el universo simbolico de una revista cominternista

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Convergencia Universidad Autónoma del Estado de México [email protected] ISSN (Versión impresa): 1405-1435 MÉXICO 2000 Ricardo Melgar Bao EL UNIVERSO SIMBÓLICO DE UNA REVISTA COMINTERNISTA: DIEGO RIVERA Y EL LIBERTADOR Convergencia, enero-abril, año/vol. 7, número 021 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México pp. 121-143

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Ricardo Melgar Bao - El Universo Simbolico de Una Revista Cominternista

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  • ConvergenciaUniversidad Autnoma del Estado de [email protected] ISSN (Versin impresa): 1405-1435MXICO

    2000 Ricardo Melgar Bao

    EL UNIVERSO SIMBLICO DE UNA REVISTA COMINTERNISTA: DIEGO RIVERA Y EL LIBERTADOR

    Convergencia, enero-abril, ao/vol. 7, nmero 021 Universidad Autnoma del Estado de Mxico

    Toluca, Mxico pp. 121-143

  • El Universo Simblicode una Revista Cominternista:Diego Rivera y El Libertador

    Ricardo Melgar Bao

    Instituto Nacional de Antropologa e Historia-Morelos

    Resumen: Desde una perspectiva antropolgica, es posible investigar el tejido simblico deun grupo poltico, como vehculo de comprensin de su cosmovisin y praxis. La unidad deanlisis elegida es una agrupacin antiimperialista latinoamericana, a la que se estudia a travsde los smbolos en los relatos polticos e iconogrficos de su revista El Libertador(1925-1929).Palabras clave: Perspectiva antropolgica, anlisis, agrupacin antiimperialistalatinoamericana, relato poltico, revista El Libertador.Ab stract: From an an thro po log i cal per spec tive, it is pos si ble to look for the sym bolic web of apo lit i cal group, as a ve hi cle to ward un der stand ing their praxis and cosmovision. Theanalitical unit cho sen is the Latinamerican antimperialist group, which is stud ied through thesym bols that ap pear in the po lit i cal and icono graphic tales of the mag a zine El Libertador(1925-1929).Key words: An thro po log i cal per spec tive, sym bolic, po lit i cal group, latinamericanantimperialist group, pol i tic and icono graphic, El Libertador mag a zine.

    Introduccin

    Una aproximacin hacia los nuevos estudios sobre los imaginarios y lacultura poltica de los grupos y clases subalternas en Amrica Latina,no poda dejar fuera su dimensin simblica. Bajo este horizonte, lalectura que proponemos en este breve ensayo privilegia una de susposibilidades: la del simbolismo en los relatos y en la iconografa deuna revista editada por un grupo diferenciado de la izquierda con ti nen -tal.

    La cultura en su ms estricta acepcin antropolgica incluye a todas las revistas, independientemente de sus orientaciones temticas oideolgicas, en la medida en que stas son una hechura ar ti fi cial denuestras sociedades modernas. Adems de que son un vehculo decomunicacin en tre redactores y pblicos, en torno a sus tradicionesletradas y simblicas e ideas ortodoxas y/o heterodoxas.

    enero-abril del 2000, Nm. 21, pp.121-143 121

  • Desde esta premisa justificamos nuestra lectura de El Libertador, alconsiderar su controvertida filiacin poltica comunista ocominternista y los papeles jugados por sus cuatro directores: elmuralista mexicano Diego Rivera, el estadounidense Bertrand Wolfeconocido ms tarde como el mejor bigrafo de Rivera, el mexicanoEnrique Flores y el poltico venezolano Gustavo Machado. En el marco de la historiografa latinoamericana, las revistas de la izquierdaintelectual han sido examinadas bajo un prisma preado de fuertescargas ideolgicas, propias de la guerra fra y de sus muchas contiendas acadmicas. Es tiempo de volver a estudiar el caso de publicacionesperidicas como El Libertador, Folha Acadmica, Combate y Amauta,por citar slo las que ahora se me vienen a la memoria. Estas revistas, apesar de su breve existencia, resultaron ideolgicamente significativasen sus casi siempre compartidos contextos. Todas estas publicacionesde regularidad precaria fueron editadas du rante la segunda mitad de losaos veinte por ncleos de jvenes intelectuales radicales, con definida vocacin americanista y antiimperialista. Dichas revistas fueronpermeadas, en diverso grado y forma, por la literatura y proyeccinpoltica de las distintas facciones cominternistas hasta 1929, inicio realde la hegemona estalinista en nuestra regin. A travs del caso de laprimera de las nombradas, intentaremos acercarnos a sus redesintelectuales, pero principalmente a sus coordenadas simblicas, msque a la de corte ideolgico-poltico; todo ello sin negar sus mltipleseslabonamientos.

    La LADLA y la cultura poltica

    El Libertador, vocero de la Liga Antiimperialista de las Amricas(LADLA), gracias a cierta flexibilidad poltica de sus conductores yanimadores impuls la diagramacin e ilustracin en imgenes de susportadas y algunas secciones, adems de realizar heterodoxosabordamientos temticos o de coyuntura y un amplio tejido de redesintelectuales y polticas. El tiraje de esta publicacin fue relevante, yaque lleg a alcanzar los cinco mil ejemplares en 1928, segn testimonio de Willi Menzenberg, mximo dirigente de la Liga AntiimperialistaMundial (Menzeberg, 1928). En este sentido, la revista El Libertadorpuede ser considerada siguiendo la terminologa de la poca unarevista gris en la medida en que abri sus espacios a colaboradores queno eran militantes cominternistas, aunque s figuras intelectuales delamplio espectro antiimperialista.

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  • El antiimperialismo de la LADLA se afirm en una atmsferaideolgica que ya haba sido permeada por un conjunto de imgenesfavorables a su pro pa ganda y accin, las cuales haban emergido de losintersticios de una gastada cultura oligrquica. La hegemona de lasretricas positivistas y cosmopolitas de las oligarquas criollas sobrelos rdenes nacionales e internacionales y sus maquillados progresos,parecan llegar a su fin. Nuevas ideas e imgenes anticolonialistas seconfiguraron a partir de 1895 en las vanguardias culturales y obreras de Amrica Latina, frente a los nuevos eventos coloniales (la lucha por laindependencia de Cuba y las sucesivas ocupaciones norteamericanasen Cuba, Puerto Rico y Panam). Ellas potenciaron las claves arielistasdel Ariel ver sus Calibn, desde las cuales se intentaba descifrar estasconmociones poltico-culturales en la regin. En ese contexto secumpli la reorientacin ideolgica de un sec tor de exponentes delmodernismo literario, se les acerc a las races culturales americanas yorill a impregnar de negatividad a la cultura anglosajona por sudespliegue tcnico antihumanista, su temido protestantismo y sucreciente injerencia im pe rial (Bareiro, 1976:36).

    En el imaginario so cial de la poca, las imgenes de la barbarie y elsalvajismo con las que la modernidad co lo nial y oligrquica devaluabaa los pueb los y culturas no occidentales, empezaron a mostrar una cri -sis de sentido. Un mayor nmero de intelectuales y polticos radicalescomenzaro, tanto en sus obras artsticas y literarias como en susartculos periodsticos o discursos, a proyectar las metforas de labarbarie y el salvajismo sobre las cruentas ofensivas militares, libradaspor las potencias extranjeras y gobiernos oligrquicos con trapoblaciones indefensas. Con ello se derrib uno de sus mitoslegitimadores del progreso y orden. Pero fue el arielismo el que sirvide sedimento ideolgico en el curso de la primera posguerra, a losmuchos nacionalismos culturales que se fueron cribando en lasprincipales ciudades latinoamericanas, coincidentes con el cicloconmemorativo del centenario de la independencia, al recrear elideario bolivariano y martiano. Poco despus, el remozado discursobolivariano sirvi de vehculo para configurar el universo polismicodel naciente antiimperialismo con ti nen tal de los aos veinte. No fuecasual que el vocero de la LADLA escogiera como nombre ElLibertador y que uno de sus tres lo cales se ubicara en la calle Bolvarde la ciudad de Mxico, donde presuntamente habra vivido SimnBolvar du rante su breve permanencia en el pas (Garca, 1982:67-69).

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  • Tampoco fue ca sual que las imgenes zoomorfas del imperialismo,fueran acompaadas de atributos primitivos.

    Ms que el desenlace neocolonial de la Guerra His -pano-Norteamericana de 1898 sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas y lainauguracin del Ca nal de Panam bajo el nuevo orden co lo nial, pesla intervencin estadounidense en Mxico, iniciada el 21 de abril de1914, sobre el imaginario so cial y la cultura poltica urbano-popular denuestra Amrica. Por esos aos, el desplazamiento de la hegemonabritnica a fa vor de la norteamericana en la regin, resultaba obvia eirre vers ible. Frente a estos hechos, el socialista Manuel Ugarte impuls en Ar gen tina las primeras movilizaciones de masas en defensa de lasoberana mexicana, violada por la ocupacin militar. No sabemos qupuentes ideolgicos y simblicos logr establecer Manuel Ugarte en tre los intelectuales socialistas y los obreros argentinos, para alcanzar tanmultitudinarias concentraciones antiimperialistas. La campaadirigida por Ugarte se extendi con desigual xito ms all de Ar gen -tina, apoyndola en cada uno de los dems pases del continente(Galasso, 1973:7; Yankelevich, 1993:196 y ss.).

    El curso estabilizador de la economa mundial se afirm hacia 1924con el plan Dawes, establecido por el gobierno norteamericano de John Cal vin Coodlige ante los problemas crediticios europeos y la cri sis delas reparaciones que enfrentaba Alemania frente a sus acreedores,acogiendo un nuevo rumbo poltico. Coadyuvaba a su fa vor que laUnin Sovitica, reactivada su economa gracias a la NEP y a unatregua con los pases de la En tente, se hubiese abocado a laconstruccin del socialismo en un solo pas y reorientado la accinpoltica de la Com in tern hacia otros continentes. En el cam po polticoeuropeo, con el quebrantamiento de la oleada revolucionaria hacia1923, se volva a una poltica de compromisos bajo el ordendemocrtico-burgus, al permitir a los laboristas obtener su primeravic to ria en Inglaterra, a los fascistas consolidar su proyecto en Italiabajo la coreografa de un parlamento agotado y a los populistasemerger con fuerza poltica inusitada en los Balcanes. Sin em bargo, enla periferia co lo nial y neocolonial de occidente, la transaccin polticaquedaba fuera de la agenda. China, Turqua, In dia, Egipto, Marruecos,Mxico y Nic a ra gua configuraban un escenario complejo ytempestuoso, proclive a los desbordes antiimperialistas yrevolucionarios. Du rante este proceso, los cominternistas habanvolcado sus miradas y esfuerzos sobre lo que en ese entonces abarcaba

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  • el Oriente, es decir, Asia, f rica y Amrica Latina. En Beijing, el 13de julio de 1924, se constituy la primera Liga Antiimperialista enChina, la cual hizo un llamado internacional a todos los pueb losoprimidos de Asia, f rica y Amrica. El 5 de septiembre laInternacional Sindical Roja (ISR) y luego el Consejo CampesinoInternacional (CCI) decidieron promover la formacin de sociedadescon tra la intervencin en China, la Unin Sovitica y en Inglaterra,fuera de otros pases (Carr, 1975:16). Pero fue Willi Menzenberg

    ...quien hizo suya esta denominacin y se apresur a crear en todos los pasesoccidentales posibles y con ayuda de los partidos comunistas sucursales de estaLigacon un sentido poltico ms amplio. La estabilidad econmica berlinesacribada tras el plan Dawes, increment los recursos financieros del SocorroInternacional Obrero (SIO), entidad poltica fundada y dirigida por WilliMenzenberg, y los canaliz hacia diversas campaas de solidaridadinternacional (Gross, 1967:196-201).

    En los hechos, el Socorro Internacional Obrero (SIO) deMenzenberg le disput a la Internacional Sindical Roja (ISR) de Ar -nold Losovsky, no slo la conformacin de estas ligas sino que ademslogr para ellas una relativa autonomizacin poltica y orgnica. Lasredes latinoamericanas de Menzeberg y de su coterrneo AlfonsoGoldschmidt privilegiaron el escenario mexicano, acaso por lapresencia activa de sus muchos exilios.

    En ese contexto, la nueva generacin de intelectualeslatinoamericanos emergidos de las capas medias e impactados por larecomposicin so cial urbana as como por los movimientos socialesuniversitarios, obreros y etnocampesinos, cobraron visibilidad pblicaal obtener algunas reformas que afectaron el orden oligrquico. Atravs de las nacientes revistas de opinin que impulsaron, losintelectuales jugaron un papel corrosivo de cara a la cultura y polticaoligrquica de cada pas y del continente en su conjunto. Dichaspublicaciones sostuvieron una mirada crtica en los grandes temasnacionales e internacionales (Marinho, 1998). Las ideas sobre larevolucin y el imperialismo se expresaron a pesar de sus variantesdiscursivas e implicaciones polticas, como las dos grandescoordenadas de las revistas de opinin en Amrica Latina.

    Por esos aos, la transicin de la direccin zinovietista a labujarinista en la Internacional Comunista, abri juego a la integracinde organizaciones que deban apoyar nuevos frentes de masas en tre loscampesinos, intelectuales, jvenes, mujeres y sectores populares

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  • antiimperialistas. El polaco Dombal promovi el Consejo CampesinoInternacional que en Amrica Latina, hacia 1924 y bajo el liderazgo del dirigente campesino mexicano rsulo Galvn, asumi el lema decampesinos de Amrica unos. En Mxico, a principios de 1925, seconform la Liga Antiimperialista Panamericana con su vocero ElLibertador, al frente de rsulo Galvn y Diego Rivera y luego bajo laefmera conduccin de Bertrand y Ella Wolfe. Esta entidad poltica amediados del mismo ao, tras un nuevo cambio de direccin, adopt de manera definitiva el nombre de Liga Antiimperialista de las Amricas(LADLA). La LADLA debe ser entendida como un brazo con ti nen talde la Liga Mundial con tra el Imperialismo y por la IndependenciaNacional, que lidereaba el alemn Willi Menzenberg desde Berln.Fue ese mismo ao en que se colaps la proyeccin hispanoamericanade la Internacional del Pensamiento, promovida a travs de Clart porel escritor francs Henry Barbusse.

    La traduccin latinoamericana de Clart abri juego a muchasclaridades, cuyo inventario y bal ance sigue pendiente. En esecontexto, la revista Repertorio Americano de Costa Rica se hizo eco dela iniciativa neobolivariana de Edwin El more, a fa vor de un congresointelectual y sus visos polmicos hasta su muerte a manos del poetaJos Santos Chocano1. Por su lado, Barbusse reajustaba su proyectoinicial, abocndose ms a la construccin de la Internacional deTrabajadores de la Enseanza (ITE) y su conocida seccin con ti nen tal,la Internacional Mag is te rial Americana (IMA), fundada en 1928. Lasdos primeras secciones continentales, producto de esta subvaluadaheterodoxia cominternista, no sobrevivira al gran viraje estalinista de1929.

    En tre 1925 y 1926 se constituyeron las tres principalesorganizaciones antiimperialistas en el continente: La LigaAntiimperialista de las Amricas (Mxico, 1925) de la cual hablaremos en detalle ms adelante; La Unin La tino Americana, conformada el 21 de marzo de 1925 en Bue nos Ai res, bajo el liderazgo socialista de JosIngenieros, Alfredo L. Palacios, Julio R. Barcos y Anbal Ponce,

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    1 Vase Repertorio Americano, San Jos de Costa Rica, 2 de marzo de 1925, Tomo X,nm. 1.

  • expresndose a travs de la revista Renovacin que tuvo como sede elmismo lo cal de la revista Nosotros (Palacios, 1961:31-33); y porltimo, la Alianza Pop u lar Revolucionaria, cuyas primeras clulas seadhirieron en Europa en septiembre de 1926, al mando de Vctor RalHaya de la Torre2.

    La LADLA, a travs de El Libertador, configur una significativared de comunicaciones, intercambios y notas solidarias con otrasrevistas latinoamericanas, aunque no exenta de interrupciones debido a sus quiebres financieros y a la funcin in quis i to rial de la policapoltica mexicana y de sus smiles latinoamericanas. Cuando ElLibertador apenas iba en la edicin del cuarto nmero fue deportado susegundo di rec tor, el norteamericano Bertrand Wolfe (El Libertador,julio 1925, nm. 4:2). Tres aos ms tarde, la proyeccin de ElLibertador se hizo ms incisiva polticamente y, por ende, riesgosa.Jos Carlos Maritegui, di rec tor de la revista Amauta (Per), en unacar ta fechada el 16 de abril de 1928, brinda su testimonio:

    Slo recientemente he vuelto a recibir El Libertador, desde que la censura hacomprobado que en mi casilla no intercepta sino correspondencia intelectual oadministrativa, sin importancia para sus fines (Maritegui, 1994:1898-1899).

    Se agrega una nota de El Libertador donde denuncia la amenaza demulta o crcel de cinco aos sobre sus colaboradores, promovida por elDi rec tor Gen eral de Correos de los Estados Unidos, acusndolos deusar una estampilla en el reverso de sus correspondencias, cuyo textodeca: Protesta con tra la intervencin de los Marines en Nic a ra gua(El Libertador, febrero 1928, nm.14:14).

    La amplitud poltica de la LADLA se expres a lo largo de suspginas, donde tuvieron cabida escritos de los socialistas argentinos,de Jos Vasconcelos y del aprista peruano Vctor Ral Haya de laTorre, hasta el punto que no contrariasen su vida orgnica y pusiera encuestin sus presupuestos polticos y programticos. El esfuerzo de laLADLA por ensanchar su base so cial, dej algunas huellas grficas en

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    2 Para una crtica de la mitologa fundacional del Apra en Mxico, vase: (Melgar, 1982),(Planas,1986) y la crnica de su constitucin: El Frente nico de TrabajadoresManuales e Intelectuales se organiza en Europa, Repertorio Americano, San Jos deCosta Rica, 19 de febrero de 1927, vol. XIV, p.109.

  • El Libertador al poner en recuadro el perfil de su imagen ideal: LaLiga Antiimperialista NO es sectaria, NO odia al Pueblo de los EEUU,NO es un Partido Poltico Con ti nen tal, NO es una entidadBolcheviqui, NO tiene vnculos con los gobiernos (El Libertador,agosto 1927, nm.13:14).

    . A partir de la recepcin latinoamericana del primer nmero de ElLibertador (marzo de 1925), comenzaron a llegar significativossaludos, adhesiones y colaboraciones. Dice el ed i to rial: De Ugartenos llega una car ta ofrecindonos colaboracin. De Vasconcelos, unsaludo que publicamos en este nmero. De Mella, lder de losestudiantes de Cuba, un artculo(El Libertador, mayo1925, nm.2:1).Haya de la Torre colabor en los siguientes nmeros con dos artculos:Hispanoamericanismos literarios y El asesinato de un pueblo,ambos alusivos a la rebelin de Abd el Krim en Marruecos con tra elcolonialismo espaol3.

    Sobre la base de estos antecedentes, las rupturas de El Libertador,bajo la direccin del venezolano Gustavo Machado, con FroylnTurcios de Hon du ras, Jos Vasconcelos de Mxico y Vctor Ral Hayade la Torre del Per, merecen ser reexaminadas crticamente, para nocaer en fciles estereotipos anticominternistas (Maroff, 1928;Hurtwitz, 1928, 1929)4. La relativa autonoma poltica de la LADLAfrente a la Internacional Comunista se puede valorar frente a la notanecrolgica, dedicada al socialista argentino Juan B. Justo y a lasreproducciones de artculos de su peridico Vanguardia (ElLibertador, febrero1928, nm.15:8). Tambin puede medirse a travsdel listado de las publicaciones consideradas afines a la causaantiimperialista, sus intercambios y reproducciones, que por extensininvolucraban en diversos grados a los intelectuales que se agrupabanen torno a ellas. Recordaremos algunas: Repertorio Americano de SanJos, Costa Rica; Nuestro Diario de Gua te mala; Revista Ariel de Tegu -

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    3 Vase El Libertador , Mxico, julio de 1925, nm. 4, 16 p. y f ebrero de 1926, nm. 7,p.6 .

    4 Vase tambin: Vasconcelos y nosotros, El Libertador, Mxico, febrero de 1928, nm.15, 8-9 y pp.12.; El ARPA contra la Liga Antiimperialista, El Libertador, Mxico, abrilde 1928, nm.17, p.15.; La traicin de Froyln Turcios, El Libertador, Mxico, julio de1929, nm. 22, p.3.

  • ci gal pa, Hon du ras; El Grito de la Raza de El Sal va dor; Libertad,rgano del Partido Revolucionario de Ven e zuela editado en la ciudadde Mxico; Juventud de Cuba; El Nacionalista de Puerto Rico; Norte,peridico de accin so cial y de esttica de Ja lapa; Crdoba, revista decrtica so cial y universitaria de Ar gen tina; La Humanidad, Per;Amauta, Per; Renovacin, rgano de la Unin La tino Americana consede en Bue nos Ai res; La Unin de Valparaso; The Workers Monthly,mensuario de los obreros norteamericanos5.

    El primer ed i to rial de El Libertador hablaba de manera explcita desu intencin de erigirse en polo de concentracin ideolgica y poltica,de un amplio movimiento antiimperialista en desarrollo en AmricaLatina, en el que de manera ms consciente y comprometida pudiesenparticipar los intelectuales que animaban las revistas an tes aludidas oque de otro modo participaban o se vinculaban con l, as dice:

    El Libertador no es la primera revista con tra el imperialismo norteamericano.Ugarte, Fabela, Ingenieros, Roig-Lenchsering, Henrquez-Carvajal, VargasVila, Juan Greco, Pereyra, Palacios, Vasconcelos, Blanco-Fombona, hom bresinnumerables han publicado revistas o libros con tra el imperialismo yanqui. ElLibertador busca la colaboracin de todos ellos, pero difiere de todos ellos. No es el rgano de ningn intelectual, ni de todos los intelectuales juntos. En vez de serrgano per sonal, tratar de ser rgano de un movimiento (El Libertador,marzo19225, nm.1:2) .La LADLA en su nimo de fundar una poltica antiimperialista fue

    marcando de manera subyacente o yuxtapuesta a su cam po doctrinario, sus mitos, utopas y claves de autoctona poltico-cultural, alreproducir al lado del jacobinismo cominternista, significativosanclajes polticos y culturales latinoamericanos.

    A travs de las pginas de El Libertador se habl del imperialismo,desde diversos puntos de vista interpretativos, lo que in dica la ausenciade una ortodoxia leninista. Uno de sus ms connotados editorialistas,que se esconde bajo el seudnimo de Audifaz, reconoce que elimperialismo como nocin e imagen es hechura de los intelectuales yque son ellos los que proyectaron su ingreso en los medios obreros,aunque con poco xito, porque la fuerza de las ideas y las imgenes se

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    5 Vase una lista pormenorizada en canje y administracin, El Libertador, Mxico,septiembre-octubre de 1926, nms. 9-10, p.2.

  • concentraba en las de la explotacin y esclavitud. El quegeneralmente, el obrero se haya hecho el sordo a las amonestaciones y a los llamamientos del intelectual a la lucha con tra el coloso queamenaza a la Amrica Latina con la sujecin y la esclavizacin pasa, al decir de Audifaz, por el lirismo de sus concepcionesantiimperialistas. La salida para nuestro crtico radicaba en acceder dellirismo al anlisis del imperialismo, lo que posibilitara que la prdicaantiimperialista de los intelectuales se convirtiese en la accin deveinte millones de hom bres en el continente (Audifaz, 1925:9). Lanueva tnica de muchos de los escritos sobre el imperialismo quepublic El Libertador, se orientaron a documentar estadstica yempricamente la presencia e impactos del cap i tal financiero enAmrica Latina, principalmente estadounidense. Los enfoques de suscolaboradores distaron de ser deudores de la teora leninista delimperialismo, como fueron los casos de los norteamericanos Sam uelGuy Inman (1925) y Scott Nearing (1927).

    Este enfoque no slo no anul la reproduccin de viejas metforasvisuales sobre el imperialismo, sino que germin otras nuevas quefueron ganando espacios en la simblica antiimperialista. En lacosmovisin de los editores, colaboradores y lectores cobraron fuerza las metforas visuales fuertes con las que se identificaba al dominionorteamericano, como la del monstruo bicfalo, dragn y vampiro, que aparecen en el primer ed i to rial:

    El imperialismo es un monstruo de dos cabezas. La cabeza que devasta con laslla mas de sus fauces los pases de la Amrica Latina, se llama Imperialismo, yla cabeza que devora las vidas y chupa la sangre de las clases proletarias y de lospequeos labriegos de los Estados Unidos, se llama Capitalismo; pero elmonstruo es uno solo (Audifaz, 1925).

    La capacidad devoradora del imperialismo asumi otras formasadems de la del monstruo bicfalo, sta pudo ser representada por elpico de un buitre o de un guila, pero tambin por las fauces de otrasfieras, segn nos lo recuerda un beligerante ed i to rial con tra la iniciativa panamea de celebrar un Congreso Panamericano, el cual clama:

    La Amrica entera debe re sponder la afrenta. Los chacales del imperialismo han desenterrado el cadver de Bolvar para devorarlo. Y la Amrica no puedepermitirlo, callando cobardemente, si tiene todava alguna esperanza en suredencin (El Libertador, abril 1926, nm.8:1).

    La figura del pulpo comenz a cobrar visibilidad al significar a lacompaa petrolera Stan dard Oil, para ms tarde proyectarse sobre el

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  • imperialismo en todas sus formas (El Libertador, mayo 1925, nm. 2: 17 ). A ella se agregan otras imgenes zoomorfas como la del guila, ala que se le puede referir de manera explcita o mediante uno de susfragmentos corporales distintivos, como sus garras. Estacaracterstica simboliza la injerencia militar del imperialismoestadounidense en Amrica Cen tral. La sinonimia en tre el To Sam yWall Street fue recurrente en diversos artculos, pero uno de ellos abrijuego a una construccin mitolgica del poder, va el soldado de oro; es decir, el dlar hecho soldado im pe rial:

    El soldado de oro es el que existe y el que conquista, principalmente, en laAmrica Latina, all donde pone el ojo pone la bala, si su mirada se fija en un pozo de petrleo, todo lo que tiene que hacer es decir: brete Ssamo y el ne grolquido va a caer en sus bolsillos barriles; si sus ojos se encuentran con una minano tiene ms que repetir la mgica palabrita y la mina se abre; si es algn frutal,con coger sus buques, y decir good by (Espinosa, 1925:10).Estas peculiares construcciones antagnicas sobre la alteridad que

    apelan a formas grotescas y monstruosas, parecen cumplir esa funcincognitiva de la imagen que reclama Vctor Turner. sta devela por suscontrastes con las corporeidades existentes, un cam po de reflexin ysignificacin nuevo acerca de instituciones, objetos, per so nas yrelaciones que hasta entonces aparecan como da dos osobrenaturalizados (Turner, 1980:117). Adems de ello, las figurasmonstruosas abren juego, como nos lo ha recordado Mijail Bajtin, a larecuperacin de una orientacin crtica que acompaa a lo ris i ble queellas mismas son capaces de suscitar (Bajtin, 1990). Pero ladireccionalidad afectiva de las imgenes propicia el flujo deexpresiones tendencialmente convergentes: risa y/o odio.

    En su dualidad, las imgenes tensan la solemnidad y seriedad de lamodernidad burguesa, a travs su propia caricaturizacin. Laconstruccin de lo serio en occidente desde el siglo XVII, al decir deBajtin, deviene en el nico vehculo de representacin rigurosa de loalto, confinando el lenguaje de la risa al universo de lo in fe rior, de losbajos fondos (Bajtin, 1990:65 y ss.). Coexisten as en tensinrelacional, las imgenes amenazadoras y sus impugnaciones mltiples. Segn Bajtin, la reaparicin de lo grotesco realista en la obra deescritores socialistas como Bertold Brecht y Pablo Neruda, se sostienegracias a su aproximacin a la cultura pop u lar (Beristin, 1997:249). El grupo de Diego Rivera, coetneo de los an tes nombrados, le imprime

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  • una anloga orientacin carnavalesca a sus dibujos como al cam pometafrico de sus textos polticos.

    En las pginas de El Libertador es frecuente el recurso metafricode feminizar la debilidad, docilidad, servidumbre o lealtad de lasoligarquas latinoamericanas o de los personajes ligados a ellas, todosen realidad varones. En menor nmero de casos, lo femenino opercomo representacin de una fuerza temible, la cual se tra duce en la ir re -sist ible seduccin del ma cho latinoamericano. De manera simblica lofemenino y el poder, caracterizan indistintamente el exceso o eldesborde. La dualidad de lo femenino y lo masculino permite laconstruccin irnica de las imgenes antiimperialistas. Elimperialismo, las ms de las veces, aparece como representacinmitologizada del ma cho uni ver sal: pisa o aplasta con su taln fuertey con su bol sa de oro abierta reclama sin resistencias su derecho depernada (Carrillo, 1925:9). La recreacin del To Sam no escapa de lacentralidad de este smbolo del ma cho uni ver sal frente a la fuerzaoculta de lo femenino, segn lo refrenda una relacin pardica en treeste personaje, el proletariado ruso y el gen eral Obregn, pres i dente deMxico:

    Hubo que conciliar al consentido cap i tal yanqui... a costa de nuestras relacionescon el proletariado ruso, a costa del sacrificio an de los formalismos de lacortesa diplomtica, frente al enojito del To Sam no importaba nada ni nadie...como un enamorado que se pone de rodillas ante su querida consentida cuandosta empieza a hacer pucheritos... que jura todo, que promete todo, se hace elridculo, se hace tonto... con tal de apaciguar a la consentida y ganar otra vez una sonrisita (El Libertador, junio 1925, nm. 3: 3-4 ).

    En gen eral , la recreacin cul tural de estas imgenesfantasmagricas, risibles u horrorosas, si bien se ajustaron a los usospolticos de El Libertador, su eficacia simblica radic en lareproduccin de un ya conocido y arraigado simbolismo del malpresente tanto en la cultura poltica latinoamericana, como en suaproximacin realista a lo grotesco y multiforme imaginario pop u lar.Pero, como bien nos lo recuerda Mi chael T. Taus sig, si la ambivalencia de estos modelos fue una constante, tambin lo fue la confusin en lalucha poltica en tre las realidades de lo fantasmagrico y lo corpreo,que les permiti a sus protagonistas invocar el desastre sin renunciar ala modelacin de una conciencia crtica (Taus sig, 1993:290). Lo quellama la atencin en las pginas de El Libertador es la ausencia deimgenes retricas salvacionistas, que sirvan de contrapeso a otras de

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  • tenor apocalptico sobre el imperialismo, salvo las tenues referencias al soado papel de la Liga Antiimperialista de las Amricas y a losalusivos a los martirologios de los seguidores de los hroes culturalesde la poca: Sun Yat Sen en China, Abd El Krim en Marruecos yAugusto Csar Sandino en Nic a ra gua. Es posible que esa vetacarnavalesca de lo grotesco, que asume de manera diferencial DiegoRivera y su grupo desde las pginas de El Libertador, se hayaconvertido en el prin ci pal reproductor de la esperanza.

    La simblica poltica iconogrfica

    La construccin de imgenes visuales coadyuv de manera sustantivaa la configuracin del universo simblico de la cultura polticalatinoamericana del siglo XX, sellando las claves identitarias de cadaagrupamiento de manera yuxtapuesta a sus posicionamientosprogramticos y doctrinarios e, incluso, a la mayor o menor visibilidadcarismtica de sus lderes. La reiteracin de los smbolos visuales enlos espacios pblicos tuvo que ver tanto con la trama rit ual como con laproyeccin propagandstica abierta o subrepticia. En el caso de lasorganizaciones cominternistas latinoamericanas, el proceso deconstruccin de imgenes revel la tensin cul tural en tre sus smbolosinternacionalistas y sus traducciones nacionales, regionales o lo cales.Por otro lado, las figuras cominternistas cumplieron, desde el miradorideolgico que las filtraba, las funciones de representar, comunicar yconocer a un mundo escindido y polarizado, pero sobre todo afirmarsecomo imgenes-fuerza por sus resonancias afectivas. Sin em bargo, loan te rior no sera posible si la connotacin de la imagen no fueramonosmica, es decir, poseer un significado o exhibir un significadoprin ci pal (Moles,1991:205). Esto no sera posible si la modernidad nonos hubiese acostumbrado a ubicar un centro de la imagen, paraconfigurar sobre ella un sentido dominante. Las representaciones en ElLibertador se constituyeron por su polaridad y complementaridadsignificante, sin negar los abanicos de sentidos que portaban sussmbolos.

    La significacin y uso poltico-cultural de las imgenes visuales sefue expresando a travs de la prensa (revistas, peridicos, carteles yvolantes), pero tambin mediante el ritualizado uso de grafitis,banderas, banderolas, estandartes e in sig nias; al permitir; por un lado,delinear los cam pos identitarios a partir de lo propio y lo ajeno y/oadverso. Recordaremos que la LADLA hizo del 22 de junio y del 4 de

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  • julio, dos fechas simblicas anuales, las cuales deberan ritualizar laprotesta antiimperialista en el mbito con ti nen tal. Igualmente, seformalizaron dos imgenes emblemticas, una para la LADLA y otrapara El Libertador, ambas surgidas de la creatividad del pintormexicano Diego Rivera.

    En el caso que nos ocupa, El Libertador, presentaremos yanalizaremos su dimensin iconogrfica, para aproximarnos al cam pode representaciones simblicas de la LADLA. Somos conscientes deque dejamos afuera sus otras expresiones visuales e impactos re ales oimaginarios en sus estructuras orgnicas, as como en sus movimientosy eventos rituales.

    A lo largo de los 16 ejemplares consultados de El Libertador,encontramos 10 composiciones de portada, 34 fotografas, 3 cuadrosilustrados, 2 figuras emblemticas repetidas en varios nmeros, 2dibujos, 2 car icaturas y un sel lo. Todas las imgenes,independientemente de su formato, fueron coloreadas a dos tintas.Adems de las frases que, bajo la forma de rtulos o pies de fotos odibujo, intentan privilegiar uno de sus sentidos, aparecen las palabrasencapsuladas en la propia imagen vi sual. El anudamiento en tre imageny palabra result ineludible en la prensa cominternista para reafirmar,con la reiteracin, la instrumentalizacin propagandstica y agitativadel sentido-consigna. Empero, es importante diferenciar los cam pos de significacin y eficacia simblica de la fotografa y el dibujo en ElLibertador.

    Preguntmonos: cules son los cam pos de significacin polticaque remarcaron las fotografas y los pies de foto de El Libertador?Varios. Las fotografas marcaron identidades contrapuestas en tre losbandos imperialistas y antiimperialistas y operaron como evidenciasvisuales de la polaridad imperialismo/nacin e imperialismo/continente. Adems de ello, las fotografas de El Libertador exaltarony probaron visualmente el peso de la organizacin antiimperialistacomo foro de denuncia o movilizacin de masas en el mbitolatinoamericano e internacional en los eventos de la LigaAntiimperialista Mundial, la Liga Antiimperialista de las Amricas oManos Fuera de Nic a ra gua (MAFUENIC). Adems de ello, algunasfotografas sirvieron como vehculos suscitadores de emociones-fuer-za, mediante la presentacin vi sual de actos represivos antipopulares yantinacionales o de casos de extrema iniquidad im pe rial frente a

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  • rebeldes desarmados. Por ejemplo, oficiales espaoles exhibiendo ensus manos las cabezas decapitadas de algunos de los rebeldesencabezados por Abd el Krim, el pie de foto rezaba: Los mtodoscivilizadores del Imperialismo Espaol en Marruecos(ElLibertador, abril 1926, nm. 8: 8-9 ); obreros chinos ahorcados enCantn gracias a la Civilizacin Europea(El Libertador,septiembre-octubre 1926, nms. 9-10:2). Las fotografasresignificaron el sentido de Civilizacin oc ci den tal, dndolevisibilidad a sus atributos depredadores de vida y crueldad. Unacomposicin fotogrfica que tiene como centro una calavera vestidacon uniforme militar plena de condecoraciones, en obvia alusin albelicismo imperialista, fue acompaada de un pie de foto que deca:Viva (?) la Guerra (El Libertador, septiembre-octubre 1926, nms.9-10: 10). Sin lugar a dudas, esta imagen que re sume la manera en quela necrofilia im pe rial narcisista se agotaba y esterilizaba en s misma,fue presentada con hu mor carnavalesco.

    Las fotos alusivas al poder im pe rial aparecieron simbolizando conirona sus valores tanticos. Est el caso de los caones de un modernonavo de guerra, que apuntaban con tra frgiles e indefensasembarcaciones de pescadores situadas en alguna de las costascaribeas (El Libertador, julio 1925, nm.4:8). Estas fotoescenas,entendidas como cuadros visuales de la polaridad clasista e im pe rial ensu diversidad y discontinuidad, reiteraron un mismo cam po designificacin o, en su defecto, una cadena de significacionesconvergentes.

    El primer conjunto de fotografas pareci cumplir el propsito dedarle visibilidad y reconocimiento a los liderazgos antiimperialistas,en tre los que destacaron los rostros de Csar Augusto Sandino en Nic a -ra gua y Abd el Krim en Marruecos por dirigir movimientos armados de liberacin nacional. Por otro lado, en El Libertador la reproduccin defotografas de connotados burgueses como Ford en Cuba o Sacasa enNic a ra gua, inverta la lgica clasificatoria del poder, filiando a losenemigos de los pueb los oprimidos y explotados, al reiterar sus perfiles sociales o etnoculturales.

    Las imgenes de portada elaboradas por Diego de Rivera y otros dos dibujantes, que se escudaron bajo el seudnimo de Indio o las siglasG.CH., reportaban la presencia de una corriente realista, ms all de los inconfundibles estilos de cada uno de estos artistas. Los mismos

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  • pintores mexicanos que le dieron proyeccin poltico-cultural a losmurales revolucionarios en los espacios y edificios pblicos de laciudad de Mxico, extendieron su la bor a travs de dibujos, vietas yxilografas que ilustraron las publicaciones cominternistas de El Ma -chete y de El Libertador en los aos de 1924 a 1929. En esta ltimafecha, al coincidir con el viraje poltico estalinista, comenzaron adiluirse dichas prcticas.

    En cuanto a los dibujos, empecemos por los de carcteremblemtico. El emblema de la LADLA fue representado por tresmanos que portaban una hoz, un martillo y un lpiz convergiendo endireccionalidad y fuerza de arriba hacia abajo, para quebrar un objetoque significaba al imperialismo. Las tres manos simbolizaron al pueblo en accin liberadora y por extensin a la idealizada base so cial de laLADLA. En el dibujo emblemtico de El Libertador, la polaridadsimblica imperialismo/Amrica Latina se resuelve por la accinliberadora del pueblo-continente. En el dibujo de Diego Rivera,Estados Unidos fue representado por tres smbolos convergentes: loslabernticos rascacielos neoyorquinos de los que salan unas cadenas yuna serpiente amenazadora, proyectndose sobre el trazo cartogrficodel territorio latinoamericano. A contracorriente, y en el centro deAmrica Latina, emergi un imponente personaje con rasgosfisonmicos indgenas, que proyectaba su mirada hacia el cielo y consus manos rompa las cadenas opresoras.La cadena apareci como un smbolo poltico dominante en laiconografa de la Liga Antiimperialista, tanto por la significacinemblemtica que asumi en El Libertador, como por haber jugado unpapel anlogo en el emblema de la Liga Antiimperialista Mundial. Sinem bargo, la cadena en tanto smbolo abri el tenor polismico desus sentidos, los cuales se revelaron en el marco de las tradiciones de lacultura poltica. En Amrica Latina, la cadena como oprobiososmbolo de la opresin que negaba la libertad, apareci de maneraexplcita en la pro pa ganda iconogrfica lib eral del siglo XIX, comovehculo de cuestionamiento del esclavismo; y ms tarde por extensin del sentido, impugn simblicamente todo tipo de opresin. Lasformas de significacin de la cadena, es decir, abierta o cerrada,expresaron la propia contradiccin de sus sentidos. Las cadenascerradas sobre las manos, el cuerpo o el territorio asumieron la carga denegatividad a la que hemos aludido, no as la cadena abierta queejemplifica la posibilidad de unir y sumar eslabones y lo que por

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  • relacin metonmica representaban. Elemblema de la Liga AntiimperialistaMundial inclua en un crculo dos tiras decadenas, atravesando una argolla quecumpla la funcin de eje de unin de lasmismas, las cuales se proyectaban enforma de horquilla hacia abajo y arriba,cuyos sentidos seran precisados por lacomposicin del lema. Alrededor delcrculo se lean en francs y en ingls lafrase libertad nacional en la parte su pe -rior, e igualdad so cial en la in fe rior6.

    Las imgenes de portada en ElLibertador revelaban un cam po preadode malignidades imperiales y burguesassituadas en lo alto, al invertir sustradicionales valores cristianos, acosandolas riquezas terrenales del pueblo. Lo altoestaba compuesto por imgenes abyectas,muchas veces aladas, que exhibanatributos depredadores o smbolos demuerte y dinero. En un dibujo de Indio,rotulado El genio del Imperialismo vuela sobre la Amrica Latina, elcentro de la imagen se conforma por el rostro y el cuerpo biforme delgenio, aproximando al guila o buitre a la fisonoma de ese personajemtico conocido como el To Sam, que condens los atributos del judousurero. La funcin protectora del genio, junto con el poder ofensivoque simbolizaba el guila y la avaricia de Sam, recreaban viejosanclajes culturales de la iconografa oc ci den tal (Cirlot, 1992:57).El monstruo alado porta en sus fauces un lau rel parodiando a la palomade la paz, al converger su vuelo rapaz con el de una flo tilla deaeroplanos en accin de guerra. Para que no quedara duda de su realsignificacin, este icono del mal y la fealdad llevaba en su lomo un

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    6 El emblema y el lema aparece en las credenciales expedidas en 1927 en Berln, por laLiga Antiimperialista Mundial.

  • edificio con el signo del dlar, smbolo deWall Street, mientras que con sus manoscerraba un crculo donde se lea la palabraestigma del usurero: Oro. La accin delgenio im pe rial fue detenida por la irrupcinde dos grandes puos cerrados ,representando al norte, sur y CentroAmrica Antiimperialistas. Otro dibujo deIndio titulado Trabajador, sangreDlares!!!,7 nos presentaba bajo uncielo preado de tinieblas, al To Samsentando sobre una sui gneris prensamecnica mirando hacia la derecha a tresimponentes rascacielos y gritando a vivavoz Mi fbrica, en tanto tres personajes(un banquero, un cura y un militar) lecantaban a coro: Bravo To Sam, bravo.Sam blanda un tridente que clavaba sobre los cuerpos inermes de lostrabajadores situados en un cam po de la izquierda, mientras esperabanser triturados por la prensa mecnica que los iba convirtiendo endlares, los cuales a su vez eran embolsados por dos personajes, uno delos cuales llevaba como distintivo en el bajo vientre, la palabrafascismo; de uno y otro lado emergan dos ondas flamgeras. Hacia la extrema izquierda del cuadro, desafiando al fuego y la nefasta trama,emerga una mano con una inmensa bandera en la que se poda entrever un texto: Liga Antiimperialista Panamericana. La figura de Samcuyo som brero de copete llevaba el smbolo del dlar, recreaba unaaeja figura cristiana del prncipe del mal, portando su tridente enmedio de un espacio in fer nal significado por sus lla mas y laequivalencia sangre=dlares.En otro dibujo de Indio aparece un globo terrqueo con la cara con ti -nen tal atravesada por una inmensa daga, la cual porta una banderolacon la palabra imperialismo amarrada a la altura del mango, mientras hacia abajo gotea la sangre del mundo. La daga como arma, es decir

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    7 Vase lmina 4.

  • como artefacto de muerte, sintetizamltiples referentes de la cultura pop u larlatinoamericana: su tenor artero, asesino,oscuro. La daga como smbolo im pe rial,ms que las otras armas de fuego presentesen las dems ilustraciones, parece haberresultado para el dibujante y el imaginarioso cial de los receptores de su tiempo, elvehculo ms oportuno y elocuente de sumensaje.Diego nos presenta en su dibujo Elmatrimonio divino, la imagen labernticade los tentculos de una pareja de pulpos,para significar el interesado maridaje en treel Vaticano y Wall Street, a fin de aprisionary succionar al territorio latinoamericano y aun hombrecillo que simboliza al pueblo-continente. En la parte in fe -rior, refrenda en palabras su sentido mayor: TRABAJADORES DEMXICO!!! He aqu a los pulpos que chupan la sangre de todos lostrabajadores de Amrica Latina. DEFENDEOS......!!.

    La figura del pulpo, como smbolo del poder im pe rial , ha sido de las ms recurrentes y populares dentro de la cultura poltica de la izquierdalatinoamericana a lo largo del siglo XX. Estas caracterizacionesaurorales del execrable pulpo asumen una dualidad muy propia en laconcepcin de Diego de Rivera, sobre el tenor excntrico del poder im -pe rial que anuda al Vaticano y al cap i tal financiero estadounidense. Elpulpo como figura maligna del centro es parcialmente equivalente alvampiro por el poder de succionar la sangre de los trabajadores, pero sediferencia por la os ten si ble fuerza y alcance de sus tentculos, como sifueran cadenas asfixiantes y opresivas.

    Diego Rivera, en otro dibujo, titulado Wall Street. Ensaya la Nueva Farsa, exhibe al to Sam en funcin de titiritero, oculto tras losrascacielos de Wall Street, moviendo los hilos de dos hom bres-guilacon faldas femeninas, armados con fusiles a bayoneta calada teidos de sangre, personificando a los gobiernos de Gua te mala y Hon du ras. Asus pies yaca un cadver ensangrentado que simboliza al pueblo deNic a ra gua bajo la gesta sandinista. El poder im pe rial como farsa ymuerte eslabona dos de sus atributos negativos. En este marco, el tenor

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  • de sacrificio en que es adscrito la imagen alusiva al pueblo expresa unafuerte carga emocional, que apunta a impugnar la lgica imperialista.

    La serie simblica que representa al imperialismo (pulpo, Sam,guila, genio maligno, diablo, dlar, arma), refuerza en su conjunto sussentidos depredadores de cara a los pueb los y recursos de la AmricaLatina (sangre, muerte, explotacin, opresin, despojo). Las imgenesreplicantes de las masas, los puos alzados y las banderolas revelan lasignificacin poltico-cultural del naciente antiimperialismolatinoamericano.

    En su dibujo El Congreso Antiimperialista de Bruselas, DiegoRivera resignific los cam pos del arriba y el abajo, al invertir la usualrepresentacin del imperialismo frente al pueblo latinoamericano. Eljuego de equivalencias en tre el Congreso Antiimperialista Mundial deBruselas (1927) y las beligerantes y unidas masas desposedas delmundo se resuelve agrupndolas en dos columnas marcadas por suheterogeneidad ra cial y de gnero y sus atributos simblicos. Losintegrantes de una y otra columna fueron dibujados aproximando susmanos sin tocarlas, a manera de configurar un saludo no oc ci den tal,mltiple y solidario. Las columnas del pueblo se tradujeron en unatrada simblica: a la izquierda un campesino con la hoz, a la derechaun obrero con el martillo y en el centro, un intelectual con un lpiz,todos comprometidos en la tarea de edificar un muro que parece

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  • simbolizar la casa-mundo del maana. Del otro lado del muro enconstruccin, la trada im pe rial ejemplifica las fuerzas de lo bajo y delmal: al lado izquierdo fue ubicado un banquero esgrimiendo un pualen la mano, al lado derecho el To Sam, portando un revlver en lamano derecha y una bol sa de dinero en la izquierda apretndola con trasu corazn; al centro, el Papa con el rostro compungido y los ojoscerrados. Este dibujo denota, quizs, la nica imagen salvacionista deEl Libertador, en el que obreros, campesinos e intelectuales, sonrepresentados proyectndose del cielo a la tierra, en explcita actitudedificante y unitaria. En esta composicin, Diego Rivera resitu a losmalos de siempre, no los pint aplastados por el pueblo; sim ple yllanamente los dej fuera del proyecto con struc tor del mundo, o mejordicho, anclados en el inframundo. El Congreso Antiimperialista deBruselas, celebrado en 1927, cifr las expectativas ms altas de laLADLA sobre el fu turo de la organizacin mundial de la que se sentaparte. No era posible percibir todava el ocaso de este proyecto en elcorto plazo, por lo que Diego resumi en imagen el clmax poltico dela LADLA. sta pronto resentira la cacera de brujas de mediados de1927, los colapsos financieros de El Libertador de 1927 y 1928, laclausura gubernamental de la prensa cominternista en Mxico y laestocada estalinista, ambas acaecidas du rante el ao de 1929.

    Muchos de los carteles, estandartes, peridicos y revistas sindicaleso polticas, independientemente de sus filiaciones doctrinarias uorgnicas, merecen ser revisadas por nuestros investigadores, con laintencin de acercarnos al universo simblico que pobl losimaginarios de estas clases subalternas en Amrica Latina. Nuestralectura de El Libertador, ms all de la singularidad del caso y denuestras propias limitaciones, apunta a ensanchar el horizonte denuestras bsquedas y balbuceantes de bates sobre la simblica polticade la ltima centuria.

    En gen eral, sin analizar el universo con cep tual presente en laseditoriales y artculos de El Libertador sobre el imperialismo, a travsde una muestra relevante de sus imgenes retricas, fotografas ydibujos, nos ha permitido aproximarnos a sus modos de simbolizarlo yde adscribirle sentidos, apoyndose tanto en las tradiciones culturalescomo en una pe cu liar traduccin del cam po ideolgico-poltico.Adems, la simblica antiimperialista de El Libertador nos ha dadocuenta de su cosmovisin cul tural sobre los patrimonios nacionales ycontinentales y sus peligros de enajenacin por fuerzas ajenas y

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  • extranjeras, as como del referente carnavalesco de fijar lo bajo en loalto y viceversa. Los smbolos del territorio, los productos del trabajo,el cuerpo humano, la sangre y la palabra, tan recurrentes en la revistacomo objetos de deseo y/o posesin imperialista, exhiben, sin lugar adudas, un os ten si ble carcter pat ri mo nial. La vertiente del realismogrotesco de nuestros socialistas expresada en sus representacionesliterarias e iconogrficas que borda lo propio pop u lar y lo ajeno im pe -rial, juega con la lgica binaria de la polaridad, exclusin, negacin einversin simblica. Por ltimo, la no consensada valoracin ydefensa pat ri mo nial con ti nen tal, que postulaba El Libertador, tradujosu condicin de comunidad imaginada.

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