lissagraray - historia comuna de paris

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    HHiissttoorriiaaddeellaaCCoommuunnaaddeePPaarriiss

    H. Prosper-Olivier Lissagraray

    Edicin: Editorial Estela, Barcelona 1971.Lengua:Castellano.Digitalizacin:Koba.Distribucin: http://bolchetvo.blogspot.com/

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    ndice

    PRIMERA PARTE. EL DESASTRE. 1Captulo I. Prologo del combate. El derrumbamientodel segundo imperio. Francia antes de la guerra. 1Captulo II. Cmo los prusianos se apoderaron dePars y los rurales de Francia. 18Captulo III. Primeros ataques de la coalicin contraPars. Los batallones de de la guardia nacional se

    federan y se incautan los caones. Los prusianosentran en Pars. 35Captulo IV. Los monrquicos abren el fuego contraPars. Se constituye el Comit Central. Thiers ordenael asalto. 39SEGUNDA PARTE. LA COMUNA. 42Capitulo V. El 18 de marzo. 42Captulo VI. El Comit Central convoca a loselectores. Los alcaldes de Pars y los diputados delSena se alzan contra aqul. 46Captulo VII. El Comit Central se proclama,reorganiza los servicios y se aduea de Pars. 50Captulo VIII. Los alcaldes, los diputados, los

    periodistas y la Asamblea se lanzan contra Pars. Lareaccin se enfrenta a los federados. 53Captulo IX. El Comit Central vence todos losobstculos y obliga a los alcaldes a capitular. 56Capitulo X. Proclamacin de la Comuna. 59Captulo XI. La Comuna en Lyon, en Saint-Etienne,en Le Creussot. 61Captulo XII. La Comuna de Marsella, Toulouse y

    Narbone. 65Captulo XIII. Primeras sesiones de la Comuna.

    Desercin de los alcaldes y adjuntos. 68Captulo XIV. Salida del 3 de abril. Los parisiensesson rechazados en todas partes. Flourens y Duvalasesinados. Los versalleses asesinan a los

    prisioneros. 72Captulo XV. La Comuna vencida en Marsella y en

    Narbona. 76Captulo XVI. Los grandes recursos de la Comuna.Las debilidades de su Consejo. El Comit Central.Decreto sobre los rehenes. La Banca. 79Captulo XVII. Los primeros combates de Neuilly yde Asneres. Organizacin y derrota de los

    conciliadores. 82Captulo XVIII. El manifiesto de la Comuna. Laselecciones complementarias del 16 de abril hacenque surja una minora. Primeras disputas. Grmenesde derrota. 85Captulo XIX. Las parisienses. Suspensin dehostilidades para la evacuacin de Neutlly. Elejrcito de Versalles y el de Pars. 87Captulo XX. Los servicios pblicos: Hacienda,Guerra, Polica, Relaciones Exteriores, Justicia,Enseanza, Trabajo y Cambio. 91Captulo XXI. Los francmasones se unen a la

    Comuna. Primera evacuacin del fuerte de Issy.Creacin del comit de salud pblica. 99Captulo XXII. Rossel sustituye a Cluseret. Estallanlas rivalidades. Rencillas en la comuna. Rossel

    contina la obra de Cluseret. La defensa del fuerte deIssy. 104Captulo XXIII. Pars bombardeado. El fuerte de Issysucumbe. La Comuna renueva su comit de salud

    pblica. Rossel huye. 107Captulo XXIV. Las conspiraciones contra laComuna. 111

    Captulo XXV. La poltica de Thiers con lasprovincias. La traicin de la izquierda. 113Captulo XXVI. Impotencia del segundo Comit deSalud Pblica. Son evacuados el fuerte de Vanves yel pueblo de Issy. El manifiesto de la minora. Laexplosin de la Avenida Rapp. Cae derribada lacolumna Vendme. 117Captulo XXVII. Pars en vsperas de la muerte.Versalles. 120TERCERA PARTE. LUCHA A VIDA O MUERTE. 125Captulo XXVIII. Los versalleses entran el domingo21, a las tres de la tarde. Se disuelve la asamblea dela Comuna. 125Captulo XXIX. El lunes, 22. Los versalleses invadenlos barrios del este. Pars se alza. 128Captulo XXX. Martes, 23. Torna de Montmartre.Las primeras matanzas en bloque. Arde Pars. Laltima noche del Htel-de-Vlle. 133Captulo XXXI. Mircoles, 24. Los miembros de laComuna evacan el Htel-de-Vlle. Toma delPanten. Los versalleses fusilan a los parisienses enmasa. Los federados fusilan a seis rehenes. La noche

    del can. 138Captulo XXXII. Jueves, 25. Toda la orilla izquierdaen manos de las tropas. Muerte de Delescluze. Los

    brassardiers activan la matanza. La alcalda del XI,abandonada. 143Captulo XXXIII. La resistencia se concentra enBelleville. El viernes, 26, son fusilados 48 rehenes enla calle Haxo. El sbado, 27, es invadido todo eldistrito XX. Toma del Pre-Lachase. El domingo,28, termina la batalla a las once de la maana. Ellunes, 29, se rinde el fuerte de Vincennes. 148CUARTA PARTE. LA VENGANZA. 154

    Capitulo XXXIV. La furia versallesa. Los mataderos.Los tribunales prebostales. Muerte de Varlin. Lapeste. Los enterramientos. 154Captulo XXXV. Los convoyes de prisioneros. Elinvernadero Satory. Las detenciones. Los delatores.La prensa. La extrema izquierda maldice a losvencidos. Manifestaciones en el extranjero. 158Capitulo XXXVI. Los pontones. Los primeros

    procesos. 164Captulo XXXVII. Los consejos de guerra. Lossuplicios. Balance de las condenas. 170Captulo XXXVIII. Nueva Caledonia. El destierro.

    178Capitulo XXXIX. La asamblea de la desgracia. Elmac-mahonado. Los indultos. El gran regreso. 185

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    PRIMERA PARTE. EL DESASTRE.Captulo I. Prologo del combate. El

    derrumbamiento del segundo imperio. Franciaantes de la guerra.

    El Imperio es la paz.Luis apolen Bonaparte. (Octubre de 1891.)

    Nueve de agosto de 1870. En tres das, el Imperioha perdido tres batallas. Douay, Frossard, Mac-Mahon se han dejado sorprender, aplastar. Alsaciaest perdida, el Mosela al descubierto, Emile Ollivierha convocado al Cuerpo Legislativo. Desde las oncede la maana, Pars se ha echado a la calle, llena la

    plaza de la Concordia, los muelles, la calleBourgogne, rodea el Palais-Bourbon.

    Pars espera la consigna de los diputados de laizquierda. Son, desde la derrota, la nica autoridadmoral. Burgueses, obreros, todos se les unen. Lostalleres han vomitado un verdadero ejrcito a la calle;capitaneando los grupos, se ven hombres de probadaenerga.

    El Imperio cruje; est a punto de derrumbarse.Las tropas, formadas delante del Cuerpo Legislativo,estn emocionadas, dispuestas a pasarse al pueblo, a

    pesar del viejo mariscal Baraguey-d'Hilliers, gruny cubierto de entorchados. Gritos: A la frontera!Los oficiales murmuran: Nuestro puesto no estaqu!

    En la sala de Pas-Perdus, republicanos que hanforzado la consigna, apostrofan a los diputadosadictos al Imperio y claman por la Repblica. Losmamelucos, plidos, se escabullen por entre losgrupos. Thiers llega, asustado; le acosan y responde:

    Implantadla, pues, vuestra Repblica! Pasa elpresidente Schneider hacia el silln presidencial.Gritos: Abdicacin! Abdicacin!

    Los diputados de la izquierda, a quienes acosanlos delegados de los que aguardan fuera, acudenaturdidos: A qu esperis? Est todo preparado!Presentaos en lo alto de la escalinata o en la verja!Hay bastante gente? No sera mejor dejarlo paramaana? No hay, en efecto, ms que cien milhombres. Alguien viene a decir a Gambetta: En la

    plaza Bourbon aguardaremos varios millares. Otro,el que escribe, apremia: Haceos cargo del poder,

    que an es tiempo; maana os veris obligados aafrontar la situacin, cuando sea ya desesperada. Deaquellos cerebros embotados no brota una idea; delas bocas abiertas no sale una palabra.

    Se abre la sesin. Jules Favre invita a la asambleadel desastre a que tome en sus manos el gobierno.Los mamelucos, furiosos, amenazan, y, en la sala dePas-Perdus, se presenta, desgreado, Jules Simon:Quieren fusilarnos: yo me present en medio delrecinto con los brazos cruzados y les dije:Fusiladnos si queris! Una voz le grita: Acabadde una vez! S -dice- es preciso acabar!, y vuelvea sentarse, con gesto trgico.

    Se acabaron las contemplaciones. Losmamelucos, que conocen bien a la gente de laizquierda, recobran el aplomo, y, quitndose deencima a Emile Ollivier, imponen por la fuerza unministerio encabezado por Palikao, el saqueador delPalacio de Verano. Schneider levanta la sesin

    precipitadamente. El pueblo, suavemente rechazadopor las tropas, vuelve a apelotonarse a la entrada delos puentes, corre detrs de los que salen de laCmara, a cada instante cree proclamada laRepblica. Jules Simon, ya lejos de las bayonetas, lecita para el da siguiente en la plaza de la Concordia.Al da siguiente, la polica ocupa todas las

    bocacalles.La izquierda dejaba en manos de Napolen III losdos ltimos ejrcitos de Francia. El 9 de agosto,hubiera bastado un empujn para barrer aqueldespojo de Imperio; Pietri, el prefecto de polica, loha reconocido. Guiado por su instinto, el pueblo

    brinda sus brazos. Pero la izquierda rechaza larevuelta liberadora, y abandona al Imperio el cuidadode salvar a Francia. Hasta los turcos tuvieron en 1876ms inteligencia y ms mpetu.

    Francia pasa tres semanas enteras rodando alabismo, ante la impasibilidad de los imperialistas y

    los apstrofes declamatorios de la izquierda.En Burdeos, meses ms tarde, una asamblea allacontra el Imperio, y en Versalles se alza un clamorentusiasta cuando un gran seor declama: Varus,devulvenos nuestras legiones! Quin increpa yquin aplaude de esta suerte? La misma alta

    burguesa que se pas dieciocho aos muda, besandoel polvo y entregando a Varus sus legiones.

    Acept el segundo Imperio por miedo alsocialismo, como sus padres se haban entregado al

    primero para clausurar la revolucin. Napolen I leprest dos grandes servicios, que no se pagan con la

    apoteosis, por grande que sta sea. Impuso a Franciauna centralizacin y mand a la tumba a cien milmiserables, que caldeados an por el vendavalrevolucionario, podan alzarse el da menos pensado,

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    reclamando la parte que les corresponda en losbienes nacionales. A cambio de esto, la dejaparejada para los amos de maana. Al arribar alrgimen parlamentario, adonde Mirabeau queraexaltarla de un salto, estaba absolutamenteincapacitada para gobernar. Su motn de 1830,transformado en revolucin por el pueblo, fue una

    irrupcin de estmagos glotones. La alta burguesade 1830 no tena ms que una aspiracin, como la del89; atracarse de privilegios, artillar la fortaleza quedefenda sus dominios, subyugar y explotar al nuevo

    proletariado. Con tal de engordar, el porvenir del pasle importa poco. Para dirigir a Francia y embarcarlaen sus aventuras, el rey orleanista tiene carta blanca,como el Csar. Cuando en el 48 un nuevo arranquedel pueblo le entrega el timn, no acierta aempuarlo ms de tres aos en su mano gotosa, a

    pesar de todas las proscripciones y matanzas, y elprimer advenedizo se alza insensiblemente con l.

    Del 51 al 69 reanuda sus orgas de Brumario.Jubilosa de ver salvados sus privilegios, deja que

    Napolen III desangre el pas, lo enfeude a Roma, lodeshonre en Mjico, lo asle en Europa, lo entregueal prusiano. Lo puede todo, por sus influencias, porsu riqueza, y no protesta ni con un voto ni con unmurmullo. En el ao 69, otro empujn del pueblo laenfrenta con el poder; no tiene ms que veleidades deeunuco: se lanza a besar la bola del tirano, y ponelecho de rosas al plebiscito que rebautiza la dinasta.

    Pobre Francia! Quin pugna por salvarte de la

    invasin? El humilde, el trabajador, el que, desdehace tantos aos, lucha por rescatarte al Imperio.Al llegar aqu, tenemos que detenernos un

    momento. A quin se debe esta jornada del 9 deagosto de 1870, esta guerra, esta invasin, estoshombres, estos partidos? Viene obligado un prlogoen las tragedias que van a researse. Lo menos rido

    posible, pero el lector que quiera enterarse deberestar atento a l.

    Ojeada retrospectiva.Seis aos despus de 1852, el Imperio industrial

    soado por los saint-simonianos estaba flamantetodava. Muy rezagado respecto a sus ms humildesvecinos, el pas segua siendo un gran taller,alimentado por la fuente hasta entonces misteriosadel ahorro. Enriquecida por nuevos mercados, la

    provincia se haba olvidado de los siete u ocho mildeportados y proscritos, hbilmente seleccionados

    por el terror.El clero, tan crecido por la instauracin del

    sufragio universal, acoga con los brazos abiertos aaquel emperador salido de la legalidad parareintegrarse al derecho, como haba dicho de l el

    obispo Darboy, comparndole con Carlomagno y conConstantino. La alta y la media burguesa,

    brindbanse solcitas para todos los servicios queplaciese al amo encomendarles. El Cuerpo

    Legislativo, galoneado como un lacayo, humillado ysin derechos, se hubiera aterrado de tenerlos. Unavasta red de polica, hbil y alerta, vigilaba losmenores movimientos. Estaban suprimidos los

    peridicos de oposicin, salvo cinco o seisatraillados, suspendido el derecho de reunin yasociacin; el libro y el teatro, castrados; con tal de

    asegurarse la paz, el Imperio cerraba hermticamentetodas las vlvulas.

    De tarde en tarde, en Pars una estrofa de laMarsellesa, un grito de libertad en el entierro deLamennais o en el de David d'Angers; una silba en laSorbona, durante las palinodias de Nisard; algn queotro manifiesto clandestino de los proscritos deLondres o de Jersey, a que apenas se prestaba odo;un destello de los Castigos, de Victor Hugo; ni unligero estremecimiento de la masa; la vida animal loabsorba todo. Napolen III, ridculo fantochecesreo, poda decir en el 56 a las vctimas de lainundacin del Rdano: Las inundaciones son comola revolucin, y a una y a otras hay que volverlas a sucauce para que no se salgan nunca ms de l. Sus

    prodigiosas empresas, su riqueza multiplicada, lasfanfarrias de la guerra de Crimea, con la que

    Napolen III pag su deuda a los ingleses, todo en elmundo hablaba de Francia, excepto la propia Francia.

    Los obreros de Pars se rehacan, no del golpe deEstado del 51, que apenas les haba salpicado, sinode la matanza de junio del 48, que ametrall sus

    barrios y fusil y deport a millares de trabajadores.

    Ganaban el pan, sin creer debrselo al Imperio,osando, incluso, manifestarse contra l a las veces.En las elecciones del 57, salieron elegidos por Parscinco candidatos hostiles, entre ellos Darimon,discpulo de Proudhon, y Emile Ollivier, porque, hijode un proscrito, haba pronunciado estas palabras:Yo ser el espectro del 2 de diciembre. Al aosiguiente, otros dos candidatos de la oposicin:Ernest Picard, abogado de lengua acerada, y JulesFavre, celebridad del foro, defensor de losinsurrectos bajo Luis-Felipe, ex constituyente del 48,que acababa de cobrar nuevo prestigio con su defensa

    de Orsini.Este italiano tuvo la fortuna de vencer con suderrota. Las bombas de enero de 1858 respetaron lanica vctima que buscaban. Napolen III, de cuyoyugo quera Orsini liberar a Italia, fue precisamentesu libertador. Sigui en seguida una reaccin quearroj a las prisiones y al destierro una nuevahornada de republicanos; pero, a los pocos meses demorir ejecutado Orsini, el ejrcito francs marchabasobre Austria. Esta guerra de liberacin encontr elcalor de la opinin francesa; el arrabal de Saint-Antoine aclamaba al emperador, y cada victoria

    obtenida era una fiesta en nuestros hogares. Ycuando Napolen III volvi al pas sin acabar lacampaa de liberacin de Italia, el alma francesa sellen, como la italiana, de amargura.

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    Historia de la Comuna de Pars 3

    Crey aplacar los nimos de la nacin con unaamnista general que no benefici a casi nadie, puesla mayora de los vencidos de diciembre gozaban yade libertad desde haca tiempo. Apenas quedabanunos centenares de vctimas en Argelia, en Francia, ylos desterrados ms ilustres o ms conocidos: VictorHugo, Raspail, Ledru-Rollin, Louis Blanc, Pierre

    Leroux, Edgard Ouinet, Bancel, Flix Pyat,Schoelcher, Clment Thomas, Edmond Adam,Etienne Arago, etc. Unos pocos, los ms famosos, seaferraban al pedestal del destierro, que les daba famay quietud. De todos modos, su actuacin polticahubiera sido estril; no era la hora de los hombres deaccin. A Blanqui volvieron a meterle en la crcelapenas ponerle en libertad y le condenaron a cincoaos1 de prisin, acusado de conspirar contra elrgimen.

    Se tramaban verdaderas conspiraciones contra elImperio, se preparaban acontecimientos. Al ao desellarse la falsa paz con Austria, Garibaldi reanuda lacampaa de emancipacin de Italia, desembarca enSicilia con mil hombres, franquea el estrecho,marcha sobre Npoles, y el 9 de noviembre de 1860,

    pone en manos de Vctor Manuel un nuevo reino.Napolen III, que quiere cubrir la retirada del rey deNpoles, se ve obligado a retirar su flota. Pronto ledar orden de que zarpe rumbo a Mjico.

    Mjico.Espaa e Inglaterra tenan crditos que liquidar.

    Tambin los tena Jecker, un suizo, aventurero degrandes vuelos y acreedor usurario del gobiernoclerical de Miramon, que haba huido ante elgobierno legal de Jurez. Jecker psose de acuerdocon Morny, hermano del emperador y presidente delCuerpo Legislativo, elegante empresario del 2 dediciembre, prncipe de los grandes agiotistasenriquecidos en las innmeras empresas de losltimos aos. Convinieron el precio, y el segundohijo de Hortensia se encarg de poner al cobro loscrditos del suizo con una expedicin del ejrcitofrancs. Ya antes haba sido ste mancillado con la

    expedicin a China, en la que el general Cousin-Montauban le condujo al saqueo, reservando uncollar ofrendado a la emperatriz, la cual le premiridculamente con el ttulo de duque de Palikao.

    Esta mujer -que no era francesa, como no lo fueninguna de las soberanas que se distinguieron ennuestros desastres-, hbilmente influida por Morny,

    por el arzobispo de Mjico, por Almonte y Miramon,solicitada por el clero y los realistas mejicanos, fueganada en seguida para la idea de la expedicin. Sumarido, un soador, sonri ante la perspectiva deconquistar a Mjico para el Imperio, aprovechndose

    de la guerra de secesin que divida a los EstadosUnidos. En enero del 62, las fuerzas francesas e

    1A cuatro (el 14 de junio de 1861). (. del ed.)

    inglesas desembarcaban en Veracruz, donde losespaoles las haban precedido. Inglaterra y Espaase dan cuenta en seguida de que no van all ms que agestionar los intereses de Jecker y de una dinastacualquiera, y se retiran, dejando solas a las tropasfrancesas, mandadas por Lorencey. Corren rumoresde que Almonte negocia la corona de Mjico con

    Maximiliano, hermano del emperador de Austria, deacuerdo con las Tulleras. El ministro Billault niegadescaradamente; un mes despus, Lorencey se

    pronuncia por Almonte y declara la guerra a laRepblica mejicana. El general Forey acude a Mjicocon refuerzos; la opinin se alarma. La izquierda,Emile Ollivier, Picard, Jules Favre, hablan en nombrede Francia. Billault les contesta con un ditirambo.

    Las elecciones del 63.El pueblo da seales de vida. Las vlvulas

    empiezan a funcionar, el nio del golpe de Estado ibahacindose hombre. Pars se agitaba, en el BarrioLatino brotaban a cada paso peridicos panfletarios;manifestaciones de estudiantes y obreros protestabancontra las matanzas de Polonia, que se levantabaheroicamente contra Rusia. El gallinero estaba msque alborotado; en las elecciones parisienses demayo del 63 salieron derrotados todos los candidatosoficiales y triunf la coalicin de izquierdas, con losnombres de los diputados salientes a la cabeza: JulesFavre, Emile Ollivier, Picard, Darimon; tras ellos,Eugene Pelletan, lamartniano rezagado; Jures

    Simon, filsofo eclctico, que en el 51 se habanegado a prestar juramento y lo prest en el 63;Guroult, cesarista liberal; Havn, burgusvolterianizante, y Thiers, antiguo ministro de Luis-Felipe, jefe de los coaligados contra la Repblica del48, que se dej engaar por Luis Bonaparte, y aquien ahora se elega por el dao que poda hacer alImperio.

    Blanc, obrero tipgrafo, present su candidaturacontra la de Havin, director de Le Sicle, alegandoque tambin los obreros tenan derechos. Su actitudfue muy mal vista; varios talleres se declararon en

    contra de l. Todava los obreros no vean ms allde la poltica. Con tal de que sea un proyectil deoposicin, tanto me da uno como otro!, deca unobrero ante el cual se discutan los mritos dePelletan. Pero quera que el proyectil fuese conocido.

    Los Sesenta.Meses despus, en febrero del 64, se reproduce la

    afirmacin obrera, esta vez con mayor precisin. Setrataba de sustituir en Pars a dos diputados, JulesFavre y Havin, elegidos tambin por provincias.Sesenta obreros publicaron un manifiesto redactado

    por Tolain, un obrero cincelador. Ultramoderado enla forma, era, por su espritu, categricamenterevolucionario:

    Seores de la oposicin -dice el manifiesto-, en

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    poltica estamos de acuerdo con ustedes, pero loestamos tambin en lo que toca a la economa

    social? Se ha repetido hasta la saciedad que desde1789 no hay clases, que todos los franceses soniguales ante la ley. Cmo hemos de creer en laverdad de eso, nosotros que no tenemos ms bienesde fortuna que nuestros brazos, que sufrimos todos

    los das las imposiciones del capital, que vivimossujetos a leyes de excepcin? osotros, que vemoscomo la infancia de nuestros hijos se asfixia en laatmsfera desmoralizadora y malsana de las fbricas

    y del aprendizaje; que tenemos que contemplar comonuestras mujeres desertan forzosamente del hogar enbusca de un trabajo con el que no pueden, afirmamosque la igualdad proclamada por la leyes letramuerta. Pero, se nos dir, los diputados que elegs

    pueden abogar tan bien como vosotros, mejor quevosotros por las reformas que anhelis. o!,contestamos. A nosotros no nos representa nadie,

    pues en una reciente sesin del Cuerpo Legislativono hubo ni una sola voz que se levantase a formular,tal como nosotros los sentimos, nuestros anhelos,nuestras aspiraciones, nuestros derechos; no,nosotros, que nos resistimos a creer que la miseria

    sea una institucin de origen divino, no estamosrepresentadas en el Parlamento; no estamosrepresentadas, porque nadie ha dicho que en la claseobrera se atene diariamente el espritu antagnico.

    Proclamamos que doce aos de paciencia han sidobastante, que el momento propicio ha llegado... En

    1848, la eleccin de diputados obreros consagr dehecho la igualdad poltica: en 1864 consagrar laigualdad social.

    Qu lejos estamos del Parlamento de 1848, enque la clase obrera volva contra la burguesa sus

    propias mximas! En 1863 se estatua su propioprincipio sobre una base absolutamente nueva: elderecho econmico. Era ya una inmensa revolucin.

    Los Sesenta tenan razn al decir que para losobreros no rega la ley. Un ao antes, haban sidocondenados por delito de coalicin los tipgrafoshuelguistas de varias imprentas de Pars. Mas no por

    ello dej de ser malsimamente recibido elmanifiesto. Contra estos obreros que se jactaban deser una clase, no solamente se alz el clamor de la

    prensa, sino que apareci un nuevo manifiestofirmado por ochenta obreros que reprochaban a suscamaradas aquel llamamiento tan inoportuno a lacuestin social, que vena a sembrar la discordia y arestablecer las distinciones de casta. Los Sesenta

    presentaron como candidato a Tolain, cuya profesinde fe apoy Delescluze, antiguo comisario general dela Repblica, dos veces proscrito, en el 52 y en el 58.La candidatura obrera no logr ms que 424 votos

    contra 14.807 que obtuvo Garnier-Pages, lamentabledespojo del gobierno provisional de 1848.

    Pero el grito de los Sesenta no se lo llev el aire.Los diputados de la izquierda pidieron que se

    derogase la ley sobre coaliciones. El Imperio seavino a modificarla, y Emile Ollivier, poco inclinadoa desempear el papel de espectro infecundo, se

    prest a hacer suyo el proyecto. Este era lo bastanteprfido para autorizar las huelgas, pero sin reconocerel derecho de asociacin. A pesar de todo, losobreros consiguieron que se redujese algo la jornada

    de trabajo y se constituyeron algunas sociedadesobreras: las de los broncistas, joyeros, hojalateros,ebanistas, estampadores de telas, etc.

    La Internacional.El 28 de setiembre del 64 se ech a volar por todo

    el mundo, ms fuerte que el de los Sesenta, estemagnfico grito: La emancipacin de lostrabajadores ha de ser obra de los trabajadoresmismos. Sali del Saint-Martin's Hall, de Londres, deuna asamblea de delegados obreros en que estabanrepresentados varios pases de Europa. Aunque sevena gestando desde haca varios aos la idea deunin, no tom cuerpo hasta el ao 62, en que laExposicin Universal, celebrada en Londres, puso encontacto a los delegados obreros de Francia con lasTrade's Unions inglesas. Fue entonces cuando se

    pronunci este brindis: Por la futura alianza detodos los obreros del mundo! En el ao 63, en unmotn pro Polonia, surgi en Saint-James la idea deuna reunin internacional. Tolain, Perrachon,Limousin, por Francia, y los ingleses por su pas,

    pusironse a organizar las convocatorias. Y en el ao

    64 Europa presenci, por primera vez, un congresode los Estados Unidos del Trabajo. Ningn polticoasisti a esta sesin extraordinaria, ninguno coopera la fundacin de la gran obra. Karl Marx, el genialinvestigador, desterrado de Alemania y de Francia,que aplic a la ciencia social el mtodo de Spinoza,fue el que ofreci la admirable frmula. Se decididar a la asociacin el nombre de Internacional, senombr un comit encargado de redactar losestatutos y se acord que el consejo general residieseen Londres, nico asilo seguro, y se convoc unasegunda asamblea para el ao siguiente. Un mes ms

    tarde, aparecan los estatutos de la nuevaorganizacin, y los delegados franceses, entre los queestaban Tolain y Limousin, abran la oficina francesade la Internacional en esa calle de Gravilliers de tanfuerte tradicin revolucionaria.

    Proudhon mora a principios del ao 65, despusde comprender y describir este mundo nuevo; losobreros hicieron una gran manifestacin de duelo asu cadver. Un mes despus, viendo desfilar por los

    bulevares el fastuoso entierro de Morny, el hermanodel emperador, que se haba muerto dejando muy

    preocupado a su socio y compinche Jecker, el

    pblico gritaba: Que se repita!

    La idea ms grande del reino.Las tropas del general Forey entraron en Mjico el

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    Historia de la Comuna de Pars 5

    3 de junio del 63. Doscientos notables, escogidos porAlmonte, llamaban a Maximiliano de Austria aocupar el trono mejicano. La maniobra era clarsima.La izquierda interpela, demuestra que la expedicincuesta a Francia 14 millones mensuales, y retienelejos del pas a 40.000 hombres. El archiduque no seha marchado an; todava es tiempo de tratar con la

    Repblica mejicana. El ministro que habareemplazado a Dillault, Rouher, ardiente republicanoen el 48 y ahora acrrimo imperialista, exclama contono pattico: La historia proclamar genio al quetuvo el valor de abrir nuevas fuentes de riqueza y de

    progreso a la nacin por l gobernada. Y por unamayora abrumadora, el Parlamento, tan servil en el64 como en el 63, integrado en gran parte por losmismos, vota por aclamacin que contine la guerra.Maximiliano, tranquilizado por la votacin, cede alas instancias del emperador, y, provisto de un buentratado, que articula Napolen III, acepta la corona yentra en Mjico, escoltado por el general Bazaine, elsucesor de Forey. Los patriotas mejicanos vuelven aalzarse contra el sobrino de Napolen, repitiendo laguerra de Espaa de 1808, atacan, aslan a las tropasfrancesas. Bazaine organiza contraguerrillas de

    bandidos y, en nombre de Francia y del nuevoImperio, saquea ciudades, confisca bienes de

    propiedad privada y comunica a sus jefes de cuerpo:No admito que se hagan prisioneros; todo rebelde,cualquiera que sea, debe ser inmediatamentefusilado. Sus atrocidades indignan al gobierno de

    Washington, desmoralizando a sus propias tropas.Nos lo dice un alto jefe, un hombre nada gazmoopor cierto, un antiguo juerguista arruinado, que,protegido por las actrices, se refugia en el ejrcito ala sombra de un matrimonio ventajoso: el marqus deGalliffet. Pero Mjico no suministraba, por elmomento, ms que cadveres. Maximiliano solicitade Francia un emprstito de 250 millones. Losdiputados de la izquierda describen el trgicodesarrollo de aquella desdichada aventura. Rouher, elministro, los cubre de desdn y de profecas: Laexpedicin de Mjico es la idea ms grande del

    reino; Francia ha conquistado a un gran pas para lacolonizacin. Los mamelucos aplauden. Elemprstito mejicano, moralmente garantizado, escubierto por banqueros avispados. Y el presupuestode la expedicin -no se atreven a llamarla guerra-queda en pie: 330 millones para pagas ymantenimiento de las tropas. La extrema izquierda,que an se atreve a protestar, es abucheada.

    La opinin despierta.Fuera, les aplaudan. En abril, una manifestacin

    de mil quinientos estudiantes acude ante la embajada

    de los Estados Unidos, sin que la polica logrecontenerla, a rendir un homenaje al presidenteLincoln, asesinado por los esclavistas. En junio,estallan en Pars numerosas huelgas. En las

    elecciones municipales de julio, las provincias, hastaentonces fieles al Imperio, parecen desertar.Derrumbemos el dolo!, dice el Comit deDescentralizacin de Nancy, en el que figuran, comoiconoclastas, al lado de los ciudadanos Jules Simon yEugene Pelletan, los seores de Falloux, de Broglie,Guizot. En septiembre, Le Sicle entona un himno

    extrao: Algo grande acaba de levantarse en elmundo. Nos constaba que este fro de muerte quesopla por la superficie de nuestra sociedad no habaganado la entraa del pueblo, ni helado el alma

    popular, que las fuentes de vida no estaban cegadas.Nuestro odo no estaba acostumbrado a palabrastales, que nos han hecho estremecer de jbilo hasta elfondo del corazn. El que as vaticina es HenriMartin, el de la Historia de Francia clsica ycoronada. He aqu unas lneas sacadas del Manifiestode la Internacional, reunidas en Londres:Considerando que la emancipacin de lostrabajadores ha de ser obra de los trabajadoresmismos; que los esfuerzos de los trabajadores debentender a conseguir para todos derechos y deberesiguales y a vencer el predominio de toda clase... que,no siendo la emancipacin de los obreros un

    problema local ni nacional, sino social, interesa porigual a todos los pases... esta Asociacininternacional, al igual que todas las sociedades eindividuos adheridos a ella, declaran que noreconocen ms base de conducta hacia los hombresen general que la Verdad, la Justicia y la Moral, sin

    distincin de color, de nacionalidad, ni de credo, yconsideran como un deber reclamar para todos porigual los derechos del hombre ydel ciudadano. Losgrandes diarios de Europa se expresan en los mismostrminos que Henri Martin. A travs de ellos, laInternacional entra solemnemente en la escena delmundo como potencia reconocida y eclipsa alcongreso de estudiantes de todos los pases celebrado

    poco despus en Lieja. El congreso de Lieja no lograconmover ms que al Barrio Latino, representado porAlbert Regnard, Germain Casse, Jaclard y otros. Losdelegados franceses se presentan tremolando una

    bandera negra, la nica -dicen- que cumple a Francia,de duelo por la prdida de sus libertades. Al regresar,les expulsaron de la Academia de Pars. El BarrioLatino no olvid esto, y, cuando el emperador fue alOden una noche de marzo del 66, organiz unamanifestacin de protesta, vengndose a la vez dequien le haba mutilado el jardn de Luxembourg.

    Hacia esta poca, se oy un gemido en el Palais-Bourbon. A pesar de las urnas mixtificadas, unoscuantos, muy pocos, muy ricos o de vieja influencia

    provincial, lograron atravesar las mallasadministrativas y llegar al Cuerpo Legislativo. Si es

    cierto que votan por las Tulleras, se inquietan unpoco por el gerente del inmueble y cuarenta y cincode ellos piden unas briznas de libertad. Rouher seenfada y los cuarenta y cinco, cuya enmienda obtuvo

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    sesenta y tres votos, retroceden y votan el mensajeque el Cuerpo Legislativo deposit a los pies delemperador.

    El clero y el Imperio.Uno solo de los poderes del Estado, el inmutable,

    no haba abdicado.Do ut des: tal es la divisa clerical.

    El clero tendi los brazos a Luis Napolen a cambiode que ste le doblase la pitanza. El presidente hubode pagar la expedicin de Roma -1849- con la leyFalloux sobre enseanza, y con una serie de favoresdispensados a las congregaciones, las asociacionesreligiosas y los jesuitas. El emperador abraz lasdoctrinas ultramontanas, dej que en su suelo

    brotasen vrgenes milagrosas, se allan al dogma dela Inmaculada Concepcin y sobre todo a estequasidogma: Roma, soberana del universo catlico.La guerra de Italia, la expedicin de Garibaldi, laderrota de las tropas pontificias, la anexin de

    Npoles, pusieron furioso al papa. Se desat contraNapolen III una rabiosa campaa pontificia yepiscopal. El emperador ya no era Constantino, sinoJudas. Napolen III cobra miedo, no se atreve aseguir adelante; adems, est su mujer. Y si l padecea los curas como aliados, ella los ama con el amorgalante de la convertida. El papa ha apadrinado a unhijo suyo y le ha ofrendado la rosa de oro, reservadaa las soberanas virtuosas. El convenio celebrado conel reino de Italia, acordando retirar de la zona, dentrodel plazo estipulado, el ejrcito francs de ocupacin,

    puso frentico al clero. El hombre blanco de Romacontest con una encclica seguida del Syllabus. Losobispos no hicieron caso del gobierno,anatematizando el espritu y la vida modernos y

    publicaron el Syllabus, lleno de insultos. Esto lesvali los plcemes de Su Santidad. Su actitud era tanretadora, que en marzo del 65, el propio ministro que,cediendo a presiones del clero y la emperatriz, habaexpulsado a Renan de su ctedra por llamar aJesucristo un hombre incomparable,pronunci en elSenado una violenta diatriba contra el Syllabus, Unsenador dio a conocer una estadstica segn la cual,

    en 1856, las asociaciones religiosas reconocidasagrupaban a 65.000 personas, con una fortunainmueble de 260 millones de francos, habiendorazones para suponer que la de las asociaciones noreconocidas no bajaba tampoco de esa cifra.Imagnese lo que esta fortuna habra crecido en losltimos diez aos! El cardenal Bonnechose no sedign disfrazar apenas el pensamiento del Syllabus, ysostuvo que las congregaciones religiosas slo tenandeudas. Rouher hzose el desentendido, temiendo aeste clero que, a pesar de las cortesanas de forma, sealzaba en bloque frente al Imperio, dispuesto a todas

    las luchas por la dominacin.

    La amenaza prusiana.Es el punto muerto del rgimen. El Imperio no dio

    a Francia ningn principio nuevo; las condicioneseconmicas que le alentaron han desaparecido.Perdi su razn de ser; exteriormente, no es ya msque una expresin militar sujeta a todas lasrivalidades. Los cientos de discordia sembrados enItalia empiezan a brotar por todas partes. Alemaniaansiaba, como la pennsula, la unidad. Dos potencias

    se la brindaban. Austria, aunque demasiado vieja yapara hacer de Fausto, se adelant, y mientrasNapolen III se hunda en Mjico, ella convocaba enFrncfort, el ao 63, a los prncipes confederados.Prusia, su rival, que presuma de liberalismo, noacudi, pero de las intrigas de la Dieta brot una vozalemana que permiti a Prusia y a Austria reivindicarunos derechos cualesquiera sobre los ducadossometidos a la soberana de Dinamarca: Sleswig yHolstein. Los mandatarios de la Dieta desmiembranel territorio dinamarqus, cocinan la Confederacin,y, en el ao 6, Austria ocupa Holstein, PrusiaSleswig. A los peridicos franceses que protestan, lescontestan brutalmente los peridicos de Berln:Francia teme que Alemania se transforme en la

    primera potencia del mundo. La misin de Prusia esimplantar la unidad alemana. Prusia no oculta estamisin cuando Bismarck acude a Biarritz a pedir a

    Napolen III la neutralidad de Francia en una guerracontra Austria. La obtiene, hace inevitable elconflicto desde el ao 66, denuncia en marzo los

    planes militares de Austria y en abril firma un tratadode alianza con Italia, que el emperador aprueba. La

    vspera de las hostilidades, el 11 de junio, NapolenIII informa al Cuerpo Legislativo de esta polticamortal. El Cuerpo Legislativo la hace suya por 239votos contra 11. El punto muerto est franqueado; elImperio va a precipitarse por la otra pendiente.

    El 3 de julio del 66, Austria es aplastada enSadowa. Su victoria en Italia no cambia la situacin.Cede Venecia y abandona Alemania para dejar sitio auna Prusia rica y poderosa, dictador militar, jefe de lagran familia. Napolen III intenta hablar decompensaciones territoriales. Bismarck le contestacon una Alemania presta a alzarse como un solo

    hombre; el otro le cree, se le dice que el ejrcitofrancs no est preparado contra aquella Prusiaabrumada por sus victorias y lo escucha sin replicar.Cuatro aos ms tarde, no vacilar en lanzar a estemismo ejrcito francs contra una Prusia alemanacon fuerzas decuplicadas.

    Sin peridicos que la instruyan, simpatizandosiempre con Italia, hostil a la Austria absolutista,fiada en el liberalismo de Prusia, la masa francesa noadvierte el peligro. Fue en vano que unos cuantoshombres de estudio lo demostrasen claramente en elCuerpo Legislativo. Los serviles no quisieron or, y

    219 votos contra 45 declararon que, lejos de sentirseamenazada, Francia deba confiar. Celebraron comouna victoria la neutralizacin de Luxemburgo. El

    pblico no vio en esto ms que una guerra que se

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    evitaba. Al manifiesto de los estudiantes de Alsacia-Lorena protestando contra los odios y las guerrasnacionalistas, los estudiantes de Berln respondieronque ellos protestaban contra la neutralizacin. He ahel tono de la joven burguesa prusiana. El gobiernode Prusia prohiba a sus sbditos afiliarse a laInternacional.

    Internacionalistas y blanquistas.La Internacional, apartada del estruendo de las

    armas, celebraba en Ginebra, algunas semanasdespus de Sadowa, el 3 de septiembre del 66, su

    primer Congreso general. Sesenta delegados,provistos de mandatos en forma, representaban avarios cientos de miles de adheridos. El pueblo noquiere seguir combatiendo locamente para dar gustoa los tiranos -dice el informe de los delegadosfranceses-. El trabajo quiere conquistar el puesto quele corresponde en el mundo por su sola influencia, almargen de todas las que ha venido padeciendosiempre, e incluso buscado. En la fiesta que sigui alos trabajos del Congreso, la bandera de laInternacional, enarbolada por encima de las banderasde todas las naciones, ondea su divisa en letras

    blancas: o ms derechos sin deberes, no msdeberes sin derechos. Los delegados ingleses fueronregistrados a su paso por Francia; los de Franciahaban tomado precauciones. Apenas regresar,reanudaron su propaganda. Se ofrecen -febrero del67- a la huelga de los broncistas contra sus patronos.

    El cincelador Theisz y algunos otros del Comit deHuelga se adhieren a la Internacional; otrospermanecen ajenos a ella, e incluso hostiles. ElComit en pleno se dirige a Londres, donde lasTrade's Unions le entregan 2.500 francos; el efectomoral de esto es tan grande, que los patronoscapitulan. El prefecto de polica felicita al Comit

    por el buen comportamiento de los huelguistasdurante la crisis. Les haba dejado celebrar grandesreuniones. El gobierno quera dar una leccin a los

    burgueses de la oposicin y acentuar la diferenciaentre la Internacional y la joven burguesa

    revolucionaria.sta vea con muy malos ojos aquellasorganizaciones de trabajadores, cerradas a todo elque no fuera obrero, recelaba de su apartamiento dela poltica, las acusaba de fortalecer el Imperio.Algunos de estos jvenes, educados en lastradiciones de Blanqui y de los agitadores de antao,que crean la miseria generadora de la liberacin,fogosos, no sin valor, como Protot, el abogado, yTrdon, el rico estudiante, casi clebre por sus

    Hbertistes, haban acudido al Congreso de Ginebraa censurar a estos delegados obreros, traidores, segn

    ellos, a la revolucin. Los delegados, que no vean enestos hijos de burgueses ms que la reencarnacin

    juvenil de sus padres, les reprocharon su absolutaignorancia del mundo obrero y los maltrataron.

    Equivocadamente. Esta generacin era mejor, yahora, sus rganos, los peridicos del Barrio Latino La Libre Pense, de Eudes Flourens, el hijo delfisilogo, que haba luchado por la independencia deCreta; La Rive Gauche, donde Longuet publicabasu Dinastie des Lapalisse y Rogeard sus Propos de

    Labienus- no se aislaban del proletariado, en su

    cuerpo a cuerpo con el Imperio. La polica hacaincursiones frecuentes en aquellos locales, persegualas menores reuniones, urda complots tomandocomo pretexto la simple lectura en el caf de laRenaissance de una proclama en la que Flix Pyat,revolucionario honorario, incitaba desde Londres alos estudiantes a las barricadas: Es necesario obrar;vuestros padres no iban a Lieja, acampaban en Saint-Merry.

    Vejeces que suenan a hueco, sobre todo envsperas de la Exposicin Universal, en la que Parsse echa a la calle, a disfrutar de la alegra y delespectculo de los soberanos extranjeros. Bismarck,

    pudo tomar las ltimas medidas de los hombres y delas cosas del Imperio. Moltke, el vencedor deAustria, visit tranquilamente nuestrasfortificaciones. Sus oficiales brindaron por la tomade Pars! Pars, casa de Europa, como deca la

    princesa de Metternich, divirti prodigiosamente atodos los prncipes. Slo silbaron una bala polacadisparada contra el zar por un refugiado, Berezowski,y el viento huracanado de Mjico.

    Abandonado desde el 66 por su imperial

    expedidor, dcil a los Estados Unidos, el emperadorMaximiliano fue preso y fusilado el 19 de junio del67. La ms bella idea del reino se resuma enmillares de cadveres franceses, en el odio de Mjicosaqueado, en el desprecio de los Estados Unidos, enla prdida escueta de mil millones. Bazaine, queregres de la campaa cubierto de oprobio, no tarden florecer de nuevo entre los generales ms en boga.

    La Exposicin Universal fue el ltimo cohete delesplendor imperial. No dej ms que el olor a

    plvora. La burguesa republicana, inquieta ante lospuntos negros que se cernan en el horizonte, se

    dedic a copiar a la Internacional, imagin la alianzade los pueblos y encontr bastantes adhesiones paracelebrar un gran congreso en Ginebra el 8 desetiembre del 67. Lo presidi Garibaldi. LaInternacional celebraba en este momento, enLausana, su segundo Congreso, y los obrerosalemanes, al contrario de los estudiantes de Berln,enviaron una calurosa proclama contra la guerra. ElCongreso de Ginebra convoc al de Lausana; llega,habla de un nuevo orden que arrancara al pueblo dela explotacin del capital, y acapara hasta tal punto ladiscusin, que algunos republicanos, delegados de

    Pars en el congreso de alianza -entre ellos Chaudey,uno de los ejecutores testamentarios de Proudhon-

    brindaron a los obreros el apoyo de la burguesaliberal para la emancipacin comn. stos aceptaron,

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    y el congreso termin con la fundacin de una Ligade la Paz.

    Republicanos ysocialistasDos meses despus, habla el can a las puertas

    de Roma. Garibaldi se ha lanzado sobre los EstadosPontificios y se estrella en Mentana contra las tropas

    francesas enviadas por la emperatriz y por Rouher. Elgeneral De Fally, que las mandaba, supo atizar elodio de los patriotas italianos, telegrafiando a lasTulleras: Nuestros fusiles nuevo modelo han hechomaravillas. Pero si Napolen III pudo hacer una vezms de Francia el soldado del papa, la democraciafrancesa sigue siendo la reivindicadora de la ideacomo en el 49. Cinco das antes del encuentro deMentana resuenan gritos de Viva Italia! VivaGaribaldi! ante Napolen III y el emperador deAustria, que salen de un banquete en el Htel-de-Ville. El 2 de noviembre, la multitud, agolpada en elcementerio de Montmartre, rodea la tumba de Manin,el gran defensor de Venecia. Por primera vez, losobreros llenan los bulevares. Pocas horas despus dela ocupacin de Roma, una delegacin conducida porel internacionalista Tolain exige a los diputados de laizquierda que dimitan en masa. Jules Pavre la recibe,

    protesta contra la forma y contesta a los obreros quele dicen: Si el proletariado se levanta por laRepblica, puede contar con el apoyo de la

    burguesa liberal, como fue convenido hace dosmeses en Ginebra?: Seores obreros, ustedes solos

    hicieron el Imperio, a ustedes toca ahora deshacerlo.Jules Favre aparentaba olvidar que el Imperio habasido engendrado por la Asamblea del 48, de la que lfuera mandatario. En los hombres del 48 persistaan la aversin contra los obreros revolucionarios.Sus herederos eran tambin de corazn cerrado: Elsocialismo no existe, o por lo menos, nosotros noqueremos contar con l, haba dicho Ernest Picardo

    Le Courrier Franais, nico peridico socialistade la poca, muestra muy bien la lnea trazada. Un

    joven escritor, Vermorel, conocido ya por La JeuneFrance y por sus excelentes estudios sobre

    Mirabeau, le daba vida con su pluma y su dinero.Este peridico revel la historia de los hombres del48, su poltica mezquina, antisocialista, que habahecho inevitable el 2 de diciembre. Los obreros, losrepublicanos de vanguardia, lo lean, pero los viejosy muchos de los nuevos republicanos se indignabande que se tocase a sus glorias. En vano las condenas,los annimos ms amenazadores, todos los duelistasdel Imperio cayeron sobre Vermorel; las gentes del48 clamaron que estaba sobornado, que era un agentede Rouher. Y el peridico le fue arrebatado. Otrosmuchos haban de seguirle.

    Napolen III, cacoquimio de cincuenta y sieteaos, pretende rejuvenecerse con una posicinliberal. El espectral Emile Ollivier, ascendido alrango de consejero, alienta la experiencia con la

    esperanza de gobernar al impotente. Con ayuda degrandes recursos financieros, ser posible lanzar un

    peridico y celebrar reuniones polticas, bajo elriesgo de incurrir en graves penas. Rouher gime,Persigny escribe: El Imperio parece hundirse portodas partes. Pero el Imperio se obstina, fiado en susmagistrados y en su polica. Para el ramillete de

    mayo del 68, contaba con La Lanterne, folletosemanal.Les Propos de Labienus, las impertinenciasacadmicas del Courrier du Dimanche, lascrudezas acerbas del Courrier Franais nosacudieron la risa contagiosa. La Lanterne deRochefort lo hizo, aplicando a la poltica los

    procedimientos y los despropsitos del vodevilismo.Y todos los partidos pudieron regodearse con losdioses y diosas de las Tulleras, transformados enhroes de la Belle Hlne. La burla no placi al

    prncipe ni a su esposa. Dos meses despus,Rochefort, condenado a prisin, se refugiaba enBruselas, pero los revoltosos brotaban por todas

    partes. En Pars, Le Rappel, inspirado desdeJersey por Vctor Rugo, a quien un alejandrinoretena en la orilla del mar; Le Rveil deDelescluze, spero jacobino hostil a los charlatanes;en Toulouse, Agen, Auch, Marsella, Lille, Nantes,Lyon, Arras, en el Medioda, en el Norte, en elCentro, en el Este, en el Oeste, cien peridicosencendan hogueras de libertad. Surga unamuchedumbre de jvenes, desafiando las prisiones,las multas, los encuentros con la polica y agarrando

    al Imperio y a sus ministros, a sus funcionarios por elcuello, detallando los crmenes de diciembre,diciendo: Hay que contar con nosotros; lageneracin que levant el Imperio ha muerto!Folletos, publicaciones populares, pequeas

    bibliotecas, historias ilustradas de la Revolucin,bastaban apenas para satisfacer el ansia de saber quese despertaba. La joven generacin obrera, que nohaba disfrutado el fuerte alimento de la que hizo el48, lo engulla todo a grandes bocados.

    Las reuniones pblicas, extraordinariamenteconcurridas, atizaban estas llamaradas de ideas.

    Haca veinte aos que Pars no vea una palabra libreflorecer en los labios. A pesar de que el comisarioestaba dispuesto a disolver las reuniones a la menor

    palabra malsonante, muchos exaltados venan avolcar su fuego sobre un pblico insospechado, sobretodo en los barrios populares, donde dominaban los

    provincianos, atrados desde haca quince aos porlas grandes obras de Pars. Estos, ms nuevos que los

    parisienses de pura sangre, mezclan su robustez a susnerviosa prontitud, reclaman discusiones biennutridas.

    La Internacional en el correccional.La polica pudo entrever entonces que la

    Internacional no era el instigador, comoestpidamente crea desde la manifestacin de

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    Mentana. Orden persecuciones de las que la calleGravilliers se aprovech para desplegar su bandera,desconocida hasta entonces de las multitudes. Elfiscal de S. M. Imperial estuvo atentsimo conaquellos honrados -oh, ya lo creo!- trabajadores,cuya asociacin no estaba -desgraciadamente!-autorizada.

    El instigador, Tolan, hizo la defensa colectiva:Desde 1862, nuestra consigna es que lostrabajadores no deben buscar su emancipacin msque por s mismos. o tenamos ms que un medio de

    salir de la falsa situacin que nos creaba la ley;violarla para que se viese que era mala; pero no lahemos violado, pues el gobierno, la polica, lamagistratura han podido o han sabido tolerarlotodo. El juez, tan amable como el propio fiscal,impuso a los detenidos cien francos de multa ydeclar disuelta la Asociacin Internacionaldomiciliada en Pars. Sin prdida de momento,constituyse un nuevo bureau: Malon, Landrin,Combault, Varlin, un encuadernador, que en unoscuanto das reuni diez mil francos para loshuelguistas de Ginebra. Nuevas persecuciones.Varlin asume la defensa; esta vez, el tono sube: Unaclase oprimida en todas las pocas y bajo todos losreinos, la clase del trabajo, pretende aportar unelemento de regeneracin. Solamente un viento deabsoluta libertad conseguir limpiar esta atmsferacargada de iniquidades. Cuando una clase ha

    perdido la superioridad moral que la haca

    predominante, debe desvanecerse si no quiere sercruel, porque la crueldad es el nico recurso de lospoderes que caen. Tres meses de prisin rezaba lasentencia, por haber afirmado la existencia, lavitalidad y la accin de la Asociacin Internacional,interviniendo en la reciente huelga de los obreros deGinebra, moralmente o alentando la lucha entre

    patronos y obreros, y nueva disolucin del bureaude Pars.

    No por eso dej la Asociacin de estarrepresentada en septiembre, en Bruselas, en el IIICongreso de la Internacional, que invit a todos los

    trabajadores a oponerse a una guerra entre Francia yAlemania. La mayora vot, a pesar de Tolain, por lapropiedad colectiva; y el gobierno imperial seaprovech de esto para asustar a algunosrepublicanos que empezaban a inquietarleseriamente.

    Gambetta.El 2 de noviembre del 68, da de difuntos,

    descubren en el cementerio de Montmartre, bajo unapiedra enmohecida, la tumba del representanteBaudin, asesinado el 2 de diciembre del 51 en Saint-

    Antoine. Quentin, redactor de Le Rveil, increpaal Imperio. De la multitud gritan Viva la Repblica!Uno que se titula Pueblo y Juventud habla devenganza y la promete para pronto. Le Rveil de

    Delescluze, L'Avenir National de Peyrat, LaRevue Politique de Challemel-Lacour y otros

    peridicos conquistados por el ejemplo, abren unasuscripcin para erigir a Bandn una tumba que

    perpete su memoria. Hasta Berryer se suscribe. ElImperio lleva a los tribunales a los periodistas y a losoradores del 2 de diciembre. Un abogado joven

    defiende a Delescluze. Totalmente desconocido delpblico, se destaca desde hace algunos aos entre lajuventud estudiantil y la del foro, donde sorprendi alos maestros en un extrao proceso llamado de los54. No se entretiene alabando a Baudin. Ya deentrada, Gambetta ataca al Imperio, evoca con trazosde Corneille el 2 de diciembre, encarna el dolor, laclera, la esperanza de los republicanos; con su voztorrencial, sumerge al fiscal de S. M. Imperial y, conlos cabellos flotando al viento, desabrochado,aparece durante una hora como el profeta del castigo.La nueva Francia viose sacudida como por elalumbramiento de una conciencia. El proceso deBaudin marc el lmite fatal del Imperio. Cometiste la tontera de creer que el 2 de diciembre habramanifestaciones y puso en pie un ejrcito, dirigido

    por un pequeo ministro del Interior, Pinard, Pars,suficientemente vengado, se content con rer. ElImperio, ridiculizado, agobi a los periodistas conmultas y meses de prisin, clausur las reuniones

    pblicas y tendi todos sus tentculosadministrativos. Esto ocurra en vsperas de unaselecciones generales.

    La misin de los serviles del 63 haba terminado.Siguieron a Napolen III hasta el crimen de lesapatria. Bastante ms culpables que en el 57, dieron aluz la hegemona prusiana, lanzaron a Italia en brazosde Prusia, continuaron financiando la guerra deMjico, aclamaron a la segunda expedicin romana ya Rouher con su: Jams, jams dejar Francia queItalia tenga a Roma por capital.

    No hay disculpas para estas bajezas, para estastraiciones. Todos estos diputados oficiales eran altos

    burgueses, grandes industriales, financieros,emparentados con la administracin, el ejrcito, la

    magistratura, el clero. Contra su opinin nada podaprevalecer. Preferan seguir viviendo a sabiendas deque, a fin de cuentas, el trabajo lo paga todo. En laselecciones del 69 no tuvieron otro programa que eldel emperador, no buscaron otro elector que elministro. Fue el pueblo quien, una vez ms, hubo desalvar las apariencias.

    Las elecciones del 69.Pars no quiere ms peridicos dictadores de

    elecciones. Encuentra l mismo candidatos yfrecuentemente contra los diputados del 63, a quienes

    los mejores oradores de las reuniones pblicas,Lefranais, Brosne, Langlois, Tolain, Longuet, etc.,desafan en vano a controversias pblicas. Frente alviejo Carnot, Belleville alza al joven tribuno

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    Gambetta, que acepta las reivindicaciones de loselectores y enarbola la bandera intransigente;frente a Jules Favre, a Rochefort. Contra Garnier-Pages, afrontando la competencia de Raspail, losobreros presentan a Briosne, uno de los suyos, con elfin de afirmar el derecho de las minoras, lasoberana del trabajo. Guroult ser combatido por

    el abogado Jules Ferry, autor de un bonito juego depalabras sobre el prefecto Haussmann. Jules Simon,Pelletan, tendrn tambin contrincante. EmileOllivier, que ha acumulado los odios, quiere medirseen una reunin pblica del Chtelet con Bancel,

    joven diputado del 52 que vuelve del destierrorejuvenecido. Viva la libertad, gritan al renegado. La

    polica desenvaina y persigue a los republicanos, quesuben a la Bastilla cantando laMarsellesa.

    El 24 de mayo salen elegidos Gambetta, Bancel,Pelletan, Picard y Jules Simon. En el segundo turno,los seores Thiers, Garnier-Pages y Jules Favre. Esteltimo nombre arranca gritos de Viva La

    Lanterne!, y comienzan en el bulevar lasmanifestaciones, que ganan Belleville y Saint-Antone. La polica desliza en ellas bandas de chulosdisfrazados de blusas blancas, que derriban losquioscos, rompen los cristales de los escaparates y

    provocan detenciones en masa. Los redactores deLe Rappel y de Le Rveil y los oradores delos mtines son detenidos. Las prisiones y los fuertesde Bictre albergan a mil quinientos presos. Unhabitual de las Tulleras, Jules Amigues, escribe:

    Hay que descapitalizar Pars.El material electoral de provincias dio al Imperio,reconciliado con los obispos despus de lo deMentana, bajo la presin de la tuerca administrativa,una gran mayora. Sin embargo, los orleanistas sehaban infiltrado. Formaban la oposicin izquierdistauna cuarentena. De 280 diputados, Napolen IIIdispona de las dos terceras partes, bastantes pararesponder speramente a los poco perspicaces quehablaban de reformas y para escribir que no cederaa los movimientos populares. El tiroteo de LaRicamarie subraya estas frases. El 17 de junio, la

    tropa dispara sobre los mineros huelguistas, mata aonce hombres y a dos mujeres, y tiende en tierra anumerosos heridos, entre ellos a una muchacha a laque Palikao impidi que se enviasen socorros. Era el

    primer xito en Francia de aquella maravilla de fusilChassepot. Un senador, general de la gendarmera,

    propuso una especie de fusilamiento en bloque y quese llegase a una inteligencia con los dems gobiernos

    para suprimir todas las asociaciones y ligas obreras.

    El Imperio y los obreros.Aquel bellaco no era tonto ms que a medias; las

    sociedades obreras no auguraban nada bueno a estegobierno sin principios que jugaba con dos barajas,tolerando la huelga de los broncistas y condenando lade los sastres, suprimiendo el bureau de la

    Internacional y alentando las reuniones del pasajeRaoul, tan pronto autorizando a los delegados de lascmaras sindicales a reunirse, como persiguindolos.Estas cmaras sindicales, formadas desde haca algntiempo en muchas industrias, queran constituirse enfederacin. Sus delegados, Theisz, Avrial, Langevin,Varlin, Dereure, Pindy, que erraban de local en local,

    acabaron, en el verano del 69, por encontrar unograndsimo en la calle de La Corderie, que ms tardehaba de hacerse clebre. La Federacin subarrenduna parte del local a diferentes crculos y sociedades:las del bronce, los carpinteros, el crculo mutualista,integrado en gran parte por el primer bureau de laInternacional: D'Alton-Shee, Langlois, etctera, elcrculo de estudios sociales, que haba reorganizadola Internacional despus del primer proceso. Lacomunidad de local hizo creer en la identidad de laAsociacin Internacional y la Federacin de CmarasSindicales. Era un error. Varios de los delegados dela Federacin slo formaban parte de la Internacional

    personalmente; las sociedades que representaban noqueran comprometer su existencia ligndose a laInternacional, algunos de cuyos miembros, por estarazn, no eran muy partidarios de estas sociedades.

    El pblico no tomaba muy en serio estasagrupaciones sindicales; le sugestionaba ms aquellamisteriosa Internacional que contaba, segn se deca-y el bureau de Pars lo dejaba decir-, por millonessus afiliados y sus fondos. En setiembre del 69,celebr en Basilea su cuarto congreso. Entre los

    delegados franceses figuraban Tolain, Langlois,Varlin, Pindy, Longuet, Murat, Aubry de Rouen. Sediscuti sobre colectivismo, individualismo,abolicin del derecho de herencia, etc.: pero se

    proclam la misin militante del socialismo, pues lehaba salido una rival: la Alianza Internacional de laDemocracia Socialista, fundada el ao anterior por elanarquista Bakunin. Un delegado alemn,Liebknecht, felicit a los obreros de Pars: Sabemosque habis estado y seguiris estando en lavanguardia del ejrcito revolucionario. Como sededel prximo congreso se proclam elPars libre.

    Hubirase dicho, en efecto, que lo era, a juzgarpor sus peridicos y por lo que se hablaba en lasreuniones. El Cuerpo Legislativo se clausur sin fijarfecha de apertura, despus de una carta delemperador concediendo algunos menudos derechos alos diputados, y esto haca que las voces de la calle seoyesen mucho ms. En la calle dbase al hombre delas Tulleras por moralmente acabado y fsicamentequebrantado. Le Rveil, analizando suenfermedad, no le conceda ms que tres aos devida; la emperatriz, la corte, los funcionarios, eranacribillados por flechazos mucho ms agudos que los

    de La Lanterne de otro tiempo; los mtines seorientaban hacia la poltica; en Belleville los huboque fueron disueltos a sablazos. En las vallas de losnuevos edificios de las Tulleras, donde el contratista

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    haba mandado escribir: Aqu no entra el pblico,una mano escribi: S, algunas veces.

    Los tribunales de justicia no funcionaban. Y comoRouher haba sido mandado al Senado y los nuevosministros eran desconocidos, se crey en un nuevorgimen. Se aprovechaba cualquier ocasin paraatacar. El emperador convoc al Cuerpo Legislativo

    para el 29 de noviembre. Un diputado de laizquierda, Kratry, se permite decir que debe serlo

    para el 26 de octubre, que se viola la Constitucin,que es preciso que los diputados vayan el 26 a la

    plaza de la Concordia, a reconquistar, aunque sea a lafuerza, su sitio en el Palais-Bourbon. La Rformese apodera de la idea. Gambetta escribe desde Suiza:All estar! Raspail y Bancel lo mismo. JulesFerry declara que responder al insolente decreto.

    El tiroteo de Aubin habla tambin; el 8 deoctubre, son muertos por las tropas catorce obreroshuelguistas y heridos cincuenta ms. Pars se caldea.El 26 puede convertirse en una jornada memorable;la izquierda se asusta y firma, un manifiestofuertemente razonado para cubrir su retirada. Loshombres de vanguardia van a increparla para queexplique esta doble actitud. Jules Simon, EmestPicard, Pelletan, Jules Ferry, Bancel se dirigen a laconvocatoria recusada por Jules Favre, Garnier-Pagesy otros que pretenden no depender ms que de suconciencia. En la sala hay apenas doscientosmilitantes, jvenes y viejos, escritores, oradores dereuniones pblicas, obreros, socialistas conocidos. La

    presidencia recae en Milliere, recientementedespedido por una gran compaa que no admiteempleados socialistas. Los diputados dan unespectculo lamentable, excepto Bancel, envuelto ensu fraseologa del 48, y Jules Simon, que conservatoda su sangre fra. Este ltimo disculpa la ausenciade Gambetta, al que califica de reserva para el

    porvenir, expone las razones estratgicas que hacende la plaza de la Concordia un lugar peligroso,fustiga al Imperio, que finge ignorar que all estntodos para entablar su proceso. Les interrumpen, lesrecuerdan lo ocurrido en junio. Los diputados

    salieron llenos de un resentimiento que tenan quetragarse. No volvi a hablarse del 26 de octubre; peroel gobierno hizo formidables preparativos de los quese burl Pars como en el ao anterior.

    Dos oposiciones.Desde este momento, hay ya dos oposiciones: la

    de los parlamentarios de izquierda y la de lossocialistas, a los que se adhiere un gran contingentede obreros, de empleados, de la pequea burguesa.stos dicen: Los ms hermosos discursos no hanimpedido nada, nada nos han dado; es menester hacer

    algo, sacudir el Imperio hasta descuajarlo. Sepresenta ocasin para ello. El 21 de noviembre, Parstiene que sustituir a cuatro diputados: Gambetta,Jules Favre, Picard y Bancel, que han optado por las

    provincias. Belleville pasa de manos de Gambetta amanos de Rochefort. El autor de La Lanterneacepta los votos de Gambetta, llega de Blgica y

    provoca en las reuniones un entusiasmodescabellado. Sus competidores, salvo Carnot, seretiran, Para abofetear al emperador, se admite queRochefort preste el juramento obligatorio; en todos

    los dems sitios, el partido de accin exige nojuramentados, designa a Ledru-Rollin, Barbes, FlixPyat. El viejo tribuno se niega a ir, el segundo muereen La Haya, Flix Pyat no tiene el menor deseo dededicarse a resolver rompecabezas. Slo Rochefortes elegido: en las otras tres circunscripciones triunfanlos hombres del pasado, dos del 48, EmmanuelArago, el atravesado Crmieux, y un viejo y grrulorepublicano, Glais-Bizoin,

    Los tres se unieron a la izquierda, que acaba defustigar en un manifiesto el mandato imperativo: Lalibertad de discusin -decan estos seores-, el poderde la verdad, son las armas a que piensan recurrir losabajo firmantes; no emplearn otras, salvo en el casode que la fuerza trate de ahogar sus voces. Tuvieronque or lo suyo. La izquierda no ha sido formada

    para reivindicar las libertades que el tercer partidoobtendr ms fcilmente. Al aislarse del pueblo, seincapacita uno de antemano para tomar otras armas,deja de cooperar al advenimiento de la Repblica yse convierte en conservador del Imperio.

    Esto era leer en el alma de muchos. Se dibujabandos izquierdas, una llamada cerrada, bajo la

    presidencia del dragn Jules Grvy, custodia de losprincipios puros; la otra, abierta a un tercer partido,conglomerado de hbridos, liberales, orleanistas,imperialistas incluso, amasada por el amigo de EmileOllivier, Ernest Picard, vctima de la comeznministerial.

    El Ministerio Emile Ollivier.Como la lesin imperial se haca cada vez mayor,

    Emile Ollivier suplic a Napolen III que releyesecierto captulo de Maquiavelo, en que se habla de lanecesidad de adaptar nuevos ministros a cada nueva

    situacin. Napolen III lo ley, y encarg deconstituir ministerio a este maquiavlico Ollivier,que se comprometa, aun garantizando la libertad, aluchar cuerpo a cuerpo con la Revolucin. Delorden, respondo yo!, haba dicho el emperador alCuerpo Legislativo. El ao 1870 se abri bajo ladoble constelacin de estas potencias. Emile Ollivier,

    presidente del Consejo de Ministros; en Hacienda, unreaccionario del 48, Buffet; el general Le Boeuf, enGuerra; un cualquiera, en el Interior, donde, segn elgeneral Fleury, perro viejo del 2 de diciembre, hacafalta una mano de hierro.

    Despus de la eleccin de Belleville, el partido deaccin no se detuvo. Las reuniones pblicas no eranms que fiebre, hasta el punto de inquietar aDelescluze, que constataba la existencia de una

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    avalancha de exaltados desconocidos. Su Rveil yLe Rappel se quedaban bastante ms atrs queLa Marseillaise, fundada en diciembre porRochefort, ametralladora que disparaba sin descanso,y cuya redaccin, por la que desfilaba desde lamaana hasta la noche la multitud, pareca algo ascomo un campamento. Los redactores estn

    dispuestos a todo. Un primo del emperador, elprncipe Pierre Bonaparte, fiera encerrada en Auteuil,atac violentamente, en L'Avenir de la Corse, al

    peridico corso La Revanchel, cuyo corresponsalparisiense, Paschal Grousset, respondi en LaMarseillaise. El prncipe provoca a Rochefort, peroPaschal Grousset se ha anticipado y ha enviado aAuteuil a dos de sus colaboradores, UIric deFonvielle y Victor Noir, buen mozo de veinte aos,valiente en extremo. Pierre Bonaparte responde

    brutalmente que se batir con Rochefort, no con dosinstrumentos. Habla de carroas. Un disparo. Vctor

    Noir va a caer al patio con el corazn atravesado deun balazo. Pars en pleno recibe el tiro. Aquel jovenmuerto, aquel Bonaparte asesino, conmueven todoslos hogares, despiertan la piedad de la mujer y la

    pasin del marido. Cuando, al da siguiente, LaMarseillaise grita: Pueblo francs, no crees quedecididamente esto es ya demasiado?, el motn fuecosa fuera de duda, y hubiera estallado, de no haberretenido la polica el cadver en Auteuil.

    El 12 de enero del 70, doscientos mil parisiensessuben por los Campos Elseos para hacer a su hijo

    grandes funerales. El ejrcito, reforzado con lasguarniciones vecinas, ocupa todos los puntosestratgicos, y el mariscal Canrobert, olfateando eltufo de diciembre, promete el tiroteo. En Auteuil,Delescluze y Rochefort, que ven inminente lamatanza, obtienen la promesa de que se llevar elatad al cementerio, en contra de Flourens y de losrevolucionarios, que quieren llevarlo a Pars. Nohubiesen franqueado la barrera, que dej pasarapenas a Rochefort y al frente de una columna,rpidamente rechazada a la altura de los CamposElseos. Los mamelucos se quejaron de que no se

    hubiera aprovechado la ocasin para hacer la sangraque estimaban indispensable.El primer acto del liberal Emile Ollivier fue pedir

    que se persiguiese a Rochefort. Obtiene el votoafirmativo el 17, a pesar, preciso es decirlo, de laoposicin de la extrema izquierda. La multitud querodeaba el Palais-Bourbon, rechazada a golpes, grit:Viva la Repblica!, ante la terraza de las Tulleras

    por donde se paseaba el emperador.El segundo acto liberal del ponente de la ley sobre

    las coaliciones fue dirigir al ejrcito contra losobreros de Creusot, que pedan administrar por s

    mismos su caja de retiro, alimentada con su propiodinero.

    El presidente del Cuerpo Legislativo, Schneider,jefe de este coto feudal, haba expulsado a los

    miembros del comit obrero, que llevaban a Assi a lacabeza. Schneider abandon el silln presidencial,acudi a su barona con tres mil soldados y dosgenerales, volvi a toda su gente a las canteras yenvi un gran nmero de sus obreros al Tribunal deAutun.

    El bureau de la Internacional, formado de nuevo

    con otro nombre, protest contra la pretensin delos capitalistas que, no contentos con detentar todaslas fuerzas econmicas, quieren adems disponer, ydisponen, de hecho, de todas las fuerzas sociales,ejrcito, polica, tribunales, para el mantenimiento desus inicuos privilegios. El rumor de la huelga fueahogado por la marea ascendente de Pars.

    Rochefort, condenado a seis meses de crcel, esentregado por los diputados. La noche del 7 defebrero lo detienen ante la redaccin de LaMarseillaise. Flourens grita: A las armas!, echala zarpa al comisario y, seguido por un centenar demanifestantes, se dirige a Belleville y levanta una

    barricada en el Temple. La tropa llega, Rochefort seve abandonado y encuentra a duras penas un refugio.Al da siguiente, Pars se entera de la detencin deRochefort, as como de todos los redactores de LaMarseillaise y de numerosos militantes. Se agitanlas masas en los barrios. En la calle Saint-Maur selevanta una barricada que es defendida. Va a

    presentarse ocasin para la sangra, cuando apareceun manifiesto firmado por obreros, muchos de loscuales pertenecen al bureau de la Internacional:

    Malon, Pindy, Combault, Johannard, Landrin, etc.:Por primera vez, desde hace diecinueve aos se hanlevantado barricadas; la ruina, la bajera, lavergenza, van a acabar de una vez.... La Revolucinadelanta a grandes pasos; no obstruyamos sucamino con una impaciencia que podra resultardesastrosa. En nombre de la Repblica social quetodos queremos, invitamos a nuestros amigos a nocomprometer semejante situacin.

    Estos trabajadores fueron escuchados por elpueblo; pero las detenciones continuaron. Un obreromecnico, Mgy, detenido antes de la hora legal,

    mata al polica que fuerza su puerta. Delescluzesostiene que Mgy estaba en su derecho. Se lecondena a trece meses de prisin. El abogado deMgy, Protot, es apaleado, amordazado. El da 14hay cuatrocientas cincuenta personas encerradas,acusadas de haber participado en el complot defebrero, como lo llamaba esta magistratura, a quiensu actual jefe, Emile Ollivier, trataba en el 59 depodredumbre.

    Como tal se manifest el 21 de febrero, en Tours,en el proceso del asesino de Victor Noir. LaConstitucin imperial conceda a los Bonaparte el

    privilegio de un Tribunal Supremo, compuesto defuncionarios del Imperio. La fiera de Auteil rugi.Seguro de sus jueces, dijo que Victor Noir le habaabofeteado. El profesor Tardieu, mdico oficial, lo

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    confirm, y el procurador general, un vulgar criado,arranc la absolucin. Tardieu, abucheado por losestudiantes de Pars, hizo suspender sus cursos. La

    juventud de las escuelas se tom el desquite en unbanquete ofrecido a Gambetta. Nuestra generacin -dijo ste- tiene por misin terminar, completar laRevolucin Francesa; no debe llegar el centenario de

    1789 sin que Francia haya hecho algo por la justiciasocial. Fustig el culto a Napolen I, que haballevado a la restauracin del Imperio, y dijo: Es unmonstruo en lo moral, como los monstruos lo son enlo fsico.

    El plebiscito.En la discusin sobre el plebiscito, Gambetta

    igual a Mirabeau. Napolen III, hipnotizadosiempre por la sombra de su falso to, se habaresuelto a adoptar el gran remedio que intentara

    Napolen I cien das antes de Waterloo. El 19 dejulio del 69, rechazaba todava la idea de unplebiscito; el 4 de abril del 70 lo peda con estafrmula: El pueblo francs aprueba las reformasoperadas en la Constitucin desde 1860? Gambetta

    puso al descubierto la trampa, prob que el Imperiono poda soportar la ms mnima dosis de libertad, yhabl en favor de la Repblica. El plebiscito fueservilmente votado.

    Daremos pruebas de una actividad devoradora,haba dicho Emile Ollivier, que continuaba su seriede frases inauditas. Los primeros devorados fueron

    los obreros de Anzin, en seguida los de Creusot,condenados el 6 de abril. La Internacional losencomend a los trabajadores. Cuando se absuelvea los prncipes que matan y se condena a los obrerosque no piden ms que vivir de su trabajo, noscorresponde salir al paso de esta nueva iniquidad,con la adopcin de las viudas y los hurfanos.Todos los peridicos de vanguardia, respondiendo aeste llamamiento, abrieron suscripciones.

    El 8 de mayo era la fecha sealada para lacomedia. Durante un mes, los poderes pblicos, laadministracin, los magistrados, el clero, los

    funcionarios de todas clases, no vivieron ms quepara el plebiscito. Se fund un comit bonapartista,dotado con un milln por el Crdit Foncier. Paraespantar al burgus, un redactor de Le Figaro llenun volumen con las estupideces que se escaparon enalgunas reuniones pblicas. Su peridico lanzcontra los republicanos la Sociedad de los garrotesreunidos. El bergante del Lampion, inventor, en el48, de los guardias nacionales aserrados entre dos

    planchas, del vitriolo lanzado con bombas, de lasmujeres que vendan a los soldados aguardienteenvenenado, del municipal empalado, de los bonos

    por tres damas de Saint-Germain, etc.; bajo esteImperio que hizo brotar todas las pstulas,Villemessant haba creado el peridico-tipo de la

    prensa regocijante, Le Figaro. Una escuadra de

    graciosuelos, ms o menos plumferos, iban a lacorte, a la ciudad, al teatro, a la caza del chisme, delescndalo del da, de la ancdota incitante,escuchando detrs de las puertas, olisqueando loscubos del agua sucia, registrando los bolsillos,cobrando a veces la pieza, y recibiendo a menudo un

    puntapi. Liviano, conservador, religioso, Le

    Figaro era rgano y publicista del trabajo dedignatarios, bolsistas y golfas que se alzaban con losescudos tan picarescamente como alzaban las

    piernas. La gente de letras lo haba adoptado,hallando en l a un tiempo cebo y tablado. Elgobierno lo utilizaba para insultar a la oposicin,ridiculizar a los republicanos, calumniar lasreuniones pblicas, dar fe de los falsos complots que

    podan empujar a los tmidos hacia el Imperio. Suxito cre rivales. En el ao 70, esta prensaaretinesca, rica, con clientela pinge, daba de comera una nube de proxenetas literarios, que hubiesendesnudado a su propia madre en pblico con tal decolocar sus artculos. Se les lanz a la lucha

    plebiscitaria, y muchos de ellos fueron a provincias areforzar la prensa local obligada a cierta moderacin.

    Los republicanos, los de la oposicin, escasos deperidicos, andaban an peor de organizacin. Encasa del viejo Crmieux, que se las daba de Nstor,celebraron una reunin en que tres diputados, entreellos Jules Simon, y siete periodistas, se encargaronde hablar al pueblo y al ejrcito. Redactaron dosartculos. Los diecisiete diputados del grupo Picard

    rehusaron adherirse, por no querer hacer ningunarevolucin; La Marseillaise y Le Rappel senegaron a insertar los dos artculos porque en ellosno se hablaba ms que de Repblica y no llevabanfirmas de obreros. Estos, afortunadamente, saban

    pasar sin portavoces. El 24 de abril, la Corderie envieste manifiesto a los trabajadores de las ciudades yde los campos: Insensato ser quien crea que laConstitucin de 1870 ha de permitirle ms cosas quela de 1852...o... El despotismo no puede engendrarms que despotismo. Si deseis acabar de una vezcon las mculas del pasado, el mejor medio, a

    nuestro juicio, es que os abstengis o que depositisen la urna una candidatura no constitucional.Ms vibrante que el de la izquierda fue el

    llamamiento de Garibaldi al ejrcito francs: Yoquisiera no ver en vosotros ms que a losdescendientes de Fleurus y Jemrnapes; entonces,aunque invlido, saludara vuestra soberbia banderade la Repblica y marchara an a vuestro lado.

    Por su parte, los periodistas republicanos, lasreuniones pblicas, suplieron la pobreza delmanifiesto, hicieron la verdadera campaa,

    jugndose la libertad con una abnegacin a la que

    eran totalmente ajenos los republicanos de relieve,los ms ricos de los cuales daban un escudo, ni msni menos. El nico generoso fue Cernuschi, elantiguo miembro de la Constituyente romana, que

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    envi doscientos mil francos.Esto no era nada contra este Imperio que tena en

    sus manos los Bancos pblicos y el terror. El 30 deabril enviaba a Mazas a los redactores del manifiestode la Corderie y a los agitadores obreros Avrial,Malon, Thesz, Hligon, Assi, etc. El 17 de mayoama un complot. Su polica acababa de detener en

    una casa pblica a un antiguo soldado, Beaury,provisto de dinero y de una carta de Flourens,refugiado en Londres, que le mandaba a Francia paraque asesinase al emperador. La Internacional andamezclada en el asunto, juran Le Figaro y el mundooficial. De nada sirve que las sociedades de laCorderie protesten, ni que la Internacional escriba:Sabemos de sobra que los sufrimientos de todasclases que padece el proletariado obedecen ms alestado econmico que al despotismo accidental deunos cuantos fabricantes de golpes de Estado, y nohemos de perder el tiempo en soar con la supresinde uno de ellos. El gobierno secuestra el manifiesto,se incauta de los peridicos. Emile Ollivier ve lamano de la Internacional por todas partes, telegrafa atodos los tribunales para que se detenga a losafiliados que residan en sus respectivasdemarcaciones. Las detenciones con orden en blancocaen sobre todos los techos. Del 1 al 8 de mayo,ningn republicano est seguro. Los diputados de laizquierda no duermen en sus casas. Delescluze yvarios periodistas se ven obligados a refugiarse enBlgica.

    Elplebiscito arroj siete millones doscientos diezmil votos a favor y un milln quinientos treinta milen contra. Desde 1852, el rgimen imperial habareunido, por tres veces, ms de siete millones desufragios, favorables, pero nunca tantos votoshostiles. Las grandes ciudades estaban conquistadas,las poblaciones pequeas y el campo seguan al ladodel poder establecido. Resultado previsto.Sabiamente contenidas por una administracin deinnumerables tentculos, las poblaciones de loscampos, a quienes asusta el pillaje, se dejaron llevara las urnas a depositar en ellas un s, que

    aseguraban, segn les decan, la paz. El Imperiotom estos millones de sbditos pasivos pormilitantes; el milln quinientos mil de activos, poruna expresin desdeable. Los mamelucos pidieronque se hiciesen cortes siniestros. Emile Ollivier lesorganiz un proceso en el Tribunal Supremo, dondese juzgara, confundidos, al famoso Beaury y asetenta y dos revolucionarios de nombres ms omenos famosos, Cournet, Razoua, de Le Rveil:Mgy, Tony-Moilin, Fontaine, Sapia, Ferr, de lasreuniones pblicas.

    Tercer proceso de la InternacionalMientras tanto, los obreros del manifiesto

    antiplebiscitario fueron entregados a los tribunalescorreccionales, confundidos con acusados a quienes

    no conocan. El procurador haba inventado doscategoras: los jefes y los miembros de una sociedadsecreta. Desde ahora -dice a los obreros- os

    perseguiremos sin tregua ni descanso, y ley surequisitoria, publicada la vspera por Le Figaro,requisitoria en que el pobre hombre atribua laInternacional a Blanqui. Chalain habl por sus

    amigos del primer grupo, demostr que laInternacional era la asociacin ms conocida ydiscutida del mundo. Hija de la necesidad, ha

    surgido para organizar la Liga internacional deltrabajo esclavizado, en Pars, en Londres, en Viena,en Berln, en Dresde, en Venecia, en losdepartamentos franceses... S, somos culpables porno aceptar las frmulas de unos economistas tanignorantes que califican de leyes naturales los

    fenmenos industriales resultantes de un estadotransitorio y son lo bastante duros de corazn para

    glorificar un rgimen apoyado en la explotacin y elsufrimiento... S, los proletarios estn hartos deresignarse... A pesar de la nueva ley sobrecoaliciones, la fuerza armada est a disposicin delos fabricantes. Los trabajadores que se libraron delos fusiles han padecido largos meses de prisin, hanrecibido de los magistrados los eptetos de bandidos,de salvajes... Qu podr obtener con impedirnosque estudiemos las reformas que tienden a aseguraruna renovacin social? Con eso, slo se lograrhacer la crisis cada vez ms profunda, el remediocada vez ms radical... Theisz habl por las Cmaras

    sindicales y prob que su organizacin era distinta dela Internacional; y, remontndose a la verdaderacausa del debate, dijo: Todas vuestras constitucionesafirman y pretenden garantizar la libertad, laigualdad y la fraternidad. Ahora bien. Cada vez queun pueblo acepta una frmula filosfica abstracta,

    poltica o religiosa, no se concede a s mismo treguani reposo hasta que no hace pasar este ideal alterreno de los hechos. Es preciso que la concienciadel pueblo sea harto generosa para que, afligido sincesar por la penuria y el paro, no os haya pedidoan cuenta de vuestras riquezas. Todo el que vive de

    su trabajo, obreros, pequeos industriales, pequeosnegociantes, languidece, vegeta, y la fortuna pblicapertenece a los usureros, a los negociantes, a losagiotistas. Lo Frankel, representante de losextranjeros afiliados residentes en Francia, dice: Launin de los proletarios de todos los pases se harealizado; ninguna fuerza podr ya dividirlos.Otros detenidos defendieron su causa. Duval recordla frase de los patronos durante la huelga de losfundidores de hierro: Los obreros volvern al trabajocuando tengan hambre.

    Desde la primera audiencia, los abogados, los

    profesionales del Foro asistan a las sesiones,encadenados por la novedad de opiniones, por laclaridad y la elocuencia de aquel mundo obrero queno sospechaban. No hay nada que decir, despus de

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    orles, nos confesaba un joven abogado, ClmentLaurier, no inferior a Gambetta en el proceso Baudin.Elocuencia de corazn, tanto como de razn. Al

    principio de una de las audiencias, el tribunaldespacha los delitos de derecho comn. Compareceun pequeo a quien sus padres abandonan:Ddnoslo!, exclamaron los obreros; lo

    adoptaremos, le daremos medios de vida y unoficio. El presidente encontr esta frmulaimprocedente. Los acusados, Avrial, Theisz, Malon,Varlin, Pindy, Chalain, Frankel, Johannard, German,Casse, Combault, Passedouet, etc., fueroncondenados de dos meses a un ao de crcel.Solamente dos fueron absueltos: Assi, a quien fueimposible, a pesar de Le Figaro, descubrirrelaciones con la Internacional, y Landeck, quereneg.

    La candidatura de Hohenzollern.La paz de diciembre ha vuelto. Paz en la calle,

    agitadores detenidos o en el destierro, peridicossuprimidos, como La Marsellaise, o aterrorizados.Paz en el Cuerpo Legislativo, donde la extremaizquierda est aterrada, la oposicin de los Picarddinstica. De repente, a principios de julio, por todas

    partes rumores de guerra. Un prncipe prusiano, unHohenzollern, se presenta como candidato al trono deEspaa, vacante desde la expulsin de Isabel, y estoconstituye, al parecer, un insulto a Francia. Unaturdido, Cochery, interpela al ministro de Asuntos

    Extranjeros, el duque de Gramont, un fatuo a quienBismarck llamaba el hombre ms necio de Europa.El duque acude el 5 de julio, puesto en jarras, ydeclara que Francia no puede dejar que una potenciaextranjera ponga a uno de sus prncipes en el tronode Carlos V. La izquierda exige explicaciones,documentos diplomticos. Huelgan losdocumentos!, alla un soldado de caballera salidode un bosque de Gers, llamado Cassagnac, deportadoen 1852, rey de los bribones en tiempos de Guizot,

    jefe de los mamelucos con Napolen III, que sedesviva desde haca veinte aos por llenar sus

    bolsillos sin fondo. Bravo!, exclaman con l losfamiliares de las Tulleras. Toda ocasin es buenacontra esa Prusia que se ha burlado de Napolen III.

    Su hijo no reinara, haba dicho la emperatriz, sino tomaba venganza de Sadowa. sta era tambin laopinin del marido. Este criollo sentimental, cruzadode flemtico holands, peloteado siempre entre doscontrarios, que haba ayudado a renacer a Italia y aAlemania, lleg a soar con ahogar el principio delas nacionalidades, que con tanto calor haba

    proclamado y del que haba sido el nico en nocomprender nada. Prusia, que segua esta evolucin,

    se armaba desde haca tres aos sin descanso,sentase preparada, deseaba la agresin. Laextranjera, enardecida por su loca camarilla de

    bailarines de cotilln, de oficiales de saln tan bravos

    como ignaros, de neo-decembristas que queranrefrescar su 52; empujada por un clero que

    presentaba como aliados a los catlicos de Alemania,Eugenia de Montijo, hizo franquear a su dbil maridoel umbral del sueo a la realidad, le puso en lasmanos la bandera de la guerra suya, de ella, comodeca la camarilla. El 7, el hombre ms necio pidi

    al rey de Prusia que retirase la candidatura deHohenzollern; el Senado crey que convena esperar,y el 9, declara el emperador puede conducir aFrancia donde l quiera, que slo l debe ser quien

    pueda declarar la guerra. El 9, el rey responde queaprobar la renuncia del Hohenzollern; el 10,Gramont exige una respuesta del prncipe, y, por su

    parte, aade: Tomo mis precauciones para no sersorprendido. El 12, el prncipe ha retirado sucandidatura. Es la paz -dice Napolen III-; lo siento

    porque la ocasin era buena.La camarilla, consternada, cada vez ms loca por

    la guerra, rodea, acucia al emperador, logra, sin grantrabajo, encender de nuevo la antorcha. La renunciade Hohenzollern no basta; es preciso que el propiorey Guillermo firme una orden. Los mamelucos loexigen, van a interrogar al gabinete sobre susirrisorias lentitudes, Bismarck no esperaba tenertan buena suerte. Seguro de vencer, quera aparecercomo atacado. El 13, Guillermo aprueba sin reservasla renuncia del prncipe. No importa; en las Tullerasquieren la guerra a toda costa. Por la noche, nuestroembajador Benedetti recibe orden de pedir al viejo

    rey que se humille hasta prohibir al prusiano que sevuelva atrs de su renuncia. Guillermo responde quees intil una nueva audiencia, que se atiene a susdeclaraciones, y, al encontrarse en la estacin de Emscon nuestro embajador, le repite sus palabras. Untelegrama pacfico anuncia a Bismarck estaentrevista, que ha sido muy corts. El cancillerconsulta a Moltke y al ministro de la Guerra: Estisdispuestos? Ellos prometen la victoria. Bismarckamaa el telegrama, le hace decir que el rey de Prusiaha despachado, sin ms, al embajador de Francia, lo

    publica como suplemento en la Gaceta de Colonia,

    y lo enva a los agentes de Prusia en el extranjero.

    La guerra.La emperatriz y los mamelucos estn mucho ms

    entusiasmados an que Bismarck. Ya tienen suguerra: Prusia nos insulta!, estampainmediatamente Le Constitutonnel. Crucemos elRin! Los soldados de Ina estn listos! La nochedel 14, bandas encuadradas por la polica recorren los

    bulevares vociferando: Abajo Prusia! A Berln!Benedetti llega al da siguiente. Puede aclararlo todocon una palabra. No le oyen, se hunden cada vez ms

    en la trampa. Gramont y Le Boeuf leen en el Senadouna declaracin de guerra en que se considera alsuplemento de la Gaceta de Colonia como undocumento oficial. El Senado se alza en una sola

  • 5/24/2018 Lissagraray - Historia Comuna de Paris

    19/199

    H. Prosper-Olivier Lissagraray16

    aclamacin. Un ultra quiere hacer una observacin:le atajan: Nada de discursos! Hechos! En elCuerpo Legislativo, los serviles se indignan cuandola oposicin exige que se exhiba ese despachooficialmente comunicado a todos los gabinetes deEuropa. Emile Ollivier, que no puede ensearlo,invoca comunicaciones verbales, lee telegramas de

    los que se desprende que el rey de Prusia haaprobado la renuncia. Con eso, no se puede ir a laguerra, dice la izquierda, y Thiers: Rompis poruna cuestin de forma... Yo pido que se nos muestrenlos despachos que han motivado la declaracin deguerra. Se le injuria. Dnde est la prueba -diceJules Favre- de que el honor de Francia se hallacomprometido? Los mamelucos patalean, 159 votoscontra 84 rechazan toda investigacin. Emile Ollivierexclama, radiante: Desde hoy comienza, para miscolegas y para m, una gran responsabilidad. Laaceptamos de todo corazn.

    Inmediatamente, una comisin finge estudiar losproyectos de ley que van a alimentar la guerra. Llamaa Gramont, no exige el despacho q