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Español Obstetrics & Gynecology 1 Wylie e D’Alton Hemorragia FetoMaterna © 2010 The American College of Obstetricians and Gynecologists (Obstet Gynecol 2010;115:1039–51) www.greenjournal.org Series de Especialidad Clínica Hemorragia FetoMaterna Blair J. Wylie, MD, MPH, y Mary E. D’Alton, MD ____________________________________________________________________________________________________ La hemorragia fetomaterna se refiere a la entrada de sangre fetal hacia la circulación materna, antes o durante el parto. La hemorragia fetomaterna antenatal es una condición patológica con un amplio espectro de variación clínica. Además de la anemia resultante, la hemorragia fetomaterna puede tener consecuencias devastadoras para el feto, tales como daño neurológico, muerte fetal o muerte neonatal. Se presenta con frecuencia sin un factor precipitante evidente. El reconocimiento del cuadro, si logra hacerse, podría llevarse a cabo sólo después de que ha ocurrido una lesión. La manifestación prenatal más común es una disminución de la actividad fetal y se justifica un índice mayor de sospecha en casos de percepción materna persistente de una disminución de los movimientos fetales. El estudio diagnóstico estándar, la prueba de KleihauerBetke, tiene varias limitaciones, y el manejo sigue representando un desafío. Cuando se detecta prenatalmente, puede intentarse la cordocentesis con transfusión intrauterina para corregir la anemia; sin embargo, puede requerirse una transfusión intrauterina repetida o ser necesario el parto para corregir un sangrado activo. Aunque la presentación de hemorragia fetomaterna antenatal profusa es afortunadamente poco común, esta entidad con frecuencia permanece subreportada y subdetectada. Es necesario crear un registro nacional para mejorar nuestro conocimiento en todas las instituciones mediante la revisión de los casos clínicos de hemorragia fetomaterna, la variedad de trazos de la frecuencia cardiaca fetal observados, las estrategias de manejo tomadas, y los resultados logrados. (Obstet Gynecol 2010;115:1039–51) ____________________________________________________________________________________________________ Ver informe de caso relacionado en la página 1036. _______________________________________________________________________________________________ De la División de Medicina MaternoFetal, Departamento de Obstetricia y Ginecología, Hospital General de Massachusetts, Boston, Massachusetts; y la División de Medicina MaternoFetal, Departamento de Obstetricia y Ginecología, Centro Médico de la Universidad de Columbia, Nueva York, Nueva York. Existe educación médica continua relacionada con este artículo, disponible en http://links.lww.com/AOG/A175. Autor C Massach _______ Declara Los auto _______ © 2010 ISSN: 00 _______ INCIDENCIA a posibilidad de que las células fetales pudieran entrar en el torrente circulatorio de la madre se consideró como una hipótesis hace más de un siglo, y posteriormente se estableció como una entidad clínica en la década de los cincuenta. 1–6 Es posible que la sangre fetal entre a la ción materna durante todos los embarazos, sin aparente significado clínico en la mayoría de os. 7–9 Afortunadamente, el volumen que se pierde por lo general es pequeño, con menos de m e d e d 9 orrespondiente: Blair J. Wylie, MD, MPH, Division of MaternalFetal Medicine, Department of Obstetrics and Gynecology, usetts General Hospital, 55 Fruit Street, Founders 4, Boston, MA 02114; email:[email protected]. __________________________________________________________________________________________________________ ción Financiera res no informan conflicto potencial de interés alguno. _____________ por The Amer 29‐7844/10 ____________________________________________________________________________________________ ican College of Obstetricians and Gynecologists. Publicado por Lippincott Williams & Wilkins. __________________________________________________________________________________________________________ circula los cas 0.025 de 15 amplia han e cubier de la s L Ld eritrocitos fetales observa os en 75% d los casos, menos e 0.5 mL en 6%, y menos mL en más del 99%. 9 La incidencia reportada de hemorragia feto‐materna de importancia clínica varía mente dependiendo del volumen de sangre fetal considerado significativo. Muchas series se nfocado en un punto de corte de 30 mL, ya que esta es la cantidad de eritrocitos fetales tos por la dosis estándar de 300 µg de inmuno globulina Rh administrada para la prevención ensibilización a Rh. 10 Con este punto de corte, la incidencia de hemorragia feto‐materna se ha

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Español Obstetrics & Gynecology 

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Wylie e D’Alton     Hemorragia Feto‐Materna                                   © 2010 The American College of Obstetricians and Gynecologists (Obstet Gynecol 2010;115:1039–51)    www.greenjournal.org

Series de Especialidad Clínica 

Hemorragia Feto‐Materna Blair J. Wylie, MD, MPH, y Mary E. D’Alton, MD ____________________________________________________________________________________________________  La hemorragia feto‐materna se refiere a la entrada de sangre fetal hacia la circulación materna, antes o durante  el  parto.  La  hemorragia  feto‐materna  antenatal  es  una  condición  patológica  con  un  amplio espectro de variación clínica. Además de la anemia resultante, la hemorragia feto‐materna puede tener consecuencias devastadoras para el feto, tales como daño neurológico, muerte fetal o muerte neonatal. Se presenta con  frecuencia sin un  factor precipitante evidente. El  reconocimiento del cuadro, si  logra hacerse, podría  llevarse a cabo sólo después de que ha ocurrido una  lesión. La manifestación prenatal más común es una disminución de la actividad fetal y se justifica un índice mayor de sospecha en casos de  percepción  materna  persistente  de  una  disminución  de  los  movimientos  fetales.  El  estudio diagnóstico  estándar,  la  prueba  de  Kleihauer‐Betke,  tiene  varias  limitaciones,  y  el  manejo  sigue representando un desafío. Cuando  se detecta prenatalmente, puede  intentarse  la  cordocentesis  con transfusión  intrauterina  para  corregir  la  anemia;  sin  embargo,  puede  requerirse  una  transfusión intrauterina repetida o ser necesario el parto para corregir un sangrado activo. Aunque la presentación de  hemorragia  feto‐materna  antenatal  profusa  es  afortunadamente  poco  común,  esta  entidad  con frecuencia  permanece  sub‐reportada  y  sub‐detectada.  Es  necesario  crear  un  registro  nacional  para mejorar nuestro conocimiento en  todas  las  instituciones mediante  la  revisión de  los casos clínicos de hemorragia    feto‐materna,  la  variedad  de  trazos  de  la  frecuencia  cardiaca  fetal  observados,  las estrategias de manejo tomadas, y los resultados logrados. (Obstet Gynecol 2010;115:1039–51) ____________________________________________________________________________________________________

Ver informe de caso relacionado en la página 1036.  _______________________________________________________________________________________________ De  la División de Medicina   Materno­Fetal, Departamento de Obstetricia  y Ginecología, Hospital General de   Massachusetts, Boston, Massachusetts; y la División de Medicina  Materno­Fetal, Departamento de Obstetricia y Ginecología, Centro Médico de la Universidad de Columbia, Nueva York, Nueva York.  Existe educación médica continua relacionada con este artículo, disponible en http://links.lww.com/AOG/A175.  Autor  CMassach_______DeclaraLos auto_______© 2010 ISSN: 00_______

INCIDENCIA 

a posibilidad de que las células fetales pudieran entrar en el torrente circulatorio de la madre se consideró como una hipótesis hace más de un siglo, y posteriormente se estableció como una entidad clínica en la década de los cincuenta.1–6 Es posible que la sangre fetal entre a la ción materna durante todos los embarazos, sin aparente significado clínico en la mayoría de os.7–9 Afortunadamente, el volumen que se pierde por lo general es pequeño, con menos de m e   d e  d 9

orrespondiente:  Blair  J. Wylie,  MD,  MPH,  Division  of  Maternal­Fetal  Medicine,  Department  of  Obstetrics  and  Gynecology, usetts General Hospital, 55 Fruit Street, Founders 4, Boston, MA 02114; e­mail:[email protected]. __________________________________________________________________________________________________________ ción Financiera res no informan conflicto potencial de interés alguno. _____________por The Amer29‐7844/10 

____________________________________________________________________________________________ ican College of Obstetricians and Gynecologists. Publicado por Lippincott Williams & Wilkins. 

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circulalos cas0.025 de 15 

ampliahan  ecubierde la s

LL d  eritrocitos fetales observa os en 75% d los casos, menos  e 0.5 mL en  6%, y menos 

mL en más del 99%.9 La  incidencia  reportada  de  hemorragia  feto‐materna  de  importancia  clínica  varía 

mente dependiendo del volumen de sangre fetal considerado significativo. Muchas series se nfocado  en  un  punto  de  corte  de  30  mL,  ya  que  esta  es  la  cantidad  de  eritrocitos  fetales tos por la dosis estándar de 300 µg de inmuno globulina Rh administrada para la prevención ensibilización a Rh.10 Con este punto de corte, la incidencia de hemorragia feto‐materna se ha 

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Wylie e D’Alton     Hemorragia Feto‐Materna                                   © 2010 The American College of Obstetricians and Gynecologists (Obstet Gynecol 2010;115:1039–51)    www.greenjournal.org

estimado en aproximadamente 3 por 1,000 nacimientos.9,11 Esta cifra se obtuvo al resumir varios informes  que  cubren  un  total  de  más  de  20,000  mujeres  que  se  sometieron  a  la  prueba  de Kleihauer‐Betke.  Por  lo  tanto  este  estimado  puede  estar  de  alguna  manera  inflado,  debido  a  la 

iesgo m  inclusión  de mujeres  en  un  r   ayor  de  hemorragia  feto‐materna referidas  para  prueba  de Kleihauer‐Betke además de las mujeres Rh‐negativas.    Aunque  el  punto  de  corte  de  30  mL  puede  ser  significativo  para  la  prevención  de  la sensibilización  a Rh,  este  valor  no  necesariamente  se  correlaciona  con  el  riesgo de morbilidad  y mortalidad  fetal.  También  se  han  propuesto  umbrales  de  80  mL  ó  150  mL  para  definir  los sangrados feto‐maternos “abundantes” o “masivos”. En una serie de más de 30,000 nacimientos no seleccionados, evaluados para hemorragia feto‐materna,  la  incidencia de este sangrado fue de 0.9 por 1,000 nacimientos y 0.2 por 1,000 nacimientos con puntos de corte de más de 80 mL y más de 150 mL, respectivamente.12  

Aunque los  puntos de corte son útiles para la comparación entre estudios, no vale la pena intentar definir hemorragia feto‐materna de manera universal basándose en un volumen específico por encima del cual  se produce daño  fetal.  Idealmente definiríamos el volumen perdido no como volumen  absoluto,  sino más  bien  como  porcentaje  del  volumen  sanguíneo  feto‐placentario  total, que varía de acuerdo al peso fetal y edad gestacional. Los valores normales de volumen sanguíneo feto‐placentario,  sin  embargo,  no  están  bien  definidos.  A  las  20  semanas,  el  volumen  feto‐placentario se ha estimado en 30 mL. Al término, esto aumenta a 80–90 mL/kg de peso fetal.13 En otro estudio, el volumen sanguíneo feto‐placentario a término se estimaba que era de hasta 125 mL por  kg.14  Esto  acentúa  nuestra  inhabilidad  para  estimar  la  hemorragia  feto‐materna  como porcentaje de pérdida de sangre fetal. 

En segundo lugar, el volumen de sangre fetal observado en la circulación materna no refleja el momento ni agudeza de ese sangrado. El eritrocito  fetal  tiene una vida similar al eritrocito del adulto, de aproximadamente 100 días, y desaparece gradualmente de la circulación materna.15 La mitad de los eritrocitos fetales permanecen en la circulación de la madre por 5 semanas después de la hemorragia feto‐materna, a no ser que sean eliminados por  los anticuerpos maternos, como en los  casos  de  incompatibilidad    ABO  ó  Rh.  Por  lo  tanto,  una  hemorragia  feto‐materna  de  80 mL ocurrida r t di  du ante  semanas  endrá  ferentes  consecuencias  fetales  a  las  de  un  volumen  similar perdido a lo largo de varias horas. 

Por  último,  el  uso  de  los  estudios  postnatales  de  Kleihauer‐Betke  para  determinar  la incidencia  de  hemorragia  feto‐materna  incluirá  casos  en  que  los  eritrocitos  fetales  entren  a  la circulación materna desde la sangre placentaria después del parto del neonato. Tales hemorragias feto‐maternas durante el nacimiento son importantes de reconocer para dosificar apropiadamente la inmunoglobulina Rh para mujeres Rh‐negativas. Adicionalmente, las hemorragias feto‐maternas exponen a la madre a antígenos paternos16 y pueden tener implicaciones para la salud de ésta. La persistencia  a  largo  plazo  de  leucocitos  fetales  puede  conducir  al  micro‐quimerismo  y  estar asociada  con  enfermedades  autoinmunes.17,18  Sin  embargo,  deseamos  enfocar  esta  revisión  en  la entidad  nde la hemorragia feto‐materna pre atal, una condición patológica con un amplio espectro de variación clínica. 

Para  este  artículo,  se  llevó  a  cabo  investigación  en  la  literatura  de  PubMed  y  la  base  de datos de Cochrane utilizando los términos “hemorragia feto‐materna” o “transfusión feto‐materna” de enero de 1966 a diciembre de 2008.  Se  revisaron artículos  relacionados publicados en  inglés. Las  refe encias  enumeradas  en  estos  artículos  se  examinaron  también  para  identificar  estudios pertinentes adicionales, incluyendo material publicado antes de 1966. 

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 FISIOPATOLOGÍA Se ha demostrado la correlación entre varios factores de riesgo y la presencia de células fetales en la  circulación  materna.9  Algunos  factores,  como  la  muerte  fetal,  anemia  neonatal,  o  parto  por cesárea revelan la presencia de hemorragia feto‐materna pero no ayudan a aclarar la fisiopatología implícita. Otros eventos obstétricos o condiciones asociadas a la hemorragia feto‐materna incluyen versión  cefálica  externa,19  trauma  abdominal,20,21  remoción  manual  de  la  placenta,22 desprendimiento  placentario,23  gemelos  monocoriónicos‐monoamnióticos,24  preclampsia,25 tumores  placentarios,26,27  y  amniocentesis.28,29  Sin  embargo  relativamente  pocos  estudios  han evaluado la correlación entre estos factores de riesgo y una hemorragia feto‐materna mayor. Más del  80% de  los  casos  en  los  cuales  se  estima  que  la  hemorragia  feto‐materna  supera  los  30 mL continúan sin explicación.11  

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Wylie e D’Alton     Hemorragia Feto‐Materna                                   © 2010 The American College of Obstetricians and Gynecologists (Obstet Gynecol 2010;115:1039–51)    www.greenjournal.org

Entonces, ¿por qué se presentan estas hemorragias feto‐maternas prenatales, y por qué no 

ocurren  con  más  frecuencia?  En  los  innumerables  informes  que  detallan  la  presentación  y resultados de casos identificados de hemorragia feto‐materna, se dedica sorprendentemente poca atención a  entender o  simplemente  a  especular  acerca de  la  fisiopatología  implícita. Debe  existir una ruptura en el trofoblasto que permite la entrada de eritrocitos fetales de la circulación fetal, de más  alta  presión,  hacia  el  espacio  intervelloso  a  donde  finalmente  se  integran  a  la  circulación materna. No  está  claro  qué  es  lo  que  determina  si  esa  ruptura  en  la  barrera  placentaria  seguirá siendo pequeña, sanará por completo o dará como resultado una pérdida sanguínea masiva aguda. En una evaluación de 1968 de varios cientos de placentas de partos normales y complicados, ciertas lesiones placentarias como hemorragia intraplacentaria, trombosis intervellosa, infarto placentario, y hematoma retroplacentario, se observaron con mayor frecuencia en embarazos con evidencia de hemorragia  transplacentaria  comprobada  mediante  la  prueba  de  Kleihauer‐Betke.30  A  mayor número  de  lesiones  placentarias,  mayor  hemorragia  observada.  Los  autores  especularon  que  la trombosis  constituía  un  mecanismo  de  protección  para  limitar  la  cantidad  de  hemorragia  feto‐materna,  y  por  lo  tanto  las  lesiones  trombóticas  representaban  episodios previos de hemorragia feto‐materna;  pero  lo  que  desencadena  inicialmente  la  ruptura  trofoblástica  sigue  siendo desconocido.  PRESENTACIÓN Existen  numerosos  informes  de  caso  y  pequeñas  series  en  la  literatura  que  describen  la manifestación de hemorragia feto‐materna. Frecuentemente se presenta sin un factor precipitante evidente. En una revisión de 120 casos en los cuales se cuantificó un sangrado de más de 50 mL, se describieron signos y síntomas de presentación (Tabla 1).31 La manifestación prenatal más común fue  la  disminución  o  ausencia  de movimientos  fetales,  que  se  observó  en  aproximadamente  una cuarta parte de  los casos. En menos del 10% de  los casos se encontraron  trazos anormales de  la frecuencia  cardiaca  fetal,  y  el  patrón  sinusoidal,  tradicionalmente  equivalente  a  anemia  fetal,  fue mucho menos común que otras anormalidades del patrón cardiaco de la frecuencia fetal, descritas como no  concluyentes  en  esta  revisión. En  esta  serie,  12.5% de  los  casos que  evolucionaron con 

t   l tmuerte fetal, y entre muertes fe ales no seleccionadas, la preva encia es imada de hemorragia feto‐materna reportada se encuentra dentro de un rango desde 1.6% hasta 11%.9,10,32,33 El  reconocimiento  de  sangre  oculta  antes  del  desarrollo  de  una  morbilidad  o  mortalidad significativa requiere un alto índice de sospecha ya que muchos de los signos que se manifiestan no son  específicos.  Hasta  donde  sabemos,  nadie  ha  evaluado  aún  la  incidencia  de  hemorragia  feto‐materna entre mujeres no seleccionadas que presentan una disminución de movimientos  fetales; por  otra  parte,  el  diagnóstico  rápido  de  hemorragia  feto‐materna  puede  no  estar  disponible  de manera  universal,  y  no  queda  clara  la  utilidad  de  esta  prueba  adicional  en  presencia  de  una valoración normal del  bienestar  fetal. Dicho esto,  y  siendo  la disminución de  la  actividad  fetal  la principal manifestación en muchos casos reportados,31 debe considerarse solicitar una prueba de laboratorio  para  hemorragia  feto‐materna  si  la  percepción  materna  de  la  disminución  en  la actividad continúa, o ante pruebas fetales indeterminadas (Fig. 1). Otras situaciones en las que se debe solicitar una prueba de laboratorio para hemorragia feto‐materna se resumen en el Cuadro 1.  DIAGNÓSTICO Parte de la dificultad para establecer  la presencia de hemorragia feto‐materna es que las pruebas diagnósticas disponibles son imperfectas (Tabla 2). La prueba de la roseta es un estudio cualitativo de  sangrado  feto‐materno  que  identifica  indirectamente  la  presencia  de  células  fetales  Rh  D–positivas  en  madres  Rh‐negativas.34  Los  anticuerpos  exógenos  anti‐D  se  mezclan  con  la  sangre materna y se adhieren a cualquier eritrocito fetal Rh D–positivo. Los eritrocitos “indicadores” Rh D–positivos se agregan entonces, formando rosetas alrededor de los eritrocitos fetales recubiertos. En consecuencia se forman racimos o rosetas que se pueden identificar fácilmente bajo el microscopio. Esta prueba es sólo aplicable a mujeres Rh negativas con un feto Rh positivo. De hecho, cuando se sospech emorrag prueba  aa h ia  feto‐materna prenatal,  la  cualitativa de  la  roseta es  inapropiad . En vez de ella, debe obtenerse una prueba cuantitativa directa. 

La  investigación  cuantitativa  estándar  actual  para  la  hemorragia  feto‐materna  se  hace mediante  la  prueba  de  elución  ácida  descrita  por  primera  vez  en  1957  por  Kleihauer,  Braun,  y Betke.35 La prueba comúnmente se conoce como prueba de Kleihauer‐Betke. Se basa en el principio de  que  la  hemoglobina  F,  un  componente  prominente  de  los  eritrocitos  fetales,  es  relativamente 

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resistente  a  la  elución  ácida  cuando  se  compara  con  las  hemoglobinas de  los  eritrocitos  adultos. Para llevar a cabo la prueba de Kleihauer‐Betke, se obtiene un frotis delgado de sangre venosa, se seca,  se  sumerge  en  un  fijador,  se  incuba  en  una  solución  ácida  y  se  tiñe  con  eritrosina  B.  La hemoglobina F (Hb F) que contiene eritrocitos (fetales) aparece de color rojo cereza mientras que los  eritrocitos  adultos  (maternos)  aparecen  como  células  fantasma  decoloradas  (Fig.  2).  Bajo  un microscopio, las células fetales se cuentan y reportan como porcentaje de las células adultas. 

La  prueba  de  Kleihauer‐Betke  es  muy  laboriosa,  ya  que  como  mínimo  se  deben  contar 10,000 eritrocitos. El  tiempo  total para  realizar  la prueba de Kleihauer‐Betke varía, y en algunos hospitales  que no  cuentan  con  todos  los  servicios,  puede  llevarse  días  en  lugar de horas,  lo  cual disminuye  el  valor  de  la  prueba  cuando  se  requiere  tomar  decisiones  oportunas  de  manejo.  La calidad del proceso de tinción y la identificación correcta de células fetales dependen en gran parte de las habilidades del técnico. En consecuencia, varios estudios cuentan con una reproductibilidad deficiente.36,37  Así  mismo,  la  prueba  de  Kleihauer‐Betke  puede  subestimar  la  cantidad  de hemorragia feto‐materna si no logran teñirse algunas células fetales.38 Esta subestimación también puede  deberse  a  la  disminución  de  contenido  de  Hb  F  de  los  eritrocitos  fetales  con  una  edad gestacional  avanzada. Al  término,  la Hb F puede  representar  sólo 70% de  la  hemoglobina de  los eritrocitos fetales.39 Por otra parte, la prueba de Kleihauer‐Betke puede sobreestimar la cantidad de hemorragia  ya  que  las  células  adultas  que  contienen Hb  F  se  teñirán  de  rojo  cereza  y  su  conteo podría ser inadecuado en cuanto a origen fetal. El rango de eritrocitos adultos que contienen Hb F varía, de 0.5% a 7%, y aumenta notablemente durante el embarazo, con un pico en la mitad de la gestación.40–42  Otras  condiciones  maternas  que  llevan  a  la  sobreproducción  de  Hb  F  incluyen persistencia hereditaria de Hb F, anemia drepanocítica, y beta talasemia. 

La citometría de flujo es una prueba alternativa de diagnóstico que abarca algunos de los problemas  asociados  al  estudio  de  Kleihauer‐Betke.43  Esta  tecnología  cuantifica  el  número  de células fetales presentes midiendo la intensidad de fluorescencia de anticuerpos monoclonales que se ligan a la hemoglobina F.44 Se ha demostrado que la intensidad de la fluorescencia de células que contienen Hb F fetal es mayor que la de las células que contienen Hb F de adulto.45 La técnica mide adicionalmente  el  tamaño  de  los  eritrocitos  mediante  dispersión  de  luz  frontal,  permitiendo  la distinción de las células fetales de las adultas de acuerdo a su mayor volumen celular medio. Otros kits  comerciales  incluyen  anticuerpos  contra  antígenos  adicionales  de  superficie  de    eritrocitos, tales  co

pmo  anhidrasa  carbónica  II,  diferencialmente  expresada  en  eritrocitos  fetales,  en 

com aración con eritrocitos adultos.46 La  citometría de  flujo ofrece  varias  ventajas  sobre  la prueba de Kleihauer‐Betke. Por  ser 

una  prueba  automatizada,  es  más  objetiva,  lo  cual  permite  una  mayor  precisión,  exactitud,  y correlaciones  inter‐laboratoriales.  Para  demostrar  esto,  los  investigadores  pusieron  a  prueba  a cuatro  laboratorios  de  hospitales  con  una  muestra  de  adulto  no  gestante  adicionada  con  una cantidad conocida de sangre de cordón umbilical. El  coeficiente de variación entre  los  resultados reportados  de  las  pruebas  de  Kleihauer‐Betke  fue  de  153%  comparado  con  sólo  10%  de  la citometría de flujo.47 La citometría de flujo requiere también menos trabajo, y sólo 60 minutos para llevarla  acabo.  Esto  sugeriría  que  la  citometría  de  flujo  sería  la  prueba  de  elección  cuando  se requiere un diagnóstico con urgencia;  sin embargo,  los  laboratorios que realizan  la citometría de flujo no siempre prestan servicio por la noche o en fines de semana; y a pesar de sus ventajas, sólo 4% de los laboratorios en los Estados Unidos usan esta prueba actualmente para la determinación de eritrocitos fetales.48  Limitaciones de las Pruebas Diagnósticas Traducir  el  porcentaje  de  células  fetales  identificadas  mediante  la  prueba  Kleihauer‐Betke  o  la citometría  de  flujo  a  un  volumen  de  sangre  fetal  perdido  produce  resultados  marcadamente distintos dependiendo de la fórmula que se emplee. La tabla 3 presenta esa variación en el volumen estimado mediante el uso de cuatro formulas distintas publicadas en los principales libros de texto de  obstetricia.  Con  un  3%  de  células  fetales  observadas  en  la  circulación  materna,  la  pérdida estimada de volumen de sangre fetal va de 108 a 162 mL. La variación refleja diferentes supuestos relacionados  con  el  volumen  de  sangre materna  y  hematocrito  promedio,  y  el  hematocrito  fetal promedio.  Es  importante  señalar  que  las  fórmulas  actuales  asumen un promedio de  volumen de sangre  materna  de  5,000  mL  a  5,800  mL;  sin  embrago  los  volúmenes  sanguíneos  varían significativamente  de  acuerdo  al  peso materno  y  pueden  caer  fuera  de  este  rango.49  El  volumen sanguíneo total aumenta aproximadamente de 76 mL/kg a 94 mL/kg al término de la gestación.49 

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El volumen sanguíneo estimado a término para una mujer de 55 kg y una mujer de 85 kg se calcula que sea de 5,170mL y 7,990 mL,  respectivamente. Usando  la  fórmula más simple  (% de glóbulos rojos fetales x 5,000), el volumen estimado de hemorragia feto‐materna sería 154 mL para la mujer de  55 kg, y 240 mL para la mujer más grande, de 85 kg. Nuestra preferencia es utilizar la fórmula más  simple  para  tener  un  estimado  inicial  del  volumen  de  la  hemorragia  feto‐materna.  En situaciones  donde  es  necesario  un  estimado  más  preciso  del  volumen,  como  en  los  casos  de necesidad de calcular la dosis requerida de inmunoglobulina Rh, valdría la pena incorporar el peso materno específico a la fórmula. El Colegio Americano de Patólogos ha publicado una herramienta útil, accesible en línea en www.cap.org, que permite a los usuarios ingresar el porcentaje de células fetales observadas por la prueba de Kleihauer‐Betke o la citometría de flujo, y la altura y peso de la adre, pm ara calcular el volumen de hemorragia feto‐materna y las unidades de inmunoglobulina Rh 

que se necesitan.   La subestimación de un sangrado feto‐materno ya sea por la prueba de Kleihauer‐Betke o la citometría de flujo puede ocurrir en casos en los que exista incompatibilidad ABO o cuando estén presentes anticuerpos dirigidos contra antígenos de otros glóbulos rojos (Ej.  sensibilización a Rh). En  estos  casos,  los  eritrocitos  fetales  que  entran  a  la  circulación materna  son  eliminados  por  el sistema retículo‐endotelial de la madre y pueden no ser identificados.9 En la incompatibilidad ABO esta situación es más común que ocurra en madres del grupo O con fetos de un grupo sanguíneo incompatible ABO.9,50 Sin embargo, en casos en que existan serias sospechas de hemorragia  feto‐aternam , la posibilidad de un resultado falso negativo debe considerarse, particularmente si el feto 

tiene una madre del grupo O y un padre del grupo A, B, ó AB.   Ni la prueba de Kleihauer‐Betke ni la citometría de flujo responden la pregunta crucial del momento en que las células fetales entraron a la circulación materna. Actualmente ninguna técnica diferencia  los eritrocitos  fetales  transfundidos recientemente de  los que hayan circulado por más tiempo. Una prueba así ofrecería una enorme luz para nuestra comprensión de la hemorragia feto‐materna,  y  potencialmente  identificaría  a  los  fetos  que  estuvieran  en  mayor  riesgo.  Durante  el periodo  prenatal    debemos  confiar  en  otras  claves  para  valorar  la  cronicidad  y  grado  de hemorragia,  tales  como  los  trazos  de  frecuencia  cardiaca  fetal  o  las  mediciones  Doppler  de  la velocidad de la arteria cerebral media del feto. Postnatalmente, con anemia fetal significativa y de larga duración, la examinación patológica de la placenta puede mostrar vellosidades edematosas o presencia  de  precursores  eritrocíticos  más  numerosos  (normoblastos).  Sin  embrago,  estos hallazgos placentarios normalmente no ayudan a determinar el momento de la lesión.51  MANEJO Si  se  sospecha  hemorragia  feto‐materna  prenatal,  debe  obtenerse  confirmación  ya  sea  con  la prueba de Kleihauer‐Betke o con citometría de flujo, a pesar de sus limitaciones. La urgencia de la situación, como en casos de hidropesía o prueba fetal categoría III,52 puede ser tal que el tiempo de los  resultados  de  laboratorio  para  cualquiera  de  estas  pruebas  sea  inaceptable.  La  evaluación ultrasonográfica  de  la  velocidad  sistólica  pico  del  flujo  sanguíneo  a  través  de  la  arteria  cerebral media  del  feto  puede  ayudar  a  identificar  fetos  anémicos,  ya  que  para  conservar  la  oxigenación cerebral,  aumenta  el  flujo  sanguíneo  al  cerebro  y  esto  se  puede manifestar  como  una  velocidad sistólica  pico  incrementada  en  la  arteria  cerebral  media  (Fig.  3).  Los  valores  mayores  a  1.5 múltiplos  de  la mediana  son  sospechosos  de  anemia  fetal  significativa,  y  son  el  umbral  sugerido para la toma de la primera muestra de sangre fetal en embarazos con aloinmunización de glóbulos rojos.53 El índice de falsos positivos puede llegar a ser hasta de 12%.54 Por lo tanto, esta tecnología debe reservarse para situaciones en las que existan serias sospechas de hemorragia feto‐materna o anemia  fetal  (al  igual  que  en  el  caso  de  la  hidropesía,  un  trazo  de  la  frecuencia  cardiaca  fetal sinusoidal,  o  un  resultado  positivo  de  prueba  de  Kleihauer‐Betke).  Ante  la  sospecha ultrasonográfica  de  anemia,  se  pueden  considerar  dos  opciones  de  tratamiento:  parto  o cordocentesis con transfusión intrauterina (Fig. 4). Se trata de una decisión difícil dado el número limitado  de  casos  reportados  de  transfusión,  y  se  deben  poner  en  la  balanza  los  riesgos  de prematurez  contra  la  tasa  de  complicación  de  la    cordocentesis  y  la  evolución  incierta,  y potencialmente  progresiva  de  la  hemorragia  feto‐materna.  Las  variables  tales  como  edad gestacional, resultados de las pruebas prenatales, la disponibilidad de un médico con  la habilidad para  realizar  cordocentesis,  y  la  dificultad  técnica  del  procedimiento,  deben  considerarse  como factores  para  tomar  una  decisión.  Se  deben  administrar  esteroides  prenatales  cuando  estén indicados. En el momento del nacimiento, el equipo neonatal debe estar informado de la sospecha 

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de  anemia  y  preparar  lo  necesario  para  una  posible  transfusión.  Así mismo  se  debe  administrar inmunoglobulina Rh  a  todas  las mujeres Rh negativas  con  sospecha de hemorragia  feto‐materna renatal e ,  a op  para evitar la s nsibilización con administración de unid des adicionales para sangrad s que se estimen mayores a 30 mL.   La  transfusión  intrauterina  se  introdujo  inicialmente  en  los  años  sesenta  para  el tratamiento de la anemia en la eritroblastosis fetal.55,56 Se han reportado y revisado en la literatura trece  casos  de  cordocentesis  con  transfusión  “in  útero”  para  hemorragia  feto‐materna  masiva durante el tercer trimestre (Tabla 4).57 Seis de los casos presentaban hidropesía, seis disminución de los movimientos fetales, y el caso restante fue identificado por una prueba positiva de Kleihauer‐Betke.  El  volumen  de  hemorragia  feto‐materna  se  estimó  entre  20  mL  y  300  mL.  Todos  se sometieron  al  menos  a  una  transfusión  intrauterina  (mediana  2,  rango  1–5)  con  un  volumen inicialmente transfundido que varió entre 26 mL y 185 mL (mediana 65 mL). Dos fetos nacieron el mismo día que la cordocentesis inicial y otros dos dentro de la primer semana. Notablemente fue posible  retrasar  el  parto  por  más  de  1  semana  en  los  demás  (rango  2–17  semanas)  aunque  se requirieron transfusiones adicionales en algunos casos. En esta serie, sólo se presentó una muerte fetal. Los demás nacieron vivos. La hemoglobina neonatal inicial fue mayor de 10 g/dL en 83% (10 de  12).  En  el  caso  aislado que  tuvo  como  resultado  una muerte  fetal,  la  transfusión  intrauterina inicial llevada a cabo a las 28 semanas de gestación tuvo éxito en revertir la hidropesía y corrigió la anemia fetal como lo demostró la repetición del muestreo en sangre 1 semana después.58 A las 30 semanas de gestación la prueba de non‐stress fue no reactiva, no se repitió muestra de sangre y se diagnosticó  muerte  intrauterina  12  horas  después.  Cabe  notar  que  este  embarazo  también  se complicó con preclampsia. Las circunstancias relacionadas con  la muerte  fetal permanecieron sin aclarar aunque no se pudo excluir recurrencia aguda de una hemorragia feto‐materna. Aunque los resultados  de  esta  serie  son  alentadores,  no  queda  claro  cuántos  casos  más  de  transfusiones prenatales  sin  éxito  han  quedado  sin  ser  publicados.  Los  autores  están  enterados  de  casos adicionales con resultados menos exitosos, incluyendo compromiso neurológico y muerte fetal, que se  han  litigado  en  las  cortes  pero  que  permanecen  sin  publicarse  en  la  literatura.  El  manejo continuo de estos casos es extremadamente difícil, aún después de una transfusión inicial exitosa. En casos de enfermedad hemolítica debida a incompatibilidad Rh, el hematocrito fetal declina a una velocidad  de  aproximadamente  1%  por  día  de  la  transfusión  inicial,  y  esto  permite  una planificación  apropiada  de  procedimientos  subsecuentes  estimados;  sin  embargo,  es particularmente difícil determinar el tiempo de transfusiones subsecuentes en caso de hemorragia feto‐materna ya que la tasa de hemorragia feto‐materna continua es variable y no predecible. Una segunda  prueba  de  Kleihauer‐Betke  puede  ser  falsamente  baja  o  negativa,  pues  los  eritrocitos transfundidos  son,  en  parte,  adultos  en  origen.  Además,  en  el  examen  de  ultrasonido  la  relación entre  la  velocidad  de  la  sangre  y  la  concentración  de  hemoglobina  se  altera  debido  al  tamaño  y rigidez  del  eritrocito  adulto.  Se  ha  propuesto  un  punto  de  corte  más  alto  de  1.69 MoM  para  la identificación  de  anemia  severa  después  de  una  transfusión  intrauterina  previa,  con  una  tasa correspondiente de  falsos‐positivos de 6%.59 Después de dos  transfusiones  intrauterinas previas, cuando más de la mitad del volumen sanguíneo feto placentario circulante es de origen adulto,  la velocitometría  Doppler  de  la  arteria  cerebral  media  pierde  su  habilidad  para  distinguir  anemia moderada de severa‐moderada.60 

Desafortunadamente, ninguna de las pruebas disponibles puede determinar la manera en que  la  hemorragia  feto‐materna  evolucionará.  Aún  si  la  hemorragia  es  resultado  de  un  flujo  de células  fetales crónico y  lento, y parece temporizada con una transfusión  intrauterina, ¿hay algún punto en el cual la velocidad del sangrado se intensifica? Dada la falta de posibilidad inherente de predecir  la hemorragia  feto‐materna y  su potencial  para producir  la muerte  fetal/neonatal,  debe consider gosarse el parto cuando los riesgos de continuar el embarazo parezcan superar los ries  de la prematurez. Esto con frecuencia varía de individuo a individuo. 

Se ha  reportado hemorragia  feto‐materna  recurrente en embarazos  subsiguientes.61–63 El riesgo  sigue  siendo  indefinido y el manejo de un embarazo  subsiguiente  sigue  sin estar  claro.  Se debe instruir a las mujeres embarazadas para que presten cuidadosa atención a los movimientos de sus  fetos, y deben ser evaluadas con rapidez si se detecta algún cambio. La supervisión de rutina con estudios Doppler de la arteria cerebral media es más común que califique equivocadamente a fetos  sanos  como  anémicos  dada  su  sustancial  tasa  de  falsos  positivos;  por  lo  tanto  no  es  una medida garantizada. De manera similar, la utilidad de los estudios en serie de Kleihauer‐Betke sigue sin ser probada. 

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PRONÓSTICO El pronóstico a corto y  largo plazo para  fetos que experimentan una hemorragia  feto‐materna es variable.  Una  hemorragia  pequeña  es  comúnmente  tolerada  por  el  feto  sin  signos  o  síntomas perceptibles. Si la anemia no se trata y es de suficiente magnitud, se ha reportado que puede causar deficiencia cardiaca, hidropesía, choque hipovolémico, fallecimiento intrauterino, muerte neonatal, daño  neurológico,  parálisis  cerebral,  o  hipertensión  pulmonar  persistente.9,11,12,15,31,64  La transfusión inversa de la circulación materna a la fetal puede proporcionar protección al feto y se ha demostrado que es común en embarazos normales.65– 67 

La severidad de la hemorragia feto‐materna se relaciona con la magnitud del sangrado en relación al volumen sanguíneo fetal total, la velocidad a la cual se pierde la sangre, y si el evento es agudo o crónico. 

En experimentos con ovinos, la sustracción de 30% del volumen sanguíneo total a lo largo de 2 horas fue bien tolerada, pero cuando se retiró el mismo volumen en 10 minutos, 30% de los fetos  ovinos murieron.68  En  los  fetos  que  se  sometieron  a  la  hemorragia más  lenta,  el  volumen intravascular  fue  restituido  a  la  normalidad  en  3  horas,  mediado  por  una  redistribución  de proteínas  y  fluido  del  espacio  intersticial  fetal,  lo  que  evitó  un  colapso  cardiovascular.69  La reposición  del  volumen  intravascular  entre  las  ovejas  que  sobrevivieron  a  la  hemorragia  rápida requirió el doble del tiempo y en consecuencia estos fetos se encontraban hipóxicos y acidóticos.70 En  experimentos  similares  con  ovinos,  la  reposición  de  la masa  eritrocítica  con  resolución  de  la anemia se logró en el término de 1 semana después de una hemorragia lenta de 2 horas, de 40% del volumen  sanguíneo.71  Los  datos  de  estos  modelos  animales  sugieren  que  aún  las  hemorragias moderadas a severas son notablemente bien toleradas, a no ser que ocurran demasiado rápido. 

Recientemente se publicaron los resultados en fetos, neonatos, e infantes de 48 embarazos complicados  por  hemorragia  feto‐materna  de  20  mL  o  más  en  dos  hospitales  universitarios franceses.11  Las  hemorragias  feto‐maternas  fueron  identificadas  mediante  prueba  de  Kleihauer‐Betke  obtenida  ya  fuera  durante  la  examinación  de  rutina  de mujeres  Rh  negativas  o  cuando  se sospechaba  hemorragia  feto‐materna  de  acuerdo  a  hallazgos  clínicos.  Se  notó  un  aumento  en  el riesgo de resultados adversos en aquellos embarazos en los que el volumen sanguíneo transfundido a  la madre fue mayor de 20 mL/kg de peso al nacer (Tabla 5). De acuerdo a este punto de corte, 26.1% de los fetos nacieron muertos, 17.4% requirieron parto prematuro, 34.8% fueron ingresados a la unidad de cuidados intensivos neonatales, y 21.7% recibieron transfusiones postnatales. Estos riesgos  aumentaron  a  mayores  volúmenes  fetales  transfundidos:  con  sangrados  de  más  de  80 mL/kg, dos tercios de los fetos murieron antes del parto. 

Un resumen previo de casos de hemorragia superior a  los 30 mL detectados mediante  la prueba  de  Kleihauer‐Betke  reportaron  un  riesgo  similarmente  alto  de  morbilidad  y  mortalidad perinatal.9 De los 64 casos, 10 fetos (15.6%) nacieron muertos, y siete más (10.9%) murieron en un término de 72 horas. El riesgo de muerte perinatal con una hemorragia feto‐materna mayor a 150 mL fue de 36.6%. Un riesgo similar de muerte  fetal con volúmenes de hemorragia por encima de 150 mL  fue  reportado  en  otra  serie  de  26  casos.12  Tal  vez  es  aún más  notable  que  el  riesgo  de muerte fetal y muerte neonatal temprana en estas series no sea tan alto dado que 150 mL pueden representar aproximadamente la mitad del volumen sanguíneo fetal a término.13 En algunos casos, la población de células fetales en sangre materna puede haberse acumulado a lo largo del tiempo, representando una pérdida crónica que es mejor tolerada por el feto en comparación a un sangrado agudo.  Adicionalmente,  puede  haber  un  intercambio  bidireccional  de  sangre  entre  la mujer  y  su feto, siendo la sangre materna transfundida al feto la que contribuye a la sobrevivencia de éste. Es por ello que hablar de habilidad para predecir un resultado en base a una hemorragia feto‐materna en particular no es realista. 

¿Cuáles son las consecuencias para el desarrollo neurológico a largo plazo que se pueden anticipar para los sobrevivientes de hemorragia feto‐materna? La parálisis cerebral se ha vinculado a hemorragia feto‐materna,15 pero la posibilidad de que esto ocurra entre los sobrevivientes no está bien definida porque la literatura disponible, más allá de los informes de caso individuales, se limita a  tres  pequeñas  series.9,11,12  En  la  serie  francesa  descrita  anteriormente,  los  investigadores evaluaron  los  resultados  a  largo  plazo  a  la  edad  de  6  años,  para  niños  que  sobrevivieron  una hemorragia feto‐materna mayor a 20 mL.11 No se notaron secuelas neurológicas en ninguno de los 31  de  42  niños  sobrevivientes  disponibles  para  análisis,  con  la  excepción  de  un  solo  niño  con hipotonía neonatal que reveló posteriormente un trastorno  mitocondrial. En una segunda serie de Minnesota, 1 de los 41 sobrevivientes de hemorragia feto‐materna sufrió de daño neurológico.9 En 

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la tercera serie que evaluó secuelas a largo plazo, 1 de los 26 niños que sobrevivieron a hemorragia feto‐materna  desarrolló  cuadriplegia  espástica.12  Dada  la  limitada  literatura  disponible,  la verdadera  incidencia  de  daño  neurológico  después  de  hemorragia  feto‐materna  sigue  siendo incierta.  CONCLUSIONES La comprensión de la hemorragia feto‐materna sigue estando lejos de ser completa. La verdadera incidencia de hemorragia feto‐materna clínicamente significativa probablemente se sub‐reporta, ya que  no  se  ha  estudiado  antes  del  parto  una  población  no  seleccionada.  El  diagnóstico  prenatal requiere  de  un  alto  índice  de  sospecha,  pues  los  signos  de  manifestación  a  menudo  son inespecíficos.  La  disminución  de  movimientos  fetales  parece  ser  un  hallazgo  común  en  muchos casos, aunque la proporción de mujeres con disminución de los movimientos fetales que tienen una hemorragia feto‐materna probada es desconocida. El método diagnóstico estándar actual, la prueba de Kleihauer‐Betke, es  laborioso y está sujeto  tanto a sobreestimaciones como a subestimaciones del volumen de la hemorragia. La citometría de flujo, una alternativa automatizada de diagnóstico, ofrece  algunas  ventajas  sobre  la  prueba  de  Kleihauer‐Betke  pero  aún  no  está  ampliamente disponible.  Además,  ninguna  de  las  pruebas  proporciona  información  respecto  al  momento  del sangrado.  En  el  futuro,  la  valoración  ulterior  de  hemorragia    feto‐materna  podrá  ser  posible mediante  la medición  de  niveles  de  ADN  libre  de  la  célula.72  El manejo  de  casos  diagnosticados antes  del  parto  sigue  siendo  un  reto,  aunque  se  han  descrito  unos  cuantos  casos  exitosos  de transfusiones  de  sangre  fetal  “in  útero.”  Las  consecuencias  fetales  son  potencialmente devastad g p ioras.  Además,  las  consecuencias  a  lar o  lazo  de  tales  transfus ones  mayores  para  las mujeres embarazadas son desconocidas. 

Esta  revisión  enfatiza  las  deficiencias  en  nuestro  conocimiento  sobre  la  fisiopatología, manifestaciones, evolución, y manejo apropiado de las hemorragias feto‐maternas prenatales. Dado que  la  hemorragia  feto‐materna  se  puede  encontrar  sólo  de  manera  muy  esporádica  en  una institución dada por un médico dado, es importante aunar nuestras experiencias. Recomendamos la creación  de  un  registro  nacional,  similar  a  lo  que  se  ha  logrado  con  la  embolia  de  líquido amniótico,73  para  mostrar  la  variedad  de  trazos  de  frecuencia  cardiaca  fetal  observados,  las estrategias de manejo utilizadas, y  los resultados logrados. Los casos de hemorragia feto‐materna se enviarían para revisar las manifestaciones clínicas, los factores de riesgo previos, la variedad de trazos de frecuencia cardiaca fetal observados, las estrategias de manejo utilizadas, y los resultados neonatales  logrados,  tanto  inmediatos  como  a  largo  plazo.  Creemos  que  sólo  mediante  una colaboración inter‐institucional de ese tipo será posible que avance el conocimiento acerca de esta poco común, y potencialmente devastadora entidad clínica.  EFERENCIAS R

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3. Moise KJ Jr. The usefulness of middle cerebral artery Doppler assessment in the treatment of the fetus at 5risk for anemia. Am J Obstet Gynecol 2008;161:e1–4.  54. Zimmerman R, Carpenter RJ Jr, Durig P, Mari G. Longitudinal measurement of peak systolic velocity in the etal middle cerebral artery for monitoring pregnancies complicated by red cell alloimmunisation: a fprospective multicentre trial with intention‐to‐treat. BJOG 2002;109:746–52.  5. Corston JM, Morton BS, Robinson SC. Intrauterine blood transfusion of the fetus. Can Med Assoc J 51964;91:815–7.  56. Queenan JT, Douglas RG. Intrauterine transfusion: a preliminary report. Obstet Gynecol 1965;25:308–21.  7. Rubod C, Houfflin V, Belot F, Ardiet E, Dufour P, Subtil D, et al. Successful in utero treatment of chronic and 5massive fetomaternal hemorrhage with fetal hydrops. Fetal Diagn Ther 2006;21:410–3.  8. Tannirandorn Y, Nicolini U, Nicolaidis P, Nasrat H, Letsky EA, Rodeck CH. Intrauterine death due to 5fetomaternal hemorrhage despite successful treatment of fetal anemia. J Perinat Med 1990;18:233–5.  59. Detti L, Oz U, Guney I, Ferguson JE, Bahado‐Singh RO, Mari G. Doppler ultrasound velocimetry for timing he second intrauterine transfusion in fetuses with anemia from red cell alloimmunization. Am J Obstet tGynecol 2001;185:1048–51.  0. Scheier M, Hernandez‐Andrade E, Fonseca EB, Nicolaides KH. Prediction of severe fetal anemia in red blood 6cell alloimmunization after previous intrauterine transfusions. Am J Obstet Gynecol 2006;195:1550–6.  1. Catalano PM, Capeless EL. Fetomaternal bleeding as a cause of recurrent fetal morbidity and mortality. 6Obstet Gynecol 1990;76:972–3.  2. Dupont G, Povlsen JV. [Repeated episodes of fetomaternal hemorrhage in the same woman]. Ugeskr Laeger 61991;153: 2750.  3. Maass B, Wu¨ rfel B, Fusch C. Recurrent fetomaternal transfusion in two consecutive pregnancies. Prenat 6Diagn 2001;21: 791–3.  4. Parveen V, Patole SK, Whitehall JS. Massive fetomaternal hemorrhage with persistent pulmonary 6hypertension in a neonate. Indian Pediatr 2002;39:385–8.  5. Naeslund J, Nylin G. Investigation of permeability of placenta with aid of red corpuscles tagged with 6radioactive phosphorus. Acta Med Scandinav 1946;170:390.  6. Mengert WF, Rights CS, Bates CR Jr, Reid AF, Wolf GR, Nabor GC. Placental transmission of erythrocytes. Am 6J Obstet Gynecol 1955;69:678–85.  7. Macris NT, Hellman LM, Watson RJ. The transmission of transfused sickle‐trait cells from mother to fetus. 6Am J Obstet Gynecol 1958;76:1214–8.  8. Brace RA, Cheung CY. Fetal blood volume restoration following a rapid fetal hemorrhage. Am J Physiol 61990;259:H567–73.  9. Brace RA. Mechanisms of fetal blood volume restoration after slow fetal hemorrhage. Am J Physiol 61989;256:R1040–3.  0. Brace RA, Cheung CY. Fetal blood volume restoration following rapid fetal hemorrhage. Am J Physiol 71990;259:H567–73.  1. Gruslin‐Giroux A, Shields LA, Widness JA, Brace RA. Fetal plasma iron and restoration of red blood cell 7mass after hemorrhage of the ovine fetus. Am J Obstet Gynecol 1997; 177:1172–7.  2. Miura K, Yoshiura K, Miura S, Yamasaki K, Nakayama D, Ishimaru T, et al. Cell‐free DNA is more sensitive 7than cell‐free mRNA as a marker for evaluation of fetal‐maternal hemorrhage. Clin Chem 2006;52:2121–3.  3. Clark SL, Hankins GDV, Dudley DA, Dildey GA, Porter TF. Amniotic fluid embolism: analysis of a National egistry. Am J Obstet Gynecol 1995;172:1158–69. 7R 

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2. 8after trauma and treated by fetal intravascular transfusion. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 1997;71:21– 87. Weisberg L, Kingdom J, Keating S, Ryan G, Seaward G, Kelly E, et al. Treatment options in fetomaternal hemorrhage: four case studies. J Obstet Gynaecol Can 2004;26:893–8. 

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Tabla 1. Presentación de Signos y Síntomas de Hemorragia Feto‐Materna Mayor a 50 mL: Revisión de 120 Casos    n (%)Anemia neonatal  42  (35.0)Disminución o ausencia de movimientos fetales 32  (26.7)Muerte fetal  15  (12.5)Hidropesía fetal    9  (7.5)Trazo fetal sospechoso  8  (6.7)Restricción del crecimiento intrauterino  4  (3.3)Trazo fetal sinusoidal   2  (1.7)Fibrilación auricular fetal   1  (0.8)Reacción a transfusión materna   1  (0.8)Incierto   6  (5.0)Modificado de Ciacoia GP. Severe fetomaternal hemorrhage: a review. Obstet Gynecol Surv. 1 997;52:372–80. 

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Tabla 2. Pruebas diagnósticas para Hemorragia Feto‐materna  Prueba  Descripción  Ventajas Desventajas Prueba de la roseta 

• Identifica indirectamente células fetales RhD+ en sangre materna 

• Indicador de agrupación de RBCs RhD+ con RBCs fetales RhD+ recubiertos con anticuerpo anti‐D exógeno 

 

• Kits comerciales ampliamente disponibles, fáciles y rápidos de usar 

• Sólo aplicable a mujeres Rh‐ con fetos Rh+  

• Sólo cualitativa; no cuantitativa 

Kleihauer‐Betke  • Identifica eritrocitos fetales en sangre materna después de inmersión en solución ácida 

• RBCc fetales que contienen Hb F son resistentes a elución ácida, lo cual produce tinción diferencial 

• Prueba cuantitativa   • Laboriosa • Calidad de tinción sujeta a habilidad del técnico 

• Subestimación al avanzar la edad gestacional ya que el contenido de Hb F de los eritrocitos fetales disminuye 

• Sobreestimación en condiciones maternas que llevan a producción de Hb F (persistencia hereditaria, anemia drepanocítica, beta talasemia) 

 Citometría de flujo 

• Identifica células midiendo la intensidad de la fluorescencia de anticuerpos monoclonales ligados a Hb F 

• Prueba cuantitativa • Automatizada por lo que aumenta la precisión y exactitud 

• Menos laboriosa  

• Puede no estar disponible en todos los hospitales 

RBC, glóbulo rojo; Hb, hemoglobina. 

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Tabla 3. Variación en Sangre Fetal Estimada Transfundida para Kleihauer‐Betke de 3% Usando Fórmulas Publicadas  Autor (Referencia)  Fórmula FMH en mL de sangre fetal entera  Cunningham et al (74) 

(HCT materno/HCT recién nacido)x% células fetalesxMBV =(0.36/0.50)x0.03x5,000   =108 mL

Supuestos: ‐ HCT materno=36% ‐ HCT recién nacido=50% ‐ MBV=5,000  

 Kleihauer (75)  (HCTmaterno/HCTrecién nacido)x% células fetalesxMBV =(0.35/0.45)x0.03x5,800   =135 mL 

Supuestos: ‐ HCTmaterno=35% ‐ HCTrecién nacido=45% ‐ MBV=5,800  

 Creasy et al (76)  % eritrocitos fetalesxMBV                                       =0.03x5,000                       =150 mL 

Supuestos: ‐ MBV=5,000  

FMH en mL de RBCs fetales  Foley et al (77) 

(No. cel.fetales /no. cel. adult.)xvol materno de RBC                                                                    =(3/97)x75x70                   =162 mL 

Supuestos: ‐ Volumen materno de RBC =75 mL/kg ‐ Mujer promedio al término pesa 70 kg 

FMH, hemorragia feto‐materna; HCT, hematocrito; MBV, volumen sanguíneo materno; RBC, glóbulo rojo.

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Tabla 4. Casos Publicados de Transfusión Intrauterina para Hemorragia Feto‐Materna      Transfusiones Intrauterinas     Autor (Referencia) 

Volumen FMH  Estimado (mL) 

Número  De IUT  

GA (sem) 

Hb Inicial (g/dL) 

Volumen Transfundido (mL) 

GA en el parto (sem.) 

Hb Neonatal (g/dL) 

Fisher et al (78)  180  2  31  2.2  96  31 6/7  6.6       31 5/7  4.2  100     Elliot (79)  150  1  30  3.7  100  30  12.9 Elliot (79)  65  1  31 3/7  2.4  40  31 3/7  11.2 Cardwell (80)  20  1  21  Desconocido  50  38 4/7  17.2 Thorp et al (81)  100  2  26  2.7  75  39  17.1       27  9.8  53           30  14.1  0     Rouse y Weiner (82) 

230  2  33 3/7  2.2  185  34  3.7 

      33 5/7  5.4  130           34  5.1  0     Kohlenberg y Ellwood (83) 

50  2  26 1/7  2.7  35  38  15.5 

      26 5/7  8.4  0       59    30  3.7  50           33  10.6  0     Montgomery et al (84) 

300  5  27  5.5  26  30 4/7  18.2 

      27 5/7  6.1  40           29    46+80*          29 5/7    35+20*           30 2/7    22     Tannirandorn et al (58) 

113  1  28    65  30  Nacido muerto 

      29    0     Hartung et al (85)  250  5  28    40  31  10.2       28 2/7    50           29    Desconocido           30    Desconocido           31    Desconocido     Lipitz  et  al  (86)   

250  1  27 6/7    30  39  13.9 

Weisberg et al (87) 

288  1  36    130  Desconocido 

12.8 

Rubod et al (57)  240  2  28 6/7    140† 38  14.2       30    162†           31 3/7    0     FMH, hemorragia feto‐materna; GA, edad gestacional; Hb, hemoglobina; IUT, transfusión intrauterina.  * Transfusión intraperitoneal.  † Transfusión exsanguínea (transfusión de intercambio).  Modificado de Rubod C, Houfflin C, Belot F, Ardiet E, Dufour P, Subtil D, Deruelle P. Successful in utero treatment of chronic and massive fetomaternal hemorrhage with fetal hydrops. Fetal Diagn Ther 2006;21:410–3 (S. Karger AG, Basel). 

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Tabla 5. Pronóstico de Hemorragia Feto‐Materna en Función del Volumen Fetal Transfundido  Volumen (mL/kg) 

n  Muerte Fetal PTD,inducido 

Admisión a UCIN 

Transfundido 

0‐9.9  9  0 (0) 0 (0) 0 (0) 0 (0) 10‐19.9  16  0 (0) 0 (0) 1 (6.3) 0 (0) 20‐39.9  9  0 (0) 2 (22.2) 3 (33) 1 (11.1) 40‐79.9  8  2 (25) 2 (33.3) 3 (50) 2 (33.3) 80 ó más  6  4 (66.7) 0 (0) 2 (100) 2 (100) PTD, parto prematuro; UCIN, unidad de cuidados intensivos neonatales.  Los datos se encuentran en n (%) a no ser que se especifique lo contrario.  Modificado de Rubod C, Deruelle P, Le Goueff F, Tunez V, Fournier M, Subtil D. Long‐term prognosis for infants after massive fetomaternal hemorrhage. Obstet Gynecol 2007;110:256–60. 

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Cuadro 1. Situaciones a Considerar para Solicitar una Prueba Diagnóstica de Hemorragia Feto‐Materna   

• Muerte fetal no explicada • Percepción materna persistente de disminución de la actividad fetal • Hidropesía • Doppler elevado de arteria cerebral media sin explicación consistente con anemia  • Anemia neonatal 

 

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Fig. 1. Algoritmo sugerido de manejo para disminución de actividad fetal. *Ya sea Kleihauer‐Betke o citometría de flujo. Wylie. Fetomaternal Hemorrhage. Obstet Gynecol 2010. 

   

Disminución de la actividad fetal 

 Ordenar pruebas fetales (prueba de non‐stress, perfil biofísico, o ambos) 

 

Prueba de non‐stress con patrón sinusoidal

 

Prueba de non‐stress reactiva ó perfil biofísico 8/8

Continuar evaluación de bienestar fetal 

Considerar ordenar pruebas de laboratorio para hemorragia feto‐materna*

Pruebas indeterminadas  (Prueba de non‐stress no reactiva, perfil biofísico 

de menos de 8/8, otra anormalidad de la frecuencia cardiaca fetal)

      

Alta con instrucciones de conteo de movimientos fetales

     

Percepción persistente de disminución de la actividad fetal

     

Menos de 32–34 semanas  

Realizar Doppler de arteria cerebral media 

Ordenar prueba de laboratorio para hemorragia feto‐materna* Prepararse para posibilidad de transfusión intrauterina o parto

32–34 semanas o más 

Parto

Repetir prueba de non‐stress, perfil biofísico, o ambos 

Considerar ordenar pruebas de laboratorio para hemorragia feto‐

materna*

   

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Fig. 2. Prueba de Kleihauer‐Betke de elución ácida. Frotis sanguíneo de una paciente de postparto que cursó con hemorragia feto‐materna durante el parto. Los eritrocitos fetales con hemoglobina F alta se observan de color rojo cereza, mientras que las células maternas muestran una tinción pálida o son incoloras. Este estudio se publicó originalmente en Blood. Lazarchick J. Kleihauer‐Betke hemoglobin F acid resistance. American Society of Hematology Image Bank. 2004. doi:10.1182/ashimagebank‐2004–100983. © The American Society of Hematology. Wylie. Fetomaternal Hemorrhage. Obstet Gynecol 2010.  

Para la Imagen 2, por favor vea la versión en ingles, disponible en línea al http://journals.lww.com/greenjournal/Fulltext/2010/05000/Fetomaternal_Hemorrhage.26.aspx

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Wylie e D’Alton     Hemorragia Feto‐Materna                                   © 2010 The American College of Obstetricians and Gynecologists (Obstet Gynecol 2010;115:1039–51)    www.greenjournal.org

Fig. 3. A. Velocidad de pico sistólico elevada de la arteria cerebral media de un feto después de confirmar que se encuentra anémico (hemoglobina 7.4 g/dL) en el momento de tomar la muestra de sangre fetal. Las mediciones variaron de 65 cm/seg a 77 cm/seg, correspondientes a más de 1.5 múltiplos de la mediana para 30 semanas de gestación. Imagen cortesía del Dr. Allan S. Nadel, Massachusetts General Hospital, Boston, MA. B. Monitoreo fetal externo del mismo feto en la imagen parte A que demuestra características sinusoidales. Wylie. Fetomaternal Hemorrhage. Obstet Gynecol 2010. 

Español Obstetrics & Gynecology 

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Wylie e D’Alton     Hemorragia Feto‐Materna                                   © 2010 The American College of Obstetricians and Gynecologists (Obstet Gynecol 2010;115:1039–51)    www.greenjournal.org

Fig. 4. Algoritmo sugerido de manejo para sospecha de hemorragia prenatal feto‐materna. *Ya sea Kleihauer‐Betke o citometría de flujo. Wylie. Fetomaternal Hemorrhage. Obstet Gynecol 2010. 

Hidropesía  Prueba de laboratorio positiva para hemorragia feto‐materna*

Pruebas deben incluir: • Pruebas de laboratorio para hemorragia feto‐materna* 

• Doppler de arteria cerebral media

Doppler de arteria cerebral media

Sospecha de hemorragia feto‐materna 

Doppler elevado de arteria cerebral media y prueba positiva de hemorragia feto‐materna

ManejoConsiderar transfusión intrauterina versus parto dependiendo de: 

• Edad gestacional • Situación de pruebas fetales • Disponibilidad de personal experimentado para realizar transfusión • Dificultad de procedimientos 

Administrar inmunoglobulina Rh si es apropiado Administrar esteroides prenatales si hay menos de 34 semanas