cronicas coloniales - j. roberto paez

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 J. Rober to P á ez Cronistas coloniales (Primera parte) Índice Introducción La historia, excelsa escuela de patriotismo Elementos que integran la nacionalidad Una mirada a los relatos de los Cronistas Primitivos Primeros habitantes de nuestro territorio. Lo que escribe Luis Baudin ¿Cuáles fueron las tribus primitivas? El Inca Tupac-Yupanqui y la invasión de n uestro territorio Huayna-Cápa c extiende sus dominios A la muerte de Huayna-Cápac , Huáscar declara la guerra a Atahualpa El período indígena en la historia americana División de la historia patria según Belisario Quevedo Parecer del historiador peruano, reverendo padre Rubén Vargas Ugarte ¿Cuál fue el ideal perseguido en la conquista española? Una ojeada a la sorprendente civilización de los Incas, según Rafael Kartsten Pronto se supo de las tierras situadas hacia el Sur. Trayectoria de Francisco Pizarro Hacia Cajamarca. Mayo 24 de 1531 Muerte del Inca, 29 de agosto de 1533

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J. Roberto Pá ez

Cronistas coloniales(Primera parte)

Índice

IntroducciónLa historia, excelsa escuela de patriotismoElementos que integran la nacionalidadUna mirada a los relatos de los Cronistas PrimitivosPrimeros habitantes de nuestro territorio. Lo que escribe LuisBaudin

¿Cuáles fueron las tribus primitivas?

El Inca Tupac-Yupanqui y la invasión de nuestro territorioHuayna-Cápac extiende sus dominiosA la muerte de Huayna-Cápac, Huáscar declara la guerra a AtahualpaEl período indígena en la historia americanaDivisión de la historia patria según Belisario QuevedoParecer del historiador peruano, reverendo padre Rubén Vargas Ugarte¿Cuál fue el ideal perseguido en la conquista española?Una ojeada a la sorprendente civilización de los Incas, según RafaelKartstenPronto se supo de las tierras situadas hacia el Sur. Trayectoria deFrancisco PizarroHacia Cajamarca. Mayo 24 de 1531Muerte del Inca, 29 de agosto de 1533

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  Qué causas facilitaron la Conquista del PerúAlvarado en Bahía de CaráquezFundación de Lima. Los Cabildos CivilesBreve apreciación de las Fuentes para la historia de AméricaFunda Quito Sebastián de Benalcázar, con independencia de la

Gobernación del Perú, en 1534España y QuitoGonzalo Pizarro, Gobernador de Quito. Descubrimiento del AmazonasProvincias - Audiencia - VirreinatoLa Audiencia de Quito fue muy combatidaLas Guerras Civiles del PerúConquistadores y Conquistados. Un capítulo de Belisario QuevedoCronistas e Historiadores de Indias. Los Cronistas según Raúl PorrasBarrenecheaEstos volúmenes de «Cronistas de Indias»

 Notas biográficas y selecciones

Francisco de JerezBiografía de Francisco de JerezRelato de Francisco de Jerez de la prisión de Atahualpa. Guerraentre Atahualpa y Huáscar. Riquezas de Atahualpa

Pedro Sancho de la HozBiografía de Pedro Sancho de la HozRelación de la conquista del Perú escrita por Pedro Sanchosecretario de Pizarro y escribano de su ejército

Capítulo IDe la gran cantidad de plata y oro que se trajo del Cuzco, yde la parte que se envió a Su Majestad el Emperador por elquinto real: de cómo fue declarado libre el cacique presoAtabalipa de la promesa que les había hecho de la casa llenade oro por rescate: y de la traición que el dicho Atabalipameditaba contra los españoles por la cual le hicieron morir

Capítulo IIEligen por señor del Estado de Atabalipa a su hermanoAtabalipa , en cuya coronación se guardaron las ceremonias,según la usanza de los caciques de aquellas provincias. Delvasallaje y obediencia que ofrecieron Atabalipa y otros muchoscaciques al Emperador

Capítulo IIITrayendo una nueva colonia de españoles para poblar en Xauxatienen nueva de la muerte de Guaritico hermano de Atabalipa.Después que pasaron la tierra de Guamachuco, Adalmach ,Guaiglia , Puerto Nevado y Capo Tambo , entienden que en Tarmales aguardan para acometerles muchos indios de guerra por locual echan prisiones a Calicuchima, y siguiendo intrépidos suviaje van a Cachamarca donde hallan mucho oro

Capítulo IVLlegan a la ciudad de Xauxa; quedan algunos guardando aquellugar y otros van contra el ejército de los enemigos, con los

cuales pelean. Alcanzan victoria y se vuelven a Xauxa. No sequedan allí mucho tiempo, sino que van algunos la vuelta del

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  Cuzco para pelear con el grueso del ejército enemigo; pero noles sale bien el intento y se vuelven a Xauxa

Capítulo V Nombran nuevos oficiales en la ciudad de Xauxa para fundar población de españoles, y habiendo tenido nueva de la muerte

de Atabalipa, con mucha prudencia y arte para mantenerse engracia de los indios, tratan de nombrar nuevo señorCapítulo VIDescripción de los puentes que los indios acostumbran hacer

 para pasar los ríos, y de la trabajosa jornada que tuvieronlos españoles en la ida al Cuzco, y de la llegada a Panarai ya Tarcos, ciudad de los indios

Capítulo VIIProsiguiendo su viaje tienen aviso enviado por los cuarentacaballeros españoles, del estado del ejército indio, con elcual victoriosamente habían combatido

Capítulo VIIIDespués de varias incomodidades sufridas en el viaje, habiendo

 pasado las ciudades de Bilcas y de Andabailla, antes de llegara Airamba tienen cartas de los españoles por las cuales lemandan un socorro de treinta caballeros

Capítulo IXLlegados a un pueblo encuentran mucha plata en tablas deveinte pies de largo. Prosiguiendo su viaje tienen cartas delos españoles del reñido y adverso combate que habíansostenido contra el ejercito de los indios

Capítulo XViene nueva de la victoria alcanzada por los españoles hasta

 poner en fuga al ejército indio. A Chilichuchima le mandanechar una cadena al cuello teniéndolo por traidor. Pasan porRímac y allí se reúnen y luego todos juntos van a Sachisagagnay queman a Chilichuchima

Capítulo XIVisítalos un hijo del cacique Guaynacaba con el cualconciertan amistad, y les hace saber los movimientos delejército de los indios enemigos, con el que tienen algunosencuentros antes de entrar en el Cuzco, donde ponen por señor

al hijo de GuainacabaCapítulo XIIEl nuevo cacique va con ejército para echar a Quizquiz delEstado de Quito; tiene algunos encuentros con los indios, y

 por la aspereza de los caminos se vuelven, y de nuevo van allácon ejército y compañía de españoles, y antes que vayan, elcacique da la obediencia al Emperador

Capítulo XIIITienen sospecha de que el cacique quiere revelarse, resultainfundada, van con él muchos españoles con veinte mil indioscontra Quizquiz, y de lo que les acontece dan aviso al

Gobernador por medio de una cartaCapítulo XIV

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  De la gran cantidad de oro y plata que hicieron fundir de lasfiguras de oro que adoraban los indios. De la fundación de laciudad del Cuzco, donde se hizo población de españoles, y delorden que en ella pusieron

Capítulo XV

Parte el Gobernador con el cacique para Xauxa, y tiene nuevadel ejército de Quito, y de ciertas naves que vieron enaquellas costas unos españoles que fueron a la ciudad de SanMiguel

Capítulo XVILabran en la ciudad de Xauxa una iglesia, y mandan tres milindios con algunos españoles contra los indios enemigos.Tienen nueva de la llegada de muchos españoles y caballos, porlo cual mandan gente a la provincia de Quito. Relación de lacalidad y gente de la tierra de Tumbes hasta Chincha y de la

 provincia Collao y Condisuyo

Capítulo XIXEn cuánta veneración tenían los indios a Guarnacaba cuandovino y lo tienen ahora después de muerto; y cómo por ladesunión de los indios entraron con los españoles en el Cuzco,y de la fidelidad del nuevo cacique Guarnacaba a los

cristianosEl cronista Pedro PizarroBiografía del cronista Pedro Pizarro

 Noticias contemporáneas de la captura de AtahualpaRelación del primer descubrimiento de la Costa y Mar del Sur,manuscritoPedro Pizarro, descubrimiento y conquista de los reinos delPerú, manuscritoCarta de Hernando Pizarro, apud Oviedo, Historia General de lasIndias, manuscrito, libro XLVI, capítulo XV

 Noticia de las costumbres personales de Atahualpa estractada delmanuscrito de Pedro Pizarro

Relaciones contemporáneas de la ejecución de AtabalipaPedro Pizarro, descubrimiento y conquista del Perú, manuscritoRelación del primer descubrimiento de la Costa y Mar del Sur,manuscrito

Pedro Gutiérrez de Santa ClaraBiografía de Pedro Gutiérrez de Santa ClaraHistoria de la conquista del Perú

Por Guillermo Hickling PrescottHistoria de las Guerras Civiles del Perú (1544-1548) y de otrossucesos de las Indias. Tomo II

Por Pedro Gutiérrez de Santa ClaraCapítulo XXIIDe las cosas que Gonzalo Pizarro hizo en la cibdad del Quito,y cómo desposseyó de la flota al gran corsario y la dio aPedro Alonso de Hinojosa, su primo hermano, para que fuesse a

Tierra Firme por General dellaCapítulo XLI

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  De cómo el visorrey Blasco Núñez Vela hurtó el viento aGonzalo Pizarro y no saliendo con el efecto se metió en lacibdad, la qual halló sin gente de guarnición, y de las cosasque en ella hizieron los soldados, y de lo demás que passó

Capítulo L

De cómo el tirano, aviendo hecho muchas cosas en Quito, se partió della dexando allí a Pedro de Puelles por su Thenientey Capitán y se fue a los pueblos de Sant Miguel y de Truxillo,y de las cosas que proveyó yendo por su camino adelante

Historia de las Guerras Civiles del Perú (1544-1548) y de otrossucesos de las Indias. Tomo III

Por Pedro Gutiérrez de Santa ClaraCapítulo XLIXEn donde se cuenta del linaje de los Yngas y de dóndesalieron, cuándo conquistaron las provincias del Perú, y quéquiere dezir Ynga en la lengua propia del Cuzco, que es la que

se vssa y se habla en estas partes tan remotasCapítulo LEn donde se prosigue y cuenta de linaje y prosapia de losYngas, reyes y señores que fueron destas amplíssimas yriquíssimas provincias del Perú, y se relatan las cosas quemandaron hazer en todas estas tierras

Capítulo LIEn donde se cuentan y relatan las diferencias y debates quelos hermanos Yngas Guáscar y Atagualpa tuvieron sobre lasucessión y herencia del reyno de Quito, hasta que llegó elmarqués don Francisco Pizarro con los suyos a estas provincias

Capítulo LVIDe como estos yndios del Perú tuvieron dos dioses muynombrados, y de las grandes supersticiones que los Yngastenían hablando con el demonio, y de los templos que avía enestas provincias, y de los ritos y cerimonias que ussavan ensus sacrifficios

Capítulo LVIIEn donde se cuentan las calidades y temples de las tierras y

 provincias destos reynos del Perú, y de la cordillera de vnassierras que ay en estas partes, y de muchas cosas incógnitas y

maravillosas que avía en todas ellasCapítulo LVIIIEn donde se da noticia de los muy grandes ríos que salendestas provincias y regiones del Perú, que van a dar a la mardel Norte, y cuenta quiénes fueron los que descubrieron poraquellas partes, y de la yerva escorzonela que ay

Capítulo LXIVDe la solenydad que los Yncas hazían quando agujeravan lasorejas a sus vasallos, que era como dalles horden decavaliería, y de las cerimonias que tenían quando salían fuerade sus palacios con su real corte

Capítulo LXVEn donde se cuenta brevemente el número de los meses que

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  tenían los yndios del Perú en cada vn año, y de las cosas quehazían en ellos para el bien y provecho de sus repúblicas, yde otras cosas que ay muy curiosas de saber

Capítulo LXVIDe cómo ciertos gigantes aportaron a la provincia de Manta,

los quales salieron de vnas yslas de la mar del Sur, y despuésfueron quemados con fuego celestial, y cuenta de otras cosasque ay en la tierra

Diego Fernández llamado «El Palentino»Biografía de Diego Fernández llamado «El Palentino»Primera Parte de la Historia del Perú

Por Diego Fernández, vecino de PalenciaCapítulo LXXIV

Llega el presidente Gasca al puerto de Manta y danle nueva delos pueblos que se han reducido. Dan nueva al Presidente deotros pueblos que se han reducido. Propiedad del pan de maíz.

Escribe el Presidente a muchas partes su llegada. Llegamensajero de Guayaquil y da nueva que el pueblo estádesamparado. Envía Gasca gente en favor de los de Guayaquil.Escribió Gasca a Pedro de Puelles

Capítulo LXXVTratan de matar a Pedro de Puelles. Muerte de Pedro dePuelles. Redúcese la ciudad de Quito al Rey

Capítulo LXXVIManera de enfermedad de verrugas como mal francés. Razón porque se causa esta enfermedad. Llega el Presidente a Túmbez.Llega Manuel de Carvajal a Gasca y dale la embajada de los deArequipa. Especialísima gracia del presidente Gasca. Halla elPresidente en Túmbez mensajeros de diversas partes. Lo quehizo y despachó Gasca. Dio Loaysa al Presidente relación de losucedido y enviole a Quito

Juan Cristóbal Calvete de EstrellaBiografía de Juan Cristóbal Calvete de EstrellaRebelión de Pizarro en el Perú y Vida de don Pedro Gasca

Escritas por Juan Cristóbal Calvete de Estrella y publicadas porAntonio Paz y MeliáCapítulo II

Gonzalo Pizarro sienta sus reales junto a los del Virrey.Marcha éste a Quito y resuelve dar batalla a Pizarro. Sale elúltimo a su encuentro y vienen a las manos. Muerte del Virrey.Victoria de Pizarro. Hace su Teniente General del Perú aBenito de Carvajal. El triunfo ensoberbece a Pizarro, que seentrega a la liviandad. Imítanle sus capitanes

Capítulo IXArribo del Presidente a Manta, donde prosigue sus prevencionescontra Pizarro. Muerte de Pedro de Puelles a manos de Rodrigode Salazar. Reducción de Quito. Abnegación de Ovando por losPizarros. Crueldades ordenadas por Puelles. Nombra Gasca a

Salazar Capitán y Justicia mayor de Quito. Comunica aBenalcázar las buenas noticias que va recibiendo. Expedición

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  de Aldana. Traición del indio don Martín. Entra en TrujilloAcosta. Coge dos prisioneros que le aseguran que Gasca nollegaría en aquel año. Envía Pizarro a Acosta en persecuciónde Mora. Fortifícase éste entre dos ríos. Sabedor Pizarro dela marcha de Gasca y de la reducción de la armada, resuelve

salir contra Diego Centeno. Ahorca Acosta a Mejía y a otrossoldados. Fuga de Jerónimo de Soria a Trujillo con las cartasde Pizarro. Carvajal manda dar garrote al capitán Lope Martín.Salen Acosta y Pizarro contra Centeno. Reúnese toda la armadacon el Presidente en Manta. Promesas de próximo socorro querecibe de Nueva España. Nuevas prevenciones para la guerra.Tumor pestilencial que sufre su gente. Arriba a Túmbez

 Nicolás de AlbeninoBiografía de Nicolás de AlbeninoEpístola

Lo que ocurrió luego de la batalla de Chupas. Se conoce la

venida del virrey Blasco Núñez Vela. Noticia de las ordenanzasnuevasLlega el virrey Blasco Núñez Vela. Primeros actos de gobiernoVaca de Castro sale del Cuzco con dirección a Los ReyesVaca de Castro llega a Jauja. Pasa luego a Los ReyesLlega Blasco Núñez Vela a Los Reyes. Aplica las nuevas

ordenanzasGonzalo Pizarro pasa de Las Charcas al Cuzco. Los vecinos lenombran su Procurador ante el VirreyBlasco Núñez Vela se maravilla de que nadie vaya del Cuzco a LosReyes. Pizarro recoge toda clase de armasEl Virrey prohíbe salir de Los Reyes al CuzcoEl Virrey resuelve resistir a Gonzalo PizarroPedro de Puelles alza bandera por Gonzalo Pizarro en HuánucoGonzalo Díaz alza bandera por Gonzalo PizarroDescontento general contra el VirreyBlasco Núñez Vela da muerte a puñaladas a Illán Suárez deCaravajalLos Oidores apresan al VirreyPizarro ambiciona gobernar la tierra. Sale del Cuzco. Vecinoscontra Pizarro

Vecinos del Cuzco se movilizan para servir al VirreyDegüella Pizarro dos capitanes del VirreyPrisión de Vela Núñez hermano del Virrey. Recupera luego sulibertadBlasco Núñez Vela recupera su libertad y envía a Quito unmensajero desde el puerto de TumbesApresan los Oidores a Vaca de CastroGonzalo Pizarro se acerca a la ciudad de Los ReyesCaravajal ordena ahorcar a tres vecinos del CuzcoLos Oidores nombran a Pizarro Gobernador en nombre de SuMajestad. Entra en la ciudad

Gonzalo Pizarro ejerce desde luego sus funcionesPizarro no permite que los Oidores participen en el Gobierno

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  Pizarro envía unas barcas con gente a Panamá. La gente de Quitoapoya al VirreyEl Virrey se entera de la movilización de capitanes de Pizarro.Bachicao se apodera de una nave mercanteEl Virrey huye de Tumbes. Bachicao se apodera del puerto y lo

saquea en parte. Se le junta gente maleanteBachicao se acerca a Panamá y luego desembarca allí. Gran temorde sus habitantes. Se hace de navíos y gente. Todos ansían pasaral PerúLlega a Quito el virrey Blasco Núñez Vela. Es Quito provincia delas mejoras y más provistas de Indias. Tiene ricas minasSale el Virrey con dirección a San Miguel. Órdenes de PizarroLlega a Trujillo Gonzalo Pizarro. El Virrey derrota a cuatro desus capitanesEl Virrey victorioso avanza a Piura. Miguel Yánez muere en lahorca

Pizarro se entera de la derrota en TrujilloManda el Virrey a su hermano por el camino de Trujillo. Esahorcado ArgüelloGonzalo Pizarro se acerca a San Miguel y celebra consejo con suscapitanesEl Virrey decide salir de San MiguelGonzalo Pizarro emprende la persecución del Virrey al saber quesalió de San Miguel. Pierde el Virrey toda su genteRobos y sevicias de la gente de Pizarro. Caravajal ahorca agente de distinción y de valíaEl virrey Núñez de Vela llega en su retirada a la ciudad deQuito. Sale a Popayán. Pizarro llega a QuitoEl Virrey mata tres capitanes suyosEl capitán Bachicao sale de Panamá con gente y va a juntarse conPizarroGonzalo Pizarro y Bachicao se meten en QuitoPizarro envía a Panamá al capitán Hinojosa con el título deGeneralLos vecinos de Panamá deciden resistir a Bachicao y alzan

 bandera por Su MajestadParte el Virrey a la Gobernación de Benalcázar. Es bien recibido

Hinojosa apresa a Vela Núñez y parte a PanamáHinojosa usa de astucia para entrar en PanamáConoce Pizarro en Quito que el capitán Diego Centeno se haalzado por Su Majestad en las Charcas. Centeno es vencido porfuerzas de Pizarro al mando de ToroMelchor Verdugo se alza en Trujillo por Su Majestad. Albeninocae presoFrancisco de Caravajal derrota al capitán Diego Centeno.Crueldades de CaravajalSale el virrey Blasco Núñez de Vela de la gobernación deBenalcázar con rumbo a Quito, en busca de Pizarro

Gonzalo Pizarro piensa que el Virrey no quiere darle batalla yse sitúa media legua fuera de Quito. Combate el Virrey con

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  Pizarro y es vencido. Muerte del Virrey. Benalcázar quedaherido. Crueldades de la gente de Pizarro después de la batalla.Degüello de prisioneros y rendidosPrisiones ordenadas por Pizarro. Manda a Benalcázar a sugobernación. Pedro de Puelles se queda en Quito por Pizarro,

mientras éste parte a San Miguel. Destierros a ChileMelchor Verdugo sale de Nicaragua para auxiliar al Virreyignorando su descalabro. Combate con Pedro de Hinojosa y esderrotado por ésteVerdugo se encuentra en Cartagena con don Pedro de La Gasca,quien le envía de inmediato a Castilla, para que informe de lossucesos hasta entonces ocurridosPedro de Hinojosa informa a Pizarro la llegada de La GascaLlega La Gasca a Nombre de Dios y pasa luego a Panamá desdedonde escribe una carga a Gonzalo Pizarro por no poder pasar alPerú como lo deseaba

Pizarro celebra consejo con sus partidarios al saber la venidade La Gasca. Pide para sí el gobierno del PerúDesdichada suerte de dos capitanes del virrey Núñez de VelaLa Gasca se atrae la confianza y simpatía de los capitanes dePizarro en Panamá. Amplitud de los poderes que traía consigoSaldaña e Hinojosa hablan con La GascaTres capitanes tratan con Hinojosa y se someten a La Gasca.Hinojosa hace lo propio. Panamá alza bandera por Su MajestadLa Gasca acopia refuerzos en PanamáJuan Vedrel construye una galera para La Gasca y ella saleaunque pequeña muy gentilPizarro se ve forzado a enviar desde el Perú seis navíos a

PanamáGonzalo Pizarro intenta inútilmente deshacerse de La Gasca enPanamáGonzalo Pizarro ordena degollar a Vela Núñez, hermano del virreyBlasco Núñez. Destierra a Panamá al obispo Loaiza. Celada quePizarro tendió a Vela Núñez. Ni entre moros se vio cosasemejanteLa Gasca, para dar aviso del perdón de Su Majestad, despachacuatro navíos desde Panamá

El presidente La Gasca se hace a la marOrdena Pizarro se le avise la llegada de navíosPuerto Viejo se declara por Su MajestadDiego de Mora decide levantar los vecinos de Trujillo por SuMajestadDiego de Mora se embarca y se encuentra con cuatro navíos de LaGasca a los que suministra víveres. Regresa luego a TrujilloEs apresado un navío de Pizarro al encaminarse a TrujilloDiego de Mora pasa a Cajamarca y se comunica con sus compañerosde armas. Mercadillo alza bandera por Su MajestadMuerte de Pedro de Puelles en Quito. Rodrigo de Salazar alza

 bandera por Su Majestad en Quito. Es nombrado Justicia mayor yCapitán General por Su Majestad en Quito

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  Diego de Villalobos alza en San Miguel bandera por Su MajestadLlega La Gasca y pasa luego a TumbesGonzalo Pizarro junta hombres y armas en la ciudad de Los Reyes.Pizarro da una paga de gran valor a los suyosDiego Centeno se apodera del Cuzco en nombre del Rey. La Gasca

 pide a Salazar salir de Quito y juntarse con élLorenzo de Aldana entra en el puerto de la ciudad de Los Reyescon cuatro navíos. Pizarro se niega a acatar la autoridad de SuMajestadLorenzo de Aldana comunica el perdón de Su Majestad a todos losque abandonen a Pizarro. Muchos de sus soldados abandonan aPizarroLorenzo de Aldana despacha un barco a Tumbes con cartas para LaGascaDon Antonio de Rivera, cuñado de Pizarro, alza bandera en LosReyes por Su Majestad, aprovechando de la ausencia de Pizarro

Juan de Illanes se queda con los navíosDiego Centeno sale al encuentro de PizarroLa Gasca llega a JaujaDiego Centeno combate con Pizarro en Guarina y es vencido.Pizarro se fortifica en el CuzcoLa Gasca reúne más gente y se moviliza al Cuzco. Llega a tenermás de dos mil hombres. Préstamo en oro de los mercaderes de LosReyesPedro de Bobadilla llega de Chile al puerto de Los Reyes y seune a La GascaDiego de Mora, testigo presencial de los sucesos, los describedesde la ciudad del Cuzco en carta a un amigo suyoEl día lunes nueve de abril del año 1547Pizarro quema dos puentes construidos por La Gasca. Pedro deHinojosa y Pedro de Valdivia, en acciónPizarro envía a Juan de Acosta para detener el avance de La

GascaLos campos enemigos se sitúan sólo a media legua de distanciaTrábase la lucha y Pizarro sufre el primer descalabroLas tropas de La Gasca descienden de las alturas al llano y seordenan para la batalla final

Gonzalo Pizarro espera ser acometido. La Gasca desea que se pasen a él las tropas de Pizarro. Confusión en el campo dePizarro. Diego Guillén le abandona. Las tropas de Pizarrovuelven las espaldasYo soy el desdichado de Gonzalo Pizarro. Prisión de CaravajalTotal desbarato y muerte de Gonzalo Pizarro. Mueren tambiénCaravajal, Guevara, Maldonado y Juan de AcostaSerena actitud de La Gasca. Entra en la ciudad del CuzcoSentencia de muerte que dieron contra Gonzalo Pizarro, Alonso deAlvarado y el licenciado CiancaÉste es el fin de Pizarro

La Gasca se halla en el Cuzco

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Introducción

 Ningún conocimiento de mayor importancia para un pueblo que el de sus

orígenes, porque en ellos se encierran los elementos que le dieron el sery los que determinaron su formación a través del tiempo, así en suscaracteres racionales como en los que, integrándose con otros, llegaron

 por la evolución a constituir lo que se conoce, en un momento dado, comouna nacionalidad determinada.Pueblo que no sabe de dónde procede, cómo se ha ido estructurando con elcorrer de las edades, las vicisitudes por las que ha pasado y losacontecimientos que en él influyeron decisivamente, no merece el nombre detal, ni puede estimarse poseedor de una individualidad jurídica y políticadigna de respeto.El estudio y aprecio de la historia, se funda precisamente en estas

consideraciones. No es la historia pasatiempo de desocupados oentretenimiento de eruditos ansiosos de hurgar en el ayer parasatisfacción de su vana curiosidad. Si el pasado no interesara para el

 presente y sirviera para el porvenir, bien podría quedar enterrado yolvidado sin remedio, sin que valiera la pena preocuparse con él paranada.-34-

La célebre frase que asevera que la humanidad se compone más de muertosque de vivos y aquella otra que enseña que los muertos mandan, tienen unfondo de verdad indiscutible. Vivimos del ayer más que del presente. Somosla resultante de generaciones que actuaron antes que nosotros y de fuerzasque obraron activamente en épocas remotas. Ni el hoy se puede comprendersin conocer el ayer, ni el futuro preparar adecuadamente sin medir lasfuerzas que influyeron en la evolución de la sociedad.Se ha aseverado, con razón, que si conociéramos como es debido los siglosen que América vivió bajo la dominación de España, tendríamos resueltaslas tres cuartas partes de los problemas que tanto nos agobian. Laexplicación de los acontecimientos históricos no es dable si se desconocenlos antecedentes que los determinaron. El presente no se formó de maneraespontánea: es una resultante de hechos anteriores reales y verdaderos.

La historia, excelsa escuela de patriotismoLa historia es la más excelsa escuela de patriotismo. En realidad, no se

 puede amar lo que no se conoce y, correlativamente, mientras más se conocemás se ama, según la frase feliz de Leonardo de Vinci. Para amar a laPatria hay que conocerla. Hay que remontarse a sus orígenes, verla nacer yformarse; observar cómo crece y se va desarrollando; cómo avanza y tambiéncómo retrocede, qué causas obraron para su progreso y cuales para sumomentánea -35- decadencia; analizar, en suma, su vida tal como se

haría con la de un ser orgánico. Nunca ahondaremos suficientemente en el pasado, para apreciar como es

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  debido a nuestra Patria.

Elementos que integran la nacionalidadDesde que en 1871 Mancini lanzara en su cátedra de la Universidad de Turínla cuestión relativa a la nacionalidad y a sus alcances, ella ha influido

 profundamente en las transformaciones de los Estados, dando lugar asucesos de veras importantes.Son variados y múltiples los elementos que integran la nacionalidad de un

 pueblo. Los hay histórico-geográficos, lingüísticos, sociales, culturales.¿Cuáles son los más importantes de ellos? Sin base territorial no se puedehablar de nacionalidad, por tanto los factores histórico-geográficos sonlos de veras fundamentales para un pueblo y a ellos hay que dar atención

 preferente.

Una mirada a los relatos de los Cronistas PrimitivosEra del caso recordar estas verdades, que no por sabidas dejan de ser de

 perenne actualidad, para comprender -36- y aquilatar el valor de losrelatos de los Cronistas Primitivos.Si queremos afirmar nuestra posición internacional, si anhelamos que alEcuador se le considere y estime en el concierto de los pueblos deAmérica, es de todo punto indispensable que procuremos hacer valer losrasgos esenciales que le dan personalidad inconfundible y singular; queconsideremos y veamos cómo en todo tiempo habitó en territorio propio ungrupo humano que se distinguía de los otros, al parecer de idénticascostumbres y de común origen.Hubo un asiento geográfico llamado Quito, en el que seres primitivosconvivieron, más o menos ordenadamente, en la época anterior a laconquista de América por hombres blancos venidos desde Europa y antestambién de la invasión incásica que partiera de las tierras del Sur.Existió por lo menos un principio de nacionalidad quiteña, que hemos detratar de poner en claro. No somos de ayer: nuestros orígenes se remontan

muy lejos en la historia. Conocer esos antecedentes, así fuera de modoimperfecto y somero, es de todo punto necesario y ello podremos lograrlorecorriendo los relatos que nos conservaron los Primitivos Cronistas queescribieron sobre cosas de América.

Primeros habitantes de nuestro territorio. Lo que escribe Luis Baudin¿Cuáles fueron los primitivos habitantes de nuestro territorio y de dónde

 procedían?

-37-He aquí un problema que, como tantos otros, no ha sido aún resuelto

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  satisfactoriamente. ¿Fueron, como parece probable, mayas procedentes deAmérica Central los que desde las costas ecuatorianas subieron hasta lastierras andinas? ¿Vinieron acaso de más remotos países, de la China o dela Polinesia? La prehistoria de América es aún incierta y llena deoscuridades y vacíos. La de nuestra Patria se halla en sus comienzos, en

cuanto a investigaciones se refiere.¿De dónde procedían los indígenas que poblaron nuestro territorio, antesde la invasión de los Incas peruanos? Nada seguro podemos afirmar hasta elmomento y hemos de contentarnos, por lo pronto, con lo que conocemos de laépoca histórica en que ocurre la conquista española y, a lo sumo, con loque antes de ella nos han conservado ciertas tradiciones orales.Conviene recordar, a este propósito, lo que escribe el publicista francésLuis Baudin, en su reciente libro sobre La Vida cuotidiana en tiempo delos últimos Incas, aparecido en París en 1955. Al estudiar lascivilizaciones primitivas de América, nos encontramos, dice, con una en laque siendo desconocida la escritura, nos vemos forzados para conocerla, a

interrogar a arqueólogos, folkloristas y cronistas.La arqueología deja filtrar algunas luces relativas al pasado, al azar delos descubrimientos que sugieren hipótesis, antes que verdaderassoluciones; el folklore, muy rico, nos proporciona ecos que provienen delmedio indígena, poco cambiante en el transcurso de los tiempos; en fin losescritos de los españoles, las crónicas, demasiado abundantes en ciertorespecto, forman una masa caótica de informaciones políticas, económicas,sociales, militares, anecdóticas y científicas, por lo general mal

 presentadas, a menudo contradictorias y rara vez imparciales. Garcilaso dela Vega encomia a los Incas con exceso, mientras Sarmiento de Gamboa losvitupera sin medida; los -38- secretarios de los conquistadores se

 pierden en detalles militares, al paso que los misioneros se engolfan ensermones interminables. Poma de Ayala mismo, tan de moda entre loshistoriadores de hoy, por ser indio, por haberse descubierto su manuscritono hace mucho y porque en su texto se introducen unos ingenuos dibujos, da

 prueba de poca cultura y objetividad.Por lo expuesto puede medirse la cautela exquisita con la que hay que

 proceder, antes de sentar conclusiones que rara vez resultan acertadas. Elmismo reputado investigador, autor, no lo olvidemos, de ese estudio sobreEl Imperio Socialista de los Incas, traducido a varias lenguas, recuerda,a propósito de los habitantes de nuestro suelo ecuatoriano, anteriores a

la invasión incásica, el relato recogido por el padre Anello Oliva, de unencargado de custodiar las cuerdas de nudos en que iban siendo guardadaslas noticias sobre sucesos del Imperio, llamado Catari, reputado por susaber, según el cual relato los hombres que huyeron del Diluvio alcanzarona llegar a las costas ecuatorianas y un grupo de ellos, que comandaba elcapitán llamado Tumbe se asentó en la ribera meridional del golfo deGuayaquil, fundando allí la población que tomó el nombre de su jefe:Tumbes. Un hijo de este fundador, llamado Quitumbo, huyó de una invasiónde gigantes que había capturado a un hermano suyo, franqueó la Cordillera,ganó tierras altas y creó la ciudad que después llevó su nombre: la ciudadde Quito.

En su reciente y celebrado libro sobre Las relaciones diplomáticas delEcuador con los Estados limítrofes, su autor, don Jorge Pérez Concha, ha

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  escrito con razón:«Hablar de los primitivos pobladores del Ecuador es tan incierto,como es hablar de las diferentes inmigraciones que -ya procedentesdel Asia, ya de Polinesia- -39- llegaron al Nuevo Continente; ycomo incierta es también, la teoría de Ameghino, según la cual el

hombre americano surgió de su propio medio».

¿Cuáles fueron las tribus primitivas?Recordemos la grave disputa tocante a la existencia de los Shyris y sobresi éstos sojuzgaron a los Quitus, o si acaso fueron pobladores primitivosde la Costa, los Caras, los que subieron hasta la planicie andina. En

tanto se aclaran estos puntos, diremos, siguiendo autorizadas opiniones,que las tribus principales asentadas en la que es hoy República delEcuador, parece que fueron las siguientes: los Quillasingas, al Norte; losQuitus y Puruhaes, al Centro; los Cañaris, Paltas y Huancabambas, al Sur;los Huancavilcas y Punaes en la Costa. Refundidas estas tribus en tres

 principales, no quedaron en la época de la conquista, al parecer, sino lasde los Quitus y Puruhaes; los Cañaris; los Huancavilcas, Punaes yCaraques.Desde el Carchi hasta el Azuay se extendían Quitus y Puruhaes. Los Cañarisocupaban el Azuay hasta el golfo de Jambelí y en la región de la Costa seasentaron Huancavilcas, Punaes y Caraques.El señor Jorge Pérez Concha, trae, en la obra ya mentada, esta cita delseñor don Jacinto Jijón y Caamaño, tomada de su libro sobre Sebastián deBenalcázar: «Lo que hoy es la República del Ecuador no formó antes de laconquista incaica una sola Nación, un solo pueblo. Sin contar con lasvarias razas de la -40- zona pacífica y de la amazónica, más o menosvinculadas con las de la serranía, existían siete clases de gentes, que,de Sur a Norte, eran: Los paltas, los cañaris, los puruhaes, los

 pantzaleos, los caranquis, los pastos y -ya en Nariño- los quillasingas. Ninguna de estas Naciones formaba un Estado propiamente dicho; cada una seencontraba fraccionada en varias parcialidades, que se hacían mutuamente

la guerra, de lo que provenía el que ciertos caciques llegaran a predominar, formando pequeños principados. Ello no era un óbice para queestos Régulos se agruparan, en confederaciones, en momentos de peligro».

El Inca Tupac-Yupanqui y la invasión de nuestro territorioEl Inca Tupac-Yupanqui emprendió desde el Sur la conquista de estastribus, asentadas desde tiempos remotos en nuestro territorio. Parece quedominó fácilmente ciertas tribus del Sur, pero que se estrelló en un

momento dado con la resistencia de los Cañaris, que le obligaron aretroceder en busca de refuerzos. Cuando volvió con ellos, los Cañaris se

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  le sometieron y celebraron con él tratados de paz. Luego venció a lastribus del centro en Tiocajas y llegó hasta Quito, desde donde regresó alCuzco.Sus conquistas las continuó su hijo, el Inca Huayna-Cápac, nacido enTomebamba, ciudad de los Cañaris.

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Huayna-Cápac extiende sus dominiosHuayna-Cápac aumentó sus dominios por el Sur, hasta la actual República deChile y una parte de la Argentina, y por el Norte hasta Pasto, sojuzgandotambién las tribus de la costa.El Inca incorporó, pues, el Reino de Quito al Imperio quichua, y paraevitar toda oposición posterior y para congraciarse con los que habíadominado, pidió en matrimonia a la princesa Paccha, hija del jefe del

Reino de Quito. Así los vencidos pudieron ver en el Inca una especie deRey propio, en cuanto esposo de la que había sido su princesa.Según los historiadores, duró treinta y ocho años el gobierno deHuayna-Cápac, que lo ejerció como soberano del Cuzco y como sucesor de losreyes de Quito. No viene al caso ponderar la avanzada civilización que losIncas encontraron en las tierras del Norte del Perú que ellos sometieron

 por las armas. Es de estos días el asombro que despertó la orfebrería dePuná, en cuantos tuvieron ocasión de admirarla en la exposición realizadaen Lima. Tomebamba de los Cañaris, ocupaba el segundo lugar después delCuzco en importancia y sus edificaciones competían con las mejores delImperio. Usos, costumbres, idioma, religión, subsistieron en muchas partesdel Reino de Quito, pese a la conquista del Inca y ello contribuyó no poco

 para que se disgregara el Imperio a la muerte de Huayna-Cápac, quien en sutestamento lo dividió entre sus dos hijos: Atahualpa, nacido en Quito, yHuáscar, dando a este último el Cuzco y al primero el Reino de Quito. Losespañoles habían desembarcado ya en Atacames, cuando murió Huayna-Cápac.

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A la muerte de Huayna-Cápac, Huáscar declara la guerra a Atahualpa

Don Horacio H. Urteaga, Miembro del Instituto Histórico del Perú, en sulibro El fin de un Imperio, publicado en Lima en 1935, ha puesto en clarocómo Huáscar, mal aconsejado por envidiosos y desleales que conocían sumodo de ser, «incapaz de ejercitarse en empresas militares, ni en vastos

 planes de expansión», todo lo contrario de su hermano Atahualpa que era deespíritu emprendedor y activo, concibió contra éste odio mortal, alsuponer, como le decían, que Atahualpa aspiraba a coronarse como Inca, nocontento con ser Rey de la porción de los dominios imperiales que lehabían sido dados en el testamento de Huayna-Cápac, esto es de los queformaban la gobernación o Virreinato de Quito.Huáscar, de carácter violento e irascible, no sólo ultrajó a su madre,

Arahua-Callo, sino que sometió al tormento a su tío Cusi-Tupac-Yupanqui, por creerlos adictos a Atahualpa. Por fin, habiendo Atahualpa enviado al

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  Cuzco una embajada de nobles quiteños, portadora de mensajes defelicitación y de preciosos regalos para el nuevo Inca Huáscar, esteúltimo, en el colmo de su insensatez, hizo dar muerte a los embajadores ydio orden de abrir inmediatamente campaña sobre Quito, nombrando alvaliente general Atoc jefe del ejército que debía marchar contra

Atahualpa, al que calificaba de rebelde.Vino a complicar la situación el haberse declarado los Cañaris y losHuancavilcas, que habían sido siempre rivales de los quiteños,ostensiblemente partidarios de Huáscar. Habiendo fallecido el curacagobernador de los Cañaris, el que debía sucederle creyó del caso acudir nodonde Atahualpa sino donde Huáscar para pedir la confirmación de sutítulo. Atahualpa nombró curaca de los Cañaris a uno de sus partidarios,residente en Tumipampa, y al saber que Cañaris y Huancavilcas -43- seagitaban en rebeldía, sacó sus tropas de Quito y atacó a los destacamentosde Tumipampa y los pasó a cuchillo. Huancavilcas, Cañaris y los de la islade Puná trataron de organizarse para resistir a los de Quito, pero los

venció Atahualpa, arrasó Tomebamba y degolló a sus pobladores. Huáscar,entre tanto, declaraba traidor y sacrílego a su hermano Atahualpa yordenaba al general Atoc partir sin dilación, para traerlo vivo o muerto ala capital del Imperio, el Cuzco.- Escribe Horacio H. Urteaga:

«La guerra fratricida fue ya inevitable. Las gentes pacíficas vieroncon dolor este alistamiento para una lucha que había de sercruentísima, motivada por pasiones tan violentas y odios tanencarnizados; y hubieron de llorar amargamente cuando las músicasmilitares anunciaron la salida de las tropas por la amplia víaabierta hacia el Norte, en dirección al Chinchasuyo: un respetuososilencio los despedía, como fatal augurio de grandes calamidades».

(Obra citada, páginas 93 a 101)

Empeñada la guerra fratricida, Atahualpa derrotó a los ejércitos deHuáscar, y con sus generales Calicuchima y Quizquiz abrió para sí las

 puertas del Cuzco. Huáscar mismo cayó prisionero.Se ha notado, por distinguidos escritores, que la guerra entre Atahualpa yHuáscar fue una verdadera guerra de límites, pues que este último no acató

las disposiciones de su padre Huayna-Cápac, que señaló lo que a Atahualpadebía corresponderle para su gobierno propio, entre Tumbes por el Sur ylas tribus de los Quillasingas por el Norte.Recordemos que Atahualpa fijó su residencia en Cajamarca, en donde habíade perder el Imperio y la vida a manos de Pizarro.

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El período indígena en la historia americanaCon la muerte de Atahualpa se cierra el período indígena en la parte de

historia americana que con nosotros se relaciona, según la denominaciónaceptada por el doctor Juan Comas, Coordinador del Instituto Panamericano

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  de Historia y Geografía.En este período vemos cómo las tribus indígenas autóctonas de nuestroterritorio, que no eran por cierto tribus salvajes, según los testimoniosque han quedado de su civilización, fueron sometidas a la dominaciónincásica que llegó del Sur, como invasión reciente a las tierras que ahora

llamamos Ecuador.La ocupación del territorio por Conquistadores españoles, acabó con laautoridad de los Incas, pero también dio fin a la que había sidoorganización indígena propia de las tribus quiteñas, todas las cualesquedaron definitivamente sometidas al Conquistador extraño, venido desdeEuropa, que hizo tabla rasa de la que había sido autóctona civilizaciónamericana, en cuyo aprecio y conocimiento vamos adelantando día a día, amedida que progresan las investigaciones y descubrimientos arqueológicos.

División de la historia patria según Belisario QuevedoA propósito de la llegada de los españoles a América, escribió BelisarioQuevedo en su Texto de Historia Patria, lo siguiente:-45- «Mediante este suceso, nuestra Patria que como toda

América, estaba separada del curso general de la Humanidad y de laHistoria Universal, entró en ese curso y tomó parte en la Historia,recibiendo la sangre, la religión, las artes, las ciencias y lascostumbres, de un pueblo altamente culto».

(Obra citada, página 15. Edición de Quito, de 1942)

La historia patria, como anota nuestro ilustre compatriota Quevedo, sedivide naturalmente en tres partes: la primera, desde los más antiguostiempos hasta la llegada de los españoles, la segunda, desde este hechohasta la guerra de la Independencia, y la tercera desde esta guerra hastanuestros días. Y agrega el mismo pensador que en la primera parte losdatos son tanto más vagos y dudosos cuanto más lejos nos vamos remontandoen el pasado; en la segunda tenemos ya relaciones escritas, monumentos y

otras fuentes de saber precisas: se puede señalar cuándo comienza ese período y cuando termina. La tercera parte, en actual desarrollo, comienzacon la guerra libertadora y llega hasta el momento actual.

Parecer del historiador peruano, reverendo padre Rubén Vargas UgarteEl notable investigador R. P. Rubén Vargas Ugarte, a su vez, al hablar dela historia del Perú dice que pueden distinguirse en ella tres épocas:Incaica, Colonial y Republicana, siendo de advertir eso sí, agrega, que

sería un error creer que estos tres períodos no se hallan vinculados entresí y que hay entre ellos -46- solución de continuidad. Lo afirma así

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  en su celebrada monografía Síntesis del Perú Colonial, publicada en Limael año de 1950. Anota el padre Vargas que los elementos de raza y medio,enlazan estos tres períodos unos con otros.Si la historia del Perú arranca del Imperio fundado por los descendientesdel legendario Manco, la de nuestra Patria ecuatoriana también se inicia

con las noticias de las tribus indígenas que vivieron en nuestro suelo ycon las luchas que hubieron de sostener en defensa de su autonomía, a lasque antes hemos hecho referencia. Mas la historia verdadera de los paísesllamados a sobrevivir y desarrollarse incesantemente, comienza una vez quelos Conquistadores españoles se asentaron definitivamente en sueloamericano y se fundieron con el elemento indígena que encontraron en él.

¿Cuál fue el ideal perseguido en la conquista española?

Una interrogación, dice el padre Vargas Ugarte, se han hecho en todotiempo, los investigadores: ¿fue la conquista de América por Españaúnicamente la hecatombe sangrienta del indígena, perpetrada por un grupode aventureros, ávidos de riquezas?La pregunta equivale a indagar cuál fue el ideal de la conquista, y eldistinguido jesuita peruano recuerda que para algunos se redujo a saciarla sed de oro que consumía a los que a ella vinieron, al paso que otroshan visto en el conquistador al cruzado de la fe, ansioso de extender elreino de Cristo en regiones ignotas.-47-

Ambas maneras de enfocar el problema se alejan de la verdad. Los hombresno proceden guiados únicamente por ideas abstractas o por inconfesablesapetitos. Los españoles que pasaron a la América descubierta por Colón, lohicieron a la vez con el afán de encontrar riquezas que les redimieran denecesidades y angustias y también movidos del celo de difundir la religiónde Cristo. En la época de la conquista, subsistía en España el impulsoguerrero que había llevado al pueblo a luchar con los moros y existíatambién en los espíritus una arraigada fe religiosa y un anhelo de quetodos participaran de ella. Los dos impulsos no se excluyen ni secontradicen. Se podía trabajar por la fe católica y a la vez era dableobtener los bienes materiales, el oro y los servicios personales, que

asegurarían el porvenir de los felices descubridores y pobladores deAmérica. Fines económicos y fines espirituales integraban, así, el impulsoque llevaría a cumplir hazañas de veras legendarias a una raza de hombresque a la distancia de siglos nos parece de titanes.Se ha anotado, acertadamente, que a la época de la conquista el celoreligioso por extender la fe y combatir las herejías, formaba parte delideal de España y que ésta acometió la conquista del Nuevo Mundo comoempresa civilizadora y cristiana, movida por altísimo idealismo. Si elcruzado de Palestina, escribe el padre Vargas, llevaba en su pecho elideal religioso, también lo tenía el conquistador de América,conjuntamente con el ansia de enriquecimiento y de dominación sobre los

habitantes del Continente descubierto hacía años. Pasión religiosa y pasión del oro: dos móviles que explican la conquista de América.

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Una ojeada a la sorprendente civilización de los Incas, según Rafael

KartstenDespués de una vida toda ella consagrada a estudios e investigacionessobre el pasado de América, el notable profesor de la Universidad deHelsingfors, Rafael Kartsten, fallecido en 1956, nos dio su libro tituladoLa civilización del Imperio Inca. Un Estado totalitario del pasado,traducido al francés y publicado en 1952 en la Casa Payot de París.Creo oportuno transcribir aquí algunos párrafos de la «Conclusión» de tannotable trabajo, que resumen adecuadamente lo que debemos opinar deaquella civilización y de la obra de España en el Nuevo Mundo. Dice así el

 profesor Kartsten.«Se puede mirar como hecho bien establecido, que los Incas no se

quedaron en el estado de organización por ayllus. Sobre las basessentadas por las tribus peruanas, centenares y aun millares de añosantes de que aparecieran los Incas, estos últimos crearon un nuevoorden social y político, un verdadero Imperio que, considerado en elcuadro de su época, ha de estimarse casi como sin paralelo alguno enla historia.»El reino del Tahuantinsuyo en tiempo de Pachacutec, de TupacYupanqui y de Huayna Cápac, no era, como afirma Curnow por ejemplo,un mero agregado de tribus, más o menos hostiles entre ellas: era unEstado, en el sentido moderno de la palabra, de tal modo imponenteque no puede menos de atraer nuestra admiración, pues, demuestra elgenio de los hombres que lo fundaron.»La enorme extensión del Imperio, resultado de un sorprendente podermilitar y de una muy hábil política, a la vez que su organizacióninterior con la jerarquía de funcionarios de todos los rangos y elmaravilloso sistema administrativo que parece haber -49-funcionado con la precisión de un mecanismo bien regulado, todo ellose debió a los Incas.»El hecho de que este gran Imperio tan bien organizado -diríamos quedemasiado bien organizado- se haya desmoronado relativamente pronto

 bajo los golpes de un enemigo muy inferior es otro asunto, y

 proviene de circunstancias de las que dijimos ya algunas palabras.Hay que buscar la causa, en parte en la inercia y en la pasividadcaracterísticas aún hoy de los indígenas del Perú y de Bolivia, queviven en las montañas. El Imperio Inca estaba también ya endecadencia cuando aparecieron los españoles. Se había iniciado un

 proceso de desintegración que tarde o temprano habría ocasionado suruina. Además y éste es un hecho capital, los Indios de la Américadel Sur hubieron de enfrentarse por vez primera con una raza decivilización superior y de 'diplomacia' de métodos violentos,desprovistos de escrúpulos, que les superaba en todo.»Hay una cuestión que deseamos dilucidar en pocas palabras. En la

época de la conquista española y después de ella, algunos escritoreshan tratado de acreditar la opinión según la cual la ley

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  'totalitaria' de los Incas era en esencia una tiranía insoportableque no merecía otra suerte que la de ser destronada. Los autores dela escuela de Toledo hasta han pretendido que la conquista españolafue beneficiosa para el pueblo peruano. Es una idea que aparececonstantemente, por ejemplo, en la Historia de Sarmiento de Gamboa.

Es ésta una manera de presentar las cosas que conviene refutar. Noes raro oír que el poder absoluto del soberano, por lo menos en elapogeo del Imperio, traía como consecuencia una cruel opresión parael pueblo y que el soberano era temido y odiado. La exposición quehemos hecho sobre el carácter teocrático del Imperio Inca y sobrelas relaciones existentes entre los súbditos y su monarca 'divino',demuestran que ésta es una opinión injustificada.-50-

»La ley de los Incas era rigurosa y rígida, pero era justa. Escierto que existía diferencia muy marcada entre las diversas clasessociales y que el gobierno ejercía supervigilancia muy estrecha

sobre las clases medias e inferiores; pero esta supervigilancia laestimaba el pueblo perfectamente natural y los súbditos del Incaapreciaban mucho las precauciones tomadas para que los señores y losfuncionarios no oprimiesen a los desvalidos.»El aspecto más admirable de la civilización Inca, aparte de susistema político, era, en mi opinión, su legislación social mediantela cual los soberanos habían tomado medidas cuya utilidad ynecesidad sólo muy recientemente han asomado en las nacionescivilizadas en Europa. Ningún Estado, ni aun en la época modernatomó tanto afán para asegurar que los más humildes miembros de lacolectividad, los más pobres y desheredados, fuesen protegidos porla sociedad y pudiesen llevar una existencia digna del ser humano.»El período colonial español vio nacer un estado de cosasradicalmente diferente: una raza extranjera, completamente ignorantede la psicología de los Indios, animada del deseo desenfrenado dedestruir y de enriquecerse, se apoderó del poder en el antiguoImperio Inca. El libro del escritor indio, Huamán Poma Ayala, nosrelata cuán profundamente sintieron los antiguos súbditos del Incala terrible opresión bajo la cual vivieron después de la conquistaespañola. Sabemos que el libro fue precisamente compuesto parallamar la atención del gobierno español hacia las graves faltas y

los abusos de la administración colonial. Debemos subrayar, paraconcluir, que a pesar de todo no hemos de reprobar con exceso a losespañoles su conducta, pues que ellos no se portaron en conjunto,con sus súbditos de color, peor que las otras potencias coloniales.Los anglosajones y los franceses que con el alcohol, las matanzas ylas salvajes guerras de exterminio sometieron a los Indios de laAmérica del -51- Norte, no fueron más humanos que los españolesen la América del Sur. Monarcas como Carlos Quinto y Felipe Segundo

 por lo menos ensayaron, mediante disposiciones legales, aliviar lossufrimientos de sus miserables súbditos de color, bien que estasleyes se mostrasen ineficaces en la práctica. Por regla general, los

sacerdotes españoles hicieron esfuerzos para proteger a losindígenas y las razas anglosajonas no han sido capaces de producir

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  en América del Norte un defensor de dos derechos de los Indios que pueda compararse a Bartolomé de las Casas.»Y hay que recordar también que no es sólo bajo la dominaciónespañola cuando los indios del Perú han conocido la opresión.Todavía ahora, los herederos de la civilización del antiguo Imperio,

viven en condiciones sociales casi intolerables, que llevaránfatalmente a una crisis, tarde o temprano».

(Obra citada, páginas 254 a 257)

Pronto se supo de las tierras situadas hacia el Sur. Trayectoria de

Francisco PizarroEn el afán conquistador y descubridor, pronto se conocen las noticiasacerca de unas tierras situadas al Sur de las que ya se había encontradoen un primer momento. Allí estaría la verdadera Castilla del Oro quealgunos descubridores creyeron hallar en las tierras del Istmo y en elGolfo de las Perlas.Para la empresa en esas nuevas tierras del Sur, se comprometen con uncontrato Pizarro y Almagro, -52- Luque, Andagoya y Basurto, cuyaslabores de descubrimiento se inician en 1524. Las primeras tentativas noobtienen buen resultado y Luque pide ayuda al licenciado Espinosa el 10 demarzo de 1526. Andando los meses se rescindirá el contrato celebrado conél, pero se mantendrá en todo tiempo una especie de compañía entre lossocios de la primera hora. El año de 1526 se señala en la historia comoaquel que permitió llegar hasta la Bahía de Atacames a losexpedicionarios, en tierras sometidas a los Incas. Hay que mirar al pilotoBartolomé Ruiz como al verdadero descubridor del Perú. Había él dejado aPizarro a orillas del San Juan, mientras Almagro regresaba a Panamá en

 busca de refuerzos. Viene luego la hazaña de Pizarro y de los que en laIsla del Gallo decidieron con él atravesar aquella línea que marcaba elderrotero por donde se iría a la fortuna y a la fama, venciendo conaudacia lo desconocido. Partieron de la Gorgona para descubrir el Sur en

el pequeño barco que había traído Bartolomé Ruiz de Panamá. Quedaronasombrados al contemplar el golfo de Guayaquil, «rodeado de verdura,mientras en lontananza se dibujaban las crestas de los Andes, coronadas denieve», como escribe el autor de la Síntesis del Perú Colonial.En este sitio se encontraron con embarcaciones tripuladas por indígenas:eran los tumbecinos y guiados por ellos llegaron al puerto de Tumbes,entrada del Imperio peruano.Decidieron regresar a Panamá, pues, lo que habían visto era suficiente

 para despertar la codicia del descubrimiento y conquista, pero faltaban para ello los medios necesarios. A buscarlos partió Pizarro a España y afirmar también con el gobierno español las «capitulaciones» de la

conquista del Perú, porque hay que recordar que la empresa de la conquistade América era un negocio de interés particular, en -53- el que los

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  conquistadores españoles tenían que actuar por su cuenta y riesgo,sujetándose a las concesiones que les había hecho la Corona de España, enorden a los territorios que descubrieran y pacificaran. Toda conquista ydescubrimiento entrañaba un contrato bilateral. Anota el padre Vargas queen ese contrato «el Estado se comprometía a otorgar mercedes y franquicias

y otros gajes al Capitán o Adelantado, y éste, en cambio, se obligaba acostear la empresa, llevarla adelante con su persona y bienes y sujetarsea las instrucciones que se le diera al respecto».Las capitulaciones para la conquista del Perú se firmaron en Toledo, entrela reina doña Juana la Loca y Francisco Pizarro, el 26 de julio de 1529,«para continuar, dicen ellas, la dicha conquista y población, a su costa yminsión». Desde luego, esas capitulaciones tenían un molde legal al cualdebían sujetarse, pues, ya el 17 de noviembre de 1526, Carlos Quinto habíamandado promulgar en Granada las Ordenanzas e Instrucciones sobreDescubrimientos, en previsión de los que habían de ocurrir en el devenirde los años.

Salió Pizarro de Sevilla, acompañado del padre Valverde, en 1580, y endiciembre de ese año tomaba rumbo a Tumbes, «sin la gente y vitualla queconvenía», como dijo en carta al Rey el licenciado La Gama. Con Pizarroviajaron desde Sevilla sus hermanos Hernando, Gonzalo y Juan y, a más deValverde, el dominico fray Reginaldo de Pedraza.De Panamá salieron ciento ochenta infantes y veintisiete caballos.Recalaron en San Mateo y acordaron continuar por la costa. Sin losauxilios que llegaron con el tesorero Riquelme y en especial sin los quedesde Nicaragua trajo Benalcázar, que alcanzó a Pizarro en Puerto Viejo,habría sido imposible seguir adelante, pues, enfermedades y muertesafligieron a las tropas del descubridor del Perú.El cuartel general lo establecieron en la Isla de Puná y con los refuerzosque allí llevó en dos navíos -54- Hernando de Soto, consistentes encien infantes y unos pocos caballos, pasó el conquistador a Tumbes, quehabían asolado sus habitantes.

Hacia Cajamarca. Mayo 24 de 1531En mayo 24 salió Pizarro hacia Cajamarca con sesenta y siete hombres de a

caballo y ciento diez de a pie. La lucha entre los partidarios deAtahualpa y los de Huáscar seguía cada vez con más violencia. El díaviernes 15 de noviembre de 1531 pudo contemplar Pizarro por vez primera laciudad incaica de Cajamarca, desde una eminencia. Dividíase en dos partes:en una de ellas se alzaban las casas reales, en otra el campamento delejército del Inca, bajo toldos de campaña.Son conocidos los sucesos posteriores y cómo, en un arranque de audacia yde valor propio de esos tiempos y esos hombres, Pizarro tomó preso aAtahualpa en su propio campamento.Dos puntos ha aclarado el padre Vargas Ugarte en la valiosa monografíaantes citada y de la que nos hemos servido para resumir los

acontecimientos que estamos recordando.Fray Vicente Valverde leyó al Inca el «requerimiento», alegato en que se

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  exhortaba a las nuevas gentes a reconocer la soberanía de los Reyes deCastilla, a recibir de paz a sus enviados y a aceptar la fe que se les ibaa predicar. Se prescribía esta lectura en las Instrucciones para losnuevos descubrimientos; el texto lo había compuesto el doctor PalaciosRubio. -55- Valverde, al ver la actitud amenazadora de Atahualpa, no

tuvo más que hacer que volverse a los suyos y animarles a hacer uso de susarmas.El otro punto se relaciona con el número de indios muertos en la refriegaque siguió a este hecho. Parece que debe fijarse en el de dos mil elnúmero de muertos.

Muerte del Inca, 29 de agosto de 1533Conocemos ampliamente lo relativo a la oferta de rescate que hizo el Inca,

y lo que del oro que reuniera Atahualpa correspondió a los españoles quele habían apresado. No se han conservado ni el proceso ni la sentenciadictada contra el Inca, ajusticiado el 29 de agosto de 1533 y al que se leacusó de dos delitos: haber ordenado la muerte de su hermano Huáscar yhaber dispuesto que se acometiera a los españoles. Ninguna de estasacusaciones es válida, pues, no consta que fuera Atahualpa quien dispusoel suplicio de su hermano y en cuanto a lo segundo, como todos convienenen ello, no es delito jamás la propia defensa, sino por el contrario cosaenteramente lícita.Salió Pizarro de Cajamarca el día 15 de setiembre de 1533, con direcciónal Cuzco. Antes fundó, en el mismo año, la población de Jauja. Ocupó consus tropas, unidas a las de Almagro y a las de Hernando de Soto, lallanura de Jaquijaguana, aquella en la que años más tarde sería vencido suhermano Gonzalo Pizarro. En Jaquijaguana fue quemado Calicuchima, acusadode haber asesinado al hermano menor de -56- Huáscar, Tupac-Huallpa, alque había proclamado Pizarro como soberano indio, y de estar enconversaciones con Quisquis para atacar a los españoles.El día 15 de noviembre de 1533 entró Pizarro en el Cuzco, cuya defensahabían abandonado las fuerzas del Inca, luego de incendiar los almacenes y

 palacios reales. La fundación española del Cuzco se hizo el día 23 demarzo del año siguiente, 1534.

Qué causas facilitaron la Conquista del PerúAl sociólogo y al historiador le interesa averiguar qué causascontribuyeran a facilitar a las huestes de Pizarro la conquista del

 poderoso Imperio del Perú. No he hallado mejor resumen de ellas que elelaborado por el padre Rubén Vargas Ugarte en su Síntesis del PerúColonial, que me place reproducir aquí.Las conquistas incaicas habían dado a sus dominios una extensión

desmesurada. Muchas tribus o naciones no habían sido sometidas sino en parte, como ocurría precisamente con las de la comarca de Quito. Los

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  orejones, nervio del Estado, se habían enervado en el mando y perdido launidad con los privilegios creados por el Inca; se había multiplicado laclase de los yanaconas o siervos, y el reparto de las tierras a losorejones había disminuido la producción y aumentado las cargas sobre losdemás. Las crueldades de Huayna-Cápac le enemistaron con muchos súbditos.

Las matanzas de Atahualpa hicieron que fuera odiado y que desapareciera laveneración con la que se trataba al Inca. El régimen socialista de losIncas había acostumbrado a los indios al yugo -57- y a la sumisión; suinercia y pasividad les llevaba a someterse fácilmente, en cuantodespareciera el jefe; su estrecha mentalidad no negó a medir el alcance deun cambio de dominación. Pizarro se aprovechó de su docilidad y delrespeto a la autoridad del Inca y se sirvió hábilmente de miembros de lafamilia de este último y de los principales jefes, para tener a raya a lossúbditos del Inca. En suma, sin las luchas intestinas en el país de losIncas, la conquista no se habría realizado tan rápidamente.

Alvarado en Bahía de CaráquezEstando Pizarro en el Cuzco, recibió aviso de que don Pedro de Alvaradohabía desembarcado en la bahía de Caráquez y al saberlo destacóinmediatamente a Almagro para que fuera a unirse a Sebastián de Benalcázarque desde la primera población fundada por el Conquistador en el Perúhabía partido a Quito, en razón de figurar el Reino de Quito dentro de losterritorios que la Corona de España reconocía en favor de FranciscoPizarro en las estipulaciones acordadas con él.En Riobamba se juntaron Almagro y Benalcázar y la lucha con las hueste deAlvarado se evitó con el acuerdo a que llegaron estos capitanes. Almagro yAlvarado partieron en busca de Pizarro que a la sazón se hallaba enPachacámac. Hízose la paz en términos satisfactorios y Alvarado regresó aGuatemala dejando en tierras de Quito y del Perú la gente que con él habíavenido.

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Fundación de Lima. Los Cabildos CivilesPizarro resolvió fundar una ciudad en el valle del Cacique de Lima,repartiendo solares a los vecinos de Jauja, que abandonaron su primerasiento y pasaron al nuevo. Surgió así el 18 de enero de 1535 la Ciudad delos Reyes, que había de ser Metrópoli de la América Austral.El año anterior, 1934, había sido fundada ya la Ciudad de San Francisco deQuito. Las ciudades habían de ser los asientos civilizados desde dondeirradiarían a las regiones todas del territorio los beneficios de lacultura traída a América desde el antiguo Continente. Sus CabildosSeculares serían el trasunto de los Municipios castellanos y la fuente dedonde emanaría todo impulso civilizador y creador, no menos que el

 baluarte de las libertades que comenzaban a decaer en la Península. Elestudio fundamental sobre esta materia, del que no se puede prescindir, es

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  el del insigne americanista padre Constantino Bayle, de la Compañía deJesús, titulado: Los Cabildos Seculares en la América Española, publicadoen Madrid el año de 1952, al que hemos de recurrir en todo caso.La fundación de las ciudades fue el arraigo que a la tierra tuvieron losque habían venido en son de guerra al Continente Americano. Nacía así una

nueva forma de cultura y de vida; nacía América española. Dejadas de ladolas armas, comenzaba el roturar y cultivar de las tierras; se iniciaba ellaboreo de las minas, principiaban los trabajos e industrias que habían dellenar necesidades imprescindibles de los núcleos de vida. Se lograbatambién así, como lo han anotado los historiadores, la fusión entre laciudad y el campo. Quedaron, claro es, algunos que empleaban su tiempo enempresas bélicas: Almagro partió a Chile, Gonzalo Pizarro se fue a lasCharcas, pero la generalidad se asentó en las tierras que les tocó en elreparto de las mismas para cultivarlas y hacerlas -59- valer. No pocosmezclaron su sangre con la indígena, y desde luego religión, idioma ycostumbres trataron de introducir entre los habitantes autóctonos de la

tierra que habían venido a descubrir y conquistar.La lectura de los Libros de Cabildos, es, por todos estos motivos, laúnica que puede capacitarnos para seguir acertadamente y apreciar como esdebido el desarrollo y crecimiento de nuestra Patria Ecuatoriana. Porello, no hay empresa que pueda estimarse de mayor interés patriótico quela encaminada a publicar por la imprenta la totalidad de los Libros deCabildos que guardan en sus Archivos las Municipalidades ecuatorianas.Muchos de esos venerables Libros se han perdido ya, desgraciadamente; estiempo de que se salve de extravíos, incendios y robos lo que aún queda delos mismos, pues, en ellos se consignan día a día los esfuerzos creadoresde nuestros antepasados, merced a los cuales se formó la que hoy llamamosRepública del Ecuador.

Breve apreciación de las Fuentes para la historia de AméricaVale la pena, con esta oportunidad, de ahondar un tanto, siguiendo aescritores de renombre, en lo que podríamos llamar estimación o valuaciónde las fuentes para la historia de América.El ilustre profesor de las Universidades de Buenos Aires y La Plata,

doctor Fernando Márquez Miranda, en su Ensayo sobre los artífices de la platería en el Buenos Aires colonial, expresa que debemos, hoy por hoy,negarnos al fácil halago de las vastas -60- síntesis, cuando tratamosde la historia de América, debiendo limitarnos, humildemente, a reunirmateriales sólidos que habrá de utilizar ágilmente el historiador demañana, materiales que reposan todavía en su mayor parte en los Archivosdel Continente Americano y de fuera de él.Esta observación y llamamiento a la humildad y sensatez, es

 particularmente preciosa para nuestra historia ecuatoriana, pues, apenashemos comenzado a catalogar nuestros Archivos y ponerlos en orden, no sediga a hacer valer en debida forma documentos que ellos guardan y que son

indispensables para el conocimiento acertado de los hechos.El notable Rector de la Universidad de Tucumán, ya fallecido, doctor Juan

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  B. Terán, del que escribió Javier de Cardaillac que en sus obras recuerdaa Taine por la técnica y a Michelet por el estilo, en su libro sobre El

 Nacimiento de la América Española, traducido al francés, hace notar que para la historia de América, los documentos más importantes son los delsiglo XVI: la época de la Conquista, la de la gestación creadora, la que

ha decidido y determinado las demás. El doctor Terán analiza las fuentesde que disponemos para el estudio del período colonial en nuestra América,discrimen que raros publicistas han realizado con tanto acierto ycompetencia. No da importancia mayor, el célebre Rector, a las Leyes yDecretos Reales, al revés de otros que los han mirado como la másautorizada y pura. Esas leyes y decretos no expresan la realidad social:son meras manifestaciones de ideas y proyectos. Tienen un estilo enfáticoy elevado y abundan en consideraciones filosóficas y morales. Su tonoautoritario haría creer que son órdenes que un capitán dirige a sussoldados. Atenernos a las Cédulas Reales y a las Reales Órdenes, para

 juzgar de la condición social de América en el siglo XVI, sería suponer

que ellas fueron no sólo «acatadas» sino también «cumplidas». Y eso es loque rara vez pasó. Las mismas Cédulas reconocen a cada -61- paso quelas que se dictaron antes fueron vanas y recomiendan «que en el porvenirhaya mayor vigilancia y celo por cumplirlas».Tomando como base las disposiciones reales en favor de la raza indígenadominada y vencida, se podría creer que la conquista de América no redujoa dura esclavitud a los aborígenes de ella y que fue tan sólo empresaenderezada a su bienestar espiritual y material. Basándose en lasordenanzas reales se podría juzgar que los abusos de autoridades yencomenderos fueron refrenados a tiempo y corregidos, mas, como anotaTerán: «Lo único que ellas nos revelan es la existencia de esos abusos yde esos atropellos, en perjuicio de los indígenas de América, sin quedebamos hacernos ilusiones suponiendo que hicieron cesar el abuso y laesclavitud».Las leyes, en la América colonial, se respetan por pura fórmula: en elfondo jamás se las observa. En frase lapidaria el historiador argentinoagrega: «El respeto escrupulosa de la forma, era el rescate del desprecioque se hacía del fondo de la ley». Las Leyes de Indias no tienen, pues,todo el valor que podría suponerse a primera vista, para juzgar del pasadode América.Mayor valor poseen los Expedientes de servicios y méritos, presentados a

la autoridad real por los conquistadores y sus hijos, en busca de mercedesy de concesiones. Allí se reúnen y relatan hechos que ayudan a penetrarmejor en la confusa época colonial, si bien como piezas preparadas ad hoc

 para alcanzar un fin determinado, tienen que mirarse con prudente recelo.Cita don Juan Terán estas palabras de un Auditor del Monarca español:«Tenga desconfianza, porque entre testigos e interesados, hay muchascolusiones tratándose de servicios que se pretende haber prestado aVuestra Majestad».

 No se ha de descuidar, para el estudio de la Colonia, los procesos civilesy criminales; los testamentos -62- y las memorias secretas de lasÓrdenes Religiosas. Allí, mejor que en las Cédulas y que en los

Expedientes de servicios, se descubre la realidad que tanto importaconocer.

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  Ocupan sitio de honor muy merecido, las Relaciones de los Cronistas quefueron a la vez actores en los acontecimientos que relatan. Así acontececon Bernal Díaz del Castillo, con Pedro de Cieza de León, con Zárate, conJerez. Ocurre lo propio con el insigne dominico fray Bartolomé de lasCasas, un tiempo encomendero de indios en Santo Domingo, convertido luego

y que ingresó al sacerdocio abrasado de amor por los indios, paraemprender su defensa en América y en España. Su vida acaba de ser escritanuevamente, en forma sencilla, emocionada y hermosa, por una hermana suyade hábito, sor María Rosa Miranda, en volumen que ha publicado en Madriden 1956 el editor Aguilar y que ha prologado el Director de la Biblioteca

 Nacional, don Luis Morales Oliver, conocido y apreciado ya en el campo delas letras por sus estudios sobre Miguel de Cervantes Saavedra. Sin ningúnaparato bibliográfico, ni acopio de citas y documentos, sor María RosaMiranda nos ha dado un libro ceñido a la verdad, que ella lo ha preparadocon muchos años de asiduo estudio y meditación sobre El Libertador de losIndios. Como obra de divulgación serena de un difícil tema histórico,

merece señalarse este libro a la atención de los que no juzgan que sólohan de leerse los escritos de firmas consagradas por la fama.Del respeto que por la verdad tuvieron, en hora buena, algunos Cronistasde Indias dan testimonio las palabras de don Antonio de Herrera, quedesgraciadamente jamás estuvo en América, y que cita también don JuanTerán. Dicen así:«Se debe tener en cuenta el honor del Cronista que escribió su historiacon documentos traídos de las Indias. Si hay piezas nuevas que desmientenlas primeras, desde ahora y sin necesidad de ningún proceso -63- estehistoriador se declara convencido». Hermosa frase, que revela todo elvalor que Herrera atribuía a la verdad.Fuente principalísima para el conocimiento de nuestro pasado colonial,obscuro e intrincado, de ese que aún pesa duramente en el presente, sonlas «Actas» en que se asentaron las resoluciones, ordenanzas ydisposiciones de nuestros Cabildos. Ellas expresan las preocupaciones,necesidades y problemas de los tiempos en que la nacionalidad comenzaba aafirmarse. En ellas se consignan desde el primer momento normas para ladefensa de la raza autóctona, sometida a dura servidumbre, al paso que seconsagra también en no pocas veces la distinción de razas, como ocurre conlas severísimas penas que se impone al infractor de una Ordenanza cuandoél pertenece a la clase indígena. Los Libros de Cabildos arrojan así

torrentes de luz sobre la realidad social y a ellos habrá de acudir quientrate de conocer el estado miserable de los indígenas en nuestro suelo, para entregarse luego a amargas reflexiones acerca de lo poco que encuatrocientos años hemos hecho en bien de una clase de veras infeliz.

Funda Quito Sebastián de Benalcázar, con independencia de la Gobernacióndel Perú, en 1534Desde la primera población fundada por Francisco Pizarro en el Perú,

avanzó a Quito el que había sido su capitán y apoyo eficaz en las horasdifíciles de la conquista: Sebastián de Benalcázar, encargado de actuar

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  -64- en nombre del Marqués en las tierras comprendidas dentro de laconcesión que le había hecho la Corona de España.La obra conquistadora de Benalcázar se facilitó grandemente con el apoyoque encontró en los Cañaris, en cuyo recuerdo se conservaban frescos losdegüellos inmisericordes de Atahualpa en el Cañar. Se había alzado con el

gobierno de los territorios indígenas de Quito, Rumiñahui, y contra élcooperaron los cañaris, ayudando a Benalcázar.Los Libros de Cabildos de Quito enumeran en detalle los actos de fundacióncumplidos en territorio del antiguo Reino de Quito, a partir de 1534,fecha en la que se asientan los primeros vecinos para crear la Ciudad deSan Francisco de Quito, llamada así en recuerdo del conquistador FranciscoPizarro.De ella partió Benalcázar para descubrir y conquistar el territorio de la

 Nueva Granada. Digno es de notar que Benalcázar organizó el antiguo Reinode Quito con independencia de la Gobernación del Perú, y encargó a suscompañeros de armas hacer fundaciones en los territorios descubiertos y

conquistados, que debían llamarse «asientos» y servir en el futuro paraque se convirtieran en villas y ciudades. Al Sur de Quito teníamos así losasientos de Latacunga, Ambato, Cañar, mientras al Norte se creaban los deCayambe, Otavalo, Huaco y en la costa los de Portoviejo y Guayaquil, entierra de los huancavilcas. A Benalcázar tampoco le fue desconocida laregión de la Canela.

-65-

España y QuitoCuando se fundaba Quito, ¿cuál era la situación de España? ¿Qué le debe aEspaña la causa de la civilización?, preguntó un día Mr. Masson, queriendodar a entender que en realidad nada le debía. ¿Fue una desgracia paraAmérica el que la conquistaran los españoles? Muchos lo han afirmado así,

 pero, afortunadamente si un tiempo fue elegante y aceptado denigrar todolo español, hoy se hace el indispensable discrimen entre lo que decensurable tuvo la conducta de los conquistadores y la obra laudablecumplida por ellos en el Nuevo Mundo. La verdad es muy compleja casisiempre, para que se la pueda encerrar en una sola frase, cuando se tratade la conducta de los hombres. Muchos libros y documentos vieron la luz en

la primera mitad del siglo veinte que ya no permiten denigrar sindistingos lo español.Al tiempo que se descubría el Perú y se fundaba Quito, la nación españolatenía la primacía en las letras, en las artes y en las ciencias, asífilosóficas y religiosas como físicas y naturales. Los estudios de donMarcelino Menéndez y Pelayo, de don Julio Cejador, de don AntonioBallesteros y Beretta, de don José María Salaverría, para no citar sinolos más conocidos, confirman ampliamente este aserto. A esas voces deEspaña se han juntado las de distinguidos investigadores extranjeros, enla tarea de volver por el buen nombre de la raza ibérica, acusadainjustamente de todos los defectos y de todas las taras, por los que no

quisieron ver en ella sino sombras. Fitz Maurice Kelly, Annig Bell enInglaterra; Arturo Farinelli en Italia; Morel Fatio, Pierre Paris y

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  Alfredo Baudrillart en Francia; Ludwig Pfandl en Alemania; Archer MiltonHungtinthon, Artur Schevill y Charles Lumis, en los Estados Unidos, hanconseguido destruir la leyenda formada en torno a España, por los que enella querían que a lo sumo se vieran sólo las -66- hogueras de laInquisición, quitándole toda parte en el progreso de la especie humana y

abominando totalmente de su obra en América del Sur. No es indiferente para nosotros que, cuando se descubría el Perú y sefundaba Quito, España se hubiera hallado en decadencia u ocupara, por elcontrario, la primacía entre todos los pueblos; que cuando sus hijos seasentaban por vez primera como vecinos de Quito, fueran parte de una razaendeble y gastada, sin virilidad ni iniciativas y en plena decadencia, o,

 por el contrario, miembros de un pueblo magno en la investigación de laverdad, desbordante de energías, pleno de vida, valeroso y audaz en loscombates, fuerte en la resistencia, capaz de soportar la adversidad yrecio en todas las circunstancias de la existencia. Si los hijos sontrasunto fiel de los padres y si no es indiferente que éstos gocen de

salud y de virilidad cuando trasmiten la vida a sus descendientes, el proceder nosotros los quiteños de padres que alcanzaron su apogeo cuandose asentaban en la Villa de San Francisco de Quito, es prenda de que

 poseemos virtualidades que bien encaminadas harán del nuestro un pueblo delos primeros de este Continente.Cuando España fundaba Quito, extendía sus dominios desde Flandes hastaRoma; Carlos Primero de España era Quinto en Alemania. Ni era sólo el

 poderío militar y material el que hacía de ella la primera potencia delsiglo dieciséis: su aporte era magno en todos los aspectos de la cultura.Para convencerse de ello basta abrir el libro de don Julio Cejador yFrauca, dedicado a La Época de Carlos Quinto. Todas las grandezasespañolas del siglo XVI, debiéronse a la raza, afirma Cejador, por aquelentonces sana, entera y como llegada a su cabal madurez; bien encauzada enla reventazón juvenil de sus ardimientos y bríos por reyes tan notablescomo Fernando, Isabel y Carlos Quinto. Agrega luego Cejador, que la razaaquella daba de sí capitanes y maestros de capitanes; teólogos y maestrosde teólogos; conquistadores y estadistas, -67- prosistas y poetas;santos y fundadores religiosos.El siglo XVI español, siglo de la fundación de Quito, fue el de Franciscode Vitoria, creador del Derecho Internacional; de Domingo de Soto, padrede la Filosofía del Derecho. Fue también el de Fernando de Córdova, que

hacía reunir a la Universidad de París para discutir si cabía tantaciencia en cerebro humano o si acaso era el Anticristo o tenía pacto conel demonio. El siglo de la fundación de Quito fue el de José Acosta y deGonzalo Fernández de Oviedo y Valdez, observadores insignes de lanaturaleza, cuyos libros no han pasado de moda y se reeditan y se leen ennuestros días; el de Sebastián del Cano, que por vez primera dio la vueltaal mundo; el de Juan de la Cosa, autor del primer Mapa de América; el deMartín Fernández de Enciso, que escribió la primera geografía de América.Fue también el de Eduardo López, primer viajero a las fuentes del Nilo; elde Melchor Cano, renovador de la pedagogía y de la cultura; el de AndrésLaguna, insigne botánico; el de Miguel Francés, llamado por las

universidades de París y de Bolonia el Aristóteles español; el de Juan deHerrera, arquitecto, matemático e inventor de renombre perdurable. También

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  fue el siglo de los primeros Cronistas de las Indias: Francisco de Jerez,Pedro de Cieza de León, Francisco López de Gómara, Oviedo y Valdez, BernalDíaz del Castillo, merced a los cuales sabemos algo de lo que hubo en el

 Nuevo Continente a la llegada de los conquistadores. No fue España pueblo sin importancia cuando vinieron a América sus

 primeros hijos; ni su aporte al progreso de la humanidad despreciable. EnAmérica continuó la obra de cultura fundando las primeras escuelas y las primeras universidades, preocupándose también con la educación de la razadominada, dígalo fray Jodoco Ricke, más notable que por haber importado eltrigo a nuestra Patria, por haber creado -68- en ella el primerinstituto de educación de los indios en territorio ecuatoriano. Oigamos aJulio Cejador:

«¿Qué se debe a España, qué ha hecho por la civilización europea? Lasupina ignorancia que suponen semejantes preguntas sube de puntocuando las oímos de labios españoles, no de varones maduros quetienen bien tanteado el valor real de nuestra raza, que conocen lo

que España fue, que tienen bien asentado juicio sobre la vida, lareligión, la política, sino de ciertos mozos que todavía no hantenido espacio bastante sino para pasear de sobrepeine ojos y

 pensamiento sobre las cosas y hojear algunas revistas y libros delos que hoy andan de moda, que son extranjeros, pues, para apechugarcon viejos librotes españoles forrados de pergamino no habrían dedescalzarse los guantes, retraídos a la soledad, y si son todavía delos que no saben vivir a solas y no salen de los salones, tertuliasy Ateneos».

Gonzalo Pizarro, Gobernador de Quito. Descubrimiento del AmazonasEl año de 1540 Francisco Pizarro nombró Gobernador de Quito a su hermanoGonzalo Pizarro, dándole autonomía para que rigiera el territoriocomprendido entre los Pastos por el Norte y Tumbes por el Sur. En lotocante a la región oriental, le dio amplias facultades para que pudieraconquistar así el País de la Canela como los ríos y tierras circundantes.

Es de 1541 la magna empresa de Gonzalo Pizarro que, con el propósito dedescubrir el País de la Canela y la vía fluvial que podría llevarle hastael Océano y -69- de la que ya se tenía alguna noticia, partió de Quitocon gentes de esta ciudad y de la de Guayaquil, según testimonios que noshan conservado los primeros que escribieron sobre este viaje por siemprememorable.La expedición de Pizarro permitió encontrar el mayor río de la tierra: elAmazonas, llamado Río de San Francisco de Quita, con sobra de justicia.Jamás podríamos prescindir de rememorar este acontecimiento de los másnotables en la historia de todos los tiempos y que es timbre de orgullo

 para nuestra Patria, como quiera que fueron habitantes de ella los que

llevaron a cabo el descubrimiento con recursos materiales y humanossacados de nuestro territorio. Ningún investigador imparcial podrá dejar

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  de reconocer que el descubrimiento del Amazonas fue obra de las gentes deQuito. En su reciente libro, ya citado, don Jorge Pérez Concha hasintetizado así aquella inmortal hazaña:

«Benalcázar había abandonado la Gobernación de Quito y dirigídosehacia el Norte, en busca de nuevas y peligrosas aventuras. Para

reemplazarlo, Pizarro designó primero a Lorenzo de Aldana y, luego,a su hermano Gonzalo, quien arribó al lugar de sus funciones altérmino de 1540. Por entonces, Gonzalo Díaz de Pineda habíarealizado un intento de penetración a las selvas orientales,llegando a surcar las aguas del río Cosanga, afluente del Coca. Conlas informaciones recibidas, Gonzalo Pizarro concibió la idea deorganizar una expedición capaz de adentrarse en la regióndesconocida, cuyas extraordinarias riquezas deslumbraban laimaginación de los conquistadores. Era, para unos El Dorarlo, y paraotros el País de la Canela. No escatimó, pues, el Gobernador cuantoestuvo a su alcance para la realización de esta hazaña, que habría

de inmortalizar su nombre. Y saliendo de quito, a principios de1541, con 350 españoles, 4.000 indígenas y 5.000 cerdos, perros,caballos, etc. -que, en suma, daban a la expedición un aspectogigantesco-, siguió las huellas dejadas por Díaz de Pineda, -70-llegando hasta Muti, donde, con reducido contingente, se leincorporó Francisco de Orellana, quien había abandonado Guayaquil

 para tomar parte en tal empresa. La marcha era lenta y angustiosa, pues, a medida que los expedicionarios avanzaban, los víveresescaseaban sin tener cómo reemplazarlos. Y así, adelantándosePizarro, con 80 hombres, caminaron durante setenta días, soportando,según la relación del padre Gaspar de Carvajal -uno de losreligiosos que formaban parte de la expedición- 'grandes trabajos yhambres por razón de la aspereza de la tierra y variación de losguías, del cual trabajo murieron algunos españoles'. Al fin,llegaron a un lugar cercano al volcán Sumaco, donde Pizarro dispusoesperar a Orellana, para continuar juntos, con dirección al Coca.Así lo hicieron. Y una vez en presencia de este río, resolvieronconstruir una embarcación en la que Orellana habría de adelantarseen busca de recursos.»Y aquí comienza la epopeya: Orellana, al mando de 50 hombres, asumela dirección de la nave, con la cual desciende el Coca, sale al

 Napo, continúa hasta el Curaray y desemboca en el Amazonas. Era el12 de febrero de 1542. La hazaña estaba consumada. El fundador deGuayaquil, a órdenes de Gonzalo Pizarro, Gobernador de Quito, habíadescubierto la más importante arteria fluvial que ojos humanoshubieran visto. Y al inmortalizar, con esto, su nombre, unió el dela antigua Capital de los Schyris a la realización de tal hazaña.»Pero la acción no estaba concluida. Y ante la imposibilidad deregresar en busca de Pizarro, Orellana continuó por las aguas delAmazonas -que, por sus dilatadas dimensiones, era a la manera de unmar interior- hasta desembocar, el 20 de agosto, en el OcéanoAtlántico, que habría de llevarlo a España.

»Entre tanto, Pizarro, luego de haber perdido las esperanzas de quealgún día retornara Orellana, emprendió viaje de regreso. Era algo

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  doloroso y trágico, -71- pues, durante la marcha caían losexpedicionarios, después de consumidos todos los recursos ydefraudadas todas las esperanzas. Era el viaje de retorno, que serealizaba con los últimos alimentos y con la inseguridad de arribar,alguna vez, al punto de partida.

»En efecto, cincuenta leguas antes de llegar a Quito, GonzaloPizarro, con el reducido número de supervivientes, recibió los primeros socorros, que el Gobernador rechazó por no alcanzar paratodos. A la sazón habían devorado hasta los correajes puestos a loscaballos. Y, para completar el cuadro de desolación e infortunio, asu arribo a Quito, quien había visto fracasar su esfuerzo, quedóinformado de que, durante su ausencia, había sido ultimado en Lima,víctima de las contiendas civiles, su hermano don Francisco. Era en

 junio de 1542».

(Obra citada, página 19 y 20)

Provincias - Audiencia - VirreinatoSe ha anotado, acertadamente, que el régimen administrativo españolestablecía la Provincia como la unidad territorial y administrativa de lacolonia, y que el conjunto de provincias formaba la Audiencia, siendo a suvez el Virreinato el conjunto de las Audiencias. Así, pues, el territoriose dividía en Provincias, las Provincias unidas formaban la Audiencia y lareunión de éstas creaba el Virreinato.La Audiencia de Los Reyes, se creó en 1542. Los vecinos de Quito iniciarondesde el año 1560 gestiones -72- conducentes a la creación de unaAudiencia propia, habiendo contribuido poderosamente a ello la fundaciónde la ciudad de Cuenca, llevada a cabo en 1557. No olvidemos que la ciudadde Portoviejo, en la provincia de Manabí, se fundó en 1535 y que la deSantiago de Guayaquil se realizó definitivamente en 1537, habiendo unafundación anterior verificada por Benalcázar en 1535. En 1541 el Rey habíaexpedido la Cédula Real que concedía escudo de armas a la Muy Noble y Muy

Leal ciudad de San Francisco de Quito.Los empeños en pro de la creación de la Audiencia de Quito, culminaron el27 de agosto de 1563, en que el Rey la erigió por decreto en lossiguientes términos:

«En la ciudad de San Francisco de Quito, en el Perú, resida otranuestra audiencia y chancillería real, con su presidente; cuatrooidores, que también sean alcaldes del crimen; un fiscal; unalguacil mayor; un teniente de gran chanciller y los demás ministrosy oficiales necesarios; y tenga por distrito la provincia de Quito,y por la costa hacia la parte de la ciudad de los Reyes, hasta el

 puerto de Paita exclusive; y por la tierra adentro, hasta Piura,

Cajamarca, Chachapoyas, Moyobamba y Motilones exclusive; incluyendohacia la parte susodicha los pueblos de Jaén, Valladolid, Loja,

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  Zamora, Cuenca, la Zarza y Guayaquil con todos los demás pueblos queestuvieren en sus comarcas, y se poblaren; y hacia la parte de los

 pueblos de la Canela y Quijos, tenga dichos pueblos con los demásque se descubrieren; y por la costa hacia Panamá, hasta el pueblo dela Buenaventura inclusive; y la tierra adentro a Pasto, Popayán,

Cali, Buga, Champanchica y Guarchicona, porque los demás lugares dela Gobernación de Popayán son de la Audiencia del Nuevo Reyno deGranada, con la cual y con la Tierra Firme parte términos por elSeptentrión, y con la de los Reyes por el Mediodía, teniendo alPoniente la mar del Sur, y al Levante provincias aún no pacificadas,ni descubiertas».

-73-En resumen podríamos, pues, decir que la Audiencia de San Francisco deQuito limitaba, por el Sur con la de los Reyes (creada en 1542) en Paita,

San Miguel de Piura y tierras adentro; por el Norte con la de Panamá(establecida en 1535), en el puerto de Buenaventura y por el Noroeste conla del Nuevo Reino de Granada.

La Audiencia de Quito fue muy combatidaEn los primeros años de su creación, la Audiencia de Quito tuvo muchosadversarios de ella. En 1565 y 1566 el Presidente de la Audiencia de Lima

 pretendió conseguir que, aboliéndose la de Quito, se creara una enSantiago de Chile, alegando que en Quito no había negocios suficientes

 para justificar la existencia de la misma. No fueron escuchadas estas pretensiones y si bien se creó la Audiencia de Chile, no se suprimió la deQuito.Si subsistió la Audiencia de Quito, su gobierno, por instancias ygestiones del licenciado Castro, Presidente de la Audiencia de los Reyes,le fue concedido a él, por Real Cédula, de 15 de febrero de 1566, fechadaen Madrid, y en la que se dice:

«Avemos acordado que por ahora entre tanto por nos otra cosa se provea, vos solo tengáis el gobierno de todos los Distritos ansí de

la Audiencia de esa ciudad de los Reyes, como de las Audiencias delas Charcas y Quito, en todo lo que se ofreciere, por ende por la presente os damos poder y facultad para ello y mandamos a nuestrosPresidentes y Oidores de las -74- dichas audiencias de lasCharcas y Quito que no se entrometan ni se puedan entrometer en elgobierno de los distritos de las dichas audiencias».

El hecho de conferir el gobierno de un distrito a una entidad distinta dela propia del distrito, según los tratadistas del derecho indiano, no

significaba un cambio territorial. Se ha aclarado por suerte,definitivamente, que en la legislación española, un mismo territorio podía

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  pertenecer en lo político a un determinado gobierno, en lo judicial, aotro gobierno, y a un tercero en lo eclesiástico y militar, lo que porcierto no ha dejado de provocar graves problemas, cuando aconteció lacreación de las Repúblicas Americanas.

Las Guerras Civiles del PerúImposible es prescindir de ellas en una ojeada, por breve y sumaria quesea, de la vida de la Colonia en sus primeros años y más cuando se tratade elaborar una sencilla introducción a la lectura de los CronistasPrimitivos.El padre Rubén Vargas Ugarte ha aseverado, con justicia, que no hay épocaen que más se hayan ocupado los primeros que escribieron sobre cosas deAmérica, que ésta de las guerras o luchas civiles, llamadas así porque ya

no se pretendía combatir con los primeros pobladores del Continenteamericano, sojuzgarlos y vencerlos; se trataba ahora de las diferenciassurgidas entre los Conquistadores y de sus ambiciones, que no sufríancontrarresto y querían imponerse a todo trance.-75-

¿Cómo surgieron las disputas que por tanto tiempo conmoverían a estos países, ocasionando daños incalculables en las nacientes poblaciones ymortandad muy grande en la raza indígena, víctima una vez más de losacontecimientos?La rivalidad entre Pizarro y Almagro es el origen verdadero de las luchas.Parecía, en un primer momento, que la concesión a Almagro del título de«Adelantado» y de una considerable extensión de tierras al Sur de lagobernación de Pizarro, iba a permitir que se viviera en paz. Peroaconteció lo contrario, ya que había forzosamente que determinar loslímites de los respectivos territorios de Pizarro y Almagro, y ante todo aquién le pertenecía el Cuzco, que era la manzana de la discordia.Las ilusiones de Almagro se desvanecieron cuando en su viaje a Chile pudoconocer que la tierra se hallaba desprovista de oro y habitada por tribus

 bravías. El Cuzco, más que antes, fue su sueño dorado. La presencia deHernando Pizarro, tenaz adversario de Almagro, impidió que pudieranentenderse éste y Francisco Pizarro. Surgió así la lucha armada entre los

Conquistadores. El historiador peruano Vargas Ugarte, que ha sintetizadoadmirablemente la historia de su patria, tan estrechamente vinculada conla nuestra, distingue tres períodos o etapas, al tratar de las GuerrasCiviles: el primero se inicia con la toma del Cuzco por Almagro y prisiónde Hernando Pizarro (18 de abril de 1537) terminando este período con laderrota de Almagro en el campo de las Salinas y su muerte en la prisión el8 de julio de 1538. La victoria había quedado para el campo de Pizarro,

 pero sus adversarios juraron vengarse tarde o temprano. Se demoraron enlograrlo, mas, el 26 de junio de 1541, caía el Marqués a medio día en suPalacio de Lima, atravesado por los estoques de los almagristas.El segundo período se cuenta desde la muerte de Francisco Pizarro hasta la

sangrienta batalla de -76- Chupas, en que Vaca de Castro triunfa sobreAlmagro el Mozo, que muere después en el Cuzco en 1542, habiendo causado

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  su ruina con sus imprudencias.El tercer período, el más largo y complejo de todos, se inicia con laresolución tomada por Gonzalo Pizarro para ponerse al frente delmovimiento de protesta a que dan lugar las Ordenanzas que Blasco Núñez

 promulga contra los encomenderos. Deja Pizarro su repartimiento de Chaqui

 para ir al Cuzco a asumir el cargo de Procurador de los encomenderosagraviados por las nuevas leyes, en abril de 1544. Termina la lucha con lavictoria de don Pedro de La Gasca en el campo de batalla de Jaquijaguana yejecución de Gonzalo Pizarro en el mismo lugar el 8 de abril de 1548.Si Pizarro procedió con ambición, anota el padre Vargas, Blasco Núñezactuó sin la prudencia digna de un mandatario sesudo, que le aconsejabaaplazar la vigencia de las nuevas Ordenanzas, tal como se hizo en México.Se habrían evitado así las matanzas de indios y el grave retroceso quesufrió todo el país, en los primeros pasos que comenzaba a dar haciaadelante.Muchísimos problemas surgidos en la penosa marcha de las colonias de la

 parte Sur de nuestro Continente se explican únicamente con el episodioimportantísimo en la historia de América, llamado «Las Guerras Civiles delPerú», sin cuyo cabal conocimiento no puede haber historia verdadera.La pacificación total después de esas guerras puede decirse que sólo selogró en el período del virrey don Andrés Hurtado de Mendoza, que va desdeel año de 1550 hasta el de 1561.

-77-

Conquistadores y Conquistados. Un capítulo de Belisario Quevedo No he hallado mejor resumen de la psicología de conquistadores yconquistados, indispensable de conocer para explicarnos el devenirhistórico del país, los acontecimientos ocurridos en él y los mil sucesosdel diario vivir que van formando la trama de la historia, que el que nosdejó el malogrado historiador y sociólogo Belisario Quevedo, autor de unas

 preciosas Notas sobre el carácter del pueblo ecuatoriano. La prematuramuerte de Belisario Quevedo, privó al Ecuador de uno de sus grandesvalores intelectuales.El capítulo que ahora se reproduce, pertenece al que, con modestiaejemplar, denominó Texto de Historia Patria, es el séptimo de esa obra tan

valiosa y me ha parecido que con él podría terminar este breve resumenacerca de la evolución de nuestra nacionalidad en los primeros años de suexistencia, antes de entrar a consignar algunos datos sobre los CronistasPrimitivos, que han de ser recordados, entre otros muchos, por habersereferido a asuntos relativos a nuestra historia.Dijo así el pensador latacungueño:

«Como la historia es el conocimiento de los hechos y de sus causas ycomo una de estas causas es el carácter de los pueblos, Vamos atratar del carácter de los españoles y de los indios, siguiendo anotables psicólogos. Así comprenderemos mejor el momento actual ylos hechos que la historia cuenta.

»En las diferentes regiones de España se notan diferencias decarácter sobre un fondo común.

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  »Entre los castellanos, que fueron los que en mayor número vinierona América, se notan estos rasgos: estatura mediana, fuertesmúsculos, sobrios, avezados a la fatiga y capaces de soportargrandes privaciones. -78- De temperamento bilioso, nervioso,saben ocultar bajo un continente sereno, hondas y a veces terribles

 pasiones.»Las dos características más notables son la irritabilidad y el amor propio. Se muestran serios, lentos, graves, solemnes y altaneros.Aun en la miseria y la desgracia, su actitud es orgullosa de señoresy amos, apáticos ante las necesidades de la vida. Son generosos perono humanitarios, obsequiosos como amigos pero no como hombres.»Duros con los animales, con los hombres, consigo mismos, contrastancon otros pueblos por falta de bondad simpática y sociable. Suinsensibilidad que experimentaron los indios, llegó con grandefrecuencia a la crueldad fría y hasta la indiferencia. Su varonilvoluntad es inflexible, seca, sin arranques de ternura ni

sentimentalismo.»Aspira siempre a lo grande, a lo solemne y es ritualista y amigo demuchas formalidades y expedientes. Por hacer las cosas perfectamente

 bien, del mejor modo que puede realizarlo, medita proyectosquiméricos y se queda en la inacción más completa.»En todo español típico hay un don Quijote idealista y soñador y unSancho observador y socarrón.»Su imaginación se exalta interiormente y vive de visiones internasque se traducen en proyectos irrealizables. Muy amigo del descanso,se entrega, bajo el acicate de la necesidad pasajera, a trabajosduros y violentos antes que a la labor metódica y permanente yademás es lleno de prejuicios contra el trabajo manual y en pro dela nobleza de apellidos y de sangre.»A América vinieron aventureros, fantaseadores febriles, amigos delazar, y la ociosidad llegó a ser motivo de orgullo y el trabajo demenosprecio.»Se cree que para el trabajo manual no se ha menester de talento.Todo el que se cree con medianas -79- facultades se entrega alocio o busca títulos académicos o empleos.»Los vagos creen rebajarse al trabajar y no juzgan deshonroso vivirde limosna, de prestado o de otros modos peores. La aversión por el

esfuerzo sostenido y perseverante, la idea de superioridad que seatribuye a la vida ociosa por mezquina que sea, dice un español, laadmiración y simpatía que se tiene por los que gastan y derrochanestérilmente su fortuna, la especie de altanería con que se miratodo lo que es previsión, orden, trabajo personal, son rasgos denuestro pueblo.»El mérito de la buena conducta es postergado ante el de lasrecomendaciones de la nobleza o de los personajes.»Es muy amigo de crearse personajes indiscutibles, aptos para todo.»Bajo un manto de individualismo falso, es inclinado al gregarismoalrededor de su persona, más que alrededor de una idea o

institución; personajes para el gobierno, caudillos para la política, directores para la conciencia. Con frecuencia se oye decir

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  a un subalterno dirigiéndose a su superior: no le hago caso comoautoridad, pero hago lo que Ud. me manda como amigo. Tenemosrespetos personales pero difícilmente respetamos una ley, unaautoridad, una institución, por el solo carácter de tales.Obedecemos mejor órdenes personales que disposiciones generales.

»No es buen militar el español por indisciplinado, pero es buenguerrero, formado de espontaneidad, de valor individual,fundamentalmente aventurero, contrario a toda organizaciónverdadera. La autoridad de un jefe le deja inmóvil, pero puede irhasta la muerte atraído por un caudillo. Si conoce el fin, el objeto

 preciso, decae su entusiasmo; en cambio, lo desconocido, loimprevisto le atrae.»Exagerado en la piedad religiosa, fácilmente llega al fanatismo.Desmedido en amor propio, es orgulloso -80- y exaltado; en elamor es celoso. Es absoluto y difícilmente reconoce la relatividadni el límite hasta donde se debe creer, amar, obrar, imponer u

obedecer y desde donde no se debe creer, amar, obrar, imponer uobedecer.»Es incondicional en todo sentido. El subalterno, o es insolente oes sumiso; el amante mata o adora; el superior le manda todo o nomanda nada. En la árida llanura castellana, en los horizontes sinmatices, las almas no reconocen la realidad y las cosas son buenas omalas y los credos verdaderos o falsos y los hombres santos o

 perversos. Le gusta la línea recta, seca, fría, aunque le lleve alabismo. De aquí que es intolerante. Hombres fieros defienden

 principios absolutos con fe agresiva y convierten la historia entragedia sangrienta. A nombre de ideas simples, rígidas y de unaintolerancia a la vez política y religiosa, arrojó de la península alos moros y a los judíos y quemó a un sinnúmero de españoles.»El clero es todo poderoso y se confunden la Iglesia y el Estado, lareligión y la política.»En religión es ritualista, dogmático, de devoción inflexible yciega a los actos externos del culto, vacío de sentimientos hondos,dulces, caritativos; desconoce el derecho ajeno a la libertad deconciencia e impone la fe por el terror. Tiene afán de proselitismoy de conquistas espirituales, de unidad, de uniformidad, demonotonía.

»Políticamente ha sido España una democracia anarquista, contraria ala jerarquía, indisciplinada y orgullosa. El español echa la culpade todo lo malo al gobierno, y de éste lo espera todo, hasta lafelicidad eterna.»Es el pueblo más amigo de leyes y reglamentos, juntas y discusionesy todo lo quiere hacer con estatutos y decretos. Y las resolucionesy leyes quedan escritas, porque nadie quiere tomarse el trabajo nila responsabilidad de llevarlas a cabo. Es un rasgo común -81-del español el miedo a cargar sobre sí una responsabilidad. 'Pero nodirá que yo he dicho', es la muletilla que va después de unadelación o queja.

»Se dice con frecuencia que el español es individualista, profundamente impregnado del sentimiento de libertad personal. Desde

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  luego no es un individualismo como el de los ingleses, de voluntadverdaderamente enérgica que no excluye la obediencia a la regla yque, por el contrario, exige el dominio de sí mismo. Y esta energíano existe en el individualismo de los españoles. Al contrario,indisciplina, movilidad, facilidad en el olvido de las reglas,

dificultad para ofrecer una obediencia sostenida y paciente, hábitode contar con el apoyo ajeno, de esperar siempre de otro, en laayuda extraña, de evitar responsabilidades y de descargarla sobre elvecino, todo esto no constituye un individualismo positivo, fundadoen la energía y el valor personal. Es más bien un individualismonegativo por falta de voluntad e imperio sobre sí mismo, comotambién por falta de unión y cooperación.»Si podemos decir que el español peca por falta de disciplina, elindio peca por el extremo opuesto. Tiene una alma tan largamentedisciplinada por la servidumbre, por el despotismo, que ya lleva ensí como carácter la bajeza, el servilismo, el miedo. Nunca visto es

un indio que sepa defender con entereza y dignidad su persona y susderechos.»Paciente, sumiso, resignado, no se subleva ni por el honor, ni porla virtud, ni por la patria, ni por la ambición, ni por la codicia.Sólo el instinto de conservación, cuando se siente atacado, es capazde moverle. A porciones se ofrecieron los indios para servir deespías en contra de su misma raza. Es callado y taciturno, hipócritay desconfiado. Suele guardar mucho tiempo el sentimiento de lavenganza.»Físicamente no es enérgico, pero es resistente; no es capaz detrabajos de empuje, pera sí de aquellos que no requieren sino unafuerza media de larga duración. -82- Es sobrio y los españoles,que pasan por muy sobrios en Europa, se admiraban de que una familiaindia pudiera vivir con la ración de un español.»Es desaseado y de pocas necesidades; por consiguiente, consume pocoy no siente el afán ni la exigencia de una producción y un trabajointensos: vive con poco y trabaja también poco.»Su talento es diestro para la imitación: notables artesanos,hábiles ejecutantes, diestros copiadores de su raza, que para lainventiva no se muestra favorecida.»Sentimentalmente es melancólico, triste, de pasiones sencillas y

monótonas, incapaz de fuertes arranques y grandes complicacionesespirituales. En el corazón del indio no hay dramas pasionales. Susquereres no tienen profundidades ni misterios; el diapasón de ellosmuy bajo y de mínimas alternativas. Sus decisiones para hacer o nohacer son rápidas, sin vacilaciones, sin equilibrios ni contrapesosde motivos varios. Las luchas del alma rara vez las padece.»Su vida es en gran parte instintiva y tradicional; la invención yla reflexión desempeñan en ella un papel muy escaso. De impulsosviolentos y pasajeros, su acción es así mismo violenta y pasajera y

 pronto cae en la inacción y la indiferencia. Pasa horas de horas ala puerta de su choza contemplando el cielo y el suelo.

»La codicia, el afán de enriquecerse no es conocido por él, que es perezoso y amigo de la vida indolente. Imprevisivo, no guarda para

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  el porvenir y consume a medida de sus deseos presentes. Muy difícilen ofrecer, no vuelve a acordarse de sus promesas. Para él noexisten eventualidades lejanas, ni remotas probabilidades, nicompromisos contraídos si no van afianzados por el temor. Para él lasuprema norma de conducta es la aprobación de sus iguales. El tener

a la reprobación le lleva a sacrificar su fortuna y hasta -83-su libertad, con tal de hacer una fiesta que le traerá los respetosy consideraciones de los suyos.»Cada uno es duro para con los que tiene a sus órdenes: el maridocon la mujer, la mujer con los hijos, los hijos con los animales dela manada que pastan. En sus observaciones se fija más y con mucha

 precisión en nimios detalles insignificantes y deja pasar loscaracteres fundamentales de las cosas que pueden servir de base a

 pensamientos generales.»En religión es supersticioso y en moral obediente únicamente a lasapariencias.

»Tales eran los dos pueblos que convivieron y se mezclaron en lalarga época colonial».

Cronistas e Historiadores de Indias. Los Cronistas según Raúl PorrasBarrenecheaEs interesante determinar con precisión, si hay diferencias y cuáles sonéstas, entre Cronistas e Historiadores de Indias, o si es indiferentellamar de uno o de otro modo a los que se ocuparon en relatar los hechosocurridos en América en los siglos XVI, XVII y XVIII.Don José Tudela ha estudiado el punto en un artículo del Diccionario deHistoria de España, publicado en Madrid en 1952, por la Revista deOccidente.Siguiendo a Rómulo D. Carbia, que en Buenos Aires y en 1942 estudió laCrónica Oficial de las Indias Occidentales, juzga Tudela que debereservarse -84- la denominación de «Cronistas de Indias» sólo para losque recibieron ese título dado por la autoridad española.

El afán por conocer la verdad de lo que acontecía en las tierrasrecientemente descubiertas induce muy pronto a los Reyes a crear laCrónica oficial de Indias, de carácter eminentemente histórico, tarea quese encarga al Cronista mayor. La institución nace bajo Felipe Segundo,

 pera ya antes de él hubo personas encargadas de confeccionar las Crónicas.Cítanse los nombres de Pedro Mártir de Angleria, de fray Antonio deGuevara, de Juan Cristóbal Calvete de Estrella.El establecimiento oficial de la Crónica y del Cronista mayor, data de1571 y es obra de Felipe Segundo, aconsejado por el licenciado Juan deOvando. A su vez el Consejo de Indias ordenaba a descubridores yconquistadores consignar en un diario todos sus actos, a la vez que

disponía se recogieran cuidadosamente las relaciones que de conquistas ydescubrimientos se hubieran consignado por escrito, cualquiera que fuera

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  el que las hubiera redactado.Rómulo Carbia ha intentado determinar los nombres de los «Cronistasmayores de Indias» y sus actividades. Un resumen de ello sería elsiguiente. El primero digno de mención es Juan de Velasco, autor de unaGeografía universal de Indias; luego el licenciado Arias de Loyola, del

que nada se conserva de provecho; viene luego Ambrosio de Onderiz,cosmógrafo y cronista; le sigue Antonio de Herrera y Tordesillas, autor delas famosas Décadas, para las que utilizó sin escrúpulo cuantos relatostuvo a la mano, muchos de ellos ahora desaparecidos, sin citar a losautores. El valor de sus Décadas radica precisamente en que muchos datosimportantes sólo en ellas han quedado consignados, por lo cual la obra esde interés perdurable y de obligada consulta en todo tiempo. El licenciadoLuis Tribaldos de Toledo, nos -85- ha dado informes sobre las guerrasciviles de Chile; el doctor Tomás Tamayo de Vargas, trató de escribir unacrónica religiosa de las Indias, sin realizar el proyecto.El maestro Gil González Dávila nos dio su Teatro eclesiástico del Nuevo

Continente, al que hay que recurrir con frecuencia. Son conocidos lostrabajos de Antonio de León Pinelo, maestro de eruditos y bibliógrafos.Don Antonio de Solís nos dejó su Historia de la Conquista de Méjico, más

 poética que histórica, como se ha notado con justicia. De Pedro Fernándezdel Pulgar, se citan unas Décadas inéditas. Luis Salazar y Castro y MiguelHerrero Ezpeleta, nada han dejado de provecho. Fray Martín de Sarmientofue el último Cronista individual, pues, luego de él viene la Academia dela Historia como cronista perpetuo de Indias. Juan Bautista Muñoz recibiócomisión extraordinaria del Rey, para escribir la Historia del NuevoMundo, de la que apenas logró imprimir el tomo primero en Madrid en 1793.De la Historia de Muñoz, escribió don Diego Barros Arana, en el tomo

 primero, página 18 de su Historia de América lo siguiente: «Es el de Muñozel primer tomo de una historia general de América, preparada con vastísimoestudio, concebida con espíritu crítico y escrita con arte y elegancia».Rómulo D. Carbia, en su Historia de la leyenda negra hispano-americana,asevera que la obra de Muñoz constituye el punto de partida de una nuevahistoriografía. Por fin, don Primo Feliciano Velázquez, en su Biografía deJoaquín García Icazbalceta, publicada en México en 1943, se expresa así:«Por extender el campo y abrir las nuevas vías, dedicó cincuenta años desu vida don Juan Bautista Muñoz a la acumulación de materiales sobre eldescubrimiento y conquista de América: no publicó más que el primer tomo

de su Historia en 1793, pero lustró su nombre con su preciosa colección demanuscritos, que tiempo adelante tradujo Terneaux Compans -86- alfrancés». En 1954, la Real Academia de la Historia de Madrid, publicó eltomo primero del Catálogo de la Colección de Juan Bautista Muñoz. Losestudiosas podrán ya utilizar así el esfuerzo de tan renombrado y pacienterecopilador de materiales para la historia.

 No participamos del parecer de Carbia que excluye expresamente del númerode los Cronistas de Indias a Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez, del quedice que escribió motu proprio, su Historia General y Natural de lasIndias y no en calidad de cronista oficial. La Academia de la Historia deMadrid, al editar en 1851 la obra de Oviedo y Valdez, le llamó

expresamente «el Primer Cronista de las Indias» y Julio Cejador y Frauca,al estudiar la época de Carlos V, dentro de su monumental historia de la

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  literatura española, anota que fue el Emperador el que nombró a Oviedocomo tal cronista. A la cabeza de los cronistas de Indias coloca a Oviedoy Valdez el académico colombiano doctor Julio César García, en lamonografía que dedicó al insigne historiador y naturalista madrileño, conla que ingresó en la Academia Colombiana de Historia en año de 1957.

Recordemos en fin que don Marcelino Menéndez Pelayo al escribir en 1893sobre Los Historiadores de Colón calificó a nuestro autor de «el primero ymás antiguo de los cronistas de Indias».La denominación de «Historiadores de Indias», se aplica, según JoséTudela, no sólo a los llamados propiamente «Cronistas de Indias», quesabemos ya quiénes son, sino a todos los que, con encargo oficial o sinél, escribieron sobre América en los siglos XVI, XVII y XVIII.Se ha tratado de clasificar a los historiadores de Indias en grupos,atendiendo a criterios determinados; tendríamos así una primeraclasificación según que los historiadores hubieren o no presenciado lashechos que relatan: los hay que estuvieron en América y -87- otros que

escribieron desde Europa, sin haber estado jamás en las tierras reciéndescubiertas.Según el campo geográfico historiado, los hay generales, particulares ylocales. El momento histórico narrado divide a los historiadores en

 prehispánicos, del descubrimiento, de la conquista, de la colonización ode los virreinatos y de la independencia. La profesión del cronista,

 permite clasificarlos en cronistas legistas, soldados, geógrafos oreligiosos. En fin, la clase social a la que pertenecen, da margen parallamarlos cronistas indios, blancos o mestizos.Como anota Tudela, los historiadores y cronistas de Indias representan ungénero nueva en la historiografía hasta entonces conocida, toda vez quecareciendo la mayor parte de ellos de formación humanística, no podíansujetarse en sus narraciones a los cánones de los historiadores clásicosde la antigüedad. Narraron, pues, con espontaneidad y objetividad todoaquello que les parecía sorprendente y maravilloso del Nuevo Mundo, así enlo tocante a las gentes que allí vivían, como en sus costumbres y hábitos,satisfaciendo la curiosidad del público ávido de conocer costumbres yformas de vida diferentes de las del Viejo Mundo. Unos historiadoresdieron preferencia a las hazañas de los descubridores y sus padecimientos;otros describieron minuciosamente las costumbres de las tribus y nacionesconquistadas; otros, en fin, dieron atención preferente a la naturaleza

americana, sin descuidar la parte moral de la conquista. Los historiadoresreligiosos dedicaron gran parte de sus desvelos a narrar losacontecimientos de sus órdenes y el proceso de la conversión. No faltóquien se preocupara con defender la acción de España en las Indias o conla censura de los excesos en ellas cometidos.La denominación de «Historiadores de Indias», amplia y general, abraza aúna los que escribieron diarios y narraciones privadas extensas, sin pensaren que un día podrían publicarse, y que encierran datos dignos de ser portodos conocidos.-88-

El tema apasionante de los Cronistas de Indias, ha sido estudiado con afán

y profundidad por el notable publicista peruano, doctor Raúl PorrasBarrenechea, cuyo último libro, publicado en Lima en 1955, titulado

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  Fuentes Históricas Peruanas ha sido recibido con aplauso por la críticasabia de América y Europa.Séame lícito resumir brevemente el capítulo cuarto de ese notable trabajo,que lleva como epígrafe «Los Cronistas», en beneficio sobre todo dequienes no hayan podido tener a la mano la obra, ahora agotada, del

historiador peruano.La crónica es tan antigua como el país en que ella aparece. La crónicacastellana tuvo una tendencia ascética y moralizadora; busca seradvertencia y consejo de buenos gobernantes, espejo de verdad y ejemplo dedoctrina, por ello Gonzalo Fernández de Oviedo dice que «el oficio decronista es de evangelista y conviene que esté en persona que tema aDios». La crónica primitiva que es puro relato de los hechos y que enEspaña se escribe generalmente y en loor del príncipe, cuando pasa aAmérica se hace popular y reclama, por boca de Bernal Díaz del Castillo,que se incluye en las gestas los nombres de los soldados junto al del jefede la hueste.

La crónica se traslada a Indias por mandado real. Las ordenanzas relativasa los descubrimientos disponen que todos los que vayan a su costa yminción, lleven un Veedor que describa la tierra y sus riquezas y los usosy costumbres de sus habitantes. De ese encargo y de la espontaneidadnatural de los soldados, dice Porras Barrenechea, brotan inmediatamenterelaciones, cartas, crónicas y coplas.Los cronistas soldados son sobrios, rudos y ascéticos en su relato; narranlas hechos sin comentario ni reflexión alguna. Si alguna vez se permitenuna digresión, es para elogiar la bondad de Dios, condenar la mendacidadde los indios o ponderar el valor de -89- los españoles. Susimpresiones sobre la naturaleza que han contemplado son rápidas ysumarias.La crónica oficial primitiva tuvo una doble consigna: disminuir losvejámenes y crueldades de los conquistadores y amenguar también lasdemostraciones de barbarie de los indios. Escribe Porras Barrenechea: «Loscronistas primitivos enaltecieron al pueblo vencido, al punto de merecer

 por algunas de sus exageraciones sobre la magnificencia de las cosasindígenas, las censuras de Robertson».La crónica de los soldados casi no da importancia a las costumbres einstituciones de los Incas; los cronistas de las guerras civiles estánatentos a narrar las peripecias de las luchas que han surgido; es sólo

cuando el país se ha pacificado, cuando los cronistas castellanoscomienzan a recoger las tradiciones del pasado indio y a descubrir, por elafán de la evangelización, las creencias religiosas, los ritos y lassupersticiones de los gentiles. Las voces indígenas van apareciendo en lascrónicas, y las informaciones que ordenan hacer La Gasca, Cañete y Toledo,forman la base que subsiste de la historia incaica. De esas Informacionesnacieron, luego, crónicas fundamentales sobre el Incario. Las de La Gasca,sirvieron a Cieza; las de Cañete a Betanzos; las de Toledo a Sarmiento deGamboa.Distingue nuestro autor la Crónica anterior al virrey Toledo, que la llama

 pre-toledana, de la que se origina en las Informaciones del Virrey, que la

denomina toledana.La crónica pre-toledana es por lo general adversa a los conquistadores y

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  favorable a los indios, cuyas virtudes y civilización elogia, al par quehace resaltar los abusos de los españoles, así la posición de Cieza deLeón es netamente contraria a los conquistadores y equilibrada para juzgara los indios. Escribe Porras Barrenechea: «En la época de la Gasca y de ladebelación de la revolución de Gonzalo Pizarro, la crónica -90-

inspirada por el Pacificador es contraria a la obra y al predominio de los primeros conquistadores; trata de arrebatar a éstos sus encomiendas y, coneste fin, acentúa la crueldad de la conquista, atenúa la barbarie de losindios y contagiada de ímpetu lascasista sostiene la tesis de ladespoblación del Perú».Las Informaciones del tiempo de Toledo permiten conocer más a fondo laépoca de los Incas y se insiste mucho en probar su tiranía, para

 justificar la pérdida del señorío de éstos. Sarmiento de Gamboa es el tipocabal de este género de crónica. Se salva de toda exageración el ecuánimey sabio jesuita José de Acosta, que halla en los Incas «cosas dignas deadmiración».

Surge una crónica que quiere corregir los excesos de la tesis toledana.Asoman en ella escritores criollos y mestizos, fusión de razas y culturas.Es su intérprete más cabal el Inca Garcilaso de la Vega, nacido en elCuzco en 1539, hijo de un capitán español y de una ñusta incaica. Lacrítica severa de Riva Agüero rehabilitó en un sagaz análisis laautenticidad de las noticias del Inca, sus errores incidentales y laverdad general del cuadro por él trazado.Podemos aplicar al Ecuador, nuestra patria, lo que del Perú dice PorrasBarrenechea. La crónica de la conquista es el crisol en que por obra delimpulso misionero y humanitario de la metrópoli, se funden esencias de losdos pueblos, bajo el signo cristiano y español. El servicio fundamental

 prestado por los cronistas castellanos, es el haber salvado la historia dela raza indígena que sin ellos habría perecido, como desapareció la de lasrazas anteriores a los Incas.Los catequistas describieron las creencias religiosas de los indios. Losquechuistas la estructura de la lengua indígena; los cronistas soldados,como Cieza y Estete, la geografía de los territorios; otros inventariaronsu fauna y su flora y alguno, como José de Acosta, fue el primero encoordinar las leyes físicas -91- del Nuevo Mundo, como años más tardelo hiciera Humboldt.El historiador peruano sintetiza así el papel de los Cronistas de Indias:

«Historia, Geografía, Ciencia de la Naturaleza, lenguaje y alma del primitivo Perú, hay que aprenderlos, pues, en las obras de loscronistas del siglo XVI. Ellos son los verdaderos forjadores de lacultura mestiza y original del Perú».

Estos volúmenes de «Cronistas de Indias»

Vale la pena aclarar, desde el primer momento, que los volúmenes en que sehan reunido algunas páginas de Historiadores Primitivos y Cronistas de

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  Indias, no de todos ellos, por cierto, sino de un reducido grupo de losmismos, tiende únicamente a servir como libros de divulgación, encaminadosa poner al alcance del mayor número de lectores hechos sobresalientes dela historia de América del Sur y en especial de nuestra patriaecuatoriana.

 Ningún dato nuevo o desconocido hallarán los estudiosos en ellos. No sehan escrito para investigadores y peritos en las disciplinas de lahistoria; no fueron el resultado de descubrimientos y pesquisas enarchivos o repositorios de antiguos documentos: son dos libros sencillosde divulgación de cosas conocidas, compuestos con el único afán de serviral mayor número de personas, particularmente a aquellas que no puedentener a la mano obras raras o agotadas, cuyo costo en el mercado excedetoda posibilidad de -92- adquirirlas para quien no dispone sino delimitados recursos pecuniarios.Preciso es publicar las páginas de los que antes que otros escribieronsobre América, porque así y sólo así podremos llevar a las gentes a

interesarse por ese pasado del que no es dable prescindir. Las páginasentresacadas de los libros venerables que tratan de América, han dedespertar forzosamente el anhelo de conocer esos libros en su integridad.Cuántas veces la lectura de un relato histórico despertó la vocación delhombre de talento por esas arduas disciplinas, cuya necesidad se sientecada vez con mayor fuerza. Recuérdese a este propósito lo que nos cuentaen sus Memorias Íntimas el más grande de los historiadores de la patria,el ilustrísimo doctor González Suárez.Los doctos, los eruditos, los historiadores consagrados, harán bien en

 prescindir de la lectura de estos sencillos y modestos libros. No seescribieron para ellos. El público al que se dirigen está formado porhombres de buena voluntad que ansían saber, sin mayor esfuerzo, algo de lahistoria del Continente Americano y en especial del Ecuador, al mismotiempo que se informan de los textos a los que tendrían que acudir siansían completar sus conocimientos en tan notables temas.Para información de los lectores se consignan algunos datos biográficos,relativos a los autores cuyas páginas se insertan en el tomo. Se ha

 procurado que esos datos se ajusten a las más recientes investigacionesrealizadas.

-93-

 Notas biográficas y selecciones-[94]- -95-

Francisco de Jerez-[96]- -97-

Biografía de Francisco de Jerez

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  En Sevilla el año de 1534, el mismo de la fundación de la ciudad de SanFrancisco de Quito, salía de las prensas de Bartolomé Pérez un tomo enfolio en escritura gótica, que llevaba como título el de Verdaderarelación de la Conquista del Perú y provincia, del Cuzco, llamada la nuevaCastilla. Su autor era Francisco de Jerez, Secretario del Marqués don

Francisco Pizarro.Digna es, por muchos títulos, de recordarse la figura del Secretario dePizarro que en el año preciso en que se fundaba Quito imprimía ya elrelato de los altos hechos castellanos. Nos hubiera sido acasodesconocida, si el insigne Cronista del emperador Carlos V, GonzaloFernández de Oviedo y Valdez, no hubiera puesto a continuación del retratode su amigo y compañero de aventuras, Jerez, unas quintillas con datos

 para su biografía.El fecundo polígrafo español, don Julio Cejador y Frauca, incluyó el librode Francisco de Jerez entre -98- los más notables del siglo XVI, deese siglo del que don Marcelino Menéndez y Pelayo escribió: «No hay, no ha

habido ni habrá en la tierra pueblo que, en una misma época, presente enigual grado de desarrollo todas las ramas de la cultura, como lo presentóel pueblo español».¿Quién era este Francisco de Jerez, que tan pronto consignaba en el papellos hechos de la conquista de América? Había nacido en Sevilla hacia 1497o 1499. Era hijo de Pedro de Jerez «ciudadano honrado». Salió de Sevillacon Pedro Arias de Ávila y se embarcó en Sanlúcar rumbo a Tierra Firme elonce de abril del año 1514; tendría entonces diecisiete años de edad, sile suponemos nacido en 1497. En Tierra Firme ejerció el oficio deEscribano y, en 1524, decidió acompañar a Francisco Pizarro en la empresade la conquista del Perú, en calidad de Secretario suyo.Se halló en la isla del Gallo y por enfermedad hubo de retornar a Panamá.Allí estuvo hasta la vuelta de Pizarro de España, con el que nuevamente se

 juntó y le acompañó hasta Cajamarca, en donde quedó cojo a consecuencia deuna caída de caballo. Mientras recuperaba la salud comenzó a escribir suVerdadera Relación, la que terminó en España.En el rescate de Atahualpa o botín del Inca, le correspondió ciento diezarrobas de plata que condujo a España en nueve cajones. Llegó a Sevilla el3 de junio de 1534.A salvo de pobreza, retirado de las armas, no hizo vida egoísta nimiserable, pues, con los recursos llevados del Perú, socorrió

abundantemente a los necesitados: «repartió, escribe Cejador, entre pobresgrandes cantidades». Gonzalo Fernández de Oviedo alabó a Jerez como asoldado valiente que dio siempre buena cuenta de su persona, recibióherida en una pierna y sirvió con bizarría y buen comportamiento.En 1547 hizo la segunda edición de la obra de Jerez, Juan de Junta enSalamanca, mas en ella no -99- reimprimieron todas las quintillasrelativas a la vida del autor. Como dato curioso debemos anotar que unejemplar de esta segunda edición de Jerez figuró en la venta de librossobre América que pertenecieron al emperador Maximiliano de México y quese llevó a cabo en casa del librero José Baer, en Francfort, a fines delsiglo XIX.

La obra de Jerez se tradujo al italiano y al alemán, según anota Cejador,y volvió a imprimirse en Madrid en 1740 y luego en la estimadísima

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  colección de Historiadores Primitivos de Indias que, como parte de laBiblioteca de Autores Españoles, editó don Enrique de Vedia en Madrid en1853, en la imprenta de Rivadeneira, benemérito de las letras. Don Enriquede Vedia reimprimió también las quintillas de la edición príncipe.En el Prólogo de la Verdadera Relación, anota Jerez que los conquistadores

de España no pueden compararse ni con los griegos ni con los romanos:«porque si los romanos tantas provincias sojuzgaron, fue con igual o pocomenor número de gente y en tierras sabidas y proveídas de mantenimientosusados y con capitanes y ejércitos pagados; mas nuestros españoles siendo

 pocos en número, que nunca fueron juntos sino doscientos o trescientos yalgunas veces ciento y aun menos, los que en diversas veces que han ido nohan sido pagados ni forzados, sino de su propia voluntad y a su costa».Del oro que fue a España en los primeros años de la conquista. hace Jerezla siguiente relación:

«Año de 1534 a nueve días de enero, llegó al río de Sevilla la naonombrada Santa María del Campo, en la cual vino el capitán Hernando

Pizarro, hermano de Francisco Pizarro, gobernador y capitán generalde la Nueva Castilla. En esta nao vinieron para su majestad ciento ycincuenta y tres mil pesos de oro y cinco mil y cuarenta y ochomarcos de plata. Más, trajo para pasajeros y personas particulares,trescientos -100- y diez mil pesos de oro y trece mil yquinientos marcos de plata, sin lo de su majestad. Lo sobredichovino en barras y planchas y pedazos de oro y plata, cerrado en cajasgrandes. Allende la sobredicha cantidad, trujo esta nao para sumajestad, treinta y ocho vasijas de oro y cuarenta y ocho de plata,entre las cuales había una águila de plata que cabían en su cuerpodos cántaros de agua, y dos ollas grandes: una de ora y otra de

 plata, que en cada una cabrá una vaca despedazada; y dos costales deoro, que cabrá en cada uno dos hanegas de trigo, y un ídolo de oro,del tamaño de un niño de cuatro años».

La historia ha fallado ya cómo fue de poco provecho el oro que de América pasó a España y cómo el verdadero beneficio que de la ambición porobtenerlo se siguió, fue el ansia por los viajes y exploraciones en laAmérica del Sur, en pos del oro cada vez más deseado, viajes yexploraciones que abrieron a la navegación y al comercio nuevas vías,

completando a la vez el conocimiento del mundo recién descubierto.Jerez se casó dos veces y su segunda mujer fue doña Francisca de Pineda.Le hallamos el año de 1554 en Valladolid, gestionando nuevamente pasar aTierra Firme. Se le dio permiso para pasar al Perú, pero no sabemos aciencia cierta si llegó a realizar el proyectado viaje o se quedó enEspaña. Se ha creído encontrar su nombre en unos autos de la Audiencia deLima de los años 1563 a 1565 en que figura como Escribano un FranciscoLópez, que acaso podría ser nuestro autor, como quiera que su nombrecompleto era el de Francisco López de Jerez.La Relación del Secretario de Pizarro ha sido muy apreciada por loshistoriadores en todo tiempo. Don Enrique de Vedia dice de ella, que es

 parte oficial de los sucesos «extendido, por decirlo así, al otro día dela batalla y sobre el mismo campo del combate, y obra digna de atención

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  por ser de un testigo presencial de ellos y revestido de la confianza, delhombre -101- singular que los dirigía». Robertson, por su parte, hallamado a la de Jerez, «narración sencilla e ingenua que sólo alcanzahasta la muerte de Atahualpa, acaecida en 1533, porque el autor volvió aEspaña en 1534, e hizo imprimir inmediatamente de su llegada su reducida

historia de la Conquista del Perú, que dedicó al Emperador». Añade elhistoriador escocés que el autor merece el mayor crédito en todo cuantodice de las operaciones de Pizarro.Un compatriota nuestro, cuyo nombre no debe ser olvidado, el reverendo

 padre fray Alberto María Torres, de la Orden de Predicadores, que escribióun libro muy notable sobre El Padre Valverde, al presente agotado porcompleto y cuya reimpresión debería hacerse sin tardanza, enuncia este

 juicio sobre nuestro autor:«Habiendo sido Jerez actor y testigo presencial de los sucesos deCajamarca; y habiéndolos consignado en el papel en la misma ciudad,a raíz del acontecimiento, bajo la inspección ocular, y quizá

dictado, del mismo protagonista responsable de los hechos, FranciscoPizarro, no vacilamos en declarar su Relación como la fuente másautorizada de la historia del Perú y de Sud América en general».

(Obra citada, 2.ª edición de Quito, año de 1932, página 5)

El doctor Raúl Porras Barrenechea, publicó en setiembre de 1941 su notableestudio Los Cronistas de la Conquista, en el Número 3, tomo I, de losCuadernos de Estudio de la Universidad Católica del Perú, Instituto deInvestigaciones Históricas. Del capítulo consagrado a Francisco de Jerez,reproducimos unos párrafos esenciales, pues, no es fácil hallar aquelestudio en nuestras Bibliotecas. Dice así:

«El relato de Xerez es el más importante de todos los que refierenla empresa de la conquista del Perú y la caída del Imperio Inkaico.

 Ningún otro cronista ha contado con más detalles los sucesos deldescubrimiento y las escenas del viaje de Tumbes a Cajamarca.-102- Su versión de la prisión y del proceso del Inka representacon la crónica de Sancho, que la continuó, la palabra oficial de

Pizarro. La objetividad más constante y la calma son las dotes deXerez como cronista. Ninguna apreciación subjetiva se le escapasobre hombres ni sucesos. Prefiere narrar o transcribir secamente eldiálogo, con frialdad de micrófono.»Defecto y mérito, su sobriedad le defiende del cargo de

 parcialidad. No recarga, ni insiste, ni juzga, ni acusa: refiereúnicamente, lo más conciso posible. Pero en sus apuntes hay filonesinsospechados. Fue el primero que trató de describir el territorio yrecoger la tradición histórica de los Inkas. Y es tal la exactitudde sus apuntaciones que, desapercibidas a veces, algunas verdades,

 por los historiadores, resultan descubiertas más tarde por otros

documentos y volviendo a Xerez, se halla en él una comprobaciónanticipada. Tal ocurre, por ejemplo con los sacrificios humanos,

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  negados por Garcilaso y afirmados por los demás cronistas. Basta eltestimonio primicio e inobjetable de Xerez, para resolver ladiscusión. Él nos dice, inadvertidamente, al paso de los españoles

 por Motupe, que los vio y era costumbre general: 'Sacrificar cadames a sus propios hijos y con la sangre dellos untar las casas de

los ídolos y las puertas de las mezquitas'. Exactamente, como lorecogieron cincuenta años más tarde de boca de los quipocamayos,Sarmiento, Ondegardo y Molina. Así guarda el relato de Xerez, en susobriedad y sencillez, otras anotaciones, etnográficas e históricas,sobre costumbres, vestidos, casas y aun sobre historia de los Inkas,que hay que leer cada vez con mayor atención y acuciosidad. Lacrónica de Xerez resulta así como un texto sagrado de la conquistadel Perú».

-103-

Relato de Francisco de Jerez de la prisión de Atahualpa. Guerra entreAtahualpa y Huáscar. Riquezas de Atahualpa1Luego el Gobernador mandó secretamente a todos los españoles que searmasen en sus posadas y tuviesen los caballos ensillados y enfrenados,repartidos en tres capitanías, sin que ninguno saliese de su posada a la

 plaza; y mandó al Capitán de la artillería que tuviese los tiros asentadoshacia el campo de los enemigos, y cuando fuese tiempo les pusiese fuego.En las calles por do entran a la plaza puso gente en celada; y tomóconsigo veinte hombres de a pie, y con ellos estuvo en su aposento porquecon él tuviesen cargo de prender la persona de Atabalipa si cautelosamenteviniese, como parecía que venía, con tanto número de gente como con élvenía. Y mandó que fuese tomado a vida; y a todos los demás mandó queninguno saliese de su posada, aunque viesen entrar a los contrarios en la

 plaza, hasta que oyesen soltar el artillería. Y que él ternía atalayas, yviendo que venía de ruin arte, avisaría cuando hobiesen de salir; e-104- saldrían todos de sus aposentos, y los de a caballo en suscaballos, cuando oyesen decir: «Santiago».Con este concierto y orden que se ha dicho estuvo el Gobernador esperandoque Atabalipa entrase, sin que en la plaza paresciese algún cristiano,

excepto el atalaya que daba aviso de lo que pasaba en la hueste. ElGobernador y el Capitán General andaban requiriendo los aposentos de losespañoles, viendo cómo estaban apercibidos para salir cuando fuesenmenester, diciéndoles a todos que hiciesen de sus corazones fortalezas,

 pues no tenían otras, ni otro socorro sino el de Dios, que socorre en lasmayores necesidades a quien anda en su servicio; y que aunque para cadacristiano había quinientos indios, que tuviesen el esfuerzo que los buenossuelen tener en semejantes tiempos, y que esperasen que Dios pelearía porellos; y que al tiempo del acometer fuesen con mucha furia y tiento, yrompiesen sin que los de caballo se encontrasen unos con otros. Éstas ysemejantes palabras decían el Gobernador y el Capitán General a los

cristianos para los animar; los cuales estaban con voluntad de salir alcampo más que de estar en sus posadas. En el ánimo de cada uno parecía que

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  haría por ciento, que muy poco temor les ponía ver tanta gente.Viendo el Gobernador que el sol se iba a poner, y que Atabalipa nolevantaba de donde había reparado, y que todavía venía gente de su real,enviole a decir con un español que entrase en la plaza y viniese a verloante que fuese noche. Como el mensajero fuese a Atabalipa hízole

acatamiento, y por señas le dijo que fuese donde el Gobernador estaba.Luego él y su gente comenzaron a andar, y el español volvió delante, ydijo al Gobernador que venía, y que la gente que traía en la delanteratraían armas secretas debajo de las camisetas, que eran jubones de algodónfuertes, y talegas de piedras y hondas, que le parecía que traían ruinintención. Luego la delantera de la gente comenzó a entrar en la plaza;venía delante un escuadrón de indios vestidos de una librea de colores amanera de escaques; éstos venían quitando las pajas del suelo y barriendoel camino. Tras -105- éstos venían otras tres escuadras vestidos deotra manera, todos cantando y bailando. Luego venía mucha gente conarmaduras, patenas y coronas de oro y plata. Entre éstos venía Atabalipa

en una litera aforrada de pluma de papagayos de muchas colores, guarnecidade chapas de oro y plata.Traíanle muchos indios sobre los hombros en alto, y tras désta veníanotras dos literas y dos hamacas, en que venían otras personas principales;luego venía mucha gente en escuadrones con coronas de oro y plata. Luegoque los primeros entraron en la plaza, apartaron y dieron lugar a losotros. En llegando Atabalipa en medio de la plaza, hizo que todosestuviesen quedos, y la litera en que él venía y las otras en alto: nocesaba de entrar gente en la plaza. De la delantera salió un Capitán, ysubió en la fuerza de la plaza, donde estaba el artillería, y alzó dosveces una lanza a manera de seña. El Gobernador, que esto vio, dijo a frayVicente que si quería ir a hablar a Atabalipa con un faraute; él dijo quesí, y fue con una cruz en la mano y con su Biblia en la otra, y entró porentre la gente hasta donde Atabalipa estaba, y le dijo por el faraute: «Yosoy sacerdote de Dios, y enseño a los cristianos las cosas de Dios, yasimesmo vengo a enseñar a vosotros. Lo que yo enseño es lo que Dios noshabló, que está en este libro; y por tanto, de parte de Dios y de loscristianos te ruego que seas su amigo, porque así lo quiere Dios, yvenirte ha bien dello; y ve a hablar al Gobernador, que te estáesperando». Atabalipa dijo que le diese el libro para verle, y él se lodio cerrado; y no acertando Atabalipa a abrirle, el religioso extendió el

 brazo para lo abrir, y Atabalipa con gran desdén le dio un golpe en el brazo, no queriendo que lo abriese; y porfiando él mesmo por abrirle, loabrió; y no maravillándose de las letras ni del papel, como otros indios,lo arrojó cinco o seis pasos de sí. E a las palabras que el religiosohabía dicho por el faraute respondió con mucha soberbia diciendo: «Bien sélo que habéis hecho por ese camino, cómo habéis tratado a mis caciques ytomado la ropa de los bohíos». El religioso -106- respondió: «Loscristianos no han hecho esto; que unos indios trajeron la ropa no losabiendo el Gobernador, y él la mandó volver». Atabalipa dijo: «No partiréde aquí hasta que toda me la traigan». El religioso volvió con larespuesta al Gobernador. Atabalipa se puso en pie encima de las andas,

hablando a los suyos que estuviesen apercibidos. El religioso dijo alGobernador lo que había pasado con Atabalipa, y que había echado en tierra

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  la sagrada Escriptura. Luego el Gobernador se armó un sayo de armas dealgodón, y tomó su espada y adarga, y con los españoles que con él estabanentró por medio de los indios; y con mucho ánimo, con solos cuatro hombresque le pudieron seguir, llegó hasta la litera donde Atabalipa estaba, ysin temor le echó mano del brazo izquierdo, diciendo: «Santiago». Luego

soltaron los tiros y tocaron las trompetas, y salió la gente de a pie y dea caballo. Como los indios vieron el tropel de los caballos, huyeronmuchos de aquellos que en la plaza estaban; y fue tanta la furia con quehuyeron, que rompieron un lienzo de la cerca de la plaza, y muchos cayeronunos sobre otros. Los de caballo salieron por encima dellos, hiriendo ymatando, y siguieron el alcance. La gente de a pie se dio tan buena priesaen los que en la plaza quedaron, que en breve tiempo fueron los más dellosmetidos a espada. El Gobernador tenía todavía del brazo a Atabalipa, queno le podía sacar de las andas, como estaba en alto. Los españoleshicieron tal matanza en los que tenían las andas, que cayeron en el suelo;y si el Gobernador no defendiera a Atabalipa, allí pagara el soberbio

todas las crueldades que había hecho. El Gobernador, por defender aAtabalipa, fue herido de una pequeña herida en la mano. En todo esto noalzó indio armas contra español; porque fue tanto el espanto que tuvieronde ver al Gobernador entre ellos, y soltar de improviso el artillería yentrar los caballos al tropel, como era cosa que nunca habían visto, quecon gran turbación procuraban más huir por salvar las vidas que de hacerguerra. Todos los que traían las andas de Atabalipa pareció ser hombres

 principales, los cuales todos murieron, y también los que venían en lasliteras y hamacas; y el de la -107- una litera era su paje y señor, aquien él mucho estimaba; y los otros eran también señores de mucha gente yconsejeros suyos; murió también el cacique señor de Caxamalca. Otroscapitanes murieron, que por ser gran número no se hace caso dellos, porquetodos los que venían en guarda de Atabalipa eran grandes señores. Y elGobernador se fue a su posada con su prisionero Atabalipa, despojado desus vestiduras, que los españoles les habían rompido por quitarle de lasandas. Cosa fue maravillosa ver preso en tan breve tiempo a tan granseñor, que tan poderoso venía. El Gobernador mandó luego sacar ropa de latierra y le hizo vestir; y así, aplacándole del enojo y turbación quetenía de verse tan presto caído de su estado, entre otras muchas palabrasle dijo el Gobernador: «No tengas por afrenta haber sido así preso ydesbaratado, porque las cristianos que yo traigo, aunque son pocos en

número, con ellos he sujetado más tierra que la tuya y desbaratado otrosmayores señores que tú, poniéndolos debajo del señorío del Emperador, cuyovasallo soy, el cual es Señor de España y del universo mundo, y por sumandado venimos a conquistar esta tierra, porque todos vengáis enconocimiento de Dios y de su santa fe católica; y con la buena demanda quetraemos permite Dios, criador de cielo y tierra y de todas las cosascriadas; y porque lo conozcáis y salgáis de la bestialidad y vidadiabólica en que vivís, que tan pocos como somos subjetamos tanta multitudde gente; y cuando hubiéredes visto el error en que habéis vivido,conoceréis el beneficio que recibís en haber venido nosotros a esta tierra

 por mandado de Su Majestad; y debes tener a buena ventura que no has sido

desbaratado de gente cruel como vosotros sois, que no dais a ninguno;nosotros usamos de piedad con nuestros enemigos vencidos, y no hacemos

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  guerra sino a los que nos la hacen, y pudiéndolos destruir, no lo hacemos,antes los perdonamos; que teniendo yo preso al cacique señor de la isla,lo dejé porque de ahí adelante fuese bueno; y lo mismo hice con loscaciques señores de Túmbez y Chilimasa y con otros, que teniéndolos en mi

 poder, siendo merecedores de muerte, los perdoné. Y si tú fuiste preso, y

tu gente -108- desbaratada y muerta, fue porque venías con tan granejército contra nosotros, enviándote a rogar que vinieses de paz, yechaste en tierra el libro donde estaban las palabras de Dios, por esto

 permitió Nuestro Señor que fuese abajada tu soberbia, y que ningún indio pudiese ofender a ningún cristiano».Hecho este razonamiento por el Gobernador, respondió Atabalipa que habíasido engañado de sus capitanes, que le dijeron que no hiciese caso de losespañoles; que él de paz quería venir, y los suyos no lo dejaron, y quetodos los que le aconsejaron eran muertos. Y que también había visto la

 bondad y ánimo de los españoles; y que Maizabilica, sintiendo que envió adecir de los cristianos, y como ya fuese de noche, y viese el Gobernador

que no eran recogidos los que habían ido en el alcance, mandó tirar lostiros y tañer las trompetas porque se recogiesen. Dende a poco ratoentraron todos en el real con gran presa de gente que habían tomado avida, en que había más de tres mil personas. El Gobernador les preguntó sivenían todos buenos. Su Capitán General, que con ellos venía, respondióque sólo un caballo tenía una pequeña herida. El Gobernador dijo con muchaalegría: «Doy gracias a Dios Nuestro Señor, y todos, señores, las debemosdar, por tan gran milagro como en este día por nosotros ha fecho; yverdaderamente podemos creer que sin especial socorro suyo no fuéramos

 parte para entrar en esta tierra, cuanto más vencer una tan gran hueste.Plega a Dios, por su misericordia, que, pues tiene por bien de nos hacertantas mercedes, nos dé gracia para hacer tales obras, que alcancemos susanto reino. Y porque, señores, vernéis fatigados, váyase cada uno areposar a su posada, y porque Dios nos ha dado victoria no nosdescuidemos; que, aunque van desbaratados, son mañosos y diestros en laguerra, y este señor (como sabemos) es temido y obedecido, y ellosintentarán toda ruindad y cautela para sacarlo de nuestro poder. Estanoche y todas las demás haya buena guarda de velas y ronda, de manera quenos hallen apercibidos». Y así, se fueron a cenar, y el Gobernador hizoasentar a su mesa a Atabalipa, -109- y haciéndole buen tratamiento, ysirviéronle como a su misma persona; y luego le mandó dar de sus mujeres

que fueron presas las que él quiso para su servicio; y mandole hacer unacama en la cámara que el mismo Gobernador dormía, teniéndole suelto sin prisión, sino las guardas que velaban. La batalla duró poco más de mediahora, porque ya era puesto el sol cuando se comenzó; si la noche no laatajara, que de más de treinta mil hombres que vinieron quedaron pocos. Esopinión de algunos que han visto gente en campo, que había más de cuarentamil; en la plaza quedaron muertos dos mil, sin los feridos. Viose en esta

 batalla una cosa muy maravillosa, y es, que los caballos que el día antesno se podían mover de resfriados, aquel día anduvieron con tanta furia,que parecía no haber tenido mal. El Capitán General requirió aquella nochelas velas y ronda, poniéndolas en conveniente lugar. Otro día por la

mañana envió el Gobernador un Capitán con treinta de a caballo a correr por todo el campo, y mandó quebrar las armas de los indios; y entre tanto

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  la gente del real hicieron sacar a los indios que fueron presos losmuertos de las plazas. El Capitán con los de a caballo recogió todo lo quehabía en el campo y tiendas de Atabalipa, y entró antes de mediodía en elreal con una cabalgada de hombres y mujeres, y ovejas y oro y plata yropa; en esta cabalgada hubo ochenta mil pesos y siete mil marcos de plata

y catorce esmeraldas; el oro y plata en piezas monstruosas y platosgrandes y pequeños, y cántaros y ollas y braseros y copones grandes, yotras piezas diversas. Atabalipa dijo que toda ésta era vajilla de suservicio, y que sus indios que habían huido habían llevado otra muchacuantidad. El Gobernador mandó que soltasen todas las ovejas, porque eramucha cuantidad y embarazaban el real, y que los cristianos matasen todoslos días cuantas hobiesen menester; y los indios que la noche antes habíanrecogido mandó el Gobernador poner en la plaza para que los cristianostomasen los que hobiesen menester para su servicio; todos los demás mandósoltar y que se fuesen a sus casas, porque eran de diversas provincias,que los traía Atabalipa para sostener sus guerras y para servicio de su

ejército.-110-

Algunos fueron de opinión que matasen todos los hombres de guerra o lescortasen las manos. El Gobernador no lo consintió, diciendo que no era

 bien hacer tan grande crueldad; que aunque es grande el poder de Atabalipay podía recoger gran número de gente, que mucho sin comparación es mayorel poder de Dios Nuestro Señor, que por su infinita bondad ayuda a lossuyos; y que tuviesen por cierto que el que los había librado del peligrodel día pasado los libraría de ahí adelante, siendo las intenciones de loscristianos buenas, de atraer aquellos bárbaros infieles al servicio deDios y al conoscimiento de su santa fe católica; que no quisiesen parecera ellos en las crueldades y sacrificios que hacen a los que prenden en susguerras; que bien bastaba los que eran muertos en batalla; que aquelloshabían sido traídos como ovejas a corral; que no era bien que muriesen nise les hiciese daño; y así, fueron sueltos.En este pueblo de Caxamalca fueron halladas ciertas casas llenas de ropaliada en fardos arrimados hasta los techos de las casas. Dicen que eradepositado para bastecer el ejército. Los cristianos tomaron la quequisieron, y todavía quedaron las casas tan llenas, que parecía no haberhecho falta la que fue tomada. La ropa es la mejor que en las Indias se havisto; la mayor parte della es de lana muy delgada y prima, y otra de

algodón de diversas colores y bien matizadas. Las armas que se hallaroncon que hacen la guerra y su manera de pelear es la siguiente. En ladelantera vienen honderos que tiran con hondas piedras guijeñas lisas yhechas a mano, de hechura de huevos; los honderos traen rodelas que ellosmesmos hacen de tablillas angostas y muy fuertes; asimesmo traen jubonescolchados de algodón; tras déstos vienen otros con porras y hachas dearmas; las porras son de braza y media de largo, y tan gruesas como unalanza jineta; la porra que está al cabo engastonada es de metal, tangrande como el puño, con cinco o seis puntas agudas, tan gruesa cada puntacomo el dedo pulgar; juegan con ellas a dos manos; las hachas son delmesmo tamaño y mayores; la cuchilla de metal de anchor de un -111-

 palmo, como alabarda. Algunas hachas y porras hay de oro y plata, quetraen los principales; tras éstos vienen otros con lanzas pequeñas

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  arrojadizas, como dardos; en la retaguardia vienen piqueros con lanzaslargas de treinta palmos; en el brazo izquierdo traen una manga con muchoalgodón, sobre que juegan con la porra. Todos vienen repartidos en susescuadras con sus banderas y capitanes que los mandan, con tanto conciertocomo turcos. Algunas dellos traen capacetes grandes, que les cubren hasta

los ojos, hechos de madera; en ellos mucho algodón, que de hierro no pueden ser más fuertes. Esta gente, que Atabalipa tenía en su ejército,eran todos hombres muy diestros y ejercitados en la guerra, como aquellosque siempre andan en ella, e son mancebos e grandes de cuerpo, que solosmil dellos bastan para asolar una población de aquella tierra, aunquetenga veinte mil hombres. La casa de aposento de Atabalipa, que en mediode su real tenía, es la mejor que entre indios se ha visto, aunque

 pequeña; hecha en cuatro cuartos y en medio un patio, y en él un estanque,al cual viene agua por un caño, tan caliente, que no se puede sofrir lamano en ella. Esta agua nasce hirviendo en una sierra que está cerca deallí. Otra tanta agua fría viene por otro caño, y en el camino se juntan y

vienen mezcladas por un solo caño al estanque; y cuando quieren que vengala una sola, tienen el caño de la otra. El estanque es grande, hecho de

 piedra; fuera de la casa, a una parte del corral, está otro estanque, notan bien hecho como éste; tiene sus escaleras de piedra, por do bajan alavarse. El aposento donde Atabalipa estaba entre día es un corredor sobreun huerto, y junto está una cámara, donde dormía, con una ventana sobre el

 patio y estanque, y el corredor asimesmo sale sobre el patio; las paredesestán enjabelgadas de un betumen bermejo, mejor que almagre, que lucemucho, y la madera que cae sobre la cobija de la casa está teñida de lamesma color; y el otro cuarto frontero es de cuatro bóvedas, redondas comocampanas, todas cuatro encorporadas en una; éste es encalado, blanco comonieve. Los otros dos son casas de servicio. Por la delantera desteaposento pasa un río.-112-

Ya se ha dicho de la victoria que los cristianos hobieron en la batalla y prisión de Atabalipa, y de la manera de su real y ejército. Agora se dirádel padre deste Atabalipa, y cómo se hizo Señor, y otras cosas de sugrandeza y estado, según que él mesmo lo contó al Gobernador. Su padredeste Atabalipa se llamó el Cuzco, que señoreó toda aquella tierra; de másde trecientas leguas le obedecían y daban tributo. Fue natural de una

 provincia más atrás de Quito, y como hallase aquella tierra donde estaba

apacible y abundosa y rica, asentó en ella, y puso nombre a una granciudad donde estaba la ciudad del Cuzco. Era tan temido y obedecido, quelo tuvieron cuasi por su dios, y en muchos pueblos le tenían hecho de

 bulto. Tuvo cien hijos y hijas, y los más son vivos; ocho años ha quemurió, y dejó por su heredero a un hijo suyo llamado así como él. Éste erahijo de su mujer legítima. Llaman mujer legítima a la más principal, aquien más quiere el marido; éste era mayor que Atabalipa. El Cuzco viejodejó por señor de la provincia de Quito, apartada del otro señorío

 principal, a Atabalipa, y el cuerpo del Cuzco está en la provincia deQuito, donde murió y la cabeza lleváronla a la ciudad del Cuzco, y latienen en mucha veneración, con mucha riqueza de oro y plata; que la casa

donde está es el suelo y paredes y techo todo chapado de oro y plata,entretejido uno con otro; y en esta ciudad hay otras veinte casas las

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  paredes chapadas de una hoja delgada de oro por de dentro y por de fuera.Esta ciudad tiene muy ricos edificios; en ella tenía el Cuzco su tesoro,que eran tres bohíos llenos de piezas de oro y cinco de plata, y cien miltejuelas de oro que había sacado de las minas; cada tejuelo pesa cincuentacastellanos; esto había habido del tributo de las tierras que había

señoreado. Adelante desta ciudad hay otra llamada Callao, donde hay un ríoque tiene mucha cantidad de oro; y camino de diez jornadas desta provinciade Caxamalca, en otra provincia que se dice Guaneso, haya otro río tanrico como éste. En todas estas provincias hay muchas minas de oro y plata.La plata sacan en la sierra con poco trabajo; que un indio saca en un díacinco o seis marcos, la cual sacan envuelta con plomo y estaño y piedraazufre, y después la apuran, y -113- para sacarla pegan fuego a lasierra; y como se enciende la piedra zufre, cae la plata a pedazos; y enGuito y Chincha hay las mayores minas. De aquí a la ciudad del Cuzco haycuarenta jornadas de indios cargados, y la tierra es bien poblada. Chinchaestá a medio camino, que es gran población. En toda esta tierra hay mucho

ganado de ovejas; muchas se hacen monteses por no poder sostener tantascomo se crían. Entre los españoles que con el Gobernador están se matancada día ciento y cincuenta, y parece que ninguna falta hace ni harían eneste valle aunque estoviesen un año en él. Y los indios generalmente lascomen en toda esta tierra.Y asimismo dijo Atabalipa que después de la muerte de su padre, él y suhermano el Cuzco estuvieron en paz siete años cada uno en la tierra que ledejó su padre; y podrá haber un año, poco más, que su hermano el Cuzco selevantó contra él con voluntad de tomarle su señorío, y después le envió arogar Atabalipa que no le hiciese guerra, sino que se contentase con loque su padre le había dejado; y el Cuzco no lo quiso hacer, y Atabalipasalió de su tierra, que se dice Guito, con la más gente de guerra que

 pudo, y vino a Tomepomba, donde hubo con su hermano una batalla, y matóAtabalipa más de mil hombres de la gente del Cuzco, y lo hizo volverhuyendo; y porque el pueblo Tomepomba se le puso en defensa, lo abrasó, ymató toda la gente dél, y quería asolar todos los pueblos de aquellacomarca, y dejolo de hacer por seguir a su hermano; y el Cuzco se fue a sutierra huyendo, y Atabalipa vino conquistando con gran poder toda aquellatierra, y todos los pueblos se le daban sabiendo la grandísima destrucciónque había hecho en Tomepomba. Seis meses había que Atabalipa había enviadodos pajes suyos, muy valientes hombres, el uno llamado Quisques, y el otro

Chaliachin, los cuales fueron con cuarenta mil hombres sobre la ciudad desu hermano, y fueron ganando toda la tierra hasta aquella ciudad donde elCuzco estaba, y se la tomaron, y mataron mucha gente, y prendieron su

 persona y le tomaron todo el tesoro de su padre, y luego lo hicieron sabera Atabalipa, -114- y mandó que se lo enviasen preso, y tiene nueva quellegarán presto con mucho tesoro; y los capitanes se quedaron en aquellaciudad que habían conquistado, por guardar la ciudad y el tesoro que enella había, y tenían diez mil hombres de guarnición, de los cuarenta milque llevaron, y los otros treinta mil hombres fueron a descansar a suscasas con el despojo que habían habido, y todo lo que su hermano el Cuzco

 poseía tenía Atabalipa subjectado.

Atabalipa y estos sus capitanes generales andaban en andas, y después quela guerra comenzó ha muerto mucha gente, y Atabalipa ha hecho muchas

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  crueldades en los contrarios, y tiene consigo a todos los caciques de los pueblos que ha conquistado, y tiene puestos gobernadores en todos los pueblos, porque de otra manera no pudiera tener tan pacífica y subjecta latierra como la ha tenido; y con esto ha sido muy temido y obedecido, y sugente de guerra muy servida de los naturales, y dél muy bien tratada.

Atabalipa tenía pensamiento, si no le acaesciera ser preso, de irse adescansar a su tierra, y de camino acabar de asolar todos los pueblos deaquella comarca de Tomepomba, que se la había puesto en defensa, y

 poblalla de nuevo de su gente, y que le enviasen sus capitanes, de lagente del Cuzco que han conquistado, cuatro mil hombres casados para

 poblar a Tomepomba. También dijo Atabalipa que entregaría al Gobernador asu hermano el Cuzco, al cual sus capitanes enviaban preso de la ciudad,

 para que hiciese dél lo que quisiese; y porque Atabalipa temía que a élmesmo matarían los españoles, y dijo al Gobernador que daría para losespañoles que le habían predicado mucha cuantidad de oro y plata; elGobernador le preguntó qué tanto daría y en qué término; Atabalipa dijo

que daría de oro una sala que tiene viente y dos pies en largo y diez ysiete en ancho, llena hasta una raya blanca que está a la mitad del altorde la sala, que será lo que dijo de altura de estado y medio, y dijo quehasta allí henchiría la sala de diversas piezas de oro, cántaros, ollas ytejuelos, y otras piezas, y que de plata daría todo aquel bohío dos veceslleno, y que esto cumpliría dentro de dos meses. -115- El Gobernadorle dijo que despachase mensajeros por ello, y que cumpliendo lo que decíano tuviese ningún temor. Luego despachó Atabalipa mensajeros a suscapitanes, pues estaban en la ciudad del Cuzco, que le enviasen dos milindios cargados de oro y muchos de plata, esto sin lo que venía camino consu hermano, que traían preso. El Gobernador le preguntó que qué tantotardarían sus mensajeros en ir a la ciudad del Cuzco; Atabalipa dijo quecuando envía con priesa a hacer saber alguna cosa, corren por postas de

 pueblo en pueblo, y llega la nueva en cinco días, y que yendo todo elcamino los que él envía con el mensaje, aunque sean hombres sueltos,tardan quince días en ir. También le preguntó el Gobernador que por quéhabía mandado matar a algunos indios que habían hallado muertos en su reallos cristianos que recogieron el campo; Atabalipa dijo que el día que elGobernador envió a su hermano Hernando Pizarro a su real para hablar conél, que uno de los cristianos arremetió con el caballo, y aquellos queestaban muertos se habían retraído, y por eso los mandó matar.

Atabalipa era hombre de treinta años, bien apersonado y dispuesto, algogrueso; el rostro grande, hermoso y feraz, los ojos encarnizados ensangre; hablaba con mucha gravedad, como gran señor; hacía muy vivosrazonamientos, y entendidos por los españoles, conoscían ser hombre sabio;era hombre alegre, aunque crudo; hablando con los suyos era muy robusto yno mostraba alegría. Entre otras cosas, dijo Atabalipa al Gobernador quediez jornadas de Caxamalca, camino del Cuzco, está en un pueblo unamezquita que tienen todos los moradores de aquella tierra por su templogeneral, en la cual todos ofrescen oro y plata, y su padre la tuvo enmucha veneración, y él asimesmo; la cual mezquita dijo Atabalipa que teníamucha riqueza; porque, aunque en cada pueblo hay mezquita donde tienen sus

ídolos particulares en que ellos adoran, en aquella mezquita estaba elgeneral ídolo de todos ellos; y que por guarda de aquella mezquita estaba

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  un gran sabio, el cual los indios creían que sabía las cosas por venir, porque hablaba con aquel ídolo -116- y se las decía. Oídas estas palabras por el Gobernador (aunque antes tenía noticia desta mezquita),dio a entender a Atabalipa cómo todos aquellos ídolos son vanidad, y elque en ellos habla es el diablo, que los engaña por los llevar a

 perdición, como ha llevado a todos las que en tal creencia han vivido yfenescido; y diole a entender que Dios es uno solo, criador del cielo ytierra y de todas las cosas visibles e invisibles, en el cual loscristianos creen, y a éste solo debemos tener por Dios y hacer lo quemanda, y recebir agua de baptismo; y a los que así lo hicieren llevará asu reino; y los otros irán a las penas infernales, donde para siempreestán ardiendo todos los que carecieron deste conocimiento, que hanservido al diablo haciéndole sacrificios y ofrendas y mezquitas; todo locual de aquí adelante ha de cesar, porque a esto le envía el Emperador,que es Rey y Señor de los cristianos y de todos ellos, y por vivir, comohan vivido, sin conoscer a Dios, permitió que con tan gran poder de gente

como tenía, fuese desbaratado y preso de tan pocos cristianos; que mirasecuán poca ayuda le había hecho su dios, por donde conoscería que es eldiablo que los engañaba. Atabalipa dijo que, como hasta entonces no habíanvisto cristianos él ni sus antepasados, no supieron esto, y que él habíavivido como ellos; y más dijo Atabalipa, que está espantado de lo que elGobernador le había dicho; que bien conoscía que aquel que hablaba en suídolo no es dios verdadero, pues tan poco le ayuda.Como el Gobernador y los españoles hubieron descansado del trabajo delcamino y de la batalla, luego envió mensajeros al pueblo de San Miguel,haciendo saber a los vecinos lo que le había acaescido, y por saber delloscómo les iba, y si habían venido algunos navíos, de lo cual mandó que leavisasen; y mandó hacer en la plaza de Caxamalca una iglesia donde secelebrase el santísimo sacramento de la misa; y mandó derribar la cerca dela plaza, porque era baja, y fue hecha de tapias de altura de dos estados,de largura de quinientos y cincuenta pasos. Otras cosas mandó hacer paraguarda del real. -117- Cada día se informaba si se hacía algúnayuntamiento de gente, y de las otras cosas que en la tierra pasaban.Sabido por los caciques desta provincia la venida del Gobernador y la

 prisión de Atabalipa, muchos dellos vinieron de paz a ver al Gobernador.Algunos destos caciques eran señores de treinta mil indios, todossubjectos a Atabalipa, y como ante él llegaban, le hacían gran acatamiento

 besándole los pies y las manos; él los recebía sin mirallos. Cosa extrañaes decir la gravedad de Atabalipa, y la mucha obediencia que todos letenían. Cada día le traían muchos presentes de toda la tierra. Así, presocomo estaba, tenía estado de señor y estaba muy alegre; verdad es que elGobernador le hacía muy buen tratamiento, aunque algunas veces le dijo quealgunos indios habían dicho a los españoles cómo hacía ayuntar gente deguerra en Guamachuco y en otras partes. Atabalipa respondió que en todaaquella tierra no había quien se moviese sin su licencia; que tuviese porcierto que si gente de guerra viniese, que él la mandaba venir, y queentonces hiciese dél lo que quisiese, pues lo tenía en su prisión. Muchascosas dijeron los indios que fueron mentira, aunque los cristianos tenían

alteración. Entre muchos mensajeros que venían a Atabalipa, le vino uno delos que traían preso a su hermano, a decille que cuando sus capitanes

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  supieron su prisión habían ya muerto al Cuzco. Sabido esto por elGobernador, mostró que le pesaba mucho, y dijo que no le habían muerto,que lo trujesen luego vivo, y si no, que él mandaría matar a Atabalipa.Atabalipa afirmaba que sus capitanes lo habían muerto sin saberlo él. ElGobernador se informó de los mensajeros, y supo que lo habían muerto.

Pasadas estas cosas, desde algunos días vino gente de Atabalipa y unhermano suyo que venía del Cuzco, y trújole unas hermanas y mujeres deAtabalipa, y trujo muchas vasijas de oro, cántaros y ollas y otras piezas,y mucha plata, y dijo que por el camino venían más; porque, como es tanlarga la jornada, cansan los indios que lo traen y no pueden llegar tanahína; que cada día entrará más oro y plata de lo que queda más atrás. Yasí, -118- entran algunos días veinte mil, y otras veces treinta mil,y otras cincuenta, y otras sesenta mil pesos de oro en cántaros y ollasgrandes de a dos arrobas y de a tres, y cántaros y ollas grandes de plata,y otras muchas vasijas. Todo lo mandó poner el Gobernador en una casadonde Atabalipa tenía sus guardas, hasta tanto que con ello y con lo que

ha de venir cumpla lo que ha prometido. Veinte días eran pasados dediciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indiosmensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber alGobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se diceCancebi, junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuentaespañoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá,en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, ylas otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y quevenían a esta gobernación con voluntad de servir en ella, y que desdeCancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir portierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegóhasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón délni mostralle la carta que el Gobernador le dejó para dar a los navíos que

 por allí viniesen. Y este navío se volvió sin llevar nueva del Gobernador,y otro que tras él había salido siguió la costa adelante hasta que llegóal puerto de San Miguel, donde desembarcó el Maestre y fue al pueblo, enel cual hubo mucha alegría con la venida de aquella gente. Y luego sevolvió el Maestre con las cartas que el Gobernador había enviado a los del

 pueblo, en que les hacía saber la victoria que Dios había dado a él y a sugente, y la mucha riqueza de la tierra. El Gobernador y todos los que conél estaban hobieron mucho placer con la venida destos navíos. Luego

despachó el Gobernador sus mensajeros, escribiendo al capitán Diego deAlmagro y algunas personas de las que con él venían, haciéndoles sabercuánto holgaba con su venida, y que, llegados al pueblo de San Miguel,

 porque no le pusiesen en necesidad, se saliesen a los caciques comarcanosque están en el camino de Caxamalca, porque tienen mucha abundancia-119- de mantenimientos, y que él proveería de hundir oro para pagar elflete de los navíos, porque se volviesen luego.Como de cada día venían caciques al Gobernador, vinieron entre ellos doscaciques que se dicen de los ladrones, porque su gente saltea a todos losque pasan por su tierra; éstos están camino del Cuzco. Pasados sesentadías de la prisión de Atabalipa, un cacique del pueblo donde está la

mezquita, y el guardián della, llegaron ante el Gobernador, el cual preguntó a Atabalipa que quién eran; dijo que el uno era señor del pueblo

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  de la mezquita y el otro guardián della, y que se holgaba con su venida, porque pagaría las mentiras que le había dicho; y pidió una cadena paraechar al guardián porque le había aconsejado que tuviese guerra con loscristianos, que el ídolo le había dicho que los mataría todos; y tambiéndijo a su padre el Cuzco, cuando estaba a la muerte, que no moriría de

aquella enfermedad. Y el Gobernador mandó traer la cadena, y a Atabalipase la echó diciendo que no se la quitasen hasta que hiciese traer todo eloro de la mezquita, y dijo a Atabalipa que lo que quería dar a loscristianos, pues que su ídolo es mentiroso; y dijo el guardián: «Yo quieroagora ver si te quitará esta cadena ese que tú dices que es tu dios». ElGobernador y el cacique que vino con el guardián despacharon susmensajeros para que trujesen el oro de la mezquita y lo que el caciquetenía, y dijeron que volverían dende en cincuenta días con todo esto.Sabido por el Gobernador que se ayuntaba gente en la tierra y que habíagente de guerra en Guamachuco, envió el Gobernador a Hernando Pizarro conveinte de caballo, y algunos de pie a Guamachuco, que está tres jornadas

de Caxamalca, para saber qué se hacía, para que hiciese venir el oro y plata que está en Guamachuco. El capitán Hernando Pizarro se partió deCaxamalca víspera de los Reyes del año 1533; quince días después llegarona Caxamalca ciertos cristianos con mucha cuantía de oro y plata, en quevinieron más de trescientas cargas de oro y plata en cántaros y ollasgrandes y otras diversas piezas. Todo lo mandó el Gobernador poner con loque primero habían -120- traído, en una casa donde Atabalipa tenía

 puestas guardas, diciendo que él lo quería tener a recaudo, pues había decumplir lo que había prometido, para que venido lo entregase todo junto; y

 por tenerlo a mejor recaudo puso el Gobernador cristianos que lo guardasende día y de noche, y al tiempo que se mete en la casa lo cuentan todo,

 porque no haya fraude. Con este oro y plata vino un hermano de Atabalipa,y dijo que en Jauja quedaba mayor cuantidad de oro, lo cual traían ya porel camino, y venía con ello uno de los capitanes de Atabalipa, llamadoChilicuchima. Hernando Pizarro escribió al Gobernador que él se habíainformado de las cosas de la tierra, y que no había nueva de ayuntamientode gente ni de otra cosa, sino que el oro estaba en Jauja, y con ello unCapitán, y que le hiciese saber qué mandaba que hiciese, si mandaba que

 pasase adelante, porque hasta ver su respuesta no se partiría de allí. ElGobernador respondió que llegase a la mezquita, porque tenía preso alguardián della, y Atabalipa había mandado traer el tesoro que en ella

estaba, y que despachase presto de traer todo el oro que en la mezquitahallase, y que le escribiese de cada pueblo lo que le sucediese por elcamino; y así lo hizo. Viendo el Gobernador la dilación que había en eltraer del oro, envió tres cristianos para que hiciesen venir el oro queestaba en Jauja y para que viesen el pueblo del Cuzco, y dio poder a unode ellos para que en su lugar, en nombre de Su Majestad, tomase posesióndel pueblo del Cuzco y de sus comarcas ante un escribano público que conellos iba; y con ellos envió un hermano de Atabalipa. Y mandoles que nohiciesen mal a los naturales ni les tomasen oro ni otra cosa contra suvoluntad, ni hiciesen más de lo que quisiese aquel principal que con ellosiba, porque no los matasen, y que procurasen de ver el pueblo del Cuzco, y

de todo trujesen relación; los cuales partieron de Caxamalca a 15 días dehebrero del año sobredicho.

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  El capitán Diego de Almagro llegó a este pueblo con alguna gente, yentraron en Caxamalca víspera de Pascua Florida, a 14 de abril del dichoaño; el cual fue bien recebido del Gobernador y de los que con él estaban.Un -121- negro que partió con los cristianos que fueron al Cuzcovolvió a 28 de abril con ciento y siete cargas de oro y siete de plata;

este negro volvió desde Jauja, donde hallaron los indios que venían con eloro, y otros cristianos se fueron al Cuzco; y dijo este negro que verníael capitán Hernando Pizarro muy presto, que era ido a Jauja a verse conChilicuchima. El Gobernador mandó poner este oro con lo otro, y contáronsetodas las piezas.

Biblioteca de autores españoles

Desde la formación del lenguaje hasta nuestros días

Historiadores primitivos de indias

Colección dirigida e ilustrada por don Enrique de Vedia

Tomo segundo

Madrid. 1853

Pedro Sancho de la Hoz

Biografía de Pedro Sancho de la HozDon Joaquín García Icazbalceta en el Apéndice que compuso para su versiónde la Conquista del Perú, del insigne historiador norteamericano GuillermoH. Prescott, dijo que habría sido de desear que hombre tan extraordinario

como Francisco Pizarro, escribiera una relación de los hechos asombrososde que fue protagonista principal, para que se conservara así un

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  testimonio comparable al que nos legó Cortés con sus Cartas sobre laconquista de México. A falta de ese relato que hubiera aclarado tantos

 puntos oscuros de la gesta del Marqués, hemos de acudir forzosamente a loque consignaron sus Secretarios, Francisco de Jerez, en primer término, yluego Pedro Sancho de la Hoz, que actuó como tal en ausencia del primero y

 por cierto tiempo.Si lo que nos ha quedado de Jerez es valioso en alto grado, lo que hallegado hasta nosotros de Sancho de la Hoz tiene igual mérito, portratarse de un testigo presencial de los hechos por él narrados y -128- porque su Relación de la Conquista del Perú la redactó por orden dePizarro para enviarla al Emperador. Según asegura al final de la misma,cuando la tuvo concluida la leyó en presencia de Pizarro y de los queestaban a su servicio, los que, por haberla hallado exacta la firmaron. Enefecto, al término de la Relación citada constan estas palabras:

«Acabose esta relación en la ciudad de Xauxa, la cual yo PedroSancho, Escribano general en estos reinos de la Nueva Castilla y

Secretario del gobernador Francisco Pizarro, por su orden y de losoficiales de S. M. la escribí justamente como pasó, y acabada la leíen presencia del gobernador y de los oficiales de S. M., y por sertodo así, el dicho gobernador y los oficiales de S. M. la firmaronde su mano.- Francisco Pizarro.- Álvaro Riquelme.- Antonio Navarro.-García de Salcedo.- Por mandado del Gobernador y oficiales, PeroSancho».

Deberemos el conocimiento de la Relación de Sancho de la Hoz, al polígrafomexicano don Joaquín García Icazbalceta, pues se había perdido el originalespañol y el texto de Sancho no habría llegado hasta nosotros, si nomediara la feliz circunstancia de haberlo traducido al italiano, antes deque se extraviara, Juan Bautista Ramusio, e incorporado en la Colección deViajes que él publicó en Venecia a mediados del siglo XVI. Ramusio nacióen Venecia en 1485 y falleció en Padua el 10 de julio de 1557, a la edadde setenta y dos años. Fue hombre eminente, como anota Icazbalceta, y suactividad intelectual anda vinculada a las que desarrollaba en VeneciaAldo Manucio, ese impresor egregio cuyos trabajos, como dijo Pedro de

 Nolhac, la humanidad sabia debería recibirlos de rodillas.En la Colección de Viajes de Ramusio encontró Icazbalceta el relato de

Pedro Sancho de la Hoz en idioma italiano y devolviéndolo al español lo publicó en 1849 como Apéndice al libro de Prescott sobre el Perú, que lohabía vertido del inglés. El conocimiento -129- de los idiomasextranjeros servía al ilustre mexicano para poner los mejores trabajoshistóricos al alcance de los estudiosos de su patria.¿Quién era Pedro Sancho de la Hoz, cuya Relación es uno de los documentosmás antiguos de la conquista del Perú?

 No conocemos hasta ahora ni el lugar ni la fecha de su nacimiento enEspaña. En su vida hay que distinguir dos partes bien marcadas: la de susactuaciones en el Perú y la de sus pasos en la conquista de Chile junto aPedro de Valdivia. El haber intervenido en esta última, nos ha valido el

que don José Toribio Medina se preocupara con la figura de este Cronista yle dedicara un artículo en su Diccionario Biográfico Colonial de Chile,

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  publicado en Santiago el año de 1906.Anota Medina que de un pleito que le siguió a Pedro Sancho en Sevilla elclérigo Juan de Sosa, consta que el primero actuó como Escribano en elreparto de los tesoros entregados a Pizarro en Cajamarca, por el IncaAtahualpa y que habiéndole dado poder el citado clérigo para que recibiera

su parte, se quedó con ella. Los jueces absolvieran a Pedro Sancho de estaacusación. Sancho de la Hoz presta confesión en Sevilla el 23 de junio de1536 y en ella dice que acompañó a Francisco Pizarro desde que pasó aconquistar la Nueva Castilla, y hasta acabarla de conquistar y poblaranduvo de conquistador en ella y sirvió a S. M. en la dicha conquista,hasta ahora que vino.Hemos visto que la Relación de Sancho está fechada en 1534. Parece queactuó como Secretario de Pizarro en el año de 1533 a 1534, por ausencia deJerez. En 1535 hallábase todavía en Lima, dice Medina, pero ya no eraSecretario de Pizarro. Vuelto a España en aquel mismo año de 1535, con unafortuna de cincuenta mil ducados, se casa con una dama noble llamada doña

Guiomar de Aragón y llega a ser Regidor -130- de Toledo; en compañíade doña Guiomar gasta en poco tiempo el dinero que llevara. Logra que sele conceda permiso para quedarse en España sin perder los indios ygranjerías que tenía encomendados en el Perú, hasta que por fin, el 24 deenero de 1539, celebra con Carlos V una capitulación para efectuardescubrimientos por la Mar del Sur, desde donde acababan los límites delas gobernaciones de Pizarro y Almagro hacia adelante. Se le concede eltítulo de Gobernador de las tierras que descubriera hasta el Estrecho.Había de descubrir y explorar a su costa en dos navíos que armaría a sucosta, la Mar del Sur y proveería de las gentes, armas y bastimentosnecesarios para la empresa.Dejó Pedro Sancho a su mujer en España y regresó al Perú, en donde sehalló con la desagradable sorpresa de que Francisco Pizarro había otorgadoya la gobernación de Chile a Pedro de Valdivia, hombre de extremada valía.

 No le quedó sino aceptar lo que Pizarro propuso: que se firmara uncontrato de compañía en virtud del cual Valdivia y Sancho se asociaban

 para la conquista de Chile; Valdivia se adelantaría con las tropas ySancho de la Hoz se juntaría con él a los cuatro meses, llevando

 provisiones y pertrechos. En 1540 salió Valdivia del Cuzco para el Sur.Sancho de la Hoz no ha llevado ni armas ni provisiones para la empresa.Arrepentido del contrato firmado en el Perú ha seguido secretamente a

Valdivia en compañía de cuatro aventureros, con el plan de apresarle atraición, exhibir sus títulos a la conquista de Chile y tomar el mando enel empeño descubridor. Llegó sorpresivamente a Atacama una noche de juniode 1540 y penetró con los conjurados en la toldería que se le señaló comoalojamiento de Valdivia para poner en práctica sus planes. Valdivia noestaba allí, se había adelantado para preparar alojamiento para la tropa ya la sazón se encontraba en un pueblo de indios llamado también Atacama.En el toldo se alojaba Inés Suárez, acompañada de Luis Torres y otrosoficiales, con los que conversaba tranquilamente. -131- PrevenidoValdivia de las intenciones de Sancho de la Hoz, contando con la lealtadde sus compañeros, regresó al día siguiente y redujo a prisión a los

conjurados. A los aventureros que acompañaban a Sancho les obligó aregresar al Perú y a éste le mantuvo preso en los dos meses que duró la

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  permanencia en Atacama. Le perdonó la vida por las súplicas de dos de susmejores capitanes: Juan Bohón y Alonso de Monroy, escribe don Diego BarrosArana, a condición de que renunciaría por escrito y ante escribano delejército a todos sus derechos a la conquista de Chile. Valdivia le tomaría

 bajo sus banderas y le daría un repartimiento proporcionado a su calidad.

Se firmó el compromiso el 12 de agosto de 1540.El 10 de diciembre de 1547, se embarcaba Valdivia secretamente en uno delos puertos de la tierra chilena recién descubierta, para pasar al Perú.Iba a ponerse a órdenes de La Gasca sabedor de que había venido al Perú asofocar la revolución de Gonzalo Pizarro. Encargó el gobierno de lanaciente colonia a Francisco de Villagra. A los pocos días de ausencia deValdivia descubre Villagra un complot movido por Pedro Sancho de la Hoz enel que está complicado también Juan Romero, que ha aconsejado e instigadoal acto. A los dos les corta la cabeza: a Sancho de la Hoz el 8 dediciembre, «en honor de María Santísima y para celebrar dignamente sufiesta» y al día siguiente a Romero. Así terminó sus días en Chile, el año

de 1547, el Cronista y Secretario de Francisco Pizarro, de cuya obraescrita ha dicho Icazbalceta: «No hay documento que se acerque más a unarelación dictada por el mismo Pizarro». Y Raúl Porras Barrenechea haagregado, en su monografía sobre Los Cronistas de la Conquista, que: «Siella hubiera desaparecido estaría incompleta la historia de una etapadecisiva de la conquista y de la caída del imperio», agregando que «LaCrónica de Sancho es indispensable para reconstruir el proceso y la muertede Atahualpa y el trayecto de los españoles de Cajamarca -132- alCuzco. Toda dilucidación histórica sobre las costumbres e institucionesdel Inkario tendrá que recurrir a sus notas como al más seguro punto de

 partida, antes de toda adulteración o posible simbiosis con la culturaimportada».El R. P. Rubén Vargas Ugarte, se expresa así en su libro sobre Fuenteshistóricas del Perú:

«En cuanto al valor de la Crónica de Sancho de la Hoz, ha de decirseque tiene toda la verdad y frescura de lo que se ha visto con losojos. Le resta méritos el haberla escrito por inspiración dePizarro, y, más que nada, la dudosa moralidad del autor. Encierradatos de importancia sobre la campaña emprendida contra las tropasde Quizquiz y Chalcuchima y no pocas descripciones de la tierra,desde Jauja hasta el Cuzco, así como de esta ciudad y de algunos de

sus monumentos».(Obra citada, página 150)

-133-

Relación de la conquista del Perú escrita por Pedro Sancho secretario dePizarro y escribano de su ejército

Publicada en italiano por Juan Bautista Ramusio, y traducida por primeravez al castellano por Joaquín García Icazbalceta

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1849

-[134]- -135-Relación de lo sucedido en la conquista y pacificación de estas provinciasde la Nueva Castilla, y de la calidad de la tierra, después que el capitánHernando Pizarro se partió y llevó a Su Majestad la relación de lavictoria de Caxamalca y de la prisión del cacique Atabalipa2

Capítulo I

De la gran cantidad de plata y oro que se trajo del Cuzco, y de la parteque se envió a Su Majestad el Emperador por el quinto real: de cómo fuedeclarado libre el cacique preso Atabalipa de la promesa que les habíahecho de la casa llena de oro por rescate: y de la traición que el dichoAtabalipa meditaba contra los españoles por la cual le hicieron morir

Partido que hubo el capitán Hernando Pizarro con los cien mil pesos de oroy cinco mil marcos de plata que se mandaron a Su Majestad por su realquinto, de allí a diez o doce días llegaron los dos españoles que traíanel oro del Cuzco y al punto se fundió una parte de él porque eran piezas

 pequeñas y muy finas y montó a la -136- suma3 de quinientas y tantas planchas de oro arrancadas de unos paneles de la casa del Cuzco, y las planchas más pequeñas pesaban cuatro o cinco libras cada una y otraschapas de diez o doce libras, con las cuales estaban cubiertas todas las

 paredes de aquel templo; trajeron también un asiento de oro muy fino,labrado en figura de escabel que pesó diez y ocho mil pesos. Trajeronasimismo una fuente toda de oro, muy sutilmente labrada que era muy dever, así por el artificio de su trabajo como por la figura con que era

hecha, y la de muchas otras piezas de vasos, ollas y platos que asimismotrajeron. De todo este oro se juntó una cantidad que subió a dos millonesy medio, que reducido a oro fino vino a ser un millón trescientos veinte ytantos mil pesos, de lo que se sacó el quinto para S. M. que fuerondoscientos sesenta y tantos mil pesos. De plata se hallaron cincuenta milmarcos, de los cuales tocaron a S. M. diez mil, y se entregaron alTesorero de S. M. los ciento y sesenta mil pesos y cinco mil marcos de

 plata, porque, como se ha dicho, los cien mil4 pesos restantes y los cincomil marcos de plata los llevó Hernando Pizarro para ayuda de los gastosque Su Majestad Cesárea hacía en la guerra contra los turcos enemigos denuestra santa fe, según se decía. Todo el resto fue dividido entre los

soldados y compañeros del Gobernador, el cual dio a cada uno según lo queen su conciencia y en justicia pensaba que merecía considerando los

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  trabajos que había pasado y la calidad de la persona, todo lo cual hizocon suma diligencia y con la mayor presteza posible, para partirse deaquel lugar e irse a la ciudad de Xauxa. Y porque entre aquellos soldadoshabía algunos que eran viejos y ya más propios para el descanso que parala fatiga, y que en aquella guerra habían trabajado y servido mucho, les

dio licencia para que se volviesen a España, con cuya humanidad lograbaque volviendo éstos diesen mejor -137- testimonio de la grandeza yriqueza de la tierra, de manera que acudiese gente bastante para que se

 poblase y se acreciese; porque en verdad siendo la tierra grande y llenade naturales, los españoles que en ella había entonces eran poquísimos

 para conquistarla, mantenerla, poblarla; y aunque habían hecho y obradograndes cosas en la conquista de ella, fue más bien por la ayuda de Diosque en todo lugar y ocasión les dio victoria, que por fuerzas y medios quetuviesen para lograrla; con cuyo auxilio contaban les sostendría en lo deadelante.Hecha aquella fundición, el Gobernador mandó que el notario extendiera una

escritura, en la cual daba por libre al cacique Atabalipa y le absolvía dela promesa y palabra que había dado a los españoles que lo prendieron dela casa de oro que les había otorgado; la cual escritura hizo pregonar

 públicamente a son de trompetas en la plaza de aquella ciudad deCaxamalca, notificándola también al dicho Atabalipa por medio de unalengua5, y asimismo declaró en el propio pregón, que porque convenía alservicio de S. M. y a la seguridad de la tierra, quería mantenerlo presocon buena guarda, hasta tanto que llegaran más españoles con que seasegurase mejor, pues estando libre y siendo él tan gran señor y teniendotanta gente de guerra, y que todos le temían y obedecían, preso como sehallaba, aunque estaba a trescientas leguas no podía menos de hacerlo así

 para quitarse de toda sospecha; tanto más que muchas veces se había tenido por cosa cierta, que había mandado juntar gente de guerra para acometer alos españoles; la cual, como luego se dirá, la había juntado y puesto enorden con sus capitanes, y sólo se dilataba el efecto por la falta de su

 persona y de su general Chilicuchima, que estaba asimismo preso. Pasadosalgunos días, ya que los españoles estaban a punto de partirse paraembarcarse y volver a España, y el Gobernador alistaba la demás gente parasalir de Xauxa, Dios Nuestro Señor que con su infinita bondad guía yencamina las cosas para que todo sea en -138- mayor servicio suyo,como será, habiendo en esta tierra españoles que la habiten, y hagan venir

en conocimiento del verdadero Dios a los naturales de la dicha tierra, para que Nuestro Señor sea siempre alabado y conocido de estos bárbaros yensalzada su santa fe, permitió que se descubriese y trastornase el mal

 propósito que tenía este soberbio tirano en satisfacción de las muchas buenas obras y buen tratamiento que siempre del Gobernador y de cada unode los españoles de su compañía había recibido; cuya recompensa, según suintento, había de ser de la suerte y manera que solía darla a los caciquesy señores de la tierra, mandándolos matar sin culpa ni causa ninguna. Puessucedió que volviéndose a España nuestros soldados licenciados, viendo élque se llevaban consigo el oro sacándolo de su tierra, considerando que

 poco ha era tan gran señor que tenía todas aquellas provincias con sus

riquezas sin contradicción alguna, y sin considerar las justas causas porlas cuales le habían despojado de ellas, había dado orden que cierta gente

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  que por mandato suyo se había juntado en la tierra de Quito, viniera aacometer a los españoles que estaban en Caxamalca una noche a una horaconcertada, por cinco partes, asaltándoles en sus cuarteles y prendiendofuego por todas partes donde pudiesen. Andaban en aquel tiempo fuera deCaxamalca treinta españoles y más que eran idos a la ciudad de San Miguel

 para embarcar el oro de S. M., y creyendo que por ser éstos asimismo pocosles podría matar con facilidad antes que pudieran juntarse con los deCaxamalca6, de lo cual se hubo larga información de muchos caciques y desus mismos principales, que todos sin temer tormentos ni amenazasvoluntariamente dijeron y confesaron esta conjuración; cómo venían a latierra cincuenta mil hombres de Quito y muchos Caribes, y que en todos losconfines de aquella provincia había gente armada en gran número; que porno hallarse mantenimientos para toda así junta, se había dividido en treso cuatro partes, y que todavía esparcidos de esta -139- manera erantantos, que no hallando con qué sustentarse cogían su maíz verde y losecaban para que no les faltasen vituallas. Sabido todo esto, y siendo ya

 para todos cosa pública y clara que en sus ejércitos decían que venían para matar a todos los cristianos, viendo el Gobernador en cuanto peligroestaba el gobierno y todos los españoles, para poner remedio en elloaunque le dolía mucho venir a tal término, vista sin embargo lainformación y proceso hecho, habiendo juntado a los oficiales de S. M., ya los capitanes de su compañía, y a un doctor que entonces estaba en esteejército, y al padre fray Vicente de Valverde, religioso de la orden deSanto Domingo enviado por el Emperador Nuestro Señor para la conversión ydoctrina de las gentes de estos reinos; después de haberse disputado ydiscurrido mucho sobre el daño o provecho que podría seguirse de la vida omuerte de Atabalipa, se resolvió que se hiciese justicia de él, y porqueasí lo pidieron los oficiales de S. M. y el doctor juzgó ser bastante lainformación, fue al cabo sacado de la prisión en que estaba y a son detrompeta que publicase su traición y alevosía, fue llevado al medio de la

 plaza de la ciudad y atado a un palo, mientras el religioso lo ibaconsolando y enseñándole por medio de una lengua las cosas de nuestra fecristiana, diciéndole que Dios había querido que fuese muerto por los

 pecados que había cometido en el mundo, y que debía arrepentirse de ellos,y que Dios le perdonaría si lo hacía así y se bautizaba al punto. Movidoél de estas razones pidió el bautismo y se lo dio al instante aquelreverendo padre, que le ayudó mucho con esta exhortación; de tal manera

que aunque estaba sentenciado a ser quemado vivo, se le dio una vuelta alcuello con un cordón7 y de este modo fue ahogado; mas cuando vio que se le ponían para matarle, dijo que recomendaba al Gobernador sus hijos pequeños, que los tomase consigo; y con estas postreras palabras ydiciendo por su ánima los españoles que le rodeaban el credo, fue de

 pronto ahogado. Dios lo tenga en su -140- santa gloria, pues murióarrepentido de sus culpas y con la verdadera fe de cristiano.Después de haber sido ahogado de esta manera, en cumplimiento de lasentencia se le arrimó fuego de modo que se le quemara alguna parte de laropa y de la carne. Aquella noche (porque murió ya tarde) quedó su cuerpoen la plaza para que todos supieran su muerte, y a otro día mandó el

Gobernador que todos los españoles asistieran a su entierro, y con la cruzy demás religioso aparato fue llevado a la iglesia y enterrado con tanta

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  solemnidad como si hubiera sido el primer español de nuestro campo. De locual todos los principales señores y caciques que lo servían recibierongran contento considerando la grande honra que se le hacía, y por saberque por haberse hecho cristiano no fue quemado vivo, y que fue enterradoen la iglesia como si fuera español.

Capítulo IIEligen por señor del Estado de Atabalipa a su hermano Atabalipa8, en cuyacoronación se guardaron las ceremonias, según la usanza de los caciques deaquellas provincias. Del vasallaje y obediencia que ofrecieron Atabalipa yotros muchos caciques al Emperador

Hecho esto mandó el Gobernador que al punto se juntasen en la plaza mayorde aquella ciudad todos los caciques y señores principales que vivíanentonces en ella en compañía del señor muerto, que eran muchos y de-141- lejanas tierras, para darles otro señor que los gobernara ennombre de S. M. por estar acostumbrado hacía largo tiempo a dar siempreobediencia y tributo a un sólo señor, que de no ser así resultaría granconfusión, porque cada uno se alzara con su señoría, costara gran trabajotraerlos a la amistad de los españoles y al servicio de S. M.; por esto, y

 por otras muchas razones los hizo juntar el Gobernador, y hallándose entreellos un hijo de Gucunacaba9 llamado Atabalipa hermano de Atabalipa, aquien tocaba por derecho el reino, dijo a todos que ya veían cómoAtabalipa había muerto por la traición que había concertado contra él, y

 puesto que todos habían quedado sin señor que les gobernase y a quienobedecer, él quería darles un señor que les contentara a todos y que ésteera Atabalipa que tenían allí presente, al cual pertenecía legítimamenteaquel reino, como hijo de aquel Gucunacaba a quien tanto habían amado. Queera persona joven que les trataría con mucho amor, y tenía harta prudencia

 para gobernar aquella tierra; que sin embargo mirasen si lo querían porseñor, que se los daría, y que de no, ellos nombrasen otro, que con tal de

que fuese capaz, él se los daría por señor. Ellos respondieron que puesAtabalipa era muerto, obedecerían a Atabalipa o a cualquier otro que lesdiese, y así se dispuso que a otro día se le prestase obediencia de lamanera acostumbrada. Venido el día siguiente se juntaron de nuevo todosdelante de la puerta del Gobernador, donde se puso el cacique en suasiento y cerca de él todos los demás señores y principales, cada uno porsu orden; y hechas las ceremonias debidas, cada uno vino a ofrecerle un

 plumaje blanco en señal de vasallaje y de tributo, que ésta es costumbreantigua entre ellos desde que esta tierra fue conquistada por estosCuzcos10. Hecho esto cantaron y bailaron haciendo una gran fiesta, en lacual el nuevo cacique Rey no se vistió ninguna ropa de precio, ni se puso

 borla en la frente como solía traerla -142- el señor muerto. Y preguntándole el Gobernador por qué hacía esto, dijo que era costumbre de

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  sus antepasados cuando tomaban posesión del señorío, hacer duelo por elcacique muerto y pasaban tres días ayunando encerrados en una casa, ydespués salían fuera con mucha honra y solemnidad y hacían gran fiesta,

 por lo cual él quería hacer lo mismo y estar dos días ayunando. ElGobernador le respondió, que pues era costumbre antigua la guardase, y que

luego le daría muchas cosas que el Emperador Nuestro Señor le mandaba quele dijera a él y a todos los señores de aquellas provincias; y luego se puso el cacique a su ayuno en un lugar apartado del consorcio de losdemás, que era una casa que le habían aparejado para este efecto desde eldía que le fue notificado por el Gobernador, la que estaba cerca de sualojamiento, de lo cual quedaron muy maravillados al dicho Gobernador ylos demás españoles, viendo cómo en tan breve espacio habían hecho unacasa tan grande y buena. En ella se estuvo encerrado y retraído, sin quenadie le viera ni entrara a aquel lugar, salvo los criados que le servíany le llevaban la comida, o el Gobernador cuando le quería mandar algunacosa. Acabado el ayuno salió fuera ricamente vestido y acompañado de mucha

gente; caciques y principales que lo aguardaban, y adornados todos loslugares donde había de asentarse con cojines de gran precio y puestos bajode los pies paños de corte. Se asentó junto a él Calicuchima, el GranCapitán de Atabalipa que le conquistó esta tierra, como se cuenta en larelación hecha de las cosas de Caxamalca11 y junto de él el capitán Tice,uno de los principales, y de la otra parte ciertos hermanos del señor, yseguían de uno y otro lado, otros caciques y capitanes y gobernadores de

 provincias y otros señores de grandes tierras, y finalmente no se asentóaquí ninguna persona que no fuese de calidad; y comieron todos juntos enel suelo, que no usan otra mesa, y después de haber comido, dijo elcacique quería dar la obediencia en nombre de S. M. como la habían dadosus -143- principales. El Gobernador le dijo que hiciera como le

 pareciera y luego le ofreció un plumaje blanco que sus caciques le habíandado, diciéndole que se lo presentaba en muestra de obediencia. ElGobernador lo abrazó con mucho amor y lo recibió, diciéndole que cuandoquisiera le diría las cosas que tenía que decirle en nombre del Emperador,y quedó concertado entre los dos que se juntarían otra vez para esteefecto el día siguiente. Llegado se presentó en la junta el Gobernadorvestido lo mejor que pudo con ropa de seda, acompañado de los oficiales deS. M. y de algunos hidalgos de su compañía, que asistieron bien vestidos

 para mayor solemnidad de esta ceremonia de amistad y paz, y a su lado hizo

 poner el Alférez con el estandarte real. Luego el Gobernador fue preguntando a cada uno por su orden cómo se llamaba y de qué tierra eraseñor, y mandó que lo fuese notando su Secretario y Escribano, y seríanhasta cincuenta caciques y señores principales. Encarándose después contodos ellos les dijo que el emperador D. Carlos nuestro señor de quieneran criados y vasallos los españoles que estaban en su compañía, le habíaenviado a aquella tierra para darles a entender y predicarles cómo un soloSeñor Criador del cielo y de la tierra, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres

 personas distintas y un solo Dios verdadero, los había criado y les dabala vida y el ser, y hacía nacer los frutos de la tierra con que sesustentaban, y a este fin les enseñara lo que habían de hacer y de guardar

 para salvarse; y cómo por mano de este Nuestro Señor Dios todopoderoso yde sus vicarios que dejó en la tierra, porque él subió al cielo donde

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  ahora habita y será glorificado eternamente, fueron dadas aquellas provincias al Emperador para que se hiciera cargo de ellas, el cual lemandaba para que los doctrinase en la fe cristiana y los pusiera bajo suobediencia; y que todo lo tenía por escrito a fin de que lo escuchasen ycumpliesen, lo cual les hizo leer y declarar palabra por palabra por medio

de un intérprete. Luego les preguntó si lo habían entendido bien yrespondieron que sí, y que pues les había dado por señor a Atabalipa ellosharían todo lo que les ordenara en nombre de S. M., teniendo por SeñorSupremo al Emperador, -144- y después al Gobernador y después aAtabalipa, para hacer cuanto les mandara en su nombre. Luego al punto tomóel Gobernador en las manos el estandarte real el cual levantó en alto tresveces, y les dijo que como vasallos de la Majestad Cesárea debían hacerellos lo mismo, y al punto lo tomó el cacique y después los capitanes ylos otros principales y cada uno lo alzó en alto dos veces; luego fueron aabrazar al Gobernador, el cual los recibió con mucha alegría por ver su

 pronta voluntad y con cuánto contento habían oído las cosas de Dios y de

nuestra religión. El Gobernador quiso que de todo esto se pusiesetestimonio por escrito, y acabado, el cacique y los principales hicierongrandes fiestas, de manera que todos los días había holgorio y regocijo en

 juegos y convites que de ordinario se hacían en la casa del Gobernador.

Capítulo IIITrayendo una nueva colonia de españoles para poblar en Xauxa tienen nuevade la muerte de Guaritico12 hermano de Atabalipa. Después que pasaron latierra de Guamachuco, Adalmach13, Guaiglia14, Puerto Nevado y CapoTambo15, entienden que en Tarma les aguardan para acometerles muchosindios de guerra por lo cual echan prisiones a Calicuchima, y siguiendointrépidos su viaje van a Cachamarca16 donde hallan mucho oro

-145-En este tiempo acabó de repartir entre los españoles de su compañía el oroy la plata que se hubo en aquella casa, y Atabalipa dio el oro de los

quintos reales al tesoro de S. M. el cual hizo cargar para llevarlo a laciudad de Xauxa donde pensaba fundar colonia de españoles por las noticiasque tenía de las buenas provincias comarcanas y de las muchas ciudades quehabía todo alrededor de ella. Hizo asimismo poner en orden los españoles y

 proveerles de armas y otras cosas para la jornada, y venido el tiempo dela partida les dio naturales que les llevasen su oro y sus cargas. Antesde partirse habiendo entendido la poca gente que había en la ciudad de SanMiguel para poder mantenerse en ella, sacó de los españoles que había dellevar consigo diez soldados de a caballo con un Capitán, persona de muchorecaudo; al cual mandó que se fuere para aquella ciudad y se mantuviera enella hasta que llegasen navíos con gente que la pudiera guardar, y que

luego se volviese a Xauxa donde él iba a asentar un pueblo de españoles, yfundir el oro que llevaba, prometiendo que les daría todo el oro que

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  entonces les tocara con tanta puntualidad como si se hallaran presentes, porque su vuelta era muy necesaria, siendo aquella la primera ciudad dondese había de poblar y dejar colonia de españoles por la Majestad Cesárea, yla principal porque en ella se habían de recoger y recibir los navíos queviniesen de España para aquella tierra.

De esta manera se partieron con la instrucción que el Gobernador les diode lo que habían de hacer en la pacificación de la gente de la comarca. ElGobernador se partió asimismo después un lunes por la mañana, y en aqueldía caminó tres leguas y fue a dormir a orillas de un río, donde llegó lanueva de que un hermano del cacique Atabalipa llamado Guaritico, y hermanoasimismo de Atabalipa, había sido muerto por unos capitanes de Atabalipa

 por orden suya. Este Guaritico era persona muy principal y amigo de losespañoles, el que había sido mandado por el Gobernador desde Caxamalca

 para aderezar los puentes y malos pasos del camino. El cacique mostrósentir gran pesadumbre por su muerte, y el Gobernador -146- lo sintiómucho porque lo quería, por ser muy útil a los cristianos. A otro día se

 partió el Gobernador de aquel lugar, y por sus jornadas llegó a la tierrade Guamachucho, diez y ocho leguas de Caxamalca, y habiéndose reposadoallí dos días se partió para Caxamalca nueve leguas adelante, a dondellegó en tres días y descansó cuatro para que la gente reposara yrecogiese bastimento para pasar a Guaiglia, veinte leguas de allí. Partidode este pueblo llegó en tres días al Puerto de Nevado el que pasó y a otrodía de mañana llegó a una jornada de Guaiglia, y mandó el Gobernador unCapitán suyo, que fue el mariscal D. Diego de Almagro, con gente de acaballo para que tomase un puente a dos leguas de Guaiglia cuyo puente erafabricado de la manera que luego se dirá. Este Capitán tomó el puente

 junto con un monte fuerte que dominaba aquella tierra. El Gobernador notardó en llegar al puente con el resto de los suyos, y habiéndolo pasado

 partió a otro día de mañana, que fue domingo, para Guaiglia, y llegados,oyeron luego misa y después entró en ciertos aposentos buenos; y reposadoallí ocho días se partió con la gente, y a otro día pasó a otra puente decriznejas que estaba sobre el dicho río, el cual pasa por un valle muydeleitable. Caminaron treinta leguas hasta donde el capitán HerrandoPizarro llegó cuando fue a Pachacamac, según se mandó larga relación a S.M. de todo lo que hizo en este viaje hasta Pachacamac y de allí a laciudad de Xauxa y en la vuelta a Caxamalca cuando trajo consigo al capitánChilichuchima y de otras cosas que aquí no se relatan. El Gobernador

enderezó su camino, y por sus jornadas llegó a la tierra de Caxatambo. Deallí se partió sin hacer más que pedir algunos indios para que cargasen eloro de S. M. y de los soldados, y usando siempre de grande vigilancia ensaber y tener noticias de las cosas que sucedían en la tierra; y con buenconcierto en la gente siempre con vanguardia y retaguardia como hasta allíhabía hecho, temiendo que el capitán Chillichuchima que traía consigo letramase alguna traición por la sospecha que había tenido mucho más que enCaxatambo ni en diez leguas adelante había encontrado gente alguna, nimenos se encontró en una parada que se hizo en un pueblo a -147- cincoleguas más allá, porque toda se había huido sin que pareciese almaviviente. Llegado allí vino un indio criado de un español, que era de

aquella tierra de Pambo, distante de aquí diez leguas y veinte de laciudad de Xauxa, del cual se entendió que se había juntado mucha gente de

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  guerra en Xauxa para matar a los cristianos que venían, y que traían porcapitanes a Incorabaliba, Iguaparro, Mortay y otro capitán, todos cuatro

 personas principales y que tenían mucha gente consigo, añadiendo ademásque en un pueblo a cinco leguas de Xauxa llamado Tarma se había puesto una

 parte de esta gente a guardar un mal paso que había en un monte, para

cortarlo y romperlo de manera que los españoles no lo pudiesen pasar.Informado de esto el Gobernador mandó echar prisiones al capitánChillichuchima, porque se decía por cosa cierta, que por consejo y mandatosuyo se había movido aquella gente, pensando él huírseles a los cristianose ir a juntarse con ella, de cuyos tratos no era sabedor el caciqueAtabalipa, y por esto no dejaban estas gentes que ningún indio pasara a la

 parte del cacique para que le pudiera dar noticia de estos trabajos. Lacausa porque se habían rebelado y querían guerra con los cristianos, era

 porque veían la tierra ganada por los españoles y querían gobernarlaellos17.El Gobernador antes de partirse de aquel lugar envió un Capitán con gente

de a caballo para que tomase un puerto nevado que estaba a tres leguas yfuera a pasar -148- la noche en unos campos cerca de Pombo y así lohizo, que pasó el puerto con mucha nieve, pero sin encontrar tropiezoalguno, y asimismo lo pasó el Gobernador sin oposición, salvo laincomodidad de la nieve que les cayó muy impetuosa. Pasaron todos la nocheen aquel campo sin toldo ninguno sobre la nieve, sin tener provisión deleña ni de vitualla. Llegados a la tierra de Pombo proveyó y mandó elGobernador que los soldados se alojasen con el mejor orden y recaudo quese pudiera, porque tenía nueva de que los enemigos se aumentaban a cadamomento, y se tenía por cierto que aquí vendría a embestir a losespañoles, y por esa hizo aumentar las rondas y centinelas espiandosiempre los pasos de los enemigos. Después de haberse reposado allí otrodía de ciertos enviados que el cacique Atabalipa había mandado para saberlo que pasaba en Xauxa, vino uno que dijo cómo la gente de guerra estabacinco leguas de Xauxa camino del Cuzco, y venía a quemar el pueblo y todoslos edificios de él, para que los cristianos no hallaran donde hospedarsey que luego querían irse la vuelta del Cuzco a juntarse con un Capitán quese llamaba Quizquiz, que estaba allí con mucha gente de guerra, que habíavenido de Quito por mandado de Atabalipa para seguridad de la tierra.Sabido esto por el Gobernador hizo aparejar sesenta y cinco caballosligeros, y con veinte peones que guardaban a Chillichuchima, sin estorbo

de bagajes, se partió para Xauxa dejando allí al Tesorero con la otragente guardando la cola del campo y el oro de S. M. y de la compañía. Eldía que se partió de Pombo caminó unas siete leguas y se fue a quedar enun pueblo que se dice Cacamarca y aquí se encontraron setenta mil pesos deoro en piezas ricas, para cuya guardia dejó el Gobernador dos cristianosde a caballo, para que cuando la retaguardia llegara lo condujesen bienguardado; luego a la mañana se partió con su gente en buen orden habidanueva de que a tres leguas de allí estaban cuatro mil hombres; y en lamarcha iban siempre por delante tres o cuatro caballos ligeros para queencontrándose con algún espía de los enemigos lo tomasen para que no dieraaviso de su venida. A hora del medio día llegaron a -149- aquel mal

 paso de Tarma donde decían que había gente guardándolo para defenderlo, elcual mostraba ser tan dificultoso que parecía imposible poder subirlo,

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  porque había un mal paso de piedra para bajar al arroyo donde tenían queapearse todos los que iban a caballo, y después era preciso que subiesen alo alto por una cuesta, y por la mayor parte «era» monte empinado ydifícil que duraba como una legua, la cual se pasó sin que parecieran losindios que se decía estaban armados. Y a la tarde, pasada la hora de

vísperas, llegó el Gobernador con su gente a aquel pueblo de Tarma, que por ser en mal sitio y tenerse nueva que habían de venir a ella indios para sorprender a los cristianos, no quiso detenerse más tiempo que elnecesario para dar de comer a los caballos y reponerlos de la hambre yfatiga pasada, para salir presto de aquel lugar que no tenía otra partellana sino la plaza y estaba en una pequeña ladera cercado de montañastodo alrededor por espacio de una legua. Por ser ya noche asentó aquí sucampo estando siempre alerta con los caballos ensillados, y la gente sincomer, y finalmente sin refrigerio alguno, porque no tenía ni leña, niagua, ni traían consigo sus toldos para poder abrigarse, que fue causa deque casi murieran todos de frío porque llovió mucho a prima noche, y

después nevó de tal manera que las armas y ropas que traían puestas semojaron todas. Mas cada uno se remedió lo mejor que pudo, y así se pasóaquella mala y trabajosa noche hasta que amaneció, y entonces mandó quesubieran a caballo para llegar temprano a Xauxa que estaba cuatro leguasde allí, y andadas las dos, el Gobernador repartió los sesenta y cincocaballos entre tres capitanes dando quince a cada uno, y tomando consigolos otros veinte con los veinte peones que guardaban a Chillichuchima. Eneste orden caminaron hasta Porsi, una legua de Xauxa, habiendo ordenado acada Capitán lo que debía hacer, y todos se detuvieron en un pueblo

 pequeño que encontraron. Luego marcharon todos con buen concierto y dieronvista a la ciudad, y en una cuesta se pararon todos a un cuarto de legua.

-150-

Capítulo IVLlegan a la ciudad de Xauxa; quedan algunos guardando aquel lugar y otrosvan contra el ejército de los enemigos, con los cuales pelean. Alcanzanvictoria y se vuelven a Xauxa. No se quedan allí mucho tiempo, sino quevan algunos la vuelta del Cuzco para pelear con el grueso del ejércitoenemigo; pero no les sale bien el intento y se vuelven a Xauxa

Los naturales salieron todos fuera al camino para ver a los cristianos,celebrando mucho su venida, porque con ello pensaban que saldrían de laesclavitud en que les tenía aquella gente extranjera. En este sitioquisieron esperar que entrase más el día, pero viendo que no parecíaninguna gente de guerra, comenzaron a caminar para entrar en la ciudad, yal bajar aquella pequeña cuesta, vieron venir corriendo a gran furia unindio con una lanza enhiesta, y llegado a ellos, se halló ser un criado de

los cristianos, el que dijo que su amo lo enviaba a que les hiciera saberque debían darse prisa porque los enemigos estaban en la ciudad, y que dos

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  cristianos de a caballo se habían adelantado a los demás, y habían entradoa ver los edificios que había en ella, y yendo registrándola, vieron unosveinte indios que salían de ciertas casas con sus lanzas y otras armas,llamando a los otros para que salieran y vinieran a juntarse con ellos.Los dos cristianos viéndolos juntarse, sin hacer caso de sus gritos ni

clamores dieron sobre ellos y mataron algunos, y pusieron en huida aotros, los cuales se fueron luego a juntar con los otros que habían venidoa su socorro y formaron un montón como de doscientos, a los que de nuevoacometieron los españoles en una calle angosta y los rompieron,haciéndolos retroceder hasta la orilla de un gran río que pasa por aquellaciudad, y entonces uno de estos españoles había enviado el indio que hedicho con lanza enhiesta en señal de que había en la ciudad enemigosarmados. Oído esto arrimaron los españoles -151- las espuelas a suscaballos y sin detenerse llegaron a la ciudad y entraron dentro; yencontrados sus compañeros ellos les contaron lo que les había sucedidocon aquellos indios, y corriendo los capitanes para aquella parte adonde

se habían retraído los enemigos, llegaron a la orilla del río que estabaentonces muy crecido, y desde la orilla vieron de la otra banda a uncuarto de legua los escuadrones de los enemigos. Pues pasado el río con no

 pequeño trabajo y riesgo, se fueron para ellos. El Gobernador se quedóguardando la ciudad porque asimismo se decía que dentro había enemigosescondidos. Visto por los indios que los cristianos habían pasado el ríocomenzaron a retirarse, hechos dos escuadrones. Y uno de los capitanesespañoles con sus quince caballos ligeros aguijó por una cuesta delcollado donde estaban para ganarlo, de modo que no se pudieran retraer yhacerse fuertes allí; y los otros dos capitanes se fueron por derecho lavuelta de ellos, por junto al río y los alcanzaron en una sementera demaíz, donde los rompieron y pusieron en derrota, cogiéndolos a todos, quede seiscientos que eran, no se escaparían arriba de veinte a treinta, quetomaron el monte antes que llegara el Capitán con los otros quince, y asíse salvaron. Los más de ellos se recogían hacia el agua pensando salvarseen ella, pero los caballos ligeros pasaban el río casi a nado tras deellos y no dejaban uno a vida, salvo algunos pocos que se les habíanescondido en el alcance después que fueron desbaratados. Corrieron luegola tierra hasta una legua más abajo sin hallar indio ninguno. Pues vueltosse reposaron ellos y sus caballos, que bien lo necesitaban, porque con lalarga jornada hecha antes, y con haber corrido aquellas dos leguas estaban

harto estropeados. Sabida la verdad de qué gente fuese aquélla, se hallóque los cuatro capitanes y la gente estaban asentados a seis leguas deXauxa, río abajo, y que el propio día habían enviado aquellos seiscientoshombres para acabar de quemar la ciudad de Xauxa, habiendo quemado ya laotra mitad hacía ya siete u ocho días, y entonces quemaron un edificiogrande que estaba en la plaza y otras cosas -152- (cose) a vista de lagente de la ciudad con muchas ropas y maíz, para que los españoles no loaprovecharan. Quedaron los vecinos tan enemistados con ellos que si algúnindio de éstos se metía adentro y se escondía, lo mostraban a loscristianos para que lo matasen, y ellos propios ayudaban a matarlos, y aunlos habrían matado con sus propias manos, si los cristianos se lo

 permitieran. Informados, pues, los capitanes del lugar donde se hallabanestos enemigos y del camino, del cual habían andado parte, determinaron no

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  encerrarse en Xauxa sino pasar adelante y dar en el grueso de gente queestaba a cuatro leguas, antes que tuviesen nueva de su venida. Con esteintento mandaron que pusiesen a punto los soldados; pero no tuvo efecto su

 propósito porque hallaron los caballos tan cansados que tomaron por mejor partido el volver atrás, como lo hicieron. Llegados a Xauxa refiriendo al

Gobernador lo sucedido, de lo que hubo mucho contento, y los recibió conmucha alegría agradeciéndolos a todos el que se hubieran portado tanvalerosamente. Y les dijo que de todos modos entendía que se fuese aacometer el campo de los enemigos, porque aunque fuesen avisados de lavictoria estaba cierto que los esperarían. Al punto mandó a su Maese deCampo que los aposentase y les dijese que descansaran lo que les quedabade día, y la noche hasta que saliera la luna, y que entonces se pusiesen a

 punto para ir a dar sobre los enemigos. Para aquella hora estuvieron enorden cincuenta caballos ligeros, que al toque de la trompeta se

 presentaron armados con sus caballos en el aposento del Gobernador, el quelos despachó muy luego y siguieron su camino. Quedaron en la ciudad con él

quince caballos con los veinte peones que hacían la guardia toda la nochecon los caballos ensillados, hasta que volvió el Capitán de aquella salidaque fue de allí a cinco días. Contó el Gobernador todo lo que habíasucedido desde que él se partió, diciendo que la noche que salió de Xauxacaminó unas cuatro leguas antes que amaneciera, con mucha diligencia paradar en el campo de los enemigos antes que fuesen avisados de su venida; yque estando ya cerca vieron al -153- amanecer una gran humareda18 enel lugar donde estaban aposentados, que serían dos leguas adelante; y asíaguijó con los suyos a gran furia pensando que los enemigos avisados de suvenida se le huían, y quemaban los aposentos que había en un pueblo; y asíera porque se huían después de prender fuego a aquella mísera población.Llegados los españoles a aquel lugar siguieron la huella de la gente porun valle muy llano, y según que los iban alcanzando topaban, porque veníanmás espacio con muchas mujeres, y muchachos en la retaguardia, ydejándoselos atrás para alcanzar a los hombres, corrieron más de cuatroleguas, y alcanzaron algunos escuadrones de ellos. Como una parte de ellosvio a los castellanos desde algo lejos, tuvieron tiempo de tomar un montey se salvaron en él, y otros, que fueron pocos, fueron muertos, quedandoen poder de los cristianos (que por tener los caballos cansados noquisieron subir al monte) muchos despojos suyos, y mujeres y muchachos. Ycomo ya era llegada la noche volvieron a dormir a una aldea que dejaron

atrás, y al día siguiente determinaron estos españoles seguir su camino lavuelta de Cuzco tras de los indios para tomarles ciertos puentes de red yno dejarlos pasar; pero por falta de pasturas para sus caballos se vieronobligados a volverse atrás, con gran disgusto del Gobernador, porque a lomenos no habían seguido hasta quitarles aquellos puentes y no dejarlos

 pasar la vuelta del Cuzco, porque siendo gente forastera se temía quehicieran gran daño en los vecinos de aquellos lugares.

-154-

Capítulo V Nombran nuevos oficiales en la ciudad de Xauxa para fundar población de

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  españoles, y habiendo tenido nueva de la muerte de Atabalipa, con mucha prudencia y arte para mantenerse en gracia de los indios, tratan denombrar nuevo señor

Y por esta causa, llegadas que fueron las cargas y la retaguardia quehabía dejado en Pombo, echó bando de que por cuanto tenía determinadofundar en aquella ciudad población de españoles en nombre de S. M., losque quisieran avecindarse allí podían hacerlo; pero no hubo ningún españolque quisiera quedarse, diciendo que mientras estuviese fuera la gente deguerra con las armas en la mano por aquella tierra, no estarían losnaturales de la provincia al servicio y sujeción de los españoles yobediencia de S. M. Visto esto por el Gobernador determinó no perder porentonces el tiempo en aquel negocio, sino ir contra los enemigos la vuelta

del Cuzco, para echarlos de aquella provincia y desbaratarlos del todo. Enel intermedio, para poner orden en las cosas de aquella ciudad, fundó el

 pueblo a nombre de S. M. y creó oficiales para la justicia de él19 quefueron ochenta, y los cuarenta de ellos fueron cuarenta caballos ligerosque dejó allí de guarnición con el Tesorero para que guardase también eloro de S. M., dejándolo por su Lugarteniente, y para que en todo fuesecabeza y tuviera el mando y suma del gobierno. En estas cosas vino a morirel cacique Atabalipa de su enfermedad, de lo que hubo mucho pesar elGobernador y con él todos los demás españoles, porque cierto era muy

 prudente y tenía mucho amor a los españoles. Se dijo públicamente que elcapitán Calichuchima le dio con que muriera porque deseaba que la tierraquedara por la gente de Quito y no por la natural -155- del Cuzco ni

 por los españoles, y si aquel cacique viviera no hubiera podido lograr loque deseaba. Al punto hizo llamar el Gobernador al capitán Calichuchima ya Tizas y a un hermano del cacique y a otros capitanes principales ycaciques que eran venidos de Caxamalca, a los cuales dijo que debían saber

 bien que él les había dado por señor a Atabalipa, y que siendo muerto,ellos debían pensar a quién querían por señor, que él se los daría. Huboentre ellos gran diferencia sobre esto, porque Calichuchima quería quefuese señor el hijo de Atabalipa Aticoc, y hermano del cacique muerto, yotros señores que no eran de la tierra de Quito querían que el señor fuera

natural del Cuzco, y proponían un hermano carnal de Atabalipa. ElGobernador dijo a los que querían por señor al hermano de Atabalipa que lomandaran llamar, y que cuando viniera si hallaba que era sujeto de valer,lo nombraría, y con esta respuesta se acabó aquella junta. Y habiendollamado de parte del Gobernador al capitán Calichuchima le dijo estas

 palabras: «Ya tú sabes que amaba yo mucho a tu señor Atabalipa, y hubieraquerido que pues murió y dejó hijo, éste fuera señor, y que tú ya que ereshombre prudente hubieras sido su Capitán hasta tanto que estuviera en edadde gobernar sus señoríos, y por esto deseo tanto que se le mande llamar

 presto, porque por amor de su padre lo amo mucho y a ti asimismo. Pero junto con esto, ya que todos estos caciques que están aquí son tus amigos

y tienen mucha influencia en los soldados de su nación, será bien que lesmandes mensajeros para que vengan de paz, porque no quisiera encruelecerme

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  contra ellos y matarlos como vez que lo voy haciendo, cuando deseo que lascosas de estas provincias estén quietas y pacíficas». Este Capitán teníagran deseo, como se ha dicho, que el hijo de Atabalipa fuera señor, yconociéndolo el Gobernador le dijo con arte estas palabras, y le dio estaesperanza; no porque tuviera ánimo de hacerlo20, sino para que entre tanto

-156- que aquel hijo de Atabalipa venía para este efecto, hiciera queaquellos capitanes de guerra que habían tomado las armas vinieran de paz.Se acordó asimismo que él dijese a Aticoc y a los otros señores de la

 provincia del Cuzco, que les daría por señor al que ellos quisiesen; porque era menester que así se gobernara en el estado que estaban lascosas para estar bien con todos. A Calichuchima trataba de dar palabras

 para que hiciera venir las gentes que estaban en el Cuzco con las armas adejarlas, porque no hiciesen daño en las gentes del país, y a los delCuzco para que fueran amigos verdaderos de los cristianos y les dieranaviso de lo que trataban los enemigos y de todo lo que se hacía en latierra, y por esta causa y otras decía esto el Gobernador con mucha

 prudencia. Chilichuchima, a lo que mostró, recibió tanto contento de estas palabras, como si lo hubieran hecho señor de todo el mundo, y respondióque haría todo lo que mandaba y que holgaría mucho de que los caciques ysoldados vinieran de paz21 y que despacharía mensajeros a Quito para queel hijo de Atabalipa viniera; pero que temía que lo estorbaran dos grandescapitanes que estaban con él, que no lo dejarían venir; que no obstanteeso mandaría tal persona con la embajada que pensaba que todos seconformarían con su voluntad. Y luego añadió: «Señor, pues quieres que yohaga venir estos caciques, quítame de encima esta cadena, porque viéndomecon ella no querrán obedecerme». El Gobernador, para que no sospechara quefuese fingido lo que le había dicho, le dijo que era contento de hacerlo,

 pero con la condición de que había de ponerle guarda de cristianos hastaque hiciera venir de paz aquellos soldados que estaban de guerra yviniera22 el hijo de Atabalipa. Él quedó satisfecho con esto y así fuesuelto, y el Gobernador -157- le puso una buena guardia, por ser aquelCapitán la llave para tener la tierra pacífica y sujeta. Tomada esta

 providencia y ordenada la gente que había de ir con el Gobernador lavuelta del Cuzco, que eran cien caballos y treinta peones, mandó a unCapitán que con sesenta de a caballo y algunos peones fuera por delante

 para reponer los puentes que estuvieran quemados, y el Gobernador se quedómientras a dar orden en muchas cosas convenientes a la ciudad y a la

República que había de dejar ya como fundada, y para esperar la respuestade los cristianos que había mandado a la costa para ver los puertos y poner cruces en ellos, por si alguno viniera a reconocer la tierra.

Capítulo VIDescripción de los puentes que los indios acostumbran hacer para pasar losríos, y de la trabajosa jornada que tuvieron los españoles en la ida alCuzco, y de la llegada a Panarai y a Tarcos, ciudad de los indios

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Se partió este Capitán el jueves con los que habían de seguirle, y elGobernador con la demás gente, y Chilichuchima y su guardia el lunessiguiente; de mañana estuvieron todos a punto de armas y de todas las

cosas necesarias, por ser largo el viaje que habían de hacer y quedarsetodas las cargas en Xauxa, por no ser conveniente llevarla consigo en esta jornada. Caminó el Gobernador dos días por un valle abajo, a la orilla delrío de Xauxa que era muy deleitable y poblada de muchos lugares, y altercer día llegó a un puente de redes que -158- está sobre el dichorío, el cual habían quemado los soldados indios después que hubieron

 pasado; pero ya el Capitán que había ido por delante había hecho que losnaturales lo repusieran. Y las partes en que hacen estos puentes de redes,donde los ríos son crecidos, por estar poblada la tierra adentro lejos delmar, casi no hay indio alguno que sepa nadar, y por esta causa, aunque losríos sean pequeños y se puedan vadear, no obstante les echan puentes, de

este modo; que si las dos orillas del río son pedregosas levantan en ellasuna pared grande de piedra y después ponen cuatro bejucos («stanghe») queatraviesan el río, gruesos de dos palmos o poco menos y en el medio figuraa manera de zarzo entretejen mimbres verdes gruesos como dos dedos bientejidos, de suerte que unos no queden más flojos que otros, atados y en

 buena forma, y sobre éstos ponen ramas atravesadas de modo que no se ve elagua y de esta manera es el piso del puente. Y de la misma suerte tejenuna barandilla en el borde del puente con estos mismos mimbres, para quenadie pueda caer en el agua de lo cual no hay a la verdad ningún peligro

 bien que al que no es práctico parece cosa peligrosa el haberlo de pasar, porque siendo el trecho grande se dobla el puente cuando pasa uno por él,que siempre va uno bajando hasta el medio, y desde allí subiendo, hastaque acabe de pasar a la otra orilla, y cuando se pasa tiembla muy fuerte,de manera que al que no está a ello acostumbrado se le va la cabeza. Hacende ordinario dos puentes juntos, porque dicen que por el uno pasan losseñores, y por el otro la gente común. Tienen en ellos sus guardas, y elcacique señor de toda la tierra las tiene allí de continuo, para que sialguno le hurtara oro o plata u otra cosa, a él o a otro señor de latierra no lo pudiera pasar, y los que guardan estos puentes tienen cercasus casas, y de continuo tienen a mano mimbres y zarzos y cuerdas paracomponer los puentes cuando se van estropeando y hacerlos de nuevo si

menester fuera. Pues las guardas que estaban en este puente cuando pasaronlos indios que lo quemaron escondieron los materiales que tenían parareponerlo, porque de otra manera lo hubieran asimismo quemado, y por estarazón -159- lo hicieron en tan poco espacio para que pasaran losespañoles. Los caballos españoles y el Gobernador pasaron por el uno deestos puentes, aunque por estar fresco y no bien ordenado tuvieron muchotrabajo, porque por haber pasado por allí el Capitán que iba adelante conlos sesenta caballos se habían hecho muchos agujeros, y estaba mediodesbaratado. Todavía pasaron los caballos sin que peligrase ninguno,aunque casi todos cayeron porque se movía el puente y temblaba todo, perocomo se ha dicho estaba el puente hecho de manera que aunque doblasen los

cuatro pies no podían caer abajo el agua. Pasados que fueron todos, elGobernador acampó en unas arboledas que había allí por donde pasaban

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  muchos hermosos arroyos de agua hermosa y limpia. Prosiguieron después suviaje andando dos leguas por la orilla de aquel río por un valle estrecho,que tenía montañas altísimas de uno y otro lado, y en partes tiene estevalle por donde pasa el río tan poco espacio, que hay tanto camino entreel pie del monte y el río como un tiro de piedra, y en otros lugares por

la cuesta de la montaña poco más. Pasadas dos leguas de este valle seencontró otro puente pequeño sobre otro río por el que pasó toda la gentede a pie, y los caballos lo vadearon, tanto por estar el puente maltratadocomo por estar el agua baja en aquel tiempo. Pasado el río se comenzó asubir una montaña asperísima y larga, toda hecha de escalones de piedramuy menudos. Aquí trabajaran tanto los caballos que cuando acabaron desubirla se habían desherrado la mayor parte, y tenían gastados los cascosde los cuatro pies. Subida aquella montaña que duraría hasta media legua,andando en la tarde otro pedazo por una cuesta, llegó el Gobernador conesta gente a una aldea, que habían saqueado y quemado los indios enemigos,y por eso no se halló en ella gente ni maíz, ni otro mantenimiento, y el

agua estaba muy lejos porque las indias habían roto las cañerías quevenían a la ciudad, que fue un gran mal, y de mucha incomodidad para losespañoles, porque por haber aquel día hallado el camino áspero, trabajosoy largo, tenían necesidad de buen alojamiento. Se partió de aquí elGobernador al otro día, y fue a -160- dormir a otro pueblo, que aunqueera muy grande y bueno, y lleno de muchos aposentos, se halló en él tan

 poco refrigerio como en el pasado: y este pueblo se llama Panarai. Semaravilló mucho el Gobernador con los españoles de no hallar aquí nimantenimiento ni cosa alguna, porque siendo este lugar de un señor de losque habían estado con Atabalipa y con el señor muerto en compañía de loscristianos, había venido de continuo en compañía suya hasta Xauxa, y dijoque quería adelantarse para aparejar en esta tierra suya vituallas y otrascosas necesarias para los españoles, y no hallándose aquí ni él ni sugente se tuvo por cierto que la comarca estaba alzada, y no habiéndosetenido carta ninguna del Capitán que iba por delante con los sesenta de acaballo, salvo en una en la que hacía saber que andaba tras de los indiosenemigos, se temía que los contrarios le hubiesen tomado algún paso, demanera que no pudiera venir ningún mensajero suyo. Los españoles buscarontanto que hallaron algún maíz y ovejas, con lo que pasaron aquella noche,y al otro día a buena hora se partieron y llegaron a un pueblo llamadoTarcos, donde se encontró al cacique señor de la tierra con alguna gente,

el cual dio aviso del día que habían pasado por allí los cristianos y quecaminaban a pelear con los enemigos que tenían asentados sus reales en una población vecina. Recibieron todos grande placer con esta noticia, y conhaber hallado buena acogida en aquel lugar, porque el cacique había hechotraer a la plaza una buena cantidad de maíz, leña, ovejas, y otras cosasde que tenían gran necesidad los españoles.

-161-

Capítulo VII

Prosiguiendo su viaje tienen aviso enviado por los cuarenta caballerosespañoles, del estado del ejército indio, con el cual victoriosamente

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  habían combatido

A otro día que fue sábado día de Todos Santos, el fraile que estaba conesta compañía, dijo misa por la mañana, según es costumbre decirla ensemejante día, y después se partieron todos y caminaron hasta llegar a unrío caudaloso tres leguas adelante siempre bajando de la montaña con

 bajada áspera y larga. Este río tenía asimismo un puente de red que porestar roto fue preciso vadear el río, y después se subió otra montaña muygrande, que mirándola de alto a bajo parecía cosa imposible que los

 pájaros pudieran llegar volando por el aire, cuanto menos subirla por latierra hombres de a caballo, pero se les hizo menos pesado el camino

 porque se iba subiendo en caracol y no derecho; bien que la mayor parteeran escalones grandes de piedra que fatigaban mucho a los caballos y se

les gastaban y lastimaban los cascos, aunque los llevaban por la brida. Deeste modo se subió una legua larga, y se anduvo otra por una ladera decamino más fácil, y a la tarde llegó el Gobernador con los españoles a una

 población corta, de la que estaba quemada una parte, y en la otra parteque había quedado sana, se aposentaron los españoles, y a la tardellegaron dos correos indios enviados por el Capitán que iba adelante. Loscuales trajeron por cartas noticias al Gobernador, cómo era llegado congran diligencia a la tierra de Parcos, la que había dejado atrás, porquehabiendo tenido aviso que estaban aquí los capitanes con toda la genteenemiga, no los encontró allí, y tuvo nueva cierta de que se habíanretirado a Bilcas, y por lo tanto caminó adelante con su gente hastallegar cinco leguas de Bilcas donde esperó la noche, y marchó en secreto

 para no ser sentido de ciertas espías que estaban puestas a -162- unalegua de Bilcas. Y habida nueva que los enemigos estaban dentro de un

 pueblo sin tener noticia alguna de su venida, se alegró mucho el Capitán,y subida una montaña donde estaba aquel lugar, harto difícil, al amanecerentró dentro y entró (¿encontró?) aposentada alguna gente con pocorecaudo. Los caballos españoles comenzaron a dar sobre ella por las plazashasta tanto que entre muertos y huidos no quedó persona alguna, porquehabía pocos soldados indios que se habían retirado a una montaña apartedel camino, los cuales luego que aclaró el día y vieron a los españoles,

se juntaron en escuadrones viniendo contra ellos diciéndoles, «Ingres», elcual nombre tienen ellos por muy afrentoso, siendo ésta una gentedespreciable que vive en las tierras calientes de la costa del mar, y porser aquella provincia región fría e ir los españoles vestidos y cubiertassus carnes, les llamaban ellos Ingres, amenazándolos con que los haríansus esclavos por ser pocos, que no llegaban a cuarenta, y desafiándolosles decían que bajaran allá abajo a donde ellos estaban. El Capitán,aunque conocía que estaba en mal lugar para pelear con los caballos, deque poco se podían valer los españoles, no obstante para que los enemigosno pensaran que el no pelear era por falta de ánimo, tomó consigo treintacaballos y dejando los otros en guarda del pueblo bajó abajo contra ellos

 por una espesura23 del monte y una cuesta muy penosa. Los enemigos loaguardaron animosamente y en el choque mataron un caballo, hiriendo otros

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  dos, pero al fin siendo todos desbaratados huyeron unos por una parte yotros por otra del monte, camino muy áspero por donde los caballos no

 pudieron seguirlos ni hacerles daño. En esto se vino a juntar con ellos unCapitán que se había huido del pueblo, que habiendo sabido de ellos quehabían muerto un caballo y herido dos, dijo, «volvamos atrás y peleemos

con éstos hasta que no quede uno a vida, que son pocos», y al punto seresolvieron todos con más ánimo y mayor ímpetu que antes, y en -163-esto se trabó una reñida batalla mayor que la primera. Al cabo huyeron losindios y los caballos los siguieron por todas partes del monte mientrasque pudieron. En estos dos encuentros quedaron muertos más de seiscientoshombres y se cree que también murió Maila, el uno de los capitanes, porquetodos los indios dijeron, y los de su parte cuando mataron el caballo lecortaron la cola y puesta en una lanza la llevaban por delante a guisa deestandarte. Les hizo asimismo saber que pensaba reposar aquí tres días porconsideración a los cristianos y caballos heridos, y después partirían

 para tomarles antes de todo un puente de redes que había allí cerca, para

que los enemigos fugitivos no lo pasaran y fueran a juntarse con Quizquizen el Cuzco y con la guarnición de gente que tenía, la cual se decía queesperaba a los españoles en un mal paso cerca del Cuzco; pero que auncuando fuese mucho más malo, esperaban en Dios que según el lugar quehabían tenido aquella batalla, tierra tan áspera y pedregosa, no se

 podrían defender de ellos los indios en ninguna otra parte por difícil ytrabajosa que fuese, ni ofender a los españoles en ningún mal paso; y quesalido de aquí y pasado el puente que está a tres leguas del Cuzco, allíesperaría al Gobernador como le había informado, y que tuviera entendidoque con indios ligeros le daría aviso de cuanto le aconteciera.

Capítulo VIIIDespués de varias incomodidades sufridas en el viaje, habiendo pasado lasciudades de Bilcas y de Andabailla, antes de llegar a Airamba tienencartas de los españoles por las cuales le mandan un socorro de treintacaballeros

Habiendo recibido esta carta el Gobernador y todos los españoles que conél estaban, hubieron infinito contento -164- de la victoria que habíaalcanzado el Capitán, y al instante la mandó junta con otra a la ciudad deXauxa, al Tesorero y a los españoles que se habían quedado allí, para que

 participaran con ellos del contento por la victoria del Capitán. Yasimismo mandó correos al Capitán y a los españoles que estaban con élagradeciéndoles mucho la victoria que habían alcanzado, rogándoles yaconsejándoles que en estas cosas se gobernasen más bien por la prudenciaque por la confianza en su fuerza, y que de todas maneras le esperara

 pasado el último puente, para que después entrasen todos juntos en laciudad del Cuzco. Hecho esto partió el Gobernador al día siguiente que fue

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  de camino áspero y fatigoso, de montañas pedregosas y subidas y bajadas,de escalones de piedra, que todos creyeron que con dificultad pondríansacar de ellas los caballos, considerando el camino andado y por andar.Fueron a dormir aquella noche a un pueblo que estaba de la otra parte delrío, el que tenía asimismo un puente de red; los caballos pasaron por el

agua y la gente de a pie con los criados de los cristianos por el puente.El día siguiente tuvieron buen camino junto al río donde encontraronmuchas salvajinas, ciervos y gamuzas, y aquel día llegaron a hospedarse enciertos aposentos cercanos a Bilcas, donde el Capitán que iba por delantehabía hecho alto para caminar por la noche y entrar en Bilcas sin sersentido como entró, y aquí se recibió otra carta suya, donde decía quehabía partido de Bilcas hacía dos días y era llegado a un río cuatroleguas adelante, al que había vadeado por estar quemado el puente, y aquíhabía entendido que el capitán Narabaliba andaba huyendo con unos veinteindios y que se había encontrado con dos mil indios que le había mandadode socorro el Capitán del Cuzco, los cuales como supieron la derrota de

Bilcas se volvieron huyendo con él, tratando de ir a juntarse con lasreliquias esparcidas de los que huían, esperándolos en una poblaciónllamada Andabailla, y que él estaba resuelto a no detenerse hastaencontrarse con ellos. Entendidas estas nuevas por el Gobernador pensómandarle socorro, pero luego no lo hizo porque consideró que si se habíade dar la batalla, ya estaría dada, y no -165- llegaría a tiempo, ymás bien determinó no detenerse ni un sólo día hasta que lo alcanzara, yde este modo se partió para Bilcas donde entró el día siguiente temprano,y por aquel día no quiso andar más adelante. Está puesta esta ciudad deBilcas en un monte alto, y es gran pueblo y cabeza de provincia. Tiene unahermosa y gentil fortaleza, hay muchas casas de piedra muy bien labradas yestá medio camino de Xauxa al Cuzco. A otro día fue el Gobernador a dormirde la otra parte del río a cuatro leguas de Bilcas, y aunque fue la

 jornada corta fue no obstante trabajosa, que todo fue bajar por unamontaña, casi toda de escalones de piedra, y la gente vadeó el río conmucha fatiga porque iba muy crecido, y asentó su campo de la otra banda enunas arboledas. Apenas era llegado aquí el Gobernador cuando recibió unacarta del Capitán que iba a la descubierta, en la que le daba a entenderque los enemigos habían pasado cinco leguas adelante y esperaban en lafalda de un monte en una tierra llamada Curamba, y que allí había muchagente junta y habían hecho muchos reparos y puesto gran cantidad de

 piedras para que los españoles no pudiesen subir. El Gobernador entendidoesto, aunque el Capitán no le pedía socorro creyendo que lo necesitaríaahora, hizo al punto que se alistase el mariscal D. Diego de Almagro contreinta caballos ligeros bien en orden de armas y caballos, y no quiso quellevara consigo peón alguno, porque le mandó que no se detuviera para nadahasta que alcanzara al Capitán que iba adelante con los otros, y habiendo

 partido partió asimismo el Gobernador, al día siguiente con diez de acaballo y los veinte peones que guardaban a Chilichuchima y apretó tantoel paso aquel día que de dos jornadas hizo una. Ya que estaba para llegaral pueblo donde había de dormir llamado Andabailla, vino un indio huyendoa decir que en cierta subida del monte que señaló con el dedo se había

descubierto gente de guerra enemiga, por lo que el Gobernador así armadocomo estaba a caballo con los españoles que tenía consigo, fue a tomar lo

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  alto de aquella cuesta y le registró toda sin hallar la gente que el indiohabía dicho, porque aquella era gente natural de -166- la tierra quevenía huyendo de los indios de Quito, porque le hacían grandísimo daño.Llegado el Gobernador y la compañía a aquel pueblo de Andabailla cenaron yreposaron aquella noche; y a otro día llegaron al puebla de Airamba donde

había escrito el Capitán que estaba junta la gente armada para esperarlosen el camino.

Capítulo IXLlegados a un pueblo encuentran mucha plata en tablas de veinte pies delargo. Prosiguiendo su viaje tienen cartas de los españoles del reñido yadverso combate que habían sostenido contra el ejercito de los indios

Aquí se hallaron dos caballos muertos de donde se hubo sospechado que alCapitán le hubiese sucedido alguna desgracia; pero entrados en el pueblo,

 por una carta que llegó antes de que se aposentaran se supo cómo elCapitán había encontrado aquí gente de guerra y que por ganar la montañahabía subido una cuesta donde había encontrado gran cantidad de piedra

 junta, señal de que quisieron aguardar aquí, y que andaban en busca de losindios, porque tenían noticia de que no estaban muy lejos y que los doscaballos eran muertos de tanto calentarse y resfriarse. No escribió cosaalguna del socorro que le había mandado el Gobernador, por lo que seconsideró que no le habría llegado todavía. Se partió de aquí a otro díael Gobernador y fue a dormir a un río, cuyo puente habían quemado losenemigos, de manera que fue preciso vadearlo con mucha fatiga, porque lacorriente era crecida y el fondo del río muy pedregoso. Otro día fue adormir a una villa en cuyos aposentos se -167- encontró mucha plata entablones grandes de veinte pies de largo, uno de ancho y de un dedo o dosde grueso; y contaron los indios que aquí estaban, que aquellos tablonesfueron de un gran cacique y que uno de los señores del Cuzco los ganó y selos llevó así en tablas, con las que el cacique vencido había hecho una

casa. El día siguiente partió el Gobernador para pasar el puente delúltimo río que era casi tres leguas de allí. Antes que llegara a aquelrío, vino un mensajero con una carta del Capitán, en la que avisaba cómoera llegado a aquel último río con mucha diligencia para que los enemigosno tuvieran lugar de quemar el puente; pero al tiempo que llegó lo habíanacabado de quemar, y por ser ya tarde no quiso pasar el río aquel mismodía, sino que se fue a quedar en una aldea que estaba al par de él. A otrodía pasó el agua que daba al pecho de los caballos y siguió su caminoderecho al Cuzco que estaba de allí doce leguas; y como en el camino fueinformado que en una montaña inmediata se habían hecho fuertes todos losenemigos esperando que al día siguiente viniera Quizquiz en su ayuda con

refuerzo de gente que tenía en el Cuzco para juntarse con ellos, por estacausa había aguijado con gran presteza con cincuenta caballos, porque los

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  diez los había dejado guardando las cargas y cierto oro que se halló en larota de Bilcas; y un sábado a hora de medio día empezaron a subir unamontaña a caballo, y siendo larga que duraba bien una legua de camino,fatigados de la subida áspera y del calor del medio día, que era muygrande, se pararon un rato y dieron a los caballos maíz, que tenían por

habérselo traído los naturales de un pueblo vecino, y prosiguiendo sucamino el Capitán que iba delante de los otros como un tiro de ballesta,vio los enemigos en lo alto de la montaña que la cubrían toda, y que treso cuatro mil bajaban para abajo para pasar por donde estaban ellos, por loque habiendo llamado a los españoles para ordenarlos en batalla no pudoesperar a juntarlos, porque los indios ya estaban cerca, y venían contraellos animosamente; pero con los que halló aparejados se adelantó a darles

 batalla, y los españoles que iban llegando subían por la cuesta del monte,-168- unos por una parte y otros por otra; entraron entre los enemigos

que tenían delante sin atender mucho al principio a pelear sino adefenderse de las piedras que les tiraban, hasta que subieron a lo alto

del monte en que veían consistir la victoria cierta. Los caballos estabantan cansados que no podían tomar resuello para poder dar con ímpetu sobretanta multitud de enemigos, y no cesando éstos de incomodarlos yhostigarlos de continuo con sus lanzas, piedras y flechas que les tirabanlos fatigaron a todos de tal manera que apenas podían llevar loscaballeros sus caballos al trote y algunos al paso. Percibiendo los indiosel cansancio de los caballos, comenzaron a cargar con mayor furia, y acinco cristianos cuyos caballos no pudieron subir a lo alto cargó tanto lamuchedumbre que a dos de ellos les fue imposible apearse y los mataronencima de sus caballos. Los otros pelearon a pie muy valerosamente, peroal cabo no siendo vistos de los compañeros que hubieran podidosocorrerles, quedaron prisioneros allí, y sólo uno de ellos fue muerto sin

 poder echar mano a la espada ni defenderse, antes fue causa de que quedasemuerto con él un buen soldado, porque se había agarrado a la cola de sucaballo que no lo dejó pasar adelante con los otros. Les abrieron a todosla cabeza por medio con sus hachas y porras; hirieron diez y ocho caballosy seis cristianos; pero no de heridas peligrosas, que sólo un caballo deéstos murió. Plugo a Dios Nuestro Señor que los españoles ganaron un llanoque había en aquel monte y los indios se recogieron a una colinainmediata. El Capitán mandó que la mitad de los suyos quitasen los frenosa los caballos y les dieran de beber en un arroyo que pasaba por allí, y

que luego hicieran lo mismo los otros, lo que se hizo sin que loestorbaran para nada los enemigos. Después dijo a todos el Capitán:«Señores vámonos todos de aquí paso a paso por esta ladera de modo que losenemigos entiendan que huimos de ellos, para que nos vengan a buscarabajo, que si podemos traerlos a este llano daremos todos de golpe sobreellos de manera que espero que ninguno se ha de escapar de nuestras manos,

 porque nuestros caballos están ya algo descansados, y si los ponemos-169- en fuga acabaremos de ganar lo alto del monte»; y así fue, que

 pensando los indios que los españoles se retiraban bajaron abajo algunosde ellos tirándoles piedras con sus hondas y flechas. Visto por loscristianos ser ya tiempo volvieron las riendas a sus caballos, y antes que

los indios pudieran recogerse al monte, donde antes estaban fueron muertosunos veinte, lo que visto por ellos y como era poco seguro el lugar donde

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  se hallaban, dejaron aquel monte y se fueron retirando a otro más alto. ElCapitán con los españoles acabó de subir a lo alto del monte, y aquí porser ya noche acampó con su gente, y los indios acamparon asimismo a dostiros de ballesta, de manera que en cada campo se oían las voces del otro.El Capitán hizo curar a los heridos y apostó rondas y centinelas para la

noche, y mandó que todos los caballos estuvieran ensillados y con losfrenos puestos hasta el día siguiente en que había de pelear con losindios; y trató de animar e infundir valor a los suyos diciéndoles «que detodos modos era menester dar en ellos a la mañana siguiente sin aguardarun instante, porque había tenido nueva de que el capitán Quizquiz venía alos enemigos con un gran refuerzo, y que de ninguna manera conveníaesperar a que se juntaran». Mostraron todos tan grande ánimo y esfuerzocomo si tuvieran la victoria en la mano, y todavía les confortó el capitándiciéndoles «que tenía por más peligrosa la jornada del día pasado que laque les aguardaba al siguiente y que Dios Nuestro Señor como les habíalibrado del peligro pasado así les daría victoria en lo de adelante, y que

mirasen que si el día anterior estando sus caballos tan cansados habíanatacado a los enemigos con desventaja, y los habían desbaratado y echadode sus fortalezas, no pasando ellos de cincuenta, y siendo los enemigosmás de ocho mil, ¿qué no debían esperar estando frescos y descansados?».Con éstas y otras pláticas animosas se pasó aquella noche, y los indios seestaban en su campo dando grandes voces y diciendo, «esperad, cristianos aque amanezca que todos habéis de morir a nuestras manos y os quitaremoslos caballos con cuanto tenéis», añadiendo palabras injuriosas, segúnsuena en aquella lengua, teniendo determinado entrar a combatir -170-a los cristianos luego que amaneciera, creyéndolos cansados y a suscaballos por el trabajo del día anterior, y por verlos en tan corto númeroy saber que muchos de sus caballos estaban heridos. De esta manera, de unay otra parte concurrían en el mismo pensamiento, mas los indios creíanfirmemente que no se les escaparían los cristianos.

Capítulo XViene nueva de la victoria alcanzada por los españoles hasta poner en fugaal ejército indio. A Chilichuchima le mandan echar una cadena al cuello

teniéndolo por traidor. Pasan por Rímac y allí se reúnen y luego todos juntos van a Sachisagagna24 y queman a Chilichuchima

Estas nuevas alcanzaron al Gobernador cerca del último río, como quedadicho, el cual sin mostrar alteración en el semblante las comunicó a losdiez de a caballo y veinte peones que traía consigo, consolándoles a todoscon buenas razones que les exponía, aunque ellos se turbaron mucho en suánimo, pensando que pues una corta cantidad de indios respecto al número

 ponderado había maltratado de tal modo a los cristianos en la primeraacción, mayor guerra les habrían dado al otro día teniendo los caballos

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  heridos y sin haber llegada todavía a los españoles el socorro de lostreinta caballos que se les mandó; pero mostrando todos poner la esperanzaen Dios llegaron al río, el que pasaron en balsas de la tierra llevandolos caballos a nado por estar quemado el puente; y estando entonces el ríomuy crecido se tardó en pasarlo -171- el resto de aquel día y el otro

hasta la hora de siesta; y queriendo el Gobernador partir sin aguardar aque pasaran los indios amigos, se vio venir un cristiano que reconocidodesde lejos todos juzgaron que el Capitán con los caballos había sido rotoy desbaratado, y que éste traía la nueva en fuga. Pero llegado a presenciadel Gobernador dio gran consuelo a los ánimos de todos con la nueva quetrajo, refiriendo que Dios Nuestro Señor, que nunca abandona a sus siervosfieles en la mayor extremidad, hizo que estando el Capitán con los otros

 por la noche a buen recaudo esperando el día y animando a los suyos parael combate de la mañana, llegó el Mariscal con el refuerzo mandado de lostreinta caballos y con los diez que habían dejado atrás que en todo fueroncuarenta, y cuando se vieron todos juntos sintieron los primeros tanto

 placer como si hubiesen resucitado aquel día, teniendo por cierta lavictoria para el día siguiente. Venido el día, que fue domingo, montarontodos al alba y puestos en ala para hacer mejor rostro, se fueron lavuelta de los indios que en la noche habían determinado acometer a loscristianos, pero viendo a la mañana tanta gente pensaron, como así era,que en la noche les había llegado algún socorro, por lo que noalcanzándoles el ánimo para hacerles frente, y viendo que venían la cuestaarriba en su busca, volvieron las espaldas retirándose de monte en monte.Los españoles no los siguieron por ser la tierra áspera, y además lescogió una neblina tan espesa que no se veían unos a otros, y con todo porla falda de un cerro mataron muchos enemigos. En esto venían mil indios enun escuadrón que mandaba el Quizquiz en socorro de los suyos, los queconforme vieron a los cristianos a caballo y tan a punto de guerra,tuvieron tiempo de retraerse al monte. Al punto se recogieron loscristianos a su fuerte, desde donde había enviado el Capitán estemensajero al Gobernador, avisándole que lo esperaría allí hasta quellegara. Entendida esta nueva por el Gobernador, se alegró mucho de lavictoria que Dios Nuestro Señor le había dado cuando menos la esperaba, ysin detenerse en punto, mandó que se pasara adelante con el fardaje y losindios -172- que quedaban, porque juntamente con esta noticia habíatenido aviso de que en la retirada de esta gente enemiga se habían

apartado de los otros cuatro mil hombres, y que por tanto anduviera sobreaviso, y que asimismo, se daba por seguro que Chilichuchima disponía ymandaba todo esto y daba aviso a los enemigos de lo que habían de hacer, yque por eso lo llevara a buen recaudo. Pues el Gobernador vencida su

 jornada, hizo echar prisiones a Chilichuchima y le dijo: «Bien sabes dequé modo me he portado contigo y cómo te he tratado siempre, haciéndoteCapitán que gobernara toda la tierra hasta que el hijo de Atabalipaviniera de Quito para hacerlo Señor, y aunque he tenido muchas causas parahacerte morir no lo he querido hacer, creyendo siempre que te enmendaras.Asimismo te he rogado muchas veces que para bien de todos dieras traza deque estos indios enemigos con los que de tú tienes influjo y amistad, se

sosegaran y dejaran las armas, pues aunque habían hecho mucho daño ymuerte a Guaritico que venía de Xauxa por mandato mío, los perdonaría yo a

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  todos; pero a pesar de todas estas amonestaciones mías has querido perseverar en tu mal ánimo y propósito, pensando que los avisos que dabasa los capitanes enemigos fueran poderosos a lograr tu dañado designio; masya puedes ver cómo con la ayuda de nuestro Dios siempre los hemosdesbaratado y lo mismo será en lo de adelante, y ten por cierto que no

 podrán escaparse ni volver a Quito de donde salieron, ni tú volverás a verel Cuzco, porque tan luego como haya yo llegado a donde está el Capitáncon mis gentes, te haré quemar vivo, porque has sabido guardar tan mal laamistad que a nombre del César mi señor concerté contigo, y de esto no tequepa duda si no das traza de que estos indios amigos tuyos dejen lasarmas y vengan de paz, como te he dicho otras veces». A todas estasrazones estuvo atento Chilichuchima sin responder palabra, pero siempreobstinado en su endurecimiento dijo: «que no se hacía lo que él mandaba aaquellos capitanes porque no querían obedecer; que por él no había quedadode hacerles entender que vinieran de paz», con semejantes palabras sedisculpaba de lo que se le atribuía; pero -173- el Gobernador, que ya

sabía de cierto sus tratos, le dejó en su mal pensamiento sin volverle ahablar acerca de esto. Pues pasado el río ya tarde pasó adelante elGobernador con esta gente y llegó por la noche a un pueblo llamado Rímac,una legua de aquel río. Y aquí llegó el Mariscal con cuatro caballos aesperarlo y después de hablarse se partieron a otro día para el campo delos caballos españoles, adonde llegó en la tarde, habiendo salido a suencuentro el Capitán y muchos otros, y se holgaron todos mucho de verse

 juntos. El Gobernador dio a cada uno las gracias, según sus méritos, porel valor que habían mostrado, y todos juntos partieron y en la tardellegaron dos leguas más adelante a un pueblo llamado Sachisagagna. Loscapitanes informaron al Gobernador de todo lo sucedido en la forma que seha contado. Entrados a aposentarse en este pueblo, el Capitán y elMariscal pidieron al Gobernador que hiciera justicia de Chilichuchima,

 porque había de saber que todo lo que hacían los cristianos lo avisabaChilichuchima a los contrarios, y que él era el que les había hecho salirdel monte de Bilcas, exhortándolos a venir a pelear con los cristianos queeran pocos, y que con los caballos no podrían subir aquellas montañas sino

 paso a paso y a pie, dándoles otros mil avisos de donde los habían deesperar y de lo que habían de hacer como hombre que había visto estoslugares y conocía las mañas de los cristianos, con los que había vividotanto tiempo. Informado el Gobernador de todas estas cosas mandó que fuese

quemado vivo en medio de la plaza, y así se hizo que los principales y másfamiliares suyos eran los que ponían más diligencia en prender el fuego.El religioso trataba de persuadirlo a que se hiciera cristiano diciéndoleque los que se bautizaban y creían con fe verdadera en nuestro redentorJesucristo, iban a la gloria del paraíso y los que no creían en él iban alinfierno y a sus penas, haciéndoselo entender todo por un intérprete. Masél no quiso ser cristiano diciendo que no sabía qué cosa fuera esa ley, ycomenzó a invocar a Paccamaca y al capitán Quizquiz, que vinieran asocorrerlo. Este Paccamaca tienen los indios por su Dios, y le ofrecenmucho oro y plata, y es cosa verificada que el demonio está en ese ídolo y-174- habla con los que van a pedirle alguna cosa. Y de esto se habla

largamente en la relación que se envió a S. M. desde Caxamalca. De estemodo pagó este Capitán las crueldades que hizo en la conquista de

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  Atabalipa, y las maldades y traiciones que fraguó en daño de los españolesy deservicio de S. M. Toda la gente de la tierra se alegró infinito de sumuerte, porque era muy aborrecido de todos por conocer lo cruel que era.

Capítulo XIVisítalos un hijo del cacique Guaynacaba con el cual conciertan amistad, yles hace saber los movimientos del ejército de los indios enemigos, con elque tienen algunos encuentros antes de entrar en el Cuzco, donde ponen porseñor al hijo de Guainacaba

Aquí reposaron los españoles aquella noche habiendo puesto buenas guardiasen el campo por haberse entendido que Quizquiz estaba cerca con toda lagente; y a la mañana siguiente vino a visitar al Gobernador un hijo deGuainacaba hermano del cacique muerto, el mayor y más principal señor quehabía entonces en aquella tierra, que había andado siempre fugitivo porqueno lo mataran los de Quito. Éste dijo al Gobernador que lo ayudaría entodo lo que pudiera para echar fuera de la tierra a todos los de Quito porser sus enemigos y que lo odiaban y no querían estar sujetos a genteforastera. Éste era al que de derecho venía aquella provincia, y al quetodos los caciques de ella querían por señor. Cuando vino a ver alGobernador vino por los montes extraviando caminos, por temor de los deQuito, y el Gobernador recibió gran contento de su venida y le respondió:-175- «mucho me place lo que me dices y hallarte con tan buenadisposición para echar fuera esta gente de Quito, y has de saber que yo nohe venido de Xauxa para otro efecto sino para impedir que ellos tehicieran daño, y librarte de su esclavitud, y puedes creer que yo no vengo

 para provecho mío, porque estaba yo en Xauxa seguro de tener guerra conellos, y era excusado el trabajo de hacer tan larga y difícil jornada;

 pero sabiendo los agravios que te hacían quise venir a remediarlos ydesfacerlos, como me lo mandaba el Emperador mi señor. Y así puedes estarseguro de que haré en favor tuyo todo lo que me parezca conveniente, y

también para libertar de esta tiranía a las del Cuzco». Estas grandes promesas le hizo y dijo el Gobernador para tenerlo grato, y para que decontinuo le diera noticia de cómo andaban las cosas, y aquel cacique quedómaravillosamente satisfecho y lo mismo todos los que con él habían venido.Y respondiole: «de aquí en adelante te daré cabal noticia de todo lo quehagan los de Quito para que no puedan incomodarte»; y de este modo se

 partió de él y dijo: «iba yo a pescar porque sé que mañana no comen carnelos cristianos, y me encontré con este mensajero que me dice que Quizquizcon su gente de guerra va a quemar el Cuzco y que está ya cerca, y hequerido avisártelo para que pongas remedio». El Gobernador hizo luego

 poner toda la gente a punto, y aunque era ya hora del mediodía, conocida

la necesidad no quiso detenerse a comer, sino que caminó con todos losespañoles en derechura la vuelta del Cuzco, que estaba a cuatro leguas de

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  aquel lugar, con intención de asentar su campo cerca de la ciudad paraentrar en ella a otro día temprano; y andadas dos leguas vio a lo lejoslevantarse una grande humareda, y preguntada la causa a unos indios,dijeron que era un escuadrón de los de Quizquiz que había bajado del montey le habían prendido fuego. Dos capitanes se adelantaron con unos cuarenta

caballos para ver de alcanzar este escuadrón, el cual con presteza se juntó con los de Quizquiz y de los otros capitanes que estaban en unacuesta una legua antes de llegar al Cuzco aguardando a los cristianos enun paso en medio del camino. Vistos por los capitanes y -176-españoles no pudieron evitar el encuentro con ellos, aunque el Gobernadorles había hecho entender que esperaran a los otros para juntarse conellos, lo que habrían hecho si no fuera porque los indios se movieron conmucho ánimo a encontrarlos. Y antes de ser acometidos les cayeron encimaen la falda de un cerro y en breve espacio los rompieron haciéndolos huiral monte y matándoles doscientos. Otra escuadra de gente de a caballotraspuso por otra cuesta del monte en donde estaban de dos a tres mil

indios, los que no teniendo ánimo para esperarlos, dejadas las lanzas quellevaban para poder mejor correr, echaron a huir. Y después que los

 primeros rompieron y desbarataron aquellos dos escuadrones y los hicieronhuir a la alto, habiendo dos caballos ligeros españoles visto ciertosindios que de nuevo volvían abajo, se pusieron a escaramuzar con ellos yse vieron en gran peligro, sino que fueron socorridos y a uno le mataronel caballo, de lo que tomaron tanto ánimo los indios, que hirieron cuatroo cinco caballos y un cristiano, y los hicieron retirar hasta el llano.Los indios, como no habían visto hasta entonces huir a los cristianos,

 pensaron que lo hacían con arte para atraerlos al llano, y despuésacometerlos como lo hicieron en Bilcas, y entre ellos mismos lo decían, y

 por esta causa estuvieron sobre sí y no quisieron bajar abajo y seguirlos.En esto había llegado el Gobernador con los españoles, y por ser ya tardeasentaron el campo en un llano, y los indios se mantuvieron sobre el montehasta la media noche a un tiro de arcabuz, dando gritos, y los españolesestuvieron toda la noche con los caballos ensillados y enfrenados; y aotro día al rayar el alba el Gobernador, ordenada la gente de a pie y de acaballo, tomó su camino para entrar en el Cuzco con buen concierto y sobreaviso creyendo que los enemigos vendrían a acometerle en el camino, perono compareció ninguno. De este modo entró el Gobernador con su gente enaquella gran ciudad del Cuzco sin otra resistencia ni batalla, el viernes

a hora de misa mayor, a quince días del mes de noviembre del año delnacimiento de Nuestro Salvador y Redentor Jesucristo MDXXXIII. Hizo elGobernador alojar a todos los cristianos -177- en los aposentos queestaban alrededor de la plaza de la ciudad, y mandó que todos salieran adormir con sus caballos a la plaza en sus toldos, hasta que pudiera versesi venían los enemigos y fue continuado y observado este orden por un mescontinuo. El día siguiente el Gobernador hizo señor a aquel hijo deGuaynacaba por ser joven prudente y vivo y el principal de cuantos habíaallí en aquel tiempo y a quien (como queda dicho) venía de derecho aquellaseñoría e hízolo tan presto para que los señores y caciques no se fueran asus tierras, que eran de diversas provincias y muy lejos unas de otras, y

 para que los naturales no se juntaran con los de Quito, sino que tuvieranun señor separado al que habían de reverenciar y obedecer y no se

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  abanderizaran, y así mandó a todos los caciques que lo obedecieran porseñor e hicieran todo lo que él les mandara.

Capítulo XIIEl nuevo cacique va con ejército para echar a Quizquiz del Estado deQuito; tiene algunos encuentros con los indios, y por la aspereza de loscaminos se vuelven, y de nuevo van allá con ejército y compañía deespañoles, y antes que vayan, el cacique da la obediencia al Emperador

Hecho esto luego dio orden a este cacique nuevo de que se juntara mucha

gente para ir a debelar a Quizquiz y echar a los de Quito fuera de latierra, diciendo que no era cosa regular que siendo él Señor otro

 permaneciera en la tierra suya contra su voluntad, y otras palabras quesobre esto dijo el Gobernador en presencia de todos, para que vieran elfavor que él le daba, y el afecto que le mostraba, y esto no por bien o

 provecho que pudiera resultar -178- a los españoles, sino por el suyo particular. El cacique recibió mucho contento de esta orden y en términode cuatro días juntó cinco mil indios y más, todos bien a punto con susarmas, y el Gobernador mandó con ellos un Capitán suyo con cincuenta de acaballo, y él se quedó guardando la ciudad con el resto de la gente.Pasados diez días volvió el Capitán y contó al Gobernador lo que habíasucedido, diciendo que al anochecer había llegado con la gente al real deQuizquiz a cinco leguas de allí, porque había ido rodeando por otrocamino, por donde le había guiado el cacique; pero antes que llegara alreal enemigo encontró por el camino doscientos indios apostados en unahoya y que por la tierra áspera no pudo quitarles el fuerte yadelantárseles para que no pudieran dar aviso de su ida, como lo dieron.Mas aunque esta compañía estaba en lugar fuerte no se atrevió a esperarloy se pasó de la otra parte de un puente que era imposible el pasarlo,

 porque desde un monte que lo dominaba, adonde los indios se habíanrecogido, tiraban tantas piedras que a ninguno dejaban pasar, y por ser la

tierra y el sitio de lo más áspero e inaccesible que se ha visto, sevolvieron atrás, y todavía dijo que había muerto doscientos indios, y elcacique se alegró mucho de cuanto se había obrado, y al volver a la ciudadlo llevó por otro camino más corto, en el que halló el Capitán por muchas

 partes gran cantidad de piedras amontonadas para defenderse de loscristianos, y halló entre otros pasos uno tan malo y difícil, que sufriógrandes trabajos con toda su gente y no se podía seguir adelante, donde

 bien se conoció que el cacique tenía amistad verdadera y no fingida con elGobernador y los cristianos, porque los apartó de aquel camino en donde nohabría escapado ningún español. Dijo que después que se partió de laciudad no anduvo un tiro de ballesta por tierra llana; que toda la tierra

era montañosa, pedregosa y dificilísima de andar, y que si no hubiera sido porque era la primera vez que iban con el cacique y pudiera achacarlo a

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  miedo, se hubiera vuelto para atrás. El Gobernador hubiera querido que sesiguiera a los enemigos hasta echarlos del lugar donde estaban; pero oídala aspereza -179- del sitio quedó contento de lo que se había hecho.El cacique dijo que él había mandado su gente al alcance de los enemigos yque pensaba que les harían algún daño, y así dentro de cuatro días vino

luego la nueva de que les habían muerto mil indios. El Gobernador encargóotra vez al cacique que hiciera juntar más gente, que él quería mandar conella caballos suyos para que no parara hasta echar de la tierra a losenemigos. Vuelto el cacique de esta jornada se fue a ayunar a una casa queestaba en un monte, habitación que labró su padre en otro tiempo, dondeestuvo tres días, y pasados vino a la plaza donde los hombres de aquellatierra le dieron obediencia según su usanza, reconociéndolo por señor yofreciéndole el plumaje blanco, según hicieron en Caxamalca al caciqueAtabalipa. Hecho esto hizo juntar todos los caciques y señores que habíaallí y habiéndoles hablado sobre el daño que hacían los de Quito en sutierra, y cuánto bien resultaría a todos de poner remedio, les mandó que

llamaran y aparejaran gente para ir contra ellos y echarles del lugar enque se habían puesto, lo que hicieron al punto sus capitanes, y dierontraza de hacer gente en tan breve espacio, que en término de ocho días

 puso en aquella ciudad más de diez mil hombres de guerra, todos escogidos,y el Gobernador hizo alistar cincuenta caballos ligeros con un Capitán

 para que salieran el último día de la pascua de Navidad. El Gobernadorantes que se hiciera aquella jornada, queriendo asentar paz y amistad conaquel cacique y su gente, dicha la misa por el religioso el día de

 Navidad, salió a la plaza con mucha gente de su compañía que hizo juntar,y en presencia del cacique y señores de la tierra y gente de guerra queestaba sentada junto con sus españoles, el cacique en un escabel y sugente en el suelo alrededor suyo. El Gobernador les hizo un parlamentocomo en semejantes casos suele hacerse, y por mí su Secretario y Escribanodel ejército les fue leída la demanda y requerimiento que S. M. habíamandado se les hiciera, y su contenido les fue declarado por unintérprete, lo entendieron bien y a todo respondieron. Requirióseles quefueran y se llamaran vasallos de S. M. y el Gobernador le recibió en suamistad con la misma solemnidad con que -180- se hizo la otra vez dealzar dos veces el estandarte real, y en señal de ello los abrazó elGobernador con mucha alegría a son de trompetas, haciéndose otrassolemnidades que aquí no se escriben por evitar prolijidad. Hecho esto se

 puso en pie el cacique y en un vaso de oro dio a beber por su mano alGobernador y a los españoles, y luego se fueron a comer por ser ya tarde.

Capítulo XIIITienen sospecha de que el cacique quiere revelarse, resulta infundada, vancon él muchos españoles con veinte mil indios contra Quizquiz, y de lo queles acontece dan aviso al Gobernador por medio de una carta

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 Y habiéndose de partir dentro de dos días el Capitán español con losindios y el cacique para ir contra los enemigos, no pudiendo durar siemprelas cosas en un mismo ser por estar sujetas a las varias vicisitudes delmundo que cada día acontecen, fue informado el Gobernador por algunos

españoles e indios amigos y aliados naturales de la tierra, de que setrataba y platicaba entre los principales del cacique de juntarse con lagente de Quito, y otras cosas de que lo acusaban; de lo que habida algunasospecha y para tener entera certificación de que era fiel y verdadera laamistad del cacique a los cristianos que lo querían tanto, queriendo saberla verdad del hecho, a otro dio llamada el cacique y otros principales asu aposento les dijo lo que se contaba de ellos, de lo cual hechaaveriguación y dado tormento a algunos indios resultaron el cacique y los

 principales sin culpa ninguna, y se certificó que ni en dicho ni en hechose había tratado cosa alguna en daño de españoles, pero sí que dos

 principales -181- eran los que habían dicho que puesto que sus

antepasados no habían estado nunca sujetos a otro, no debían ellos ni elcacique someterse. Pero no obstante esto, por lo que se pudo comprenderentonces y después, se conoció y creyó que siempre amaron a los españolesy no fue fingida su amistad con ellos.

 No salió esta gente a su jornada, porque siendo el rigor del invierno ylloviendo todos los días mucho, se determinó dejar pasar la fuerza delagua, principalmente por haber muchos puentes maltratados y rotos que era

 preciso componer. Venido el tiempo en que cesaron las aguas, el Gobernadorhizo poner en orden los cincuenta caballos con el cacique y la gente suyaque tenía dispuesta para la jornada, los cuales con el Capitán que él lesdio se pusieron en marcha la vuelta de Xauxa para la ciudad de Bilcas,donde se tenía entendido que estaban los enemigos, y por estar los caminoscortados por las muchas lluvias del invierno y los ríos crecidos sin quehubiera puente alguno en muchos de ellos, los españoles pasaron con suscaballos con mucho trabajo, y uno de ellos se ahogó. Llegados por sus

 jornadas al río que está a cuatro leguas de Bilcas, se entendió que losenemigos se iban la vuelta de Xauxa. Y por estar el río crecido y furioso,y el puente quemado, hubieron de detenerse para hacerlo de nuevo, porquesin él era imposible pasarlo, ni con sus barcos que llaman balsas, ni anado, ni de otra manera. Veinte días estuvo aquí el campo para reponer el

 puente, pues los maestros tuvieron mucho que hacer, porque la agua estaba

crecida y desbarataba las crisnejas que se ponían; y si el cacique notuviera aquí tanto número de gente para hacer este puente y para él pasary tirar de las crisnejas, no se habrían podido hacer, pero habiendoveinticinco mil hombres de guerra, y volviendo a probar una vez y otra,valiéndose de cuerdas y de balsas, al cabo pasaron las crisnejas, y

 pasadas hicieron luego en breve espacio el puente; tan bueno y tan bienhecho, que otro semejante y tan grande no se halla en aquella tierra, quees de trescientos sesenta y tantos pies de largo, y de ancho podían pasardos caballos a un tiempo sin riesgo alguno. Pues pasado aquel puente y-182- allegados a Bilcas, los españoles se aposentaron en la ciudad,desde donde dieron cuenta al Gobernador de cómo andaban las cosas. Aquí

estuvo asentado el campo descansando algunos días para tener noticia dellugar en que estaban los enemigos, que no lo sabían más particularmente

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  sino que iban la vuelta de Xauxa, y que pensaban ir a dar en los españolesque habían quedado allí de guarnición. Pues sabido esto se partió al puntoel Capitán con los españoles en auxilio suyo, llevándose consigo a unhermano del cacique con cuatro mil hombres de guerra, y el cacique sevolvió a la ciudad del Cuzco, y el Capitán envió al Gobernador la carta

que el Lugarteniente escribía de Xauxa a gran prisa y era del tenorsiguiente: «Cuando vuestra merced echó del Cuzco a los enemigos serehicieron y vinieron la vuelta de Xauxa y antes que llegaran se supo porlos nuestros cómo venían con gran pujanza porque de todos los lugares dela comarca sacaban la más gente que podían tanto para la guerra como paralos mantenimientos y cargas, lo que sabido por el tesorero Alfonso enviócuatro caballos ligeros a un puente que está doce leguas de la ciudad deXauxa, donde supieron que los enemigos estaban de la otra parte en una

 provincia principal, de manera que vueltos a Xauxa puso el Tesorero lamayor diligencia que pudo, así en la guarda de la ciudad y en el buentrato de los caciques que estaban dentro de la ciudad con él, como en

informarse y entender sotilmente todos los pasos de los enemigos. Y lamayor sospecha que tenían era de los indios que estaban dentro de la

 población, que eran en gran cantidad, y de los comarcanos, porque casitodos estaban de acuerdo con los enemigos para venir a atacar a losespañoles por cuatro partes. Con este acuerdo, los indios de Quito pasaroncon intento de que un Capitán con quinientos de ellos viniera de la partede un monte y pasaran el río que dista un cuarto de legua de la ciudad, yse pusiera en lo más alto del monte para asaltar la ciudad un díaconcertado entre ellos, y el capitán Quizquiz e Incurabaliba, que eran los

 principales capitanes, habían de venir por el llano con el mayor golpe degente, lo que se supo pronto por medio de un indio a quien -183- se ledio tormento, de manera que el Capitán que había de pasar el río yembestir la ciudad desde el monte caminó mucho y llegó un día antes que lademás gente; y una mañana al amanecer vino nueva a la ciudad cómo muchosenemigos habían pasado el puente, de que nació grande alteración entre losindios naturales de Xauxa que servían lealmente a los cristianos, de dondese presumió que toda la tierra estaba alzada como se ha dicho. Proveyó

 principalmente el Tesorero que todo el oro de S. M. y de los compañerosque entonces había en la ciudad se pusiese en una gran casa donde hizo

 poner guardia de los españoles más flacos y enfermos, ordenando que losdemás estuviesen prevenidos para pelear, y mandó que diez caballos ligeros

fueran a ver cuanta cantidad de enemigos era la que había pasado el río para tomar el monte, y él se quedó en la plaza con la demás genteesperando por si el mayor número de enemigos viniera por el llano. Loscorredores españoles dieron en los indios que habían pasado el puente, loscuales se retiran y las españoles hubieron de pasar el puente tras ellascon algunos peones ballesteros que les había mandado el Tesorero, demanera que los indios se volvieron huyendo con mucho daño. El golpe másgrande de los otros que venía por el llano no llegaron al tiempo quehabían concertado con los otros para asaltar la ciudad, y por esperarlosandaban entreteniendo el tiempo. Esta noche y el día se estuvo con muchavigilancia en la ciudad y estuvo siempre la gente armada con los caballos

ensillados, todos juntos en la plaza, pensando que la noche siguientevendrían los indios a embestir la ciudad y a tratar de quemarla, como se

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  decía que tenían intento de hacerlo. Pasados los dos cuartos de la nocheviendo que los enemigos no parecían tomó consigo el Tesorero un caballoligero y fue a ver en qué parte habían asentado el campo los indiosenemigos y cuánto se habían acercado a la ciudad (porque los indios que deesto daban aviso no sabían dónde estaban, y asimismo porque los enemigos

tomaban los caminos para que nadie diera aviso), de manera que aclarandoel día se halló el Tesorero a cuatro leguas de la ciudad, y visto el lugardonde estaban los indios y la calidad -184- del sitio, se volvió a laciudad a la que llegó después de mediodía. Visto por los indios enemigosque los españoles los habían descubierto, y temiendo mucho, se alzaron deaquel sitio y se fueron la vuelta de la ciudad, y en la noche se vinierona poner un cuarto de legua de ella a la orilla de un río pequeño queentraba en el grande. Sabido esto por los españoles estuvieron aquellanoche con mucho recaudo, y al día siguiente por la mañana después de oírmisa tomó el tesorero veinte caballos ligeros y veinte peones con dos milindios amigos, dejando en la ciudad otros tantos españoles de a caballo y

otros tantos de a pie, previniéndoles que cuando los enemigos losacometieran por la otra parte hicieran una señal que ellos la pudieran ver

 para que vinieran a socorrerlos. Salidos de la ciudad los españoles con elLugarteniente, vieron que los indios de Quito habían cruzado el río

 pequeño con sus escuadrones, en los que podría haber hasta seis mil deellos, que viendo a los españoles se retiraron y volvieron a pasar de laotra banda. Pues viendo el Tesorero y los españoles que si ellos noacometían a los enemigos aquel día, la noche siguiente vendrían a saqueary poner fuego a la ciudad, de manera que se tendría mayor trabajo si seaguardara la noche, determinó de pasar el río y pelear con los enemigos,donde se tuvo una brava escaramuza así de tiros de ballestas y arcos comode piedras, y al Tesorero que iba delante de todos por el río abajo, leacertaron una en la coronilla de la cabeza que lo echó del caballo enmedio del río, y atarantado se lo llevó el agua un gran tiro de piedra, desuerte que se hubiera ahogado si no lo hubieran socorrido unos ballesterosespañoles que allí estaban, que lo sacaron con mucho trabajo. Dieronasimismo a su caballo una pedrada en una pierna que se la rompieron ymurió luego. En esto cobraron grande ánimo los españoles y apretaron para

 pasar el río; y viendo los indios su determinación se retiraron huyendo aun monte agro donde murieron unos ciento. Los caballos los siguieron másde legua y media por el monte; y porque se habían recogido a lo más fuerte

del monte a donde los caballos no podían subir, se retiraron a la ciudad.Y visto luego -185- que los enemigos no salían de aquella fortalezadel monte, se determinaron a volver de nuevo contra ellos, y salieron lavuelta de ellos veinte españoles con más de tres mil indios amigos, y losacometieron en aquel monte, donde estaban fortalecidos y mataron muchosechándolos más de tres leguas con muerte de muchos caciques comarcanos queestaban a favor suyo; con cuya victoria quedaron tan contentos los indiosamigos como si ellos solos la hubieran alcanzado. Los indios de Quito sevolvieron a juntar otra vez en un sitio que se llama Tarma distante cincoleguas de Xauxa, de donde asimismo fueron echados, porque hacían muchodaño en las tierras vecinas.

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Capítulo XIVDe la gran cantidad de oro y plata que hicieron fundir de las figuras deoro que adoraban los indios. De la fundación de la ciudad del Cuzco, donde

se hizo población de españoles, y del orden que en ella pusieron

Sabidas estas buenas nuevas por el Gobernador las hizo publicarinmediatamente, de lo que todos los españoles hubieron sumo contento ydieron infinitas gracias a Dios de que se les hubiera mostrado en todo y

 por todo tan favorable a esta empresa. Luego escribió el Gobernador yenvió correos a la ciudad de Xauxa dando a todos la enhorabuena yagradeciéndoles el valor mostrado, y en particular a su Lugarteniente,

diciéndole que de todo lo que le sucediera en adelante, le diera asimismoaviso. En el entretanto se dio mucha prisa el Gobernador en partirse deallí, dejando proveídas las cosas en la ciudad, fundando colonia y

 poblando copiosamente la dicha ciudad. -186- Hizo fundir todo el oroque se había recogido, que estaba en pedazos, lo que hicieron en breve losindios prácticos en el oficio. Y se pesó la suma de todos y se hallaronquinientos ochenta mil doscientos y tantos pesos de buen oro. Se sacó elquinto de S. M. que fueron ciento diez y seis mil cuatrocientos sesenta ytantos pesos de buen oro. Y de la plata se hizo la misma fundición, y

 pesada en junto se hallaron ser doscientos quince mil marcos, poco más omenos, y de ellos ciento setenta mil y tantos eran de plata buena envajilla y planchas, limpias y buenas y el resto no era así porque estabaen planchas y piezas mezcladas con otros metales conforme se sacaba de lamisma. Y de todo esto se sacó asimismo el quinto de S. M. Verdaderamenteera cosa digna de verse esta casa donde se fundía llena de tanto oro en

 planchas de ocho y diez libras cada una, y en vajilla; ollas y piezas dediversas figuras con que se servían aquellos señores, y entre otras cosassingulares eran muy de ver cuatro carneros de oro fino muy grandes, y diezo doce figuras de mujer, del tamaño de las mujeres de aquella tierra,todas de oro fino, tan hermosas y bien hechas como si estuvieran vivas.Éstas las tenían ellos en tanta veneración como si fueran señoras de todo

el mundo y vivas, y las vestían de ropas hermosas y finísimas, y lasadoraban por Diosas, y les daban de comer y hablaban con ellas como sifueran mujeres de carne. Éstas entraron en el quinto de S. M. Había ademásotras de plata de la misma hechura; y al ver los grandes vasos y piezas deaquella plata bruñida era cierto cosa de gran contento. Todo este tesorolo dividió y repartió el Gobernador entre los españoles que fueron alCuzco y los que se quedaron en la ciudad de Xauxa, dando a cada uno tantode plata buena y tanto de mala con tantos pesos de oro bueno, y al quetenía caballo la parte conforme a su mérito y al de su caballo, y a lasservicios que tenía hechos; y a los peones, lo mismo respectivamente segúnque se encontraba apuntado por su orden en el libro de las reparticiones

que se hizo. Todo esto se acabó de hacer en ocho días y al cabo de otrostantos partió de aquí el Gobernador dejando poblada la ciudad del modo que

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  se ha dicho. -187- En el mes de marzo de 1534 ordenó el Gobernador quese reunieran en esta ciudad la mayor parte de los españoles que teníaconsigo, e hizo un acta de fundación y formación del pueblo, diciendo quelo asentaba y fundaba en el mismo ser y tomó posesión de él en medio de la

 plaza y en señal de fundar y comenzar a edificar el pueblo y colonia hizo

ciertas ceremonias, según se contiene en la acta que se hizo, la que yo elEscribano leí en voz alta a presencia de todos; y se puso el nombre a laciudad «la muy noble y gran ciudad del Cuzco», y continuando la poblacióndispuso la casa para la iglesia que había de hacerse en la dicha ciudadsus términos, límites y jurisdicción, y en seguida echó un bando diciendoque podían venir a poblar aquí y serán recibidos por vecinos los quequisieran poblar, y vinieron muchos en tres años. De entre todos seescogieron las personas más hábiles para encargarse del gobierno de lascosas públicas y nombró su lugarteniente, alcaldes y regidores ordinarios,y otros oficiales públicos los cuales eligió y nombró en nombre de SuMajestad, y les dio poder para ejercer sus oficios. Esto hizo el

Gobernador con acuerdo y consejo del religioso que traía consigo y delcontador de S. M. que estaba entonces con él, con parecer de los cuales,vistas y consideradas las personas de los vecinos, hasta tanto que S. M.dispusiera lo que se había de hacer en el repartimiento de los naturales,en el intermedio fue a todos una cierta parte y cantidad señaladaencomendando un número de ellos a los españoles que se quedaran para quelos enseñaran y doctrinaran en las cosas de nuestra santa fe católica. Yfueron repartidos y dados en servicio de S. M. doce mil y tantos indioscasados en la provincia del Callao, al medio de ella cerca de las minas,

 para que sacaran oro para S. M. de lo que se entiende le tendrá grandísimo provecho, considerada la riqueza de las minas que en ella hay, de lascuales cosas se hace larga mención en el libro de la fundación de estacolonia y en el registro del depósito que se hizo de los indioscomarcanos, dejando a la voluntad de S. M. el aprobar, confirmar oenmendar estas cosas según que le parezca convenir mejor a su realservicio.

-188-

Capítulo XV

Parte el Gobernador con el cacique para Xauxa, y tiene nueva del ejércitode Quito, y de ciertas naves que vieron en aquellas costas unos españolesque fueron a la ciudad de San Miguel

Hechas estas provisiones se partió el Gobernador para Xauxa llevándoseconsigo al cacique, y los vecinos quedaron guardando la ciudad, conordenanzas que les dejó el Gobernador para que por ellas se gobernaranhasta tanto que él mandara otra cosa y caminando por sus jornadas el día

de pascua vino a hallarse sobre el río de Bilcas, donde supo por cartas ynoticias de Xauxa que la gente de guerra de Quito después que fue rota y

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  echada de aquellos lugares últimos por el Capitán del Cuzco, se habíaretirado y fortificado a cuarenta leguas de Xauxa camino de Caxamalca enun mal paso en medio del camino, y habían hecho sus cercas para estorbarel paso a los caballos con unas puertas en ellas muy angostas y una calle

 para subir a una piedra alta donde el Capitán habitaba con la gente, que

no tenía paso ninguno sino por esta parte donde habían hecho esta fuerzacon estas puertas tan angostas, y que se pensaba que aquí esperaransocorro porque se tenía nueva de que el hijo de Atabalipa venía con muchagente. Este aviso comunicó el Gobernador al cacique el cual despachó al

 punto correos a la ciudad del Cuzco para hacer venir gente de guerra, queno pasaran de dos mil, pero los mejores de toda la provincia, porque elGobernador le dijo que era mejor que fueran pocos y buenos, que muchos einservibles, porque los muchos destruirían las comidas de las tierras pordonde pasaran, sin necesidad ni provecho. Escribió asimismo el Gobernadoral Lugarteniente y Corregidor del Cuzco que favoreciera a los capitanesdel cacique e hiciera diligencia de que la gente viniera pronto. Partió de

este lugar el Gobernador el segundo día de pascua y por sus jornadas llegóa Xauxa donde supo por entero lo que allí había pasado en su ausencia, yen especial lo que -189- habían hecho los de Quito, y señaladamente ledijeron que después que los enemigos fueron ahuyentados de los alrededoresde Xauxa, se habían retirado veinte o treinta leguas de allí en un monte,y que conforme el Capitán salió contra ellos con el hermano del cacique ycuatro mil hombres llegaron a la vista de ellos, después de descansar unosdías fueron a acometerlos y los desbarataron y echaron de aquel sitio conmucho trabajo y peligro grande. Vueltos a Xauxa, el mariscal D. Diego deAlmagro, que cuando el Capitán y españoles vinieron del Cuzco había venidocon ellos por orden del Gobernador a visitar los indios comarcanos paraver y saber el estado en que estaban las cosas en aquella ciudad y de susvecinos, salió a visitar los caciques y señores de la comarca de Chincha yPachacama, y los otros que tienen sus tierras y viven en las postas delmar. En tal estado halló las cosas el Gobernador cuando llegó a Xauxa, ydescansando del largo viaje sin proveer nada en los primeros días en cosaalguna, esperaba los indios para ir a echar a los enemigos del fuerte quehabían tomado y acabar con ellos, cuando le llegó uno de dos mensajerosespañoles que habían ido a la ciudad de San Miguel para ver cómo estabanlas cosas de ella, el cual le dijo de esta manera:«Señor, partido que hube de aquí por orden del Mariscal me puse a caminar

con gran diligencia por los llanos y la orilla del mar no con pocotrabajo, porque muchos caciques de los que hay por el camino estabanalzados; pero algunos que eran amigos nos proveyeron de lo quenecesitábamos y ellos nos informaron que por la costa del mar se habíanvisto cuatro navíos, los que yo vi un día, y considerando que yo eraenviado a la ciudad de San Miguel para saber si habían llegado navíos deladelantado Alvarado o de otros, anduve nueve días y nueve noches por lacosta, algunas veces a la vista de ellos, creyendo tomarían puerto yentendería así quiénes eran, pero con toda esta diligencia y trabajo no

 pude conseguir lo que quería, por lo que me puse a seguir mi viaje a laciudad de San Miguel, y pasando del otro lado del río grande fui informado

 por los indios de la tierra -190- de que venían cristianos por aquelcamino, y pensando yo que sin duda sería gente del adelantado Alvarado,

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  anduvimos un compañero y yo sobre aviso para no encontrarnos con ellos deimproviso; y llegados cerca de Motupe supe que andaban cerca de aquellatierra y esperé que viniera la noche, y al despuntar el día envié a micompañero a hablar con ellos y a ver qué gente fuera, y le di ciertasseñales para que avisara y finalmente supe ser gente que venía a la

conquista de estos reinos, por lo que me fui a ellos y hablé largodiciéndoles la embajada que llevaba y ellos con retorno me informarondiciéndome haber venido a la ciudad de San Miguel en ciertos navíos dePanamá, y eran en número de doscientos cincuenta. Llegados a San Miguel,el Capitán que estaba en aquella ciudad con los doscientos, de ellossetenta de a caballo, se había ido a las provincias de Quito paraconquistarlas, y ellos que serían hasta treinta personas con sus caballossabiendo las conquistas que se hacían en el Cuzco y la falta que había degente no quisieron ir con el Capitán a aquellas provincias de Quito y asívenían para Xauxa, y les dieron noticia de todo lo sucedido aquí, y de laguerra que se había tenido con los indios de Quito, y para traer más

 presto las nuevas de lo sucedido allá, me volví desde aquel lugar sin ir ala ciudad de San Miguel, sabiendo de cierto ser ya partido el Capitán consu gente y que ya iba cerca de Cossibamba. Volviendo por mi camino la

 pascua pasada encontré al mariscal D. Diego de Almagro cerca de la tierrade Cena que es donde se aparta el camino de Caxamalca al que conté cómo

 pasaban las cosas, y cómo el Capitán que iba a Quito sospechaban algunosque no iba con buenas intenciones. El Mariscal, oído esto se partió al

 punto para alcanzar al Capitán que llevaba esta gente a la jornada deQuito, para detenerlo hasta tanto que proveyeran juntos a las necesidadesde esta guerra. Pues esto es, señor, lo que me ha sucedido en este viajedurante el cual procuré de tener noticia de aquellos navíos pero no pudesaber de ellos otra cosa. De Alvarado nada se sabe, sino que se piensa quehaya desembarcado ya en esta costa del mar o haya pasado más adelantesegún lo que las cartas me dicen».

-191-

Capítulo XVILabran en la ciudad de Xauxa una iglesia, y mandan tres mil indios conalgunos españoles contra los indios enemigos. Tienen nueva de la llegada

de muchos españoles y caballos, por lo cual mandan gente a la provincia deQuito. Relación de la calidad y gente de la tierra de Tumbes hasta Chinchay de la provincia Collao y Condisuyo

El Gobernador recibió este mensajero, leyó las cartas que traía y le preguntó otras muchas cosas, y para proveer lo que le parecía convenienteen este negocio llamó a todos los oficiales de S. M. y habiéndose tratadode la ida de aquel Capitán a Quito, y como el Mariscal ya se habría

avocado con él según la nueva traída por aquel mensajero, se acordó que élmandara un Lugarteniente suyo con poder bastante para aquella jornada, y

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  escritas sus cartas a la ciudad de San Miguel y al Mariscal diciéndoles loque se había de hacer, despachó con ellas tres cristianos para que fuerancon más presteza y más seguras, mandándoles que se dieran prisa en elcamino y de continuo fueran avisando lo que supieran. Proveído esto ordenóel lugar y sitio donde se había de levantar la iglesia en aquella ciudad

de Xauxa, la cual mandó que hicieran los caciques de la comarca, y fueedificada con sus grandes puertas de piedra. En este intermedio llegaroncomo cuatro mil indios de guerra de la ciudad del Cuzco de los que elcacique había mandado llamar, y el Gobernador hizo alistar cincuentaespañoles de a caballo y treinta peones para ir a echar a los enemigos del

 paso donde estaban, y se partieron con el cacique y su gente, el cual cadavez quería más a los españoles. Mandó el Gobernador al Capitán de estosespañoles que persiguieran a los enemigos hasta Guanuco o más alláconforme lo creyera necesario, y que de todo le avisaran de continuo porcartas y mensajeros. Después de esto vinieron al Gobernador nuevas de losnavíos, la vigilia de pascua del Espíritu Santo, y asimismo recibió carta

de San Miguel -192- que le trajeron dos españoles y supo cómo losnavíos por el mal tiempo se habían quedado a sesenta leguas de Paccacamasin poder pasar adelante, y que el Adelantado de Alvarado había arribado aPuerto Viejo hacía ya tres meses con cuatrocientos hombres y cientocincuenta de a caballo, y que con ellos se entraba la tierra dentro lavuelta de Quito, creyéndose que llegaría allá al tiempo que el mariscaldon Diego entrara en aquellas provincias por otro lado. Por todos estosavisos de la justicia y regimiento de la ciudad de S. Miguel, y de otras

 partes entró en cuidado el Gobernador, y para poner remedio con acuerdo delos oficiales envió a sus mensajeros por mar en un bergantín, con loscuales mandó poderes al Mariscal para que en nombre de S. M. con la genteque llevaba y con la demás que ya estaría a punto en la ciudad de SanMiguel, a la cual mandaba que le dieran ayuda, conquistara, pacificara y

 poblara aquellas provincias de Quito. Proveyó así mismo otras cosas sobreesto, para que el Alvarado no hiciera daño en la tierra, porque así lodeseaba S. M., y asimismo determinó que a la venida de los navíos semandara a S. M. razón de todo lo sucedido hasta aquella hora en estaempresa para que sea de todo informado, y pueda proveer en todo lo quetenga por más cumplidero a su real servicio. En este estado están lascosas de la guerra y lo demás obrado en esta tierra; y de la calidad deella se dirá brevemente porque de Caxamalca se mandó relación de ello.

Esta tierra desde la ciudad de Túmbez hasta Chincha tendrá diez leguas enla costa del mar, en partes más y en partes menos; es tierra llana yarenosa, no nace en ella yerba, ni llueve sino poco; es tierra fértil delmaíz y frutas porque siembran y riegan las heredades con agua de los ríosque bajan de los montes. Las casas que habitan los labradores son de

 juncos y ramas, porque cuando no llueve hace gran calor, y pocas casastienen techos. Es gente ruin, y muchos son ciegos por la mucha arena quehay. Son pobres de oro y de plata, que lo que tienen es porque lo cambian

 por mercadurías los que viven las sierras. Toda la tierra cercana al mares de esta manera hasta Chincha y también cincuenta leguas más adelante.Se -193- visten de algodón y comen maíz cocido y crudo y la carne

media cruda. Al fin de los llanos que se llaman Ingres hay unas sierrasaltísimas que duran desde la ciudad de San Miguel hasta Xauxa, que bien

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  podrán ser ciento cincuenta leguas de largo, pero tienen poca anchura. Estierra muy alta y fuerte de montes y de muchos ríos; no hay selvas sinoalgunos árboles donde siempre hay muy gran niebla. Es muy fría porque hayuna sierra nevada que dura casi desde Caxamalca a Xauxa, donde hay nievetodo el año. La gente que allí vive es más racional que la otra, porque es

muy pulida y guerrera y de buena disposición. Éstos son muy ricos de oro yde plata porque lo sacan de muchas partes de la sierra. Ningún señor delos que han gobernado estas provincias ha hecho nunca caso de la gente dela costa, por ser ruin y pobre como se ha dicho, que no se servían de ellasino para traer pescado y frutas, pues por ser de tierra caliente luegoque van a aquellos lugares de sierras se enferman por la mayor parte, y lomismo sucede a los que habitan las montañas, si bajan a la tierracaliente. Los que habitan de la otra parte de la tierra adentro tras delas cumbres, son como salvajes que no tienen casas, ni maíz sino poco;tienen grandísimas montañas y casi se mantienen de la fruta de lasárboles; no tienen domicilio ni asiento conocido; hay grandísimos ríos, y

es tierra tan inútil, que pagaba todo el tributo a los señores en plumasde papagayo. Por ser esta sierra la mayor de toda la tierra tan estrecha yangosta y por estar destruida con las guerras que ha habido, no se puedenfundar poblaciones de cristianos, si no es un pueblo muy apartado de otro.Desde la ciudad de Xauxa camino del Cuzco se va anchando la tierraapartándose del mar; y los señares que han sido del Cuzco teniendo suestancia y residencia en el Cuzco, a la tierra que quedaba hacia Quitollamaban Cancasuelo, y a la tierra adelante que se llama Callao,Collasuyo; y a la parte del mar, Condisuyo; y a la tierra dentroCandasuyo; y de este modo ponían nombres a estas cuatro provincias hechasa guisa de cruz donde se encerraba su señorío. En el Colao no se tienenoticia de mar y es tierra llana a la que se ha visto, y grande y muyfría, y hay en ella muchos -194- ríos de que se saca oro. Dicen losindios que hay en ella una laguna grande de agua dulce, y en medio tienedos islas. Para saber el estado de esta tierra y su gobierno, mandó elGobernador dos cristianos que le trajesen de ello larga información, losque partieron a principios de diciembre. La parte de Condisuyo hacia elmar en derecho del Cuzco, es tierra pequeña y muy deleitable, aunque estoda de montañas y piedras y la parte de la tierra dentro es lo mismo;corren por ella todos los ríos que no van a dar al mar de poniente; estierra de muchos árboles y montes y está muy poco poblada. Esta sierra

corre desde Tumbes hasta Xauxa, y desde Xauxa hasta la ciudad del Cuzco;es pedregosa y áspera, que si no hubiera caminos hechos a mano no se podría andar a pie cuanto menos a caballo por lo que había muchas casasllenas de materiales para hacer el piso, y en esto tenían tanto empeño losseñores que no faltaba sino hacerlo. Todas las montañas agras están hechasa guisa de escalones de piedra, y de la otra parte del camino no teníaanchura por causa de unos montes que lo estrechaban de ambos lados y enuno habían hecho un espolón de piedra para que algún día no se cayese, yhay también otros lugares en que el camino tiene de ancho cuatro o cincocuerpos de hombre, hecho y empedrada de piedra. Uno de los mayorestrabajos que pasaron los conquistadores en esta tierra fue en estos

caminos. Todos o la mayor parte de los pueblos de esas faldas de lassierras están y viven en colinas y montes altos; sus casas son de piedra y

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  tierra; hay muchos aposentos en cada pueblo, y por el camino a cada leguao dos y más cerca, se encuentran los hechos para aposentar a los señorescuando salían a visitar la tierra, y de veinte en veinte leguas hayciudades principales cabezas de provincia a donde los de otras ciudades

 pequeñas traían sus tributos que pagaban así de maíz y ropas como de otras

cosas. Todas esas ciudades grandes tienen pósitos llenos de las cosas quehay en la tierra y por ser muy fría se coge poco maíz, y éste no se dasino en partes señaladas; pero en todas, muchas legumbres y raíces con quelas gentes se sustentan, y también buenas yerbas, como las -195- deEspaña. Hay también nabos silvestres y amargos. Hay bastante ganado deovejas que anda en rebaños con sus pastores que lo guardan apartado de lassementeras, y tienen cierta parte de la provincia donde invernan. Lagente, como se ha dicho, es pulida y de razón, y andan todos vestidos ycalzados; comen el maíz cocido y crudo, y beben mucha chicha que es un

 brebaje hecho de maíz a modo de cerveza. Es gente muy tratable y muyobediente y belicosa; tiene muchas armas de diversas maneras como se

refirió en la relación que fue de Caxamalca de la prisión de Atabalipa,según arriba se dijo.[...]

Capítulo XIXEn cuánta veneración tenían los indios a Guarnacaba cuando vino y lotienen ahora después de muerto; y cómo por la desunión de los indiosentraron con los españoles en el Cuzco, y de la fidelidad del nuevocacique Guarnacaba a los cristianos

La ciudad del Cuzco es la cabeza y provincia principal de todas las otras,y desde aquí hasta la playa de San Mateo y de la otra parte más allá de la

 provincia del Collao, que toda es tierra de caribes flecheros, todo estárendido y sujeto a un solo señor que fue Atabalipa y antes de él a losotros señores pasados, y al presente es señor de todo este hijo de

Guarnacaba. Este Guarnacaba que fue tan nombrado y temido, y lo es hastahoy día así muerto como está, fue muy amado de sus vasallos, -196-sujetó grandes provincias y las hizo sus tributarias; fue muy obedecido ycasi adorado, y su cuerpo está en la ciudad del Cuzco, muy entero,envuelto en ricos paños y solamente le falta la punta de la nariz. Hayotras imágenes hechas de yeso o de barro las que solamente tienen loscabellos y las uñas que se cortaba y los vestidos que se ponía en vida, yson tan veneradas entre aquellas gentes como si fueran sus dioses. Losacan con frecuencia a la plaza con músicas y danzas, y se están de día ynoche junto a él espantándole las moscas. Cuando algunos señores

 principales vienen a ver al cacique, van primero a saludar a estas figuras

y luego al cacique, y hacen con ellas tantas ceremonias, que sería gran prolijidad escribirlas. Se junta tanta gente a estas fiestas que se hacen

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  en aquella plaza, que pasan de cien mil ánimas.Salió muy bien el haber hecho señor a este hijo de Guarnacaba, porquevenían todos los caciques y señores de la tierra y provincias apartadas aservirle y a dar por respeto suyo obediencia al Emperador. Losconquistadores pasaron grandes trabajos porque toda la tierra es la más

montañosa y áspera que se puede andar a caballo, y se puede creer que sino fuera por la discordia que había entre la gente de Quito, y losnaturales y señores de la tierra del Cuzco y su comarca, no habríanentrado los españoles en el Cuzco ni habrían sido bastantes para pasaradelante de Xauxa, y para haber entrado sería menester que hubieran ido ennúmero de más de quinientos, y para poder mantenerla se necesitaban muchosmás, porque la tierra es tan grande y tan mala, que hay montes y pasos quediez hombres los pueden defender de diez mil. Y nunca el Gobernador pensó

 poder ir con menos de quinientos cristianos a conquistarla, pacificarla yhacerla tributaria; pero como entendió la grande desunión que había entrelos de aquella tierra y los de Quito, se propuso con los pocos cristianos

que tenía ir a librarles de sujeción y servidumbre y a impedir los perjuicios y agravios que los de Quito hacían en aquella tierra y quiso Nuestro Señor usar merced con él. Ni nunca el Gobernador se hubieraaventurado a hacer tan larga y trabajosa jornada en esta tan grandeempresa, a no haber -197- sido por la gran confianza que tenía entodos los españoles de su compañía, por haberlos experimentado y conocidoser diestros y prácticos en tantas conquistas, y avezados a estas tierrasy a los trabajos de la guerra; lo que muy bien mostraron en esta jornadaen lluvias y nieves, en atravesar a nado muchos ríos, en pasar grandessierras y en dormir muchas noches al raso, sin agua que beber ni cosaalguna de que alimentarse, y siempre de día y de noche estar de guardiaarmados; en ir acabada la guerra a reducir muchos caciques y tierras quese habían alzado, y en venir de Xauxa al Cuzco donde tantos trabajos

 pasaron juntamente con su Gobernador, y donde tantas veces pusieron en peligro sus vidas en ríos y montes donde muchos caballos se matarondespeñándose. Este hijo de Guarnacaba tiene mucha amistad y conformidadcon los cristianos, y por eso los españoles para conservarlo en la señoríase pusieron en infinitos afanes y finalmente se portaron en todas estasempresas tan valerosamente y sufrieran tanto, como otros españoles puedenhaber hecho en servicio del Emperador, de manera que los mismos españolesque se han hallado en esta empresa se maravillan de lo que han hecho,

cuando de nuevo se ponen a pensarlo, que no saben cómo están vivos y cómohan podido sufrir tantos trabajos y tan largas hambres; pero todo lo dan por bien empleado y de nuevo se ofrecen, si fuera necesario, a entrar enmayores fatigas para la conversión de aquellas gentes y ensalzamiento denuestra santa fe católica. De la grandeza y sitio de la tierra antedichase omite hablar, y sólo resta dar gracias y alabanzas a Nuestro Señor

 porque tan visiblemente ha querido guiar por su mano las cosas de S. M. yde estos reinos que por su divina providencia han sido iluminados yenderezados al verdadero camino de salvación. Plegue asimismo a suinfinita bondad que de aquí en adelante vayan de bien en mejor, porintercesión de su bendita Madre, abogada de todos nuestros pasos, que los

encamine a buen fin.Acabose esta relación en la ciudad de Xauxa a los 15 días del mes de julio

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  de 1534, la cual yo Pedro Sancho, Escribano general en estos reinos de la Nueva Castilla y -198- Secretario del gobernador Francisco Pizarro, por su orden y de los oficiales de S. M. la escribí justamente como pasó,y acabada la leí en presencia del Gobernador y de los oficiales de S. M.,y por ser todo así, el dicho Gobernador y los oficiales de S. M. la firman

de su mano.- Francisco Pizarro.- Álvaro Riquelme.- Antonio Navarro.-García de Salcedo.- Por mandado del Gobernador y oficiales.- Pero Sancho.Fin de la Relación de la Conquista del Perú.

Publicada en italiano por J. B. Ramusio, y traducida por primera vez alcastellano por Joaquín García Icazbalceta.- (1849)Obras de D. J. García Icazbalceta.- Tomo VIII.- México.- Imprenta de V.Agüeros, Editor.- Año de 1898.

-199-

El cronista Pedro Pizarro-[200]- -201-

Biografía del cronista Pedro PizarroA diferencia de Agustín de Zárate, no se distingue este cronista por lacorrección del lenguaje y lo pulido de la frase. Escribe en forma vulgar ydefectuosa, como se ha notado más de una ocasión, pero su testimonio esmuy valioso por ser el de un testigo presencial de los hechos que relata yamante de la verdad. «Los que me conocen, dice en sus escritos, saben seryo amigo de la verdad y que la trato siempre, y así va aquí todo escritocon toda verdad».El cronista Pizarro fue en todo tiempo muy estimado por los investigadoresy uno de ellos, Guillermo H. Prescott, lo cita a cada paso en su célebreHistoria de la Conquista del Perú.

Muy pocas noticias tenemos de él desgraciadamente. Sabemos que fue pariente de Francisco Pizarro y que con él pasó al Perú en 1530, luego dela capitulación que celebró este último con el monarca español para laconquista de la nueva tierra descubierta. -202- La obra de Pizarro:Relación del Descubrimiento y Conquista del Perú, se terminó de escribirel 7 de febrero de 1571 y permaneció por mucho tiempo inédita. Elmanuscrito fue conocido y utilizado por diversos historiadores y

 particularmente por Prescott. Se publicó por vez primera en 1844, en laColección de documentos inéditos para la historia de España;

 posteriormente la obra se volvió a imprimir en la Colección de libros ydocumentos referentes a la historia del Perú, a cargo de Horacio Urteaga.

y Carlos A. Romero. También se tradujo al inglés la obra de Pizarro y se publicó en Nueva York por los afanes de Means.

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  Tenemos que acudir a la obra del padre Rubén Vargas Ugarte S. J., Fuentes para la Historia del Perú, publicada en Lima en 1939, en busca de datossobre Pedro Pizarro, pues es el que más ha logrado reunirlos.Transcribimos a continuación los que trae en su celebrado libro:

«Primo hermano del Conquistador, vino en su compañía en 1530 y le

siguió en la conquista, aunque por su corta edad no figura comosoldado ni tiene parte en el botín de Cajamarca. Más tarde, en elCuzco, se ciñe la espada y desde entonces hasta 1540, en que setraslada a Arequipa, donde se le reparten tierras e indios deencomienda no abandona la milicia. Las alteraciones que sobrevienenle obligan nuevamente a tomar las armas y, aunque propenso siempre aseguir las banderas del Rey, claudica un tanto durante la rebeliónde Gonzalo Pizarro, motivo por el cual Jiménez de la Espada loincluye entre los «cambiabanderas» o «tejedores» como diríaCarvajal.»Pacificado el Perú por Gasca, vuelve nuevamente a Arequipa, donde

contrae matrimonio en 1551 con doña María Cornejo, hija de donFrancisco Simancas. El alzamiento de Hernández Girón lo sacanuevamente al campo; en la rota de Villacurí, luchando con losleales, escapa a duras penas con la vida y torna a Villa Hermosa,donde en 1555 es nombrado -203- Alcalde Ordinario. Ya de edadmadura, pues debía tener 56 años, toma la pluma y escribe su crónicaque titula: De la conquista deste Reyno del Pirú y de las guerras y

 batallas que en ella ha habido desde la conquista que Guaynacavahizo en Quito y de los Reyes, Señores naturales que en este Reyno hahabido y guerras entre Atahualpa y Huáscar y de los sitios queidolatraban y gobierno que tenían y modo de servirse y de seguir laguerra y provincias e indios que en ella había e de otras cosas,como en ella se contiene y riquezas que en esta tierra se hallaron.»Este libro que contiene 32 capítulos en 144 fojas, entregó Pizarroel 28 de marzo de 1572 a Damasio de Salcedo, residente en Salamanca,quien, a su vez, lo había de poner en manos del Rey. No sabemos lasuerte que corriera el manuscrito, pero en 1844 lo publicaron en eltomo V de la C. D. I. H. de E., Fernández de Navarrete, Salvá ySainz de Baranda, tomándolo, según parece, de los papeles de laColección de Muñoz. Esta circunstancia nos induce a pensar que no esinverosímil se hayan deslizado errores y aun cometido omisiones en

la transcripción. Lo reprodujo en El Ateneo (1.ª Época 1889. TomoVII y VIII) D. Eugenio Larrabure y, modernamente, D. Carlos A.Romero en el tomo VI de la Colección de Libros y Documentosreferentes a la Historia del Perú (Lima, 1917).»Pizarro, a diferencia de Jerez y Estete, escribe a larga distanciade los sucesos. En febrero de 1571 pone término a su trabajo y, comono cuenta con otros apuntes que los de su feliz memoria, no es

 posible exigirle precisión en los datos y cronología exacta. Lasfechas se le escapan y, tal cual sucedido, ya ha comenzado aesfumarse de su mente, pero con todo, asombra la riqueza de suinformación. El resquemor de las contiendas civiles ha debido agriar

un tanto su ánimo y le predispone contra los partidarios de Almagro, pero no es tanta su pasión que le obligue a tergiversar los hechos.

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  Sin duda que estas dos -204- circunstancias le hacen menosfidedigno, pero en cambio ninguna de las crónicas precedentes leaventaja en extensión y en abundancia. Tanto al describir lossucesos de la conquista como sus primeras impresiones en el Cuzco ylas peripecias del sitio puesto a la ciudad por el Inca Manco,

Pizarro dice lo que otros ignoraron o no alcanzaron a ver. Sulenguaje rudo, sencillo, desprovisto de elegancia, es un indicio desu sinceridad y si bien al referirse a ciertos personajes de laépoca su pluma no corre tan serena como fuera de desear, en otroscasos las condiciones de la tierra, costumbres de sus habitantes yreminiscencias incaicas la hacen todavía más apreciable.»De su vida, fuera de lo dicho antes, sólo agregaremos que en unaescritura suscrita en 1557, en Arequipa y desempolvada por elcanónigo D. Santiago Martínez, dice ser natural de Toledo e hijo deMartín Pizarro, natural de Trujillo y de Luisa Meneses. De sumatrimonio con doña María Cornejo tuvo diez hijos, cinco varones y

cinco mujeres y del segundo de ellos, o sea Martín, aún viven losdescendientes. Debió fallecer entre los años de 1581 a 1589, pero seignora la fecha exacta».

(Obra citada, páginas 151 y 152)

En la Miscelánea Americanista, editada en homenaje a la memoria de donAntonio Ballesteros Beretta en Madrid el año de 1951, tomo primero,escribió don Narciso Alonso Cortés una monografía titulada: El CronistaPedro Pizarro. En ella reprodujo los documentos originales encontrados porél y que dan luz sobre Pizarro y permiten completar adecuadamente algunosdatos de su vida.Sabemos así que en 1548 el licenciado don Pedro de La Gasca concedió aPizarro, en premio de sus servicios a la causa real, no sólo laconfirmación de la Encomienda de indios que la tenía en la ciudad deArequipa, sino la ampliación de esa Encomienda, dándole todo lo que antes

 poseía Hernando de Torres.-205-

El mismo don Narciso Alonso Cortés, ha publicado también el Testamento

Cerrado que en Arequipa otorgó el día 24 de marzo de 1586 Pedro Pizarro.El testador declara ser hijo legítimo de Martín Pizarro, natural de laciudad de Toledo y de Luisa Méndez (no Meneses), ya difuntos, vecinos dela ciudad de Trujillo. Declara estar casado con doña María Cornejo deSimancas y tener nueve hijos legítimos: cinco hombres y cuatro mujeres.Distribuye luego sus bienes, que no eran pocos, entre su mujer e hijos.Ocurrió el fallecimiento de Pedro Pizarro el día 9 de marzo de 1587, comoaparece de la diligencia judicial en que su mujer comparece a pedir que seabra el testamento cerrado.En el expediente tramitado en Valladolid por dos hijos de Pizarro:Francisco y Luis, para probar su hidalguía, y que también reproduce

Cortés, se expresa que «dicho Pedro Pizarro, natural de Toledo, pasó a lasIndias muy mozo, con el marqués don Francisco Pizarro, el cual siempre le

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  trató y reconoció por su pariente muy cercano; y allá el dicho PedroPizarro se avecindó en la dicha ciudad de Arequipa, que es en el Perú,donde anduvo siempre en las guerras, como caballero hijodalgo, en serviciodel rey don Felipe y emperador don Carlos, nuestros señores, e hizograndes servicios, por los cuales se le hicieron mercedes y dieron

repartimientos» (Obra citada, página 76).Tales son los datos que investigaciones y estudios de estos últimos añosnos dan sobre este pariente cercano del Marqués de los Atabillos y soldadocronista de la Conquista. Completaremos las informaciones sobre esteCronista con unos párrafos del doctor Porras Barrenechea, en el importanteestudio de que antes hicimos mención publicado sobre Los Cronistas de laConquista. Dicen así:

«Los comentadores de Pedro Pizarro alaban en él principalmente susencillez, su falta de pretensiones literarias, su sinceridadevidente. Esta falta de aliño -206- en la frase es acaso uno delos mayores atractivos del cronista. Habla de sí generalmente en

tercera persona, como cuando dice 'Pedro Pizarro se defendía con unaadarga que tenía embrazada y una espada en la mano'. Pero el calordel relato lo hace abandonar esta impersonalidad, particularmente alevocar las más dramáticas peripecias de su vida, las batallas en queestuvo, para lo que adopta orgullosamente la primera persona del

 plural. Así en el asalto de la fortaleza de Sacsahuamán donde dice:'Pues aguardando Juan Pizarro y los que con él estábamos', o en elrelato de Chupas, en donde dice: 'no los podíamos herir a ellos porestar armados y dábamos a los caballos y ansí los matamos y herimoscasi todos', en la derrota de Huarina: 'los que salimos de Guarinacon las vidas'. Pero hay todavía una nota más emocionada en ellenguaje del cronista y es cuando, queriendo comunicar la evidenciade lo que dice, y que le crean, recurre ya a hablar en primera

 persona como cuando, refiriendo conversaciones de Atahualpa,escribe: 'estando yo presente', o refiriéndose a Pizarro cuando sevio obligada a ejecutar al Inka: 'yo vide llorar al Marqués de pesar

 por no podelle dar la vida', o cuando afirma orgullosamente sulealtad, diciendo, 'me he hallado en todas las batallas en serviciode S. M. y de su estandarte real, si no fue en la de Quito que no mehallé porque Gonzalo Pizarro me había quitado los indios ydesterrado a Charcas porque no quise seguirle'.

»El sentimiento más hondo y arraigado en el ánimo de Pedro Pizarroes su orgullo de conquistador. Como su pariente don FranciscoPizarro y sus compañeros del descubrimiento, cree que la tierra les

 pertenece y se queja amargamente de 'los pretensores de agora a losque se dan tierras y repartimientos cuando antes no se daban, si noeran beneméritos que se habrían hallado en descubrir y conquistaresta tierra'. Y desconociendo el valor de las crónicas de Cieza, enunos pocos pasajes despectivos de su libro, surge airada y en

 primera persona su protesta de viejo -207- poblador de latierra, contra los recién venidos: 'yo no le conozco con ser uno delos primeros que en este reino entraron'.

»La obra de Pedro Pizarro es por todos estos méritos espontáneos unade las fuentes más seguras e interesantes para la historia de la

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  conquista. Su técnica es rudimentaria, pero la compensa sunaturalidad. A pesar de su rudeza exhibe méritos que no tienen loscronistas más cultos: recogió muchas noticias útiles sobre lascostumbres inkaicas que intercala en su relato y hasta esbozaligeras semblanzas o retratos sicológicos de los héroes de la

conquista y de sus compañeros de armas, precisos y sumarios, de graninterés. Su crónica, sobre todo, ofrece el perenne encanto querevisten las proezas juveniles relatadas con el tono sereno de lamadurez.»El manuscrito de Pedro Pizarro fue entregado por un descendientesuyo al padre Bernabé Cobo, en la primera mitad del siglo XVII. Enel inventario de los libros que hizo en el siglo XVIII el

 bibliotecario de la Biblioteca de Madrid don Francisco AntonioGonzález (Tomo III, pág. 64), figura la Relación de Pedro Pizarrocon este título Relación del descubrimiento y conquista del Perú ysu estado antiguo.- Año 1571, y la signatura J 40. Muñoz (tomo 93)

da la misma indicación. Means la da en 1928 como existente en laBiblioteca Nacional de Madrid, pero en el inventario de 1873 ya noexistía en ella.»Los editores de Pedro Pizarro en 1844, dan una historia dudosa delmanuscrito original, que acaso fuera el de la Nacional. Dicen que elmanuscrito fue del doctor Martínez del Villar, Regente de laDiputación de Aragón, quien conoció al autor y copió la Relación desu propia mano. Para esto sería necesario que Martínez del Villarhubiera vivido en el siglo XVI y hubiera estado en el Perú. Elmanuscrito se hallaba en 1844 en poder del consejero de Marina D.Gregorio de la Torre Trasierra, quien lo franqueó para su

 publicación a D. Martín Fernández de Navarrete».

-[208]- -209-

 Noticias contemporáneas de la captura de Atahualpa(Como la captura del Inca fue uno de los más memorables, así como de losmás inicuos actos de la conquista, he creído del caso citar lostestimonios, que afortunadamente poseo, de varios de los que se hallaron

 presentes).

Relación del primer descubrimiento de la Costa y Mar del Sur, manuscritoA la hora de las cuatro comienzan a caminar por su calzada adelantederecho adonde nosotros estábamos, y a las cinco o poco más llegó a la

 puerta de la ciudad, quedando todos los campos cubiertos de gente, y asícomenzaron a entrar por la plaza hasta trescientos hombres como mozosdespuelas con sus arcos y flechas en las manos cantando un cantar no nadagracioso para los -210- que lo oyamos, antes espantoso porque parecíacosa infernal, y dieron una vuelta a aquella mezquita amangando al suelo

con las manos a limpiar lo que por él estaba, de lo cual había pocanecesidad porque los del pueblo le tenían bien barrido para cuando

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  entrase. Acabada de dar su vuelta pasaron todos juntos, y entró otroescuadrón de hasta mil hombres con picas sin yerros, tostadas las puntas,todos de una librea de colores, digo que la de los primeros era blanca ycolorada, como las casas de un axedrez. Entrando el segundo escuadrónentró el tercero de otra librea, todos con martillos en las manos de cobre

y plata, que es una arma que ellos tienen; y ansí de esta manera entraronen la dicha plaza muchos señores principales, que venían en medio de losdelanteros y de la persona de Atabalipa. Detrás déstos, en una litera muyrica, los cabos de los maderos cubiertos de plata, venía la persona deAtabalipa, la cual traían ochenta señores en hombros, todos vestidos deuna librea azul muy rica, y él vestida su persona muy ricamente con sucorona en la cabeza, y al cuello un collar de esmeraldas grandes, ysentado en la litera en una silla muy pequeña con un coxín muy rico. Enllegando al medio de la plaza paró, llevando descubierto el medio cuerpode fuera; y toda la guerra que estaba en la plaza le tenían en medio,estando dentro hasta seis o siete mil hombres. Como él vio que ninguna

 persona salía a él ni parecía, tuvo creído, y así lo confesó después de preso, que nos habíamos escondido de miedo de ver su poder; y dio una vozy dijo, «¿Dónde están éstos?». A la cual salió del aposento del dichogobernador Pizarro el padre fray Vicente de Valverde, de la orden de los

 predicadores, que después fue Obispo de aquella tierra, con la bribia enla mano y con él una lengua y así juntos llegaron por entre la gente a

 poder hablar con Atabalipa, al cual le comenzó a decir cosas de la sagradaescriptura, y que Nuestro Señor Jesu-Christo mandaba que entre los suyosno hubiese guerra ni discordia, sino todo paz, y que él en su nombre ansíse lo pedía y requería; pues había quedado de tratar della el día antes, yde venir solo sin gente de guerra. A las cuales palabras y otras muchasque el frayle le dijo, él estuvo callando sin volver -211- respuesta;y tornándole a decir que mirase lo que Dios mandaba, lo cual estaba enaquel libro que llevaba en la mano escripto, admirándose a mi parecer másde la escriptura que de lo escripto en ella, le pidió el libro, y le abrióy ojeó; mirándole el molde y la orden dél; y de después de visto, learrojó por entre la gente con mucha ira, el rostro muy encarnizado,diciendo: «Decidles a esos que vengan acá, que no pasaré de aquí hasta queme den cuenta y satisfagan y paguen lo que han hecho en la tierra». Vistoesto por el frayle y lo poco que aprovechaban sus palabras, tomó su libro,y abajó su cabeza, y fuese para donde estaba el dicho Pizarro, casi

corriendo y díjole «¿No veis lo que pasa? ¿Para qué estáis encomedimientos y requerimientos con este perro lleno de soberbia, quevienen los campos llenos de indios? ¡Salid a él!, que yo os absuelvo». Yansí acabadas de decir estas palabras, que fue todo en un instante, tocanlas trompetas, y parte de su posada con toda la gente de a pie que con élestaba, diciendo: «¡Santiago a ellos!», y así salimos todos a aquella voza una, porque todas aquellas casas que salían a la plaza tenían muchas

 puertas, y parece que se habían fecho a aquel propósito. En arremetiendolos de a caballo y rompiendo por ellos todo fue uno, que sin matar sinosólo un negro de nuestra parte, fueron todos desbaratados y Atabalipa

 preso, y la gente puesta en huida, aunque no pudieron huir del tropel,

 porque la puerta por do habían entrado era pequeña y con la turbación no podían salir; y visto los traseros cuán lejos tenían la acoxida y remedio

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  de huir, arrimáronse dos o tres mil dellos a un lienzo de pared, y dieroncon él a tierra, el cual salió al campo, porque por aquella parte no habíacasas, y ansí tuvieron camino ancho para huir; y los escuadrones de genteque habían quedado en el campo sin entrar en el pueblo, como vieron huir ydar alaridos, los más dellos fueron desbaratados y se pusieron en huida,

que era cosa harto de ver que un valle de cuatro o cinco leguas todo ibacuajado de gente. En esto vino la noche muy presto, y la gente se recogióy Atabalipa se puso en una casa de piedra que era el templo del Sol, y asíse pasó aquella noche con -212- gran regocijo y placer de la vitoriaque Nuestro Señor nos había dado, poniendo mucho recabdo en hacer guardiaa la persona de Atabalipa, para que no volviesen a tomárnosle. Cierto fue

 permisión de Dios y grand acertamiento guiado por su mano, porque si estedía no se prendiera, con la soberbia que trahía, aquella noche fuéramostodos asolados por ser tan pocos, como tengo dicho, y ellos tantos.

Pedro Pizarro, descubrimiento y conquista de los reinos del Perú,manuscritoPoco después de haber comido, que acabaría a hora de missa mayor, empeçó alevantar su gente y a venirse hazia Caxamalca. Hechos sus esquadrones quecubrían los campos, y él metido en unas andas empeçó a caminar, viniendodelante dél dos mil indios que le barrían el camino por donde veníacaminando, y la gente de guerra la mitad de un lado y la mitad de otro porlos campos sin entrar en camino. Traía ansí mesmo al señor de Chinchaconsigo en unas andas, que parescía a los suyos cossa de admiración,

 porque ningún Indio, por señor principal que fuese, avía de parescerdelante dél si no fuese con una carga a cuestas y descalzo: pues era tantala patanería que traían d'oro y plata, que era cossa estraña, lo querelucía con el sol. Venían ansí mesmo delante de Atabalipa muchos indioscantando y danzando. Tardose este señor en andar esta media legua que aydende los baños a donde él estaba hasta Caxamalca, dende ora de missamayor, como digo, hasta tres oras antes que anochesciese. Pues llegada lagente a la puerta de la plaza, empeçaron a entrar los esquadrones con-213- grandes cantares, y ansí entrando ocuparon toda la plaza por todas

 partes. Visto el marquez don Francisco Piçarro que Atabalipa venía ya

 junto a la plaza, envió al padre Fr. Vicente de Valverde, primero Obispodel Cuzco, y a Hernando de Aldana, un buen soldado, y a don MartinilloLengua, que fuesen a hablar a Atabalipa, y a requerirle de parte de Dios ydel Rey se subjetase a la ley de Nuestro Señor Jesu-Cristo, y al serviciode S. Mag., y que el Marquez le tendría en lugar de hermano, y noconsentiría le hiziesen enojo ni daño en su tierra. Pues llegado que fueel padre a las andas donde Atabalipa venía, le habló y le dixo a lo queiva, y le predicó coscas de nuestra sancta ffee, declarándoselas lalengua. Llevava el padre un breviario en las manos donde leya lo que le

 predicaba: el Atabalipa se lo pidió y él cerrado se lo dio, y como le tuvoen las manos y no supo abrille, arrojole al suelo. Llamó al Aldana que se

llegase a él y le diese la espada, y el Aldana la sacó y se la mostró, pero no se la quiso dar. Pues pasado lo dicho, el Atabalipa les dixo que

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  se fuesen para vellacos ladrones, y que los había de matar a todos. Puesoydo esto, el padre se volvió y cantó al Marquez lo que le avía pasado; yel Atabalipa entró en la plaza con todo su trono que traya, y el señor deChincha tras dél. Desde que ovieron entrado y vieron que no parescíaespañol ninguno, preguntó a sus capitanes, «¿Dónde están estos cristianos

que no parescen?». Ellos le dixeron: «Señor están escondidos de miedo».Pues visto el marqués don Francisco Piçarro las dos andas no conosciendoquál era la de Atabalipa, mandó a Joan Piçarro su hermano fuese con los

 peones que tenía a la una y él yría a la otra. Pues mandado esto, hizieronla señal al Candia, el cual soltó el tiro, y en soltando lo tocaron lastrompetas, y salieron los de a cavallo de tropel, el Marquez con los de a

 pie, como está dicho, tras dellos, de manera que, con el estruendo deltiro y las trompetas y el tropel de los cavallos con los cascaveles, losindios se embararon y se cortaron. Los españoles dieron en ellos yempeçaron a matar, y fue tanto el miedo que los indios ovieron, que porhuir, no pudiendo salir por la puerta, derribaron vn lienzo de vna -214-

 pared de la cerca de la plaza de largo de más de dos mil passos y de másde un estado. Los de a cavallo fueron en su seguimiento hasta los baños,donde hicieron grande estrago, y hizieran más si no les anochesciera. Pues

 bolviendo a don Francisco Piçarro y a su hermano salieron como estabadicho con la gente de a pie: el Marquez fue a dar con las andas deAtabalipa, y el hermano con el señor de Chincha, al cual mataron allí enlas andas; y lo mismo fuera de Atabalipa, si no se hallara el Marquezallí, porque no podían derivalle de las andas, que aunque matavan losindios que las tenían, se metían luego otros de reffresco a sustentallas,y de desta manera estuvieron un gran rato fforcejeando y matando indios yde cansados un español tiró una cuchillada para matalle y el marquez donFrancisco Piçarro se la rreparó y del rreparo le hirió en la mano alMarquez el español queriendo dar al Atabalipa, a cuya causa dio boces,diciendo, «¡Nadie hiera al indio, so pena de la vida!». Entendido esto,aguijaron siete o ocho españoles y asieron de un borde de las andas, yhaciendo fuerça las trastornaron a un lado y ansí fue preso el Atabalipa,y el Marquez le llevó a un aposento y allí le puso guardas que leguardavan de día y de noche. Pues venida la noche los españoles serecoxieron todos y dieron muchas gracias a Nuestro Señor por las mercedesque les había hecho y muy contentos en tener presso al Señor, porque a no

 prendelle no se ganara la tierra como se ganó.

Carta de Hernando Pizarro, apud Oviedo, Historia General de las Indias,manuscrito, libro XLVI, capítulo XVVenía en unas andas, e delante de él hasta trescientos o cuatrocientosindios, con camisetas de librea, limpiando -215- las pajas del camino,e cantando; e él en medio de la otra gente, que eran caciques e

 principales, e los más principales caciques le traían en los hombros; eentrando en la plaza subieron doce o quince indios en una fortaleza que

allí estaba, e tomáronla a manera de posesión con bandera puesta en unalanza. Entrando hasta la mitad de la plaza reparó allí, o salió un fraile

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  dominico, que estaba con el Gobernador, a hablarle de su parte; que elGobernador le esperaba en su aposento; que le fuese a hablar; e díjolecómo era sacerdote, e que era enviado por el Emperador para que leenseñase las cosas de la fe si quisiesen ser cristianos; e mostroles unlibro que llevaba en las manos, e díjole que aquel libro era de las cosas

de Dios: e el Atabalipa pidió el libro, e arrojolo en el suelo e dijo: «Yono pasaré de aquí hasta que me deis, todo lo que habéis tomado en mitierra, que yo bien sé quién sois vosotros y en lo que andáis». Elevantose en las andas, e habló a su gente, e obo murmullo entrellosllamando a la gente que tenían las armas e el fraile fue al Gobernador edíjole que qué hacía, que ya no estaba la cosa en tiempo de esperar más:el Gobernador me embió a decir: yo tenía concertado con el Capitán de laartillería, que haciéndole una seña disparasen los tiros, e con la genteque oyéndolos saliesen todos a un tiempo; e como así se hizo e como losindios estaban sin armas, fueron desbaratados sin peligro de ningúncristiano, los que traían las andas, e los caciques que venían alrededor

dél, nunca lo desampararon hasta que todos murieron alrededor dél. ElGobernador salió e tomó a Atabaliva, e por defenderle le dio un cristianouna cuchillada en una mano. La gente siguió el alcance hasta donde estabanlos indios con armas; no se halló en ellos resistencia alguna, porque yaera noche. Recogiéronse todos al pueblo, donde el Gobernador quedaba.

-216-

 Número XI, véase la página 112

 Noticia de las costumbres personales de Atahualpa estractada delmanuscrito de Pedro Pizarro(Esta minuciosa relación de la persona y costumbres del cautivo Inca es delas más auténticas que pueden darse, pues procede de la pluma de quientuvo la mejor oportunidad de hacer observaciones personales durante la

 prisión del monarca. El manuscrito de Pizarro es uno de los queúltimamente han dado a luz los ilustrados académicos Salvá y Baranda).

Este Atabalipa ya dicho era indio bien dispuesto, de buena persona, demedianas carnes, no grueso demasiado, hermoso de rostro, y grave en él,los ojos encarnizados, muy temido de los suyos. (Acuérdome que el señor deGuaylas le pidió licencia para yr a ver su tierra, y se la dio, dándoletiempo en que fuese y viniese limitado. Tardose algo más, y cuando bolvió,estando yo presente, llegó con un presente de fruta de la tierra, yllegado que fue a su presencia empeçó a temblar en tanta manera que no se

 podía tener en los pies. El Atabalipa alçó la cabeza un poquito ysonrriéndose le hizo seña que se ffuese). Quando le sacaron a matar, todala gente que había en la plaza de los naturales, que avía harto, se

 postraron por tierra, dexándose caer en el suelo como borrachos. Este

indio se servía de sus mujeres por la horden que tengo ya dicha,sirviéndole una hermana diez días o ocho con mucha cantidad de hijas de

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  señores que a estas hermanas servían, mudándose de ocho a ocho días. Éstasestavan siempre con él para serville, que indio no entrava donde élestava. Tenía muchos caciques consigo: éstos estavan afuera en un patio, yen llamando alguno entrava descalzo y donde él estava: y si venía de fuera

 parte, avía de entrar descalzo y cargado con una carga; y quando su

capitán Callicuchima vino con Hernando Pizarro y le entró a ver, entro asícomo digo con -217- una carga y descalzo y se hechó a sus piesllorando y se los besó. El Atabalipa con rostro sereno le dixo: «Seas bienvenido allí Callicuchima»; queriendo dezir, «Seas bien venidoCallicuchima». Este indio se ponía en la cabeza unos llantos, que son unastrenças hechas de lanas de colores, de grosor de medio dedo y de anchor devno; hecho desto vna manera de corona y no con puntas sino redonda, deanchor de una mano, que encaxaba en la caveza, y en la frente una borlacossida en este llanto, de anchor de una mano, poco más, de lana muy ffinade grana, cortada muy ygual, metida por unos cañutitos de oro muysotilmente hasta la mitad: esta lana hera hilada, y de los cañutos abajo

destorcida, que era lo que saya en la frente; que los cañutitus de orohera cuanto tomavan todo el llanto ya dicho. Cayale esta borla hastaencima de las cejas, de vn dedo de grosor que le tomava toda la frente ytodos estos señores andaban tresquilados y los orejones como a sobre

 peine. Vestían ropa muy delgada y muy blanda ellos y sus hermanas quetenían por mujeres, y sus deudos orejones principales, que se la davan losseñores y todos los demás vestían ropa basta. Poníase este señor la manta

 por encima de la caveça y atábasela debajo de la barba, tapándose lasorejas: esto traía él por tapar una oreja que tenía rompida, que cuando le

 prendieron los de Guáscar se la quebraron. Bestíase este señor ropas muydelicadas. Estando un día comiendo, questas señoras ya dichas le llevavanla comida y se la ponían delante de unos juncos verdes muy delgados y

 pequeños. Estaba sentado este señor en vn dúo de madera, de altor de pocomás de un palmo: este dúo era de madera colorada muy linda y teníanlesiempre tapado con vna manta muy delgada, aunque estuviese el sentado enél. Estos juncos ya dichos le tendían siempre delante cuando quería comer,y allí le ponían todos los manjares en oro, plata y barro, y el que a elapetescía señalava se lo truxesen y tomándolo vna señora destas dichas selo tenía en la mano mientras comía. Pues estando un día desta maneracomiendo y yo presente, llevando una tajada del manjar a la boca, le cayóvna gota en el vestido que tenía puesto, y dando de -218- mano a la

india se levantó y entró a su aposento a vestir otro vestido, y bueltosacó vestida vna camiseta y vna manta (pardo oscuro). Llegándome yo pues aél le tenté la manta que hera más blanda que seda y díxele: «Ynga, ¿de quées este vestido tan blando?». Él me dijo, «Es de unos pájaros que andan denoche en Puerto Viejo y en Túmbez, que muerden a los indios». Venido aaclararse, dixo que era de pelo de murciélagos. Diciéndole, que de dóndese podría juntar tanto murciélago, dixo: «¿Aquellos perros de Túmbez y dePuerto Viejo qué avían de hazer sino tomar de éstos para hazer ropa a mi

 padre?», y es ansí questos murciélagos de aquellas partes muerden de nochea los indios, y a españoles y a cavallos sacan tanta sangre ques cossa demisterio, y ansí se averiguó ser vestida de lana de murciélago, y ansí

hera la color como dellos del vestido que en Puerto Viejo y en Túmbez ysus comarcas ay gran cantidad dellos. Pues acontesció un día que viniendo

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  a quexar un indio que un español tomava unos vestidos de Atabalipa, elMarquez me mandó fuesse yo a saber quién hera y llamar al español paracastigallo. El indio me llevó a un buhío, donde havía gran cantidad de

 petacas, porquel español ya hera ydo, diciéndome que de allí avía tomadoun vestido del señor; e yo preguntándole que qué tenían aquellas petacas,

me mostró algunas en que tenían todo aquello que Atabalipa avía tocado conlas manos, y avía estado de pies y vestidos que el avía desechado; en vnaslos junquillos que le hechavan delante a los pies quando comía; en otraslos guessos de las carnes o aves que comía, que él avía tocado con lasmanos; en otras los maslos de las mazorcas de mahíz que avía tomado en susmanos; en otras las rropas que havía desechado; finalmente todo aquelloque él avía tocado. Pregunteles, que ¿para qué tenían aquello allí?Respondiéronme, que para quemallo, porque cada año quemavan todo esto,

 porque lo que tocaban los señores que heran hijos del sol, se havía dequemar y hacer seniza y hechallo por el ayre, que nadie avía de tocar aello. Y en guarda desto estava un principal con indios, que lo guardava y

rrecoxía de las mujeres que los servían. Estos señores dormían en el-219- suelo en unos colchones grandes de algodón: tenían unas frecadasgrandes de lana con que se cubijaban: y no e visto en todo este Pirú indiosemejante a este Atabalipa, ni de su ferocidad ni autoridad.

 Número X

Relaciones contemporáneas de la ejecución de Atabalipa(Las siguientes relaciones son de testigos presenciales; porque Oviedo,aunque no estuvo presente, recogió los pormenores de los que presenciaronel hecho).

Pedro Pizarro, descubrimiento y conquista del Perú, manuscritoAcordaron pues los oficiales y Almagro que Atabalipa muriesse, tratandoentre sí que muerto Atabalipa se acababa el auto hecho acerca del tesoro.Pues dixeron al marquez don Francisco Pizarro que no convenía queAtabalipa biviese, porque si se soltava, S. Mag. perdería la tierra ytodos los españoles serían muertos; y a la verdad si esto no fuera tratadocon malicia, como esta dicho, tenían razón, porque hera imposiblesoltándose poder ganar la tierra. Pues el Marquez no quiso venir en ello.Visto esto los oficiales hiciéronle muchos requerimientos poniéndole elservicio de S. Mag. por delante. Pues estando así atravesose un demonio devna lengua, que se dezía Ffelipillo, uno de los muchachos que el Marquez

havía llevado a España, que al presente era lengua, -220- y andavaenamorado de una mujer de Atabalipa, y por avella hizo entender al Marquez

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  que Atabalipa hazía gran junta de gente para matar los españoles en Caxas.Pues sabido el Marquez prendió a Challicuchima que estaba suelto y

 preguntándole por esta gente que dezía la lengua se juntavan, aunquenegaba y dezía que no, el Ffelipillo dezía a la contra trastornando las

 palabras dezían a quien se preguntaba este caso. Pues el marquez don

Francisco Piçarro acordó enviar a Soto a Caxas a saver si se hazía allíalguna junta de gente porque cierto el Marquez no quisera matalle. Puesvisto Almagro y los oficiales la yda de Soto apretaron al Marquez conmuchos rrequerimientos, y la lengua por su parte que ayudava con susrretrucos, vinieron a convencer al Marquez que muriese Atabalipa, porqueel Marquez era muy zeloso del servicio de S. Mag., y ansí le hicierontemer, y contra su voluntad sentenció a muerte a Atabalipa mandando lediesen garrote, y después de muerto le quemasen porque tenía las hermanas

 por mujeres. Cierto pocas leyes avían leído estos señores ni entendido, pues al infiel sin haber sido predicado le davan esta sentencia. Pues elAtabalipa lloraba y dezía que no le matasen que no abría indio en la

tierra que se menease sin su mandato, y que presso le tenían que ¿de quétemían?, y que lo habían por oro y plata, que él daría dos tantos de loque avía mandado. Y vide llorar al Marquez de pesar por no podelle dar lavida; por cierto temió los requerimientos y el rriesgo que avía en latierra si se soltava. Este Atabalipa había hecho entender a sus mujeres eindias que si no le quemaban el cuerpo, aunque le matasen avía de bolver aellos; que el sol su padre le resucitaría. Pues sacándole a dar garrote ala plaza, el padre fray Vicente de Valverde ya dicho le predicó diziéndolese tornase cristiano; y él dixo que si él se tornaba cristiano si lequemarían; y dixéronle que no; y dixo que pues no le avían de quemar quequería ser baptizado, ansí fray Vicente le baptizó y le dieron garrote, yotro día le enterraron en la yglesia que en Xaxamalca teníamos losespañoles. Esto se hizo antes que Soto volviese a dar aviso de lo que lehera mandado; y cuando vino truxo por nueva no aver visto nada ni avernada, de que al -221- Marquez le pesó mucho de avelle muerto, y alSoto mucho más, porque dezía él, y tenía rrazón, que mejor ffuera enviallea España y que él se obligara a ponello en la mar: y cierto esto fuera lomejor que con este indio se pudiera hacer, porque quedar en la tierra noconvenía. También se entendió que no biviera muchos días, aunque leenbiara, porque él hera muy regalado y muy señor.

Relación del primer descubrimiento de la Costa y Mar del Sur, manuscritoDando forma cómo se llevaría Atabalipa de camino, y qué guardia se le

 pondría, y consultando y tratando si seríamos parte para defender enaquellos pasos malos y ríos si nos le quisiesen tomar los suyos. Comenzosea dezir y a certificar entre los indios, que él mandaba venir granmultitud de gente sobre nosotros: esta nueva se fue encendiendo tanto, quese tomó información de muchos señores de la tierra, que todos a unadijeron que era verdad, que él mandaba venir sobre nosotros para que le

salvasen, y nos matasen si pudiesen, y que estaba toda la gente en cierta provincia ayuntada que ya venía de camino. Tomada esta información,

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  juntáronse el dicho Gobernador y Almagro y los oficiales de S. Mag., noestando ahí Hernando Pizarro, porque era ya partido para España con alguna

 parte del quinto de S. Mag., y a darle noticia y nueva de lo acaecido; yresumiéronse, aunque contra voluntad del dicho Gobernador que nunca estubo

 bien en ello, que Atabalipa, pues quebrantaba la paz, y quería hacer

traición y traher gentes para matar los cristianos muriese, porque con sumuerte cesaría todo, y se allanaría la tierra: a lo cual hubo contrarios-222- pareceres, y la más de la gente se puso a defender que no muriese;al cabo insistiendo mucho en su muerte el dicho capitán Almagro y dandomuchas razones por que debía morir, él fue muerto, aunque para él no fuemuerte sino vida, porque murió cristiano y es de creer que se fue alCielo. Publicado por toda la tierra su muerte, la gente común y de pueblosvenían donde el dicho Gobernador estaba a dar la obediencia a S. Mag. perolos capitanes y gente de guerra que estaban en Xauxa y en el Cuzco, antesse rehicieron y no quisieron venir de paz. Aquí acaeció la cosa másestraña que se ha visto en el mundo, que yo vi por mis ojos, y fue: que

estando en la iglesia cantando el oficio de difuntos a Atabalipa, llegaronciertas señoras hermanas y mugeres suyas y otros privados con grandestruendo, tal que impidieron el oficio, y dijeron que les hiciesenaquella fiesta mucho mayor, porque era costumbre, cuando el grand señormoría, que todos aquellos que bien le querían se enterrasen vivos con él:a los cuales se les respondió, que Atabalipa había muerto como cristiano ycomo tal le hacían aquel oficio, que no se había de hacer lo que ellos

 pedían que era muy mal hecho y contra cristiandad; que se fuesen de allí,y no les estorbasen, y se dejasen enterrar, y ansí se fueron a susaposentos, y se ahorcaron todos ellos y ellas. Las cosas que pasaron estosdías, y los extremos y llantos de la gente son muy largas y prolijas, y

 por eso no se dirán aquí».

-223-

Pedro Gutiérrez de Santa Clara

-[224]- -225-Biografía de Pedro Gutiérrez de Santa ClaraLas Guerras Civiles del Perú han sido el acontecimiento más notable entodo el tiempo de la dominación española en América, antes de las Campañasde la Independencia. El estudio y relato de sus diversos incidentesocuparon a numerosos Cronistas de Indias, y en el sencillo resumen que desus vidas hemos trazado, con el afán de difundir su conocimiento, hemosseñalado a algunos de ellos como lógica introducción a la lectura de sus

 páginas, seleccionadas entre las que se relacionan con los hechossucedidos en nuestra Patria.

Las Guerras Civiles tuvieron origen, como lo ha notado el beneméritohistoriador español don Manuel Serrano y Sanz, en las famosas Ordenanzas

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  que un fraile de santo celo, como era el padre Las Casas, pero dementalidad no siempre acorde con la realidad, inspiró a la Corona deEspaña. Con ellas se pretendía impedir y cortar abusos que losencomenderos perpetraban en daño de los indios de América y lograr -226-al mismo tiempo la felicidad de los vencidos; por desgracia aquellas

Ordenanzas no tenían en cuenta los intereses que podían reclamar en sufavor los que con sus propios recursos, con esfuerzos y sudores, habíanacometido la imponderable tarea de conquistar el Nuevo Mundo en beneficiode España, ciertamente, pero también en provecho propio, ya que unaempresa privada como fue la del descubrimiento, había de resarcirse de susgastos.Suponer que los que habían obtenido encomiendas de indios, con las quetrabajaban la tierra, verían con agrado que se cortaban sus prebendas yque no opondrían resistencia, era desconocer por completo la naturalezahumana, esencialmente egoísta, cuyo individualismo sólo puede modificarse

 por la educación y por el arraigo que ella consigue de las normas morales

en el alma del hombre, lentamente. No se puede por cierto defender losabusos del sistema de encomiendas ni los de los encomenderos. Don PrimoFeliciano Velásquez, en su Biografía de Joaquín García Icazbalceta dicecon razón que «es imposible persuadir que fuese bueno un sistema como elde las encomiendas que dio origen a abusos que todavía nos estremecen,

 pues, nunca parecerá, añade, demasiado negro el color que los pinte, loque hizo que Prescott escribiera que más daño causaron los españoles ensolos cuatro años que el Inca en Cuatrocientos» (Memorias de la AcademiaMexicana de la Historia», abril junio de 1943).Las encomiendas tenían que modificarse. Las nuevas Ordenanzas eran justasen el fondo; su aplicación, empero, demandaba mucho tino; requería tiempoy prudencia; ductilidad, comprensión del gravísimo problema que surgíacuando se pretendía pasar súbitamente de un régimen de explotación y deinjusticia a uno civilizado y humano, más aún si los que tenían lasencomiendas habían hecho la Conquista «a su costa y minsión» como se leíaen los documentos firmados por ellos y por las autoridades españolas.-227-

 Nadie menos llamado para aplicar las Nuevas Leyes que el Virrey designado para ello: Blanco Núñez Vela, «varón, dice Serrano y Sanz, digno de mejorfin y hombre recto y justo, pero falto de la prudencia necesaria paraarmonizar los intereses de conquistadores y conquistados».

Si el arte de gobernar es el arte de transigir, según una célebre frase,el gobernante ha de darse cuenta de las circunstancias del momento, no para transigir con el crimen ni con los criminales, pero sí para sabercómo y cuándo aplicará las reglas que él estima han de mejorar al gruposocial cuya suerte le ha sido confiada.El primer Virrey del Perú no aceptó las representaciones y súplicas de losencomenderos, que le rogaban aplazara momentáneamente las nuevasOrdenanzas, acerca de las cuales deseaban elevar representación al Rey.Surgió lógicamente la rebelión de Gonzalo Pizarro, con el funestoresultado de la guerra civil. Escribe a este propósito Serrano y Sanz:

«Se levantó un nuevo incendio en las comarcas del Perú, asoladas ya

 par las reñidas luchas entre pizarristas y almagristas, viéndose el primer conato de independencia de un pueblo americano cuyo elemento

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  director era aún puramente español, ni más ni menos que si el almadel imperio Incásico, herido de muerte en Cajamarca, hubieseencarnado con bríos en sus nuevos señores. General del felixcíssimoexército de la libertad del Perú, se llamaba Francisco de Carvajalen sus documentos; frase que a no constar en manuscritos originales

y auténticas, parecería copiada de una proclama de Bolívar».

(Guerras Civiles del Perú, de Gutiérrez de Santa Clara. TomoPrimero, página VII.- Madrid 1904)

Sin duda alguna el Cronista más minucioso y connotado del trascendentalacontecimiento en que se ha querido encontrar hasta «el primer intento delibertad de América», las Guerras Civiles del Perú, fue Pedro -228-Gutiérrez de Santa Clara, cuya obra abraza seis fuertes volúmenes, que en

Madrid en el lapso de 1904 a 1929 editó don Manuel Serrano y Sanz, notableinvestigador al que hemos venido ya citando. La tituló como lo habíaquerido su autor: Historia de las Guerras Civiles del Perú (1544-1548) yde otros sucesos de las Indias, trabajo ponderoso que se conoce tambiéncon el nombre más breve de Quinquenarios.Pedro Gutiérrez de Santa Clara, testigo presencial de muchos de lossucesos por él narrados, no se limitó a referir en su Historia las guerrasciviles del Perú, se ocupó también en la civilización incásica, en laconquista de México, en la expedición de Garay a la Florida, en la entradade Diego de Rojas al Río de la Plata. A pesar de todo ello tuvo la extrañasuerte de que no se le tomara en cuenta por largos años, como él lomerecía. Fue preciso que llegara el siglo veinte en que vivimos y queSerrano y Sanz hallara el manuscrito de Gutiérrez en Toledo, en laBiblioteca Provincial, procedente sin duda alguna de la que reunió elcardenal Lorenzana, manuscrito por suerte perfectamente conservado, paraque con su publicación se despertara el interés de los eruditos y el afán

 por conocer la vida y hechos del autor de tan extraordinario trabajo, quehabía permanecido casi totalmente ignorado tantos años.El investigador norteamericano Roberto B. Knox obtuvo el doctorado en laUniversidad de Michigan el año de 1952 con su tesis sobre Algunos aspectosculturales de los Quinquenarios de Pedro Gutiérrez de Santa Clara, tesis

que permanece todavía inédita y que anhelamos verla impresa cuanto antes.El mismo distinguido doctor acaba de darnos en la Revista de Historia deAmérica, número 45, correspondiente a junio de 1958, una monografía de lamás alta importancia, titulada: «Notes on the identity of Pedro Gutiérrezde Santa Clara and some members of his family». Contiene el estudio delseñor Knox datos de primera clase para el conocimiento del granhistoriador -229- de las Guerras Civiles, del que nada dijo Jiménez dela Espada, tan enterado en materia de Cronistas Primitivos y al que suscontemporáneos ni siquiera le mentaron, según observa Serrano y Sanz,añadiendo que «aun Cieza de León, tan prolijo en noticias de los sujetosmás humildes que fueron protagonistas de las guerras civiles del Perú,

 jamás le cita para nada, con hablar a cada momento de Pablo Meneses conquien militó Gutiérrez y de Lorenzo de Aldana al que sirvió de

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  Secretario».El autor, pues, de los Quinquenarios, a los que Roberto B. Knox calificacomo «una de las más importantes fuentes para conocer los acontecimientosque ahí se narran», ha permanecido totalmente menospreciado hasta hace

 poco. El publicista peruano doctor Raúl Porras Barrenechea, al que hemos

mentado ya tantas veces, nos dio en la Revista de Historia de América,número 21, de junio de 1946, una notable monografía titulada: «PedroGutiérrez de Santa Clara. Cronista mexicano de la conquista del Perú(1521-1603)». Podemos decir así que son tres las fuentes principales parael conocimiento de nuestro Cronista: ante todo, la Introducción que su

 primer editor Manuel Serrano y Sanz puso al frente de los Quinquenarios;luego lo que escribió Porras Barrenechea y que acabamos de mencionar y porúltimo las notas por demás preciosas de Roberto B. Knox sobre «Laidentidad de Pedro Gutiérrez de Santa Clara y algunos miembros de sufamilia». Cuando vea la luz la tesis doctoral del mismo investigadoramericano sobre el Cronista mexicano, tendremos una nueva fuente para su

apreciación.Resumiendo lo hasta aquí publicado, en el afán de que el lector se entere,sin mayor esfuerzo, de quién es el Cronista, cuyas páginas hallarádespués, hemos de decir con el doctor Knox que Pedro Gutiérrez de SantaClara nos ha dejado de él mismo unos pocos datos, que nos permiten deducirque nació en México; que su educación fue deficiente; que estuvo en lasmilicias del Perú, en la unidad que mandaba Pablo de -230- Meneses;que por un tiempo sirvió como Secretario de Lorenzo de Aldana; querecorrió todo el Perú; que más tarde combatió por largo tiempo contra losindios Chichimecos de México, habiendo escrito un libro que llamóColoquios, que no se ha encontrado hasta la fecha.

 No hay duda ya, después de las investigaciones realizadas en los últimosaños, que fue hijo ilegítimo de un español distinguido llamado Bernardinode Santa Clara y de una india mexicana, seguramente de clase elevada. DiceRobert B. Knox:

«Aunque habla con admiración de Bernardino de Santa Clara, jamásidentifica a éste como su padre, ni aún como a persona conocida porél. De otros parientes aparece haberse hecho una pequeña mención,

 pero ninguno se halla identificado como tal. Hubo de referirse a suhermano Bernardino, a Cristóbal Gutiérrez de Santa Clara, aunquenunca nos dice que son sus hermanos, y a su sobrino Francisco

Hernández del Intornio, que naufragó con Alonso de Zuazo y sudestacamento, pero no dijo que alguno de ellos fuera pariente delautor».

Que la madre de nuestro Cronista fuera indígena de México, había sido yasospechado por el historiador padre Francisco Clavijero, de la Compañía deJesús, que así lo dijo en su Historia antigua de México. El notable

 bibliógrafo Beristain de Souza había llamado a Santa Clara «indio principal y erudito». Escribe Knox:

«La confirmación del parentesco de Pedro Gutiérrez de Santa Clara

con Bernardino, puede hallarse en la Sumaria relación de las cosasde la Nueva España (1604) de Baltazar Dorantes de Carranza, que

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  enumerando los descendientes de Bernardino de Santa Clara mencionaun hijo ilegítimo, Pedro, todavía vivo al tiempo en que escribía. SiPedro de Gutiérrez estava vivo por lo menos en 1603, y eraincuestionablemente ilegítimo, de él se trataba con certeza. El-231- mismo Pedro Gutiérrez de Santa Clara nos ha dado algunos

datos sobre su padre, cuando dice: 'Este Bernaldino de Santa Clarafue uno de los principales hombres que hubo en la ciudad de México yera hombre de gran consejo, afable y amigo de los pobres, a loscuales remediaba en sus necesidades. Hernando Cortés y después losgobernadores del Rey que hubo en la tierra, le admitieron en susconsejos y tomaban de él su parecer y voto en las cosas que el Reymandaba hacer y en las provisiones que venían oscuras él lasdeclaraba con su buen juicio y buen entendimiento, y por sus buenas

 partes le tuvieron todos buena amistad. Tuvo gran amistad con elvirrey don Antonio de Mendoza y murió y fue enterrado en la Iglesiamayor junto al altar mayor, por mandato del obispo don fray Juan de

Zumárraga, que fue un gran amigo'».

¿Cuándo pasó de España a América Bernardino de Santa Clara, padre delCronista mexicano? No sabemos con precisión la fecha, pero se supone que

 pudo haber sido en 1502, en la expedición de Ovando, como lo hizo unhermano suyo, llamado Cristóbal. Hay testimonios de su permanencia en el

 Nuevo Mundo desde 1507. Así el 7 de julio de ese año, Francisco deEscobar, de Sevilla, autoriza a Bernardino y a otro hermano suyo llamadoAntonio, para que cobre para él doce mil maravedís que tiene que pagarDiego de Nicuesa, Gobernador de Veragüa. Un documento de 7 de setiembre de1513 nos dice también que Bernardino y Antonio de Santa Clara eranmercaderes: «Bernardino de Santa Clara y Antonio de Santa Clara,mercaderes, se obligan a pagar a Juan Francisco de Grimaldo y a GasparCenturión, genoveses, 278 ducados de oro, que les prestaron para despachode las mercaderías que llevan cargadas en la nao Buen Jesús, al puerto deSanto Domingo en la isla Española».En 1513 encontramos a Bernardino de Santa Clara, padre del Cronista,anheloso de pasar a Yucatán, -232- pues, no había podido prosperar enninguna forma en Cuba en donde a la sazón se hallaba. Le hallamos enMéxico cuando Pánfilo de Narváez fue enviado a inspeccionar la conducta de

Cortés. Pasa Bernardino como Tesorero de la expedición y allá se oponevalerosamente a que Narváez entre en guerra con Cortés. Su conducta tinosay digna le granjea la consideración de todos. Narváez no se atreve a tomarmedida alguna contra Bernardino, dada la estima y el respeto de que goza

 por parte de sus compañeros.Bernardino intervino también en la conquista de Guatemala y en ella y enMéxico recibió encomiendas de indios, con lo cual mejoró su situacióneconómica y se quedó a vivir definitivamente en tierra azteca. Desempeñóen México altas funciones, pues llegó a ser Mayordomo de la ciudad, cargoen el que fue reemplazado por Miguel Díaz de Aux en 1526. En 1527 eselegido Procurador de la ciudad. En el juicio de residencia que se sigue a

Cortés, declara Bernardino de Santa Clara, con fecha 20 de marzo de 1529,y dice que tiene entonces cuarenta y siete años de edad y que ha conocido

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  a Cortés por treinta años poco más o menos. Anota Knox: «Como Santa Claravino de Salamanca, es probable que allí encontrara a Cortés, durante losúltimos días de estudiante. Este largo conocimiento hace verosímil elinforme de Pedro Gutiérrez de Santa Clara, sobre que, entre otros, Cortés

 pedía consejo a Bernardino».

Está comprobado también plenamente que Bernardino mantuvo buenasrelaciones de amistad con don fray Juan de Zumárraga, Obispo de México. Yes importante anotar que Pedro Gutiérrez de Santa Clara sufrió perjuicioen los bienes que había ordenado se le dieran en su testamento su padre,

 por haber sido alterado dolosamente aquel instrumento por los albaceas. Eltestamento original se había redactado el 6 de diciembre de 1537, dos díasdespués, dice Knox, un cambio en el testamento, hecho con el pretexto detranquilizar la conciencia del testador, suprimió los legados -233- ala mayor parte de los herederos naturales, incluso a Pedro, en favor deotro de los albaceas, Francisco Villegas.La posición social de Pedro Gutiérrez de Santa Clara fue en todo caso

menos elevada que la de su padre y a parte de Dorantes de Carranza, cuyavida relató hace pocos años Ernesto de la Torre Villar, no hallamosmención de él entre sus contemporáneos. Su posición económica también fue

 precaria, más aún por el fraude de que se le hizo víctima por los albaceasde su padre.Serrano y Sanz cree que la fecha de nacimiento de Pedro Gutiérrez de SantaClara debe fijarse entre 1518 y 1524. Vivía, agrega, aún en el año de 1603y como se deduce del manuscrito de los Quinquenarios, conservaba en suancianidad el templo vigoroso que se notó en muchos conquistadores. A loseruditos mexicanos corresponde, dice Serrano y Sanz, fijar la época de sumuerte, buscando en los archivos parroquiales de su capital la partida dedefunción, que servirá de clave para hallar el testamento y completar la

 biografía del insigne Gutiérrez de Santa Clara. Luego de encarecer laveracidad con la que éste ha redactado su Historia, lo que se adviertecomparando su relato con el de otros escritores, como Cieza de León, porejemplo, el editor de nuestro Cronista se expresa así:

«Los cinco libros llamados Quinquenarios fueron para Gutiérrez laobra de toda su vida, pues se notan en ellos fechas muy distintas deredacción. Valiéndose de sus recuerdos y de los apuntes que habíatomado, siguiendo una laudable costumbre que tenían muchos soldadosdel siglo XVI, comenzó a escribir la historia de las guerras civiles

apenas acabaron éstas. Continuaba en su tarea por el año de 1562, pues, hablando del virrey Vaca de Castro dice que era fraile enValladolid, y la proseguía aún hacia 1590. La obra estaba ya acabadaantes de 1603.-234-

»Si fuese lícito corregir los antiguos documentos históricos, bastaría suprimir en los Quinquenarios sus continuos pleonasmos ylas abundantes repeticiones para que resultara una obra maestra deestilo. El lenguaje es rico, suelto y expresivo; las construccionesdislocadas son una excepción, y generalmente la narración fluye conla transparencia de limpidísima corriente. En esto supera a Cieza,

cuyo estilo es pobre y casi nada tiene de literario. Pero haytambién en Gutiérrez de Santa Clara otra cualidad aún más relevante,

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  y es la animación del relato, la habilidad en trazar caracteres y elestudio íntimo de los personajes; quienes de lejos resultan seresabstractos, se hallan magistralmente dibujados y llenos de vida.»Lo que más vale en Gutiérrez de Santa Clara es la riqueza de datos,lo pintoresco y fácil del lenguaje y el talento narrativo,

cualidades que le ponen al nivel de Cieza de León; los nombres deestos dos insignes cronistas, irán siempre unidos cuando se trate delas guerras civiles del Perú; español el uno y mestizo el otro,simbolizan la fraternidad hispanoamericana».

En la monografía antes citada del doctor Raúl Porras Barrenechea, señalaéste como fecha de nacimiento del Cronista el año de 1521 y el de 1603como el de su muerte. De la Historia de Gutiérrez de Santa Clara dice eldoctor Porras que es «la más vivaz y colorida de las crónicas y la mássugestiva y dramática por el asunto: la rebelión de Gonzalo Pizarro, con

su cortejo de batallas, emboscadas, traiciones, crímenes, pronunciamientos, como porque en ella se yergue, sobre el fondo ascéticode una plaza española, con una horca levantada en el centro, la figurasiniestra de Francisco de Carvajal, el Demonio de los Andes».Gutiérrez de Santa Clara ha conservado en su relato todo el colorido de laépoca, como en los cuadros de la escuela veneciana. Un pintor podríaescoger allí todos los materiales para un estudio de época. Descuella enla técnica del retrato y es así el único -235- cronista que dominaeste arte sutil y psicológico que requiere mayores refinamientos que losusados por la crónica notarial o soldadesca de la conquista.Los retratos de Gutiérrez de Santa Clara, apunta el erudito doctor Porras,recuerdan a los de Saint-Simon o el Cardenal de Retz. Y no es eso todo,

 pues recoge también todo el ambiente popular, el aire y el lenguaje de lamultitud de la conquista. Es sin disputa el más documentado y minuciosocronista de las guerras civiles, testigo de vista, de sucesos capitales.Escribe Porras Barrenechea:

«En 1543 o 44, debió pasar al Perú. Él declara haber presenciado lossucesos ocurridos desde que Gonzalo Pizarro avanzó del Cuzco a Lima.Perteneció como soldado a la compañía del capitán Pablo de Meneses,

 partidario del Virrey, y pudo haber asistido a la prisión de éste por los Oidores, que describe con gran animación. Vio luego la

entrada de Gonzalo a Lima y se sumó a éste. Con su Capitán marchó aPanamá y vio desembarcar a Gasca. Meneses es luego enviado aGuayaquil y se incorpora al ejército de Gasca. Al salir Gasca deXauxa para el Cuzco, Meneses iba como jefe de la retaguardia. Elcronista estuvo, pues, seguramente en la batalla de Xaquixaguana.Como soldado debió viajar por casi todo el Perú, principalmente porla costa que revela conocer bien. Debió regresar con el presidenteGasca a Panamá, apenas terminada la guerra civil y pasar en seguidaa México. Allí participó en la guerra contra los chichimecas yescribió algún capítulo sobre ellos, en un libro titulado Coloquios.En 1603 vivía aún en México. A más de su testimonio personal,

Gutiérrez de Santa Clara utilizó muchos papeles que pasaron por susmanos como Secretario que fue de Lorenzo de Aldana y que copiaba

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  para su obra. Ha tratado también la historia de los Incas recogiendonoticias a veces inéditas sobre su religión y costumbres y aun sobrelos hechos. Le interesan particularmente las leyendas, creencias ysupersticiones de los indios y, -236- como en la conquistaespañola, la indumentaria y las costumbres suntuarias: fiestas

civiles y religiosas, adornos, juegos, borracheras, sacrificios.Extensamente refiere el ceremonial de los sacrificios humanos, y laforma de ultimar a la víctima con una 'cachiporra de enzina ycobre'. En suma, en su crónica, hay atisbos y novedades muyinteresantes sobre muchos aspectos de la historia incaica».

 No hay duda de que el cronista Pedro Gutiérrez de Santa Clara, es una delas glorias legítimas de México. Es lástima que su obra se halle a lafecha totalmente agotada, pues no se ha reimpreso la edición primera deSerrano y Sanz.

-237-

Historia de la conquista del PerúCon observaciones preliminares sobre la civilización de los Incas

Por Guillermo Hickling Prescott

Madrid. 1853

-[238]- -239-

Historia de las Guerras Civiles del Perú (1544-1548) y de otros sucesos de

las Indias. Tomo IIPor Pedro Gutiérrez de Santa Clara

Madrid. 1904(Capítulos XXII, XLI y L. Págs. 196 a 205; 355 a 363; 453 a 462)-[240]- -241-

Capítulo XXII

De las cosas que Gonzalo Pizarro hizo en la cibdad del Quito, y cómodesposseyó de la flota al gran corsario y la dio a Pedro Alonso de

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  Hinojosa, su primo hermano, para que fuesse a Tierra Firme por Generaldella

Después que Gonzalo Pizarro entró en la cibdad de Quito comenzó luegohacer Audiencia y a despachar negocios y proveer de otras cosas que leimportaban mucho a su negociación, assí para la governación de toda latierra como para el bien de los españoles y para el provecho y salvación yacrescentamiento de los yndios naturales porque no fuessen maltratados delos que más podían. En estos días despachó muchos correos a todas lacibdades, villas y lugares, a sus thenientes y capitanes y a los delcabildo y regimiento dellas, dándoles razón de su buena dicha y ventura, yles embió a mandar que gobernasen bien sus distritos y jurisdiccioneshaziendo lo que a buenos debían, manteniendo a todos en justicia, como si

él la tuviera, porque assí cumplía al servicio de Dios y al de SuMagestad. En este medio tiempo se descubrieron en este territorio unasminas muy ricas de oro fino, en donde se sacó gran suma dello, de todo loqual se aprovechó el tirano, pagando ante todas cosas los quintos yderechos que a Su Magestad se debían, porque dél no se dixesse algunacosa; mas después los tomó para sustentar la guerra, para los pagardespués. Assimismo puso en su cabeza todos los pueblos y repartimientos deyndios que estaban vacuos, que eran de los vezinos que estaban con elVisorrey, y otros quitó a otros vezinos porque se abían mostrado mucha

 parte con él mientras residió allí con ellos un poco de tiempo. De algunosdestos repartimientos uvo grandíssima cantidad de oro fino, tanto que desolos los yndios de Rodrigo Núñez de Bonilla, Thesorero de Su Magestad,que estaba con el Visorrey, sacó en ocho meses poco más o menos, más dequarenta mill -242- ducados de buen oro. Assimismo tomó por fuerzatodo el oro y la plata que tenían los thenedores de diffuntos, que fuegran cantidad dello, y dende a ciertos días tomó los quintos y derechosque pertenescían a Su Magestad, como hemos dicho diziendo que los abíamenestar para ciertos effectos, mas que él los pagaría, como después se

 pagaron, de sus haziendas y tributos. Estando entendiendo en estas cosascon otras muchas, procuró de quitar la flota de los navíos al grancorsario, y esto fue por ynducimiento y consejo de ciertos capitanes que

le querían muy mal, que los vnos eran porque tenían dél embidia, y laemulación que los otros le tenía era por los muchos males y daños que abíahecho. También los mercaderes y tratantes que truxo por fuerza de TierraFirme y de los que prendió por la mar, se comenzaron bravamente todos aquezar del dicho en pública audiencia y en pública forma, expresandoagravios. Esto se hizo ante Gonzalo Pizarro y ante el oydor Diego Vásquezde Cepeda, como era Justicia mayor, diziendo con grandes y formadasquerellas que Hernando Bachicao con poco temor de Dios y en granmenosprecio de la Real justicia les avía tomado por fuerza y contra suvoluntad muchas mercadurías y otros bienes que tenían, de que quedabandestruydos totalmente. Assimismo se quexaron bravamente muchos vezinos de

Puerto Viejo, de Túmbez y del Guayaquil y de otros lugares en donde élavía andado, de los muchos males, daños, robos, fuerzas y agravios que él

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  y los soldados que con él andaban avían hecho en los pueblos y lugares noqueriendo remediarlos. También los vezinos de Panamá y del Nombre Dios yde la Nata, de los que avía traydo por fuerza de por allá, hechossoldados, se quexaron reziamente de los males, ynsultos, fuerzas, muertesy robos que avía hecho en aquellas cibdades y en todas sus jurisdicciones

y en el puerto. Principalmente le pussieron por cargo cómo avía despojadoun navío del illustríssimo señor don Antonio de Mendoza, Visorrey de la Nueva España, sin tener para ello ocassión, ni menos razón alguna, sinosólo por lo querer hazer en tomarlo por fuerza. Yten, se le pusso porcargo que avía ahorcado a Pedro Gallego, natural de Sevilla, y al maestreque traya, solo por tomalle su navío, como se lo tomó, -243- y todocuanto en él traya. Yten, se le pusso por cargo del bravo título y blassónque se avía puesto en llamarse Conde y Almirante, sin serlo, que avía enello cometido atroz y grave delicto de crimen «lessa Majestatis»25 contrala Real corona del Rey Nuestro Señor; y assí dixeron contra él otrasmuchas cosas péssimas y detestables que avía hecho y cometido en la tierra

y por la mar. Oyendo el tirano estas acussaciones y bravas querellas quedaban contra Hernando Bachicao, determinó por vía de justicia y porconsejo de guerra de le quitar la flota de los navíos y castigalleexemplarmente conforme a sus graves y atrozes delictos, por dessagraviar atodos los querellantes. Y para hacer esto mandó juntar a consejo para vermuy bien lo que en este casso se avía de hazer, y estas cosas se

 platicaron muchas vezes secretamente, en donde los unos favorescían el partido de Hernando Bachicao, y otros fueron contra él. De manera que eneste caso uvo muchos y diversos paresceres, porque unos dezían que lefuesse quitada la flota por las causas y razones arriba referidas y quefuesse castigado conforme a sus delictos en las mayores y más graves penasen derecho establecidas, porque en ello se haría gran servicio a Dios y aSu Majestad. Otros uvo de parescer que no se le quitasse, pues avía hechomuchos y grandes servicios a Gonzalo Pizarro por los quales era digno ymerescedor de que fuesse muy bien galardonado y que se le hiziessengrandes y señaladas mercedes, y que sería gran ingratitud no le pagar sustrabaxos y servicios; servicios llamaban éstos a los males que estecorsario avía hecho. Y más dezían estos ciegos y mal ynconsiderados, quelos servidores de Gonzalo Pizarro, oyendo y viendo esta yngratitud que sehazía a Hernando Bachicao, se eximirían de su servicio y se yrían alVisorrey y que después no avría ninguno que le quissiese seguir, ni menos

servir. Los que dezían que se le quitasse a Bachicao la flota eran los doslicenciados Cepeda y Benito Juárez de Carvajal y los capitanes Pablo deMeneses, Martín de Robles, Juan de Acosta, don Pedro Luys de Cabrera,Hernán -244- Mexía de Guzmán, don Balthasar de Castilla, Juan AlonsoPalomino y Lope Martín, portugués, con otros que desseaban lo mismo.Dezían estos capitanes que la flota se diesse a Pedro Alonso de Hinojosa,que era hombre muy sufficiente para tener el tal cargo, y que él podría yra Tierra Firme y a otras partes donde Hernando Bachicao uviesse estado yandado, para que satisfficiesse a todos los querellantes y agraviados, yles pagasse en dinero o en ropa lo que se les avía tomado. El maestro decampo Francisco de Carvajal, Juan Vélez de Guevara, Martín de Castañeda,

Pedro Cermeño, Pedro de Puelles, Juan de Morales y algunos capitanes quevinieron con él desde Panamá, fueron de contraria opinión, porque alegaron

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  y dixeron muchas cosas en favor del gran corsario, diziendo que no avíarazón ni era justo que a Bachicao se le quitasse la flota que avíaajuntado con grandes peligros y trabajo de la vida y persona, y que conella avía hecho grandes servicios a Gonzalo Pizarro; mas que mejor era quese la dexassen y que se la tornassen a entregar, y sobre todo le hiziessen

muchas y grandes mercedes. Demás desto dezían que pues Bachicao avíaseñoreado la mar y cassi toda la tierra con tan poca gente, con vnvergantinejo, que no era mucho que se quedasse con la flota, que él haríaotros mayores servicios a Gonzalo Pizarro, pues la guerra no era acabada yel Visorrey estaba bivo en la tierra con alguna gente. Y que también seavía de tener atención que por su respecto y por temor que dél tenían nose le avían alzado muchos que lo querían hazer contra Pizarro, pues levían tan pujante en la mar, y que por todas las vías y maneras queBachicao pudo avía faborescido su partido a vanderas desplegadas. A estosvotos y paresceres de los capitanes Francisco de Carvajal y Pedro dePuelles con los demás sobredichos, se les ajuntaron cassi todos los

soldados que eran de los vandoleros que avía en el exército del tirano,quando supieron que andavan estos rumores26 y pláticas, assí que cada unose arrimaba a sus capitanes por le dar favor y ayuda. Los demás capitanesy soldados principales -245- se allegavan al voto y parescer de losdos licenciados Cepeda y Carvajal y de los demás que desseavan quitar laflota a Hernando Bachicao, y assí se contrariavan los vnos contra losotros a porfía. De manera que el exército del tirano estava repartido endos partes y en dos vandos y en muchas voluntades por causa deste grancorsario, y por esta razón avía gran dificultad en la negociación de todolo que se platicaba, aunque a la verdad uvo muchos que no entremetieron enestos devaneos, ni se les daba cosa alguna que el vno o el otro tuviese laflota de los navíos. Gonzalo Pizarro desseaba en gran manera que su primohermano Pedro Alonso de Hinojosa fuesse por General a Tierra Firme contoda la flota que estava en el puerto del Guayaquil, y como vidocontrariar este negocio de tantos, le pessava grandemente, y por no lohazer por fuerza, que bien pudiera, sino por vía de consejo y maña, por nodescontentar a los que le contrariavan, que eran mucha parte con HernandoBachicao, hizo lo siguiente: considerando, pues, las cosas arriba dichas,y porque se effectuasse lo que él tanto dessa(ba) y por mantener justicia,como si él la tuviera, a todos los querellantes, por desagraviar a losagraviados, dexó a Diego Vásquez de Cepeda que hablasse a Pedro de

Puelles, Juan Vélez de Guevara y Martín de Castañeda, con los capitanesque Bachicao avía traydo de Panamá, que la mitad dellos eran los quevotavan en su fabor, para que fuessen de su voto y parescer y no al deCarvajal. El licenciado Cepeda fue y habló con estos hombres y con otros alos quales dixo de como Gonzalo Pizarro estava mal yndignado contra ellos

 porque porfiavan tanto contra él sobre el negocio de Bachicao, y que lehiziessen tamaño plazer (que) fuessen contra la opinión de Francisco deCaravajal, y que si de otra manera lo hazían le darían gran pesar. Conestas palabras y con otras que les dixo prometieron de hazer y cumplir conla voluntad y mandado de Pizarro, y que si avían tratado algo en fabor deBachicao, que a ellos les avía parescido ser aquél buen consejo y

convincente parescer. Y que pues a Gonzalo Pizarro le pesaba de todo ello,que ellos cumplirían su mandado en todo y por todo, como se vería

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  adelante; y dende a dos días entraran en -246- consejo y en el que secomenzó a tratar de la embiada de la flota a Panamá y a quién se daría.Cepeda, por complazer y agradar al tirano dixo delante de todos loscapitanes muchas y competentes razones con muchos y diversos exemplos porlos quales mostró no convenir que Hernando Bachicao fuesse a Tierra Firme,

y que avía de mudarse el Capitán de la mar, como antiguamente lo avíanhecho los romanos, los quales fueron los mejores guerreros que uvo en elmundo, assí por mar como por tierra, y que siempre avían salidovictoriosos27. Y para effectuar esto convenía que se mudasse el Capitán dela mar y se diesse y entregasse la flota a Pedro Alonso de Hinojosa queera hombre muy sufficiente para el cargo, y por ser muy cercano parientede Gonzalo Pizarro lo exercitaría28 con mucha fidelidad mejor que otroalguno; y assí dixo otras muchas cosas tocantes a este negocio. Todos loscapitanes y consejeros, sin discrepar tan solo vno, dixeron que eran delmismo voto y parescer que assí se hiziesse y que sería muy bien hecho,ecepto Francisco de Caravajal, que porfió siempre en su opinión; mas ¿qué

aprovecha, que su voto era unitivo, que no tuvo quien le ayudasse? Lo queél porfiava fue dezir que era muy necesario, útil y provechoso, que laflota se diesse a Hernando Bachicao y no se la quitassen, por las causas yrazones que avía dicho y por las cosas muy grandes y señaladas que avíahecho en servicio de Gonzalo Pizarro, y que no se mirasse en cosa algunaen los delictos que dezían aver hecho, porque lo que avía hecho avía sidoa buena fin. Y que en quanto a lo que se dezía del pagar a losquerellantes, se hiziesse con persona que no tuviesse cargo ni mandoalguno, sino que como hombre particular y de gran confianza hiziesse ladicha paga; y assí dixo otras cosas refutando las que Cepeda avía dicho,no menos con muchos exemplos que para ello dio, que era muy leído yexperimentado en las cosas de la guerra. Mas ¿qué aprovecha?, que no fueadmitido su voto en juycio, ni fuera dél; y con esto fue elegido y -247-nombrado Pedro Alonso de Hinojosa por General, para que fuesse a Tierra

Firme, al qual tomaron juramento de derecho y se hizieron las cerimoniasque en tal casso se requerían y se pusso todo por auto ante vn escrivanode Su Majestad. En lo que tocaba al castigo que Gonzalo Pizarro queríahazer a Hernando Bachicao, acudieron luego los amigos que tenía y lefueron a la mano para que no lo hiziesse, y Cepeda acudió tambiéndiziéndole que mirasse los muchos servicios que le avía hecho, y que no lesería bien contado29 si lo mandasse castigar. A esto dixo el tirano: «¡Por

 Nuestra Señora!», que era su manera de hablar, «que tenía ya determinadode le mandar corta la cabeza por los males y daños que hizo en muchas partes; mas él lo pagará algún día todo junto, según él es de tan mala ysobervia y endiablada condisción». Y con esto fue perdonado por agora, aruego de sus amigos; mas, en fin, al fin lo pagó, como adelante diremos.

Capítulo XLIDe cómo el visorrey Blasco Núñez Vela hurtó el viento a Gonzalo Pizarro y

no saliendo con el efecto se metió en la cibdad, la qual halló sin gentede guarnición, y de las cosas que en ella hizieron los soldados, y de lo

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  demás que passó

Haviendo llegado el visorrey Blasco Núñez Vela al río grande deGuaylabamba y aviendo sabido de los corredores donde estava el campo de sucontrario, entendió luego como astuto y subtil Capitán el yntento queGonzalo -248- Pizarro tenía, porque viendo el lugar y sitio donde suenemigo se había puesto le paresció que no era cordura pasar por allí, porser fuerte y (que) estava bien fortifficado de muchos arcabuzeros que allíestavan puestos. Y para engañar a su enemigo con cierto ardid mandó aciertos capitanes y soldados que hiziessen muestra con algunos arcabuzerosy gente de a caballo y con cinco vanderas, de passar el río por el vado,que era ancho, y subir por la cuesta arriba para sitiarse de la otra vandadél y assentar su real enfrente de su contrario. Esto se hizo a fin porque

tuviessen entendido sus enemigos ser verdadero su desigño y que de verasavían de passar para dalle batalla, y assí se hizo, que muchos de acaballo llegaron de la otra vanda del río a la vanda del tirano, mas comoera muy tarde, que ya anochescía, se dexó el passaje. En el entretanto queesto se hazía, en el real del Visorrey (se) mandó luego traer mucha leña yhazer muchos y grandes fuegos para el effecto que luego se dirá, para quese paresciessen desde lexos, porque Gonzalo Pizarro y los suyos tuviesenentendido que todo el exército estaba allí assentado para que otro día sediese la batalla. Tenía el Visorrey grandíssimo desseo de dar un asalto enlos enemigos, de noche, detrás de sus esquadrones, para los desbaratar, yno sabía cómo ni en qué forma, porque en la delantera estava muyfortifficado de arcabuzeros, que en ninguna manera les podían dañar poraquella parte. Por lo qual mandó llamar al adelantado Sebastián deBenalcázar para tomar del su parescer y consejo como hombre que avíaconquistado aquella tierra, que sabría muy bien los passos y senderos delos caminos, y que él lo llevaría a donde pudiesse satisfazer bien sudeseo. El Adelantado vino y el Visorrey le dixo lo que pretendía hazer, yél, como siempre fue cuerdo, no le quizo contradezir en cossa alguna,

 porque ya le conoscía muy bien que si no otorgavan con él lo que pretendíahazer luego se enojava. Y por esto le dixo que estava muy bien acordado loque Su Señoría tenía pensado y que él lo llevaría por tal parte que

 pudiesse yr allá muy a su salvo, mas que era de muy malos passos y demuchas y grandes quebradas -249- muy hondas. Oydo esto se holgó delloen gran manera, porque tuvo cierta la victoria si dava en sus enemigosaquella noche aunque hubiera muchos estorbos del mal camino, por lo qualmandó que luego marchasse el esquadrón de la ynfantería con muy gentilordenanza y con gran silencio, y después el esquadrón de la cavallería,llevando por adalid y guía al Adelantado, y el Visorrey se fue con él.Yendo todos desta manera con gran priessa y a más andar, passaron muchasquebradas y arroyatos muy malos y passos muy angostos y peligrosos, endonde se detenían mucho al passar, hasta que llegaron al río y lo vadearonmuy apartados de sus contrarios, aunque bien mojados porque llovió aquella

noche. Y de esta manera llegaron a una legua de la cibdad muy cansados ymuertos de frío, y esto fue a la hora que ya amanescía, porque dieron una

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  vuelta y contorno muy grande hasta allegar allí cerca de la cibdad. Y comovido que no avía podido effectuar su gran desseo en dar de noche sobre susenemigos, le pessó en gran manera, mas en fin determinó de meterse en lacibdad creyendo estaría mejor en ella que en el campo para ynformarse delyntento del tirano, de los hombres que uviessen allí quedado. Yendo desta

manera con sus esquadrones, que allí se ajuntaron porque yvan muydesparramados, encontraron en el camino a un Juan Gonzales que salía de lacibdad y se yva al campo de Gonzalo Pizarro, y éste les ynformó largamentede cómo el tirano tenía más de ochocientos hombres en el campo, los qualestodos estavan armados y con mucha arcabuzería y con gran desseo de pelear,y assí le dixo otras cosas de que pesó a todos. Ya que querían entrar enla cibdad se llegó el Adelantado a caballo al Visorrey y le dixo: Señor,sepa v. s. que Gonzalo Pizarro está por aquí cerca con más de millhombres, assí vezinos de las cibdades como de buenos soldados que son laflor de toda esta tierra. Soy de parescer, si v. s. no manda otra cosa,que se haga con él algún buen concierto, pues v. s. tiene tan poca gente,

y para esto yo me desarmaré y podré yr a entender en este negocio y lotrataré con él muy largo para que por entrambas partes aya toda buenaconformidad, -250- con muy excelentes medios. El Visorrey respondió:señor Adelantado, no somos aquí venidos sino en busca de nuestros enemigos

 para con ellos pelear, y no a tratar de negocios ni de conciertos, porquecon tales traydores no ay que dalles palabra, pues ellos no la guardan consu Rey y señor natural. Por tanto es mi voluntad que no se trate dello enninguna manera, que me darán en ello gran enojo y pesadumbre, y pues SuMagestad os hizo cavallero y su Adelantado, quiero que peleéys como talcontra estos rebeldes y traydores. En esto serviréis a Dios y a SuMagestad, a quien se endereza este tan buen servicio, para que podamoscastigar a estos tan bravos tiranos, que para esso os di antier essa cota

 para que peleássedes contra estos rebeldes y cismáticos como buencavallero, y no para darme alguno consejo. No le estuvo bien estas

 palabras al Adelantado y por esso respondió diziéndole: Señor, yo lo haréy pelearé en la delantera como v. s. me lo manda, o moriré en el campo enservicio de Su Magestad como su leal vasallo, y no lo haré, como dizen elreal, de v. s., que siempre se pone en el esquadrón de la sanidad. A estodixo el buen Visorrey: Yo os prometo, señor Adelantado, que vos me veáysagora de tal suerte en los delanteros que la primera lanza que se quiebreen los enemigos sea la mía; y assí lo cumplió después como Capitán animoso

y esforzado. Estas palabras dixo el adelantado Sebastián de Benalcázar acausa que en las peleas, o siquier ensayes que por el camino se hazían,quedaba siempre el Visorrey con diez o doze de a caballo detrás delesquadrón de ynfantería mirando lo que se hazía, y assí tuvo entendido queavía de ser lo mismo al tiempo de dar la batalla; mas él se engañó, comoadelante se dirá. Aviendo passado estas razones el Visorrey entró en lacibdad con las vanderas tendidas y se apoderó luego della porque no uvoquien se la deffendiesse porque estava sin gente de guarnición, y seapossentó en las casas de Sancho de Figueroa, y los capitanes y soldadosen otras casas, que hallaron hartas vacías. Luego los soldados comenzarona desmandarse yendo por las casas de los vezinos que estavan con el

tirano, en donde hizieron muchos males -251- y daños en las haziendasy bienes que tenían, y esto se hizo sin la voluntad y consentimiento del

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  Visorrey, que no lo supo hasta después de hecho. Assimismo tomaron cassila mayor parte de la ropa y fardaje que los soldados del tirano avían allídexado, por lo qual y por los males que hazían los soldados en la cibdadalgunas mugeres se fueron al Visorrey y se quexaron bravamente dellos yque lo mandase remediar y les hiziesse bolver lo que a todos avían tomado.

El Visorrey, como no tuviesse licencia por entonces para castigar a lossuyos, por estar como estava en tal coyuntura, se hizo a todo ello sordo,manco y mudo y a las mugeres consoló con buenas palabras diciéndoles que(en) todo se pornía remedio y se les mandaría bolver lo que30 se les avíatomado, y assí lo mandó apregonar por toda la cibdad. Pues aviéndosse elVisorrey apoderado de la cibdad se ynformó luego de las mugeres, de lagente y fortaleza que tenía el tirano; ellas le dixeron todo quanto avíanalcanzado a saber y lo que avían oydo dezir a sus maridos y de otroshambres, y assí le dixeron otras cosas más de las que avía. Estuvieron

 presentes a esta plática algunos capitanes y soldados principales, y éstoslo publicaron luego por toda la cibdad entre los demás soldados, por lo

qual muchos dellos comenzaron a rezelarse de los pizarristas y de proponerde no hallarse en la batalla. Entendido esto por el oydor Juan Álvarez y

 por el maestro de campo Juan de Cabrera, se fueron al Visorrey y ledixeron que tuviesse por bien de tomar el consejo del adelantado Sebastiánde Benalcázar y que se concertasse con Pizarro con algunos medios de pazque fuesen a todos buenos. Porque tenían conoscido en los soldados de suseñoría que estavan de mala gana y de peor voluntad y no nada ganosos de

 pelear en la batalla, porque estavan cassi todos muy acobardados ytemerosos, y que mirasse atentamente lo que hazía. El Visorrey respondiócomo valeroso y esforzado Capitán (y) no queriendo mostrar punto decovardía les dixo: Señores, a mí me pessa mucho de aquessa plática, porqueel que no quissiere -252- pelear, no pelee, que yo solo y algunos delos leales cavalleros y servidores de Su Magestad que me queden, he deacometer a estos tiranos por muchos que sean. Y el que acobardadamente yde temor se quissiere yr, váyase en ora buena, porque más quiero morir enel campo peleando con los enemigos que hazer tan deshonestos partidos,

 porque ciertamente yo no tengo de poner mi persona y vida en manos de untraydor y fementido a su Rey y señor natural. Porque yo no sé cómo me hade tratar, ca tengo creydo que en todo y por todo, como tirano, se ha dealabar de mi prisión, preciándose que me ha vencido, o que me puse en susmanos de temor que tuve dél; y assí mandó que ninguno le hablasse en cosa

de partido, porque él no avía de hazer por quanto avía en el mundo. Comolos suyos vieron que no quería hazer ningún partido le aconsejaron que alo menos se fortifficasse dentro de la cibdad, porque tenían entendido queallí vencería al enemigo, y él no lo quiso hazer, antes se salió a dosoras al campo con más ánimo de buen soldado que con prudencia de Capitán.Después que se vido en el campo dixo a sus capitanes que no quería estarencerrado en donde tenía rezelo que sería preso o muerto sin aver batalla,sino que si mal le suscediesse avría hecho en sí lo que vn buen Capitánera obligado hazer. Mas por otra parte tenía su cavallo muy bien herrado,ca tenía en cada herradura doze clavos hechizos; era el caballo muycrescido, ruscio y bien hecho, que parescía pintado, que llamavan el

cavallo frissón, y tenía buenas obras y por esso andaba cada día en él; y para dar la batalla a su enemigo ordenó su gente en esta forma y manera.

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  Primeramente hizo un esquadrón de toda la ynfantería, que serían ochenta piqueros y ciento y veinte arcabuzeros, y dexó algunos para que fuessensobresalientes y que ellos fuessen los primeros que comenzassen a travarla escaramuza, y dioles por Capitán al maestro de campo Juan de Cabrera,que quisso pelear aquel día a pie con un arcabuz en la mano. Los capitanes

de la ynfantería fueron Sancho Sánchez Dávila, pariente del Visorrey,Rodrigo Núñez de Bonilla, Thesorero de Su Magestad, Pedro de Heredia,Francisco Hernández Girón; a los quales todos mandó vestir sendas -253-camisetas que los yndios ussan, para que se conosciessen en la batalla.Hizo también dos esquadrones de a cavallo: el uno dellos que era el mayory mejor tomó para sí, haziendo a don Alonso de Montemayor que fuesseMayoral de aquel esquadrón; yva también con él el capitán García de Bazán,y en este esquadrón yva el estandarte Real, que llevava Juan de Ahumada.El otro esquadrón encomendó al capitán Cepeda, Theniente de Pasto, y eneste esquadrón yva el adelantado Sebastián de Benalcázar con otroscapitanes y valerosos hombres, todos los quales yvan vestidos con sus

camisetas de yndios, como tenemos dicho. El Visorrey yva en la retaguardiacon doze arcabuceros y de a caballo para socorrer a donde más necesidaduviesse, y esto hizo por consejo del oydor Juan Álvarez, de don Alonso deMontemayor y del maestro de campo Juan de Cabrera; mas después fue el

 primero que quebró su lanza, que se pusso en la delantera porque se acordóde lo que el adelantado Sebastián de Benalcázar le avía dicho, como luegose dirá.

Capítulo LDe cómo el tirano, aviendo hecho muchas cosas en Quito, se partió delladexando allí a Pedro de Puelles por su Theniente y Capitán y se fue a los

 pueblos de Sant Miguel y de Truxillo, y de las cosas que proveyó yendo porsu camino adelante

Después de aver estado Gonzalo Pizarro en la cibdad de Quito mucho tiempo,

que fueron seys meses ynclusive desde diez y ocho del mes de enero hastadoze de jullio de 1546 años, que fue en este mismo año quando Corpus-254- Christi y Sant Juan cayeron en vn día, y aviendo hecho y concluydoen ella31 muchas cosas, determinó de yrse a la cibdad de Los Reyes, que esen Lima. Para hazer esto tomó primero el parecer de sus capitanes, losquales le dixeron que estava bien acordado y que lo hiziesse assí porqueera bien yr a visitar aquellas cibdades, villas y lugares que estavan a sudevoción, porque avía días que no las avía visto. Pussieron por delanteque tuviesse atención a las cosas de arriba, que estavan muy rebueltas yenconadas con el alzamiento de Diego Centeno, que podría ser que deste

 pequeño yncendio resultasse otro mayor y más bravo y perjudicial fuego,

estando él ausente, y por estas cosas y otras se aderezó para la partidacon muchos de los suyos. La causa de la estada y detenimiento de Gonzalo

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  Pizarro en esta cibdad se cuenta32 de diversas formas y maneras como acada vno le parescía o se le antojava y sospechava. Porque vnos dixeronque se avía detenido por saber con más brevedad lo que Su Magestad proveyaacerca de sus negocios, y de la confirmación del cargo que los oydores dela Real Audiencia le avían encomendado, por ser por allí el camino y

 passaje derecho por donde todos van y vienen muchas vezes de España a estatierra. Otros dixeron que por la comodidad y provecho que avía de lasminas de oro que en este comedio se descubrieron en este territorio en el

 pueblo de Rodrigo Núñez de Bonilla, que fueron asaz muy ricas, de donde sesacó grandíssima cantidad de pesos de oro bermejo, que muchos quedaronricos y dellos se fueron a España. Otros dixeron que Pizarro no se le davanada por subir arriba, por tener como tenía guardadas las espaldas demuchos tenientes, capitanes y hombres principales que le eran muyafficionados, especialmente que andava por allá Francisco de Carvajal queera el coco con que a todos espantavan, y que éste pornía remedio en loque conviniese por aquellas partes. Otros dixeron que no se avía detenido

 por estas causas y razones, sino por amores que tuvo con la -255-muger de aquel hombre llamado Fructos que Vicencio Pablo mató, como atrásqueda dicho, la qual quedó preñada de Gonzalo Pizarro. Y al tiempo que

 parió vn hijo estando el tirano en la cibdad de Lima, arrebató la criaturael padre desta muger (y) la mató arrojándola contra vna pared, por loqual, Pedro de Puelles, a quien quedó encomendada, ahorcó al agüelo de lacriatura por aver cometido aquella crueldad. Preguntado al matador por quéavía muerto a su nieto, no teniendo la culpa sino la madre, respondió:«matelo por que no quedasse tan mala simiente de los Pizarros en estatierra y en las demás, y quissiera que en esta criatura se acabaran deconsumir todos los Pizarros, porque no quedara vno ni ninguno».Finalmente, aviéndose determinado Gonzalo Pizarro de partirse para lacibdad de Lima, se puso en camino con más de quinientos hombres bienarmados, y antes de su partida nombró por su Theniente y Capitán a Pedrode Puelles, por ser hombre bastante para el tal cargo y por aver metidomuchas prendas en todas estas jornadas, al qual dio grandes poderes ycomissiones. Antes de todo esto avía embiado adelante a la cibdad de Limaal muy virtuoso y muy noble varón Juan Velázquez Vela Núñez, hermano delVisorrey, con Lucas Martín Vegaso, para que lo llevasse por la mar en sonde preso. Pues yendo Gonzalo Pizarro por sus jornadas contadas llego a lavilla de Sant Miguel, en donde hizo muchas cosas en pro y vtilidad de los

vezinos y naturales de aquel territorio, y nombró por su Lugartheniente yCapitán a Bartholomé de Villalobos, al qual dio muchas ynstruciones yavisos de lo que avía de hazer en su servicio, ansí en la tierra como porla costa de la mar. En esta dicha villa dio al capitán Alonso deMercadillo la conducta del generalato de la conquista de las tierrasnuevas que los primeros conquistadores llamaron de la Zarza, en donde setuvo por cosa cierta que era tierra muy rica de plata y oro y de grandesrebaños de ganado ovejuno y de otras cosas que los hombres suelen dessear,y le dio ciento y treynta soldados dándoles muchos oficios para la guerray para quando poblassen alguna villa. Por apartar de sí a muchos que congrandes ymportunaciones -256- y ruegos le pedían de comer, pues le

avían servido muy bien en la jornada, a los unos envió con el capitánManuel de Estacio al pueblo del Guayaquil, que yva por su Theniente, para

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  que por allá les diesse de comer, y así embió a otros a diversas partes para que por allá33 fuessen proveydos. Al capitán Juan Proceli le diosesenta hombres para que fuesse a la conquista de los Bracamoros, que esen la gran provincia de los Chiquimayos, que después que poblaron llamaronla villa de Loxa, los quales todos fueron de muy buena gana porque avía

fama que las tierras eran muy ricas de oro y plata y de muchos carneros deaquella tierra y de grandes poblazones de yndios. Y como todos ellos yvan bien armados y tenían muchos vestidos y cavallos que avían tomado deldespojo de la batalla de Quito, y con el socorro que les dieron, yvan muycontentos y ufanos llevando por delante mucho servicio de yndios y deyndias. Prosiguiendo Gonzalo Pizarro por su camino adelante, de pueblo en

 pueblo, yvan sus capitanes y hombres principales tratando de muchas ydiversas cosas entre los vnos y los otros por tener algún alivio en elcamino, como se suele hazer muchas vezes, y un día parece que comenzaron adezir que Su Magestad, como buen señor y xpianíssimo rey, no trataría decosas passadas, ni miraría ni aun haría caso dellas, y que sin falta

ninguna confirmaría a Gonzalo Pizarro la governación que la Real Audienciale avía dado y encargado, porque él merescía tener este real cargo por los

 buenos servicios que le avía hecho en la tierra. Otros uvo que dixerondesvergonzadamente y sin ningún miramiento y con gran soberbia que aunqueSu Magestad quissiese hazer otra cosa en contrario de lo que le avían desuplicar, no avría effecto, porque ellos lo deffenderían a capa y espada,o si no con muy buenos arcabuzazos. El licenciado Cepeda, por agradar enalgo a Gonzalo Pizarro passava del pie a la mano con su desvergonzada

 plática, aprovándolo Hernando Bachicao y otros tales como él que eranhombres desatinados y mal yntencionados, -257- ymprudentes y nesciosen todo y por todo; el qual dezía que los reynos y provincias del Perúcompetían a Gonzalo Pizarro por muy justos y buenos títulos y de derecho,

 pues él y sus hermanos las avían ganado a fuerza de armas quitándolas de poder de los yndios ydólatras y cultores34 de los demonios, pues no eranxpianos ni lo avían querido ser. Traya en consequencia y alegava a su

 propósito muchos exemplos de reynos, tierras y provincias que después desu origen y principio avían sido tiranizadas por hombres sobervios, y conla diuturnidad del tiempo que avía passado, el título se avía hecho buenoy estable y avían quedado hechos señores y reyes los que las teníantiranizadas. Y con esto dezía que la nobleza procedió de mala fuente, porser tiranía comenzada, mas después fue por virtuosos yllustrada. También

traya en consequencia la differencia que uvo sobre el Reyno de Navarraquando lo conquistó el cathólico rey don Fernando y lo metió debaxo de laReal Corona de Castilla, que hasta oy lo poseen y se llaman Reyes de

 Navarra y lo tienen como cosa suya propia. Allende desto contava la razóny forma de cómo los reyes se armavan y de cómo se vngían y de lasceremonias que para ella hazían, y assí dezía otras cosas semejantes aéstas atrayendo, yncitando y persuadiendo al tirano se llamasse rey,afirmando que jamás hombre que al principio uviesse pretendido ser reyavía tenido tanto derecho a la tierra que governava, como él. Y como ellicenciado Cepeda era tenido por muy leydo y de buen juycio yentendimiento y era gran letrado, todos aprovavan con él en todo lo que

dezía y les parescía bien, y ninguno le contradezía por no desagradar altirano. Mas, en fin, Gonzalo Pizarro se holgava grandemente en oyr estas

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  cosas de gran locura y vanidad, las quales se platicaron muchas vezesdelante dél estando presentes muchos de sus capitanes y soldados

 principales. Assimismo despachó desta villa al licenciado Benito deCaravajal para que fuesse a la mar y tomasse los navíos y gente que JuanAlonso Palomino avía traydo de Nicaragua, -258- con los demás navíos

que estavan en el dicho puerto, para que con ellos proveyesse las cosasnecesarias para la seguridad de toda aquella costa. De manera que él proveyó aquí muchas y diversas cosas, dando a entender a todos que lohazía por el bien de toda la tierra, y su yntención principal fue tenersiempre junta toda esta gente, aunque estuviesse en diversas partesrepartida, para que quando tuviesse necesidad della y embiasse por ella,viniesse luego. Pues llegado a la cibdad de Truxillo se le hizo un muysolemne recibimiento (por) todo el cabildo y regimiento y vezindad della,y en los arcos triunphales que se pusieron por las calles (y) encrucijadasdellas por donde paso, uvo muchos epitaphios y letreros alabando sushechos, y vna letra dellos35 dezía en esta forma y manera:

De Vargas es mi linagey de Chaves mi opinión;de león tengo el coragey de rey la condición.

Entrando Gonzalo Pizarro por la cibdad, los alcaldes y regimiento yvezindad lo llevaron a la yglessia mayor, en donde oyó missa, y de allífue a las casas de su hermano el marqués don Francisco Pizarro, que estána un lado de la plaza; en donde se apossentó con mucha música deministriles y trompetas y con gran salva de arcabuzes, y luego se asentó acomer porque era ya muy tarde. Asentáronse a comer a su mesa dozecapitanes de los más principales y famosos que él tenía, los quales fueronDiego Vásquez de Cepeda, Juan de Acosta, Juan Vélez de Guevara, Diego deMora, Juan Alonso Palomino, Martín de Robles, Juan de Saavedra, Alonso deLeón, Hernando Bachicao, Diego Maldonado el rico, Pedro Vergara y donBalthasar de Castilla. Después de aver comido preguntó a los regidores y aciertos vezinos que presentes se hallaron quando comió, cómo se avían-259- y lo avían hecho las justicias que él avía dexado en aquellacibdad; que se lo dixessen porque ninguno estuviesse agraviado dellas. Y

 por otra parte hordenó otras muchas y diversas cosas para en pro yvtilidad del pueblo y de los naturales de toda aquella tierra, y puso ensu cabeza el pueblo de Caxamalca, que fue de Melchior Verdugo, que rentava

 por año ochenta mil ducados de buen oro y plata y mahíz. Assimismo nombró por su Lugartheniente a Diego de Mora, natural de Cibdad Rodrigo, y le diomuchos y grandes poderes para que hiciesse todo aquello que fuessemenester al servicio de Su Magestad y en lo que conviniesse al suyo, y leencargó mucho que mirasse muy bien por toda la tierra. Yten le dio para laguarda de su persona veynte y cinco arcabuzeros para que estuviessen conél assistentes y les diesse de comer a su mesa, y que ninguno despidiessesin su espresa licencia, pues le avían servido muy bien en la jornada

contra el Virrey. Ase de saber que desde el día que Gonzalo Pizarro salióde Quito y comenzó de poner sus lugarthenientes en las cibdades, villas y

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  lugares por donde passava, siempre les dio veynte y cinco o treyntaarcabuzeros, a dos fines. Lo vno para que guardassen las personas y vidasde sus thenientes y que a cada vno los contentarse en les dar de comer ylo que buenamente uviessen menester, y la paga que se les avía de dar alos vnos y a los otros se sacasse de la caxa de Su Majestad y de vezinos y

de mercaderes, por tercias partes. Y lo otro fue que como estos hombresestuviessen juntos en diversas partes y lugares, que no uviessen muchadifficultad de los ajuntar para alguna priesa o necessidad vrgente quetuviesse, o quando los enbiasse a llamar. En este comedio llegó ellicenciado Benito Juárez de Caravajal, con los navíos, al puerto deTruxillo, el qual se vino a la cibdad y el tirano lo recibió muy bien

 porque entonces lo quería mucho, y lo mandó apossentar dentro en su palacio. Despachó deste pueblo al capitán Juan Alonso Palomino a TierraFirme, con el qual escrivió a su pariente Pedro Alonso de Hinojosa y a losdemás capitanes, muchas y diversas cosas, encargándoles que tuviessenespecial cuydado de mirar -260- por la flota y le avisassen siempre de

todo lo que por allá passava; el qual se embarcó en un navío y se fue aPanamá. Todas las cosas que Gonzalo Pizarro hizo de ay adelante fueronhechos con parecer y consejo deste Licenciado, y muchos capitanes yvalerosos hombres se quissieron entremeter en su privanza, y no lo

 pudieron alcanzar por la gran privanza que este hombre tenía con él,eceptando como eceptamos, a los licenciados Diego Vásquez de Cepeda yAlonso de León, que también eran sus muy grandes privados y amigos. Comoen aquel tiempo uvo tres capitanes llamados Caravajales, que servíanentonces al tirano, muchos tienen creydo, los que no los conocieron, quelo que el licenciado Caravajal hizo en cortar la cabeza al Virrey, y loque hizo Diego de Caravajal el galán, natural de Placencia, como adelantediremos, todo lo atribuyen a Francisco de Caravajal; en lo qual seengañan, como se verá en esta obra adelante. Yo no niego que el maestro decampo Caravajal no fuesse cruel, sino digo que él fue más36 cruel queCalígula y Nerón, que se puede comparar a otros muchos tiranos que uvo muycrueles en el mundo, y assí tengo escripto un libro particular, que es eltercero, en donde se verán largamente sus hechos y dichos y suscrueldades; y dexado esto aparte diremos agora cómo Gonzalo Pizarro entróen la cibdad de los Reyes con gran triunpho, y del solenne recibimientoque se le hizo en ella».

Historia de las Guerras Civiles del Perú (1544-1548) y de otros sucesos delas Indias. Tomo IIIPor Pedro Gutiérrez de Santa Clara

Madrid. 1905(Capítulo XLIX: pág. 418 a 450; Cap. LVI: pág. 486 a 495; Cap. LVII: pág.

496 a 513; Cap. LXIV: pág. 554 a 576)

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 Capítulo XLIXEn donde se cuenta del linaje de los Yngas y de dónde salieron, cuándoconquistaron las provincias del Perú, y qué quiere dezir Ynga en la lengua

 propia del Cuzco, que es la que se vssa y se habla en estas partes tan

remotas

Bien tengo entendido que el benigno lector estará canssado de aver leydotan por entero y particularmente los dessatinos y dessaffueros deFrancisco de Caravajal el cruel, que paresce que no hemos tenido otrocuydado sino tan solamente contar sus crueldades y tiranías, con las cosasque hizo contra los servidores de su Real Magestad que tenían su real boz.Todo esto no se pudo hacer menos sino contar enteramente todo lo que passó

en este tiempo en esta tierra entre los leales y rebeldes al Rey, porquede otra manera quedara nuestra obra manca y paresciera mal como el sayocortado sin faldamentos y sin mangas. Por tanto el piadoso lector podrá

 perdonar con tan grande leyenda, que agora lo dexaremos por vn rato hastaque tornemos a encontrar con él, porque es el vno de los desta danzatragicomédica, por dezir y contar de dónde procedieron y salieron los

 primeros Yngas que fueron reyes y señores destas tan grandes y riquíssimas provincias. Quise poner esta narración en este lugar porque el lector seaparte vn poco del ruydo de las guerras más que civiles y de oyr tocar elatambor y el pífaro y las trompetas y el blasonar de las armas, porque elhombre que es pacífico y amador de la paz y quietud huye destas cosas y nole es agradable oyllas. Y por el contrario, los que tienen las ánimosynquietos y llenos de sobervia y están hinchados de vna presumpsión, másquerrán oyr tocar los atambores y píffaros que leer las calidades de lasyervas y temples de las tierras que ay en el mundo; mas dexemos estoaparte, que pudiéramos alargar vn poco la mano, y comenzaremos nuestrocuento. Digo que desde el río que los indios naturales llamaron Pirú,hasta el estrecho que -264- descubrió Hernando Magallanes, tiene delargo por la costa de la mar del Sur, según los mareantes dizen, mill ydoscientas y cincuenta leguas. Y passando el estrecho de Magallanes, yendoal Río de la Plata, que es en la mar del Norte, y contorneando por otras

tierras hasta llegar a Sancta Martha y a Cartagena y de allí venir otravez al río Pirú, por travessía de tierra tiene de ancho en partes millleguas, y en partes menos, y boja en circuyto todas estas regiones quatromill y seiscientas y cincuenta leguas de costa de la mar del Sur y del

 Norte. El primer hombre que tuvo noticia desta tierra del Pirú, segúndizen, fue Francisco Bezerra, Capitán que fue del governador Pedro AriasDávila el galán, y gran justador, natural de Segovia, que conquistó lagran provincia de Veragua. Otros dizen que fue el muy nombrado capitánBlasco Núñez de Balboa el que la descubrió muchos días antes, y que tuvonoticia de los indios de la mucha riqueza que avía en la tierra, de muchooro, plata, esmeraldas y perlas con otras muchas cosas de gran valor; y

este río Pirú, de donde se tomó denominación toda la tierra, está en dosgrados de la equinocial hazia el Norte. De manera que este capitán Blasco

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  Núñez de Balboa fue el primero que descubrió la mar del Sur, que fue en elaño de 1525 a 21 días del mes de setiembre, en domingo, casi a medio día,el día de Sant Cleophe mártir, y este Balboa vino a Yndias con Antoño deHojeda, natural de Cuenca, que fue Capitán de don Xpóval Colón, en el añode 1508, y después Francisco Bezerra fue el primero que navegó la mar del

Sur por estas partes. Subiendo Vasco Núñez de Balaboa por una sierra muyalta con sesenta y siete compañeros, a los quales detuvo vn poco antes desubir bien a lo alto, él37 mismo se subió solo y se paró a mirar hazia la

 parte de Mediodía y vido las muy desseadas aguas del Occéano de la mar delSur, el qual hincándose de rodillas en tierra y alzando los ojos al cielodio muchas gracias a Nuestro Señor. Y luego llamando a todos suscompañeros los hizo subir y les mostró el mar Austral, de cuya vista seholgaron -265- en gran manera, por lo qual se hincaron de rodillas ydieron muchas gracias a Dios Nuestro Señor por tan grandes bienes ymercedes como les hazía. En quanto a lo que toca de los Yngas y señoresque uvo en esta tierra ay muchas y diversas opiniones y variedades, y assí

ay muchos cuentos y novelas fabulosas de dónde procedieron, porque unosyndios lo cuentan de vna manera, y otros de otra; mas yo me atengo a loque dizen los muchos que desto hablaron verdaderamente. Quanto a lo

 primero digo que dizen los yndios muy viejos y antiguos y que la oyerondezir a sus mayores y lo tienen oy día en sus memorias y cantares, que uvoseiscientos años primeros que no tuvieron reyes, sino vnos señoretesllamados curacas que los governavan cada vno en su provincia, y quedespués vinieron los Yngas que reynaron en todas estas provincias, que lesturó más de seiscientos y cincuenta años. El primer señor yndio quecomenzó a entrar por tierras agenas fue llamado Mango Ynga Zapalla, y esteyndio dio principio a las guerras, el qual salió con gente armada de unagrande ysla llamada Titicaca, la qual está en medio de vna laguna muygrande y bien honda en la gran provincia de Atun Collao. Este Mango YngaZapalla procuró de ser muy nombrado y aventajado señor más que todos losseñoretes curacas que avía a la redonda de aquella laguna, por lo qual

 propuso, por consejo del demonio y de los hechizeros, de les ocupar latierras por mill vías, modos y maneras que pudiesse, y ponellas debaxo desu señorío y mando. Y con esta determinación salió con mucha gente de laysla en muchas balsas de cañas y madera seca y luego con halagos yamenazas atraxo para sí algunos curacas y señoretes, y los que noquisieron venir a su obediencia llamándolos, les dio mucha guerra hasta

que los pusso debaxo de su dominio y mando. Después que se vido hechoseñor desta gran provincia y que todos los curacas y principales yndios leservían como a señor natural, fundó vn pueblo nuevo que llamó Atuncollao,que quiere dezir el gran Collao. En este pueblo pusso su assiento y cortereal porque no se le revelassen los yndios que avía conquistado, y despuésque los tenía ya pacíficos y -266- bien avassallados al cabo secumplieron sus días y murió, según las gentes dixeron, de ciento y veinteaños, aviendo governado la tierra setenta años en guerra y en paz. EsteYnga fue casado con vna Yndia llamada Mama Ocllo, hija de un curaca granseñor vasallo suyo, que era muy hermosa, aunque otros dizen que era suhermana, de la qual uvo vn hijo llamada Sinchiroca Ynga, con otros muchos

que tuvo de sus mancebas. Destos hijos bastardos no tuvieron cuenta losyndios ni hizieron casso dellos, sino del heredero y de los que fueron

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  valientes, y dizen deste Mango Zapalla Ynga no se qué boberías, que notuvo padre ni madre, sino que nasció entre vnas peñas que están en lamisma ysla y que el Dios su padre, que era el Sol, lo crió allí. MangoYnga Zapalla, después que murió, quedó el govierno en su hijo Sinchiroca,el qual salió muy valiente y esforzado capitán, y tuvo después algunas

guerras con ciertos curacas de los que su padre avía conquistado, que sele avían rebelado, por lo qual se hizo muy nombrado hasta que murióaviendo cinquenta años. Fue casado con vna mujer llamada Mama Coya, de laqual tuvo cinco hijos: el primero se llamó Llocuco Yupangue Ynga, y elsegundo Cuxiguanan Chiri, y de los tres no supieron de sus nombres, porqueno fueron valientes, y de sus mancebas tuvieran muchos. En lugar deldiffunto comenzó a reinar Llocuco Yupangue Ynga, del qual dizen que noganó ni conquistó pueblo alguno, sino fue sustentar lo ganado, porque fuymuy pacífico, aunque justiciero, y siendo de hedad de noventa años y noteniendo hijo heredero les paresció a sus vasallos que era ymposibletenello, ni menos virtud para engendrar. Y por tanto, vn criado suyo,

hallándose muy pesante porque su Rey y señor natural no tenía hijo yoyendo que todos sus vasallos trataban dello, dizen que vn día tomó alYnga en brazos y lo llevó adonde estava su muger, llamada Mama Caguapata,y engendró en ella vn hijo que se llamó Yndimayta Capac Ynga, y al cabomurió aviendo reynado sesenta años, siendo de hedad de ciento y veinteaños. En el tiempo que Llocuco Yupangue reynava conquistó por suscapitanes algunos pueblos de la comarca, y que tuvieron -267- medioganada la gran cibdad del Cuzco y que después la perdieron por descuydoque los suyos tuvieron y que el Ynga murió de pessar dello, como tenemosdicho. Sucedió luego su hijo en el reyno Yndimayta Capac Ynga, el qualsalió muy valeroso y conquistó otros muchos pueblos. Los quales pussodebaxo de su vassallaje; después desto emprendió la guerra contra elcuraca señor del Cuzco y como era valeroso se deffendió muy bien, y enesto murió ya viejo, aviendo governado la tierra sesenta y cinco años.Este Ynga tuvo de su muger Mamachianta vn hijo que se llamo Capac YupangueYnga, y dizen los yndios que tuvo otros hijos desta su muger, ymuchíssimos de sus mancebas, de que no se acuerdan de los nombres delloscon la diuturnidad del tiempo, y porque también no eran valientes, porquesi lo fueran los antiguos hizieran memoria dellos en sus cantares. Sucedióen el reyno Capac Yupangue Ynga, el qual dizen que fue para poco, pues noconquistó cosa alguna ni salió de la cibdad de Atuncollao y que ciertos

 pueblos que se le revelaron los apaciguó con los valerosos capitanes queavían sido de su padre. Fue casado con Mama Yndichiquia y della tuvo vnhijo que se llamó Ynga Roca Ynga, que quiere decir señor de las señores, ytuvo otros muchos hijos de diversas mancebas, de los quales no tuvieronmemoria de sus nombres porque no hizieron cosas dignas de alabanza, y alcabo murió de hedad (de) ciento y catorce años aviendo governado sesenta ycinco años. Después de muerto este Ynca suscedió su hijo Ynga Roca Ynga,como su padre, que también fue para poco, que no hizo más de sustentar loque sus antepasados avían ganado, aunque dizen dél que fue muy severo y

 justiciero y que por esto le tenían gran temor sus vasallos, por loscapitanes y soldados que tenía puestos por guarniciones en diversas

 partes. Este Ynga fue casado con Mama Micoy, de la qual tuvo tres hijosllamados Guarguac Ynga Yupangui, Appomayta y Bilcaquiri, los quales fueron

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  muy valientes, y de gran nombradía, y de sus mancebas muchos; murióaviendo reynado quarenta años y siendo de cient años. Muerto el Ynga,reynó su hijo Yaguarguac Ynga Yupangui, el qual siendo de hedad de tresmeses -268- fue hurtado en vida de su padre y de ay a dos meses dizenque paresció en poder de vn curaca gran señor del pueblo de Jaxaguana, en

donde se criava regaladamente por ser quien era. Assimismo affirman que enel tiempo que lo tuvieron hurtado le quissieron matar y porque lloró gotasde sangre lo dexaron, diciendo que era señal de alguna gran cosa y que

 primero querían ver el fin que avía de suceder adelante, y que por esto nole mataron, antes lo criaron muy bien. En este medio tiempo, vn tío queeste ynfante tenía, llamado Guaylacanca, sabiendo donde estaba el príncipesu señor, como valiente y esforzado hombre fue al dicho pueblo en hábitode yndio pobre, y lo hurtó sin tener miedo del gran curaca ni de susvasallos, y lo truxo a su reyno, en donde su padre y vasallos lorescibieron muy bien. Aviendo crescido este Inga y tomando el Reyno y la

 possesión dél se mostró después por muy valiente y vellicoso, porque ganó

y acrescentó a su reyno muchos pueblos, por lo cual tuvo gran reputación yconservó muy bien lo que sus mayores avían ganado, y de su mugerMamachiquia tuvo un hijo que se llamó Viracocha Ynga. También tuvo de estamuger otros hijos que se llamaron Apocama, Apomaroti, Yngamayta,Paguacynga, Gallimayca y Chimachauic, y déstos se acuerdan los yndios ensus cantares y memorias porque fueron valientes, y en fin, al fin reynóochenta años. Suscedió Viracocha Ynga en el reyno, el qual salió muyvaliente y guerrero y teniendo la tierra de paz, quatro curacas y señoresse alzaron contra él de embidia y mala voluntad que le tuvieron, mas elYnga fue contra ellos, a los quales venció valerosamente y les cortó lascabezas y los pueblos alzados se le vinieron a dar de paz. Este Ynga fuecasado con Mama Yunto Cayan, de la qual tuvo hijos, los quales se llamaronYnga Vrcon, Ynga Mayta, Cunayure, Chalicuro Yupangue, Capaz Yupangue, y elmenor de todos se llamó Pachacoti Capac Yupangue, y como fueron valientestuvieron los yndios memoria dellos. Turante el reynado de Viracocha Yngase alzaron contra él dos hermanos llamados Guamán Guaraza y Aucos Guarazay viniendo contra él desde la provincia de Andaguaylas, de donde -269-eran señores, que está treynta leguas del Cuzco, tomaron a Condesuyo y aCollasuyo, provincias muy grandes y bien ricas que estavan a devoción delYnga. Sabido esto por Viracocha y queriendo yr contra ellos, no se atrevióa causa que era ya muy viejo y enfermo y porque venían muy pujantes de

gente, y ninguno de sus hijos mayores quiso salir al campo, sino fue elmenor de todos ellos que se llamava Pachacoti Capac Ynga Yupangue, elqual, como esforzado y animoso, salió con mucha gente contra los doshermanos con el fabor que le dio vn tío suyo gran señor. Caminando con suexército encontró con los enemigos en el campo de Condesuyo, en donde sedio entre ellos vna brava y sanguinolenta batalla en donde Pachacoti CapacYnga Yupangue venció y prendió a los dos hermanos Garazas con muerte demuchos de los suyos, y se hizo señor de los pueblos y del de Andagauylas,haziendo justicia de los hermanos, y pusso guarniciones en ellos, y conesto se bolvió a la cibdad. Sabiendo Viracocha Ynga que su hijo veníavictorioso lo salió a rescebir con muchos de los principales yndios de la

corte hasta vna legua, y de allí se vinieron38 a la cibdad y llegarontodos con mucho plazer y alegría, en donde fue rescebido con muchas

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  fiestas y regocijos a la vzanza y modo que tenían los yndios. Donde aciertos días mandó a todos sus vasallos lo rescibiessen por vniversalseñor y soberano Rey de toda la tierra, lo qual se hizo con gran aplausode todas las gentes y de consentimiento de sus hermanos, y dende a ciertotiempo murió el dicho Viracocha Ynga de edad de ciento y veinte años,

aviendo reynado ochenta y cinco años. Siendo ya Rey y señor muy nombradoeste Ynga Pachacoti Capac Yupangue, que quiere dezir buelta del mundo,hizo muchas y diversas cosas de memoria dignas y hordenó muchas y buenasleyes para en pro y vtilidad de sus vasallos, porque eran muchos, quehabitavan en grandes provincias muy ricas de oro y plata. Hizo vna ley enque mandava a todos sus vasallos que sirviessen muy bien a los dioses desus antepasados, con otras cosas que convenían -270- a las ceremoniasy culto de sus ydolos, y otra ley contra los traydores y adúlteros,ladrones, vagamundos, y las penas que las justicias y sus mandones leavían de dar conforme a sus delictos. Mandó por ley que todos los yndiosde cada provincia anduviessen señalados y por la señal que truxessen

fuessen conoscidos, de manera que si parescían en la presencia del Ynga, por la señal que el yndio traya savía de qué provincia era, y por otraseñal de que venía señalado en la ropa, por aquella entendía de quémillenario era y de qué centuria, que cierto fue cosa notable. Vnos trayanaros de palo como de cedazo, en las cabezas, muy encajados; otros, unashondas rebueltas por las cabezas; otros andavan tresquilados. Y assí avíaotras muchas señales con diversidades de colores, por las quales eranconoscidos. La magestad y grandeza destos Yngas39 fue muy grande, porqueninguno de sus vasallos de qualquier calidad, condisción y estado quefuesse, podía entrar donde él estuviesse sino descalzo. Y assí todos losgrandes señores y principales yndios andavan en su presencia muy humildesy avasallados y ninguno dellos se assentava delante dél, porque no podíatener silla dentro de palacio si no le era concedido por especial

 priveligio y señalada merced. Haziendo todo esto con otras muchas ydiversas cosas salió después de su tierra y fuesse a las agenas, lasquales ganó con valeroso ánimo y gran esfuerzo, y estando en el camposalió contra él el gran curaca del Cuzco, y entre ellos se dio vna brava ysanguinolenta batalla donde murieron muchos yndios de vna parte y de laotra, y al fin salió el Ynga con la victoria. Quando el gran curaca sevido vencido se fue a su cibdad del Cuzco y no perdiendo punto de ánimocomenzó de ajuntar mucha gente con fabor y ayuda de muchos amigos suyos

que eran señores de muchos pueblos, para yr contra el Ynga, ca le seguíanmuchos por la gran reputación que avía ganado en toda la tierra y letenían por hijo del dios Sol y el se jactava dello. Venidos estos dosfamosos capitanes al encuentro se dio entre ellos la batalla en los llanosde -271- Quispicanche, que fue azaz bien reñida y sangrienta deentrambas partes, que al cabo uvo de vencer al Ynga aunque salió malherido, y el gran curaca se fue huyendo. Como los del Ynga uvieron lavictoria, algunos dellos siguieron el alcance, en donde mataron a muchosyndios a porrazos y el gran curaca escapó a vña de su pie y los quequedaron con el Ynga lo tomaron y lo llevaron en unas andas, como él solíaandar, al pueblo de Vrcus, que está siete leguas del Cuzco. Estando en

este pueblo murió dende a pocos días de las heridas que le dieron en la batalla y del gran pessar que tomó de se ver herido, por lo cual

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  rescibieron los pocos que lo sabían grandíssimo dolor y lástima, aviendo bivido ochenta años y reynado cincuenta y cinco años con gran loor y famade sus grandezas y hazañas. Túvose (en) grandíssimo secreto su muerte, porley hordenada desde los primeros Yngas en que se mandava que muerto elYnga fuesse metido en los aposentos más secretos y apartados que uviesse

en palacio y que no fuesse visitado sino de sus mugeres y de los médicosque le curavan, y con esta constitución no le vissitava nadie, ni sabíande cómo estava el Ynga. Estos médicos entravan en la cámara desde el díaque el Ynga caya en la cama y de allí no salían del apossento hasta que selevantava o se moría, y guardávasse en esto tan gran secreto en lo tocantea la salud del Rey, que ninguno de los de fuera sabía si estaba mejor o

 peor. Y después que el Rey era ya muerto, la primera ceremonia que sehazía en este ministerio era tener los médicos y las mujeres del Ynga muysecreta su muerte por tiempo y espacio de vn mes y viendo los capitanesdel Ynga quán valiente y animoso avía sido y quán guerreador se avíamostrado y de las leyes que avía hecho, tuvieron creydo muy de veras ser

hijo del Sol, porque él mismo lo avía dicho muchas vezes a sus capitanes.Y que el Dios su padre le avía descubierto muchos y grandes secretos denaturaleza y que lo embiava a conquistar todas aquellas tierras porque entodas ellas no uviesse sino vn señor que los governasse y mandasse. Demanera que como murió, los médicos y las mugeres del Ynga lo tomaronsecretamente aquella noche y amarrándole -272- muy bien el cuerpo conmantas ricas y cuerdas de lana fina lo hecharon en el ojo de agua olagunilla de Vrcos, que está a tiro de piedra de palacio adonde bivía, conmucha riqueza de oro y plata. Dende a ciertos días, passado el dicho mes,los capitanes y la demás gente que no sabían el secreto, como lo fuessen avisitar preguntaron a los médicos por el Ynga, respondieron que no sabíandél, porque aquella noche se avía desaparescido dellos y que el dios Solsu padre se lo avía llevado assí bivo como estava, porque se hallava vn

 poco mejor. Creyendo todos sus vasallos esta novela, luego lo deificaron ylo pussieron en el número de sus dioses haziéndole grandes ritos ycerimonias a su moda y usanza; y este Ynga fue casado con Mama AnauarqueMicay, de la qual tuvo cinco hijos: el primero se llamó Topa YngaYupangue, Amaro Topa, Capac Guayri, Sinchiroca (y) Guayllipa; y sin éstostuvo otros muchos hijos de sus mancebas, que como bastardos no hicieroncaso dellos. Antes que passemos adelante es de saber que este nombre Yngaes de gran alteza entre estos yndios del Perú, que quiere dezir soberano

señor o Rey soberano, que hasta entonces no se llamavan los señores delCuzco, ni de los demás pueblos fiestas provincias, sino curacas, quequiere dezir tan solamente señor, y assí son llamados el día de oy losseñores de los pueblos. Assí como el primero que ganó la cibdad del Cuzcoy las demás tierras, como adelante diremos, se llamava Ynga, mandó a losdemás que le suscediessen de ay adelante en el ymperio se llamasen Yngas,y assí lo tienen el día de hoy en costumbre, como los Césares en laynclita cibdad de Roma y los Tholomeos en Egipto, y a los capitanes ysoldados que tenían, que eran muchíssimos, mandó que todos se llamasenYngas, como es dezir cesarianos.

-273-

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 Capítulo LEn donde se prosigue y cuenta de linaje y prosapia de los Yngas, reyes yseñores que fueron destas amplíssimas y riquíssimas provincias del Perú, yse relatan las cosas que mandaron hazer en todas estas tierras

Después de muerto el muy nombrado y valeroso rey Pachacoti Capac Ynga tomóla possesión del Ymperio Topa Ynga Yupangue, el qual salió asaz muyvaleroso en las armas y grandíssimo guerrero porque se avía criado en ladisciplina militar, y supo tanto y más que su padre y assí hizo muchasguerras y dio grandes batallas a muchos curacas y señores yndios dediversos pueblos. La primera que entreprendió, dexando las otras que teníaque hazer, fue yr contra el gran curaca del Cuzco para lo matar en

venganza de las heridas que dieron a su padre, y adereszadas sus cosas yla gente de guerra que avía de llevar fue contra él, con el qual tuvograndes refriegas y batallas por muchos días, que los unos ni los otros nose podían vencer. En este comedio que las guerras turavan, que andavan muyencendidas y travadas, el Inga edifficó vna cibdad muy cerca del Cuzco envna ladera junto a vn arroyo de agua, la cual nombró Annan Cuzco, quequiere dezir el barrio de arriba del Cuzco, para desde allí dar cruelguerra a su mortal enemigo. Estando en esa nueva cibdad el Ynga hizo tantoen armas contra el gran curaca que venciéndolo en la batalla se lotruxeron presso y maniatado, al qual el propio lo mató con sus manos convn porrazo que le dio en el cogote y en la cabeza y lo mandó sacrificar asus falsos dioses por el ánima de su padre, haziéndolo quemar. Y despuésde hechas estas cosas entró en la gran cibdad del Cuzco a fuerza de armas,y a pesar de sus enemigos y apoderándose della hizo muchos sacrificios asus falsos ydolos, con muchas y diabólicas supersticiones. Assí como seapoderó de la cibdad luego hizo perdón general, por lo qual muchoscuracas, capitanes, soldados y -274- principales yndios le vinieronhazer la «mucha», que es la devida reverencia y acatamiento que se hace alos Yngas con zahumerios de cosas olorosas, a los quales rescibió muy bieny les habló con buen semblante, que todos tuvieron por bien de le tener

 por universal señor y Rey natural. Después de passadas estas cosas,

conquistó muchas tierras, que llegó hasta la provincia de Arequipa, quecae en la costa de la mar, y hasta las Charcas, que ay en ellas grandes provincias, que desde el Cuzco hasta allá ay ciento y veinte leguastiradas, en donde hizo grandes y diversas cosas en armas. Haziendo estasguerras ajuntó de todos sus vasallos todo quanto oro y plata tenían y lesmandó que de ay adelante le tributassen muchos de aquellos metales y quelos buscassen en sus tierras, pues los avía en sus pueblos, todo lo qualse hizo como lo mandó. Y assí en pocos días le dieron gran summa de oro y

 plata y en texuelos y en tinajas, en cantaros, jarros, cubiletes, y otrasvasijas de diversas maneras, todo lo qual fue de oro fino y pocas de

 plata, todo lo qual mandó guardar por mostrar en ello su grandeza y

magestad. Mando assimismo que todos los yndios descendientes de los primeros yndios soldados que salieron de la ysla de Titicaca, y todos los

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  que al presente andavan con él en las guerras y los que despuésanduviessen con sus descendientes, se llamasse(n) de ay adelante Yngas,como es dezir cesarianos. También mandó a los soldados que todosanduviessen tresquilados y se agujerassen las puntas baxeras de lasorejas, porque fuessen conocidos y porque en las batallas se señalassen

más que los otros que no eran yngas, porque déstos avía muchos en suexército. Dioles grandes y muchos privilegios y libertades quando losnombró Yngas, y los armó cavalleros para que gozassen de muchas franquezasy excempciones, como adelante diremos, y de la manera y como se armavancaballeros y se hazían hijosdalgo exemptos. Yten, les mandó que nosembrassen, ni se cargassen, ni tributassen cosa alguna, sino que comocaballeros francos y libres le sirviessen tan solamente en la guerra, y elque le salía traydor le matavan cruelmente y le llamavan Zupay, que quieredezir diablo. En todos los pueblos -275- que conquistó pusso en ellosmucha gente de guarnición y sus lugaresthenientes y governadores, quefueron de los más sabios y valientes Yngas que eran de su linaje, y en

fin, al fin vino a ser muy famoso y nombrado en toda la tierra, y los queestavan muy lejos de su reyno le temían y aún le desseavan servir. Éstefue el primer Ynga que comenzó a hazer la fortaleza del Cuzco, aunqueotros viejos dizen que Pachacoti Capac Ynga la comenzó a edifficar quandotuvo las competencias con el gran curaca del Cuzco, y que no la pudiendoacabar la dexó, y que después este Topa Ynga Yupangue la añadió mucha

 parte, desde donde dava mucha guerra al gran curaca. Assimismo dividió lacibdad en dos barrios grandes; el uno y el más principal llamó AnnanCuzco, que quiere dezir el barrio de arriba del Cuzco, y el otro se llamóHurin Cuzco, que significa el barrio de abaxo. Hecho esto repartió el

 barrio de arriba en cinco partes: al primero y más principal llamó AylloCappa, que quiere dezir el barrio del linage del Ynga; el segundo se llamóYña Cappañaca; la tercera Cuccopanaca; la quarta Yllipanaca, y la quintaCumapanaca, y a cada uno destos barrios señaló número de gente para quecomo vezinos perpetuos estuviessen en él. Del primer barrio hizo Capitán yseñor a vn hijo que tenía que le avía de susceder en el reyno; el segundoy el tercero señaló para sus descendientes por línea transversal; elquarto a su abuelo y descendientes; el quinto a su visabuelo. El otro

 barrio segundo, que era la otra parte de la cibdad de abaxo, repartió enotras cinco partes: a la primera llamó Uzcamayta, y désta hizo Capitán alos descendientes del segundo hijo del primer Ynga que reynasse después

dél; la segunda nombró Appomayta, de la qual constituyó por Capitán alhijo segundo del segundo Ynga. Y por esta orden mandó que en el tercero,quarto y quinto barrio suscediessen en la administración los segundoshijos del tercero, quarto y quinto Ynga, aunque después no cresció esteYmperio por la entrada que hizieron los españoles en la tierra. Assimismoeste Ynga pusso el pueblo, que estava confusso y sin orden, a ciertosofficios, distribuyendo la gente en ciertos lugares y hórdenes que fuessen-276- como coffradías y compañías de tales officios, que guando fuesse

menester se congregassen también por horden en lugares señalados; demanera que fue hecha esta distribución confforme a las artes y officiosque sabían. Hordenó que otros fuessen plateros de oro y de plata y de

otros officios mecánicos, y otros que fuessen maestros de officios deolleros y de otros officios de diversas maneras que eran necesarios en el

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  pueblo para la substentación de la vida de los hombres. A los soldadosyndios pusso en tales lugares y tribus para que estuviessen prestos y

 puestos a punto para quando fuessen llamados, con las ynsignias y lasarmas con las quales havían de pelear, que eran offensivas y deffenssivas,que eran rodelas, armas de algodón, hondas, lanzas, y mazas con

cachiporras con otras vissarmas. Dizen los yndios más viejos y antiguosque esta hordenación y repartimiento y divissión hizo Pachacoti Capac YngaYupangue, aunque otros dan el loor al Topa Ynga Yupangue de quien vamostratando; hizo hazer los dos caminos tan sobervios que ay en esta tierra,como adelante diremos, y dio horden cómo por estos caminos uviessechasquis, que son las postas que corren los yndios a pie para saver con

 brevedad lo que passava en todos sus señoríos y fuera dellos. Mandóedifficar los Templos que uvo en estas partes, que fueron muy sumptuosos,y de grandes edifficios para sus falsifficados dioses; en especial sehicieron tres muy sobervios en los pueblos del Cuzco, Pachacama yCaxamalca, porque señoreavan hasta la provincia de Manta. El templo que

avía en el Cuzco tenía ocho cámaras grandes y quadradas, en las paredes delas quales, por dedentro y por defuera, tenía en los zaquizamíes muchashojas de oro fino con muchas esmeraldas y otras piedras de gran valorentre ellas, que fue cosa maravillosa de ver la multitud dellas, lasquales estavan fixadas y puestas en el oro en sus encages y assientos.Para el servicio del dios Sol mandó poner en las cámaras muchas donzellasmuy hermosas que todas estavan dedicadas a él y ninguna salía del templo,y si alguna déstas remanescía preñada la dexavan parir y a la criaturasacrificavan al Sol y a ella enterravan biva por el sacrilegio que avía-277- cometido. De tal manera estavan estas monjas encerradas en estosmonesterios, de donde jamás salían, y en muriéndose alguna dellas, poníanotra donzella en su lugar y avía de ser hija de algún principal Ynga o dealgún gran curaca, que de las demás no hazían casso dellas. Las monjas quemorían en los templos las enterraban en algunos cerros y quando la(s) yvana enterrar yvan los sacerdotes y todo el pueblo al entierro, como cosadedicada al dios Sol, y la llevavan en vnas andas los yndios más

 principales que avía. Capavan y cortavan las narices y labrios a losyndios que servían en estos templos y los matavan cruelmente si algunodellos tenía deshonesta conversación con ellas, a los quales colgavan delos pies dándoles humo a las narices con axí seco hasta que muríaraviando. Y después de muerto lo descolgavan y hazían pedazos y los

quartos hechavan al campo como cosa maldita y descomulgada, y a la monjaenterravan biva, y si algún pariente dellas llorava hazían dél lo mismo, yassí callavan todos. Estas monjas hilavan y texían mucha ropa de lana y dealgodón con ilo de oro fino, y todo era para el servicio de sus falsosdioses, y assí hazían otras muchas cosas maravillosas de labores porque noestuviesen ociosas. Este Ynga fue el que enseñó a hablar a los yndios conel demonio, aunque ya de muy atrás lo vssavan, y dizen que éste le añadióy perfficionó en muchas cosas, el qual se les aparecía muy terrible y feode catadura, y assí le pintan ellos. A los templos llamó guacas, en dondecada día le sacrifficavan muchos niños y esclavos tomados en las guerras,y les offrescían mucho oro y plata y mantas muy ricas de muchas labores de

oro, haziendo muchas supersticiones péssimas, malas y horrendas, comoadelante diremos. De manera que este Ynga fue muy gran hechizero y a la

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  continua estava en los templos hablando con los demonios y por estas cosasdezían sus vasallos que era hombre sancto y muy amigo de los dioses, y conesto vino a morir siendo de hedad de ochenta años, aviendo gobernadocinquenta años. Estuvo casado con Mama Ocllo, que quiere dezir doña Ojo,de la qual tuvo quatro hijos llamados Guayna Cappa, Topa Ynga, Ancitopa

Ynga, y -278- Anquitopa, y de sus mancebas tuvo muchos; según dizenfueron más de ciento y cinquenta y por ser tantos no se ponen los nombresdellos. Después de muerto Topa Ynga Yupangue quedó por vniversal señor delymperio su hijo Guayna Capa Ynga, el qual salió muy valeroso y grandíssimoguerrero y como animoso Capitán conquistó muchas tierras en las sierras delos Andes y las metió debaxo de su ymperio y señorío. Ganó por suscapitanes parte de las tierras de la riquíssima provincia de Chile, quecaen hazia el estrecho de Magallanes, que ay seiscientas leguas, poco máso menos, desde la cibdad de los Reyes, que es en Lima. Fue casado en elCuzco con Mama Coya Pilico Vaco, hija de vn gran curaca señor de Vrcos, dela qual no tuvo hijo ninguno, y teniendo muchas mancebas uvo en ellas

muchos y según fama fueron más que los de su padre y el mayor dellos sellamo Guáscar Ynga, que fue muy querido y amado de su madre, y éste heredó

 parte del ymperio. Los otros se llamaron Mango Ynga Zapalla, Paulo Ynga,Cuanca Auqui, Tito Antaychi, Yngil Topa, con otra infinidad dellos quesería gran prolixidad poner aquí todos sus nombres, porque vnos fueronvalientes hombres y otros no; aunque eran hijos del Ynga no hizieron cassodellos. Desde aquí se fue a la gran provincia de Quito, que lo llevaron enhombros en vnas andas muy ricas, el qual llegado allá con mucha gentearmada ganó por su persona aquel reyno, que era entonces muy grande yrico, y mató en el campo al Rey en vna batalla que le dio y después secasó con la Reyna viuda, que era moza y muy hermosa, y uvo en ella vn hijollamado Atagualpa, que quiere dezir «gallo fuerte». Los otros hijos quetuvo en Quito de sus mancebas se llamaron Quillisca, Chauqui, Villaoma,Poma Caqui, Yllescas y Calicuchima. Estuvo en Quito desta hecha muchotiempo hasta que acabó de conquistar todas las tierras y provincias deGuancabillica, Maricabarica, Ruparupa, Cayan, Pasto y los Cañares, conotras que son agora de los adelantados Sebastián de Benalcázar y dePasqual de Andagoya, con más las que están junto a la marina. Dexó todasestas tierras que conquistó por acá abaxo, en paz y en quietud, y porherencia a -279- su hijo Atagualpa, y le dio la borla y señal de losreyes desta tierra, nombrándole por Ynga y vniversal señor de todas las

tierras y provincias que por allí avía ganado. Muerta la Reyna de Quito,el Ynga se bolvió a la cibdad del Cuzco, cabeza de su ymperio, con grantriumpho y reputación, y los principales yndios de su corte lo llevaron enhombros en vna litera muy rica de oro y de esmeraldas muy finas queestavan encaradas en el oro y en la madera de las andas. Cuando entró enla cibdad le salió a rescebir vna legua de allí Guáscar Ynga, su hijo, contodos los yngas, curacas y principales yndios, porque éste avía quedado

 por Governador della, en donde bivió lo más del tiempo de su vida y acabóde hazer la fortaleza del Cuzco que sus passados avían comenzado. En elentretanto que este Ynga Atagualpa estuvo en sossiego engrandesció muchomás los templos del Sol, especialmente el templo del Cuzco, en donde hizo

vn vergel de muchas y diversas plantas y de arboledas y de yervas que todoera de oro fino y plata, que parescían verdaderas plantas y cosas nascidas

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  en la misma tierra del vergel. Assimismo avía en este vergel muchos pedazos de oro que parescían propiamente trozos y rajas de leña seca paraquemar, y avía carneros, venados, patos, animales salvajes y domésticos dediversos géneros, todo al propio y sacado al natural, hechos de vaziadizode oro fino con sus esmaltes. Las cañas de los mahizales y las hojas y

mazorcas que estavan a manera de sembrados, era de otro y plata, con otrasmuchas cosas que avía de oro, y uvo pieza de oro en el dicho vergel que pesó vn quintal. Avía fuentes de agua con sus cañas y canales que el aguacaya en vn lago donde avía muchos pescados, y aves en los árboles de todaralea, y hombres que socavan agua del lago con cántaros, todo lo qual erade oro vaziadizo, porque estos yndios del Perú eran muy buenos plateros ygrandes lapidarios, que fue tenido este lago o estanque (por) vna de lasgrandezas y maravillosas cosas del mundo. El Sol que estos yndios adoravanestava fixado en vna tabla y la tabla estava encarada en vna pared de vnacámara de las ocho cámaras que dicho tenemos; estava enfrente de vna

 puerta que era alta, la figura del -280- qual tenía el rostro del

hombre, con sus rayos, como lo pintan los nuestros el día de oy, y estavatan bruñido y de tal manera puesto que en saliendo el sol verdadero lavalos rayos en el fingido, que echava de sí gran resplandor. Como los yndiosvían esto tenían entendido que era de suyo propio, y cada mañana que hazía

 buen sol yvan a le hazer la devida reverencia y adorarle postrados por elsuelo, y al entrar por la puerta, aunque pocas vezes entravan, sedescalzavan y se lavavan los pies, y allí le offrescían mucha coca, que es

 planta muy presciada, y otras cosas olorosas. Especialmente los sacerdotesque yvan allí a guayar y a hazer muchas supersticiones ante este dios Sol,el qual era tan grande como vna buena rodela y de canto y gordor de vndedo, como ciertos españoles dixeron que lo vieron y tentaron, que estavatodo llano sin relieve ninguno. Por estas cosas que Guayna Cappa mandavahazer y por los grandes dones muy ricos que offrescía al dios Sol y a losdemás templos, y por la mucha cantidad y suma de oro que tenía, fuellamado Guayna Cappa, que quiere decir «mancebo rico»; mas al fin vino amorir de edad de sesenta y cinco años, aviendo governado la tierraquarenta años. Su entierro fue con mucha y grandíssima pampa y magestad enel templo del dios Sol su padre, y por mandado de Guáscar Ynga, que quedó

 por heredero de todo lo que40 por acá arriba se contenía, los sacerdoteslo deificaron y lo contaron por dios poniéndolo entre sus falsos dioses yse le hizo templo de por sí y se le pussieron en él nuevos sacerdotes.

Todas las cosas que Topa Ynga y Guayna Cappa su hijo hizieron y hordenaronen esta tierra para el culto de sus falsos dioses, muchos de los antiguosdizen que ya estavan hechas y hordenadas muchos días avía y que PachacotiCapac Ynga Yupangue las hizo y hordenó. Mas empero los dos Yngas quereynaron después dél las perfficionaron mucho más, añadiendo leyes sobreleyes con muchas supersticiones péssimas y terribles de gran terror yespanto, y mandó que todas y cada vna dellas -281- se cumpliessen comoen ellas se contenía, so pena de muerte y de sacrílegos y traydores a losdioses y a los Yngas, y assí se guardaron.

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  Capítulo LIEn donde se cuentan y relatan las diferencias y debates que los hermanosYngas Guáscar y Atagualpa tuvieron sobre la sucessión y herencia del reynode Quito, hasta que llegó el marqués don Francisco Pizarro con los suyos aestas provincias

Después de muerto Guayna Cappa Ynga, como he dicho, suscedió en el ymperiosu hijo Guáscar Ynga, que quiere decir «soga de oro», que su padre antesque muriesse le avía dado la ynsignia real y borla y le avía alzado porRey con mucha solennidad, y aviendo siete años que era muerto Guayna Cappacomenzó a tener grandes competencias y debates con su hermano AtagualpaYnga que ya era Rey de la cibdad de Quito. La causa y razón que uvo (para)estos debates y grandes renzillas en donde uvo muchos rencuentros, fue

sobre la herencia y propiedad de aquellas provincias del reyno de Quitoque Atagualpa como propietario y verdadero señor posseyera en paz y conquietud. El Guáscar dezía que el reyno de Quito y todo lo demás deaquellas provincias que se contenían allá abaxo eran suyas y le

 pertenescían de derecho, lo vno por las aver conquistado su padre ymetídolas debaxo el ymperio del Cuzco, encorporándolo todo en vno como loavían hecho los Yngas sus antepassados. Y lo otro, le competía la herenciade todo por ser, como era, hermano mayor y vniversal señor de todas lastierras del Perú, y que Guayna Cappa Ynga no las -282- pudo desmembrarni dividir por ser en perjuicio de tercero. Y que por tanto le rogavamucho le restituyesse el reyno de Quito en paz, pues eran hermanos, y queél le daría tierras muy buenas, en que biviesse muy a su plazer y contentocon muchos vasallos, y no consintiesse que por estas cosas uviesse entreellos algunos debates y renzillas. A esto respondió el Atagualpa diziendoque dado casso que Guayna Cappa era su padre y uviesse conquistado elreyno de Quito, que también era su padre, y que no hazía al casso ser élel mayor hermano, porque Guayna Cappa, padre de entrambos, antes quemuriesse le avía dexado en vida por herencia el reyno y todas las

 provincias de Quito, que como señor vniversal que no tenía a quien darcuenta lo pudo hazer de derecho. No obstante esto, que si él posseya elreyno de Quito lo avía heredado de la Reyna su madre, que derechamente era

suyo y avía sido señora de todo ello y como verdadera propietaria se leavía dexado a la hora de su muerte como a legítimo hijo, y no natural,como él lo era; y que si renzillas y debates quisiesse tener con él, queno le huyría la cara, antes lo yría a buscar al Cuzco. De manera que entrelos dos hermanos se comenzó de aver grandes réplicas y razones sobre laherencia, que no las quissieron poner en manos de los sacerdotes ni deotros yndios muy principales y parientes suyos que entendían bien la cosa,

 para los componer, y assí se pusso todo en armas y quien más pudiesse sellevase el reyno de Quito. Luego se comenzó con esto a encender vna bravay mortal guerra, porque no abastaron las razones y alegaciones que uvoentre los dos, antes dende41 algunos días el Guáscar Ynga embió dos

capitanes muy famosos y parientes suyos con mucha gente contra su hermano.Quando el Atagualpa Ynga lo supo les salió al encuentro con mucha gente

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  armada y topándose los vnos y los otros en los llanos de Tomebamba uvieronallí vna muy reñida y sanguinolenta batalla, en donde, según dizen,murieron más de veinte mil yndios de vna parte a otra. En esta batalla-283- fue preso Atagualpa Ynga que vino en persona a ella, y lo metieronen vna cámara poniéndole mucha gente de guarda para lo llevar o embiar al

Ynga su hermano, y como los suyos se vieran sin el Rey, ni avía quien lorigiesse, se fueron huyendo a muchas y diversas partes. Venida que fue lanoche se huyó de la prisión en que estaba por vn agujero que hizo en la

 pared, que era de tapias, con vna barreta de plata que le dio vna viejaque le sirvía, y se fue a su reyno de Quito por caminos escondidos y nosabidos de todos, a pie y descalzo y con gran trabaxo. Los capitanes deGuáscar, queriendo otro día de mañana embiar al Atagualpa a su hermano yentrando en la casa, no le hallaron, porque la vieja les dixo que el diosSol, su padre, lo avía sacado de donde estaba, y ellos quedaron pasmados,y assí se bolvieron al Cuzco, que no se atrevieron yr a Quito. Quando elAtagualpa Ynga llegó a Quito fue de los suyos muy bien rescebido porque ya

le tenían llorado por muerto, y ellos, como buenos soldados y vasallos,querían vengar su muerte e yr en busca de los enemigos, creyendo quetodavía estavan en el pueblo de Tomebamba y que de allí no se avían ydo alCuzco. El Ynga les agradesció mucho lo que querían hazer y él les dio aentender que el dios su padre le avía librado y sacado por vn agujero

 pequeño en figura de culebra, y que le avía dicho que hiziesse y diessemucha guerra a su hermano y fuesse luego contra él, porque él lo venceríay después sería Ynga y señor de toda la tierra. Pues dende algunos días elYnga Atagualpa ajuntó cinquenta mil yndios de guerra y pússose en camino

 para la ciudad del Cuzco con propósito de prender y matar a su hermanoGuáscar Ynga y a todos sus capitanes y tomalles el ymperio a fuerza dearmas, como el dios Sol su padre se lo avía dicho en la prisión que avíatenido. Y llegando al pueblo de Tomebamba mandó a la gente de guerra quedestruyessen el pueblo y matassen a todos quantos avía en él, no

 perdonando al chico ni al grande, porque los yndios de allí estavan adevoción del Guáscar Ynga y porque avía sido allí vencido y preso, lo qualse hizo prestamente como si los desdichados tuvieran alguna culpa. De aquí

 passó adelante -284- conquistando todos los pueblos que estavan por elYnga su hermano, hasta que allegó al pueblo de Caxamalca, que se le dio de

 paz, y por ser el pueblo muy fértil y de muchos bastimentos assentó en élcon todo su campo, y porque estava allí un templo muy sumptuosso y

 principal, de los tres que avía en toda la tierra. Desde aquí embió esteYnga contra su hermano quatro capitanes muy famosos, llamados Yllescas,Villaoma, Quizquiz y Calicuchima, con quarenta mil hombres de guerra, ydexó para la guarda de su persona diez mil soldados de los más principalesy animosos que tenía en su campo. Yendo estos quatro capitanes para elCuzco encontraron en el camino con el dicho Guáscar, el qual se avíaapartado fuera del camino real, que venía cazando con algunos capitanes ysoldados, que la42 demás gente yba por el camino real, al qual prendierony los demás que venían con él, porque venían bien descuydados deste malsuceso. Después de preso vinieron los capitanes a soltalle, mas no

 pudieron porque lo tenían muy cercado los capitanes y soldados con

 protestación que si los otros arremetiessen lo matarían luego, y assí lodexaron y se fueron al Cuzco y a otras partes sin hazer muestra de querer

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  libertar a su señor y Rey natural. Los prendedores, como vencedores fuerontras los que se yvan huyendo y passaron adelante a toda furia, los qualesyvan conquistando todos los pueblos que estavan a devoción del GuáscarYnga hasta que llegaron a la ciudad del Cuzco, la qual tomaron a fuerza dearmas y se quedaron en ella apoderados en nombre de su señor. Estando los

quatro capitanes en esta ciudad mataron con gran crueldad muchos yndios principales, muchachos y niños de teta, y buscaron todos los hijos y parientes más cercanos que el Guáscar allí tenía, a los quales mataron yahorcaron cruelmente con las mugeres que dixeron estar preñadas dél. Vnamuger del Ynga, llamada Mama Barcay, cuando sintió estas aceleradas ycrueles muertes pusso gran diligencia en escaparse con vna hija muyhermosa que tenía del Guáscar, -285- llamada Mama Coya Cuxi Barcay, yse fue a esconder a los valles de los Andes, que son unas sierras muyásperas y fragosas y de mucha nieve. Hechas estas cosas con otras muchas yaviendo puesto todo aquel ymperio debaxo del dominio y mando del AtagualpaYnga, se bolvieron los tres capitanes hazia el pueblo de Caxamalca, donde

estava el otro Ynga, llevando preso y en buena guarda al Ynga Guáscar. Elquarto capitán se quedó en la ciudad en guarda della con diez mill yndiosde guerra, valientes hombres, de manera que tardaron estos quatrocapitanes en yr al Cuzco y en venir de allá y en las guerras que enaquellas provincias tuvieron, más de seis meses. En este medio tiempo queturavan estas guerras civiles entre los dos hermanos tan riquíssimosseñores, entró en la tierra el marqués don Francisco Pizarro con los demásconquistadores y prendieron al Atagualpa Ynga en el pueblo de Caxamalca yle desbarataron con toda la gente que tenía en la batalla que le dieron,como adelante diremos. Parésceme que será muy bien que digamos quién fueaquel afortunado hombre que ganó estas riquíssimas provincias del Perú,

 porque aviendo adquirido tanta reputación y ganado tanta honrra, no serárazón que le quitemos su gloria y alabanza, sino que salgan a luz. Y es

 bien que se tenga noticia de las victorias que alcanzó en esta tierra, queserá vna leyenda bien apacible para los lectores, aunque salgamos vn pocofuera de nuestro camino que después tornaremos a él, pues que es toda vnamisma obra, que va encadenada43 de vn eslabón en otro.

-286-

Capítulo LVIDe como estos yndios del Perú tuvieron dos dioses muy nombrados, y de lasgrandes supersticiones que los Yngas tenían hablando con el demonio, y delos templos que avía en estas provincias, y de los ritos y cerimonias queussavan en sus sacrifficios

En toda esta tierra, tamaña como es, que los Yngas señores avían, y todoslos yndios que en ella habitavan, adoravan dos dioses, que el vno se dezía

Cons y el otro Pachacama, como a dioses principales, y por accesorestenían al Sol y a la Luna (diciendo) que eran marido y muger y que éstos

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  eran multiplicadores de toda la tierra; bien es verdad que Cons yPachacama hazían estas operaciones, mas que no los vían, y a estos dos sí,cada día y cada noche. Y assí quando el sol se eclipsava lloravan todos ygritavan guayando como judíos, y luego le offrescían mucha sangre deniños, creyendo que por el eclipse les avía de venir algún mal y daño,

diziendo que el sol estava enojado contra ellos y que no quería darles másde su luz y resplandor. Quando la luna se eclipsava, también lloravan ygritavan con muestras muy grandes de tristeza, y hazían muchas hogueras defuego en donde quiera que se hallavan y allí echavan mucha sal y cocal,que es la yerva preciada y hazíanlo a manera de sacrificio, diziéndole queno estuviesse enojada, que ellos la sirvirían muy bien y a su marido eldios Sol. Assimismo tenían estos yndios por diosa a la tierra, y quando

 juravan, la tocavan con los quatro dedos de la mano derecha, y luegoalzavan la mano44 en alto al sol, o a la luna, diziendo: jullol annan

 pacha ynde, o anan pacha quilla; y assí dezían lo que querían proponer ensu dicho; Pacha llaman al Sol, hazedor de todas las cosas; ynde es el sol;

quilla es la luna; anna es cosa alta; de manera que quiere decir:Juramento hago al sol, o al -287- hazedor de la gran tierra y de laluna, que passa esto y esto. Los yndios de la provincia de Manta, que esel Puerto Viejo, tuvieron por diosa a vna esmeralda de grandor de vn huevode ánsar, la qual los españoles llamaron la huérfana, porque no avía otra

 piedra como ella en toda la tierra. El capitán Juan de Olmos, encomenderodel pueblo de Manta, hizo mucho por averla y dio bravos tormentos a losyndios para que se la diesen, y nunca jamás la quissieron dar, porquedixeron que si la davan y la tocavan los xpianos, que luego se hundiríatoda la tierra y que morirían todos, y que assí lo avía dicho el dios Sol,y a esta causa no la davan, antes se dexavan matar. Dizen los yndios muyantigos, que lo oyeron dezir de sus antepassados y lo dexaron por memoria,que a cabo de muchos años y tiempo se avían de morir el sol y la luna ylas estrellas, y que en perdiéndose estas lumbreras se avía de acabarluego todo el mundo, mas que primero y ante todas cosas precederíagrandíssima seca. Los templos que avía en estas partes de sus falsosdioses eran muy grandes y sumptuosos y bien ricos, porque todo el serviciode estos ydolos era de oro fino, porque dezían que aquello no pertenescíaa los hombres terrenales, sino al Ynga, como supremo señor, y a los diosesdel alto cielo. Ofrescían también al sol y a la luna muchas frutas, pan,vino de la tierra45, que se haze de mahíz mascado y de vna yerba que

llaman quinua, que paresce mucho al bledo, y de vna fruta colorada, tamañacomo garbanzos, que son como razimos de uvas, que hecha vn árbol alto ygrande y bien gordo, llamado molli. Los ydolos que avía en estos temploseran de oro y de plata, de madera, de masa de mahíz y de barro, y avíatantos dioses como de oficios; no quiero dezir de nombres, porque cada vnoadorava lo que se le antojava. De manera que avía muchos ydolos

 particulares, como los dioses Penates, mas los principales ydolos eranPachacama, el Sol y la Luna, que estavan hechos de oro vaciadizo, eceptola Tierra, que estava hecha de -288- barro. Dentro destos templos avíamuchas figuras pintadas, con báculos en las manos y mitras en las cabezas,como obispos; dizen los yndios que lo oyeron dezir de sus mayores, y

aquellos de sus antepassados, que ciertos hombres como aquellas figurasavían venido de tierras estrañas y avían señoreado toda esta tierra mucho

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  antes que los Yngas viniessen. Y que después se subieron al cielo,aviéndoles primero enseñado buena doctrina y policía, y que esta doctrinase perdió con la diuturnidad del tiempo, y que a esta causa los tenían yreverenciavan por dioses; y assí los tenían en sus memorias y cantares quecomenzava(n), naupa, que quiere dezir en el tiempo antiguo y passado. El

gran sacerdote de los ydolos le llamaban Villahoma, al qual todos lossacerdotes y legos le acatavan grandemente, y todos ellos se vestían de blanco y andavan muy poco entre las gentes; no se casavan y ayunavan dosvezes en el año, especialmente quanda avían de sembrar o segar, o cogeroro, o hazer guerra, o hablar con el demonio, y algunos dellos sequebravan los ojos para hablar con él. Usavan los sacerdotes mayores ymenores de traer sandalias muy ricas, y es la sandalia propiamente aquelcalzado que vemos en las pinturas antiguas, que no tienen más de vnasuela, y por encima del pie, por el empeyne, se prendían con cordonesdelicados. Entravan generalmente todos los yndios en los templos,descalzos, y de bruzas, haziendo la devida mocha, que es la reverencia que

se hazía a sus dioses y a los Yngas, y hablavan a los ydolos en lenguajeque ellos mismos no entendían, diziendo en boz alta y baxa vna plática muylarga y escora, que comenzaba prorrupe, etc. A los dioses que tenían nolos tocavan con las manos sino con unas touajas muy blancas, y enterravanmuchas vezes dentro de los templos las ofrendas que los yndios davan, assíde oro y plata como de otras cosas muy estimadas entre ellos.Sacrifficavan hombres y mugeres, niños y muchachos, animales bravos ymansos, como lo hazían los antiguos romanos, y muchas vezes sacrificavan asus propios hijos, y esto hazían quando avía grandes terremotos, y

 pestilencias o señales espantosas en el cielo o en la tierra. Miravan ycatavan -289- los corazones de los hombres y animales quesacrificavan, porque eran muy grandes agoreros y supersticioneros;gritavan reziamente quando llamavan a sus ydolos, a los quales vntavan las

 bocas, las ojos y las narizes con sangre humana porque los dioses lesdiessen fabor contra sus enemigos quando fuessen a la guerra. Los yndiosde las provincias del Collao tuvieron vna mala costumbre del demonio, yhasta en nuestros tiempos la usaron, y era que quando Viracocha Ynga,octavo Rey del Cuzco, mando a todos los curacas y principales yndios queen cada vn año hiziessen en su memoria ciertos sacrificios al dios Sol, su

 padre, porque rogassen al dios Pachacama le perdonasse los males que avíahecho en este mundo contra su deidad, les46 mandó que después de hechos

estos sacrificios al Sol hiziessen otros a las furias ynfernales, conciertas cerimonias muy crueles y horribles, porque no le llevassen alynfierno; y al demonio llaman Zupay. Algunos años paresce que hizieronestos sacrifficios, mas con la diuturnidad del tiempo se olvidaron de lohazer, mas después no faltava quien les truxesse a la memoria lo que eranobligados de hazer por el Ynga Viracocha. Por tanto, luego hazían granllamamiento de todos los yndios (e) yndias, y la junta era en vn pueblo elmás principal que avía, y allí todos juntos baylavan y cantavan tan sóloaquel día, con mucho plazer y alegría, rogando a los diosses tuviessen por

 bien de perdonar al Ynga Viracocha y llevallo al cielo. Y luego al otrodía por la mañana hazían todos vna gran borrachera con muchos sacrifficios

malos y horrendos, ynvocando al demonio porque no llevase al Ynga a suregión tartárea, el qual dizen se les aparecía muy feroz y horrible y

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  hablavan con él, y delante dél cantavan y baylavan, haziendo cosas péssimas y descomulgadas. Pedían perdón en esta borrachera al Ynga, enaver dexado por olvido los sacrifficios que tan encarecidamente les avíaencomendado, y que no estuviesse enojado y que ellos pondrían de ayadelante por la obra los sacrifficios divinales -290- y los

ynfernales. Para aver de embiar algún mensajero al Viracocha a que lefuesse a dezir al cielo, o por mejor al ynfierno, como ya ellos ponían porla obra lo que les dexó mandado, ofrecíanse luego dos o tres yndios

 borrachos, los que eran más entendidos entre ellos, de yr con la embaxada,y que le dirían muy humilldemente las causas y razones por que avíandexado (de) hazer su mandado. Viendo los yndios principales de comoaquéllos querían yr, hechavan los ojos en el más fuerte y bien razonado,al qual hablavan con muchas caricias y dulces palabras diziéndole quefuesse en hora buena y los desculpasse con el Ynga y lo mejor que

 pudiesse, y de la manera que lo hazían yr era en esta forma. Quanto a lo primero, le hazían vestir muy ricamente vnas ropas muy blancas de algodón,

y le ponían muchas axorcas, brazaletes, anillos, zarcillos, collares,calzado, y vna guirnalda en la cabeza, que todo era de oro fino, porquefuesse assí más honrrado como buen embaxador. Puestas estas cosas lehazían estar en pie, y quatro yndios de los más rezios que avía tomavanlas cabos de vn morrillo de tres brazas en largo y de gordor de la

 pantorrilla, y poníanselo debaxo de la barba, muy apegado al gaznate, queél mismo se hechaba sobre él. Y venía luego vn yndio de grandes fuerzas,el qual traya vna buena cachiporra de enzina y cobre, para dalle tras elcogote, y antes de le dar le dezían todos el gran descanso que avía detener en la otra vida, y de cómo avía de comer y bever espléndidamente conel Ynga, y de las mozas que avía de gozar, y que teniendo allá esta vidano ternía desseo de bolver más acá. Estándole diziendo estas cosas yotras, le davan con gran fuerza vn terrible golpe en la cabeza, que loderribavan redondo en el suelo, y luego le segundavan con otro, que loacabavan de matar, y assí yva a cenar con el demonio. Después, los yndiostomavan el cuerpo y lo llevavan al templo de sus ydolos, y assí vestido loenterravan, y en la sepultura hechavan muchas joyas de oro y plata ymantas muy ricas, y ollas de plata llenas de vino de mahíz, y muchacomida, porque dezían que avía un gran despoblado en el camino, sin comidani bevida. Destos yndios que assí enterravan vide sacar -291- laossamenta de dos dellos en el Gran Callao, que estavan ricamente vestidos,

aunque la ropa estava ya podrida, y la plata cassi gastada y abollada, yel oro muy fino, aunque en los cantos paresce que estava algo gastado. Elvn yndio déstos sacó de la sepultura don Martín de Guzmán, en el pueblo deChocuito, y el otro sacó Francisco de Villacastín, en el pueblo de Puño, ytomaron la riqueza que hallaron, dando primero los quintos y derechos alos oficiales que pertenescían al Rey. Cuentan los yndios muy viejos queagora ay, que lo oyeron de sus passados, que el primer dios que uvo en latierra fue llamado Cons, el qual formó el cielo, sol, la luna, estrellas yla tierra, con todos los animales y lo demás que ay en ella, que fue tansolamente con el pensamiento y con su resuello, y que passando por estastierras, que eran todas despobladas, hizo y crió todas las cosas que se

veen y parescen en ellas, y que formó con su resuello todos los yndios ylos animales terrestres y aves celestes y muchos árboles y plantas de

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  diversas maneras. Y que después desto se fue a la mar y que anduvo a pieenjuto sobre ella, y sobre los ríos, y que crió todos los peces que ay,con sola su palabra, y que hizo otras cosas maravillosas, y que después sefue desta tierra y se subió al cielo. Dezían más estos yndios que dende amucho tiempo y a muchos años y siglos vino a la tierra vn otro dios más

 poderoso que Cons, llamado Pachacama, que quiere dezir Hacedor del mundo oreformador, y que destruyó con fuego y agua todo lo hecho y criado por eldios Cons, y que los yndios que avía los convirtió en simios y monas y losembió a bivir a los Andes y a los valles que ay por allí. En estos vallesay tanta cantidad dellos que es cosa estraña, que los vnos parescenfrayles dominicos, con los hábitos negros y las caras blancas, y los otroscon hábitos pardos y las caras negras, que parescen frayles negros delseñor Sant Francisco; son grandes de vn codo, poco más o menos, y son muy

 bravos. Y que después de destruydas estas tierras, dizen los yndios que eldios Pachacama, como47 más poderoso en todas -292- las cosas y porotra parte misericordioso, las tornó a reformar y a mundificar, y que crió

de nuevo otros yndios y muchas yndias bien hermosas, quales las ay poraquí, assí en la serranía como en los llanos. A los vnos hizo poblar laserranía, que estava fresca por la aver regado la anundación del diluvio,y a los otros mandó poblar los llanos de la marina, en unos valles demucha agua que viene de la sierra y haze muy linda frescura con la muchaarboleda que tiene. Salidos fuera destos valles, es la tierra toda degrandes arenales que a las vezes se mudan de vna parte a otra, que no ayen ellos tan sólo vn árbol, porque lo quemó todo el fuego, y que la cenizase tornó después en arena, y que después de hechas estas cosas, con otrasmuchas, dizen que (Pachacama) se tornó al cielo. De manera que estosyndios tuvieron por mayores y prominentes en superlativo grado a estos dosdioses Cons y Pachacama, porque fueron más poderosos que el Sol, ni laluna, ni la tierra; mas que idos estos dioses quedaron estos tres pordioses, pues los veen cada día, porque acrecientan, multiplican yclarifican lo que los otros hizieron y formaron. Esto me paresce que bastadezir en quanto a lo que toca a las supersticiones tan péssimas y tanmalas que vsavan estos yndios en aquel tiempo tan feroz y de tanta cegueraen que el demonio los tenía engañados en muchas y diversas cosas de granmaldad y abominación de la sobervia. Mas, en fin, al fin todo uvo fin conla venida de los xpianos, y si se uviesse de contar todo por entero lo queay en estas partes se hiziera vn gran volumen dello, y no de las guerras

que uvo en estas provincias y reynos del Perú; y dexando todo, trataremosagora del temple y calidad de la tierra.

-293-

Capítulo LVIIEn donde se cuentan las calidades y temples de las tierras y provinciasdestos reynos del Perú, y de la cordillera de vnas sierras que ay en estas

 partes, y de muchas cosas incógnitas y maravillosas que avía en todasellas

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Los primeros y antiguos conquistadores que ganaron estas tierras del Perúlas nombraron y llamaron, lo que ay desde el río Pirú hasta la governacióndel Chile, la Nueva Castilla, a differencia de la Nueva España, en donde

se incluyen las cibdades, villas y lugares que agora de nuevo se han poblado por los españoles. Primeramente, los pueblos que ay junto a lamarina son éstos: Sanctiago del Guayaquil, que está en tres grados. PuertoViejo, que es en Manta, que por allí passa, o junto a él, la líneaequinocial; Sant Miguel, en Piura, está en cinco grados. Truxillo, enChimo, está en nueve grados; la cibdad de Los Reyes, en Lima, está en dozegrados. La cibdad de Arequipa está en treze grados y medio. Cassi todosestos lugares están apartados a dos o tres leguas de la marina, y quandomucho están a ocho leguas, en donde biven muchos españoles muy ricos yhazendados con muchas grangerías, que están tan arraygados, como siuvieron nascido en la tierra. Los pueblos que se contienen en la serranía,

como es dezir la tierra adentro, son los siguientes: la villa de SanFrancisco, en Quito, está en dos grados; la villa de la Zarza, está enocho grados; la villa de los Bracamoros, está en diez grados; la cibdad deLeón en Guanuco, está en onze grados. Y passando más adelante digo queSant Juan de la Frontera, en Guamanga, está en treze grados. La cibdad deToledo, en el Cuzco, está en quinze grados. La cibdad de Nuestra Señora dela Paz, en Chuquiabo, está en diez y nueve grados. La villa de la Plata,en las Charcas, está en veinte grados. Pues todas estas tierras y

 provincias se dividen en tres cordilleras o caminos, que son: los llanos,que están por la costa de la mar, y la serranía que -294- llamanmenor, y los Andes, que son vnas sierras bien ásperas y confragosas y demuy grandes pizarrales, y como son altíssimas, están cassi todo el año muy

 blancas de la nieve que tienen sobre sí. Y porque mejor se entienda todoesto será bien dezir lo que se contiene en cada cordillera, y será la

 primera la serranía menor, porque es habitable, y después diremos de lasotras cordilleras y lo que en cada vna de ellas ay. Quanto a lo primero,es de saber que la serranía menor es vna cordillera de sierras y montesque en algunas partes son muy altas, y en otras por la mayor parte sonllanas y de buen andar, y corren estas sierras más de tres mill leguas,como abaxo diremos. Según los pilotos y mareantes lo dizen, que lo hancartaboneado y andado por mar y por tierra, todas estas sierras no se

apartan de la mar del Sur, quando mucho, veinte leguas; por aquí lluevemucho en sus tiempos y son los temporales como en España, y en otras partes desta serranía nieva mucho en sus tiempos, como es en Pariacaca yen otras partes, y por eso haze muy grandíssimos fríos, que se admareanlos hombres que passan por aquí, o se mueren de frío si no ay quien lossocorra. Los yndios que biven entre este frío y la calor que procede delos llanos están en templada tierra, mas empero son por la mayor parteciegos; o tueros de nuve, y assí por maravilla verán, quando se juntan doso tres yndios desta serranía, que no hay entre ellos vn ojo bueno, y dizenque lo causa cierta constelación o estrella que predomina por aquí. Andanlos yndios desta serranía rebozados, a dos fines; lo vno, por no cegar el

que no está ciego, y lo otro, porque no les vean vnos rabillos de carneque tienen en el colodrillo, que lo tienen por afrenta si se los veen el

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  que no los tiene. Por ser tan fría esta serranía no tienen ningún génerode árboles, sino en mucha cantidad de céspedes y matorrales pequeños, yzumuzos, que quando se queman huele vn poco a encienso de Castilla. Ay vnacierta mohosidad que se cría encima de las peñas, que paresce vna poca detierra, de la qual se haze muy excelente fuego quando está bien seco, que

arde muy gentilmente como si fuera de carbón de enzina o de roble. Poraquí ay dos -295- géneros de pacos, que propiamente son carneros yovejas desta tierra; la lana dellos es muy grosera; sirve de hazer mantasgroseras y frezadas, y para colchones y paños de corte de los baladís queagora se hazen por acá. Y la otra lana es muy fina, de la qual se hazenlas mantas y los vestidos muy ricos para los grandes señores, y desta lanamuy fina se hazía la borla que trayan los Yngas por ynsignia real, queotra persona de qualquier estado y condisción que fuera no la podía traeren la frente, so pena que yncurría en crimen «lessa majestatis», y agorala traen los curacas después que los Yngas murieron. Otro sí, ay otrosgéneros de carneros, que a los vnos llaman guanacos, que son como venados

 berrendos y corren muchíssimo y andan por los despoblados a grandesmanadas. El otro género llaman urcos, que son los carneros que se comen, yse traen a las cibdades a vender cantidad dellos y se pesan en lascarnecerías para todos, y es muy buena carne y sabrosa de comer, que sonestos carneros tamaños como asnos sardescos y son muy gordos. El otrogénero se dizen llamas; son muy grandes, los quales cargan como a cavalloso mulas que andan en las recuas, y ay grandíssimos rebaños dellos, que losyndios los crían, y son ellos muy mansos y comen gentilmente mahíz y andanenxaquimados como bestias asnales o mulares. De todos estos cinco génerosde carneros son48 muy buenos de comer, y el sebo dellos paresce manteca de

 puerco más que sebo de carnero, porque no empalaga, que con ello se guisade comer y con ello se hazen pasteles y buñuelos y otros manjares de buencomer. Estos carneros y toda su generosidad no tienen hiel, como las

 palomas, o como los elephantes, según que Aristótiles lo refiere en sulibro catorce De animalibus, y Pedro Mexía, coronista de Su Majestad, diceen sus Coloquios que el asno no tiene hiel y que por eso es muy manso yrezio, que sufre mucho la carga que le hechan. La manera de como se cazanlos carneros bravos y silvestres que andan por los campos y despoblados,es en esta forma: -296- ajúntanse muchos yndios de todos los puebloscomarcanos y traen vnas cuerdas o lazos, de largor de braza y media y degordor del dedo miñique, hechas de nervios de animales y de pita. A los

cabos destas cuerdas tienen vnas pelotillas de oro, o de plata, o decobre, muy bien encaxadas en ellas, que les hazen vnos agujeros por medio,y tomando del vn cabo de la pelota, rodeando la otra por encima de lacabeza, hondeando al tiempo que la quieren tirar, y como son muchos losyndios, van a los dichos montes y despoblados dando grandes bozes yalaridos que espantan a los carneros. Y como van puestos en paradas, cadavno por su parte, se van ajuntando poco a poco a vn cabo donde ay algúnllano desembarazado; allí los yndios, desque veen junto el ganadodesembrazan las cuerdas y las tiran reziamente y enlazan los carneros porlos pescuezos, que los tienen muy largos, como cigüeñas, y queriendo huyrno pueden, porque están assidos de las cuerdas dos o tres dellos. Y desta

manera los toman y cazan y luego los atan con otras cuerdas o jaquimas quetraen de respecto, y los yndios les escupen en los ojos, porque si esto no

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  hazen, ellos escupen a los yndios con lo que tienen en el buche, y assílos llevan a sus casas, y los amansan como cavallos para cargallos.También ay por aquí muchos leones pardos, tigres, osos, lobos, puercosmonteses, adives muy grandes, liebres, conejos, zorras tan grandes comoadives, venados pardos y berrendos, con otra ynfinidad de animales. Ay en

esta cordillera, en diversas partes, vnos valles hondos, en donde hazegrandíssima calor, como en la marina, que también se cría aquí la coca,con que tratan y contratan los españoles y los yndios con ella, que es lamoneda que corre por estas partes, como los almendrones o cacao en la

 Nueva España. Ay en estas partes vna yerva que paresce propiamente alapio, que tiene la flor amarilla, que sana toda llaga podrida, y si se

 pone en parte sana come la carne hasta el hueso, de que se haze vno llagamuy grande. De manera que esta yerva es buena para lo malo y malíssima

 para lo que está sano, y aun dizen muchos que esta yerva es muy buena parasanar las almorranas quando están de fuera. Los yndios -297- destaserranía por el gran frío que haze a sus tiempos vsan todos de vnas ropas

de lana y algodón, con unas camisetas sin mangas que les llega(n) hastalas rodillas, a manera de costales, y no traen calzones, y cobíjanse convnas mantas sin atallas, sino que hechan la vna punta al lado izquierdo,como capa. Y traen en las cabezas vnas hondas ceñidas y largas, y son degrandes fuerzas y bien fornidos, y todos biven en buena policía y enrazón, que no es poco entre yndios. Las mugeres destos yndios andangalanamente vestidas a su vsanza con ropas de algodón o de lana fina,hasta los pies, las quales se ciñen con unas fajas de tres dedos de anchoy de diez varas en largo. Traen vnas cubijas que se ponen sobre loshombros, que llaman líquidas, que les da hasta las corbas, y las traen

 prendidas en los pechos con unos alfileres de aro o de plata o de cobre,que llaman «topo», en esta figura <. Estos vestidos vsan en toda estaserranía, y son ellas, por la mayor parte, grandes trabajadoras, y ayudanmucho a sus maridos en sus labranzas y en las guerras quando peleavan. Enalgunos pueblos destos tenían de costumbre las mugeres labrar los campos,heredades y mahizales que tenían, y cargarse, y ellos se quedavan en suscasas texiendo, hilando y haziendo de comer para sus mugeres para quandoviniessen de trabajar y de fuera. Las casas que tienen son de adobes y de

 piedra, y algunas dellas son de azotea, y en algunas partes las cubrengalanamente con mucha paja que terná de gordor de vna braza, que tura másde cinquenta años, a lo que dizen los yndios. Estas sierras tan nombradas,

según se afirma por muchos mareantes, dizen que comienzan desde la NuevaGalicia de la Nueva España, hasta dar en Guatimala, y allí se tuercen yvan a dar a Panamá y al Nombre de Dios, atravesando por en medio destosdos pueblos marítimos, en donde se haze vna abra por donde passan de vnlugar a otro. Passan aún más adelante estas sierras y atraviessan por lastierras de la governación de Pasqual de Andagoya y por la Gorgona y porlas Barbacoas, y corren por el adelantamiento de Sebastián de Benalcázar yatraviesan por los reynos del Perú, que van a dar a la governación deChile, -298- y de allí van a dar hasta el estrecho de Magallanes. Demanera que tura su correndilla por muchas provincias y regiones, que escosa de considerar que serán más de tres mil y doscientas leguas, que la

mayor parte dellas están pobladas de yndios ferozes y de guerra que, plaziendo a Dios, yrán los xpianos a visitallos.

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Capítulo LVIII

En donde se da noticia de los muy grandes ríos que salen destas provinciasy regiones del Perú, que van a dar a la mar del Norte, y cuenta quiénesfueron los que descubrieron por aquellas partes, y de la yerva escorzonelaque ay

Destas sierras arriba contadas y de las sierras de los Andes, como abaxodiremos, nascen los muy nombrados y poderosos ríos que van a parar a lamar del Norte, que son el río del Darien, el río de Veragua, el río de

Cartagena, que descubrió el capitán Alonso de Hojeda, que está en diezgrados de la línea equinocial. Más adelante está vn río muy grande, yluego el de Sancta Martha, que descubrió Rodrigo de la Bastida, en el añode mill y quinientos y veinte y quatro años, que está en onze grados de lalínea equinocial. Yendo más adelante está otro río muy grande y poderosoque está hazia el poniente, y por aqueste subió el licenciado XpóbalXiménez, y después de aver atravesado por las tierras y señorío del grancuraca Bogotá, que era vn yndio muy avisado, passó adelante con los suyoshasta que llegó al cerro de las Esmeraldas, que es vn cerro alto, raso y

 pelado. El curaca y señor deste cerro se llamava Somodoco, el qual,haziendo pazes con los xpianos se fue de buena gana con -299- ellos aldicho cerro y comenzando a cavar en la mina sacaron más de mill yochocientas esmeraldas grandes y chicas, y muy finas y enteras. Éstas sonlas que se vieron y se contaron, mas empero uvo muchas hurtadas y avntragadas por los soldados y escondidas por los yndios de servicio, porqueno se las tomasse el capitán Ximénez, que fue esta riqueza vna de lasadmirables grandezas que a avido en el mundo hasta este tiempo. En estatierra de Sancta Martha ay vna yerva muy ponzoñoza y pestilincial quellaman la manzanilla, y con el zumo della vntan los yndios las flechasquando van a pelear con sus enemigos, y por pequeña herida que haga laflecha en los hombres, y aun en los animales, los despacha con muerte

rabiosa; y esta manzanilla es a manera de vna enzina grande. También sehalla aquí la contrayerva, que a ley de creo, es la hipérbaton que hallóAlexandro Magno, Rey de Macedonia, con la qual curó a su grande amigo ycapitán Tholomeo, que en Cataluña, a lo que dizen, se llama escuerzonela,aunque otros la llaman rosa silvestre, y los latinos la llaman«cinorrodon». La traza y manera desta yerva, o planta, según la refiere eldoctor Monardes, es muy linda y hermosa a la vista de todos los que lamiran, y la naturaleza la pintó muy galana, como cosa que avía deaprovechar a todo el género humano. Es de altura de vn codo, poco más omenos; tiene la hoja a manera de achicoria cuando está muy adulta, algomás ancha que angosta; es trepada y gruesa, que se esparce y se estiende

 por el suelo, como se a visto. Assimismo es luenga y aguzada al cabo, ytiene vn nervio que se sigue desde su nascimiento hasta la punta, y su

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  colores verde claro; hecha muchos tallos redondos, delgados, duros ylignosos, en lo alto dellos hecha unos capullos luengos, nerviosos yredondos, con vnas puntas como dientes, que tiran algo a los capullos delas clavellinas. En el mes de mayo salen destos capullos vnas flores muyapretadas, de muchas hojitas, las quales, abiertas del todo, se haze vna

flor grande y redonda, y aquellas hojas se hazen como rayos del sol, ocomo tornasol, que es de muy linda y graciosa vista. En fin del mes de junio se le caen las hojas, y los capullos -300- se tornan redondos yhechan de sí muchas aristas muy en redondo, que parescen muy bien, y en elotoño, en los vasitos que quedan, está la simiente, y pasada la simientese caen las hojas de la punta. La rayz de ella es a manera de zanahoria,carnosa y pesada; acaba en punta y vasse engrosando hazia las hojas, ytiene la corteza delgada, pegada a la misma raya, de color pardo oceniciento, que tira a negro, algo áspero. Cortada o quebrada hecha de sívna aguosidad pegajosa como leche; es toda blanca por de dentro y pingüe ydulce, y nasce por la mayor parte en lugares montuosos que tienen humidad,

y su complissión es caliente y húmida en el primer grado, de manera quetiene otras muchas virtudes. Tornando a nuestra obra digo que nasce poraquí el río muy nombrado que llaman de la Plata, que atrás hize mincióndél, con otros muchos y bien nombrados ríos que todos se ajuntan muy lexosde aquí y van a parar a la mar del Norte, como otras queda dicho. En esteRío de la Plata sembró Sebastián Gaboto cinquenta y dos granos de trigo enel mes de setiembre, y cogió cinquenmill granos en trigo por el mes dediziembre. Assimismo nasce en estas partes el río muy nombrado quedescubrió Vicente Yañes Pinzón en el año de mill y quinientos y quarenta ydos, llamándolo el Marañón, el qual nace junto a la cibdad de Quito, en el

 pueblo de Moyobamba, que dizen ser el mayor río que ay en entrambosmundos, y en él ay muchas yslas pobladas. El qual tiene su corriente cassisiempre por debaxo de (la) línea equinocial, como afirman muchos que lo anvisto y andado, que corre más de mill y quinientas leguas, y assí dizenque tiene de boca en la entrada de la mar cinquenta leguas de ancho. Pero

 por las grandes bueltas que va dando por la tierra se ha de entender queno corre tantas leguas, que por camino derecho serán no más desietecientas leguas, poco más o menos, que con todo es de grandeadmiración, si es assí como se cuenta49 y por esto le llaman algunos elmar dulce. Otros dizen -301- que éste es otro río que descubrióFrancisco de Orellana, el nombre del qual se le puso en el año pasado50 de

1543 quando fue con Gonzalo Pizarro a la conquista de la Canela. Cresce lamarea51 por aqueste río arriba más de cien leguas, y el52 desembocaderodél está en tres grados de la línea equinocial y entra el agua del río porla mar más de veinte leguas sin rebolverse con el agua salada. QuandoGonzalo Pizarro fue por tierra desde Quito a esta conquista, abaxando porél mucho, riberas de aqueste río, vido los secretos dél, el qual, yendo

 por sus jornadas contadas llegó a vn pueblo llamado Zumadoco; en esta provincia ay mucha canela, aunque no buena ni fuerte. El árbol es muygrande y tiene la hoja como de laurel y unos capullos como bellotas dealcornoque, y la corteza, hojas, tallos, rayzes y la fruta tienen el olory sabor de canela, aunque no tiene tanta fuerza y virtud como la que se

trae de España. Yendo Gonzalo Pizarro más adelante con doscientos y veintehombres y con ciento y cinquenta cavallos y con quatro mill yndios amigos

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  y tres mill ovejas y puercos, llegaron al pueblo de Quixos, en donde lesalieron muchos yndios de guerra, y arremetiendo a ellos desaparecieron.Estando en este lugar tembló la tierra terriblemente y se hundieron más desesenta casas y se abrió la tierra por muchas partes y uvo tantos truenosy relámpagos y rayos y cayó tanta agua que tuvieron rezelo de anegarse

allí, y assí quedaron todos maravillados; los españoles passaron más aúnadelante del dicho pueblo más de cinquenta leguas, siempre el río abaxo,(y) llegaron a vn terrible y espantoso salto que haze este poderoso río

 por vna canal hecha en peña biva, que terná más de cien estados dehondura, y (es) la canal que llaman Pongo, que quiere dezir puerta; esancha de quarenta pies por donde se cuela el agua. Y el salto que haze elrío hasta abaxo, al parescer de todos los que lo vieron, dizen que ternámás de ciento -302- y cinquenta estados, que cierto es cosamaravillosa, que en todo el mundo no avrá otro tal salto de río como éste.Gonzalo Pizarro y los suyos passaron de la otra vanda deste río por vna

 puente de madera que hizieron sobre la espantosa canal, porque los yndios

naturales les dixeron que de la otra parte del río era mexor tierra y queallá avía vn gran señor yndio muy rico que la mandava toda. Por tanto,creyendo los españoles todo esto, passaron la canal llevando todos elloslos oydos atapados con trapos, o con algodón, por no ensordecer del ruydomuy grande que haze el agua al tiempo que cae abaxo en el plan del agua.Este grandíssimo ruydo oyeron antes que a él llegassen, más de treyntaleguas, y tuvieron entendido siempre que era la resaca y tumbo que hazíala mar en la costa, y que estavan muy cerca della y nunca acabavan dellegar a ella. Pues caminando estos hombres vieron que los yndios lesavían mentido, porque la tierra fue peor, que era más poblada y montuosa,

 porque no vieron al gran señor que les dixeron, sino muchos yndios muy pobres, sin hallar ninguna de la riqueza que buscavan, ni en donde pudiezen hazer alguna habitación para en ella descansar o tener de comer.Pues andando desta suerte les faltó la comida, que no la hallavan en las

 partes por do passavan, por lo qual, vista la gran necesidad que llevavan,se dieron a pescar en el río para suplir la hambre que tenían, y assítomaron muchos pescados de diversas maneras, con que se mantuvieron muchosdías. Aquí se halló vn pece ancho y ternilloso que llaman tramielga, yeste género de pescado es liso y sin escamas, y tiene estraña propiedad,que se esconde entre la arena y desde allí entorpece y pasma a los demás

 peces que por allí passan, y assí los caza y se los come. La ponzoña del

qual es muy grande, que hasiendo o picando en el anzuelo o cebo que tiene, passa por el zedal y va por la caña, hasta dar en el brazo, que losentumece de tal manera que queda el hombro sin sentido y pasmado. Destamanera aconteció con muchos destos soldados con aqueste pescado, masdespués sanavan luego y ninguno murió dello, mas con todo esto no dexaronde pescar, por la mucha hambre que tenían, y -303- quando sacavan dela tramielga se la comían, que dizen que no les hazía ningún mal. Y conesto caminaron muchas más leguas adelante, descubriendo muchas tierras, endonde hallaron en este paraje algunas poblazones, aunque la gente desnuda,y sin hallar ninguna de la riqueza que buscavan. Por lo qual ivan lossoldados muy desesperados y estuvieron muchas vezes a canto de matar a

Gonzalo Pizarro porque los llevaba a morir por tierras pobres y nosabidas, sin hallar qué comer, ni mantas de algodón para hazer camisas y

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  de vestir. Como los yndios que llevavan de servicio, juntamente loscavallos, como avían andado tantas leguas cargados del fardaje de lossoldados, y como avían sido muy trabajados los unos y los otros, murieronmuchos dellos en el camino, por lo cual hizieron una barca bien grande enaquel río, metieron en ella todo el fardaje que tenían y dieron el cargo

de la barca al capitán Francisco de Orellana, con sesenta hombres que yvanenfermos, que ya no podían caminar de puro cansados y despeados y bienacallenturados; fueles mandado que llevasen la barca poco a poco riberasdel río abaxo, y que cada noche parasse junto al real para tomar lo queuviessen menester los soldados, y assí se hazía, que atavan la barca a vnárbol grande con vnas cuerdas muy rezias que hizieron de los lazos yreatas que llevavan. Caminando más adelante toparon vn otro río muy grandemayor que el primero, en donde su tuvo gran dificultad en lo passar, ycomo no, lo passaron, dieron todos la buelta con mucho plazer y alegría,aunque con gran pessar de no aver hallado otro pueblo de Caxamalca y vnotro Atagualpa. El capitán Francisco de Orellana, como yva en la barca,

llegó a la junta destos dos ríos tan poderosos, la qual passaron congrandíssimo peligro de las vidas por amor de la gran resaca que hazíanestos dos ríos al tiempo que se ajuntavan el vno con el otro. Y quandoFrancisco de Orellana y los suyos yvan navegando por este río vieron enlas riberas dél muchos yndios de guerra, y en vna parte dél vieron vnayndia varonil que peleava animosamente con arco y flechas y macana, por laqual el Orellana llamo al río, de las Amazonas. Como el Capitán llevavaalgunos bastimentos -304- y aviendo hecho otra barca bien grande endonde se metieron la mitad dellos, y sin tener lizencia de GonzaloPizarro, se fue a España con voluntad de los suyos que le avían de darfabor y ayuda en su negocio. Y llegado a España pidió a Su Magestad laconducta y merced de la conquista de aquella tierra, atribuyendo a símismo los gastos y trabaxos y descubrimiento deste tan poderoso río, alqual llamó de su nombre, aunque otros dizen que lo nombró de las Amazonas.Su Magestad, teniendo entendido ser todo assí lo que Francisco de Orellanale avía ynformado y dicho juntamente con los suyos, le hizo la merced delAdelantamiento y Generalato de aquel río, con tantas leguas en circuyto dedistrito y jurisdición, y estando haziendo la gente a costa del Rey y parayr a su conquista, le dio vna muy grande enfermedad de que murió en brevesdías. De manera que de doscientos y veinte soldados que Gonzalo Pizarrollevó a las tierras de la Canela no bolvieron ciento, y de los yndios de

 paz que avían llevado de carga y de servicio, cassi todos murieron, ytambién se les murieron muchos cavallos, de cansados, y dellos secomieron. Los pocos soldados que quedaron se bolvieron a la cibdad deQuito a pie como romeros, desnudos, descalzos y llagadas en las espaldascon mataduras como bestias, por traer acuestas sus comidas, que la ropaque tenían se la avía llevado Francisco de Orellana, y della se les avía

 podrido y hecho pedazos. De manera que todos estos tristes soldadosllegaron a Quito muy lastimados en los pies y piernas, y las manoshinchadas y comidas de mosquitos, que los hay por aquí infinitíssimos; denoche avía de los zancudos, y de día los xexenes o zinifes. Llegaron,

 pues, a esta cibdad muy destrozados, flacos y desfigurados, y las barbas y

cabellos bien crescidos y largos, que a duras penas los conoscían losvezinos que los vieron salir desta cibdad muy soberbios, hinchados y

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  phanfarrones, a cabo de dos años y medio que por allá estuvieron. Aquí esdonde se dize por los que fueron en esta jornada, que muchas vezes GonzaloPizarro llevava a cuestas a los soldados enfermos que ya no podían andarni passar adelante, y les dava a comer yervas cozidas y rayzes no -305-conoscidas, de que recebían gran alivio y consuelo. De manera que todos

estos ríos que van a parar a la mar del Norte son los que nascen en lasvertientes de aquella parte, porque los que nascen a las vertientes de acávienen a parar a esta mar del Sur, y quando llegan a los llanos no vienentan grandes como los otros por lo que adelante diremos brevemente.

Capítulo LXIVDe la solenydad que los Yncas hazían quando agujeravan las orejas a susvasallos, que era como dalles horden de cavaliería, y de las cerimonias

que tenían quando salían fuera de sus palacios con su real corte

Parésceme agora que será bien dezir de la manera y forma como estosseñores Yngas agujeravan las orejas de sus vasallos, como atrás quedaapuntado, porque coma Paulo Ynga, (que) después de bautizado se llamó donXpóval Ynga, contava muchas vezes, esta53 manera de agujerarsse procediódesde Mango Ynga Zapalla, primer Rey que uvo en la tierra, que las teníaagujeradas. Que como fue hombre valiente y magnánimo y animoso en lasguerras que hizo a las tierras que conquistó, a su ymitación y por memoriasuya los demás Yngas que le sucedieron hixieron otro tanto, y la solenidady manera de las agujerar era en esta forma. Los que se armavan y se hazíancavalleros eran hijos legítimos de otros Yngas orejones y grandes curacasde diversos pueblos, los quales -306- yvan a donde el gran señor Yngaestava y allí le pedían con gran humilldad que tuviesse por bien hazercavalleros a aquellos mancebos sus vasallos. Y el Ynga les dezía que síharía, más que primero hiziessen lo que eran obligados de hazer, y conesta respuesta yvan todos muy contentos a sus casas; las cerimonias queavían de hazer y cumplir eran éstas. Primeramente, los mancebos que se

avían de hordenar en cavalleros avían de ayunar treynta días, que eraabstenerse de llegar a sus concubinas y aun a sus mugeres legítimas, sialguno dellos era casado, y que no comiessen ninguna sal ni axí, que delas otras cosas bien podían comer en abundancia. En estos días del ayunotrayan todos los electos vestidas vnas camisas largas y muy blancas, dealgodón, y en los pechos tenían vna manera de cruz †, y éstas no se lasvestían en otro tiempo si no era en éste, y poníanse un calzado de totora,que significava que avían de trabajar mucho en servicio de sus dioses ydel gran señor Ynga. A los quinze días del ayuno se ajuntaban en la plazatodos quantos se avían de hazer Yngas, o cavalleros, y de la plaza, siestavan en la ciudad del Cuzco, subían corriendo por vn cerro, en donde en

lo alto del estado vna guaca que llamavan Guayna Cauri, que quiere dezir proeva de mancebos, y los que más presto subían y abajavan eran tenidos en

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  mucho. Poníanse en medio de la plaza desde el primer día que ayunavanhasta el postrero, y sentávanse de cuclillas en el suelo, en horden, muycallados, y luego venía allí la parentela de cada vno dellos y ponían acada mancevo vna lanza de palma en las manos, que las tenían juntas y

 puestas como quando están rezando. Y luego les dezían los parientes:

mirad, hijos, y tened atención en la horden que agora avéis de recebir,que no es para jugar, ni para dormir, sino para trabaxar y pelearvalientemente en las guerras en fabor del gran Señor, y no seréis malos,ni traydores, porque seréis semejantes a los demonios. Especialmenteseréis muy obedientes a nuestros dioses y a vuestros padres y a vuestrosmayores, que son los sacerdotes y viejos, y seréis muy diligentes en todaslas cosas que hizierdes, y correréis mucho contra los enemigos y nohuyréis dellos. Y quando el gran -307- Señor Ynga os embiaré a llamar,luego vernéis a ver lo que os manda, porque a él solo avéis de obedecer entodas las cosas, porque os quiera mucho. Y diziéndoles estas palabras yotras semejantes le davan quatro azotazos con vnas varas de mimbres, en

cada brazo vno, que las camisas que trayan no tenían mangas, que eranhechas a manera de vn costal, y en cada pierna otro azotazo, y ellos noavían de hazer ningún movimiento, ni muestra que les dolía, y si algunodellos lo hazía le tenían en poco. Llegado el postrer día del ayuno, elYnga yva a la plaza con gran magestad y muy acompañado de todos los

 principales yndios de su corte y de sus capitanes y de los curacas, yllegado a ella le hazían luego todos la «mocha», que es la devidareverencia que se suele hazer a los Yngas, y luego se assentava en mediode todos ellos en vn assiento muy rico de oro. Y encontinente cercavantoda la plaza con vna cadena de oro fino que, según las gentes dixeron,era muy larga y de gordor de quatro dedos, que cercava toda la plaza, y la

 ponían sobre muchos horcones de plata que serían de alto como de vn estadode hombre, la qual cadena y horcones trayan muchíssimos yndios deservicio. El Ynga llamava a los mancebas electos para hazer cavalleros, alos quales hazía vna plática larga, amonestándoles a que fuessen buenos yleales a sus dioses y a su patria, y luego les preguntava si le avían deservir lealmente en las guerras y si querían ser Yngas; ellos respondíancon humildad que sí. Yten más, les preguntava si avían de ser grandessufridores de los trabaxos, y si avían de ser valientes hombres contra susenemigos; ellos respondían a todas las cosas, diziendo que sí, y luego elYnga les dezía: «pues yo lo quiero ver por experiencia en vosotros». Y

assí luego mandava a los maestros de las cerimonias y a los oficiales deagujerar las orejas, que hiziessen sus oficios, los quales los hazían unosmejores que otros, con vnos ponzones de oro ardiendo como brassa, que lascallentavan en vnos fuegos que tenían en unos brassericos. Después deagujeradas las orejas, los maestros de las cerimonias les ponían vnoszarcillos de oro, o de plata, si eran hijos de los grandes curacas oseñores Yngas, y a -308- los demás les ponían los arillos de cobre ode ojo de palma, no pendientes, sino dentro de los agujeros, y les dezíanciertas palabras como que les hechavan algunas bendiciones. Estos arillosque les ponían a los Yngas que eran mancebos quando se armavan cavalleros,eran pequeños, y como andando el tiempo que ellos crecían más en hedad,

assí yvan cresciendo y engrandesciéndosse las puntas de las orejas, más ymás, y conforme como crescían se ponían los arillos, que los yvan

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  engrandesciendo, y por esto tenían, como digo, las puntas de las orejaslargas. Acabada esta gran solenidad, luego toda la parentela de losseñalados en Yngas, que eran muy muchos, offrescían ciertos carneros yovejas muy grandes y gordas, y allí los matavan y sacrifficavan al diosSol, y los agoreros y hechizeros que allí estavan presentes para este

effecto les catavan54 y miravan los corazones, y si estavan tiessos yrezios dezían que avían de ser valientes hombres y para mucho cuyos eranaquellos carneros. Y si no salía tiesso el corazón de cuyo era el carnero,dezían que avía de ser para poco, porque avía de dar en flaco y cobarde yde poco ánimo; mas no por esso lo despedían, antes lo dexavan hasta ver enél cómo aprobava después en esfuerzo y valentía. Después tomavan todos loscarneros sacrificados y los hazían pedazos, y luego los cozían en grandesollas, allá en las casas cercanas de la plaza, y traydos en diversasvasijas se repartía entre todos los que presentes se hallavan. Hecho esto,luego comían y bebían de la chicha o azua, y hazían grandes borracheras,

 baylaban y cantavan muchas canciones en alabanza de sus falsos dioses y de

los Yngas passados, y los hechos buenos que avía hecho el Ynga que estava presente, en las tierras que avía conquistado. Acabadas estas solennesfiestas, los que se avían hordenado en cavalleros Yngas se yvan a suscasas, cada vno con su parentela, y quedávase el Ynga en vna tienda muyrica que se ponía en medio de la plaza, acompañándole las quatro

 parcialidades que avía en la cibdad, que eran Annan Cuzco, Hurin Cuzco,Tambo Appo y Masca Payta, -309- que eran todos cavalleros de sulinage. El Ynga y todos los otros Yngas y curacas y señores que sequedavan con él en la plaza tornavan de nuevo a emborracharsse quatro díasenteros con sus noches, y después se hazían allí otras muchas fiestas y

 passatiempos de gran regocijo por otros quatro días, de manera que eranocho días enteros. Passados estos días de la borrachera se yva el Ynga asus palacios con gran magestad, assentado en vna litera muy rica, de lamanera que avía entrado en la plaza, y luego los yndios de servicio, queeran muchíssimos, que no eran Yngas, tornavan la cadena de oro y loshorcones de plata y la llevavan (con) todo al templo del dios Sol para

 ponella en recaudo en la casa del thesoro. Desta cadena de oro dizenalgunos que dieron noticia della a la Magestad del rey don Carlos quintomáximo deste nombre, para que hiziesse contraminar el monasterio del señorSancto Domingo, donde dizen que estava guardada la dicha cadena, porquelos quatro exploradores españoles que entraron primero en el Cuzco la

vieron, y que después los yndios la escondieron, porque no paresció más.Su Magestad, como bueno y cathólico xpiano y zelocíssimo del servicio deDios no lo quiso hazer, antes dixo que él no avía nascido para derribarlos templos dedicados a Dios, por cubdicia de vn poco de oro, sino paraedificar y levantar otros de nuevo en donde se alabasse y glorificasse susanctíssimo nombre; palabras fueron estas dichas (dignas) de tal varón yde ánimo xpianíssimo. Todas las vezes que los Yngas salían de la cibdad ode sus casas para yr a los templos para hazer sus sacrifficios, llevavandelante de sí vn guión puesto en vna vara alta, hecho a manera de mitragrande y redonda, que tenía muchas plumas de diversas colores, y con muchooro fino y esmeraldas que relumbravan mucho. Y la littera en que yva era

chapada de oro y esmeraldas y plumajería muy buena de diversas colores, ylo llevavan los más principales yndios que avían en toda su corte, en los

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  hombros, y se tenían por dichosos en llevalle, y por gran señor que fuesseen su corte no podía andar en littera si no era con su licencia.

-310-

Capítulo LXVEn donde se cuenta brevemente el número de los meses que tenían los yndiosdel Perú en cada vn año, y de las cosas que hazían en ellos para el bien y

 provecho de sus repúblicas, y de otras cosas que ay muy curiosas de saber

Acerca de lo que toca a los meses que esos yndios del Perú tenían digo queeran doze, como nosotros los tenemos; empero no tenían tantos días como

los nuestros, y assí tenían treynta días y no más, y comenzaba el añodellos desde primero día de junio, que ellos llamavan Auca Ycuxqui Yquiz,que quiere dezir mes de las holganzas, y assí no trabaxavan estos días acausa que el otro mes venidero avían de trabaxar mucho.El segundo mes se dezía Chauaxa Yquiz, que quiere dezir mes de trabaxos,que es el mes de jullio; en estos días labravan y barbechavan las tierrastodas, quantos yndios, yndias y muchachos avía, que avían de sembrar susmahizales y otras legumbres. Y en estos días hazían todos ciertasceremonias a sus falsos dioses, los quales derramavan en los ríos yacequias todos los brevajes y chicha del vino que tenían, para que susfalsos dioses les diessen muchas aguas y pluvias, con muchos fructos ymantenimientos de las cosas que avían de sembrar, y el yndio que másderramava era tenido en mucho.El tercero se dezía Cituya Yquiz, que es el mes de agosto, que quieredezir mes de las sembraduras, y en este tiempo sembravan su mahíz y lassemillas y legumbres que tenían, y venida la tarde dexavan temprano detrabajar y se holgavan mucho los vnos y los otro y jugavan sus juegos quetenían, y con aquello descansavan.El quarto se dezía Puzqua Yquiz, que quiere dezir el mes de lastexidumbres, que es el de setiembre; en este mes texían, todas quantasmugeres avía de hedad, las mantas y camisetas que podían labrar y hazer,

de -311- lana y algodón, que a la vista de todos parescían muy galanasy bien polidas, para que se vistiessen sus maridos y ellas en los días desus fiestas.El quinto mes, de octubre, llamavan ellos Cantara Yquiz, que quiere dezirmes de los vinos, porque en este mes se ocupavan todas las yndias chicas ygrandes de hazer mucha cantidad de chicha o azua, de mahíz y de quinua, yde la fruta de vn árbol llamado molli, que es muy preciado entre ellos,

 para el mes venidero.El sexto mes, que es el de noviembre, llamavan los yndios Layme Yquiz, quequiere dezir mes de los regocijos y de grandes fiestas, porque en este messe ocupavan los Yngas en hazer las ceremonias arriba contenidas. Porque en

este mes los Yngas armavan cavalleros a los dichos mancebos, en hazellosYngas, en donde se gastavan los vinos de la chicha que los días atrás se

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  avían hecho, porque estos días eran de grande plazer y alegría y de grandefestividad, que todos los guardavan como fiestas de gran solenidad, queninguna yva al campo a trabajar, ni a otra parte alguna; solamente (a) verestas fiestas y grandes ceremonias.El séptimo mes que es de deziembre, se llamava Cama Yquiz, que quiere

dezir el mes de los ensayamientos y representaciones de batalla en latierra, y en este mes mandavan los señores Yngas a todos sus capitanes ysoldados que se enssayassen vnos con otros a manera de batallas y él se

 ponía en vn alto con toda su corte para vellos muy bien. Poníanse, pues,los vnos a vna parte, y los otros a la otra, tantos a tantos, en susesquadrones, y luego comenzavan a tirar con las hondas vnas ciertasfructas que eran duras, y con éstas peleavan muy gentilmente, que salíanmuchos yndios bien descalabrados, y algunos morían de las heridas que lesdavan; en fin, que para burlas era peligrosa, y para veras era cosa muyliviana, aunque pessada.El octavo mes, que es el de enero, llamavan Pura Opia Yquiz, que quiere

dezir el mes de las venidas y de las correrías, porque en este mes seemborrachavan señores -312- y vasallos, chicos y grandes, que era granlástima de ver quáles andavan. Y después de aver bebido mucho salían loshombres a vn campo llano con vnos tizones grandes ardiendo en las manos, yluego corrían vnos por la vna parte, y los otros por la otra, y el que máscorría y el que más pruevas hazía le tenían en mucho.El noveno mes, que es hebrero, llamavan los yndios Cacma Yquiz, que quieredezir el mes de las labranzas; en estos días limpiavan las tierras parasembrar adelante el mahíz tremes, y dezían que lo hazían por no estarocciosos y por no trabajar los días que venían, y para esto les ayudavansus propias mugeres y los hijos.El dézimo mes, que es el de marzo, se dezía Rura Pauca Yquiz, que quieredezir el mes de la esperanza; en este mes yvan todos a los templos de susfalsos dioses para hazer ciertas cerimonias diabólicas y péssimas, ydespués desto no hazían cosa alguna, antes andavan hechos vagamundos,

 passeándose por la cibdad y por el campo. Y con esto tennían granesperanza de coger gran abundancia de las sementeras y legumbres y de lasotras cosas que avían sembrado, porque ya en este tiempo se van secandotodas ellas, y las fructas, flores y yervas del campo se van marchitando.Esto se entiende en las tierras de la serranía, porque en la costa yllanos de la marina son otros los temporales que coren por acá, porque

nunca llueve, como atrás queda dicho, de manera que quando en la sierra esinvierno, en los llanos de la costa es verano.El onzeno mes, (que) es el de abril, se llamava Arigua Yquiz, que quieredezir mes de las cosechas, porque en este mes se cogían todos losmahizales, frisoles, coca y calabazas, con las demás legumbres que avía, ylos fructos que producían de los chicos y grandes, de que holgavan mucho yandavan contentos y plazenteros.El dozeno mes, que es el mes de mayo, llamavan Anday Mura Yquiz, quequiere dezir el mes de los plazeres, y era después que avían cogido todoslos fructos y los mahizales que avía; se ponían todos ellos y ellas-313- los mejores vestidos que tenían en sus casas, engalanándose mucho,

y assí se holgavan, baylavan y cantavan ciertas canciones de gran plazer yregocijo.

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  Aquí damos fin y remate y hazemos parada en contar más de la descendenciay linage de los Yngas y reyes de la cibdad del Cuzco, y de la calidad ytemple de todas estas provincias y regiones tan grandiosas y riquíssimas yabundantíssimas de muchas y diversas cosas. Por lo consiguiente, dexaremosde contar también de los caminos tan soberbios que avía en estas partes, y

de los doze meses que tenían en el año estos yndios, porque si de todaslas cosas que ay en ellas uviéramos de contar muy en particular, nuncaacabáramos, y assí nuestra obra no fuera de las guerras más que civilesque uvo en el Perú, sino de las calidades y temple de la tierra. Mas, enfin, por dar remate y conclussión a estos cuentos, que con ellos avré dadoharto fastidio al piadoso lector, diré en vn solo capítulo de ciertosgigantes bravos que aportaron a estas provincias, los quales vinieron deciertas yslas de la mar del Sur, y con ellos daremos fin a la obra ytercero libro.

Capítulo LXVIDe cómo ciertos gigantes aportaron a la provincia de Manta, los qualessalieron de vnas yslas de la mar del Sur, y después fueron quemados confuego celestial, y cuenta de otras cosas que ay en la tierra

Dezían los yndios muy antiguos y viejos que habitavan en Puerto Viejo, queson los de la provincia de -314- Manta, de cómo en el tiempo antigo y

 passado, quando reynava Topa Ynga Yupangue, que estando aquella tierra de paz se alborotó toda ella con la llegada que hizieron mucha cantidad deyndios gigantes, que eran de disforme altura y grandeza. Y que estos talesvinieron en unas barcas o balsas muy grandes, hechas de cañas y maderaseca, los quales trayan vnas velas latinas trianguladas, de hazia la partedonde se pone el sol y de hacia las yslas Malucas, o del estrecho deMagallanes, y que entrando éstos por la tierra la comenzaron a tiranizarganando por allí algunas tierras y matando muchos yndios, y a otroshechándolos fuera de sus pueblos. Los naturales de Puerto Viejo, quando

vieron llegar a estos vestiglos con tan grande furia y sobervia, y de cómolas hazían tan mala vezindad, y de cómo no se podían deffender dellos,temieron con gran temor, por lo qual luego a la hora avissaron dello porla posta a Topa Ynga Yupangue, que a la sazón estava en la cibdad delCuzco. Embiáronle a dezir en su embajada, como a gran señor y Rey poderosoque era de todas aquellas provincias, los remediasse de la endiabladafuria y crueldad de aquellos luziferinos monstruos que avían aportado a sutierra, que el Capitán y Governador Ynga que allí estava en guarnición nolos avía podido ni era bastante a hechallos fuera della. El Topa YngaYupangue, por sustentar su reputación y conservar en Paz a sus vasallosembió al curaca del valle de Chimo y al Governador Ynga55 que tenía en el

 pueblo de Piura, que eran grandes señores, con otros muchos yndios principales, por embajadores, para que considerando qué gentes eran

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  hablassen con ellos y tratassen de paz si la querían tener con él, y si noque él les daría tanta guerra quanta ellos verían, de que les pesasse.Embiados estos mensajeros embió luego a llamar a sus capitanes y soldadosque estavan en diversos pueblos en guarnición, para que si los gigantes noestuviessen en propósito de darse de paz, yr contra ellos y hechallos

fuera de toda la tierra, o matallos a todos, pues eran tan pocos ennúmero, aunque muchos -315- en ferozidad y braveza. Los embajadoresfueron y hablaron con ellos por señas y los apaziguaron buenamente y lesdieron tierras en donde biviessen, que era ésta su pretensión, aunque vna

 parcialidad dellos no quisieron la paz, sino seguir la guerra contra todosaquellos que no se les viniessen a dar por sus vasallos. Y assí partidoslos menssajeros de allí, salieron luego a los pueblos comarcanos, en dondecomenzaron hazer muchas muertes, crueldades y fuerzas, con otros muchosmales y daños, y como eran éstos muy endiablados y ferozes no avía ningúnnatural yndio, por animoso que fuesse, (que) les osase a resistir, nimenos tomarse con alguno dellos. En esto llegaron otros embajadores de

Topa Ynga Yupangue y dixeron a estos ferozíssimos gigantes perturbadoresde la paz, como el gran señor Ynga venía ya de camino amenazándolos conguerra, hambre y mortandad. Allende desto, que no avía de quedar ningunodellos que no fuesse muerto y hecho pedazos con crueldad; en fin, al fin,considerándolo bien estos los gigantes, se apaziguaron todos con buenosmedios y partidos que les hizieron, quedando todos ellos por vasallos delYnga. Dieron cuenta estos gigantes a los naturales desta tierra cómo avíansalido de vnas yslas y tierras muy grandes que están en la mar australhazia el poniente, y que fueron hechados dellas por vn gran señor yndioque allí avía, que eran tamaños y tan grandes de cuerpo como ellos. Ydemás desto, que avían navegado por la mar muchos días a remo y vela, yque cierta borrasca y tormenta los avía hechado en aquellas partes, sinsaber adónde yvan, sino que fortuna los llevasse a do quisiesse, y que másquerían estar subjectos en tierras agenas, que libres en las suyas concontinuas guerras como allá avían tenido, y assí dixeron otras cosas. Lasarmas con que estos tales peleaban eran piedras muy grandes, que arrojavancon las manos, que de cada pedrada matavan vn yndio si le acertaban, y con

 palos nudosos y porras que ellos hizieron después que llegaron a latierra, porque ellos no truxeron ningunas armas, porque los sus enemigosse las56 -316- quitaron por vencimiento y concierto que entre ellosuvo. Éstos dieron gran noticia de las muchas yslas que avían visto por

esta mar del Sur, que después las vieron los españoles que han navegado por estas mares del Occéano que se contienen en derecho destas tierrashazia la línea equinocial, o en la misma línea. Estas tierras, o yslas, nose han descubierto desde acá, a causa que se comenzaron por esta parte muytemprano las guerras más que civiles entre los españoles; que la vnadellas descubrió acaso el capitán Ribadeneyra, como ya queda dicho atrás.La tierra que el señor de Chimo y los embajadores del gran señor Yngaseñalaron a estos gigantes, en donde hizieron después su habitación, fueen la punta de Tangarara, que después llamaron los españoles la punta deSancta Elena, y esto hizieron por consejo de los yndios naturales deManta. En esta punta que les fue señalada no avía agua, ni leña, y

dióseles a dos fines: o que allí se muriessen de sed, o que se fuesen avivir a otras partes más lexos, porque eran vezinos muy peligrosos, por no

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  quebrar con ellos; que viniessen después a matarsse los unos y los otros.Viendo ellos que el señor curaca de Chimo y los demás embajadores, comoles avían señalado aquella tierra tan estéril y mala, entendieron bien porqué lo avían hecho, mas ellos lo disimularon lo mejor que pudieron por notener travacuenta con los naturales y con el gran señor Ynga, que ya

sabían de su gran poder, y assí assentaron en la tierra hasta tanto que eltiempo les dixesse lo que avían de hazer. Lo primero que éstos hizieronfue cavar en vnas peñas bivas que allí están, en donde hizieron vnos pozosde grande hondura, de donde sacaron agua muy buena y bien fría, como eldía de oy se paresce. Y en el entretanto que socavan el agua y se hazíanlos pozos, se proveyeron de agua y leña de otra parte, trayéndola toda consus balsas y vasijas que truxeron de sus tierras, muy grandes, yedifficaron sus casas de paja para su bivienda, y assí hizieron otrascosas para en pro y vtilidad dellos. Ciertamente yo no sé, ni se puedeaveriguar, -317- con qué herramientas pudieron quebrar las peñas tanrezias y bivas de aquel pozo, y con qué cavaron esta profundidad que

hizieron, que es yncreíble cosa ver la ondura que tiene, y los navegantesque agora passan por aquí se proveen destos pozos de agua, que aquí ay vn

 puerto muy bueno y limpio. Andando más el tiempo, ya que tenían sementerasy agua y leña, la qual trayan de muy lexos, y como ya naturales de latierra, comenzaron de rebolverse con las yndias de allí y de lascomarcanas; porque ellos no truxeron mugeres consigo, y como tuviessen porfuerza con ellas mala conversación, dizen que las matavan rompiéndolas.Agraviados los naturales desta gran maldad, tornaron de nuevo a losamenazar con el gran señor Ynga y con sus capitanes y soldados, y ellos

 por bivir en paz prometieron que de ay adelante no les harían ya ningúnmal ni daño, ni les tomarían las mugeres, ni lo que tenían, y que lesserían muy buenos y verdaderos amigos. Passadas estas cosas con otrasmuchas particularidades que dexo de contar, se dieron a la pesca, como losnaturales lo hazían, y a caza de venados y liebres y de aves campestres ysilvestres, de que se mantenían, de manera que no les faltavan ya carnes,ni pescado, que tomavan y pescavan con redes y fisgas. Viéndose estosendemoniados tanto tiempo sin mugeres, y el demonio, que los trayaengañados y ciegos y distraydos de la razón natural, hizieron vna gran

 borrachera, en donde comenzaron a vsar el pecado nephando, y assíestuvieron en este diabólico vicio muchos años, que ya no teníanvergüenza, ni se les dava nada vssallo públicamente. Los naturales, quando

supieron que estos yndios luziferinos vssavan este tan maldito peccado,dezían que aquéllos eran perros y brutos animales, o que eran demonios queavían salido del ynfierno a este mundo en figura de hombres paraobstentación del mundo. Para mí tengo creydo que los yndios de Manta quevimos en nuestros días, deprendieron de sus antepassados y de los mayoresdestos gigantes este diabólico y horrendo vicio, porque el día de oy lovssan ellos en sus ritos y cerimonias y en sus borracheras. Juan de Olmos,vezino de la villa de Puerto Viejo, quemó gran cantidad -318- destos

 perversos y diabólicos yndios, como Justicia mayor que era allí entonces,aunque el pueblo estava en su encomienda, para que se apartaran deste tan

 pestíffero y luziferino vicio, y nunca aprovechó cosa alguna, que todavía

reyteran en él. Dizen más los naturales, que estando vn día estos gigantesen ciertos sacrifficios péssimos y vsando el pecado nephando, vino vn

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  mancebo muy hermoso, bolando del cielo, con gran resplandor, y que derramótanto fuego sobre ellos que los quemó a todos bivos, y que escaparonalgunos dellos porque estavan dentro en la tierra. Todo esto que losnaturales cuentan se tiene entendido aver passado ciertamente assí, porqueen donde habitaron estos malditos hombres están oy día aquellos pozos muy

hondables en las bivas peñas, y se veen muchos huessos de las canillasdellos que son yncreybles. Assí se parescen oy en día en este lugar queestá junto a la marina, que se contiene harto espacio a ella, por losvestigios y señales que en él ay, en donde se halla mucha arena negra yceniza, como que la tierra aya sido quemada en otro tiempo, y esto se vee,quando alguno cava la tierra, por lo qual se colige que allí devieron serquemados. Después que el marqués don Francisco Pizarro conquistó estastierras llegó vna vez a la punta de Sancta Elena, que es en Tangarara, yallí entendió claramente lo destos gigantes, porque vido, no muy lexos deaquí, todo lo arriba contenido, con la ossamenta que allí se mostrava.También vido, no muy lexos de aquí, vnas fuentes manantiales y corrientes

que su licor dellas sirve muchas vezes de alquitrán, o de pez muy buena,con que se calaffatean y adoban oy día los navíos que van y vienen delPerú, que muchos vienen a parar a este puerto, sólo a este effecto.Después, andando el tiempo, llegó el marqués Pizarro al pueblo de Chimo,en donde halló otros huessos y calaveras de gran disformidad y vnas muelasde tres dedos de gordor y de cinco dedos de largor, y tenían vn verdugonegro por de fuera. Dizen agora estos yndios del pueblo de Chimo, y looyeron de los antiguos y passados, que estuvieron gran tiempo dos gigantesdestos con vn gran señor curaca deste valle, los quales bivieron con élciertos años. Y que -319- después el mismo señor los hizo matar porquecomían entrambos de vna assentada mucho más que veinte yndios, y porqueeran muy sobervios y follones, y assí se acabó la diabólica genealogíadestos gigantes. En el pueblo de Quareta se hallaron dos negros finos,esclavos del señor Thoreca, que señalaron aver venido allí en balsas dehazia el poniente por esta mar del Sur, que oy día se llama la NuevaGuinea, que está camino de las yslas Philippinas, junto a la líneaequinocial, o en ella. Porque quando van los navíos de la Nueva España alas dichas Philippinas, passan casi cerca de la ysla de los Negros, quedescubrió Álvaro de Saavedra, Capitán del Marqués del Valle don HernandoCortés, aunque otros dizen que el capitán Bernaldo la Torre la descubrióandando por aquellas yslas perdido. En el pueblo de Collique, arriba de la

cibdad de Truxillo, ay vna laguna de agua dulce que tiene todo el suelo desal quaxada y muy blanca, y los yndios sacan mucha cantidad della y lallevan a vender a diversos pueblos donde no la ay, y con ella compran lascosas necesarias que an menester en sus casas. En los Andes, detrás delvalle de Jauxa, está vn río muy grande que siendo sal todas las piedrasque tiene el57 suelo, es dulce el agua que passa por encima della, y esclara, y muy buena de bever, que no toma nada de la sal. Y en el mismo ríode Jauxa y en medio dél nasce vna fuente de agua caliente, y sale el aguacon gran ympetu y furia hazia arriba, que sobrepuja encima del agua bienalto, como si saliesse por bitoque de alguna pipa llena, y cae en el mismorío, y a la redonda desta fuente el suelo del río es toda sal. En la costa

de hazia la villa de Sant Miguel están dentro de la mar y no muy lexos dela tierra, vnas peñas muy grandes y altas, que son de muy linda sal, que

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  parescen unas ysletas pequeñas, y en ellas combaten las hondas de la mar,y están por encima dellas cubiertas de gran multitud de ovas de pescadas,que muchas veces los marineros se proveen de allí de sal y de ovas.También enfrente del puerto de Guaura está vna ysla grande, en donde todaella es de sal, y -320- muy buena, que quando los navíos llegan a este

 paraje, los marineros y passageros se proveen della quanta quieren llevar, porque cierto es cosa estraña de ver tanta sal. Sin duda ninguna se podrántodos proveer della y llevarla a toda la Nueva España, y aun a todaCastilla, que aunque se llevasse mucha en cantidad en carracas y navíos nomeng(u)aría, porque cresce y multiplica siempre y a la contina mucha ensuperabundancia. Assimismo dizen los yndios naturales que en todas estastierras no avía ratones, ni sabían qué cosa era, y algunos de losconquistadores destas provincias y regiones juran y affirman que no losavía, ni los vieron ni sintieron al tiempo que entraron; y que entrando enellas el visorrey Blasco Núñez Vela remanescieron mucha cantidad dellos,que fue cosa yncreyble y que puso en grande admiración a todos los

 bivientes. Crecieron y se multiplicaron después estos animalejos en tantacantidad que destruyeron en muchas y diversas partes todo lo que hallaronsembrado, que no dexaron árboles de Castilla, que ya en este tiempo losavía, y muchos de diversas frutas, ni más ni menos los árboles y frutalesde la tierra. Hecharon a perder las cañas de azúcar y las sementeras ylegumbres de los yndios y la hortaliza que avía en las huertas de losespañoles, y royeron las ropas de Castilla y de la tierra que estavan enlas casas y fuera dellas, con otras muchas cosas que sin remedio lasdestruyeron y talaron todas, de que quedaron todos admirados desto.Después se dixo que fue pronóstico de los males sucedidos que se causaronen estas tierras con la venida del visorrey Blasco Núñez Vela, y más conlos levantamientos y extorssiones que hizieron Gonzalo Pizarro y suscapitanes y sequaces, como queda ya dicho atrás muy largamente en estanuestra obra mal limada y peor entendida.

-321-

Diego Fernández llamado «El Palentino»-[322]- -323-

Biografía de Diego Fernández llamado «El Palentino»Es éste, sin duda alguna, el menos conocido y estudiado de loshistoriadores y Cronistas Primitivos de Indias, y ello es lamentable, puesfue testigo de muchos de los hechos por él narrados, ya que estuvo enAmérica como uno de los conquistadores y soldados de España.Se sabe que nació en Palencia, de donde procede su cognomento de «ElPalentino», sin que se haya determinado aún la fecha de su nacimiento.

Vivía aún en 1571, y tampoco se ha precisado el año de su muerte. Pareceque marchó al Perú hacia el año de 1545 y allí tomó parte en las luchas

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  civiles de los españoles. Contra Francisco Hernández Girón, Capitánespañol, que se rebeló en el Cuzco el 27 de noviembre de 1553, defendió lacausa real en los años de 1553 y 1554, a las órdenes de Alonso deAlvarado, Corregidor y Capitán General. Tras sucesos varios, HernándezGirón, abandonado por los suyos, fue preso en el valle de -324- Jauja

el 24 de noviembre de 1554 y decapitado en Lima. La calma no serestableció completamente en el Perú hasta la llegada del Marqués deCañete, Hurtado de Mendoza. El Virrey llamó a su lado a Diego Fernández,en calidad de historiógrafo y comenzó así a escribir su Historia del Perú.

Tenía el Palentino el oficio de Escribano en la ciudad de Lima, y se le persuadió que pasara a España a perfeccionar la obra que estabaescribiendo y la presentara luego al Consejo de Indias. Lo hizo así,vendiendo antes la Escribanía que tenía. En la Península sometió sumanuscrito al Presidente del Consejo de Indias, don Francisco Tello deSandoval, y cediendo a las instancias de éste, acometió la ampliación del

mismo con una «primera parte» en que trataba de la rebelión de GonzaloPizarro. Terminado el trabajo lo presentó a la Censura, la que fueconfiada al licenciado Santillán. Presentó éste sesenta y ochoobservaciones a la obra del Palentino y en ellas le acusaba o de omitir laverdad o de alterarla y contrariarla. Respondió el Palentino a todas estasobservaciones de modo satisfactorio y entonces se designó al cronista JuanLópez de Velasco para que revisara la obra. Entre tanto se había yaimpreso la Historia del Perú, según licencia que para ello se había dadoen los años 1568 y 1569. La obra apareció en Sevilla en 1571, en un tomoin-folio, con el siguiente título: Primera y Segunda parte de la Historiadel Perú que se mandó escribir a Diego Fernández, vecino de la ciudad dePalencia. Contiene la Primera lo sucedido en la Nueva España y en el Perúsobre la execución de las Nuevas Leyes y el alzamiento y castigo que hizoel Presidente Gasca de Gonzalo Pizarro y sus secuaces. La Segunda contienela tiranía y el alzamiento de los Contreras y D. Sebastián de Castilla yde Francisco Hernández Girón, con otros muchos acontecimientos y sucesos.La obra había comenzado a circular cuando opinó Juan López de Velasco, confecha 16 de mayo de -325- 1572, que debían recogerse los ejemplares yque era inconveniente el que la Historia pasara a las Indias. En sustanciadecía el parecer del cronista Juan López de Velasco que no era dable dejarque circulara la obra del Palentino sin que antes la vieran personas de

confianza y antiguas, de las Audiencias del Perú, para que ellas opinaransi no había peligro en que fuera conocida, pues, agregaba, en lashistorias de los tiempos presentes hay necesidad de este arbitrio «por el

 peligro que existe de errar y ofender por la diversidad e incertidumbre dela fama». La dicha Historia, continuaba López de Velasco, «tiene necesidadde mayor averiguación y examen de verdad, antes de publicarse, supuestoque muchos lugares de los reprendidos son en infamia y nota de deslealtadde algunos cabildos, de ciudades y personas públicas y particulares».Terminaba así: «Habiendo de suspender la publicación de la Historia o porno convenir o entretanto se hace averiguación, parece que se debería cogertodos los libros impresos porque no pasen algunos a las Indias, y, para

esto, tomar cuenta al historiador de los que imprimió, que según ha dichodelante de mí, son mil y quinientas cuerpos».

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  Como se ha notado con justicia, al Palentino le ocurrió el más terriblesuceso que podría pasar a un escritor, esto es que impresos ya, con lasdebidas licencias, mil quinientos ejemplares de su libro, se ordenara elsecuestro de los mismos, con evidente daño del autor, cuyo patrimonio sehabía comprometido en la empresa editora. Signo es éste de la mentalidad

reinante en las autoridades de ese entonces.Se volvió así rara en extremo la obra del Palentino. Si para la rebeliónde Pizarro en el Perú y vida de la Gasca podemos contar con fuentes tanautorizadas como Cieza y Calvete de Estrella, para la de Hernández Girón,«el Palentino es la primera de todas», en frase del R. P. Rubén VargasUgarte que sobre él ha discurrido en su magnífico libro Fuentes para laHistoria del Perú, cuya primera edición -326- se publicó en Lima elaño de 1939 y del que se han hecho ya otras más.Vista la rareza de la obra del Palentino, el capitán Lucas de Torre volvióa editarla en Madrid en los años 1913 y 1914. Dice de Torre en el Prólogoque «la del Palentino es una de las menos conocidas de cuantas se refieren

a la conquista y descubrimiento de América». Como Apéndice a la obra publicó el editor de Madrid las contestaciones dadas por Diego Fernández alas observaciones del licenciado Santillán.Garcilaso de la Vega atacó al Palentino y le tachó de parcial, mas pareceque justamente la exactitud con la que narró los acontecimientos es lo quemovió al Consejo de Indias a prohibir que en ellas se leyera al Palentino.

Jiménez de la Espada acusó de plagiario a Diego Fernández y le afeó quehubiera hecho suya una relación anónima escrita en vista de los papeles dela Gasca, pero el mismo americanista connotado reconoció el mérito de laSegunda Parte de la Historia del Perú, en la que dice que el autor«escribe con originalidad, aseo en la frase y riqueza de pormenores,cualidades en que pocos le aventajan».Guillermo Hickling Prescott (1796-1859) en su célebre obra tituladaHistoria de la Conquista del Perú, con observaciones preliminares sobre lacivilización de los Incas, consignó algunas anotaciones sobre DiegoFernández, que las copio tal como ellas constan en la tercera ediciónespañola de la misma, hecha en Madrid el año de 1853, pues todo lo que serefiere al Palentino es de importancia en razón de las pocas noticias quede él nos han quedado. Escribe así Prescott:

«Diego Fernández de Palencia, o el Palentino, según comúnmente se le

llamaba, pasó al Perú y sirvió como particular en el ejército reallevantado para reprimir -327- la insurrección que estallódespués de la vuelta de Gasca a Castilla. Entre sus ocupacionesmilitares halló tiempo para recoger materiales para la historia deaquel período, para cuya composición fue instado además por elvirrey Mendoza, Marqués de Cañete, que según el mismo autor nosdice, le nombró cronista del Perú. Esta muestra de confianza en sucapacidad literaria prueba mayores dotes en Fernández de las que seinfieren de la humilde posición que ocupaba. Con el fruto de susinvestigaciones el soldado cronista volvió a España, y al cabo decierto tiempo completó su historia de la insurrección de Girón.

»El Presidente del Consejo de Indias vio el manuscrito y quedó tancomplacido con su lectura que excitó al autor a que escribiese de la

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  misma manera la historia de la rebelión de Gonzalo Pizarro y de laadministración de Gasca. El historiador fue además estimulado, segúndice en su dedicatoria a Felipe II, por la promesa de una recompensade parte de este monarca cuando terminase sus trabajos; promesa muyconveniente y política, pero que inevitablemente sugiere la idea de

una influencia no enteramente favorable a la severa imparcialidadhistórica. Esta idea no está en efecto en desacuerdo con la verdad, porque al paso que la narración de Fernández presenta con estudio lacausa del Rey bajo el aspecto más favorable, hace muy escasa

 justicia al opuesto bando. No era posible ciertamente que unescritor pensionado por la corona disculpase la rebelión, pero haysiempre circunstancias atenuantes que, aunque condenemos el crimen,

 pueden servir para mitigar nuestra indignación contra loscriminales; y estas circunstancias no se encuentran en las páginasde Fernández. Es desgracia para el historiador de tales sucesos, quesea tan difícil encontrar un escritor dispuesto a hacer justicia al

rebelde vencido. El Inca Garcilaso, sin embargo, no se ha desdeñadode hacerla en el caso de Gonzalo Pizarro, y aun Gómara aunque vivíaa la sombra o más bien al sol de la corte, ha -328- aventuradoalgunas veces una protesta generosa en su favor.»La comisión dada a Fernández le puso en disposición de adquirir losmejores datos, a lo menos por la parte tocante al gobierno, pues,además de la comunicación personal que tuvo con los jefes realistas,

 pudo leer su correspondencia, diarios y comunicaciones oficiales.Aprovechose bien de esta oportunidad, y su narración, tomando lahistoria de la rebelión desde su origen, continúa hasta su extinciónfinal y hasta el término de la administración de Gasca. Así la

 primera parte de su obra vino a terminar en el principio de lasegunda, y el todo presentaba un cuadro completo de los disturbiosdel país hasta que se introdujo un nuevo orden de casasrestableciéndose de un modo permanente la tranquilidad.»La dicción es bastante llana sin aspirar a bellezas retóricas fueradel alcance del autor, ni guardar el carácter sencillo, de crónica.Las sentencias están arregladas con más arte que en la mayor partede las pesadas composición es de aquel tiempo; y aunque no seadvierten pretensiones de erudición ni de filosofía, la corriente delos sucesos sigue su curso de una manera ordenada, bastante prolija,

es cierto, pero dejando una impresión clara e inteligible en elánimo del lector. Ninguna historia de aquella época puede compararsecon ésta en la abundancia de pormenores; y a ella han acudidohistoriadores más modernos como fuente inagotable para llenar sus

 páginas, circunstancia que es por sí sola bastante testimonio de lageneral fidelidad y de la copia de detalles de la narración. LaCrónica de Fernández así arreglada en dos partes bajo el título deHistoria del Perú, fue dada a luz en vida del autor en Sevilla en1571, en un tomo en folio que era del tamaño del manuscrito».

(Obra citada, página 236.- Madrid, 1853.- Gaspar y Roig, editores)

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Primera Parte de la Historia del PerúPor Diego Fernández, vecino de Palencia

II Edición revisada por Lucas de TorreBiblioteca HispaniaMadrid. 1914-[330]- -331-

Capítulo LXXIVLlega el presidente Gasca al puerto de Manta y danle nueva de los pueblosque se han reducido. Dan nueva al Presidente de otros pueblos que se hanreducido. Propiedad del pan de maíz. Escribe el Presidente a muchas partessu llegada. Llega mensajero de Guayaquil y da nueva que el pueblo estádesamparado. Envía Gasca gente en favor de los de Guayaquil. EscribióGasca a Pedro de Puelles

Procuró el Presidente cuanto fue posible navegar en la galera la vuelta dePuerto Viejo, mas por causa de no se poder meter en ella a la mar porandar alta y ser la costa de muchas quebrazones y puntas para no poderseguramente navegar en la noche, érales forzado surgir cada tarde, y destamanera iban siguiendo a la galera el navío del Adelantado y otros dos quehabían tomado encima de la bahía, los cuales habían llegado casi junto conella al puerto de Manta, donde supieron la reducción de Trujillo, Piura,Gayaquil y Puerto Viejo, que les dio grandísimo contento. Luego elPresidente despachó a Puerto Viejo, haciendo saber su llegada, de dondecon mucha presteza y alegría vinieron la Justicia y Capitán que por Su

Majestad habían puesto cuando se redujeron, y con ellos otros muchos, yles llevaron refrescos y mantenimientos, de que tenían harta necesidad. Yéstos más particularmente informaron de la reducción, y de cómo Diego deMora, Juan de Saavedra, Gómez de Alvarado y Juan Porcel estaban enCochabamba con golpe de gente aguardándolos para se juntar con ellos.Luego encargó el Presidente a algunas personas de aquellos que sabían bienla tierra, que fuesen a los Quiximines a ayudar a Juan Pérez de Vergara atraer las bestias a Puerto Viejo, y llevasen maíz para ellas y comida paralos que viniesen con ellas. Y asimismo ordenó que fuesen por todosaquellos lugares de indios donde se coge mucho maíz a recogerlo y traerlo,y hacer que se trajese todo el más pan cocido que se pudiese hacer dello.

-332- Porque aunque en todo el Perú (y comúnmente en todas las partesdonde se come maíz) el pan que dello se hace no se puede bien comer sino

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  reciente, el de aquella parte se detiene tanto como el pan de trigo; y enesto pusieron todos mucha diligencia y proveyeron de mucho maíz en grano ycocido y de mucho pescado (que en aquella costa se toma) y aves de las deEspaña y carne de puerco. Porque en aquel tiempo aún no había en aquellacomarca vacas, ovejas ni cabras, porque en esta sazón se comenzaban a

criar.De aquí escribió el Presidente su llegada a Guayaquil, Piura, Trujillo, ya los que estaban en Cochabamba, animándolos y diciendo que lo mismo elloshiciesen a todos los otros pueblos y partes del Perú. Escribió asimismo aHernán Mexía creyendo ya habrían llegado él y Lorenzo de Aldana y losdemás a Lima, y que volverían con el galeón la costa abajo conforme a lainstrucción que en Panamá les había dado; encargó este despacho a EstebanJiménez, vecino de Puerto Viejo, y estando ya aparejando para le enviar al

 paso de Guayaquil, y que de allí en una balsa pasase treinta leguas de mara Túmbez, y desde allí fuese por tierra dando cartas, llegó un mensajeroque hacían desde Guayaquil a Puerto Viejo diciendo cómo los que en aquel

 pueblo habían quedado le habían desamparado y pasádose con sus haciendas emujeres e hijos a la costa que estaba hacia Puerto Viejo, dejando la otraque estaba a la parte de Quito, porque Pedro de Puelles enviaba sobreellos y pedían socorro a los vecinos de aquel pueblo. Porque es de saberque al tiempo que Lorenzo de Aldana y los otros capitanes llegaron aTrujillo y se alzó bandera en aquel pueblo por Su Majestad, venía uncriado de Pedro de Puelles de Lima por Trujillo y vio lo que allí pasaba,cómo Piura estaba por Su Majestad. Y entendiendo cómo los de Guanuco,Chachapoyas y Bracamoros salían a juntarse con Diego de Mora, como fuellegado a Quito díjolo a su amo y aconsejole que pues estaba de todas

 partes tan cercado, no se quisiese perder, sino que hiciese lo queaquéllos habían hecho. Pedro de Puelles se enojó tanto por lo que le dijo,que estuvo por darle de puñaladas, -333- y luego procuraron hacer másgente y crecer della las dos banderas que allí tenían Pedro de Salazar yDiego de Ovando. Y supliolas a cada uno de doscientos hombres con intentode guardar aquello o irse a juntar con Gonzalo Pizarro. Y sabiendo despuéslo que en Guayaquil y Puerto Viejo se hizo y que habían muerto a lostenientes de Pizarro, envió contra ellos con gente a Lunar, vecino deQuito, y habiendo este mensajero entendido en Puerto Viejo la llegada delPresidente, había llegado a darle la nueva.Sabido, pues, por el Presidente luego a diligencia hizo que Pablo de

Meneses con su nao y otras tres que eran llegadas tomase cantidad de lagente de Puerto Viejo y de la armada, que en mejor disposición venía yfuese a favorecer y defender los de Guayaquil, y que fuese con él EstebanJiménez, para que de allí continuase su viaje a dar las cartas y despachosque con él enviaba. Y que asimismo fuese don Antonio de Garay (grandeamigo de Pedro de Puelles) a persuadirle se redujese al servicio de SuMajestad. Y para ello el Presidente escribió a Pedro de Puelles,ofreciéndole no sólo perdón de lo pasado, pero gratificación de lo quehiciese, y así partieron luego para Puerto Viejo, para hacer lo que elPresidente les había mandado, puesto que en este tiempo ya a Pedro dePuelles le habían muerto, como se dirá.

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  -334-

Capítulo LXXVTratan de matar a Pedro de Puelles. Muerte de Pedro de Puelles. Redúcesela ciudad de Quito al Rey

Después que Pedro de Puelles despachó la gente contra Guayaquil,considerando Rodrigo de Salazar58, su Capitán, y de quien mucho se fiaba,y otros sus soldados lo que en servicio de Su Majestad habían hecho losotros pueblos, comunicaron entre sí y trataron de matar a Pedro dePuelles. Fueron, pues, en este concierto, Morillo, Tirado y Hermosilla yotros algunos soldados de quien más confianza Salazar tenía; y estando yatodos bien prevenidos, entró el capitán Salazar un domingo muy de mañana a

visitar a Pedro de Puelles, el cual aún no era levantado, y entrando elCapitán en su cámara, le dijo Pedro de Puelles: «Qué hay por acá, señorCapitán, tan de mañana?». Salazar respondió que venía para se ir con él amisa, y que Morillo le había rogado le entrase a suplicar le hiciesevolver una cierta india que se le había tomado, y que si era servido queél entraría a darle la razón de su demanda. Pedro de Puelles dijo queentrase en buen hora, que con tal tercero no se podía dejar de hacer todolo que pidiese. Salazar entonces le llamó por su nombre, y él entró muycomedido, con la gorra en la mano, y comenzó a explorar su petición, y endiciendo dos palabras arremetió a él denodadamente y comenzole a dar de

 puñaladas, y al mismo punto entraron Tirado y Hermosilla y otros, ydiéronle de estocadas y matáronle. Luego salieron fuera con las espadasdesnudas y arcabuces con mechas encendidas, dando voces y apellidando¡Viva el Rey y mueran traidores! Y aunque el otro Capitán y su Alférez yotros que con él se hallaron salieron contra el capitán Salazar y sus-335- aliados, no fueron parte, antes fueron algunos muertos y el puebloreducido a la voz de Su Majestad. Luego fue cortada la cabeza a Pedro dePuelles, y se puso en el rollo donde él había puesto la del virrey Blasco

 Núñez, y porque Lunar, con la gente que llevaba, no hiciese algún daño enGuayaquil despachó el capitán Salazar (a quien el pueblo había hecho suCapitán y Justicia mayor por Su Majestad) un mensajero escribiéndole que

volviese luego con la gente que llevaba, sin hacer daño a nadie, y darlela obediencia como a tal Capitán y Justicia, y ansí lo hizo; y estemensajero pasó delante a dar la nueva a Guayaquil de lo sucedido en Quito,y sabido por Pablo de Meneses, que a la sazón aquí llegó, envió estemensajero a Manta a dar la nueva al Presidente, con que él y todos muchose holgaron así por la parte que era Pedro de Puelles como porque eladelantado Benalcázar y los del Nuevo Reino podían venir a juntarse con elPresidente sin impedimento alguno. Luego escribió el Presidente a Quito alcapitán Salazar y a los del pueblo loándoles lo que habían hecho yhaciéndoles saber su llegada, y envió a Salazar provisión de Capitán yJusticia mayor por Su Majestad en aquella ciudad, encargándoles que a

Benalcázar y su gente y a la del Nuevo Reino (que por allí vendrían)avisasen y les enviasen las cartas que el mensajero llevaba en que les

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  daba cuenta donde quedaba y lo sucedido en Quito y en los otros pueblos,mandando que estuviesen a punto para cuando los enviase a llamar. Escribiótambién a Pablo de Meneses recogiese todo el maíz que en la Puná y en lacomarca se pudiese haber, y con ello y las naos se fuese a Túmbez, donde,con el ayuda de Dios, sería con él muy en breve.

-336-

Capítulo LXXVIManera de enfermedad de verrugas como mal francés. Razón por que se causaesta enfermedad. Llega el Presidente a Túmbez. Llega Manuel de Carvajal aGasca y dale la embajada de los de Arequipa. Especialísima gracia del

 presidente Gasca. Halla el Presidente en Túmbez mensajeros de diversas partes. Lo que hizo y despachó Gasca. Dio Loaysa al Presidente relación delo sucedido y enviole a Quito

Habiendo el presidente Gasca enviado a la ciudad de Quito la provisión deCapitán y Justicia mayor al capitán Rodrigo de Salazar, y hecho limpiar ydar sebo a los navíos, mandó sacar dellos todos los que venían enfermos(que eran muchos) y que los llevasen a Puerto Viejo para que allí securasen. Porque allende la dolencia y flaqueza que traían, les dio allí unmal de verrugas tan grandes como una nuez y mayores que nacen en las

 puntas de las narices y en las cejas y en la barba, de un humor entrenegro y bermejo que, al tiempo que se hacen y días después, dan dolorescomo mal francés; y así, los que las tienen, dan voces y se quejan, ysuelen durar tres y cuatro meses hasta que se van marchitando y seresuelven, y quedan los que las han tenido después con buena disposición.Dícese que este mal, y otros que en aquel paraje hay, se causa por estardebajo la línea equinoccial, donde en el cielo debe haber algunasconstelaciones que lo causan, que por ventura allí tienen más fuerza queen otras partes.Habiendo, pues, proveído esto, y recogido el maíz en grano y bizcocho que

 pudieron y dado orden y encargado a los vecinos de allí que proveyesen de

lo necesario a Juan Pérez de Vergara para las bestias que traía y fuesencon ellas al paso de Guayaquil, y estuviesen allí hasta enviar por ellas,en veintitrés de junio se partieron de aquel puerto, y con la buenanavegación que tuvieron llegaron en seis días a Túmbez a gran pieza de la-337- noche, donde halló el Presidente a Pablo de Meneses, que con susnavíos, y Manuel de Carvajal, mensajero de Arequipa, con su fragata, aqueldía habían llegado. Manuel de Carvajal se llegó luego a la galeota y dioal Presidente la embajada que traía de los de Arequipa; y asimismo diorelación de todo en lo de arriba sucedido, y cómo los de Arequipa se ibana juntar con Diego Centeno. El Presidente le hizo alegres recibimientos(que cierto en esto tenía especialísima gracia) agradeciéndole mucho su

trabajo y peligro en que se había puesto por venirle a dar tan alegre y buena nueva. Y atento que su vuelta de Arequipa por mar no era segura ni

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  lo era tampoco la ida (si de allí iba a juntarse con sus vecinos) elPresidente mandó que fuese en su compañía por tierra, para que, cuandollegasen en parte segura, pudiesen partir con la respuesta. Y otro día demañana (dejando quien guardase los navíos y galeota) se desembarcaron en

 balsas que para aquello allí hay de los indios, porque, a causa de ser de

muy gran tumbo el mar de aquel puerto ordinariamente, no se puededesembarcar en él sino de mañana, que anda más manso, y en aquellas balsasque, por ser más anchas, no zozobran como los bateles. Empero, con todoesto, no faltaron muchos de ser bien mojados y aun algunos que corrieronriesgo de ser ahogados.En llegando el Presidente a Túmbez halló que le estaban esperandomensajeros de diversas partes de Lorenzo de Aldana y Hernán Mexía y de losque Cochabamba, de Diego de Mora, Juan de Saavedra y Mercadillo y de laciudad de Quito. El Presidente los recibió con mucho amor y dio buendespacho a todos, escribiendo a todas partes la nueva de su llegada aaquel puerto, mandando lo que en cada parte se había de hacer; envió a

Guayaquil para que los caballos y bestias se trajesen con brevedad,escribió a Quito para que Pedro de Salazar viniese con la gente a juntarsecon él, y también a Benalcázar y licenciado Almendáriz para que setrajesen o enviasen solamente la gente que de su voluntad quisiese venir yque no hiciese falta en las granjerías ni defensa de sus -338-gobernaciones, y que fuese de manera como en el camino no hiciese daño nidesorden alguno, y envió a don Antonio de Garay para que viniese con esagente. Luego, en llegando, dio provisión de Capitán y Justicia mayor dePiura a don Juan de Sandoval y mandó que residiese allí, así para ladefensa del pueblo como para tener siempre aviso de Gonzalo Pizarro, porser aquel pueblo buena comarca para ello.Halló el Presidente, entre otras personas que allí en Túmbez le esperaban,al padre Baltasar de Loaysa, que le dio entera relación de todo lo de latierra, y persuadiole para que no mandase venir la gente de Santo Domingoy Nuevo Reino ni de otra parte alguna, dándole muchas razones para ello yafirmando que todos los vecinos que estaban con Gonzalo Pizarro ledejarían luego que viesen su presencia. Y de algunos dellos dio cartas quetraía al Presidente, el cual mandó que Loaysa fuese a Quito con unainstrucción que le dio para el capitán Salazar, y a él mandó que residieseen Quito y detuviese la gente que viniese de Bogotá y del Nuevo Reino.También llegó en esta sazón a Túmbez el padre Juan Rodríguez, que venía

del Cuzco de parte de Diego de Centeno, avisando al Presidente lo quehabía hecho en el Cuzco, y supo que era ya partido e ido a recoger lagente de Arequipa que traía el capitán Jerónimo de Villegas.

-339-

Juan Cristóbal Calvete de Estrella-[340]- -341-

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 Biografía de Juan Cristóbal Calvete de EstrellaEs uno de los Cronistas de Indias, designado por la autoridad real.«Cronista mayor de las Indias, después de Gonzalo Fernández de Oviedo», lellama don Antonio Paz y Meliá, en el Prólogo importante que escribió para

la Rebelión de Pizarro en el Perú y Vida de D. Pedro Gasca, obra escrita por Calvete de Estrella, según sus palabras, «después de setiembre de1565, habiéndola terminado a fines de enero de 1567», y que Paz y Meliáeditó en Madrid en dos volúmenes el año de 1889, dentro de la Colección deEscritores Castellanos, utilizando para ello un manuscrito del siglo XVIque hoy reposa en la Biblioteca Nacional de Madrid.Se basó Calvete de Estrella para su libro en los documentos reunidos porLa Gasca, así en lo concerniente a su jornada del Perú, como en lo tocantea los hechos de su vida, anteriores y posteriores a ella. Como DiegoFernández de Palencia, llamado El Palentino, -342- ha narrado en suHistoria del Perú, compuesta en el mismo tiempo que la de Calvete y

Estrella, casi con las mismas palabras que éste los acontecimientosrelativos a Gonzalo Pizarro y a La Gasca, ha surgido la duda de si elPalentino no hizo otra cosa que copiar a Calvete, por lo menos en parte. Aeste propósito escribe Paz y Meliá:

«¿Quién de los dos utilizó el texto del otro? Persona tan competenteen estas materias como el señor Jiménez de la Espada afirma que la

 primera parte de la Historia del Perú del Palentino, estáliteralmente copiada, con ligeras alteraciones, 'de otra historia orelación que compuso, u ordenó cuando menos, Dn. Pedro Gasca', y

 prueba el plagio cotejando trozos de aquella obra con otros de dicharelación, de letra de un secretario de Gasca, y que hoy existe en laBiblioteca particular de Su Majestad».

Paz y Meliá insinúa la idea de que tanto el Palentino como Calvete, pudieron haber utilizado los mismos documentos: la relación o relacionesde La Gasca, y añade que habiendo el Consejo de Indias prohibido lacirculación de la primera y segunda parte de la Historia del Perú, delPalentino, hizo que la obra se tornara rara, por lo cual la de Calvetellena ampliamente la necesidad de información sobre el período a que serefiere el Palentino.

Prestó muy importante servicio a las letras castellanas don Antonio Paz yMeliá, nacido en 1842 y muerto en 1907, fecundo escritor, arqueólogo,archivero y bibliotecario adscrito a la Nacional de Madrid, cuya granerudición corría parejas con su ejemplar modestia. Hizo, al editar aCalvete y Estrella, accesibles a todos los documentos que a éste leconfiara La Gasca, para que pudiera narrar la vida del sacerdotediplomático que venció a Gonzalo Pizarro, antes que con las armas, con suextraordinaria astucia, acabando así con la rebelión que algunos han

 pensado fue la primera que surgió en América contra el poder de España, enel anhelo de tener aquí gobierno -343- propio, relatando también las

 peripecias de la guerra civil que ensangrentó una parte del territorio

recientemente descubierto.Paz y Meliá nos dio, al propio tiempo, importantes datos sobre el Cronista

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  autor de la vida de La Gasca y de la rebelión de Pizarro. Sabemos porellos que Juan Cristóbal Calvete de Estrella nació en Sariñena (Huesca),hacia el año 1525 y que falleció en Salamanca en 1593. En Alcalá deHenares estudió humanidades y lengua griega. Acompañó a Felipe II enFlandes y en Alemania y fue maestro de sus pajes. Sus numerosas obras

castellanas y latinas se distinguen por la pureza del estilo, por suelegancia y amenidad. No se ha encontrado hasta hoy los doce libros quecontenía su Conquista del Perú, escritos en latín ciceroniano y que seguardaban en la Biblioteca de San Isidro en Madrid.Hemos escogido para esta selección de Cronistas, unas páginas de loscapítulos II y IX del tomo primero de la obra de Calvete, editada por Pazy Meliá, por referirse directamente a acontecimientos ocurridos en nuestra

 patria durante la rebelión de Pizarro y por contener hechos que dicenrelación con el estado de las costumbres en aquellos primeros años de vidade la Colonia.Para terminar consignamos el siguiente dato interesante: el doctor Raúl

Porras Barrenechea en la revista Mercurio Peruano que se publica en Lima,número 289 del mes de abril de 1951, dice lo siguiente:«Sería interesante que el doctor Rafael Loredo diese a la publicidad laobra inédita del cronista Calvete de Estrella: De Rebus Indis, cuyohallazgo nos comunicara en Madrid en 1939 y cuya publicación anuncióentonces al Instituto Histórico del Perú». Hasta, la fecha no se ha hechoaquella publicación.

 Nada mejor que reproducir textualmente lo que ha publicado el mismo felizinvestigador doctor Rafael -344- Loredo, sobre Calvete y Estrella y sumanuscrito por él encontrado, en la misma revista de Lima, MercurioPeruano, del año 1946, Año XXI, Volumen XXVII, Número 233. Dice así eldoctor Loredo:

«Creo conveniente que los pocos lectores peruanos que se interesan por estas publicaciones, sepan que por fin va a ver la luz la nomenos importante fuente histórica De Rebus Indis de Juan CristóbalCalvete de Estrella. Por una curiosa coincidencia, esa historia

 buscada hace tantos años y sobre la cual daba abundantes datos Paz yMeliá para que algún día 'pudiera encontrarse documento de tamañaimportancia', se encontraba también en tres partes, o sea queexistían tres copias de ella. Cuando estuve en España en 1939,encontré las tres, y al dar cuenta de este hallazgo a un amigo

historiador, me indicó que debía inmediatamente publicarlo, porqueera de suma importancia y que así vincularía mi nombre a esa publicación. Recuerdo que le contesté que no tenía interés enrealizar el pesado trabajo que eso representaba, y que ésta eralabor de otros, si no queríamos ir consumiendo la vida. Le agreguéque después de dar cuenta de mi hallazgo, esperaría cinco años, y

 pasados procuraría encontrar quien realizara ese trabajo. Al volveral Perú en 1940, cumplí con indicar en la Revista Histórica, haberencontrado la obra de Calvete y por supuesto nadie se interesó.Ahora en España tuve otra idea: como la obra de Calvete seencontraba, según repito, en tres partes: en el Monte Sacro de

Granada, en la Academia de Historia y en la Biblioteca Real; en esostres lugares me ocupé de ella haciendo notar su importancia y la

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  ayuda que prestaría su publicación a los investigadores ehistoriadores americanos. En el Monte Sacro, la mostré al

 bibliotecario, que se quedó sorprendido, indicándome que varios,sabiendo que ahí debía andar, se la habían pedido 'por carta' y queél había contestado que no estaba. En la Academia de la Historia

creían que se había perdido. En realidad faltaba en la Colección-345- Muñoz, que ahí estuvo en dos tomos signados con los números13 y 14, pero olvidaban que la tal colección había sufrido algunasdispersiones y no habían cuidado de buscarla en otro anaquel. Allíreposaba con el número 12-27-3, antigua numeración E. 66; porque locurioso es que ingresó a la Academia mucho antes de que llegara laColección Muñoz, de modo que esos dos tomos andaban perdidos -parala colección- cuando ésta se encontraba en otro lugar, pero despuésahí se reunieron. En cuanto a la Biblioteca Real, estaba hasta en elcatálogo, pero no se habían dado cuenta de identificar bien la obray creían que se trataba de la parte de la Historia de Calvete ya

 publicada por Paz y Meliá. Más aún en el Índice habían bautizado aCalvete con el nombre de Gregorio. Ahora y gracias al celo de donAntonio Ballesteros, el conocido historiador español y granamericanista, que por feliz coincidencia es Bibliotecario de laAcademia de la Historia y Director del Instituto Fernández deOviedo, va a ser publicada. La publicación va a realizarla el padreJosé López Toro, Subdirector de la Sección de Manuscritos de laBiblioteca Nacional de Madrid, eximio latinista y que acaba de

 publicar, por cuenta del Duque de Alva, otra obra de Calvete».

(Páginas 409 y 410, de la revista citada)

Desgraciadamente, han transcurrido muchos años ya desde que esto seescribiera y la obra de Calvete y Estrella no se ha publicado todavía.

-[346]- -347-

Rebelión de Pizarro en el Perú y Vida de don Pedro Gasca

Escritas por Juan Cristóbal Calvete de Estrella y publicadas por AntonioPaz y Meliá

Tomo IMadridImprenta y fundición de M. Tello1889-[348]- -349-

Capítulo II

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  Gonzalo Pizarro sienta sus reales junto a los del Virrey. Marcha éste aQuito y resuelve dar batalla a Pizarro. Sale el último a su encuentro yvienen a las manos. Muerte del Virrey. Victoria de Pizarro. Hace suTeniente General del Perú a Benito de Carvajal. El triunfo ensoberbece aPizarro, que se entrega a la liviandad. Imítanle sus capitanes

 No poco se holgó Gonzalo Pizarro con saber que su general Hinojosa teníaen su poder la ciudad de Panamá y del Nombre de Dios, y que Francisco deCarvajal perseguía a Diego Centeno; pero con todo esto no le parecía estarmuy seguro mientras el Visorrey fuese vivo, porque sabía que aunque llegómuy destrozado a la ciudad de Popayán, tenía ya más de cuatrocientoshombres de caballo y de pie bien aderezados; y, por deshacerle del todo,determinó de sacarle de allí con algún ardid y engaño.

 No podía ya sufrir Gonzalo Pizarro estar tanto tiempo fuera de la ciudadde los Reyes, de donde podía gobernar mejor a su voluntad las provinciasdel Perú y las costas del mar del Sur. Publicó que se iba a Lima y dejabaen Quito por su Teniente a Pedro de Puelles, e hizo que los vecinos quetenían indios entre Popayán y Quito lo publicasen, y que a cabo de pocasdías dijesen que ya era partido con su ejército para Lima. Vinieron estasnuevas al Visorrey y envió desde Popayán otros indios y españoles parasaber lo que pasaba; pero no pudieron sacar de los indios otra cosa sinoque Gonzalo Pizarro era ido a Lima, y Pedro de Puelles quedaba en Quito,

 porque es tanta la fidelidad que los indios tienen a sus señores enguardarles sus secretos, aun después de muertos, que antes consentirán quelos quemen vivos que descubrirlos. Tomáronle los caminos y pasos, y nodejaban pasar sino solamente aquellos que iban a derramar estas nuevas.-350-

Teniendo el Visorrey por cierto que era así como lo decían, no quisoaguardar más, aunque fue contra el parecer de sus capitanes, sino partirse

 para Quito, porque le parecía que con razón Gonzalo Pizarro, por lasalteraciones que se movían, dejaba a Quito, que estaba en la frontera, porir a guardar y gozar de las grandes y ricas provincias del Perú. Vino elVisorrey a Otabalo, y nunca hasta allí supo de Gonzalo Pizarro, aunque élsabía muy bien las jornadas que el Visorrey hacía por los indios que le

enviaba Juan Marqués, el cual estaba con algunos soldados en un lugar aveinticuatro leguas de Quito; y como supo que el Visorrey venía cerca,salió con su ejército a buscarle, y asentó su real a la ribera del río quellaman Guaylabamba, en un lugar muy fuerte y tan cerca del campo delVisorrey, que los corredores se hablaban, llamándose los unos a los otrostraidores; y aunque el Visorrey venía con determinación de dar la batallaa Pedro de Puelles, que aún no sabía que estaba allí Gonzalo Pizarro, peroreconocido el sitio del real, pareciole mejor irse a Quito, como lo hizoantes de media noche, mandando hacer fuegos a los indios, y dejándolos conlos toldos en el campo, fue por la sierra por muy ásperos lugares y sincamino, y entró al medio día en Quito sin resistencia ninguna, y allí supo

que Gonzalo Pizarro estaba juntamente con Pedro de Puelles, aunque, segúndicen, ya lo supo en Otabalo por Andrés Gómez, su espía, el engaño que le

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  habían hecho. Aconsejábanle el adelantado Benalcázar y el oidor JuanÁlvarez, que con algún medio y partido se entregase a Gonzalo Pizarro, oque se fortificase y defendiese en aquella ciudad; pero no lo quiso hacer

 por no ser preso y porque de ninguna parte esperaba socorro, que antes quesaliese de Popayán sabía de la prisión de Vela Núñez, su hermano, y de

Rodrigo Mejía, y que Juan de Illanas y Juan de Guzmán, sus capitanes,habían huido de Panamá, y así determinó de aventurarse y ponerlo a riesgode batalla, porque si la perdiese pudiese salvarse.Luego a la mañana Gonzalo Pizarro supo por sus corredores la partida delVisorrey, y que iba camino de -351- Quito; levantó su campo y caminócon mucha orden hacia Quito, que estaba de allí cuatro leguas. Tenía másde setecientos españoles muy bien armados y ejercitados en la guerra, yque habían vencido muchas batallas en el Perú. Eran los ciento y cuarentade caballo, y los doscientos arcabuceros y los otros piqueros. Reconocióla orden que el Visorrey traía en su ejército, el cual venía ya de laciudad marchando contra los enemigos con sus escuadrones hechos. El uno

era de toda la infantería que traían los capitanes Juan Cabrera, SanchoSánchez de Ávila y Francisco Hernández de Cáceres. El otro, que era de lagente de caballo, y el mayor, llevaba el Visorrey, y del otro escuadrón,que también era de gente de caballo, y el menor, venían por capitanes eladelantado don Sebastián de Benalcázar, y Cepeda de Plasencia, y Pedro deBazán. Gonzalo Pizarro siguió casi la misma orden, pero puso delante losarcabuceros y luego los piqueros, con los cuales cubrió los escuadrones decaballo, que no fue pequeño ardid.Comenzose a trabar la escaramuza entre los arcabuceros, que andabansobresalientes; y fuese de tal manera encendiendo, que se juntaron deentrambas partes los escuadrones con gran furia y voces, y recibiéndosecon muchos arcabuzazos; pero era grande la ventaja que los arcabuceros deGonzalo Pizarro tenían a los del Visorrey, así por ser más en número, como

 por ser tan diestros que mataron a muchos de sus enemigos, y entre ellos aJuan Cabrera y a Sancho Sánchez de Ávila, y al capitán Cepeda de Plasenciay otros. Lo cual turbó a los del escuadrón menor en ver muerto a suCapitán, y se juntaron con el Visorrey, y arremetieron todos juntos contrael escuadrón de los capitanes Benito de Carvajal y Pedro de Puelles yDiego de Urbina, que venían en la retaguardia del lado derecho, yrompiéronlo, aunque recibieron gran daño de una manga de arcabuceros delcapitán Juan de Acosta. Cayeron algunos de los caballos, y el Visorrey

derribó a Alonso de Montalvo Zamorano.Venía el Visorrey en un caballo rucio, y traía sobre las armas una camisaindia, por no ser conocido en la -352- batalla de sus enemigos. Elcual, con el encuentro de Alonso de Montalvo, quedó tan torcido en lasilla y quebrantado que no se pudo enderezar, porque en aquellas

 provincias los hombres de caballo traen unas lanzas largas de fresno y muygruesas, metidas en unas bolsas de cuero, y que cuelgan de unas correasrecias del arzón delantero, y vuelven por el pecho del caballo, yllévanlas cuando van camino enarboladas, y cuando han de encontrar en la

 batalla, ponen la lanza debajo del brazo, afirmándola en la bolsa, y comolas correas vienen por el pecho del caballo, es el encuentro fortísimo,

 porque es con la fuerza del caballero y caballo, y si la lanza ceba, o pasa a su contrario o le derriba, y aun algunas veces a su caballo. Otros

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  caen del gran encuentro caballeros y caballos juntamente; y si la lanza nose rompe y el caballero queda para ello, pelea como jinete, de manera queel encuentro al romper es mucho más recio y peligroso que con lanza dearmas puesta en el ristre; y para poder pelear con aquellas lanzas comohombre de armas y jinete, cabalga ni tan largo como el uno ni tan corto

como el otro, que es una nueva y aun temeraria manera de pelear.Estando, pues, el Visorrey desatinado del encuentro, diole Hernando deTorres, vecino de Arequipa, a manteniente con una lanza, o según dicen,con un hacha en la cabeza, y derribole del caballo, sin que bulliese pieni mano, ni nadie le hubiese hasta entonces conocido, que lo fue poralgunos de los que andaban a confesar los heridos, y quieren decir queestaba fuera de juicio, no tanto por la caída, cuanto porque le solíatomar mal de corazón, que entonces le sobrevino; y según el poco sentidotuvo cuando le cortaron la cabeza, así se puede creer; pero lo que más seafirma que estaba así tendido como muerto pensando de librarse a la noche,

 porque de día era imposible, por no haber en aquel campo donde se pudiese

esconder, y también por la furia con que los enemigos perseguían ymaltrataban a los suyos.Peleaban bravamente unos con otros, quebradas las lanzas, con hachas yestoques; pero íbales mal a los de -353- Pizarro. El cual arremetiócon el escuadrón con tanta presteza por detrás de la infantería del ladoizquierdo, que fácilmente, como los tomó de través los desbarató.Comenzaron a huir los del Visorrey, y fuéronlos siguiendo con tanta furiael licenciado Diego de Cepeda y Gómez de Alvarado y Martín de Robles, que

 pocos se escaparon sino fue Íñigo Cardo, que fue después muerto por ellicenciado Polo en las Charcas y otros. Acabose de desbaratar lainfantería que aún peleaba y se defendía contra la de Pizarro, viendo alVisorrey caído.Discurría por la batalla el licenciado Benito de Carvajal, buscando alVisorrey para le matar en venganza de la muerte de su hermano el factorGuillén Joárez de Carvajal, y llegó a la sazón que Pedro de Puelles dondeestaba caído el Visorrey. Conocido que fue el Visorrey, queriendo Benitode Carvajal apearse del caballo para le cortar la cabeza, no le dejó Pedrode Puelles, y así él mandó a un negro suyo que se la cortase, y Pedro dePuelles la tomó y la puso en la picota de Quito.Luego que supo Gonzalo Pizarro que el Visorrey era muerto, mandó tocar lastrompetas para recoger la gente que andaba muy derramada siguiendo el

alcance.Pasó esta cruel batalla a veintiséis de enero de mil quinientos cuarenta yseis. Murieron pocos de la gente de Gonzalo Pizarro, y de la del Visorreymuchos, y entre ellos el mismo visorrey Blasco Núñez Vela, y SanchoSánchez de Ávila, su primo, y los capitanes Juan Cabrera, y Cepeda dePlasencia, y el licenciado Gallego, y el oidor Juan Álvarez, que muriódespués de las heridas por ponzoña que Gonzalo Pizarro le hizo poner enellas. Los demás fueron presos y hubo entre ellos muchos heridos, entrelos cuales fue el adelantado don Sebastián de Benalcázar a quien GonzaloPizarro perdonó por intercesión de muchos caballeros, y por el respeto quea su persona y antigüedad se tenía, le hizo curar de las heridas, y le

ayudó con dinero y gente para se volver a su gobernación de Popayán; conque le prometió que le sería amigo, y en ninguna manera iría contra él;

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  aunque -354- envió desterrados a don Alonso de Montemayor y a donRodrigo Núñez de Bonilla, Tesorero de Quito, y a otros a Chile; pero ellosse alzaron con el navío en que iban, y se fueron a la Nueva España.Hizo llevar Gonzalo Pizarro los cuerpos del Visorrey y de Sancho Sánchezde Ávila y de Juan Cabrera y del capitán Cepeda de Plasencia y del

licenciado Gallego a Quito, donde los enterraron con gran solemnidad, y lacabeza estuvo en la picota hasta que el capitán Olea lo afeó a GonzaloPizarro, y él la mandó quitar y enterrar con el cuerpo; y el día de lasexequias y entierro puso luto, y lo mismo hicieron los caballeros ycapitanes del ejército; y por el contentamiento que tenía del licenciadoBenito de Carvajal, por haber mandado a su negro cortar la cabeza alVisorrey, le hizo su Teniente General del Perú. Estuvo algún tiempo enQuito, y mandó quedar a algunas personas principales, amigos suyos, conquien se holgaba y más se comunicaba, y despidió la otra gente; dio a losunos indios, y a otros repartimientos, y a otros entradas ydescubrimientos de nuevas tierras, y dio licencia a los vecinos de los

 pueblos para que se fuesen a sus casas, y proveyó tenientes en todas lasciudades e islas del Perú.Envió al capitán Guevara a la villa de Pasto, y trajo de allí entre otros

 presos a Castellanos, el cual y Pedro Antón y Pedro Bello y otros nuevehombres de quien Gonzalo Pizarro tenía gran queja, fueron ahorcados.Desterró a muchos, y perdonó a otros, de que después se arrepintió. Asíque no se puede decir que la batalla y la victoria fue cruel, pues por sertirano, usó con muchos de clemencia. Hizo saber su victoria por todas las

 partes del Perú, porque sus amigos se animasen y se confirmase más sutiranía; y envió al capitán Alarcón con un navío a Panamá para que losupiese su general Hinojosa, y para que le trajese a su hijo y a Vela

 Núñez y a Rodrigo Mejía y a los otros presos. Aconsejábanle sus capitanesy letrados que hiciese venir la armada, y corriese toda aquella costa de

 Nicaragua y de la Nueva España, y tomase y quemase todos los navíos quehallase, -355- porque de ninguna parte se pudiese juntar un navío conotro, y después se viniese a residir al puerto de Lima, para que si algúnnavío viniese de España con despachos del Emperador, no hallando comodidad

 para pasar seguro al Perú, pudiese él hacer sus partidos con gran ventaja; pero Gonzalo Pizarro no quiso seguir su consejo ni creerlos, así portenerle la soberbia muy enseñoreado después de aquella victoria, como porla gran confianza que tenía de Pedro Alonso de Hinojosa, su General, y de

los otros sus capitanes que con él estaban en Panamá y en el Nombre deDios, y porque pensaba que ya no había cosa que le pudiese contradecir, yya que la hubiese, que fácilmente la resistiría. Fue y vino el capitánAlarcón, y cerca de Puerto Viejo ahorcó a Lerma y a Saavedra, dosvalientes soldados, y lo mismo hiciera de Rodrigo Mejía, si no fuera porel buen tratamiento que siempre hizo al hijo de Gonzalo Pizarro; yllegados a Quito, Gonzalo Pizarro perdonó a Vela Núñez, amonestándole quese guardase, que la menor sospecha que de él tuviese sería causa de sumuerte, y enviole con Lucas Martín Vegaso a Lima. Y como se vio señor deaquellas provincias y mar del Sur, comenzó a tratarse con la mayorreputación que hasta allí había hecho, dando, como Rey, a besar la mano a

todos. Y como el ocio sea causa del vicio, no se entendía sino en holgurasy regocijos; y vivía Gonzalo Pizarro y los que estaban con él en toda

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  desorden, y no con aquella honestidad que se requería, porque GonzaloPizarro tenía conversación con una mujer hermosa, que era hija de unvecino de Quito, que él y su mujer fueron al descubrimiento de la canelacon Gonzalo Pizarro, donde se pasaron grandes trabajos y le sirvieron enaquella jornada. Estaba casada aquella mujer con otro vecino de Quito, que

se decía Frutos, al cual Gonzalo Pizarro envió a las minas de oro, por poder gozar mejor de su mujer. La cual se hizo preñada, y temiendo que elmarido la mataría si así la hallase, mandó Gonzalo Pizarro a un griego,criado suyo, que fuese a las minas y matase a Frutos. Y llegado el griegoa las minas, comunicó el negocio con un su amigo que allí estaba, y aquelquitó que no lo hiciese, y avisó a Frutos -356- cómo el griego venía amatarle por causa de su mujer, y muy afligido dijo: «¿No basta que metienen a mi mujer, sino que me maten por ello?». Volviose el griego aQuito por ruego de un su amigo sin matar a Frutos; y aunque él se excusóde no lo haber podido hacer, le riñeron y le mandaron volver con una cartaque se viniese y trajese la cuenta del oro que estaba sacado, que Gonzalo

Pizarro lo pedía, y que se volviese Frutos, y que en el camino, viéndoleseguro, le matase; y así lo hizo el griego como le fue mandado por GonzaloPizarro, o, como algunos dicen, por Pedro de Puelles y el padre de lamujer. Como quiera que ello sea, Gonzalo Pizarro dio mil pesos al griego,después que hubo muerto a Frutos, para que fuese a su tierra y porque nole descubriese, y escribió por él a Hinojosa que luego con el primer navíoque fuese le enviase a España, y porque después le tornó a escribir que lehiciese matar, pareciéndole que el griego diría alguna cosa de él enEspaña que no estuviese bien a su fama y honra; pero ya era embarcadocuando aquella carta llegó a Hinojosa.Supo luego Gasca cuando vino a la provincia de Tierra Firme lo que elgriego hizo, y avisó al Consejo de Indias de la ida del griego a España yde las señas que tenía, y con las diligencias que se puso fue preso enSevilla, y de allí se huyó a la isla de Santo Domingo, donde otra vez le

 prendieron y llevaron a Valladolid, donde por sentencia del Consejo deIndias fue ahorcado. Y también los que estaban con Gonzalo Pizarro hacíanotras cosas enormes y feas, y entre ellas el licenciado Carvajal, portener compañía a Gonzalo Pizarro, se envolvió con su huéspeda y quisomatar al marido porque un día los halló juntos, y le amenazó de talmanera, que de miedo se fue a sus indios, y de allí, porque entendió queCarvajal le haría matar, se huyó a Popayán; y porque él fue uno de los

 principales que engañaron al Visorrey y a Benalcázar para que viniese aQuito, creyendo que Gonzalo Pizarro era ido, Benalcázar lo mandó prender yahorcar. Y así se cometían otros casos feos, no solamente en Quito, masaun en otras ciudades, por los amigos y secuaces de Gonzalo Pizarro, y seregocijaban con su -357- victoria y muerte del Visorrey, sino eranaquellos que amaban la virtud, paz y sosiego y el bien público, y eranleales vasallos y servidores del Emperador. Y entre los que más seholgaron de aquella victoria fue Francisco de Carvajal, que lo supo porcartas del mismo Gonzalo Pizarro, yendo en seguimiento de Lope de Mendoza;y por animar más sus soldados, les dijo cómo el Visorrey era vencido ymuerto en batalla, y porque lo creyesen, les mostró las cartas.

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Capítulo IXArribo del Presidente a Manta, donde prosigue sus prevenciones contraPizarro. Muerte de Pedro de Puelles a manos de Rodrigo de Salazar.

Reducción de Quito. Abnegación de Ovando por los Pizarros. Crueldadesordenadas por Puelles. Nombra Gasca a Salazar Capitán y Justicia mayor deQuito. Comunica a Benalcázar las buenas noticias que va recibiendo.Expedición de Aldana. Traición del indio don Martín. Entra en TrujilloAcosta. Coge dos prisioneros que le aseguran que Gasca no llegaría enaquel año. Envía Pizarro a Acosta en persecución de Mora. Fortifícase ésteentre dos ríos. Sabedor Pizarro de la marcha de Gasca y de la reducción dela armada, resuelve salir contra Diego Centeno. Ahorca Acosta a Mejía y aotros soldados. Fuga de Jerónimo de Soria a Trujillo con las cartas dePizarro. Carvajal manda dar garrote al capitán Lope Martín. Salen Acosta yPizarro contra Centeno. Reúnese toda la armada con el Presidente en Manta.

Promesas de próximo socorro que recibe de Nueva España. Nuevas prevenciones para la guerra. Tumor pestilencial que sufre su gente. Arribaa Túmbez

Pero volvamos a Gasca, que por andar la mar alta, navegaba con su galeota junto a la costa, y por causa de -358- las puntas y quebradas que porella se hacen surgía cada día a la tarde, por el peligro que corríacaminando de noche. Y el adelantado Andagoya, con su navío y otros quehabía tomado, la seguía dando bordes a una parte y a otra, y así llegaron

 juntos al puerto de Manta.Súpose allí de los que estaban en aquellas casas del puerto de Trujillocómo estaban con Diego de Mora en Cajamalca los capitanes Gómez deAlvarado y Juan de Saavedra y Juan Porcel con copia de gente, aguardándole

 para se juntar con él, y cómo se habían reducido Piura y Túmbez yGuayaquil y la isla Pugna y Puerto Viejo, y que Diego Palomino y JuanRubio habían tomado en el puerto de Paita el galeón de Calero de

 Nicaragua, que Villalobos había comprado, y lo enviaba a Gonzalo Pizarro,y metiéndose en él y Carrión con ellos, se habían ido a Panamá en su

 busca. De lo cual Gasca recibió muy gran contentamiento y alegría.Vinieron de Puerto Viejo el Capitán y Justicia y otros muchos a visitarleen aquel puerto, y trajeron refrescos y mantenimientos de que tenían grannecesidad. Proveyó estando allí que hombres que supiesen bien la tierrallevasen maíz para las cabalgaduras y comida para el capitán Juan Pérez ylos que iban con él, y les ayudasen a traer las caballos y las otras

 bestias de los Quijimines a Puerto Viejo, y también que fuesen otros a loslugares de indios que están dentro de la tierra y recogiesen todo su maízy carnes que hallasen, y que del maíz se hiciese gran copia de pan, porqueaunque en las otras provincias del Perú y de las otras Indias no puedencomer el pan de maíz sino muy fresco, en aquella comarca se le tiene en

tanto como al pan de trigo, en la cual hay gran abundancia de pescados ycarnes. Por maravilla se hallaba carne de vaca ni de oveja ni de cabra,

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  porque no había sido alguna para criar. Y con la diligencia que se puso,se trajo mucho pescado, maíz y pan cocido, tocinos y gallinas.Hizo saber Gasca de su venida a los de Guayaquil, Piura y Trujillo y aDiego de Mora y a los otros capitanes, loándolos lo que habían hecho como

 buenos y leales -359- vasallos del Emperador, y animándoles que

estuviesen firmes y que trabajasen de inducir a otros para que hiciesen lomismo.Y estando para se partir con aquellas cartas y otras Esteban Jiménez(vecino de Puerto Viejo, que era hombre de cuidado y ánimo, y sabía muy

 bien los pasos de aquella tierra) que llevaba para Hernán Mejía, porque secreía que ya de Aldana y los otros capitanes habrían llegado al puerto deLima, y que él sería de vuelta con el galeón conforme a la orden einstrucción que llevaban, llegó un mensajero de Guayaquil cómo le habíandesamparado los vecinos y se habían pasado con sus mujeres e hijos yhaciendas a la costa que está a la parte de Puerto Viejo, dejando la deQuito, porque Pedro de Puelles quería venir sobre ellos, y venía a los de

Puerto Viejo que los socorriesen, porque Pedro de Puelles enviaba sobreellos al capitán Lunar, vecino de Quito, con un golpe de gente.Había ya llegado a aquel puerto Pablo de Meneses con tres navíos, ymandole que tomase gente de la de Puerto Viejo, y socorriese a los deGuayaquil, y que con él fuese Esteban Jiménez con el despacho que llevaba

 para que desde allí se encaminase a Túmbez, Piura, Trujillo y Cajamalca, ydiese las cartas que llevaba.Envió también con aquellos navíos a don Antonio de Garay, que era grandeamigo de Pedro de Puelles, para que pasase a Quito y procurase de lereducir al servicio del Emperador y le ofreciese, como también lo hacíaGasca con su carta, que no sólo si lo hiciese le perdonaría lo pasado, másaún le acrecentaría en honra y hacienda y le haría toda merced. Pero notuvo tanto tiempo para que pudiese reconocerse, que antes que Pablo deMeneses llegase con sus navíos a Guayaquil, comunicando Rodrigo deSalazar, hermano de Juan de Salazar, vecino de Madrid, con algunossoldados de su compañía de quien se fiaba, cómo estaban cercados de todoslos pueblos que se habían reducido al servicio del Emperador, y Gascavenía con su armada, y no sabían lo -360- que hacía Gonzalo Pizarro, yno era bien aguardar más, sino hacer alguna cosa señalada con que a su Reysirviesen, y pusiesen aquella ciudad debajo de su real voz, y supiesen quePedro de Puelles tenía puestos en nómina ante Oña, escribano de aquella

ciudad, a Orellana y a él y más de otros treinta de ellos para los mandarmatar, porque entendía que eran servidores del Emperador, y para aquellohabía hecho poner más de veinte palos por los caminos, y mirasen cómohabía hecho matar a Ruiz en llegando de Lima, sólo por decirle que veníainducido por el licenciado Cepeda y el capitán Martín de Robles de matar yalzar aquella ciudad por el Emperador, y que ellos matarían a GonzaloPizarro, y que también había hecho ahorcar otros cinco soldados por lasospecha que de ellos tenía, y ya no era tiempo de aguardar más; oído estoque dijo Rodrigo de Salazar, se persuadieron todos de matar a Pedro dePuelles.Y con esta determinación, un domingo de mañana, que eran de guarda, se

fueron a su posada y le dieron de estocadas, y con los arcabuces en lasmanos y mechas encendidas, apellidando a grandes voces: ¡Viva el Rey y

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  mueran traidores!Acudieron a la voz del Rey muchos vecinos con sus armas, y por otra partesalieron los capitanes Diego de Ovando y Martín de Alarcón y algunossoldados de su compañía en nombre de Gonzalo Pizarro. Trabose entre ellosuna brava contienda; pero luego fueron vencidos y muertos algunos de los

soldados, y presos los capitanes Ovando y Alarcón, con que cesó la pelea yaquella ciudad fue reducida al Rey, y los vecinos y soldados de ellatomaron por su Capitán y Justicia mayor a Rodrigo de Salazar. El cual hizo

 poner la cabeza de Pedro de Puelles, que él había muerto, en el rollo, enel mismo lugar donde había estado la del visorrey Blasco Núñez Vela, y loscuartos de él en los palos que él había mandado poner por los caminos.Mataron también a Oña, escribano, y a cabo de tres días justiciaron aDiego de Ovando, el cual estaba tan -361- pertinaz, que cuando ledieron garrote dijo que él había dado su vida a los Pizarros, y así lesdaba y dedicaba su muerte y holgaba de pasarla por ellos. Fue desterradoMartín de Alarcón, natural de Medellín, con otros, a Popayán.

Despachó luego Rodrigo de Salazar un mensajero al capitán Lunar, quevolviese con la gente, sin hacer daño a los de Guayaquil, y viniese a ledar obediencia, como a Capitán y Justicia mayor de aquella ciudad, lacual, por la muerte de Pedro de Puelles, había reducido al servicio delEmperador. Y Lunar así lo hizo, y el mensajero pasó a los de Guayaquil ales dar aquella nueva. Y como la supo Pablo de Meneses, que entoncesllegaba a Guayaquil, mandó al mensajero que pasase a Manta, donde hallaríaa Gasca. El cual recibió gran contentamiento con aquella nueva, por perderGonzalo Pizarro tan gran brazo y ayuda como tenía en Pedro de Puelles que,cierto, era la más principal y mayor que en el Perú le quedaba, aunque,según dijo el capitán Diego de Urbina, él estaba determinado de reducirseel día después que le mataron; pero como se tenía por cosa incierta,túvose por mejor haberle dado la muerte, que no era buen indicio parareducirse haber querido matar a su criado Morales cuando se lo persuadía,y hecho gente para ayudar a Gonzalo Pizarro, y enviado a Lunar con partede ella a destruir los de Guayaquil; cuanto más que lo que el capitánDiego de Urbina decía no llevaba camino, como claramente se conoció por unmandamiento que don Antonio de Garay halló en poder de un clérigo deTacunga, que es un repartimiento en tierra de Quito, el cual Diego deOvando había usurpado al tesorero Rodrigo Núñez de Bonilla.Mandaba Pedro de Puelles por aquel mandamiento a Diego de Ovando, su

Capitán y Alguacil mayor de Quito, que matasen a todos los que habíanseguido y favorecido al visorrey Blasco Núñez Vela, y lo hiciese so penade muerte; y que si en Tomebamba estuviesen algunos, enviase persona deconfianza que los prendiese y ahorcase. Era hecho aquel mandamiento enLuisa, tierra de Quito, -362- a veinticinco de abril, año de MDXLVII,con fe en las espaldas, que Ovando la recibiera a veintiocho de abril. Elcual, en cumplimiento de aquel mandamiento, ahorcó a Blasco Vela y aUlloa, que eran sus criados y le servían desde la muerte del visorreyBlasco Núñez Vela.Rompió aquel mandamiento Diego de Urbina, por ser tan amigo de Pedro dePuelles; y así se creía, por haber casado tres meses antes a Diego de

Urbina, su sobrino, con una hija de Pedro de Puelles. Y aunque losUrbinas, Capitán y sobrino, afirmaban que Pedro de Puelles, un día después

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  que le mataron, quería reducirse y alzar bandera por el Emperador, no esde creer, porque él fue muerto a treinta de mayo, y a los veinticuatro deaquel mes escribió al capitán Alonso de Mercadillo, y a los veinticinco aDiego de Urbina para que se juntasen con él en servicio de Gonzalo Pizarrocontra Gasca y Lorenzo de Aldana y los que seguían al estandarte real. Y

aquel día que escribió a Diego de Urbina, ahorcó a Isabel Godínez, mujerque fue de Hernando Sarmiento, difunto vecino de Quito, que por seguir alVisorrey fue ahorcado, y hermana de Manuel Estacio.Hizo también Pedro de Puelles por Marmolejo matar a una hermana de IsabelGodínez, mujer de Juan Márquez, vecino de Quito, que también fue muerto

 por los de Pizarro. La causa porque Puelles ahorcó las dos hermanas, fue porque teniendo la una el licenciado Carvajal por amiga, y la otra Juan deSilveira, Sargento mayor de Gonzalo Pizarro, y viéndose ellas olvidadas ydesamparadas de ellos, hablaban mal de las cosas de Gonzalo Pizarro y delos suyos. Había también mandado Puelles a Marmolejo que matase a Manuelde Estacio, porque no quedase ninguno de ellos para le poder pedir una

gran suma de oro que les había tomado, y para les poder tomar lo que leshabía quedado.También se decía públicamente por Quito que Puelles había ahorcado aIsabel Godínez por hacer placer a una manceba suya. Estaba Isabel Godíneztan sin sospecha que se tratase de su muerte, que cuando llegó el Alguacil-363- a decirle que se confesase, le halló muy descuidada y sin

 pensamiento de tal cosa.Como quiera que sea, luego que fue ahorcada, Puelles le tomó toda suhacienda, lo cual no hiciera si no pensara de permanecer en su tiranía ycrueldad, y la misma maldad y pertinacia pareció haber en sus capitanesOvando y Alarcón, que apellidando Rodrigo de Salazar, después de la habermuerto, «¡Viva el Rey!», apellidaban ellos «¡Viva Pizarro!». Pero al cabollevó Pedro de Puelles el pago que de sus crueldades y traiciones merecía,y con su muerte se quitó el impedimento que había en Quito, estando en

 poder de Pedro de Puelles con tanta gente, para poder venir seguro eladelantado Benalcázar con los vecinos de su gobernación y del Nuevo Reinode Granada a juntarse con el ejército de Gasca. Y por gratificar Gasca aRodrigo de Salazar, le envió provisión de Capitán y Justicia mayor deaquella ciudad por el Emperador, y en su real nombre le agradecía por sucarta y loaba lo que él y los vecinos de aquella ciudad habían hecho, ycómo había llegado a Manta con su armada, y que recibiesen y encaminasen

al adelantado Benalcázar cuando allí viniese con su gente y la del NuevaReino, y que le enviase con toda diligencia y a recado aquel despacho que para él el mensajero llevaba. Hacíale saber Gasca cómo quedaba en el puerto de Manta con su armada y lo que en Trujillo, Piura, Guayaquil yQuito había sucedido y en el Cuzco, con todo lo demás, que dio grancontentamiento al adelantado Benalcázar y a los que estaban reducidos ydeseaban el servicio de su Rey, y confirmó a los dudosos e hizo estarquedos a los desasosegados y que estuviese muy a punto con su gente paravenir cuando le llamase. Escribió también a Pablo de Meneses que recogiesetodo el maíz y vituallas que hallase en la isla Puna y de aquella comarca,y prosiguiese su camino donde él con el resto de la armada iría. Estaba

muy maravillado en parecerle que tardaba mucho Hernán Mejía en dar lavuelta con el galeón; pero como la navegación había sido tan larga y los

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  tiempos recios y contrarios y la falta de las vituallas mucha, no habían podido aún llegar a Lima, que después -364- que salieron del puerto deTrujillo, apenas tuvieron mantenimientos hasta llegar al río de Santa, queno hay por tierra sino quince leguas.Despachó Aldana de aquel puerto el navío que había tomado al licenciado

León, con cartas para Gasca, que no habían podido pasar del río Santahasta aquel día, que eran cuatro de julio, que partían para Lima, y que deallí pasaría con los dos navíos y fragata a Arequipa, y Hernán Mejía sevolvería con el galeón la costa abajo, y Francisco de Carvajal y Juan deAcosta iban por la costa para les quitar los mantenimientos, y Acostahabía tomado a la boca del río Santa unos marineros que hacían agua, ycómo habían dejado en el puerto de Trujillo a Pedro Díaz con su navíocargado de bastimentos.Paráronse Aldana y los otros capitanes a hacer agua en aquel río, y deallí acordaron Lorenzo de Aldana y los otros capitanes que fuese frayPedro de Ulloa, compañero del provincial fray Tomás, y con él D. Martín,

indio y lengua antigua de los españoles, a su repartimiento de indios quetenía cerca de Lima, la costa arriba, que llamaba Guarney; y por lavoluntad que él mostraba de servir al Emperador, aunque era uno de los quehabían preso con el licenciado León, se confiaron de él y le dieronseiscientos castellanos para que comprasen maíz, tocinos y gallinas. Yechándolos en tierra, D. Martín dejó en su casa que tenía en elrepartimiento de Guarney, a fray Pedro, y él, como que iba a comprar loque llevaba a cargo, caminó con gran priesa para Lima, y dijo a GonzaloPizarro el engaño que había hecho a Lorenzo de Aldana, y cómo dejaba en sucasa a fray Pedro, compañero del provincial fray Tomás.Luego que esto oyó Gonzalo Pizarro, envió a fray Pedro y a fray Gonzalo,de la Orden de la Merced, los cuales con sus arcabuces que siempre los dosfrailes solían traer, y otros con ellos, fueron y le trajeron presodelante de Gonzalo Pizarro. Entregolo a Francisco de Carvajal, y él letuvo preso y faltó poco que no le diese garrote, lo cual se dejó de hacer

 por respeto de fray Domingo, que era un religioso de la misma Orden, degran -365- doctrina, santidad y vida, que rogó por él y se le entregó

 para que lo tuviese en su monasterio, sin que se consintiese que nadie le pudiese ver ni hablar.Estando los capitanes haciendo agua en Santa, llegó el capitán Acosta consu gente a Trujillo; y como todos los vecinos se hubiesen ido con Diego de

Mora a Cajamalca, no halló sino viejos, mujeres y niños; y por no tenerorden de Gonzalo Pizarro, no pasó a la Piura, que está de allí setentaleguas; y como vio que no podía coger a Diego de Mora ni a ninguno de losvecinos de Trujillo, para hacer justicia de ellos, fue la costa arriba,

 por entender lo de aquellos navíos de armada, y por les hacer el daño que pudiese. Y llegando al río de Santa, se huyeron algunos de los que hacíanagua para él y le avisaron dónde los otros la hacían. Y dando de súbitosobre ellos, mató dos y prendió otros dos, y los otros se acogieron al

 barco, y dijeron a Lorenzo de Aldana lo que pasaba, y Acosta se fue conaquellos presos a Lima. De los cuales supo Gonzalo Pizarro la gran faltaque de mantenimientos en los navíos había, y la poca gente que tenían por

haberse muerto mucha, que cada día echaban enfermos en tierra, y así loestaban todos, y los arcabuces y las otras armas y pólvora estaba tan

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  perdida por la humedad, que era de poco provecho, y que de Gasca no sabíancosa ninguna, antes tenían por cierto que no vernía aquel año al Perú.Dio gran contentamiento esto a Gonzalo Pizarro y a los de su consejo, ymandaron que luego se publicase y escribiese a todas las partes del Perú,y que el capitán Acosta se volviese a furia con muchos de a caballo y

arcabuceros que le siguiesen la costa abajo para impedir los navíos que no pudiesen bastecerse, ni tomar agua ni leña, ni proveerse de cosa alguna, yque dejando allí parte de la gente, la que le pareciese que bastase paraimpedir a los navíos, él pasase a Cajamalca a deshacer a Diego de Mora ylos que con él estaban.Salió a la costa de Lima con su gente, y entonces conoció Gonzalo Pizarrocuán mal aconsejado había sido -366- en quemar los navíos, porque siél los tuviera en el puerto de Lima, muy fácilmente tomara los de Lorenzode Aldana, Mejía, Palomino e Illanes, por venir tan maltratados y con tan

 poca gente y tan enferma, de lo cual recibiera gran daño la armada del Reye hiciera el negocio muy dificultoso, y no dejaran de seguirse grandes

inconvenientes y mudanza de ánimos y voluntades de muchos que estabandeterminados de se declarar contra Gonzalo Pizarro y servir a su Rey.Supo luego Diego de Mora la salida de Acosta y de la gente con que iba yel intento que llevaba por los indios y españoles que tenía en Lima

 puestos por diversas partes para le dar aviso, lo cual le puso en muchaturbación y a los que con él estaban, que siempre habían estado con temory recelo que Gonzalo Pizarro no enviase gente sobre ellos, y por la otra

 parte de Quito no viniese Pedro de Puelles, porque aún no sabían de sumuerte, ni de haberse reducido Quito, y así a mucha priesa se mudaron dellugar donde estaban y se pusieron en un fuerte entre dos ríos el uno delos cuales estaba a la parte por do había de venir Acosta y el otro a la

 parte de Quito. Y por asegurarse más, quebraron los puentes que en los dosríos había y pasaron dos barcos que estaban a las puentes donde ellosestaban.Estando muy confusos entendiendo en esto, llegó Esteban Jiménez con lascartas de Gasca y con la nueva de la muerte de Pedro de Puelles, y cómoQuito estaba por el Emperador, de lo cual recibieron grande alegría, y seanimaron mucho, por parecerles que tenían las espaldas seguras, que ya quefuesen forzados de se retirar, lo podrían hacer con más facilidad a Quito,que irse a juntar con Gasca, por ser el camino muy largo y áspero demuchas sierras y montañas, y así lo escribieron a Gasca que lo harían, y

que de allí se podrían ir donde él estuviese. Y con las cartas que EstebanJiménez dio en Túmbez y Piura, y por lo que publicó por el camino, y loque Diego de Mora y los otros escribieron a diversas partes, se derramó

 por todas las provincias del Perú la venida de Gasca con su armada aaquella tierra, lo cual puso -367- grande ánimo a los que deseabanservir al Emperador para que se animasen y estuviesen más firmes y sedeclarasen contra Gonzalo Pizarro. El cual, pocos días después que enviaraa Acosta, tuvo aviso de la muerte de Antonio de Robles, y cómo la ciudaddel Cuzco estaba por el Emperador, y que Diego Centeno iba concuatrocientos hombres a las Charcas, y se había reducido Arequipa y losvecinos de aquella ciudad, llevando por Capitán a Jerónimo de Villegas, y

se iban a juntar con él. Puso esta nueva no pequeña turbación en losánimos de los de Gonzalo Pizarro, y parecioles que era bien ir a deshacer

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  a Diego Centeno antes que pudiese en aquella tierra, que era tan rica y demucha gente, rehacerse más, y también porque si se disimulaba algúntiempo, le acudirían de las otras partes muchos españoles, y podríahacerse tan poderoso, que con dificultad pudiesen valerse con él. Y asíGonzalo Pizarro envió a mandar al capitán Acosta que se volviese muy

apriesa y recogiese de camino toda la gente, armas y municiones que pudiese. El cual, por la sospecha que tuvo de Mejía, caballero de Sevilla,y de otros que se le querían quedar, los ahorcó.Y aconteció que Jerónimo de Soria y Cardona, que iban delante porcorredores, mataran otros dos españoles que también iban con ellos porcorredores, por decirles que se volviesen a Acosta, que los llamaba paravolverse a Lima; y muertos que los hubieron, se huyeron a Trujillo, yllegando Acosta a Lima, fue preso el capitán Lope Martín por Francisco deCarvajal, porque dio un caballo a Soria conque se huyera de Trujillo, yque por ser amigo del capitán Juan Alonso Palomino, había dado aquelcaballo a Jerónimo de Soria para que se huyese a los navíos con las cartas

y avisos que llevaba. Y aunque todo esto no era verdad, le hizo confesar ydarle garrote. Y habiéndole dado ya una vuelta, llegó D. Antonio deRibera, que había procurado librarle, por ser su amigo, con un guante deGonzalo Pizarro para que no le matasen, porque quería informarse de él deciertas cosas, y así, medio ahogado, le sacó de entre las manos delverdugo.-368-

Llegado que fue Acosta a Lima, le envió Gonzalo Pizarro con quinientoshombres bien armados por la sierra, y procurase de recoger todos losespañoles, caballos y armas que en Guamanga y Cuzco pudiese, y de allícaminase para las Charcas, que él iría con la otra gente por Arequipa, yse juntarían los dos sesenta leguas antes de las Charcas para ir contraDiego Centeno, porque les pareció que era mejor ir a deshacerle que noguardar la costa y quitar los bastimentos a Lorenzo de Aldana y a losnavíos que con él venían, porque creían estar seguros que aquel año Gascano vernía con su armada, y que por esto no había para qué hacer caso deaquellos navíos, por el poco daño que les podían hacer. Y con esto se

 partió el capitán Acosta con su gente por la sierra, y Gonzalo Pizarroquedó para se aderezar y juntar más gente y dejar de ella la que conveníaen guarda de aquella ciudad, e ir para Arequipa a juntarse con Acosta.Ya en este tiempo habían llegado todos los navíos a Manta, donde Gasca con

su galeota les esperaba, después que él enviara los despachos y provisiones de Capitán y Justicia mayor de la ciudad de Quito para Rodrigode Salazar. Vino entre ellos en un navío García de Arias con cincuentasoldados de Nicaragua que enviaba el presidente Francisco Maldonado aGasca, y le escribió que luego despacharía otros cuatro navíos tras aquélcon gente, armas, caballos y vituallas. Y de las cartas que traía Garcíade Arias de D. Antonio de Mendoza, Visorrey de la Nueva España, seentendía que para el setiembre de aquel año enviaría a D. Francisco deMendoza, su hijo, con cuatrocientos hombres de a caballo y doscientosarcabuceros y otros tantos piqueros. Y el mismo aviso daba D. Juan deMendoza, que había ido a la Nueva España a solicitarlo.

Vinieron en aquel navío de García de Arias el contador Juan de Guzmán yJuan Navarro. Y porque venían los navíos de aquella navegación tan tardía

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  y trabajosa, maltratados y sucios, los habían aderezado y limpiado y dadosebo. Partieron con dos navíos de aquellos Diego de Villavicencio yOrellana a la isla de Puna, a cargarlos de vituallas y llevarlas dondeestuviese la armada.-369-

Llegó entonces en una balsa Antón Andero, que era uno de los que elcapitán Francisco de Olmos envió a descubrir los navíos de armada, y fuetomado por Lorenzo de Aldana, y desde Trujillo le dio libertad y a losotros, como está dicho. Contó éste como testigo de vista, que después queDiego de Mora salió de Trujillo para Cajamalca, Gonzalo Pizarro habíaenviado con gente para cobrar aquella ciudad de Trujillo, y que el capitánJuan Alonso Palomino había saltado en tierra con ochenta arcabuceros ymetídose en ella, dejando por su Teniente del navío a Juan del Arco, yLorenzo de Aldana había quedado con el galeón a guardar el puerto, y queHernán Mejía con su navío y Juan de Illanes con la fragata habíanacometido y tomado el navío, que era el en que venía el licenciado García

de León, y Palomino con su gente se había vuelto a embarcar y a los XXV de junio aquellos capitanes se partirían para Lima.Venía el licenciado León a hacer requerimiento por parte de GonzaloPizarro a Gasca, que dejase pasar a sus procuradores a España y no vinieseal Perú con mano armada. Entendido esto por Aldana, quiso que le hicieseaquel requerimiento y llevase los traslados de los perdones y de lo demása Gonzalo Pizarro, y él lo aceptó con toda voluntad, como la tenía deservir al Emperador.Trajo también Antón Andero cartas del padre fray Loaisa, Obispo de Quito,que so color de tomar la posesión de aquel Obispado, venía de Lima paraverse con Gasca y quedaba en Túmbez con Villalobos, y de su carta seentendía que Gonzalo Pizarro había enviado a Juan de Silveira, su Sargentomayor, a las Charcas, para que hiciese gente. Llegó también a Manta Martínde Aguirre, que lo enviaba Rodrigo de Salazar a poblar a Guayaquil, y quelo tuviese por él y la isla de Puna. Y así lo certificaba el capitánFrancisco de Olmos a Gasca por Hernando de Ribera y Lope de Ayala, quevinieron con él. El cual, encontrando en el camino de Quito a don Antoniode Garay, le dijo cómo era muerto Pedro de Puelles y aquella ciudadreducida, y que oyéndolo, se había partido con los despachos que llevaba.-370-

Holgó Gasca de oír lo que Aguirre le dijo de Quito y de don Antonio de

Garay. Despachole luego con cartas para Rodrigo de Salazar y los otroscapitanes, loándoles lo que habían hecho y animándolos que estuviesenfirmes en servicio del Emperador, y con la más gente, armas y municionesque pudiesen se viniesen a Túmbez a juntarse con él, porque en breve

 pudiesen deshacer a Pizarro y reducir todo el Perú, como antes estaba, alservicio del Emperador. Y porque la entrada de mucha gente en el Perú

 podría ser muy dañosa y causar alborotos y alteraciones más de las quehabía, envió a mandar a Benalcázar y a Armendáriz y a Tobilla quesobreseyesen en sacar la gente hasta que viesen otra carta suya, y encargóa Aguirre que con diligencia enviase aquellas cartas en llegando a Quito ya Popayán.

Venían muchos enfermos en los navíos, los cuales echaron en aquel puertode Manta para que los llevasen a Puerto Viejo y los curasen, y enterrasen

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  los que muriesen, que no fueron pocos. Encargose de ellos la justicia deaquel pueblo de Puerto Viejo y los vecinos que no fueron con Gasca.Saliéronles a los enfermos que iban a Puerto Viejo unas verrugas tangrandes y aun mayores que nueces en las narices, cejas y barbas, de unhumor pestilencial entre negro y bermejo. Las cuales, cuando les nacían y

algunos días después, causaban tan grandes dolores como el mal francés yles hacían dar gritos y voces. Suelen durar cuatro y cinco meses; hastaque comienzan a secarse no cesan de doler, y al cabo vienen a resolverse,y los que las han tenido quedan limpios y sanos. Piensan los de aquellatierra que aquellas verrugas y otras enfermedades que hay se causan porestar aquella región y paraje debajo de la línea equinocial, y que vienena hacerse por causa de algunas constelaciones que allí hay y tienen másfuerza en aquella región que en otra parte por do pasan.Hizo recoger Gasca todo el maíz y bizcocho en los navíos que se pudohaber, y dio cargo a algunos vecinos de Puerto Viejo que proveyesen a JuanPérez de Guevara y a las cabalgaduras que traía de maíz y comida, y

-371- aguardase con ellas en el puerto de Guayaquil hasta que él leenviase a decir que viniese. Dada la orden de lo que convenía hacerse porGasca, salió con la armada del puerto de Manta a los XXIII de junio, y conel buen tiempo que le hizo, el último del mismo mes entró con su galeote,ya muy noche, en el puerto de Túmbez, donde halló a Pablo de Meneses consus navíos y a Diego de Villavicencio y al capitán Meneses y Orellana conel maíz que habían traído de Puna y la fragata de Arequipa, en la cualvenía Garci Manuel de Carvajal y Diego García, y de ellos supo todo lo queDiego Centeno había hecho en el Cuzco, y lo que había pasado en Arequipacon Lúcar Martín Vegaso, y cómo al tiempo que él se partió con aquellafragata por mandado del capitán Jerónimo de Villegas y vecinos de aquellaciudad, ellos también se fueron para juntarse con Diego Centeno.Fue Carvajal con mucha alegría recibido de Gasca por tan buenas nuevascomo le traía. Y porque no era seguro volverse con la fragata a llevar larespuesta de su embajada, quedose con Gasca para irse en su compañía portierra hasta donde le pareciese que podría su salvo tornarse a Arequipa.Luego el siguiente día, que fue primero de julio del año MDXLVII, dejandoen guarda de la galeota y navíos la gente que era necesaria, se desembarcóGasca y el Arzobispo de Lima y el general Hinojosa y los demás en balsasque tienen allí los indios. Es tan grande el tumbo y furor de aquel mar,que no pueden desembarcarse sino por la mañana, que está más manso. Usan

 para se desembarcar de aquellas balsas, que por ser muy anchas no sezozobran ni trastornan como los bateles. Pero era tanto el deseo quetenían todos de salir en tierra, que con la priesa que se daban, semojaron muchos, y algunos corrieron peligro de ahogarse en aquel puerto deTúmbez, al cual con tanto trabajo y peligro, pasando tanta hambre yfortuna, habían arribado.Fin del Tomo I

 Nicolás de Albenino

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Biografía de Nicolás de AlbeninoEl último aporte del gran polígrafo chileno don José Toribio Medina alconocimiento del pasado de América, fue su hallazgo, en la Biblioteca

 Nacional de París, del rarísimo impreso realizado en Sevilla en 1549, encasa de Juan de León, que contiene la Relación que un italiano, nacido enFlorencia y avecindado en la ciudad de Los Reyes, envió a Sevilla, a suamigo Fernán Suárez, acerca de los sucesos ocurridos en el Perú desde queallá fuera el virrey Blanco Núñez Vela, hasta la muerte de GonzaloPizarro, después de la batalla de Jaquijaguana en que le venció La Gasca.En la Bibliografía de don José Toribio Medina, publicada en Buenos Airesen 1931, su autor don Guillermo Feliú Cruz, consignó acertadamente datosque podían dar luz sobre la personalidad del italiano Albenino y surarísimo impreso. Forzoso es acudir a esa fuente para discurrir sobre eltema. Cita el doctor Feliú Cruz lo que Ricardo Donoso dijo en El -376-

Mercurio de Santiago de Chille el 18 de enero de 1931, y que es del tenorsiguiente:

«La última obra del señor Medina ha sido publicada por laUniversidad de París, y es una curiosidad bibliográfica que luego la

 buscarán apasionadamente los aficionados a la historia americana. Esuna reproducción facsimilar de la Verdadera relación de los reinos e

 provincias del Perú desde la ida a ellos del Virrey Blasco NúñezVela hasta el desbarato y muerte de Gonzalo Pizarro, por Nicolao deAlbenino, impresa en Sevilla en 1549, y de la cual no se conoce másejemplar que el existente en la Biblioteca Nacional de París. Cuandohace dos años el señor Medina estuvo en Francia, insinuó al docto yconocido americanista doctor Paul Rivet, la conveniencia de publicaresta obra tan curiosa y escasa, y es así como ella ha sido impresa aexpensas del Instituto de Etnología de la Universidad de París, conuna introducción debida a la pluma de nuestro historiador. Apunta enella el señor Medina, cómo este impreso se había convertido en unverdadero rompecabezas para los más eminentes bibliógrafos ehistoriadores de Europa y América, hasta el punto que muchosllegaron a dudar de su existencia. Antonio de León Pinelo no lo citaen su Epítome y su continuador, don Antonio González de Barcia, unsiglo más tarde, sólo señala su existencia en manuscrito. Sólo en

los primeros años del siglo XIX el notable bibliógrafonorteamericano Obadiah Rich pudo anunciar la posesión de unmanuscrito idéntico al descrito por Barcia, lo que permitió al granhispanista Henry Harrise señalar la existencia de la obra deAlbenino».

Hubo un momento, antes de 1930, en que Medina creyó tener en sus manos laRelación de Albenino. Fue, según escribe Feliú Cruz, en 1886, al examinaren la Biblioteca Nacional de París un impreso del que el investigador,

arqueólogo y viajero norteamericano, Ephraim George Squier había sacadocopia por encargo del gobierno del Perú, y que éste editó en Lima -377-

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  en 1870, con el título de Relación de todo lo sucedido en la Provinciadel Pirú desde que Blasco Núñez Vela fue enviado por S. M. a ser Virreydella, que se embarcó a primeros de noviembre del año MDXLIII.El volumen editado en Lima en 1870, es un in-cuarto de 213 páginas. Laobra no trae nombre del autor.

En la Introducción que Medina puso al frente de la auténtica Relación deAlbenino, editada en París en 1930 por el Instituto de Etnología, leemoslo siguiente:

«Utilizando las indicaciones bibliográficas dadas por Harrise, nosfue dable dar una inscripción un poco completa de la obra deAlbenino, con el número 137, en nuestra Biblioteca hispano-americana(Santiago de Chile. Tomo I. 1898. Páginas 231-232. In-folio). Eneste artículo nos preguntábamos si la Verdadera relación de Albeninono podía ser la que se había publicado en Lima en 1870 con el títulode Relación de todo lo sucedido en la Provincia del Pirú, desde queBlasco Núñez Vela fue enviado por S. M. a ser Visorrey della, que se

embarcó a primero de noviembre del año MDXLIII, volumen in-cuarto de203 páginas, según una copia tomada en París. Como puede notarse, eltítulo de las dos obras es muy parecido, y si tomando en cuenta quefalta el nombre del autor en el impreso de Lima, y que la relaciónde los acontecimientos se extendía hasta el primero de mayo de 1550,se podía desechar la sospecha de que las dos obras en el fondo eranuna sola, decíamos, sin embargo, que sería necesario tener los doslibros a la mano. Hoy día en que hemos podido hacer esa comparación,hemos podido constatar que si bien las dos relaciones concuerdan enel fondo, la de Lima es mucho más extensa, y nada tiene que ver asícon la que se reproduce en facsímil».

Queda en claro, definitivamente, que la Relación de Nicolás de Albenino,hallada en París por -378- Medina poco antes de su muerte, no es laque copió Squier para el gobierno del Perú y que se publicó en Lima en1870. Hay que aclarar y completar en este punto lo que Feliú Cruz consignóen la página 169 de su Bibliografía de Medina, para evitar todo equívoco.En el haber del incomparable investigador y bibliógrafo de Chile, tieneque constar el hallazgo del impreso de Albenino y su publicación

facsimilar perfecta, confiada al doctor Rivet.La Relación de Albenino se refiere a acontecimientos que culminaron en elaño de 1547. El autor, dice Medina, no ha puesto fecha en su relato, oella no se ha conservado en el impreso. Puede sin embargo determinarseaquélla de modo casi exacto. Se la compuso en la ciudad de Los Reyes, esdecir Lima, y de ello no hay duda alguna. Sabemos que el capitán HernánMejía, emisario enviado por La Gasca al Emperador para informarle delresultado de la misión que se le había confiado y que la había llenado contanta felicidad, partió del Cuzco el 10 de mayo de 1548 y salió de Lima el15 de junio, para llegar a Sevilla en la noche del sábado 8 de diciembredel mismo año 1548. No es, pues, aventurado sostener que entre estas dos

fechas: 10 de mayo de 1548 y 15 de junio del propio año, ha de colocarsela en que se redactó la Carta de Albenino, entregada a Suárez o Xuárez,

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  tan pronto como Mejía llegó a la ciudad del Betis.Suárez concedió tanta importancia al Relato, que, como él mismo lo dice,«a la hora en que a mis manos vino, casi sin dejarla reposar, luegotrabajé cómo se estampase y divulgase». Llegada a Sevilla el 8 dediciembre de 1548, ya el dos de enero de 1549, antes de un mes, Juan de

León anunciaba que había terminado de imprimirla.Medina pregunta por qué hubo tanta prisa en hacer conocer losacontecimientos ocurridos en el Perú, y contesta con una cita de MarcosJiménez de la Espada: «La pacificación de las ricas provincias peruanasera para Sevilla, emporio del comercio ultramarino, -379- unacontecimiento de importancia suma; un negocio que le tocaba muy de cerca;y si el pueblo, al saber la felicísima victoria del clérigo La Gasca,necesitó, para calmar su avidez de noticias y sazonar su júbilo, de

 palabras que a guisa de romances de ciego se pregonaban por las calles y plazas, relatando el suplicio de Gonzalo Pizarro, ¿qué no harían las personas de calidad, mercaderes, letrados o nobles?». Agrega Medina: «El

lector aceptará, con nosotros, la explicación de la prisa que se puso enimprimir la Verdadera Relación, y tal vez esta misma, puede aclararnos ladestrucción rápida de los ejemplares entregados a la circulación».La Relación de Albenino pasaba de mano en mano, como ocurre hoy día conlos impresos que llaman poderosamente la atención, acabando pordesaparecer a fuerza del uso continuado a que ellos se ven sometidos.¿Cuidó alguien de dejar en una Biblioteca la Carta del célebre italiano,

 para que allí se conservara?La importancia de la Relación es muy grande por ser la primera en eltiempo, después del descalabro de Pizarro. Su exactitud es de verasimpresionante. Medina anota un solo error en ella: llamar a don Pedro deValdivia, el Conquistador de Chile, «Don Pedro de Bobadilla». Queda poraveriguar, desde luego, si fueron los tipógrafos de Sevilla los quecometieron esa equivocación o si efectivamente incurrió en ella el autor.El texto de la sentencia de muerte dictada contra Gonzalo Pizarro porAlonso de Alvarado y el licenciado Cianca, se conoció en Sevilla sólo porla Relación de Albenino, pues La Gasca no lo había dado en su Informe alEmperador.¿Quién era el italiano Nicolás de Albenino? Don Toribio Medina y MarcosJiménez de la Espada han tratado de averiguarlo. Según el primero,Albenino había nacido en Florencia en 1514; tenía por consiguiente treinta

y cuatro años de edad cuando compuso su Relación. Sus padres le alejaronde Florencia -380- muy joven, como escribió el mismo Albenino, paraapartarle de «aquella tan grande división que hubo entre aquel Senado y laIlustrísima casa de Médicis con la cual en sanguinidad soy tan próximo,

 por cuyos bandos se ha derramado en tiempos pasados tanta sangre».Es probable, dice el erudito chileno, que pasara de Florencia a Sevilla alos diecisiete años de edad, o sea, en 1531, como militar y que de allí

 partiera al Perú hacia 1534, en compañía de dos parientes del beneficiadode Sevilla Fernán Suárez, con el que había trabado amistad, siendo el unode ellos el abogado Benito Suárez y el otro el representante Illán Suárezde Carvajal, con los que mantendría buenas relaciones en el Nuevo Mundo.

Lo indudable es que Albenino residía de ordinario en Lima y que allíestuvo durante la sublevación de Gonzalo Pizarro. Sólo un momento le

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  hallamos en Trujillo, en donde cae prisionero del capitán Melchor Verdugo,enemigo de Pizarro, que se apresura a ponerle en libertad en cuanto se dacuenta de que también el florentino es adversario de Gonzalo Pizarro.Gran parte de los hechos narrados por Albenino los ha presenciado élmismo, y el resto lo ha sabido por una carta que Diego de Mora, testigo

 presencial de los sucesos, ha escrito desde el Cuzco a un amigo suyo y queAlbenino ha incorporado en su Relación.El florentino nos ha dado así un documento de singular valía. Es el primertestimonio escrito y publicado de lo ocurrido en el Perú con motivo de las

 Nuevas Ordenanzas dictadas en beneficio de la clase indígena y delnombramiento del primer Virrey encargado de ponerlas en práctica.Terminada con la muerte de Pizarro la sublevación contra el poder real,Albenino pasó a radicarse en Potosí. Ya desde antes de 1551 le había

 preocupado la explotación de las minas de plata de la célebre montaña. Enlos Archivos de España se ha conservado -381- en parte la Relación dela visita que a Albenino hizo el virrey don Francisco de Toledo en Potosí

y de los trabajos de descubrimiento y explotación en que había emprendidoel italiano, en junta de otros mineros, para dar con la «Veta rica», pormedio de una galería subterránea. El virrey Toledo pidió a Albenino queredactara el Informe del caso, por estimarle como el más capaz para ello.Don Marcos Jiménez de la Espada en el tomo segundo de sus afamadasRelaciones Geográficas de Indias, editadas en Madrid en 1885, ha publicadotodo lo que existe de este documento y enuncia el siguiente juicio sobreel Albenino:

«El autor era indudablemente persona de mucho ingenio, de mucha práctica y habilidad; y la mayor parte de los datos geológicos queacerca del cerro y sus minerales de plata suministra, y la teoríaque expone sobre los filones y criaderos, de seguro no se leerán enningún otro documento de los relativos a la célebre villa y cerro dePotosí».

En el mismo documento sobre minas, esto es el Informe que con fecha 1573dirige al virrey don Francisco de Toledo, asevera Albenino que lleva yadiecisiete paños de trabajar en Potosí y que en ello ha gastado ya más detreinta mil pesos, Medina expresa que desde aquel año de 1573 no se vuelve

a tener noticia alguna del florentino.Como antes anotábamos, en 1930 el doctor Rivet realizó en París porencargo de Medina la edición facsimilar de la obra de Albenino. A lostrescientos ochenta y un años de haberse publicado en Sevilla, sereprodujo así aquella pieza histórica, con los mismos caracteres góticoscon que ella salió de la casa de Juan de León; con las abreviaturas deloriginal, muchas complicadas y difíciles de entender para el lector denuestros días; sin puntuación de ninguna clase y sin división de materiaso capítulos que pudiera ayudar en su consulta. Esta última resulta así-382- penosa y demorada, cuando no hay costumbre de leer impresosgóticos del siglo XVI. Añádase a todo ello que la edición facsimilar del

Relato de Albenino, se halla totalmente agotada desde hace varios años.Entre tanto, el testimonio escrito de Albenino interesa profundamente a la

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  historia de América y particularmente a la de Quito, en cuyo territorioocurrió el descalabro y muerte del primer Virrey del Perú, Blanco NúñezVela, y en donde actuaron Gonzalo Pizarro y Pedro de Puelles. Quito sehalla citado repetidas veces por Albenino. Es Quito, dice, «provincia delas mejores y más provistas de las Indias y tiene ricas minas».

Las Guerras Civiles del Perú ocuparon a muchas Cronistas: Calvete deEstrella, El Palentino, Cieza de León, Pedro Gutiérrez de Santa Clara,escribieron sobre ellas. Pese a todo ello, el testimonio del Albenino esaltamente valioso: permite en pocas páginas tener una mirada de conjuntode los acontecimientos en que intervino el intrépido Gonzalo Pizarro,digno de mejor suerte, cuyo nombre se halla unido a tantas y tanextraordinarias empresas en América y en especial en nuestra tierraecuatoriana. Al reproducir el escrito del Albenino, he creído del caso

 ponerlo en español de nuestras días, con la debida puntuación y con unaadecuada división en capítulos que facilite su lectura y su consulta.Quince años habían corrido desde la Fundación de la ciudad de San

Francisco de Quito, cuando en Sevilla se publicó el Relato de Albenino, alque juez tan imparcial y autorizado como Jiménez de la Espada llamó«ingenioso y activo florentino».

-383-

 Nicolao de Albenino

Verdadera y copiosa relación de todo lo nuevamente sucedido en los Reinosy Provincias del Perú desde la ida a ellos del virrey Blasco Núñez Velahasta el desbarato y muerte de Gonzalo Pizarro.(Sevilla, 1549)Esta relación se hace, según que lo vio y escribió Nicolao de Albeninoflorentino, al beneficiado Fernán Suárez, vecino de Sevilla, dirigida alexcelente señor don Luis Cristóbal Ponce de León, Duque de Arcos, Marquésde Zahara, Conde de Casares, Alcalde mayor de Sevilla, Señor de la villade Marchena, etc.

EpístolaAl excelente señor don Luis Cristóbal Ponce de León, Duque de Arcos,Marqués de Zahara, Conde de Casares, Alcalde mayor de Sevilla, Señor de laVilla de Marchena, etc.Por pequeña cosa que sea, Excelente Señor, de que recibe contento el queama y desea servir, a la hora querría hacer de ella particionero a la

 persona en cuyo servicio está dedicada su voluntad. Porque no mide eltamaño de lo que da como el merecimiento de a quien -384- lo ofrece,sino a ojos cerrados (como dicen) no sabe más que desear darle parte de

todo lo que él piensa y cree que es ocasión de darle contentamiento. Estosuplico considere vuestra excelencia en esta relación de las cosas que en

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  la revelación y nueva conquista del Perú han pasado, pues, a la hora que amis manos vino, casi sin dejarla en ellas reposar, luego trabajé cómo seestampase y divulgase bajo el nombre y favor de vuestra excelencia. Cosa

 poca y vulgar es para ofrecerla a tan gran Príncipe y por eso no digna de parecer ante quien de tantas partes le vendrá mejor y más cumplidamente la

relación de ello; pero qué había yo de hacer, porque como la leí y me supo bien, sin mirar más que Vuestra Excelencia la oyese leer, viendo el grandeánimo y valeroso corazón con que Vuestra Excelencia representa losgloriosos hechos de sus pasados, colegí cómo se holgaría de ver estosacontecimientos de guerra bajo el nombre y felicísimo auspicio de nuestroinvictísimo César. A quien de tanta distancia de mares y tierras le vienen

 buscando los vasallos, que con sola la sombra de su nombre le obedecen ydan homenaje.Suplico a Vuestra Excelencia la reciba con la benevolencia y favor quemerece mi deseo, el cual va procurando hallar cosas mayores con que miingenio sirva a Vuestra Excelencia, para recompensar lo que ella, por ser

 pobre, ocupa indignamente las manos de Vuestra Excelencia, cuya vida Nuestro Señor prospere con aumentos o mayores estados, en su servicio.-Capellán y criado de Vuestra Excelencia.- Fernán Suárez.Señor:Como por otras mías, aunque no tan largas como ésta, habrá vuestra mercedvisto y entendido lo sucedido en la batalla de Chupas que se dio por partedel licenciado Vaca de Castro, en la cual (como fue notorio) fue él elvencedor; y desde luego entendió en reformar la tierra -385- lo mejorque a él fue posible, y en hacer ordenanzas así en provecho de losnaturales como de los pobladores y estantes en la tierra; y aunque deldicho Vaca de Castro hubo algunas quejas y contradicciones acerca de sugobierno, holgaran los de la tierra y todos generalmente que así latuviera. De lo cual Su Majestad recibiera muy gran servicio. Pero porquetratar de esto sería hacer proceso infinito y salir de mi propósito, quees dar ahora a modo de aviso desde lo de allí adelante sucedido, lo mejorque pueda, que pasó así.

Lo que ocurrió luego de la batalla de Chupas. Se conoce la venida del

virrey Blasco Núñez Vela. Noticia de las ordenanzas nuevasEstando el licenciado Vaca de Castro en la ciudad del Cuzco, llegáronleavisos de personas particulares, así de Nueva España como de Tierra Firmey de otras partes, en que le hacían saber cómo Su Majestad había hechociertas ordenanzas acerca del buen gobierno y en pro y utilidad de losindios, naturales de estas partes, y cómo les daba ciertas libertades lascuales ellos bien merecían. Y que para la ejecución de ello había proveído

 por su Virrey en estas partes a Blasco Núñez Vela, el cual venía a asentaren esta ciudad el Audiencia Real por Su Majestad, conforme y como él latenía y a la instrucción que para ello traía. Sabido por los vecinos ymoradores de estas partes y cómo venía por ejecutor de dichas ordenanzas.

El Blasco Núñez Vela ya tenía fama y era conocido por hombre que ejecutabalo que Su Majestad le cometía, por la cual fama desde luego se comenzó a

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  alborotar la tierra y a echar varios juicios. Y la principal causa delalboroto, fue porque sonaba que traía el Virrey orden de quitar los indiosa todas las personas que se hubiesen hallado notablemente culpados en las

 pasiones pasadas entre Pizarro y Almagro, y que se entendía también atodos los que habían sido tenientes de -386- gobernador y a todos los

oficiales de Su Majestad. Y porque los contenidos eran los más y máscalificados, fue la principal ocasión de pasar adelante el alboroto.

Llega el virrey Blasco Núñez Vela. Primeros actos de gobiernoEstando en eso, dentro de pocos días llegó el Virrey a esta tierra, a un

 puerto que se llama Tumbes y hasta allí trujo muy próspero viaje porquedesde Panamá a Tumbes vino en ocho días y como llegó comenzó, desde luego,a usar de sus provisiones y a despachar correos a todas partes, porque a

todos fuese notoria su venida y estuviesen suspensos, y también mandó prender algunos, lo cual fue su total perdición, como adelante se dirá, y pasando adelante en su propósito púsose en camino y fue a la ciudad de SanMiguel, donde allí quitó los indios a ciertos de la tierra que habían sidotenientes y a los demás puso tasa en lo que los indios les habían de dar,la cual tasación fue tan escasa que apenas se podían sustentar, por maneraque si hasta entonces había habido escándalos, en adelante los hubo muymayores. Sabido esto y todo lo que pasaba en esta ciudad de Los Reyes,donde al presente había muchos vecinos de toda la tierra, los cuales todoscomenzaron a hacer el camino del Cuzco y caminaban cuanto más podían, porhallarse lejos de las ordenanzas y ejecución de ellas, que ya el Virreylas comenzaba a ejecutar y en lo que sobre todo más procuró fue poner enlibertad a todos los indios, y mandó pregonar bajo graves penas que nadie

 pudiese sacar indios de la tierra.

Vaca de Castro sale del Cuzco con dirección a Los ReyesY así llegado a la ciudad de Trujillo se comenzó a saber todo el negocio

 por extenso, y vino a orejas de -387- Vaca de Castro que estaba en el

Cuzco. Lo cual sabido se comenzó a bajar a la ciudad de Los Reyes trayendoconsigo poco más de trescientos hombres, personas de calidad y muchasarmas. Sobre la cual venida hubo muchos y varios juicios, diciendo quéfuese su intento, porque veía y conocía claramente que tenía deseo dequedarse en esta tierra y gobernar, en lo cual no me entremeto por nohacer más larga la relación de lo que conviene.

Vaca de Castro llega a Jauja. Pasa luego a Los Reyes

Llegado Vaca de Castro a la provincia de Jauja, treinta y cinco leguas deaquí, con toda la gente dicha, supo cómo el Virrey sería muy presto en

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  esta ciudad, por lo cual hubo gran alboroto en el real de Vaca de Castro yal fin determinó venir aquí el dicho Vaca de Castro sola su persona con

 poca gente, y desde allí despidió toda la que traía dándoles licencia paraque se fuesen donde mejor les estuviese. Por manera que toda la más gentey la de más calidad se volvieron al Cuzco, llevando consigo todas las

armas que traían, y Vaca de Castro se vino aquí a esperar al Virrey, alcual salió a recibir fuera de la ciudad, más de media legua, acompañado devarios vecinos y fue recibido de todos como persona que traía tal cargoaunque, según pareció después, con ruines intenciones, y se cree que hubovotos de que no fuese recibido en la tierra.

Llega Blasco Núñez Vela a Los Reyes. Aplica las nuevas ordenanzasEn este tiempo que el Virrey llegó a esta ciudad, no pasaron muchos días

que luego llegaron tras de él los Oidores de la Audiencia Real, y desdeluego se asentó el -388- Audiencia en esta ciudad y siempre comenzandoa ejecutar las Ordenanzas y aunque en Piura y Trujillo y aquí por loscabildos y regimientos fue de ella suplicado, no hubo remedio, sino que laque en ellas se contenía se hubiese de ejecutar, de donde se conoció lamala intención que el Virrey traía. Lo cual visto y sentido por las gentesde estas provincias comenzaran muchos a irse a la ciudad del Cuzco, comocabecera de toda la tierra, para que el cabildo de aquella ciudad hubiesede venir o enviar a suplicar de las dichas Ordenanzas ante la AudienciaReal. En el dicho cabildo hubo diferentes pareceres, sobre quién elegirían

 para que hubiese de venir a suplicar de aquellas Ordenanzas. En estodeterminaron y nombraron por su Capitán y Procurador general a GonzaloPizarro que a la sazón estaba en Las Charcas, ciento y cincuenta leguasadelante del Cuzco, en unos indios suyos. Y aunque parecía estardescuidado de los negocios, era al contrario; por muchos días atrás habíaconsultado con amigos suyos particulares, sobre este negocio, y aunqueestaba lejos del Cuzco, tenía puestas postas de indios que en breve, detodo lo que pasaba, cosa por cosa, le traían relación. Y desde allí secarteaba con todos los vecinos de la tierra especialmente con los delCuzco, procurando hacer amigos para adelante, con intención deaprovecharse de ellos, como en efecto se aprovechó.

Gonzalo Pizarro pasa de Las Charcas al Cuzco. Los vecinos le nombran suProcurador ante el VirreyAsí como vieron en el Cuzco nombrado a Gonzalo Pizarro por Procurador yCapitán General, en razón de lo dicho, proveyeron personas principales

 para que de parte del cabildo y regimiento del Cuzco fuesen a GonzaloPizarro a rogarle tuviese por bien de encargarse del dicho cargo, y asífueron y le contaron a lo que iban, y aunque mucho lo deseaba, fingió con

disimulaciones no quererlo aceptar, hasta que otra vez fue requerido y pareciéndole -389- ser descomedimiento no hacerlo, hubo de dar el sí.

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  Y desde luego se partió de su casa y reposo y se vino al Cuzco, de dondesalieron a recibirle todos los más honrados del pueblo y llevándole alcabildo le dieron poder, en nombre de toda la tierra, de Capitán yJusticia mayor de Procurador del común, y que como tal viniese a estaciudad, donde estaba el Virrey, a suplicar de las dichas Ordenanzas.

Todo lo que el dicho Gonzalo Pizarro aceptó y juro de usar bien de aquelcargo en procomún de toda la tierra; y para la gente de guerra que hubiesede haber, pidió dineros, los cuales se repartieron entre los vecinos y nosé la cantidad que se cogió, pero se asoldaron doscientos y cincuenta otrescientos hombres, a los cuales se dieron muy gruesas pagas, de aquinientos y de a seiscientos pesos de oro. Y así con los dichos comenzó atocar tambor y a juntar gente, los cuales fueron repartidos en suscapitanías, así de infantería como de a caballo.Y puestos a punto para caminar, se proveyeron de armas, que las teníanmuchas y muy buenas, de las que habían sobrado de la batalla que perdióVaca de Castro en Chupas.

Blasco Núñez Vela se maravilla de que nadie vaya del Cuzco a Los Reyes.Pizarro recoge toda clase de armasEn este espacio de tiempo estaba el Virrey muy maravillado porque delCuzco no venía persona alguna y no sabía cuál fuese la causa. Sobre lacual se echaban varios juicios y se decían mil mentiras. En esta ciudad sehabía juntado mucha gente de Trujillo y de San Miguel y de San Franciscode Quito y de las Chachapoyas y de otras partes, que todas tienen suasiento de esta -390- ciudad para abajo. La gente que estaba en laciudad, la mayor parte se congregaba en secreto, sospechando por losindicios lo que había acaecido en el Cuzco y era la cosa del mundo queellos más deseaban. La primera cosa que proveyó Gonzalo Pizarro, despuésde ser elegido, fue recoger las armas que pudo, para con ellas hacerincauto. Y envió un Capitán llamado Pedro de Hinojosa con cierta gente aArequipa, a recoger las armas que hubiese y a otro Capitán envió a otra

 provincia a traer cierta artillería que había dejado Vaca de Castro, queera mucha y muy buena y toda la cual y las armas mandó se llevasen alCuzco.

El Virrey prohíbe salir de Los Reyes al CuzcoEl Virrey supo todo lo que pasaba en el Cuzco, aunque no muyauténticamente por falta de que no venían personas de calidad del Cuzco,

 por las guardas que Gonzalo Pizarro tenía puestas en los caminos para quenadie pasase a dar aviso al Virrey de lo que él ordenaba. Lo cual por élsabido mandó a apregonar, aunque tarde, que, so pena de muerte, ningunosaliese de la ciudad para ir al Cuzco. Lo cual si hiciera con tiempo, no

se hubiera hecho la junta de gente que se hizo. En este tiempo claramentese denunciaba la intención que tenían los del Cuzco y se decía sobre esto

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  mucho más de lo que era, que fue causa de engendrar en la ciudad grantemor, porque decían que Gonzalo Pizarro venía sobre esta ciudad conochocientos hombres de guerra, sobre lo cual aconsejaban muchos al Virreyque hiciese gente para resistirlo. De lo cual él se excusó muy mucho de nolo hacer y plugiera a Dios que, como lo determinó entonces, lo llevará

hasta el cabo, que fuera causa de impedir tantas muertes como en estastierras ha habido.

-391-

El Virrey resuelve resistir a Gonzalo PizarroY al fin, persuadido de importunaciones de los que le aconsejaban, sedeterminó en resistir a Gonzalo Pizarro, para lo cual mandó tocaratambores en esta ciudad y dio conducta a ciertos capitanes de infantería,que fueron: Martín de Robles y Pablo Meneses y Gonzalo Díaz, y de a

caballo a don Alonso de Montemayor y por Capitán General de todos, a suhermano, llamado Vela Núñez.

 Nombrados los capitanes comenzaran a soldadar gente, en que hecha reseñaen esta ciudad se hallarían ochocientos hombres. A los cuales dio desocorro el Virrey, de la hacienda de Su Majestad, pasados de doscientosmil pesos de oro. Y era tan lucida gente, cuanta en Italia tanta por tantase habrá visto. Y si tuvieran la lealtad al Virrey que debían, con ellosfuera parte en aquel tiempo de desbaratar cuatro ejércitos de los queGonzalo Pizarro trajera. Pero faltábales lo mejor, que era la voluntad,

 porque no había hombre de ellos que en sus entrañas no tuviesedisimuladamente a Gonzalo Pizarro y lo esperaban, deseando en extremo suvenida, antes para servirle que no para ofenderle. Y entre todosochocientos no había cincuenta de quien pudiese fiar.

Pedro de Puelles alza bandera por Gonzalo Pizarro en HuánucoComo el Virrey hubo hecho la gente, determinada de resistir a GonzaloPizarro, luego proveyó personas principales para que fuesen por la comarcaa recoger más gente, entre los cuales fue uno Hernando de Alvarado, para

que fuese con conducta de Capitán a Trujillo; y a las Chachapoyas alcapitán Pedro de Puelles, que fuese a otra provincia a hacer lo mismo. Elcual Pedro de Puelles fue ido con su provisión y llegado a la ciudad-392- de Huánuco en nombre del Virrey, recogió toda la gente que alláhabía, que serían por todos hasta ochenta hombres, los cuales seaderezaron a punto de guerra y comenzaron su camino, la vuelta de venir aservir al Virrey, y estando desviados dos jornadas de Huánuco, deconsentimiento de todos los que consigo traía, alzó bandera por GonzaloPizarro y por el camino de la tierra se fue a juntar con él, que ya veníamarchando para esta ciudad.Lo cual sabido por el Virrey recibió el pesar que debía y luego proveyó a

su hermano Vela Núñez por Capitán General y a otro Capitán de quienconfiaba, llamado Gonzalo Díaz, para que con cuarenta arcabuceros

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  escogidos a la ligera, sin acémilas ni caballos, para que con todadiligencia posible por un camino de atajo fuesen tras el capitán Pedro dePuelles y lo prendiesen.

Gonzalo Díaz alza bandera por Gonzalo PizarroCaminando el capitán Gonzalo Díaz con toda la demás gente que llevaba, yadesviado de la ciudad treinta y cinco o cuarenta leguas, se alzó contra elVirrey y contra su hermano Vela Núñez, al cual quitaron las armas ycaballo; y con sólo tres o cuatro hombres se volvió a esta ciudad y eldicho Gonzalo Díaz con sus arcabuceros fue tras de Puelles a servir aGonzalo Pizarro. Llegado aquí el General, nótese lo que sentiría elVirrey, viendo que las personas de quien más confianza tenía se rebelabana cada paso y se le tornaban enemigos.

Al capitán Hernando de Alvarado también se juzgó del tener el mismo propósito, pero estaba más lejos, no tuvo el aparejo que los otros yestúvose entretenido hasta que llegase aquí Gonzalo Pizarro.

-393-

Descontento general contra el VirreyEn este tiempo tenía esperanza todavía el Virrey de hacer algún fruto conlas gentes que tenía, sacando más esfuerzo del que conocidamente tenía;

 procuró siempre de fortificarse lo mejor que pudo, porque ya GonzaloPizarro con su gente venía marchando con gran priesa para esta ciudad. Ytoda la gente que el Virrey tenía era contra el decreto, hasta los mismosOidores estaban descontentos de él y de sus obras, y aunque en público, detemor, no osaban declarar, entre ellos ocultamente hacían consultas conalgunas personas que tenían por amigos, para que pudiesen ir a la mano delVirrey en las cosas que determinaba hacer.

Blasco Núñez Vela da muerte a puñaladas a Illán Suárez de CaravajalYa que Gonzalo Pizarro estaba cincuenta leguas de esta ciudad, entrealgunos principales de ella ordenaron un motín en que una noche se

 juntaron cuarenta hombres, los cuales fueron dos sobrinos del factor IllánSuárez de Caravajal, caballero valeroso en estas partes. Y así idos pocomás que a media noche, lo supo el Virrey y luego envió a llamar al Factorque estaba en su casa durmiendo bien descuidado. Y corno ante él viniese yel Virrey estuviese con su pena de lo pasado, todavía creyó que el dichoFactor fuese sabedor del motín y en aquel instante que ante sí le tuvo, él

 propio llegándose a él le dio de puñaladas. Como la gente toda estaba malcon el Virrey, visto el hecho se puede imaginar el odio que le cobrarían.

Y luego, siendo de mañana, proveyó que el capitán don Alonso de Montenegrofuese tras los que se habían ido la noche antes, por lo que hubo tanto

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  temor que parecía esta ciudad una nueva Babilonia.

-394-

Los Oidores apresan al VirreyPartido el capitán don Alonso de Montenegro tras los cuarenta hombres quese habían ido, luego en secreto ordenaron los Oidores de prender alVirrey, el cual hecho se cometió al capitán Martín Robles, que desde a dosdías después de la muerte del Factor y de la partida del capitán donAlonso, debajo de ciertas mañas y con una provisión que le dieron losOidores con una firma falsa, procuró el dicho Capitán, teniendo para esteefecto atraída a sí toda la más gente, le prendió, en lo cual no huboninguna muerte, pero fueron tantos los juicios que sobre éste se echaron,que no bastaría péndola a escribirlo. En aquella prisión se robó en la

 posada del Virrey todo lo que había, y en dos días enteros no se entendió

en otra cosa sino en tratar de lo que se haría de él. Unos decían que era bien se enviase a Castilla preso, con ciertas informaciones que losOidores habían hecho contra él, e hicieron otras muy mayores con susmismos enemigos. Otros eran de contrarios pareceres, pero al fin dentro dedos días que le tenían preso, del temor que de él hubieron le llevaron auna villa despoblada que está junto al puerto de la ciudad, donde letuvieron hasta que determinaron lo que debían hacer, y allí estuvo con muygrandes guardas porque no se soltase.

Pizarro ambiciona gobernar la tierra. Sale del Cuzco. Vecinos contraPizarroHase de notar que desde luego que Gonzalo Pizarro aceptó el cargo deCapitán General, tuvo gente asoldada y muchos amigos que le seguían. Desdeluego se comenzaron a ver en él señales de mala intención y deseo dequerer gobernar, o por fuerza o por grado. Lo cual visto y conocido,muchos vecinos de la tierra comenzaron a caer en el error que habían hechoy procuraban en secreto salirse de aquellas trapazas y dar cada uno mejor-395- color a sus hechos, a título de que no pareciese tan feo,

 procurando por las vías posibles tornarse al servicio de Su Majestad, porque bien conocían que Gonzalo Pizarro y todos sus secuaces iban endeservicio de su Rey y señor natural. Y alegaban para lo hecho, haber sidoen defensa de sus haciendas y que no era servido Su Majestad que el Virrey

 pusiese en ejecución aquellas Ordenanzas, y querían y suplicaban a SuMajestad las suspendiese hasta que de nuevo proveyese sobre ello. Y decíanmás, que en tal caso le obedecerían pechos por tierra y no de otra manera.De modo que como los vecinos del Cuzco y los que al presente estaban conGonzalo Pizarro tuviesen este pensamiento, hubo entre ellos algunos que sedeterminaron de venir a esta ciudad y apartarse de Gonzalo Pizarro. Yentre algunos trataron como, a seguro de sus vidas, lo pudiesen poner en

efecto. Y así comenzaron a cartearse con amigos para haber de venir aservir al Virrey, cuando el tiempo les diese lugar. Estando ya a punto de

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  partir Gonzalo Pizarro con toda su gente, para haberse de venir a estaciudad, algunos de los que consigo traía le demandaron licencia parahaberse de quedar en el Cuzco por algunos días, para efecto de aderezarsus personas, diciendo que antes de que llegase le alcanzarían. Y

 pareciéndole a Gonzalo Pizarro que no estaba en tiempo de dejar de

agradarlos, se la concedió, y partiose dejando en el Cuzco puesta Justiciade su mano.

Vecinos del Cuzco se movilizan para servir al Virrey No habían pasado muchos días que Gonzalo Pizarro caminaba, cuandoveinticinco o treinta vecinos y los más principales del Cuzco, todoshechos una confederación, se partieron, por otro camino muy a la ligera yse vinieron a esta ciudad a servir al Virrey, y fue su llegada tres días

después de ser el Virrey preso, que a llegar antes de su prisión fuera posible que los negocios no pasaran como pasaron, sino que el Virrey fueraseñor y gobernara. -396- Como Gonzalo Pizarro que venía marchando agran prisa supo la venida de aquellos vecinos, en continente se alborotóél y su gente, en tanta manera que faltó poco de que no dejar todos y

 perderse. Y pluguiera a Dios que así fuera, porque se hubieran excusadotodas las muertes y desastres que ha habido después. Pero tornando en síPizarro y esforzando y acariciando a sus amigos, hubo de sustentarse,favoreciéndole la fortuna prósperamente, sin en dos años serle contrariaen cosa alguna.

Degüella Pizarro dos capitanes del VirreyEn esta coyuntura ya los de su campo trataban de amotinarse, porquesecreta y ocultamente el Virrey había enviado dos capitanes principales,llamados Gaspar Rodríguez y Felipe Gutiérrez, para que tratasen conamigos, que tenían de levantarse. Lo cual sabido por Pizarro (que no pudoser tan secreto que no lo supiese) los mandó prender y degollar, lascuales muertes fueron hechas por Francisco de Caravajal, su Maestre de

Campo. Puso esto mucho espanto en todos, que fue causa de asegurarse ymucho más cuando llegó el capitán Pedro de Puelles con la gente que se levinieron al Virrey y Gonzalo Díaz con la suya y los cuarenta caballerosvecinos.

Prisión de Vela Núñez hermano del Virrey. Recupera luego su libertadComo el Virrey estuviese preso en la isla, como he dicho, por los Oidores,donde a pocos días también hicieron prender a su hermano Vela Núñez y a

otros amigos suyos, mandándolos meter en un navío que en este puerto está presto. Y no pasando muchos días los dichos Vela Núñez y sus amigos se

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  alzaron con el navío y se fueron -397- con él a otro puerto distinto ydesviado de éste no más de quince leguas. En este intermedio pasaron enesta ciudad muchas cosas, algunas de cantidad y otras no tanta, las cualesdejaré de contar para no hacer gran proceso.

Blasco Núñez Vela recupera su libertad y envía a Quito un mensajero desdeel puerto de TumbesLos Oidores desde luego trataban de enviar a Castilla a Su Majestad alVirrey, entre los cuales comenzó a haber disensiones sobre quién sería la

 persona que se hubiera de encargar de llevarlo, y al último se resolvieronen que lo llevase un Oidor llamado el licenciado Álvarez, al cual vieron

 para que gastase en Castilla ocho o diez mil pesos de oro y para pagar lagente de guardia que consigo llevase. Y así poniéndoselo en la nave y

dándole las probanzas que contra él habían hecho. Y como el Oidor se vioembarcado con el Virrey pareció ser que le tuvo miedo y comenzó a pedirtestimonio cómo le parecía que no hacía el deber en llevarlo preso y queél no quería ir con él, antes determinaba soltarlo y servirlo, como aLugar Teniente que era de Su Majestad y que en tal lugar le tenía y quedesde luego le determinaba de morir en su servicio. Este hombre fue uno delos que le prendieron y el que fue uno de los primeros en el tracto de su

 prisión y el que firmó el mandamiento con que el capitán Martín de Roblesle prendió. Puesto el Virrey en libertad, hízose a la vela, la vuelta dedonde estaba su hermano, lo cual sabido en esta ciudad, comenzaron desdeluego a temer. El Virrey con los que había adquirido, determinose en nosalir de la tierra, antes de afirmarse en un puerto de ella, procurando

 por todas vías rehacerse de gente y enviar proposiciones a todas partes delas que él creía que le podrían acudir algunos. Y andando de esta manerallegó al puerto de Tumbes y desembarcándose allí hizo un mensajero a la-398- ciudad de Quito y de San Miguel, que están en aquella comarca,

 protestándole el daño que se les podría recrecer acudiendo a los Oidores oa Gonzalo Pizarro, los cuales iban contra las Ordenanzas y servicio de SuMajestad, y requeríales más, que todos con sus armas y caballos vinierandonde él estaba, y que para el dicho efecto gastasen de las haciendas deSu Majestad el oro o plata que bastase. Y como Tumbes es el puerto donde

acuden todos los navíos que vienen de Nueva España y de Panamá y allítoman vituallas para las derrotas, vínole muy a cuento al Virrey este puerto, porque acudieron a él algunos navíos con gente, armas y caballos.Por manera que con los que por tierra vinieron y con los que recogió porla mar, juntaría poco más de doscientos hombres y su intento era juntar dequinientos para arriba, para con ellos procurar de se apoderar de latierra.

Apresan los Oidores a Vaca de CastroCuando el Virrey estuvo en esta ciudad de Los Reyes, procuró examinar la

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  vida del licenciado Vaca de Castro qué tal había sido y hacer probanzacómo había seguido la parcialidad de don Diego de Almagro y con él sehabían hallado en la batalla. Los cuales todos eran capitales enemigos delVaca de Castro. Y así comprobando con estos tales y con otros de este

 jaez, le pusieron muchos cargos y por estos respectos el Virrey hizo

 prender al Vaca de Castro. Y como después sucedió la prisión del Virrey,sospechosos los Oidores de Vaca de Castro, lo prendieron y metieron en unnavío que estaba en este puerto, y guardándole con muchas guardas temierondesde luego que a esta causa habíase de haber algún nuevo alboroto en latierra.

-399-

Gonzalo Pizarro se acerca a la ciudad de Los ReyesEstando los negocios en estos términos, los Oidores todavía cobraban sus

salarios de la renta de la ciudad, teniendo por Presidente de ella a unlicenciado Cepeda, que tenía una provisión para poderlo ser en ausenciadel Virrey, teniendo solamente cuenta con interés que de ser Presidente sele seguía, teniendo entendido que Gonzalo Pizarro nunca sería contra elAudiencia Real, antes él y los demás siempre creyeron que Pizarro fuera ensustentarla. Por cuya causa desde que Gonzalo Pizarro llegó cerca de laciudad a treinta leguas, luego los Oidores le enviaron a rogar que noentrase en la ciudad con mano armada ni con tanto cuerpo de gente comotraía, que con ser a la sazón pasados de mil quinientos hombres y de díaen día se llegaban más, porque en esta ciudad no quedaba un hombre que nole siguiese, y no embargante los ruegos de los Oidores que eran que soloscon cuarenta de a caballo entrase, pero dándosele poco por ello, mandómover todo su campo y artillería y afirmose en un arroyo que se hace unalegua de la ciudad y allí no quedó hombre en toda ella que no salió arecibirlo y a besarle las manos. Y desde allí envió una noche a su Maestrede Campo a esta ciudad, con quince o veinte arcabuceros y entrósecretamente y comenzó a prender a todos los vecinos del Cuzco que allíestaban, como arriba he dicho, que se habían venido de su servicio, quefueron treinta poco más o menos, y como los prendía, allí los ponía a muy

 buen recaudo en una cárcel, con muy buena guardia. Por manera que prendiólos más y otros se le escaparon y huyeron de la ciudad por el camino de

abajo, la vuelta del Virrey. Aunque verdaderamente en la ciudad seignoraba dónde el Virrey estuviese.

-400-

Caravajal ordena ahorcar a tres vecinos del CuzcoFinalmente que aquellas prisiones que el maestre de campo Caravajal hizo yalgunos destierros que los Oidores hicieron, fue la ocasión que iban loscaminos llenos de gentes a servir al Virrey por temor que tenían a Pizarroy a los Oidores. En conclusión que todos se fueron a juntar al puerto de

Tumbes. Otro día de mañana después de ser presos aquellos vecinos delCuzco, tomó Caravajal maestre de campo, un escribano, pregonero y verdugo

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  y con ellos, sin hacer contra los presos ningún auto ni probanza, mandósacar tres caballeros de entre todos los más principales, que se llamaban:Pedro del Barco, Mochín de Florencia y Alonso de Saavedra, vecinos delCuzco, a los cuales llevó fuera de la ciudad un cuarto de legua, la vueltade donde estaba Gonzalo Pizarro con su real asentado, y mandoles ahorcar

de un árbol a todos tres, sin más tela de juicio. Y fue su intento porqueotro día había de pasar por allí el campo y fuese a todos notorio. Fuecaso que a todos puso terror. El Pedro del Barco era hombre que tenía másde ochenta mil pesos de oro y el Mochín de Florencia más de treinta mil.Hecho esto, todavía se estaba Pizarro con su gente en el campo, aunque nodescuidado de cartearse con muchos ni de procurar, por todas vías, que losOidores le confirmasen el nombre de Gobernador por Su Majestad hasta queSu Majestad otra cosa proveyese.

Los Oidores nombran a Pizarro Gobernador en nombre de Su Majestad. Entraen la ciudadLos Oidores no pudiendo hacer otra cosa hubieron de venir en lo que pedía,

 por estar el común de su parte y ser ellos los que lo demandaban y pedían por su Gobernador, creyendo que esto sería parte a impedir las guerras ydisensiones que podría haber. En conclusión, que los Oidores hubieron dedarle provisión de Gobernador -401- en nombre de Su Majestad, hastaque otra cosa proveyese en contrario. Y ya después de acordado lo que sedebía hacer, enviáronle a notificar dónde estaba lo que el Audiencia había

 proveído, el cual con disimulaciones fingidas dio muestra de no quereraceptar el cargo de Gobernador y Capitán General hasta tanto quesuplicándole otras muchas veces, lo hubo de aceptar, siendo la cosa que al

 presente más deseaba. Y luego el día siguiente hizo su entrada en laciudad a punto de guerra, sus compañías de infantería delante y los de acaballo a retaguardia y él en el cuerpo de la batalla y por esta ordenentró y afirmándose la gente en la plaza, pasaron todos hasta tanto quesaliesen de cabildo, donde fue recibido Gonzalo Pizarro por su Gobernadory Capitán General, según y como la provisión que acerca de ello le habíandado los Oidores.

Gonzalo Pizarro ejerce desde luego sus funcionesY desde luego comenzó a usar de sus cargos tan absolutamente como si losheredara de su patrimonio. Y luego quitó los indios a los conquistadoresque en el discurso de atrás se le habían mostrado enemigos, y así mismollevó por la misma medida a todos los que habían seguido al Virrey ydábalos a aquellos que él quería y le parecía y otros y los más

 principales ponía en su cabeza por gozar de los frutos y rentas de ellos.Como Gonzalo Pizarro se vio tan triunfante comenzó a enviar provisiones

 por todas partes y desde luego a acudirle toda la tierra, y proveyó portenientes a aquellos de quienes más confianza tenía. Estando en esto, se

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  supo en esta ciudad la verdad de la estada en Tumbes del Virrey y que ahírecogía a los que más podía y cómo todos los que de Gonzalo Pizarro sehabían huido, que eran hartos de los principales, estaban con él. Visto yentendido por Gonzalo Pizarro lo que pasaba, comenzó a temer e hizo

 proveer de tres capitanes para que con gente se fuesen a -402- meter

en San Miguel, que será cincuenta leguas de Tumbes y que por el caminorecogiesen los más que pudiesen. Y así proveídos los capitanes se partieron por el dicho camino de Tumbes, que está doscientas leguas, pocomás a menos, abajo de esta ciudad, pareciéndole a Gonzalo Pizarro que conla ida de estos capitanes podría vivir algún tanto descuidado en lo quetocaba al daño que del Virrey podía recibir.

Pizarro no permite que los Oidores participen en el Gobierno

Después que Gonzalo Pizarro entró en la ciudad, nunca más los Oidores sesentaron en los estrados de la Audiencia, ni cosa proveyeron por suautoridad, sino era solamente el licenciado Cepeda que era muy su amigo yera o fue la amistad de entrambos a causa que el Cepeda proveyera aPizarro de toda cuanta moneda podía. Y vino la cosa en términos que no sehacía en aquella ciudad más de lo que Cepeda hacía y proveía.Hacia todo este tiempo Vaca de Castro estuvo preso en una nave del puertode esta ciudad con buena guarda, el cual, como persona sabia que era, tuvosiempre deseo de salir de esta tierra y no sabía por qué vía, porque teníatemor a Pizarro que le mandaría matar, porque cuando Vaca de Castrogobernó, nunca dejó de estar sospechoso, temiéndose de Pizarro. Y acercade esto tuvieron entre ellos grandes pasiones, las cuales no replico porser cosa larga.

Pizarro envía unas barcas con gente a Panamá. La gente de Quito apoya alVirreyComo ya el Virrey se iba apoderando en Tumbes de gente, y como de Quito lehabían acudido todos los vecinos, -403- súpolo Gonzalo Pizarro, pero

como no tenía ningún navío no sabía qué hacer. Y su intento era enviar unOidor, de los que habían preso al Virrey, a dar cuenta a Su Majestad de loacaecido en esta ciudad por la venida del Virrey. Y también quería enviaruna compañía de gente a Panamá, para tomar por las espaldas al Virrey,

 pero como no tuviese navíos, ni en este puerto los hubiese más que dos barcas de pescadores, deshacía la rueda de sus pensamientos. Y viendo notener otro ningún remedio, mandó alzar las barcas para haberlas de enviara Panamá y en ellas envió por Capitán a Hernando Bachicao con trescientosarcabuceros, y en su compañía un Oidor, llamado Zereda y un mensajero paraSu Majestad, llamado Francisco Maldonado. Y dio facultad Pizarro a dichocapitán Bachicao para que, en llegando a Panamá, despachase para Castilla

al Oidor y a Maldonado y que procurase en Panamá hacer la más gente que pudiese, lo cual así lo hizo, como adelante se dirá.

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El Virrey se entera de la movilización de capitanes de Pizarro. Bachicao

se apodera de una nave mercanteLos tres capitanes, Gonzalo Díaz y Jerónimo de Villegas y Manuel deEstacio, ya estaban cerca de San Miguel, cuando dijeron en Tumbes alVirrey cómo tres capitanes de infantería con mucha gente venían sobre él.Incontinente proveyó que su hermano Vela Núñez, con ciento cincuentahombres, les saliesen a resistir a los capitanes. En aquel tiempo que elhermano fue, se quedó el Virrey en Tumbes con sólo cincuenta soldados y enel mismo tiempo bajó por la costa el capitán Bachicao y llegó a Trujillo ytomó un navío cargado de mercaderías en la cual nave se metió y llevóconsigo y repartió la gente que traía en las barcas y otra alguna más quetomó en Trujillo, y con todos juntos se fue la vuelta de Tumbes. Algunas

 personas que con el Virrey estaban, que se carteaban con el bandocontrario, le hacían entender -404- al Virrey, por atemorizarlo, queBachicao por mar y Pizarro por tierra, con gruesos ejércitos, venían sobreél. El Virrey no estaba falto de temor por verse con poca gente y esa quetenía haberla enviado con su hermano. Estando así en varios pensamientosuna tarde vieron asomar las dos barcas y la nave. De ver esto el Virreytemió, creyendo que todo cuanto le habían dicho era la verdad, y esperabaa cada hora cuándo el ejército de por tierra le había de acometer.

El Virrey huye de Tumbes. Bachicao se apodera del puerto y lo saquea en parte. Se le junta gente maleanteEstaba así mismo cuidadoso porque de su hermano Vela Núñez, que habíaenviado con los ciento cincuenta hombres a San Miguel, no sabía cosaninguna. Y como reconoció que las tres velas que asomaron eran las dos

 barcas y la nave, dos navíos que estaban en el puerto se fueron de allí yel Virrey hizo lo mismo, que con la más gente que pudo recoger se salióhuyendo la vuelta de su hermano que iba por caminos muy ásperos ydesesperados. Por manera que habiendo el Virrey desamparado el Puerto, las

naves que en él estaban hicieron vela. Visto por el capitán Bachicao loque pasaba, con su nave y con las barcas fue en seguimiento de ellas,dándoles caza, y tanto las siguió y apretó que de tres tomó las dos, y laotra, en que iba el capitán Juan de Llanos, se escapó por ser mejor de lavela que las otras, y fuese a Nicaragua. El capitán Bachicao volvió con la

 presa al puerto de Tumbes y allí robó y afrentó a ciertas personas, ydesde allí se hizo a la vela con todos los navíos excepto con el que habíavuelto de Trujillo cargado de mercaderías, y a este soltó con infinitasimportunidades, y así se anduvo por la costa recogiendo gente, quefácilmente hallaba donde quiera que llegaba, por ser tanta la libertad quetenían con él, así de robar como de hacer otros cualquier daños, que no

había ningún vagabundo -405- que sabido esto no le venía a buscar, porusar de aquellas libertades fundadas en maldad y en desafueros. Y así

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  ricas minas. Todo lo cual le vino al Virrey a muy buen cuento, y como sevio con tanta gente, pensó ser señor absoluto de la tierra, sincontradicción alguna. Lo cual no dejara de ser, si se estuviera en Quito yno se baja, como se bajó, a los llanos, porque, como es notorio, Quitoestá en la sumidad de las montañas. Y desde allí bajando, comenzó a

marchar y venirse a San Miguel.

-407-

Sale el Virrey con dirección a San Miguel. Órdenes de PizarroLo cual fue sabido por los tres capitanes: Gonzalo Díaz y FernandoVillegas y Manuel de Estacio, que estaban juntos en San Miguel. Condoscientos soldados saliéronse de la ciudad y subiéronse a la sierra y

 pusiéronse en un paso do venía a dar el camino que traía el Virrey. Yaunque no sabían del todo la certidumbre de la venida del Virrey, pero no

embargante se pusieron a esperarlo allí, certificados que no podía venir por ningún otro camino. En estos intermedios no faltó quien avisó aGonzalo Pizarro de toda la determinación del Virrey y de cómo bajaba a losllanos y de la gente que traía. Para lo cual se aderezó lo más bien que

 pudo con intento de salir al encuentro al mismo camino que llevaba. Y paraefectuarlo tomó cuatrocientos hombres y proveyoles de todo lo necesariomuy largamente, así de armas como de caballos y de oro; enviolos a laciudad de Trujillo que está de esta ciudad a ochenta leguas. Y proveyó quesu Maestre de Campo, Caravajal, saliese por otra parte, y que Gómez deAlvarado, otro Capitán, saliese de las Chachapoyas con toda la gente queallí tuviese y para que más pudiesen recoger se bajasen a Trujillo, y quea las pueblos donde llegasen no dejasen vecino, ni ningún hombre que fuese

 para tomar armas, sino aquellos que fuesen menester, tasadamente, parasustentación de los pueblos.

Llega a Trujillo Gonzalo Pizarro. El Virrey derrota a cuatro de suscapitanesComo Gonzalo Pizarro llegó a Trujillo con toda su gente, incontinente

envió a mandar a sus capitanes que estaban en frontera que se retirasencon toda su infantería a otra provincia porque entendía que el Virreyvenía muy pujante, lo que los capitanes ignoraban. El Virrey -408-tenía tomados muchos pasos, porque ya tenía adquirida mucha amistad conlos indios y caciques, con facilidad lo podía hacer y dar sobre los cuatrocapitanes sin ser sentido, especialmente por estar muy descuidados. Yaunque habían sido avisados de Gonzalo Pizarro y de otros amigos, no loquisieron hacer, pareciéndoles ser menoscabo de honra ir con la gente quetenían, coma se les enviaba a mandar. Estando los negocios en estostérminos, supo el Virrey el estado en que estas cuatro compañías sehallaban y conoció tenerles mucha ventaja, así por tener más gente que

ellos como por estar algo descuidados. Determinose por un camino de atajode acometerlos y así lo puso por obra. Y puesto en camino, al cabo de dos

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  o tres días una mañana al alba dio con su gente sobre ellos, las cualesestaban desarmados y sin ningún temor, que por ser tan de mañana aún nohabían tomado las armas. Fue la llegada del Virrey tan repentina y súbita,que no tuvieron lugar de armarse ni tomar ninguna defensa. Fueron presosmuchos y otros huyeron, especialmente todos los capitanes y fue la causa

de poderlo hacer, una muy gran niebla que sobrevino que no se veía unhombre a otro. El capitán Hernando de Alvarado fue uno de los que huyeron;éste nunca más pareció; créese que le comieron tigres, por haber muchos enaquella provincia.

El Virrey victorioso avanza a Piura. Miguel Yánez muere en la horcaComo el Virrey viese la victoria de aquella batalla, cobró grande ánimo yno solamente él, pero todo su ejército. El cual desde luego dio libertad a

todos los que fueron presos, rogándoles quisiesen servir a Su Majestad, pues todo lo demás era error y engaño notorio.Y así con esta victoria y con toda su gente, al cabo de pocos días se fuea Piura, que es la ciudad de San Miguel, donde halló toda la tropa alzaday toda la más -409- gente huida. Ahorcó luego que llegó a un vecino dela dicha ciudad, llamado Miguel Yánez, y ahorcolo por los pies, en señalde haber sido traidor.

Pizarro se entera de la derrota en TrujilloGonzalo Pizarro, estando en Trujillo, supo el desbarato de sus capitanes yla venida del Virrey. Y desde luego mandó caminar su gente y él con ellossetenta leguas que hay de Trujillo a San Miguel; y llegando a los dostercios del camino, se le juntaron poco más de cien hombres, de loscapitanes Diego de Caravajal, que estaba en Huanuco, y Gómez de Alvaradoen las Chachapoyas. Y serían ya por todos los que Gonzalo Pizarro tenía,

 pasados de quinientos hombres, tan bien aderezados de armas y caballoscuanto en Italia se pudiera hallar. Y allí hizo reseña y repartió la gente

 por capitanes, así de infantería como de a caballo.

Manda el Virrey a su hermano por el camino de Trujillo. Es ahorcadoArgüelloComo el Virrey llegó a San Miguel, proveyó incontinente que su hermano, elcapitán Vela Núñez, con cierta gente de a caballo fuese a correr el campo

 por el camino de Trujillo. Y corriendo más de dieciocho leguas de SanMiguel, dio de sobresalto en unos bohíos donde había ocho o diez hombres,los cuales echaron a huir y uno solo que fue preso, fue ahorcado, porque

se supo de cierto haber sido soldado de Gonzalo Pizarro, el cual llamabaArgüello. Y de éste supo cómo Gonzalo Pizarro iba la vuelta de donde el

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  Virrey estaba y tan pujante que fue parte para que se hubiese de volver adonde el Virrey estaba al cual en secreto dijo lo que pasaba, sin que la-410- gente lo entendiese, porque por ventura sintiéndolo fuera parte aque algunos desmayaran. Y desde luego apercibirse para dar la batalla aGonzalo Pizarro, que no se podía excusar topándose.

Gonzalo Pizarro se acerca a San Miguel y celebra consejo con sus capitanesHabiendo hecho reseña Gonzalo Pizarro de la gente que traía y puesto enorden todo su campo, comenzó a marchar con él y andaría ocho leguas hastallegar a un lugar de veinticinco leguas de San Miguel, y allí asentó sureal, sin saber más certidumbre de cosas del Virrey, sino que estaba enSan Miguel con cuatrocientos hombres, poco más o menos. Y por consiguientetampoco el Virrey sabía la bajada de Gonzalo Pizarro. Estando en estos

términos y Gonzalo Pizarro en el lugar que he dicho, llamó a consulta atodos sus capitanes sobre lo que se debía hacer, en la cual consulta sedeterminó que debían de dejar allí todo el carruaje y la gente superflua ymarchar a la ligera (sin embarazo ninguno) aquellos y veinticinco leguasque hay desde allí a San Miguel, porque todas eran despobladas, de muymalo y perverso camino y falto de aguas.Aprobado y tenido el consejo por muy bueno, comenzaron a ponerlo por obra,dejando allí todo el carruaje, creyendo a cada paso encontrarse con elVirrey y con su gente. Y caminando todos quinientos hombres en ordenanza,dejándose todo el bagaje o ropa en que había muchos aderezos de casa,mucho oro y plata, lo cual todo fue después de los indios de las comarcasque lo hurtaron de aquel lugar, sin aprovecharse sus dueños de cosaninguna de todo ello.

-411-

El Virrey decide salir de San MiguelPuesto en camino Gonzalo Pizarro con su gente, marchó algunas leguas conincreíble trabajo, a causa de ser el camino malo y falto de aguas. Y asícon esta necesidad llegó hasta ponerse cinco o seis leguas de San Miguel

donde el Virrey estaba, que aun entonces no sabía por entero la pujanzacon que su enemigo venía, y pensó desde luego esperarlo y darle batalla, pero como conociese en los suyos alguna falta de ánimo, a causa de noestar bien armados como los contrarios, ni ser tan expertos en la guerra,determinó con todos ellos retirarse y tornarse a subir a la sierra, y asílo puso por la obra, que fue causa este hecho de desanimar los suyos y quelos enemigos cobrasen nuevos y mayores alientos.

Gonzalo Pizarro emprende la persecución del Virrey al saber que salió deSan Miguel. Pierde el Virrey toda su gente

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  Y así salido de San Miguel fue luego avisado Gonzalo Pizarro y comenzó aseguirle y enviar capitanes a la ligera en su rezaga, por manera que lasubida de la tierra le comenzó a dar caza y a matarle y tomarle la gente,y así le fue siguiendo hasta que no le quedaron al Virrey obra decincuenta hombres, los cuales escaparon a uña de caballo, y éstos se

fueron por el mismo camino que habían traído de Quito, con hartadesventura.

Robos y sevicias de la gente de Pizarro. Caravajal ahorca a gente dedistinción y de valíaFueron tantos los robos, fuerzas y violencias que las gentes de GonzaloPizarro hicieron en aquel alcance, que -412- no bastara pluma aescribirlos. Pues se probó que de agujeta arriba no dejaron cosa. El

Maestre de Campo de Pizarro, llamado Caravajal, ahorcó en aquel alcancemuchos, todos los más personas de valor y calidad; y a ninguno daba lugara que contestase y la cortesía que hacía al que había sido su amigo eraque escogiese el árbol, por el canino, donde quería ser ahorcado. Demanera que en este alcance pasaron muchas cosas notables, dignas de que deellas se hiciera memoria, las cuales dejo, por evitar prolijidad;solamente diré cómo siguieron al Virrey pasadas de cuarenta leguasadelante de la ciudad de Quito, que fue uno de los bravos alcances que

 jamás se haya hecho ni oído, que fue más de ciento y sesenta leguas dedonde le comenzó a dar en la recarga, hasta donde le dejó de dar caza,como adelante se dirá.

El virrey Núñez de Vela llega en su retirada a la ciudad de Quito. Sale aPopayán. Pizarro llega a QuitoYendo el Virrey huyendo con poco más o menos de cincuenta de a caballo,como he dicho, llegó a la ciudad de Quito, donde halló algunos vecinos yotra alguna gente a quien mandó, so pena de muerte, que dentro de tercerodía se apercibiese cada uno con sus armas y caballo, para haber de ir con

él la vuelta de Popayán, que es la gobernación de Francisco (sic) deBenalcázar y llevar todo el oro y plata que pudiesen, así lo de SuMajestad como otro cualquiera, para salvarlo de Gonzalo Pizarro, quedentro de pocos días entró en Quito, al cual mando algunos fueronobedientes y otros se huyeron. Y dentro del término señalado se puso encamino y anduvo cuatro leguas y llegó a un pueblo sujeto a la gobernaciónde Benalcázar.Gonzalo Pizarro fue marchando cuanto pudo a la ligera tras el Virrey,tomándole siempre cuanta gente podía, hasta llegar a una provincia deindios llamada los -413- Lignates y ahí se reformó lo mejor que pudocon la gente que le quedaba, no queriendo Gonzalo Pizarro seguir más,

 pareciéndole que iba muy lejos y que no le podría alcanzar por mucho queanduviese.

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El Virrey mata tres capitanes suyos

Cuando Gonzalo Pizarro comenzó a dar en la recarga del Virrey, desde luego procuró escribir muchas cartas a los capitanes de su contrario, rogándolesque lo matasen o prendiesen y se pasasen a él, y que él les prometíagratificarles y darles indios y repartimientos cual ellos los supiesenescoger en toda la tierra. Si los capitanes pensaron hacer lo que lesaconsejaba o no, no me entremeto; pero parece que se temió el Virrey ymató a puñaladas, cuando se iba huyendo, tres de sus capitanes, y los más

 principales, que fueran: Rodrigo del Campo, Gaspar Gil y Serna.

El capitán Bachicao sale de Panamá con gente y va a juntarse con PizarroEl capitán Bachicao que estaba en este tiempo en Panamá, a la sazón que elVirrey estaba haciendo gente en Quito para venir a San Miguel, tenía eldicho Capitán quinientos hombres de guerra, repartidos bajo ciertoscapitanes, entre algunos de los cuales hubo determinación de matar aBachicao, vistos los agravios infinitos y abominaciones que hacía enPanamá y las desvergüenzas que contra la Audiencia Real cometía. Y nohaciendo tan secreta la conjuración como debía, fue avisado el Bachicao, y

 prendió tres o cuatro de ellos y sin ninguna información los mandódegollar sin darles lugar a que confesasen sus pecados. Degolló entreellos a un vecino, conquistador de la tierra, nombrado capitán BartoloméPérez, -414- persona valerosa y que siempre en estas partes habíamantenido mucha honra. Y luego hizo otros capitanes y comenzó a dar ordende pasar a esta tierra con quince navíos que tenía recogidos en Panamá,donde metió toda su gente y se hizo a la vela y en poco tiempo, llevando

 próspero viaje, llegó a Tumbes, en el cual camino también ahorcó y matócuatro personas, que no era nadie para impedírselo. Cuando Bachicao llegócon el armada a Tumbes, estaba a la sazón el Virrey en San Miguel y envió

 provisiones a Bachicao para que se le pasase con aquella gente, prometiéndole que le gratificaría en la tierra aquel servicio y más, que

tendría manera con Su Majestad para que le diese el hábito de Santiago. ElBachicao no quiso hacer cosa de las que el Virrey le pedía, que a hacerlo,el Virrey quedaba apoderado de la tierra. Y sabido por Bachicao cómoGonzalo Pizarro había desbaratado al Virrey y que se iba a meter en Quito,y allí le llegó mandado de Pizarro, que se fuese a juntar con él en Quito.Temíase Gonzalo Pizarro del capitán Bachicao, por estar tan pujante degente, armas y caballos, no se le tornase enemigo, porque estaba encoyuntura Bachicao de hacer importantes servicios a Su Majestad, pero élno curándose de nada, obedeció a Pizarro y fuese por mandado a una vistacon toda el armada. Y desembarcando toda la gente y caballos en balsas yen un pueblo despoblado que está fundado sobre un río sondable, allí

asentó su real. Y desde allí, a cabo de pocos días, se partió con todaella por tierra la vuelta de Quito, a menos de diez leguas.

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Gonzalo Pizarro y Bachicao se meten en Quito

Gonzalo Pizarro a la sazón había andado siguiendo al Virrey por otrocamino y puestos en el mismo paraje, supo cómo su capitán Bachicao habíallegado con su armada, al cual envió a mandar que dejase la gente arecaudo y se viniese a solas a ver con él. Algunos quisieron decir quehizo esto Pizarro de temor, pero al último -415- Bachicao hizo lo quese le mandó, pero no fue bien recibido de Pizarro, antes le mostró tenerlemuy mala voluntad, por las muchas quejas que de él había oído y por lasenormidades que en muchas partes había usado.Pero al fin Pizarro se metió en Quito y lo mismo hizo la gente deBachicao, que hecha todo un cuerpo serían por todos mil y trescientos bienarmados, y allí descansó algunos días.

Pizarro envía a Panamá al capitán Hinojosa con el título de GeneralEstando así, Pizarro determinó de enviar al capitán Pedro de Hinojosa aPanamá con trescientos hombres, los mejores de su ejército, recelándoseque el Virrey no se fuese por la vía de Panuco a Panamá y que allí setornase a fortificar y volviese sobre él pujante. Y dándole al Hinojosa eltítulo de General de aquella gente, le envió, por ser el hombre de suscapitanes de quien tenía más confianza que en ningún otro, y envió en sucompañía a los capitanes Rodrigo de Caravajal y a Juan Alonso Palomino. Yasí marchando con la gente, llegaron al puerto donde Bachicao había dejadolos navíos y embarcándose en ellos hicieron vela, la vuelta de Panamá, queno pasaron muchos días que no llegaron allá, como en su lugar se dirá.

Los vecinos de Panamá deciden resistir a Bachicao y alzan bandera por SuMajestad

Como Bachicao hubiera hecho tantas injusticias en Panamá durante el tiempoque en ella estuvo quedaron todos los vecinos de allí, los de Nombre deDios como los de Panamá, tan mal con él que de todos era deseada la muertey creyeron que llegado a Gonzalo Pizarro lo -416- tornara a enviar,

 para lo cual acordaron de ponerse en armas y a él y a otros cualquiercapitanes defenderle la entrada. Y así como lo pensaron lo pusieron porobra y arbolaron bandera y a nombre de Su Majestad crearon un Capitánllamado Juan de Illanes, con cierta gente por virtud de ciertas

 provisiones que el Virrey les había enviado desde Tumbes. Por manera quelos de Panamá juntarían de trescientos hombres para arriba y tenían susguardas y centinelas por la costa, a título que no viniese navío ni barca,

ni bergantín de Perú que no lo supiesen antes de acostárseles a tierra,recelándose de arma de Pizarro.

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Parte el Virrey a la Gobernación de Benalcázar. Es bien recibido

Vista por el Virrey su perdición y cómo no era ya parte para contrastarcon Gonzalo Pizarro, por la mucha pujanza que tenía de gente, armas ycaballos, determinó de se ir a juntar con el gobernador Benalcázar, y de

 parte de Su Majestad requerirle que le diese favor y ayuda en sugobernación. Y así fue que Benalcázar, como bueno y leal a la corona real,hizo todo su posible y le favoreció con gente, armas y caballos ycapitanes, y no solamente esto, pero con su persona se ofreció ir a servira Su Majestad, como después en efecto lo hizo. Y como el Virrey ignorabalas grandes provisiones que Gonzalo Pizarro había hecho, especialmente enPanamá, determinose de enviar al capitán Vela Núñez su hermano, con otroscapitanes a Panamá, por un puesto que está en la gobernación de

Benalcázar, que se llama Buenaventura. Y como sabía que en Panamá debía dehaber gente a nombre de Su Majestad, determinose de hacer ciertas

 provisiones y enviolas y hasta quince mil pesos que gastasen. Por maneraque cuando el capitán Hinojosa, pizarreño, partió con su armada fuesederecho al puerto de la Buenaventura, donde por indicios alcanzó como treso cuatro -417- leguas de que allí estaba Vela Núñez, hermano delVirrey, y se venía a embarcar en aquel puerto, con su gente en un navíosólo que él tenía.

Hinojosa apresa a Vela Núñez y parte a PanamáSabido y bien certificado de esto el capitán Hinojosa, mandó desembarcartoda su gente y envió de los suyos los que le pareció, por el camino dondehabía de venir el capitán Vela Núñez, los cuales se dieron tan buena mañaque sin escapárseles ninguno de ellos les prendieron y echaron en muyfuertes prisiones y llevándolos presos en las naos sieron vela y al cabode cuatro o cinco días llegó el capitán Hinojosa a Panamá donde hubo ungran alboroto con ver las velas, por lo cual salidos los de Panamá a lamarina con sus banderas desplegadas, determinaron antes morir todos que

 permitir que hombre de Pizarro saltase en tierra.

Hinojosa usa de astucia para entrar en PanamáComo el capitán Hinojosa dio vista a Panamá, surgió en el lugar másconveniente que le pareció y echó luego un mensajero en tierra con unacarta a la justicia, haciéndales saber cómo él venía a aquella ciudad pormandato del gobernador Gonzalo Pizarro, no para agraviar a nadie, antes

 para desfacer los agravios y sinrazones que su capitán Bachicao había

hecho, y que a esto venía y que también traía gran suma de oro pararestituir a todos los que se les había tomado oro, o ropas, a título de

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  que no hubiese ningún quejoso. Y que pues él venía con este buen propósito, que no se deberían alterar, ni se pusiesen en defensa, porque o por fuerza o por grado había de desembarcar su gente, y que en lo demás,que daba su palabra y fe de caballero que ningún daño ni -418- enojo,

 por él ni por los suyos se les haría. Vista la carta por la justicia y

vecinos de Panamá, consultaron sobre lo que debían hacer y pararon en quese resolviesen de antes morir que hombre de Pizarro entrase en la tierra.Y ésta fue la respuesta que se le envió. El cual como hombre determinado,

 propuso morir antes que dejar de ejecutar a lo que venía. Y así con estadeterminación, estando media legua de Panamá, mandó desembarcar toda sugente en una llanura.Los de Panamá que esto veían, salieron luego fuera de la ciudad y puestosen buena ordenanza representaron la batalla a los de Hinojosa, que tambiénvenían hechos sus escuadrones, los más arcabuceros. Por manera que se

 pusieron y afirmaron los unos de los otros a tiro de arcabuz y estuvieronasí buen rato, tanto que se estimó por milagro aquel día no darse una

cruda batalla según se conocía a todos el deseo de pelear. En conclusiónque fue Nuestro Señor servido de poner su mano entre medias y fue de estamanera: que capitularon que la gente de Hinojosa no entrase en Panamádentro de cuarenta días, sino que fuesen con su armada a una isla muycerca de la ciudad, el cual estando allá tuvo tales mañas que a fuerza decohechos, dentro de quince días se le pasó la más de la gente, y fue lacausa de haber en la ciudad parcialidades diferentes, a una los mercaderestratantes por no perder sus haciendas mitigaban cuanto podían; los otroseran los vecinos y soldados que tenían poco que perder, quisieran que semetiera a barata. Por manera que cumplidas las treguas de los cuarentadías, luego Hinojosa, sin resistencia ninguna, entró con toda su gente enPanamá, y de los de la ciudad que servían a Su Majestad se le pasó elcapitán Juan de Illanes y otros de que no tengo entera la memoria.

-419-

Conoce Pizarro en Quito que el capitán Diego Centeno se ha alzado por SuMajestad en las Charcas. Centeno es vencido por fuerzas de Pizarro almando de ToroComo Pizarro volvió a Quito donde había ido en seguimiento del Virrey,

como dicho es, estaba poderoso, que tenía pasados de mil hombres de guerray muy ufano en saber cómo su capitán Hinojosa había preso a Vela Núñez,hermano del Virrey, y a los demás y de cómo se había apoderado de Panamá.Estando en esto llegó un mensajero con cartas que le daban aviso cómo enlas Charcas, que es una ciudad la postrera de la gobernación, que estarádoscientas leguas más adelante del Cuzco, en el camino que va a Chile,estaba un caballero que se llamaba Diego Centeno y que se había alzado ennombre de Su Majestad, con algunos amigos suyos, y había muerto a

 puñaladas a un Capitán de Gonzalo Pizarro que allí estaba, llamadoAlmendras, que estuvo en la dicha ciudad de las Charcas por Teniente deCapitán de Pizarro, y tomó la más gente que pudo, con ánimo de venir sobre

el Cuzco y apoderarse de él, y que como esto había sabido otro Capitán dePizarro que estaba en el Cuzco, aderezose para ir contra Centeno, que

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  sabía que venía. Lo cual sabido por Pizarro proveyó que su Maestre deCampo, Caravajal, a la ligera, saliese en su nombre a dar orden cómoapaciguar aquellos alborotos y castigase al capitán Diego Centeno. El cualluego se puso en camino y se recogió y juntó gente y moneda por los

 pueblos donde iba, para haber de efectuar la empresa; y llegado a la

ciudad de Lima hizo en ella doscientos hombres, donde fueron hechastiranías a muchos, como tiranos y traidores que eran, ahorcando y matandoa todos aquellos que él creyera que no lo seguían de buena gana. Y sicopiosamente se hubieran de escribir las hazañas de este Caravajal y susmaldades y desafueros, fuera un proceso infinito de sólo él y de suscosas. Por manera que con la gente que juntó en esta ciudad de Los Reyes,se puso en camino, y en poco tiempo llegó a la -420- ciudad del Cuzcoy dentro de ella halló al capitán Toro con alguna gente, que había dado ya

 batalla al capitán Diego Centeno y le había desbaratado y muerto algunagente y otros muchos había ahorcado y justiciado. Y el capitán DiegoCenteno se había escapado con alguna gente y se había ido con ciertos

indios lejos de las Charcas y no sabía dónde se hubiese hecho.

Melchor Verdugo se alza en Trujillo por Su Majestad. Albenino cae presoEstando los negocios en este estado, un vecino de la ciudad de Trujillo,llamado Melchor Verdugo, que era enemigo de Gonzalo Pizarro, y servidordel Virrey, determinó de alzarse con el pueblo de Trujillo, en nombre deSu Majestad, acompañado de algunos amigos suyos y así lo puso por obra. Yuna mañana so cierto achaque juntaba todas las personas de quien más teníaconfianza y llamábalos de parte de Verdugo, rogándoles que se fuesen a sucasa, que tenía que negociar con ellos, por cuanto él estaba maldispuesto, y de que los tenía allí los aprisionaba en diferentesaposentos. Por manera que en término de medio día tenía presos sesenta, osetenta personas, los de quien él más se temía. Y luego con mano armada

 prendió a todos los demás y alzó bandera por Su Majestad y tomó un navíoque estaba en el puerto en el cual embarcó toda su hacienda y la de SuMajestad e hizo ciertos autos y mandó dar ciertos pregones en nombre de SuMajestad, y así hizo otras diligencias. Al cabo de ocho días se metió enel navío y él y sus amigos se hicieron a la vela, y desde a poco tiempo se

fueron a Nicaragua, que es una provincia que confina con Nueva España, yallí desembarcó con propósito de hacer gente y volver a la costa del Perú,en demanda del Virrey y juntarse con él y servirle en todo lo a él

 posible. En este alzamiento de Melchor Verdugo vine yo su prisionero,aunque no tengo que quejarme de él, porque me hizo -421- toda cortesíay antes me favoreció que no me agravió en cosa.

Francisco de Caravajal derrota al capitán Diego Centeno. Crueldades de

CaravajalEn este tiempo estaba en el Cuzco el maestre de campo Francisco de

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  Caravajal fortificándose y haciendo gente, no con otro propósito sino de prender al capitán Diego Centeno y a otros que con él iban y hacer justicia, porque bien conocía tener en él un verdadero enemigo.Estando en esto, saltó por la parte donde estaba Diego Centeno un Capitáncon doscientos y tantos hombres, que había más de tres años que eran idos

a una entrada. El Capitán se llamaba Diego de Rojas e hizo la dichaentrada con provisiones de Vaca de Castro, después de la batalla deChupas, y había entrado en la dicha tierra y había sabido salir y andaba

 perdido muchos días había; y diose tal maña con aquella gente el capitánDiego Centeno, que los atrajo a todos a su voluntad y juntos con él setornó a meter en las Charcas, lo que sabido por el Maestre de Campo queestaba en el Cuzco, luego se puso en camino con su gente, y como DiegoCenteno lo supo, hizo lo mismo, saliéndole al encuentro. Y llegados unos avista de otros, como la gente de Centeno estuviese mal armada y por elcontrario la de Caravajal mucho bien, fue luego desbaratado. El capitánDiego Centeno se retiró con sola su persona, y los que pudieron escapar

hicieron lo mismo. Como el Maestre de Campo se vio tan victorioso, comenzóa usar de sus crueldades y ahorcó a unos y degolló a otros y robó a todos.Y viose otras muchas y muy grandes tiranías, que no se podría escribir.

-422-

Sale el virrey Blasco Núñez de Vela de la gobernación de Benalcázar conrumbo a Quito, en busca de PizarroDurante el tiempo en que el Virrey estaba en la gobernación de Benalcázarhaciendo gente, preparándose de armas y arcabuces y caballos, para venircontra Gonzalo Pizarro, halló muy buena voluntad en el gobernadorBenalcázar, el cual le favoreció con todo lo a él posible. Y no solamentedándole lo que tenía y podía, pero aun ofreciéndole su persona para la

 jornada. El Virrey estaba con gran pena por verse tan mal afortunado y noacertar en cosa que hacía, y ver cómo le habían preso a su hermano Vela

 Núñez y a los demás capitanes en el puerto de Buenaventura, y de todorecibiendo la pena que he dicho, lo mejor que pudo juntó algunos más decuatrocientos hombres de guerra, razonablemente armados. Y como con ellosse vio en campo, como hombre determinado de morir o vencer, se puso encamino, marchando la vuelta de Quito, donde al presente estaba Gonzalo

Pizarro con setecientos hombres de guerra o poco menos. Algunos dicen queel Virrey pensó que Pizarro se hubiese salido de Quito, y se hubiesevuelto a Los Reyes y dejado en Quito al capitán Pedro de Puelles contrescientos hombres.Sabido por Pizarro cómo el Virrey se venía allegando contra él, apercibiósu gente y púsola en orden lo mejor que pudo, y de que supo que llegabadiez leguas de Quito, salió Pizarro con su gente hacia donde el Virreyvenía. Y una tarde estando Gonzalo Pizarro con todo su ejército desde alcabo de un río, vieron al Virrey que tenía asentado su real de la otra

 parte de él y a la ligera, por otro camino, fuese a meter en Quito.Visto otro día por la mañana por los de Gonzalo Pizarro que el carruaje se

estaba en el mismo lugar, creyó que todavía estaba el ejército entero yluego, siendo medio día, se supo la verdad de todo lo que pasaba.

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-423-

Gonzalo Pizarro piensa que el Virrey no quiere darle batalla y se sitúa

media legua fuera de Quito. Combate el Virrey con Pizarro y es vencido.Muerte del Virrey. Benalcázar queda herido. Crueldades de la gente dePizarro después de la batalla. Degüello de prisioneros y rendidosY pensó Gonzalo Pizarro que el Virrey no le quería dar la batalla sinohurtarle el cuerpo y bajarse con su gente a los llanos y allí dio lavuelta sobre Quito, y otro día llegó a él y la gente del Virrey también auna legua. Por otra parte, Gonzalo Pizarro no se quiso meter en la ciudad,antes a media legua, poco más o menos, ordenó sus escuadrones para esperaral Virrey, el cual entró en la ciudad con toda su gente y asentó su realen medio de la plaza de Quito, y sin apearse del caballo hizo colación ysalió con su gente por una calle de la ciudad que iba al campo donde

estaba Gonzalo Pizarro, y en ordenanza marchó a vista de los enemigos, quecomo llegaron a tiro de arcabuz los unos de los otros, comenzaron adisparar su arcabucería en tanta manera que de las primeras rociadasfueron heridos y muertos, de ambas partes, más de doscientos y cincuentahombres. Y arremetieron los unos a los otros; desde luego fue conocida lavictoria por Gonzalo Pizarro. Y fueron tantas las crueldades y muertes queallí pasaron, que otras tales hasta entonces no se han visto.Entró en la batalla el Virrey con una camiseta de indio sobre las armas yluego que fue preso fue mandado degollar en el campo y con él otrosmuchos, hasta cantidad de trescientos hombres, de ellos en la batalla y deellos después de rendidos. Entre ellos fue muerto el capitán Juan deCabrera, General del gobernador Benalcázar y un sobrino del Virrey llamadoSancho Sánchez y otras muchas personas de calidad. Fueron heridos elgobernador Benalcázar y don Alonso de Montemayor y el licenciado Álvarez,Oidor de Su Majestad, y después los mataron a ellos y a otros muchos que-424- ahorcaron y degollaron. Y decía el pregón: ésta es la justicia quemanda hacer Gonzalo Pizarro a estos hombres traidores. Y luego quecortaron la cabeza al Virrey, el capitán Pedro de Puelles la puso en la

 picota y allí la tuvieron hasta que Gonzalo Pizarro mandó que la quitaseny enterrasen el cuerpo, y a todos los demás, y para haberlos de enterrarhacían un hoyo y de cincuenta en cincuenta los echaban dentro. Fueron

tantas las afrentas y muertes que los del Virrey pasaron, que no haylenguas que lo puedan contar.

Prisiones ordenadas por Pizarro. Manda a Benalcázar a su gobernación.Pedro de Puelles se queda en Quito por Pizarro, mientras éste parte a SanMiguel. Destierros a ChileLuego que hubo dado la batalla, Gonzalo Pizarro mandó prender muchas

 personas de las más señaladas que con el Virrey habían andado, entre las

cuales fueron don Alonso de Montemayor y el capitán Rodrigo Núñez deBobadilla (sic) vecino de la ciudad de Quito, y al contador Francisco

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  Ruiz, otro vecino de Quito, y otros muchos a los cuales desterró para la provincia de Chile, para lo cual proveyó por su Capitán a Antonio deUlloa, para que llevase socorro de Villalobos que había siete años queandaba conquistando aquella tierra y por falta de gente no la había podidosujetar. Al gobernador Benalcázar mandó Gonzalo Pizarro curar de las

heridas y que se tornase a su gobernación. Y como a Gonzalo Pizarro le pareciese que muerto el Virrey no había de quién temerse, determinó de bajar a los llanos y venirse a Lima, y así lo hizo, despidiendo la mayor parte de la gente. Y dejó en Quito por su Capitán General a Pedro dePuelles, con trescientos hombres. Y luego se partió camino de San Miguel,y a cuatro leguas dejó fundado un pueblo de trescientos vecinos, en una

 provincia de indios que hasta aquel tiempo había estado de guerra, y dejódentro por Capitán a Mercadillo, y repartió en los trescientos vecinos-425- los indios de aquella provincia y dejó con el dicho Capitán algunagente de guerra y vínose Gonzalo Pizarro a San Miguel, donde fue recibidocon mucho triunfo y en la ciudad de Los Reyes lo mismo. Y mostraba en su

aspecto y gravedad ser otro Julio César o Aníbal cuando entraban en Romavictoriosos. Y era tanta la majestad que este tirano tenía, que no se

 puede decir ni creer.

Melchor Verdugo sale de Nicaragua para auxiliar al Virrey ignorando sudescalabro. Combate con Pedro de Hinojosa y es derrotado por ésteMelchor, que estaba en la provincia de Nicaragua, determinado de señalarseen el servicio de Su Majestad, pidió a la Audiencia Real que reside enaquellas partes, provisión de Capitán para con tal conducta hacer gente ycon ella irse en socorro del Virrey, pensando hallarlo todavía poderoso. Yal último le fue dada la conducta por Su Majestad y ayuntó hasta cienhombres y en ciertos bergantines, navegando por la mar del Norte, fue conellos y con los cien hombres que tenía juntados, a dar sobre Nombre deDios, donde estaba por Capitán don Pedro de Cabrera, puesto en aquellaciudad por el general Pedro de Hinojosa. Y una noche llegado al puertodesembarcó con la dicha gente. Y como Pedro de Cabrera estaba sin sospechay no tan proveído como debía, Melchor Verdugo se apoderó aquella noche del

 pueblo y don Pedro de Cabrera y Hernán Mejía, Veinticuatro de Sevilla, su

yerno, se salieron y fueron a Panamá, donde hallaron al general Pedro deHinojosa con trescientos hombres. Que como supo que el capitán MelchorVerdugo había entrado en Nombre de Dios, determinose, con la gente quetenía, de ir sobre él. Verdugo habíase dado tan buena maña con los de laciudad de Nombre de Dios, que dentro de cinco días que llegó, tenía ya

 juntos cuatrocientos hombres, vecinos y estantes de la ciudad. Y como sevio con tanta gente y tan honrada, que los más -426- eran mercaderes,

 pensó de señalarse en hacer un notable servicio a Su Majestad. Y allíestando supo la nueva de la muerte del Virrey, su desbarato en Quito.Pedro de Hinojosa comenzó a marchar de Panamá, donde estaba, la vuelta del

 Nombre de Dios con doscientos y cincuenta hombres bien armados y al cabo

de cinco días llegó donde estaba el capitán Verdugo y allí tuvieronreencuentro, en que los doscientos y cincuenta del tirano desbarataron los

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  cuatrocientos del capitán Verdugo, que eran los que seguían la parcialidadde Su Majestad. Morirían de los de Verdugo cuarenta hombres y hubo otrostantos o más heridos.De la parte de Hinojosa murieron el capitán Rodrigo de Caravajal y sualférez Jerónimo de Caravajal y otros algunos señalados. Melchor Verdugo

se escapó, huyendo en una nave que en el puerto estaba y fuese en ella aCartagena y a Santa Marta, para recoger alguna gente y con ella tornarsobre Nombre de Dios.

Verdugo se encuentra en Cartagena con don Pedro de La Gasca, quien leenvía de inmediato a Castilla, para que informe de los sucesos hastaentonces ocurridosAndando en estas peregrinaciones, topó con el Presidente, el doctor Pedro

de La Gasca, que Su Majestad le enviaba proveído a estas partes sobre losnegocios de esta tierra; y lo topó sobre Cartagena y lo mandó fuese a darcuenta y a informar a Su Majestad de todo lo pasado. El Presidente noquiso, como hombre sabio que era, entrar en la tierra con rigor sino contoda clemencia y desde allí despachó a Melchor Verdugo a Castilla, dondeal presente está.

-427-

Pedro de Hinojosa informa a Pizarro la llegada de La GascaPor la muerte del capitán Rodrigo de Caravajal, que fue muerto en Nombrede Dios, fue dado el nombre de Capitán en su lugar a Hernán Mejía,Veinticuatro de la ciudad de Sevilla, yerno del capitán Pedro de Cabrera,también de la ciudad de Sevilla, que tenía compañía de hasta cienarcabuceros y le dejó en Nombre de Dios el general Pedro de Hinojosa porguarda de la tierra, y tornándose él a Panamá, despachó en un navío unmensajero a Gonzalo Pizarro, dándole aviso del suceso de la batalla de

 Nombre de Dios y de la nueva habida de la venida del doctor de La Gasca por Presidente y cómo venía resuelto a pasar a estas partes del Perú aordenar la tierra conforme a como él traía de instrucciones, lo cual hasta

entonces no había querido manifestar ni descubrir a nadie, más que traíados letrados que decían que eran para Oidores y que para ella venían proveídos de Castilla y que se había de asentar Audiencia Real en estatierra, de lo cual todo bien cumplidamente avisó a Pizarro.

Llega La Gasca a Nombre de Dios y pasa luego a Panamá desde donde escribeuna carga a Gonzalo Pizarro por no poder pasar al Perú como lo deseabaDonde a pocos días llegó el Presidente a Nombre de Dios y fue muy bien

recibido del capitán Hernán Mejía que en aquella ciudad residía, y quierendecir algunos, que así se debe creer, que sería que desde luego se ofreció

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  con su gente al Presidente por servir a Su Majestad, aunque debajo desecreto, para cada y cuando de él hubiese necesidad.Dentro de a pocos días el Presidente se fue a Panamá, donde como Hinojosasupo su llegada le salió a recibir -428- alegremente, acompañado deotros capitanes. Venía a la sazón con el Presidente Alonso de Alvarado,

 persona muy valerosa en estas partes y hombre que tenía muchos amigos enla tierra, por haber siempre tenido en ella muy honrados cargos, así en lavida del marqués Pizarro como gobernando Vaca de Castro. Llegado elPresidente a Panamá, quisiera sin dar cuenta a nadie de lo que traía decomisión de Su Majestad y sin mostrar sus poderes y provisiones, pasar aesta tierra, lo cual el general Pedro de Hinojosa no quiso consentir,antes como persona poderosa le impidió, hasta que sobre ello escribiese aGonzalo Pizarro, cuyo General era, para que en el caso le mandase lo quedebiese hacer. Y sobre todo quisiera mucho Hinojosa que el Presidente seaclarara con él y le diera cuenta de la instrucción y provisiones que deSu Majestad traía, lo cual, como persona tan docta, jamás por entonces se

 pudo acabar con él, y en estas contiendas estuvieron algunos días. Demanera que visto por el Presidente cómo le estorbaba la ida y pasaje de su

 persona a esta tierra, determinó de escribir una carta a Gonzalo Pizarro yenviarla con un mensajero y con los despachos, lo cual todo se hizo deconsentimiento de Hinojosa. La carta era de tres pliegos de escritura ytan persuasiva del servicio de Su Majestad cuanto nadie tan bien ycumplidamente, ni con tanta melosidad ni clemencia la pudiera escribir.Refiriéndole el daño que de dejar de servir a Su Majestad se le podíarecrecer, y por el contrario, la honra y utilidad de servirle, demás de laobligación con que nacimos de ser suyos y allende de esto, le envió untraslado de otra carta que Su Majestad enviaba a Gonzalo Pizarro desdeAlemania, autorizada de escribano, para que se diese cumplido crédito y ennada pretendiese ignorancia. En la cual carta, Su Majestad le mandaba queen todo obedeciese al Presidente, como a su propia persona y que haciendoasí, Su Majestad tendría respeto a los servicios del Marqués su hermano, ya los suyos. Por manera que habiendo escrito el Presidente todo losusodicho, cerró sus despachos y en un navío suyo envió con ellos uncriado llamado Pedro Hernández Paniagua, para que personalmente se

 presentase ante Gonzalo Pizarro, -429- que al presente estaba en Lima,y cobrase la respuesta y con la mayor brevedad posible tornase con ella aPanamá, porque así haría como viese.

Pizarro celebra consejo con sus partidarios al saber la venida de LaGasca. Pide para sí el gobierno del PerúComo Pizarro recibió en esta ciudad los despachos que su general Hinojosale envió con Diego Velásquez, en que le daba aviso de la venida delPresidente y de los Oidores, desde luego se temió que entrando en latierra el Presidente, no le sucediese mal su propósito. Y llamó a suscapitanes, entre los cuales hubo consulta y allí mismo juntó en ella

muchos de sus amigos, y al licenciado Cepeda, para tratar del medio quetendría para haberse de sustentar. Y al cabo de haber mucho tratado del

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  negocio, acordó de enviar a su Teniente, que mucho tiempo había sido,llamado Lorenzo de Saldaña, que fuese a Panamá y que si ahí no hallaba alPresidente, se embarcase y viniese a Castilla a informar a Su Majestad detodo lo sucedido, y pidiese la gobernación de esta tierra para Pizarro, dela misma manera que lo había sido el marqués don Francisco, su hermano. Y

 para el Presidente llevó su parecer firmado de setenta vecinos, los más principales de esta tierra, en que le certificaban que para la pacificación de esta tierra no convenía que el Presidente pasase al Perúsino que desde luego diese el gobierno a Gonzalo Pizarro, y dejándose dehacer esto, no dejaría de haber en la tierra alborotos, muertes, robos ydisensiones. Los vecinos del Perú que firmaron este parecer, todos o lamayor parte firmaron de miedo y contra su voluntad, por manera que coneste requerimiento se tornase. Al cabo de un mes llegó a Panamá elmensajero y se vio con el Presidente.

-430-

Desdichada suerte de dos capitanes del virrey Núñez de VelaHabíaseme olvidado decir cómo cuando el General de Pizarro, Hinojosa, fuede Quito a Panamá, y en el puerto de la Buenaventura prendió a Vela Núñez,hermano del Virrey, y a otros tres capitanes y los llevó presos en unnavío. Al cabo de algunos días, después de haber llegado a Panamá con elcapitán Alarcón, deudo del general Hinojosa, los envió en un navío aGonzalo Pizarro. Y como llegó el capitán Alarcón en un puerto cerca deQuito, escribió a Gonzalo Pizarro enviase a mandar lo que debía hacer delos prisioneros. El cual escribió luego, que a dos de ellos los ahorcase,de los cuales era el uno Sayavedra, que había sido Sargento mayor delVirrey, y el otro era Lerma, que había sido Capitán o Alférez.A otro Capitán, llamado Rodrigo Mejía, llevaron preso a Quito ante GonzaloPizarro, que después de haberlo visto, lo mandó soltar, con que diesefianza de vivir siempre a su servicio. Y de allí desde en adelante andabacon él, aunque tenía gente que miraba por ellos.

La Gasca se atrae la confianza y simpatía de los capitanes de Pizarro enPanamá. Amplitud de los poderes que traía consigoDespués que el Presidente despachó a Paniagua, su criado, a esta tierra dePanamá, con los despachos para Gonzalo Pizarro, luego procuró con su muygran prudencia hacerse tan familiar y amigo de los capitanes que ahíestaban de Gonzalo Pizarro, que en pocos días hacía de ellos todo lo quequería, en tal manera que los capitanes Hernán Mejía, Juan Palomino yPablo Meneses se le ofrecieron por sus servidores y de Su Majestad y quesi Gonzalo Pizarro no quisiese hacer el mando del Presidente, -431-que por fuerza le harían que lo hiciese o se tornarían sus enemigos. Todolo cual se trató secretamente entre el Presidente y el comendador Alonso

de Alvarado y los tres capitanes, sin que de ello se diese parte, ni loalcanzase el general Hinojosa, y todos se comprometieron poner en efecto a

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  su tiempo lo concertado. Y como el Presidente tuvo de ellos lacertidumbre, luego les mostró las provisiones que de Su Majestad traía,que fueron tan copiosas cuanto las que príncipe alguno haya dado más a sucomisario; porque traía poder para perdonar en nombre de Su Majestad acualesquier personas que hubiesen delinquido, aunque hubiesen cometido

crimen de lesa majestad y que los perdones que hiciese fuesen tan firmes yválidos, como si la propia Majestad personalmente los hiciese.Y sobre esto traía provisiones para que en todas partes de Indias, así enel mar del Sur como del mar Océano, que en todas partes fuese obedecidoser Presidente el doctor de La Gasca, y favoreciesen su apellido como sila propia persona real lo mandase, así con gente de guerra, como conmunición, caballos, bastimentos, navíos, oro, plata; que con todo leacudiesen a su voluntad, sin cuenta ni medida, sino por sólo su mandado,sin ningún otro requerimiento, bajo graves penas y de caer en caso detraidores. Y allende de todo ello, traía provisión para poder tomar

 prestado sobre las rentas de Su Majestad, toda la suma de oro o plata que

 por bien tuviese. Lo cual visto por los capitanes se esforzaron más en locapitulado, con determinación de morir o de reducir la tierra al serviciode Su Majestad.

Saldaña e Hinojosa hablan con La GascaComo el capitán Lorenzo de Saldaña llegó a Panamá y se vio con el generalHinojosa, fueron ambos juntos y hablaron con el Presidente acerca de losnegocios de la tierra, y nunca jamás concertaron cosa, porque como el-432- General sospechaba que el Presidente tenía poderes cumplidos de SuMajestad, importunaba diese la gobernación de la tierra a Gonzalo Pizarro,el cual no lo quiso hacer por ser cosa tan injusta.Y en éste y en otros muchos negocios trajeron siete u ocho días, sinefectuar cosa alguna.

Tres capitanes tratan con Hinojosa y se someten a La Gasca. Hinojosa hace

lo propio. Panamá alza bandera por Su MajestadY al cabo de pocos días, los tres capitanes determinaron de aclararse conel General, y para habérselo de decir se ofreció al Presidente el capitánPalomino, el cual un día, acompañado de una docena de arcabuceros y bienarmados, fuese a la posada del General y entrándose con él en su cámara lecontó todo lo que estaba concertado entre él y sus compañeros y elPresidente; y certificándole que queriendo ser él también en ello, quequedaría por General del ejército de Su Majestad, y que de otra maneratenía gran riesgo. El general Hinojosa, como hombre cuerdo, respondió queera muy contento y que le certificaba que su deseo siempre había sidoservir a Su Majestad y que desde luego se conformaba con la voluntad del

Presidente. Y allí juntos se fueron a su posada, donde dieron orden entodo lo que adelante en nombre de Su Majestad se había de hacer.

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  Y capitulose que desde luego se le hiciese saber a Gonzalo Pizarro y a sussecuaces todo lo concertado. Y así mismo que se avisase generalmente atodos los delincuentes de la tierra, que en las alteraciones pasadashubiesen sido culpados, que viniesen luego al servicio de Su Majestad yque de otra manera no gozasen del perdón general, y el que no viniese a

dar la obediencia a Su Majestad, o al Presidente en su nombre, fuese publicado por traidor e incurriese en las penas en que caen los traidores-433- a su Rey. Y así esto como otras cosas capitularon en pro de latierra y de los vecinos y pobladores de ella, y luego fue el capitánPalomino a un galeón de la armada que estaba en el puerto de Panamá y tomóla posesión por Su Majestad y alzó bandera en su nombre.Cuando el capitán Palomino fue a hablar a Hinojosa, su General, fue condeterminación que diciéndole de no, darle de puñaladas. Pero él fue tancuerdo que, conocida la razón y obligación que tenía de servir al Rey,hizo lo que debía. Y así quedó por General en nombre de Su Majestad, comocon él se estipuló.

La Gasca acopia refuerzos en PanamáLuego que el Presidente hubo reducido al General y capitanes al serviciode Su Majestad, sin pérdida de tiempo, a toda diligencia, hizo mensajerosa Nueva España y a la Española y a todas partes comarcanas, para que entodas ellas, a costa de Su Majestad se hiciese gente de guerra y comprasencaballos, armas y municiones y todo se enviase a juntar a Panamá, para deallí partir, cuando sirviese el tiempo, con gruesa armada al Perú. Pormanera que a cabo de pocos meses se hizo la junta en Panamá de todo lonecesario para el dicho efecto.

Juan Vedrel construye una galera para La Gasca y ella sale aunque pequeñamuy gentilLuego mandó el Presidente que se hiciese una galera, para lo que se

 juntaron todos los carpinteros de ribera que pudieron ser habidos en toda

aquella tierra y fueron a haberla de hacer a una isla cercana de Panamá,en el mar del Sur, llamada Las Perlas, y dio el encargo del negocio a JuanVedrel, vecino de Panamá, mercader -434- catalán, que se dio tan buenamaña, que dentro de tres meses la tuvo acabada, y aunque pequeña, saliómuy gentil vaso, de cuarenta y tantos remos, que fue mucho para el lugardonde se hizo.

Pizarro se ve forzado a enviar desde el Perú seis navíos a Panamá

Como Gonzalo Pizarro tenía diez o doce navíos en el puerto de esta ciudad,y a la sazón el Presidente no sabía si pasaría tan presto. Pero no

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  embargante, se apercibía con toda diligencia para que cada y cuando fuesemenester partir, los tomase puestos en concierto, y a la sazón tenía elPresidente en Panamá más de ocho navíos, en los cuales era imposible pasartoda la gente. Y Gonzalo Pizarro no despachaba los navíos, aunque eraimportunado de los mercaderes que enviase navíos en que pudiesen pasar las

mercaderías que tenía en Panamá. De manera que queriendo hacerles placer,envió seis navíos, en los cuales vinieron muchos mercaderes y trajerongran suma de oro para emplearla en Panamá y cuando llegaron fueron bienrecibidos del Presidente y luego mandó a todos los maestres que seaderezasen porque quería pasar en esta tierra para el fin del mes demarzo. Por manera que en todo se dio tan buena maña cuanto fue posible.

Gonzalo Pizarro intenta inútilmente deshacerse de La Gasca en Panamá

Como Gonzalo Pizarro estaba escandalizado y temeroso con la venida delPresidente, envió a la postre un navío a Panamá, con un recado a sugeneral Hinojosa, en que le enviaba a mandar que degollase al comendador ymariscal Alonso de Alvarado, y a don Pedro de Cabrera -435- y a HernánMejía, por cuanto los tenía por sospechosos. Y que recogiese toda la másgente de guerra que pudiese y armas y caballos en Panamá y en Nombre deDios, y tomase los más navíos que hallase y en ellos se retirase al Perú.Y antes que saliese de Panamá dejase embarcado al Presidente. Y así mismoque negociase cómo fuese por piloto uno que él enviaba, en el navío delPresidente para que diese con él al través. Lo cual no hubo lugar nada deello, porque cuando llegaron estos despachos, ya el Hinojosa había alzado

 bandera por Su Majestad, y luego se publicó todo esto. Y desde luego seconoció muy abiertamente tener dañada la voluntad Gonzalo Pizarro, yquerer tener tiranizada la tierra a Su Majestad o morir en la demanda,como en efecto fue, según que adelante se dirá.

Gonzalo Pizarro ordena degollar a Vela Núñez, hermano del virrey Blasco Núñez. Destierra a Panamá al obispo Loaiza. Celada que Pizarro tendió a

Vela Núñez. Ni entre moros se vio cosa semejanteComo ya tengo dicho, Vela Núñez, hermano del Virrey, vino con GonzaloPizarro en son de preso, aunque preso, desde Quito, a esta ciudad, y comoera persona valerosa y de tanta calidad, atento a que había recibidomuchas afrentas y le habían muerto a su hermano el Virrey, recelándose nole hiciese algún motín, determinó de hacerlo matar y quisiera, parahaberlo de poner en efecto, tener algún color; pero pareciéndole que

 bastaba el odio que le tenía, determinó de usar con él una maña y fue queun Capitán, llamado Juan de la Torre, se le hiciese muy amigo, y que ambostratasen de huir en un navío, y aunque el Vela Núñez conoció que debajo deaquellas palabras podía haber algún engaño, era tanto el deseo que tenía

de salir de la tierra por estar entre enemigos, que consintió en la huida.Lo cual como le hubieron prendado de palabra, luego lo acusaron ante

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  -436- Gonzalo Pizarro, y el que denunció de él, el mismo Capitán, eincontinente se hizo información contra él y le fue dado tormento, en elcual, aunque no confesó, fue sentenciado a degollar, por el licenciadoCepeda, Teniente de Pizarro. Y luego fue sacado de la cárcel y puesto al

 pie de la picota de la ciudad de Los Reyes, con voz de pregonero que

decía: a este hombre por alborotador de los reinos, que fue una crueldad jamás nunca vista aun entre moros, cuánto más entre cristianos.Y luego hecho esto, Gonzalo Pizarro despachó los demás navíos a Panamá yenvió a su Maestro llamado Gómez de Solís, a que se fuese a Panamá anegociar cosas que le convenía. Y desterró en los dichos navíos al capitánRodrigo Mexía, compañero de Vela Núñez y al Prior de la Orden de SantoDomingo y a un Guardián de San Francisco y también se fue en los dichosnavíos el obispo Loaiza y así hizo a todos cuantos no eran sus amigos, loscuales enviaba con todos los diablos, como hombre que iba contra Dios ycontra Su Majestad.

La Gasca, para dar aviso del perdón de Su Majestad, despacha cuatro navíosdesde PanamáComo estos navíos llegaron a Panamá y supo el Presidente la muerte de Vela

 Núñez y cómo Pizarro estaba tan encarnizado contra las personas que semostraban servidores de Su Majestad, recibió gran pena, y desde luegoentró en consulta con sus capitanes y trataron de la orden que se había detener en la entrada de la tierra, recelándose de que Gonzalo Pizarro teníamucha gente en Lima y estaba esperando a su maestre de campo Caravajal,que venía con trescientos hombres de la ciudad del Cuzco; y el capitánPedro de Puelles tenía en Quito otros tantos, pero como Pizarro se habíadesposeído de los navíos, y el Presidente era absoluto señor de la mar,que tenía veinte navíos y mucha artillería y armas y municiones, entró enconsulta con sus capitanes y determinó -437- de enviar un capitán concuatro navíos bien armados, con provisiones en que hacía perdón general atodos los que viniesen a servir a Su Majestad y fueron los nombrados paraesta jornada, por General, Lorenzo de Aldana, en un galeón con ochentahombres y al capitán Juan Alonso Palomino en otro navío con cien hombres yHernán Mexía, Veinticuatro de Sevilla, en otro, con otros ciento; y a Juan

de Illanes, con veinte, que era por todo a trescientos, que no solamenteiban muy bien armados, con mucha artillería, pero llevaban provisiones del perdón y otras muchas mercedes que Su Majestad quería hacer a los que leviniesen a servir.Estos cuatro navíos salieron a mediados de enero de Panamá, que es elmejor tiempo de todo el año para tomar la costa de esta tierra, y llevabaninstrucciones de correr toda la costa y avisar a todos del perdón generaly de las mercedes que Su Majestad quería hacer. Y llevaban así mismomandado que ninguno de toda la gente saltase en tierra si no fuese a haceralgún salto, porque el Presidente era informado que muchos servían aPizarro por temor y no por voluntad, y porque estos tales con la vista de

los navíos, determinasen de alzarse contra Gonzalo Pizarro y se juntasenen algunas fronteras, porque el Presidente había de partir al fin de marzo

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  y había de hallar la tierra revuelta y se le pasaría mucha gente, como enefecto fue según adelante se dirá.

El presidente La Gasca se hace a la marHabiendo el Presidente despachado estos cuatro navíos, comenzó desde luegoa dar orden en despacho de su partida, porque como de todas partes acudiógente, armas y municiones y con setecientos hombres que tenía y dieciséisnavíos gruesos y pequeños y la galera, dio orden de repartirlos porcapitanes, y dio uno al capitán Pablo de Meneses y otro a don Pedro deCabrera y a su gente y otro a don Baltazar y otro a Gómez de Solís y al-438- adelantado Pascual de Andagoya, y por General de todos ellos aPedro de Hinojosa.Y los navíos que quedaban sin los dichos, dio a Juan de Vedrel y al Obispo

de Los Reyes, y con toda esa armada se hizo a la vela que fue a los veintede abril, que como era ya tarde y las brisas eran pasadas, llevó muy malanavegación. De manera que al cabo de un mes, poco más o menos, fue areconocer el armada a una isla en el más ruin paraje de toda la costa, enla cual llueve por ordinario todo el año unos aguaceros que parece que elcielo se rompe.Saltó en la isla el Presidente y con todos los más capitanes hizoconsulta, en que hubo parecer de que toda la armada arribase al puerto dela Buena Ventura y entrase en tierra del Perú por la gobernación deBenalcázar y fuese a dar a Quito, lo cual era muy gran trabajo porquehabía que caminar por la más mala tierra que hay en lo descubierto. Perono parando en esto se hubieron de hacer a la vela. Y pasando inmensostrabajos llegó el armada al primer puerto del Perú, en el cual pueblohalló el Presidente que estaban ya alzados por Su Majestad, por la vistade los cuatro navíos que habían aportado por allí, como adelante se dirá.

Ordena Pizarro se le avise la llegada de navíosComo a Gonzalo Pizarro no le hubiesen enviado despachos de Panamá tanto

tiempo había, temió no se le hubiese alzado el armada, porque antes queHinojosa se le hubiese levantado o alzado, cada mes le despachaba un navíocon avisos de lo nuevamente sucedido. Y como había seis meses que norecibía ningún despacho de él, comenzó a escandalizarse y a temer,mayormente habiendo visto los despachos y cartas que Paniagua le habíatraído, sobre lo cual proveyó que cada y cuando fuesen vistos navíos porla costa, le avisasen de ello, para -439- lo cual tenía puesto postasde mulas en los caminos, para que llegados los navíos a Tumbes, en brevetiempo lo supiese. A la sazón tenía por Teniente al capitán Diego de Moraen Trujillo, y en San Miguel a Bartolomé de Villalobos, el cual corriótoda la costa del mar con ciento veinte de a caballo; en Puerto Viejo

tenía puesto por Teniente al capitán Lope de Ayala, todos personas enquienes él mucho se confiaba. Como los cuatro navíos llegaron a la vista

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  de Puerto Viejo y surgían cada noche una legua de tierra y no saltaban enella, desde luego creyeron que era armada de Su Majestad, aunque no sabíande qué parte ni por qué vía viniesen. Sobre lo cual Lope de Ayala despachócorreo a Gonzalo Pizarro.

Puerto Viejo se declara por Su MajestadA la sazón hallose en Puerto Viejo un Francisco de Olmos que fue Capitándel Virrey y otro Diego Méndez que fue su Secretario. Éstos tenían muchosamigos y con ellos propusieron alzarse con el pueblo en nombre de SuMajestad, y así lo hicieron y prendieron al teniente Lope de Ayala y a suAlcaide, y pusieron Justicia de su mano en nombre de Su Majestad, y a unMorales, muy amigo que fue de Gonzalo Pizarro y aun harto delincuente enlos negocios pasados, hicieron proceso contra él y ahorcáronlo y el

Alcalde y Lope de Ayala quedáronse presos.

Diego de Mora decide levantar los vecinos de Trujillo por Su MajestadAl cabo de pocos días llegó a San Miguel el aviso que le enviaba GonzaloPizarro, desde Puerto Viejo, Lope de Ayala, y tenía ordenado que sustenientes siempre que por donde ellos estuviesen pasasen cartas para él,las pudiesen abrir y ver lo que contenían, para que conviniendo -440-hacer alguna provisión, ellos sin perder tiempo la hiciesen.Por manera que el Teniente que en San Miguel tenía, que era Villalobos,las abrió y vio lo que en ellas venían y era avisándole cómo habían vistolos cuatro navíos, que se recelaba fuesen armada real que viniese contraél. Este Villalobos era criado de Pizarro, mucho tiempo había, y porque setemía de Diego de Mora, que lo tenía por sospechoso en los negocios,aportó un mensajero y enviole con aquellos despachos, avisándole cómo elarmada de Panamá se le había alzado y que no le osaba escribir a Diego deMora, por conocer de él no ser su amigo verdadero.Como el mensajero llegó a Trujillo, tuvo tal forma el Diego de Mora quehubieron de ir los despachos a su poder y visto y sabido lo que él tanto

deseaba, determinó de levantar bandera por Su Majestad, en un navío quetenía en el puerto y con todos los vecinos de Trujillo irse a Panamá o adonde estuviese el Presidente. Y como lo pensó, luego lo puso por obra, ytuvo grande aparejo de lo necesario para la navegación, por haber díashartos que lo tenía pensado y platicado con algunos vecinos sus muyamigos, de que cada que hubiese nueva de armada de Su Majestad en estas

 partes, de se alzar contra Gonzalo Pizarro e irse en seguimiento de quetuviese voz de Su Majestad.

Diego de Mora se embarca y se encuentra con cuatro navíos de La Gasca a

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  los que suministra víveres. Regresa luego a TrujilloPor manera que Diego de Mora tuvo esta orden, que una mañana envió allamar a la mayor parte de los vecinos de Trujillo, y díjoles a cada uno

 por sí, su determinación, y que el que quisiese ir con él, que de buenavoluntad lo llevaría. Y luego dio pregón porque viniese a -441-

noticia de los estantes y habitantes y teniendo recaudo de gente y bastimentos cargó su navío, en que llevaría setenta hombres, e hízose a lavela.De la gente que llevaba, la mayor parte eran casados y dejaron susmujeres, hijos y casas para ir a servir al Rey. Y no estando ellos más deveinte leguas de Trujillo, encontraron los cuatro navíos de Su Majestad ycomo los cuatros viesen el uno, creyendo que fuesen pizarristas,comenzaron a bombardearle. Visto por Diego de Mora lo que pasaba, saltó enel batel con tres o cuatro hombres y fuese a la armada de Su Majestad,como hombre que creía era armada real, pero no porque tuviesecertificación de ello. Mas usando de su esfuerzo fuese derecho al galeón,

donde halló a toda la gente de él puesta en armas, y como entrando dentrosupo ser armada de Su Majestad y que dentro venía el capitán Lorenzo deAldana que era su muy gran amigo, hubo entre él y los suyos y los de laarmada incomparable regocijo. La armada de Su Majestad venía muy falta deagua y de bastimentos, porque en ninguna parte habían tomado refresco entres meses que había que navegaban. El capitán Mora traía en su nao mucho

 bizcocho, carne y agua. Repartiolo todo por los cuatro navíos, que les fuegran socorro, que a sucederles de otra manera, la armada de Su Majestad

 pasaba gran detrimento.Y así todos juntos los cinco navíos, determinaron de tornarse a Trujillo ycon el favor de la armada hacer allí su asiento, y hacer más gente ysustentarse entreteniendo como mejor pudiesen, hasta que el Presidenteviniese. Y antes de llegar a Trujillo, con ocho leguas saltó en tierra elcapitán Diego de Mora con su gente y proveyó muchos mantenimientos a laarmada. Y así refrescada el armada y proveído de lo necesario, envió adecir el capitán Aldana a Diego de Mora que se embarcase y que se fuesecon los navíos a otro puerto de la ciudad de Los Reyes, y que después élse tornaría a Trujillo; pero pareciéndole al capitán Diego de Mora que nodebía dejar a Trujillo, por tener a su mujer y hacienda dentro, se quedó ehizo ciento treinta hombres con que la poder -442- sustentar en nombrede Su Majestad, o morir en la demanda.

Es apresado un navío de Pizarro al encaminarse a Trujillo No pasaron muchos días, que Pizarro no supo cómo Mora se había alzado ycómo se había ido en el navío y todo lo demás. Por lo que él repartió losindios de aquella ciudad a otros tantos que de los que le servían, cuantoseran los de Trujillo y enviolos en un navío con un Capitán su Teniente aTrujillo. El Capitán se llamaba el licenciado León y con mandato dePizarro, que luego que desembarcasen en Trujillo, tomasen las mujeres e

hijos de los vecinos que se habían alzado y las embarcasen y llevasen aPanamá.

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  Por manera que como el navío llegaba a Trujillo, topó con la armada de SuMajestad y fue preso el navío y todos los que en él venían sin ningunaresistencia, que de todos no se escapó ninguno, sino fue uno de dos quesalieron a nado, uno de los cuales fue a dar aviso a Pizarro de todo losucedido.

Diego de Mora pasa a Cajamarca y se comunica con sus compañeros de armas.Mercadillo alza bandera por Su MajestadDiego de Mora, llegado cerca de Trujillo no quiso pasar dentro,recelándose que Pizarro a la ligera enviase sobre él algún grueso ejércitoy, por guardarse de este inconveniente, recogió toda la más gente deTrujillo y subió con ellos a una tierra, treinta leguas de Trujillo, enuna provincia de indios de Cajamarca y de allí escribió a la ciudad de

Huanuco al capitán Juan de Saavedra, y a las Chachapoyas a Gómez deAlvarado y a los Bracamoros -443- al capitán Juan Porcel y a lasPerlas al capitán Mercadillo. Los cuales tenían consigo copia de gente, ya todos envió relaciones particulares de lo que pasaba, y así mismo

 provisiones de Lorenzo de Saldaña en nombre de Su Majestad, por el poderque tenía del presidente y doctor de La Gasca, requiriéndoles, en nombrede Su Majestad, se viniesen con toda su gente a juntar en Cajamalca. Y asítodos lo hicieron muy en breve, excepto el capitán Mercadillo, por estarmuy lejos, pero donde estaba alzó bandera por Su Majestad. De manera queen poco tiempo juntó cuatrocientos hombres en Cajamalca y con ellos sehicieron fuertes, que donde estaban no bastaban mil a empujarlos, porquecomo ellos eran señores de la tierra y tenían tomado el fuerte, con grandificultad les pudieran entrar.

Muerte de Pedro de Puelles en Quito. Rodrigo de Salazar alza bandera porSu Majestad en Quito. Es nombrado Justicia mayor y Capitán General por SuMajestad en QuitoSabido en Quito cómo los cuatro navíos habían pasado y que el Presidente

venía tan pujante, luego el capitán Pedro de Puelles dio principio a hacermás gente, para que conviniendo ir a socorrer a Pizarro, estar prevenido.Este Pedro de Puelles era muy tirano de corazón y hacía muchas molestias ydesafueros a los que conocía no ser de la parcialidad de Pizarro. En Quitoestaba otro Capitán en compañía del dicho Pedro de Puelles, llamadoRodrigo de Salazar, el que determinó de matar a Pedro de Puelles, porquetenía aviso del alzamiento de Diego de Mora, y luego que lo pensó dio

 parte a algunos amigos suyos y hallando en ellos buen aparejo, una mañanaentró en su casa y matolo a cuchilladas y desde luego tomó el apellido deSu Majestad y alzó bandera en su nombre, sin otro ningún escándalo.-444-

Muerto que fue Pedro de Puelles, lo hizo arrastrar y cortar la cabeza yque fuese llevado por todas las calles de Quito y después mandolo hacer

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  cuartos; fue puesto en cuatro caminos, con voz de pregonero que decía: aeste hombre por tirano contra su Rey. Y luego el capitán Salazar hizo unmensajero al Presidente dándole aviso de todo lo que pasaba y que suseñoría le enviase a mandar lo que debiera hacer y que viese dónde mandabaque fuese en su servicio con trescientos hombres de guerra que tenía muy

 bien armados. El mensajero tuvo tan buena diligencia, que alcanzó alPresidente y diole los despachos, que como él vio lo sucedido, tornó aenviarle con el mismo mensajero provisión de Justicia mayor y CapitánGeneral por Su Majestad, de la ciudad de Quito, y agradeciéndole mucho sus

 buenos servicios y mandándole que con la más gente que pudiese estuviesemuy a punto, hasta tanto que otra cosa se le mandase.

Diego de Villalobos alza en San Miguel bandera por Su Majestad

Como en la ciudad de San Miguel supo el capitán Diego de Villalobos quedentro estaba el alzamiento de Diego de Mora y de los capitanes Alvarado ySaavedra, procuró de se ir, con cincuenta de a caballo, la vuelta de dondeestaba Pizarro, y salido para el efecto, poco menos de veinte leguas de laciudad, los que andaban dentro alzaron bandera por Su Majestad. Y coma elcapitán Villalobos supo cómo Diego de Mora le tenía tomado el paso por latierra donde había de ir para llegar donde Gonzalo Pizarro estaba, detemor que tuvo no quiso pasar adelante, antes tornando en sí, con aquellos

 pocos que llevaba, alzó bandera por Su Majestad y se tornó a San Miguel,donde se encontró con la demás gente que allí estaba a nombre delEmperador y esto se cree que hizo, necesitado de poder hacer otra cosa,antes que de voluntad y gana de servir a su Rey.

-445-

Llega La Gasca y pasa luego a TumbesA cabo de pocos días que el Presidente llegó al puerto de Manta, supoluego el alzamiento del capitán Diego de Mora, aunque no todo por entero,

 por la distancia del camino ser más de doscientas leguas, y con esta buenanueva recogió el Presidente todas las armas que pudo, y recogidas luego se

hizo a la vela y en poco espacio de tiempo llegó a Tumbes, dondedesembarcó con toda el armada. Y donde a cuatro días de allí llegado entróen el puerto un navío que despachó el general Lorenzo de Saldaña desdeTrujillo al Presidente, que era el que había tomado a los vecinos que denuevo mandaba poblar Gonzalo Pizarro. Y con dicho navío avisaba largamenteasí de los negocios de Diego de Saldaña como de todos los demás capitanesy que acabado de despachar aquel navío, luego se había hecho a la vela

 para el puerto de esta ciudad, donde estaba Pizarro.

Gonzalo Pizarro junta hombres y armas en la ciudad de Los Reyes. Pizarro

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  da una paga de gran valor a los suyosSabido por Gonzalo Pizarro el suceso de todo, aunque no la muerte de Pedrode Puelles, ni el alzamiento de Puerto Viejo, despachó un su Capitánllamado Juan de Castro, que con cincuenta de a caballo, a la ligera, fuesea la ciudad de Trujillo y supiese lo que pasaba. El que obedeciendo el

mandato del tirano fue y en pocos días anduvo aquellas ochenta leguas yllegó a Trujillo y no halló en el puerto sino solas las mujeres, porquetodos sus maridos y la demás gente estaba con el capitán Diego de Mora,como dicho es. Y como no a ninguno de los que buscaba, tomó lengua de loque sonaba, que era estar el Presidente en la costa del Perú. Y con estasnuevas se volvió a la ciudad de Los Reyes, donde estaba Gonzalo Pizarro,que como supo lo que pasaba, comenzó a recoger -446- toda la más genteque pudo, y dentro de pocos días vino al Cuzco su Maestre de Campo conalguna gente y fue bien recibido de Pizarro, y como conocieran el peligrode la guerra que se les aproximaba y para atraer gente a sí, determinosePizarro de dar una paga muy brava, que fue la más copiosa y grande que en

nuestros tiempos ha dado príncipe, porque de más de trescientos mil pesosde oro y plata que dio, fue casi otro tanto lo que montaron las armas yropas y caballos que dio a socorro a todas las personas que las hubieronmenester. Y así con esto, recogida la gente, desde a pocos días, hizo sualarde general en la plaza de la ciudad de Los Reyes, de ochocientoshombres.Dicen los que la vieron que fue de la lucida gente que se haya visto enItalia, que a no pasársele, como se le pasaron a servir a su Rey, tuvieratrabajo el Presidente en sujetar la tierra, como adelante se dirá.

Diego Centeno se apodera del Cuzco en nombre del Rey. La Gasca pide aSalazar salir de Quito y juntarse con élDespués de ser desbaratado segunda vez el capitán Diego Centeno, por elMaestre de Campo de Pizarro, fuese huyendo muy secretamente a una

 provincia de indios llamada Ariquipa. Y como estando allá supo el sucesode Diego de Mora y de todos los demás capitanes, y de la venida de Lorenzode Aldana con los navíos por Su Majestad, queriendo determinarse a probarotra vez la ventura, con el favor de algunos amigos suyos, comenzó a tomar

el apellido de Su Majestad y a hacer junta de gente y de armas y caballos,y pudo juntar hasta cincuenta hombres, con los cuales determinó de semeter en el Cuzco, donde estaba un Capitán de Pizarro llamado Antonio deRobles con alguna gente. Y como Centeno llevaba tan buen apellido, muchagente de la del Cuzco se cartearon con él y le prometieron de se le pasary de -447- no pelear contra él; y con estas promesas se fue a meter enel Cuzco, donde un día estando el capitán Antón de Robles con toda lademás gente puestos en armas, entró el capitán Centeno con la poca genteque tenía en el Cuzco, y luego se le pasaron muchos. Por manera que con

 poca defensa se fortificó dentro y prendió al capitán Robles, al que hizodegollar. Y diose tan buenas mañas, que en término de pocos días tenía más

de quinientos hombres, y luego lo supo Pizarro y también el Presidente,que estaba en Tumbes, que con la buena nueva se daba toda prisa para

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  caminar por tierra hacia el camino de Cajamalca, donde estaba Diego deMora y los demás capitanes, y escribió a Quito al capitán Salazar para quecon toda prisa se pusiese en camino, porque él, como dicho es, seaderezaba para seguir con la gente de su armada, la vuelta de Cajamalca.

Lorenzo de Aldana entra en el puerto de la ciudad de Los Reyes con cuatronavíos. Pizarro se niega a acatar la autoridad de Su MajestadEstando los negocios en este estado, entró Lorenzo de Aldana con suscuatro navíos en el puerto de esta ciudad de Los Reyes, donde luegoGonzalo Pizarro mandó tocar alarma y juntar toda la gente en la plaza deesta ciudad, y en ordenanza fue marchando hasta una legua o poco menos deesta ciudad a un arroyo que está en el medio del camino del puerto dondeestaban los navíos.

Y en esta ciudad mandó pregonar, so pena de muerte, que todo género dehombres fuesen con él. Antes de hacer esto, había demandado prestado grancantidad de dineros a mercaderes, que sobre no darle todo cuanto élquisiera, les hizo mil afrentas y molestias. Estando en este lugarPizarro, se le huyó alguna gente, parte de la que se metió en los navíosdel capitán Lorenzo de Aldana y parte se huyeron por tierra, escondiéndose

 por no ser hallados de la gente de Gonzalo Pizarro y por efectuar -448-el capitán Lorenzo de Aldana algunos buenos modos por dar fin a tantostrabajos, y procurar que Gonzalo Pizarro hiciese alguna virtud y conocieseser grande engaño ser tan notorio y manifiesto en pensar sustentarse en latierra contra la voluntad de Su Majestad, enviáronle a decir que lequerían enviar una persona principal de su armada a tratar con él algunosmedios y conciertos, y que para seguridad de la tal persona que alláfuese, le enviase otra persona principal de su ejército a sus naos. Lo queGonzalo Pizarro concedió y envió a su capitán Juan Fernández, vecino de laciudad, persona de mucha calidad y muy principal, y Lorenzo de Aldanaenvió a Gonzalo Pizarro al capitán Peña, el cual declaró como embajador aPizarro toda la voluntad que Su Majestad le perdonaba toda lo pasado, contal que se tornase a su servicio, y que para ello el Presidente le daríatoda la seguridad y fianzas que bastasen. El cual como hombre perdido ysin juicio no quiso, pensando por su parte para desbaratar al Presidente.

Visto el capitán Peña, se volvió al armada y Juan Fernández a la ciudad.Pasóseme de la memoria decir cómo, cuando el capitán Juan Fernández lemandó Gonzalo Pizarro que fuese en rehenes a la armada, le encargó trataseen secreto con Lorenzo de Aldana le diese el armada y le daría doscientasmil pesos en oro. Lo cual, luego que llegó Juan Fernández, lo dijo en

 público, lo que se le mandó dijera en secreto, conociendo que Pizarro iba perdido.

Lorenzo de Aldana comunica el perdón de Su Majestad a todos los queabandonen a Pizarro. Muchos de sus soldados abandonan a Pizarro

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  Diose tan buena maña el capitán Aldana, que mandó echar en tierra grancantidad de cédulas, todas de un tenor, que decían cómo Su Majestad

 perdonaba a todos los delincuentes con que dejasen a Gonzalo Pizarro ysirviesen a Su Majestad. Lo cual visto por muchos de ellos, -449- sevinieron a la armada y otros a otras partes, escondiéndose de Pizarro. Y

entre ellos se vino un Capitán llamado Martín de Robles, que fue el que prendió al Virrey, y el licenciado Caravajal le cortó la cabeza, y otrosmuchos delincuentes, los cuales fueron recogidos en la armada. Y comoGonzalo Pizarro vido que toda la gente se le iba, determinó de irse alCuzco, y antes que llegase el Presidente darle la batalla al capitánCenteno y desbaratarlo, y revolverse después sobre el Presidente, y asícon este propósito se fue y sacó de esta ciudad más de seiscientoshombres, de los cuales se le huyeron más de los doscientos.

Lorenzo de Aldana despacha un barco a Tumbes con cartas para La GascaPasado esto, el capitán Aldana despachó a Tumbes un barco con cartas parael Presidente, en que le hacía saber cómo Gonzalo Pizarro se había salidode este pueblo y se iba al Cuzco a dar batalla a Centeno, por lo cualconvenía que, con toda diligencia, caminase con su ejército, así el quehabía venido de Panamá como el que en esta tierra estaba por Su Majestad.Y como llegó a Tumbes este despacho, luego el Presidente tomó el camino yavisó a todas partes, mandando que todos fuesen en su seguimiento, y sefuesen a juntar a una provincia de indios, treinta y cinco leguas de estaciudad, llamada Jauja.

Don Antonio de Rivera, cuñado de Pizarro, alza bandera en Los Reyes por SuMajestad, aprovechando de la ausencia de PizarroComo Pizarro había salido de esta ciudad de Los Reyes, luego un vecino,cuñado suyo, nombrado don Antonio -450- Rivera, alzó bandera en nombrede Su Majestad, y estando Pizarro cincuenta leguas de Los Reyes, saltaronen tierra los capitanes Lorenzo de Aldana y Hernán Mejía, con toda la

gente y fortificáronse en esta ciudad; porque muchos de los que habían deir con Gonzalo Pizarro se recogieron debajo del estandarte real.Y luego el capitán Lorenzo de Aldana puso guarda en los caminos porque si

 por ventura Pizarro se volvía sobre la ciudad, no lo tomase desprevenido.

Juan de Illanes se queda con los navíosCuando el capitán Aldana desembarcó de los navíos, puso por Capitán en laarmada a Juan de Illanes, como hombre de mucha confianza, el cual durante

las alteraciones pasadas jamás siguió otro apellido sino el de SuMajestad.

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Diego Centeno sale al encuentro de Pizarro

Ya el capitán Centeno sabía cómo Gonzalo Pizarro iba la vuelta del Cuzco,donde él estaba. Sobre lo cual algunos decían que iba a darle batalla.Otros tenían contrarios pareceres, afirmando no ser otro su propósito yvoluntad sino huir, porque si quisiera muy bien pudiera irse a la

 provincia de Chile o a otras partes, si no quisiera dar la batalla. Contodo esto el capitán Centeno no tenía temor, porque tenía casi milhombres, todos buena gente y bien aderezada, por cuya causa se salió delCuzco, por la parte que pensaba que Pizarro había de venir, y tomarle el

 paso porque no pudiera huir.

-451-

La Gasca llega a JaujaY a este tiempo marchó el Presidente con toda su gente hasta llegar portierra a una provincia de indios, treinta y cinco leguas de esta ciudad,nombrada Jauja. Por ser tierra en buena comarca y abundante de

 bastimentos, determinó el Presidente de estarse de asiento y recoger todasu gente y recogida ir en seguimiento de Pizarro, porque tenía granconfianza en Centeno y en su gente, aunque se temía que Pizarro le diese

 batalla y lo desbaratase, y recelándose de esto le escribió enviándole amandar que por ninguna manera diese batalla a Gonzalo Pizarro, antes

 procurase desviarse de él cuanto fuese posible, sospechoso, como es dicho,de lo que podía suceder.

Diego Centeno combate con Pizarro en Guarina y es vencido. Pizarro sefortifica en el CuzcoLlegado el Presidente a Jauja, toda la gente de la tierra caminaba a gran

 prisa por llegar a donde estaba, pero como la tierra es tan larga y tan

 perversa de caminar, tardaron muchos días en recogerse, y de los primerosque llegaron fueron los capitanes Juan Alonso Palomino y Hernán Mejía, yotros algunos vecinos de diversas partes. Estando los negocios en estostérminos llegó Pizarro cerca de donde estaba Centeno, el cual como habíasido desbaratado dos veces, quiso probar ventura a la tercera y hacer todolo posible por romper a Pizarro, que, a ser así, ganaba eterno renombre

 para él y sus descendientes. En conclusión, por acortar razones, seafrontaron los dos ejércitos en una provincia de indios llamada Guarina y

 junto a una laguna tuvieron batalla, que en el principio fue vista lavictoria por el capitán Diego Centeno, por haber desbaratado del primerencuentro toda la gente de a caballo de Pizarro. Visto por su Maestro de

Campo el desbarato y perdición, hizo arremeter la infantería -452- contanto esfuerzo, que con muerte de más de trescientos y cincuenta hombres

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  se retiró Centeno. Y así desbaratado se vino a esta ciudad de Los Reyes.De los de Pizarro morirían hasta ochenta hombres y como vio la victoria,siguió el alcance y prendió a muchos de los soldados de Centeno, y a todoslos que eran personas de calidad mandó hacer de ellos justicia, y luegodio un pregón, que todos los soldados que se hubiesen hallado con el

capitán Centeno en la batalla, como no fuesen vecinos, pareciesenseguramente ante él, porque no recibirían de él ni de sus capitanes malaobra, antes les socorrería con todo lo que hubiesen menester. Y con este

 propósito procuró recoger gente y hacer amigos, porque pensaba dar otra batalla al Presidente.Con esta victoria se metió Pizarro en el Cuzco, con intención defortificarse en él, porque no llevaba artillería, por no tenerla, que lahabía enviado toda en el armada, por lo cual teniendo buen aparejo,

 procuró hacer algunos tiros, y dio la comisión de ello a un oficial griegoque era gran maestro.

La Gasca reúne más gente y se moviliza al Cuzco. Llega a tener más de dosmil hombres. Préstamo en oro de los mercaderes de Los ReyesAl cabo de pocos días supo el Presidente el mal suceso de Centeno y lavictoria de Pizarro y la muerte de toda la gente y todos los más daños,que le causó gran pesar, por lo cual viendo que con pocos habíadesbaratado a tantos, envió capitanes particulares a diversas partes, pararecoger mucha gente que se le había quedado por los caminos y por los

 pueblos por donde había venido y a esta ciudad envió al mariscal Alonso deAlvarado el cual pidió prestados a los mercaderes vecinos de ella, en dosveces, ciento y setenta mil pesos de oro, que entre ochenta mercaderes sele dieron, luego, de contado; y con estos dineros, en breve tiempo hasoldado mucha gente. -453- Por manera que dentro de dos meses juntó elPresidente en Jauja, pasados de dos mil hombres, en que habría ochocientosarcabuceros y quinientos de a caballo y el resto piqueros. Y como elPresidente se vio con tan lucida gente, dio cargo de su Maestro de Campoal mariscal Alonso de Alvarado, y con todo el ejército comenzó a marchar

 por el camino real del Cuzco, que como era invierno y los ríos venían tangrandes, pasó el ejército muy gran trabajo. El Presidente mandó al capitán

Lorenzo de Aldana que no fuese en su seguimiento sino que se quedase enesta ciudad de Los Reyes, y que fuese por Su Majestad, Justicia mayor enella y en todos los caminos comarcanos, y así mismo Capitán General deellos y de la armada de mar, que estaba en este puerto. El cual cargo dioel Presidente al capitán Aldana, como hombre prudente y de buenos mediosen todo lo que se puede ofrecer.

Pedro de Bobadilla llega de Chile al puerto de Los Reyes y se une a La

GascaEstando la cosa en estos términos, llegó a este puerto un navío, dentro

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  del cual venía de la provincia de Chile un Capitán que se llamaba Pedro deBobadilla (sic), que cuando Hernando Pizarro dio la primera batalla a donDiego de Almagro y le prendió y degolló, era Pedro de Bobadilla Maestro deCampo de Pizarro, y desde aquella batalla el marqués Hernando Pizarro(sic) le dio aquella conquista de Chile. El cual fue allá con cierta gente

y se ha estado en ella ocho años y la ha sustentado con harto trabajo. Asíque vino este Capitán con veinte hombres y trajo sesenta mil pesos de oro.La causa de su venida fue a llevar para poblar y conquistar la provincia,

 por ser la más rica y mayor población que hay en todo lo descubierto.Y como este Capitán llegó a tan buena coyuntura, determinó de ir con elPresidente y como hombre de guerra -454- servirle en la batalla hastamorir o vencer, y así lo hizo. Y aderezose en esta ciudad y en breves díasse fue a juntar con el Presidente, alcanzándole cerca del Cuzco, en una

 provincia llamada de Andaguailas. El cual capitán Bobadilla fue bienrecibido del Presidente por ser tan buen hombre de guerra y haber sidosoldado viejo en Italia, y diole el título de Coronel de todo el ejército.

Aceptado el cargo, desde luego comenzó a usar de él. En esta provincia deAndaguailas hizo el Presidente su asiento por algunos días, porque asíconvenía y por estar ya tan cerca de los enemigos y era necesario ir muy

 bien apercibido, de modo que pues cada hora se podían topar, fuesen comoconvenía, sin faltarles cosa. Y también porque tenían por delante un muy

 potente y grande río. Y Gonzalo Pizarro tenía ya quemado el puente, paraefecto de impedirles el paso, y, en efecto, de no hacerse puente, era muydificultoso y trabajoso de pasar. Gonzalo Pizarro, a todo esto, estaba enel Cuzco, fortificándose de armas, caballos y gente, y habíase dado tan

 buena maña, que tenía juntos novecientos hombres y hechas ciertas piezasde artillería, y esperaba al Presidente cada hora para darle la batalla.

Diego de Mora, testigo presencial de los sucesos, los describe desde laciudad del Cuzco en carta a un amigo suyoDesde aquí en adelante, es un traslado de una carta que escribió elcapitán Diego de Mora a un gran amigo suyo, desde la ciudad del Cuzco,dándole larga cuenta del suceso, desde la batalla que dio el presidente de

La Gasca a Gonzalo Pizarro, por mejor decir, la manera que el Presidentetuvo en el desbarato que hizo a Gonzalo Pizarro. La cual carta comienzadesde que el Presidente partió de la provincia de Andaguailas hasta quefue muerto y justiciado Gonzalo Pizarro, y la sentencia de muerte que diocontra él, lo cual todo es la certidumbre de la verdad, sin disminuir niacrecentar en cosa, sino la verdad «de verbo ad verbum».

-455-

El día lunes nueve de abril del año 1547

El día lunes que se contaron nueve días del mes de abril del año mil yquinientos y cuarenta y siete, fue aciago e infeliz día para Gonzalo

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  Pizarro, escribí a doña Ana mi mujer, con Martín de Loarte, y no a vuestramerced, por la gran priesa que entonces había, y ahora por haber algúntanto más de vagar, diré algo de lo mucho que hay que decir. Y es que yahabrá visto por mis cartas, escritas de atrás de ésta, desde Abancuay,cómo allí dejamos el camino real que venía al Cuzco y tomamos la vía de

Condesuyo, hacia los Aymarais, un camino alto, trabajoso, de fríos y dealtísimas sierras. Y caminando por ellas, venimos a Corabamba, pueblo delfactor Guillén Suárez, donde tuvimos pascua de resurrección. Desde quellegamos a Abanguar y aun antes, mandó el Presidente hacer los puentes deApurimas y Acotobamba, y en otro lugar; y hechas mandó poner infantería deguardia en todas, mandó hacerles preparamentos, como si por cada una deellas hubiera de pasar. E hízose a efecto de desatinar a los enemigos,

 porque no impidiesen el paso estando certificados por donde íbamos; ysiendo segundo día de pascua, un tal López Martín a quien se dio comisiónde hacer uno de los puentes, que fue el de Cotabamba, echó tres cabos a laotra banda, sin se lo mandar ni saber nadie, todo contra la voluntad del

Presidente, porque estaba acordado que no se hiciese hasta haber pasado dela otra parte doscientos arcabuceros que habían de pasar en balsas, paradefensa del puente.

Pizarro quema dos puentes construidos por La Gasca. Pedro de Hinojosa yPedro de Valdivia, en acciónVisto los enemigos los preparamentos arriba dichos, pusieron indios ycristianos, así para guardar como para llevar y traer avisos, que comoavisaron que por allí se determinaba a querer pasar, enviaron sesentaarcabuceros, -456- sin la gente que estaba, a que diesen orden dequemarles lo que tenían hecho. Y como no hallaron resistencia de parte delPresidente, quemaron los dos puentes y creyendo que las dejaban todasquemadas, se tornaron al Cuzco, por el cual hecho no recibió poca pena elcampo de Su Majestad.Sabido por el Presidente lo que pasaba, él propio en persona bajó al río ya gran furia, en un día y una noche, por el puente que quedó por quemar yen balsas, echó sesenta hombres de la otra banda y con ellos al generalPedro de Hinojosa y al capitán Pedro de Valdivia, los cuales fueron con

intención de antes que fuese noche tomar un alto que tenía dos leguas desubida, creyendo que si lo tomaban tenía la jornada por suya. Y al fin, porfiando con su valerosidad de ánimos, lo tomaron.

Pizarro envía a Juan de Acosta para detener el avance de La GascaComo luego supo Pizarro que porfiábamos en hacer el puente, envió alcapitán Juan de Acosta con ciento y sesenta hombres a toda diligencia,

 para que si no hubiésemos pasado, nos impidiese el paso, y si hubiésemos

 pasado, nos defendiese la subida de la cuesta, lo cual, según estaba dedificultoso, era bien fácil de hacer.

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  Cuando el capitán Acosta vino, topó a Juan de Sandoval con diezarcabuceros que iban delante de los capitanes y gente dicha, con el cualincontinente se pasó un Juan Núñez de Prado, que venía con el capitánAcosta. Éste fue muy bien recibido, porque dio relación del estado en quese hallaban los enemigos. Y como Juan de Acosta vio a don Juan de Sandoval

en lo alto, pareciole que no debía estar solo; hizo alto y envió a decir aGonzalo Pizarro cómo ya habíamos pasado el río y teníamos tomada lacuesta. Que como lo supo, tocó a recoger y mandó que toda su gente salieseal campo y al cabo del -457- valle de Jaquijaguana, que es cuatroleguas y media de esta ciudad del Cuzco; por donde nosotros habíamos devenir envió quinientos y cincuenta arcabuceros y doscientos piqueros, conseis piezas de artillería; y púsose en una angostura, que había de la una

 parte unas sierras altísimas y de la otra un río, y por delante un muygran llano, en el cual había muchos fosos y acequias de tiempo antiguo, yallí estuvo, habiendo desechado otro sitio que primero tomó, por no sertan bueno. Y sin ningún propósito estuvo en este asiento cuatro días. En

el entretanto que Pizarro estuvo allí, los que quedamos por pasar con elPresidente, hicimos el presente muy bien hecho y dentro de dos días pasótodo nuestro campo y subió arriba. El capitán Juan de Acosta en todosestos días aún no se había recogido a Pizarro, antes le envió a pedirotros cincuenta arcabuceros, y luego se los enviaron, con los cuales y conla gente que tenía, nos vino a dar una vista allí en lo alto dondeestábamos, con muy buena determinación, de cuya causa tuvimos aquel día

 por muy cierta la batalla, porque creíamos que venía todo el campo dePizarro. Y acaeció que de nuestra parte había salido a correr el campo elcapitán Centeno y don Pedro de Cabrera, con ciento y cincuenta hombres,los cuales estaban en un paso fuerte y resistieron a Juan de Acosta lavenida, y de esta ida se fue a recoger al asiento que dicho tengo, conPizarro.Luego que nosotros tuvimos nuestro campo, marchamos la vuelta del Cuzco,no teniendo certidumbre dónde los enemigos estuviesen, pero todos los díasenviábamos nosotros y ellos corredores, y pasaron entre medias grandesescaramuzas. Andando en esto viniéronse quince soldados y pasáronse muchosmás, si no fuera por la grandísima guarda que traía Pizarro de indios queno salía hombre dos pasos del escuadrón cuando le mataban y cortaban lacabeza; pero no embargante esto, se pasaron otro día veinte arcabuceros,diez de los cuales fueron tomados y cortádoles las cabezas y los otros

diez pudieron escapar y éstos contaron cómo de temor de Francisco deCaravajal, Maestro de Campo de Pizarro, no se pasaban -458- todos, ylos que se pasaron eran soldados que salían a correr, porque de los demásno había medio.

Los campos enemigos se sitúan sólo a media legua de distanciaDespués de lo arriba dicho, viniendo marchando el campo de Su Majestad

 para el Cuzco, sin tener certidumbre dónde los enemigos estuviesen, mas

que los indios decían que habían salido la vuelta de nosotros, mandó elPresidente a un Capitán que con ciento y cincuenta de a caballo tomase la

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  delantera a correr el campo, y yendo corriendo topó con los corredores deGonzalo Pizarro, no una legua de donde habían partido, con los cualestuvieron una escaramuza, y yendo ellos retrayéndose y los imperialessiguiéndolos, pasando una sierra al pie de ella descubrieron los enemigos,que estaban en escuadrón cerrado en el lugar que arriba he dicho, que no

fue poco contento para nosotros; los cuales luego tornaron a hacerrelación al Presidente, que tenía asentado su campo media legua de ellos.Y visto ser mejor sitio otro que teníamos descubierto, el mariscal Alonsode Alvarado porfió mucho porque nos mudásemos. Y como su parecer se teníasiempre en todo por lo mejor, húbose de tomar como él decía, y aquellanoche dormimos los unos de los otros menos de media legua. Ellos en lollano y nosotros en lo alto, y llegamos a aquel sitio como ahora devísperas, poco más a menos.

Trábase la lucha y Pizarro sufre el primer descalabroLuego que Pizarro se informó de sus corredores cómo todo nuestro campoestaba junto, y tan junto que desde su campo nos podía ver, salió en elescuadrón, mandando disparar su artillería y arcabucería, para darnos aentender -459- la mucha potencia que tenía. Y por dos lomos de sierra,que venían hacia donde nosotros estábamos, envió por la una y por la otracada cincuenta hombres hacia nosotros, dando muestra de tenernos en poco,y que aquéllos bastaban para todos. Lo cual visto por nuestro campo, se leenviaron otros tantos contra aquéllos al encuentro y a arcabuzazos loshicieron bajar, tumbando aquéllos, lomos abajo.Todas aquellas noches y aun las demás, desde que se pasó el puente,estuvimos en escuadrón y armados, con gran recaudo. A la mañana, despuésde haber oído misa y almorzado, bajó el Mariscal y con él Pedro deValdivia, y reconocieron un cabezo donde podía bien plantar la artillería,en el cual asentaron cuatro piezas, las más gruesas, y la primera vez quedispararon le mataron a Pizarro un camarero suyo que le estaba armando, yde otros tiros hizo mucho daño y puso tanto temor en los suyos, que desdeluego se tuvieron por perdidos. Porque entre otras muy grandes mentirasque se les había hecho entender, era que el Presidente no traíaartillería. Y pudieron tanto estas cuatro piezas que a veinte cañonazos

los hizo retirar del lugar donde estaban, buen rato atrás, y allí todavíalos visitaban las pelotas. Y esta retirada fue el primer trato de su perdición.

Las tropas de La Gasca descienden de las alturas al llano y se ordenan para la batalla finalMientras esto pasaba, bajó nuestro campo a toda furia al llano, donde muyclaramente nos veíamos los unos a los otros; y luego que bajamos y nos

vieron, fueles causa nuestra vista de muy gran turbación, porque leshabían certificado que no eramos más que ochocientos, y que los más de

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  ellos se les habían de pasar. Ordenamos nuestros escuadrones en estamanera: el estandarte real con las compañías de Gómez de Alvarado y deMercadillo y de don Pedro de Cabrera; se hizo de ellos un cuadro en el-460- que había casi doscientos de a caballo, y el general Pedro deHinojosa por caudillo de este cuadro. Y de las compañías de Juan de

Saavedra y Rodrigo de Salazar y de otros dos capitanes, se hizo otrocuadro, y la compañía de Alonso de Mendoza con cien hombres de a caballoquedó aparte, para dar por la retroguardia de la infantería de GonzaloPizarro. Y así mismo se hicieron dos escuadrones de infantería: en el unohabía bien ochocientos hombres y en el otro seiscientos, cada uno de éstoscon sus mangas bien ordenadas de arcabuceros. Demás de éstas iban otrasdos compañías de arcabuceros sobresalientes. Y mientras estos escuadronesse afirmaban, bajó la artillería que arriba he dicho, que por todo eranonce piezas, y pusiéronse en dos partes.

Gonzalo Pizarro espera ser acometido. La Gasca desea que se pasen a él lastropas de Pizarro. Confusión en el campo de Pizarro. Diego Guillén leabandona. Las tropas de Pizarro vuelven las espaldasGonzalo Pizarro estábase fuerte, esperando a que le acometiéramos,creyendo que íbamos a él desordenadamente, y nosotros estábamos encontraria opinión, que aunque fuera de allí a diez meses no leacometiéramos, porque nuestro fin era dilatar la batalla y dar lugar losque se quisiesen venir.Estando las cosas en este estado, el capitán Garcilaso de la Vega echó acorrer, con veinte o treinta de a caballo y otros después de él, y algunosarcabuceros a pie se echaron a un riachuelo de cuatro en cuatro y de cincoen cinco.De los que les alcanzó algunos el capitán Pedro Martín, que fue despuésdescabezado. Andaba un murmullo del diablo en sus escuadrones, que partede ellos se quisieron pasar y otros tenían gran confusión de ver su

 perdición, y después de lo dicho, arremetió el licenciado Cepeda -461- para nosotros y salió a él capitán Pedro Martín y alanceole el caballo.Visto por Pizarro y por su Maestro de Campo cómo se pasaba la gente,acordó de arremeter y así como ellos mudaron para venir a nosotros,

hicimos nosotros lo mismo para ir a él. Traía en un lado de su escuadrón asu capitán Diego Guillén, con ciertos sobresalientes, los cuales se le pasaron y él tras ellos. Los demás capitanes viendo que los soldadosandaban remolineando por pasarse, echáronles cien arcabuceros por uncostado, con una pieza de artillería con que detenerlos. Y como losimperiales dispararon la primera rociada de arcabucería, luego losenemigos volvieron las espaldas, sin que hombre de a caballo ni piqueroarremetiese, y desde luego los tuvieron por desbaratados.

Yo soy el desdichado de Gonzalo Pizarro. Prisión de Caravajal

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  Como Gonzalo Pizarro vio huir a unos y pasarse a otros, dijo: puesto quetodos se van con La Gasca, yo me quiero ir también con él. Visto por losnuestros cómo los enemigos corrían a rienda suelta, nuestra gente lescomenzó a seguir, y el Sargento mayor de nuestro campo topó con GonzaloPizarro y no conociéndole le preguntó quién era, respondiéndole: yo soy el

desdichado de Gonzalo Pizarro. El cual le prendió y le trujo ante elPresidente, y diole al Sargento el caballo, y armas y ropa, que valíanmucho. El Maestro de Campo, Caravajal, yendo huyendo cayó en una ciénega yel caballo sobre él y fue preso por el capitán Almendras.

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Total desbarato y muerte de Gonzalo Pizarro. Mueren también Caravajal,Guevara, Maldonado y Juan de AcostaHechas estas prisiones, los soldados siguieron el alcance, en el que no

mataron a nadie, ni les hicieron otro agravio sino robarles lo que traían.Diose en guarda aquella noche Gonzalo Pizarro al capitán Centeno. Elmaestro de campo Caravajal, se dio al Sargento mayor y el capitán Juan deAcosta que también fue preso, y así por capitanes fue cometida la guardiade los demás presos.Otro día, que fue martes por la mañana, se hizo justicia de GonzaloPizarro, conforme a la sentencia que adelante se dirá. Y a la tarde, de suMaestro, que murió como vivió, que fue arrastrado y hecho cuartos y fueronllevados los cuartos al Cuzco.Los capitanes Guevara y Maldonado fueron ahorcados y Juan de Acosta hechocuartos. Los demás capitanes, Juan de la Torre, ni Bobadilla, ni elcamarero, ni otros, no han parecido, pero no se pueden escapar. Murieronen la batalla, el Capitán de artillería de Pizarro y otros cuatro o cinco,y de los nuestros uno solo.

Serena actitud de La Gasca. Entra en la ciudad del CuzcoHáseme olvidado lo más sustancia, que es decir la gran providencia y ánimosereno del Presidente, que andaba entre los escuadrones mirando a un cabo

y otro, proveyendo donde había necesidad, con tan buen denuedo y esfuerzo,como si toda la vida hubiera estado en Italia. Hecho esto, se vino alcampo a esta ciudad, donde se le hizo un solemne recibimiento, y

 juntaríamos bien dos mil y quinientos hombres y de hoy más no se -463-entenderá sino en repartir la gente por provincias, satisfaciendo a cadauno según sus servicios.

Sentencia de muerte que dieron contra Gonzalo Pizarro, Alonso de Alvarado

y el licenciado CiancaVista y entendida por nos el mariscal Alonso de Alvarado, Maestro de

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  Campo, y por el licenciado Andrés de Cianca, Oidor de Su Majestad, deestos reinos y sus delegados por el muy ilustre señor el doctor Pedro deLa Gasca, del Consejo de Su Majestad, de la Santa Inquisición, Presidentede los reinos y provincias del Perú, por lo infraescrito la notoriedad delos muchos graves y atroces delitos que el dicho Gonzalo Pizarro ha

cometido y consentido cometer a los que le han seguido, después que aestos reinos vino el virrey Blasco Núñez Vela, en servicio de Su Majestady de su preeminencia y corona real, y contra la natural obligación yfidelidad que, como su vasallo, tenía y debía a su Rey y señor natural, yde personas particulares, los cuales, por ser tan notorios de derecho nise requiere orden ni tela de juicio, mayormente que muchos de los dichosdelitos constan por confesión del dicho Pizarro, y la notoriedad de todos

 por la información que se ha tomado. Y hallamos que para la pacificaciónde estos reinos conviene sea hecha justicia con brevedad del dichoPizarro.Hallamos, atento a lo susodicho, junta la disposición del derecho, que

debemos declarar y declaramos el dicho Gonzalo Pizarro haber cometidocrimen lesa majestatis, contra la corona real de España, en todos losgrados y causas en derecho contenidas, después que a estos reinos vino elvirrey Blasco Núñez Vela, y así lo declaramos, y condenamos al dichoGonzalo Pizarro por traidor y haber incurrido él y sus descendientes,nacidos después que él cometió este dicho crimen y traición, los por líneamasculina hasta la segunda generación y por femenina hasta la primera, enla infamia e inhabilidades en derecho -464- establecidas contra lostales traidores. Y como a tal condenamos al dicho Pizarro a pena de muertenatural, la que mandamos le sea dada en la forma siguiente: que sea sacadode la prisión en que está, caballero en una mula de silla, atado los piesy las manos y traído públicamente por este real de Su Majestad con voz de

 pregonero que manifieste su delito, sea llevado al tablado que por nuestromandado está hecho en este real y allí sea apeado y cortada la cabeza porel pescuezo, y después de muerto naturalmente, mandamos que dicha cabezasea llevada a la ciudad de Los Reyes, como principal ciudad de estosreinos y sea puesta y clavada en el rollo de dicha ciudad, con un rótuloen letras gruesas que diga: ésta es la cabeza del traidor de GonzaloPizarro, que se hizo justicia en el valle de Jaquijaguana, donde dio

 batalla campal contra el estandarte real, queriendo defender su traición ytiranía: ninguno sea osado a aquitarla de aquí.

Y mandamos que las casas que el dicho Pizarro tiene en la ciudad del Cuzcosean derribadas por los cimientos y aradas de sal y donde agora es la puerta, sea puesta un pilar con un letrero de letra gruesa que diga: estascasas eran del traidor de Gonzalo Pizarro, las que fueron mandadasderrocar por traidor, ninguna persona sea osada a las hacer edificar, sinlicencia expresa de Su Majestad, so pena de muerte natural.Condenámosle más en perdimento de todos sus bienes, de cualquier calidadque sean o le pertenezcan, los que aplicamos a la cámara y fisco de SuMajestad, y en todas las otras penas contra los tales, en derechoinstituidas y por esta nuestra sentencia definitiva, juzgando así lo

 pronunciamos y mandamos en estos escritos y por ellos.- Alonso de

Alvarado.- El licenciado Cianca.- Pero López, Secretario.

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Éste es el fin de PizarroPor manera que lo dicho es el fin de Pizarro. Y lo contenido en esta

relación es solamente la sustancia de -465- las alteraciones, sinhaber tratado de las tiranías, daños y agravios sucedidos en esta tierra,durante las revueltas; sin contar muertes de personas particulares, ni deotras muchas traiciones cometidas por Pizarro y por sus secuaces; ni menosse trata de muchas desvergüenzas y libertades en el hablar contra Dios

 Nuestro Señor y contra el Emperador Nuestro Rey y Señor Natural, a quientanta obligación tenemos, después a Dios, servir y acatar.

La Gasca se halla en el CuzcoLo que más resta por decir es que el Presidente está en el Cuzco, tratandode castigar personas particulares que han seguido a Pizarro, porque de los

 principales ya se ha efectuado, y en los particulares se procede de estamanera: los muy culpados, se hacen cuartos, y los otros se ahorca, azota yecha a galeras; a otros destierra para las entradas. De manera que, porconcluir, digo que el que mejor librare de los que han seguido a Pizarro,irá desterrado de los reinos perpetuamente. Allende de lo arriba dicho, atoda diligencia entiende el Presidente e distribuye toda la gente deguerra por las entradas y conquistas.Al capitán Bobadilla (sic) le ha dado la gobernación de los reinos deChile, que es la mejor cosa que al presente hay en Indias. Y hasta ahorano se ha proveído capitanes para otras conquistas. Pero presto serepartirán mediante los servicios de cada uno. Plega a Nuestro Señor dedarnos paz, que es lo que más habemos menester.De lo que más sucediere, será vuestra merced avisado; lo que por éstasuplico, es perdone el mal estilo en que va escrita esta relación yenmiende y supla con su prudencia la falta de mi elegancia.

FIN

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Acabose la presente obra, en la muy noble y memorable ciudad de Sevilla, ados días del mes de enero del año de Cristo de mil quinientos cuarenta y

nueve... (MDXLIX).En casa de Juan de León. Siendo primero mandada ver y examinar por los muyreverendos y muy magníficos señores, los inquisidores, y con su licencia,mandada imprimir.Université de Paris.- Travaux et Memoires de L'Institud d'Ethnologie.- XI.

 Nicolao de AbeninoVerdadera relación de lo sussedido en los Reynos e provincias del Perúdesde la yda a ellos del Virrey Blasco Núñez Vela hasta el desbarato ymuerte de Gonçalo Pizarro. (Sevilla, 1549).Reproducción facsímile con introducción de José Toribio Medina.París.

Institut d'Ethnologie.- 191, Rue Saint-Jacques (5e)1930.

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