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Jovellanos, aficionado historiador de las Bellas Artes (hacia una clasificación de su corpus sobre las artes figurativas y la arquitectura) 1 Jovellanos, Connoisseur and Historian of Fine Arts (towards a Classification of his Writings on Figurative Arts and Architecture) 2 JUAN DÍAZ ÁLVAREZ Universidad de Cantabria Resumen: Jovellanos tiene una abundante producción intelectual referida a las Artes, tanto desde una po- sición de crítico y teórico como desde la de un aficionado y coleccionista. Esta actividad puede ras- trearse desde su periodo sevillano (1768-1779) hasta su fallecimiento en 1811. Han de observarse dos periodos fructíferos en este campo. El primero, los años 1780, época de ascenso profesional de don Gaspar como académico, extensible a su retiro forzado a su Asturias natal en la década posterior; la segunda desde su encierro en el castillo de Bellver, sobre todo en los años 1804-1808. Este artículo tiene la finalidad de aproximarse a la producción historiográfica sobre las artes de Jovellanos, así como establecer una clasificación y fijación de su corpus al respecto. Palabras clave: Jovellanos, Escritos sobre Bellas Artes, España, Ilustración Abstract: Jovellanos produced a range of writings on Fine Arts from a critical and theoretical point of view as well as from that of a connoisseur and collector. This activity can be traced from his Cuadernos Jovellanistas, 11, 2017, 55-98 ISSN: 2386-4443 1 El extenso trabajo original, del cual este es un extracto, titulado Jovellanos, historiador del Arte (Los albo- res de la Historia de las Bellas Artes españolas en el «otoño» de la Ilustración), obtuvo el Accésit en el XVIII Pre- mio Internacional de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias de la convocatoria de 2015, otorgado en 2016. 2 This article is part of the Essay which received the runner-up award in the eighteenth International Re- search Contest, by the Foro Jovellanos Foundation of the Principality of Asturias in 2016.

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Jovellanos, aficionado historiador de las BellasArtes (hacia una clasificación de su corpus sobre

las artes figurativas y la arquitectura)1

Jovellanos, Connoisseur and Historian of FineArts (towards a Classification of his Writings on

Figurative Arts and Architecture)2

JUAN DÍAZ ÁLVAREZ

Universidad de Cantabria

Resumen:Jovellanos tiene una abundante producción intelectual referida a las Artes, tanto desde una po-

sición de crítico y teórico como desde la de un aficionado y coleccionista. Esta actividad puede ras-trearse desde su periodo sevillano (1768-1779) hasta su fallecimiento en 1811. Han de observarsedos periodos fructíferos en este campo. El primero, los años 1780, época de ascenso profesionalde don Gaspar como académico, extensible a su retiro forzado a su Asturias natal en la décadaposterior; la segunda desde su encierro en el castillo de Bellver, sobre todo en los años 1804-1808.Este artículo tiene la finalidad de aproximarse a la producción historiográfica sobre las artes deJovellanos, así como establecer una clasificación y fijación de su corpus al respecto.Palabras clave: Jovellanos, Escritos sobre Bellas Artes, España, Ilustración

Abstract:Jovellanos produced a range of writings on Fine Arts from a critical and theoretical point of

view as well as from that of a connoisseur and collector. This activity can be traced from his

Cuadernos Jovellanistas, 11, 2017, 55-98 ISSN: 2386-4443

1 El extenso trabajo original, del cual este es un extracto, titulado Jovellanos, historiador del Arte (Los albo-res de la Historia de las Bellas Artes españolas en el «otoño» de la Ilustración), obtuvo el Accésit en el XVIII Pre-mio Internacional de Investigación Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias de la convocatoria de2015, otorgado en 2016.

2 This article is part of the Essay which received the runner-up award in the eighteenth International Re-search Contest, by the Foro Jovellanos Foundation of the Principality of Asturias in 2016.

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time in Seville (1768-1778) until his death in 1811. Two fruitful periods can be identified in thisfield. The first in the 1780s, the period of don Gaspar’s thriving career as an academic, stretchingto his forced retirement to his native Asturias in the following decade; the second from his con-finement in the castle of Bellver, above all in the years 1804-1808. This paper focuses on Jove-llanos’s historiographical writings on Fine Arts, with the aim to establish a classification anddefine the corpus thereof.Key Words: Jovellanos, Writings on Fine Arts, Spain, Enlightenment

La vinculación de Jovellanos con las manifestaciones artísticas, ya sea como aficionadoy coleccionista, ya sea como crítico e historiador, abarca prácticamente todo su pe-

riodo vital, y puede rastrearse desde el inicio de su vida pública en Sevilla, donde ejerciócomo magistrado de su Real Audiencia entre 1768 y 1778.

La finalidad de esta contribución es mostrar una clasificación de la obra jovellanista detemática artística, a raíz de trabajo que obtuvo el Accésit al XVIII Premio Internacional delForo Jovellanos del Principado de Asturias: Jovellanos, historiador del Arte (Los albores dela Historia de las Bellas Artes españolas en el «otoño» de la Ilustración). Estimo que un re-sumen ajustado del mismo sería desmesurado, por lo que me decanto hacia una fijación deun corpus aproximado y su clasificación.

Desde el mismo óbito de don Gaspar hubo una voluntad de magnificar su figura y obra,con la elaboración de las primeras biografías e intentos de catalogar su producción poligrá-fica. Entre los primeros biógrafos han de citarse tres individuos, que lo habían tratado en vida,sobre todo dos: el canónigo Carlos González de Posada (Candás, 1745-Tarragona, 1831) yel académico Juan Agustín Ceán Bermúdez (Gijón, 1749-Madrid, 1829), con los que colaboróy se carteó extensa y dilatadamente, por el interés compartido en materias históricas y artísti-cas. El tercero sería Isidro de Antillón (Santa Eulalia del Campo, Teruel, 1778-1814).

Posada fue el primer biógrafo del prócer gijonés. Apenas transcurridos dos meses de sumuerte, redactó un pequeño texto (que permanecería inédito durante siglo y medio hastaque fue rescatado por el profesor José Miguel Caso González3). Casi simultaneo, Antillóneditaba en febrero de 1812 su homenaje a Jovellanos con la que pasa por ser su primera bio-grafía publicada, que gozó de gran éxito a juzgar por las tres ediciones que se sucedieronen poco más de un año4. El tercer autor que nos deja su visión sobre su paisano fue Ceán.

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3 José Miguel CASO GONZÁLEZ, «Una biografía inédita de Jovellanos: las Memorias de González de Po-sada». Boletín del Centro de Estudios del Siglo XVIII, Núm. 2, 1974, pp. 57-92. El artículo fue corregido y au-mentado con el mismo título en José Miguel CASO GONZÁLEZ, De Ilustración y de Ilustrados, Oviedo, IFES XVIII,1988, pp. 163-201. Sobre la figura del canónigo Posada vid. José REMESAL RODRÍGUEZ y Josep M.ª PÉREZ SUÑÉ,Carlos Benito González de Posada (1745-1831): vida y obra de un ilustrado entre Asturias y Cataluña, Madrid,Real Academia de la Historia, 2013.

4 Isidro de ANTILLÓN Y MARZO, Noticias históricas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, Palma, Impr. MiguelDomingo, 1812 (2.ª ed. aumentada y corregida, Palma, Impr. Miguel Domingo, 1812; 3.ª ed. Cádiz, Impr. Tor-

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Su contribución no solo relata los avatares de su vida, además es el primero en aproximarseal corpus de su extensa y variada obra5.

Las compilaciones sobre la obra jovellanista no se dejaron esperar demasiado. El pri-mero en acometer la tarea fue Ramón María Cañedo del Riego entre 1830 y 1832, para ellohubo de indagar en archivos privados y públicos, aquellos de las instituciones por las quepasó don Gaspar, dando lugar a la configuración de la mayor parte de su corpus docu-mental. En las postrimerías de la misma década, Wenceslao de Linares y Pacheco lanzauna edición que no aporta grandes novedades con respecto a la anterior. Un lustro mástarde aparece la versión de Francisco de Paula Mellado. Tras ellos Cándido Nocedal ejercecomo colector y crítico en 18586.

Habrá que esperar a los años 1980 para que se realice la última edición de las obras deJovellanos desde presupuestos científicos y con una metodología sistemática. La tarea fueiniciada por el profesor José Miguel Caso González, como director del Centro de Estu-dios del Siglo XVIII, luego Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, dando a la luz susEscritos literarios, su Epistolario y una parte del Diario7. Tras su muerte, continuaron lalabor sus discípulos desde una posición interdisciplinar. De este modo, se concluye la edi-ción del Diario, a cargo de María Teresa Caso Machicado y Javier González Santos8, y se

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mentaria, 1813). Sobre esta publicación y su acogida vid. Isidro de ANTILLÓN Y MARZO, Noticias históricas de D.Gaspar Melchor de Jovellanos, ed. y estudio de L. Esteban, Valencia, Universidad de Valencia, 1994, pp. 65-76.

5 Juan Agustín CEÁN BERMÚDEZ, Memorias para la vida del Excmo. Señor D. Gaspar Melchor de Jovellanos ynoticias analíticas de sus obras, Madrid, Impr. que fue de Fuentenebro, 1814.

6 Ramón M.ª CAÑEDO DEL RIEGO (ed.), Colección de varias obras en prosa y verso del Excmo. Sr. D. GasparMelchor de Jovellanos, adicionadas con algunas notas, 7 vols., Madrid, Impr. León Amarida, 1830-1832; Wences-lao de LINARES Y PACHECO (ed.), Obras del Excmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos, ilustradas con numerosasnotas y dispuestas por orden de materias en un plan claro, vario y ameno, aumentadas además con un considerable cau-dal de escritos del autor, dignos de la luz pública, e impresas ahora colectivamente por primera vez con la vida de JoveLlanos, 8 vols., Barcelona, Impr. Francisco Oliva, 1839-1840; Francisco de Paula MELLADO, Obras de D. GasparMelchor de Jovellanos, 5 vols., Madrid, Est. Tip. Francisco de Paula Mellado, 1845-1846; Cándido NOCEDAL

(ed.), Obras publicadas e inéditas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos: colección hecha e impresa por —, tomos 1 y2, Madrid, Impr. M. Rivadeneyra, 1858 y 1859.

7 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Obras Completas. Tomo I. Escritos literarias, ed. crítica, introducción y notasJ. M. Caso González, Gijón, Ayuntamiento de Gijón, CES XVIII, 1984; Obras Completas, Tomo II. Correspondencia1.º (1767-junio de 1794), ed. crítica, introducción y notas J. M. Caso González, Gijón, Ayuntamiento de Gijón, CESXVIII, 1985; Obras Completas. Tomo III. Correspondencia 2.º (julio 1794-Marzo, 1801), ed. crítica, introducción ynotas, J. M. Caso González, Gijón, Ayuntamiento de Gijón, CES XVIII, 1986; Obras Completas. Tomo IV. Correspon-dencia 3.º (abril, 1801-Septiembre, 1808), ed. crítica, introducción y notas J. M. Caso González, Gijón, Ayuntamientode Gijón, IFES XVIII; Obras Completas. Tomo V. Correspondencia 4.º (octubre, 1808-1811), ed. crítica, introducción ynotas J. M. Caso González, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFES XVIII, 1990; Obras Completas. Tomo VI. Diario 1.º(Cuadernos I a V, hasta 30 de agosto de 1794), ed. crítica, introducción y notas J. M. Caso González, con la colabora-ción de J. González Santos, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFES XVIII, 1994.

8 JOVELLANOS, G. M. de: Obras Completas. Tomo VII. Diario 2.º. Cuadernos V, conclusión, VI y VII (desde el1 de setiembre de 1794 hasta el 18 de agosto de 1797), ed. crítica, prólogo y notas M.ª T. Caso Machicado y J.

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aborda el resto de materiales de modo temático: los escritos asturianos, a cargo de los pro-fesores Álvaro Ruiz de la Peña Solar y Elena de Lorenzo Álvarez9; los escritos económicos,por Vicent Llombarti i Rosa, y Joaquín Ocampo Suárez-Valdés10; los escritos políticos, acargo de Ignacio Fernández Sarasola11; los escritos sobre literatura, por, de nuevo, Elenade Lorenzo12; y los pedagógicos a cargo de Olegario Negrín Fajardo13. Quedan pendien-tes los escritos sobre arte, de próxima aparición y a cargo de quien suscribe este artículo;así como un volumen de Varia y Adendas.

Ciñéndome al caso concreto de los escritos sobre arte, éstos vienen siendo estudiadosdesde finales del siglo XIX. A mi juicio cuatro son las monografías que inciden en la visiónde un Jovellanos crítico y aficionado a las Bellas Artes, tanto las figurativas como la arqui-tectura. Me refiero al estudio pionero de Fortunato de Selgas de 1883: Jovellanos conside-rado como crítico de las Bellas Artes14; al posterior artículo de Ricardo del Arco: Jovellanosy las Bellas Artes (1946)15; y a las más seguidas de los profesores Barón Thaidigsmann:Ideas de Jovellanos sobe arquitectura (1985), y González Santos: Jovellanos, aficionado y co-leccionista (1994).

La aproximación a este campo no surge de la nada. De hecho, hay que tener en cuentala contribución del jovellanista por excelencia, el también gijonés Julio Somoza, quien,

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González Caso, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFES XVIII, KRK Ediciones, 1999; Obras Completas. TomoVIII. Diario 3.º. Cuadernos VII, conclusión, y VIII al XIV (desde 19 de agosto de 1797, hasta 6 de marzo de 1810),ed. crítica, prólogo y notas M.ª T. Caso Machicado y J. González Santos, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFESXVIII, KRK Ediciones, 2011.

9 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Obras Completas. Tomo IX. Escritos asturianos, ed. crítica, prólogo ynotas de E. de Lorenzo Álvarez y Á. Ruiz de la Peña Solar, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFES XVIII, KRKEdiciones, 2005.

10 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Obras Completas. Tomo X. Escritos económicos, ed. crítica, estudio pre-liminar, prólogo y notas V. Llombart i Rosa y J. Ocampo Suárez-Valdés, con la colaboración filológica de N.García Díaz, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFES XVIII, KRK Ediciones, 2008.

11 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Obras Completas. Tomo XI. Escritos políticos, ed. crítica, estudio preli-minar, prólogo y notas I. Fernández Sarasola, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFES XVIII, KRK Ediciones,2006.

12 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Obras Completas. Tomo XII. Escritos sobre literatura, ed. crítica, estudiopreliminar y notas E. de Lorenzo Álvarez, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFES XVIII, KRK Ediciones, 2009.

13 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Obras Completas. Tomos XIII y XIV. Escritos pedagógicos 1.º y 2.º, ed. crí-tica, prólogo, estudio introductorio y notas O. Negrín Fajardo, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón, IFES XVIII,KRK Ediciones, 2010.

14 El texto de Selgas había sido publicado en primera instancia en la Revista de España, Núm. 364, 1883,pp. 27-49, y posteriormente de modo independiente en el mismo año en el madrileño Est. Tip. de El Correo. Estacontribución, junto a otras fue reeditada por la profesora M.ª C. Morales Saro, autora también de una intro-ducción histórica: Fortunato de SELGAS, Jovellanos considerado como crítico en Bellas Artes; con un apéndice que in-cluye «La arquitectura greco-romana en Asturias» y «Breves notas sobre arquitectura asturiana», intr. M.ª CruzMorales Saro, Madrid, Fundación Selgas-Fagalde, 2001.

15 Artículo aparecido en la Revista de Ideas Estéticas, Núm. 13, 1946, pp. 31-64.

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según Sánchez Corredera, procuró la «recuperación del Jovellanos desconocido, una rec-tificación de algunos abusos interpretativos […], una universilización de [su] figura […],alejándolo de las interpretaciones más extremas, y una santificación laica»16. La labor decompilación y localización de nuevos escritos por el erudito decimonónico atrajo a la crí-tica por el interés mostrado por don Gaspar hacia el arte. En ese contexto hay que obser-var la contribución de Selgas y la casi simultánea de Menéndez Pelayo en su Historia de lasideas estéticas (1883)17. Sendos trabajos serían considerados por el de Gijón como «lomejor que se ha escrito de tal materia», a pesar de las reticencias que le sugerían tanto eluno como el otro, por dar un enfoque generalista y no incidir en algunos textos que con-sideraba importantes18.

De modo paralelo, tanto el uno como el otro son responsables de caracterizar a unaparte de la obra de don Gaspar: la que realiza en su prisión de Bellver en los albores del sigloXIX. En esta parte Jovellanos aborda el estudio de los principales monumentos construc-tivos medievales de la capital palmesa en sus Memorias histórico-artísticas de arquitectura,rasgos de prerromántico, precisamente por ese interés hacia la arquitectura gótica. Quizásla difusión de esta idea se deba más al santanderino, dado el mayor alcance y proyecciónde sus publicaciones19. En cualquier caso, esta idea fue recogida con posterioridad por Ri-cardo del Arco, quien va más allá al ver tal característica no solo en los escritos de Ma-llorca, sino en décadas anteriores al interesarse por la arquitectura de la Alta Edad Media20.

La idea sería retomada, de nuevo, por Caso González. Lo cierto es que Jovellanos nomostrará un signo diferenciador; se enmarca en un sentimiento intelectual plenamenteneoclásico, incluso observado desde el segundo tercio del siglo XVIII en Europa, aprecián-dose la temprana vindicación de tal periodo de las artes, sobre todo de la arquitectura enInglaterra, como ya pusiera de manifiesto el profesor Barón. En el caso de España otros eru-ditos también se acercaron hacia lo medieval desde el último cuarto de la centuria, talescomo Antonio Ponz, Antonio Capmany, Isidro Bosarte o Eugenio de Llaguno21.

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16 Silverio SÁNCHEZ CORREDERA, Jovellanos y el jovellanismo, una perspectiva filosófica, Oviedo, FundaciónGustavo Bueno, Pentalfa, 2004, p. 362.

17 MarcelinoMENÉNDEZ PELAYO, Historia de las ideas estéticas [ed. fac., Madrid, 1883], vol. 1, Madrid, CSIC,1974, pp. 1.547-1.558.

18 Julio SOMOZA, Inventario de un jovellanista: con variada y copiosa noticia de impresos y manuscritos, publi-caciones periódicas, traducciones, dedicatorias, epigrafía, grabado, escultura, etc., etc., Madrid, Est. Tip. Sucesoresde Rivadeneyra, 1901, p. 158.

19 MENÉNDEZ PELAYO, Historia de las ideas estéticas, pp. 1.550 y s.20 Ricardo del ARCO, «Jovellanos y las Bellas Artes». Revista de Ideas Estéticas, Núm. 13, 1946, p. 32.21 Sobre estas cuestiones consúltense a José M.ª AZCÁRATE, «Valoración del Gótico en la estética del siglo

XVIII». Simposio El Padre Feijoo. Ponencias y comunicaciones, vol. 2, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1966, pp. 525-549; Javier BARÓN THAIDIGSMAAN, Ideas de Jovellanos sobre arquitectura (Arquitectura altomedieval), Oviedo,Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 1985; José Miguel CASO GONZÁLEZ, «El castillo de Bellver y elprerromanticismo de Jovellanos». CASO GONZÁLEZ, De Ilustración, pp. 383-394; M.ª Pilar GARCÍA CUETOS, «El

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El estudio de Javier Barón se enmarca en el contexto académico, en tanto que es frutode su Tesina de Licenciatura. Su contribución sigue siendo una de las más representativasde la producción teórica de Jovellanos dentro de la arquitectura. Ahonda en una épocapoco conocida en la época, denominada de modo genérico «gótica» al interpretarse rea-lizada por los «godos», pero sí ve diferencias estilísticas entre la producción de la Alta yla Baja Edades Medias, esto es, entre el Prerrománico, que don Gaspar denomina «ar-quitectura asturiana» y el Románico, fusionándolos. Del mismo modo, incide en algunasde las ideas que le mueven al estudio de la arquitectura musulmana medieval peninsular,pues no olvidemos que a su pluma se deben sendos informes sobre una publicación quedivulgara los principales monumentos árabes, que empiezan, por otra parte, a ser valora-dos y estudiados desde el nuevo espíritu academicista ilustrado de mediados del siglo XVIII.En cualquier caso, la idea que subyace en el trabajo de Barón es contemplar a un Jovella-nos teórico de la arquitectura, desde el mismo momento en que sigue el espíritu de suépoca al empecinarse en la búsqueda de la genealogía de los estilos constructivos que ob-serva y estudia, interrogándose sobre sus orígenes y recepción en Occidente.

Por su parte, el trabajo del profesor Javier González Santos ha de enmarcarse en el con-texto conmemorativo del CCL aniversario del nacimiento de Jovellanos y la exposición re-alizada, con ocasión de tal efeméride, en su villa natal, y coordinada por él22. El autoracomete la contemplación del prócer gijonés desde una doble perspectiva: la de crítico yteórico, pero también desde la que supone su sensibilidad hacia las artes figurativas, en ge-neral, y de la pintura, en particular. El texto, catálogo de la muestra que intenta reconstruirsu pinacoteca, aborda, con anterioridad, la aproximación de Jovellanos al mundo del arte,a las obras y al mundo artístico desde su juventud, destinado en Sevilla. Esta vinculacióndel hombre al fenómeno artístico no solo se revela por su contacto con los principales re-presentantes de su propia época, sino por su interés por el pasado, desde el punto de vistadel historiador. En cualquier caso, la novedad que refleja el texto de Javier González eshaber sido el primero en abordar una clasificación de la producción intelectual de donGaspar alrededor de las Bellas Artes y elaborar un compendio de trabajos fundamentalesal respecto.

Mi contribución pretende incidir en este último extremo. No quiero restar importan-cia a la labor previa, ni enmendarla, todo lo contrario. Estas líneas quieren mostrar unacuerdo con, y adhesión a, las observaciones realizadas por aquel, si bien las completan o

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florecimiento de los estudios asturianistas y la restauración del arte prerrománico en la segunda mitad del sigloXIX». Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, Núm. 156, 2000, pp. 177-209; Daniel CRESPO y Joan DO-MENGE: «Trazos de una naciente Historia del Arte: los dibujos de la lonja de Palma para la Memoria de Jovella-nos». Locus Amoenus, Núm. 10, 2009-2010, pp. 153-168.

22 Javier GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado y coleccionista, Gijón, Fundación Municipal de Cultura,Educación y Universidad Popular, 1994.

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matizan, según mi criterio, o por la aparición de nuevos documentos posterior a dicha pu-blicación. Grosso modo, González Santos distinguió tres grupos: discursos e informes aca-démicos, monografías artísticas, y ensayos, disertaciones y otros varios23. He de haceralgunas leves precisiones, siguiendo mi propio criterio: en el primer capítulo incluyo tam-bién informes de carácter administrativo, y añado un cuarto grupo misceláneo, que nodeja de ser una disgregación de «otros varios». Siguiendo este esquema, los escritos sobrehistoria del arte de Jovellanos quedarían organizados así: Discursos e informes académi-cos y administrativos; Monografías artísticas; Ensayos y disertaciones; y Miscelánea: apun-tamientos, correspondencia, Diario.

1. DISCURSOS E INFORMES ACADÉMICOS Y ADMINISTRATIVOS

Estos textos reflejan la visión del Jovellanos académico, su línea discursiva más oficialcomo integrante de esas instituciones. Las Academias fueron más que meros centros cul-turales y en ocasiones formativos, como es el caso de la de San Fernando; también estabanal servicio del Estado ilustrado borbónico, sobre todo durante el reformismo carolino, que,a través de ellas, pretendía la adaptación de los viejos esquemas a los nuevos postulados demodernidad.

1.1 Discursos académicos

Destacan dos, el Elogio de las Bellas Artes y el Elogio de don Ventura Rodríguez. El pri-mero es el discurso que Jovellanos pronunció en la Real Academia de Bellas Artes de SanFernando cuando fue recibido como académico de honor y leído el 14 de julio de 1781, sibien el nombramiento había tenido lugar el 4 de junio de 1780. Su ingreso fue propuestopor el Viceprotector y el Secretario de la institución, a la sazón, Pedro Pimentel, marquésde la Florida Pimentel, y Antonio Ponz. El gijonés estaba recién instalado en Madrid alhaber sido nombrado alcalde de Casa y Corte, procedente de Sevilla24.

El Elogio de las Bellas Artes es el primer trabajo importante del autor en el campo artís-tico. Su tarea no fue liviana, todo lo contrario, pues esgrime una primera Historia del Arteespañola. Aunque manifieste su propósito de discernir «el destino de las Bellas Artes desdesu origen hasta el presente», lo cierto es que se centrará en el periodo comprendido entrelos Reyes Católicos y su presente. Se trata de una visión del arte novedosa, como él mismo

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23 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 20.24 CEÁN BERMÚDEZ, Memorias, pp. 29 y 316 y ss.

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expone, un «estudio que ha ocupado en este siglo, no solo a los sabios artistas, sino tam-bién a los profundos filósofos». Sin lugar a dudas, uno de sus principales inspiradores fueel alemán Johann Joachim Winckelmann y su Historia del Arte entre los Antiguos, publi-cado en Dresde en 1764, traducido al francés en 1766, de donde procede la versión caste-llana, que don Gaspar leyó a través de la traducción de Capmany25.

Don Gaspar identifica las Bellas Artes con las figurativas, estas son, la pintura y la es-cultura, si bien da algunas pinceladas rápidas sobre la evolución de la arquitectura y la ac-ción de algunos arquitectos para contextualizar cronológicamente su exégesis. Laconcepción del discurso fue larga y su método de trabajo es el de un erudito, un estudioso,que adopta un mensaje de carácter histórico. Este texto fue un encargo de la Academia, quele designó en junta de 5 de noviembre de 1780, para que lo leyera en la sesión de la entregade premios que otorgaba al año siguiente la institución entre sus alumnos. Para llevar abuen puerto su labor se hubo de servir, según Ceán, de profundas lecturas, anotaciones dela bibliografía disponible, incluso una labor propia de investigación en archivos, lo que lesirvió para «perfeccionar sus conocimientos en las bellas artes». El resultado fue, segúnnos deja constancia Ceán, un «general aplauso de todos los concurrentes» y añade «quetodos los profesores y los verdaderos aficionados conservan y leen con frecuencia estapieza tan recomendable por su elocuencia, como por la doctrina y noticias que contiene»26.

El autor hubo de impregnarse de clásicos y modernos, españoles y extranjeros. Entrelos primeros ha de citarse a Plinio el Viejo, Juan de Arfe, Vicente Carducho, Francisco Pa-checo; entre las fuentes francesas, André Félibien, Johann Georg Sulzer y Antoine JosephPernety; entre los alemanes, el ya citado Winckelmann y Anton Raphael Mengs. Además,utilizó las actas de la Academia de San Fernando y ordenanzas municipales de Sevilla, To-ledo y Barcelona. En todo caso, según se observa de las notas del Elogio, se sirvió sobretodo del Parnaso español pintoresco laureado de Palomino y del Viage de España de Ponz27.

Esta intervención se incluyó en la Distribución de los premios concedidos por el Rey nues-tro Señor a los discípulos de las Nobles Artes hecha por la Real Academia de San Fernando enla junta pública del 14 de julio de 1781 (Madrid, Impr. Joachin Ibarra, [1781], pp. 35-102),así como una edición exenta: Oración pronunciada en la junta pública que celebró la RealAcademia de San Fernando el día 14 de julio de 1781 para la distribución de premios genera-

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25 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, «Oración pronunciada en la Junta Pública que celebró la Real Acade-mia de San Fernando el día 14 de julio de 1781 para la distribución de premios generales de pintura, esculturay arquitectura». Distribución de los premios concedidos por el Rey nuestro Señor a los discípulos de las Nobles Arteshecha por la Real Academia de San Fernando en la Junta Pública del 14 de julio de 1781, Madrid, Impr. Joachin Iba-rra, [1781], p. 50 (nota 1).

26 CEÁN BERMÚDEZ, Memorias, p. 317.27 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 20. Sobre las fuentes utilizadas por don Gaspar vid. los es-

tudios clásicos de Jean-Pierre CLÉMENT, Las lecturas de Jovellanos. (Ensayo de reconstrucción de su biblioteca),Oviedo, IDEA, 1980; y Francisco AGUILAR PIÑAL, La biblioteca de Jovellanos (1778), Madrid, CSIC, 1984.

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les de pintura, escultura y arquitectura (Madrid, Impr. Joachin Ibarra, [1781], 37 págs.).Hubo un intento de traducción al italiano, aunque el proyecto no prosperó28.

El segundo discurso es el Elogio de Don Ventura Rodríguez. Se trata de un panegírico ala memoria de éste, que vivió entre 1717 y 1785, por encargo de la Real Sociedad Matri-tense de Amigos del País de Madrid, cuando Jovino desempeñaba su dirección. El home-najeado había sido arquitecto mayor de la Corte, director general de la Academia de SanFernando y socio-fundador de la Sociedad; habían sido, pues, compañeros. El gijonéshabía llegado a la Matritense el 26 de septiembre de 1778. Cinco años más tarde, en no-viembre de 1783, fue designado subdirector y en diciembre de 1784 director, periodo apartir del que se comprometerá aún más con la institución29.

Este Elogio fue pronunciado en acto solemne el 19 de enero de 178830. Un año mástarde, la Sociedad había acordado llevarlo a la imprenta, pero ante la falta de medios la edi-ción fue sufragada por el autor en 179031. El texto está en la línea de aquel de las BellasArtes, pero aplicado al ámbito concreto de la arquitectura, esto es, una historia general dela misma mucho más ambiciosa. Muestra gran interés por desentrañar los difusos y escu-rridizos orígenes de los diferentes estilos obscurecidos por el paso del tiempo. Su métodoe ideas están mucho más asentados. Junto con el de las Bellas Artes (1781), redondea su vi-sión sobre la Historia del Arte en España, si bien considera la superioridad del campo ar-quitectónico: «la primera, […] la más difícil, […] la más importante y necesaria de lasBellas Artes», al aunar lo estético y lo funcional, que no deja de suponer la asimilación deideas clasicistas. El discurso articula dos ámbitos. Uno, laudatorio: Ventura Rodríguez fueel «restaurador de la arquitectura española»; otro de carácter oficialista, en el que se haceuna clara y no muy velada crítica del Barroco, al que se tacha de «pestilente doctrina bo-rriminesca» y de «pésima manera churrigueresca». De acuerdo con los preceptos aca-demicistas, Jovellanos apela a la defensa y conveniencia del estilo clásico y vindica la laborde la propia Corona en tal giro, aplaudiendo y defendiendo la legitimidad de la nueva di-

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28 El manuscrito original, con diversas correcciones, bajo el título Orazione pronunciata in Madrid nella so-llenne assemblea dell’Academia delle Bell’arti, il giorno 14 giugno 1781, per la distribuzione de’ premi di pittura, scol-tura, ed archittetura, da D. Gasparo Melchiorre di Jove Llano, accademico onorario della medesima, del Real Consigliodegli Ordini militari, e cavaliere di quello di Alcántara, reccata dalla lingua spagnola nell’italiana, se conserva en elArchivo Bodoni de la Biblioteca Palatina (Parma). Pedro M. CÁTEDRA, «Jovellanos en la imprenta de Giam-battista Bodoni (1781-1782)». Cuadernos de Investigación, Núms. 6-7, 2012-2013, p. 30.

29 Sobre la actividad de Jovellanos en la Matritense vid. Vicent LLOMBART I ROSA y Joaquín OCAMPO SUÁ-REZ-VALDÉS, «Estudio preliminar». JOVELLANOS, Obras Completas, X, pp. lxxxviii-xcvi.

30 Nótese el retraso entre el encargo de la Matritense y el fallecimiento de Ventura Rodríguez, del que sehace eco el Mercurio Histórico-Político, t. III (Septiembre-Diciembre), Madrid, Impr. Real, 1785, pp. 374-376.

31 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Elogio de D. Ventura Rodríguez, leída en la Real Sociedad de Madrid, porel socio D. ––, en la junta ordinaria del Sábado 19 de enero de 1788, ilustrado con notas, e impreso de acuerdo de lamisma sociedad, Madrid, Viuda de Ibarra, 1790 [incluye prólogo s. p.]. Este texto fue reimpreso, junto con elElogio de Carlos III leído también en la Matritense a cargo de Jovellanos, en un solo volumen.

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nastía reinante, los Borbones. Otro de los valores de este discurso es el esfuerzo que elautor vertió para dar a conocer una primera periodización de la arquitectura española,tanto desde un punto de vista histórico, como desde el estilístico32.

Al igual que con la disertación para San Fernando, hubo de sumergirse en diversasfuentes clásicas y modernas. La bibliografía utilizada tampoco se restringe al ámbito es-pañol. La carga erudita de las notas que complementan el texto muestra el creciente inte-rés del autor por las artes figurativas y cuestiones estilísticas, implementadas con visitas acolecciones privadas e iglesias, como deja dicho Ceán33.

Entre las fuentes destaca la edición del Viage santo de Ambrosio de Morales por el padreFlórez34, y otros autores como Diego de Sagredo, Antonio Palomino, o el inglés WilliamRobertson; y tratadistas clásicos de la arquitectura: Marco Vitrubio, Sebastiano Serlio,Giacomo Banozzi da Vignola y Andrea Palladio. Entre sus contemporáneos no descuidóla lectura de Diego de Villanueva, Antonio Ponz e Isidro Bosarte. El uso acertado de las lec-turas le lleva desde los trabajos más generales e enciclopédicos de Giorgio Vasari, Fran-cesco Milizia y André Félibien des Avaux, a las monografías de Henry Swinburne o José deHermosilla sobre la arquitectura hispano-árabe o a Giuseppe del Rosso sobre la egipcia35.

1.2 Los informes académicos

Se conservan dos informes solicitados por la Academia de Bellas Artes para evaluar la si-tuación en la que se hallaba un viejo proyecto de la institución: la publicación de una mono-grafía sobre los monumentos árabes de Córdoba y Granada, en la que se había invertidotiempo, trabajo y dinero. En su exposición, Jovellanos rectificó algunos errores de método einsistió en cómo abordar el comentario histórico-artístico de las construcciones.

El interés por la cultura árabe presente en la península Ibérica a lo largo de ocho siglossufrió un corte abrupto tras la conquista del reino nazarí de Granada en 1492, y fue des-plazado por la Antigüedad Clásica de la mano del Renacimiento y el triunfo de la ortodo-xia católica con el Concilio de Trento, en la Monarquía Hispánica de Felipe II. Otro agraviohacia aquella cultura fue la expulsión de los moriscos en los albores del siglo XVII, en un in-

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32 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 21.33 CEÁN BERMÚDEZ, Memorias, pp. 40 y 315 y s.34 Ambrosio de MORALES, Viaje de ––, por orden del rey D. Phelipe II a los reynos de León, y Galicia y Princi-

pado de Asturias, para reconocer las reliquias de santos, sepulcros reales y libros manuscritos de las catedrales y mo-nasterios. Dale a la luz, con notas, con la vida del autor y con su retrato el Rmo. P. Mro. Fr. Henrique Flórez, de la Ordendel Gran Padre S. Agustín, Madrid, Impr. Antonio Marín, 1765.

35 Sobre la importancia de estos autores en el discurso de Jovellanos insistiré en un ulterior capítulo. Entodo caso, ténganse en cuenta los ya mencionados CLÉMENT, Lecturas; y AGUILAR PIÑAL, Biblioteca. GONZÁLEZ

SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 21.

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tento de erradicar cualquier signo de supervivencia del mundo musulmán. En la siguientecenturia comienzan a apreciarse ciertos cambios con respecto a la aceptación del pasadomulticultural medieval del que fue protagonista la Península Ibérica.

Los estudios sobre el mundo musulmán en España fueron reimpulsados por las Aca-demias de la Historia y de las Bellas Artes desde mediados del siglo XVIII. La inversión pe-cuniaria en la recopilación, trascripción, copia, interpretación o grabado de restosepigráficos y colecciones numismáticas, a lo que hay que sumar el dibujo de alzados, plan-tas y secciones de diversos edificios mandados elaborar por la segunda, fue considerable.Todos estos trabajos estaban encaminados a la publicación de Las antigüedades árabes deEspaña (Primera Parte, Madrid, Impr. Real, 1787), que contó con no pocos contratiem-pos. Uno de ellos fue el hecho de que la edición de la obra de Henry Swinburne: Travelsthrough Spain in the Years 1775 and 1776. In which several Monuments of Roman and Moo-rish Architecture are illustrated by accurate Drawings taken on the Spot (London, P. Elmsly,1779) se adelantaba a las pretensiones académicas, lo que también espoleó la primigeniainiciativa de dar a conocer los monumentos más representativos de la cultura musulmanahispana sitos en Córdoba y en Granada, ciudades que suponen el principio y el fin de aque-lla cultura: el esplendor del califato y la decadencia postrera del último reino de taifas36. Lasegunda edición, en dos tomos, de los Travels de Swinburne en 1787 (London, Printed byJ. Davis, for P. Elmsly, in the Strand, 1787) fue un nuevo aguijón para que la alta adminis-tración del Estado tomara cartas en el asunto.

Efectivamente, el proyecto editor, demorado demasiado tiempo, urgió al ministro deEstado en 1786, a la sazón, José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, que insistióa la Academia. En este contexto han de verse los informes de Jovino. Éste hizo hincapié endos aspectos; de una parte, la conveniencia de unos grabados que reflejaran de forma fiella planimetría, secciones y alzados —con una muestra de la escala— y perspectivas de loselementos constructivos y decorativos vinculados; de otra parte, la necesidad de un textoexplicativo que acompañara a las imágenes, que las hicieran hablar con la finalidad de quefueran comprensibles para el lector. Los dos dictámenes fueron rotundos. No aprueba losmétodos de trabajo seguidos por las personas implicadas y ve la necesidad de repetir al-gunas tareas, para las que da unas pautas específicas de actuación. Este procedimiento de

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36 BARÓN THAIDIGSMANN, Ideas de Jovellanos, pp. 89 y ss.; Delfín RODRÍGUEZ RUIZ, «Diego Sánchez Sara-bia y las Antigüedades Árabes de España: los orígenes del proyecto». En Espacio, Tiempo y Forma. Historia delArte, Núm. 1, 1988, pp. 287-320, y La memoria frágil. José de Hermosilla y las Antigüedades Árabes de España, Ma-drid, Colegio Oficial de Arquitectos, 1992; Jesús TORRECILLA, Guerras literarias del XVIII español. La modernidadcomo invasión, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2008, pp. 136 y ss.; Martín ALMAGRO GORBEA y JorgeMAIER ALLENDE, «Los inicios de la arqueología islámica». En Martín ALMAGRO-GORBEA y Jorge MAIER ALLENDE

(eds.), De Pompeya al Nuevo Mundo. La Corona española y la arqueología en el siglo XVIII, Madrid, Real Academiade la Historia, Patrimonio Nacional, 2012, pp. 229-244.

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trabajo ya se intuye en el Elogio de las Bellas Artes y revela influencias de Winckelmann37.La no correspondencia entre las sugerencias y la versión definitiva llevada a la imprenta in-dica que no fueron tomadas en cuenta. Intentaban abrir los ojos de la Junta particular paraque considerase la necesidad de decantarse por un trabajo riguroso y científico.

Finalmente, la obra Las antigüedades árabes de España, en dos partes (la segunda publicadaen 1804), estaba precedida de un prólogo de Antonio Ponz y contenía veintiuna láminas de LaAlhambra, cinco de la mezquita de Córdoba y tres de la catedral de la misma ciudad38.

1.3 Los informes administrativos

Tras su exclaustración del castillo de Bellver, don Gaspar se vinculó a las nuevas iniciati-vas de lucha contra los franceses en el territorio nacional. Junto a Francisco Bernaldo de Qui-rós Mariño de Lobera (Oviedo, 1763-Madrid, 1837), VI marqués de Camposagrado, fuedesignado miembro del gobierno de la Junta Central por el Principado de Asturias y uno desus vocales. Desde su posición desarrolló una plena e intensa actividad política39, tambiénhubo de atender diversa documentación administrativa, emitiendo dictámenes o resolviendopeticiones. A este contexto ha de circunscribirse un informe sobre la solicitud elevada por elescultor de Cámara, Dionisio Sancho (Ciempozuelos, 1762-México, 1829) al nuevo gobierno,que en postrera instancia se refiere a uno de los últimos trabajos que le había encargado Car-los IV en una fecha imprecisa en la transición de los siglos XVIII al XIX, coincidiendo con supuesto de director de adorno y dibujos de la Real Fábrica de Porcelana de El Buen Retiro.

Aquél encargo era una colección de medallones de marfil tallados en bajorrelieve; sumaterialización fue lenta. La invasión napoleónica, los cambios gobernativos y la decisiónde formar un ejecutivo que se mantuviera fiel a la monarquía borbónica dieron lugar a laduda de a quién remitir las piezas. Dionisio Sancho se dirigió a la Junta Central ofrecién-doselos, y solicitó la gracia de cobrar los atrasos de su sueldo de escultor de Cámara, asícomo seguir conservando el puesto40.

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37 Salvador MAS, «Winckelmann y la recepción del legado clásico en la España de los siglos XVI-XVIII. Conun apéndice sobre Winckelmann y Jovellanos». En Max KUNZE y Jorge MAIER ALLENDE (eds.), El legado de Jo-hann Joachim Winckelmann en España / Das Vermächtnis von Joachim Winckelmann in Spanien, Wiesbaden, Ver-lag Rutzen, 2014, pp. 223-252.

38 Sobre estas cuestiones vid.: Gazeta de Madrid, viernes, 3 de mayo de 1805, p. 391; José Enrique GARCÍA

MELERO, Literatura española sobre artes plásticas. Volumen 2. Bibliografía aparecida en España durante el siglo XIX,Madrid, Encuentro, 2002, pp. 258 y ss.

39 Sobre la Junta Central, su labor gobernativa y las acciones conducentes a la creación del consejo de Re-gencia y la influencia ideológica de Jovellanos vid. Ignacio FERNÁNDEZ SARASOLA, «Estudio preliminar: El pen-samiento político de Jovellanos». En JOVELLANOS, Obras Completas, XI, pp. lxiv-lxx.

40 A(rchivo) H(istórico) N(nacional), Estado, 1Q, fol. 91.

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El informe de Jovellanos resuelve positivamente las demandas de Sancho, y va más alláal proponer a la Presidencia de la Junta la realización de un monumento a la figura del reyen el exilio forzoso, Fernando VII, en la sala de reuniones de la institución gubernativa. Elinforme de don Gaspar data del 9 de julio de 1809, una semana después de la petición deSancho. La propuesta fue aceptada y se tomaron algunas medidas para su materialización.La rapidez en la misma pasó por el propio diseño del monumento, a quién representar ycómo hacerlo. La elección de los artistas parecía resuelta desde un principio y por media-ción de don Gaspar: Dionisio Sancho y Ángel Monasterio Ibáñez (Santo Domingo de laCalzada, 1777-Río de la Plata, 1817).

En último extremo, la propuesta quedó frustrada. La difícil coyuntura que atravesabael país, el traslado de las instituciones leales a los Borbones de Sevilla a Cádiz, el paso dela Junta Central al Consejo de Regencia, el proceso constituyente, la dilatación de la gue-rra, en general, y los pocos medios económicos con los que se contaban, en particular, fue-ron algunas de las causas. Además, hay que tener en cuenta la marcha hacia América de losescultores que habrían de encargarse de la obra, y donde residieron el resto de sus vidas,al ser reasignados en otros puestos administrativos a lo largo de 1810.

2. MONOGRAFÍAS ARTÍSTICAS

En este grupo incluyo las Cartas del Viaje de Asturias o Cartas a Ponz y las Memorias his-tórico-artísticas de arquitectura. Las primeras datan de comienzos de la década de 1780, lassegundas de los albores del siglo XIX; unas fueron escritas por Jovellanos con motivo de unviaje a Asturias desde Madrid, ya asentado en la Corte, tras más de dos lustros sin pisar latierra que lo alumbró; otras las redactó en un contexto muy distinto, su encierro forzosoen el castillo mallorquín de Bellver. Los motivos que inspiran los textos son diametral-mente opuestos; la temática, en cierto sentido, parecida: el estudio de diversas composi-ciones arquitectónicas.

2.1 Las Cartas del Viaje de Asturias

Dentro de la diversidad temática que conjugan, tienen presente un mismo objetivo:Asturias, lo que las convierte en monografía. Su complejidad se adivina también por lasuma de «dos modelos retóricos: la escritura epistolar y la literatura de viajes»41, ambos

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41 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Cartas del Viaje de Asturias (Cartas a Ponz), eds. Álvaro Ruiz de la Peñay Elena de Lorenzo Álvarez, Oviedo, KRK Ediciones, 2003, p. 12.

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habituales en la prosa ilustrada. De hecho, la escritura epistolar no solo se ve en discursosmás literarios; su versatilidad la hizo idónea para emplearse en composiciones ensayísti-cas, libros de viajes, narraciones ficticias o informes periodísticos42.

Este modelo fue el más adecuado para dar cumplimiento al encargo que recibió, en su mo-mento, de Antonio Ponz. Su intención era incluir los materiales suministrados por Jovellanosen un volumen dedicado a Asturias en su Viage de España, que nunca vio la luz43. En 1782,aprovechando la comisión que Jovellanos tenía encomendada desde consejo de Órdenes,como miembro del mismo, para asistir a la toma de posesión del nuevo prior de la orden deSantiago en el convento leonés de San Marcos, y su posterior viaje a Asturias por asuntos dela nueva carretera de Castilla y familiares, el que fuera secretario de la Academia de Bellas Artesvio a un interlocutor ideal que le suministrara información del Norte peninsular44.

Estas inquietudes y la necesidad de un corresponsal se revelan en parte de la corres-pondencia del gijonés. Ponz, el 27 de abril de 1782, parece dar acuse de recibo de una desus Cartas, la correspondiente al convento de la orden santiaguista, y en otras ulteriores leinsta a que le dé noticias de Oviedo y sus principales monumentos. Esta tarea es la base dela redacción de los textos sobre la catedral asturiana y el escultor barroco de origen gijo-nés, Luis Fernández de la Vega45.

De la lectura atenta del conjunto de las Cartas se observa una de las finalidades ilus-tradas a la hora de viajar. Incluso aunque esta actividad tuviera un objeto placentero, se an-teponía una obligación: observar, formarse y comunicar, no tanto la realidad que constata,como la que podría ser; su finalidad es sacar al lector de errores preconcebidos, fruto de larepetición sistemática de conceptos anteriores: «El país que vi y observé no es ciertamentelo que se cree por acá [Madrid], y la idea que de él se tiene es harto equivocada y defec-tuosa»46. Jovellanos, no es ajeno a las recriminaciones sobre las visiones apresuradas de fo-ráneos ni de propios, contra los que carga las tintas. Con sus Cartas intenta dar a conoceruna Asturias desconocida.

El viajero ilustrado estaba obligado a labores de estadística y se sugiere un nuevo modode viajar. Jovellanos fue un cultivador de esa literatura viajera en las Cartas pero tambiénen el Diario, como resultado de sus circuitos, sobre todo por el tercio norte peninsular alo largo de su retiro en Asturias en la década de 179047. Desde ahí hubo de trasladarse con

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42 Ana RUEDA, Cartas sin lacrar. La novela epistolar y la España ilustrada, 1789-1840, Madrid, Frankfurt amMain, Iberoamericana, Vervuert, 2001, p. 28.

43 Sobre la obra de Ponz vid. Daniel CRESPO DELGADO, Un viaje para la Ilustración: el «Viage de España»(1772-1794) de Antonio Ponz, Madrid, Marcial Pons Historia, 2012.

44 JOVELLANOS, Obras Completas, II, p. 231 (Antonio Ponz a Jovellanos: Madrid, septiembre de 1782).45 JOVELLANOS, Obras Completas, II, pp. 211 y 212 (Antonio Ponz a Jovellanos: Madrid, 27 de abril de 1782)

y 223 y s. (Antonio Ponz a Jovellanos: Madrid, 7 de agosto de 1782).46 JOVELLANOS, Obras Completas, IX, p. 5 (Prólogo, § 6).47 RUEDA, Cartas sin lacrar, pp. 126 y s.

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algunas comisiones de la Secretaría de Marina (búsqueda de yacimientos carboníferos enel Principado, visita de la Real Fábrica de Armas de La Cabada) o del consejo de Órdenes(las averiguaciones de los interrogatorios para el acceso a una de las órdenes militares deasturianos). Estos itinerarios no se caracterizaron por el cumplimiento del objetivo en elmenor tiempo posible, sino que se dilataron, gracias a los itinerarios rebuscados, no di-rectos hacia el punto de destino y objeto del viaje, en definitiva. Eran meras excusas paratener contacto con un espacio geográfico mayor48. Josefa de Jovellanos, poetisa en lenguaasturiana, dotada del sarcasmo y fino sentido del humor de su hermano, cuando le escribeunos versos en Carta al so hermanu, refiere esta tendencia viajera: «Conque, guapu rapa-zucu, / que va per Madrí a Candás, / llegarás pelos Defuntos»49.

Si bien las Cartas constituyen una monografía, cada una de ellas tiene un discurso par-ticular, en los que se abordan varios temas: geografía, historia, sociedad, economía, cultura,etnografía, filología, también arte. Lo teórico y lo útil se mezclan, sin obviar tampoco lasimplicaciones de tipo moral, que desde la perspectiva de Jovino tiene tintes sociales. Estaes una de las características de los escritos jovellanistas; en ellos se alumbra tanto un mo-delo teórico que aleccione las conciencias, como uno normativo para la conducta social ex-terna, llegándose a un punto de confluencia entre lo ético y lo político50.

Refiriéndome a los textos específicos sobre aspectos artísticos pueden leerse tres. El pri-mero es la «Carta sobre el convento de San Marcos de León», que no deja de ser la primeraincursión de Jovellanos en el campo de la arquitectura, del mismo modo que su Elogio de lasBellas Artes lo fue en el campo de las artes figurativas. Se trata de un breve ensayo sobre unmonumento específico, lo mismo que repetirá con la «Carta sobre la catedral de Oviedo»,redactadas en la primera mitad de la década de 1780, si bien corregidas a mediados de la ul-terior. Estos pequeños estudios le servirán para otros más importantes: el Elogio de don Ven-tura Rodríguez y las Memorias histórico-artísticas de arquitectura. Para San Marcos, don Gasparensaya un método de análisis, que seguirá con posterioridad. Se trata de sustentar el juicio ar-tístico en la investigación histórica, para ello ahonda en sus orígenes, en el proceso cons-tructivo, en los agentes implicados, tanto los promotores, como los constructores51.

Quizás por influencia de la historiografía fomentada desde el espíritu de la Ilustracióny el academicismo, en el que se volvió a reivindicar el espíritu de la arquitectura clásica de

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48 Una visión ajustada de la tipología de viajes protagonizados por Jovellanos durante su residencia en As-turias (1790-1801) puede leerse en Noelia GARCÍA DÍAZ y Juan DÍAZ ÁLVAREZ, «Jovellanos, viajero ilustrado».En Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Los viajes por Asturias (1790-1801), intr. y selecc. Noelia García Díaz y JuanDíaz Álvarez, Oviedo, ALSA, IFES XVIII, 2011, pp. 20-45.

49 Xosefa de XOVELLANOS, Obras poética, ed. intr. y notes Xuan Carlos Busto, Uviéu, Alvízoras Llibros, 1997,p. 130.

50 SÁNCHEZ CORREDERA, Jovellanos y el jovellanismo, p. 259.51 Francisco José LEÓN TELLO y M.ª Virginia SANZ SANZ, Estética y teoría de la arquitectura en los tratados es-

pañoles del siglo XVIII, Madrid, CSIC, p. 308.

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la Antigüedad, tras el Barroco y sus excesos decorativos, hay una detracción en la valora-ción de su estética, y una reconsideración de la arquitectura medieval. Tanto al tratar elconvento leonés como la catedral ovetense, no se queda en el análisis arquitectónico; tam-bién alude a las diversas composiciones escultóricas, sobre todo, las referidas al mobilia-rio de los templos en los coros o en los retablos de capillas. La valoración general siguesiendo la misma, un rechazo por lo barroco.

El profesor Caso González, al referirse a la carta sobre el monumento leonés consideraque «no ha sido superado hasta la fecha, ni en lo histórico ni en el análisis artístico», lo queachaca al hecho de ser el trabajo de un equipo bien coordinado, que se centró en un dobleobjetivo: el de archivo y biblioteca y el de campo. Aunque no tengamos la nómina de loscolaboradores, se observa una importante labor de extracción de documentación inéditadel convento y otros centros de la ciudad. De otra parte, un grupo tuvo el encargo de con-feccionar dibujos del edificio52. Este método no deja de ser un ensayo, con muy buenos re-sultados, que pondría de nuevo en acción en Mallorca al abordar sus Memoriashistórico-artísticas de arquitectura. El polígrafo gijonés, una vez que su cautiverio en Bellverse hizo relativamente más liviano, y ante la imposibilidad de salir él mismo para llevar acabo los trabajos, se sirvió de amigos y conocidos, eruditos y diletantes locales, interesa-dos por las Bellas Artes y las antigüedades.

El segundo de los textos se ciñe a la catedral de Oviedo. En él se observa una continua-ción del método que tan buenos resultados le habían dado, con una importante base histo-ricista al hacer de la documentación una herramienta más. Hay que tener en cuenta lanovedad en su pericia con respecto a lo general en la valoración de la arquitectura medieval.Al abordar al templo no desprecia la llamada Cámara Santa, su arquitectura, que ve diferenteal estilo gótico que otros críticos generalizan para todo el medievo, sin hacer una clara dis-tinción. Jovellanos va más allá, ve diferencias y se muestra atinado en lo cronológico al situarsu origen antes del siglo XII53. Estas ideas las desarrollará posteriormente en el Elogio de donVentura Rodríguez, como se verá; sus suposiciones le llevan a denominar a las obras anterio-res al románico, «arquitectura asturiana», lo que hoy conocemos como «arquitectura del pe-riodo de la monarquía asturiana» o de un modo más clásico «arquitectura prerrománica»54.Resulta curioso que en esta carta a Ponz no hiciera referencia a ninguna de las edificacionesdel Naranco, a pesar de la insistencia que le había mostrado el abate valenciano55.

El escrito no vio la luz a través de Ponz, pero se conocía entre los medios eruditos de lacorte. La pista la proporciona la curiosidad de Juan Andrés Morell, que al visitar las termasromanas de Caracalla observa un arco apuntado. Intrigado, le escribe a su hermano Carlos

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52 JOVELLANOS, Obras Completas, I, p. 31.53 LEÓN TELLO y SANZ SANZ, Estética y teoría, p. 309.54 Sobre estas cuestiones vid. BARÓN THAIDGSMANN, Ideas de Jovellanos.55 CRESPO DELGADO, Un viaje para la Ilustración, p. 229.

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en Madrid para que se pusiera en contacto con Ponz y le interrogara sobre cuál creía él quepodía ser la razón y si sería lícito deducir los orígenes del gótico de tal hecho. El hermanotransmite a Juan el parecer solicitado, pero no contento con él, alude al texto de Jovellanos,pendiente de edición en el Viage de España. La deducción del gijonés es que la arquitecturagótica sería hija de la «morisca y nieta de la griega», se trata de una mera hipótesis en la queestaba trabajando para el panegírico de Ventura Rodríguez, y que habría que corroborar conla inspección de diversos monumentos. Más aún, Carlos Andrés consideraba el juicio de Jo-vino como el más significativo y novedoso dentro de la historiografía del momento56.

La última de las cartas dedicadas al arte, fue la que redactó sobre el escultor gijonésLuis Fernández de la Vega. El autor diserta sobre una de las disciplinas figurativas: la es-cultura, en de la Vega, su obra y su estilo. Al igual que en misivas anteriores, se apoya en lohistórico, en la documentación de archivo, como el catedralicio, del que queda constan-cia en sus actas capitulares —los días 12 y 13 de mayo de 1782—; en los papeles del pro-pio de la Vega en manos de sus descendientes, cuando atestigua: «he logrado desenterrary conservo una memoria que comprende las más de las [obras] que trabajó, con noticia delos años y precios en que fueron ajustadas»57. Según se desprende de esta información,no solo rescató del olvido al escultor, sino que pudo confeccionar un catálogo de su obra,vinculándola a los promotores, y datos económicos sobre su realización58. Por los datos quesuministra sobre la familia de de la Vega hubo de consultar otro tipo de documentación:actas municipales, padrones de vecindad, protocolos notariales y archivos parroquiales,como el ovetense de San Isidoro. El valor del escrito reside en el mismo hecho de sacar delolvido al escultor reseñado, al que asigna valor en su obra, a pesar de ser un artista encua-drado cronológicamente en el barroco, pero aún en su faceta temprana, desprovisto de losexcesos que se observarán avanzada la centuria. Lo relaciona con Gregorio Hernández,del que no se atreve a aseverar tajantemente que fuera su maestro, pero sí apunta su in-fluencia en la talla59. De esta relación se muestra totalmente seguro tiempo después (1791)en carta a González de Posada60, rectificando un año más tarde la autoría61.

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56 Juan ANDRÉS, Cartas familiares del abate —- a su hermano D. Carlos Andrés, dándole noticia del viage quehizo a varias ciudades de Italia en el año 1785, t. II, Madrid, Impr. Antonio Sancha, MDCCXXXVI [1786], pp. 27y ss. (la cita en la p. 28), citado por CRESPO DELGADO, Un viaje para la Ilustración, p. 231.

57 JOVELLANOS, Obras Completas, IX, pp. 148 y s.58 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 25.59 JOVELLANOS, Obras Completas, IX, p. 148, § 10.60 JOVELLANOS, Obras Completas, II, p. 452 (Jovellanos a Carlos González de Posada: Gijón, 14 de mayo de

1791). A partir de Jovellanos la crítica académica vincula a Vega con el maestrazgo de Hernández y un periodolargo de formación en Valladolid, al menos entre 1616 y 1629. Sobre la obra de Fernández de la Vega vid. Ger-mán RAMALLO ASENSIO, Luis Fernández de la Vega: escultor asturiano del siglo XVII, Oviedo, Consejería de Cultura,1983, y Escultura barroca en Asturias, Oviedo, IDEA, 1985, pp. 143-230.

61 JOVELLANOS, Obras Completas, III, pp. 234 y s. (Jovellanos a Carlos González de Posada: Gijón, 22 dejunio de 1796).

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La carta escrita en los años 1780 fue corregida y ampliada en la década posterior. Informaa Ceán Bermúdez, al conocer su proyecto de Diccionario histórico de artistas españoles (pin-tores y escultores), le remite información sobre Fernández de la Vega en 179562. Jovellanosenriqueció la información con nuevas indagaciones y la observación más detallada de su obradiseminada por el Principado. Ceán, a partir de las notas que le proporcionó, redactó la en-trada de este escultor en su Diccionario63. También intercambió pareceres sobre Luis de laVega con Ponz y con González de Posada, como queda demostrado en la correspondenciaque mantuvo con ambos. El primero se sorprende de la autoría del retablo de la capilla fu-neraria fundada por el obispo Juan Vigil de Quiñones, bajo la advocación de Nuestra Señorade la Anunciación, que por lo que deja entrever visitó cuando estuvo en Oviedo: «buen ha-llazgo ha sido el de don Luis de la Vega en la capilla de los Vigiles»64; los comentarios a Po-sada ya los he expuesto más arriba. Como apuntara el profesor González Santos, esta cartaes un «ejemplo de monografía artística que, mutatis mutandis, nada tiene que envidiar a losmodernos trabajos de investigación histórico-artísticos»65.

2.2 Las Memorias histórico-artísticas de arquitectura

Constituyen uno de sus últimos escritos sobre historia del arte. Fue confeccionada du-rante su presidio en el castillo de Bellver. Se trata de una obra madura en la que pone derelieve el interés que le causó la arquitectura medieval, como ya demostrara en el Elogio dedon Ventura Rodríguez, sobre todo la indagación de sus orígenes y de su recepción en la Pe-nínsula. También retoma un método de trabajo con el que experimentó en otros proyec-tos: la constitución de un equipo investigador en el que integró a conocidos y amigos quele asistieran, dado su encarcelamiento y la imposibilidad de hacer las pesquisas archivísti-cas y el trabajo de campo por su cuenta. El modo descriptivo, histórico, crítico e ilustrativoalcanza su grado máximo. De este modo se explica el amplio conocimiento que pudo lle-gar a tener sobre la historia del archipiélago balear, lo que le dio la oportunidad de escri-bir sobre la isla que le confinaba.

El proceso de elaboración de estas Memorias puede seguirse fácilmente a través de suDiario y correspondencia. En líneas generales, se llevó a cabo entre 1806 y 1808, cuando

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62 JOVELLANOS, Obras Completas, III, pp. 155 y 159 (Jovellanos a Ceán Bermúdez: Gijón, 10 de octubre de1795).

63 Juan Agustín CEÁN BERMÚDEZ, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en Es-paña, t. II, Madrid, Real Academia de San Fernando, Impr. de la Viuda de Ibarra, 1800, pp. 111-114; JOVELLA-NOS, Obras Completas, IX, pp. 153 y s.

64 JOVELLANOS, Obras Completas, II, p. 212 (Antonio Ponz a Jovellanos: Madrid, 27 de mayo de 1782).65 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 25.

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su cautiverio se suavizó. Los primeros resultados pueden rastrearse desde una fecha tem-prana: finales de 1804, y habían sido enviados a Ceán, como se puede leer en carta remi-tida a González de Posada: «No llevaron los ingleses ninguna carta de, ni para usted; pero,mal pecado, pudieron llevarse la descripción de un edificio gótico que iba al biógrafo de losartistas, trabajada con mucho cuidado y adornada de mil perendengues»66.

La monografía aglutina seis partes, que son otros tantos ensayos sobre cuatro edificiosmedievales mallorquines: el castillo de Bellver, que le servía de clausura, y cuatro edifica-ciones de la ciudad de Palma: la catedral, la lonja y los conventos de San Francisco y deSanto Domingo. La parte del león se la lleva la fortaleza, en la que ahonda no solo en su ar-quitectura, sino también en su localización, su entorno e integración en el medio, y el es-pacio territorial que desde él se atisba. Tal disposición quedaría del modo siguiente:Descripción del castillo de Bellver y de sus vistas (primera parte), Descripción del castillo deBellver y de sus vistas (segunda parte), Apéndice 1.º Memorias históricas del castillo de Bellver,Apéndice 2.º Descripción de la catedral de Palma de Mallorca, Apéndice 3.º Descripción de lalonja de Palma de Mallorca, Apéndice 4.º Memoria sobre las fábricas de Santo Domingo y SanFrancisco de Palma de Mallorca.

A la natural inclinación de don Gaspar por indagar en la historia del espacio en el queresidía, averiguar las noticias de los vestigios antiguos sobre los que se asentaban pobla-ciones y localidades, indagar en los procesos constructivos de edificios monumentales re-presentativos, como un modo de expresión de la diversidad de los intereses culturales quele afectaban, hay que unir los objetos de tales investigaciones, fueran éstas amplias o demenor calado. El destinatario era su amigo y paisano Ceán Bermúdez, estudioso de la his-toria del arte. En último extremo, pretendía ayudarlo en la tarea que se le había encomen-dado, editar la obra póstuma del ministro Eugenio Llaguno y Amírola: Noticias de losarquitectos y arquitectura de España. El manuscrito de este político e intelectual estaba muylejos de poder llevarse a la imprenta, Ceán heredó su continuación y se vio obligado a unaardua labor de investigación, ampliando el original con diversas «Adiciones».

En las Memorias histórico-artísticas hay un continuo diálogo entre autor y destinatario,simulando que fuera una muy extensa carta, por ello a lo largo de las Memorias son habi-tuales y continuas. La primera parte de la «Descripción del castillo de Bellver y sus vis-tas» aborda el análisis formal del edificio, del que destaca su planta circular y sulocalización. Estas características lo que convierten en un buen observador y vigía del te-rritorio circundante. Las valoraciones histórico-artísticas están salpimentadas de comen-tarios que a priori podrían pasar por superfluas, pero no dejan de ser una seña personal delautor. Me refiero a sus comentarios como los elementos comunicantes entre las plantas delcastillo: las escaleras, por lo general de caracol; la inclinación de la superficie del patio cen-

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66 JOVELLANOS, Obras Completas, IV, p. 143 (Jovellanos a Carlos González de Posada: Bellver, 20 de di-ciembre de 1804).

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tral con la finalidad de recoger las aguas pluviales y su almacenamiento en aljibes, el pasoalto que comunica el castillo con la torre del homenaje, o la cámara inferior de ésta, en laque Jovino se muestra más sentimental al tacharla de «tumba de vivos», mazmorra habi-tada por infelices condenados «a respirar su fétido ambiente», quizás en una plena iden-tificación por su situación de prisionero67.

El comentario formal diseñado responde a la innovación sobre la Historia del Arte intro-ducida por Winckelmann, y que el gijonés ya observó. Atiende a la forma, a la estructura, a losmateriales, a las soluciones técnicas y a la ordenación de las disposiciones constructivas y espa-ciales. Su visión no deja de suponer un frente avanzado, de suerte que su modelo sigue vigenteen la actualidad a la hora de confeccionar un comentario histórico-artístico. El autor no se quedóaquí; en sus averiguaciones va más allá, busca y comenta la funcionalidad no solo del edificio ensí, sino también de las diferentes salas. Para tal fin se sirvió de crónicas antiguas, lo que tambiénle sugirió la evocación de los modos de vida de sus habitantes in illo tempore. Se adentra en elmundo del cortejo medieval, de los trovadores y juglares, en amores platónicos, imaginando unaépoca de esplendor en la que fue protagonista uno de los estamentos sociales privilegiados: laNobleza, del que él formaba parte, y que hacía mucho se había desvinculado de sus prístinas fun-ciones, a saber, las armas y la milicia68; y en el que se cimentaba la llamada nobleza de sangre, lahereditaria, frente a la nobleza de privilegio, sustentada en el servicio al Estado. Este debate, sefraguó a lo largo de los siglos XVI y XVII.

Al tratar sobre el principal material constructivo del castillo: la piedra, ve la oportuni-dad de centrarse en un elemento nuevo como es el medio en el que se integra la edifica-ción: el paisaje circundante. La identificación del tipo de roca y la cantera próxima de la quese extrajo, también le permite hablar de la historia geológica de la isla69. La consideración

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67 Gaspar Melchor de JOVELLANOS, Memorias histórico-artísticas de arquitectura, eds. Daniel Crespo Del-gado y Joan Domenge i Mesquida, Madrid, Akal, 2013, p. 92.

68 La declinación por la milicia entre la nobleza castellana comienza a observarse en las postrimerías delsiglo XVI; fue una de las razones que obligó a la Corona a realizar diversos llamamientos a la aristocracia para queacudieran a los servicios de armas en periodos especialmente conflictivos, sobre todo en el interior de la Penín-sula, como lo fueron los acontecimientos de la década de 1640 en Cataluña y los que se derivaron de la Guerrade los Treinta Años. Sobre este particular vid. Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, «La movilización de la nobleza cas-tellana en 1640». En Anuario de Historia del Derecho Español, Núm. 25, 1955, pp. 799-823; Juan HERNÁNDEZ

FRANCO y Sebastián MOLINA PUCHE, «El retraimiento militar de la nobleza castellana con motivo de la guerrafranco-española (1635-1645). El ejemplo contrapuesto del Reino de Murcia». En Cuadernos de Historia Mo-derna, Núm. 29, 2004, pp. 111-130.

69 Sobre el estudio de la geología por Jovellanos vid. Jorge ORDAZ GARGALLO, Manuel GUTIÉRREZ CLAVE-ROL y Elena LORENZO ÁLVAREZ, «Notas inéditas de Jovellanos sobre mineralogía». En Cuadernos Dieciochis-tas, Núm. 11, 2010, pp. 37-54; Jorge ORDAZ GARGALLO y Manuel GUTIÉRREZ CLAVEROL, «Observacionesgeológicas de Jovellanos en el castillo de Bellver y su entorno». En Ignacio FERNÁNDEZ SARASOLA, Elena de LO-RENZO ÁLVAREZ, Joaquín OCAMPO SUÁREZ-VALDÉS y Álvaro RUIZ DE LA PEÑA SOLAR (eds.), Jovellanos, el valor dela razón (1811-2011), Gijón, IFES XVIII, Ayuntamiento de Gijón, Trea, 2011, pp. 861-874.

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paisajística y el medio físico se implementan con el tratamiento de la flora y de la faunadel lugar70.

Asimismo, se detiene en el bosque, aunque no tanto con una intención lúdica o de re-creación en lo natural, sino con una finalidad más práctica. La excusa es tratar la maderacomo material constructivo, para denunciar su deterioro y descuido: «no ha muchotiempo que la adornaba un bosque espesísimo de pinabetes que en la mayor parte ha des-aparecido a mi vista por las causas que apuntaré después»71. Acusa de tal situación a los go-bernadores del castillo, que debían de velar por el mantenimiento, y amparándose en serdelegados regios hacían un uso ilícito y en beneficio propio. El bosque como elementoeconómico fue importante en las sociedades preindustriales: su materia prima, la madera,se utilizaba como elemento de construcción y calorífico —o bien en forma natural, o bienpara la fabricación de carbón vegetal—; y el medio podía constituir una fuente comple-mentaria de alimentación por su riqueza cinegética. Por estos motivos, el uso y utilizaciónde sus bienes estaban regulados de modo estricto por diferentes instituciones: desde las lo-cales a las centrales, a través de diversas ordenanzas, que regulaban el aprovechamiento.

En la segunda parte de la Descripción del castillo de Bellver y sus vistas, el autor se centraen el territorio que desde la fortaleza se puede contemplar. El ejercicio de geógrafo, al des-cribir la bahía de Palma o su campiña, lo acompaña con el de economista, al aludir a la ri-queza y fertilidad agropecuaria y marítima72. No deja de seguir los modelos de cronistasrenacentistas y barrocos, como Joan Binimelis (Manacor, c. 1538-Palma, 1616), Joan Da-meto (Palma, 1554-1633) o Vicente Munt (Palma, 1614-1687), de los que se empapópara documentarse. De otra parte, la ensoñación sobre el paso del tiempo se observará enlas Memorias histórico-artísticas desde dos matices: la denuncia del mal estado de conser-vación del patrimonio y la necesidad de tomar las medidas necesarias para invertir la si-tuación; y el desapego de las instituciones correspondientes que favorecieron la instalaciónde la naturaleza y de la fauna causantes de tales males. Esta sensibilidad no es nueva en Jo-vellanos, ya se observa en 1786, en uno de sus informes para una publicación sobre losmonumentos árabes, donde incide en los ecos que diferentes personalidades a lo largo deltiempo ofrecieron a las instituciones sobre el estado de conservación, especialmente deLa Alhambra.

El primero de los apéndices de estas Memorias está referido a noticias históricas sobreBellver. El espíritu ilustrado y la necesidad de contextualizar documentalmente su discursole empujan a desmentir supuestos históricos que se venían repitiendo en cada generación;

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70 NOCEDAL, Obras, I, p. 398.71 NOCEDAL, Obras, I, p. 399.72 La naturaleza desde la órbita económica la analiza José Luis RAMOS GOROSTIZA, «Jovellanos y la natu-

raleza: economía, ciencia y sentimiento». En Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales,Núm. 11, 2008, pp. 119-145 [en línea: http://www.ub.es/geocrit/sn-241.htm (consultado el 20-06-2017)].

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rechaza incluso la idea de que la construcción datara de la época de Jaime I, y propone la desu sucesor, Jaime II. Este último hecho le dio pie para tratar las defensas de la isla. Un librode cuentas de albores del siglo XIV le permite trazar aspectos desconocidos del proceso cons-tructivo del castillo, así como de los principales personajes implicados73. Distingue dos va-riedades de piedra —así como las canteras de las que se extrajeron—, utilizada según sudureza en lugares específicos, e identificó al maestro mayor de las obras, Pere Salvat74. Bell-ver integraba también otro tipo de artes, como la pintura mural al temple, de la que nadaquedaba, y que decoró diferentes estancias, a cargo del pintor Francesc Cavaller75, en el queno se recrea demasiado al no conservarse su obra, lo que choca con el espíritu historicistailustrado. También vinculó a los anteriores, junto al escultor Campredoni, con otra obraque Jaime II promovió en Palma al mismo tiempo: el palacio de La Almudaina, cuya cons-trucción no sería ex proceso, sino fruto de una reforma de una fortificación anterior76.

En el plan de las Memorias, la «Descripción de la catedral de Palma» constituía el se-gundo apéndice, si bien fue el último de los textos redactados; es más, puede considerarseinacabado y no llegó a ser enviado a Ceán. En la introducción sobre los establecimientosfranciscano y dominico el recluso informa a su amigo sobre los su progreso respecto altemplo catedralicio. A lo largo de la redacción había localizado y extractado infinidad decitas y documentación que estaba ordenando77. Durante mucho tiempo se tuvo por la ci-tada descripción catedralicia el texto que publicó el erudito palmés Antonio Furió, queaumentó y rectificó el original con notas propias en Carta histórico-artística sobre el edifi-cio de la iglesia catedral de Palma de Mallorca (Palma, Impr. Felipe Guasp, 1832). Lo ciertoes que más de medio siglo después, Julio Somoza puso esta hipótesis en cuarentena hastaque la corrigió, al comparar el texto con un manuscrito del archivo de Fuertes Acebedobajo el título Descripción de la catedral de Palma. El ilustre jovellanista observó notablesdiferencias de criterio, estilo, notas, encabezado y final del manuscrito, atribuyendo el textoeditado por Furió a la pluma del canónigo mallorquín José Barberí y el documento deFuerte Acebedo a Jovellanos, dándolo presto a la imprenta78. Este error fue arrastrado porLinares cuando aborda la edición de las obras del polígrafo gijonés en 183979.

De nuevo, Jovino se desliga del método habitual en la época y centra su discurso en lahistoria del proceso constructivo, alejándose de una mera descripción formal y estilística.

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73 JOVELLANOS, Memorias, pp. 99 y s.74 NOCEDAL, Obras, I, p. 413.75 NOCEDAL, Obras, I, p. 414.76 NOCEDAL, Obras, I, p. 415.77 JOVELLANOS, Memorias, p. 104.78 Julio SOMOZA, Escritos inéditos de Jovellanos, Barcelona, Tip. Artes y Letras, 1891, pp. 143-187.79 SOMOZA, Inventario, p. 39; Ángel FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Jovellanos y Mallorca, Palma de Mallorca, Bi-

blioteca Bartolomé March, 1974, pp.; Alejandro SANZ DE LA TORRE, «Jovellanos y la reivindicación de la arqui-tectura gótica de Palma». En Espacio, Tiempo y Forma. Historia del Arte, Núm. 6, 1993, p. 439.

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Para esta tarea vuelve a fundamentar su trabajo en la documentación, mucha de ella in-édita. No solo se queda en este único análisis, también encuentra interés en los procesosde mantenimiento y obras efectuadas en centurias ulteriores a la construcción del edificio.Su exégesis, desde un punto de vista integral, no obvió a los promotores (obispos) y cons-tructores, a los que intenta poner nombres y apellidos en todo momento, así como la ela-boración del arte mueble del interior y aquéllos que lo favorecieron.

Es interesante cómo inicia el discurso, incidiendo en un estado de la cuestión, y en elvacío historiográfico sobre su objeto de estudio. Si bien disculpa a los cronistas barrocos,Dameto y Mut, no es tan indulgente con aquellos que escribieron en su propia centuria:Alemany, Terrasa, padre Mallorca y Buenaventura Serra, quienes, al intentar enmendar alos anteriores, obvian cualquier referencia artística80.

Don Gaspar contó con la inestimable ayuda del canónico Barberí, que desde su ca-nonjía podía suministrarle documentación. La relación intelectual entre ambos estudiososfue amplia81. Quizás en este contexto, el eclesiástico hubiera podido prestarle su opúsculosobre la catedral mallorquina: el texto que editó Furió en 1832 y que pasó por autoría deJovellanos. El autor desmenuza el edificio y comenta, junto a la obra principal, otras quedan forma al conjunto, como sus capillas colaterales. Asimismo, no olvida las fuentes de fi-nanciación con las que se pudieron llevar a cabo las obras y las causas que entorpecierony dilataron el proceso constructivo, tanto las de carácter político como las económicas yreligiosas. Incluso incide en las circunstancias sanitarias (peste) y de subsistencia (ham-brunas del siglo XIV), además del absentismo de los mitrados en esta época, como causasque retardaron las obras. Escudriña el cambio de coyuntura histórica que favoreció el rei-nicio de la edificación, apuntando positivamente a la implicación económica del cabildocatedralicio al facilitar un caudal monetario más constante82. Cabe mencionar cómo sepercata de la diferencia entre el letargo en el que entró la erección de la catedral palmesa,con el auge y desarrollo que se observan en la arquitectura, la pintura y la escultura du-rante el siglo XVI, aprovechando el impulso renacentista inyectado desde Italia, sobre lo queya había escrito en los Elogios de las Bellas Artes y de don Ventura Rodríguez. Esta situaciónla achaca acertadamente al retroceso que se observa en el antiguo reino balear de la pros-peridad del comercio, que no dejaba de ser, en el fondo, el impulso financiero que insuflabade vida los proyectos artísticos de la isla. En cualquier caso, exceptúa el coro y púlpitos ca-

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80 SOMOZA, Inventario, pp. 145 y s.81 Sobre la amplia relación intelectual entre Jovellanos y Barberí vid. Felipe GUASP Y VICENS, «Jovellanos y

Barberí». En Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana, Núm. IV, 1891; Felipe GUASP Y POU, Un gran mallor-quín desconocido. Apunte bio-bibliográfico del presbítero don José Barberí, Palma de Mallorca, Impr. Guasp, 1926.La correspondencia entre ambos eruditos puede leerse en JOVELLANOS, Obras Completas, IV, pp. 370 (n.º 1.595),382 (n.º 1.598), 387 (n.º 1.604), 398 (n.º 1.617) y 401 (n.º 1.621).

82 JOVELLANOS, Memorias, pp. 107 y ss.

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tedralicios, debidos al diseño del aragonés Juan de Salas, quien despojó la estética gótica enfavor de la italianizante. La nueva influencia renacentista es más evidente cuando explica que,concluido el coro, faltaba la sillería, siendo financiada por el arcediano Luis de Villalonga, pro-cedente de Italia donde había estudiado y al que consideraba un aficionado a las bellas artes83.

El autor es consciente del devenir histórico de un edificio catedralicio, extendiéndosedesde las centurias medievales hasta la que vio crecer el barroco de forma paulatina, de talmodo que en los albores del siglo XVII aún se estaba levantando la portada principal. Ellargo proceso constructor da lugar a la integración y diferenciación de diversos estilos, re-firiéndome tanto a lo arquitectónico como a otras disciplinas, la escultórica, verbigracia:del gótico, se pasa a la estética renacentista, y de esta al manierismo y a las primeras ob-servaciones barrocas. Lo acertado de adecuarse a la estética propia de cada época es unpunto a favor de tales decisiones por parte de los promotores y artífices. En la portada prin-cipal aprecia el hecho de haber sucedido «al gusto ultramarino»84, léase gótico, siguiendola línea argumentativa e historiográfica que explorara en el Elogio de don Ventura Rodrí-guez sobre el origen de la arquitectura medieval y que reforzó más tarde en Bellver en suCarta de Philo Ultramarino sobre la arquitectura inglesa y la llamada gótica.

La «Memoria sobre la fábrica de la lonja de Palma de Mallorca», según Daniel Crespoy Joan Domenge, «es el estudio que compendia de manera más nítida la madurez que Jo-vellanos […] logra imprimir al estudio de una obra arquitectónica perteneciente a ungusto no acorde con la estética dominante del periodo»85. Al igual que sucede con la des-cripción de la catedral, la lonja tampoco fue objeto de estudio por parte de los cronistas delos siglos XVI y XVII, que prácticamente la obvian salvo para citar su mérito artístico desdeun punto de vista muy general, y cuya construcción se debió a un esplendor comercial quese añoraba, al entrar en retroceso con la apertura portuguesa de su ruta de las Especias yel descubrimiento de América por parte de la corona castellana86.

El trabajo se aborda en dos partes bien diferenciadas; de un lado, la memoria sobre lafábrica de la lonja —Apéndice 3 de las Memorias—, en la que se da a conocer el procesoconstructivo, la historia del edificio a través de documentación inédita y del pleito que elarquitecto del edificio, Guillem Sagrera, siguió con el gremio de mercaderes, que le habíacontratado. De otra parte, el análisis estilístico lo vierte en la segunda parte de la descrip-ción del castillo de Bellver, en la descripción de las vistas y término de la fortaleza87. Este

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83 SOMOZA, Inventario, pp. 177 y s.84 SOMOZA, Inventario, p. 184.85 JOVELLANOS, Memorias, p. 113.86 Alejandro SANZ DE LA TORRE, «Valoración de la arquitectura palmesa en los cronistas mallorquines: Bi-

nimelis, Dameto, Mut, Alemany». En Academia, Núm. 81, 1995, pp. 493-516; Joan DOMENGE, «Alcance y la-gunas de la historiografía sagreriana». En Eduard MIRA y Arturo ZARAGOZA (eds.), Una arquitectura góticamediterránea, vol. 2, Valencia, Generalitat de Valenciana, 2003, pp. 118 y s.

87 SANZ DE LA TORRE, «Jovellanos y la reivindicación», p. 438.

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trabajo es uno de los primeros que ven la luz tras el óbito del ilustrado gijonés: Carta his-tórico crítica sobre el edificio de la lonja de Mallorca (Palma, Impr. Brusi, 1812). De esteopúsculo se hizo una reedición (Palma, Impr. Juan Guasp y Pascual, 1835) costeada porel Real Consulado del Mar mallorquín. Este nuevo proyecto editorial estaba enriquecidocon cuatro calcografías, de un importante valor arqueológico, debidas a Francisco Jordánsobre dibujos que el arquitecto Isidro Velázquez había realizado en 1813. Las imágenes re-presentan las fachadas Este (la principal) y Norte, la planta del edificio y una sección lon-gitudinal del interior88. El trabajo de Jovellanos se completaba con unas notas ydocumentos relativos a la descripción de la Lonja, desgajados de la Carta histórico críticaen las ediciones de 1812 y 1835, que no vieron la luz hasta que Cándido Nocedal sacarasu compilación89. Este texto es uno de los que más repercusión tuvo para la difusión de losescritos mallorquines del gijonés, al ser editadas por las iniciativas de Furió, Morages yBover o Piferrer con un corto margen de tiempo, en los albores de la década de 1840. Seráel último quien ahonde en la obra y su principal autor, al localizar nueva documentación90.

Al igual que con la catedral, Jovino se encontró con un vacío historiográfico. Para llenarlose sirvió de un muy nutrido volumen documental, que, pasado el tiempo fue compilado porAntonio Frau en la década de 1880, constituyendo, aún hoy, una fuente válida91. Con ellapudo adivinar los orígenes de la promoción auspiciada por el gremio de mercaderes, la gé-nesis de éste, el principal arquitecto vinculado a la edificación, Sagrera, y proponer la figurade Guillem Vilasclar y otros maestros de obras. Al mismo tiempo, hace un juicio de valorsobre el gótico aplicado a la lonja, cuya fábrica califica de noble, firme, hermosa.

Los últimos monumentos mallorquines que estudia don Gaspar son los cenobios de SantoDomingo y de San Francisco. Al igual que con la lonja, el autor avanza a Ceán algunos aspec-tos en la Descripción de las vistas de Bellver, y le hace comprender que dedicará un monográficoa la evolución histórica de estos establecimientos conventuales. Desde un punto de vista cro-nológico los abordó primero que la catedral. El estudio jovellanista sigue siendo esencial paraaludir a estos complejos constructivos. Vuelve a enfrentarse a quienes escribieron antes queél, recalibra la cronología de Santo Domingo e intenta erradicar las «tradiciones vulgares, quetan fácilmente traga la ignorancia». Se detiene en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, unfacistol de bronce del siglo XIV, un relieve de mármol del XV, y algunas dependencias relevan-tes por su arquitectura y ornamentación: los dos claustros o la sala capitular92.

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88 Alejandro SANZ DE LA TORRE, «La arquitectura de Palma de Mallorca en el grabado ilustrado (siglos XVIII

y XIX)». En Academia, Núm. 73, 1991, pp. 221 y ss.).89 NOCEDAL, Obras, II, pp. 484-489.90 JOVELLANOS, Memorias, p. 116.91 Agustín FRAU, «La lonja de Palma». En Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana, Núm. I y II, 1885 y

1886.92 JOVELLANOS (2013: 117 y ss.).

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Con respecto a San Francisco, Jovellanos insiste en saldar cuentas con la tradición y lossupuestos erróneos que viven en el ideario colectivo, teniendo a la documentación de suparte como base, no muy abundante, por lo que lamenta su escasez y pérdida. Se desvin-cula de Dameto, Gaietà de Mallorca o los franciscanos Jaime Soliveretas y José Hebrera,que buscan maestros arquitectos en la Península, cuando había «buenos y aun buenísimosarquitectos, como prueban las obras coetáneas, no es de creer que don Jaime II buscase enlejanas tierras lo que tenía dentro de su casa»93, por lo que propone a Jaume Fabre, activoa principios del siglo XIV en la iglesia de los dominicos. También se sirve de las indagacio-nes de otro erudito: Ramón Calafat, perteneciente a la orden serafina, y sacristán del con-vento franciscano entre 1780 y 181894. Con respecto a este cenobio solo se detendrá, desdeun punto de vista arquitectónico, en la capilla funeraria del beato Ramón Llull, utilizandocomo pilar documental las Disertaciones históricas del culto inmemorial del beato RaymundoLullio, Dr. iluminado y mártir, y de la inmunidad de censuras que goza su doctrina, con unapendiz de su vida (Mallorca, Impr. Miguel Capò, 1700) del jesuita Jaime Custurer. Loque realmente le interesaba a Jovellanos fue el monumento sepulcral inacabado del sigloXV y que considera se debió a la maestría de Pere Joan Llobet, seguidor del beato, si bienrecrimina a Custurer que silenciara al artífice.

Sobre el convento traza una visión histórica diacrónica que ya es un seño en los dife-rentes capítulos de estas Memorias. Resulta curioso cómo destaca la portada principal,cuya erección data de finales del siglo XVII, época del pleno barroco. A pesar de denostareste estilo, escribe «obra grande y majestuosa por su altura y ornatos de no mal gusto dearquitectura, aunque afeada con algunos colgajos y moños»; las últimas palabras dejanentrever que, a pesar de toda la decoración superflua, tuvo en cuenta el conjunto del pro-yecto. De la obra pasa al artífice: Francisco de Herrera, en el que se detiene sobre su evo-lución artística y formación italiana, trabajando luego en Mahón y en Palma. En cualquiercaso, la historiografía moderna identifica la labor de dos arquitectos: el también escultorJaume Blanquer (1579-1636), responsable del piso bajo de la portada, y Herrera en laspostrimerías de la centuria. Esta circunstancia hace precisar que lo que probablementealabó Jovellanos fue la intervención de Blanquer, más próximo a una estética renacentista.Con respecto al interior de la iglesia, incide en el altar mayor y en su diseñador: Blanquer—siguiendo al cronista Buenaventura Serra—, al que considera uno de los principales es-cultores mallorquines. Por último, no puede sustraerse a la crítica sobre una de las últimas

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93 NOCEDAL, Obras, I, p. 432.94 Como investigador de las antigüedades de la Isla escribió el Llibre d’antiguatats de la iglesia del real con-

vento de Sant Francesch de la ciutat de Mallorca [1785]. Esta obra no vio la edición hasta el siglo XX, a cargo deJaime de Oleza en los números 20, 22 y 22 del Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana (1924-1929), así comoen una monografía a cargo del mismo erudito con notas y apéndices (Palma, Impr. Guasp, 1928). JOVELLANOS,Memorias, p. 122.

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intervenciones barrocas en el cenobio, el enlucido de las paredes y bóvedas del claustroentre 1732 y 174495.

3. ENSAYOS Y DISERTACIONES

A lo largo del periodo intelectual de Jovellanos nos encontramos con una serie de tex-tos que se caracterizan por la reflexión sobre diversas cuestiones artísticas: ensayos y di-sertaciones constituyen un conglomerado de escritos sin una temática específica, que nose restringen a un periodo cronológico concreto, y en ocasiones el contexto o el deman-dante de estos documentos tampoco queda claro.

La distinción entre ensayo y disertación resulta complicada, en realidad se trata de re-flexiones sobre aspectos específicos de las bellas artes. A este ámbito responden las «Re-flexiones y conjeturas sobre el boceto original del cuadro llamado La Familia», de 1789;el «Prólogo al Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en Españade Juan Agustín Ceán Bermúdez», redactado hacia 1799; una «Descripción del cuadro LaCortina (fundación de la Cartuja de Valldemossa)» de 1801; una «Carta dirigida al re-dactor del Diario de Madrid con motivo de las funciones hechas en los desposorios del Sr.D. Fernando VII y D.ª M.ª Antonia Carlota de Borbón», de 1802; otra firmada bajo elpseudónimo de Philo Ultramarino «sobre la arquitectura inglesa y la llamada gótica» de1805, una «Disertación acerca del descubrimiento de un manuscrito de Juan de Herrerasobre la figura cúbica» y otra «sobre el traslado del coro de la catedral de Palma», cuyaredacción ha de situarse tras la salida del presidio de Bellver, quizás a su llegada a la Pe-nínsula, c. 1808-1809.

El texto sobre las Reflexiones y conjeturas sobre el boceto original del cuadro llamado «LaFamilia» no deja de ser un breve ensayo sobre un estudio preparatorio para un lienzo demás importancia, Las Meninas de Velázquez. Está fechado el 14 de diciembre de 1789 y fuerealizada a la luz de lo que consideraba el boceto utilizado por Diego de Velázquez para sucélebre retrato de la familia de Felipe IV. La crítica ha visto en este documento una excusapara recuperar la figura del sevillano y magistral pintor de Cámara barroco, lo que se veníahaciendo desde los círculos academicistas de San Fernando, pues fue utilizado como mo-delo para que fuera copiado por los alumnos de la institución, del mismo modo que tam-bién fueron usados Murillo o Alonso Cano. Tal vindicación contaba con ciertasvaloraciones positivas del influyente Mengs, primero a través de su labor de profesor en lade Bellas Artes, luego en sus escritos, editados en 1780 a instancias de Azara, de los que ade-lantaba alguna primicia Ponz en el tomo sexto de su Viage de España (1776). La figura de

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95 JOVELLANOS, Memorias, pp. 121 y ss.

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Velázquez ya había sido vindicada por Goya en 1778, que le dedicó diecinueve aguafuer-tes; poco después lo reivindicaría Jovellanos en su Elogio de las Bellas Artes (1781)96.

Más que para un discurso estético, don Gaspar utiliza a Velázquez como excusa paraprecisar ciertos elementos obscurecidos en la obra de Palomino, alrededor de la conce-sión del hábito de Santiago al pintor, pero también para anunciar la superioridad del bo-ceto sobre la obra acabada al plasmar, de un modo más nítido y sin tapujos, la genialidaddel autor. De este modo, se adentra en su peculiar estilo, lo que favorece su aceptacióndentro de los canales oficiales neoclásicos frente a otros maestros barrocos. Aunque en laépoca se consideraba que esta pieza era original de Velázquez hoy se sabe que se trata deuna copia contemporánea del autor. Jovellanos, propietario del lienzo, lo consideraba nouno de los primeros, sino el principal de su pinacoteca, según informa Ceán97. De otraparte, no consta con claridad cuál sería la finalidad o destinatario de tal reflexión; según elprofesor González Santos, puede tratarse de una valoración para uso personal. En tal casopodría inaugurar «un género que cultivaría frecuentemente Ceán a partir de 1806: losocios, una especie de disertaciones breves (teóricas, doctrinales o eruditas) sobre asuntosconcretos de las Bellas Artes y la estética»98.

La redacción del «Prólogo» al Diccionario histórico de los más ilustres profesores de lasBellas Artes en España de Juan Agustín Ceán Bermúdez data de las postrimerías del sigloXVIII, hacia 1799. Algunas noticias a través de la correspondencia y el Diario pueden daridea de su construcción. La primera referencia de la que dispongo data de 1795, cuandoJovellanos escribe a Ceán sobre algunas de las opiniones que le sugieren su Diccionario.Éste parece estar muy avanzado, pues el polígrafo insta al autor que vaya perfilando el mé-todo de edición y que no se entretenga demasiado en cada una de las entradas. De modovelado le indica que un exceso de información podría dar lugar a repeticiones que entur-biarían el trabajo, agregando que el exceso de perfección puede dañar más que beneficiarel contenido final, tal como, en su opinión, le sucedió a Carlos González de Posada con res-pecto a las Memorias históricas del Principado de Asturias y obispado de Oviedo (vol. I, Ta-rragona, Impr. Pedro Canals, 1794)99.

Para que la obra viera pronto la luz, al menos el primero de los tomos, Jovino le insta aque trabajara el prólogo, en el que solo habría de referir los objetivos que le movieron a em-

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96 Claude BEDÁT, Los académicos y las Juntas, 1752-1808, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de SanFernando, 1989, pp. 227 y 233); GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 2).

97 CEÁN BERMÚDEZ, Diccionario, V, p. 172 (nota); Julio SOMOZA, Jovellanos. Manuscritos inéditos, raros o dis-persos dispuestos para su impresión, Madrid, Impr. Hijos de Gómez Fuentenebro, 1913, pp. 129 y s.; JOVELLA-NOS, Obras Completas, V, p. 295 (nota 303); GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 29.

98 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 29.99 JOVELLANOS, Obras Completas, III, p. 170 (Jovellanos a Ceán Bermúdez, Gijón, 29-XI-1795). Sobre las

Memorias históricas, su contenido, el complejo proceso de edición y la suerte que corrieron vid. REMESAL RO-DRÍGUEZ y PÉREZ SUÑÉ, Carlos Benito González de Posada, pp. 513-523.

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prender el proyecto editorial y cómo están organizados los contenidos: «Trabajas tu pró-logo con la historia y plan de la obra, y la echas a volar»100. Ceán no parece hacerle muchocaso, pues aún en 1799 se vuelve a retomar el asunto prologuista. Parece que en esta de-mora pesa la necesidad del autor de completar lo máximo posible cada una de las voces,tarea que podría ser eterna en opinión de Jovino; si algo faltare, le comenta, puede referirseen un apéndice final.

La paternidad de este escrito ha sido un tanto enigmática. La historiografía tradicional,amparándose en el uso de la primera persona, lo identificó desde un primer momento conel propio Ceán. Empero, si se tiene en cuenta el Diario del gijonés, sobre todo fechas de lasegunda mitad del mes de abril de 1799, se colige que aquella obviedad había que ponerlaen cuarentena, al anotar: «revisión del Prólogo de Ceán» y «fueron a Ceán las observa-ciones sobre su Prólogo»101. Bien es cierto, que estas expresiones son un tanto ambiguas:Ceán pudo haberle pedido que revisara un texto propio. La duda desaparece en julio delmismo año, cuando en post data en carta a González de Posada sentencia: «Ceán me ma-nifestó deseo de que le trabajase un prólogo; lo hice; en él se trata de exponer sencilla-mente la diligencia empleada en su obra»102. Jovellanos había mostrado interés en elproyecto de su protegido desde años atrás y no hay que excluir la posibilidad de su parti-cipación en el mismo, de modo indirecto, más que redactor, como colaborador al sumi-nistrar información, lo mismo que para las «Adiciones» a las Noticias de los arquitectos.En este sentido, las Memorias histórico-artísticas tenían esta finalidad. La única prueba fe-haciente de tal acción está en la voz sobre el escultor barroco gijonés, Luis Fernández dela Vega, pero es muy posible que aportara información sobre muchos otros artistas.

La falta de firma y la primera persona inclinan a pensar que el propio Ceán hubiera re-tocado el original. En todo caso, el primero en advertir y atribuir el proemio del Dicciona-rio de Ceán a don Gaspar fue Julio Somoza. Esta hipótesis fue seguida por Caso González,Barón Thaidigsmann y González Santos. El último argumenta tal extremo103, y ve en eltexto no solo una exposición del método y objetivos concretos de la obra, algunas de cuyasideas ya había trasladado al interesado por carta, sino también «el primer ensayo histo-riográfico de las fuentes literarias del arte español»104, esto es, un estado de la cuestión.

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100 JOVELLANOS, Obras Completas, III, p. 170 (Jovellanos a Ceán Bermúdez, Gijón, 29-XI-1795).101 JOVELLANOS, Obras Completas, VIII, pp. 268 y 273.102 JOVELLANOS, Obras Completas, III, p. 463 (Jovellanos a González de Posada, Gijón, 29-VII-1799).103 SOMOZA, Inventario, p. 124, idea que reitera en las pp. 281 y 289; JOVELLANOS, Obras Completas, I, p. 119

(nota 110); BARÓN THAIDIGSMANN, Ideas de Jovellanos, p. 34 (nota 49)]; GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficio-nado, p. 19); Javier GONZÁLEZ SANTOS (ed.), Jovellanos y su entorno en las colecciones del Museo de Bellas Artes deAsturias. Contribución del Museo de Bellas Artes de Asturias al Segundo Centenario de la muerte de Don Gaspar Mel-chor de Jovellanos (1811-2011), Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias, 2012, pp. 162 y ss.

104 JOVELLANOS, Obras Completas, VIII, p. 265 (nota 146).

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El retiro forzoso de Jovellanos en Mallorca le permitió el desarrollo de una intensa ac-tividad intelectual. No solo se dedicó a la elaboración de unos documentos que profundi-zaban en el estudio de las Bellas Artes medievales de la isla, sino también nuevas lecturas,de las que se sirvió para la redacción de los anteriores. Los escritos de esta época se carac-terizan por la preferencia hacia la arquitectura y la época tardo medieval. Esto no evitó quese colaran otros intereses, sobre todo al principio de la reclusión en el monasterio de Val-demossa, antes de su traslado a Bellver. Así ha de entenderse su Carta dirigida al redactordel Diario de Madrid con motivo de las funciones hechas en los desposorios del señor D. Fer-nando VII y D.ª M.ª Antonia Carlota de Borbón, remitida desde el cenobio cartujo en abrilde 1802. La primera salvedad que habría que hacer se refiere al mismo título con que loscompiladores decimonónicos catalogaron los borradores que se encontraron en los apo-sentos del prisionero, cuando don Fernando aun era Príncipe de Asturias y doña Carlotahabía fallecido cuatro años después de los esponsales, y nunca sería reina.

El contenido crítico de la carta obligó a Jovellanos a ocultarse bajo un pseudónimo en-criptado, que inserta en una dedicatoria de un posible monumento conmemorativo a losdesposados:

D.D.G.D.J.O.P.L.C.E.E.R.C.D.B., que vendría a decir: «Dedícalo Don Gaspar De Jo-vellanos Oprimido Por La Calumnia En El Real Castillo De Bellver»105. El asunto fue men-cionado de soslayo por Ceán en la biografía que hace del prócer gijonés, pues cuando seedita reinaba el antes príncipe festejado106.

Jovellanos aborda un tema delicado: el gasto público en honor de la Monarquía comosigno de expresión de la fidelidad del Pueblo a la Corona. Aún en el «Otoño de las Luces»se festejaba a la Familia Real: natalicios, desposorios, pompas fúnebres, proclamaciones altrono, acontecimientos relevantes de política exterior, o el ascenso a las más altas institu-ciones de la administración de personajes relevantes, que duraban varios días. Tales acon-tecimientos seguían revelando unas formas retrógradas características del barroco, frentea las peticiones de sobriedad y decoro por parte de las élites ilustradas. El gasto, claro está,era soportado por el Pueblo, no solo desde las arcas municipales (en no pocas ocasionesexangües) obligando a un aumento de la presión fiscal con la solicitud de censos y la dis-tribución de arbitrios para su redención, sino también por los particulares, ornamentandofachadas de casas, calles y plazas con tapices, transparentes, luminarias, que a su vez fuecausa de competición entre unos y otros, sobre todo, entre los miembros relevantes de lacomunidad, llevándoles al gasto desmesurado y, en ocasiones, al endeudamiento. Las re-presentaciones no dejaban de aludir al teatro de la sociedad, todos los estamentos e insti-tuciones estaban obligadas, y llamadas, a cumplimentar a la Corona, con la organización

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105 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 30.106 CEÁN BERMÚDEZ, Memorias, p. 327.

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de desfiles en los que se desplegaban grandilocuentes arquitecturas efímeras con un uso li-mitado y un coste abultado.

En ocasiones, estos desembolsos podían causar malestar entre la población, pero tam-bién entre los ilustrados por lo desproporcionado en coyunturas específicas. Jovellanosno pudo obviar en su misiva al director del Diario de Madrid las celebraciones de exalta-ción al trono de Carlos IV iniciadas el 17 de enero de 1789 en la Villa y Corte de Madridy en Toledo, sede de la mitra primada del reino, máxime cuando coincidían con un año ca-racterizado por una serie de malas cosechas que derivaron en hambrunas, no solo en Es-paña sino en un contexto de la Europa occidental.

La conjunción del festejo en época de crisis y la censura de algunos grupos de la socie-dad fueron reflejados por la hermana de Jovino, Josefa de Jovellanos, en sendos poemas enasturiano: Elexía y Proclamación de Carlos IV, sobre cómo aconteció este acto en Oviedo,y en los que se ha de notar también su fino sentido del humor107. Tanto los poemas aludi-dos como la crítica velada de don Gaspar en su Carta expresan un tópico literario de claraoposición al lujo por parte de la comunidad ilustrada108.

Las Memorias histórico-artísticas de arquitectura no son las únicas reflexiones sobre laedificación medieval que Jovellanos emprenderá en Mallorca. Entre medias redacta suCarta de Philo-Ultramarino sobre la arquitectura inglesa y la llamada gótica, denominada asípor estar firmada bajo aquél pseudónimo. El destinatario vuelve a ser Ceán y sus «Adi-ciones» a Llaguno, y su finalidad materializar algunas conjeturas a las que llega sobre la ar-quitectura gótica. Tiene en cuenta su Elogio de don Ventura Rodríguez donde se aproximaa la realidad constructiva medieval, si bien ya había incidido en este objeto de estudio enalgunas cartas remitidas a Antonio Ponz para su Viage de España. Ahora, retoma el tema ala luz de nuevas lecturas como Londres et les Anglais (4 tomos, Paris, Impr. Jeune Fain,1804) del conde Jean L. Ferri de Saint Constant.

El trabajo de Jovellanos puede dividirse en dos partes. De un lado, se aproxima a la his-toria de la arquitectura inglesa en la línea del citado Elogio, al establecer el origen del gó-tico, y una periodización ejemplificada con edificios y arquitectos representativos. SegúnCeán: «Trata del origen de la arquitectura anglicana, remontándose hasta el tiempo desus Druidas; y la divide en saxona, gótica y moderna. Describe algunos edificios corres-pondientes a sus respectivas épocas, y especialmente el de San Pablo de Londres y otrosdel siglo XVII»109. Además, reflexiona sobre esta arquitectura y avanza en las ideas que ya

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107 Sobre este asunto particular vid. XOVELLANOS, Obra poética, y Juan DÍAZ ÁLVAREZ, «La proclamación deCarlos IV en Oviedo: conflicto institucional y fiesta urbana». En Estudis, Núm. 42, 2016, pp. 193-223.

108 Elena de LORENZO ÁLVAREZ, «La polémica dieciochesca sobre el luxu. Un tópico lliterariu nos poemesde Xosefa Xovellanos». En Actos de la XIX Selmana de les Lletres Asturianes dedicada a Xosefa Xovellanos, 1745-1807, [Oviedo], Consejería de Cultura, 1998, pp. 65-77.

109 CEÁN BERMÚDEZ, Memorias, p. 323.

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110 BARÓN THAIDIGSMANN, Ideas de Jovellanos, pp. 97 y ss.; GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, pp. 27 y s.111 Manuel RINCÓN ÁLVAREZ, Reflexiones en torno a una bóveda. La biblioteca del monasterio de San Lorenzo

de El Escorial, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2010, p. 133.112 RenéTAYLOR, Arquitectura y magia. Consideraciones sobre la idea de El Escorial, Madrid, Siruela, 1992,

pp. 16 y ss.; Manuel RINCÓN ÁLVAREZ, Claves para comprender el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Sala-manca, Universidad de Salamanca, 2007, pp. 111 y ss.; y Reflexiones en torno, pp. 120 y 133 y s.

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había expuesto en el panegírico de Rodríguez. No utiliza abiertamente la denominación de«gótico», al no ser una arquitectura promovida por los godos, y se desvincula del origendel estilo que refieren otros autores como Milizia, Algarotti, Félibien, Hall o Warburton,a los que cita y ya conocía. Éstos se sustentaban en la teoría naturalista y en las construc-ciones en madera o de cultos paganos en los bosques. Sí acepta el origen oriental e incideen que su recepción en Europa tuvo lugar a través de las Cruzadas, conocidas como gue-rras de «ultramar», de ahí la denominación del estilo: «ultramarino»110.

El estudio de la cultura medieval mallorquina permitió a Jovino profundizar en uno delos principales intelectuales insulares de la época, Raimundo Llull. Para la redacción desus Memorias de arquitectura leería varias de sus obras y se familiarizaría con su ascenso yla difusión de sus doctrinas, sobre todo, en época renacentista, así como su caída y la pos-terior persecución de sus seguidores. A este contexto ha de ceñirse la recuperación de unaobra poco conocida de uno de los principales arquitectos de la monarquía de Felipe II, elcántabro Juan de Herrera, maestro de obras de la gran promoción constructiva del mo-narca: el monasterio-palacio de San Lorenzo de El Escorial. Su figura ya había sido desta-cada por don Gaspar en el Elogio de don Ventura Rodríguez, al considerarlo el artífice de larecuperación de los modelos clásicos en la España del siglo XVI, y ser el camino que habríaque reencontrar para encauzar la arquitectura, en detrimento del exceso decorativo ba-rroco y de la línea churrigueresca.

Hallará la conjunción de Herrera y de Llull en un texto científico redactado por el pri-mero bajo el influjo de la doctrina del segundo y el mecenazgo de Felipe II, quizás a con-secuencia de la fundación de una Academia de Matemáticas, también por Herrera, yauspiciada por el monarca Prudente. Me refiero a su Discurso sobre la figura cúbica, segúnlos principios y opiniones del Arte de Ramón Llull. Poco se sabe cómo el montañés llegó a lasdoctrinas lulianas, quizás por influencia de su maestro, Juan Bautista de Toledo. Éste, a suvez, las adoptaría muy posiblemente en Nápoles, donde el mallorquín había gozado degran difusión y aceptación.

El Discurso no deja de ser un texto poco conocido y enigmático. Miguel Rincón lo en-cuadra dentro de lo que se conoció como cristianismo luliano, que en el fondo busca «cris-tianizar la visión pagana de la arquitectura clasicista»111. El mismo Herrera advierte sobrelos misterios arcanos y secretos de difícil percepción encerrados en el contenido del es-crito112. Don Gaspar es el primero en hacerse eco de la importancia del manuscrito reen-

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contrado, si bien su recuperación se debía a fray Antonio Raimundo Pascual (1708-1791),que lo halló en la biblioteca del monasterio cisterciense de Santa María la Real de Palma,en el que profesaba, y vindicador de la figura y obra del palmés Lulio113.

A raíz de la localización del Discurso herreriano elabora su Advertencia sobre el manus-crito de Juan de Herrera. El polígrafo gijonés no se limita a extractar algunas notas, sino re-aliza un estudio sobre tan curioso documento. Informa de su aparición, su paradero a lolargo del tiempo, de manos privadas a las del cenobio, conjetura sobre si es un autógrafodel propio Herrera, el objeto de la obra, el análisis de su contenido, para avanzar poste-riormente sobre la relación entre el autor y la filosofía luliana, así como la extensión deesta doctrina por el archipiélago balear y la Corona de Aragón en general, en la que, porotra parte, más se detiene.

Más allá de esta estructura, hace una doble valoración de Herrera. Una como arqui-tecto, pues representaba el ideal de profesional renacentista, capaz de conjugar su periciacomo constructor y sus dotes intelectuales. No deja de ser un modelo al que aspira el aca-demicismo neoclásico, a través de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, do-tada de profesores que aúnan dichas capacidades, formadores de una nueva clase dearquitectos, que habrán de liderar en el futuro su campo profesional y el artístico. De otraparte, observa paralelismos entre el montañés y el espíritu ilustrado, que el propio Jovinoencarna, el afán de estudio y divulgación de los resultados obtenidos para beneficio de lasociedad, esto es, la finalidad última de educar114.

Jovellanos mandó copiar el texto de Herrera a su secretario, intitulándolo: Discurso deJuan de Herrera, aposentador mayor de Su Majestad, sobre la figura cúbica. La finalidad fueremitírselo a Ceán, acompañado de la Advertencia, que no deja de ser un texto explicativopara que su interlocutor lo tuviera en cuenta: «Todo esto puede parecer nimiedad, perohe querido advertirlo por lo que puede contribuir a la ilustración de un documento que estan raro como precioso para la historia literaria»115.

Finalmente, me referiré a otro ensayo, el último que abordará sobre el patrimonio histó-rico-artístico de Mallorca: la Disertación sobre el traslado del coro de la catedral de Palma. Suredacción no la realiza en prisión, sino tras su liberación, quizás ya residente en la Península.Se compone de dos partes: la primera es una serie de notas numeradas que se utilizan com-pletas, en parte o desechas para una ulterior redacción; la segunda, compone, sensu stricto, laDisertación, pero ésta no deja de ser un borrador, no un texto acabado116. Delatan esta cir-

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113 NOCEDAL, Obras, II, p. 492.114 Luis LÓPEZ SUÁREZ, «Jovellanos, Herrera y El Escorial». En Francisco Javier FERNÁNDEZ DE SEVILLA

(coord.), Literatura e imagen en El Escorial, San Lorenzo de El Escorial, Real Centro Universitario Escorial-MaríaCristina, 1996, pp. 430 y s.

115 NOCEDAL, Obras, II, p. 493 (§ 7).116 Sobre su edición vid. FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ, Jovellanos y Mallorca, pp. 63-81.

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cunstancia ciertos añadidos en los márgenes, sin duda para que fueran tenidos en cuenta parauna redacción final, así como algunos leves defectos de redacción y concordancia.

Aunque el escrito no tiene destinatario, algunas pistas apuntan a la idea de que fueraconcebido como una carta de respuesta a una opinión o pregunta específica formuladapor un interlocutor. El asunto que trata es la conveniencia o no de trasladar el coro de lacatedral palmesa. Ángel Fernández, a este respecto, considera que el posible destinatariofuera el canónigo Barberí, amigo y colaborador de don Gaspar en Bellver, y con el que sos-tuvo una variada correspondencia en la que destacan como temas de discusión las «anti-güedades»117. El mismo investigador dice no haber encontrado ninguna referencia en lasactas capitulares del cabildo catedralicio que hicieran suponer la posibilidad de traslacióncon la finalidad de dejar diáfana la nave central del templo. Quizás fuera una mera ideaentre algunos de los canónigos, que ante un posible debate futuro en la institución ecle-siástica tuvieran una opinión ajena sobre el particular. Se viera como factible o no, la meraposibilidad de cambio del coro suponía dos modos antagónicos de ideario dentro de lareligiosidad en plena época ilustrada.

De la lectura de la Disertación se desprende que Jovellanos estaba más afín con la idea demantener los coros de las catedrales en su lugar, esto es, en la nave central; pero no aducemeras cuestiones religiosas y teológicas. Su alegato va más allá, incidiendo en los motivoshistóricos, entre los que se halla uno de gran importancia para los Ilustrados: el patronato real,como eje preeminente y privilegiado de los reyes sobre una parcela eclesiástica. En este sen-tido, no dejarían de mezclarse intereses jansenistas con los netamente regalistas, defensoresde la Corona y de unos privilegios concedidos a los Reyes Católicos y que fueron utilizadosdesde entonces como un medio más de cohesionar el poder de la Monarquía. Esta peculia-ridad de la Iglesia hispana la dotaba al mismo tiempo de un sentido nacionalista godo y fa-voreció una estrecha vinculación del episcopado a la Monarquía, sobre todo a raíz delConcordato firmado en 1753, que ponía una cortapisa más a la centralización romana118.

Los motivos históricos aducidos por don Gaspar han sido tomados en ocasiones poralgunos autores como un signo jansenista del autor, pero más bien hay que considerarleun defensor de la tradición artística y del ceremonial del culto divino. En esta línea hade considerársele vindicador «de la legitimidad que la Historia confiere a las cosas y alas costumbres de las naciones»119. Téngase en cuenta además lo que ya expusiera el

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117 FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ, Jovellanos y Mallorca, p. 57.118 Santos Manuel CORONAS GONZÁLEZ, Jovellanos y la Universidad, Gijón, Universidad de Oviedo, Funda-

ción Foro Jovellanos del Principado de Asturias, 2008, pp. 33 y ss. Sobre el episcopado hispano y su evoluciónpolítica y adscripción a la causa de la Corona desde mediados del siglo XVIII hasta el reinado de Fernando VIIvid. Andoni ARTOLA RENEDO, De Madrid a Roma. La fidelidad del episcopado en España (1760-1833), Gijón,Trea, 2013.

119 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 30.

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profesor Caso González, cualquier atisbo de reforma eclesiástica podía ser tachado dejansenista120.

En todo caso, en la Disertación Jovellanos invoca razones diferentes a las de carácterhistórico, por las que, a su juicio, no debía ser trasladado el coro de su lugar privilegiado oincluso ser eliminado; arguye motivos artísticos, estéticos, piadosos y rituales. Éstos son es-bozados de un modo general, válidos para cualquier cuerpo catedralicio, si bien más tardeentra en el tema específico del edificio palmés121.

4. MISCELÁNEA: APUNTAMIENTOS, CORRESPONDENCIA, DIARIO

Resulta difícil dar una coherencia al último conjunto de documentos sobre las bellasartes de Jovellanos, precisamente por su característica de misceláneo, tanto desde unpunto de vista individual de los textos, más apreciable en la nutrida correspondencia, enel Diario, y algunos «Apuntamientos»; como desde el punto de vista de conjunto: alhaber casos de complicada clasificación siguiendo los criterios anteriores. En ocasiones,el investigador encuentra meras ideas con la pretensión de ser publicadas o no, tambiéncon referencia a otros cuyo contenido resulta difícil de atinar y solo puede intuirse por sustítulos, por hallarse perdidos o en paradero desconocido, que algunas fuentes indirectasnos han legado. Junto a estos escritos hay otros que podrían vincularse a la esfera del artede una manera circunstancial, pues no responden a esta naturaleza específica, pero sir-vieron al autor para forjar sus ideas. Me refiero a una infinidad de apuntes y extraccionesde información sobre lecturas diversas, correspondientes a ediciones, manuscritos o ma-terial de archivo. Asimismo, hay que tener en cuenta las referencias sobre antigüedadeso restos materiales de carácter arqueológico, que rozaban en la época una delgada y di-fusa línea fronteriza con lo artístico. En función de lo apuntado incluyo aquí dos «frag-mentos sobre las Bellas Artes», ciertos «Extractos y observaciones de la obra Vidas de lospintores de Palomino», así como unos «apuntes de varias obras de arquitectura de Ma-llorca: catedral, lonja castillo de Santueri, en Felanitg, y anfiteatro de Alcudia». Difícilencasillamiento tienen unas «Reflexiones sobre la inscripción del retrato del marqués dela Romana» o unos «Apuntamientos sobre el antiguo castillo de Gauzón». La corres-pondencia y el Diario son unidades documentales más homogéneas, aunque contenganuna gran diversidad temática.

Los dos «fragmentos sobre las bellas artes» son dados a conocer por primera vez enla compilación que hace Nocedal, si bien los acompaña de otro fragmento sobre «la lite-

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120 JOVELLANOS, Obras Completas, VII, p. 108 (nota 22). Sobre la posición de Jovellanos ante la religión vid.CASO GONZÁLEZ, De Ilustración, pp. 335-354 y 355-366.

121 GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 30.

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ratura»122. Será Somoza quien advierta de la importancia de los contenidos de estos do-cumentos, no tanto inconclusos, como meros inicios de unos textos mucho más amplios123.Es más, han de interpretarse como dos versiones de un mismo documento. En cualquiercaso, como ya advirtiera el jovellanista decimonónico, es muy posible que su destino finalfuera alguno de los papeles periódicos de la Corte. Somoza, perspicaz, intuye una posiblediatriba pública alrededor de cuestiones de arte124.

Nada más lejos de la realidad. Como ya hubiera expuesto Daniel Crespo, a lo largo dela década de 1780, la opinión pública comenzaba a hacerse eco de la necesidad de avan-zar en los estudios sobre el arte español en sus tres más destacadas disciplinas: la arqui-tectura, la pintura y la escultura, casi convirtiéndolo en un asunto de Estado. La finalidadsería publicitarse dentro de los canales intelectuales europeos que denigraban, por desco-nocimiento, nuestras bellas artes. Estas taras se venían repitiendo sobre todo por la in-fluencia de los epistolarios, diarios y libros de viajes de extranjeros por nuestra geografía,y por la poca divulgación de la literatura artística de la época allende de nuestras fronteras.Este debate se haría más intenso entre 1787 y 1788, cuando intervendrían Juan Andrés, Isi-dro Bosarte y Ramón Cabrera Serrano125.

Aquellos «apuntes de arquitectura» son citados por Miguel Artola en su «Índice cro-nológico de la obra de Jovellanos»126, pero no les adscribe fecha concreta. No obstante, esmuy probable que se refiera a las anotaciones de lecturas realizadas para la redacción de susMemorias histórico-artísticas de arquitectura, caracterizadas por su diversidad, y no necesa-riamente tratados u obras específicas sobre las construcciones en las que trabajó, pues yase quejaba del vacío bibliográfico al respecto en los trabajos de autores anteriores, que ob-viaron la materia artística de sus crónicas. Son lecturas diversas, para ahondar en el contextohistórico general del entorno, circunstancias y contexto en los que se levantaron los edifi-cios estudiados.

Sin embargo, entre las anotaciones de lecturas destaca una los denominados por So-moza «Extractos y observaciones de la obra Vidas de los pintores de Palomino». Su lecturaestá bien documentada, en el ejemplar perteneciente a Jovellanos, adquirido en Madrid,y hoy integrante de los fondos del Museo de Bellas Artes de Asturias (Oviedo), anotó suposeedor: «acabado de leer y extractar en 9 de febrero de 1781»127. Se trata de la base do-

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122 NOCEDAL, Obras, II, pp. 544-546.123 SOMOZA, Inventario, p. 48.124 SOMOZA, Inventario, p. 48.125 Daniel CRESPO DELGADO, «Diario de Madrid 1787-1788: de cuando la Historia del Arte español devino

una cuestión pública». En Goya. Revista de Arte, Núms. 319-329, 2007, pp. 246-258.126 Miguel ARTOLA (ed.), Obras publicadas o inéditas de don Gaspar Melchor de Jovellanos, t. V, Madrid, Edi-

ciones Atlas, 1956, p. 484.127 SOMOZA, Inventario, p. 125; GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos y su entorno, pp. 142-149.

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cumental que Jovellanos utilizó para la confección de su Elogio de las Bellas Artes. Su con-tenido no sería difícil de sintetizar, haría alusión a los principales autores que trató en suprimer discurso academicista unos meses antes de su lectura oficial. Lo interesante deltexto estaría en las denominadas «observaciones» pues sugieren que Jovino no se limitóa la obtención de material de trabajo, sino que dejaría algunas impresiones personalessobre su contenido.

Las «Reflexiones sobre la inscripción del retrato del marqués de la Romana» no alu-den específicamente a un texto sobre arte, sino a la valoración de una inscripción que acom-pañaría a un monumento conmemorativo del segundo marqués, Pedro Caro Fontes,fallecido en acción de guerra en uno de los intentos de la toma de la plaza de Argel, con elobjetivo de terminar con la piratería berberisca y asegurar las aguas del Mediterráneo cen-tral y occidental.

El monumento escultórico que habría de contener la cartela sobre la que Jovellanosvierte algunos comentarios fue encargado por su hijo y heredero, el tercer marqués, y ca-pitán general Pedro Caro y Sureda, miembro relevante de los acontecimientos belicistasy políticos durante la Guerra de la Independencia; y el autor encargado de la obra, un ma-llorquín que colaboraría con Jovino en las Memorias histórico-artísticas de arquitectura conla realización de dibujos de los edificios estudiados (secciones, perfiles y detalles): Fran-cisco Tomás y Rotger (Palma de Mallorca, 1762-1807). La labor de éste sería el busto delmarqués. No se conoce tal obra o monumento, por lo que puede que los acontecimientosbélicos dejaran frustrada la pretensión inicial del hijo hacia su progenitor.

La primera referencia que se tiene de tal inscripción, y por tanto del proyecto, se leeen el Diario, el Sábado, 22 de febrero de 1806: «Por la noche se escribieron algunasnotas sobre la inscripción proyectada para el busto del señor Marqués de la Romana,padre», tales apuntes los concluye al día siguiente y los pone en limpio el Lunes, 24:«la corrección y copia en limpio de las reflexiones sobre la inscripción al retrato delseñor Marqués de la Romana, padre (cuyo borrador queda aquí), se llevaron gran partede la mañana»128. El recluso en Bellver propuso cuatro posibles inscripciones al pro-motor, y las anotaciones hacen referencia a cuestiones específicas de carácter filológico:la elección de la terminología y del vocabulario más adecuado, dependiendo del sen-tido que se le diera a la dedicatoria, pues iba en latín. El «comentario de la inscripción»y cuatro variantes de la misma han sido publicados por el profesor González Santos enel último volumen del Diario de Jovellanos129.

En esta miscelánea documental también advierto algunos textos o bien perdidos o bienen paradero desconocido, entre ellos los «Apuntamientos sobre el antiguo castillo de

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128 JOVELLANOS, Obras Completas, VIII, pp. 450 y s. y 454 y s. (las citas: 450 y 454).129 JOVELLANOS, Obras Completas, VIII, 454 y ss.

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Gozón». Esta circunstancia hace especular con su contenido. Para la historia de Asturiasresultaría importante hallar este texto por el símbolo al que hace referencia: el castillo cons-truido por Alfonso III el Magno, último de los reyes de la dinastía asturiana, donde man-daría labrar la Cruz de la Victoria, uno de los mejores ejemplos de orfebrería del arte delperiodo de la monarquía asturiana. Jovellanos le menciona al marqués de Camposagradola cruz y su labra en los talleres del castillo, en una misiva sobre el blasón del Principadoen noviembre de 1794130.

En cualquier caso, no abundan las noticias que puedan darnos alguna pista sobre los res-tos de esta construcción entre los escritos de don Gaspar. Sí parece que tuviera intenciónde redactar una historia sobre aquella edificación, aunque resulte extraño a la luz de lospocos extractos informativos que nos legó en la correspondencia y en el Diario. Efectiva-mente, la primera referencia que hace al singular edificio, del que solo debía quedar algunaruina, es cuando realiza una pequeña excursión de Gijón a Avilés en el verano de 1792. Elprimero de agosto cita un foro otorgado por un maestre de la orden de Santiago de un te-rreno en Raíces «en que estuvo el castillo de Gozón», que pertenecería «a la encomiendade Sobrescobio»131. En este mismo viaje debió de asaltarle la idea de la historia de la edi-ficación y del emplazamiento, sobre todo al intuir que el territorio sobre el que se alzaríaestaría dominando la costa, aunque en su época no lo pareciera por la regresión marina:«¿Si alguna vez este valle, antes de llenarse, habrá recibido el mar de Avilés? Téngase pre-sente para la historia del castillo de Gozón»132. Resulta curioso, pero esta forma preliminarde abordar el método de trabajo tiene semejanzas con la obra mallorquina de Bellver desus Memorias histórico-artísticas: edificación y emplazamiento, descripción del castillo yde sus vistas.

No hay más indicios sobre el asunto hasta dos años más tarde. En julio de 1794 regresaa Avilés con la intención de «ver a Raíces. Llevaré el privilegio de concesión del castillo deGozón»133. Tal viaje lo materializa pocos días después. El 14 de julio visitaría el lugar acom-pañado de seis personas más: «breve subida, a cuya derecha está un cerro casi aislado, únicositio que pudo haber tenido el castillo de Gozón. Se dejó su reconocimiento para la vuelta»134.En esta ocasión, vuelve a insistir en la regresión marina como única explicación de la situa-ción interior, lejos de la costa, lo que le haría poco operativo como línea defensiva135.

A consecuencia de esta actividad de prospección arqueológica, informó, aunque de unmodo lacónico, a Carlos González de Posada: «¡Ah!, se me olvidaba. He reconocido las

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130 JOVELLANOS, Obras Completas, III, p. 83 (Jovellanos al marqués de Camposagrado, Gijón, 3-11-1794).131 JOVELLANOS, Obras Completas, VI, p. 449 (Avilés, 1-8-1792).132 JOVELLANOS, Obras Completas, VI, p. 451 (Avilés, 3-8-1792). El subrayado es mío.133 JOVELLANOS, Obras Completas, VI, p. 605 (Gijón, 11-7-1974).134 JOVELLANOS, Obras Completas, VI, p. 608 (Avilés, 14-7-1794).135 JOVELLANOS, Obras Completas, VI, p. 610.

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ruinas del castillo de Gozón. Algún día hablaremos de ellas»136. Los materiales que habíarecopilado fueron suficientes para que estuviera en disposición de entablar debate conotros interlocutores, como sucedió en Gijón el 14 de octubre de 1794: «Viene el lectoralde León [Juan González del Villar], de paso para Villar. Disputa con él y su hermano sobrela situación del castillo de Gozón. Desafío sobre ella»137. El asunto de Gozón parece en-friarse hasta que, años más tarde, ya prisionero en Bellver, resurge a través de correspon-dencia cruzada con González de Posada, a consecuencia de una «disertación» del quefuera cura de Bañugues, Benito Antonio de Ahúja, en la que incluía este asunto y otras re-ferencias históricas referidas al concejo de Gozón. Jovellanos no parece dar mucho cré-dito a este trabajo, entre otros motivos porque el autor situaba la fortificación de AlfonsoIII en el concejo de la misma denominación, no en Castrillón, en las proximidades de sulímite con Avilés. Don Gaspar recuerda a Posada sus averiguaciones, las noticias y docu-mentación que recopiló cuando residió en Asturias en la década de 1790.

A la luz de esta información resulta plausible la intención de acometer aquella «histo-ria» del castillo, o al menos los «Apuntamientos» de los que nos da noticia Ceán, y referi-dos luego por Somoza138. Tanto si se tratara de un trabajo escrupuloso, como de otro de tipomás informal, no hay constancia del destinatario del mismo. Cabe especular al respecto, porejemplo, ¿podría ser el propio González de Posada, con el fin de que lo tuviera presente a lahora de redactar su artículo sobre el concejo de Gozón para el Diccionario de Martínez Ma-rina? La correspondencia entre éste y don Gaspar puede avalar tal suposición.

Respecto a la Correspondencia de Jovellanos ya se ha escrito mucho, y no insistiré,pero quizás sea necesario hacer una precisión en el ámbito que me atañe: las bellas artes.La profesora de Lorenzo Álvarez señala cómo Somoza comprendió que «la carta y la co-rrespondencia no son sinónimos». En epistolarios tan abrumadores como el de don Gas-par (alrededor de 3.500 misivas documentadas y conocidas entre 1767 y 1811) cabe laposibilidad de establecer series que respondan a criterios específicos de clasificación: porcorresponsales, por la temporalidad, por la temática o por el fondo de procedencia139. Eneste sentido, nos hallamos ante una serie artística, que se corresponde también con el cri-terio de aunar al corresponsal: Ceán, uno de los principales interlocutores en esta materia,dados sus intensos trabajos dentro de este campo. Entre julio de 1795 y julio de 1807 Jo-vellanos le remitió una veintena de cartas140. Puede parecer un número insignificante a lo

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136 JOVELLANOS, Obras Completas, III, p. 44 (Jovellanos a Carlos González de Posada, Gijón, agosto de 1794,n.º 586).

137 JOVELLANOS, Obras Completas, VII, p. 31.138 CEÁN BERMÚDEZ, Memorias, p. 169); SOMOZA, Inventario, p. 89.139 Elena de LORENZO ÁLVAREZ, «Aproximaciones al Epistolario de G. M. de Jovellanos, con veinticuatro car-

tas inéditas». En Cuadernos de Ilustración y Romanticismo, Núm. 21, 2015, p. 54.140 A este respecto informa GONZÁLEZ SANTOS, Jovellanos, aficionado, p. 17 (nota 8).

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largo de doce años, si se tiene en cuenta el grado de amistad y aprecio que se profesaban.De ellas, diecisiete se envían en los años 1790, durante la residencia de don Gaspar en As-turias, salvo los nueve meses que regresó a la Corte para hacerse cargo del ministerio deGracia y Justicia. Hay otro problema: diez epístolas de este periodo se han perdido, y tansolo consta su referencia a partir de los lacónicos comentarios en el Diario; en cualquiercaso se revela lo suficiente de su contenido, lo que servirá para contextualizar el envío. Enellas se confirma la colaboración del prócer gijonés en el Diccionario de Ceán, lo que ya se-ñalaba con anterioridad. El interés del gijonés por ayudar a su amigo es manifiesto. El 21de julio de 1795 constata en su Diario que envió carta a Ceán «con noticias de los artistasde Burgos, Crayer, Valle y Bárcena, Leyva, y reflexiones». Las anotaciones serían extrac-tadas cuando realizó un viaje por tierras burgalesas y riojanas, del que hacía pocos díashabía regresado141.

Jovellanos también suministra información a Ceán de modo indirecto. Gracias a lasredes que forja en diferentes territorios recibe de cuando en cuando materiales que po-drían ser de su interés, según sus interlocutores. Por ejemplo, en agosto de 1795 FranciscoPérez Sedano le enviaba ciertas notas acerca de artistas toledanos, que a su vez remite aCeán. Del mismo modo actúa en abril de 1797, cuando le envía materiales de archivo (cabesuponer: extractos de documentación) que le había hecho llegar el deán de la catedral deBurgos142. Esta colaboración se observa hacia otros intelectuales de la época. Así actuó conel padre Manuel Risco, continuador de la España Sagrada de Enrique Flórez. En el pri-mero de los tres tomos que dedica a la diócesis ovetense, Risco manifiesta su agradeci-miento143.

Sin embargo, son más variados los corresponsales con los que diserta sobre cuestiones ar-tísticas o con los intercambia información y opinión sobre la materia. Como consejero de ór-denes y comisionado sobre las reformas del colegio de Calatrava en Salamanca mantuvorelación epistolar con el arquitecto encargado de las reformas de la iglesia del Espíritu Santode la institución, Manuel Martín Rodríguez, alumno de la academia de San Fernando y so-brino de Ventura Rodríguez. Aunque la correspondencia a la que me refiero se ha perdido,por el cotejo de otras fuentes o alusiones en el Diario se ha podido reconstruir144.

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141 JOVELLANOS, Obras Completas, III, p. 128 (n.º 735); y XII, pp. 133-389 (17.º viaje: Gijón-Burgos-Lo-groño-Gijón); GARCÍA DÍAZ y DÍAZ ÁLVAREZ, «Jovellanos viajero», pp. 25 y s.

142 JOVELLANOS, Obras Completas, III, pp. 133 (n.º 743) y 302 (n.º 1.044).143 Manuel RISCO, España Sagrada. Tomo XXXVII. Antigüedades concernientes a la región de los Astures trans-

montanos desde los tiempos más remotos hasta el siglo X, establecimiento del reyno de Asturias y memorias de sus reyes.Fundación de la ciudad e iglesia de Oviedo, noticias de sus primeros obispos y examen crítico de los concilios ovetenses,Madrid, Oficina de Blas Román, MDCCLXXXIX [1789], prólogo: s/p.

144 JOVELLANOS, Obras Completas, II, pp. 396, 400, 404, 406-408 y 437 (n.os 249, 257, 260, 266, 268, 272, 273,277 y 308bis). Sobre la reforma de la iglesia del Espíritu Santo, además de Manuel Martín, también intervienenel conde del Carpio y el marqués de Casajara.

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Uno de los primeros en defender el valor de las anotaciones personales en el Diario dedon Gaspar, fue Ceán Bermúdez, pues «refieren con sinceridad y franqueza los senti-mientos de su corazón», en ellos anotaba «todo lo que hacía desde que se levantaba de lacama, hasta que se acostaba»145. El biógrafo era consciente de la importancia de las ano-taciones. Son una huella de sus quehaceres cotidianos, y de los individuos con los que serelacionaba de modo habitual: lecturas, correo que recibía y despachaba, asuntos de lascomisiones encargadas desde la Corte, el círculo de personas que le frecuentaban a diarioo esporádicamente, familiares, afines o no, tanto en la mesa como en su tertulia, y de losque deja una descripción de su comportamiento, ideas o impresiones que le causaban146.

Estas anotaciones cobran una mayor relevancia cuando el autor se embarca en uno desus numerosos viajes. La labor del viajero ilustrado se observa plenamente aquí. Jovellanosejerce de estadístico, geógrafo, etnógrafo, sociólogo, historiador, paleógrafo, historiador delarte, filólogo, economista o político. El ojo clínico y analítico del autor se revela en todosu esplendor. La prosa de Jovino resulta muy desenvuelta. La frase corta o un excelente usodel punto y coma en sus descripciones pueden dar la sensación de desdibujar el comenta-rio que expresa a través de la pluma; es más: la información puede en ocasiones resultar la-cónica, pero cobra toda forma si el lector se retira unos pasos e intenta contemplar susrápidas anotaciones con una mayor perspectiva.

En el Diario, principalmente en sus viajes, Jovellanos lleva su labor escrutadora al ám-bito de las bellas artes. En sus valoraciones hay un gran protagonismo de la arquitectura,sobre todo la religiosa, por encima de la de carácter civil. En esta tipología constructiva, lacasa nobiliaria tiene poco protagonismo, si acaso algunas edificaciones vinculadas a lamisma, como capillas o portaladas. Más interés sintió por las colecciones pictóricas que al-gunas de estas mansiones atesoraban147. Hago este comentario particular, porque en elcaso de Asturias algunas de las mansiones que ornaban el callejero ovetense fueron obrade su también amigo el arquitecto candasín Manuel Reguera González, primer arquitectoasturiano titulado por la Academia de San Lorenzo, con el que se relacionó asiduamentecon ocasión de la carretera de Castilla148.

Las apreciaciones diseminadas en el Diario son precisas, y para el tipo de redacciónapresurada, quizás demasiado incisivas; incluso tiene tiempo para realizar algunos cro-quis de plantas de las edificaciones que visita, composiciones escultóricas o aspectos na-turales que le llamaban la atención. La idea que ya forjara en el Elogio de don Ventura

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145 CEÁN BERMÚDEZ, Memorias, pp. 248-267.146 CEÁN BERMÚDEZ, Memorias, pp. 248 y s.147 Juan DÍAZ ÁLVAREZ, «La residencia nobiliaria asturiana a través de Jovellanos». En Fernández SARASOLA,

LORENZO ÁLVAREZ, OCAMPO SUÁREZ-VALDÉS y RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, Jovellanos, pp. 799-813.148 Sobre la obra y proyección profesional de Reguera en el Principado vid. Vidal de la MADRID ÁLVAREZ, La

arquitectura de la Ilustración en Asturias: Manuel Reguera, 1731-1798, Oviedo, RIDEA, 1995.

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Rodríguez, en ver a la ciencia de la construcción como un elemento plenamente adap-tado al medio geográfico, que también estudia, y a la sociedad que lo promueve, es re-petida aquí; y la enriquece con documentación histórica cuando las circunstancias selo permiten. Las visitas a archivos monacales y catedralicios fueron frecuentes. El re-sultado derivado de esta actividad, en lo que se ciñe a las fuentes del Principado de As-turias, se encuentra en la Colección de Asturias, remitida a la Real Academia de laHistoria y editada en los años 1940.

Esta circunstancia enlaza con su faceta de coleccionista y de aficionado. No se limita aobservar, sino que su ojo crítico acomete un exhaustivo estudio y examen de las piezas quecontempla, valora y enjuicia al autor, su técnica, su colorido, su destreza en el dibujo. Estoseran aspectos que le interesan desde un punto de vista personal, y otras veces por su in-tención de remitirlos a Ceán. Por supuesto, el campo escultórico no queda desamparado.Por lo general, se refiere a una escultura integrada en la arquitectura religiosa, pero tam-bién a otros elementos del mobiliario eclesiástico como altares, retablos o coros.

Desde un punto de vista estético, hay una continuidad con las ideas puestas de relieveen otros escritos sobre las bellas artes: hay un interés por la arquitectura medieval, la gó-tica, pero también se observan las primeras consideraciones, sobre todo hacia la desam-biguación, de otros estilos del medievo: la llamada «asturiana» y la denominada por Ponz«plateresca». Frente a estas consideraciones, está la de carácter negativo hacia el barroco,por su desnaturalización de los cánones clásicos. En las artes figurativas, continúa la líneaque ya hubiera dejado bien definida en su Elogio de las Bellas Artes: hay un buen conceptode la escuela española del Siglo de Oro, hasta el reinado de Felipe IV, donde el cenit esta-ría enmarcado por la obra de Diego de Velázquez. Aquel concepto de «escuela pictórica»que define en el discurso académico le sirve de marco para las autorías que descubre y paralos estilos que aborda.

5. CONCLUSIONES

Desde una época temprana Jovellanos se dedica al estudio de las artes a través de laarquitectura, la pintura y la escultura. Ese estudio es dilatado en el tiempo: no se tratade una manifestación esporádica de interés. Quizás su afición a las artes figurativas y ala literatura influyó en el desarrollo de sus ideas artísticas y estéticas. Una primera valo-ración de los textos sugeridos apunta a su ambivalencia: de lo retórico y académico pasaa lo discursivo y ensayístico, de la investigación a la valoración personal. Por ello, seríalícito categorizar a Jovellanos tanto de «crítico de las bellas artes», como de «historia-dor del arte». La idea de crítica no la interpreto desde un punto de vista censor y de re-probación —que también la ejercerá—, sino todo lo contrario, desde la opinión

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personal y acreditada. El ejercicio de censura está avalado por los nuevos postulados es-téticos ilustrados, aunque el peso de la tradición se deja sentir. Al mismo tiempo, hay quetener en cuenta la renovación en la valoración de ciertas experiencias artísticas sugeri-das por la historiografía a lo largo de la centuria, tanto en la Península, como en el restode Europa. Esto, a su vez, ha de vincularse con la afición que el XVIII experimentó por laHistoria desde el campo intelectual, como un modo de justificar el presente, a la vez quese mostraba un interés por el pasado pretérito. Esta apreciación se observa en la consi-deración hacia dos épocas: la valoración negativa sobre el barroco, especialmente en laarquitectura, y la reconsideración —¿o incluso habría que decir: el descubrimiento?—de la arquitectura medieval.

Todas estas opiniones se entrecruzan en los textos, aunque es más adecuado indivi-dualizarlos, según su espíritu. Unos son de carácter científico, en los que una de las finali-dades es la investigación, conjugada con la divulgación a la comunidad entendida y quizás,también, a un público más amplio, ilustrado, con intereses por la materia. Me refiero a losdocumentos discursivos de acceso a la Academia de Bellas Artes, informes emitidos a lamisma, elogios solicitados por otras instituciones en las que se pide glosar la vida de algúnpersonaje relevante en una de las Nobles Artes, la redacción de monografías sobre artes fi-gurativas o construcciones significativas, etcétera. De otra parte, distribuye la visión crítica,además de salpimentar los textos anteriores, en otros documentos de factura más intros-pectiva: correspondencia con amigos, colegas y parientes, en su Diario, incluso en algunasreflexiones vertidas a la hora de extraer datos de las lecturas para sus investigaciones. Enestos casos se expone una visión valorativa, fruto de la percepción de lo que ve, de lo quelee, de lo que siente.

Recibido el 30 de mayo de 2017. Versión revisada aceptada el 10 de julio de 2017.

Juan Díaz Álvarez es doctor en Historia, licenciado en Geografía e Historia (Secciones deHistoria e Historia del Arte) por la Universidad de Oviedo, y en la actualidad profesor aso-ciado de Historia Moderna en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Can-tabria. Su investigación se centra en la oligarquía urbana asturiana: familias, patrimoniosy cultura a lo largo del Antiguo Régimen, así como por sus lugares y espacios de habitabi-lidad: la arquitectura residencial y la evolución de la domesticidad. Desde 2012 abre unanueva línea, afín a las anteriores: la implicación de miembros de estos grupos elitistas enlas estructuras culturales de la monarquía reformista borbónica durante la segunda mitaddel siglo XVIII, con el caso paradigmático de Jovellanos y su contribución al estudio y evo-lución de la Historia del Arte a través del academicismo. Todo ello se refleja en una cin-cuentena de contribuciones en monografías, artículos en revistas especializadas, capítulos

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de libros colectivos. Ha obtenido el premio extraordinario de doctorado (2010), el premiode investigación: el XXXII «Juan Uría Riu» (2011) y el X «Padre Patac» (2004), así comoel Accésit al XVIII Premio «Foro Jovellanos» (2016).

Dirección: Universidad de Cantabria, Facultad de Filosofía y Letras / Edificio Interfacul-tativo; Dpto. de Historia Moderna y Contemporánea; Área de Historia Moderna. Avda.de Los Castros, 52; 39005 SantanderCorreo electrónico: [email protected]

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