04 cronistas contemporáneos historia institutos etnológicos r pineda 2009

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    CRONISTASCONTEMPORNEOS.HISTORIADELOSINSTITUTOSETNOLGICOS

    DECOLOMBIA(1930-1952)Roberto Pineda Camacho1

    A la memoria de Justus Wolfram Schotelius y su esposa Carla

    Presentacin

    Este ensayo se concentra en el estudio de la institucionalizacin de la Etnologa enColombia, a partir de la fundacin del Instituto Etnolgico Nacional2. Se enfocaen algunos de sus antecedentes en la dcada de los aos treinta del siglo pasado y

    en el proceso de creacin de una red de centros de investigacin etnolgica duran-te la dcada de los aos cuarenta de la misma centuria, sealando algunas de susms relevantes contribuciones y resultados. No pretende ser un ensayo exhaustivoy deja de lado significativos aspectos de la labor de los Institutos Etnolgicos o desus miembros; por ejemplo, apenas hacemos unos rpidos comentarios sobre la

    participacin de los noveles etnlogos en el movimiento indigenista colombiano

    1 Profesor Titular del Departamento de Antropologa de la Universidad Nacional. Correoelectrnico: [email protected].

    2 Antes de la existencia de dichos institutos hubo en Colombia una tradicin signicativa deestudiosos colombianos y extranjeros sobre el pasado prehispnico y algunas de las sociedadesindgenas contemporneas, antecedentes de la labor americanista de los aos 1930 y 1940. Alrespecto, pueden consultarse Botero (1994 y 2007); Langebaek (2003 y 2009), entre otros textos.Sobre la antropologa neo tomista de la Regeneracin y de la llamada Repblica conservadora,ver Reyes (2008). En Garca (2008) se encuentra un reciente balance y la comparacin de losescritos de los acadmicos vinculados a la Academia Colombiana de Historia fundada en 1902que publicaron diversos escritos relacionados con las antigedades de los indios y los indgenascontemporneos, en el ya centenario Boletn de Historia y Antigedades, de la AcademiaColombiana de Historia, y los textos etnogrcos presentados en la Revista de Etnologa del

    Instituto Etnolgico Nacional. El Instituto Pensar de la Universidad Javeriana public dos grandesvolmenes sobre el Pensamiento social colombiano en el siglo XX con mltiples biografasrelevantes para la historia de la antropologa en la primera y segunda mitad del siglo XX.

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    del perodo que nos ocupa. Hemos omitido, asimismo, el pertinente acpite so-bre los estudios de las culturas populares, que bajo el apelativo de folclor fueron

    coordinados por dicho Instituto a partir de 1945, cuando la Comisin Nacio-nal de Folclor se anex al mismo3. Tampoco abordamos el estudio del desarrollode los museos asociados a los citados institutos, sino slo tangencialmente. Nosconcentramos sobre todo en la vida y labor de tres de ellos Nacional de Bogot,Cauca (Popayn) y Magdalena (Santa Marta) como paradigmas de los retos y

    problemas de la naciente etnologa profesional en Colombia; en menor medida,aludimos al Servicio Etnolgico de Antioquia y al Instituto de Investigacin Et-nolgica del Atlntico.

    Los Institutos Etnolgicos fueron el fruto de la poltica educativa y culturalde la Primera Repblica Liberal (1930-1945) (sobre todo, de los gobiernos de Al-fonso Lpez Pumarejo y Eduardo Santos) o del clima intelectual generado por losgobiernos liberales y la Segunda Guerra Mundial; tambin fueron el resultado delas tendencias culturales y de identidad en Amrica Latina y de ciertos sectoresde la sociedad colombiana. La poltica liberal impuls la formacin de lo que hasido llamado por Carl Langebaek El Estado Etngrafo pero el xito del proyectose debi en el nivel microhistrico a la vocacin y al sacrificio personal de losinvestigadores; y al diseo de una poltica de formacin e investigacin cientfica

    clara y coherente impulsada por Paul Rivet como director y fundador (junto conGregorio Hernndez de Alba) del Instituto Etnolgico Nacional, en Bogot.

    Aunque forma parte de la historia virtual, uno se pregunta qu hubiese pa-sado si Paul Rivet no se hubiera exiliado en Colombia, en febrero de 1941, porinvitacin del presidente Eduardo Santos, su amigo personal. Desde la llegadade Rivet hasta la fundacin del Instituto Etnolgico apenas pasaron unos pocosmeses, tiempo rcord en la paquidrmica institucionalidad colombiana. La grancapacidad organizativa de Rivet, su prestigio, su acceso al presidente Santos, fue-

    ron junto con la presencia de destacados intelectuales y profesores colombianosy extranjeros fundamentales para el arranque y xito del proyecto4.

    El gran americanista francs permaneci dos aos en nuestro pas. No obstan-te las dificultades, la poltica concebida por el fundador fue mantenida hasta 1952

    por los dos nuevos directores (Jos de Recasens y Luis Duque Gmez) del Instituto

    3 Pertinentes observaciones sobre la relevancia de los estudios sobre el folclor durante el perodoque nos ocupa y, en particular, sobre la Encuesta Folclrica Nacional de 1942 se encuentran en

    Silva (2005).4 Con relacin a la vida y obra de Rivet, Christine Laurire (2008) realiz una profunda biografa,que es a la vez una amplia historia de la etnologa francesa de la primera mitad del siglo XX.

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    Etnolgico Nacional. A pesar de ciertas diferencias aqu y all, los nuevos institutosetnolgicos de las otras regiones del pas mantuvieron el mismo modelo y entu-

    siasmo inicial; se privilegi la investigacin de los pueblos vivos, aunque no sedescuid el trabajo arqueolgico, base para la invencin de la memoria nacionalms all de los tiempos colombinos. Los Institutos Etnolgicos organizaron expedi-ciones etnogrficas y arqueolgicas, muchas de las cuales conformaron verdaderosejemplos de investigacin colectiva y multidimensional; la presencia simultnea deetnlogos y etnlogas les permiti acceder a diferentes dimensiones de la vida co-lectiva de los pueblos aborgenes y de otras comunidades.

    El resultado de estas expediciones fue divulgado en revistas, peridicos,conferencias, libros, museos y en otros escenarios. Tambin se tradujo, aunque enmenor medida, en polticas sociales y programas de tipo social.

    La dcada de los cuarenta del siglo pasado fue la Edad de Oro de la antro-pologa, no slo porque all estuvieron los orgenes de la antropologa profesionalen Colombia sino porque es difcil encontrar en la historia de la antropologa ennuestro pas e incluso en Amrica Latina una contribucin mancomunada ycolectiva tan densa y comprometida. La antropologa, si bien impulsada por elEstado o por las universidades o gobernaciones a escala regional, pronto plante aese mismo Estado el reto de abrir nuevos senderos, nuevos caminos, que implica-

    ban la transformacin de sus imaginarios, ideologas y prcticas institucionales.Como es usual, un texto siempre tiene muchas deudas intelectuales. Entre

    las personas que ms han contribuido a la redaccin de este ensayo quisiera des-tacar a doa Alicia Dussan de Reichel-Dolmatoff, por sus valiosos comentariosacerca de la formacin de los antroplogos en el Instituto Etnolgico Nacional, su

    propia biografa intelectual y la configuracin del Instituto Etnolgico del Mag-dalena; Clara Isabel Botero, directora del Museo del Oro, puso a mi disposicin,de manera generosa, gran parte de la correspondencia enviada por los antroplo-

    gos Gregorio Hernndez de Alba, Luis Duque y Jos de Recasens a Paul Rivet,la que laboriosamente encontr en el Museo del Hombre, en Pars; Clara Isabeltambin me permiti consultar un conjunto de documentos del Instituto Etnol-gico del Cauca que reposan en el archivo institucional de Universidad del Cauca.La tesis de Jimena Perry (1994) y sus anexos documentales fueron tambin perti-nentes para este trabajo5: muchos de los comentarios acerca de la vida y obra deGregorio Hernndez de Alba aqu efectuados han sido tomados de su obra y de

    5 El trabajo biogrco fue publicado por la Universidad de los Andes (Perry 2006). Los anexos seencuentran disponibles en lnea en la biblioteca de la misma universidad. Los originales tambinreposan en la Biblioteca Luis ngel Arango, del Banco de la Repblica (Bogot).

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    los documentos escritos por el citado antroplogo que conforma el segundo volu-men de su tesis (aqu referenciado como anexo vol. 2). Carlos Hernndez de Alba

    gentilmente comparti conmigo sus recuerdos de aos de infancia y adolescenciaal lado de Gregorio, su padre, y de Helena Ospina, su madre.

    Los informes de los directores del Instituto Etnolgico Nacional, del Caucay del Magdalena que reposan en la Biblioteca del ICANH Instituto Colombia-no de Antropologa e Historia fueron, asimismo, destacadas fuentes para estetrabajo. Igualmente, debo mencionar la colaboracin e informacin de otros co-legas: Carlos Uribe T., Hctor Llanos, Aurita Reyes, Augusto Gmez, ArmandoMartnez G., Gloria Isabel Ocampo, Margarita Serje, quienes en diversa formame apoyaron con comentarios e indicaciones. Los estudiantes de los cursos de

    Antropologa en Colombia, en la Universidad Nacional, tambin tienen su cuotaen este ensayo, as como el Grupo de Historia de la Antropologa en AmricaLatina y Colombia.

    Finalmente, quiero destacar que, dada la naturaleza de este ensayo, con finesprincipalmente divulgativos, he credo oportuno presentar solamente algunas delas principales fuentes bibliogrficas sobre el perodo y tema que nos ocupan, lascuales son referenciadas en el texto solamente cuando ha sido estrictamente nece-sario. Como toda historia, se construye sobre los hombros de otros investigadores

    que desde diferentes perspectivas han enfocado nuestros temas y problemas deinters.

    1935: ao mgico de la antropologa en Colombia

    El gobierno de Alfonso Lpez Pumarejo impuls polticas novedosas y revolucio-narias en el sistema educativo nacional, promoviendo el acceso de la mujer a laeducacin secundaria y universitaria. En este marco, se reorganiz la Universidad

    Nacional de Colombia; se conform su actual campus universitario (la CiudadUniversitaria en Bogot) y se estableci en 1936 la Escuela Normal Superior,que pronto estara bajo la rectora de Francisco Socarras, y en cuyo contexto seimparti una formacin avanzada en ciencias sociales; asimismo, en la Facultadde Derecho de la Universidad Nacional sus estudiantes recibieron cierto grado deformacin en este campo.

    Es posible que las luchas de los indgenas del Cauca y del Tolima y de otrasregiones de Colombia durante las primeras dcadas del siglo XX hayan visibili-zado su presencia ante el pas nacional. Durante la dcada de 1910, Quintn Lameorganiz a los terrajeros y a otros indgenas del Cauca, llevando a cabo un verda-dero alzamiento indgena en la regin. A partir de 1925, en diferentes regiones de

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    Colombia los indios se volvieron comunistas y sus luchas formaron parte de losmovimientos obreros y campesinos de vanguardia; la expedicin de la Ley 200

    de Tierras, en 1936, agit el problema en torno a las tierras de los indios; aunqueen muchos casos dicha disposicin paradjicamente llev a la expulsin de losaparceros e indios terrajeros, cre cierta sensibilidad entre ciertos funcionarios eintelectuales, en los niveles regional y nacional, sobre el problema de sus tierrasy comunidades.

    El inters porque el Estado desarrollase una aproximacin propia hacia losindios pudo estar mediado igualmente por cierta desconfianza liberal ante el or-den religioso catlico, y su monopolio de la relacin con los indios, debido alrgimen de las misiones catlicas, sancionado por la Constitucin conservadorade 1886, el Concordato de 1887 y la firma de los Convenios de Misiones en 1903y 1928.

    Asimismo, los movimientos artsticos y literarios mundiales y continentalestambin sensibilizaron a parte de la lite colombiana frente a la condicin de losindgenas. Las vanguardias europeas, el muralismo mexicano y la literatura indi-genista influyeron en Colombia (a travs del Movimiento Bachu) con respecto ala significacin de los indios y la definicin de la identidad nacional (Pineda M.2003). De otra parte, los Siete ensayos sobre la realidad peruanade Luis Carlos

    Maritegui, de 1928, o Huasipungo,de 1934, de Jorge Icaza, fueron una buenacombinacin para fomentar una nueva conciencia sobre la naturaleza social del

    problema del indio6.

    En este contexto, no debe sorprendernos que entre 1934 y 1937, el Ministeriode Educacin elaborara elManual compendiado de Etnografa sobre los indge-nas de Colombia, que refleja las concepciones modernas de la cultura y de la et-

    6 Asimismo, es posible paradjicamente que las ideas sobre la supuesta decadencia de la razaen boga durante los primeros aos del siglo XX hayan inuido en las decisiones de estudiara los indgenas y a otros grupos sociales. La inuencia de esas ideas, que Carlos Pramo hallamado fascistas impregnadas de la conviccin de la decadencia de Occidente, indujo a

    plantear posibles soluciones para la regeneracin de nuestras razas la espaola la india, lanegra mediante selectivas migraciones europeas, que contrarrestaran las deciencias de lasrazas existentes en Colombia; sin embargo, se excluyeron de dicha poltica de inmigracin alos judos y a otras razas de color, y se propuso evitar la mezcla de indios y negros, cuyoproducto, los zambos, supuestamente heredara los estigmas de inferioridad de sus progenitores(Pramo s. f.). No obstante, estas ideas que en gran parte comparta Luis Lpez de Mesa, elministro de Educacin del primer gobierno de Lpez Pumarejo y responsable en gran medida dela nueva poltica cultural se vieron enfrentadas, aunque no del todo superadas (en una especie

    de coexistencia y de injertos de diferentes grados y naturaleza), por las nuevas mentalidadesque fundaran, como veremos, en el concepto de cultura y no de raza unas nuevas formas derepresentacin del pas y de sus gentes.

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    nografa de su poca: Desde el primer prrafo se afirmaba sostiene Carl Lange-baek que la Etnografa era la disciplina que estudiaba la cultura de los pueblos,

    en busca de las leyes fundamentales del origen de las culturas y su desarrollo,y, a regln seguido, se trataba de establecer de modo conveniente la direccin quese deba dar a los primitivos para incorporarlos econmica y socialmente de unau otra forma a la Sociedad (Langebaek 2009, 187).

    El estudio de la cultura se defini en trminos de la escuela histrica-cul-tural: para el efecto, convena analizar sus prstamos, difusiones, invenciones,mutuas influencias. Los indios no eran primitivos sin cultura [] no se tratabade gente de mal genio caracterizada por instintos criminales (Langebaek 2009,2: 187). Al contrario, se poda aprender de ellos en algunos campos, por ejem-

    plo, el botnico; pero elManualtambin pretenda, finalmente, que el etngrafocumpliera con la tarea encomendada a las Misiones durante los gobiernos con-servadores (Langebaek 2009, 2: 188).

    En 1935 el Ministerio de Educacin, bajo la direccin de Luis Lpez deMesa, contrat al etnlogo sueco Gustaf Bolinder como profesor de la Universi-dad Nacional. Bolinder era ya para la poca un reconocido investigador que habarealizado un trabajo pionero en Colombia, entre los indios ijka de la Sierra Neva-da de Santa Marta. Lleg en 1914, a los 26 aos, a San Sebastin de Rbago (hoy

    Nabusimake) con su joven esposa y su pequea hija (que haba nacido en SantaMarta), donde permanecieron durante un ao, para establecerse como indios en-tre los indios, legndonos una monografa de gran inters,Los indios de las mon-taas tropicales cubiertas de nieve,de 1925, sobre este pueblo serrano, y tambinvisit otros grupos del norte de Colombia (Uribe 1987). Regres nuevamente aSan Sebastin de Rbago a finales de 1920, con su esposa, para realizar una pel-cula sobre los ijka. Entonces el etnlogo sueco pudo constatar la influencia de laMisin Capuchina, que haba llegado tan slo unos pocos aos atrs:

    En otros tiempos los mayores se reunan en la plaza para hacer sus consejos. En esamisma plaza ahora sus hijos besan el adornado anillo del obispo. La misin capuchinase ha radicado en el pueblo y todos los nios de la tribu han sido enviados al internado[] Seguramente ahora estn muy bien dotados para librar las batallas de la vida. Perola vida indgena se ha ido para siempre, sostena. (Uribe 1990, 183)

    Entonces como ha anotado Uribe pens que en un tiempo relativamente re-ciente la cultura ijka sera recordada nicamente en cine y en las fotos que tomara.

    Durante esta segunda expedicin, Bolinder visit nuevamente a los chimi-la, del ro Ariguan, donde igualmente hizo un corto documental etnogrfico y

    profetiz tambin equivocadamente su inminente desaparicin (Uribe 1987;Bolinder [1924] 1987).

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    cionarios e intelectuales de la necesidad de impulsar la etnologa y la arqueologamodernas en nuestro pas.

    Pero el asunto no era exclusivo de la capital. Tambin en 1935, la Universidaddel Cauca envi al ingeniero y gelogo Georg Burg a la regin de Tierradentro, enel departamento del Cauca, con la meta de explorar sus monumentos y otros ves-tigios culturales, y contrarrestar la accin de los guaqueros, algunos de los cualesoperaban en el Cauca y otras zonas de Colombia con permiso oficial, a pesar de laexistencia de diversas disposiciones legales de proteccin al patrimonio arqueol-gico8. Su visita se motivaba en la peticin que el gobernador del Cauca, Alfredo

    Navia, haba hecho a la Universidad del Cauca para que enviase un investigadora dicha regin. Navia haba visitado la zona meses antes y penetr en uno de sushipogeos, percatndose de la importancia del sitio.

    Aunque Tierradentro no era completamente desconocido por ejemplo, en1887 el general Carlos Cuervo Mrquez (1920) visit la zona, la comisin deBurg era un indicio de los nuevos tiempos, de la necesidad de que los expertosasumieran su descripcin. Su informe preliminar, publicado en la revista Popa-

    yn, resalt la importancia de los hipogeos y la relevancia del sitio para estudiarla evolucin de las razas y las culturas. All hall un crneo antiguo reproducidofotogrficamente en la revista, que se atribuy a un verdadero hombre primitivo

    que existi hasta tiempos relativamente jvenes (Burg 1935).

    Los informes de Burg tuvieron una repercusin nacional: la Revista de lasIndias, rgano del Ministerio de Educacin, divulg sus descubrimientos, en juliode 1936, destacando la dificultad de acceso al lugar (de Silvia a Inz no slo habaque pasar el pramo de Moras, sino transitar a caballo seis horas a travs de uncamino de herradura); asimismo, se resalt la presencia de una poblacin indge-na Pez, pero sobre todo se reprodujeron bellos croquis de las tumbas, detalles delas decoraciones y de los techos de las tumbas y fotos de algunas estatuas. Eran

    verdaderas obras de arte!Pero tambin en el ao mgico de 1935, un ao simblico de una ruptura

    epistemolgica, el gran Marcelino de Castellv misionero capuchino fundadory director del CILEAC (Centro de Investigaciones Lingsticas y Etnogrficas dela Amazonia Colombia) public, a instancias de diversos intelectuales DanielSamper Ortega (director de la Biblioteca Nacional), el rector del Universidad delCauca, el maestro Guillermo Valencia, Arcesio Aragn y Santiago Arroyo (delCentro de Historia de Popayn), en la revistaPopayn, un Plan para una orga-

    8 Ver, al respecto, Duque Gmez, t. I, 1955, anexo I.

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    nizacin de investigaciones metdicas en ciencias antropolgicas presentado alMinistro de Educacin Nacional; all llam la atencin acerca de la necesidad

    de estandarizar los mtodos de encuesta en terreno (de hecho, l publicara dosmanuales al respecto) para poder realizar verdaderos estudios comparados; y so-bre la urgencia de investigaciones lingsticas y etnogrfica, ante la inminentedesaparicin de lenguas y culturas, trminos que l mismo utiliz en su informe:

    La urgencia de salvar los Archivos de documentos histricos es igual a la de investigarArchivos vivientes como son no slo los indgenas de las Comisaras, sino tambin elpueblo Civilizado de los Departamentos, cuyo Folklore a veces evoluciona tan rpida-mente que amenaza ser ya demasiado tarde para recogerlo [] Ahora o nunca! Es laproclama de varias ciencias nacionales. (Castellv 1935)

    Las reflexiones de Castellv tenan un buen fundamento, ya que como direc-tor del CILEAC establecido en 1933 en el valle del Sibundoy promovi entrelos misioneros capuchinos del sur de Colombia numerosas investigaciones en elcampo de la lingstica, la historia, la etnografa, el montaje de un museo, unafototeca, y, como se advirti, dos manuales de investigacin lingstica y etnogr-fica. Tambin en 1940 fund la revistaAmazonia Colombiana Americanista, quedivulg los resultados de sus trabajos9.

    Una arqueologa heroica a caballo o a lomo de mula

    Aunque la actividad de la Sociedad Colombiana de Estudios Arqueolgicos yEtnogrficos fue muy corta tan efmera como la de la Sociedad de Natura-listas, fundada casi 80 atrs por Ezequiel Uricoechea en Bogot, su impactofue considerable. En su seno se plante la conveniencia de organizar programasde formacin de etnlogos y otros especialistas, la realizacin de la ExposicinArqueolgica y Etnogrfica del ao 1938 (con ocasin del IV Centenario de la

    fundacin de Bogot); y, quizs, el establecimiento del Servicio ArqueolgicoNacional, creado en mayo de 1938, con el fin de investigar, divulgar y proteger elpasado prehispnico.

    Por otra parte, el reciente redescubrimiento de Tierradentro llev a que elMinisterio de Educacin enviara a Gregorio Hernndez de Alba, como perito ar-quelogo a metodizar y continuar tales trabajos10; Gregorio viaj con su esposa ysus pequeos hijos (Carlos y Gonzalo) y la familia se instal en Inz, en una casa

    9 Cf.RevistaAmazonia Colombiana Americanista, t. I, No. 1-3. 1940.

    10 Cf.Prez de Barradas (1937); Hernndez de Alba sobre Tierradentro (1938a y 1938b).

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    con techo de paja. Mientras que Gregorio excavaba, y tambin tomaba nota de lavida de los paeces, su esposa, doa Helena Ospina, Helenita, no slo cuidaba

    de sus pequeos hijos, les imparta ciertas clases, sino que tambin interrogaba alas mujeres indgenas sobre temas tabs (por ejemplo, las pautas alrededor dela menstruacin) para los hombres, segn instrucciones de su esposo; con ocasinde la identificacin y apertura de una tumba, el arquelogo, su mujer y sus nios,

    junto con trabajadores y otras personas, celebraban con alegra. Con una linternao una lmpara de petrleo, enfocaban los interiores y diseos realmente mara-villosos de los hipogeos. Al principio, algunas de las estatuas que haban sidorecuperadas y erguidas eran otra vez echadas al suelo por pobladores annimos;quizs porque las asociaban a los pijaos, antiguos enemigos de los paeces y sm-

    bolos de la contaminacin y de la enfermedad (el sucio).Entretanto, el Ministerio de Educacin contrat al ya veterano arquelogo

    espaol Jos Prez de Barradas, director del Museo Municipal de Madrid; el19 de agosto de 1936 Hernndez de Alba se enter sorpresivamente, en Tierra-dentro, de su arribo a Colombia, por una carta de Jorge Zalamea. El arquelogoespaol ya cuarentn pronto se sum a los trabajos de campo en ese lugar.Los resultados fueron publicados en laRevista de las Indiaso por el Ministeriode Educacin11. Para el arquelogo espaol fue la oportunidad de visitar un pasque ya desde joven lo haba cautivado, a travs de la lectura de algunos grandesviajeros.

    Al ao siguiente se organiz una expedicin a San Agustn conformadapor Jos Prez de Barradas, jefe de la expedicin; Gregorio Hernndez de Alba yLuis Alfonso Snchez, de la Escuela de Bellas Artes, ms dos estudiantes, de lacual se obtuvieron relevantes resultados. Previamente, el Gobierno nacional habacomprado algunos terrenos en San Agustn, y era necesario ampliar el conoci-miento de la regin, visitada 25 aos atrs en 1913 por Teodoro Konrad Preuss(cuya importante obra,Arte monumental prehistrico,publicada inicialmente en

    alemn en 1929, fue traducida al castellano en 1931 por Csar Uribe Piedrahta yHermann Wadlde-Waldegg).

    Preuss gast 14 das en arribar, en canoa y a caballo, desde la localidad dePurificacin, en el Tolima, hasta el pueblo de San Agustn. Hernndez de Alba

    11 Entre 1918 y 1936, Prez de Barradas realiz diversos trabajos de campo en el valle de Manzanares,descubriendo el pasado de esa regin. Por entonces, adems de sus publicaciones cientcas,escribi un texto introductorio,La infancia de la humanidad, de 1928. Posteriormente, se interes

    en mltiples temas relacionados con el pasado prehispnico de Colombia: el arte rupestre, losmuiscas, la orfebrera, las plantas medicinales y alucingenas. Fue, sin duda, un investigadorserio y concienzudo.

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    efectu el trayecto en tres das: el primer tramo (Bogot-Neiva) lo hizo en fe-rrocarril: el segundo da de viaje, con escala final en Pitalito, se realizaba en

    automotor (bus, o quizs una chiva); el tercer da, a caballo. Uno de los ltimostrayectos desde Timan en adelante haba que recorrerlo a caballo, bordeandolos afilados riscos de la cordillera arriesgando la vida, con el ro Magdalenasurcando al fondo las montaas todava cubiertas de bosque.

    Prez de Barradas gast ms tiempo, casi 10 das de viaje: lleg el 27 demarzo de 1937; Hernndez de Alba ya se encontraba en el sitio:

    Apenas llegamos y a pesar de la fatiga de viaje mi mujer montaba por primer vez ypor mi parte no era grande la diferencia, nuestro primer afn fue averiguar dnde

    estaba la plaza para saludar, a la luz de la luna, a las estatuas que all se encuentrany que eran viejas conocidas nuestras a travs de los libros de Cuervo Mrquez y dePreuss. (Prez de Barradas 1943, 8)

    Igualmente, Hernndez de Alba se haba trasladado con su esposa y doshijos. Los dos investigadores permanecieron en terreno durante varios meses, encondiciones precarias para la vida familiar. Vivan en sendas casas en San Agus-tn (que estaba lleno de estatuas, no slo en la plaza central del pueblo, sino questas servan de cimientos a muchas casas). En el rancho de Prez de Barradas,la casa del espaol, doa Pura (su esposa) tuvo que cocinar a lo indio, sobretres piedras, en el santo suelo, hasta que consiguieron unos ladrillos y uno de los

    peones de las excavaciones pudo fabricar un hogar o fogn con aspecto de hornode cal (lvarez de Eulate s. f.)12.

    Las frecuentes lluvias no impedan el desplazamiento a caballo por los dife-rentes sitios arqueolgicos, ni tampoco detenan, salvo quizs en las temporadasde mayor pluviosidad, las excavaciones. Los hijos tambin participaban en lasvisitas a los diferentes lugares. Se desplazaban a caballo, en el mismo caballo desus padres, recuerda Carlos Hernndez de Alba.

    12 Muchos aos ms tarde, en Madrid, ya en el ocaso de su vida, Prez de Barradas y su esposarecordaran ante un antiguo discpulo algunas de sus aventuras en San Agustn. En ciertatemporada, Prez de Barradas decidi trasladarse a caballo, atravesar el macizo Colombiano (!),durante un recorrido de ms de una semana para observar ciertas estatuas de piedra localizadasen Ecuador; a su regreso se percat de que haba olvidado el pasaporte, y tuvo que esperarpacientemente su llegada; mientras tanto, un guerr illero de aquella poca intent extorsionara doa Pura: pero ella sac a relucir, segn el testimonio, su bra espaola haba nacido enPuerto Rico, hija de un general espaol protagonista de la guerra de Cuba y Melilla y lo espant:este acto le vali el nombre de Tigresa de los Andes entre los indios del lugar y los miembros

    de la cuadrilla de trabajadores. En otra ocasin, Prez de Barradas cay, de noche, en una delas tumbas que haban abierto; y de no habrsele ocurrido lanzar el sombrero hacia el borde de lasupercie, habra tenido que esperar un buen tiempo para su rescate (lvarez de Eulate s. f.).

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    Las investigaciones no se concentraron nicamente en el estudio de su es-tatuaria monumental, como lo haba hecho Preuss, sino que por primera vez en

    la historia de la arqueologa agustiniana y colombiana se hizo un bosquejo es-tratigrfico y se estudi con cierto detalle su cermica (informacin personal deHctor Llanos). Prez de Barradas tambin film las enigmticas estatuas y lasfuentes del ro Magdalena.

    Pero lo que pudo ser un buen comienzo de colaboracin internacional derivpronto en una seria polmica entre los dos investigadores, centrada en gran partepor lo menos en apariencia en la autora del descubrimiento de Lavapatas, queal parecer cada uno de ellos reivindicaba (todava en 1971, en su clase en la Uni-

    versidad de los Andes, Hernndez de Alba reiteraba la autora de este descubri-miento, que en realidad lo atribua a un miembro de su equipo de la expedicin)13.La polmica se expres tambin en acusaciones de parte y parte relacionadas conel desempeo profesional de cada uno de ellos en San Agustn, diferencias quealcanzaron a ventilarse pblicamente.

    Por una carta de octubre de 1937, sabemos que Hernndez de Alba decidiromper con Prez de Barradas y llevar a cabo sus propias investigaciones. Qui-zs ya desde entonces haba diferencias ideolgicas. Tal vez el mismo trabajo decampo fue un medio de cultivo para los conflictos entre los dos pioneros investi-gadores, y no sabemos si entre sus esposas14.

    A pesar de estos contratiempos, en mayo de 1938 se cre el Servicio Arqueo-lgico Nacional, por iniciativa de Gregorio Hernndez de Alba (en la Seccin deExtensin Cultural y Bellas Artes, del Ministerio de Educacin, a cargo de Gusta-vo Santos). Al ao siguiente de la exitosa Exposicin Arqueolgica y Etnogrficade 1938 (para la cual Hernndez de Alba [1938c] elabor un pionero catlogo delas principales regiones arqueolgicas de Colombia) se conform el Museo Ar-

    13 En su libro sobre San Agustn, Hernndez efectu el siguiente testimonio a este respecto: En eltranscurso de la Comisin arqueolgica de 1937 uno de nuestros trabajadores, Ernesto Gumis,infatigable pescador y cazador, trabajando un da junto a m me dijo que haba visto en la que-brada de Lavapatas, una rana esculpida y algunos canales. Estbamos a la bsqueda de un sapogigantesco que deba, segn Preuss, encontrarse en los alrededores de esta quebrada. Se decidienviar algunos hombres para que limpiaran el lugar de sedimentos y hojarasca [] (Hernndezde Alba 1978, 60).

    14 En 1946, Prez de Barradas public en Madrid un texto titulado Manual de antropologa, enel cual, si bien se adhera a la igualdad de las razas, plante que la espaola era la ms puray homognea (Langebaek 2009, 2: 193). Dos aos ms tarde, en Los mestizos de Amrica, de

    1948, sostuvo que el xito de los espaoles se haba dado, en buena medida, gracias a que lamujer indgena se haba sentido atrada sexualmente por el ibrico (Langebaek 2009, 2: 193); susposturas frente a la histor ia americana seran cada vez ms hispanistas.

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    queolgico y Etnogrfico de Colombia, con base en los materiales que ya poseael Museo Nacional, y en aquellos recopilados por los trabajos arqueolgicos men-

    cionados, o incluso con donaciones privadas15

    .Con ello se dio paso a la constitucin de una arqueologa nacionalista, como

    dira Marcela Echeverri, que tuvo el reto de modificar la valoracin y exaltacinde nuestro pasado prehispnico y nuestro horizonte histrico; y tambin de in-vestigarlo con herramientas y enfoques nuevos. Para entonces, el mundo prehis-

    pnico se haba imaginado bajo la oposicin pueblos caribes (sinnimo de sal-vajismo) vs. civilizacin muisca, pero pronto los estudios mostraron su mayorcomplejidad y diversidad. Quizs Tierradentro y San Agustn tambin permitanexhibir cierta monumentabilidad, similar a la mexica y a la inca.

    A finales de los treinta del siglo pasado, numerosas revistas de Bogot yotras regiones del pas dieron cabida a temas americanistas; divulgaron los nue-vos descubrimientos e, incluso, ensayos ms generales de teora antropolgica(v.gr.,Boletn de Estudios HistricoseIdearium,de Pasto;Revista de las Indias,

    Pan, Cromos,Boletn de Historia y Antigedades, de Bogot,Revista Universi-dad Catlica Bolivariana,de Medelln;Popayn, de la capital caucana;Estudio,de Bucaramanga).

    El viaje de Hernndez de Alba a Pars, en 1939, culmin su esfuerzo de con-

    solidacin de formacin como primer etnlogo de Colombia. Sus participacionesen el Museo del Hombre y la recepcin de clases en el Instituto de Etnologade Pars y en la Sorbona le permitieron apropiarse de los avances tericos de laantropologa francesa (Emile Durkheim, Marcel Mauss, Marcel Cohen, etc.) yrelacionarse con los americanistas ms sobresalientes de Francia, y con otro con-

    junto de ilustres latinoamericanos que tambin por esa poca estudiaban o vivanen Pars. Era una poca en la que la etnologa se respiraba en la intelectualidadfrancesa; lo que ha sido llamado el surrealismo etnogrfico se perciba en losinstitutos de investigacin y docencia, en los museos pblicos y privados, en lasgaleras de arte que exhiban las artes primitivas de frica, Oceana y Amrica,a pesar de que los vientos de guerra ya se oteaban con fuerza y que la Alemanianazi y la Guerra Civil espaola empaaban el horizonte de la vida europea.

    La dinmica del Museo del Hombre le impact profundamente16. Desde unprincipio tuvo la idea de formar en Bogot un museo-laboratorio al estilo del

    15 Al respecto, ver Botero (1994) y Echeverri (1999). Ver tambin, para una historia de la arqueologa

    en San Agustn y Tierradentro, el libro de Langebaek (2003).16 Al respecto, ver su descripcin del Museo suscrita en Pars, en junio de 1939 (Perry 1994, anexovol. 2.).

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    dirigido por Rivet y promover la formacin de etnlogos colombianos, ms omenos a semejanza de sus pares en Francia. El estudio con Marcel Mauss cuyas

    copias de sus conferencias sobre etnografa conservaba entre sus archivos per-sonales tambin sera un acicate importante para la formacin y promocin deltrabajo de campo17.

    En este contexto, le envi una carta a Luis Lpez de Mesa, en la que proponela creacin de un museo-laboratorio que comprendiera las diversas reas de laetnologa (incluidos la historia del arte, el folclor y la historia en general):

    Con la iniciacin del museo se iniciara a la vez la instruccin de un grupo de jvenesque, me parece pueden formar una seccin de especialidad en la Normal Superior []

    La especialidad comprender ms o menos los cursos que he seguido, con las natu-rales variaciones para adaptarla a nuestras necesidades de investigacin y a nuestrabibliografa americanista (Perry 2006, 36).

    Pero tambin, a su llegada, en Pars le alcanz la antigua polmica con P-rez de Barradas. Achury Valenzuela, que haba sucedido a Gustavo Santos en laDireccin de Extensin Cultural y de Bellas Artes (a la cual estaba adscrito elServicio Arqueolgico) lo conmin en una carta a entregar los resultados de SanAgustn incluso, algunos materiales supuestamente del arquelogo espaol queaqul guardaba, bajo la amenaza de un escndalo en el Congreso o una denunciade Prez de Barradas, que ya por entonces haba regresado a la Espaa franquista.Hernndez de Alba contraatac: el ofendido era l (Perry 2006, 38-39). Ello lo lle-vara a guardar indefinidamente su manuscrito sobre San Agustn, su memoria degrado preparada en Pars; habra que esperar ms de treinta aos para que su hijo,Gonzalo, lo imprimiera en Bogot de forma pstuma (Hernndez de Alba 1978).

    La Ciencia del Hombre se siembra en Colombia

    Como es sabido, el Instituto Etnolgico Nacional se fund en el marco de la Es-cuela Normal Superior, que se estableci bajo el modelo de la Normal Superiorde Pars. Su rector, Francisco Socarrs, hizo un esfuerzo ingente por vincular a la

    Normal a los mejores estudiantes de diferentes regiones de Colombia; cont conla colaboracin de un distinguido grupo de profesores colombianos y extranjeros

    en su mayora exiliados alemanes y espaoles que le dieron un vuelco a la for-macin en ciencias sociales en Colombia. En el campo de la etnologa sobresali

    17 Sobre la dinmica de las colecciones arqueolgicas y etnogrcas del Museo Nacional, ver Botero(1994).

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    Justus Wolfram Schottelius, arquelogo alemn que se vio forzado a abandonarla Alemania nazi en 1938, por la condicin juda de su esposa, una extraordinaria

    pianista. En 1936, antes de abandonar Alemania, haban podido enviar a su jovenhija Renate Schottelius, de 14 aos a Buenos Aires, donde vivi con algunosparientes, y se convirti en una famosa bailarina de danza moderna (comunica-cin personal de Armado Martnez). En Berln, Renate haba estudiado ya danzaen el Opera Municipal de Berln, y completara sus estudios en Argentina. Mori-ra a los 77 aos, en medio de un reconocimiento general.

    Schottelius fue profesor de prehistoria americana en la Escuela NormalSuperior y realiz por lo menos dos cortas pero fructferas salidas de campo (en1940) a Santander, a la Mesa de Los Santos, para explorar la llamada Cueva delIndio; su propsito fue rescatar los textiles de los indios guane, que seguramentecubran las momias, y otros artefactos cermicos, lticos y seos, saqueados porguaqueros de cuello blanco y otras personas de Bucaramanga, Piedecuesta, ylos mismos pobladores del municipio de Los Santos. Los materiales arqueolgi-cos que recogi de la Cueva y aquellos que logr adquirir en Bucaramanga in-gresaron al Museo Arqueolgico de Bogot.

    Pero, previamente a su viaje a Santander, debi hacerse una colecta entreamigos, para pagar su desplazamiento, segn Lucrecia Maldonado (madre de Ali-

    cia Dussan), una verdadera mecenas de Schottelius. Tambin debi endeudarse enBucaramanga para pagar su traslado, en una de las ocasiones, a Bogot, porqueel giro no llegaba.

    Pero si la financiacin de su trabajo de campo no fue fcil, tampoco lo serasu situacin personal en Bogot, marcada por una extrema precariedad econmi-ca. Tena solamente algunas horas de clase en la Normal Superior. Su esposa sevio obligada a coser corbatas para la colonia juda, a diez centavos por pieza. Ellotampoco satisfaca las necesidades de la pareja18.

    El notable americanista alemn alcanz a dar la bienvenida a Rivet, en elantiguo aeropuerto de Techo de Bogot, pero muri a los 48 aos, casi enseguida

    18 La situacin emocional de su esposa, en particular, no fue nada fcil. El trauma del exilio, laseparacin de la familia y de la joven hija, el deterioro progresivo de la salud de su marido, laprecariedad econmica, provocaron en ella una frustracin creciente ante las expectativas que lahija del embajador de Colombia en Berln le haba creado acerca de las posibilidades de su nuevavida en Colombia. En dos ocasiones le coment a Lucrecia Maldonado que hubiese sido para ellospreferible morir en una cmara de gas que enfrentar la miseria en Bogot, un medio que, en su

    opinin, no valoraba sucientemente a su modesto pero profundo esposo (entrevista a LucreciaMaldonado de Dussan por Helena Reichel-D., en Dussan de Reichel-Dolmatoff y Martnez 2005,155-164).

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    Etnografa y la Etnologa (Rivet 1943a) Tambin haba cursos sobre Museologay Tecnologa, Tcnicas de investigacin y Origen del Hombre Americano. Dis-

    posiciones posteriores designaron a Paul Rivet como director y establecieron suplanta docente20.

    Se estableci que el Instituto se regira por el reglamento de la Normal Su-perior, y tambin se podran admitir estudiantes que por sus calidades y trabajoscientficos lo ameritaran.

    Un grupo minoritario de los estudiantes de Ciencias Sociales de la Escuela Nor-mal ingres al Instituto con el fin de realizar su especializacin en Etnologa. Entreellos se destacaron unas jvenes mujeres Alicia Dussan, Blanca Ochoa, Virginia Gu-

    tirrez, Edith Muoz que culminaron de forma brillante sus estudios de bachilleratoy que se contaran entre las primeras mujeres profesionales de Colombia21.

    El primer curso encontr ciertas dificultades; por una parte, algunos profe-sores inicialmente programados no asumieron sus funciones (Schottelius o CasasManrique): tambin hubo problemas de bibliografa. La enseanza de la teorano parece fuerte, quizs por esta razn; gran parte del tiempo se concentr en elestudio de los cronistas de Indias y en la elaboracin de sntesis, en fichas, de las

    principales crnicas del Nuevo Reino. El inters en los cronistas se basaba tam-bin en la idea impulsada por Rivet de una continuidad histrica de los pueblos

    amerindios, a pesar de los cambios fruto de la presencia espaola y la influenciarepublicana. La formacin de dos aos se redujo, en la prctica, a uno.

    Como resultado de las labores docentes de los aos 41-42, se graduaron, bajola supervisin directa de Rivet, 18 alumnos; de la promocin del 43 egresaron cin-co estudiantes; de la del 44, de un total de 23 alumnos, 7 de ellos haban logradosu licenciatura en Etnologa a finales del ao (Recasens [1945] 2007).

    20 La nmina inicialmente prevista estaba conformada por los siguientes docentes: Profesor PaulRivet (director): Antropologa General, Antropologa Americana y Origen del Hombre Americano;Dr. Jos Francisco Socarrs (rector de la Normal Superior): Bioantropologa General y Americana;Sr. (sic) Gregorio Hernndez de Alba: Etnografa y Sociologa Generales y Americanas; Lic.Jos Estiliano Acosta: Geologa del Cuaternario; Profesor W. Schottelius: Prehistoria General yAmericana y Tcnicas de Excavacin; Profesor Manuel Jos Casas Manrique: Lingstica Generaly Fontica; Luis A. Snchez: Museologa y Tecnologa. En la resolucin No. 687 se estableci elnmero de conferencias por cada uno de los temas (por ejemplo, Antropologa General se dictaraen 10 conferencias; Orgenes del Hombre Americano, en 8 sesiones; Lingstica General, en 6conferencias; Tcnicas de Arqueologa, 2 conferencias, etc.); asimismo, se determin que habratrabajos prcticos, seminarios y expediciones, sujetas todas a reglamentacin. Esto y otrosdocumentos relacionados se pueden consultar en Barragn (2001), en el apndice. Ver tambin

    Perry (1994, anexo vol. 2).21 Sobre el tema de las mujeres antroplogas pioneras se destacan, entre otros, los textos de MarcelaEcheverri (1998, 2007), Amparo Guerrero (1999) y Ligia Echeverri (2007).

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    Paul Rivet y sus colaboradores lograron que los alumnos tuvieran una buenaformacin en tcnicas de excavacin arqueolgica, registros fonticos y lingsti-

    cos, mtodos de anlisis serolgico y antropomtrico, y, armados con estas herra-mientas, lanzaron a sus estudiantes a campo22.

    Los noveles etnlogos practicaron, como ha sido destacado por Hctor Gar-ca (2008), sus expediciones equipados, adems, con nuevos conceptos los con-ceptos de cultura, cultura material, civilizacin material; estaban impregnadosdel relativismo cultural, transmitido tambin por Rivet, para quien las civilizacio-nes indgenas eran equiparables a la de la Atenas suramericana (Bogot). Salierona formarse en el trabajo de campo dispuestos a servir a la causa de la Ciencia y,tambin, de los indgenas y de la Nacin.

    Rivet impuso una agenda clara de investigacin que fue en gran parte con-tinuada, como se anot, por sus sucesores, en el marco de sus ideas sobre laHistoria Cultural de Amrica, que plante en su libro Los orgenes del hombreamericano, de1943; y la revaloracin de los pueblos de las tierras bajas de origenkarib, condensada en su ensayo La influencia karib en Colombia (1943). Losestudios serolgicos, lingsticos y socioculturales deban contribuir a una histo-ria del poblamiento americano y, sobre todo, a dilucidar las migraciones transpa-cficas a Amrica.

    Cronistas contemporneos

    Entre 1942 y 1946, durante las misiones de campo que, por lo dems, eran anun-ciadas en la prensa bogotana como notas sociales (anlogas a las noticias de lavida social de Bogot de los peridicosEl TiempoyEl Espectador,con ocasindel viaje a Europa de una familia o de la fiesta de presentacin en sociedad deuna joven bogotana) se realizaron mltiples expediciones a diferentes regiones:

    Tolima (pijaos), Tierradentro, Caldas, Magdalena (chimilas), Perij (motilones),Nario (kuaiquer), Amazonas, etc. Las investigaciones en el Vaups, en particu-lar, fueron llevadas a cabo por el alemn Lothar Peterson.

    22 Ante la muerte de Schottelius el curso de Tcnicas Arqueolgicas fue asumido por Luis AlbertoSnchez segn doa Alicia de Reichel-Dolmatoff, quien les explicara en un par de horas, y en eltablero, con grcos y dibujos en colores, cmo realizar una excavacin. Aunque quizs tambinJos de Recasens que haba tomado cursos de Arqueologa en la Universidad de Barcelona yhaba sido asistente del abate Breuil en el sur de Francia pudo haber contribuido a este respecto.

    De otra parte, al parecer, Paul Rivet asumi tambin el curso de Lingstica y las conferencias deAntropologa Fsica, en cuyas clases se practicaban las medidas antropomtricas con los mismoscompaeros.

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    En su mayora, estas investigaciones tuvieron el propsito de recoger corpuslingsticos, establecer descripciones etnogrficas o informacin arqueolgica;

    tambin tenan como finalidad recopilar artefactos etnogrficos y arqueolgicos,para alimentar las colecciones del Museo. Con frecuencia hubo que transitar tro-chas y caminos inhspitos, exponerse a las enfermedades tropicales o inclusosuperar los imaginarios sobre la naturaleza caribe de sus habitantes.

    Las tempranas investigaciones sobre los grupos sanguneos intentaron se-guir los rastros de los posibles lazos transpacficos, aunque tambin tuvieron al-guna relevancia en las discusiones sobre el mestizaje y las identidades indgenas.sta fue la situacin del trabajo entre los pijaos del Tolima llevado a cabo porlos esposos y colegas Gerardo Reichel-Dolmatoff y Alicia Dussan, en los cualesencontraron no solamente la prevalencia del grupo sanguneo O tpico indge-na sino tambin patrones culturales pijaos, en unas localidades donde se habanegado la condicin indgena a sus habitantes para acceder al derecho a su tierracolectiva en forma de reguardo. Esta investigacin, en particular, dio herramien-tas a Quintn Lame para argumentar con ms fuerza esta vez cientfica suidentidad india y su derecho a la tierra.

    Por lo menos hasta 1945, una gran parte de las expediciones fue financiadacon fondos de la Repblica Provisional de Francia, o por cierta ayuda de la Funda-

    cin Rockefeller, que a la postre interrumpi su colaboracin, debido a una faltade una contraprestacin equivalente de parte de Colombia.

    A finales de diciembre del ao 41 y hasta mediados del 42, se organizarondiversas salidas de campo a distintas zonas del pas. Por ejemplo, Hernndez deAlba dirigi una expedicin a Tierradentro, con la participacin, entre otros, deElicer Silva Celis y de Graciliano Arcila Vlez, Blanca Ochoa, Gabriel Ospina, yuna enfermera (Soledad Izquierdo); hicieron simultneamente investigaciones se-rolgicas, antropomtricas, arqueolgicas y etnogrficas de los indgenas paeces;

    se film un documental sobre los indgenas de Tierradentro y se registraron cin-cuenta discos de lengua y msica; la expedicin motiv la organizacin ulteriorde la primera Exposicin sobre Tierradentro en Bogot y la necesidad de ampliarel Museo Arqueolgico y Etnogrfico (Perry 2006, 42). De otra parte, otro grupo

    constituido por el arquelogo norteamericano James Ford y Luis Alfonso Sn-chez se dirigi al Valle del Cauca; y Luis Duque Gmez se ira a Caldas, a buscara los quimbayas (Perry 2006, 42), por instrucciones de Rivet.

    En otros casos, como se anot, las expediciones fueron al encuentro de loskarib, a pesar de las grandes dificultades del viaje. sta fue la situacin, por ejem-

    plo, de la expedicin donde los motilones es decir, los actuales indios yuko-yukpa, de la serrana de Perij, en enero de 1944, conformada por los esposos

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    Reichel-Dolmatoff, Roberto Pineda G. y la seorita Virginia Gutirrez. Esta ex-pedicin implic abrir, en algunos tramos, una verdadera trocha desde Becerril,

    en el departamento de Cesar, para acceder al territorio de dichos indgenas lospigmeos de Amrica, de habla de filiacin karib. All, uno de sus investiga-dores tema, quizs mientras dorman en carpa, que los motilones los atacasen

    por sorpresa; los Reichel-Dolmatoff transportaron en un burro su gruesa carpauna adecuacin de una carpa de camin, que les acompaara durante muchasestadas de campo; en burro, de regreso, debieron adems cargar los diversos arte-factos de cultura material que recogieron, y, quizs, tambin en este noble animaldebi de venir doa Alicia, aquejada de una malaria falciparum que casi lecuesta la vida: la nia moribunda del mster, la llamaron los pobladores locales.

    Durante su estada, pudieron presenciar de forma excepcional un enterramientosecundario, descrito de manera magistral por Reichel-Dolmatoff, con base tam-

    bin en las notas de Alicia Dussan; adems, Pineda G. hizo un ensayo sobre losproblemas de la colonizacin que ya aquejaban a esta regin.

    Las dos expediciones al Carare23estuvieron motivadas por el descubrimien-to ocasional de un guaquero de un cementerio indgena en la vereda de Cimitarra,

    pero tambin por el rescate de la lengua de los indgenas opn-carare, habladaan por unas pocas personas, y relevante para comprender la historia karib del

    Magdalena24

    .En 1945, para citar otro ejemplo, se organiz una dramtica expedicin al

    ro Yurumangu, conformada por Gerardo Reichel-Dolmatoff, Milciades Cha-ves y Fernando Cmara, este ltimo perteneciente al Instituto de Antropologae Historia de Mxico: en esta regin se sospecha la supervivencia de un grupoindgena que, segn los estudios de Rivet, sobre el vocabulario que se conservaen unos manuscritos de la Biblioteca Nacional, hablaban una lengua que ofrece

    23 La primera expedicin fue realizada por Roberto Pineda G.; en la segunda participaron Pineda G.y Miguel Fornaguera.

    24 La expedicin a la regin de La Belleza (Santander) en diciembre de 1943 tambin fue motivadapor informaciones locales. Estuvo constituida por Jos de Recasens, su esposa Mara RosaMallol, Elicer Silva Celis y Miguel Fornaguera. La regin albergaba un nmero sorprendentede cuevas, en las cuales se encontraron multitudes de guras humanas muy esquematizadas:El nmero de cuevas es extraordinario, muchas de ellas han sido transitadas por las gentes delpas y se han estropeado completamente; no obstante, nosotros penetramos en algunas de ellas,que, prcticamente por su difcil acceso o por haber sido descubiertas hace poco, se hallan anen buen estado de conservacin. En dos de ellas se localizaron 394 esculturas, mientras queen otras cuevas se hallaba gran nmero de dichas representaciones humanas esquematizadas

    en la supercie de la cueva, a or de suelo, tumbadas o contra el suelo. Recasens vea en susdiferentes tipos un desarrollo esttico de gran inters para la antropologa. Recasens, carta a PaulRivet, ms1/7917, 2 de enero de 1944.

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    excepcional inters por tener muchas semejanzas en su estructura con lenguasocenicas del Pacfico (Duque Gmez 1946, 25). La expedicin fracas, debido

    a las dificultades de la topografa, a pesar de abrir una trocha durante doce dasentre los ros Naya y Yurumangu. Los filos de la cordillera les impidieron conti-nuar. Los expedicionarios regresaron, no sin antes realizar algunas observacionesetnogrficas y lingsticas, y una pelcula etnogrfica, entre un grupo choc delro Calima.

    Poco tiempo despus se insisti en la misma misin, dada reiteremos suimportancia comparativa con las lenguas del Pacfico y de Estados Unidos (len-gua hoka); sus miembros fueron Ernesto Guhl, Gerardo Reichel-Dolmatoff y Ro-

    berto Pineda Giraldo. A pesar de las nuevas previsiones, los consejos sobre elterreno por parte de un concejal del municipio de Buenos Aires (Cauca), la aseso-ra del Ejrcito nacional por instrucciones del Ministerio de Guerra, el acompa-amiento de un capitn del Ejrcito, un sargento, un cabo y cuatro soldados; y la

    promesa de apoyo, incluso, hasta de la Fuerza Area colombiana (lamentablemen-te, imposibilitada por las condiciones meteorolgicas) el grupo volvi a fracasar,

    por las condiciones orogrficas, descartndose la presencia de un grupo indgenaen la regin. No obstante, Ernesto Guhl elabor un relevante estudio geogrficosobre esta hasta entonces prcticamente desconocida zona (Duque 1945b, Archi-vo ICANH).

    Entretanto, las expediciones arqueolgicas tambin haban continuado: porejemplo, en 1943, Luis Duque, con la colaboracin de Alberto Ceballos, realiztrabajos en San Agustn: hicieron ms de cien excavaciones, recopilando diversostipos cermicos y recuperando gran nmero de restos humanos, que ayudaron acomprender las caractersticas anatmicas del hombre agustiniano25. Las excava-ciones de Duque implicaban, de otra parte, meterse en el terreno de Hernndez deAlba, quien, entretanto, como veremos, haba cado en desgracia ante Rivet y los

    jvenes etnlogos colombianos.

    Pero la labor de los noveles etngrafos no se limit a la descripcin cientficao acadmica. Como corolario de su trabajo etnogrfico, muchos de ellos realiza-ron, en el mbito del Instituto Indigenista Colombiano (fundado en 1941 por An-tonio Garca y Gregorio Hernndez de Alba), diversos informes de su situacin

    25 A principios de los aos cuarenta, Juan Friede se instal en San Jos de Isnos, en medio de grandestumbas agustinianas. Friede constat que todava la situacin de la proteccin del patrimonioarqueolgico era muy precaria y realiz una pelcula sobre San Agustn, con el n de despertar,

    en los crculos de Bogot, incluido el presidente Santos, la necesidad de salvaguardarlo. Tambinpatrocin la visita de destacados artistas (Pedro Nel Ospina y Carlos Correa) al Alto Magdalena,y don, posteriormente, su predio al Instituto Etnolgico Nacional (Rueda 2009).

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    econmica y social, tanto local como regionalmente, publicados en su mayora enelBoletn de Arqueologadel Servicio Arqueolgico Nacional. En 1944 se opu-

    sieron a la divisin de los resguardos de Tierradentro y terciaron a favor del usotradicional de la coca, que tambin intentaba prohibir el Gobierno central26.

    Tambin por ese entonces se iniciaron las excavaciones de Silva Celis enSogamoso (Boyac), que daran pie a la fundacin del Museo y la reconstruccindel Templo del Sol en esa ciudad boyacense (Rodrguez 2007).

    La juventud llega al poder

    En 1945 se fundieron en una sola entidad el Servicio Arqueolgico Nacional y elInstituto Etnolgico Nacional, y se le concedi una autonoma propia con relacin a laEscuela Normal Superior. Para entonces, se design a Luis Duque como director de lanueva entidad, quien continu como se advirti el proyecto de Rivet. Duque, a los29 aos, acept el reto; tena a su favor el haber estudiado ciertos cursos de Derecho,la confianza a distancia de Rivet y, sobre todo, el apoyo de sus compaeros.

    El informe del nuevo Director, de mediados de 1945, al Ministerio de Edu-cacin, en particular, al director del Departamento de Extensin Cultural, Achury

    Valenzuela, revela una sensibilidad frente a las poblaciones indgenas contempor-neas de Colombia; seal la pertinencia de tener en cuenta sus aportes a la sociedadcolombiana en diversos campos, llamando la atencin de los estudiosos sobre lascostumbres de los indgenas y campesinos del Cauca y Nario, las condiciones devida de los resguardos, las fiestas tradicionales de Santander, entre otros aspectos.Reiter como objetivo principal del Instituto Etnolgico, el estudio de los pueblosindgenas, los estudios arqueolgicos, sincronizados con la labor de preservacin yreconstruccin de las altas culturas; la prioridad, sin embargo, deba ser (aun con-tra cierta opinin en el Ministerio de Educacin) el estudio de los pueblos indgenas

    vivos, en rpido proceso de transformacin, y cuya comprensin de sus elementosculturales tradicionales puede llegar a aclarar problemas que hoy plantean seriasincgnitas a los prehistoriadores americanos (Duque Gmez 1945, 6)27.

    26 Una histor ia del indigenismo en Colombia se encuentra en Garca (1945) y Pineda C. (1984). Enun trabajo reciente de Correa (2009) se hace un balance de sus ideas y contribuciones.

    27 Bajo su direccin se reestructuraron internamente el Instituto Etnolgico y el Servicio Arqueol-gico, en secciones de Museologa, Lingstica y Etnografa, Arqueologa, Dibujo tcnico y Car-tografa, Fotografa y, nalmente, Seccin de modelo y reconstruccin de piezas arqueolgicas.

    Tambin se dictaron en ese ao diversas conferencias, algunas de ellas explicando las teoras fun-cionalistas y difusionistas en antropologa. El Instituto mejor su presupuesto, lo que le permiticontratar, en trminos razonables, diversos investigadores y patrocinar diversas investigaciones.

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    En 1946 se abri una nueva promocin del Instituto Etnolgico Nacional; sematricularon ms de 20 estudiantes provenientes de la Universidad Nacional, de

    la Escuela Normal y de otros centros docentes privados y pblicos. Para entoncesse inaugur un nuevo pnsum, tambin de dos aos, con una filosofa amplia detodas las ramas de la antropologa, aunque haban aparecido nuevas materias:Poltica indigenista americana, Sociologa de los pueblos americanos, Fuentes einstituciones para la historia de Amrica y de Colombia, Estadstica aplicada ala antropologa general, huellas de la experiencias y expectativas de los nuevosetnlogos colombianos y de su inters en impactar en las condiciones socioecon-micas de los grupos indgenas coetneos que haban estudiado y visitado.

    Ahora los docentes eran, en gran medida, los primeros egresados del mismo

    Instituto Etnolgico; para 1948, por ejemplo, la planta profesoral estaba confor-mada principalmente por Milciades Chaves, Roberto Pineda Giraldo, VirginiaGutirrez, Elicer Silva, Jos de Recasens, Mara Rosa Mallol de Recasens, quie-nes, un ao antes, haban participado en la famosa Expedicin a La Guajira, quenos legara una pionera descripcin de su organizacin social y religiosa, un exa-men de los problemas sociales y humanos del pueblo wayuu.

    La etnologa se toma las tierras de Benalczar

    En 1942 ocurri un singular acontecimiento que afect el curso de la antropologacolombiana. En el peridicoEl Espectadorse exhibi una foto en la cual GregorioHernndez de Alba se encontraba junto con el embajador francs del gobierno co-laboracionista (con los nazis) de Vichy, en un acto organizado segn narrara aosdespus el etnlogo colombiano en la legacin francesa a propsito de la presen-tacin de un grupo de nios cantores de la catedral de Nuestra Seora. Quizs nohaya existido una foto con mayor impacto en la antropologa colombiana.

    La foto enfureci a Rivet, quien increp fuertemente a Hernndez de Alba suactitud, e, incluso, segn algn testimonio presencial, lleg a golpearlo. Rivet consi-der ese acto como una verdadera traicin, y se fractur para siempre su amistad. Y laulceracin de Rivet segn la expresin atribuida por el mismo Gregorio a EduardoSantos contra Hernndez de Alba se mantuvo hasta el final de sus das28.

    28 Este rompimiento no deja de ser por lo menos paradjico. Rivet tuvo que huir de Pars, paraevitar ser capturado por los nazis, que pocas horas despus allanaron su apartamento. Despusde conseguir un pasaporte del gobierno de Vichy, se dirigi con Hernndez de Alba y familia

    hacia Espaa. Durante horas viajaron conjuntamente en tren por la campia francesa, hastaBiarritz, en la frontera con el pas vasco, en donde las autoridades revisaron su pasaporte. Losjvenes Hernndez de Alba-Ospina fueron adver tidos para no dar ningn indicio de la verdadera

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    En estas circunstancias, Hernndez de Alba renunci el 8 de mayo de1942 a su cargo de profesor del Instituto Etnolgico; consider que haba sido

    desautorizado por Rivet ante sus propios discpulos y se concentr, entonces,en sus funciones como director del Servicio Arqueolgico Nacional; y, tam-bin, presumiblemente, en sus tareas de codirector del Instituto Indigenista deColombia.

    A finales de 1943, Hernndez de Alba recibi una invitacin para visitar elSmithsonian Institution, en Washington; ello constituy, en su propia perspecti-va, una especie de resarcimiento moral ante la situacin planteada por el enconode Rivet. La visita a Estados Unidos ampli sus horizontes, ya previamente mar-cados por una mirada indigenista, sobre las posibilidades de la etnologa comociencia social aplicada.

    De esta visita result no slo su participacin en algunos captulos del fa-mosoHandbookof South American Indians, editado por Julian Steward, sino unacomprensin mayor de la importancia de los estudios de transculturacin, segnla definicin del antroplogo cubano Fernando Ortiz.

    De otra parte, como sabe, en Estados Unidos la antropologa tuvo una grantrascendencia durante la Segunda Guerra Mundial en los problemas relaciona-

    dos, como el internamiento de japoneses en Estados Unidos, la incorporacin demujeres y grupos raciales a la industria con fines militares, la definicin de lapoltica norteamericana frente a Japn, etc. En 1946, por ejemplo, Ruth Benedictpublic su libroEl Crisantemo y la Espada, previamente contratado por la Officeof War Information, que fue muy relevante en torno a la definicin de la polticanorteamericana frente al incondicionalmente vencido Japn. Se sostiene que porsu lectura, el general MacArthur se inhibi de suprimir la figura del Emperadordel pas del Sol Naciente.

    identidad del profesor. Con alborozo se celebr el paso de la frontera, que para Rivet signicabaescapar de las manos de la Gestapo y, en este caso, eventualmente, ser fusilado o connado almenos en un campo de concentracin.

    Despus, Rivet y su esposa y el etnlogo colombiano y familia tomaron un barco, elMagallanes,hacia Nueva York, un navo de bandera espaola, neutral en el conicto. Luego se dirigieronpasando por La Habana a Barranquilla. All tomaron un avin al aeropuerto de Techo, enBogot, donde fueron recibidos por el presidente Santos (Perry 2006). El viaje no haba estadoexento de riesgos. Durante dos ocasiones fueron interceptados por un submarino britnico y otroalemn, recuerda an Carlos Hernndez de Alba.

    El incidente de la Embajada francesa afect de forma profunda a Hernndez de Alba, no slo

    de forma personal sino profesionalmente. Los alumnos del instituto Etnolgico Nacional, aunquediscpulos de Rivet y tambin de Hernndez de Alba, se solidarizaron con el Director y criticaronacremente a su antiguo maestro colombiano.

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    A su regreso a Colombia, en 1944, Hernndez de Alba se vincul comoprofesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional; public dos cor-

    tos pero pertinentes ensayos La antropologa aplicada (1944a) y Funcin so-cial de la antropologa (1944b), que explicaban la relevancia de la antropologacomo ciencia social aplicada.

    Pero aqu las cosas iran de mal en peor. Cierta animadversin de AchuryValenzuela, el ya conocido director de Extensin Cultural y Bellas Artes del Mi-nisterio, y quizs la falta de apoyo del nuevo Ministro de Educacin, lo llevarona renunciar tambin a la Direccin del Servicio Arqueolgico Nacional; mientrastanto, Achury Valenzuela, en cierta medida, haba puesto, al menos esa es mi

    interpretacin, sus ojos en el joven Duque Gmez como posible candidato parasucederlo en el cargo; el etnlogo antioqueo era apoyado a pesar de su filiacinconservadora por gran parte de sus compaeros y fue elegido, como se advirti,nuevo director del Instituto Etnolgico, en una especie de golpe de Estado gene-racional. Recasens tambin apoy su designacin, e incluso sostiene en carta aRivet que l mismo lo haba candidatizado.

    Sin embargo, para Hernndez de Alba no todo fue negativo. Al parecer, elrector de la Universidad del Cauca, Luis Carlos Zambrano, le ofreci la posibili-dad de abrir un Instituto Etnolgico en Popayn. Helo entonces fundando dichoInstituto en 1946: era la oportunidad de rehacer su carrera acadmica y desarro-llar otro esquema de formacin para la antropologa en Colombia.

    Con anterioridad, en el mismo departamento del Cauca se estableci unaoficina de Asuntos Indgenas, a cargo de Gerardo Cabrera Moreno, que tenacomo funcin contribuir a la resolucin del problema indgena de la regin, mar-cado en diversas zonas por una fuerte presencia de la terrajera, la expansin dela hacienda y la expropiacin de la tierra de los indios. Para aquella poca todavaen norte del Cauca subsistan numerosos cabildos de indios pero sus comuneroscarecan de tierra comunal o individual.

    Con anterioridad a la fundacin del Instituto Etnolgico, en la Universidadse estableci, en gran parte por iniciativa del etnlogo francs Henri Lehmann,antiguo integrante del Museo del Hombre, el Museo Arqueolgico, que contcon el apoyo a travs de la Sociedad de Amigos del Museo de parte de la lite

    payanesa. El mismo Maestro Valencia, gran patriarca de la lite payanesa, des-cribi interesantes piezas orfebres los Hombres Pjaro de Popayn. Lehmannhaba llevado a cabo, por otra parte, relevantes investigaciones arqueolgicas enla regin (por ejemplo, sobre la estatuaria ltica de Moscopn), o trabajos etnogr-ficos en Guamba, al norte de Popayn, entre los indgenas guambianos; tambin

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    dirigi una expedicin, con el patrocinio del Instituto Etnolgico Nacional, dondelos kuaiquer (awa), del departamento de Nario.

    De otra parte, para entonces, en la Universidad del Cauca el profesor deprehistoria, Jess Mara Otero, realizaba importantes trabajos relacionados conlas poblaciones indgenas del departamento del Cauca; Jos Mara Llorente, eldirector del Archivo Central del Cauca, llevaba a cabo una excepcional labor de

    preservacin de las fuentes histricas coloniales y republicanas. En 1944, JuanFriede gener una viva polmica con este ilustre historiador caucano, cuandoFriede public su libroEl indio en lucha por la tierra, con el patrocinio del Insti-tuto Indigenista de Colombia.

    La Universidad del Cauca viva un clima liberal, iniciado con la rectora deCsar Uribe Piedrahta. La relevancia de la cultura de Tierradentro tambin ejer-ci, como vimos, cierto impacto en la intelectualidad payanesa y, en particular, ensus hombres vinculados a la Universidad. Es probable que la inf luencia indigenis-ta ecuatoriana y las ideas indoamericanas se hiciesen todava sentir en la colonialciudad, como haba pasado aos atrs cuando Antonio Garca, a la sazn profesordel Colegio de la Universidad y estudiante en la Facultad de Derecho, fund un

    primer centro de estudios marxistas, crisol de sus estudios indigenistas.

    El nuevo Instituto Etnolgico sigui el modelo del Etnolgico Nacional. Elmismo contemplaba la vinculacin con un museo, concebido a imagen y seme-

    janza del Museo del Hombre (museo-laboratorio), y un claro componente de prc-ticas. Asimismo, los objetivos del Instituto comprendan la enseanza de las di-versas ramas de la etnologa, como la perspectiva rivetiana (concepcin que Rivethaba tomado de Franz Boas), pero difera del pnsum del Etnolgico Nacional,en cuanto era ms enftico en el estudio de todo tipo de poblaciones pasadas ycontemporneas, y en su dimensin prctica y aplicada29.

    29 El pnsum se desarrollaba en dos aos. En el primer aos se vean Introduccin a las CulturasHumanas (Hernndez de Alba y Rowe); Introduccin a la Antropologa Fsica, a cargo deHernndez de Alba y Rowe); Lingstica Descriptiva (Rowe), en la que se estudiaran ejemplostomados del quechua, el guambiano y el espaol; Museologa; Bibliografa (Rowe), Mtodosde Arqueologa (Rowe); durante el segundo ao, se estudiaban Teoras de la Etnologa (otravez Hernndez de Alba y Rowe); Problemas de Antropologa Fsica (Hernndez de Alba);Lingstica Histrica y Comparativa (Rowe); Pueblos y Culturas de Amrica (Hernndez deAlba y Rowe); Pueblos de Colombia (Hernndez de Alba y Rowe), Introduccin a la HistoriaAmericana (Hernndez de Alba y Rowe), y Arqueologa del Viejo Mundo (Hernndez de Albay Rowe). Como ocurrira en el Instituto Etnolgico Nacional, donde Recasens se vio forzado en

    un momento determinado a dictar casi todo, all los dos profesores citados debieron asumir, por lomenos inicialmente, casi la totalidad de la carga docente, y sin quejarse demasiado por lo menosno hay evidencia de ello, o simplemente sin desesperarse.

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    Con alguna frecuencia, en su correspondencia de Popayn, Hernndez deAlba marc esta diferencia con el proyecto rivetiano, en el sentido de que al etn-

    logo colombiano le interesaba ms el presente que una bsqueda de los orgenes,ms la funcionalidad de los componentes contemporneos de un grupo socialque el ensamblaje de elementos culturales de diversa procedencia histrica, o lahistoria profunda de la civilizacin americana.

    Pese a lo que podra pensarse, las relaciones con Luis Duque mejoraron os-tensiblemente. Tres cuartas partes del sueldo de Hernndez de Alba, como di-rector, eran pagados por el Instituto Etnolgico Nacional; Lehmann se haba re-tirado, y ahora el Instituto contaba, sobre todo, con la presencia y colaboracinde un joven y brillante antroplogo norteamericano, John Rowe, graduado en la

    Universidad de Harvard, quien posea alguna experiencia previa en los Andesperuanos. Con el paso de los aos, Rowe se convirti en una famoso andinistanorteamericano de la Universidad de California; para entonces, se dice que eraun joven medio hippie, para los estndares de la ciudad, pero con una capacidadde trabajo admirable. Su estada era pagada por el Smithsonian Institution, cuyoInstituto de Antropologa Social era dirigido por Julian Steward; el Smithsoniantambin contribuy con un nmero significativo de publicaciones para la Biblio-teca, que hicieron que pronto el Instituto Etnolgico del Cauca estuviese al tantode muchas de las ms actuales producciones de la antropologa norteamericana y,

    por qu no, mundial (Perry 2006).

    En un informe del 17 de junio de 1947, destinado al Instituto EtnolgicoNacional, se consign que los estudiantes provenan no slo del Cauca, sino delChoc y Caldas (dos de cada seccin, por lo dems becados). Se afirma, ade-ms, que las materias del primer ao haban sido dictadas, adems del director yRowe, por el ingeniero Marco Tulio Aponte y por Henry Valencia (con el tiempo,tambin notable antroplogo colombiano, con una destacadsima presencia en la

    Algunos cursos por lo menos en sus descriptores hicieron nfasis en las metodologas yprcticas; por ejemplo, el curso de Mtodos de Arqueologa contemplaba el estudio de los sitiosarqueolgicos, tcnicas de reconocimiento y excavacin, topografa y planimetra arqueolgica, yprcticas y excursiones al campo los domingos y das feriados. El curso de teoras en etnologase dictaba de acuerdo con el programa como un seminario, en el que los estudiantes debanleer libros comoEl hombre y la culturade Ruth Benedict;Nuestros contemporneos primitivosde George Murdock; Yucatnde Robert Reded; La historia de la etnologade Robert Lowie;Cultura y personalidad de Ralph Linton, o su texto El estudio del hombre; y El hombre y lasociedad de Adam Kardiner, adems de la etnologa cuna, del barn de Nordenskjld (Perry1994, anexo vol. 2). Como puede observarse, la or y nata de la teora antropolgica de Culturay personalidad, la teora de moda del momento en Estados Unidos, se deba leer, al menos en

    teora, como tambin Yucatn, el pionero trabajo de Redeld sobre las interacciones y procesosde transicin entre diferentes comunidades en Yucatn, comenzando por la misma ciudad deMrida.

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    antropologa mexicana y, adems, con un significativo rol en los primeros aosdel Departamento de Antropologa de la Universidad Nacional)30.

    A mediados de junio de 1948 se graduaron los primeros egresados segnun informe al Instituto Etnolgico Nacional del 13 de julio de dicho ao: LibiaArango, Toms Issa y Rogelio Velsquez, quien, en particular realizara sus estu-dios sobre los pueblos afroamericanos y el folclor negro del Choc (Perry 2006).

    El estudio de los procesos de transculturacin y la antropologaaplicada

    El Instituto Etnolgico del Cauca concentr sus esfuerzos iniciados, como sedijo, por Lehmann entre los guambianos de Silvia: Rowe hizo una grafa de sulengua, un diccionario de ms de 1.000 palabras, unos apuntes de gramtica ymateriales bsicos de textos basados en discos grabados por Lehmann.

    Entre otros aspectos, en el Parque Arqueolgico de Tierradentro, bajo lasupervisin del Instituto Etnolgico Nacional, se compr un significativo terre-no de la hacienda Segovia, con monumentos, en coordinacin con el etnlo-go Ceballos, pagado por el Instituto Etnolgico Nacional. Adems, al parecer,

    el Cabildo Indgena cedi algunos terrenos para el futuro parque. En diversosInformes se reiter la prioridad de la construccin de una Casa, para la resi-dencia de las futuras comisiones de investigadores; se enfatiz la necesidad deinvestigar a los paeces de la regin, cuyo estudio y solucin deben abocarse sintardanza. Aconsejable es el establecimiento de una escuela tipo como depen-dencia del Parque y del Instituto Etnolgico. En Colombia, urge no slo conocerla etnografa sino aplicarla a las necesidades humanas (en Perry 1994, anexovol. 2).

    En realidad, durante los aos 1946-50, el Instituto Etnolgico del Cauca seconcentr en el estudio de los guambianos, tomados como campo de investiga-cin, de entrenamiento de sus estudiantes y tambin de accin. En 1947 el guam-

    biano Francisco Tamaa Pillimu fue incorporado al Instituto como informantede lingstica y etnografa y portero del edificio. Tumi (quien haba sido for-

    30 En los aos subsiguientes (1948-49), la planta profesoral se ampli con nuevos profesoresinvitados, como Raymond Christ, famoso gegrafo del Instituto de Antropologa Social delSmithsonian, Alberto Ceballos, Miliciades Chaves, Elicer Silva Celis, etc. En un informe de

    1949 se anota que Popayn haba sido visitada por ilustres antroplogos como George Foster,a la sazn director del Instituto de Antropologa Social del Smithsoniam; Ralph Beals, GeorgeKubler, Henry Wassen, entre otros (Hernndez de Alba 1949, en Perry 1994, anexo vol. 2).

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    mado por las hermanas misioneras) se adapt plenamente a la vida payanesa,aprendi castellano, aritmtica, etnografa general, etc.; todo ello lo haca el can-

    didato ideal como docente de una proyectada escuela rural del Instituto Etnolgi-co en la vereda de Pueblito, en el resguardo de Guamba31.

    Por un informe de 1950 sabemos que, efectivamente, tuvo gran xito ensu labor docente en Guamba y que en la escuela se mont una planta elctr icaque permita el funcionamiento de una radio local (en Perry 1994, anexo vol.2).

    En 1949, Tumi public, en coautora con Hernndez de Alba, un librode historia y relatos guambianos, acompaado de bellos dibujos: Namuy Misag.

    Nuestra Gentees, de otra parte, el primer proyecto colaborativo realizado en Co-lombia (Hernndez de Alba, agosto de 1949, en Perry 1994, anexo vol. 2). El textoera del antroplogo, los dibujos, de Tumi. Sus imgenes tambin fueron ex-

    puestas en una galera de arte en Bogot. Un ao antes, el Instituto haba asesora-do al Cabildo de Guamba en la elaboracin de un censo de poblacin (Hernndezde Alba, carta del 13 de julio de 1948, en Perry 1994, anexo vol. 2).

    En diferentes documentos, el director del Instituto Etnolgico de Cauca en-fatiz la importancia de estudiar otros grupos diferentes a los indgenas v.gr.,

    las poblaciones negras, las comunidades mestizas e incluso urbanas y entendera cabalidad los procesos de transculturacin; y promover proyectos educativos yeconmicos que favoreciesen a las diversas comunidades.

    Con relacin a la poblacin negra, Hernndez de Alba expres: Poco, casinada se ha estudiado el negro en Colombia. Se halla en el Cauca en grupos prove-nientes de antiguos esclavos trabajadores de minas de oro o de haciendas, o biensirvientes de las grandes casas de ciudades [] Un pequeo quiste tambin negrose halla localizado en Tierradentro, Municipio de Pez, en el corazn de una zona

    de indios, presentando por esto un caso interesante y bien digno de estudio (Her-nndez de Alba, agosto de 1949, en Perry 1994, anexo vol. 2).

    31 Segn Luis Eduardo Rueda, Tumi no slo aprendi a escribir a mquina, en espaol y enguambiano, sino que su vida en Popayn cambi su estilo de vida; adquiri un reloj de pulsera,una lmpara de petrleo, un radio de pilas, usaba gafas oscuras; compr tambin muebles, escri-torios, estanteras y hasta mand pavimentar el frente de su blanqueada casa; y, por si fuera poco,bailaba diferentes ritmos de moda y los interpretaba siempre con los vestidos tradicionales de suetnia guambiana (Rueda 2009, 270). Rueda percibe este cambio de identidad como una especiede deculturacin; de esta manera, Tumi sera un agente ideal como punta de lanza de la so-

    ciedad blanca entre los indgenas. Pero quizs las cosas se puedan ver de otra manera. Por quhabramos de impedirle a Tumi que viviese en Popayn o, incluso, en Guamba como quisiera?Por eso dejaba de ser indgena?

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    En reiterados escritos Hernndez de Alba enfatiz la importancia de los es-tudios de aculturacin32o de cambio cultural como consecuencia del choque y

    asimilacin muchas veces asimtrica de dos o ms culturas. En un bosquejoinicial del Plan de Estudios se contempl incluso este tema como materia de estu-dio en el curso Colonizacin Espaola y Transculturacin (que se dara duranteel segundo ao y comprenda temas como Fusin y superposicin de culturas,mecnica y mecanismo de la transculturacin en Colombia. Las misiones religio-sas. La imposicin civil).

    En 1946, el director del Instituto public, en laRevista de la Universidad delCauca, un ensayo titulado Funcin de las culturas antiguas en la vida moder-na, en el cual resalt el valor del anlisis funcionalista para la comprensin de

    la dinmica cultural, criticando el enfoque histrico-cultural, que se limitaba aefectuar, segn su opinin, un inventario de prstamos y difusiones de elementos,en una referencia como se mencion al enfoque rivetiano. Basado en Linton,Steward, Redfield pero tambin en Durkheim, esboz un esquema analtico parala interpretacin de los cambios culturales y la presencia funcional de los mundosindgenas en la Colombia contempornea. Esta aproximacin era necesaria paracomprender a cabalidad la cultura nacional, tan ignorada y desconocida, segnsu punto de vista, en el pas (Hernndez de Alba 1946, 119).

    A finales de la dcada de los cuarenta, el profesor A. Whiteffort, del Be-lloit College, con el apoyo de Roberto Pineda Giraldo y Virginia Gutirrez dePineda, del Instituto Etnolgico Nacional, realiz con un equipo de estudiantesde posgrado un pionero trabajo de campo sobre las clases sociales y la condicinurbana de la poblacin de Popayn. Con base en dicho trabajo el antroplogo nor-teamericano redact su novedoso estudio sobre la sociedad payanesa (An AndeanCity. A Traditional Urban Society, Universidad de Michigan, 1977) y luego eltambin clsicoPopayn y Quertaro, publicado aos ms tarde en castellano porla Facultad de Sociologa de la Universidad Nacional de Colombia (1963) (Pineda

    Giraldo 1999).En muy pocos aos, el Instituto Etnolgico de Cauca se puso, en cierta ma-

    nera, a la vanguardia de la antropologa colombiana en su enfoque de enseanza,en su inters por los estudios aplicados y de diferentes comunidades socio ra-

    32 Hernndez de Alba reiteradamente utilizaba el concepto de transculturacin, en vez de acul-turacin.

    La diferencia no es slo formal. Aquel concepto que incluso Malinowski reconoce haber

    tomado de Fernando Ortiz, en el prlogo de Contrapunteo cubano del tabaco y del azcar (1940)implica una dinmica de formacin de nuevas culturas, de nuevas sociedades, y no meramente unproceso de cambio unidireccional, debido a la imposicin de una cultura sobre otras.

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    ciales. El pionero museo abierto por Henri Lehmann tambin se fortaleci; ascomo el Parque Arqueolgico de Tierradentro, estaba igualmente en proceso de

    consolidarse. Las expediciones por diferentes regiones del Cauca continuaron: serealizaron trabajos en Guamba, Totor, Inz, Tierradentro, y otros lugares. Tam-bin el Director fue, en muchos casos, acompaado de sus hijos, ya adolescentes,y por otro grupo de estudiantes y profesores.

    El Tesoro Nacional giraba para realizar estas excursiones; para comprar losvveres que se llevaba a la montaa (por ejemplo, al Pueblito de Guamba),para pagar la carne, los transportes en carro y a caballo; para comprar los cua-dernos de notas, o los rollos de fotos Kodak; para pagar la alimentacin recibidaen ciertas haciendas; para remunerar a los informadores; para revelar las fotos;

    para cancelar los hoteles; para coser los colchones. Y ya desde entonces el Alcaldemunicipal y la autoridad competente deban dar la constancia de la permanenciadel grupo en el terreno, para legalizar las cuentas. Pero no se crea que la adminis-tracin pblica era tan eficiente. Con frecuencia, Hernndez de Alba y otros in-vestigadores tuvieron que sacar de su propio bolsillo para pagar a las cuadrillas detrabajadores o financiar ciertas operaciones de las expediciones; o deban esperarcon paciencia la llegada de sueldos y viticos. Aqu, como en otras regiones, losetnlogos podran decir: el Estado Etngrafo, soy yo.

    Los trabajos de campo por el Cauca seguan siendo a finales de la dcadade los aos cuarenta verdaderas expediciones, aunque quizs ms domesticadas,ms civilizadas. Ya en 1950, los medios de movilizacin se haban modernizadoy ahora se contaba con un jeep donado por el Smithsonian para recorrer los cami-nos de las montaas caucanas. Toda una revolucin en los transportes.

    La cooperacin del Instituto de Antropologa Social del Smithsonian y delInstituto Etnolgico Nacional y, en particular, de su director, Luis Duque, y algu-nos de sus investigadores, fue decisiva en la marcha de la docencia e investigacinen el Cauca. Los etnlogos colombianos circulaban en los mbitos nacional y re-gional, apoyando proyectos de investigacin y la docencia. En cierta medida, lascicatrices abiertas por la disputa con Rivet haban en parte sanado.

    Una bomba vuela la puerta de su casa

    La fundacin y las actividades del Instituto Etnolgico del Cauca supusieronque la familia Hernndez de Alba viviera en la apacible ciudad de Popayn,cuya tranquilidad solamente haba sido sacudida aos atrs por la amenaza dela toma de Popayn por Quintn Lame y los indios amotinados. La moradade Hernndez de Alba cerca de la iglesia de San Agustn se convirti en una

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    verdadera casa colectiva; all vivieron, al menos por un tiempo, Rowe, su jovenesposa gringa y su hija. Tambin all se hospedaron sus diversos colegas que

    pasaban por Popayn, o que venan a laborar en el Instituto del Cauca. Heleni-ta los acoga como si fuesen una gran familia. Pero ella, quien en su juventudhaba estudiado por iniciativa de su padre en Europa y en Estados Unidos, quehaba vivido con verdadera alegra las estadas en Tierradentro y San Agustn,sin embargo, aqu no se senta del todo cmoda. Quizs el estilo de las seorasde la lite payanesa chocaba con el suyo, quizs notaba alguna animadversincontra los indios que circulaban con frecuencia en las calles de Popayn, y que,incluso, los sectores de clases bajas no vean con buenos ojos. Quizs presentalo que podra ocurrir y acontecera.

    Con el advenimiento del gobierno conservador acecharon en el horizontenuevas amenazas. La muerte de Jorge Elicer Gaitn, el 9 de abril de 1948, po-lariz al pas. Hernndez de Alba, un admirador del lder popular liberal, sinti

    profundamente su muerte. El 2 de mayo dirigi una carta al ministro de Gobier-no, el ya por l conocido Daro Echanda, sobre la utilidad de la etnologa comoherramienta del cambio, de su relevancia para el mejoramiento de la poblacinindgena y mestiza del pas. Al respecto, escribi:

    Misioneros y administradores han hecho y hacen ensayos por transculturar a los in-dgenas, pero los resultados son negativos, porque carecen de conocimientos sobre loque pudiramos llamar las humanidades americanas. (Carta de Gregorio Hernndezde Alba 1948, Archivo Institucional Universidad del Cauca).

    El 15 de mayo de dicho ao remiti otra carta, esta vez al presidente Maria-no Ospina Prez, reiterando la relevancia de la etnologa para la solucin de los

    problemas sociales del pas.

    Pero, con el paso de los meses, la violencia partidista fue invadiendo mslas zonas rurales de Colombia, entre ellas, el departamento del Cauca. En Tie-rradentro, por ejemplo, fue masacrado se dice que degollados con alambres de

    pas un grupo de indgenas paeces. Fiel a sus convicciones, Hernndez de Albaprotest y denunci con fuerza el lamentable suceso.

    Una bomba que vol la puerta de su casa, en la noche, evidenci su situacinde ciudadano incmodo. Un tiempo despus fue interrogado por la Polica secretaen un hotel de Popayn. Adems, su casa fue requisada en dos ocasiones por lasautoridades. Como su hijo mayor, Carlos, ya demostraba su vocacin de qumico

    lo que efectivamente estudiara despus en el Belloit College, Wisconsin (Esta-

    dos Unidos ), Gregorio debi explicarles a los inquisidores de su morada que ellaboratorio de su hijo no era nada terrible ni sospechoso.

  • 7/24/2019 04 Cronistas Contemporneos Historia Institutos Etnolgicos R Pineda 2009

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