hernando, almudena 1992 enfoquesteoricosenarqueologia-176590

Upload: luis-flores-blanco

Post on 03-Jun-2018

220 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    1/25

    ENFOQUES TEORICOS EN RQUEOLOGIpo r

    ALMUDENA HERNANDO GONZALO

    RESUMEN Se pretende presentar un esquema claro y exhaustivo de las opciones tericas que se estnutilizando en el estudio del pasado a fin de clarificar un panorama algo confuso. Se ha optadopor una exposicin histrica del desarrollo de la disciplina, de forma que el pasado permitaentender la oferta terica del presente, y sta, a su vez, las tendencias a las que pareceencaminarse la materia. Se perfilan distintos enfoques inspirados en fuentes aparentementelejanas de la Prehistoria, para profundizar en el entendimiento de nuestra disciplina comoresultado de todo el contexto econm ico-social en el que se desarrolla.

    BSTR CTThis paper intends to outline comprehensively the range of theoretical approaches currentlyused in the study of the past on the assumption that some confusionism has appeared recentlyin the debate. Particular emphasis is made on the influence that modem socio-economiccontexts have on archaeological views of the past.

    INTRODUCCIONLa situacin de marginalidad que ha vivido la tradicin acadmica espaola con respecto a los

    movimientos epistemolgicos de otras reas, sigue haciendose sentir en la formacin de la nuevasgeneraciones de arquelogos. El sistema tiende a reproducirse a s mismo por lo que slo la presenciade profesores particularmente interesados en la reflexin terica permite el desarrollo de una actitud reflexiva y crtica del alumno hacia su pasado.

    Ello conduce a un evidente y lgico desajuste entre una sociedad con un ritmo de avance ytransformacin vertiginoso y un inmovilista sistema acadmico que no puede ofrecer al alumno lo que1. Este artculo constituye un resumen parcial de un curso sobre Enfoques tericos en Arqueologa celebrado durante

    el mes de enero de 1991 en M adrid, como parte de un amplio programa de especializacin para licenciados, organizado por laFundacin Ortega y Gasset y el Ayuntamiento de dicha ciudad.

    SPAL 1 1992): 11-35

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    2/25

    12LMUDENA HERNANDO GONZALOste necesita y demanda: una base terica seria para iniciar y sobre la que asentar su reflexin sobre elpasado, unos conocimientos slidos sobre Arqueologa Cientfica o Arqueometra y una formacinrelacionada con la Arqueologa contractual o de gestin (v. Ruiz Zapatero, 1991), la oferta de trabajoms generalizada. El resultado es que nuestras universidades no estn preparadas, por el propio diseode sus planes de estudio -y lo que es peor, por el que se prevee para la mayora de ellas en el futuro-,para formar adecuadamente a las nuevas generaciones de arquelogos que, de ese modo, pasan aconvertirse, en la mayora de los casos, y tras largos arios de deficientes estudios, en frustradosautodidactas.

    A mi juicio, el problema reviste enorme trascendencia, pues la falta de formacin nos dificultaenormemente decidir con claridad cul es o va a ser nuestra posicin frente al estudio del pasado.Incluso nuestra decisin sobre la propia posibilidad de estudiar el pasado , o incluso nuestra actitudante la planificacin de la arqueologa de gestin. Ah est el debate, o quizs sea mejor decir la falsaoposicin -a muchos niveles (v.infra) arqueologa de investigacin/arqueologa de gestin (Ruiz,1.989, Martnez Navarrete, 1990) 2 y el concepto tan limitado que los licenciados suelen tener de lasegunda. De sta proceden las mxim as ofertas de empleo, lo que hace prever un futuro poco favorablepara el desarrollo de la reflexin terica en nuestro pas. Por otra parte, en este ltimo campo seadvierte una avalancha de bibliografa, posiciones y teoras que, llegadas a nuestro pas desde fuera,provoca una ligera sensacin de prdida y desconcierto, conducentes, en general, a la huida, en quienesno han tenido la fortuna de contar con algn gua espiritual a lo largo de su iniciacin en la profesin.

    Al publicar este artculo, pretendo clarificar un poco el panorama de la oferta terica de laArqueologa actual Y con ello, ya estoy indicando que una de las ms importantes cuestiones quepodra plantearse en esta ltima queda fuera del alcance de este trabajo. Slo pretendo esquematizar, loms claramente posible, las distintas posiciones o teoras que ahora se estn utilizando para abordarel estudio del pasado prehistrico, enmarcndolas en sus respectivos contextos de desarrollo histrico 4,por si de algo pudiera servir a quienes estuvieran pensando en la huida. Es decir, se va a tratar aqu de teoras en Arqueologa , pero no de Teoras de la Arqueologa, o lo que es lo mismo, de la Filosofade la Arqueologa. Quiero decir que, en este texto, el concepto de teora se va a identificar, comousualmente, aunque no correctamente sucede, con el de modelo o mtodo, sin abordar, por ello, laprincipal cuestin de la Arqueologa terica: la relacin entre conocimiento e inters, la posibilidad deindependencia cientfica de la Arqueologa, la vinculacin, en fin, entre Arqueologa y Sistema, todolo cual es lo mismo que decir la reflexin auto-crtica. Porque la principal cuestin que puede llegar aplantearse en Arqueologa es si su mera existencia no es en realidad un desarrollo del sistema, si existela posibilidad de independencia del arquelogo a ese respecto (v. Vicent, 1.991, Criado, Nocete yVicent, 1.991).

    As pues, no voy a moverme en un nivel terico-crtico, sino en uno metodolgico-descriptivo que,aunque de menor alcance, tambin considero importante para generalizar la reflexin sobre nuestroobjeto de estudio.

    Comenzar por resumir la historia de la disciplina, sin cuyo conocimiento resulta difcil llegar acomprender la situacin actual. Pero an tes, y como introduccin imprescindible al texto que sigue, creo

    2. Agradezco a M.I. Martnez Nava rrete la consulta de este texto, indito.3. Entindase Arqueologa en el sentido amplio de la tradicin americana (TRIGG ER, 1978: 3).4. De hecho, he seguido en buena medida, sobre todo en la elaboracin de la Historiografa, el clarificador trabajo deTrigger (1989).

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    3/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA3necesario insistir una vez ms en que no existe la observacin objetiva (Wartofsky, 1.978). Nuestrapercepcin de la realidad est determinada culturalmente, socialmente, individualmente, pues paraconstruirla es necesario seleccionar entre los infinitos estmulos que nos llegan del exterior; y cmopuede pretenderse objetividad en una seleccin?

    Si esto es as en la vida diaria, qu decir de la elaboracin de nuestros juicios sobre el pasado, denuestra actividad profesional. El arquelogo dedica sus esfuerzos a intentar salir con xito del quntu-ple salto mortal -sin red- que supone, intelectualmente, su labor: la arqueologa es la nica cienciasocial que carece de informacin directa sobre el comportamiento humano, su objeto de estudio. Estaes su principal peculiaridad y sta es, tambin, su mayor dificultad. El arquelogo intenta conoceraspectos de la cultura del pasado a travs de los restos materiales que de ella se conservan, lo quesupone un triple grado de reduccin: del comportamiento humano en el pasado a su manifestacinmaterial, de sta a su conservacin a travs del tiempo, y de sta, a lo que el arquelogo recupera. YaClarke en 1.973 , seal que la arqueologa pasara a convertirse en una forma irresponsable de arte sino desarrollaba una teora que relacionara los restos materiales con el comportamiento humano, si nose reconoca que el arquelogo posee slo una m uestra reducida de lo que se propone estudiar (Trigger,1.989:358 ). As pues, en el presente juzgamos lo que en el presente se co nserva, tras sus transformacio-nes desde su formacin en el pasado. Tan amplio grado de dificultad slo puede salvarse a travs de lainferencia.Ahora bien, por teora pueden entenderse diversos niveles de inferencia. Desde ciertas posiciones,se ha diferenciado la teora de la reconstruccin , la teora metodolgica y la teora social(Schiffer, 1.988), la ltima de las cuales acogera las leyes globalizadoras referentes a las posicionesadoptadas para explicar la variabilidad del comportamiento humano y el cambio (Ibidem, 464). Talesposiciones derivan de las asunciones bsicas que utilizamos para juzgar el propio presente y la natura-leza general de la Historia. No es casualidad que los paradigmas dom inantes se hayan ido transforman-do al comps de la situacin econmico-poltico-social del mundo occidental, del que es tambinproducto el arquelogo. Como seala F. Criado (1.988b: 52-53) la Nueva Arqueologa, conjugadacon la Teora de Sistemas apareci en los arios 60, cuando el capitalismo experimentaba su mayorcrecimiento y el optimismo economicista inundaba la sociedad; la Ecologa Cultural se desarrolldefinitivamente en los 70, correspondindose con la crisis del petrleo, energtica y econmica engeneral, y el post-estructuralismo impacta en Europa en los arios 80, afinndose progresivamente elnfasis semitico en los 90, en la conviccin de que todo discurso y todo pensam iento son directamenteun acto, lo que pone el peso en el presente y olvida el futuro, tan pesimistamente negado por la post-modernidad.

    Cmo rec hazar la evidencia de que nuestros pensamientos estn determinados por las preocupacio-nes y los intereses de nuestra clase social, de las instituciones donde trabajamos, de nuestro tiempo engeneral? As pues, un anlisis de los presupuestos con que trabajamos parece condicin sine qua nonpara reducir los sesgos que imprimimos a nuestra visin del pasado y para posibilitar la crtica cons-tructiva que contribuya a perfeccionarla. Al menos quedarn especificadas las condiciones de actua-cin, aunque resulte imposible conseguir la asepsia y falaz pretenderlo.EL P S DO

    Pero no slo los cambios del presente han transformado la visin del pasado. Renfrew (1.982)divide la historiografa sobre la explicacin en Arqueologa en tres grandes fases: el primer fermen-to del tercer cuarto del s. XIX, el largo sueo y el gran despertar que, a su juicio, habra supuestola aparicin de la Nueva A rqueologa en los aos 60.

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    4/25

    14LMUDEN HERN NDO GONZ LOPor su parte, Willey y Sabloff (1.974) diferenciaron cuatro perodos sucesivos: Especulativo, Clasi-

    ficatorio-Descriptivo, Clasificatorio-Histrico y Explicativo, el ltimo de los cuales habra comenzadoen los aos 60, de forma que a lo largo de la mayor parte de su desarrollo, habran prevalecido losobjetivos descriptivos y clasificatorios (Trigger, 1.989:4).

    El desarrollo de nuestra disciplina, siguiendo a Trigger (Ibidem: 5-7), es visto por algunos (Clarke,1.968, por ej.) como un conjunto de datos ajustados a inadecuadas subteoras no estructuradas en unsistema global hasta los arios 60, lo que les lleva a calificar su e stado de pre-pa radigmtico previo a esafecha. Como es bien sabido, Kuhn (1.970) defini el paradigma como un canon aceptado de prcticacientfica, sustentado por una comunidad y propagado a travs de revistas y manuales controlados poresa comunidad. Sin embargo, un anlisis detenido de la Historia de nuestra disciplina demuestra, comotendremos oportunidad de ve r, la profunda coherencia de las posturas defendidas desde su inicio.Otros arquelogos (Sterud, 1.973) contemplan, en efecto, la evolucin de la Arqueologa como unasucesin de paradigmas en constante superacin a travs de las revoluciones cientficas que hombrescomo Thomsem, Montelius, Gordon Childe o Binford protagonizaron. Otros (Willey y Sabloff, 1.974,Meltzer, 1.979) niegan la existencia de revoluciones en la ciencia en general y en la Arqueologa enparticular, definiendo su desarrollo como un cambio gradual que responde a la constante expansin dela base emprica y a la progresiva elaboracin y refinamiento de un corpus, ya existente, de teora. Elproceso es lineal, acumulativo e inevitable, exactamente al contrario de la definicin que de l da uncuarto grupo (Piggot, 1.950, Hunter, 1.975), para el que la teora arqueolgica no avanza para acogerde manera cada vez ms ajustada la creciente base emprica, sino que sufre transformaciones no-lineales, y a veces imprevisibles, que dependen en general de factores externos a su desarrollo. Por fin,un ltimo grupo (Orme, 1.973) duda de que realmente se produzcan transformaciones, innovaciones,en el desarrollo de la Arqueologa, en la idea de que su historia es nicamente la expresin recurrentede problemas cclica y alternativamente olvidados, lo cual significa negar el valor al marco terico enel que se desarrollan que es lo realme nte significativo.

    De cualquier modo, y al margen de cmo concibamos la evolucin de su historiografa, lo cierto esque sa ha oscilado entre dos posiciones esenciales, divergentes entre s por el distinto concepto decultura que cada una implicaba (Vicent, 1.985): una considera que la cultura es un fenmeno externo ala realidad del individuo, y que por tanto ste, que lo sostiene y lo expresa participando de l, no puededeterminar (pinsese por ejemplo en nuestra concepcin del lenguaje -podemos determinar su trans-formacin o simplemente nos limitamos a expresarnos a travs de un fenmeno que tiene sus propiasleyes de evolucin, sus propios procesos de cambio?-). La otra la considera un producto de la mentedel individuo, sin que por tanto, existan leyes generales de explicacin. Todas las perspectivas evolu-cionistas, materialistas, pertenecen a la primera opcin, mientras que todos los idealismos y concepcio-nes historicistas de la Historia se adscriben a la segunda (H ernando, 1.988b).Pues bien, el primer gran bloque interpretativo en Prehistoria fue protagonizado por el evolucionis-M Clsico o unilineal , cuyos representantes abarcaban toda la gama de disciplinas entonces practi-cadas: Darwin, Spencer, Marx, Morgan, Freud...

    Como ya he sealado en otro lugar (Hernando, e.p.) el evolucionismo clsico , llamado tambin darwinismo social , intentaba demostrar que la herencia jugaba un papel causal en la conductahumana, que los factores genticos podan provocar cambios culturales, lo que, evidentemente, ti dereduccionismo biolgico y de racismo los estudios de la poca, en los que se alcanzaron cotas tanexcesivas que abocaron en el abandono del modelo. No cabe duda de que el espritu colonial delmomento jugaba un papel determinante en la aceptacin de tal perspectiva, cuyo fin ltimo era demos-trar la unidad psquica de todos los grupos humanos, quienes, por consiguiente, habran de pasar por

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    5/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA5los mismos estadios de evolucin. El hecho de que slo algunos pu eblos hubieran sufrido el mximo detransformaciones culturales demostraba su superioridad gentica y evolutiva, lo que justificaba elejercicio de su poder sobre los dem s.Coincidiendo con la generalizacin de este modelo, Thomsem desarrolla en Arqueologa el famososistema de las Tres Edades, cuya perfecta adecuacin al espritu de la poca llev a su adopcin comobase de la clasificacin de los perodos prehistricos, amplindose de esta forma sus implicacionesiniciales que, como se sabe, slo afectaban a la ordenacin de los restos arqueolgicos acumulados enlos fondos del Museo de C openhague.

    Posteriormente, en la segunda mitad del s. XIX, el esquema se transformara en un sistema cuatri-partito, con el que se dara origen al concepto de edad : Mortillet sugiere la divisin de la Prehistoriaen Edad de la Piedra Tallada, Pulimentada, del Bronce y del Hierro, mientras que Lubbock propo ne lostrminos de Pa leoltico, Neoltico, Bronce y H ierro.As pues, la Prehistoria nace en el s. XIX dentro de un ambiente ideolgico gobernado por elreduccionismo biolgico y el Evolucionismo Unilineal, a partir de dos races distintas y convergentes:por un lado, el inters generado en Dinamarca p or explicar las caractersticas del Neoltico, la Edad delBronce y la Edad del Hierro, y el paso de unos a otros. Por otro los estudios del Paleoltico, desarrolla-

    dos en Francia e Inglaterra cincuenta arios despus, relacionados con la investigacin del origen delhombre y modelados dentro del marco de las ciencias naturales. Ambas tendencias confluiran paraofrecer una visin del pasado basada en identificacin entre evolucin tecnolgica y desarrollo moral,profundamente gratificante para la clase media y alta de la poca -que pagaba la investigacin, investi-gaba y constitua el pblico receptor (Trigger, 1.989: 108-109)-. De este modo, estos grupos podanautocontemplarse /complacerse como resultado del progreso que era inherente a la naturaleza humanay quizs, incluso, a la propia constitucin del Universo , justificando as sus abusos sobre los pueblosindgenas, limitados en sus capacidades para participar de dicho progreso (Ibidem).

    Sin embargo, a fines del s. XIX van a confluir varios factores que obligarn a un cambio en laperspectiva de estudio: por un lado, los resultados de la revolucin industrial desilusionan a los quehaban cifrado en ella sus esperanzas, decayendo la fe en el progreso de la Humanidad. Por otro, laprogresiva industrializacin de Europa cond uca al aumento d e la comp etitividad entre las naciones poraduearse del mercado y, por fin, los excesos del evolucionismo unilineal, clsico hacan fijar laatencin sobre el aspecto contrario: las divergencias culturales, las peculiaridades grupales, la e tnic idad. Todo ello lleva a un aumento del nacionalismo en toda Europa, que busca cualquier instrumentopara justificarse. Como no pod a ser menos, la Arqueologa jugar un papel clave en el proceso, pues elPasado de cada pueblo tena que ser interpretado de un modo ajustado a las necesidades del Presente,probndose esa realidad ante las dems naciones. Los restos materiales se van a convertir, as, enobjetivo prioritario de los arquelogos, que se ven plenamente apoyados por las instituciones en lapersecucin de su fin ltimo: delimitar las reas culturales que desde el principio de los tiempos hanabarcado sus respectivos pueblos. A ello contribuye, como otro de los factores a los q ue antes aluda, larecuperacin de crecientes cantidades de material arqueolgico debido a la industrializacin de Europa-y consiguiente construccin de carreteras, fbricas, etc.- el desarrollo de los museos y centros deinvestigacin dentro del espritu ilustrado de la p oca y el apoyo institucional concretado en la d otacinde puestos docentes en las Universidades, hasta entonces inexistentes (IBIDE M: 1 48-9).De este modo, dado el rechazo al evolucionismo por sus propios excesos, el pesimismo que de ellose deriv (no hay leyes que expliquen al hombre) y las necesidades socio-polticas del momento, elesquema evolucionista de estadios como sistematizacin del desarrollo cultural, es sustituido por elde reas o crculos culturales , triunfando as la concepcin idealista de la escuela Histrico-

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    6/25

    16LMUDENA HERNANDO GONZALOCultural alemana, heredera de las ideas de Ratzel, Graebner, Schimidt, Boas y Elliot Smith 5(v. Harris, 1.979).Para esta escuela (v. Hernando, e. p.) la secuencia bsica de desarrollo cultural slo se habaproducido una vez, transmitindose a los dems territorios por difusin, lo que permita ordenar todaslas culturas y seguir en un mapa la dispersin hasta encontrar el rea original. Ningn mecanismoexplicativo poda convenir ms a los gobiernos nacionalistas europeos, que, por supuesto, intentabanidentificar, a travs de los estudios arqueolgicos, el rea o Kreis original con su propio territorio, loque demostrara su superioridad tnica sobre los dems pueblos. Especialmente peligroso result elcaso alemn, a cuyas pretensiones nazis contribuy la interpretacin tnica del arquelogo Kossina(1.858-1.932) y su puesta en prctica por gestores como H. Reinerth o el austriaco O. Menghin. Estosltimos contribuyeron a legitimar el III Reich distorsionando, de forma consciente, los datos arqueol-gicos (Arnold, 1.990: 471). Las consecuencias para nuestra disciplina son claras: la atencin quedacentrada en el anlisis de los materiales, sus lugares de origen, sus rutas de difusin, ... Tipologa ycronologa como objetivos nicos de estudio, porque son ellos los que explican la historia.

    En Espaa, Bosch Gimpera fue el mejor representante de esta tendencia, generalizada en todo elmundo occidental, aunque a veces haya sido considerado evolucionista por oponerse a los defensoresde la Teora Colonial (Hemando , 1.988: 78-135; e.p.).

    Derivado de esta escuela, el difusionismo, como explicacin de los cambios culturales, quedapresente en la tradicin disciplinar con sus implicaciones normativistas (Idem, 1.987: 172-3). Aun-que de una manera menos rgida se seguir buscando explicar el acontecimiento individual (nico quese contempla al no existir leyes generales que expliquen la Historia) por el anlisis de su particularidady su semejanza o diferencia con lo que le antecede o rodea.

    Rathje y Schiffer (1.982: 302) han sugerido que la Teora difusionista se hizo popular en arqueolo-ga en una poca en la que por todas partes poda verse la eficacia de sus mecanismos: la constanteaparicin de nuevos productos en la industria occidental y su expansin -como poderes coloniales- portodo el Tercer Mundo, as como la aplastante evidencia de la migracin como mecanismo transmisorde cultura a travs de las puertas abiertas de la Isla de Ellis (Schiffer, 1.988: 467). En e l mismo sentido,C. Alonso del Real (1.987) interpreta del modo siguiente la realidad: dIfusionismo colonialista nacidnde y cundo naci en la Inglaterra tardovictoriana); y la idea de la difusin de productos cuando lagran industria occidental exportaba cosas (autos, medicamentos). La generalizacin de la venta depatentes, nos ha hecho pensar ms bien en la difusin de estmulos . En efecto, el floreciente pasadocolonial espaol puede ser el factor clave para explicar el xito y mantenimiento de la Teora Difusio-nista en nuestro pas; resultaba convincente porque era cohere nte (Hem ando, e.p.).

    Mientras tanto, y al igual que la Escuela Histrico Cultural alemana en Europa, la Escuela Boasiana(por su inspirador F. Boas) representaba en los EE. UU. el intento mas serio de oposicin al Evolucio-nismo clsico. Sin embargo , al igual que l, su desarrollo acab convirtindose en una serie de e xcesos,en este caso idealistas, que provocaron los primeros ataques de W. Taylor (1.948) en su A Study ofArchaeology . De este modo, se abre la puerta a la orientacin funcionalista, continuada como luegoverem os, por J.H. Steward y cuyo producto final ser la tan discutida Nuev a Arqueologa.

    Con ello entramos en una nueva oscilacin del pndulo, al encontrarnos as con las bases delevolucionismo multilineal que, al contrario del idealismo precedente, intentar a su vez, superar lasdeficiencias del Evolucionismo Clsico. Sin embargo, habr que esperar hasta la llegada de V. Gordon

    5. Elliot Smith (1871-1937 form un grupo en la Escuela de Manchester que se constituy en el mximo representantedel difusionismo europeo. El nico origen de la civilizacin se localizaba, a su juicio, en Egipto, desde donde se habradifundido al resto del mundo.

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    7/25

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    8/25

    LMUDEN HERN NDO GONZ LO

    Binford esquematiz el programa de la N.A. en dos artculos titulados Archaeology as Anthropo-logy (1.962) y Archaeological systematics and the study of culture process (1.965), consideradosdesde entonces casi como los idearios de la escuela. Por su parte, Carke (1.968) desarrolla la idea decultura de L.A. W hite, introduciendo los principios de la Teora Ge neral de Sistemas e n el estudio de lacultura. A su juicio, dos grandes sistemas -el sociocultural y el ambiental- interactan de formadinmica y continua sobre una base de probabilidades. Cada uno de ellos se halla constitudo a su vezpor distintos subsistemas -social, religioso, econmico, de cultura material, etc. en el primer caso y defauna, flora, clima, geolgico, etc., en el segundo. Cualquier cambio en los atributos de uno de ellosprovoca cambios en el conjunto 'del sistema, dada la interrelacin e interconexin existente entre ellos,lo que le lleva, por otra parte, a una capacidad de autorregulacin y autocontrol entendida, en ocasio-nes, como adaptacin. Esta orientacin tendr un peso decisivo en la formacin de las posiciones procesuales que, como veremos, se constituirn como herencia natural de la Nueva Arqueologa.

    V. Fernndez (1.989: 32) resuma con mucha claridad los principales rasgos de esta tendencia:consideracin de la cultura como un sistema adaptativo al medio. Ello significa que la cultura no setransforma por contacto con otras culturas, como pretendan los difusionistas, sino por influenciaambiental, lo que les lleva a defender la existencia de procesos generales de cambio, leyes que permi-ten entender el comportamiento humano y su relacin con el exterior. Consideran que estas leyes sonlas mismas que gobiernan los procesos de transformacin de las Ciencias Naturales (positivismo), porlo que eligen el mtodo de razonamiento hipottico-deductivo. Por ltimo, creen firmemente en laposibilidad de poder reconstruir todo el sistema cultural a partir de los restos materiales que de l hanquedado, lo que les lleva a desarrollar como nunca hasta entonces se haba hecho, sistemas cuantitati-vos de anlisis, que permiten integrar y relacionar la mayor cantidad posible de informacin. As pues,dados estos presupuestos de partida, las publicaciones de la N.A. coincidirn en su esfuerzo por a)investigar la estructura terica de la arqueologa, b) establecer pautas rigurosas de interpretacin de losdatos arqueolgicos y c) probar nuevos mtodos de anlisis (Trigger, 1.978: 19). Ello conduce a unarenovacin a todos los niveles, de nuestra disciplina, si bien no debe ignorarse que dentro de unasestrictas pautas de racionalidad que, en realidad, impedan la verdadera discusin terica (v. infra). Dehecho, en su esfuerzo por hacer de la Arqueologa una disciplina cientfica, dotndola de una coheren-cia terica y metodolgica de la que, hasta entonces, haba carecido, algunos nuevos arquelogoscometieron excesos que muy pronto habran de pagar. Fritz y Plog (1.970) y Watson, LeBlanc yRedman (1.974), entre otros, constituyeron una rama especial de la N.A. denominada por Flannery(1.973) de la ley y el orden , debido a sus estrictos e inflexibles planteamientos. Estos consistan,fundamentalmente, en la utilizacin del mtodo de razonamiento hipottico-deductivo de Hempel, quepocas veces poda aplicarse adecuadamente, dada la naturaleza de la investigacin, y que en la mayorparte de los casos, slo daba lugar a la formulacin de leyes triviales (denominadas por Flannery y suscrticos de Micky Mouse ) o tautolgicas.As pues, mientras que 1.965 o 1.968, fechas en que B inford y Clarke publican dos de sus obras m sdestacadas, podra considerarse como la del nacimiento oficial de la N.A., 1.973 puede considerarse lade su defuncin, provocada por el ataque feroz de dos artculos aparecidos en este ario, firmados porFlannery (v. supra) y Morgan, y tras los que la N.A., como grupo homogneo, tendencia unitaria,desaparece. De ella quedarn los restos, ms matizados y con muchas ms variantes, que se incluyenbajo el epgrafe general de arqueologa procesual , y que luego veremos.

    La reaccin contra la N.A. en los arios 70 seguir un doble sentido: uno hacia lo general y, portanto, hacia lo comparativo; el otro hacia el anlisis especfico del contexto y, por tanto, en ltimotrmino, hacia lo nico (RENFREW 1.982: 21). En realidad, la disyuntiva estriba en la posicin del

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    9/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA9arquelogo frente a la conceptualizacin de la cultura que sealaba al principio, y por tanto, en suaceptacin o rechazo de la existencia de leyes que expliquen la Historia (Martnez Navarrete, 1.989: 7).Por un lado aparecern sus defensores, dedicados a estudiar los procesos internos de cambio, ladinmica de los procesos desligndolos en general del determinismo medioambiental que caracteriza-ba a la N .A. (Arqueologa procesual y materialismos) y, por otro, sus detractores, surgidos en la dcadade los 80 bajo la influencia del estructuralismo francs quienes reclaman la subjetividad y el relativis-mo de la interpretacin arqueolgica.

    EL PRESENTEPor consiguiente, un esquema-resumen de la diversificacin terica que actualmente existe en

    Arqueologa, pod a ser el siguiente:1. Aproxim acin historiogrfica tradicional (arqueologa tradicional o positivista).2. Arqueologa procesual (N.A., neo-positivismo, arqueologa funcionalista, Teora de Sistemas).3. Aproxim aciones materialistas.4. Arqueologa radical. proximacin historiogrfica tradicional

    Corresponde a la perspectiva historicista, dominante antes de la aparicin de la N.A. en los EE.UU..En Europa, sin embargo, el difusionismo sigui constituyendo el principal mecanismo de explicacindel cambio cultural hasta mucho despus. A l margen de Espaa, que por su aislamiento epistemolgicolo ha mantenido hasta nuestros das como paradigma casi exclusivo y que, por tanto, ofrece infinitosejemplos de esta tendencia, hay dos escuelas europeas destacadas: la alemana y la francesa, muyinfluenciadas ambas por sus respectivas tradiciones de estudio y por el peso del nacionalismo enambas.Mientras que en Europa se trata de una perduracin montona y cmoda de presupuestos sobre losque en la mayor parte de los casos no se reflexiona en EE. UU. la tendencia va a intentar recuperarsecomo reaccin -entre las dems, pero casi sin fuerza- a la N.A.. J. Hawkes 1.968) se convierte en suprincipal representante con su emblemtico The proper study of mankind , publicado por Antiquity enaquel arlo de gracia de la N.A.. En l la autora critica el cientifismo de esa tendencia reivindicando elhumanismo como sop orte ideolgico y terico de la A rqueologa.

    Su inmovilismo y declarada falta de inters por la teora ha tenido, a mi juicio, muy negativasconsecuencias en la formacin de las generaciones recientes de arquelogos en nuestro pas, que, deeste modo eran mantenidas al margen de los activos movimientos que estaban teniendo lugar en otrospases, en especial, el mundo anglosajn. Ahora bien, hay que reconocer con V. Fernndez 1.989:228) que fue precisamente su exclusivo inters en el dato el que provoc el desarrollo de muchos de lossistemas de cuantificacin y Arqueologa analtica que ahora se utilizan atribuyndolos errneamenteen ocasiones, a la N.A..2 rqueologa procesual

    Bajo esta denominacin se incluyen enfoques diversos que coinciden en una preocupacin domi-nante por el estudio de los procesos de cambio en una ctiltura dada, sus bases generalizadoras y su

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    10/25

    LMUDEN HERN NDO GONZ LO

    despreocupacin por la conducta individual. Se trata del desarrollo de la N.A. que, como vimos,comienza a desaparecer como tendencia unitaria a partir de 1.973. Sus representantes adoptan posicio-nes diversas, caracterizadas en general por una postura ms eclctica y menos agresiva, que incluye elrechazo del mtodo nomolgico-deductivo de Hempel, sustituyndolo por la explicacin sistmica ylas leyes probabilsticas. No obstante, la tendencia se mantiene bajo la denominacin de Nueva Ar-queologa en el contexto extra-europeo, fundamentalmente americano, tanto al norte como al centro ysur del continente.

    La mayor parte de los investigadores procesuales utilizan la Teora General de Sistemas (TGS), sino ya como cuerpo de la teora general, as al menos, como base conceptual de muchas de susexplicaciones, como revela la contaminacin de su vocabulario. Trminos como sistema , parme-tros del sistema , trayectoria , retroalimentacin positiva o negativa , flujo de energa, de informa-cin , entropa , homestasis , morfognesis , etc., constituyen buena parte del lxico de sus publi-caciones, mientras que la unidad poltica o la regin y su poblacin son vistos como sistemas donde elcambio se produce como una respuesta homeosttica al cambio exgeno por unos, y como esencial-mente end geno, por otros (Renfrew, 1.982: 11).

    Segn la TGS, la cultura es un sistema integrado por una serie de subsistemas relacionados, reco-giendo as las ideas ya planteadas por Lelie A. White. La desarrollaron Binford en 1.965 y Clarke en1.968. El ltimo de los cuales estableci un listado de propiedades de los sistemas aplicables a lasculturas arqueolgicas. En general, no se utiliza en forma estricta el paradigma ciberntico, sino quesuelen propugnar exclusivamente la supuesta propensin o tendencia del sistema o subsistemas acomportarse, bajo ciertas circunstancias, de una forma concreta, sin constituir, muchas veces, afirma-ciones precisas (Ibidem). La obra ms tpica de la utilizacin de la TGS es la Tesis Doctoral deRenfrew La emergencia de la civilizacin en el Egeo , de 1.972.En su mayora, los arquelogos procesuales son decididos defensores de la conceptualizacin delcambio cultural como esencialmente endgeno, considerando que slo se producir si resulta adaptati-vo y beneficioso para el sistema, y si cumple una funcin positiva que contribuya a aumentar sucoherencia y estabilidad. Por ello, se les denomina tambin funcionalistas , contndose entre ellosChapm an o Mathers -quienes han prestado atencin a la Pennsula Ibrica- o, por supuesto, Renfrew.

    Fiel a esta tendencia, Renfrew ha ido, sin embargo, modificando y modernizando progresivamentesu posicin. As por ejemplo, declara (Renfrew, 1.989:34) que la arqueologa procesual est pasando deuna fase procesual-funcional a una procesual-cognitiva, cuyo desarrollo prevee para el futuro. Desdeesta nueva versin , sigue defendiendo (Ibidem: 39-40) la necesidad de un mtodo cientfico paraconocer el pasado, la bsqueda de generalizaciones que permitan explicaciones (mtodo hipottico-deductivo), la existencia de una realidad objetiva de ese pasado, el rechazo de la utilizacin de lasconvicciones polticas actuales del investigador como criterio de validez de sus juicios sobre el pasado,el inters prioritario del estudio de los procesos y no de los acontecimientos nicos, etc.. Pero a su vez,acepta propuestas introducidas en el anlisis por investigadores post-procesuales que, en general(v.infra) se refieren a un rechazo a un positivismo extremo, el reconocimiento de que las explicaciones funcionales son incompletas si no se justifican en un esquema diacrnico y la aceptacin de ciertacarga de subjetividad en la formulacin d e hiptesis.

    Pero al margen de las propuestas procesuales que enfatizan el cambio endgeno, existe un reducidogrupo de investigadores, dentro del cual se encuentra Flannery, por ejemplo, ms partidario de analizarel sistema en funcin, casi exclusivamente, de su adaptacin al medio. Esto conduce, en casos extre-mos, a la llamada ecologa cultural , de moda en los arios 70 -cuando el crecimiento demogrfico, eldeterioro medio-ambiental y el agotamiento de los recursos no renovables eran las principales preocu-

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    11/25

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    12/25

    LMUDEN HERN NDO GONZ LO

    de que asumen similares presupuestos, esto es, que siempre existen grupos de inters encontrado enuna sociedad y, por tanto, conflicto social. Ello implica que todos los seres humanos estn motivadospor su propio inters y luchan por el poder, cuando otras interpretaciones del pensamiento marxistaconsideran, por el contrario, que la naturaleza humana es transformada de forma substancial por elcambio social, lo que justifica la lucha hasta alcanzar un futuro sin explotacin. Por otra parte, criticanel olvido de aquellos ejemplos etnogrficos de sociedades de bajo nivel en que el prestigio se adquierey se m antiene por medio de la redistribucin y la generosidad, ms que por el atesoramiento de riqueza.De hecho, estos crticos sealan que tanto Marx como Engels consideraban a las sociedades preclasis-tas como la prueba del carcter transitorio de las instituciones de las sociedades de clase, al no estarbasadas en una naturaleza humana inmutablemente competitiva Ibidem: 343).Entre los representantes de esta tendencia en Arqueologa occidental cabe destacar a Gilman y K ohlen EE.UU. Carandini y Tossi en Italia (donde se sigue una tendencia ms fiel a la ortodoxia) yRandsborg y Kristiansen (con matices, pues su flexibilidad podra permitir calificarles de neo-marxis-tas) en Escandinavia. En Espaa, los dos focos principales estn constitudos por los departamentos dePrehistoria de la Universidad de Jan (en donde investiga A. Ruiz.), anteriormente lo haca F. Nocete,ahora en Huelva) y de la Universidad Autnoma de Barcelona, con V. Lull, cuyo nombre - Departa-mento de Historia de las Formaciones Sociales Precapitalistas y Antropologa Social - es suficiente-mente explcito.

    Por su parte, dentro del mundo latinoamericano se ha desarrollado una aplicacin de los principiosmarxistas al estudio de la Arqueologa que ha sido denominada Arqueologa social latinoamericana .Lo cierto es que constituye una tendencia singular, no slo por los problemas que plantea, sino tambinpor el compromiso social que su opcin puede implicar, dadas las particulares circunstancias socialesde aquella realidad.Las especiales caractersticas del mundo latinoamericano, con una gran poblacin indgena sinacceso al poder y cuyos an tepasados construyeron los monumentos y estructuras que ahora constituyenel objeto de estudio del arquelogo, dota, sin duda, al mundo latinoamericano de unas especialescondiciones de conflicto que afectan incluso a la propia labor del investigador que, por esta causa,puede conv ertirse en instrumento real de lucha social.Com o seala Alcina 1.989: 94), es de destacar, adems, lo que de renovador supone su actividad enunos pases dominados bien por una arqueologa tradicional con bases en la escuela histrico-cultural,o por una fuerte influencia de la Nueva Arqueologa americana.

    Esta orientacin se inici en l 39 ' Congreso Internacional de Americanistas, celebrado en Lima(Per) en 1.970, siendo sus representantes ms destacados L. Lumbreras, L.F. Bate, M. Sanoja, I.Vargas, O. Fonseca, J. M untan, M. Veloz, etc..II. Materialismo vulgar es el trmino ideado por Friedman 1.974) para denominar tanto al materia-lismo cultural norteamericano de M. Harris, como a la Antropologa Ecolgica de Vayda y Rappaport,ya que ambos comparten un excesivo reduccionismo y un absoluto mecanicismo en su concepcincultural, en la que la superestructura pasa a ser un mero epifenmeno, un simple reflejo, de la baseinfraestructural. A ste se otorga, por tanto, no slo un peso determinante, sino exclusivo, en laconfiguracin social.

    La tecnologa y el medio constituyen los nicos factores causales de la transformacin cultural,aunque dependiendo de la importancia relativa que se conceda a cada uno de ellos en la explicacin, sepodr clasificar a sus defensores en una u otra versin materialista vulgar. No obstante, debe quedarclaro que son tenidos en cuenta ambos factores, ya que la adaptacin al medio o el desequilibrio es

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    13/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA3siempre el argumento que explica la aparicin de los conflictos internos. En Espaa, A. Ramos Milln(1.981) defendi el materialismo cultural como modelo de explicacin del inicio de la jerarquizacinsocial en el Sureste de la Pennsula Ibrica durante el III Milenio.4 Arqueologa Radical o Post procesual

    Para dar contenido a este apartado, creo necesaria una aclaracin x initio sobre lo que. yo entiendopor Arqueologa R adical, dada la variedad de tendenc ias que se han includo bajo este ttulo general.

    El trmino radical hace referencia a la reaccin crtica en contra de la raz de los planteamientosneo-positivistas de la N.A. y la A rqueologa Proce sual en los desarrollos tericos de los arios 80. Por lamisma razn, todos estos enfoques han sido denominados post-procesuales. Ahora bien, desde estaperspectiva, tambin podra considerarse al materialismo histrico como un enfoque radical , puestoque desde sus ms bsicos presupuestos, se muestra en abierta oposicin al neo-positivismo. Sinembargo, no podra denominarse postprocesual si es que a este trmino se le otorga un contenido noslo terico, sino tambin cronolgico (que no tendra por qu tener, pero que de hecho tiene), comoalgo desarrollado despus y como reaccin a la N.A., ya que el materialismo histrico constituy unaseria contrapartida a la N.A. desde los mismos comienzos de sta. Por otra parte, muchos de losanlisis realizados en Arq ueologa desde el materialismo histrico, tampoco se ajustaran al carcter dela Arqueologa Radical y a su conciencia de la determinacin histrica del conocimiento, por lo que hepreferido tratarlo independientemente, aunque debe quedar claro este primer punto de duda.En segundo lugar, a menudo se identifica Arqueologa post-procesual con Arqueologa Contextual ocon el nombre de I. Hodder, cuando el trmino acoge tambin a otros enfoques, divididos esencialmen-te en dos tendencias:Los enfoques 'marxistas de la Teora Crtica y el neo-marxismo .Los enfoques estructuralistas de la Arqueologa Estructural, la Arqueologa Cognitiva y laArqueologa Contextual (o Arqueologa Simblica o Estructuralismo Simblico).

    La A rqueologa interpretativa.Todos estos enfoque coinciden en oponerse a los fundamentos epistemolgicos, tericos y metodo-lgicos de la N.A. (Preucel y Earle, 1.986: 2-3) que, a pesar de reclamar la reflexin y la discusinterica en Arqueologa, como bien seala J.M. Vicent (1.991) nunca elabor una Filosofa de laArqueologa , sino una teora de la Arqueologa en la que las categoras abstractas del modelo deracionalidad cientfica del Positivismo Lgico reciben una interpretacin operativa en trminos de lascondiciones especficas de la praxis arqueolgica . Es decir: nunca se puso en cuestin el modelo de nica ciencia posible, ni la viabilidad de otro mtodo que el hipottico-deductivo, con lo que la nicaposibilidad de discusin giraba en torno de las distintas proposiciones relativas a la Arqu eologa.

    Al rechazar tales presupuestos, y por tanto defender el relativismo epistemolgico sin el nicoreferente de racionalidad cientfica, los nuevos enfoques radicales abran las posibilidades reales a ladiscusin terica, lo que debera implicar la renovacin absoluta de la disciplina. Ahora bien: esterelativismo llev a reivindicar, lgicamente, el principio de subjetividad, a partir del cual algunosautores radicales se encaminaron por la senda del subjetivismo, hasta llegar a situarse en una posicinextrema. Pero este subjetivismo y relativismo extremos impiden la posibilidad de crtica y de construiruna Arqueologa basada en algn tipo de racionalidad, lo que inevitablemente conduce a un escepticis-mo frustrante sobre la accesibilidad al conocimiento del pasado prehistrico del hombre. Lo cierto esque nicamente la Arqueologa Contextual asume de manera programtica que la motivacin indivi-dual, resultado de valores histricamente estructurados, es el motor del cambio cultural , premisa que,

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    14/25

    LMUDEN HERN NDO GONZ LO

    sin embargo, es atribuida frecuentemente en la bibliografa (Preucel y Earle, 1.986: 3 en este caso, porejemplo) a la Arqueologa Radical o post-procesual en general. Sin embargo, debe admitirse quedeterminados representantes de otras tendencias (fundamentalme nte neo-ma rxistas britnicos) incurrenen excesos relativistas comparables (v. infra), lo que puede justificar dichas extrapolaciones. Por tanto,resulta arriesgado incluir todas estas posiciones en un m ismo apartado, pues cad a una de ellas represen-ta grados distintos de relativismo epistemolgico, lo que a su vez imp lica otras diferencias.

    Para con seguir, en la medida de lo posible, una ms fcil com prensin de las distintas alternativas, yya que he desarrollado previamente posiciones no-relativistas, en primer lugar har referencia a losdistintos enfoques radicales conforme a un orden creciente de subjetivismo y relativismo (pasando asdel materialismo al idealismo). Comenzar por la Teora Crtica, la ms vinculada al materialismohistrico y que escapa del relativismo extremo en que pueden incluirse representantes de las demstendencias (aunque no todas las dems tendencias en s, v. infra), para acabar con la Arqueologacontextual. Sin embargo, term inar el apartado con la ltima tendencia post-estructural propuesta desdeCambridge, la Arqueologa interpretativa, que supone una crtica a los excesos subjetivistas previospretendiendo asum ir principios post-procesuales, procesuales y de la Te ora Crtica.1. La Teora Critica TC)

    Este trmino acoge una larga tradicin de estudio iniciada en Europa cuando en 1.923 se crea enFrankfurt el Instituto de Investigacin Social. La Escuela de Frankfurt , entre cuyos miembros destacaHorkheimer, ha mantenido su lnea de pensamiento hasta la actualidad, en que los escritos de Haber-mas, Marcuse o Adorno sirven de base a los nuevos crticos , tambin denominados por algunos para-ma rxistas (Trigger, 1.989: 13; Hodder, 1.988: 195).Sus defensores, que adoptan una perspectiva marxista de anlisis histrico, aceptan que el conoci-miento humano est histricamente determinado, aunque ello no implica la imposibilidad de crtica,como luego pretendern los relativistas extremos.

    En palabras de J.M. Vicent (1.991) la Teora Crtica sera, segn Habermas, la culminacin dela reflexin de las categoras de la Razn Autnoma de la Ilustracin sobre s mismas, iniciada por las crticas kantianas. El conocimiento cientfico aparece ante ella como un producto social, cuyo senti-do depende de su vinculacin con intereses no cognoscitivos, sino pertenecientes a la esfera de lapraxis social .

    La TC desarrolla una dialctica negativa que niega otro sentido a la prctica arqueolgica que elderivado de las propias circunstancias en las que se desarrolla, y cuyo fin es desvelar la falsa concien-cia que constituye dicha prctica (Ibidem). A juicio de este autor, la Arqueologa no tiene ningnsentido al margen de la nocin ilustrada de Razn Autnoma por lo que la misma justificacin deuna est vinculada estrechamente con la defensa de la otra . En consecuencia, no cree posible unaArqueologa posmoderna, si se identifica el movimiento posmoderno con la desconstruccin de laIlustracin.

    Aceptando tal premisa, la TC se plantea, como objetivo principal, analizar la falsa concienciainterpuesta por los arquelogos entre su percepcin de la actividad que realizan y los verdaderos

    compromisos de esta con la realidad (Ibidem), lo que constituye el punto de anlisis crucial y que,precisamente por ello, no ha sido abordado an por ninguno de los planteamientos pretendidamente

    6. A quien agradezco el haberme permitido manejar este texto, an indito.

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    15/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA5 radicales . Estos se han limitado, a su juicio, a elaborar nuevas teoras de la Arqueologa sinalcanzar, tampo co una autntica Filosofa de la Arque ologa .En este sentido, los comnmente considerados y auto-denominados enfoques radicales no serantales, puesto que no som eteran la disciplina a una crtica tal, dejando sin desvelar, en con secuencia, lasrelaciones entre conocimiento e inters, lo que resulta de capital importancia para valorar el futuro dela Arqueologa (Ibidem).II. Neo marxismo

    Schiffer (1.988: 467) defini el neo-marxismo com o algo que participa de ideas marxistas filtradasa travs de la sociologa y la antropologa social francesa (y a veces britnica) introducido recienteme n-te en la arqueologa britnica y americana (ej. Friedman y Rowlands 1.978, Miller y Tilley 1.984,Spriggs 1.984).

    En efecto, el neo-marxismo, denominado tambin marxismo decadente por Johnson y Earle(1.987), surge del marxismo estructural representado por filsofos como Althusser o Bettelheim yrepresentado a su vez en Antropologa por Godelier o Marshall Sahlins. Esta tendencia deriva, enprincipio (Preucel y Earle, 1.986: 2) de una parte, de los escritos de Marx, cercanamente ligada a susactividades polticas, segn la cual, la posibilidad de cambio creativo es esencial para hacer posible larevolucin. Considera que el comportamiento humano slo es comprensible dentro de contextos cultu-rales especficos, en los que la motivacin humana deriva de la estructuracin social de la realidad.Sobre estos principios han construido sus argumentaciones arquelogos como Tilley 1.981), Shen-nan (1.982) -referida adem s al Sureste espa ol- Miller y Tilley (1.984), Shanks y Tilley (1.982), etc..

    Al igual que los dems enfoques marxistas, la contradiccin y el conflicto son fundamentales paracomprender el proceso cultural; pero a diferencia de ellos, la superestructura, la ideologa, juega paraellos un papel primordial como agente causal de tales contradicciones: la ideologa es un factor activoen las relaciones sociales, en la construccin de la realidad, situndose, por tanto, en el extremoopuesto al materialismo vulgar .

    A veces, este poder de la ideologa se contempla dentro de un marco de anlisis materialista (porello algunos trabajos de Kristiansen podran incluirse aqu), pero muchas ms se ajusta a un evidenteidealismo (Miller y Tilley, 1.984; Parker Pearson, 1.984) que lleva al ltimo de estos autores, porejemplo, a defender (1.984: 61), sin ninguna mencin a su funcin econmica, que los tiles sonproductos de la ideologa en el mismo grad o que un c digo civil o una corona (Trigger, 1.989: 341).

    Pero no slo existen desacuerdos a este respecto. Tampoco coinciden, por ejemplo, en el grado enque deben conocerse las ideologas prehistricas para poder establecer el papel que jugaron en susrespectivas sociedades, o en la valoracin que les merece el peso de la ideologa actual en nuestravisin del pasado (Ibidem: 342-5). Porque, de hecho, del an lisis de la ideologa y de su im portancia enla configuracin cultural se deriva un variable convencimiento de que constituye un instrumento msde poder en m anos de la clase dominante (v. supra crticas a la inmutabilidad de la naturaleza huma na).Ello conduce a una posicin relativista, cuyas races se retrotraen hasta las primeras formulaciones dela TC, que profundiza en la interferencia de la ideologa actual en la labor del arquelogo, y que lleva asus representantes ms extremos (Miller y Tilley, 1.984 por ejemplo), a poner en tela de juicio laposibilidad de conocimiento del pasado, defendiendo que las diversas interpretaciones nicamentedeben juzgarse en funcin de su coherencia interna. Analizaremos las ltimas derivaciones (Shanks yTilley, 1.987a y b ) de estas posiciones iniciales al tratar de la Arqueologa post-mode rna.

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    16/25

    LMUDEN HERN NDO GONZ LO

    III Las Arqueologas estructuralistasAbandonando ya cualquier matiz materialista y por tanto cualquier punto de conexin con la NA y

    la Arqueologa Procesual, a la que se opone visceralmente, se encuentra la Arqueologa Contextual,corriente liderada por el britnico I. Hodder.La Arqueologa Contextual fue, durante un tiempo, la ms importante aplicacin en Arqueologa dela tradicin estructuralista, cuyo principal exponente es, como se sabe el antroplogo francs Levi-Strauss. Esa defiende, de una manera esquemtica, que la mente humana est regulada, a nivel incos-ciente, por una serie de estructuras que se manifiestan en las actividades conscientes y que, por tanto,quedarn reflejadas en las manifestaciones materiales. As, los objetos arqueolgicos se convierten ensmbolos de las estructuras inconscientes de la mente, o lo que es lo mismo, en significantes para unsignificado que se intenta conocer.

    En la actualidad, pueden diferenciarse tres enfoques derivados de esta misma base: la arqueologaestructural propiamente dicha -cuyo ms conocido representante fue A. Leroi-Gourhan-, la cognitiva yla simblica. P.J. Watson y Fotiadis 1.990) nos servir de base para su anlisis:

    Los tres coinciden en considerar la cultura material como un texto (en el sentido de Derrida), unconjunto de smbolos codificados con las leyes que organizaron la vida de las gentes que la cre. Sinembargo, la arqueologa estructural y la simblica estn mucho ms interesadas por la cualidad interac-tiva de la cultura -la interaccin entre grupos sociales y sistemas simblicos- que la cognitiva. Algunosarquelogos estructuralistas difieren de los simblicos en dotar a los sistemas simblicos de unaconfiguracin binaria, basada en conjuntos coherentes de oposiciones fundamentales masculino/feme-nino, puro/impu ro, sagrado/profano , etc.) y, en gen eral, apliquen el anlisis binario o no, los estructura-listas no estn interesados en conocer el origen de estos sistemas simblicos, cuestin que s preocupa alos arquelogos simblicos. Por su parte, los cognitivos, cuyo fin es encontrar las pautas cognitivasque, a su juicio, se codifican en la cultura material, usan a veces oposiciones binarias segn el mtodode Lvi-Strauss, pero no estn interesados ni en la cualidad interactiva de la cultura, ni en los orgenes,ni en el contexto histrico, socio-cultural o la importancia que para los individuos pudieran tener esossistemas simblicos que describen. Slo pretenden conocerlos en s mismos. Ahora bien, eso les lleva acompartir con los simblicos una profunda atencin al significado intracultural (intentar adoptar elpunto de vista de los nativos que protagonizan/zaron la cultura en estudio), ya que persiguen ms lainterpretacin que la formulacin de explicaciones cientficas, como antes haca la NA. Entre ellas, laArqueologa estructural sirve de base, en la actualidad, a los trabajos de F. Criado Boado (1.989,1.989b, 1.990).

    Pero ha sido la llamada Arqueologa contextual (tambin denominada Arqueologa simblica oestructuralismo simblico) ' la que posiblemente ms ha llamado la atencin entre las derivacionesestructuralistas. Sin duda dos factores han contribudo a ello: la plataforma desde la que parti, laUniversidad de Cambridge, y el xito personal de su principal representante, I. Hodder. De hecho, elrelativismo y el subjetivismo extremo que la definen, se han extrapolado en la bibliografa comocaracterstica general de las posiciones post-procesuales. Esa es la razn por la que centraremos en ellael estudio.

    I. Hodder, que durante los arios 70 haba trabajado en Arqueologa Espacial (Hodder y Orton,1.976), inici una nueva trayectoria profesional tras realizar trabajos etnogrficos en el lago Baringo alOeste de Kenya) donde descubri que la cultura material est llena de simbolismo, y por tanto,

    7. Desde este punto de vista aborda I.G. Lisboa 1985) una cuestin referente al Calcoltico espaol.

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    17/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA7significativamente constituida Hodder, 1.979). La primera consecuencia de tal apreciacin es, lgica-mente, que la cultura material deja de ser considerada como u n mero reflejo de la adaptacin ecolgicao la organizacin socio-poltica, tal como propone la NA, para convertirse en un elemento activo en lainteraccin social, que puede utilizarse tanto para enfatizar, como para enmascarar una determinadaideologa (Trigger, 1.989: 348).Ahora bien: si los restos materiales pueden, a travs de su simbolismo, utilizarse con fines opuestosdentro de un grupo social, ser imposible conocer su significado y, por tanto, esa organizacin social, amenos que examinemos todos los dems aspectos del registro arqueolgico. Esto es: necesitamosconocer todos los componentes de cada cultura arqueolgica, todo el c o n t e x t o para poder comprenderel significado de cada una de las partes Ibidem: 348-50). As, por ejemplo, los enterramientos puedencarecer de signos de diferenciacin, representando una realidad social sin desigualdades intergrupales,cuando el anlisis del asentamiento revela lo contrario, de lo que debe deducirse un intento de enmas-carar la ideologa prevalente y cmo sta utiliz los enterramientos de forma simblica. Lgicamente,con tal perspectiva, niega validez a todos aquellos trabajos donde se analizan aspectos particulares de lacultura, parcelas de su totalidad, lo que incluye los resultados de las llamadas Arqueologas de AlcanceMedio, desarrolladas por la NA (Arqueologa Funeraria, Arqueologa Social) en donde slo se tienenen cuenta algunas variables.La Arqueologa contextual reclama, as, la importancia del individuo en la elaboracin de la Histo-ria, al defender que la interaccin de la cultura material y la sociedad es particular para cada grupohumano. Slo podr comprenderse la cultura adoptando su punto de vista interno, por lo que noexiste explicacin en Arqueologa, sino slo interpretacin. Ahora bien, a partir de ello, trasladan elrazonamiento al presente, y con ello al arquelogo, sealando que ste no puede escapar al presente ensu visin del pasado. De eso se sigue que los datos arqueolgicos son interpretaciones dadas, basadasen nociones actuales que, en s mismas, influyen la teora que, se supone, debe ser probada, por lo que,consecuentemente, no hay posibilidades de verificacin cientfica (Preucel y Earle, 1.986: 2). Lacadena acaba en la afirmacin de Hodder (1.984: 30) de que no existen bases externas, objetivas, paradecir que cualquier teora que sea coherente, est bien argumentada y se ajuste a los datos, sea m ejorque cualquier otra que est bien argumentada, pero basada en asunciones distintas . En resumen, ellosupone afirmar que, puesto que todas las teoras y explicaciones son productos culturales y no hayrealidad objetiva contra la que probarlas, los preceptos y procedimientos de la ciencia son inapropiadospara la Arqueologa. El punto de llegada es la seria crisis escptica que P.J. Watson (y Fotiadis1.990: 621) atribuye a I. Hodder, o la consideracin de la Arqueologa como un simple ejercicioliterario a la que pa recen adscribirse algunos de sus seguidores.

    Pero la Arqueologa contextual es slo una d e las corrientes que podran inclurse en la denom inadapor Hodder (1.987), arqueologa post-moderna, a la que a su vez, suele identificarse en la profesin conla Arqueologa post-procesual y a la que Renfrew (1.990:34) prefiere denominar anti-procesual (mesigue alguien a estas alturas, o no slo no he impedido, sino que he provocado la huida?). Esta incluyevariadas lneas de fuerza 8 (Arqueologa Contextual, feminista, no-acadmica, del Tercer Mund o, etc.),que no intentan ya conocer la realidad -recordemos que, a su juicio, tal objetivo es ftil-, sino ofrecer

    8. En el sentido de que no constituyen corrientes o tendencias cerradas y distintas, sino lneas, a menudo convergentes,de un mismo p ensamiento derivado, como todo el post-procesualismo ingls, de una mezcla (?) de herm enetica y estructura-lismo. Casi podra decirse que se trata de una cuestin de nfasis, que puede ser circunstancial incluso en un m ismo autor, quede esta forma, parece, errneamente, representar posturas distintas, segn el texto que de l se maneje. Debo sealar a esterespecto la dificultad que entraa, al menos para m, sistematizar las posiciones actuales del pensamiento britnico enArqueologa, dada, precisamente, la falta de sistematizacin en su desarrollo.

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    18/25

    28LMUDENA HERNANDO GONZALOvisiones particulares del pasado -dadas las circunstancias particulares de cada arquelogo y su proyec-cin al pasado de las mismas- Ruiz, Chapa y Ruiz, 1.988: 14).No cabe duda de que la Arqueologa Contextual ha contribuido de una manera importante alconocimiento del pasado al demostrar el papel activo que tiene la cultura material en la configuracincultural. Pero ha recibido numerosas crticas (Preucel y Earle, 1.986, Schiffer, 1.988, Ruiz, Chapa yRuiz, 1.988, Kohl, 1.985, Watson y Fotiadis, 1.990, ETC.). La primera de ellas se dirige exactamentehacia todo aquello que intente sobrepasar tal pronunciamiento: la semitica ha establecido claramenteque la relacin entre el significante y el significado dentro de un sistema cualquiera de expresin, esarbitraria. Al signo se atribuye un significado que puede variar dependiendo de las culturas, al tiempoque los mismos significados se simbolizan en signos distintos. Del mismo modo puede decirse (Gallay,1.986: 197) que la relacin entre la cultura material y su significado simblico puede ser, esencialmen-te arbitraria. As pues, cmo puede determinarse en los estudios contextuales sobre la Prehistoria si larelacin entre ambas es directa, inversa, contradictoria, etc.? Cmo se puede reconstruir el significa-do? Trigger (1.989: 351) seala que, hasta ahora, ningn arquelogo ha descubierto cmo evitar laespeculacin al interpretar el significado cultural de las regularidades en el registro arqueolgico dela Prehistoria , adems de que, en cualquier caso, segn Gallay (1.986: 198-200 y 281), no hay formade demostrar una relacin isomtrica entre nuestras ideas sobe el pasado y las ideas que realmente lagente mantena en el pasado (Trigger, ibidem). Evidentemente, sta ser una de las principales causaspor las que los arquelogos contextuales dirigen su atencin especialmente al estudio de culturas conregistros escritos o a la Etnoarqueologa, en lugar de prestar atencin a la Prehistoria.En general, los crticos coinciden en denunciar una falta de cuerpo terico donde sean demarcadaslas cuestiones epistemolgicas, las estrategias metodolgicas, los objetivos y hasta el propio plantea-miento de veracidad, de un modo no ya criticable desde otro paradigma, sino desde el propio de laArqueologa Contextual (Ruiz, Chapa y Ruiz, 1.988: 14). Todo ello se manifiesta, a su juicio, en losresultados de sus trabajos, definidos por los autores citados por una arqueologa de ejemplos y laimposibilidad de analizar contextos prehistricos (Ibidem; Trigger, 1.989: 351-4; Watson y Fotiadis,1.990: 621). Debe sealarse que el lcido trabajo de Gibbon (1.989) puede sentar las bases de unanueva trayectoria en este sentido, al dotar a la arqueologa post-procesual de d icha base terica.

    Un ltimo grupo de autores basa su crtica en juzgar que, de las premisas que asumen, cabradeducir A) que los relativistas extremos aceptaran como vlida toda interpretacin coherente (v. supraHodder, 1.984: 30), independientemente de su inspiracin terica, no siendo este el caso (Schiffer,1.988: 468; Chippindale, 1.990: 465) y B) deberan aplicar el mismo relativismo para juzgar, en elpresente, el devenir de la Ciencia, cuestin que tambin parece contradictoria con sus argumentos Ruiz, Chapa y Ruiz, 1.988: 13).

    Lo cierto es que entre los radicales se llegaron a adoptar posturas criticadas incluso entre ellosmismos (por ejemplo Rowlands 1.984), que han representado el extremo idealista opuesto en la oscila-cin terica, a los ms estrictos planteamientos materialistas para los que el individuo era slo uninstrumento pasivo al servicio de la H istoria.

    Entre los ltimos y ms destacados representantes de la Arqueologa post-procesual puede contarsea M. Shanks y C. Tilley, cuyas dos ltimas obras (1.987a y b) han sido objeto de generalizada atencin(v. Shanks y Tilley, 1.989). En ellas, pretenden defender un pluralismo radical y prestan especialatencin a cuatro corrientes actuales de pensamiento (Ibidem:10): hermenetica, estructuralismo ypost-estructuralismo, Teora Crtica y materialismo dialctico. No creen deseable una teora unificadaque integre esas diferentes tendencias, ya que representara, necesariamente, un acto reduccionista yesencialista. Por el contrario, el objetivo debe ser un sistema abierto de referencias que permita

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    19/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA9desarrollar una arqueologa social madura y auto-reflexiva. Slo as podr alcanzarse , a su juicio, ungenuino pluralismo (Ibidem), distinto al actual, que slo es tolerado mientras no suponga unaautntica oposicin que no pueda ser neutralizada (en una diversidad de perspectivas igualmenteverdaderas) o contenida de alguna otra manera (Ibidem:11). La meta final debe ser (Ibidem:9)establecer una socio-poltica diferente de la arqueologa , pues ya que sta no es autnoma de lasociedad, los efectos de su discurso impregnan y afectan a toda la produccin cultural (Ibidem:11). Espor ello que el significado del pasado no pertenece al pasado, sino al presente y que la arqueologa noes tanto una lectura de los signos del pasado, cuanto un proceso en el que estos signos se escriben en elpresente" (Ibidem:4).

    El artculo de Shanks y Tilley va acompaado de extensos y lcidos comentarios de otros autores,que sirven de claros denotadores de la situacin actual de la arqueologa en el mundo ingls. Porquedos comentarios llaman poderosamente la atencin: por un lado, el de Renfrew, brillante clarificacinde trminos y presupuestos en su defensa de la arqueologa procesual. Y por otro, el de I. Hodder.Resulta curioso que sea precisamente este autor quien critique a Shanks y Tilley (Hooder, 1.989:15)su incapacidad para abordar en trminos verdaderamente dialcticos el anlisis de las principalescuestiones del debate -la oposicin presente/pasado, teora/datos, etc.- y quien seale (Ibidem:17) que,"en realidad, producir un pasado plural y polismico es presagiar la prdida de la autoridad arqueolgi-ca (...) y de cualquier capacidad para hablar sobre el pasado".

    Tan aparente cambio de actitud responde a la asuncin de los presupuestos de la arqueologainterpretativa, ltima corriente terica abanderada por . Hodder (1.991).La arqueologa interpretativa pretende superar las carencias demostradas tanto por la arqueologa

    procesual como por la post-procesual. Esas se refieren, fundamentalmente, a la falta de sensibilidadpara la interpretacin de los significados histricos internos y especficos y a la despreocupacin por elcontexto social e ideolgico del arquelogo (Ibidem:8). Hodder considera aho ra que la anterior arqueo-loga post-procesual argumentaba en realidd sobre el presente, no sobre el pasado, y que criticando alas dems alternativas practicaban muy escasa autocrtica: Tan radical como (...) pretenda ser , enrealidad "tenda a hacer lo m ismo" que la arqueologa procesual "de diferente forma" (Ibidem).

    Propone un nuevo modelo que incorpore los logros obtenidos por otras tendencias. Estara basadoen tres premisas fundamentales: 1) El reconocimiento de la existencia de cierta objetividad del pasado,lo que significa que los datos se forman en una relacin dialctica. Tal asuncin es la nica va paraque grupos no acadmicos o institucionales de arquelogos puedan desarrollar, con posibilidadescompetitivas reales, hiptesis alternativas de explicacin (Ibidem:10 y 15). Ello deriva en un interstcnico o instrumental y se corresponde con lo que "la mayora de los arquelogos am ericanos identifi-can como ciencia en la arqueologa procesual, ecolgica, evolucionista, (...), positivista"(Ibidem:13).

    2) Es necesario comprender al Otro en sus propios trminos, para lo que parece imprescindible uncomponente hermenetico en la interpretacin (Ibidem:10-15). Ello contribuir a dotar al pasado deuna "escala hum ana", sacndole del encierro en una ciencia o teora distante y ab stracta al que ahora lesometemos. De esta manera, puede decirse que interpretar es actuar, porque la interpretacin trae elpasado a debate pblico (Ibidem:15).3) Debe incorporarse la auto-crtica y el dilogo con o tras posiciones. Para ello la Teora Crtica, yareclamada por Shank s y Tilley (v.supra) puede ser de gran utilidad.

    En resumen podra decirse que la arqueologa interpretativa construye narrativas o cuenta histo-rial . Pero historias en las que se admite el poder e influencia de su retrica, que estn hechas a escalahumana, que no excluyen el punto de vista de los autores y donde est presente el narrador paraposibilitar la crtica (Ibidem:13).

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    20/25

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    21/25

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    22/25

    LMUDEN HERN NDO GONZ LO

    los aos 80, a juzgar por el tipo de temas que protagonizaron la III sesin del TAG (TheoreticalArchaeology Group), celebrada en Lampeter en Diciembre de 1.990: Arqueologa feminista, tradicine identidad cultural, uso simblico del espacio y la arqueologa, la influencia de la emocin en laArqueologa, etc La A rqueologa feminista mantiene y refuerza la atencin, sirviendo de crtica a suvez a otras posiciones post-modernas (Ibidem:9).Por otro, un nfasis en la utilizacin de la semitica para el anlisis del pasado. Desde este punto devista, el registro arqueolgico se identifica con un texto que hay que descifrar, acudindose para elloa estudios sobre Filosofa y Lingstica estructuralista (del tipo J. Derrida o M. Foucault) (Bapty yYates, 1.990).

    Y por ltimo, un desarrollo de la arqueologa interpretativa que, como vimos y de acuerdo a ladescripcin de Shanks, intentar, de forma gene ral, ajustarse a los datos, seguir la evidencia real de unpasado que realmente existi , explicar los mundos pasados en trminos de como vemos nosotrosnuestros propios mundos presentes y, por ltimo, intentar ser retrica, esto es, realizar su trabajocon algn grado de gracia y estilo (Chippindale, 1.990:465).

    Para term inar, en el nivel de los previsibles desarrollos de la tcnica aplicada a la Arque ologa, cabedestacar el de la Informtica y los sistemas expertos de Inteligencia Artificial para el estudio del pasa-do ' 3 por una parte, Francia, como reaccin a las influencias anglfonas, est empezando a desarrollarlo que sus creadores (A. Gallay y J.CI. Gardin) califican de reflexin sobre la naturaleza epistemolgi-ca de la Arqueologa (Gallay, 1.989: 28) y que ha recibido el nombre de Logicismo . Reclamando denuevo el tan vilipendiado positivismo, consiste en un anlisis de los onstru tos arqueolgicos, o mssimplemente, de las publicaciones arqueolgicas. En consecuencia, el logicismo no hace referencia enprimera instancia al menos, a los restos arqueolgicos en s mismos, sino a lo que los arquelogosdicen de ellos (Ibidem). Para ello esquematiza el razonamiento arqueolgico de un modo similar al delos sistemas expertos, intentando revelar los fundamentos de las interpretaciones propuestas, ademsde sus defectos , con lo que hacen aparentes otras pautas de razonamiento (Ibidem : 32-33).

    Por otra parte, en Gran bretaa se est realizando, aunque desde presupuestos tericos contrarios(Stutt y Shemnan, 1.990), investigaciones encam inadas a conseguir un program a de Inteligencia Artifi-cial de ayuda al arquelogo para la produccin y evaluacin de argumentos. Para ello se parte deanalizar la naturaleza de stos, dentro tambin del inters por la L ingstica post-estructural.

    En conclusin, en el futuro parece perfilarse un mayor nivel de exigencia auto-crtica, tanto en lasposiciones procesuales como en las post/anti-procesuales, lo que sin duda conducir a un mayor nivelde conciencia sobre la responsabilidad social de nuestro trabajo. Por otro lado, la ampliacin y perfec-cionamiento de tcnicas y mtodos para la recuperacin y tratamiento del registro arqueolgico parececonstituir, tambin, punto de encuentro de los futuros desarrollos de la disciplina. Pero, en cualquiercaso, la alternativa de estudio seguir tan claramente definida como hasta ahora, dilucidndose a travsdel inters en lo general o en lo particular, del nfasis en lo objetivo o en lo subjetivo, de la carga derealidad especfica que se conc eda al O tro '4.

    12. Agradezc o a M.I. Martnez Navarrete el haber tenido acceso al resumen del programa de dicha reunin.13. Es de destacar en este sentido, el xito de participacin que registr el Congreso sobre Aplicaciones Informticas enArqueologa, organizado por V. Fernndez y G. Fernndez en el Dpto. de Prehistoria de la Universidad Complutense deMadrid durante el mes de octubre de 1990. (FERNAND EZ MA RTINEZ, V. y FERNAND EZ LOPEZ, G . e.p.).14. Debo agradecer a J.M. Vicent y a F. Criado sus clarificadores comentarios a cualquiera de mis consultas. A G. Politisla lectura detenida y crtica del texto y sus oportunas y ac ertadas reflexiones. No haberlo sabido m ejorar ms es, por supue sto,de mi nica responsa bilidad.

    SPA L 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    23/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA3I LIOGR FI

    ALCINA FRANCH J. (1.989): A rqueologa A ntropolgica. Akal U niversitaria, Serie Arqueologa. M adrid.ALONSO DEL REAL, C. 1.987): Prlogo en J.M. Bello, F. Criado y J.M. Vzquez Varela 1.987): La cultura

    megaltica de la provincia de La Corua y sus relaciones con el marco natural: implicaciones socioeconmi-cas. Excma. D iputacin Provincial de

    La Corua. La C orua, pp. 13-14.ARNO LD, B. (1.990): The past as propaganda: totalitarian archaeology in Nazi Germany. Antiquity 64:464-78.BAPT Y, I y YATES , T. (Eds.) (1.990): A rchaeology after Structuralism. Routledge, London.BINFORD, L.R. (1.962): Archaeology as Anthropology. A m erican A ntiquity 28 (2): 217-225.(1.965): Archaeological systematics and the study of culture process . A merican A ntiquity, 31: 203-210.- : (1.968): Archaeological perspectives. En S.R. B inford y L.R. Binford (eds.): New Perspectives in A rchaeo-logy. Aldine, Chicago, pp 5-32.

    CHIPPINDALE, C. 1.990): Theoretical Archaeological Group: IInd Conference. Current Arthopology 31 4):463-466.CLARK E, D. (1.968): A nalytical A rchaeology. Methuen, London (A rqueologa A naltica, Bellaterra, S.A. Barce-lona, 1.984).- : (1.973) Archaeology: a loss of innocence. Antiquity 57: 6-18.CRIADO BOADO, F. (1.988): Qu es un arquelogo? Qu es la Arqueologa? R evista de A rqueologa, 82: 5-7.- 1.988b): Contribucin al estudio de las relaciones entre las comunidades megalticas del Noroeste

    peninsular y su medio natural: implicaciones socio-econmicas. Universidad de Santiago: Tesis doctoralpresentada en la Facultad de Geografa e H istoria. Indito.-: 1.989): Megalitos, espacio, pensamiento. Trabajos de Prehistoria 46: 75-98.- (1 .989b): El passat segons el poder: a lternatius, policies i arquelegs a Stonehenge. Cota Zero 5: 109-114.- : 1.990): Arqueologa del paisaje en Galicia. Arqueolga Espacial. Lisboa-Tomar, 10-13 Marzo, 1.988.Teruel 61-117.CRIADO, F., NOCETE, F. y VICENT, J. 1.991): Convocatoria para una reunin de Arqueologa Terica. Texto

    publicado en Rev ista de A rqueologa 120, A bril 1.991. pp. 63-64FERNANDEZ MARTINEZ, V. 1.989): Teora y metodologa de la Arqueologa. Historia Universal I. Prehisto-ria. Ed. Sstesis. Madrid.FERNANDEZ MARTINEZ, V. y FERNANDEZ LOPEZ, G. coord.) e.p.): Aplicaciones Informticas en Ar-queologa. Complutum.FLANNERY, K.V. (1.973): Archaeology with a capital S. En Ch.L. Redman (ed.): Research an theory in currentarchaeology, Wiley, New Yo rk, pp. 47-58.FRIEDMAN, J. (1.974): Marxism, Structuralism and vulgar materialism. Man 9 (3): 444-469.FRIEDMAN, J. y ROWLANDS M.J. 1.978): Notes toward an epigenetic model of evolution of civilisation. En

    J. Friedman y M.J. Rowlands (Eds.): the evolution of social systems. Duckworth, London, pp. 201-279.FRITZ, J.M. y PL OG, F.T. (1.970): The nature of archae ological explanation. A m erican A ntiquity 35:405-412.GALLAY , A. (1.986): L A rquologie demain. Belfond, Paris- : (1 .989): Logicism: a french view of archaeological theory founded in computational perspective. A ntiquity63: 27-39.GIBBON , G. (1.989): Explanation in archaeology. Basil Blackwell, Oxford.HARRIS, M. 1.979): El desarrollo de la teora antropolgica. Una historia de las teoras de la cultura. SigloXXI, Madrid.- : (1.982): El materialismo cultural. Alianza Universidad, n 324, Madrid.HERNANDO GONZALO, A. 1.987): Evolucin cultural diferencial durante el Calcoltico entre las zonasridas y hmeda s el Sureste espaol? Trabajos de Prehistoria 44: 171-200.- : 1.988): Evolucin interna y factores ambientales en la interpretacin del Calcoltico del Sureste de laPennsula Ibrica: una revisin crtica. Col Tesis Doctorales. n 188/88. Ed. de la Universidad Complutense.Madrid.

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    24/25

    LMUDEN HERN NDO GONZ LO1.988b): Los estudios prehistricos: evolucin y perspectivas. Mtodos y tendencias actuales en la investigacin geogrfica y prehistrica. Estudios de Geografa e Historia 1: 49-56.- e.p.): Interpretaciones culturales del Calcoltico del Sureste Espaol. Estudio de sus bases tericas. Cua-dernos de Prehistoria de la Universidad de Granada

    HODDER, 1 1.979): Social and economic stress and material culture patterning. American Antiquity 44: 446-454.- : 1.982a): Theoretical archaeology: a reactionary view. En I. Hodder Ed.): Symbolic and structural Ar-

    chaeology. Cambridge University Press. Cambridge, pp: 1-16.- 1.982b): Sy m bols in action. Camb ridge University Press. London.- : 1.984): Archae ology in 1.984. A ntiquity 58: 25-32.- : 1.987): La Arqueologa en la era Post-moderna. Trabajos de Prehistoria 44: 11-26.1.988): Interpretaciones en Arqueologa. Ed. Crtica, Barcelona.- : 1.989): Comm ents on Archaeology into the 1.990s. Norwegian A rchaeology Rev iew 22, N21:15-18.1.991): Interpretative archaeology a nd its role. A merican A ntiquity 56 1): 7-18.HODD ER, I. y ORTON, C. 1.976): Spatial analysis in A rchaeology. Cambridge University Press.HUNTER, M. 1.973): Archaeology and ethnology. In C. Renfrew ed.): The Explanation of Culture Change.Duckworth, London. Pg. 481-92.JOHNSON, A. y EARLE, T.K. 1.987): The evolution of human societies: from forager group to agrarian state.Standford University Press. Standford.KLEJN, L.S. 1.971): La arqueologa en Gran Bretaa: un punto de vista marxista. Cuadernos de AntropologaSocial y Etnologa 3:25-40.- : 1.973): Marxism, the systemic approach and archaeology. In C. Renfrew ed.) : The Explanation of Culture

    Change: Models in Prehistory. Duckwo rth, London. Pg.691-710.KOH L, P. 1.981): Materialist approaches in Prehistory. A nnual Review of A nthropology. 10: 89-118.1.985): Symbolic cognitive archaeology: a new loss of innocence . Dialectical A nthropology 9: 105-117.KUH N, T.S. 1.970): The Structure of Scientific Rev olutions. Chicago U niversity Press, Chicago.LISBOA, I.G. 1.985): Meaning and messages: mapping style in the Iberian Calcolithic. A rchaeological R eviewfrom Cambridge 4:2, pp.181-196.MALES, A. 1.986): Past and Present of the Andean Indian society: the Otavalos. Who needs the Past? UnwinHyman, London. pp. 95-104.MAMAMI CONDORI, C. 1.986): History and prehistory in Bolivia: What about the indians? Who needs thePast? Unwin Hyman, London. pp. 46-59.MARTINEZ NAVARRETE, M.I. 1.989): Una revisin crtica de la prehistoria espaola: la Edad del Broncecomo paradigma. Siglo XXI, Madrid.- : 1.990): El arquelogo como profesional libre en la recuperacin del Patrimonio. Coferencia pronunciadaen el Colegio de Doctores y L icenciados de Madrid el 12-XII-1-990. Indito.MELTZER 1.979): Paradigms and the nature of change in American Archaeology. A merican A ntiquity 44:644-

    57.MILLER, D y TILLEY, C. eds.) 1.984): Ideology Power and Prehistory. Cambridge University Press. Cam-bridge.MOR GAN C.G. 1.973): Archaeology and explanation. W ord A rchaeology. 4:259-276.ORM E, B. 1.975): John A ubrey and the Realm of L earning. Duckworth, London.PARKER PEARSON, M. 1.984): Social Change, ideology and the archaeological record. En M. Spriggs ed.):

    59-71.PIGGOT, S. 1.950): W illiam S tukeley: A n Eighteenth-Century A ntiquary. Oxford University Press.PREUCEL, R.W. y EARLE, T.K. 1.986): Processual Archaeology and the Radical Critique. Paper presented at

    the World Archaeological Congress, Southamptom, England, September 5, 1.986.RAMOS MILLAN, A. 1.981): Interpretaciones secuenciales y culturales de la Edad del Cobre en la zonameridional de la Pennsula Ibrica. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada 6: 203-256.RATH JE, W.L. y SCHIFFER, M.B. 1.982): A rchaeology. Harcourt Brace Jovanovich, N ew York.

    SPAL 1 1992)

  • 8/12/2019 Hernando, Almudena 1992 EnfoquesTeoricosEnArqueologia-176590

    25/25

    ENFOQUES TEORICOS EN ARQUEOLOGIA5RENF REW , C (1.982): Explanation revisited. En C. Renfrew, M .J. Rowlands y B. Abbot Segraves (eds.): Theory

    and ex plantion in A rchaeology: T he Southam pton Conference. Academie Press, New York, pp.5-23.- : (1.989): Comments on Archaeology into the 1.990s. No rwegian A rchaeological Review 22, N21:33 41.ROW LAN DS, M . (1.984): Objetivity and subjetivity in archaeology. en M. Spriggs (ed): 108-113.RUIZ RODRIGUEZ, A. 1.989): De las arqueologas a la Arqueologa. En 1.978-1.988 Andalucia: diez aos de

    cultura Consejera de Cultura: 11-17.RUIZ RODRIGUEZ, A. CHAPA BRUNET, T. y RUIZ ZAPATERO, G. 1.988): La Arqueologa contextual:

    una revisin crtica. Trabajos de Prehistoria 45:11-17.RUIZ RODRIGUEZ, A, HORNOS MATA, F. y MOLINOS MOLINOS, M. e.p.) Teora de la arqueolga en la

    - conservacin del patrimonio. I Coloquio Hispano-Mexicano de Teora, Mtodo y Conservacin en Arqueolo-ga Castillo de Magalia. Las Navas del Marqus (Avila) 1.988.RUIZ ZAPATERO, G. (1.991): Arqueologa y Universidad. La Reproduccin del sistema . Rev ista de A rqueologa Febrero 1.991: 6-7.

    SCHIFFER, M.B. (1.988): The structure of Archaeological Theory. A m erican A ntiquity 53 (3): 461-485.SEMENOV, S.A. 1.981): Tecnologa prehistrica Estudio de las herramientas y objetos antiguos a travs delas huellas de uso. Akal Editor, Madrid.SHANKS, M y TILLEY, C. 1.982): Ideology, symbolic power and ritual communication: A reinterpretation of

    Neolithic mortuary practiques. En I Hodder (Ed.): Symbolic and structural Archaeology . Cam bridge Univer-sity Press. Cambridge, pp: 129-154.- : (1.987a): Re constructing A rchaeology . Cambridge University Press.- (1.987b): Social Th eory and A rchaeology . Polity Press, Oxford.- : (1.989): Archaeology into the 1990s. N orwegian A rchaeological R eview 22, N91:1-12.SHENNAN, S. 1.982): Ideology change and the european early Bronze Age. En 1 Hodder Ed.): Symbolic and

    structural Archaeology Cambridge University Press. Cambridge, pp: 155-161.SPRIGG S, M. (Ed.) (1.984): M arxist perspectives in A rchaeology Cambridge U niversity Press. Cambridge.STERUD, E.L. 1.973): A paradigmatic view of prehistory. In C. Renfrew ed.): The Explanation of Culture

    Change: Models in Prehistory. Duckworth, London. Pg.3-17.STUTT, A . y SHEN NAN , S. (1.990): The nature of Archaeological arguments. Antiquity 64: 766-777.TAYLOR, W.(1.948): A Study of A rchaeology. Mem oir 69. American Anthropological Association.TILLEY, C. (1.981): Conceptual frameworks for the explanation of sociocultural change. En I. Hodder, G. Isaac

    y N. Hamm ond (eds.): Patterns of the Past Cam ridge University Press. Cambridge, pp. 363-386.-: 1.984): Ideology and the legitimation of power in the middle Neolithic of southern Sweden. en D. Miller y

    C. Tilley (eds.): pp. 111-146.TRIGGER, B. 1.978): Time and Traditions Essays in archaeological interpretations Edinbourgh UniversityPress. Edinbourgh- : (1.989): A History of A rchaeological Thought. Cambridge University Press. C ambridge.- : (1.990): The 1.990s: North Am erican Archaeology with a human face? A ntiquity 64: 778-787.VICENT GARCIA, J.M. (1.985): Bases terico-metodolgicas para el estudio del comienzo de la produccin dealimentos. Mem oria de licenciatura. Universidad A utnoma d e Mad rid. Indita- : (1.991): Arqueologa y Teora C rtica. Trabajos de Prehistoria 48. e.p..WARTO FSKY, M .W. (1.978): Introduccin a la Filosofa de la Ciencia Alianza Universidad n 38, Madrid.WA TSON , P.J. y FOTIADIS, M. (1.990): The Razor s Edge: Sym bolic-Structuralist Archaeology and the Expan-

    sion of Archaeological inference. A m erican A nthropolist 92: 613-629.WATSON, P.J., LeBLANC, S.A. y REDMAN, C.H.L. 1.974): El mtodo cientfico en Arqueologa AlianzaUniversidad, Madrid (P ed.inglesa 1.971)WILL EY, G.R. y SABLO FF, J.A. (1.974): A history of american archaeology . Thames and Hudson, London.

    SPAL 1 1992)