― Así es, pero no tienes Alzheimer, ni cáncer o presión alta. Lo único que te falta es tu pierna.

― ¡Ya lo sé, ya lo sé! ―me gritó― ¡Ya sé que no es nada de eso! ¿Por qué no entiendes que ya no quiero vivir?

―Lo entiendo; sin embargo, no lo comprendo.

―Camila, haz lo que te digo.

―No lo haré, papá. ¿Acaso no piensas que los demás estamos sufriendo?

― ¿Acaso no piensan que yo sufro también? ―preguntó hipotéticamente― Es la segunda vez que vivo esta situación: primero tu abuelo y ahora yo. Ambos quedamos incapacitados y los hijos parece que se olvidaron de que existimos. ¡Yo me dediqué a cuidar a mi padre porque nadie lo quiso hacer! Cuando tu abuelo envejeció, mis hermanos se desentendieron de su persona: ¡lo vieron como una carga! ¡Por eso juré que no me pasaría lo mismo! Aparte, ya no soy el ingeniero López porque mi nombre aparece sin mi título cada quincena en la nómina de jubilados y cuando asisto a consulta, siento que los médicos cuentan los días que faltan para que muera y deje de gastar recursos de la asistencia pública ¡aún cuando yo pagué las cotizaciones mientras trabajaba! ...

―Sí, papá. Lo sé...

―Si lo sabes, ¡trae ese maldito revólver y mátame de una vez!

9

― ¡Si quieres matarte, mátate tú mismo! ―contesté enojada― Estos meses han sido difíciles para mí y para mamá: yo tuve que renunciar a mi trabajo y ella tiene que cuidarte las veinticuatro horas. Ambas nos esforzamos porque estés tranquilo.

― ¡Ya no quiero sufrir! ―comenzó a llorar― ¡Ya no! Ya he perdido hasta mi dignidad y no hay nada que me haga sentir mejor.

Lo dejé solo. Cualquier motivo para ayudarlo era una oportunidad que tiraba a la basura. Una vez hablamos sobre una prótesis y me dijo que un pedazo de plástico no era su pierna; en otra saqué su vieja guitarra para que la tocara y pidió que la guardara porque no podía tocar <<incompleto>>. Parecía que se cerraba en su idea de <<no sirvo para nada>>.

Esa tarde no lo llevé a comer. Mi madre, al notar que no respondía a su llamado, fue a buscarlo. Pasaron dos horas y ninguno apareció. Me preocupé y bajé las escaleras. Temí lo peor y al momento de abrir la puerta del jardín vi que ambos platicaban con el hijo de un vecino.

―...y entonces caí del caballo y me raspé los brazos ―contó emocionado mi padre.

― ¡Wow, don Ernesto! ¿Y no chilló? —agregó el niño.

―Si chillaba, mis primos se hubieran burlado ¿Cómo ves, chamaco?

―Y, ¿qué más hacía cuando era chico?

―Corría por el campo y en tiempo de aguas, salía a mojarme con mis amigos... ¡y en una de esas que conozco a mi esposa!

― ¿Y cómo era doña Alicia? ―interrumpió el pequeño.

La escena era conmovedora. El niño le estaba inyectando vitalidad a mi padre, cosa que no lograba por más que me esforzaba. Me di cuenta que la mayoría del tiempo le decía <<échale ganas>> pero nunca le di a entender lo valioso que era; trataba de sacarlo del pozo y lo único que hacía era hundirlo más.

Las visitas del pequeño Andrés durarían hasta que murió don Ernesto, hace unos dos años. Durante ese tiempo, mi progenitor fue feliz. No vivió su vejez de la manera que planeó, aunque pudo liberarse de sus temores y morir en paz.

En cuanto a mí, apenas ando en los cuarenta años. No sé qué pase dentro de veintitrés años y como quedé en la soltería, quien sabe si alguien responda por mí. Sea como sea, espero vivir libre la maldición familiar... porque ¿aún se puede cambiar, no?

10

Recuerdo de un viejo Edgar Fernández

Está lloviendo fuerte, así no puedes salir al patio a jugar. Ven, siéntate aquí. ¡Ven, anda! Te voy a contar algo. Hace mucho tiempo, cuando era niño, todo lo que se ve allá, no estaba. ¡Allá, mira por la ventana! ¡Mira! Esas casas no estaban, ni la gasolinera, y mucho menos la antena de teléfono. Esta calle era la última, todo lo demás era un llano, un llano enorme.

En esa parte, donde ahora está el parque, había un maizal. Tendría como nueve años cuando jugaba entre las milpas, no tenía amigos, aquí no había más niños. A veces en la tarde me iba a jugar y me llevaba a “Zeferino”, era un perro medio atolondrado que tenía, pero muy cariñoso eso sí. Mi papá lo nombró así en honor a un primo suyo que no le caía bien. Estaba grande y fuerte, su pelo era dorado, mi madre decía que era un labrador. La verdad yo no sé de perros, pero mi madre nunca mentía. Bueno, te decía que “Zeferino” siempre se iba conmigo. Nos metíamos entre el maizal y corríamos como locos cada quien por su lado, cuando nos encontrábamos, “Zeferino” ladraba y se perdía de nuevo. Así pasábamos horas hasta que llegaba la noche o don Bernardo, el dueño del terreno, nos corría con los ojos rojos y saltones por el coraje que le hacíamospasar.

Sigue lloviendo. Ni modo mi’jo, ya mañana jugarás futbol. Recuerdo cuando caían las tormentas en el llano, se hacían unos charcos enormes que hasta parecían lagunas. Allí, donde ahora está aquel edificio blanco. ¿Lo ves? ¡Fíjate pues!, ¡allá!…. ¿Ya lo viste? En ese lugar se estancaba el agua, parecía un gigantesco espejo verdoso, y a los pocos días había un montón de renacuajos en él.

Mi papá tenía animales. Algunas tardes me mandaba llevar a pastar a las vacas y los dos chivos que tenía. La última vez que lo hice no se me va a olvidar. Eran vacaciones, no estaba yendo a la escuela. Serían como las dos de la tarde, o tres. No sé bien porque no teníamos reloj pero me guiaba por la posición del sol. Mi papá me dijo que llevara a los animales a pastar a esa hora porque como era época de lluvias, luego más tarde caería la tormenta y no se podría. Agarré mi sombrero de paja y abrí el corral. ¡Te estoy hablando, chamaco! ¡Pon atención! Fui a la tienda a cómprame un refresco, hacía un calor de los mil demonios. Cuando estábamos en el llano, algunas vacas y “Zeferino” se fueron al charco grandote, ese que te decía, las demás y los chivos prefirieron el pasto que estaba crecido y verde. Yo me acosté debajo de un árbol que apenas daba sombra, tapé mi cara con el sombrero y que me quedo bien dormido. ¡Pues no cayó una tormenta!, ¡pero de a deveras! Cuando desperté estaba todo empapado. Las vacas y los chivos ya iban de regreso a la casa, sólo “Zeferino” me esperaba. Pobre “Zeferino”, se enfermó por la mojada, a la semana se murió. Tú no te vayas a encariñar con tu perro, luego se te muere y vas a sentir bien feo.

No regresé al llano, estaba triste, siempre había ido con mi perro. Poco después tuve que irme a vivir con mi tía Roberta porque iba a entrar a la secundaría, aquí no había en ese tiempo. Regresé cuando tenía veinte años, lo primero que hice fue ir al llano. Todo estaba distinto, las primeras casas comenzaban a construirse y ya no había árboles.

No abras la ventana mi’jo, hace frío. Ven, siéntate aquí, estate quietecito un rato.

11

Querido Bataille Mariana Solís Ávila

Te necesito desde la última vez, te tome, te leí, sintiendo esencia, que me hace conocer el mundo que digo conocer. Dónde la espiritualidad reina desde mi sexo, lo que permite se geste en otro ser, sin importar la intensidad con el cual este ame.

Confieso, que he vuelto a volar desde mis pies, desde mi himen de diosa con el cual yo amo, me reinvento y vuelo, me toman, los tomo, nos hacemos uno solo.

El otoño, te recuerda de quienes ahora te leen, sienten, escuchan en la melodía de tus sueños, que son oscuros como los míos de la manera que la vida me coge, y río con mi sueño que me acurruca desde mi cobija llamada piel, y mi voz de niña que te espera cada noche, esperando el beso de buenas noches, ese abrazo convertido en poema libre, que posa en cada espalda.

Te amo, desde la galaxia que origina la explosión de otra mujer, en mí y en los demás.

El Espejo Edel Zavala Regalado

El espejo de la abuela ha sido almacenado, guardado. Lo han envuelto en cartón y lo han metido a una caja, sólo que hay un pero, se han llevado a la abuela también dentro del espejo.

Prosa

12

Rafael Flores Correa

Reencuentro que nunca llega

Distancias que separa, Momento que no llega,

Besos contenidos en llanto, Brazos que anhelantes esperan.

Espejismo del deseo rompe en mil pedazos.

Esa ola gigantesca se lleva mis sueños.

Luz María morales Salazar

Perspectivas

Cuando éramos niños el cielo fue una pequeña inmensidad sobre nosotros, el tiempo era un caracol. Trabajo era un juego de mesa que tenía entretenidos a nuestros padres.

Más tarde, en la adolescencia, el cielo era el ojo de un dios voyerista, el tiempo andaba tan ocioso que sólo pasaba. Trabajo se volvió un sueño capitalista.

Ahora adultos declaramos: el cielo es un fantasma azul, el tiempo es como agua, se escurre de nosotros. Trabajo es un mal necesario para vivir.

Próximamente cuando la madurez llegue, el cielo será el augurio de un paraíso eterno, el tiempo será un caracol, mortal y pegajoso. Trabajo sólo será…

una anécdota.

Mauricio Dueñas

Poesía

14

Ve(je)z

Si nos detenemos a mirar,

mirar hacia atrás,

encontrarnos con el pasado,

ver el humo que se disipó en nuestro entorno,

mirar hacía los costados,

encontrarnos con el presente,

el día de hoy,

mirar hacía el horizonte,

las curvas del frente,

encontrarnos con el futuro,

anticipando la próxima ve(je)z.

Acaso alguna ve(je)z

nos permitirá conocer,

reconocer mejor,

lo que en nuestro interior vive,

lo que a nuestros deseos intriga.

Viento de las edades,

soplo e inclemencia de las eras,

del misterioso, torcido espacio-tiempo,

replanteado: curvo y cortado destino,

sobre nuestras espaldas,

sobre nuestros hombros,

un peso coartado por el reloj,

por el círculo giratorio,

por la medida de los segundos,

en el pasillo largo

y-finito

de los afectados días de vida,

de los tomados con medida,

dosificados a cada uno,

para con esfuerzo desmedido,

impotente, sin recompensa,

ninguna otra que conseguirlo,

llegar por ve(je)z primera,

no esa de longevidad,

no esa conocida,

una imperecedera,

empoderada,

infinita,

la inmortalidad,

una ve(je)z.

Nobu Glaucus

15

Rafael Flores Correa

Verano, casi Otoño

Me despierto a medianoche, me siento sola, muy lejos, como a quinientos

kilómetros, alejada de toda persona y de todo lugar, en las tinieblas, sin poder ver

mi futuro mire hacia donde mire, y me coge tanto miedo que me entran ganas de

gritar. Haruki Murakami.

Día nublado,

mis manos me delatan

el tiempo está estancado;

las arrugas me anuncian

que mi vida cambia.

Es el precio de la experiencia,

la suma de muchos años.

balance de triunfos, tristezas y alegrías.

A veces salir corriendo,

no voltear para atrás

otras, dejarme llevar.

Hay cosas que no cambian

sigo llorando por malos entendidos,

sonriendo por banalidades,

sintiendo el amor cuando llega

y disfrutarlo hasta no respirar.

El tiempo se acorta,

casi llega el otoño.

Invierno en la vida

Amparo González Aguilar

Flor de gran sabiduría,

desfile de experiencias

donde atentas cada día,

han moldeado las conciencias.

La voz del tiempo le da

calma....tranquilidad,

llega por fin a su vida

la nueva oportunidad.

Ahora hay días de fiesta

en la nieve de las sienes,

el invierno duerme siesta

entre acciones en vaivenes.

Ojos de estrellas serenas

y voz de frases muy bellas.

donde en un mar las sirenas

tejen, desatan querellas.

Hay néctar en lindos labios,

huella de besos....hay voces,

donde moran consejos sabios

que quizá tú ya conoces

¡Albricias y gran fortuna

es llegar a la vejez!

Seres hay que sol y luna

han disfrutado otra vez.

Invierno, nuevo presente

en la vida ha dado Dios:

un prodigio está latente

antes de decir adiós.

Sol García

18

Ancianidad

Cabellos de plata llegan con la vejez,

añoranza de tiempos de inocencia

se van dejando en el recuerdo.

Son jaulas vacías los pensamientos,

tristezas, alegrías

todo se convierte en olvido.

El sol radiante entra por la ventana

con la dulzura de los nietos,

que alegran los huesos del silencio.

Los años pasan en soledad inquietante,

no hay nada, se quedan solos de nada,

como el caracol fuera del mar.

El día con aire de humedad llega,

la luz se convierte en oscuridad,

y el alma se entrega al Crucificado.

Liberación

Las paredes húmedas,

abortan por sus hendiduras

el musgo que alfombra

los rincones con arrugas de mi alma.

Los recuerdos han quedado pintados

con tonos añil por el tiempo,

costales de piedras volcánicas

guardan los momentos del deseo,

fuego que se convirtió en cenizas.

Un delirio esquizofrénico

me impulsa a la vida,

madrugadas de rocío congelado

aprisionan el corazón…

que lucha por despojarse de la oscuridad.

Un baño de oro con rayos de sol

encienden cantos de esperanza,

los muros se contagian de amor.

¡Las alas de libertad me elevan!

María de los Ángeles León Valero

19

Anhelo tu presencia

Soledad márcame con tu pie desnudo, aprieta mi corazón como las uvas

y lléname la boca con su licor maduro Jaime Sabines

Soledad, no niegues tus favores,

el reencuentro de mi carne con cada letra tuya,

hierro candente del olvido

tatúa mis sentidos.

Soledad, ¡reconóceme!,

te incito para contarte mis ansias

y descubrir contigo mi madrugada,

te hago cómplice de mi libertad

cual manto de paz que abriga mi camino.

Te adueñas de la estridencia en éste nido vacío,

tus perlas, gotas perennes,

silencios destilan…

aliteración de palpitares intensos.

El rescate

Intenté ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a nadar

Frida Kahlo

Viéndolo bien, no soy tan mala, mis ojos querían ahogarse y no lo permití.

Alegaban que esa mañana era tan gris que solo recordaba el hueco de un elevador vacío, la profundidad de un abismo donde su mirada caía y caía y no había nada más.

Que por fin, después de vestirse con sonrisas obligadas querían ser ellos mismos, o no ser, en este caso de eso se trataba.

Querían ahogarse y no lo permití, nunca es agradable ver flotar tanta tristeza en agua salada.

Aurora Amante

20

Lince

Se abren, como águila que ataca.

Los hago Prisioneros, en agua dulce.

Al día siguiente; Se esconden en la arena de su deseo.

Yacer

Jaula; Es tú luna de mar salado.

Juego en las olas, de recuerdo que duerme, en cuerpo de fuego.

Convertido, en paz de ave.

Que crece, y poza en tu cuerpo.

Mariana Solís Avila U.M.S.N.H LETRAS

[email protected]

21

Rafael Flores Correa

Humanidades

24

Edgar Fernández

Ensoñando con Nietzsche Edel Zavala Regalado

Quisiera dirigirme a ustedes lectores nuevamente con la obra de Gaston Bachelar: El compromiso racionalista. Deseo sentir hoy la autonomía de su filosofía y comprometerme en la racionalidad. Place a "la psicología de la razón" la estética seleccionada porque la poética de Gastón Bachelar transgrede a la razón. Agrada pues la imagen literaria, al poeta ascensional. En El Aire Y Los Sueños se extasía uno con Nietzsche y El Psiquismo Ascensional. Pero hay que comprender lo que Gaston Bachelard dice junto con Nietzsche de la razón en crisis. Aprendiendo de la psicología de la razón conjuntamente a la poética de la ascensión, imaginaremos lo que significa el compromiso racionalista. Pues lo que sugiere con Nietzsche nuestro autor Gaston Bachelard es mostrar el psiquismo que permuta en las imágenes poéticas confrontando la Moral Kantiana. No es fácil pues la anterior es razón universal. Así pues Nietzsche tuvo dificultades con el conocimiento de las condiciones de la civilización. (1) No por eso Nietzsche se le niega por inmoralista, sino Nietzsche es aquél cogito de la voluntad de la vieja moral.

“El ideal es hacer al ser tan grande, tan vivaz como sus imágenes. Pero no hay que engañarse: el ideal es realizado, fuertemente realizado, en las imágenes, en cuanto se toma a estas, en su realidad dinámica, como mutación de la fuerzas psíquicas imaginantes". (2)

Así la apariencia de individualidad de Nietzsche adquiere su primigenia naturaleza en la "sabiduría salvaje". Sobre el método Nietzscheano del poeta ascensional Gaston Bachelard comenta de la tetra valencias de la imaginación material. Y de la ley de las cuatro iniciaciones. Las cuales lo llevaron por el clima imaginario a su estetización moral. El fuego Nietzscheano desea el frío, del mito de Prometeo a la ascensión Nietzscheana, el poeta de la cima moraliza el mundo.

"¡El hielo está cerca, la soledad es enorme, pero ve con qué tranquilidad reposa todo en la luz!. (3)

Alguien se ha comprometido con la razón. Le rationalisme appliqué con el super racionalismo de Gaston Bachelard, inserción de su intuición poética. ¿Y yo? ¿Qué me ha traído a este paramo del Norte? Una necesidad. La de volver sobre mi texto en torno Nietzsche desplazando los codos del asunto a la facultad que hace posible la existencia. La estima por cogitar también el vuelo de las aves y del paraíso: así como las faldas de la más cercana montaña a Niza. Si estoy comprometido con el racionalismo aplicado y sólo si disfruto del manjar de los frutos de los altos instintos entonces tengo que absorber el aire puro de mi existencia: a posteriori es una vivencia poética. Pero acabo de racionalizar lo que mi texto en referencia a Nietzsche supone no estar allí sino de otra manera. Lo que involucra a mi satisfacción en oposición a la hipostasis de la razón.

En la definición del compromiso tengo por sinónimo el "riesgo". El compromiso es riesgo. Un riesgo. Nietzsche repite su posibilidad retornado eternamente. Hasta que en un clímax se purifica. De este Eterno retorno mortal en Nietzsche habría yo que deducir del tiempo en la hora de los placeres momentos para la poesía. Aun en la alta poesía la menor concluye con su imagen poética. La polémica del racionalismo es el riego de la razón. El riesgo de su modo operandi: necesaria o tangente la imagen está ahí en su poesía. Lo que Gaston Bachelard pide de principio es la razón en su laberinto solitario. La instrucción de la razón por lo racional. Su

Filosofía

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multiplicidad y perspectiva. Su refutación y lo literal. Así que la obligación al provocar la crisis no Kantiana parece en lo individual permanecer a los aros del sol. Avanzar por ley de las cuatro iniciaciones. Y como tal vez el cosmos sea un ensueño, llama tras las gotas gélidas de la lluvia a la pureza. A la filosofía del mañana el decoroso atuendo metamorfo del ave de esta campiña, cuya alegría asecha a los moradores que no tuvieron la osadía de entregarse al vuelo. Ahora en su rama trasquila su prenda, maquillando su hermosura al día de mañana. La Luna desciende y las ráfagas se dirigen a lo alto por una cordillera que estrecha a mi pie a Niza. (4)

Bibliografía

(1) Henri Lefebvre, (1993), Nietzsche, México, Breviarios, FCE, Tercera Reimpresión, pp. 252.

(2) Gaston Bachelard, (1982), El Aire Y Los Sueños, México, Breviarios, FCE, México, Tercera Reimpresión 1982, pp. 182.

(3) Henri Lefebvre, (1993), Nietzsche, México, Breviarios, FCE, Tercera Reimpresión, pp 195.

(4) Gaston Bachelard, (1982), El Aire Y Los Sueños, México, Breviarios, FCE, Tercera Reimpresión, pp. 199.

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Brecking Bad y el tema de la vejez Antonio H. Vargas

¿Eres capaz aún de acostarte con una mujer?” Y él respondió:

“Cuida tu lenguaje, hombre,

me he liberado de un amo loco y salvaje.

Platón

Creo no estar autorizado, para hablar de la vejez, es decir, no tengo la experiencia de ser o atravesar por esa edad, por el contrario puedo dar algunas reflexiones en torno a esa etapa de la vida. Primeramente, tomaré como sujeto de análisis, a personajes de una serie televisiva. Sobre Brecking Bad, la historia de un profesor de química que vive frustrado porque en algún momento de su historia cambiaron sus sueños. Este profesor raya en la mediocridad social, ya que sus alumnos se burlan de su ingenuidad, su jefe —tiene un doble trabajo en un auto-lavado— lo explota y su concuño, que es agente de la DEA (División antinarcóticos) siempre lo está molestando, además de enterase que tiene una especie de cáncer pulmonar, por lo tanto no le dan más de 6 meses de vida.

Este profesor de química de Nombre Walter White, su verdadera historia comienza cuando cumple 50 años. Su concuño lo invita a una redada que harán para atrapar a unos cocineros y distribuidores de metanfetamina en Albuquerque, Nuevo México, ahí se rencuentra con un ex alumno, Jesse Pinkman que está metido en el negocio y Walter White le propone, o más bien le chantajea diciendo que sea su socio ya que él cocinará la metanfetamina para que Jesse se dedique a la distribución, o de lo contrario lo acusará con su concuño. A lo que éste acepta. De alguna manera consiguen una casa rodante y montan un pequeño laboratorio, con material que Walter hurta de la escuela, y comienzan a cocinar.

Con el cáncer de Walter, más que miedo a la muerte, éste teme dejar a su familia desamparada y se ve orillado a tomar una serie de malas decisiones, que le acarrearían consecuencias graves pero que al final de cuentas no son decisiones tan erradas, porque de alguna forma siempre resulta victorioso de muchas circunstancias difíciles, incluso llega a ser indirectamente jefe de la mafia Mexicana.

En la serie de cinco temporadas ocurre de todo: asesinatos, traiciones, pasiones, amor; Brecking Bad maneja un humor muy negro. Ahora bien, mi intención no es hacer una narración de la serie, simplemente despertar en el lector la curiosidad de ver tan divertida programa televisivo y utilizar la figura de Walter White como ejemplo para hablar de la vejez.

A qué edad puede considerarse uno como viejo, regularmente cuando se tiene una edad avanzada, es decir, después de los 70 años (basándome en las políticas mexicas de apoyo social a este sector poblacional), pero la palabra vejez viene del latín y más concretamente en el vocablo vetus, que puede traducirse como “viejo”. La real academia de la lengua española lo define como: Vejez.

1. f. Cualidad de viejo.

2. f. Edad senil, senectud.

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3. f. Achaques, manías, actitudes propias de la edad de los viejos.

4. f. Dicho o narración de algo muy sabido y vulgar.

Ahora bien, Kierkegaard (filósofo Danés), maneja en su teoría tres estadios:

a) Estético, es el estadio de la juventud, es representado por don Juan, es decir, la búsqueda incesante de placeres;

b) Ético, es el estadio del humano que es maduro, y es representado por el matrimonio, ya que en esta etapa hay una conciencia de responsabilidad;

c) Religioso, es el estadio, de la vejez, es decir, después de andar en búsqueda del placer, y de haber adquirido responsabilidades llega el momento en que hay que acercarse a la idea de Dios, ya que se acerca el final de la vida, y el consciente humano ocupa la necesidad de saber que su existencia no será en vano, por ello la necesidad de un Dios que salvará su alma.

Como podemos ver en Brecking Bad, Walter White, es un hombre, que está en una transición, del estadio Ético a la muerte, sólo que su Dios es la manutención de su familia, además una serie de problemas existenciales lo aquejan. Decide convertirse en el mejor cocinero de metanfetaminas, primeramente para dejar a su familia asegurada económicamente, por el lado moral aceptable no lo logra, en 30 años que le consagró al “vivir de forma correcta” sólo obtuvo el rechazo y el desprecio de los que lo rodeaban. En dos años de ser cocinero hizo el dinero que jamás en su vida imaginó además de ser respetado en muchas elites.

Entonces, en la filosofía griega también hay una referencia a la vejez, pero de manera no tan positiva, son respetados pero no se los incluyen en temas relacionados a Polis, ya que los años los han debilitado en cuerpo mente y alma, por lo tanto no es conveniente que tomen decisiones o participen en guerras —aunque hay excepciones, como el anciano Néstor rey de los aqueos en la Ilíada— “Y en particular me agradaría conocer qué te parece a ti —dado que te hayas en tal edad— lo que los poetas llaman ‘umbral de la vejez’: si lo declaras como la parte penosa de la vida, o de qué otro modo.” (Platón, República, 328a)” dice Sócrates a Céfalo.

En la vejez dejan de ser posibles unas cosas, pero otras brillan en su esplendor. Platón no ve la vejez como una carga, la vejez sólo será una carga si la persona vieja no quiere admitirlo ni tolerarlo. Por lo que la persona que esté predispuesta no tendrá ningún problema y su vejez será agradable. Por otro lado también los que posean fortuna tendrán una vejez más apacible.

La vejez puede vivirse dignamente, pero en el caso de Walter White, es ¿apropiada la decisión que tomó de involucrase en la elaboración de Metanfetamina, para permitirse apoyar a su familia? Realmente los motivos son distintos, por un lado siente que tenía la obligación de asegurar el futuro económico de su familia y asumió las consecuencias. Incluso robó, asesinó a sangre fría. Invirtió los códigos morales; ya casi para el final de la serie se da cuenta de que no lo hacía por su familia (lo sé, lo arruiné, les di un fragmento del final), sino en sus palabras: “No lo hice por la familia, lo hice por mí; cuando estaba cocinando me sentía yo mismo, me sentía completo, sentía que era bueno para algo, sentía que era el mejor cocinando y nadie me podía igualar”.

La vida es laberinto escabroso y azaroso, los senderos que andamos se pueden bifurcar, y llevarnos a lugares insospechados. La vejez es una especie de premio, castigo o ambos por la vida que hemos llevado, simplemente nos queda disfrutarla, y asumir las decisiones que nos han llevado hasta allá.

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Rafael Flores Correa

Los años Blanca de Aldecoa Castillo

“Si en la juventud no has recogido nada, ¿cómo quieres encontrar algo en la vejez?”1

La vida de todo ser orgánico implica ciertas etapas de la misma que tienen como principio fundamental la consecución de cada una de ellas, así como procurar la homeostasis en cada organismo. El estado de equilibrio que a nivel celular puede producirse implica un sin fin de procesos y conflictos, así como confluencias divinas que intervienen en la ejecución de las actividades a cada célula asignadas. El ser humano entonces, desde cigoto, tiende al equilibrio, pero un mar de diversas fuentes, procedentes del exterior, mina poco a poco su intención natural. Se integra en funciones el aspecto motor de cada átomo, que se inscribe en la pulsión de muerte, principio del placer, que se circunscribe a la predisposición de cada organismo para llegar lo más rápido posible al estado de reposo. Entonces se hace patente que la polaridad vida-muerte es inherente a cualquier ser vivo.

Lo estructural correspondiente al hombre2 le tiñe las neuronas de dudas y lo convierte en el espectador de su propia caída —aun cuando su inherencia natural correspondía a la homeostasis—, él detenta su transcurrir por las vías de lo funesto hasta suspirar en su último pensamiento, hacia el estado de reposo.

Ya Sófocles (496-406 a.C.) —en los años en los que la sabiduría duerme con los hombres— decía tan briosamente, cuán satisfactorio sería volver al lugar de donde venimos de una vez por todas. Los estudios psicoanalíticos referentes a la psique humana en relación a su desenvolvimiento en la experiencia, definitivamente apuntan a que cada uno desde la formación embrionaria, está predispuesto a la conservación, pero en el sujeto humano la tendencia arrecia hacia la autodestrucción. Son fuerzas a la par que se consideran fundamentales para la reflexión humana.

¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿En qué momento? Preguntas que se resuelven en la misma psique, medulares para la filosofía y otras disciplinas que se interesan por descubrir la razón de las cuestiones materiales e inmateriales. En psicoanálisis descubrimos, a partir del jugo de la experiencia, que la filosofía se lleva a cabo en el niño en cuanto teja la palabra, ahí donde se instaura el <<no>>, el pequeño filósofo comienza su viaje.

La antropología estructural recorre los reductos históricos y Levi Strauss comunica que en la base de cada sujeto reside un mito individual, que conforma lo que posteriormente trastocará todo su pensamiento o lo llevará a la edificación de su ser como sujeto. Existe la palabra y el hombre tiene una relación inmanente con el lenguaje. Así que a pesar de las etapas del desarrollo y lo biológico que puede parecer esta polaridad vida-muerte conlleva una confluencia perfecta con el plano simbólico que determina su alcance subjetivo en cada sujeto.

1 Qo. 25, 3-6. En los escritos bíblicos, dentro de un libro titulado Eclesiástico, en el 195 a.C. por Ben Sirá. 2 Género humano.

Psicología

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Lo curioso es que mientras más tratamos de autodefinirnos y de satisfacernos con nuestra imagen frente al espejo, de copiar tendencias modernas para sentirnos partícipes del entorno; mientras más nos incrustamos en el mundo actual, contaminado de voces sin procedencia, cantando a todas luces en las plazas la canción de lo efímero, ocultamos nuestro pavor a la muerte. Terror que manejamos, modulamos y moldeamos hasta dominarlo por completo y de hecho —como es patente en diversas subculturas— hasta vivir para ello, el ritual a la muerte. Sin embargo, este ritual de diversos hitos y máscaras no favorece el pensamiento, que en los años donde la sabiduría duerme con los hombres, se asoma con mucho más ahínco.

Estos años mencionados serían, en el más esperado de los casos, aquéllos en los que se instaure o se logre la homeostasis apelada en los primeros párrafos del presente texto.

La vejez es sin duda la etapa de gloria, donde el honor y el consejo forman parte del escudo personal. Existen tantas obras dedicadas a definir dicha etapa de desarrollo, uno de los precursores específicos que no dejaron de darle nombre a la misma fue Erick Erickson y le llama Integridad vs desesperación. ¿Por qué?

Las etapas de la vida, sin duda, son complejas y la experiencia nos comunica a los analistas que la duda converge con cada una de ellas y que el ser humano, pese a su relación directa con el lenguaje, no tiene aún las posibilidades para sobrellevar su existencia a pesar de las cruentas dudas. Se puede aducir la adolescencia como un momento cumbre donde el sujeto se deslinda desaforadamente de la regla, de la ley, para poder llevar a cabo, así, su voluntad, y así ejercer un dominio —sin saber exactamente que es sobre sí mismo que desea ejercerlo— pero en términos de desarrollo humano, en la vejez no debería caber la tristeza, ni la desolación ni la desesperación que menciona la teoría de Erickson —que en la experiencia, es plenamente comprobable—, en un utópico, no debería.

Las generaciones pasadas nos dejaron legados inéditos en la consciencia pero muy arraigados en lo lingüístico de lo inconsciente. Las generaciones venideras ya nos imitan a nosotros como viejos y como sabios. Tal vez, bajo esta consideración, sería preciso no dejar pasar la oportunidad de recapitular la postura experiencial que cada uno mantiene frente al espejo, para poder llegar a forjar, a implicar y entretejer con los que vienen el cimiento que pronto legaremos, cuando viejos, en los años en los que la sabiduría duerma con nosotros.

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Cine

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Rafael Flores Correa

Il Postino (El cartero) Nefelibata gris

Taller literario De Cara al Caracol

Il Postino o El cartero de Neruda, es una película italiana de 1994 basada en la novela Ardiente paciencia, escrita por Antonio Skármeta. La dirección está a cargo de Michael Radford y se encuentra ambientada en la Isla Salina de Italia durante los años 50.

Mario Ruoppolo (Massimo Troisi) es un joven introvertido que vive y trabaja con su padre, quien se dedica a pescar en el mar, sin embargo presenta problemas para desempeñar tal labor, por lo que su padre le sugiere que busque otro trabajo.

Mario se entera de la llegada del poeta chileno Pablo Neruda (Philippe Noiret) a la isla, —exiliado de su nación a causa de sus ideas comunistas—, consigue trabajo como cartero, pero para su sorpresa el único que recibe correo es el mismo Neruda, al que reconoce como un poeta amado por las mujeres. Al entregarle la correspondencia nota algo distinto en él que lo hace destacar y reconocerlo como un poeta, además de que quienes le envían cartas son solo mujeres. Mario se interesa por la poesía de Neruda, al que aprovechando que le lleva el correo, también pide consejos y platica sus dudas sobre lo que lee. Comienza a aprender sobre la poesía teniendo a Neruda como maestro, pero sobre todo cuando conoce a una mujer de la que le cuenta que está muy enamorado y le pide desesperadamente ayuda para conquistarla mediante las metáforas de la poesía. Así surge una amistad entre ambos. A Neruda le conmueve la ingenuidad y curiosidad de Mario, quien aprecia todos sus consejos y descubrirá cómo aprovechar su sensibilidad y a su musa para poder desarrollar su propia poesía.

Algunos datos:

Daniel Catán, compositor mexicano, escribió una ópera basada en la obra.

El guionista y protagonista Massimo Troisi pospuso una cirugía cardíaca para poder terminar con la filmación. Al día siguiente de que concluyera la misma, sufrió un ataque cardíaco que le provocó la muerte.

Ha sido galardonada con más de 25 premios internacionales, entre los que destacan el Premio David di Donatello al mejor montaje (1994), Premios BAFTA a la mejor película de habla no inglesa, mejor dirección y mejor música (1995), Premio Cóndor de Plata a la mejor película extranjera y un Premio Oscar a la mejor banda sonora.

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Hombre mirando al sudeste Nefelibata gris

Taller literario De Cara al Caracol

De qué lado de la perspectiva está la verdad y de cuál la locura, un pensamiento que me queda después de ver Hombre mirando al sudeste, película argentina de 1986 escrita y dirigida por Eliseo Subiela.

El Doctor Julio Denis (Lorenzo Quinteros) trabaja en un hospital psiquiátrico mostrándose apático e indiferente con los pacientes, resignado a que los tratamientos controlen sus delirios, hasta que aparece un nuevo individuo, Rantés (Hugo Soto), quien no estaba en los registros y asegura haber llegado en una nave. Se comporta analítico y enigmático, pero la primera suposición del doctor es que se trata de otro prófugo ocultándose e inventó una historia ridícula como excusa, así que le sugiere que se marche y no llamará a la policía, pero éste sigue firme a lo que dijo y permanece en el hospital. Justifica haber aparecido allí por ser el mejor lugar para decir la verdad, ya que en cualquier otro no le creerían y terminarían mandándolo allí mismo.

El Doctor observa como Rantés permanece inmóvil aislado en el jardín, observando durante horas, concentrado y perdido en un lugar lejano, pero no cree que sea hacia el exterior, sino en su interior, una introspección. Conversa con Rantés y le pregunta el motivo de tal acción y éste responde que recibe y transmite información. El Doctor insiste en que es un simulador, pero Rantés trata de explicarle en términos que pueda entender, asegurando ser algo muy complejo para lo que el humano aún

resulta ser todavía prehistórico. Afirma ser una especie de proyección holográfica, como una réplica de un humano, excepto por una cosa: no puede sentir.

Después de analizar las huellas digitales de Rantés para averiguar su identidad, se revela que no hay datos sobre él, lo que despierta el interés del Doctor. Siguiendo con las preguntas y algunos test de inteligencia, se descubre que no es un enfermo mental, se trata de un genio quién no presenta ningún problema, excepto decir que viene de otro planeta.

Mientras más platica el Doctor con Rantés, surgen incógnitas y la situación se vuelve más compleja, pero con algo de coherencia. Esto genera el caer a los supuestos delirios que esconden verdades y consumirán la atención del Doctor hasta dudar si creer o seguir buscando una respuesta que parece no existir. Ya no se trata de curar a un enfermo mental, sino entender una onírica hipótesis que sin tener un fundamento sólido, se compone de simples observaciones a las que no se les da la atención que debería. Simultáneamente Rantés trata de cumplir una misión, que ni la mente brillante que posee puede dar una razón y sin contemplarlo será parte de una metamorfosis hacia una triste realidad que no puede cambiar.

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Música

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Rafael Flores Correa

Erik Satie: ¿maestro de lo excéntrico o solo un perseverante? Iris Baltazar

I have come into the world very Young into an era very old

Erik Satie

Fue niño prodigio, genio incomprendido, sufrió mucho y era amigo de Debussy...

Erik Satie, compositor y pianista francés nacido en Honfleur, Calvados, Francia el 17 de mayo de 1866.

Estudia en el Conservatorio de París la carrera en piano a la edad de 40 años, entrando en las examinaciones

con sobresalientes.

Sabemos, de varias fuentes, que el compositor no era santo de la devoción del estudio clásico, pero

aún así, el manifiesta su deseo de volver a las aulas, por lo que en 1905 se matricula en la Schola Cantorum de

Vincentd'Indy, si bien, nadie daba crédito, esto lo hizo por dos cosas: estaba cansado de que le dijeran que sus

armonías eran erráticas y estaba convencido de que una de las características de la música francesa era la

claridad.

Es reconocido como uno de los principales quebrantadores del siglo XIX debido a la forma en que

empieza a componer su música, alejándose completamente de los cánones normales y centrando su música

principalmente en la creación para escenarios, y aún así es conocido como uno de “Les Six", grupo de artistas

franceses de gran influencia en su tiempo, pues entre sus más grandes seguidores encontramos a su amigo

Claude Debussy, Stravinsky y Ravel.

Es un hombre, como muchos otros grandes, que vivió en un cambio de siglo, y quien al igual que

Debussy y Schönberg propuso algo completamente nuevo y quebrantador de todas las reglas conocidas,

además de creador de otras nuevas, que en cierta manera influenciarían a grandes y pequeños, al pueblo y al

gobierno, a contemporáneos y a futuros. También encontramos que, al igual que Debussy, este personaje fue

contemporáneo de Charles Baudelaire, poeta maldito quien se centraba en la cuestión de la NO EVASIÓN DE

LA REALIDAD, teniendo como cuestiones principales el manejo del flaneur, el dandy, el ser escindido y el ser

desgarrado; hablando de cosas simples pero reales, así también era la música de Satie, quien aunque tuvo una

educación musical a medias y sus composiciones pianísticas eran pequeñas, fue el creador de cosas

totalmente nuevas y con títulos realmente excéntricos tanto como sus obras y el manejo de la armonía y el

uso de escalas inusuales, presentando así su forma tan extravagante y multifacética.

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Aunque el hecho de las creaciones que representan el rompimiento con el romanticismo francés son

una de las grandes batutas que se le otorgan, también debemos recordar que encontramos que fue el primero

en utilizar elementos del jazz y el ragtime para muchas de sus obras, de ahí el carácter extravagante y poco

normal de las mismas; claro ejemplo es La Belle Excentrique (1920) donde se aclara con mucho, además, el uso

de la música de cabaret en la que trabajó durante un buen rato.

De entre sus trabajos importantes encontramos su fuerte colaboración con la compañía de Diaghilev,

pues en conjunto con Jean Cocteau, empezó a trabajar en una puesta en escena de la obra de Shakespeare

Sueño de una noche de verano, pero el que le dio salto en grande fue el trabajo en el ballet Parade, el cual se

estrenó en 1917 en el ballet ruso de Diaghilev, con decorados y vestuario de Pablo Picasso y coreografía de

LéonideMassine. Importante es el hecho de las relaciones que forjó durante su estancia en la compañía, pues

gracias a Picasso, Satie conoció a cubistas como Georges Braque, y más tarde, una vez separado del grupo de

los seis, conoce a TristanTzara.

Cabe destacar que de entre sus obras importantes, aparte de las antes mencionadas encontramos a las

Sarabandes (1887) y las Gymnopédies (1888), las cuales figuran de entre sus primeras composiciones, y cuyos

pianos son sutiles y sencillos, sin toda la parafernalia del romanticismo, pues estas provienen del mero placer

de hacer música para el disfrute del oído, no para lucir un virtuosismo que rayaba en la exageración.

No debemos olvidar que no se trata de lo que influenció sino de cómo en base a su esfera de cultura

encontramos cosas magnánimas y que son parteaguas para otras grandes obras.

El compositor muere en Arcueil, Francia el 1º de Julio de 1925.

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El videoclip Alberto Bautista Reina

El videoclip (o video musical) es un producto cultural que por años se ha trabajado con el propósito principal de mezclar la música con la publicidad. Éste, se ha consolidado como un fenómeno que evolucionó a partir de la experimentación artística.

En los años setenta, el vídeo se convirtió en el soporte más adecuado para la creación y la experimentación artística, como ya ocurrió con las primeras vanguardias cinematográficas (surrealismo, futurismo, impresionismo) y lentamente se fue configurando una modalidad videográfica, un medio con sus propias características como vehículos de expresividad (Sedeño, 2008:122).

A pesar de proliferar de manera artística, el videoclip ha tenido un gran impulso como herramienta de publicidad, y también ha variado según la cultura donde se desarrolle. En el caso de Norteamérica, y particularmente en Estados Unidos, el video musical cobra fuerza a través de la relación entre la televisión y la industria musical. De esta forma, se concibe un nuevo material capaz de difundir tendencias en las sociedades modernas.

De manera general se destacan dos aspectos del videoclip, los cuales son: la “creación de contenido” y la “forma de difusión”.

La “creación de contenido” se refiere al contenido del material audiovisual, ya que dependiendo del objetivo del videoclip, el contenido puede variar. Por tal motivo, hacer una lista de los tipos de contenido sería algo muy extenso y ambiguo. Sin embargo, se puede hacer una separación muy general al respecto. Por una parte están los videoclips que priorizan la creación artística y la creatividad, considerando el fin publicitario, sin arriesgar la parte artística y creativa del contenido. Por otro lado se encuentran los videoclips que priorizan más la difusión de publicidad, tanto del artista como de varías marcas comerciales. De esta forma se puede crear un proyecto audiovisual para un videoclip que arriesgue su coherencia por proyectar alguna marca de ropa, comida, telefonía, etc.

La “forma de difusión” se trata de los canales por los cuales se proyectan los videoclips, aunque el cambio no ha sido tan variado en los últimos años, si ha sido de gran impacto. En los años ochenta la principal forma de ver un videoclip era atreves de la televisión, en la actualidad el internet otras vías de difusión. Sin embargo, el impacto no solo recae en el dispositivo donde se trasmiten, sino que afecta la manera de producción de los videos musicales, así como el manejo de la publicidad. De cierta manera, el videoclip se adapta a las nuevas tecnologías y al contexto cultural para cumplir su función.

Lo mencionado anteriormente sólo es una observación superficial de todo lo que se puede analizar sobre el videoclip, ya que, aunque la mayoría del material se haga con fines publicitarios y de entretenimiento, éste forma parte de los productos culturales que una sociedad consume e interpreta.

Bibliografía

Aguilera, Miguel., Adell, E. Joan., Sedeño, Ana (2008). Comunicación y música: Lenguaje y medios. Barcelona: UOCpress.

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Rafael Flores Correa

Rafael Flores Correa

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