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Institut français d’études andines Empresas coloniales | Susana Aldana Rivera Capitulo I. Piura en la economia

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Este capítulo trata sobre las bases sobre las cuales se sostenía la economía de la región de Piura

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Institutfrançaisd’étudesandinesEmpresas coloniales | Susana Aldana Rivera

Capitulo I. Piuraen la economia

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regionalp. 18­61

Texto completo

1. LAS BASES DE LA ECONOMIAPIURANAEl actual territorio de Piura estuvo inscrito dentro de laintendencia con mayor número de habitantes delvirreinato del Perú, la de Trujillo; intendencia que contócon el 21% de la población total colonial y en la que Piuramisma fuera la segunda zona más habitada1. Pero debidoal tamaño de su territorio, la densidad poblacional fuebastante baja si la comparamos con la de valles sureñoscomo Lambayeque y Trujillo2.Más de la mitad de la población piurana fue indígena porlo que, gran número de habitantes se concentraron en elterritorio provincial; Huancabamba y Ayabaca tuvieron lamayor densidad poblacional. Solamente la ciudad de Piurala superó y junto con el puerto de Paita, fueron los focos depoblación existentes en la costa.Dentro del conjunto económico virreinal de caráctermercantilista y para el grupo dominante de la sociedadcolonial, Piura ofreció excelentes condiciones para eldesarrollo de actividades de interés secundario, como laagricultura y la ganadería que se convirtieron en sufundamento económico. La minería no se desarrollómayormente en la región norte hasta mediados de lasegunda mitad del siglo XVIII con Hualgayoc en Cajamarca.Y aunque Piura contó con algunas vetas de oro y plata porla parte de Ayabaca, hubo una explotación mínima que nisiquiera fue registrada por la Caja Real de Piura3. Losrubros más importantes de ésta fueron el tributo, la

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1a. la tierra

alcabala y el almojarifazgo y prácticamente durante todo elperíodo colonial, se mantuvo un saldo a favor entreingresos y egresos. Hubo otras actividades que no tuvierontampoco notoria importancia a nivel virreinal como lapesca, reservada a los indígenas de Sechuraprincipalmente, o la explotación de la brea, actividadfugazmente provechosa en el siglo XVIII4.La racionalidad económica utilizada por los piuranosaprovechaba las características y posibilidades de suterritorio. Las diferentes industrias que se asentaron en laregión norte y en Piura, tuvieron su sustento en lasactividades agrícola y ganadera. Sin embargo, losobstáculos más importantes para el desarrollo de primeroel corregimiento y luego la provincia de Piura, fueron elagua en la costa y la escasez de mano de obra en la sierra.Por otro lado con las reducciones españolas del siglo XVI ycon la caída demográfica indígena, cantidad de tierrasquedaron vacías y se convirtieron en pastizales y bosquesde algarrobo. Situación que facilitó más la concentraciónganadera que la especialización agrícola. El granmovimiento mercantil que en y de Piura se dio, tuvo comobase la comercialización de productos y subproductosagropecuarios.El grado de desarrollo que tuvo la industria del jabón enPiura, estuvo ligado al que alcanzó la actividad ganadera.Actividad que, a su vez, estuvo determinado por el régimende tenencia de la tierra en el norte. El panorama de lasbases económicas de la provincia de Piura, permitiráentender la génesis de la industria del jabón y su posteriordesarrollo colonial hasta su fin, estrechamente vinculado ala desaparición o substitución de los fundamentoseconómicos coloniales de Piura.

Los españoles que echaron raíces en el territorio piurano,

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Población de Piura en el tardío siglo XVIII

se asentaron en base al trabajo de la tierra y aprovecharonla poca mano de obra indígena existente5. Como todahacienda costeña, inicialmente conformó unidades deproducción mixta (agricultura y ganadería) con unaorganización social de tipo paternalista (Keith 1976:2;Ramírez 1986:2,45). Organización que se fue modificandohasta asentarse como hacienda española tras forzar latransición de una agricultura de comunidad y subsistencia,a una de corte señorial. Para el siglo XVIII, la haciendacosteña estaba ya consolidada. La propiedad de la tierra sehabía legalizado a través de las composiciones y se habíaproducido un cambio cualitativo de la hacienda de tipomixto. En esta última, la tierra no tenía casi valor frente alganado mientras que en la hacienda especializada, le eraintrínseco. El cambio respondió a la incorporación delcapital invertido y a la necesidad de mayor volumen deáreas cultivables (Burga 1976:104,109; Ramírez 1986:111,113). Interés que reflejó la coyuntura de aumento de lademanda en la segunda mitad del siglo XVII, por ciertosproductos (azúcar, vino, etc.) en los creciente mercadosamericanos (Jacobsen 1986: 116; Ramírez 1986:159).

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7 Al hablar de la unidad básica productiva piurana seprefiere utilizar el término de hacienda­estanciera queaunque bastante grueso, permite englobar los regímenesde tenencia de tierra en la costa y en la sierra de laprovincia6. Si para ésta última zona se tomara la definiciónde S. Ramírez sobre hacienda y trapiche —unidadproductiva caracterizada por una vasta área utilizada parael cultivo y la cría de ganado con a lo menos, un molino deazúcar (1973:20)— se vería que caracteriza a buen númerode haciendas de la sierra piurana. Sin embargo y mientrasque para Lambayeque se está hablando de un primitivo

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.las haciendas­estancieras

complejo agro­industrial de producción establecidas entre1670 y 1720, para Piura se estaría describiendo unidadesproductivas de pleno siglo XVIII. Es decir en esa zona, lapreeminencia del ganado no fue desplazado por el cultivode productos agrícolas de fuerte demanda sino que semantuvo un desarrollo paralelo de la agricultura y laganadería, desarrollo que permitió la producción sostenidade jabón en toda la etapa colonial.La parte costeña de Piura contó básicamente con dosnúcleos de actividad agropecuaria determinados por losdos ríos más importantes: el Chira y el Piura. Mientras queel primero cargaba siempre abundante agua, el segundo sesecaba varios meses al año, dejando tan sólo unos charcoso pozas de agua con que se abastecía la población de lazona (Raimondi 1983:357,361). Sin embargo, el mayornúmero de haciendas se encontraban en las márgenes deeste río Piura, 26 frente a las dos “de bastante crédito”(Somate y Tangarará) ubicadas en las del Chira (Helguero[1804] 1984:8,16).Característica visible del agro piurano colonial fue sufuerte fragmentación. En la documentación, se haceconstante referencia a tierras, estancias cortas, chacras,etc. Incluso y pese a que escapan de la visión tradicionalreferida a la evolución histórica lineal desde condicionesmás primitivas a más modernas o capitalistas(Mörner/Anrup 1987), los numerosos trozos de lashaciendas dados en arrendamiento pueden ser señaladoscomo un tipo especial de fragmentación; particularmenteen el caso de haciendas muy extensas, tales como Somate oTangarará.

Su mayor o menor importancia estuvo determinada por ladisponibilidad de agua, entre otras cosas. Se hacía ladiferencias entre las de regadío y las de despoblado. La

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mayoría de haciendas se ubicaban al pie de la serranía yademás del río principal, tenían acceso a otros de loscuales derivar canales o tomas (Helguero 1984: 11,12).Algunas haciendas contaban con canales de riego a partirdel río Piura aunque también aprovechaban para sembrarlas inundaciones que se daban en los períodos de lluvias(Eguiguren 1895:146). En 1795 el tinero Miguel deArméstar atestiguaba como otro dueño de casa­tina,Vicente María Fernández de Otero había dejado sushaciendas de Suipirá y Curbán “con muchoadelantamiento” por, entre otras cosas, “una acequia quehiso tirar desde Chipillico”, otra de sus haciendas. Al añosiguiente y al imponer un censo sobre su tina y hacienda,Vicente Valdivieso señalaba que a espaldas de las casas ycorrales poseía una fanegada de “tierras arenales quesuelen regarse con las inundaciones del mismo río”(Piura)7.Haciendas de despoblado eran las que por su ubicación, nocontaban con acceso a suficiente agua. En general, nofueron terrenos muy aptos para la agricultura mientrasque sí permitieron la ganadería pues sólo contaban conagua de lluvias que favorecía el pasturaje más no loscultivos (Eguiguren 1895:146). Incluso actualmente, laganadería predomina en el Despoblado en el que sólo se dauna agricultura de temporal o de secano (Córdova/Bernex1984:85). La mayoría de las haciendas­estancierasubicadas en los alrededores de la ciudad de Piura y queabastecían directamente las casas­tina, contaban con unabuena parte de terrenos de despoblado.En el siglo XVII y tomando como base el trabajo de Burgapara Lambayeque, no parece haberse tenido mayorcuidado en establecer los límites de la propiedad (1976:186­190). Esta concepción superponía la noción de ganadosobre la de la tierra y necesariamente debió cambiar en elXVIII ante la modificación de los hábitos de cultivo y la

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.los linderos

“.. .cuyos dichos linderos (.. .)corren de la otra parte del riode esta nominada ciudad cosa de sinquenta y seis quadraspara arriva desde la presa y Tacala del dicho rio (...)y quedel asiento y casa corren los ganados como cosa de 36quadras hasta una collona alta y paredon de los antiguos(...)siendo el mojon divisorio la Collona, Alto Paredon yCamino..”

necesidad de diferenciar las tierras de pastoreo de las desembradura. Mientras que conocer la cantidad de tierraexacta de las haciendas no habría sido fundamental para elpropietario, si lo habría sido la producción que de ellas sepodía obtener. Y en Piura se cumplió la norma. En losrecuentos legales de los animales, hubo una cuidadosadiferenciación de ellos, “entre chicos y grandes”, pues elpoco control sobre su ciclo de reproducción y lapromiscuidad, degeneró lentamente la calidad del ganado(Calle 1964:3). La importancia económica de una estanciase establecía en base a esa producción más que sobre laconsideración de las tierras de pastoreo. Incluso a fines delXIX, Eguiguren señalaba que las haciendas se vendían “enconjunto o ad corpus” (1895:146). Para determinar suvalor, se obtenía el promedio de la producción de lastierras en un determinado número de años.

En Piura colonial, la característica fue referirse a lashaciendas señalando tan sólo sus linderos. Son muy raroslos casos en que se menciona la cantidad de fanegadas deuna estancia. Eso sí, se indica puntualmente el número deanimales de las manadas. Por ejemplo en 1797, Vicente deValdivieso y Torres delimita su casa­tina y hacienda deMiraflores:

Versión de Valdivieso sobre los límites de su hacienda que,aunque resumida, permite remarcar que aún en fecha tantardía no se establece la cantidad de tierra de la hacienda.

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“...el rio de la Chira en sus abenidas y cresientes da y quitamucha tierra y que este año estan de una banda las que enel anterior estuvieron de la otra...”9

.la mano de obra

Es más, en 1851, al hacer la división de la casa­tina y de lahacienda Chapallirá entre los Seminario del Castillo y losVega Seminario el interés va más por establecer elperímetro divisible de las tierras que el área del fundo8.Pese a haberse realizado composiciones de tierras en lossiglos XVII y XVIII, el definir los linderos de las haciendas fuecausa de muchísimos litigios. En el XVII el juez componedorJuan Dávalos Cuba Maldonado otorgó los títulos depropiedad pero no contempló por ejemplo, los casos enque el río era el hito divisorio de las mismas. Tanto elPiura como el Chira mantienen un curso variable de año aaño, alterando los límites de las propiedades. En el XVIII,fue la causa recurrente de conflictos entre los propietariosde haciendas tan importantes como Tangarará y Somateporque

En la base del conflicto estaba el interés por esos terrenosinundados. Cultivos y ganados aprovechaban la tierrafertilizada por el agua del río.

Pero gran parte de la atención de los hacendados secentraba en la mano de obra. Prácticamente en todatransacción de estancias del siglo XVII hasta las primerasdécadas del XVIII, se establece el número de mitayos que lecorresponden a las haciendas. Los indígenas de Catacaos yde Olmos mitaron en las de la costa mientras que las de lasierra, se sirvieron de la mano de obra mitaya de loscomunes de indígenas de Ayabaca y Huancabamba. EnPiura y debido a la importancia del ganado en sueconomía, la mita fue más de carácter ganadero queagrícola; los indígenas eran utilizados como pastores de los

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1b. el ganado

animales. Y a semejanza de los hacendados deLambayeque ante la abolición de las mitas agrícolas yganaderas (Ramírez 1986: 162), los hacendados piuranosdeben haber tratado de obtener mercedes reales que lespermitieran conservar a los mitayos. El ganado estuvosiempre encomendado a indígenas y mestizos que locuidaban más en base a su experiencia que a la aplicaciónde alguna técnica (Calle 1964:3).La escasez de mano de obra en la región no fuesolucionada ni con la introducción de esclavos ni con elasalaramiento de indios forasteros, mestizos y mulatoslibres. A fines del siglo XVIII, el tinero Gregorio Espinoza delos Monteros al escribir a su hijo Manuel, vecino de Loja,le señalaba “lo favorable que fuera conseguir cholitos parala hacienda” y seis años más tarde, le pedía se interesasepor “si acaso la casualidad permitiese hacerse de algunosYndios que sirviesen de baqueros o de otros destinos”10. Enlos primeros años del XIX, Helguero señalaba la escasez detrabajadores como la causa de la “falta de giro” delcomercio (1804 [1984: 81­3) y, a finales de ese mismosiglo, Eguiguren escribía que en su concepto “Piuranecesita con más urgencia brazos que irrigación”(1895:148).

Los animales importados por los españoles se dispersarondesde 1550 con líneas paralelas de difusión a partir de losvalles aledaños a Lima, encontrando un habitat idóneo enlos Andes y en los pastizales de la región norte11. En ellos,la introducción de animales domésticos no mermó lastierras de cultivo ni significó el desplazamiento decamélidos como en la zona andina. Por el contrario, lapresencia del algarrobo propició la crianza de ganado,principalmente el cabrío, y fundamentó la producciónpecuaria de toda la región12.

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“La industria toda de consideración en dicha provincia(Piura) es la cría de ganado mayor y menores, y en algunaspartes el sembrío de algodón, siendo la primera de mayormérito.”13

.los ganados

La actividad ganadera colonial tuvo tres vertientes:alimentación, medios de transporte y materia prima(Assadourian 1982:181).Y en Piura se dieron las tres. Elganado vacuno por la sierra y el cabrío por la costa,estuvieron destinados parcialmente al consumo local. Lacarne hecha cecina era vendida en los mercados citadinoso repartida entre los trabajadores de las haciendas o de lascasas­tina. Los arrieros la llevaban como parte de sualimentación y llegó a ser exportada vía marítima a losmercados tradicionales de Piura. Por su parte, el grueso delos que se dedicaban a la cría de muías estuvieronestablecidos en la sierra aunque también hubo algunahacienda como Tangarará que se dedicaba a lareproducción de sus animales de carga. Además, el seboque se obtenía de las manadas de ganado, en la sierra y enla costa, se utilizó en la industria del jabón. Y en lacurtiembre se procesaban los pellejos de esos animales. Afines de la etapa colonial y tal como decía Mateo Lama,hermano de un importante tinero y hacendado piurano:

Según Juan Ignacio de Lecuanda ([1793]1965b:226), lacría de muías fue el tercer ramo más importante de la“industria y comercio” de Piura e incluso señalaba queéstas se reputaban “por las muías más finas y mejores delPerú”. Pero, consideradas dentro de la producción globaldel virreinato, no descollaron mayormente (Assadourian1982: 184) aunque sí tuvieron una presencia importanteen la región norte. La solicitud para que la rata comercialde Chachapoyas pasara por Piura y no por Cajamarca,aducía que en la provincia piurana había “muías sin

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destino formal” mientras que en la cajarmarquina, elcomerciante “se topa con el escollo de la falta de fletes”14.El ganado vacuno se localizó preferentemente en la sierrade la provincia y fue utilizado para la alimentación y parala industria. No parece haber sido usado mayormentecomo animales de tiro tal vez porque como señalaJacobsen (1986:130), los indígenas de la sierra se hallabanapegados a la taclla. La cría de vacunos fue una actividadganadera poco desarrollada pese a que las tierras eransusceptibles de sostener estos animales; la escasez demano de obra la frenó. Por ello tampoco fue posible eldesarrollo de la industria de cueros en la provincia piurana(Helguero [1804]1984:101).La cría del caprino fue la actividad ganadera másimportante de la provincia. Se concentró en la franjacostera y proveyó de materia prima a las casas­tina y lastenerías. Además fue un artículo de comercio con la vecinaprovincia de Lambayeque donde “mucha gente se exercitacomo pastores”. Se compraba el ganado piurano paraengordarlo en los pastizales lambaye­canos pese aperjudicar a los industriales piuranos. En 1673, el tineroFernando Cortes y Velasco litigaba porque una manadacriada en la hacienda Guapalas que debía haber sidobeneficiada en su casa­tina, había sido “ocultamente”despachada “a que se bendiera en los bailes jurisdission dela ciudad de Saña”15. Y a finales del XVIII, los de Sañacompraban este ganado piurano para tener sebo yproducir jabón (Lecuanda [1793] 1965c:79).El precio de cada animal “lo regula la vista del ganado”(Lecuanda [1973] 1965b:225), es decir, el valor seestablece de acuerdo a sus condiciones físicas. Una cabravalía 13 reales en 1696, 9 reales en 1703, 12 reales en 1784y de 3 y medio a 4 pesos en 1802, a causa de la sequía16. Enpromedio, un vacuno costaba 4 pesos y una oveja, 4 reales.Los animales de carga valían bastante más dependiendo de

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“Este es el que apaga el hambre mia, de mi muger, hijos yfamilia con la leche de quasi todo el año, los quesillos y lacarne y biste la desnudes de todos con la venta annual quese hace de las cavezas que ya no sirven para elproximo...”19

su especialización17.La ganadería no fue una actividad privativa de loshacendados, los indígenas la desarrollaron en menorgrado como un mecanismo complementario de sueconomía; los caprinos fueron reguladores indispensablede sus dietas. Además de las cabritillas, tenían la leche dela que fabricaban huesillos, queso salado y natillas18. En1807, el alcalde del común de Querecotillo enjuiciaba aFernández de Paredes por la posesión arrebatada de unastierras de humedad en las que sólo crecía el pasto ycriaban ganado:

Los ganaderos no sólo criaban animales en sus tierras sinoque también arrendaban pastos de terceros. Guápalas, porejemplo, tenía siempre pastos arrendados a alguna“manada de engorde” o “manada de matanza”. De estemodo, el no poseer una hacienda no era impedimento paraser ganadero o para acceder a la materia prima parafabricar jabón y comercializarlo. Y aunque fue sobre todopráctica común de las órdenes religiosas, hubohacendados que arrendaron o dieron en arriendo manadasde animales. Por lo general, eran manadas que teníanimpuestas alguna capellanía y cuyo capellán disponía elarrendamiento para recibir los réditos. El licenciado ytinero Andrés de Urbina arrendó en 300 pesos por seisaños, cinco manadas de ganado cabrío y ovino junto conpastos y abrevaderos y con derecho a tres mitayoscataquenses. Tuvo que reconocer el censo impuesto yaceptar la condición explícita de devolver el mismonúmero de animales que recibía20.

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1c. las industrias

.los molinos de trigo

Si bien en Piura no se desarrolló mayormente la actividadextractiva, si se impulsó la industrial. La hacienda­estanciera, unidad productiva de la provincia piurana,proporcionó la materia prima necesaria. El trigo y elazúcar cultivados en las tierras del Alto Piura y en la sierraasí como la cría de ganado por toda la provincia, fueron loselementos que dieron el sustento a las diversas industrias.Pese a contar con presencia de ganado lanar y contar conla mejor calidad de fibra vegetal, no se llegaron aestablecer obrajes. Intentos si hubo. En siglo XVII doñaPaulina Piraldo de Herrera, vecina de la ciudad de Lima yencomendera de Colán y Huancabamba, trató deestablecer uno en esta última zona serrana, cerca deSóndor y de las Huaringas. El sitio era ideal pues contabacon abundantes pastos para el ganado ovino. Sin embargo,la petición le fue denegada pues esta actividad siempre iba“en perjuicio de los indios”21. Es probable que detrás delrechazo, hubiera intereses creados de por medio si seconsidera que el tráfico de paños de Quito, y en menormedida de los de Cuenca, pasaban por Piura.La importante presencia de ganado en la provinciapermitió el desarrollo de la industria del jabón. Más aún,la localización del ganado caprino en la costa, centralizó lafábricas en la ciudad de Piura y sus alrededores e hizo másfácil la comercialización y distribución del jabón. Por elcontrario, los molinos de trigo y los trapiches se ubicaronen todo momento en la sierra de la provincia.

La producción de trigo piurano se localizó en los partidosde Ayabaca, Frías, algo en Huancabamba y sobre todo enHuarmaca. Es en este último partido donde Joaquín deHelguero, al hacer su Informe Geográfico a principio del

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“...moliente y corriente con un negro esclabo del abio dedicho molino con las herramientas pertenesientes a él ycon las tierras de los sitios de Pabur y Franco en el dichovalle...”24.

XIX, ubica los molinos de Piura22.A diferencia de las fábricas de jabón, no hubo ningúnmolino en los alrededores de la ciudad. A mediados delsiglo XVII, Diego de Saavedra y Alonso de la Cruzintentaron construir uno en medio del río. Según ellos, nose haría daño a nadie pues se utilizaría la fuerza del agua ypor otra parte, su cercanía beneficiaría a la población de laciudad. El molino más próximo estaba a 16 leguas de laciudad y no se podía llevar trigo o traer harina en“tiemposde aguas”. Pero, el molino que se quería levantar quedabafrente al sitio de Terela, tierras dedicadas a la cría deganado por la Compañía de Rodríguez de Albújar, Benítesy Araujo. Esta compañía ganadera que además, contabacon una casa­tina para la producción de jabón, se oponía ala construcción del molino en ese lugar. Sustentaban elrechazo señalando que se circularía constantemente por elsitio que ellos habían compuesto, sin ser camino oficial. Esobvio que no les convenía la presencia de una nuevaindustria en la zona y que probablemente contara con elapoyo de otros tineros23. En todo caso el intento noprosperó y algunos años más tarde, se encuentra aSaavedra convertido en un exitoso tinero.La ciudad de Piura era abastecida por la harina de trigo dela sierra y por la del molino de Piura la vieja. Molino quese arrendaba

En 1711, Diego Mesones y la Portilla comenzó a cultivarloen su hacienda Pariguanas. Al año siguiente, se inició en elnegocio de la venta de harina de trigo vendiéndole a un talFrancisco Gurumino, 200 costales a 6 pesos 4 reales. Losprecios variaban mucho de acuerdo a las condiciones.Mesones señalaba en esta época haber vendido el harina a

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el trapiche

10 pesos aunque había otros hacendados que no habíanconseguido más que 8 y 9 pesos por sus costales deharina25. Uno de estos significaba:

Una vez llegado a Piura el costal que valía 3 pesos enproducción, se vendía entre 10 y 12 pesos. Aumentando encaso de escasez y pudiendo bajar hasta 6 pesos en caso deabundancia (Helguero [1804] 1984:30­33).

La caña, además de cultivarse en la sierra, también fuecultivada en las haciendas de regadío de la costa comoMorropón, Yapatera y Pabur. Sin embargo, el volumen deazúcar producido nunca fue lo suficientementeconsiderable como para justificar la presencia de uningenio. Helguero atribuía a la mala voluntad de losindígenas el poco desarrollo de esta industria pero enrealidad, fue la escasez de mano de obra la que determinóla poca producción de azúcar en la provincia. Estaindustria requería de mano de obra especializada puestoque llevar a buen fin el proceso productivo era bastanteriesgoso y no todos tenían éxito26. Debe tambiénconsiderarse la fuerte competencia de los valles sureños de

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Lambayeque y Trujillo y la presencia de producción deazúcar en el sur de la audiencia quiteña, por la zona deLoja, Celica, Malacatos y “haciendas circunvecinas”27.Azúcar producida probablemente por pequeños trapichesque, llegada a Piura, parte era utilizada en el consumocitadino y parte era remitida a Panamá. Los trapichespiuranos produjeron más que nada raspaduras ochanconas y melazas. En 1807, en Piura se obtuvo tan sólo8,400 pesos en azúcar mientras que en Lambayeque,28,640 pesos; diferencia abismal que confirma lo dicho(ver apéndice No.3).Montar un trapiche requería al menos, de las piezas paramoler, con un costo medianamente alto. Eran fabricadospor los maestros paileros y podían tener tres "mazas"como el encargado en 1789 por Miguel de Arméstar, tineroy comerciante. Este trapiche, enviado al cura de Oña, Loja,tenía un peso total de 22 arrobas, 21 libras de fierro ycomo cada libra valía 4 y medio reales, su costo neto fue de428 pesos 2 reales28. Pero también hubo haciendas contrapiche en la misma provincia de Piura; Diego SaavedraRangel fue dueño de la hacienda y trapiche de Santa Ana yhubo otros trapiches en las haciendas de Jambur, Chapica,Matalacas y Serrán (Castillo 1977:38).Es probable que los hacendados piuranos no sólo sededicaran a producir raspaduras sino que tambiénprodujeran para el consumo de la hacienda y de lalocalidad, aguardiente de caña o “primera” —tal como se leconoce hasta el momento—. A fines del XVIII entró encompetencia este aguardiente de caña con el de uvaiqueño, suscitándose numerosas protestas de los del sur.Lograron detener la competencia legal pero no la ilegal; sesiguió produciendo grandes cantidades tomando comoexcusa el consumo doméstico y se comercializó decontrabando (Macera/Marquez 1964:148/150). Elaguardiente рiurano debió de haber tenido alguna

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2. LA CASA­TINA Y EL JABON: INSUMOSY PROCESAMIENTO

2a. la casa­tina

presencia en este proceso.

Durante la colonia y tal como se ha visto, Píura contó conla hacienda­estanciera como unidad básica productiva.Pero en todo momento, la actividad pecuaria opacó laagrícola, su рroducción se dirigía principalmente a cubrirla demanda interna de la provincia —como la segunda—sino que además, sirvió como materia prima y también sedirigió a los mercados externos.Los amplios pastizales de la sierra y los grandes bosquesde algarrobo propiciaron la presencia masiva de ganado;рrincipalmente caprino en los despoblados costeños yvacuno en las tierras serranas. Ganado que do sólo sus­tentó la industria local de jabón sino también contribuyóal desarrollo de la lambayecana29. El sebo animal me lamateria prima fondamental de esta industria, se extraía delas “manadas de engorde” o de tos “'capados”. Las pielestambién se utilizaban y eran procesades en la curtiduríaanexa a la casa­tina. Jabón y cordobanes fueronmercancías producidas y comercializadas por esta empresacolonial.

Fue el nombre que se le dieron a las fábricas de jabóndurarte la colonia pues tal como lo indica, era una casa quecontaba con “fondos de tina” o “tina”; pailas de cobre enque se hervía el sebo. Inicialmente en el siglo XVII, tambiénse les conoció a estas fábricas como “almonas” pues segeneralizó para toda la construcción, el nombre que se ledaba al cuarto del almacén. De manera progresiva se fueidentificando al edificio como “tina” o “casa­tina”,volviendo a ser la almona lo que era, una pieza más del

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pequeño complejo industrial. Y puede llamarse complejoporque la casa­tina, salvo una excepción, contó siemprecon una construcción adjunta para el procesamiento de laspieles de los animales, una curtiduría o tenería.Inicialmente el edificio de la casa­tina fue conocidotambién por un nombre específico que se fue perdiendocon el tiempo y con la frecuencia de traspasos de dueños30.Ya para el siglo XVIII se las distinguía por el apellido deldueño del momento. En 1682, el Maestro de CampoFernando Cortés y Velasco poseía la tina Nuestra Señoradel Rosario y en 1713, Bernardo de Quiroz poseía unallamada San Buenaventura y obtuvo otra por remate, “LaCaledonia” de don Joseph de Céspedes. Así, a principiosdel XVIII esta última fue conocido como la tina de Quiroz; amediados de siglo como la de Aguirre y luego como la delos Seminario a fines del mismo y en el XIX.En proceso inverso a Lambayeque en que las tinas fueronconstruidas en las haciendas durante el siglo XVII y luegotrasladadas a los alrededores de la ciudad en el XVIII,(Ramírez 1986:113) en Piura las fábricas de jabón selevantaron desde un inicio en los alrededores de la ciudady sólo muy tardíamente se construyeron en las haciendas.Tal vez porque mientras Piura estuvo rodeada de estanciasque aprovechaban los bosques de algarrobo de losdespoblados para la cría de ganado cabrío, las haciendascercanas a Lambayeque estuvieron dedicadas a laproducción cañavelera. Si bien en los primeros años delsiglo XVII ya se encuentra jabón que de Piura va aGuayaquil, probablemente haya sido producido de maneraartesanal. La infraestructura industrial tinera surge amediados de este siglo y en la capital provincial.Prácticamente todas las haciendas en los alrededores dePiura criaban cabras y estaban relacionadas con las casas­tinas; los dueños de Guapalas, Ñomala, Malingas, Curban,Tambogrande, Parales, Chapallirá y Miraflores fueron casi

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HACIENDAS COLONIALES EN LAS MARGENESDEL RIO PIURA

siempre, por no decir siempre, tineros (ver mapa A).Las casas­tina se construyeron en las afueras de la ciudad.Es probable que el mismo razonamiento que guió a laconstrucción de las tinas lambayecanas en el XVIII,funcionara para las de Piura en el XVII. Se buscó evitar que“sus operaciones, desagües o malos vapores puedanperjudicar en lo más leve a la población”31. Sin embargo, seubicaban cerca del río, el que debieron utilizar comodesagüe. Y si bien la fabricación de jabón no producíadesperdicios —puesto que “no tiene derrames, ni desagües,biene a ser como la conserva nombrada manjarblanco”32—la curtiembre de pellejos sí los producía. Además si sesobrecargaba la tinada y en pleno procesamiento serompía el fondo de tina, el material debía ser eliminado. Elproblema que, no parece haberlo sido para los piuranos,fue que estas casas­tina se ubicaban río arriba de laciudad.Las casas­tina fueron construidas en ambas márgenes delrío. Si éste venía con agua, el que quería cruzarlo tenía queservirse de las balsas del tráfico general cuyo derecho erarematado por el Cabildo. Pero las tinas “de la otra bandadel río” llegaron a mantener algunas de su propiedad paratransportar sus productos; derecho de balsa por tan largotiempo poseído que en fecha tan tardía como 1850,reinvindican los Checa Valdivieso ante la posibilidad deperderse puesto que se habría visto afectada directamentela hacienda Miraflores con la “oficina de elaborar jabones”que en ella había33.

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Fuente: Plano de haciendas en las márgenes del río PiuraADT. I. Aguas 419 (2828) 1814

.la fábrica

El número de casas­tina se mantuvo medianamenteconstante durante la colonia. Para la segunda mitad delXVII y gracias al auge de la producción de jabón, seconstruyeron alrededor de media docena de fábricas. Peropasado el mismo, unas desaparecieron y otras sefusionaron, perdurando tan sólo las cuatro casas­tinas másgrandes: la de las Vilela, la de Taboada, la de Del Castillo yla de las Carmelitas Descalzas arrendada por Aguirre34. Labreve recuperación de la industria del jabón a fines delXVIII, no fue suficiente como para impulsar a laconstrucción de otras casas­tinas pero sí como paraestimular la remodelación y mejora de las existentes; laenorme casa­tina del Ldo. Del Castillo corresponde a estemomento.En la construcción de las tinas se exigía sumideros, canalesde desagüe y pruebas de no afectar a la poblacióncircundante a la fábrica, sobre todo la indígena35. El tinerolambayecano Pedro Cabrera al solicitar una capellanía en

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la Caja de Depósitos Eclesiásticos de Piura, señalaba quehabía acordado con los indígenas próximos a su fábrica deno afectar sus intereses. No utilizaría el agua del ramal derío cercano a su terreno para el beneficio de sus jabones yque para contar con ese elemento, había construido dospozos36.En Piura, la tina y tenería se convirtió en un pequeñocomplejo socioeconómico industrial urbano. No era unasimple fábrica de jabón en la que sólo se procesaba el sebosino que contaba con un número de esclavos quehabitaban en ella. Con el tiempo, también vivieron allí losmayordomos de tina e incluso, llegaron a ser habitadas porlos propios dueños. Además de las piezas tradicionales, eledificio podía contar con un oratorio o capilla como la delLdo. Del Castillo, podía servir de almacén a otrosproductos con los que también giraba el tinero comocascarilla o algodón y finalmente, podía ser utilizada comoprisión o lugar de resguardo de esclavos secuestrados enespera de ser rematados37.Una casa­tina requería de una infraestructura mínima. La“oficina” era el recinto donde se tenía el fondo de tina y eraallí donde propiamente se producía el jabón. El cuarto dematanza que contaba con su corral y que debía ser losuficientemente amplio como para colgar los animalesbeneficiados. La pellejera o pieza cordobanera, donde selimpiaba la piel de los animales y se les preparaba parapasar a la curtiduría. La grasera o cuarto donde seseparaba el sebo, la grasa y la carne de animal beneficiado.La pieza del molino que era donde se guardaba la piedrade moler charán y las fanegas de charán. La saladera y lapaipaipera en las cuales se salaba la carne, se secaban laspieles y se conservaba la sal además de guardarse la piedrade moler paipai. La almona o el almacén de jabón dondetambién se podía guardar la lejía y la cal. Si se procesabanlas pieles contaba además con un cuarto especial para esos

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menesteres al que se le llamaba curtiduría.El “fondo de tina” o paila de cobre estaba asentado sobreuna especie de horno subterráneo que tenía unos“cañones” o canales, de aproximadamente 2 1/2 varas(2ms) por donde se cargaba la leña. El maestro horneroatizaban por ellos el fuego, utilizando unas palos el dobledel largo, 4 1/2 a 5 varas (4ms)38. A principios del XVIII, eltinero Urbina gastó en la hechura de un fondo de tinaalrededor de 450 pesos, 200 de mano de obra, 100 por latablazón y 149 pesos 2 reales “de fierro y echura de clavos”39.Obtenido el jabón, se recibía en las “adoveras” y secolocaba a secar en las “barbacoas”. También habían“noques” —en donde se ponían a podrir la grasa— ycoladores de grasa y de ceniza o lejía. Los de lejía sólo lostenían algunas fábricas, sobre todo en el XVII hastaprincipios del XVIII cuando el tinero producía su propioalcalí. El tinero Quiroz, por ejemplo, los tenía ubicados enla pampa alrededor de su fábrica pero estando sinprotección corrían el riesgo de destruirse por las lluvias40.Si alguna parte de la casa­tina se construía o seremodelaba, los tineros se apresuraban a techar antes defebrero por las lluvias. Los techos eran de paja que se traíade Catacaos a 4 reales la carga, las maderas que seutilizaban eran por lo general de algarrobo y todos losherrajes del edificio eran de fierro. A fines del XVIII, en latasación de la tina del Ldo. Del Castillo se señala:

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2b. los insumos

Años después esta misma tina, ahora propiedad deFernando Seminario y Jaime volvió a ser tasada aunqueparcialmente: 10,736 pesos en total de los cuales laalbañilería montó 5,393 pesos y la carpintería alcanzó los5,343 pesos41. Es decir no se había remozado elmaderamen de la casa­tina.Muchos instrumentos se requerían en una fábrica, unaromana, lampas, cucharas de diversos tamaños, hachas,cuchillos para descarnar pellejos, etc. Además semantenían algunos animales destinados al acarreo de leña,de agua, para sacar el jabón y los cordobanes de la tina, enfin, para los servicios de la fábrica. Y contando con unnúmero de esclavos, se la equipaba con grillos y hasta concepos de madera con llave y candado. El tinerolambayecano Pedro Cabrera señalaba en 1796, que losaperos de una tina eran muy costosos42, lo cual no resultadifícil de creer.

La fabricación del jabón y la curtiembre de pellejosrequerían un número de insumos que se obtenían de zonascercanas a la ciudad. Necesidades que generaron una redlocal de aprovisionamiento, los indígenas sechuranosabastecían de lejía y sal a las tinas, los cataquenses conpaja y totora, ambos con ceniza en el siglo XVII, etc. Alrealizarse los inventarios y tasaciones de las casas­tinafuera por testamentaría o por embargo, los insumostambién entraban como parte del capital de la tina.Conocerlos permite formarse una idea de las necesidadesde una de estas fábricas. A principios del XVIII en elinventario de la tina arrendada por Velásques y Tineo seencuentra 20 fanegas de lejía, 45 fanegas de cal y 450arrobas de charán. En el embargo hecho a fines de estemismo siglo al tinero Arméstar se mencionan 100 fanegasde lejía у 25 о 30 de cal en !a pieza grasera, 12 piedras de

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“... la cantidad de lexía, cal, sal, charan, pellexos de vaca,costalillos, pavilo, pasaya, petacas, sogas i todo lo demas(...)para el abio de la tina i curtiduria (...) i asimismo lasfanegas de masos de tavaco, i carne, para el sustento de losnegros que travajan en dicha...” (cfr. apéndice No.2)

.la lejía

sal y 7 petacas de cascarilla de cuero en la almona, 10trozos de faique de a vara y media, 160 quintales de sebode Chile, 20 arrobas de charán molido y cuatro sin moleren la pieza del charaneo, 26 petacas de totora para fábricarlas del jabón en la saladera y algarroba para mantener lascabalgaduras de la tina43.Por otro lado, en las declaraciones juradas de losmayordomos de tina presentadas en las acciones legalesrelacionadas con los tineros, se encuentran los costos deestos insumos para la fábrica. Joseph Quintín de Herrera,mayordomo del difunto Joseph Velásquez y Tineo,señalaba en la rendición de cuentas de su albaceazgo 1,346pesos 1 real como gastado en la tina; gasto que incluía:

“Materia simpliciter, nessesaria para dichos jabones”44 lalejía fue, sin lugar a dudas, el principal insumo para lafabricación del jabón pues sus propiedades químicas, lohacían fungir de alcalí45. Se obtenía lejía haciendo pasarpor agua, las cenizas de la yerba “lito”. Yerba que selocalizó en los terrenos salobres de la franja costera delvirreinato peruano, propicios para su crecimiento. De subondad, dependía la buena o mala calidad de la lejía y portanto, la del jabón.La yerba lito fue una variedad de barrilla o yerba del vidrioque bastante más al sur, en la hacienda Macacona erautilizada en la fabricación de vidrio. A diferencia de Ica,donde primero se la utilizó en estado silvestre y luegofuera práctica común el cultivarla para asegurarse de lacalidad de la sosa de sus cenizas (G. Ramos 1984:20,26 y

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31), en Piura era recogida directamente de losdespoblados, principalmente del de Sechura. Extendida laindustria del jabón, la ceniza de esta yerba lito norteña fuemuy cotizada. En 1801 hubo un litigio contra la realaduana limeña sobre el derecho al no pago de alcabala enla introducción de esta ceniza. Con la lejía obtenida seproducía jabón que pagaba alcabala al ser comercializado;doble impuesto que encarecía el producto. Pese a quetambién se podía encontrar esta yerba en Ica, se la traíadesde Piura; los motivos, simple preferencia o porque losintroductores estaban vinculados con el norte y no con elsur46.Si bien hubo otras lejías, la mejor fue la “del despobladocamino que va para Paita” de la que se llegaba a utilizarhasta más de 10,000 cargas anualmente. También hubootros comunes de indios que se dedicaron a su fabricación,pero la de mejor calidad era hecha por los indígenas deSechura. Los del común de Mórrope recogían y procesabanesta misma yerba del despoblado sechurano pero eranreconocidos adulteradores de lejía puesto que lamezclaban con otras yerbas, como cheque o gallinazo, que“disminuía su vigor”. El tinero Pedro de Estela al realizarla información geográfica de su partido, Lambayeque,señalaba que la buena lejía picaba al probarse, como la deCabo Verde o San Pedro, y que gracias a esa propiedad seobtenía un jabón limpio. Los indígenas de San Pedro,Monsefú y Eten también producían lejía en ese vallesureño mientras que en Piura, solamente se tiene indiciosde los sechuranos (Macera/Márquez 1964:28,63 y 180).Comúnmente se comercializaba la lejía por fanegas; afinales del siglo XVIII y para Lambayeque, la lejía se vendíapor cargas y tenía una de éstas de 12 a 12 1/2 arrobas enpromedio (Macera/Marquez 1964: 166). En el sigloanterior se había abastecido a las tinas piuranas con“ceniza” la que, para 1647, costaba 11 reales la medida. A

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.otros insumos

fines de este siglo XVII, en 1696, 1a fanega de lejíapropiamente tenía ese precio y entre 1709 y 1718 fluctuóentre 9 y 12 reales. Para la segunda mitad del siglo XVIII, lamedida se había recuperado en precio, de 4 y 6 realeshabía aumentado a 8 reales. El precio de la lejía sechuranaestuvo directamente relacionado con la presencia de agua,si se carecía de ella, aumentaba. A fines del XVIII y aunquese había abaratado con respecto al siglo anterior, laescasez de agua hizo que subiera el precio de la lejía hasta10 y 12 reales47.

La calidad de la lejía podía ser mejorada haciéndola hervircon cal viva pues se acentuaban sus cualidades caústicas.“Cabeza” era el nombre que recibía la mezcla de 12 cajonesde lejía con 4 de cal aunque si la lejía era de buena calidad,la cabeza sólo contaba con la mitad, 6 cajones de lejía y 2de cal. Además triturando la cal con las vainas del paipai,se la utilizaba para podrir la piel de los pellejos de losanimales y luego curtirlos. En el siglo XVII hasta lasprimeras décadas del XVIII costaba un peso la fanegamientras que para la segunda mitad de este último siglo,no costaba más de 3 reales la medida.La sal que se consumía en la tina, fuera para la carne de losanimales beneficiados o para la fabricación de jabón ycordobanes, era abastecida por los indígenas sechuranos.Se solía vender por “piedras” y una con 7 arrobas llegaba acostar 6 reales. Señalaban los sechuranos que si vendíanlas piedras de sal entre Piura y Paita sólo conseguían 2 o 3reales por ellas y que sólo si la llevaban a Olmos, trascruzar todo el despoblado, podían cobrar 8 reales por lacarga de 12 piedras. Exageración entendible dentro delcontexto del litigio con los morropanos pero poco creíble.En Piura al rematarse las existencias de la tina secuestradade Arméstar en 1799, se tasó la piedra de sal a 4 reales48.

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2c. la producción de jabón: su proceso

El paipai o charán (caesalpina paipai) se utilizaba en lacurtiembre de pieles. Además de usarse para podrir lapelambre de las pieles, servía para teñir cordobanes eincluso, textiles de algodón. Sus cualidades como tinte sereforzaban mezclándola con lejía. A fines del XVII, la arrobaestaba alrededor de 2 y medio reales pero en realidad tuvoprecios muy variables durante toda la etapa colonial;dependiendo del tiempo y de su abundancia o escasez ibadesde real hasta 6 u 8 reales. También se utilizaba en latenería, el alumbre y el afrecho. En Lambayeque según eltinero Estela (Macera /Marques 1964:167), el primero erade canina de perro y el segundo se utilizaba en lugar delalumbre para curar pieles de carneros de vello blanco ysobre todo a partir de la segunda mitad del XVIII cuando secomenzó a curtir gamuzas.Este listado de insumos quedaría incompleto sinmencionar al algarrobo. A más de sus vainas que seutilizaban como forraje de los animales de la casa­tina, lostineros se servían de su madera. Afortunadamente paraellos, el algarrobo se reproducía con mucha rápidez; enterreno adecuado la semilla se demoraba tan sólo tres añospara convertirse en un árbol de 8 a 10 pies de alto(Eguiguren 1894:144). No faltaba madera para leña nitampoco para la construcción de las fábricas. Una tinadarequería de por lo menos 10 tareas de leña y cada una valía2 reales a fines del XVIII49.

En Piura, el sebo necesario para fabricar jabón se extraíaprincipalmente del ganado cabrío aunque también seutilizó el del ganado vacuno de la sierra. Diego de Mesonesy la Portilla, hacendado serrano, señalaba en 1719 que“consta a todos los del lugar e tenido y tengo mas xavonque todos los azendados de esta ziudad”. Y un testigo deljuicio señalaba que era sabido en la provincia que “toda la

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.la tinada

grasa de las haciendas de Pillo, Pariguanas y Congoña sonabsolutamente la mejor que entra (en las casa­tina dePiura) porque los indios están hechos a sacarlo”50. Ademástambién se podía producir jabón, como se haría más tardeen Lambayeque, con el sebo del ganado de cerda51.Los tineros hacían una clara diferencia entre el sebo y lagrasa e incluso, las combinaban para obtener una mejorcalidad en el jabón52. De la calidad de estos lípidosdependía la del jabón. Pareciera que la grasa era obtenidadespués de extraído el sebo, tras una primera cocción derefinamiento. Mal extraída, podía ser “carnasa” o unagrasa llena de restos de carne; excesivamente cocida, erauna grasa quemada; en ambos casos el jabón no salíalimpio. Después de un tiempo, la grasa se ponía dura ynegra y aunque no se malograba —pues por muy malo quefuera el sebo algo se podía obtenerse requería de muchamayor cantidad que lo habitual para producir jabón.

“El beneficio del jabón no es otra cosa, que cosinar unpoco de sebo en un fondo”53. Ese “poco de sebo” erallamado por la gente del oficio “tinada” es decir, lacantidad de material que se beneficiaba de una sola vez.Comúnmente se cocían de 75 a 80 quintales aunque lo másrecomendable era la primera cantidad. En su afán deproducir mayor cantidad muchas veces, los tinerossobrecargaban los “buques” o pailas de cocer jabón con100 quintales o más. Con esto, sólo conseguían o reventarlos fondos de sus tinas o producir un jabón de no muybuena calidad pues no se podía calcular 1a cantidadadecuada de lejía para tinada tan voluminosa. Eraaconsejable que cada dos tinadas se limpiasen los fondosde tina, así los fondos corrían menos riesgo de reventarse.La práctica habitual fue mezclar 50 quintales de sebo con50 botijas de grasa. Esta última cantidad correspondía a

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los 25 quintales faltantes pues mientras el sebo siempre secomercializó por quintales, la grasa se hizo por botijas. Porlo general, del beneficio de una manada se obtenía estas50 botijas de grasa aunque a veces se lograban 70 u 80 encuyo caso se dejaba el material restante para otra tinada.De cada res se extraía de grasa la mitad de lo que se sacabade sebo mientras que de las cabras se obtenía un terciomás de sebo que de grasa.A veces se cargaban tinadas sólo con sebo dejando la grasapara ser cocida sola con poca cantidad de sebo. Si sobrabagrasa, se metía en cualquier otra tinada aunque no fuerade su propietario a quien se le reintegraba después enjabón. En todo caso, la tinada se ponía a cocer agregándoleentre 14 y 22 cabezas de lejía. Pero el que un líquido oleosocomo el jabón tomara el peso y consistencia adecuada noera un proceso rápido. La cocción debía ser a fuego lentopara evitar que se quemara la lejía, agregándola unas vecesmás floja, otras más fuerte hasta llegar a cuajar el jabón.Su fabricación no producía mayores derrames ni desagüese incluso el olor se perdía al cocer el sebo con la lejía puessufría seis destilaciones y por ello perdía todas sus sales.Una vez cocido el jabón era recibido en adoveras y luegoextendido en barbacoas, altas en lo posible, durante 40días a secar. Recién después de este período de seca, se le“paneaba” o cortaba en panes para ser entregado. “Labrar”o fabricar jabón producía menos humo que las “velerías” ofábricas de velas.El propietario del material recibía su jabón en un lapsomínimo de 40 días hasta de tres meses. Si el sebo era eltraído de la sierra y si había cabida en la casa­tina, pasabaser cocido de inmediato. Mas si se trataba del sebo deganado cabrío que, por lo general era beneficiado en lamisma fábrica, el procesamiento de jabón se iniciabadesde la matanza de los animales y la extracción del sebo yde la grasa. A principios del XIX, Fernando Seminario y

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.la tenería y los cordobanes

Jaime tenía en su tina una manada que se habíacomenzado a beneficiar un 14 de diciembre y recién sehabía terminado el 28 de marzo del año siguiente, es decir103 días después.Pero al tinero le convenía la rápida entrega del jabónbeneficiado. Su obligación era tenerlo sólo hasta quehubiese concluido el período de seca porque si se sacabainmediatamente de cocido, el agua que tenía lo hacía máspesado de lo que en realidad era. Después del tiempo enlas barbacoas, se llamaba al propietario para proceder apesar el jabón. El tinero debía apurar al cliente en retirarsu producto primero porque mantenía ocupada lasbarbacoas y luego, porque si se pesaba y el propietario lorecogía días después, la diferencia en el peso debía sercubierta por el tinero. El jabón fue un bien “sujeto a muchamerma”; cada día disminuía algo de peso conforme se ibasecando.

Si bien el jabón fue la principal producción de las casas­tina, los cordobanes fueron una línea paralela deproducción. Esta intrínseca relación hizo que seestableciera, si no una identificación si una asociación muyestrecha entre tina y tenería. En las oficinas principales sebeneficiaban los animales, se les extraía el seboseparándolo de la grasa y de la carne mientras que en unaanexa, la tenería, se procesaban las pieles.Salvo una excepción, todas las casas­tinas contaron conese anexo. Y casualmente, la única que no contaba con unasección de curtiembre, no sobrevivió el período de declivey estancamiento de mediados del siglo XVIII como mejor opeor sí lo hicieron las otras. Los que utilizaban losservicios de la fábrica del Capitán Andrés de Urbina yQuiroz sabían que debían llevar las pieles a curtir a otra delas casa­tinas. La fábrica de los Urbina sólo procesaba el

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sebo y secaba los pellejos mas no los convertía encordobanes54.Las pieles se curtían echándolas a unos noques muygrandes en los que había la cal mezclada con el charán,amasijos “tan hediondos que de solo oler­las se atolondrala cabeza”55, de esta manera era fácil eliminar la pelambrede las pieles. Luego se remojaban en otros noques dondese había disuelto alumbre con agua y después de untiempo, se les enjuagaba con agua limpia. Se refregababien cada pellejo echándole seis libras de paipai molidopor cada uno y se volvían a meter al agua para queterminaran de curtirse. Finalmente se les sacaba al día y seles volvía a lavar, poniéndolos a secar a la sombra paraevitar que el sol los quebrara. Mientras estaban en la tina,los pellejos debían ser sacudidos cada cierto tiempo paraevitar que se picaran.De las pieles del ganado caprino se obtenían loscordobanes y de las del vacuno, los cueros. Peromodificaciones al procesamiento base, permitían obtenerpellejos mortecinos, pellejos blancos, cordobanes de mediobeneficio, etc. La labrada de cordobanes estaba alrededorde 32 reales la docena. Comúnmente se les comerciaba así,por docenas y no por unidades (salvo que no llegaran acompletar una docena); el precio fluctuaba entre 10 y 12pesos.Cordobanes, cueros y pellejos se destinaban al embalaje deproductos. Principalmente se utilizaban los cordobanespara proteger los productos en el transporte, los cuerospara hacer petacas y los pellejos para fabricar zurrones. Alser Piura una zona de fuerte movimiento comercial, estetipo de productos tenían gran demanda. Pero por lomismo que fueron de uso tan cotidiano, resultan aún másdifíciles de rastrear que el jabón. La mayor producción enPiura fue de cordobanes puesto que la cría del ganadocaprino fue la principal actividad en la parte costeña. Las

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.el acondicionamiento del producto

compañías de comercio que se formaban giraban por logeneral con los dos rubros, jabón en primer lugar y luegocon cordobanes.

La labor de la casa­tina concluía una vez que se habíaentregado el producto a su dueño o era enviado a algúnmercado. Pero para ello, el jabón tenía que serdebidamente preparado. Se vendía a granel o en panes y eltamaño de estos últimos, dependía del mercado al queiban dirigidos; había el jabón “corte de Quito” y el de“corte de Lima”.El material era llevado a la tina en “panzas” o pellejos delanimal. Cuando salía, lo hacía en zurrones si era a granel oen petacas si era paneado. Los primeros eran hechos enbase a pellejos o a cordobanes procesados y las segundasse hacían de totora. El costo del material paraacondicionar el producto era por cuenta del dueño delmaterial. Los catacaos solían ser los abastecedores de latotora; el tercio estaba alrededor de los 4 reales a fines delXVIII y al momento de la independencia, la carga estuvo en6 reales. A veces los dueños del jabón contratabandirectamente con los petaqueros de la ciudad pero lo máscomún era dejar que el mayordomo de la casa­tina seencargara de las petacas. A fines del XVIII, una petaca enmal estado costaba 2 reales y medio, es probable que fuesela mitad o algo más, de su valor. Antes de acomodar eljabón en ellas, se pesaban en bruto “sin costales ni lías” yse colocaba alrededor de 1 quintal y medio por petaca. Entodo caso, el máximo era de 7 arrobas porque los arrierosno aceptaban más. Así por ejemplo, 10 petacas podíancontener 16 quintales, 2 arrobas, 10 libras como en el casode jabón recibido por María Leonarda Sojo, u 83 petacaspodían tener 126 quintales 2 arrobas de jabón comocuando Bartolomé Ruiz envió sus cargas Lima56. Se

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.el costo del producto

buscaba que el jabón no estuviera “mal acondicionado ymuy flojo” sino por el contrario, que estuviese “enjuto” ypara lograrlo se utilizaban corontas (tusas) de maíz. Estopodía crear problemas pues podía fácilmente estafarse enel peso colocando un número excesivo de corontas.Una vez acondicionados, las petacas y los zurrones eranforrados en costalillos de lona o hilo, utilizándose los deSechura. También de allí era el pabilo que se usaba paracocer aunque las raíces secas del plátano (pasalla) eranbastante más común. De los pellejos de vaca se hacían laslías para amarrar los fardos y después marcarlos; con seis,se hacía el enrejado de lías de 54 petacas de jabón.Llegado al mercado, el jabón era recibido porconsignatarios quienes lo redistribuían a otras provinciasdel interior o lo vendían al minoreo en las tiendas. En estecaso se comercializaba por libras y cada una de éstas podíatener entre 4 y 6 panes. En Lima y a principios del sigloXIX, cada libra estaba en 3 reales con precio controlado57.

La “labrada” o fábrica del jabón fluctuó en todo el períodocolonial entre los 14 reales y los dos pesos mientras que elsebo varió entre los 10 y los 12 pesos. Para esa mismaetapa, no se cuenta más que con el valor unitario de unapetaca —y ésta en mal estado— 2 y medio reales. Sinembargo, el dato permite redondear costos y hacer unacomparación de ellos. En todo caso, la variación posiblesería mínima; el valor de una petaca en buen estado nodebe haber sido más del doble.A principios de siglo XVIII:

En la ultima década de este siglo:

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2d. Las casas­tina y otras empresas coloniales

En Piura para 1707, el precio del quintal de jabón fue 14pesos con 4 reales y para 1789, 17 pesos. Si tomamos losquintales de sebo como equivalentes a los obtenidos dejabón, se tiene una ganancia bruta de 1,087 pesos 4 realesen el primer caso y 1,275 pesos en el segundo.Descontando los costos, la ganancia neta para el dueño delmaterial por tinada fue de 190 pesos 5 reales a principiosdel XVII y a finales de 212 pesos 5 reales. Ahora bien, dosconsideraciones. La tinada siempre tenía “creces” pues sibien se hervía el sebo, se le agregaba agua la queaumentaba su volumen y su peso; de allí los problemasderivados por la merma. Por otro lado, el cálculo se basaen sebo a precio de mercado. Los productores no locompraban sino que era un subproducto del ganado quecriaban. En la ganancia neta debe tomarse en cuenta quetambién se comercializaba la carne y las pieles. Incluso sinser hacendado —aunque contando con ciertasposibilidades económicas— resultaba convenientededicarse a la industria del jabón.

Entre las pocas industrias que se desarrollaron en Piuracolonial, las casas­tina fueron la actividad productiva másimportante. La economía principalmente ganadera, lainfraestructura tinera y los circuitos de distribuciónhicieron de esta industria una verdadera empresa colonial.Hubo otro tipo de actividades; trapiches y molinos en lasierra, extracción de la brea e incluso tejidos por la costa,pero apenas se conoce el lugar que ocuparon en laeconomía provincial. Sin estudios sobre el tema es difícil

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contextualizar a las casas­tina dentro del conjunto de lasindustrias que se desarrollaron en Piura colonial.En la región norte hubo otras empresas de mucho mayorimportancia en el territorio virreinal que la del jabón enPiura: los ingenios azucareros de “valles”, Lambayeque yTrujillo, y hasta los cercanos a Lima, las haciendasazucareras jesuitas. Como se ha dicho, para Ramírez(1973: 20), hacienda y trapiche implica hablar de unaunidad productiva caracterizada por una área extensadedicada al cultivo y cría de animales con al menos unmolino de caña. Por el contrario, hablar de una casa­tinasignifica referirse a una construcción con determinadascaracterísticas que, aunque por lo general se encontrabarelacionada a una hacienda, se constituyó en un pequeñocomplejo urbano autónomo. Poner en funcionamiento uningenio requería de la inversión de un capital bastantemayor que el que se necesitaba para iniciarse en una casa­tina. A diferencia de los tineros que podían dedicarse aprestar servicios a terceros mientras que comercializabanlas cabezas de ganado, los dueños de trapiches requeríancontar con la tierra para el cultivo de la caña, lainfraestructira productiva e incluso, sistemas de irrigación(Cushner 1980: 114). Ciertamente la rentabilidadjustificaba esa mayor inversión e incluso en Piura, se tratóde implementar esa industria. Pero las característicasgeográficas costeñas no fueron las más apropiadas y elcultivo de la caña se limitó al Alto Piura, en la base de lasierra.Mientras que en 1719, la hacienda y trapiche de Sipán valía25,000 pesos y la de Calupe, 41,000 pesos (Ramírez1973:74,1986:284), algo antes en 1713, una casa­tina habíasido tasada en 7,500 pesos (ver cuadro IX). Diferenciaabismal de valores que se explica si se considera que en elprimer ejemplo, la hacienda entraba necesariamente en eljustiprecio. En el segundo, la hacienda del tinero es

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inventariada totalmente aparte; rara vez la casa­tina y lahacienda de un mismo propietario fueron valoradas comoconjunto. En todo caso, haciendas vinculadas a las fábricasde jabón, pequeña como Parales o medianamente grandecomo Malingas, estuvieron valoradas en 8,000 y en 17,500pesos respectivamente principios del siglo XVIII58. Lahacienda Huaura producía en 1710, alrededor de 6,000arrobas de azúcar por un valor aproximado de 22,000pesos y para mediados del siglo, más de 10,000 arrobaspor valor de 17,000 pesos. El precio de la arroba habíabajado de 3 pesos a 1 en ese lapso (Cushner 1980:122).Una casa­tina como la administrada por la testamentaríade Velásquez y Tinco en 1704, pleno período de auge,arroja un total neto de ganancia de algo más de 15,000pesos y líquido de 10,000 pesos (ver cuadro VI). Y en elcaso del trapiche jesuíta sólo se está hablando de lacomercialización de azúcar y no de otros productosderivados como mieles y jaleas. Para la casa­tina se indicala ganancia del movimiento global de la fabrica.De igual modo, un obraje producía grandes beneficios.Con ellos, se aprovechaba condiciones ambientales pocopropicias para la agricultura y la ganadería y la necesidadde materia prima, llevaba a establecer relacionesregionales e interregionales (Salas 1983:52,1986:140­141).En 1773 y en Oruro, el obraje de Cacamarca colocó telaspor un valor de 40,226 pesos (Salas 1986). El mismo año,Lima recibió 2,981 quintales de jabón del norte —engeneral— por un valor aproximado en la plaza, de 35,772pesos59. Entre 1775 y 1788, el promedio de venta anual deese obraje tan sólo en Oruro era de más de 4,000 pesos60.Vender de golpe el jabón obtenido de una manada, era unabuena transacción para un tinero. Algo más de 100quintales de jabón que en el mismo período y al preciopromedio de 12 pesos, no arrojaban mas que 1,200 pesosenvueltos en la operación. Claro está que un tinero

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3. TRANSPORTE Y MERCADO: LACARRERA DE LIMA­QUITO

beneficiaba más de una manada pero debe tomarse encuenta la presencia de otros dedicados a la mismaactividad no sólo en Piura sino también en Lambayeque. Ysi bien hay una gran diferencia económica ventajosa paralos obrajes, un aspecto favorable a la casa­tina debe serrelevado. La mano de obra utilizada en esta empresa selimitó a un número no muy alto de esclavos, propios yasalariados, y no significó costo social para lascomunidades indígenas, como sí lo fueron los obrajes.Pero la industria del jabón no fue tan pequeña como lavidriera. G. Ramos ha estudiado en el período 1767­1778,la hacienda Macacona con “producción orientada a lafabricación de vidrios y elaboración de vinos yaguardientes” (Ramos 1984). En esos años, el ingresoanual promedio del renglón principal de comercialización,la venta de vidrios, era de alrededor de 1,400 pesos;cantidad un tan sólo poco mayor a la que envolvía unabuena venta de un único tinero. Y aunque no fueron laproducción fuerte de esa hacienda, Ramos remarca que elvino y el aguardiente contaron con más peso y estabilidadcomo proveedores de utilidades que la venta de vidrios(1984:85). Esta última característica la comparte laindustria del jabón y prueba de ello, el interés enimplementarla al decaer otras empresas en valles más alsur de Piura.

El jabón se distribuyó por los circuitos comercialesestablecidos a partir de Piura. Primero el corregimiento yluego la provincia, vinculó las dos audiencias norteñas delvirreinato del Perú, la de Quito y la de Lima. Fue la últimaciudad a la que se llegaba después de cruzar la larga franjadesértica de la costa norte de la audiencia limeña.

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3a. los productos comerciados

El comercio fue el “agente dinamizador” (Pinto 1976:27­28) de la economía en el virreinato y las diferentes rutasmercantiles que se establecieron entre las regiones fueronllamadas carreras. Dos claramente visibles fueronestablecidas en la región norte del virreinato dependiendode la ciudad­polo que atraía: la carrera de Lima y la deQuito; carreras que articularon los pueblos y ciudades queatravezaban. Piura se inscribió como “bisagra comercial”en toda esta región. (Dèler 1981: 88­90).Y, además deestar en este límite entre las audiencias de Lima y Quito,contaba con el puerto de Paita. Puerto con intenso tráficocomercial y punto de parada obligatorio para todos losbarcos que viniendo del norte fueran al sur o viceversa.Las carreras ayudaron a formar circuitos mercantiles en laregión. Piura movilizó numerosos productos y tambiénrecibió otros tantos a través de ellos. Principalmente“efectos de Castilla” con los que cubría sus demandas ydistribuía al resto del territorio provincial y sur de laaudiencia quiteña. El sustento de las redes comerciales dela provincia y su poca o mucha relevancia económica en laregión norteña, fueron esos productos piuranos (verapendice No.1).A partir de los documentos trabajados poco se sabe sobreel mercado panameño. Se encuentran cantidad dereferencias sobre envíos desde el puerto de Paita y relatosen relaciones geográficas que señalan a Perico, Panamá,como puerto receptor de productos piuranos. Pero sedesconoce el volumen de lo enviado y su ubicaciónreferencial dentro del mundo comercial panameño. Esseguro que los productos piuranos llegaron a esa provincianorteña inmersos dentro de los numerosos efectos que seenviaban del virreinato peruano.

En 1786, Antonio de Alcedo caracterizaba la producción de

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“... es muy abundante de maiz, algodon, azucar quefabrican allí de excelente calidad, pita, trigo, alberjas,frixoles, melones, membrillos, y otras frutas de Europapero su principal comercio consiste en xabon ycordobanes que llevan a las demas Provincias del Reyno ya las de Quito y embarcan para Panamá...”61

.el jabón

las tierras piuranas:

Por lo general, los productos de Piura formaron parte delos norteños. Los libros de Aduana de Lima no especificanel lugar de origen de los diversos productos que del nortellegaban a la capital. Además, los arrieros rara vezcargaban sus recuas con una única mercancía. Buscaban elmáximo rendimiento de sus animales, colocándoles cargade varios clientes conforme iban caminando a Lima. Asípara distinguir los productos piuranos que pasaban laportada de Guía, se hace necesario conocer el conjunto deéstos o el origen piurano o las conexiones comerciales conla zona, los mercaderes mencionados en las guías ytornaguías, etc. Por otro lado, si bien el comercio de Piurarespondió a un patrón general basado en los grandescircuitos comerciales y los bienes iban a los mismosmercados, cada producto tuvo su peculiar manera de sercomerciado. Cada uno estableció su propio circuitomercantil autónomo.

Por más de 180 años y con una misma racionalidad en laproducción, Piura comercializó jabón. Mientras que en elsiglo XVII las grandes compañías de comercio giraban conel jabón y cordobanes como productos únicos, en el XVIIInegoceaban todo un conjunto, canasta de productos enque resalta la presencia del algodón. Hacia el norte, eljabón piurano se envió por tierra hasta Cuenca. Los librosde carga y data de fines del XVIII de esta ciudad tienen unacuenta para los efectos americanos o de provincias

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.el trigo y el azúcar

comarcanas en los que la mayoría de las partidas son porjabón y algodón (Palomeque, S 1979: 108). Cuenca fue unode los tres vértices de la estructura comercial triangular dela audiencia de Quito, posición que le permitió fungircomo centro redistribuidor de productos en ella (Miño,1984:83­84). Es probable que por su conducto, el jabónpiurano fuera redistribuido en el territorio de la audienciaquiteña. Siempre hacia el norte y por mar, el jabónpiurano se enviaba basta Panamá. Pero también buenacantidad se enviaba a Guayaquil y no sólo por barco sinotambién mediante las balsas indígenas (León, 1976:290 yss).De igual modo hacia el sur, Piura enviaba su jabón a travésde Paita al Callao y por tierra, hasta Lima, núcleoredistribuidor de la producción provincial hacia otraspartes del virreinato. Pero en el camino también iba siendovendido. Incluso se ha encontrado algunas ventas de jabónpiurano en la ciudad de Lambayeque, su competidora, ocomerciantes lambayecanos que se hacían del jabón dePiura. El de Saña y de Lambayeque como luego el deTrujillo, fue conocido como “jabón de valles”. Es probableque en sus envíos a la sierra, los lambayecanos colocaranalgún jabón piurano. Se puede afirmar que se identificabaal jabón norteño como de valles pese a que Piura mantuvouna producción sensible de jabón y que en la zona, hubocasi el mismo número de casas­tina que en Lambayequehasta finales del XVIII.De Lima salía “jabón” sin mayor especificación. Se enviabaa la sierra central, Huamanga y Huancavelica y también seembarcaba hacia Chile. Entre 1701 y 1704 por ejemplo, seremitieron 126 petacas al puerto de Arica, 2 al deConcepción y 45 al de Valdivia (Moreyra, 1943:278).

El trigo fue un cultivo rentable a fines del siglo XVIII aunque

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.el algodón

no todos los partidos aprovechaban sus condiciones paradesarrollar el cultivo. Huarmaca por ejemplo, producía tansólo 2,000 cargas de trigo. Descontando lo que seguardaba como semilla, lo que se separaba como comidapara los peones y lo que se perdía o sufría algunacontingencia, no quedaba más que 800 cargas de trigo(Helguero [1804] 1984:31). Una vez molido, el harina eracomercializada. Los precios variaban dependiendo de lademanda, bajaba “por los meses de junio, julio y agostoque es el tiempo que hay mas ocurrencia de harina”62. Losprecios podía ir desde 6 hasta 12 pesos por costal. De igualmodo, el azúcar consumida en la provincia venía deLambayeque y Trujillo pero la mayor parte llegaba del surde la audiencia quiteña. Los hacendados productores deambos bienes, los enviaban a Guayaquil y Panamámientras que los indígenas que tenían algún cultivo deestos productos, los comerciaban Iocalmente. Si eran losde la sierra, los negoceaban teniendo como límite Loja y laciudad de Piura.

El mejor algodón del virreinato del Perú, se cultivaba en lazona de Piura. Los terrenos de humedad de las márgenesde los ríos Piura y Chira, eran los mejores para su cultivo.En el primer caso, en las tierras que pertenecían al comúnde Catacaos y en el segundo, en las grandes haciendas dela parte del Chira. El algodón estableció un circuitomercantil peculiar. En rama era enviado principalmente aCuenca, de donde los comerciantes regresaban con textilesde este producto, retomaban “con efectos y ropa de latierra” (bayetas, tocuyos y pañoles) que iban siendovendidos “en toda esta carrera hasta la ciudad de Lima”63.Con esta ciudad estableció un eje de complementaridadeconómica que articulaba toda la región que las separaba yen el que Piura fue el centro productor de la materia

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prima, Loja la abastecedora de muías y Cuenca, el centrotransformador. El destino final de estos textiles era Limaaunque en el camino iban siendo vendidos conforme senecesitaba cubrir los gastos del transporte (Palomeque1983). Fue más raro el envío de algodón como materiaprima a Lima y a Chile (Lecuanda [1793] 1965b) quetransformado en pabilo. Los lugareños lo utilizaron paratejer camisas, anacos y lonas para las velas o paraenfardelar productos (Helguero [1804] 1984:68).En las compañías establecidas en el siglo XVIII cada vez másaparece este producto como parte del giro. No deja de sersugerente pensar que en el siglo anterior, los piuranoshayan buscado recrear los cultivos que con éxito, sedesarrollaban más al sur. Trigo y luego azúcar. Tal vez alpoco éxito en la empresa se hayan sumado otros factores.Primero que a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, lademanda de textiles cuencanos de algodón pareceincrementarse. Y luego que, como consecuencia de laejecución del Reglamento del Libre Comercio enmarcadopor el paquete de las reformas borbónicas, la demandaespañola por productos americanos —como el algodón—tendió a aumentar (Fisher, 1985). La suma de todas estasconsideraciones puede ser que esté en la base del impulsodado en el XVIII, al cultivo del algodón.A fines de este mismo siglo, la arroba de algodón sindespepitar estaba en 12 reales mientras que la carga valíaalrededor de 12 pesos64. En el precio también influía que elalgodón no era (te calidad homogénea pues las Iluvias ylos insectos manchaban el capullo (Eguiguren 1895: 151).En un buen año, se llegaba a producir entre 17,000 y18,000 quintales con un precio que iba desde los 7 hastalos 10 pesos. En uno malo, no se lograba más que 8,000 y9,000 quintales que alcanzaban a costar entre 18 y 20pesos (Helguero [ 1804] 1984:60).

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.otros productos

Aunque de menor importancia en la economía de la zonaque los mencionado, la brea mantuvo una presenciadurante casi todo el período colonial. Este producto fueexplotado desde siempre en el territorio piurano; los“gentiles” ya lo conocían aunque los españoles tomaroncabal razón de su valor como producto comerciable desdemediados de la segunda mitad del siglo XVII y sobre todo enlos primeros años del XVIII. Fue la única actividadextractiva desarrollada en forma medianamenteconsistente en la zona de Piura. Los “ojos de copeé” o los“pozos” de brea fueron trabajados como minas estatalesque se arrendaban por remate. Por ejemplo en 1705, searrendó a Mateo Gonzales de Sanjinés a 155 pesos65. Lospozos estuvieron ubicados en la franja costera, unos en lostérminos del pueblo de Colán pero los más numerosos algomás al norte, en Amotape, la hacienda Máncora y lahacienda Pariñas. La brea se recogía por destilación y seutilizaba para calafatear los barcos, aliñar los fondos detina, etc. Se comerciaba por cajones y a principios del XIX,valían 12 reales66. Esta actividad decayó a partir de laexplotación de la brea de la punta de Santa Elena de lavecina audiencia de Quito.La tinta añil y la cera fueron también otros productos de laprovincia piurana. La mayor producción de tinta añil fueen el partido de Tumbes. Se comerciaba por zurrones con6 o 7 arrobas por cada uno y costaba alrededor de 4 o 5reales. La cera de Piura era enviada a Lima muchas vecesjunto con los envíos de cordobanes y jabón. Esprácticamente el único producto del que se especifica suprocedencia en los libros de alcabalas de la Real Aduanade Lima, se registraba como “cera de Piura”. Se vendía por“marquetas” y por arrobas que en diversa cantidad seacomodaba en zurrones, tercios o cargas. Una marquetapodía costar 12 pesos, un tercio con 6 arrobas, 4 reales.;

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.productos de tránsito

etc. En el mercado limeño competía con otra llamada “cerade la tierra” e incluso, con la traída de Guayaquil.También se comerció con menestras. En pequeñascantidades se exportaron garbanzos y frejoles haciaPanamá pasando seguramente por Guayaquil, aunqueLambayeque también enviaba alguna cantidad a estaúltima ciudad así como a Paita y a la misma Piura. De“valles” llegaba además, arroz para el puerto, la ciudad ySechura. Los de este último pueblo en tiempo de seca,cuando no había agua, se dedicaban a comerciar con maíz.Llevaban peje salado a Lambayeque y traían maíz aMórrope y a Piura (Macera/Márquez 1964:168­171).Grandes mercaderes, los sechuranos no sólomonopolizaron el abastecimiento de la lejía sino quetambién se dedicaron al comercio de la sal, el tollo y el pejesalado. La sal la extraían de las salinas de la zona y lallevaban hasta Guayaquil, Cuenca y Loja67. Inicialmentetributaban con el pescado pero luego lo comerciaron decabotaje. En el siglo XVII se exportaba poco tollo aGuayaquil pero fue un “renglón principalísimo” de losenvíos al Callao (León 1976:293). Se vendía por cientos ypara el XVIII, se encontraba a 3 pesos (Lecuanda [1793]1965b:228).

Por Piura circularon algunos productos de granimportancia en el comercio virreinal, como el tabaco y lacascarilla. Productos que si bien podían tener algunaproducción en el mismo territorio piurano como lacascarilla, la mayor parte del tráfico que generabancorrespondía a producción de otras zonas. En amboscasos, la legalidad y la ilegalidad del comercio fueron de lamano.El estanco del tabaco se había establecido en 1752,monopolizando el comercio de este producto. El tabaco de

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Saña iba a Chile, el de Moyobamba era el preferido por loscuzqueños y el bracamoro se consumía por todo elvirreinato (Hünefeldt 1986:392). Es este último, el tabacode Jaen de Bracamoros, el que circuló por la provincia dePiura. Gran cantidad de “mazos” se introdujeronilegalmente en ese territorio norteño. Por ejemplo, donPedro Alonso de Palacios introdujo 200 mazos en lahacienda de Morropón, colocó 400 en la ciudad de Piura,tenía 100 en su habitación y 100 había enviado a Olmos.Los había hecho pasar como cascarilla junto con cargas decera y suelas.La ruta de contrabando que salía de Jaen empalmaba conel pueblo de Tabaconas, “entrada y salida de la Provincia”,pasando por Sondorillo, Huan­cabamba y la garita deSusmaya de donde se tomaba un camino que llevaba aMorropón y de allí al camino real que conducía a Piura.Menos común fue el contrabando de tabaco desde Lojapero no dejó de haberlo. En 1797, el estanquero de Tumbesdecomisó 60 mazos de tabaco bracamoro por la parte delas serranías de Loja y algunos años más tarde, en 1812, sehizo lo mismo con las 200 cargas de tabaco que habíaintroducido Félix Espinosa desde el sitio de Ñambaye,pueblo de Chito (Loja). La carga o tercio traía alrededor de50 mazos y cada uno valía en promedio 2 reales. El preciovariaba dependiendo si el tabaco era de primera, segundao tercera, si eran gruesos o delgados, etc. Una libra detabaco de mala calidad podía valer 3 reales y un cigarilloalrededor de medio real68.Toda la cascarilla que llegaba a España se producía“exclusivamente” en el virreinato del Perú (Fisher1985:55) y la de mejor calidad se obtenía del corregimientode Loja (Petitjean/Saint­Geours 1983:171). En Piura huboalguna producción por la zona de Huancabamba pero engeneral, se traía de la parte de Loja “en sestos de paja osacos de toda broza para escogerla y separar la buena de la

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3b. el transporte

mala y empetacarla en el cajón69. Los comerciantespiuranos la acopiaban en haciendas o en las casas­tina dela ciudad desde donde las enviaban a Lima. La de mejorcalidad era la quinina oscura y la enviaban a la capital“prieta color canela, limpia sin pelusa, en grano enjuta ybien acondicionada”70.Aprovechando el eje establecido entre Piura y Cuenca, losgrandes mercaderes piuranos comerciaban la quinina.Generalmente estuvieron relacionados con los grandescomerciantes limeños quienes enviaban el producto a lametrópoli. Miguel de Arméstar desde Cuenca, solicitaba elapoyo del cura de Sosoranga para que juntara cascarilla.Este debía enviarlos a Piura donde se acomodaban encajones y luego se remitían a Lima a tiempo de alcanzar lapartida de los barcos a España71. El enzurronamiento, loscueros y las lías valían 3 pesos 5 reales por petaca. El fletede Loja a Sosoranga por media o carga era de 12 reales yde aquí a Piura, 8 reales. Llegada a la ciudad, la arrobacostaba de 7 a 9 pesos. Entre 1786 y 1788 se remitió aLima, 600,018 arrobas72. Según Fisher (1985:55), laquinina llegó a alcanzar el 14% de las exportaciones a lametrópoli entre 1783 y 1796.

Piura se vinculaba con el resto del virreinato por tierra ymar. De toda la provincia y del sur de la audiencia quiteñallegaban numerosos productos a Paita. Gracias a estepuerto se encontraba conectada con el sur. Callao y conpuertos de Chile. E igual hacia el norte, Guayaquil yPanamá recibían productos embarcados en Paita. Ademáscon esos puertos norteños hubo un gran comerciorealizado por los indígenas balseros de Paita y Scchura(León, 1976). Pero las rutas terrestres articularon toda laprovincia sobre todo con la parte de Loja al norte y hacia elsur, con los pueblos y ciudades hasta Lima.

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.los arrieros

Principalmente éstas fueron tres. Una primera rutavinculaba Piura con Guayaquil, por los arenales de la costahasta Tumbes y de allí, por mar hasta el río Guayas. Unasegunda fue la que formó el eje Piura­Loja­Cuenca quepartiendo de la ciudad, tomaba el camino real se internabapor la sierra. Macará, Sosoranga, Loja, Saraguro y Cuenca.Y la última, legalizada recién a fines del XVIII, permitía lasalida de cascarilla de Chachapoyas a través de Piura y node Cajamarca para finalmente, entroncar con la rutacostera que llevaba a Lima (Aldana 1987a).Se conocía como “ruta de los llanos” el camino que, yendopor la zona baja del territorio virreinal, unía Piura conQuillota, centro de Chile (Pinto 1970:18). Más aún sehablaba en forma específica del “camino de la costa” si dela capital se viajaba al sur (Perez Cantó 1985: 165) y de“caminos de valles” si partiendo de Lima se iba hacia elnorte (Unánue [1793] 1985:38). A Piura se llegaba por esteúltimo.

Fueron quienes se encargaron de transportar todos losproductos por esas rutas mencionadas. Se dedicaron a estaactividad mestizos, mulatos libres e índigenas de casitodos los pueblos de Piura, Catacaos, Querecotillo, etc. Losde Sechura y los de Colán trabajaron como arrieros decosta, los unos eran solicitados para cruzar el despobladode Sechura y los otros para llevar las mercancías de Paita aPiura. También hubo grandes haciendas piuranas comoTangarará, que contaron con sus propios arrieros y recuasde muías para movilizar sus productos.Los arrieros fueron el tormento de los comerciantes. Lacarga enviada podía demorar más de dos meses en llegar aLima cuando normalmente el camino se hacía en un mes.Y si se transportaba jabones, resultaba en un granperjuicio para el remitente pues cruzar los largos arenales

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“... no guardan orden, ni se sujetan a entablar un fijoarancel cuya formacion seria muy conveniente para elmejor establecimiento de la provincia, porque es increiblelo que padece el comercio con la voluntariedad de losarrieros ...” (Helguero [1804] 1984:96)

.el camino a Lima

y sufrir el fuerte sol, hacía mermar muchísimo el volumendel jabón. Además la carga podía sufrir cambio de arrieroa la mitad del camino si por ejemplo, se le morían losanimales al arriero fletador. El segundo arriero no teníaigual responsabilidad sobre la carga como el primero. Yante cualquier riesgo, los arrieros dejaban abandonada lacarga. A principios del XIX, Helguero señalaba a los arrieroscomo culpables de haber frenado las actividadescomerciales de Piura pues:

Todos los comerciantes o transeúntes que llegaban a Paitay seguían por tierra hasta Lima, los que transitaban deSanta Fe, Quito, Cuenca, Loja y “otros paises del Perú” sehabilitaban con los arrieros de Piura (Lecuanda [1793]1965b:225).

La distancia que separaba Lima de Piura fue de 224 leguaspor la ruta de valles. El trayecto cómodamente se cumplíaen 37 días pues este tiempo que significaba un viaje de seisleguas diarias, fue la tasa para el arancel oficial delVirreinato. Todos los funcionarios que iban de Lima aPiura y viceversa, recibían 8 pesos, sus viáticos por viaje,es decir 16 pesos en total73.El despoblado de Sechura fue el tramo más incómodo paralos viajeros. La temperatura alcanzaba los 40 grados ymás, no se encontraba agua en todo el recorrido y el vientomodificaba constantemente el panorama. Los rastros delcamino se perdían con facilidad. Sólo los arrierosexperimentados podían sortear este obstáculo. Tenían por

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regla llevar el viento de cara puesto que lor vientos del surdel mediodía soplaban fijo en la zona. Si iban de Piura aLima, les golpeaba el carrillo derecho, de frente. Y alregresar, lo sentían en la espalda detrás de la orejaizquierda. Además de trecho en trecho, recogían arena delsuelo para oler el estiércol de las caballerías queanteriormente hubieran transitado en la zona. Losanimales por instinto, hacían los mismo además deencontrar el tramo más corto para salir del despoblado.Desde cuatro leguas de distancia sentían el olor del aguapróxima y se volvían ingobernables para los arrieros. Estostenían también que cargar alimentos y agua para la gente yforraje y grandes calabazos de agua para las muías (Alcedo1786:534­535, Miño 1984:313).Los arrieros sechuranos se especializaron en el cruce deeste despoblado e hicieron pingües negocios. Ellosmonopolizaron la venta de agua o las “aguadas” puesestaban al borde mismo del despoblado. El “camino delRodeo” era la otra alternativa, viaje más largo porque, talcomo el nombre lo indica, rodeaba el despoblado deSechura, evitándolo. Cada carga de agua costaba 3 pesos ycontenía entre 2,3 y 4 calabacillos con agua, todo lo quehacía alrededor de 6 o 7 arrobas. Las aguadas se cargabansobre “unos ridículos jumentitos extenuados y decortísimo paso”. Se daba una carga cada dos animales o eldoble si se trataba de muías litereras y caballerías. Conagua suficiente se podía cruzar el despoblado en menos dedos días (Helguero [1804] 1984:46­47). Tras 32 leguas defatigante viaje, el primer río que se encontraba era elPozuelos, en Mórrope (Alcedo 1786:535).Pasado el despoblado de Sechura, el principal problema enla ruta de valles fue el cruce de los ríos. Cruzarlo con losanimales cargados en épocas de avenidas de agua, eratarea prácticamente imposible. En febrero y marzo, losríos de Jequetepeque, Chicama, Santa y Pativilca venían

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.los fletes

excesivamente cargados y no contaban con ningún puente.Se construyeron algunos pero no duraron mayor tiempo74.Tenía que recurrirse a “chimbadores” o indígenas que seespecializaban en cruzar el río o a las balsas, si se tratabadel río Santa. En este último, se cobraba entre 4 y 4 realesy medio por carga (Helguero [1804] 1984:99).

Los grandes arenales que se cruzaban entre Piura y Limafueron la causa de que muchos animales perecieran en eltrayecto. Los arrieros piuranos no sobrecargaban susmuías y no aceptaban más que 14 arrobas por animal, 7por petaca y una de cada éstas en cada flanco. Los fletes seestablecieron de acuerdo a los “precios corrientes” ydependiendo si las muías a utilizar eran de “reata arriba” ode “reata abajo”; las que iban a Lima tenían que estaracostumbradas a caminar por arenales y sufrir sed y sol.Las que iban a la Sierra o al sur de la Audiencia de Quito,estar aclimatadas a la altura y al frío.Fletar muías de reata arriba costaba a fines del XVIII:A Cuenca 6 a 8psA Loja 4 a 6psA Ayabaca 2psFletar muías de reata abajo costaba por la misma época:A Lima 12 a 14psA Trujillo 7 a 8psA Lambayeque 20rs a 3psLlevar cargas a Cajamarca requería de un cambio deanimales y se consideraba como doble carga. Por alrededorde 3 pesos iban de Piura unas mu­las hasta Guadalupedonde se contrataban “muías serranas”. Estas cargaban untercio menos que las de costa (Palomeque 1985:37). De allía Cajamarca el flete valía otros 3 pesos; es decir el flete dePiura a Cajamarca costaba alrededor de 6 pesos (Helguero[1804] 1984:95­96). En los contratos fleteros se

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.el costo del transporte de jabón de Piura a Lima

Cuadro I: Costo de un envío de jabón. Piura­Lima

Fuente: B.Ruiz Martínez contra M.Tineo por pago dejabones.

especificaba que los gastos del camino, la manutención delos animales y los riesgos del camino —excepción hechadel cruce del río Santa— corrían por cuenta de losfletadores. Mas si los contratantes colocaba sus fardos enalguna casa, ya era de su cuenta porque eraresponsabilidad del arriero “sólo mientras fuesen pordespoblados y tambos ”75.

El jabón era enviado por el comerciante o tinero piuranosobre pedido o a un comerciante consignatario en Lima.Conforme se iba vendiendo, se iba cancelando el valor. ElRegidor piurano Baltazar Ruiz Martínez envió a Lima 112quintales de jabón por su cuenta y cerca de 49 quintalespor la de su cuñado, el regidor y tinero Vicente MaríaFernández de Otero76. Los costos del envío fueron:

Puede completarse el panorama de los costos de esteRegidor en la producción de jabón, agregándole los 150pesos que debió gastar en la labrada de su material yalrededor de 210 pesos en el empetacamiento yacondicionamiento de su jabón. Es decir la inversión totalde Ruiz no bajó de los 832 pesos mientras quevendiéndolo en Lima al precio del momento, 17 pesos, leresultaba una ganancia bruta de 1,904 pesos. Más de 1,000pesos de ganancia neta.

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3c. el mercadoAdemás de ser la capital virreinal, Lima fue el mercado alque llegaban los productos de las diferentes regiones paraser redistribuidos. Es decir, fue la ciudad­polo o el núcleomás importante de la mayoría de los grandes circuitoscomerciales, el mercado que centralizó gran parte de laproducción virreinal para luego redistribuirla de acuerdo ala demanda de los diferentes mercados regionales. Losproductos piuranos no fueron la excepción a la regla. Elconstante trajinar de arrieros y de comerciante permitióestablecer una red económica y una estrategia mercantildesde Piura hasta la capital, aseguradas por las relacionescomerciales y las vinculaciones familiares.Desde el siglo XVI, Lima había dependido de “fuenteslejanas” (Assadourian 1982:182), fue abastecida porproductos norteños. Mas en el camino entre estas fuentesy la capital, hubo muchos pueblos que requerían de losproductos que se llevaban, carne, sebo, etc.(Jacóbsen1986:129). Los comerciantes conforme iban caminando ala capital, iban vendiendo parte de la carga para ircubriendo sus gastos. Se explica así, la preferencia por eltransporte terrestre al marítimo. Mientras que el primeropermitía el avío conforme se traficaba por la carrera deLima, el segundo exigía “un egreso inicial mayor” pues setenía que contratar desde un inicio el flete de la carga(Palomeque 1983:36 y 39).La mercadería cuando llegaba a la capital en la mayoría delos casos era vendida “al fiado”. Se llegaba a obtenermejores precios colocándola de este modo. El comerciantelimeño José Velez Camino debía por la venta de jabón en1789, 600 pesos que “existen al fiado”77. La escasez denumerario fue siempre un problema latente en todo elperíodo colonial; problema del mercado interno quetraslucía “la coexistencia del gran comercio con las áreas

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.Lima y los productos norteños

de economía natural” (Flores Galindo 1984:62). Secomerció trocando productos o con pago en especie osirviéndose de todo un complejo sistema establecido delibranzas y pagarés. García Gorrochón, mercader de lacarrera de Lima­Quito y avecindado en Piura para 1656,entregó efectos de Castilla y textiles a Pedro de Angulo. Eldebía venderlos entre Lambayeque y Trujillo y recibir enesta última ciudad, jabón a cambio de la mercadería. A suvez, el jabón debía llevarse para ser comerciado en la zonade Quito78. A fines del XVIII todavía se usaba el intercambiode efectos. Bal tazar Espinosa era en 1787, factor deGregorio Espinosa de los Monteros a quien le debía darcuenta del “despendio de dichas mercaderías tanto loreducido a dinero quanto lo reducido a camvio deefectos”79. Por otro lado, los grandes comerciantestrabajaban con libranzas y pagarés. El tinero ycomerciante Miguel de Arméstar mientras estuvo enCuenca, llevó una compañía con su cuñado GregorioEspinoza de los Monteros, residente en Piura y cuyo hijose localizaba en Loja. Si el primero libraba alguna letra opagaré, sabía que era cubierto en cualquiera de estos doslugares y viceversa; si alguno de los otros libraba algunacantidad o establecía un pagaré, estaban seguros de queiban a ser pagados. Esta seguridad les permitió hacercircular sus productos en estas partes con facilidad.

Como se ha dicho, Lima recibió muchos productospiuranos englobados dentro de los norteños. Es más,siendo el mercado más importante de la costa, llegó arecibir envíos por un valor de 1.8 millones de pesosanuales; 40% del movimiento global del virreinato en eltardío XVIII. A cambio Lima devolvía al interior textiles,papeles, herramientas, aceros, productos farmaceúticos,etc. (Haitin 1986:287).

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Cuadro II: Productos norteños recibidos por Limaentre 1785­1789

a=arrobas; b=botija; d=docenas, l=libras, q=quintales.*a.Se asume que es la proveniente de Loja y Chachapoyas.Fuente: Pérez Cantó 1985:167.

Cuadro III: Valor porcentual de los productos

En el quinquenio 1785­1789, Lima recibió un total de7'504,392 pesos de provincias. Correspondió al nortealrededor de una tercera parte.

Con respecto al jabón remárquese que, después del azúcar,es el producto con mayor valor recibido del norte y luegoque si se uniformizan las medidas de los productos, suvolumen se incrementa. En el trabajo de la casa­tina, dosbotijas hacían un quintal el que a su vez, contenía cuatroarrobas. Cada una de éstas, tenía 25 libras. Si se utiliza lamisma conversión, Lima habría recibido 63,518 quintalesde arroz, 80,157 quintales 3 arrobas de azúcar y 31,636quintales de cascarilla frente a los 26,082 quintales dejabón. Sin embargo para conocer la importanciaeconómica de los productos norteños en el mercadolimeño y con respecto al total recibido de valles,trabajemos los valores totales en porcentajes. Lascantidades en referencia son los siete mil y tantosmencionados como recibido en Lima y los dos mil y picoque son el monto total de lo de valles.

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recibidos del norte

Fuente: cuadro II

Cuadro IV: Valor de los productos que recibe yredistribuye Lima

El azúcar cuenta con el porcentaje más alto, respondiendoa la presencia de valles cañaveleros como de Lambayequey Trujillo. En el quinquenio mencionado, jabón ycordobanes, si vienen del norte, sólo pueden ser de Piura yLambayeque pues Trujillo comenzará a producirlos aprincipios del siglo XIX. Y si bien la cascarilla presenta unporcentaje bastante bajo, fue un producto que envolviógrandes caudales, limeños y provinciales80.El panorama del mercado no estaría completo si uno no seacercara a lo que Lima devolvía a las provincias norteñas.Y ello fue los efectos de Castilla. Como contrapartida de losproductos recibidos, la capital redistribuía hacia el norte lamercadería que se remitía de la metrópoli. De este modo,los comerciantes podían concluir el ciclo comercial Piura­Lima­Piura y recomenzarlo nuevamente al enviar susproductos.

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*Fuente: Pérez Cantó 1985:167­168.

RUTAS COMMERCIALES DE LOS PRODUCTOSDE PIURA COLONIAL

Por lo general, la balanza comercial resulta negativa paralos valles norteños y debe reflejar la saturación delmercado limeño. El término de la guerra con Inglaterra yla confianza comercial generada por el Reglamento deLibre Comercio significó un boom exportador para Españaque implicó la saturación de los mercados coloniales ycuyos efectos se dejaron sentir hasta 1792 (Fisher1985:46). Sin embargo, el jabón con su 5.56% del valortotal, mantuvo una pequeña pero constante presencia entodo la etapa colonial.

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Notas1. Tomando como base la memoria de Gil de Taboada (M.A.Fuentes(ed) 1859:t.VI), Trujillo fue seguida por la intendencia del Cuzco(20.156), Tarma (18.7%), Lima (13%), Arequipa (12.7%), Huamanga(10.3%) y Huancavelica (2.9%). En esa misma intendencia norteña,Piura tenía 44,491 personas mientras que Cajamarca contaba con

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62,196 y Lambayeque con 35,493.

2. Ver el mapa No. 2 que Golte (1980:208) presenta sobre la densidadpoblacional del virreinato del Perú.

3. Gracias a la Dra. O’Phelan tengo una referencia sobre un “minerodel pueblo de Ayabaca” Martín Aranz, que compra azogue a losministros de la Real Audencia (Archivo Departamental de Trujillo,Azogues p404:160 1791) y que confirma lo dicho.

4. Tan solo a principios del siglo XVIII, la mina de brea de Amotape fueexplotada de forma sistemática y efectiva por Mateo de Urdapileta.Alrededor de 1770, se descubrió y se explotó la brea de la punta deSanta Elena (audiencia de Quito) a precios más competitivos que losde la brea piurana (Lecuanda [1793] 1965b:219)

5. Cook (1981: 126; cap.8) señala que un 90% de la población piuranadesapareció en alrededor de 55 años.

6. La tenencia de la tierra ha sido poco investigada y más aún paraPiura. S.Ramírez demuestra las dificultades para su estudio en sutrabajo sobre Lambayeque en el que logra definir y diferenciar lasunidades productivas de esta zona a lo largo de la etapa colonial(1986:114­116).

7. B.Ruiz Martínez sobre haciendas de V.M. Fernández de Otero(Archivo Departamental de Piura, Intendencia, causas civiles, 13[237]1796), imposición de censo V. Valdivieso sobre hacienda Miraflores ycasa­tina (ADP Notario B Ruiz Martínez protocolo 152:19,1797).

8. Imposición de censo V. Valdivieso sobre hacienda Miraflores ycasa­tina; hermanos Vega sobre división de bienes (ADP Juzgado dePrimera Instancia, República, cc.83 [1671] 1851).

9. T.Fernández de Paredes contra M.S. Del Castillo sobre isla en ríoChira (ADP I.cc.8 [146] 1792).

10. Ropas de cargo G.Espinoza (ADP I.cc.4 [63] 1797).

11. Ver el trabajo sobre ganado de Pumayalla (1984:245). Además,Keith 1976:131 y Jacobsen 1986: 126.

12. Keith 1976:50; Jacobsen 1986:1170 y O'Phelan 1978:31.

13. Oficio J.Sánchez Navarrete sobre pago de siza (ADT RealHacienda, administración de alcabalas 136 [311] 1815).

14. Oficio J.Sánchez N. sobre legalidad de ingreso de cascarilla (ADTRH.aa 135 [268] 1792).

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15. F. Velasco contra S. Calderón por ganado cabrío (ADPCorregimiento, cc. 13 [225] 1673).

16. Testamento de F.Herrera y Andrade (ADP Not.Valenciapl32:386,1696); testamentaría J. Velásquez y Tineo (ADP Cabildo cc.2[37] 1704); Carmelitas Descalzas contra J. Aguirre por venta a censo(ADP I. cc.1 [1] 1785) y Helguero [1804] 1984:58 respectivamente.

17. En 1709, un burro hechor valía 25ps. y un pollino, 15ps.Testamentaría L.Saavedra (ADP C.cc.21 [421] 1709) A finales de estesiglo, costaban entre 10 y 12ps, “aparejadas” 30ps y si de chacra o cría20ps. J.M. Uribe Vda. de Vargas contra M.M. Henríquez sobre réditosde capellanía (ADP I.cc.29 [299] 1801); P. Morales contra B. Alvarez,arriero de la carrera de valles (ADT Ca. 52 [918] 1772).

18. Y siguen haciéndolo hasta nuestros días según Córdova/Bernex1984:152 y Labarthe 1956:41

19. Común de Querecotillo contra F.Fernández de Paredes porterrenos de humedad (ADP I.cc.28 [522­A] 1807).

20. Arriendo de ganado, A. Urbina (ADP Not. Rodríguez de lasVarillas pl09, 1705).

21. P. Piraldo solicitando permiso para obraje (ADP C. compulsa c.47(944] 1709).

22. Las Informaciones Geográficas describiendo las producciones dolas provincias de los virreinatos, fueron solicitadas por la coronaespañola en 1802. En Piura fue realizada por el Juez Diputado deComercio, Joaquín de Helguero mientras que en Lambayeque fuehecha por el tinero Pedro de Estela. Un buen número de ellas seencuentran en Macera y Marquez 1964 (Helguero [1804) 1984).

23. P.Rodríguez contra D.Saavedra por derecho a molino (ADP C.cc.7[91] 1650).

24. Arriendo de molino, F.Herrera (ADP Not.J.Céspedes p.24volumen 3:61v, 1581).

25. D.Mesones contra B.Quiroz sobre cumplimiento en venta de grasa(ADP C.c:.24 [475] 1719).

26. N. Cushner (1980) ha estudiado las ingenios azucareros de losjesuítas como industria colonial y S.Ramírez (1986) trabaja estaindustria en el valle de Lambayeque.

27. Rentas Real Hacienda de Piura (ADP RH.cmp 122 [188] 1795)

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28. Cuentas M. Espinoza en los intereses de M. Arméstar (ADP I.cc.17[300] 1799)

29. José Ignacio de Lecuanda ([1793] 1965c:79) señalaba la habitualcompra de ganado piurano por los de Saña a fia de obtener el sebo yproducir jabón.

30. Aunque por lo general, permanecieron en la misma familia sóloque por finca femenina y por ello con distintos apellidos. Ver apéndiceNo. 5

31. P.Estela contra el común de Lambayeque (AGN.RA 302 [2711]1791).

32. J.Manrique y M.A. Larrea solicitando permiso para instalar tina(AGN Superior Gobierno 88 [888] 1801).

33. M. Merino contra J. Gutiérrez por remate de balsa (ADP JuzgadoPrimera Instancia, República, c. Municipales 159 [3232] 1850).

34. Dentro de lo posible, me referiré siempre a estos nombres puesson los que señala el Obispo Baltazar Jaime Martínez de Compañón.

35. P.Estela contra el común de Lambayeque; J.Manrique y M.A.Larrea solicitando permiso para instalar tina.

36. M.Ramírez apoderado P. Cabrera solicitando capellanías. (ArchivoEpiscopal de Piura, Capellanía colonial 15 [212] 1796).

37. Tasación de bienes Del Castillo (ADP I.cc.18 [414] 1803); M.S DelCastillo contra testamentaría F. Vilela (ADP I.cc.27 [506] 1806) einventario de bienes secuestrados de G. Espinosa, M. Arméstar y JM.Larraondo. (ADP I.comp. 46 [33] 1799).

38. J.Manrique y M.A. Larrea solicitando permiso para instalar tina.

39. M. Sojo contra T. Subiaur por arriendo de hacienda.

40. D. Mesones contra B. Quiroz sobre cumplimiento en venta degrasa.

41. Tasación bienes Del Castillo; testamentaría F. Seminario (ADPGobierno Político Militar 3 [52] 1822).

42. M. Ramirez apoderado de P. Cabrera solicitando capellanía.

43. Testamentaría de J .Velásquez y Tineo (ADP Ca.2 [37] 1704);inventario de bienes secuestrados de G. Espinosa, M.Arméstar yJM.Larraondo.

44. Común de Mórrope contra el de Sechura por ventas en su mercado

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(AGN Derecho indígena [349] 1773).

45. El alcalí es una base salificable, caústica, con las propiedades de lapotasa y del sodio. De la reacción de su combinación con los ácidos delaceite o de otro cuerpo graso (sebo animal), resulta en una pastaartificial o jabón.

46. J. Manrique y MA. Larrea solicitando permiso para instalar tina.

47. Cuentas de P. Albújar en Schlüpmann 1987:axo.V; M. Sojo contraT. Subiaur por arriendo de hacienda; común de Mórrope contra el deSechura por ventas en su mercado.

48. Común de Mórrope contra el de Sechura por ventas en sumercado; inventario de bienes secuestrados de G. Espinosa, M.Arméstar y J.M. Larraondo.

49. No se ha encontrado información sobre el volumen de una tarea,probablemente se refiera a la leña que un esclavo podía recoger en untiempo determinado. Inventario de bienes secuestrados G. Espinosa,M. Arméstar y J.M. Larraondo.

50. D. Mesones contra B. Quiroz sobre cumplimiento en la venta degrasa.

51. Raimondi (1900:388) señalaba que en el siglo XIX y a semejanza deLima, en Lambayeque, se había introducido el humo de pez el que,mezclado con sebo, servía para la producción de jabón lo cual iba endetrimento de su calidad.

52. En diversos diccionarios, la definición de sebo y de grasa es pocoaclaratoria y tautológica, una define a la otra.

53. J. Manrique y M.A. Larrea solicitando permiso para la instalaciónde la tina.

54. M. Sojo contra T. Subiaur por arriendo de hacienda (ArchivoGeneral de la Nación, Real Audiencia 45 [286] 1722).

55. idm.

56. M. Sojo contra T. Subiaur por arriendo de hacienda; B. Ruiz contraM.Tineo por pago de jabones (ADP Ca. cc. 8 [138] 1789).

57. Jabón introducido en Lima (Archivo Histórico de Riva­Agüero,colección Maldonado A­II­294, 1802).

58. M.Sojo contra T. Subiaur por arriendo de haciendas.

59. El documento se halla incompleto pero la cantidad enviada en unmes no alteraría radicalmente la cantidad presentada. Librete del

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Guarda Caminero de la puerta de Guía (AGN RA. Lima c16­578­20).

60. El cuadro 2 de Salas (1986), presenta algunos años sin ventas.Pero para obtener una cantidad referencial he sumado el total deventas de los 14 años mencionados, 61,566 pesos. Como promedio seobtiene 4,397 pesos y medio.

61. Alcedo 1786:239. El botánico Hipólito Ruiz indicaba algunos añosantes que, desde Paita, salía tollo, cordobanes, jabón, arroz, cascarilla,algodón, tocuyos, etc. ([1777] 1952:27) (Agradezco el dato al Dr.F.Pease).

62. D. Mesones contra B. Quiroz sobre cumplimiento en venta degrasa.

63. Compañía S.A.Del Castillo y F.Vilela (ADP Not. Zavala p147:93v,1786).

64. Por lo general, la carga tenía 14 arrobas. Es decir que cada unesalía a 14rs, la diferencia podría ser que ésta estuviera despepitada.

65. Caja Real de Piura (AGN 2 [19] 1705).

66. Obligación J.De la Cruz ante ramo de breas (ADP Not. A.Del Solarp113: 164, 1802).

67. Miño, 1984:82,230. En el siglo XIX, los sechuranos llegaban hastalas costas del Chocó (Colombia) y llevaban su sal a ese país. Antes delferrocarril fueron los arrieros más reputados que traficaban por todoel departamento y parte de Cajamarca. Eguiguren 1895:172.

68. Exhorto de JJ.Cárcamo para informar sobre introducción ¡licita detabacos (ADT RH.administración de tabaco 137 [234] 1773);J.F.Caballero con J.Farfán y M.Guerrero sobre depósito de tabaco(ADT RH.at. 137 [334] 1791); oficio del administrador de Paita sobredecomiso en Tumbes (ADT RH.at.138 [343] 1797); J.De la Cruzlicencia para hacerse a la vela (ADT RH.at.138 [344] 1812).

69. M.Erazo contra G.Espinosa por cobro de suelo (ADT I.co.294 [38]1785).

70. A.Carrión contra J.Rivadeneira por cascarilla (ADP Ca.cc. 14 [278]1732).

71. Inventario de bienes secuestrados G.Espinosa, M.Arméstar yJ.M.Larraondo.

72. M.Arméstar contra J.Helguero sobre cascarilla (ADPCa.cc.8 [154]17%); compañía S. A. Del Castillo y F. Vilela; Lecuanda [1793]

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1965:226­227.

73. J.V.Zavala por viaje a Piura (ADP I.cc.2 [23] 1786).

74. Helguero ([1804] 1984:98) señala que en 1794 se construyó unpuente sobre el río Jequetepeque pero que sólo duró 10 años.Raimondi (1899:163) contaba que en los primeros años del siglo XIX uningeniero francés levantó un puente sobre el río Santa el que pordescuido, se destruyó hacia 1816 ó 1818.

75. Contrato fletero entre F.Cordova y otros y J.Carral (ADP Not.I.Dela Peña p64:143­145v).

76. B.Ruiz contra M.Tineo por pago de jabones.

77. Testamento de J.Velez Camino (AGN Not.Luque p651: 1101, 1789).

78. M.Garcia contra P.Angulo por venu de ropa (ADP C.c. criminales52 [1017] 1656).

79. B.Espinosa factor de comercio de G.Espinosa de los Monteros(ADP Not.Montero p52:150v. 1787).

80. Podría ser que estuviera reflejando las medidas proteccionistas de1779 así como la supresión de las remesas reales en 1785(Petijean/Saint­Geours 1983:171­172).

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Referencia electrónica del capítuloALDANA RIVERA, Susana. Capitulo I. Piura en la economia regionalIn: Empresas coloniales: Las tinas de jabón en Piura [en línea]. Lima:Institut français d’études andines, 1988 (generado el 12 febrero 2015).Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/ifea/1888>.ISBN: 9782821845077.

Referencia electrónica del libroALDANA RIVERA, Susana. Empresas coloniales: Las tinas de jabónen Piura. Nueva edición [en línea]. Lima: Institut français d’étudesandines, 1988 (generado el 12 febrero 2015). Disponible en Internet:<http://books.openedition.org/ifea/1882>. ISBN: 9782821845077.Compatible con Zotero

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