cartilla semana 2
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Cartilla Semana DOS
[ OPINIÓN PÚBLICA ]
SEMANA 2
2 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO ]
COMPETENCIAS: Comprensivas y analíticas OBJETIVO DE LA SEMANA: comprender la manera como se produce el fenómeno social de la opinión pública así como los enfoques desde los que se intenta conceptualizarlo. PALABRAS CLAVE: opinión pública, espacio público, política, democracia, ciudadano.
DEFINICIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA Para HABERMAS así como para Noelle,NEUMANN, la persona que institucionalizó el concepto opinión pública en sentido político fue ROUSSEAU, en su célebre Discurso sobre las artes y las ciencias. Con esa claridad la búsqueda de la definición del concepto pareciera fácil no obstante, se complejiza debido a que existenmúltiples definiciones provenientes de las diferentes disciplinas desde las que se piensa tal fenómeno social. Para profundizar en ello es necesario partir de la comprensión de los dos conceptos que lo componen. Encontramos que la opinión es definida por la REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA1 como un dictamen o juicio que se forma de algo cuestionable. Desde la filosofía se entiende quefue PLATÓN quien bautizó a una forma de conocimiento empírico, consolidado desde la percepción, como doxa, es decir, opinión. Con tal concepto se refería al mundo sensible (material y corporal) de las mujeres y los hombres. La opinión o doxa, es el título que da el filósofo a una de las formas de conocimiento que él califica de inferior. Este conocimiento se fundamenta en la percepción, se refiere al Mundo Sensible. La opinión se divide a su vez en dosespecies otiposde conocimiento: laconjetura, que es el conocimiento que tenemos de lascosas cuando vemos sus sombras o reflejos, y las creencia, que es el conocimiento que tenemos delas cosas cuando las percibimos directamente y nos formamos un juicio de ellas”2.
1DICCIONARIO REAL ACADEMIA DE LA LENGUA. 22ed. Madrid: Espasa, 2001 2 DICCIONARIO DE FILOSOFÍA. Consultado el 13 de marzo de 2012, 7pm: http://www.e-‐torredebabel.com/Historia-‐de-‐la-‐filosofia/Filosofiagriega/Platon/Opinion.htm
UNIDAD UNO Semana Tema Subtemas Actividad Lectura Complementaria Dos Categorías
que integran el concepto Opinión pública.
Definición de la opinión pública. Opinión pública y democracia. El espacio público/ los medios.
Leer la cartilla y las lecturas recomendadas.
CHERESKY,Isidoro. La ciudadanía, la opinión pública y los medios de comunicación. Consultado el 14 de marzo de 2012, 5pm en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lasa98/Cheresky.pdf.
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Lo público lo presenta la Real Academia Española de la Lengua como lo notorio, patente, manifiesto, visto o sabido por todos. De manera más exactaROBOTNIKOF explica lo que él ha denominado los tres sentidos básicos asociados a lo público a partir de la distinción entre esfera doméstica y pública: 1. que es de interés o de utilidad común a todos, que atañe al colectivo, que concierne a la comunidad y por ende de allí emanada, versus aquello que se refiere a la utilidad y al interés individual. 2. Lo que es visible y se desarrolla a la luz del día, lo manifiesto y lo ostensible, versus aquello que es secreto, preservado, oculto. 3. Lo que es de uso común, accesible a todos y por lo tanto abierto, versus aquello cerrado que se sustrae a la disposición de los otros.3 En ese orden se establece que en el transcurso del siglo XIX y del siglo XX lo público incluye las organizaciones económicas estatales, las instituciones legislativas y judiciales, y los grupos al servicio del poder coercitivo. Lo privado encierra la propiedad privada de organizaciones económicas, las relaciones personales y familiares establecidas de manera informal o formal. Entre estas dos esferas John Thompson señala organizaciones que no son propiedad del Estado ni tampoco propiedad privada, se refiere a partidos políticos, asociaciones de sectores económicos o culturales, grupos de presión y organizaciones económicas de tipo cooperativo. La Real Academia de la Lengua Española plantea que la unión de los términos opinión/pública da por resultado la siguiente definición: sentir o estimación en que coincide la generalidad de las personas acerca de asuntos determinados. Pero en vista de que se trata de un término estudiado desde múltiples escenarios académicos es necesario reconocer lo que nos plantean diferentes autores: Cuadro 1: Definiciones del concepto opinión pública4
AUTOR Disciplina DEFINICIÓN OPINIÓN PÚBLICA TÖNNIES, Ferdinand. Sociólogo Opinión pública es el conglomerado de puntos de
vista, deseos y propósitos diversos y contradictorios. Potencia unitaria, expresión de la voluntad común. (1902)
3ROBOTNIKOF. Citado por GARAY, L.J., Ciudadanía, lo público y la democracia. Bogotá: Textos y notas, Red de impresión digital. 2000. 4 Las definiciones fueron consultadas el 13 de marzo de 2012, 6 pm: http://www.iidh.ed.cr/comunidades/redelectoral/docs/red_diccionario/opinion%20publica.htm
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LIPPMANN, Walter. Periodismo Las imágenes que se hallan dentro de las cabezas (...) de los seres humanos, las imágenes de sí mismos, de los demás, de sus necesidades, propósitos y relaciones son sus opiniones públicas. ( 1922).
SPEIER, Hans. Política y sociología
La opinión pública se constituye desde las opiniones sobre cuestiones de interés para la nación expresada libre y públicamente por gentes ajenas al gobierno, que pretenden tener el derecho de que sus opiniones influyan o determinen las acciones, el personal o la estructura de su gobierno. (1950)
HABERMAS,Jürgen. Filosofía Opinión pública significa cosas distintas según se contemple como una instancia crítica con relación a la notoriedad normativa pública, ‘representativa’ o manipulativamente divulgada, de personas e instituciones, de bienes de consumo y de programa. (1962)
NEUMANN,Elisabeth Noelle.
Política Psicosocial
Podemos describir la opinión pública como la opinión dominante que impone una postura y una conducta de sumisión, a la vez que amenaza con aislamiento al individuo rebelde y, al político, con una pérdida del apoyo popular. Las opiniones sobre temas controvertidos que pueden expresarse en público sin aislarse. (1974)
SARTORI, Giovanni Política La opinión pública es un público, o multiplicidad de públicos, cuyos difusos estados mentales (de opinión) se interrelacionan con corrientes de información referentes al estado de la res pública (cosa pública). 1987
A pesar de las diferencias que se pueden encontrar entre los autores también hay puntos de encuentro que nos llevan a aclarar el concepto: Opinión pública es el conjunto de ideas que se consolidan en la sociedad sobre los temasque afectan a todos o a la mayoría, es la posibilidad de discutir con otros eso que los involucra como ciudadanos y que, simultáneamente, les permite ser ciudadanos. La opinión pública que se construye a partir del acuerdo y el disenso termina por imponer una decisión y tiene la posibilidad de ejecutar una acción.
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OPINIÓN PÚBLICA Y DEMOCRACIA Lo anterior lleva a plantear que el trasfondo de la opinión pública, desde la historia del fenómeno y a la luz de las distintas definiciones del concepto, es la democracia. Solo en los Estados democráticos se reconoce y valora la opinión pública. De hecho algunos estudiosos plantean que en Estados antidemocráticos no es posible hablar de opinión pública. La discusión se abre para quienes alegan que la opinión pública siempre existe, a pesar de la invalidez que le den los gobiernos, porqueconstantemente la gente construye ideas sobre aquello que acontece. No obstante, la base de la opinión pública está en la democracia, la libertad de expresión y el derecho a la información. Una opinión secreta, que no puede ser discutida con otros en escenarios públicos (la calle, la plaza, el café) ni que puede ser manifestada a los grupos hegemónico,incluso por que éstos esconden datos relevantes, sí puede considerarse opinión pero no pública. “El sistema democrático requiere de la opinión pública en la medida que es un elemento importante en la supervivencia del sistema. Por esto algunos autores consideraban como una de sus funciones la vigilancia y control de la vida política. Por lo tanto, la democracia y la opinión pública se necesitan y complementan mutuamente. Por un lado la democracia, garantiza los derechos y libertades de los ciudadanos, especialmente la libertad de opinión y expresión. Y, por otro, la opinión pública desarrolla una conciencia colectiva que participa, vigila y expresa sus puntos de vista sobre los temas de interés general. Como bien recuerda MONZÓN ‘los controles, manipulaciones y obstáculos que se pongan a la opinión pública repercutirán necesariamente en el desarrollo democrático de la sociedad”5 En consecuencia, la opinión pública es un elemento inherente al concepto de ciudadanía, a partir del cual se categoriza, desde la Modernidad, a mujeres y hombres como sujetos políticos, con derechos. Desde el siglo XVIII cuando los Ilustrados plantearon la razón como centro del universo de las personas, se constituye la idea de un ciudadano capaz de pensar y elegir a sus gobernantes; así mismo capaz de cuestionar, vigilar y actuar frente a lo que los elegidos hacen con los intereses públicos. En suma, es un sujeto que participa en la democracia. El sujeto es actor, tiene la capacidad de autodeterminarse y de participar en la configuración de la sociedad mediante el acuerdo que se construye en la esfera de la opinión pública. En esta perspectiva Heidegger aseguró que “lo decisivo no es que el hombre se haya liberado de las anteriores ataduras para encontrarse así mismo: lo importante es que la esencia del hombre se transforma desde el momento en que el hombre se convierte en sujeto”6. Esta conversión viene de la mano de la razón, único instrumento mediante el cual el hombre se autodetermina.
5 LOPÉZ, Coral. Propaganda y opinión pública. Consultado el 14 de marzo de 2012, 5 pm : http://opiniondelpublico.galeon.com/capitulo1.htm 6HEIDEGGER. Caminos de bosque.EN: la época de la imagen del mundo. Madrid: Alianza. 1995. p. 87.
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Bajo esta idea Habermas planteó la necesidad de una opinión pública ilustrada, es decir, intelectual. Las personas podrían exponer su subjetividad desde argumentos sólidos, en espacios como los cafés y los salones, donde se pasó de la discusión literaria a la discusión política gracias, entre otras cosas, al desarrollo del periódico y a la visibilidad que le exigió a quienes gobernaban en condiciones democráticas. Esto deja entrever que la opinión pública del siglo XVIII y XIX estaba conformada en la base por quienes sabían leer y escribir. “Chartier comenta, en este sentido, que todos los ciudadanos no son aptos para emitir su juicio y contribuir a la formación de la opinión ilustrada. La opinión convertida en pública, cuando es pensada como parte actora y no como actuada, pierde su carácter general, excluyendo de hecho a las multitudes que no tienen competencia para dictar las sentencias que proclama”7.
Podemos concluir en este punto que la opinión pública es un elemento inherente a la democracia moderna; lo que implica entender la opinión pública como la discusión (que debería tornarse intelectual) entre sujetos capaces de llegar desde el debate a un consenso sobre aquello que es común, que los afecta a todos. Esta situación es aceptada y aplaudida por los gobernantes que, elegidos por dichos sujetos, dirige sin perder de vista las posiciones de esa opinión; y viceversa, la gente no pierde de vista las decisiones y acciones de los elegidos para poder intervenir desde sus posiciones de ciudadanos activos. Por consiguiente no puede pensarse la participación política del pueblo si éste no está conformado por sujetos críticos, capaces de alcanzar el progreso desde fundamentadas acciones; esto implica pensar la democracia no sólo en términos de discusión sino en términos de creación. De hecho, “la democracia como sistema político es experiencia de expresión y participación de las diferencias. La democracia no es sólo gobierno de la opinión, sino también ethos, lugar de construcción de consensos y superación civilizada de los conflictos. Cualquiera de estas definiciones tiene por referente la comunicación.”8
7CHARTIER, Roger. Ilustración y revolución. Revolución e Ilustración.EN Espacio público, crítica desacralización en el siglo XVIII, Barcelona: Gedisa, 1995, p. 33. 8REY, Germán, “Espacios abiertos y diversidad temporal: las relaciones entre comunicación y política”, En: Jorge Iván BONILLA y Gustavo PATIÑO DÍAZ, Comunicación y política. Viejos conflictos, nuevos desafíos. Bogotá. Universidad Javeriana. 2001.
En la imagen aparecen Jorge Luis Borges, Carlos Gardel y Alfonsina Storni en una representación permanente en el Café Tortoni de Buenos Aires, que recuerda la discusión artística y política propia de esos espacios en el siglo XIX. El café permanece como un espacio turístico en el que se recuerda la mencionada tradición intelectual.
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Dominique,WOLTON9expone en su libro Pensar la Comunicación que la batalla por la democracia se resume en lograr que los gobiernos y la gente reconociera el vínculo entre expresión, comunicación y acción. Por ello no se puede hablar de política democrática si no existe la posibilidad de expresar las opiniones en el ejercicio de la comunicación entre ciudadanos. Sin embargo, reconoce cuatro problemáticas que se gestan en el centro de la triada, veamos: La libertad de expresión permite la circulación de un incontable número de opiniones. Pero no todas responden a la opinión ilustrada. La libertad favorece más la expresión que la opinión razonada del siglo XIII, lo que obliga a la comunicación política a tener que tratar cada vez más con corrientes de opiniones de valores diferentes. Frente a lo que se hace público hay que reconocer,en primer lugar, que no siempre es lo más importante o interesante, es decir, lo importante no siempre es conocido. Esto implica pensar, en segundo lugar, que el número creciente de medios no implica un número importante de opiniones debatidas. En la sociedad actual hay que plantearse la pregunta: Si todo el mundo se expresa ¿a quién escuchar?.Esto conlleva al problema del experto (tan usado en los medios de comunicación actuales) que termina excluyendo a un amplio número de ciudadanos. La información es la condición de la acción a través de la cual el ciudadano comprende el mundo, opina sobre él y, en consecuencia, actúa. Por ello la libertad de información es la condición del status del ciudadano. El problema radica en que cada día crece la brecha entre información y acción. Lo anterior evidencia el profundo debilitamiento en el que entra la opinión pública pensada por los liberales del siglo XVIII-‐en crisis para autores como HABERMAS-‐ a partir de la mitad del siglo XX cuando los medios masivos de comunicación se posesionan como el nuevo espacio de lo público. En el siguiente aparte resolveremos la cuestión del espacio público. El espacio público/ los medios “HABERMAS tomó el concepto de KANT, quien probablemente sea su autor, y popularizó su utilización en el análisis político desde la década del setenta. La definió como la esfera intermediaria que se constituyó históricamente en la época de la ilustración entre la sociedad civil y el Estado. Es el lugar accesible a todos los ciudadanos donde un público se reúne para formular una opinión pública.”10 Es importante aclarar que ese espacio puede ser físico pero también puede ser simbólico, es decir, puede ser la imitación del ágora de la Grecia Clásica,
9 WOLTON Dominique. Pensar la Comunicación. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2007. p 392. 10WOLTON. Op. Cit. p 392.
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ejemplo de ello son las plaza públicas que en nuestro país se conocen como Plaza Simón Bolívar. También constituye ese espacio los lugares en los que se toman decisiones políticas que afectan a la mayoría, no obstante, hoy están restringidas para las personas del común. En ellas se llevan a cabo manifestaciones, posesiones presidenciales, tomas de la ciudadanía exigiendo derechos o respaldos a los políticos, entre otras cosas. Era en esas plazas públicas donde antaño los políticos se reunían para transmitir sus discursos; y sus seguidores y detractores debatían sobre las propuestas. Por lo tanto, plantean los teórico que el espacio público es la matriz del espacio político moderno. Ese espacio es para muchos autores un escenario simbólico que se construye con la voluntad de la ciudadanía a través del entrecruzamiento de significados compartidos (lenguaje, movimientos, vestuario, gestos, entre otros).
Manifestación en la plaza de Bolívar de Bogotá
En la actualidad los medios de comunicación de masas son el escenario de lo público. La casi interacción mediática, como JhonThompson llama la relación de los medios masivos con la sociedad, ha visibilizado todos los hechos y personajes que conforman la esfera pública; esfera que antes del desarrollo de la imprenta estaba limitada a ocasiones especiales en espacios determinados a los que la gente asistía para ver y escuchar a sus gobernantes o para presenciar actos políticos o jurídicos que eran de carácter abierto. Se traba de encuentros cara-‐cara y, por lo tanto, aquellos que no podían asistir por cuestiones espaciales o por su condición -‐ mujer, esclavo etc-‐ quedaban marginados de lo público. Estas limitaciones fueron desapareciendo con el progresivo surgimiento de los mass media, en tanto lograron superar el conflicto de discriminación y el conflicto espacio-‐temporal que acarreaba el encuentro cara-‐cara. Para Thompson es necesario hablar de propiedad pública mediática y lo relaciona con la televisión, argumentando que este medio permite a los receptores ver y escuchar simultáneamente hechos que antes era imposible presenciar. Sin embargo, muestra con antelación que dicha propiedad se inició con el advenimiento de la imprenta porque la
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herramienta produjo un público -‐sin lugar-‐ que se enteraba de lo que sucedía en determinados espacios sin necesidad de estar presente. Bastaba leer o escuchar lo que leían quienes sabían hacerlo para estar informado. Con la televisión los gobernantes ya no ven a todos aquellos a quienes gobiernan, no obstante, todos los gobernados sí ven a quienes los dirigen. Por esta razón Thompson refuta la figura del panóptico plateada por Foucault en Vigilar y Castigar, en tanto plantea lo contrario, es decir, que unos pocos vigilan a muchos desde un punto estratégico. Claro está que con la televisión resulta limitante el campo de visión que tiene el receptor debido a que no puede captar todo lo que sí podría ver en el encuentro cara a cara, ni siquiera puede ver a otros que miran lo mismo que él. Es decir, el panorama óptico depende de los productores. Por lo tanto el encuentro en el espacio físico ya no es necesario porque las personas ubicadas en diferentes lugares pueden asistir a hechos que suceden en instancias lejanas. Esta asistencia individual ocurre frente a un espacio virtual, un espacio escrito y un espacio sonoro. Pero si bien el autor reconoce que la presencia física de un colectivo ya no es condición para que una actividad se señale como pública. Lo cierto es que quienes ejercen el poder al saberse visibilizados por millones de receptores se han preocupado por construir su imagen y por controlar su autopresentación en los medios, sobre todo frente a los medios audiovisuales. Se trata, como el autor señala, de una visibilidad compulsiva porque la presencia del yo frente a otros no se vuelve opción sino un imperativo para los líderes políticos. No obstante, la visibilidad mediática es una espada de doble filo porque si bien sirve a los gobernantes para ser reconocidos, también les trae conflictos que destruyen la imagen creada. THOMPSON presenta cuatro de estos conflictos: indiscreción y arrebatos del político, el tiro por la culata cuando un efecto esperado produce justo el contrario, la filtración de información secreta y el escándalo que se genera por la filtración de la información señalada. Por todo lo anterior el autor en cuestión señala que los medios masivos transformaron la naturaleza del espacio público y de la esfera pública. Recordemos que la esfera es abstracta, lo espacial es físico. En este marco, la colonización de los medios masivos de comunicación en la mayoría de hogares del orbe trajo la sensación, a algunos teóricos, de que estos instrumentos servirían a los sujetos para la consolidación de un fuerte proyecto político en el que todos los hombres y mujeres podrían ejercer control y vigilancia sobre el Estado(construir opinión pública). Empero, en la actualidad, y contra lo que muchos piensan, la vigilancia que la sociedad ha mantenido sobre sus gobernantes se ha ejercido pasivamente, incluso acríticamente desde el frente del televisor, al lado de la radio, desde el lugar en el que se lee la prensa y desde el punto en el que se conecta a la red. Esto implica reconocer que si bien en la sociedad de la información se generan miríadas de datos sobre un hecho, no por ello la reacción política de la ciudadanía se hace más fuerte. Por el contrario, cada vez menos se producen acciones
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concretas en las que pueda evidenciarse la reacción de la opinión pública. Cosas simples sirven de ejemplo: en la capital de Colombia muchos sectores suelen quejarse de los altos costos que tienen los servicios públicos, la gasolina, los alimentos; también se oye en las conversaciones cotidianas inconformidades frente a decisiones del gobierno. Pero en muy pocas oportunidades aparecen en los medios contundentes movilizaciones de la opinión pública para manifestar los desacuerdos y tratar de llegar a acuerdos que favorezcan a la mayoría. Las acciones se reducen a urnas virtuales en las que los receptores colocan su pensamiento que, de entrada, está limitado por las posibilidades de respuesta que esta herramienta posee: si-‐ no-‐ ninguna de las anteriores. Aquí, entonces, el sujeto moderno empieza a desconfigurar su sentido, por ende la opinión pública se desdibuja y la democracia se banaliza. Algunos refutarían lo planteado anteriormente argumentando que existen ciudadanos que hacen seguimientos juiciosos a los temasde interés colectivo que los medios presentan, y emprenden acciones grupales en pro o en contra de ellas. Si bien esto no puede desconocerse, hay que dejar claro que, para infortunio de la democracia, la mayoría de personas asumen la responsabilidad política sólo en la fecha de las elecciones, y, acto seguido, se marchan a la espera de que el gobernante lo haga todo; se limitan, entonces, a cuestionar y se olvidan de que el ejercicio de la democracia es también tarea de los gobernados. Pero ¿es esa indiferencia social responsabilidad de los medios?.Se ha dicho en las teorías periodísticas que los medios deben ejercer un control sobre el poder político, económico y coercitivo que tiene las instituciones públicas. Y bajo esa dinámica informar a la sociedad para que ésta tenga elementos de juicio que le permita tomar decisiones y actuar frente aquello que la perjudica o la favorece. Por ello “la tradición democrática occidental ha considerado siempre que una prensa libre es indispensable en un sistema político que se basa en un poder político limitado, controlado y responsable” 11 . Estamos hablando, entonces, de un poder que vigila poderes; por lo tanto los medios de comunicación son un contrapoder, así los denominó Giscard, ESTAIGN12. La fuerza de este contrapoder no está sustentada en el simple reconocimiento que teóricamente se le ha hecho a los mass media en la labor de perro guardián. La fuerza está en la capacidad de hacer de la información un producto reflexivo, sobre el que cada sujeto pueda razonar en aras de emprender acciones políticas. KANT manifestó que era necesario legitimar el que la razón pudiera hablar públicamente. Esta petición, de carácter ilustrado, ratifica la obligación que el Estado tiene de asegurar que la información pública sea manejada exclusivamente por profesionales educados para ello, y que, al mismo tiempo, estos 11 MUÑOZ Alejandro. El poder político ante los medios en: Opinión pública y comunicación política.Madrid: Eudema Universidad, 1992. P. 330 12ESTAIGN, Giscard. Citado por Alejandro MUÑOZ. El poder político ante los medios en: Opinión pública y comunicación política. Madrid: 1992. p. 333.
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profesionales asuman con responsabilidad la misión social que históricamente les ha sido encomendada. Pese a todos estos postulados, que parecen una utopía, el poder simbólico del que gozan los medios pierde en la actualidad eficacia debido a que cada vez más el conjunto de los significantes carecen de significación, es decir, los mensajes son banales y no sirven al ejercicio crítico que el ciudadano, en tanto sujeto, debe realizar. Pero también hay registro de movilizaciones positivas de la opinión pública gracias a la labor de los medios. En el periodo electoral los periodistas se preocupan por entregar información a los ciudadanos sobre los candidatos para que éstos puedan hacer elecciones acertadas. Confrontan a los candidatos para que la sociedad compare las propuestas; ejemplo de ellos son los debates que organizan los canales de televisión. Motivan la participación de la gente y cubren, en muchos casos, con rigor lo que ocurre durante el proceso. También le dan visibilidad al trabajo de organizaciones no gubernamentales que se encargan de vigilar la transparencia del proceso. La siguiente columna de opinión fue publicada por el periódico El Colombiano y permite ilustrar lo dicho a lo largo de esta cartilla:
El poder de la opinión pública Jaime Andrés Jaramillo Botero | Publicado el 10 de noviembre de 2011, en El Colombiano.
Pasó una contienda electoral marcada por la polarización, el juego sucio y la incertidumbre. Pero al margen de los resultados, destacaré el papel de los medios y de la opinión pública en la generación de interés político en el colectivo. Las prácticas clientelistas y maquinistas que enceguecen la individualidad y permean la transparencia, el sano debate y la construcción de democracia, parecieron perder fuerza. El electorado adquirió conciencia política, en gran medida, producto del control social y fiscalizador de los medios que, arriesgadamente y como nunca se había visto, brindaron información importante para que el ciudadano tuviera suficientes elementos de juicio para elegir. La mayoría de medios calificaron ganadores y perdedores, pero poco leí sobre la función que desempeñó la opinión pública y los propios medios como formadores y legitimadores de dicha opinión. Este diario se jugó su prestigio y legitimidad al presentar una opinión radical e indubitativa frente al tema político. Algo que desde la Teoría de Públicos se denomina opinión extrema. Motivo que generó descontentos en algunos
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sectores. Olvidaron y desconocieron que precisamente los editoriales son los espacios donde la casa expresa su postura. Cosa distinta es que el diario hubiera dado solo cabida a las expresiones de un solo movimiento político, pero a mi juicio, así no fue. La marcada posición política de algunos medios y legitimadores de opinión fue utilizada para promover un efecto contrario, es decir, impulsar a votar por otros. Volviendo con la Teoría de Públicos, esto se conoce como resistencia a la opinión contraria, que es actuar en contravía ante un discurso intensamente persuasivo, sugestivo, intimidante, amenazante u hostil. Este mismo fenómeno sucedió en Bello, pero a la inversa. Los bellanitas, cansados de la politiquería y el discurso trillado, coronaron el voto en blanco. También sucedió en Medellín y Antioquia, donde se impuso el descontento por la política tradicional. Igualmente se evidenció otro factor de intensidad de la opinión pública en la puja por los cargos de elección popular, conocido como implicación personal o grado de compromiso frente al objeto de opinión.
La legitimidad de la opinión pública y de los medios como formadores de percepciones de la realidad depende del nivel de conciencia política, de crítica y de defensa de los intereses ciudadanos. Pero en ese ejercicio se deben incluir los diferentes matices de grises y no el muerdo bipolar de blancos y negros que tanto daño ha hecho y que hace carrera actualmente, calificando de buenos y malos a los personajes públicos. Ojalá este fenómeno no sea un hecho aislado a futuro, que los medios independientemente de sus posiciones políticas, sepan identificar y valorar la diferencia, representada en candidatos que ajenos de los afectos, presenten propuestas serias; pero al mismo tiempo, que les den palo a las propuestas engañosas.