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    Centro Iberoamericano de Editores Pulinos (CIDEP):Barcelona,Bogot, Buenos Aires, Caracas, Lima, Lisboa,Los Angeles, Madrid,Mxico, Miami,Nueva York,Panam, Quito,Santiago de Chile, San Jos de Costa Rica, So Paulo, Sevilla.

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    introduccin

    La eucarista es el sacramento que celebramos ms a menudo.Los sacerdotes celebran a diario laeucarista. Muchoscristianosvan a misa todos los domingos.Pero, en los ltimosaos, laparticipacinen la eucarista ha disminuidonotablemente. Lacelebracin de la misa dominicalha entrado en crisis. Los jvenesse quejan de que las misas son aburridas, de que son siempre lomismo. La eucarista no les llama",no les dice nada. Los adultostienen la sensacin de que, en la misa, se celebra un ritoque yano tiene nada que ver con ellos, que se usa un lenguaje que lesresbala, que no afecta a sus vidas. Son muchoslos intentos depreparar eucaristas ms variadas y vivas. Pero, en ocasiones, losfreles de parroquiasmuycreativas tienen la impresinde vivirconstantemente bajo presin: se sienten obligadosa poner enescena representaciones de la eucarista cada rrez ms atractivase interesantes. Es ms importantela puesta en escena que elmisteriode 1o que se celebra.

    Si buscamos las causas de por qu la eucarista ha perdidoatractivo, tropezamos con la cuestin principal:lcmo podemosexpresar en comn nuestra fe en tiempos de posmodernidad?En la celebracinde la eucarista se concentran los principalesproblemas de nuestra Iglesiaacrual y tambin los de roda lasociedad. La eucarista es ceremonia.Nuestro tiempotiende ala indeflnicin,a 1o informal..Se picotea en muchas formas decelebracin o incluso se evita todo loque es dto (Rootmensen) .

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    constituyen precisamente un reto que desafa a crea contranuestro mundo que aridece, oasis en cuyos lnanandales podamosbeber y prepararnos para la travesa del desierto. Precisamenteenmedio dei mutismode nuestro tiempose tratara de aprender unnuevo lenguaje que llegue al corazn de los hombres y que abrapara ellos nuevosespacios vitales. Con respecto a la incapacidadpara experimentar la comunidad, habraque posibilitar,en mediodel individualismo,un nuevo tipo de reiaciones. Contra laprdida de conciencia y de memoria histrica, tendramos quenarrar las historias del pasado de tal manera que pudiramosreconocernos nuevamente en ellas y, como consecuencia,tambin vivirhoy de un modo distintoy ms consciente. Contrael olvido,queremos celebrar el recuerdo del acontecimientocenal de nuestra historia: la muertey la resurreccin de Jess,que traer a nuestra memoria todas las historiasde sufrimientode nuestro mundo. Y para l-racer frente a la desestructuracin

    -al rechazo de los ritos- y a una poca de desertizacin,es importante celebrar la liturgiajuntocon otros. "Cuandoceiebramos, estamos haciendo saltar en pedazos el espritude nuestro tiempo,organizado exclusivamenteen funcindenuestros relojes digitales. Estopuede ofrecernos un espacio parala vida y llamarnuestra atencin sobre los oasis insospechadosque hay en nuestra poca" (C. A. van Peursen). Para combatirlatirana de 1o tilnos vendra bien disponer de mbitos libresde

    objetivosmarcados, en los que se tratara simplemente depodermanifestar el propioser, nuestro ser de cristianos redimidos.Y enun tiempo en elque se pone el .yo, como centro, necesitamoslugares en los que se acabe con la tirana del "egs" y la miradaquede librepara Dios; lugares en los que se abra el cielo e inundenuestra tierra con una nueva luz.

    Este libropretende ofrecer sugerencias a cuantos participan

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    en la eucarista dominicalo van a misa a diariopara que puedancontemplar con ojos nuevos y vivirde manera ms conscientelo que celebran siempre, una y otra vez, de manera que seancapaces de transformar su vida cotidianay descubran nuevasganas de vivir,Siempre hemos de tener presente qu es lo quecelebramos realmente en la eucarista y por qu vamos a misa.De 1o contrario1o que hacemos se convertir en algo rutinarioy no podremos transmitrseloa nuestros hijos.Entonces nosocultaremosen lugares comunes tras los cuales pretenderemosdisimularnuestras propias dudas. Pero, lqu podr responderalguiena quien su hio le pregunta por qu va a misa losdomingos? iQu es 1o que le aporta? iQu es lo que celebra?lCules son sus aspiraciones y anhelos? Conozco muchaspersonas que experimentan profundamente la necesidad de laeucarista. A menudo no son capaces de describir con precisinqu es lo que les atrae de la celebracin de la misa. Simplemente

    sienten una imperiosa urgencia de celebrar la eucarista parapoder vivircomo cristianos conscientes. Una mujerme dio,enuna ocasin, que, para ella, lo principalera poder olvidarsedes misma durante Ia misa. Precisamente en la comuninpodaabandonarse en Cristo,confi.arsey descargar sus problemas,adentrarse en el amor de Cristo y perderse en 1. Para estamujer,cada ocasin de estas se convertaen un instante deabsoluta libertad y amor. Acariciabaentonces el misterio de la

    vida. Se trataba del instante ms intenso que conoca. Por esosenta urgencia de la eucarista.En las ltimasdcadas, los protestantes han descubierto

    nuevamente la eucarista. El canon litrgicode la asambleaecumnica de Lima(1980) coincidecon la comprensin carlicade la eucarista no slo en cuanto a su estructura, sino tambin encuanto a la teologa. Mientrasque, antao, la Iglesia protestante

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    hablaba de la Cena y la catlica de la santa Misa, hoy en dase emplea en ambas Iglesias el trmino"eucarista". Eucaristasignificaaccindegracias.DamosgraciasaDiosportodoloque ha hecho por nosotros en Cristo.Este librose dirigeporigual a catlicosy protestantes. En la actualidad, los cristianosprotestantes no tienen reparos en asistir a la celebracincatlicade la eucarista, y los catlicos participan tambin de lacelebracin evanglica de la Cena. Antes de que los responsablesde las Iglesias se pongan de acuerdo sobre la intercomunin,loscreyentes de las diferentesconfesiones se invitanmutuamentea experimenta por medio de la comunin, la unidad conCristo enla accin de gracias. Ojal pueda tambin este librocontribuira que la eucarista, como sacramento de la unidad, seconvierta cada vez ms en levaduraque penetre la masa de loscristianos y los una entre s.

    Muchoscreyentes vivenhoy en un contexto secularizadoque ya no entiende la fe cristianaen general -y menos anla eucarista en particular-.Conozco jvenes que provienen deambier,.tes sin religin dezonas ms descristianizadas. Intuyenque, en la eucarista, reside el misteriodel cristianismo.Perono pueden explicarse -ni explicara otros amigos no creyentes-qu les aguarda en ella. Tmbin escriboeste libropara ellos.

    Igualque Felipe, en los Hechos de los Apstoles, le pregunt al

    etope, ministrode la reina Candaces: "iEntiendes 1o que estsleyendo?" (He 8,30) , querra marcharjunto a los que estn encamino y buscan el destino de su vida, y preguntarles a propsitode la eucarista: .lEntiendes 1o que celebras?". t tambin comoFelipe,querra explicar 1o que celebramos, para que las lectoras olectores de estas pginas, como el etope, continuaran su camino

    "llenos de alegra" (cfHe 8,39).

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    alpistas par chpl.,ender: Lm*s{ffiYyruLamEste librono pretende desarrollaruna teologacompleta de laeucarista. Simplemente se trata de contemplaralgunas imgenesque puedan desvelarnos el misterio de este sacramento. Lacelebracin eucarstica incluyeuna liturgiade la palabra, enla que "r.hu-o.e interpretamosla palabra de Dios, demanera que podamos entendernos mejora nosotros mismosy descubramos el sentido de nuestra vida. Y culmina con elalimento sagrado, en el que llegamos a ser uno con los dems ycon Jesucristo que se brinda a s mismocomo alimentoy comobeblda en las ofrendas del pan y del vino.Jess nos mandcelebrar una y otra vez esta cena sagrada. As nos transmiteLucas la lti-uCena de Jess con sus discpulos:Topf pnrr,dio gracias, 1o partiy se 1o dio,diciendo:"Esto es mi cuerpo, quees entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mo".De lamisma manera, despus de la cena, tom el clizdiciendo:"Esteclizes la nueva alianza sellada con mi sangre, que es derramadapor vosotros""(Lc22,I9s).

    CENACONMEMORATIVA

    Siempre que los israelitas celebran una fiesta, conmemoran lashazaas de Dios. Para Israel, Dioses un Dios histricoqueintervieneen la historia, el Diosque modela y conduce la historia.

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    Sus acciones maravillosasson acontecimientos histricos.Lafiesta principal, la Pascua, consista en conmemorar lasalida deIsrael de Egipto.Israel descubri el milagro desu existenciaeneste xodo. Dioshaba arrancado del poder de Egipto alpueblohumilde. Lo liberde los capataces que le exigan cada vez mstrabajo.Lo liberde la dependencia y del sometimiento.Le hizopasar el mar Rojoy 1o condujo a travs del desierto hasta latierra prometida, la tierra de la libertad y de la abundancia devida. Israel celebraba este recuerdo en una cena, en la cena dela Pascua. Dios haba mandado al pueblo que celebrara todoslos aos la cena pascual conforme aun ritoregulado con todaprecisin."Ese da dirs a tus hijos:Esto es en memoria delo que por m hizo el Seor cuando sal de Egipto,x 13,8).La eucarista es esencialmente recuerdo de un acontecimientoantiguo, para que vuelva a sucedernos a nosotros. La eucarista

    trae del pasado lo que fue salvfrco,santo, singular. Repetir, enopinin deAlfonsKirchgssner, significa"establecer el ser enmedio de la corrientedel devenir, confirmarla eternidad, orientar1o que carece de rumbo, volvera la plenituddel ser".

    Como cristianos, no celebramos la eucarista en recuerdo dela ltimaCena de Jess, sino como memorialde todo 1o queDios hizopor Jesucristor cmo habl a los hombres a travs de1, cmo cur enfermos, cclnsol a los abatidos, cmo llam a laconversin a los pecadores y a todos anunci la Buena Nueva.Pero conmemoramos ante todo la muerte y la resurreccinde Jess, que concentran, en ciertomodo, toda su actividady pensamiento. Precisamente en medio de nuestro tiemposinmemoria y sin historiaes importantecelebrar el recuerdo dela salvacin que tuvo lugar en la historia deJess, para quesiga sucedindonos en el momento presente. Para BernardRootmensen, la ausencia de memoria de nuestros das se 11

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    manifiesa en la fugacidad, la vaciedad de lo cotidiano,elolvido,el frenes y la banalizacin del pasado. El famoso rabinoBaal-Shem Tov dijoen una ocasin: uElolvidoconduce aldestierro, pero el recuerdo es el misteriode la salvacinr.En Ia eucarista no slo celebramos la historialiberadorayresplandeciente de Jess, sino todo lo que, en su historia, Diosha obrado en la historiade los hombres. Por eso, en la eucaristaescuchamos una y otra vez los relatos inspirados del Antiguoydel Nuevo Testamento. Estos son como un oasis en mediodeldesierto, en el que uno puede darse un respiro (Rootmensen) .Si dejramosde contarnos unos a otros las maravillosashistoriasde la Biblia,el mundo perdera su alma.

    LAEUCARISTAENLAINTERPRETACINDELEVANGELISTALUCAS JPara poder entender lo que celebramos en la eucarista,querra ahora echar un rpido vistazo al evangelio de Lucas.Lucas traduce la actividadde Jess al mundo y al horizonteculturalde los griegos. Los griegos desarrollaronlas doctrinasms importantes de su filosofabien caminando(los llamadosnperipatticos")o bien sentados a la mesa (los banquetes dePlatn).Lucas toma estos dos motivosy presenta a Jess comoel caminante divinoque

    viene del cielopara caminar con loshombres. Y, en el camino, les da a conocer su vida.La historiade viajems hermosa es el relato de los discpulos

    de Emas. Aquse pone de manifiestocmo entiende Lucas laeucarista. Jess explica el misteriode su vida a los discpulosquehuyen decepcionados al ver frustradas sus esperanzas. Gnemosaqu una maravillosaimagen de la celebracinde la eucarista:

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    vamos a misa comopersonas que, con frecuencia,huyen de smismas, que salen corriendo ante las decepciones de la propiavida. Entonces, en la lectura de la palabra de Dios, sale a nuestroencuentro el mismo Jess y nos explica la historiade nuestrapropia vida.A la luz de la Sagrada Escritura, hemos de entenderpor qu todo ha sucedido as, cmo ha sucedido, qu sentidose esconde detrs de todo elloy hacia dnde se dirige nuestro

    camino. Para que las palabras de la Escritura iluminennuestravida, hace falta una interpretacinque traduzca las imgenes dela Bibliaa nuestra realidad actual. Si entendemos nuestra vida,entonces podremos conducirla de manera adecuada. El que noentiende, huye. Hoyen da son muchos los que huyen de smismos y de la verdad de su vicla.Jess quiere invitarnos,en la eucarista, a entender y contemplar nuevamente nuestravida a la luz de su palabra y de su historia iluminadora

    y liberadora.Eucarista signif,careinterpretar la propia vidadesde la fe en Jesucristo.Podemos encontrar una segunda va para la comprensin de

    la eucarista en los numerosos relatos de banquetes que Lucasnos narra. Para Lucas, la cena eucarstica es una prolongacinde las comidas que tuvo Jess a 1o largo de su vida con iustose injustos, con pecadores y libres de culpa. En estas comidas,Jess permite que la gente experimentede manera tangible los

    bienes de Dios y su amor por los hombres,a los que obsequiacon dones divinos,con amor y compasin, con una acogidaincondicional,con el perdn de los pecados y con la curacindesus enfermedades. Los convites de Jess con justos y pecadoresestn marcados por la alegra y la accin de gracias, por laproximidadliberadora y sanadora de Dios. Del mismo moclo quelos hlsofos griegos desarrollaronsus doctrinas principalmenteen medio de banquetes, Lucas describe tambina Jess como 13

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    el maestro que anuncia los contenidosms importantes de sumensaje en medio de comidas. Con sus palabras nos recuerdauna y otra vez que tenemos un ncleo divino.Nuestra intimidades algo ms que una parte de nosotros mismos que ha de cumplircon sus obligacionesy controlarnuestra vida cotidiana.Tnemosuna dignidaddivina.En nosotros hay un ncleo divino.Elreinode Dios est en nuestro interior. Nosotrosmismos somosmorada de Dios. Enesto consiste nuestra esencia, esto es lo queconstituye nuestradignidad.

    La primera comida de la que nos da noticia Lucas es la comidacon pecadores y publicanos(Lc5,27 -39). Estamos invitadosa lacomida del amor tal como somos, con todos nuestros defectos ydebilidades. Las siguientescomidas tienen lugar en casa de unfariseo. Jess explica a los fariseos en qu cclnsiste su mensaje: setrata del amor de Dios, que el mismoJess muestra a los hombresen la comida,y del perdn que les concede (Lc 7 ,36-50).Tmbin les revela en qu se han apartado del amor de Dios (Lc11,37 -54). Jess ofrece una preciosa imagen de la eucarista en laparbola del hioprdigo, que proponecomo justificacinde suscomidas con pecadores. Nosotros somos como el hijoprdigo.Hemos salido de nosotros mismos y hemos perdido nuestra patriainterior.Hemos malgastado nuestro patrimonio.Hemos pasadode largo ante nuestra propiavida. Saciarnos entonces nuestrahambre con alimentosdeficientes. Y nos va cada vez peor.Mediantela eucarista nos ponemos en camino para volverala casa de nuestro Padre. Intuimosque ah vamos a recibir1oque sacia realmente nuestra hambre. La eucaristaes el banquetede bienvenidaque el Padre organiza en nuestro honor. Elpadretambindice de nosotros: "Este hijomo haba muerto y havuelto a la vida, se haba perdido y ha sido encontrado (Lc15 ,24) .Por esc'r hemos de estar alegres. Estbamos muertos, se nos4

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    haba privadode nuestros sentimientos, excluidode la vida. Noshabamos perdido a nosotros mismos, nos habamos precipitadodesde nuestro centro interior.Pero en la eucarista volvemosaencontrarnos a nosotros mismos y volvemos a estar vivos cuandocelebramos la comida de la vida. En ella descubrimos quinessomos realmente y cul es el fundamento de nuestra vida:queDios nos ama incondicionalmente,que Dios confaen nosotros yque nunca es demasiado tarde para ponerse en camino y volverala casa que constituye realmente nues[ro hogar.

    La comidapostrera de Jess antes de la UltimaCenatiene lugar en casa de Zaqueo, el publicano'Venimos, comoZaqueo, con nuestros complejosde inferioridad,que tralamos decontrarrestar acumulando la mayor cantidad posible de dineroyposesiones. Sufrimos a causa de esle sentimientode inferioridady deseamos vivamenteque se nos ame de manera incondicional.Esto es precisamente 1o que podemos experimenta comoZaqueo, en la eucarista. Durante esta comida, Jess pronunciaeltrmino .hoy, en dos ocasiones: .Hoy tengo que hospedarme entu casa (Lc19,5);y .Hoyha entrado la salvacin en esta casa(Lc19,9). En todoel evangeliode Lucas aparece siete veceseste misteriosoohoy,; siete veces que se corresponden con lossiete sacramentos. En ellos tiene lugar el hoy, 1o que sucedientonces. En toda eucarista se hace presente 1o que sucedientonces. En la misa se hace presente Jess y come connosotros. Nos anuncia su palabra. Cura nuestras enfermedades.Nosotros acudimos, como Zaqueo, con nuestra autoestima porlos suelos. Vamos a ella como leprosos, incapaces de aceptarnos,de aguantarnos a nosotros mismos.Somos ciegos que no vensus faltas, tullidosparalizados por el miedo. Estamos encorvados,resignados, desilusionados ante la vida,aplastados por su peso.En la eucarista, Jess vuelvea enderezarnos' Nos toca y nos t5

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    dice estas palabras: oHoyse te regaia la curacin porque ttambin eres hijoo hila de Abrahn,porque rambin t tienesun ncleo divino"(cf Lc 19,9).

    Lucas, en sus numerosos relatos de comida, expone lo quesucede en cada eucarista. Pero, tambinpara 1, la eucarista esprincipalmenteconmemoracin de la ltimaCena que celebrJess con sus discpulos, cena en la que da un nuevo sentido a lafraccindel pan y al cIz comparrido. Jess se sirvide los ritos de lacena de la Pascua para proponer a sus discpulos

    un nuevo ritoquehaban de celebrar despus de su muerte, como conmemoracinde su amor. Presenta los ritosque los judos realizaban en la cenapascual, pero de un modo nuevo. La fraccin del pan remitea suinminentemuerte en la cruz. En ella, Jess se parte por nosotros.Pero esto no supone catstrofe alguna, no significaun fracaso de sumisin,sino que es expresin de su entrega por nosotros. En el panque se parte, se entrega Jess mismo a sus discpulos.Es un signo desu amor, del amor con que nos ama ms all de la muerte. Nosotrostenemos que tomar concienciade este amor en cada eucarista. Suamor constituye el cimientosobre el que podemos construir. Es lafuente de la que vivimos.Jess designa el vinocomo su sangre,la sangre por la que establece una nueva alianza. La sangre essigno de un amor que se desborda por nosotros. La nueva alianzaque nos recuerda Jess en la ltmaCena, es la alianza delamor incondicionalde Dios. La antigua alianza se basaba en unasobligaciones recprocas. Dios se comprometicon los hombresbajo las condicionesque contenan los mandamientos.

    Ahora,en la sangre de Jess, en el amor encarnado de su Hijo,Diossella una alianza incondicional.Se compromete con nosotros poramor. Confaen que el amor que se hace visibleen su entregatransformar nuestros corazones.

    La cuestin es cmo hemos de entender este gesto signilicativcrt6i. .,:.i:.+

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    de Jess en la ltimaCena. Las especulaciones filosficasacerca de cmo es posible que Jess se nos d enel pan y el vino,no conducen a nada. La esenciade la comidaeucarstica slo puede entenderse desdeel amor humano.

    MariaCaterina Jacobelli, una antroploga italianaqueha escrito acerca del Rlsrs paschalis, la risa de la Pascua,entiende el misteriode la Cena, como mujery madre,a partirdel amor humano: "lQuinde nosotras, madres,quin de nosotras, amantes, en contacto con el cuerpo ,edel hijoneonato o del hombre amado, no ha sentido lanecesidad imperiosa de hacerlo carnel lQuinde nosotras,madres, no ha deseado poder absorber de nuevo aquellascarnes salidas de nucstro vienrre] iQuin denosotras,alnantes, no ha marcado con los dientes, durante el acto ,, 'amoroso, ei cuerpo del hombre o de la mujeramada? "Te ;comera a besos...". .Quin n,, ha pronunciado y odo estas ipalabras/ Uniral ser amado a uno mismoen una uninde 'absorbencia total;convertirse en carne, transformarseenvida; convertirse en alimentorecproco para vivirjllntos .+,-.1en la unin ms compieta, ms completa an que lasexual... Jess instituyla sagrada Cena porque queramostrar su amor a todos los hombres de todos los tiempos,de manera material. Es una herencia de su amor, el lugaren el que podemos experimenrarnuevamente su amor,una y offa vez, con todos nuestros sentidos. Cuando ingieroy mastico su cuerpo en ei pan, siento que esto es el besode su amor. Y cuando bebo su sangre en el vino, lasangreque por m derrampor amo me viene a la mente aquellaexpresin delCantar delos Cantares: .iQu deiiciosoes tuamor, ms que el

    vinol"(Cant

    4,10).

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    En muchas culturas existen comidas sagradas. En ellas sehace realidad 1o que tan slo se intuye en cada comida. En todacomida participamosde los dones de Dios, de los dones de sucreacin, de los dones de su amor. De esta manera, en todaspodemos percibir algo de los bienes que Dios nos ofrece y de laternura que nos muestra. La eucarista constituye la cima de todoaquello que los seres humanos anhelan en cada comida. euiendisfruta de una buena comida y, mientras saborea

    las viandas,tambin puede experimentar al mismo tiempo la unin con Dios.La eucarista pretende mostrarnos qu es 1o que tiene lugaren toda comida: la unincon el creador de todos los clones.Pero la eucarista es tambin una comida sagrada. La Igresiaprimitivacomparaba la eucarista con las comidas sagradas quese celebraban en los cultos mistricosde la Antigedad.Losparticipantes (en griego, los mystal, los iniciados en los misterios)estaban convencidos de que coman a Dios en los alimentossagrados, de manera que llegaban a ser uno.or-, 1. En la comidano slo reciban la dlvinldad,sino que tambin se entregabana ella. Se entregaban y abandonaban por completo al alimentopara poder experimentar la unin con Diosde manera material.La comida cultualrepresenta .la uninmatrimonialdel almahumana con la divi.idad"(schubart). Los msticos crisrianoscantan, en 1a comunin,*ladulzura de paladear a Dios,.Nosotrosa veces cantamos en la comunin el versc uro Gwstateet q,tidetequoniam sua+tis est Dominus (literahnente,.Gustad yved qu dulce es el Seor").

    La comunin es la experiencia materialdel amor de Dios. Encada eucarista tomamos conciencia de este amor de Dios queha resplandecido en Cristo,para vivirde 1 y sumergirnos en 1,convirtindonos,as, en fuente de amor para los dems.

    1B

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    LAEUCARISTA ENLAINTERPRETACINDELEVANGELISTAJUAN

    Juan, el ms msticode los evangelistas, tiene un modopeculiarde entender la eucarista. Intenta acercar la eucarista a suscontemporneos, que estaban fascinados por la Gnosls. Elgnosticismofue un movimientomuy extendido a finales del sigloI, parecido al movimientoactual de la Net Age, la .Nueva Era".Los gnsticos buscaban la iluminacinacerca de la autnticavida. Estaban convencidos de que tena que haber algo ms. Juanles responde indicndolesel pan del cielo que Dios les ofreca.Jess mismoes este pan del cielo."Yosoy el pan de la vida. Elque viene a m no tendr hambre, y el que cree en m no tendrjams sed" (|n 6,35). No podemos considerar la eucarista almargen de la existencia deJess en su conjunto.En Jess, ensus palabras y en sus obtas, se hace visiblela vidaverdaderay eterna que Dios regala a los hombres. Jess es, con todasu persona, el pan que viene del cielo.Este pan sacia nuestrahambre de autntica vida.

    Juan interpreta la vidade Jess y el hecho de la eucaristadesde el horizonte del xodo de Egipto.En la travesa deldesierto, Dios dio a los israelitas pan del cielopara que recobraran

    lasfuerzas para

    el camino. Latravesa

    deldesierto de Israel

    describe nuestra situacinactual. Nosotrosestamos siempre encamino desde el pas de la esclavitud,de la alienaciny de ladecepcin, hacia la tierra prometida, la tierra de la libertad, latierra en la que vamos a poder ser enteramente nosotros mismos.Pero, en nuestro camino,al igual que los israelitas, sentimosnostalgiade las ollas de Egipto, repletas de carne, Nuestrahambre de comida terrenal es, con frecuencia,ms fuerte que

    el hambre de libertad, de vida y de amor. En el camino de ,' t9

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    nuestras ansias de vida autntica, Jess se nos ofrece comoel pan de vida: "Yo soy el pan de vida...El que coma deeste pan vivireternamente fln6,48.51). El que se aventuracon Jess experimentar la verdadera vida. Su hambre devida quedar saciada.

    Y ahora, en el punto culminante de su discurso sobre el pan,Jess asegura que el pan que l da es su carne, que 1 entregapor la vida del mundo" (Jn 6,51). La manifestacin de su amoralcanza su cota ms elevada en la muerte en cruz. En la cruz,Jess nos am hasta el extremo. Y, en cada eucarista, quiereque tengamos parte en la culminacinde su amor. En el pan dela eucarista nos ofrece su carne, su amor encarnado.Para losjudos,esto es algo inadmisible. Incluso hoy haymuchos que 1oconsideran algo increble.Muchas personas tienen difrcultades ala hora de relacionar la eucarista conlos conceptos de .carne, ysangre. La sangre les recuerda vivamente las escenas brutalesen las que se derrama. En una ocasin, una mujerme confesque no poda beber del cliz cuando el sacerdote se 1o ofrecacon las palabras: "la sangre de Cristo".Le recordaba la matanzadel cerdo en casa de sus padres. Esto mismopuede sucederlea ms de uno hoy en da. Pero tambin a estos dice Jess,igual que entonces a los judos que tenan dificultades paraadmitirlo:"Micarne es verdadera comiday mi sangre verdaderabebida. El que come mi carne y bebe mi sangre viveen my yo en 1, (Jn 6,55s).

    El de Jess no es un lenguaje sangriento, sino un lenguajede amor. En el lenguaje del amor todava hoy solemos decir que"alguienda por oo la sangre de sus venas. nCarne, y sangreson, para Jess, imgenes de su entrega en la cruz. Ciertamente,esta entrega tuvo lugar en la brutal realidad de los mtodos detormento de los romanos. Pero, para Jess, Ia entrega en la cruz0

    lrirtttt"

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    es expresin de su amor hasta el extremo' Juan habla aqu detelos. Telos signiflca

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    divinasson su llamas" (Cant 8,6s) . En la eucarista podemosexperimentar la realidad de estas palabras con todos nuestrossentidos, especialmente con el sentido del gusto. Podemosmasticar el amor de Jess y sentir su beso. Y tambin nosbebemos su amor para que penetre todo nuestro cuerpo y1o llene de su sabor.

    Segn la creencia popular, la sangre es la sede donde reside elcarcter. Lo que tengo en la sangre pertenece a mi ser interior.Y cuando algoentra en mi carne y en mi sangre, entonces 1o heinteriorizadototalmente. Cuandocomemos la carne de Jess ybebemos su sangre, participamos de su esencia ms ntima,de suamor, que es ms fuerte que la muerte. Desde siempre, los poetashan contemplado juntos el amor y la muerte.Ante la muerte,elamor muestra de manera especial su naturaleza y su fuerza, fuerzaque supera la muerte. Sisustituyramos el escandaloso lenguajedel discurso sobre el pan eucarstico del evangeliode Juan porun lenguaje ms descafeinado y suave, entonces tambinel amorque quiere penetrarnos en la eucarista perdera su verdaderafuerza. El amor que nos muestra Jess no es un amor light,sino un amor que vence a la muerte, que alcanza su plenituden la entrega en la cruz.

    La segunda imagen con la que Juan traduce el misterio dela eucarista se encuentra en la escena del lavatoriode los pies.Juan nos la cuenta en el lugar en que ios dems evangeliosnarran la institucinde la er-rcarista. ParaJuan, el lavatoriodelos pies es una prueba de cmo Jess ama a sus discpulos hastael extremo (Jn 13,1ss) . En la eucarista experimenranos esteamor perfecto. Ytiene lugar exactamente tal como se expresa enla imagen de1 lavatorio.Venimos, al igualque los discpulos, conlos pies sucios y llenos de polvo.En el camino a travs del mundonos hemos manchado con el pecado y la culpa, nos hemosZ

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    desollado los pies, nos hemos herido. Muchosnos han golpeadoen el taln de Aquiles,se han entretenido en pincharnos unay otra vez en nuestro lado ms sensible. En la eucarista, Jessse inclinaante nosotros para tocar precisamente nuestras zonasms vulnerables, para acariciar nuestro taln de Aquilesy curarnuestras heridas. Y se arrodilla antenosotros para lavar lasuciedad de nuestros pies. Nos acoge en su amor de maneraincondicionalprecisamente en aquello en que nosotros nossentimos ms despreciables, ms sucios e impuros.

    El lavatorioes una irnagen de 1o que sucede en toda eucarista.Gmbinen el evangeliode Juan, Jess manda a los discpulosque hagan 1o mismo:debern lavarse los pies unos a otros.El mandato de Jess no slo signiflcaque debamos servirnosunos a otros. Este mandato contiene,ms bien, una imagende la eucarista. Cuando celebramos la sagrada cena, cuandoescuchamos las palabras de Jess y recordamos su actividad,entonces hacemos con los dems 1o mismoque Jess ha hechocon nosotros. Para Juan, el memoriales ante todo recuerdo delamor de Jess, el amof conque, en su muerte en cruz, nos amhasta el extremo.Pero la eucarista no consiste simplemente enrecordar, es tambin actuar. En la eucarista nos lavamos lospies unos a otros cuando nos dejamos contagiar por el amor deJess y no ponen'ros en primer planolas culpas de los dems,sino que nos aceptamos unos a otros sin reservas, con el amorque experimentamosen Jess. Segn el evangelio de Juan, laeucarista es el lugar en el que hemos de mostrarnos nuestrasheridas unos a otros. No acudimos a la celebracin limpiosdeculpa, sino llenos de heridas y de suciedad. No tenemos por quesconder nuestras heridas. Podemos mostrrnoslas unos a otros ypresentrselas a Jess. 1 las lavar, su amor las curar.

    En la ltimaCena con sus discpulos, Jess pronuncia un largo 23

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    discurso de despedida. Aquse hace visibleun rercer aspecto delmodo en que Juan concibe la eucarista. Juan entiende la eucaristacomo el lugar en el que el Seor resucitado y gloriflcadose hacepresente en medio de sus discpulos y les habla. La escena dela tarde de la Pascua, cuando Jess se presenta en mediode losdiscpulos, llenos de miedo a pesar de que las puertas estabancerradas, describe lo que sucede en cada eucarista. ]ess, que ya hasido glorif,cadojunto a Dios,se llega hasta la comunidad reunida ypronuncia ante ella palabras de amor. Son palabras muy parecidasa las del discurso de despedida, palabras en las que resplandece suamo que ha vencidoa la muerte. Son palabras que tienden unpuente ms all de la muerte, palabras que vienen de la etemidady que abren los cielos por encima de nosotros, palabras que unenel cielo conla derra, que suprimen la fronteraentre la muerte yla vida. Para Juan, la mayor miseriade los hombres reside en suincapacidad paraamar. Lo que estos llaman amor no es ms que unaferrarse a los dems. Jess vinopara devolvemos la capacidad deamar. La eucarista es el lugar en el que hemos de sentir el amorde Diosen Jesucristo, gracias al cual recuperamos nuevamente lafacultadde amarnos unos a otros.

    Pero Jess no se limitaa hablar a sus discpulos: tambin lesmuestra las manos y el costado (Jn20,20).Sus manos atravesadaspor los clavos y su costado abierto por la lanza son signosdel amor con el que nos ha amado hasta el extremo.En el

    pan que se rompe estamos tocando las heridas de sus manos,unas manos que puso en el fuego por nosotros y que noretircuando lo clavaron. Y en el vinobebemos el amor quebrot impetuosamente de su corazn abierto. Cuando tocamossus heridas en la comunin,podemos esperar el milagrodela curacin de nuestras heridas. En estas manos agujereadasencontramos al Jess que obr por nosotros, que cur enfermos y4

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    que tiene lugar en la celebracin eucarstica. En las ofrendas delpan y del vinopresentamos ante Dios toda la creacin. Y en laeucarista expresamos que todo el mundo, en 1o ms ntimo,esttotalmentepenetrado por Cristo,que nosotros encontramos aCristoen todas las cosas. En el pan ponemos al mismo tiemposobre el altar nuestra vida cotidiana, todoaquello que nos trituray nos muele a diario, todos esos granos de trigoque estn ennosotros inconexos, unos junto a otros, todas esas cosas quenos desgarran por dentro, nuestros esfuerzos y nuestro trabajo.El pan representa tambin la historia de nuestra vida. Se hacecon el grano que crece en la espiga, bajo la lluviay el sol, ala intemperie. De este modo, nos ofrecemos a nosorros mismossobre el altar con todo aquello que ha crecido en nosotros, ytambin con todo 1o que no ha salido como hubiramosdeseado. No les damos vueltas y ms vueltas a las heridasde nuestra vida, pero tampoco huimosde ellas. En el pan selas presentamos a Dios. YDios enviar tambin su EsprituSanto sobre nuestra vida y dir: "Esto es mi cuerpo". Todo1o que le presentamos a Dios, 1o transformar en el cuerpode su Hijoen la eucarista.

    En el cliz no slo presentamos el vinoante Dios,sinotambin todos los sufrimientosy alegras del rnundo.El chzrepresenta las afliccionesde los hombres, pero tambin nuestroanhelo de xtasis, nuestros deseos de un amor que nos cautive,que eleve nuestro cuerpo y nuestra alma. En el cliztomamos ennuestras manos nuestra vida con todos los dolores y aspiraciones,sufrimientosy alegras que se han ido acumulando en ella y loselevamos para que todos puedan verlos. Ennuestro cliz todo esdigno de estar en la esfera divina. Y todopuede ser transformadoen la sangre de Jess, en el amor hecho hombre que quierepenetrarlo todo. Una vez, en sueflos, entend con toda claridad6

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    que, en las ofrendas del pan y el vino, se transforma toda nuestravida.So que eslaba celebrando la misa junto con nuestroabad. Realizbamos nuestros propios ritos. Enel momento delofertoriopusimos nuestros relojes sobre las ofrendas del pan y elvinopara que nuestro tiempo febrily agitado fuera transformado.Nuestro trabajo, nuestro tiempo,nuestros desasosiegos, nuestrosproblemas, nuestras divisiones,nuestras preocupaciones, todo 1o

    depositamos sobre el altar, y el Espritude Dios, que habamosinvocado sobre las ofrendas, 1o transforn.

    Hay quienes piensan que es imposiblecelebrar todos losdas la eucarista como fiesta del amor de Dios.Pero latransformacin de nuestro mundo,de la historiade nuestra vida,de nuestras relaciones, de nuestro trabajo, de nuestros esfuerzos,de nuestra vida cotidiana...podemos ceiebrarla a diariocon todatranquilidad.Pues ah ponemos de manifrestoque, en nuestravida cotidiana,tampoco estamos solos, que la eucarista ponesu sello en nuestra vida, inclusoen sus acontecimientos mstriviales,y quieretransformarla.Cuando creo que Dios tambinest transformando mi mundo juntocon el pan y el vino,entonces puedo ir tranquilamenteal trabajo,puedo esperar contoda con{ianzaque las cosas no van a ser cotno antes, sino quelas relaciones pueden cambiar, que los conflictossin solucinsevan a resolver y que 1o pesado se volver ms ligero'Y cadada puedo presentar, para su transformacin,las nuevas cosas enlas que estoy trabajando, lo que me agobia, lo que me bloqueay supone un obstculo para rn. La eucarista es expresin demi confianzaen que, mediante la celebracin de la muerte yresurreccin deJess, incluso 1o que en m est yerto se va atrrnsformaren vida nueva.

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    EUCARISTACOMOSACRIFICIO:EJERCITARSEEN ELAMOR

    La Iglesiacatlica siempre ha entendido la eucarista como sacrifLcio.La ReformaProtestante rechaz la idea de sacrificioy entendi Iaeucarista tan slo como comida, como cena. Hoy somos conscientesde que los protestantes tenan razn cuando criticabanun conceptoviciadode sacrificio.Hoyen da, muchos catlicostambin tienendificultadesa propsitodel trmino.sacrificio,:o bien les recuerdauna educacin en la que se enseaba que haba que hacer el mayornmero de sacrificiospara agradar a Dios, o bien relacionanelsacrificiode Jess en la cruz con la idea de que Dios le exigieste sacrificioa su Hijo.Frente a estas desviaciones conviene quenos preguntemos por el autntico significadodel "sacrificio,.Enprincipio,"sacrificio"significaque algo terrenal es elevado al mbitode 1o divino,que ese algo se le da a Dios,porque es a Dios a quien

    pertenece. Msto de este modo, el concepto de "sacrificiose revela,en nuestros das, como algo de gran actualidad. Hoy todo tiene unafinalidad.Todo ha de tener un rendimiento, ha de dar resukados.En la eucarista devolvemos nuestra vida a Dios, de quien la hemosrecibido.La arrancamos del contexto de lo que tiene que tener unaflnalidad.Pertenece a Dios. As creamos un espacio libre en el queno tenemos que producirnada, ni buscar rendimiento,ni exhibirresultados. Situamos nuestra vida en la esfera de Dios, a la que

    pertenece verdaderamente. t a partirde Dios, intuimosquinessomos realmente. El segundo signiflcadodel .5gificio95 sl .ofrenda, entrega. Cuando la Bibliaaflrmaque la muerte de Jess esun sacrif,cio, est queriendo decir que Jess, en la muerte, lleva acumplimientosu amor. En ningncaso afirmala Blbliaque Dios lehaya exigidoa su Hijoel sacrificiode la cruz. Jess no vinoa la tierrapara morirpor nosotros, sino para anunciarnos la buena nueva de laB

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    cercana del Dios delamor. No obstante, cuando llega laconciusin de que el conflicto confariseos y saduceos podatener como consecuencia su muerte violenta,no huy,sinoque persever en el amor por los suyos hasta la muerte. Jessno entendi su muerte violentacomo fracaso, sino comoentrega por los suyos. As 1o indica ensus palabras sobreel Buen Pastor: "Yo doy mi vida por las ovejas... Nadie me

    la quita, sino que la doy yo porm mismo,(Jn 10,15.18).As pues, la muerte de Jess es expresin de su amor, delamor con elque nos ha amado de manera incondicionalyhasta el extremo;y es tambin manifestacinde la libertady soberana con que se entreg por nosotros. Cuandocelebramos su muerle y resurreccin en la eucarista, nossituamos al abrigode este amor desde el que nos llama a cadauno personalmente, por nuestro nombre. En la celebracin

    del sacrifrcio dela cruz llegamos alconvencimientode queel amor de Cristo toca y transforma todolo que en nosotroshay de opuesto y contradictorio.

    Ahora bien, los textoslitrgicostambin hablan, enocasiones, del sacrifrciode la Iglesia. Cuando se habladel sacrificiode la Iglesia, no significaque tengamos quehacer mritos para que Dios est contento con nosotros,sino que tenemos que ejercitarnos en el amor de Jess.Sacrificarsignifica,pues, ejercitarse en la prctica del amorcon que Cristo nos ha amado primero. En lacelebracinde la eucarista reconocemos nuestra disposicinparaadoptar la actitudde entrega que Cristo tuvo antes quenosotros. De este modo estaremos expresando nuestrafirme intencinde amar a Diosy al prjimo,uniendonuestra suerte a la de Jesucristo, y nuestro deseo dedejarnos transformarpor Cristo a imagen de su amor.

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    Cuando la Iglesiaentiende la eucarista tambin como sacrificio,est situndose dentro de la larga tradicinformada por muchasreligiones, que entienden el sacrifrcio como punto culminantedelservicio divinoy como uente de renovacin de la vida. En opininde C. G. Jung, los catlicosque entienden la misa como sacrificiocontaran con la ventaja de poder creer mejor en el valorde lapropia vida. Gracias a ello denen la sensacin de que su vidaes significativaa los ojos de este mundo. Cuando se ejercitanen el amor de Cristo y cuando, juntocon Cristo, se presentana Dioscomo sacdfisis, atraviesan entonces el mundocon elamor de Cristoy colaboranen la ffansformacindel cosmos por lanamorizacin,, -de amor-, trmino conel que Gilhardde Chardindesigna la penetracin del cosmos por el amor. En nuestros das,ciertamente no deberamos colocar el concepto de *sacrificio,enel centro de nuestra comprensin de la eucarista. Pero tampocosirve de mucho suprimir sinms un concepto tan antiguocomctdigno de respeto, presente en todas las religionesy que tambinla Bibliay la tradicincristiana emplean constantemente. Dehacerlo, correramosel peligrode considerar la eucarista demanera excesivamente trivialy cmoda. Con frecuencia, nuestravida se encuentra bastante vaca, seca. Por el sacrificiode Cristo-as es como piensan los antiguos- se renueva mediante lafuerza de su amor. Entonces empieza nuevamente a manar ennosotros la fuente del amor.

    EUCAruSTACOMOM]STERIO:EL SUEODE DIOSSOBRE LOSHOMBRES

    Las Iglesiasorientales entienden la eucarista sobre todo comomisterio.Misteriosignificainiciacinen los secretos de Dios. La0

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    iniciacino introduccin tienelugar en la representacin deldestino de Dios por mediode diferentes ritos.La comprensin dela eucarista de la primitivaIglesiaoriental tena como trasfondolos cultos mistricos helensticos,en los que los mysral -losque participabanen las ceremonias- eran introducidosen elconocimientode los designios de la divinidad.En el cultodeMitra,los celebrantes entraban en comunincon la vida y

    la muerte de Mitra,de manera que participabande sufuerza

    sanadora y transformadora.Los Padres griegos entendan la eucarista de manera parecida.

    Celebramos la vidade Jesucristo, su encarnacin, los prodigiosque realiz, su muerte y resurreccin. Y en la celebracintenemos parte en su vida divina,vida que vencia la muerte. Enciertomodo, nuestra vidarecibe tambinel ser de la vida divina.Esto llev a los primeros cristianos al convencimientode que su

    vida poda alcanzar el xito,del mismo modo que 1o alcanz lade Jess, si bien a travs de la cruz. Nada -as 1o experimentabanlos cristianos en cada eucarista- puede separarnos del amorde Cristo.Ni siquiera la muerte tiene poder alguno sobrenosotros. Hemos sido aceptados en el camino de Jesucristo.Y este camino nos conduce tambina la verdadera vida, ala vidaen plenitud, quese distingue por una alegra perfectay un perfecto amor.

    El trminomisterio,hoy en da incomprensibleparamuchos, tambinpodra explicarse como el sueo de Dios sobrelos hombres. No slo nosotros tenemos sueos en nuestra vida;tambin Dios tena un sueo acerca de los hombres. Y estesueo se hizo realidad ensu HijoJesucristo. En 1 se manifestla bondad de Diosy su amor a los hombres (cfTit3,4). Loslatinos tradujeron eltrminogriego fiLantropa(amor a los sereshumanos) por humanitas (humanidad, imagen del hombre). En 3t

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    Cristoaparece de manera evidente esta imagen del hombre talcomo Dios ia habasoado. Es la imagen de un ser humano totaly absolutamente uno con Dios,penetrado por la bondad y elamor de Dios.La eucarista representa en sus ritos elmisteriode la encarnacin de Jesucristo, el sueo de Diosacerca denosotros, los hombres, que nos hacemos uno con Dios. En losdiferentes ritos de mezcla (por ejemplo, la mezcla del agua con el

    vino,el ritode la

    "inmixtin,en el que se introduceen el clizun

    fragmento de la Hostia) se expresa precisamente que nosotros, aligual que Jess, nos hacemos uno con Dlos.

    Pero en la eucarista no slo celebramos que Jess se hizohombre, sino tambinsu muerte y esurreccin.Aqu llega aplenitudsu encarnacin. Hasta las profundidades de la muertehan sido transformadas por medio de Cristo.Nisiquieraen lamuerte podemos ser arrancados de la unin con Dios. CuandoiaIglesia representa ei misteriode la encarnacin y el misteriode la muerte y resurreccin de Jess, nosotros participanosen e1los, somos introducidos enel misterio de ioscaminos deJess, que nos conduce tambin hacia la unidad con Dios ynos regala el convencimientode que ya nada puede separarnosdel amor de Cristo,en el que hemos sido hechos uno conDios sindistincin.

    EUCARISTA COMOFRACCINDELPAN

    En la Iglesia primitivase designaba la eucarista con la expresin.fraccindel pan". Lucas dice de los primeros cristianos deJerusaln: "Todos los das acudan juntos al templo, partan elpan en las casas y coman juntos con alegra y sencillez decoraz(>n,(He 2,46). La fraccindel pan recuerda a los cristianos

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    que Jess, en la ltimaCena y sentado a la mesa con losdiscpulos de Emas, haba partidoel pan. Cuando el sacerdoteparte el pan, los fieles tienen anre sus ojos la muerte de Jess,la muerte en la que Jess, por amor, se parte por ellos. Lafraccindel pan representa la culminacin delamor de Jess ensu entrega en la cruz.Pero tambin remite a todos los encuentrosde Jess con los hombres,en los que se presenta ante ellos como

    salvador y liberador, encuentros en los que comparti conellossu tiempo, su fuerza y su amor. En la fraccin del pan sepone de manifi.esto queJess no vivipara s mismo, sinoquedurante toda su existencia se partipor nosotros para hacernospartcipes de s mismo y de su amor. Jess es esencialmenten .ss-pr...>>, una .existencia-en-favor-de...".En la fraccindel pan expresamos nuestro anhelo ms profundode que ahhaya alguien totalmente en favornuestro, hasta el punto de que

    intercedepor

    nosotros inclusoen la muerte, y nos ama.Cuando partan el pan, los cristianos tambin pensaban enel relato de la multiplicacinde los panes que narran todoslos evangelios. Entonces, Jess tom el pan y pronunci labendicin;encontramos aqu la misma estructuraque tienela eucarista. En Marcos leemos: "Tom los siete panes, diogracias, los partiy se los entreg a sus discpulos para que losrepartieran" (Mc8,6). La fraccin delpan riene que ver con

    el compartir.Los discpulos tienenque

    compartir su pan con lamultitudde oyentes que estaba all. Compartires una imagenimportantede la celebracinde la eucarista. La eucarista noes simplemente invitacina compartircon otras personas 1o quetenemos, a dar de nuestro pan a los hambrientos.La eucaristaes ya en s misma la celebracin del compartir. Compartimosunos con otros nuestro tiempo,el mismo espacio. Cuandoasistimos a la celebracin en comn,cuando participamosen ))

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    los cnticos y en las oraciones, cuando nos comprometemosconlas personas que participancon nosotros de la misma comida,estamos compartiendo con ellos nuestra vida, nuestros deseosy aspiraciones, nuestros sentimientos y necesidades, nuestrostemores y esperanzas. Cuando, en la eucarista, compartimosnuestra vida unos con otros, estamos creando espacios para lacomunidad, para la hospitalidad. Naceentonces la solidaridad,elcalor,

    lapreocupacin

    deunos por

    otros. "Compartires curar>>,en opinin deBernard Rootmensen. Alcompartilse cura unpedacito de nuestros desgarros. El pan que com-partimos, quepartimosunos con otros,nos regala la esperanza de que 1o quehay en nosotros de rotoy quebrado tambin va a ser curado.Los fragmentosen que se ha dlvididonuestra vida vuelvenajuntarse de nuevo. La fraccindel pan es, al mismo tiempo,una invitacina abrirnos unos a otros, a romper nuestra corazaemocional y a permitirnosmutuamente franquearlas puertasde nuestros corazones.

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    A muchos la celebracin de la eucarista les resulta aburrida,porque se desarrolla siempre de la misma manera. Desearanque hubiese ms variedad. Si bien en determinadas fiestas ocon motivode ocasiones especiales, como en el caso de lacelebracin dela misa en un grupo reducido,se suele introducirla modifrcacinde algn ritoen particular,no hay que olvidarque pertenece a la esencia de la eucarista que se celebre siempre

    de la misma manera. Por eso no podemos ceder a la presinde la innovacin,tratando constantemente de montar nuevasescenificaciones de los ritos,rnientras que, por otro lado, sepierde el contenido esencial de la eucarista. Hay otros quecelebran a diario laeucarista sin saber qu es 1o que significanexactamente cada uno de sus ritos. Todos los ritos que formanparte de la celebracinde la eucarista pretenden presentarnosalgn aspecto del amor de Jesucristo. Su flnalidades mostrar

    ante nuestros ojos, de manera patente, 1o que Jess hizo pornosotros y por nosotros 1o sigue haciendo en cada eucarista. Losdistintosritos hunden sus races en representaciones antiguasmuy extendidas en todos los pueblos. En ellas se expresanlas aspiraciones de la humanidad a la transforrnacin,lasantificacin y la salvacinde su vida. Por todo ello querra ahorarecorrer de manera ordenada los distintos ritos que componenla celebracin y explicarsu signifrcado.A su tiempo propondr

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    alguna sugerencia acerca de cmo se podran celebrar esos ritosen ocasiones especiales.

    RITOSINICIALES

    Toda ceremonia religiosacomienza con unos ritos iniciales..Los ritos introductoriospermiten el acceso al mbito cerrado,misteriosoy santo (Kirchgssner) . Los ritos iniciales vienen aser algo as como la llaveque nos abre, a los seres humanos quevenimos del ajetreo de nuestro tiempo, las puertas del recintode 1o sagrado. Para entrar de llenoen el mbito de 1o sagrado,tendremos que librarnosde todo aquello que nos absorbe. As,la liturgiade san Juan Crisstomocomienzacon este himno:.Dejemosa r-rn lado todas las preocupaciones terrenales, pararecibiral Todopoderoso. En la actualidad, muchosse quejande que la eucarista no tiene nada que ver con sus vidas. Peropertenece a la naturaleza del cultoel hecho de trasladarnosa un mundo distinto. Nosresulta de gran ayuda el que nosolvidemos, en la eucarista, de un mundoque nos domina,poder entrar en otro mundo, un mundo en el que seamoscapaces de experimentar quines somos realmente, en el quepodamos sentirnos tal como corresponde a nuestro espritu.Con frecuencia,nuestro mundoes "des-almado,, sin alma. Laeucarista le hace bien a nuestra alma. Quiere ponernos encontacto con nuestro espritu,para que despus podamos vivirtambin "espiritualizados"en el mundo de nuestra vida cotidiana,conscientes de nuestra dignidad divina,sabiendo que nosotrossomos ms que el mundo que pretende dominarnos.

    Como todaceremonia litrgica,la eucarista cuenta conuna serie de ritos inicialeso de introduccin.La celebracirin

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    comienzacon el introitus,el canto de entrada. La comunidadingresa cantando en el misteriodel amor que Diosquiere ponerante sus ojos en la eucarista. El sacerdote, en la sacrista, ya seha preparado para la celebracin cuandose pone las vestiduraslitrgicas.Antes ha rezado una oracin especial con cada unade las prendas. En silencio,con los aclitoso monaguillos,hatratado de entrar en sintona con el acontecimientosagrado que

    va a tener lugar. En la Iglesiaoriental,el sacerdote hace estaoracin: "Seor, yo quiero entrar en tu casa y adorarte consagrada veneracin en tu templ6".Despus el sacerdote y losaclitos se inclinanante el altar y suben los peldaos que lesseparan de 1. El sacerdote besa el altar. El beso es una muestra decario y amor. Constituye el contactoms intenso que podemosregalar a otra persona. El altar es smboio de Cristo. En el besodel altar, el sacerdote entra en contacto con Cristopara recibir

    su fuerza y su amor. De este modo da a entender que nc)es 1 mismoquien celebra la eucarista, sino que 1o haceen virtuddel poder y del amor de Cristo."Elbeso -afirmaKirchgssner-significa respirarla atmsfera divina,es beber dela fuente de la vida".A 1o largo de la misa, el sacerdote entraren contacto una y otra vez con el altar para poder actuardesde la fuerza del altar".

    La llave que abre a los creyentes las puertas del recintodel

    amor en el que se adentran en la eucarisla es la seal de la cruz.Para ellos es un signo distintivo.Medianteesta seal, marcansu cuerpo con el amor de Cristo.La seal de la cruz es paranosotros bendicin.A1hacer la seal de la cruz tocamosprimeronuestra frente, despus la parte superior del vientre, luego elhombro izquierdoy, f,nalmente, eiderecho. Con elloqueremosexpresar que Jess ama todo en nosotros: nuestros pensamientos,la vitalidady la sexualidad, 1o inconscientey lo consciente. Por 37

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    tanto, comenzamos la eucarista con el signo del amo paramanifestar ya desde ahora qu es 1o que vanos a hacer. Lacelebracinde la misa consiste en experimentarfsicamenteelamor de Cristo. Asociamos el signo de la cruz a la rmulatrinitaria:"En el nombre del Padre, y dei Hio,y del EsprituSanto". Para muchos esta se ha convertidoen una mera furmula.Pero con ella estamos reconociendo que Dios no es un Diosalejado y cerrado en s mismo,sino que es el Dios abierto paranosotros, que nos permite tomar parte en el flujode su amor.Tambin se podra explicaresta rmulasi, de modo semejantea como se hace en la Iglesia siria, hiciramosla seal de la cruzmuy despacio, de manera amplia y consciente, al tiempoque sedice: "En el nombre delPadre, que nos proyect y nos cre; y delHijo,que descendi a la profundidadde nuestra humanidad; ydel EsprituSanto, que vuelve 1o que est a la izquierda hacia 1oque est a la derecha, que transforma en nosotros 1o inconscientey desconocido, para orientarlohacia Dios".

    Tias santiguarse, el sacerdote saluda a la asamblea, deseandoque el Seor mismoest con ella y le d su paz, su gracia, suamor. De este modo ha de quedar claro que no es el sacerdotequien preside la Misa,sino que el mismo Cristo, presente entrenosotros, es realmente ei que acta. Despus, tras una breveintroduccina la celebracin,al misterioque se celebra o a iavidadel santo del da, sigue el acto penitencial.Hoyen da,este momento plantea diflcultadpara muchos, En su opinin,deberan sentirse pobres pecadores, deberan "humillarse"antela iglesia,antes de recibirgenerosamente el perdn. El sentidodel acto penitenciales que nos lanzamos al encuentro con Cristocon todo 1o que hay en nosotros, con nuestras luces y nuestrassombras, con nuestros xitos y nuestros fracasos, con nuestrosaciertos y nuestros fallos,y tambincon nuestras culpas. NoB

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    tenemos por qu humillarnos. Cristo,ms bien, nos invitaapresentar tambin esas facetas nuestras que habramos preferidodejar fuera porque resultanincmodas.As pues, el actopenitencialpretende animatnos a celebrar la eucarista con todonuestro ser y no llevarsimplemente nuestro lado opiadoso"al encuentro con Dios.1 nos promete, ya al comienzode lacelebracin, que la eucarista va a ser la experiencia del perdnamoroso de Dios, que nos acoge de manera incondicional.

    La asamblea, sobre todo cuando se trata de un grupo reducido,puede organizar de manera totalmente individualizadael saludoinicialy el acto penitencial.Puede comenzarse la celebracincon una danza meditativa o expresando las intenciones por lasque se quiere celebrar esa misa. La asamblea puede llamar laatencin sobre las redes en las que cada uno de los participanteso el entorno han podido caer, o puede incluso organizareste ritoen formade representacin. En una convivenciadePentecosts, el grupo coloc un barreo en el que cada unopoda entrar para expresar qu es 1o que quera dejar en 1,de qu quera ser lavado.

    A veces organizoel acto penitencialen lornoa un triplegesto:el primero,el del cuenco abierto, una especie de patena queformamos conlas manos juntas y puestas hacia arriba. Pronunciouna oracin, ms o menos con estas palabras: *Presentamos aDios, en nuestras manos,todo loque hemos recogido, modelado

    y realizadocon ellas, aquello en 1o que hemos tenido xito yaquello en lo que hemos fracasado. Presentamos nuestras manos,que hemos tendidoa otros y que hemos recibido de otros.Presentamos todo 1o que se ha enterrado en nuestras manos, paraque Dios se digne bendecirlocon su mano bondadosa". Entoncesvolvemoslas palmas de las manos hacia abajo. .Queremosdejar todo aquello a 1o que estamos aferrados. Enterramos 1o 39

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    que pertenece al pasado, 1o que supone una carga, 1o que nosreprochamos unos a otros. Con este gesto expresamos nuestraintencinde no volvera emplear 1o pasado como reproche contralos dems o como excusa para nuestra incapacidad. Tmbinnos despojamos de nuestros sentimientosde culpabilidad.Todoello 1o enterramos, para que de nuevo resucite con Cristodelsepulcro de nuestra autocompasin y del dao que nos hemosinferido".Entonces tendemos nuestras manos y le presentamosa Dios nuestras relaciones, juntocon todo aquello que nosune y aquello que nos separa. nle presentamos a Dios nuestrasbuenas relaciones para que las bendiga. Y tambin traemos anteDiosnuestras relaciones bloqueadas por 1os malentendidos ypor nuestro ofuscamiento emocional,para que su amor salvficopueda fluirnuevamente entre nosotros. Aquhay que confiarla creatividada la imaginacin del grupo, sin que se sientapresionado por tener que hacer siempre cosas nuevas. Pero esimportante que estas formas creativas se limitena determinadasfiestas o celebraciones de grupo, sin olvidarque tambinse tiene que celebrar con la estructura ordinaria,que esvlidaen s misma.

    Despus del acto penitencialvienen las invocaciones delrle. Se trata realmente de invocaciones de aclamacin al Seoraltsimo.Cuando la asamblea canta el rle, para m resultaevidente que el Seor glorificadoest presente en medio denosotros en el canto mismo. Cantamosal que est entre nosotros.Y cuando le cantamos, surge con toda claridadsu imagen entrenosotros. Es 1o mismo que sucede cuando el enamorado cantaa su enamorada. En Ia cancin, esta aparece ante sus ojosy, mientrascanta, se siente profundamente unido a ella. Encelebraciones de grupo suelo invitara los participantes a queinvoquen a Cristo conel nombre o con los nombres que se

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    les ocurran de manera espontnea: "iCristo,nuestro hermanoliCristo,buen Pastor, amigo de los pobres, amante, luz delmundo ,. Resulta sorprendente la cantidadde nombres de Jessque los participantes consideran valiosos. Cuando cada uno sedirigea Cristo con un nombre particular,entonces'se pone demanifiestoquin es el que est entre nosotros. Y brota unarelacin interiorcon ese Jess que est en medio de nosotrospara dar cumplimientoa nuestros deseos ms profundos, Losdorningos y das festivos,despus del rie viene el Himnodela navidad, el Gloria*"Gloriaa Dios en ei cielo, y en la tierrapaz a los hombres que ama el Seor"-. En el Glorlacantamosllenos de alegrael misteriode nuestra salvacin. Despus vienela oracin colecta, en la que el sacerdote se refiere brevementeal misterioque se celebra ese da.

    LA LITURGIADE LAPALABRA

    En las lecturas y en el evangeliose anuncia la palabra de Dios. Elleccionarioque se introdujotras ei concilioVaticano IInos ofreceuna rica seleccin de textos bblicos.La Palabra misma es en secaz. Por eso hace falrauna sensibilidady una atencin especialespara no recibirlasimplemente con el odo, sino que cale en elcorazn. Y tambin se necesita silenciopara que la Palabra puedapenetrar profundamente en el corazn. Cuando la Palabra llegaal corazn, entonces tambin acta. Para que la Palabra puedacalar en el corazn, el lector ha de poner su propio corazn en 1aspalabras que lee. Hay que sentir que hace la lectura de maneracomprometida,que 1 mismo se siente afecmdo por las palabras quelee ante los dems. Las palabras de las lecturas y dei evangelio nopretenden en principiodecirnos qu es 1o que tenemos que hacer, 4r

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    sino que quieren manifestarnosquines solnos. En las lecturas delAntiguoy del Nuevo Gstamento se explicael misteriode nuestrasvidas. En el evangelio, Jess mismo se hace presente en medio denosotros. 1 *ir*onos habla, y obra en nosotros 1o mismo qr-re eltexto anuncia. El sacerdote, antes de proclamarel evangelio, hacela seal de la cruz sobre el libroy se persigna la frente, la boca y elpecho; los fieles tambin hacen 1o mismo.Con ellomanifestamosque cada una de las palabras que se van a proclamar es expresindel amor con que Cristo nos am hasta el extremoy que queremosdejar impresoeste alnor en nuestro pensa en nuestro hablaE ennuestro sentir. Para que la Palabra nos llegue no slo al escucharla,el sacerdote o las personas encargadas de ello -hombres o mujeres-,la explican en la homila.La homilaha de explicar1o quecelebramos en la eucarista, de modo que la asamblea tome unaconciencia mayor de eilo. Cuandono hay homila,puede ser deudidad hacer, en pocas frases, una interpretacinde las lecturaso del evangeliode cara a nuestra vida. Loque se ha proclamadoen el evangeliose hace realidad en la eucarista, se hace presenteen su representacin sagrada. En la comunin vamos a entraren contacto sicocon este Jess. Y este contacto puede sanarnuestras heridas, ahuyentar nuestros temores, transformarnuestratristeza en alegra, vivificar1o que en nosotros est paralizado,convertirnuestra friaidaden amor.

    LAORACINDE LOSFIELES

    Los domingos, despus de la homila,se recita el credo, pormedio dei cual confesamos nuestra fe. A muchos les resulta unpoco absacto. Pero cada una de las frases del credo expresael misteriode nuestra vida salvada por Crisro.Seguidamente se

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    hace la oracinde los fieles,las peticiones de intercesinen lasque traemos todo el mundo almbito de la celebracin.En elmomentode las peticiones, yen ocasiones muy determinadas, lacomunidad puede dar rienda sueltaa su imaginacin. Dondeestosea posible, los participantes en la celebracin pueden manifestarde modo espontneo sus peticiones. Eneucaristas de grupo o enaquellas fi.eslas que giran en torno a la luz (como es el caso deIa flesta de "las candelas", la Inmaculada, Navidad, santa Luca,etc.), eI sacerdote puede invitara los fieles a encender una velao una lamparillacon una intencinconcreta y a depositarlasobre el altar o ante una imagen o un icono. Enmisas de grupocon personas de una determinada profesin o de una asociacincncreta, algunos,en nombre de todos, podran relacionarsus preces de intercesin con un smbolo que expresara algocaracterstico de la profesin o de la actividaddel grupo, smboloque se presentara ante el altar al tiempoque se pronuncian laspeticiones.A veces, en eucaristas con grupos concretos, juntola preparacin de las ofrendas con las peticiones de intercesin,haciendo que la patena pase de unos a otros. Uno a uno, la vantomando en sus manos y depositando en ella, en silencio oconpalabras, algo de s mismos, o bien presentando a una personapor la que estn preocupados, ms o menos con estas palabras:"Pongo en esta patena 1o que est paralizado en mi interior,misdesasosiegos, mis miedos, mi falta de autoestima";nPongo enesta patena a mi hermana, que est preocupada por sus hijos",etc. Despus pasa la patena al siguiente, hasta que se cierrael crculo y vuelvea m. Entonces la levanto y pronunciounaoracin por todas las cosas que hemos puesto en ella. Y lepido a Dios que lo transforme todo cuando convietael panen el cuerpo de Cristo.

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    de agua en el c1i2, diciendoen secreto: "Elagua unida al vinosea signo de nuestra participacinen la vida divinade quienha querido compartirnuestra condicinhumana'. La mezcladel vino con el agua nos remite a la encarnacin de Dios enJesucristo. Del mismo modo que Dios adopt nuestra naturalezahumana, por medio de la eucarista nosotros participamosde lanaturaleza divina.Nos volvemos ullocon Dios,del mismo modoque el agua y el vino se vuelven uno de manera que no puedensepararse. Una vez mezclados, nadie puede distinguirel aguadel vino. Igualmente, tampoco podemos separar lo divinoy 1ohumano que hay en nosotros' En todos los cultos hay ritos demezcla. Ccn ellos se quiere expresar que 1o que est separadovulve aunirse, que la unidad originaldel paraso se reshblecede nuevo. Ya no hay divisin.El lobo y el cordero se acuestanjuntos, el len yace juntoal buey (cf Is 11,6ss). Del mismomodo que ya no puede deshacerse la mezcla del agua con elvino, la unin de hombre y Diosen Jesucristo y, por mediode 1, tambinen nosotros, ya no tiene vuelta atrs. SanIgnacio de Antioqua(t 110) escriba: "Nosotrossomos sucarne y su espritu mezclados,. Y san Cirilode Alejandra(t444) deca, oAunquecorruptiblesconformea nuestra naturalezacarnal, por esta mezcla perderemos nuestra fragilidady seremostransformados conformea 1o propiode aquel (referidoa Cristoysu naturaleza) ,. De manera que este pequeo ritode la mezcladel agua con el vino muestra la importanciaque tiene en laeucarista la encarnacin de Dios, que se hace hombre. Se nosregaia un nuevo sentido de la existencia. Pues saber que lavida y el amor de Dios fluyenpor mi interiory que ya nopueden separarse de m, me permite tomarconciencia de midignidad como cristiano.

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    LAPLEGARIAEUCARSTICA

    Concluidala presentacin de las ofrendas, comienza, con laplegaria,el ncleo propiamente dicho de la celebracin de laeucarista. Arranca con el prefacio, un canto de alabanza por lasobras salvfrcas que Diosha realizado con nosotros. La asamblearesponde al prefacio con el cntico del"Santo",el rrisagzo ("tres

    veces santo"). De este modo los fielesse suman al cnticodelos ngeles. Aquse muestra que la comr-rnidad que celebra nose acaba en s misma, sino que abre una ventana hacia el cielo,que pafticipade la liturgiacelestial. Para m es algo sublimey emr.cionante estar en pie junto al altar, como concelebranteen la abada, y cantar el Sancrus. Gngo lasensaciilnde queestoy cantando juntocon todos los hermanos de comunidadque alguna vez vivieronaqu y alabaron a Dios; siento qu,por encima de nosotros, se abren los cielos, como si se tocaranel cielo y la tierra.

    Despus el sacerdote recita la plegariaeucarstica, c1e laque existen diferentes versiones. La plegaria comienza conuna prolongacinc{e la alabanza del prefacio(primeraparte oopos-sanctus). Despus, en la "epclssi5, se invoca el EsprituSanto sobre las ofrendas del pan y del vino,para que lastransforme en el cuerpo y la sangre de Crisro. El sacerdoteextiende las manos sobre las ofrendas dando a enrender que elEsprituvivificadorde Dros se derrama sobre el pan y el vino,para convertirlosen el cuerpo y la sangre de Jesucristo. Siguen laspalabras de Ia consagracin, qr-re siempre se formulantal comonos las transmiten los evangelistas y san Pablo. Tias las palabrasde la consagracin, el sacerdote eleva respectivamente la Hostiay el cliz con el vinoconsagrado para mostrarlos a todos. Todoshan de contemplar el misteriode la presencia de Cristoenrre

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    nosotros. Y todos han de dirigira l su mirada. "Pues la vidase ha manifestado" (1Jn 1,2). Estas palabras de la primeraCarta de Juan se hacen aqu realidad. Desde siempre los ritosde elevacin signifrcanparticiparen 1o que se contempla. Losisraelitas quedaban curados de las mordeduras cuando miraban laserpiente de bronce. Los fieles esperan'al contemplarla Hostia,la curacin de sus propias heridas. Almostrar el pan consagrado,se hace realidad lo que dice el Salmo: Mustranos tu rostro ydanos tu salvacin, (Sal 80,4). A la elevacin del pan y del vino,respectivamente, el sacerdote responde con una genuflexin,en la que se inclinaen seal de adoracin ante el misteriodel amor de Dios que, en este preciso instante, resplandece enJesucristo para nosotros. Yla asamblea de los fieles responde ala exclamacin del sacerdote: .Este es el sacramento de nuestrafs, corlestas palabras: Anunciamostu muerte, proclamamostu resureccin. iVen, Seor Jess1".

    Despus de la consagracin viene la llamada oanmnesis",una oracin en la que se recuerdan todas las acciones salvfrcasyliberadoras que Diosha realizado en Jesucristo, especialmente lamuerte, la resurreccin y la ascensin de Jess. Todo lo que Diosha realizado en Jesucristo se hace ahora presente entre nosotros.Su poder salvador, liberador y redentor ha de desplegarse ennosotros y en todo el mundo. A esta oracin siguen nuevasintercesiones por Ia Iglesia, por la comunidadreunida en lacelebracin y por los difuntoscon los que la asamblea sesiente en comunin. La plegaria concluyecon una alabanza, landoxologa,.A1 pronunciarla, elsacerdote levanta los dones delpan y del vino.De este modo se pone de maniflestoque Cristoes realmente quien celebra y quien ora.Por Cristo se tributaa Dios todo honory toda gloria.Antiguamente,el sacerdotelevantaba la Hostiay la mantena encima del c1i2. Esto tena 47

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    un profundosignificado.Por eso yo sigo practicando este gestodigno de veneracin. La forma redondaes imagen del sol que,en la resurreccin,ha vencido a las tinieblaspara siempre. Elcliz con la sangre de Jesucristo es smbolo,para unos, de lososcuros abismos del alma sobre los que brilla elsol, y simbolizatambin las innumerablesrealidades de muerte que transformala resurreccin.Para otros, el cliz es una imagen de la derracomo seno materno, desde la que Cristo se levanta comc elsol. De modo que este pequeo rito manifresta el misterio dela resurreccin. Las mujeresfueron a la tumba la maana de laresurreccinmuy de madrugada, al salirel sol" (Mc16,2). Enla resurreccin,el verdadero solque sale es Cristo."Elpuebloque yaca en las tinieblas viouna gran luz; a los que yacan en laregin tenebrosa de la muerte una luz les brill"(Mt4,16).El sol de Cristo resplandece ahora sobre las numerosas tumbasen que vivimos,brillasobre la tumba de nuestros temores,de nuestra resignacin,de nuestras depresiones. En el Seorresucitado, Dios recibe honor y gloria,poder y esplendor. Ypor Cristo, con 1 y en 1, nosotros mismosparticipamosde la gloria de Dios.

    LOS RITOS DE COMUNIN

    La oracin del Padrenuestro sirve de puente que conduce a losritos de comunin.Los santos Padres, al explicarpor qu elPadrenuestro se reza inmediatamente antes de la cornunin, seref,eren sobre tcdo a estas dos peticiones: Danos hoy nuestropan de cada da" y "Perdona nuestras ofensas, como tambinnosotros perdonamos a los que nos ofenden". Elpan eucarsticcl-as piensan los Padres desde Orgenes- es el pan que se ajustaB

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    a nuestra naturaleza espiritual.San Agustnexplica la peticinde perdn como un lavarse la cara antes de acercarse al altar.En nuestra abada no son slo los sacerdotes, sino tambin losdems monjes, los que rezan la oracin deiSeor con un gestooracional:bien elevando las manos, bien tendindolas abiertashacia la patena. Y muchos fielesse suman tambin a este gesto.Naturalmente, hay que tener mucho tacto a la hora de invitara los fieles a realizarun gesto semejante. Hay a quienes estetipo de gestos les infunden ciertomiedo.Gndranque expresarun sentimiento. El individuo hade sentirse librey no hay quepillarlepor sorpresa. Pero cuando existe la posibilidad,en lacelebracin, de que todos los realicen, estos gestos imprimenuna fuerza especial a la liturgiay hacen que esta adquiera unadensidad y una profundidad insospechadas. Entonces podemosimaginarque, a travs de nuestras manos abiertas, el EspritudeJess inunda nuestro mundoy lo penetra con su amor. Despus

    del Padrenwestro, el celebrante ora por la paz en el mundo einvitaa los freles a intercambiarun saludo de paz. Tmbin aquhay que proceder con cautela y tener en cuenta los reparos quepueden tener algunos a 1a hora de dirigirsea otros. En eucaristascelebradas en grupos concretos, en ocasiones puede existirelriesgo de que la gente se vea en la obligacinrpor una ciertapresin grupal, de repartirbesos y abrazos a todos al desearlesIa paz. Pero el saludo de la paz puede expresarse de modo

    adecuado, pues estamos celebrandojuntos

    la cena sagrada yhemos de acogernos unos a otros cuando buscamos la unidad enla comunin con Cristoy con los dems. Despus del gesto de lapaz viene la fraccindel pan. Con frecuencia, los fielesno suelenprestar atencin a este sencillo gesto del sacerdote. Sin embargo,este es un rito importante.Los primeros cristianos solan designarla eucarista con la expresin "fraccindel pan,. El pan que se

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    parte es imagen de Cristo, que por nosotros deja que su cuerpose rompa en la cruz para que nosotros no nos rompamos ennuestra vida.l se rompien pedazos para curar 1o que hayroto en nosotros, para recomponer nuevamente los fragmentosde nuestra vida. La fraccindel pan nos recuerda que nosotrosmismos somos seres humanos rotos y heridos, pero que, porencima de nuestros quebrantos, se levanta el Resucitado que

    todo1o sana y que devuelve todo a su integridad.

    Despus de la fraccinde pan, el sacerdote deja caer unpequeo fragmento de la Hostiaen el cliz.Para los antiguos,este gesto era imagen de la resurreccin de Cristo. Si, comohemos visto,el cuerpo y la sangre representan la entrega de Jessen la cruz, la inmersindel pan en el vinosimbolizar,entonces,la reunin delcuerpo y la sangre de Jess en la resurreccin.Para m constituyeuna hermosa imagen de que las rupturas demi vida se curan cuando se sulltergen en el amor de Cristo,amordel que rebosa el cliz.Mivida recupera su integridadcuando seintroduceen la sangre de Cristo,que muriy resucit por m.Los santos Padres designan el pan que se echa en el cliz conel trminofennentum (fermento,levadura) . En este sencilloritoven simbolizadoel hecho de que en Cristo se unen lanaturaleza terrestre y la celeste. Los Jacobitas sirios rezanduranteeste gestoi "Seor, t has mezclado tu divinidadcon nuestrahumanidady nuestra humanidad con tu divinidad,tu vidacon nuestra condicinmortal...Aceptaste lo que era nuestro,y nos has regalado 1o que era tuyo para la vida y salvacinde nuestra alma".

    La unindel pan y el vinotambin remitea la uninentrehombre y mujer. Para C. G. Jung, el pan representa 1o femeninoy el vinolo masculino.De manera que, en este sencillogesto, seexpresan nuestros anhelos de uniny compenetracin,nuestro50

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    propsitode estas palabras, lleg a decir que eran las que, conmucho, prefera de la celebracin catlicade la eucarista. Alpronunciarlasno tenemos por qu humillarnos,sino que hemosde ver en ellas un anticipo del misteriode la comuninenla que, siendo hombres, dejamos entrar en nosotros al hio deDios.Loque algunos toman, ciertamente de manera un tantodescuidada, no es simplementeun trocitode pan. Se trata de

    Cristomismoque

    viene a mpara

    salvarme. El centurinquedirlgiOesas palabras a Jess, no se humillal pronunciarlas. Todo1o contrario,era tolalmenteconsciente de su propiovalor. Lecont a Jess cmo tena soldados a sus rdenes. "Porque yo, quesoy un hombre sujetoal mando, tengo soldados a mis rdenes;y si digo a uno que se vaya, se va; o a otro que venga, y viene;si le digoa mi criado que haga algo, lo hace" (Mt8,9). Pero, almismotiempo, tambin tienela impresinde que sera todo unhonor que

    Jessfuera a su casa. Mas no se senta digno de que

    el Maestroenffara bajo su techo; estaba convencidode que unasola palabra de Jess sera suficiente: Basta una palabra tuyapara que mi criado se cure (Mt8,8) . La liturgiasustituye elcriado de esta respuesta por el frelque la pronuncia -"bastarpara sanarn(-i somosl al mismo tiempo, el centurin y susiervo laenfermedad del siervo repercuteen el centurin; somosel enfermo y, al mismo tiempo,el que suplica y no se sientedigno. Las palabras con las que respondemos a la invitacindei celebrante expresan, por un lado, respeto y veneracin anteJesucristo, que se llega a nosotros y entra en nuestro interior.Por otro lado, con ellas manifestamos nuestra confi.anza en queJess va a curarnos en la comunin,que por medio de esteencuentro con Jess, vamos a librarnosde nuestros desgarros ya recuperar la salud y la integridad, que nuestras heridas serntransformadas por la unin con Cristo.Z

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    A continuacin,el sacerdote -y los ministrosy ministrasdesignados a tal efecto- distribuyela comunin. Es importanteque la comunin se conviertarealmente en encuentro conCristo. Para ello sostiene la formaun poco elevada ante ios ojosde cada fiel,diciendo:f,lcuerpo de Cristo".Los comulganteshan de reconoce en ese trocitode pan, a Cristo mismo queentra en su casa para curar su interiorms ntimo.San Cirilode

    Jerusaln,en el siglo I describe el modoy la actitud con que

    hemos de recibirla comunin: "Cuando avances, no te acerquescon las manos abiertas ni los dedos separados. Sino que con lamano izquierda hazun trono para la derecha, que va a recibiral rey. Recibe el cuerpo de Cristoen tu mano y responde:o'Amn".Santificadespus con todo cuidadotus ojos por mediodel contacto corlel cuerpo sagrado y acgelo". Constituye ungesto de reverencia recibir a Cristo enla propiamano. En elsigloIVse tocaban con el cuerpo de Cristo tambin ktsojos.I cuando los labios todavaestaban hmedos tras recibirlasangre de Cristo, se rozaban con los dedos y se santificabanla frente, los ojos y los dems sentidos. Los cristianos deentonces experimentaban, en elritode la comunin,cmo Jesstocaba sus ojos ciegos para que recuperaran la vista;cmo Jessles abra la boca y los odos para que pudieran hablary orcorrectamente. La comuninera un encuentro sensible, a travsde los senridos, con Jesucristo.

    Debidoal riesgo de contagio,en la Edad media se renunci aque todos bebieran del c1i2. No obstante existan otros mediospara protegerse contra el peligrode contagicr. En algunos lugaresse mojaba el pan en el c1i2. En Roma existan unaespecie detubitos metlicoscon los que se beba del cliz comosi de unapajita se tratara. Donde sea posible y conveniente, se deberapermitirque todos comulgaran conel cliz;por ejemplo, en misas 53

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    de grupo,en bodas, en las misas de diario, el Jueves Santo o elda del Corpus. En la sangre de Cristo bebemos el amor de Dioshecho hombre para que penetre todo nuestro cuerpo y nos llenedel sabor de su amor. Pr-redo entonces imaginarcmo el podersalvficode Cristo acta en todas las heridas y enfermedadesde mi cuerpo. O puedo repetirmenralmente esas palabras delCantar de los Cantaresr iQudeliciosoes tu amor, ms que el

    vinol"(Cant

    4, 10) . Entonces puedo experimentarsicamente,en mi cuerpo, este amor de Cristo.El presidente, tras la respuesta de los fieles,todava puede

    aadir algunas palabras, por ejemplo:"Elque come de este pantendr la vida eterna. Para m es importanterepetiralgunaexpresin del evangelioen el momento de la comunin.De estemodo quedar patente que lo que nos ha contado el evangelioahora se hace reaiidad en nosotros. Cuando se ha ledo un relato,de curacin,puedo decir, por

    ejemplo:"iQuiero,queda

    limpiol"(Mt8,3), "Jess le dlo alparaltico:iLevntate,roma tu camillay andal" (cfMc2,9; c{rambin Jn 5,8). Puedo relacionar elmomentoen que ofrezco el clizcon la curacin de la hemorrosa(Mc5,25-34):"Lasangre de Cristo,para que se te sequen lashemorragias. Q eue la sangre de Cristocure tus heridasr.Thmbinpuedo tomaruna expresin de alguna parbola quearroje una luz determinada sobre la comunin.Entonces, elhecho de comulgar dejarde ser el consabido ritode comida,siempre igual;Jess vendr a mi encuentro y actuar en mcon una imagen distintaen cada ocasin. Podr entoncesexperimentarque acta conmigocomo con los enfermos ypecadores de su tiempo;sentir cmo, en la comunin,recibo enmi interiorsu palabra hecha carne para que, en lo profundode micorazn, transforme por igualni cuerpo y mi alma.

    Despus de la comunines conveniente guardarun momento4

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    de silencio, para que la unin con Cristopueda tener lugartambinen el corazn y se realice plenamente con todos lossentidos. Elsilenciocrea un espacio donde puede desarrollarse undilogopersonal con Cristo,que ahora est en nosotros. Tmblnpuede ser la caja de resonancia de lo que acabamos de celebraq elmomento en que el cuerpo y la sangre de Cristo penetran en todomi cuerpo y en las proundidades de mi alma.

    Puedo sentir en mi interiorque Dios,en este instante, seha hecho uno conmigo sinque pueda distinguirse de m. LoqueDios ha obrado en m he de hacerlo realidaden mi vida.Si Diosse ha hecho uno conmigo, entoncespodr aceptarme a m mismo,aceptar mi vida y vivirlaen armona interior.Y si Cristo est entodos nosotros, tambin voya poder intentar, en mi interior,ver atodos con buenos ojos y sentirme uno conellos.

    RITOSDE CONCLUSIN

    Despus de un tiempo prudencial de silencio,el sacerdote dicela oracin deposcomunin,bendice a la asamblea y la despideen paz. Los f,eles han de regresar a su vida cotidianacomo"benditos"y convertirse en ella en fuente de bendiciny depaz.La paz de Cristo ha de llegar almundo por medio de ellos.No han celebrado la eucarista slo para s, sino que ahora

    son enviados para rogar a todos, en nombre y en lugar deCristo:"iReconciliaoscon Diosl"(LCor5,20). En misas degrupo, a veces invitoa los participantesa bendecirse unos a otroshaciendo el signo de la cruz en la palma de las manos de susvecinos y pronunciandoal mismo tiempoun deseo de bendicin.Las manos, con sus lneas, distintas en cada caso, representannuestra vida. Losque leen las manos de la gente aseguran 55

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    poder descubriren ellas la verdad de una persona. Sobre esaslneas marcadas en nuestras manos trazamos el signo de lacruz, reconociendoque el amor de Dios abarca todas esaslneas, que Dioses capaz de transformar todoslos caminos encaminos de salvacin, extiendesobre nosotros sus bondadosasmanos que nos protegen y nos curan, nos llevaen su palma ynos esconde en sus manos.

    Concluimosla celebracineucarstica con el mismo esmerocon que la comenzamos. Los ritos de conclusinvienen aser como la llave que se gira para que las puertas quedenrealmente cerradas ahora que los fieles ya estn .li5es,, esdecir, "aviadss",dispuestos para emprender el camino con lasprovisiones suflcientes. La eucarisfa concluye con la bendicin,para que cuantos la han celebrado puedan regresar a su vidaordinaria como"benditos,.Y se les despide con estas palabras:"Podis ir en paz". La paz de Dios que han experimentadoenla eucarista ha de acompaarles a 1o largo del camino. Novuelven desprotegidos a su vida diaria. "Nadieque haya estadodentro y que haya tomado parte en los misteriospuede volvera estar totalmente fuera, (Kirchgssner) . El sacerdote vuelve abesar el altar para llevarse su fuerza para el caminoy despedirsecariosamente de Cristo. El amor de Jess, que se ha celebradosobre el aitar, habr de marcar sus palabras y sus acciones ydeber influiren todos los encuentros que tenga. La comunidadse despide cantando o escuchando, esto ltimo en elcaso deque suene el rgano mientras se disuelve la asamblea. Muchosse quedan todava un rato en silencio para que el misterio dela celebracin sagrada penetre en sus cuerpos y en sus almas,puedan salir renovadosy, como personas transformadas, puedana su vez transformar su vida cotidiana.

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    #ft.n'',i:

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    VIVITL**#*e{mT"m"

    Para m, como sacerdote, es muy importantecelebrar la eucaristaa diario,siempre que sea posible.Nunca me resulta aburrida.Siempre es un misteriola ffansformacindel pan y del vino en elcuerpo y la sangre de Cristoy el hecho de poder llegar a ser unocon Cristoen la comunin. Para m es una necesidad celebrarla eucarista como preparacin para la vida ordinaria,para vivir1o cotidiano desde ese punro cenrral de mi fe. Me resulta difcildescribir cmo acta la eucarista en mi vida diaria, cmo latransforma.Pero 1o que s puedo afirmares que la eucarista escomo un oasis cotidiano en el que puedo beber de la fuente dela vida. Es el alimentodiarioque me da fuerzas para afrontar lasexigencias de la vida cotidiana.

    VIVIRDE LASPALABRASDE LAEUCARISTA

    Cada uno vivirde la eucarista de manera distinta.Para algunos,

    es importantemeditar las lecturas que se proclaman en la misa yquedarse con una frase para que les acompae a 1o largo de todoel da. Por tanto, se trata principalmentede aquellas palabras querescatamos para las actividades cotidianas y que ponen su seiloen la vida. Las palabras vienen a ser como loscristales de unasgafas a travs de los cuales voya mirar todo 1o que pase. Perolas lecturas que escuchamos en la eucarista no son simplemente 57

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    unos textos de la Bibliaescogidos de manera fortuitay que yomedito.Se trata de las mismas lecturas que ese da se van aproclamar en todo el mundo. Y se trata de palabras que, pormedio de la encarnacin de la Palabra en Ia eucarista, hanganado en importancia. En la carne y en la sangre de Jess sevuelvenalgo concreto. No las he escuchado simplemente con losodos, sino que me las he comidoy las he bebido, han entrado aformarparte de

    micuerpo.

    Hellegado

    a ser uno con ellas. Estaspalabras quieren ahora tomar cuerpo, quieren encarnarse en mivida cotidianapara transformarla.

    VIVIRDE LACOMUNIN

    Otros prefleren vivirde la experiencia de la comunin.Para elloses importantepoder pensar durante el da que no recorren sucamino en solitario,sino que Cristo est con ellos como fuentede la vida y del amor. Estn acordndose constantemente deque se han unidoa Cristo, deque su vida se alimentade larelacin personal con 1. Y noslo ven a Cristo ens mismos,sino tambinen sus hermanos y hermanas. Por eso el ffatoqueles dispensan es diferente.Estr-r convencidos de que puedenentrar en contacto con Cristo entodas partes. En la comunintambin se han hecho uno con todos los hombres por los quemuriCristoy a los que rodea con su amor. El recuerdo dela eucarista puede llevar, en medio de losconflictosde cadada, a la intuicinde que en todos y cada uno hay un ncleobondadoso, de que todos ansan asemejarse a Cristoy que, endefinitiva,todos padecen a causa de los conflictos.Creer queCristo est en los dems les ayuda a creer en la bondad que hayen ellos y a hacer que la saquen al exterior.8

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    EL ALTARDE LAVIDACOTIDIANA

    Para otros es importante pensar que el altar sobre el que tienelugar la ofrendade uno mismo es la vida cotidiana. Loque hancelebrado sobre el altar en la iglesia -la pasin de Jess que seentrega por ellos y la propia entrega a Dios-, 1o hacen realidad enla confianza desde la que cumplencon sus obligaciones, desde laque se esfuerzan en su trabajo y con la que sirven a los hombres,la confranza que les ha llevadoa asumir la responsabilidad de lafamilia,de la empresa, del municipioo de la parroquia. Entoncessu trabajo es tambin una especie de liturgiaque prolongala eucarista. En definitiva,todo trabajo consiste en enega ysacrif.cio.Nos entregamos a una fbrica o a un puesto en lao6.cina. Sacrificamosnuestras fuerzas y nuestra atencin en favorde los hombres y las cosas. En el trabajo cotidianose prolongael sacrificiodel altaq que se extiende en nuestro mundo. Confrecue