primera entrega monumentos de mi tierra

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Entrega 1/12 de las páginas informativas que complementan la campaña Monumentos de Mi Tierra. Recortar y coleccionar Obra de un aventurero visionario Puente de Occidente Puente de Occidente UBICACIÓN: Situado en la subregión del Occidente antioqueño, sobre el río Cauca, entre los municipios de Olaya y Santa Fe de Antioquia, a 70 kilómetros de distancia de Medellín. FECHA DE CONSTRUCCIÓN: 1887 – 1895 CONSTRUCTOR: Ingeniero José María Villa Villa, antioqueño nacido en Ho- rizontes, corregimiento del municipio de Sopetrán. LONGITUD: 291 m. ANCHO: 8.68 m. PESO: 160 toneladas DESCRIPCIÓN: El anclaje del costado Oriental (Olaya) es corriente y sostiene la edificación de arquitectura colonial que sirvió además como oficina de Administración. El del costado Occidental (Santa Fe de Antio- quia) consiste en un muro de conten- ción en cuya base penetran 168 enor- mes ganchos de hierro en forma de U que rematan posteriormente en tuercas provistas de resistentes arandelas. De estos ganchos van cogidos los cables. De las torres se desprenden cuatro poderosos cables, que fueron cons- truidos allí mismo y que constan cada uno de 798 alambres en acero número 11 (calibre de Birmighan), importados de Estados Unidos. Si es- tos alambres llegaran a extenderse, uno seguido de otro, abarcarían una distancia aproximada de 1.114 km equivalente al trayecto desde Sope- trán, partiendo hacia el norte, hasta llegar a los cayos Roncador y Quita- sueño en el mar Caribe. En medio del aislamiento en que vivía la región del Occidente antioqueño al finalizar el siglo XIX, el progreso llega a esta zona encarnado en un puente colgante, solución que acercaba a la realidad el constante sueño de los an- tioqueños de encontrar una salida al mar y colonizar el Departamento en toda su extensión. Fue entonces cuando el ingeniero José María Villa afrontó la aventura de construir un puente sobre el Cauca, río que hasta ese momento era una barrera casi infranqueable que sólo podía cruzarse mediante el uso de una barca cautiva que había sido ins- talada, a la altura del Paso Real, por el ingeniero alemán Enrique Hauesler. Fueron muchas las víctimas que cobró esta embarcación al ser volteada por el caudaloso río. La iniciativa de la construcción del puente se le atribuye al general Mar- celiano Vélez, quien al considerar esta obra necesaria, envió al ingeniero José María Villa para que hiciera las explora- ciones y los presupuestos con el fin de realizar las obras. Los estudios que comenzaron en las bocas del río Tonusco continuaron hasta el corregimiento de Sucre, en Olaya, para determinar finalmente que el sitio más apropiado, de acuer- do con el suelo y los recursos ma- derables del sector, era el caserío de Quebrada Seca. Este lugar bien habi- tado, situado a igual distancia de las poblaciones de Córdoba y Sucre, con buena posibilidad de conseguir allí mano de obra, resultaba ideal para levantar el puente. Respecto a esta de- cisión, cuentan que, en un momento de inspiración, Villa pensó que la ex- periencia de los habitantes de Sacao- jal y Sucre en el tejido de sombreros de iraca, los convertía en los precisos para trenzar los cables que sosten- drían el puente. Otros verdaderos artistas de la construcción también salieron de las poblaciones aledañas: Bautista Robledo, Heliodoro García, Apolinar Vélez… quienes a pesar de desempeñarse en oficios tan variados como músicos, telegrafistas y carpin- teros, llegaron a convertirse en los empleados de confianza de Villa. Con esta decisión se dio vía libre a la construcción del puente y así, poco a poco, en las orillas del Cauca se fue- ron edificando las cuatro torres que serían su sostén. Para empezar las obras también fue necesario cons- truir caminos para mulas cerca del lugar, no se utilizaron casi ruedas y tanto materiales como provisiones, se transportaron a lomo de mulas, caba- llos y bueyes. Se armó el campamento para los tra- bajadores en una hacienda cercana a la orilla occidental del río y los talleres al otro lado. Según se cuenta, durante la construc- ción del puente, sólo se tiene conoci- miento de un único accidente, sucedido cuando uno de los entabladores murió luego de caer a una de las orillas del río Cauca. Pese a este desafortunado inci- dente, se dice que fue un record, dada la inexperiencia de los obreros de la región en ese tipo de trabajos. Para impulsar la realización de la obra, el 14 de noviembre de 1887, se formó una sociedad denominada «Cooperativa Puen- te de Occidente» que se convirtió en toda una empresa de la que se vendieron más de mil acciones a cien pesos cada una, la mitad de las cuales compró el Estado y las demás, se negociaron a manera de privile- gio con algunos empresarios. El privilegio incluía el usufructo de la obra durante 80 años y la posibilidad de disponer de 10 mil hectáreas de tierra aledañas al ponteadero. Inicialmente se calculó que la construcción costaría 80 mil pesos, pero las cuentas se quedaron cortas, ya que al final las obras alcanzaron un costo de $171.300. Esto te- niendo en cuenta que José María Villa pen- só en un plan que le permitiera sustituir los materiales que debían importar; así por ejemplo maderas como el comino, guaya- cán y cedro macho tendrían prioridad en vez del hierro y el acero que se utilizaba en Estados Unidos. Sin embargo, algunas piezas metálicas eran indispensables y no se podían reemplazar, así que el ingeniero pensando siempre en aumentar la economía de la obra sin sacrifi- car la resistencia, diseñó y envió a Inglaterra los modelos en madera con las instrucciones precisas para su fabricación y transporte. Aunque hoy existen otros puentes colgantes mucho más largos, originalmente el de Occidente era el más largo en Suramérica y se convirtió en una obra de infraestructura vital para el desarrollo de la región y del país. Generalidades: La aventura La Empresa De esta obra se desconocen los planos originales realizados por el ingeniero Villa. Los más antiguos datan de 1927, cuando la compañía norteamericana R.W. Hobard & Co. Inc., a la que se le encargaron los diseños de la carretera al mar, hizo el levantamiento del puente, cerca de treinta años después de construido.

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Monumentos de mi tierra,

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Obra de un aventurero visionario

Puente de OccidentePuente de OccidenteUBICACIÓN: Situado en la subregión del Occidente antioqueño, sobre el río Cauca, entre los municipios de Olaya y Santa Fe de Antioquia, a 70 kilómetros de distancia de Medellín.FECHA DE CONSTRUCCIÓN: 1887 – 1895CONSTRUCTOR: Ingeniero José María Villa Villa, antioqueño nacido en Ho-rizontes, corregimiento del municipio de Sopetrán. LONGITUD: 291 m.ANCHO: 8.68 m.PESO: 160 toneladasDESCRIPCIÓN: El anclaje del costado Oriental (Olaya) es corriente y sostiene la edificación de arquitectura colonial que sirvió además como oficina de Administración. El del costado Occidental (Santa Fe de Antio-quia) consiste en un muro de conten-ción en cuya base penetran 168 enor-mes ganchos de hierro en forma de U que rematan posteriormente en tuercas

provistas de resistentes arandelas. De estos ganchos van cogidos los cables.

De las torres se desprenden cuatro poderosos cables, que fueron cons-truidos allí mismo y que constan cada uno de 798 alambres en acero número 11 (calibre de Birmighan), importados de Estados Unidos. Si es-tos alambres llegaran a extenderse, uno seguido de otro, abarcarían una distancia aproximada de 1.114 km equivalente al trayecto desde Sope-trán, partiendo hacia el norte, hasta llegar a los cayos Roncador y Quita-sueño en el mar Caribe.

En medio del aislamiento en que vivía la región del Occidente antioqueño al finalizar el siglo XIX, el progreso llega a esta zona encarnado en un puente colgante, solución que acercaba a la realidad el constante sueño de los an-tioqueños de encontrar una salida al mar y colonizar el Departamento en toda su extensión.

Fue entonces cuando el ingeniero José María Villa afrontó la aventura de construir un puente sobre el Cauca, río que hasta ese momento era una barrera casi infranqueable que sólo podía cruzarse mediante el uso de una barca cautiva que había sido ins-talada, a la altura del Paso Real, por el ingeniero alemán Enrique Hauesler. Fueron muchas las víctimas que cobró esta embarcación al ser volteada por el caudaloso río.

La iniciativa de la construcción del puente se le atribuye al general Mar-celiano Vélez, quien al considerar esta obra necesaria, envió al ingeniero José María Villa para que hiciera las explora-ciones y los presupuestos con el fin de realizar las obras.

Los estudios que comenzaron en las bocas del río Tonusco continuaron hasta el corregimiento de Sucre, en Olaya, para determinar finalmente que el sitio más apropiado, de acuer-do con el suelo y los recursos ma-derables del sector, era el caserío de Quebrada Seca. Este lugar bien habi-tado, situado a igual distancia de las poblaciones de Córdoba y Sucre, con buena posibilidad de conseguir allí mano de obra, resultaba ideal para

levantar el puente. Respecto a esta de-cisión, cuentan que, en un momento de inspiración, Villa pensó que la ex-periencia de los habitantes de Sacao-jal y Sucre en el tejido de sombreros de iraca, los convertía en los precisos para trenzar los cables que sosten-drían el puente. Otros verdaderos artistas de la construcción también salieron de las poblaciones aledañas: Bautista Robledo, Heliodoro García, Apolinar Vélez… quienes a pesar de desempeñarse en oficios tan variados como músicos, telegrafistas y carpin-teros, llegaron a convertirse en los empleados de confianza de Villa.

Con esta decisión se dio vía libre a la construcción del puente y así, poco a poco, en las orillas del Cauca se fue-ron edificando las cuatro torres que serían su sostén. Para empezar las obras también fue necesario cons-truir caminos para mulas cerca del lugar, no se utilizaron casi ruedas y tanto materiales como provisiones, se transportaron a lomo de mulas, caba-llos y bueyes.

Se armó el campamento para los tra-bajadores en una hacienda cercana a la orilla occidental del río y los talleres al otro lado.

Según se cuenta, durante la construc-ción del puente, sólo se tiene conoci-miento de un único accidente, sucedido cuando uno de los entabladores murió luego de caer a una de las orillas del río Cauca. Pese a este desafortunado inci-dente, se dice que fue un record, dada la inexperiencia de los obreros de la región en ese tipo de trabajos.

Para impulsar la realización de la obra, el 14 de noviembre de 1887, se formó una sociedad denominada «Cooperativa Puen-te de Occidente» que se convirtió en toda una empresa de la que se vendieron más de mil acciones a cien pesos cada una, la mitad de las cuales compró el Estado y las demás, se negociaron a manera de privile-gio con algunos empresarios. El privilegio incluía el usufructo de la obra durante 80 años y la posibilidad de disponer de 10 mil hectáreas de tierra aledañas al ponteadero.

Inicialmente se calculó que la construcción costaría 80 mil pesos, pero las cuentas se quedaron cortas, ya que al final las obras alcanzaron un costo de $171.300. Esto te-niendo en cuenta que José María Villa pen-só en un plan que le permitiera sustituir los materiales que debían importar; así por ejemplo maderas como el comino, guaya-cán y cedro macho tendrían prioridad en vez del hierro y el acero que se utilizaba en Estados Unidos.

Sin embargo, algunas piezas metálicas eran indispensables y no se podían reemplazar, así que el ingeniero pensando siempre en aumentar la economía de la obra sin sacrifi-car la resistencia, diseñó y envió a Inglaterra los modelos en madera con las instrucciones precisas para su fabricación y transporte.

Aunque hoy existen otros puentes colgantes mucho más largos,

originalmente el de Occidente era el más largo en Suramérica y se convirtió

en una obra de infraestructura vital para el desarrollo de la región y del país.

Generalidades:

La aventura La Empresa

De esta obra se desconocen los planos originales realizados por el ingeniero Villa. Los más antiguos datan de 1927, cuando la compañía norteamericana R.W. Hobard & Co. Inc., a la que se le encargaron los diseños de la carretera al mar, hizo el levantamiento del puente, cerca de treinta años después de construido.

Page 2: Primera entrega Monumentos de mi Tierra

Hoy circula la carpeta coleccionable y el primer monumento armable del Puente de Occidente.Espera el próximo miércoles 21 de marzo el de la Basílica Metropolitana.

Fue así, con geniales cálculos matemáticos sumados al sentido común, como se consi-guió construir un puente capaz de soportar 95 toneladas de peso que equivalían a 320 novillos gordos.

El 27 de diciembre de 1895 se inauguró la obra tras siete años de arduos trabajos y varios aplazamientos pues el país esta-ba sumido en numerosas guerras. Para la entrega de la novedosa obra llegaban ca-balgatas de todas partes con personajes elegantemente vestidos. Hubo pólvora, festones, banderas y la algarabía propia de una fiesta animada con la banda mar-

cial del pueblo, pero el verdadero espec-táculo, y además la prueba de fuego, lo constituyeron los 400 novillos que fueron encerrados en el puente para probar su re-sistencia. Tampoco faltaron los discursos inaugurales pronunciados por los altos funcionarios, entre ellos el Gobernador de Antioquia de entonces, Julián Cock Bayer.

Años después, en 1927 se sabía que el tráfico diario por el puente, era en promedio de 89 bestias de carga, que llevaban café, tabaco, fríjoles, sal y panela; 11 reses, 14 cerdos u ovejas, 79 personas a pie o a caballo y 17 bestias sin carga.

Durante el siglo XX se realizaron desde tra-bajos de mantenimiento hasta reformas sustanciales. El puente que soportó el peso de cuadrillas enteras de ganado, que fue el paso obligado de los revolucionarios libe-rales en la Guerra de los Mil Días, de varios presidentes de la República y altos prelados de la Iglesia y que además admitió el paso de vehículos en 1928, ya empezaba a des-gastarse. Por eso en 1955, el ingeniero an-tioqueño Juan de Dios Higuita, quien había sido discípulo de Villa en la Escuela de Mi-nas, asumió la tarea de reformar el puente con la intención de reducir el peso de las 160 toneladas originales. Para lograrlo reemplazó algunas vigas de madera de los barandales por vigas de aluminio de poco peso y gran resistencia, las cuales se impor-taron de Inglaterra.

Luego, cuando el puente cumplió cien años, ya había sido declarado Monumento Nacio-nal, motivo más que suficiente para pensar en otra restauración que garantizara la

conservación de la estructura.

Fue así como, una vez realizados los estu-dios, el diagnóstico y evaluación, tanto de su parte estructural, como de patologías que para entonces padecía, en el año de 1996, el Consejo de Monumentos Na-cionales aprobó el proyecto de restaura-ción del puente que incluía las dos torres y la casa ubicada en el costado oriental del puente -en el municipio de Olaya-, de arquitectura colonial, edificación que el ingeniero construyó con el propósito de proteger los anclajes donde se amarran los cables que sostienen el puente. Pos-teriormente se adelantaron las obras co-rrespondientes a la segunda y la tercera etapas de la restauración que le devolvie-ron al puente su apariencia. Fue así cómo más de un siglo después Conconcreto S.A. fue encargada de su restauración en la que se empeñó en respetar y conservar de la manera más sensata este bien patri-monio de la humanidad.

• Para el año de 1893, cuando el coronel W.F. Shunk realizaba la exploración para la construc-ción del Ferrocarril Panamerica-no, desde Ecuador hasta Costa Rica, al conocer el puente ex-presó: “En vista de la posición un poco remota y de las dificul-tades físicas y económicas para vencer, estas estructuras son más grandiosas que lo que fue el puente de Brooklyn cuando se edificó, y ofrecen un magní-fico ejemplo de la inteligencia y la energía de los antioqueños”• En 1912 fue considerado el séptimo entre los puentes col-gantes del mundo y el tercero en América. • Fue declarado Monumento Na-cional mediante la Ley 25 el 25 de noviembre de 1978.

Prueba de fuego

Reconocimientos

El aventurero Villa

El primer Centenario: las reformas

Hoy, numerosos turistas nacionales y extranjeros pueden apreciar la belleza, el diseño e ingenio en la construcción del puente colgante de Villa, tanto en el campo del comportamiento de los materiales sometidos a esfuerzos variables o en movimiento, como en la aplicación práctica para neutralizar los efectos negativos del viento y de las cargas.

• Anclajes: fijación de un elemento de construcción.• Péndolas: nombre de las varillas vertica-les que sostienen algo que esta colgado.• Vigas: barras de cemento, hierro o ma-dera que se emplea en las construcciones. • Ponteadero: lugar en donde se estable-cieron los trabajadores durante la cons-trucción del puente.

Glosario

• Lozano, Pilar. José María Villa, el violinista de los puentes colgantes. Colciencias, Santa Fe de Bogotá, 1997 • Cano, Samuel de J. Un siglo del puente. de Occidente, 1895-1995. Gobernación de Antioquia Imprenta Departamental, Mede-llín. 1996• Nuestra Antioquia, Región Occidente. Tu-rantioquia, Medellín 1989. Archivo de pren-sa Periódico El Mundo.• Separatas Monumentos de mi tierra. Ar-chivo de prensa Periódico El Mundo. Mede-llín, 2000 • Informe del Sistema Nacional de Cultura del Ministerio de Cultura de Colombia.

Si quieres saber más sobre el Puente de Occidente o sobre José María Villa, te reco-mendamos consultar las siguientes fuentes bibliográficas:

Bibliografía

Textos e imágenes: Archivo periódico El Mundo Edición: Omaira Martínez Cardona

Brillante matemático, violinista y científico. José María Villa y Villa demostró desde muy pequeño su talento con los números. Fue en su natal Sopetrán donde empezó a soñar con dominar el agreste relieve antioqueño y el tormentoso caudal del río Cauca. Moti-vado por su mecenas, Pedro Justo Berrío, y después de haber pasado por la Universidad de Antioquia, se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios donde hizo gala de sus ap-titudes. Sus méritos lo llevaron a terminar sus estudios de ingeniería en el Instituto Stevens de Hoboken, en Nueva Jersey, beca-do por el Gobierno de Antioquia. Allí decidió

terminar en dos años el plan de estudios que estaba diseñado para cuatro ante la in-credulidad de sus compañeros y profesores, quienes lo consideraron loco al pretender pasar un examen de suficiencia, que nadie había aprobado. Sin embargo, Villa lo lo-gró y además su tesis fue laureada. Luego, colaboró en la construcción de uno de los puentes colgantes más famosos del mundo, el de Brooklin, que para entonces era el más grande con sus 1.805 metros de longitud y 40 de altura. Todavía puede apreciarse allí el nombre de Villa inscrito en una placa con-memorativa.

En 1879, regresó a su tierra con el propósito de solucionar los problemas de movilidad y encontró en los puentes colgantes, la fór-mula que le permitiría materializar el sueño de los antioqueños de buscar una salida al mar y generar progreso. Además del Puente de Occidente construyó otros cinco sobre el río Cauca y uno sobre el Magdalena: Pes-cadero, Occidente, Jericó, La Pintada, Simón Bolívar y Honda.

Muchas leyendas y anécdotas hay alrededor del ingeniero Villa. Se cuenta por ejemplo, que el genio de la electricidad, Thomas Alva Edis-son, quiso tenerlo como ayudante en su labo-ratorio de Nueva Jersey. En varias ocasiones le ofrecieron destacados cargos entre ellos,

el Ministerio de Obras Públicas, pero prefirió conservar su vida modesta de matemático como director en la Escuela de Artes y Maqui-naria y como profesor en la Escuela de Minas, donde se le empezó a llamar «Viejo Sabio».

Foto: Meliton Rodríguez. Archivo Centro Colombo Americano