monumentos de mi tierra 1er sem 2012

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Entrega 1/12 de las páginas informativas que complementan la campaña Monumentos de Mi Tierra. Recortar y coleccionar Obra de un aventurero visionario Puente de Occidente Puente de Occidente UBICACIÓN: Situado en la subregión del Occidente antioqueño, sobre el río Cauca, entre los municipios de Olaya y Santa Fe de Antioquia, a 70 kilómetros de distancia de Medellín. FECHA DE CONSTRUCCIÓN: 1887 – 1895 CONSTRUCTOR: Ingeniero José María Villa Villa, antioqueño nacido en Ho- rizontes, corregimiento del municipio de Sopetrán. LONGITUD: 291 m. ANCHO: 8.68 m. PESO: 160 toneladas DESCRIPCIÓN: El anclaje del costado Oriental (Olaya) es corriente y sostiene la edificación de arquitectura colonial que sirvió además como oficina de Administración. El del costado Occidental (Santa Fe de Antio- quia) consiste en un muro de conten- ción en cuya base penetran 168 enor- mes ganchos de hierro en forma de U que rematan posteriormente en tuercas provistas de resistentes arandelas. De estos ganchos van cogidos los cables. De las torres se desprenden cuatro poderosos cables, que fueron cons- truidos allí mismo y que constan cada uno de 798 alambres en acero número 11 (calibre de Birmighan), importados de Estados Unidos. Si es- tos alambres llegaran a extenderse, uno seguido de otro, abarcarían una distancia aproximada de 1.114 km equivalente al trayecto desde Sope- trán, partiendo hacia el norte, hasta llegar a los cayos Roncador y Quita- sueño en el mar Caribe. En medio del aislamiento en que vivía la región del Occidente antioqueño al finalizar el siglo XIX, el progreso llega a esta zona encarnado en un puente colgante, solución que acercaba a la realidad el constante sueño de los an- tioqueños de encontrar una salida al mar y colonizar el Departamento en toda su extensión. Fue entonces cuando el ingeniero José María Villa afrontó la aventura de construir un puente sobre el Cauca, río que hasta ese momento era una barrera casi infranqueable que sólo podía cruzarse mediante el uso de una barca cautiva que había sido ins- talada, a la altura del Paso Real, por el ingeniero alemán Enrique Hauesler. Fueron muchas las víctimas que cobró esta embarcación al ser volteada por el caudaloso río. La iniciativa de la construcción del puente se le atribuye al general Mar- celiano Vélez, quien al considerar esta obra necesaria, envió al ingeniero José María Villa para que hiciera las explora- ciones y los presupuestos con el fin de realizar las obras. Los estudios que comenzaron en las bocas del río Tonusco continuaron hasta el corregimiento de Sucre, en Olaya, para determinar finalmente que el sitio más apropiado, de acuer- do con el suelo y los recursos ma- derables del sector, era el caserío de Quebrada Seca. Este lugar bien habi- tado, situado a igual distancia de las poblaciones de Córdoba y Sucre, con buena posibilidad de conseguir allí mano de obra, resultaba ideal para levantar el puente. Respecto a esta de- cisión, cuentan que, en un momento de inspiración, Villa pensó que la ex- periencia de los habitantes de Sacao- jal y Sucre en el tejido de sombreros de iraca, los convertía en los precisos para trenzar los cables que sosten- drían el puente. Otros verdaderos artistas de la construcción también salieron de las poblaciones aledañas: Bautista Robledo, Heliodoro García, Apolinar Vélez… quienes a pesar de desempeñarse en oficios tan variados como músicos, telegrafistas y carpin- teros, llegaron a convertirse en los empleados de confianza de Villa. Con esta decisión se dio vía libre a la construcción del puente y así, poco a poco, en las orillas del Cauca se fue- ron edificando las cuatro torres que serían su sostén. Para empezar las obras también fue necesario cons- truir caminos para mulas cerca del lugar, no se utilizaron casi ruedas y tanto materiales como provisiones, se transportaron a lomo de mulas, caba- llos y bueyes. Se armó el campamento para los tra- bajadores en una hacienda cercana a la orilla occidental del río y los talleres al otro lado. Según se cuenta, durante la construc- ción del puente, sólo se tiene conoci- miento de un único accidente, sucedido cuando uno de los entabladores murió luego de caer a una de las orillas del río Cauca. Pese a este desafortunado inci- dente, se dice que fue un record, dada la inexperiencia de los obreros de la región en ese tipo de trabajos. Para impulsar la realización de la obra, el 14 de noviembre de 1887, se formó una sociedad denominada «Cooperativa Puen- te de Occidente» que se convirtió en toda una empresa de la que se vendieron más de mil acciones a cien pesos cada una, la mitad de las cuales compró el Estado y las demás, se negociaron a manera de privile- gio con algunos empresarios. El privilegio incluía el usufructo de la obra durante 80 años y la posibilidad de disponer de 10 mil hectáreas de tierra aledañas al ponteadero. Inicialmente se calculó que la construcción costaría 80 mil pesos, pero las cuentas se quedaron cortas, ya que al final las obras alcanzaron un costo de $171.300. Esto te- niendo en cuenta que José María Villa pen- só en un plan que le permitiera sustituir los materiales que debían importar; así por ejemplo maderas como el comino, guaya- cán y cedro macho tendrían prioridad en vez del hierro y el acero que se utilizaba en Estados Unidos. Sin embargo, algunas piezas metálicas eran indispensables y no se podían reemplazar, así que el ingeniero pensando siempre en aumentar la economía de la obra sin sacrifi- car la resistencia, diseñó y envió a Inglaterra los modelos en madera con las instrucciones precisas para su fabricación y transporte. Aunque hoy existen otros puentes colgantes mucho más largos, originalmente el de Occidente era el más largo en Suramérica y se convirtió en una obra de infraestructura vital para el desarrollo de la región y del país. Generalidades: La aventura La Empresa De esta obra se desconocen los planos originales realizados por el ingeniero Villa. Los más antiguos datan de 1927, cuando la compañía norteamericana R.W. Hobard & Co. Inc., a la que se le encargaron los diseños de la carretera al mar, hizo el levantamiento del puente, cerca de treinta años después de construido.

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Campañas Educativas Periódico El Mundo

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Obra de un aventurero visionario

Puente de OccidentePuente de OccidenteUBICACIÓN: Situado en la subregión del Occidente antioqueño, sobre el río Cauca, entre los municipios de Olaya y Santa Fe de Antioquia, a 70 kilómetros de distancia de Medellín.FECHA DE CONSTRUCCIÓN: 1887 – 1895CONSTRUCTOR: Ingeniero José María Villa Villa, antioqueño nacido en Ho-rizontes, corregimiento del municipio de Sopetrán. LONGITUD: 291 m.ANCHO: 8.68 m.PESO: 160 toneladasDESCRIPCIÓN: El anclaje del costado Oriental (Olaya) es corriente y sostiene la edificación de arquitectura colonial que sirvió además como oficina de Administración. El del costado Occidental (Santa Fe de Antio-quia) consiste en un muro de conten-ción en cuya base penetran 168 enor-mes ganchos de hierro en forma de U que rematan posteriormente en tuercas

provistas de resistentes arandelas. De estos ganchos van cogidos los cables.

De las torres se desprenden cuatro poderosos cables, que fueron cons-truidos allí mismo y que constan cada uno de 798 alambres en acero número 11 (calibre de Birmighan), importados de Estados Unidos. Si es-tos alambres llegaran a extenderse, uno seguido de otro, abarcarían una distancia aproximada de 1.114 km equivalente al trayecto desde Sope-trán, partiendo hacia el norte, hasta llegar a los cayos Roncador y Quita-sueño en el mar Caribe.

En medio del aislamiento en que vivía la región del Occidente antioqueño al finalizar el siglo XIX, el progreso llega a esta zona encarnado en un puente colgante, solución que acercaba a la realidad el constante sueño de los an-tioqueños de encontrar una salida al mar y colonizar el Departamento en toda su extensión.

Fue entonces cuando el ingeniero José María Villa afrontó la aventura de construir un puente sobre el Cauca, río que hasta ese momento era una barrera casi infranqueable que sólo podía cruzarse mediante el uso de una barca cautiva que había sido ins-talada, a la altura del Paso Real, por el ingeniero alemán Enrique Hauesler. Fueron muchas las víctimas que cobró esta embarcación al ser volteada por el caudaloso río.

La iniciativa de la construcción del puente se le atribuye al general Mar-celiano Vélez, quien al considerar esta obra necesaria, envió al ingeniero José María Villa para que hiciera las explora-ciones y los presupuestos con el fin de realizar las obras.

Los estudios que comenzaron en las bocas del río Tonusco continuaron hasta el corregimiento de Sucre, en Olaya, para determinar finalmente que el sitio más apropiado, de acuer-do con el suelo y los recursos ma-derables del sector, era el caserío de Quebrada Seca. Este lugar bien habi-tado, situado a igual distancia de las poblaciones de Córdoba y Sucre, con buena posibilidad de conseguir allí mano de obra, resultaba ideal para

levantar el puente. Respecto a esta de-cisión, cuentan que, en un momento de inspiración, Villa pensó que la ex-periencia de los habitantes de Sacao-jal y Sucre en el tejido de sombreros de iraca, los convertía en los precisos para trenzar los cables que sosten-drían el puente. Otros verdaderos artistas de la construcción también salieron de las poblaciones aledañas: Bautista Robledo, Heliodoro García, Apolinar Vélez… quienes a pesar de desempeñarse en oficios tan variados como músicos, telegrafistas y carpin-teros, llegaron a convertirse en los empleados de confianza de Villa.

Con esta decisión se dio vía libre a la construcción del puente y así, poco a poco, en las orillas del Cauca se fue-ron edificando las cuatro torres que serían su sostén. Para empezar las obras también fue necesario cons-truir caminos para mulas cerca del lugar, no se utilizaron casi ruedas y tanto materiales como provisiones, se transportaron a lomo de mulas, caba-llos y bueyes.

Se armó el campamento para los tra-bajadores en una hacienda cercana a la orilla occidental del río y los talleres al otro lado.

Según se cuenta, durante la construc-ción del puente, sólo se tiene conoci-miento de un único accidente, sucedido cuando uno de los entabladores murió luego de caer a una de las orillas del río Cauca. Pese a este desafortunado inci-dente, se dice que fue un record, dada la inexperiencia de los obreros de la región en ese tipo de trabajos.

Para impulsar la realización de la obra, el 14 de noviembre de 1887, se formó una sociedad denominada «Cooperativa Puen-te de Occidente» que se convirtió en toda una empresa de la que se vendieron más de mil acciones a cien pesos cada una, la mitad de las cuales compró el Estado y las demás, se negociaron a manera de privile-gio con algunos empresarios. El privilegio incluía el usufructo de la obra durante 80 años y la posibilidad de disponer de 10 mil hectáreas de tierra aledañas al ponteadero.

Inicialmente se calculó que la construcción costaría 80 mil pesos, pero las cuentas se quedaron cortas, ya que al final las obras alcanzaron un costo de $171.300. Esto te-niendo en cuenta que José María Villa pen-só en un plan que le permitiera sustituir los materiales que debían importar; así por ejemplo maderas como el comino, guaya-cán y cedro macho tendrían prioridad en vez del hierro y el acero que se utilizaba en Estados Unidos.

Sin embargo, algunas piezas metálicas eran indispensables y no se podían reemplazar, así que el ingeniero pensando siempre en aumentar la economía de la obra sin sacrifi-car la resistencia, diseñó y envió a Inglaterra los modelos en madera con las instrucciones precisas para su fabricación y transporte.

Aunque hoy existen otros puentes colgantes mucho más largos,

originalmente el de Occidente era el más largo en Suramérica y se convirtió

en una obra de infraestructura vital para el desarrollo de la región y del país.

Generalidades:

La aventura La Empresa

De esta obra se desconocen los planos originales realizados por el ingeniero Villa. Los más antiguos datan de 1927, cuando la compañía norteamericana R.W. Hobard & Co. Inc., a la que se le encargaron los diseños de la carretera al mar, hizo el levantamiento del puente, cerca de treinta años después de construido.

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Hoy circula la Basílica Metropolitana.Espera el próximo miércoles 28 de marzo el Templo Nuestra Señora del Rosario

del Municipio de Santa Rosa de Osos.

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Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

Catedral la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María

BasílicaMetropolitanaBasílicaMetropolitana

UBICACIÓN: Situada en el municipio de Medellín, capital del Departamento de An-tioquia. Justo en el centro de la ciudad, en el Parque Bolívar. Su acceso principal está sobre el costado sur.FECHA DE CONSTRUCCIÓN: 1875-1917CONSTRUCTOR: Arquitecto francés Charles Emile CarréALTURA MÁXIMA DE LA EDIFICACIÓN: 53.20 mÁREA TOTAL CONSTRUIDA: 6.157,00 m2

VOLUMEN: 120.440,63 m3

SUPERFICIE CUBIERTA: 4.608,96 m2

FRENTE DE LA EDIFICACIÓN: 50,72m LONGITUD NAVE CENTRAL: 97,70 mNÚMERO DE PISOS: 5 niveles equivalentes a 16 pisos.DESCRIPCIÓN: Edificación de estilo “Romá-nico - Bizantino” de planta en Cruz Latina. Los mármoles son italianos, el pavimento

es belga y los cristales de los ventanales que representan los escudos obispales y arzobispales son españoles. El viacrucis, en mosaico, proviene de Roma. Cuenta con importantes obras pictóricas como el Cristo del Perdón del Maestro Francisco Antonio Cano, la Inmaculada Concepción del austríaco Carlos Hofritcher (copia de la Inmaculada de Murillo), la de Teodoro Van Thulden (discípulo de Rubens). Posee también un órgano Walker elaborado en Ludwigsburg (Alemania) de caoba y palo santo con 3.478 flautas en madera y me-tal, inaugurado en agosto de 1933.

Generalidades:

La odisea La frustración de Crosti

Terminan las obras El discípulo Charles E Carré

Debates

Es considerada la mayor construcción del mundo en material de ladrillo cocido y por su tamaño es catalogada como la séptima de las

iglesias más grandes del mundo y la primera en Latinoamérica.

La historia de cómo llegaron a unirse los casi 1.120.000 ladrillos que conforman la Basílica, cuando en Medellín todavía no había cemento para construir la mayor edificación en ladrillo cocido del mundo, comenzó en 1868 tras la orden dictada por Su Santidad Pío IX, el 14 de febrero del mismo año, en la que se nombraba a Medellín como la nueva tenedora de la silla episcopal que hasta ese momento le pertenecía a Santa Fe de Antioquia.

El primero de agosto de ese año, el excelentísimo Sr. Arzobispo de Bogotá Dr Vicente Arbeláez decretó que: “La iglesia de Medellín (La Candelaria), dedicada a la Purificación de la Virgen María, se-ría promovida al honor y dignidad de iglesia catedral mientras se edificaba un templo bastante cómodo y decente que se dedicaría a la Inmaculada Concepción de la misma Bienaventurada Virgen María”. Siendo consagrado el primer obispo de Medellín, Monse-ñor Valerio A. Jiménez, concentró toda su atención en la cons-trucción del templo que sería erigido en la Plaza de Villanueva, un lugar con numerosas ventajas por la hermosura de los alre-dedores, la pureza del agua, las condiciones de luz y ventilación y sobre todo, porque la gente comenzaba a dirigirse a este lado de la ciudad, lo que garantizaba que en poco tiempo la iglesia quedaría en el centro de actividades de la población.

Se nombró entonces una junta de honorables ciudadanos, en-cabezada por el doctor Pedro Justo Berrío, quien se encargó de conseguir los terrenos para la construcción del templo, el palacio episcopal y el colegio seminario. Estas tierras costaron $29.605, a la vez que otra parte del lote fue donada por el inglés Tyrrell Moore. También se tramitó la consecución de la piedra, la adquisición de una corriente de agua potable y más tarde, por encomienda del gobierno eclesiástico se le encar-gó a Guillermo Restrepo Eusse conseguir una máquina para fabricar ladrillo y teja y también contratar a un constructor-arquitecto capacitado para la magna obra.

El 14 de agosto de 1874 llegó al país el ingeniero y arquitecto italiano Felipe Crosti, contratado por el cón-sul de Colombia en Roma para trazar los planos de la catedral y dirigir la construcción por $100. En la di-rección de los trabajos estuvo también Fray Benjamín Masciantonio, con un sueldo de $60. El 9 de febrero de 1975 se bendijo la primera piedra, aunque los trabajos comenzaron realmente el 17 de mayo. Pese a la orden de no interrumpir la construcción, un año más tarde se suspendió por primera vez, por problemas de orden público. Las obras se reiniciaron temporalmente en ju-lio de 1882 y se pararon en octubre del año siguiente porque en el país no existían los materiales necesarios, ni se tenían los recursos técnicos ni económicos su-ficientes para llevar a cabo una obra de la magnitud planteada inicialmente. En efecto, los diseños iniciales de Crosti pretendían una catedral de cinco naves, mu-cho más grande de lo que es actualmente.

En enero de 1886, cuando Monseñor Bernar-do Herrera Restrepo tomó posesión de la sede episcopal de la ciudad, se dispuso a terminar los proyectos que habían comenzado sus predeceso-res, especialmente la Catedral. Basado en sus co-nocimientos arquitectónicos, Monseñor Herrera sospechó de la eficacia de los planos proyectados por Crosti y acudió a personas idóneas en estas artes, los arquitectos Mariano Santamaría y el Obispo de París, A. L. Douillard, quienes coinci-dieron en que los planos eran inaceptables y el obispo francés recomendó para la construcción de la obra al joven arquitecto Charles Emile Carré

Desde la partida de Carré hasta 1898, el diseño original de la iglesia tuvo algunas variaciones hasta que el 24 de mayo de 1917, con Monse-ñor Manuel José Caycedo como Arzobispo de Medellín se celebró la primera misa pontifical con motivo de sus bodas de plata episcopales. A partir de entonces, la iglesia cuya obra negra estaba concluida, se convirtió en el centro de las actividades religiosas de la ciudad.

Monseñor Caycedo se encargó de los últi-mos detalles en la construcción del templo. Contrató al salesiano Giovanni Buscaglione, quien a partir de 1919, diseñó los altares, el púlpito, el coro y el hermoso baldaquino. Las ventanas se adornaron con vitrales que re-presentan escenas religiosas además de los escudos y armas de los obispos y arzobispos de Medellín.

La construcción de la Basílica estuvo acompañada de una controversia debi-do al temor de desplome que se generó por las declaraciones del arquitecto H. M. Rodríguez en un artículo del periódi-co El Correo (25 de enero de 1924) en las que afirmaba que el templo era peligroso puesto que un sismo de mediana intensi-dad podría ocasionar una tragedia ya que las columnas cargaban un peso diez veces mayor del que soportaba el ladrillo, la ar-gamasa estaba hecha de polvo y prácti-camente los ladrillos no estaban pegados.

Pero, a pesar de las discusiones en las que participaron distinguidos arquitectos y personajes de la ciudad, la Basílica se inauguró el 11 de marzo de 1924 con mo-tivo de las bodas de oro sacerdotales de Monseñor Jesús María Marulanda. Cuatro años después, ocurrió un incendio en el crucero de la iglesia, y en 1925 se desvió el curso de la quebrada La Loca, que pa-saba bajo sus cimientos. El 9 de abril de 1948 le fue concedido el título de Basíli-ca, hecho que se proclamó el 13 de agosto de ese año.

“Monsieur Carré”, como se le llamó entonces, fue un hombre que desde el comienzo demostró, no sólo su recti-tud, al entregar cada uno de los reci-bos de pago de los gastos que tuvo en su extensa travesía sino que traía como referencia el haberse destacado por su excelente desempeño acadé-mico en la Escuela de Bellas Artes de París además de que había sido ins-pector de las obras de construcción de la iglesia del Sagrado Corazón en Montmartre, en París en 1888. Sus cualidades quedaron demostradas en la construcción de la Basílica, lo que pronto le abrió las puertas para tomar los contratos que le propusieron las personas más acaudaladas de la ciu-dad. Uno de ellos, el millonario Carlos Coroliano Amador, quien le encargó en 1891 la construcción del Palacio Amador, la primera obra particular del arquitecto y la más bella casa

quinta del paseo de La Playa. También construyó la segunda plaza de mer-cado de Medellín y la más importan-te: el Mercado Cubierto de Guayaquil, que fue inaugurado en 1894. Para el señor Eduardo Vásquez, diseñó los edificios Vásquez y Carré, construi-dos entre 1893 y 1906. Proyectó dos quintas más en el paseo La Playa para la familia Barrientos y Federico Angel. En el sector de Villanueva, edificó la casa de ejercicios espirituales de la Sociedad San Vicente de Paúl y fi-nalmente diseñó la iglesia principal de Girardota. De Carré se supo quince años después cuando en las páginas de los periódicos de la época regis-traron su muerte en 1909. Entonces se escribió de él, que en Medellín sería recordado como a quien “se le debe el habernos demostrado que el ladrillo no es piedra y que cualquier barro cocido no es ladrillo”

Si quieres saber más sobre la Basílica Metro-politana, te recomendamos consultar en:

• Investigación archivo de la F.F.A. La obra de Charles E. Carré. U.P.B.• Historia de Antioquia, de Francisco Duque Betancur. • Cosas Viejas de la Villa de La Candelaria, Li-sandro Ochoa.• Folleto de la Catedral Basílica. Monseñor Eu-genio Restrepo Uribe.• Separatas Monumentos de MI Tierra. Archivo de prensa periódico EL MUNDO. Medellín, 2000.

EL CORREO LIBERAL 18 de febrero de 1924La lata del día

“LA CATEDRAL DE VILLANUEVA”

Juzgando por los típicosladrillos de tejar,bien puede estar cayéndoseno lo puede estar.Y opinan otros técnicosque así una catedral,suele durar muchísimosuele no durar...Para hacer la pruebaque Nícar mandara,todos nos pusimos dizque a arrempujarla;ella inconmovibleno voltió ni un alay estos buenos síntomasbien pueden probar, que puede o no caersela catedral...

Tartarín Moreyra

En la primera década del siglo XX estuvieron terminados el basamento y las torres de la

iglesia. El 20 de julio de 1910 fue inaugurado el reloj, en

los siguientes seis años fue concluida la obra negra del templo, haciendo posible la

visita de turistas y vecinos de la ciudad a observar el paisaje

desde lo alto de la torre.

El organo es considerado como una de las piezas más valiosas de la Catedral. Fue adquirido en 1933 por 25.000 dólares.

Glosario

Bibliografía

quien había trabajado bajo su dirección y era considerado uno de sus mejores discípulos. El 22 de septiembre de 1889, la Junta de construcción de la catedral aprobó la propuesta de traer a Carré. Mientras en Francia el Obispo y su discípulo hacían un diseño preliminar del templo, en Medellín se fa-bricaban ladrillos en cantidades industriales.

Después de corregir el proyecto, llegó Carré a la ciudad en julio de 1889 y se instaló en el seminario, en una celda que le sirvió de habitación y estudio. El arquitecto terminó los planos de la Basílica en noviembre de 1889 y los presentó al artista antioqueño Francisco Antonio Cano, considerado uno de sus amigos más cercanos en la ciudad, quien respaldó de inmediato el trabajo. El proyecto fue aprobado luego por la Junta en enero de 1890. Debido al empuje y el interés que manifesta-ron los diferentes estamentos sociales y también para aprovechar la presencia del arquitecto que había sido contratado por cinco años, las obras avanzaron conside-rablemente. En tan sólo cuatro años, estaban ya en pro-ceso de ejecución las arcadas centrales, soporte principal de la iglesia y parte de la sacristía, donde Carré trasladó entonces su estudio.

Aunque el arquitecto partió a su tierra natal en junio de 1894, la construcción siguió adelante gracias a los es-fuerzos de los obispos Bernardo Herrera y Joaquín Pardo Vergara y a los fondos económicos que provenían de las iglesias de Antioquia y el Viejo Caldas. El 17 de octubre de 1897 ya servía como capilla la sacristía del costado oriental, que antes era el estudio de Carré.

Abside: Parte de la iglesia situada en la cabe-cera, o en el lugar donde está el altar principal.Argamasa: Mezcla de cal, arena y agua, de consistencia plástica.Baldaquino: Pabellón del altar.Basílica: Título honorífico que la iglesia le con-cede atendiendo algunos requisitos, entre ellos, antigüedad, valor arquitectónico y artístico.Columnata: Serie de columnas.Crucero: Espacio en el templo en que se cru-zan dos naves perpendiculares y una de ellas es la nave principal.Nicho: Concavidad que se deja en una pared para poner una estatua.

Poesía satírica sobre la controversia suscitada acerca de la solidez de la

Basílica y su posible desplome.

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Hoy circula la Basílica Metropolitana.Espera el próximo miércoles 28 de marzo el Templo Nuestra Señora del Rosario

del Municipio de Santa Rosa de Osos.

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Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

Catedral la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María

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UBICACIÓN: Situada en el municipio de Medellín, capital del Departamento de An-tioquia. Justo en el centro de la ciudad, en el Parque Bolívar. Su acceso principal está sobre el costado sur.FECHA DE CONSTRUCCIÓN: 1875-1917CONSTRUCTOR: Arquitecto francés Charles Emile CarréALTURA MÁXIMA DE LA EDIFICACIÓN: 53.20 mÁREA TOTAL CONSTRUIDA: 6.157,00 m2

VOLUMEN: 120.440,63 m3

SUPERFICIE CUBIERTA: 4.608,96 m2

FRENTE DE LA EDIFICACIÓN: 50,72m LONGITUD NAVE CENTRAL: 97,70 mNÚMERO DE PISOS: 5 niveles equivalentes a 16 pisos.DESCRIPCIÓN: Edificación de estilo “Romá-nico - Bizantino” de planta en Cruz Latina. Los mármoles son italianos, el pavimento

es belga y los cristales de los ventanales que representan los escudos obispales y arzobispales son españoles. El viacrucis, en mosaico, proviene de Roma. Cuenta con importantes obras pictóricas como el Cristo del Perdón del Maestro Francisco Antonio Cano, la Inmaculada Concepción del austríaco Carlos Hofritcher (copia de la Inmaculada de Murillo), la de Teodoro Van Thulden (discípulo de Rubens). Posee también un órgano Walker elaborado en Ludwigsburg (Alemania) de caoba y palo santo con 3.478 flautas en madera y me-tal, inaugurado en agosto de 1933.

Generalidades:

La odisea La frustración de Crosti

Terminan las obras El discípulo Charles E Carré

Debates

Es considerada la mayor construcción del mundo en material de ladrillo cocido y por su tamaño es catalogada como la séptima de las

iglesias más grandes del mundo y la primera en Latinoamérica.

La historia de cómo llegaron a unirse los casi 1.120.000 ladrillos que conforman la Basílica, cuando en Medellín todavía no había cemento para construir la mayor edificación en ladrillo cocido del mundo, comenzó en 1868 tras la orden dictada por Su Santidad Pío IX, el 14 de febrero del mismo año, en la que se nombraba a Medellín como la nueva tenedora de la silla episcopal que hasta ese momento le pertenecía a Santa Fe de Antioquia.

El primero de agosto de ese año, el excelentísimo Sr. Arzobispo de Bogotá Dr Vicente Arbeláez decretó que: “La iglesia de Medellín (La Candelaria), dedicada a la Purificación de la Virgen María, se-ría promovida al honor y dignidad de iglesia catedral mientras se edificaba un templo bastante cómodo y decente que se dedicaría a la Inmaculada Concepción de la misma Bienaventurada Virgen María”. Siendo consagrado el primer obispo de Medellín, Monse-ñor Valerio A. Jiménez, concentró toda su atención en la cons-trucción del templo que sería erigido en la Plaza de Villanueva, un lugar con numerosas ventajas por la hermosura de los alre-dedores, la pureza del agua, las condiciones de luz y ventilación y sobre todo, porque la gente comenzaba a dirigirse a este lado de la ciudad, lo que garantizaba que en poco tiempo la iglesia quedaría en el centro de actividades de la población.

Se nombró entonces una junta de honorables ciudadanos, en-cabezada por el doctor Pedro Justo Berrío, quien se encargó de conseguir los terrenos para la construcción del templo, el palacio episcopal y el colegio seminario. Estas tierras costaron $29.605, a la vez que otra parte del lote fue donada por el inglés Tyrrell Moore. También se tramitó la consecución de la piedra, la adquisición de una corriente de agua potable y más tarde, por encomienda del gobierno eclesiástico se le encar-gó a Guillermo Restrepo Eusse conseguir una máquina para fabricar ladrillo y teja y también contratar a un constructor-arquitecto capacitado para la magna obra.

El 14 de agosto de 1874 llegó al país el ingeniero y arquitecto italiano Felipe Crosti, contratado por el cón-sul de Colombia en Roma para trazar los planos de la catedral y dirigir la construcción por $100. En la di-rección de los trabajos estuvo también Fray Benjamín Masciantonio, con un sueldo de $60. El 9 de febrero de 1975 se bendijo la primera piedra, aunque los trabajos comenzaron realmente el 17 de mayo. Pese a la orden de no interrumpir la construcción, un año más tarde se suspendió por primera vez, por problemas de orden público. Las obras se reiniciaron temporalmente en ju-lio de 1882 y se pararon en octubre del año siguiente porque en el país no existían los materiales necesarios, ni se tenían los recursos técnicos ni económicos su-ficientes para llevar a cabo una obra de la magnitud planteada inicialmente. En efecto, los diseños iniciales de Crosti pretendían una catedral de cinco naves, mu-cho más grande de lo que es actualmente.

En enero de 1886, cuando Monseñor Bernar-do Herrera Restrepo tomó posesión de la sede episcopal de la ciudad, se dispuso a terminar los proyectos que habían comenzado sus predeceso-res, especialmente la Catedral. Basado en sus co-nocimientos arquitectónicos, Monseñor Herrera sospechó de la eficacia de los planos proyectados por Crosti y acudió a personas idóneas en estas artes, los arquitectos Mariano Santamaría y el Obispo de París, A. L. Douillard, quienes coinci-dieron en que los planos eran inaceptables y el obispo francés recomendó para la construcción de la obra al joven arquitecto Charles Emile Carré

Desde la partida de Carré hasta 1898, el diseño original de la iglesia tuvo algunas variaciones hasta que el 24 de mayo de 1917, con Monse-ñor Manuel José Caycedo como Arzobispo de Medellín se celebró la primera misa pontifical con motivo de sus bodas de plata episcopales. A partir de entonces, la iglesia cuya obra negra estaba concluida, se convirtió en el centro de las actividades religiosas de la ciudad.

Monseñor Caycedo se encargó de los últi-mos detalles en la construcción del templo. Contrató al salesiano Giovanni Buscaglione, quien a partir de 1919, diseñó los altares, el púlpito, el coro y el hermoso baldaquino. Las ventanas se adornaron con vitrales que re-presentan escenas religiosas además de los escudos y armas de los obispos y arzobispos de Medellín.

La construcción de la Basílica estuvo acompañada de una controversia debi-do al temor de desplome que se generó por las declaraciones del arquitecto H. M. Rodríguez en un artículo del periódi-co El Correo (25 de enero de 1924) en las que afirmaba que el templo era peligroso puesto que un sismo de mediana intensi-dad podría ocasionar una tragedia ya que las columnas cargaban un peso diez veces mayor del que soportaba el ladrillo, la ar-gamasa estaba hecha de polvo y prácti-camente los ladrillos no estaban pegados.

Pero, a pesar de las discusiones en las que participaron distinguidos arquitectos y personajes de la ciudad, la Basílica se inauguró el 11 de marzo de 1924 con mo-tivo de las bodas de oro sacerdotales de Monseñor Jesús María Marulanda. Cuatro años después, ocurrió un incendio en el crucero de la iglesia, y en 1925 se desvió el curso de la quebrada La Loca, que pa-saba bajo sus cimientos. El 9 de abril de 1948 le fue concedido el título de Basíli-ca, hecho que se proclamó el 13 de agosto de ese año.

“Monsieur Carré”, como se le llamó entonces, fue un hombre que desde el comienzo demostró, no sólo su recti-tud, al entregar cada uno de los reci-bos de pago de los gastos que tuvo en su extensa travesía sino que traía como referencia el haberse destacado por su excelente desempeño acadé-mico en la Escuela de Bellas Artes de París además de que había sido ins-pector de las obras de construcción de la iglesia del Sagrado Corazón en Montmartre, en París en 1888. Sus cualidades quedaron demostradas en la construcción de la Basílica, lo que pronto le abrió las puertas para tomar los contratos que le propusieron las personas más acaudaladas de la ciu-dad. Uno de ellos, el millonario Carlos Coroliano Amador, quien le encargó en 1891 la construcción del Palacio Amador, la primera obra particular del arquitecto y la más bella casa

quinta del paseo de La Playa. También construyó la segunda plaza de mer-cado de Medellín y la más importan-te: el Mercado Cubierto de Guayaquil, que fue inaugurado en 1894. Para el señor Eduardo Vásquez, diseñó los edificios Vásquez y Carré, construi-dos entre 1893 y 1906. Proyectó dos quintas más en el paseo La Playa para la familia Barrientos y Federico Angel. En el sector de Villanueva, edificó la casa de ejercicios espirituales de la Sociedad San Vicente de Paúl y fi-nalmente diseñó la iglesia principal de Girardota. De Carré se supo quince años después cuando en las páginas de los periódicos de la época regis-traron su muerte en 1909. Entonces se escribió de él, que en Medellín sería recordado como a quien “se le debe el habernos demostrado que el ladrillo no es piedra y que cualquier barro cocido no es ladrillo”

Si quieres saber más sobre la Basílica Metro-politana, te recomendamos consultar en:

• Investigación archivo de la F.F.A. La obra de Charles E. Carré. U.P.B.• Historia de Antioquia, de Francisco Duque Betancur. • Cosas Viejas de la Villa de La Candelaria, Li-sandro Ochoa.• Folleto de la Catedral Basílica. Monseñor Eu-genio Restrepo Uribe.• Separatas Monumentos de MI Tierra. Archivo de prensa periódico EL MUNDO. Medellín, 2000.

EL CORREO LIBERAL 18 de febrero de 1924La lata del día

“LA CATEDRAL DE VILLANUEVA”

Juzgando por los típicosladrillos de tejar,bien puede estar cayéndoseno lo puede estar.Y opinan otros técnicosque así una catedral,suele durar muchísimosuele no durar...Para hacer la pruebaque Nícar mandara,todos nos pusimos dizque a arrempujarla;ella inconmovibleno voltió ni un alay estos buenos síntomasbien pueden probar, que puede o no caersela catedral...

Tartarín Moreyra

En la primera década del siglo XX estuvieron terminados el basamento y las torres de la

iglesia. El 20 de julio de 1910 fue inaugurado el reloj, en

los siguientes seis años fue concluida la obra negra del templo, haciendo posible la

visita de turistas y vecinos de la ciudad a observar el paisaje

desde lo alto de la torre.

El organo es considerado como una de las piezas más valiosas de la Catedral. Fue adquirido en 1933 por 25.000 dólares.

Glosario

Bibliografía

quien había trabajado bajo su dirección y era considerado uno de sus mejores discípulos. El 22 de septiembre de 1889, la Junta de construcción de la catedral aprobó la propuesta de traer a Carré. Mientras en Francia el Obispo y su discípulo hacían un diseño preliminar del templo, en Medellín se fa-bricaban ladrillos en cantidades industriales.

Después de corregir el proyecto, llegó Carré a la ciudad en julio de 1889 y se instaló en el seminario, en una celda que le sirvió de habitación y estudio. El arquitecto terminó los planos de la Basílica en noviembre de 1889 y los presentó al artista antioqueño Francisco Antonio Cano, considerado uno de sus amigos más cercanos en la ciudad, quien respaldó de inmediato el trabajo. El proyecto fue aprobado luego por la Junta en enero de 1890. Debido al empuje y el interés que manifesta-ron los diferentes estamentos sociales y también para aprovechar la presencia del arquitecto que había sido contratado por cinco años, las obras avanzaron conside-rablemente. En tan sólo cuatro años, estaban ya en pro-ceso de ejecución las arcadas centrales, soporte principal de la iglesia y parte de la sacristía, donde Carré trasladó entonces su estudio.

Aunque el arquitecto partió a su tierra natal en junio de 1894, la construcción siguió adelante gracias a los es-fuerzos de los obispos Bernardo Herrera y Joaquín Pardo Vergara y a los fondos económicos que provenían de las iglesias de Antioquia y el Viejo Caldas. El 17 de octubre de 1897 ya servía como capilla la sacristía del costado oriental, que antes era el estudio de Carré.

Abside: Parte de la iglesia situada en la cabe-cera, o en el lugar donde está el altar principal.Argamasa: Mezcla de cal, arena y agua, de consistencia plástica.Baldaquino: Pabellón del altar.Basílica: Título honorífico que la iglesia le con-cede atendiendo algunos requisitos, entre ellos, antigüedad, valor arquitectónico y artístico.Columnata: Serie de columnas.Crucero: Espacio en el templo en que se cru-zan dos naves perpendiculares y una de ellas es la nave principal.Nicho: Concavidad que se deja en una pared para poner una estatua.

Poesía satírica sobre la controversia suscitada acerca de la solidez de la

Basílica y su posible desplome.

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Generalidades:

CatedralNuestra Señora delRosario de Chiquinquirá

CatedralNuestra Señora delRosario de ChiquinquiráSanta Rosa de Osos

UBICACIÓN: Está en el municipio de Santa Rosa de Osos, en la subregión Norte del de-partamento, a 75 kilómetros de Medellín. FECHA DE CONSTRUCCIÓN: De 1866 a 1876.CONSTRUCTOR: Ingeniero Manuel Lopera Valencia.ÁREA TOTAL CONSTRUIDA: 1.391 m2

NIVELES: Cinco.SUPERFICIE DEL LOTE: 1.624 m2. DESCRIPCIÓN: Edificación de estilo ecléctico. Con fachada de ladrillo a la vista y detalles en revoque, estuco y pintura. Los laterales y la parte trasera tienen terminado colonial y acabado en cal blanca, el zócalo es en piedra rústica. La cubierta es de tejas en cemento – asbesto. RELOJ: Data de 1889 y fue fabricado por la casa Collin Suce de Wagner en París. Funcio-na con cuerda y pesas que cuelgan desde lo alto en el interior de la torre.

El significado que tiene este imponente mo-numento para los habitantes de Santa Rosa, se remonta a tiempos de la conquista, en el nacimiento de lo que Francisco Vallejo llamó el Valle de los Osos, con la llegada de los espa-ñoles en 1541 a un asentamiento indígena, a

pocos kilómetros de lo que hoy es la cabecera del municipio y que llamaron "La Ranchería". Desde aquella primera visita se percataron de las riquezas que había en estas tierras, lo que los motivó a regresar en 1602 y a solicitar al Rey de España, Felipe IV, permiso para apro-vechar la zona para construir escuelas e igle-sias y fundar un pueblo. Pero el Rey se tomó 34 años en responder la carta a don Antonio Serrano, quien por concedérsele el permiso pasó a la historia como el fundador de Santa Rosa de Osos, aunque murió a los pocos me-ses de recibida la buena nueva.

Para el año de 1659 el poblado había cre-cido considerablemente, así como las po-blaciones vecinas del Valle de los Osos, por lo que el Obispo de Popayán, arquidiócesis a la que pertenecía toda esta vasta re-gión, decidió crear una nueva parroquia en aquel caserío crecido, bajo el patronato de Nuestra Señora de Chiquinquirá, a la que llamó: Nuestra Señora de Chiquinquirá de los Osos, nombre que le fue confirmado y declarado por escrito en el año de 1792, por el entonces obispo de Popayán, monseñor Ángel Velarde y Bustamante.

Mucho antes de que, el entonces párroco de la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá, Joaquín Guillermo González, iniciara la construcción de este gran templo, se alzaba en el marco de la plaza principaI de Santa Rosa de Osos, una iglesia sencilla, en tapia y teja de barro.

Inicialmente el subdiácono Baltazar Del-gado Urnieta, primer sacerdote que tuvo aquella parroquia, atendió a su feligresía en el poblado "La Ranchería", zona par-ticularmente minera. La población fue creciendo tanto, que el párroco tuvo que abrir varias capillitas en los centros po-blados que se organizaban cerca a las minas, hasta que optó por construir una más grande en la plaza que quedaba en la parte alta del pueblo a pocos kilómetros de donde habitaba la gente acomodada, por lo general propietarios de las minas en donde trabajaban los esclavos y los indios. El sacerdote se había tomado su tiempo para realizar el traslado debido a que aquella zona, actual plaza -en don-de hoy es el atrio y la casa cural- servía de cementerio de negros esclavos, indios y suicidas, es decir, de aquellas personas que se consideraba para la época que ha-bían perdido el alma. Según se cuenta hoy en día, los muertos de aquel cementerio

nunca fueron trasladados, sino que sobre él se construyó la plaza y la capilla. Todos los santarrosanos de la época parti-ciparon de alguna manera en la construc-ción del templo; entre los que se reseña en los libros de historia, a los señores Ale-jandro Botero Uribe y el general Joaquín P. Berrío (padre de Pedro Justo Berrío), quie-nes, entre otras cosas, incenti-vaban a los vecinos con vivos discursos. Aunque se tiene co-nocimiento de que el ingeniero que coordinó la construcción del templo fue Manuel Lopera Valencia, se desconocen deta-lles sobre su vida y otras obras que haya adelantado. Los la-drillos fueron elaborados en el tejar de don José María Ardila y los techos fueron hechos por el ingeniero inglés Ricardo Lewis Marshall. El cemento que se usó en la época, llamado "pega

real", era una mezcla de cal con sangre de animales, pues se tenía la creencia de que la sangre le daba fortaleza a los muros, paredes que, de hecho en el caso de la Catedral, alcanzan a sobrepasar el metro de espesor.

Junto con el nuevo templo se construyó en su parte alta, sobre el frontis y entre las dos torres laterales, una espadaña sobre la que se alzaban casi en vuelo dos águilas, elaboradas por el escultor santarrosano Waldo Rodríguez y que según las antiguas leyendas, representaban a Anacleto Marín y Manuel María Fernández, dos de los mi-neros más ricos de la región. Sin embargo, tanto la hermosa espadaña, como la cúpu-la original que se levantaba sobre el ábside, se desplomaron al parecer, en el terremoto de 1906, ya que en fotos posteriores a esta fecha, la espadaña ya no aparece y la es-tructura de la cúpula es diferente a la pri-mera. Los pobladores asombrados ante el desplome de las águilas empezaron a decir que las "águilas habían volado".

Las dos campanas

que cuelgan en lo alto

de la torre derecha de la Catedral

son llamadas popularmente

Petra y Petronila.

Aunque la creencia es

que llevan el nombre de

las personas que posiblemente las regalaron, llevan inscrito que fueron un regalo del “generoso pueblo

de Santa Rosa” en el año de 1898.

De "La Ranchería" a la plaza principal

La construcción, se inició en el año de 1866 después de demoler la antigua capilla. Casi un siglo después se hicieron trabajos de renovación con el apoyo de los feligreses que participaron en los convites.

Así lucen las torres de la Catedral después de sobrevivir a dos terremotos en el siglo XX.

Joyas que la embellecen

Los vitrales del templo que representan la vida de Santa Rosa de Lima y de la ciudad, fueron costeados por los fieles y mandados a hacer por el sacerdote Reynaldo Carvajal, entre los años 1958 y 1961.

Hoy circula la Catedral nuestra Señora del Rosario de Chiquiquirá de Santa Rosa de Osos.Espera el miércoles 11 de abril la Casa de la Convención del municipio de Rionegro.

Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

¿Ya identificaste las palabras nuevas en las páginas informativas que cuentan la historia de este monumento, patrimonio de la historia del departamento? Ahora lee lo que significa cada una.

Ecléctico: Que mezcla diversos estilos.Frontis: Fachada o parte delantera de una edificación.Espadaña: Muro con los espacios vacíos en donde se ubican los campanarios, diseñados particularmente en los antiguos templos.Cúpula: Bóveda semiesférica que se construye en las partes altas de los edificios.Ábside: Parte del templo situada en la cabecera o en el lugar donde esta el altar principal.Solio: Asiento en forma de trono en don-de se sienta el Obispo en las celebraciones eucarísticas.Presbiterio: Parte de una iglesia situada al fondo de una nave central.Pagoda: Cubierta similar a los diseños de los templos chinos.

"¿Para qué tanta iglesia, supe-rior a las necesidades de esta parroquia?", fue lo que le pre-guntó un vecino de Santa Rosa al padre Joaquín Guillermo González cuando emprendió la construcción del monumental edificio, quien sin dejar de mirar las obras le respondió: "déjenme que lo que estamos edificando no es una capilla sino una ca-tedral", frase que sin saberlo fue como una profecía porque en el año de 1917, el sueño de aquel sacerdote de extracción campe-sina, quien llegara a ser Obispo de Antioquia, se hizo realidad cuando la parroquia fue con-sagrada como Sede Episcopal. Nació en Marinilla y desde muy joven sintió la vocación sacerdotal mientras adelantaba sus estudios de secundaria y ayudaba a su padre en las labores del campo. Fue llevado a prisión en la época en la que en el país se dio la persecución contra la iglesia bajo el gobierno del general Mosquera, con medi-das como la expulsión de los sacerdotes de la Compañía de Jesús. El padre González se

fugó hacia las montañas donde se refugió durante más de un tiempo y años más tarde cuando ya era Obispo de Santa Fe de An-tioquia, también fue víc-tima de las persecuciones políticas al clero. Cansado de tanta vicisitud, des-pués de dos años de estar en Santa Rosa de Osos, renunció al obispado y se retiró a una finca en el municipio de Yarumal has-ta su muerte.

En 1923, con motivo del centenario de su nacimiento, la Academia Antioqueña de Historia en una publicación sobre su vida reseñó: "En la iniciativa de la obra de la igle-sia, hoy catedral, desplegó el padre González una actividad digna de aplauso, organizan-do y encabezando convites para el acarreo de piedra y aprovechando aun el trabajo de las señoras y señoritas. Los días festivos se colocaba bajo un humilde techo para la co-lecta de viandas de la parroquia, sin excusar sacrificio ninguno en provecho de la obra".

En constanterenovación

El proféticoMonseñor Joaquin Guillermo González

La construcción terminó aproximadamente hacia el año de 1876, cuando ejercía como párroco el padre Miguel Giraldo, quien junto con el sacerdote jesuita Nicolás Cáceres hi-cieron poner una cruz de madera en el nicho especialmente construido en la fachada del templo y que aún permanece allí. Para aquel entonces la iglesia no contaba con los vitrales de las ventanas laterales, ni con las bancas y el altar era en madera. No fue sino hasta el año de 1917, cuando al templo le fue concedido el título de CatedraI y el honor de ser Sede Episcopal.

Buena parte de la ornamentación en mármol que aún hoy en día puede apreciarse, data del período de gobierno del segundo Obispo de Santa Rosa, Monseñor Miguel Ángel Builes, quien estuvo entre 1924 y 1967.

De las celebraciones religiosas que se realizan en la catedral de Santa Rosa de Osos, la mayor convocatoria la sigue teniendo la Semana Mayor, así como es de gran tradición, la Adoración Nocturna, que se realiza desde 1909 y que consiste en la exposición del Santísimo los primeros jueves de cada mes para que sus fieles le adoren y acompañen en el transcurso de la noche.

Luego, la intervención más importante fue la que Monseñor Builes ordenó hacer en el año de 1936 y que incluyó la remodelación del presbiterio, el púlpito y los altares principal y de la Reserva (que está sobre el lateral derecho del templo) y que conserva el Sagrario. Para este trabajo el prelado contrató a la marmo-lería U.Luisi y Cía, Arquitectos y Escultores, procedentes de Pietra Santa, Italia, pero que tenían oficinas en Cartagena y Medellín. La firma encargó la misión al arquitecto y escul-tor italiano Ermenegildo Bibolotti, quien a su

vez, al llegar a la localidad contrató al arqui-tecto santarrosano Carlos Enrique Barrientos para que coordinara todo el trabajo. El púlpito, el solio y el altar central, original-mente en madera," fueron remplazados por mármol traído de Italia. Monseñor Builes di-rigió de manera especial la elaboración de la "bomba", o baldaquín, que se aprecia sobre el altar principal. El altar de la Reserva a su vez, también elaborado en mármol, plata y piedras preciosas, fue tallado por el escultor santarrosano Marco Tobón Mejía.

De las renovaciones también hace parte la cúpula que había sido

reelaborada en forma de pagoda por el año de 1906 después del

terremoto.

Años después, cuando el presbítero Rey-naldo Carvajal ejerció como párroco de Santa Rosa, entre marzo de 1958 y febrero de 1961, los techos originalmente de tejas de barro, fueron cambiados por tejas de asbesto-cemento y luego, el párroco suce-sor, Marco Antonio Tamayo, renovó la orna-mentación de los muros, columnas y pisos de la catedral, lo mismo que las bancas. Más adelante, en la década de los setentas, bajo la dirección parroquial del sacerdote Mario

Gómez, se tuvo que intervenir el presbiterio, pues las columnas y la base de la cúpula se vieron seriamente afectadas por otro terre-moto. En esta misma intervención se cambió el piso de baldosa por mármol y se reforza-ron las torres de los campanarios, también afectadas por el sismo y para finales de la década del ochenta y en 1990 se trabajó el frontis del templo, revocando y pintando las cuatro columnas y capiteles, las tres puertas y las dos torres del campanario.

Glosario:

Si quieres saber más sobre el municipio de Santa Rosa y la Catedral Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, puedes buscar en:• La Academia Antioqueña de Historia. “Re-pertorio histórico. El señor Obispo Joaquín Guillermo González. • “Huella histórica de Santa Rosa de Osos” del historiador Martín Alonso Medina R.• Archivo fotográfico e impreso Periódico EL MUNDO. Separatas “Monumentos de mi Tie-rra”, año 2000.

Bibliografía

Busto en honor a Monseñor Maximiliano Crespo, primer obispo de Santa Rosa, quien fue el primero que empezó a adornar la catedral, invirtiendo recursos de su propio patrimonio.

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Casa de laConvención en RionegroCasa de laConvención en RionegroRepleta de recuerdos

Historia Casa insignia del Liberalismo

Generalidades:UBICACIÓN: Localizada a 48 kilóme-tros de Medellín, en el municipio de Rionegro, subregión del oriente del departamento. Para llegar se pude acceder por la Vía Las Palmas, La Au-topista Medellín – Bogotá o la Vía Santa Elena. FECHA DE CONSTRUCCIÓN: segunda mitad del siglo XVIII.CONSTRUCTOR: En la época en la que fue construida, no había arquitectos en la Nueva Granada. Quienes la edifica-ron fueron maestros de obra o albañi-les con conocimientos en construcción quienes dirigían las obras utilizando mano de obra local.ALTURA PROMEDIO DE MUROS: 4.35 m

ÁREA TOTAL CONSTRUIDA: 2.518.91 m2

ÁREA CONSTRUCCIÓN PATRIMONIO: 1.371.22 m2

SUPERFICIE DEL LOTE: 4.478.36 m2. NÚMERO DE PISOS: Un nivel. DESCRIPCIÓN: Esta casa de amplios salones en galería conserva entre sus muros, parte de la memoria po-lítica y cultural del país y la región. Desde 1940 fue declarada Museo mediante Resolución del Gobierno Nacional. Los muros son de tapia pisada, en la cubierta se maneja el bahareque en forma de esterillado, barro pisado y teja, las ventanas y puertas son en madera y el adobe es usado en los pisos.

Después de la Conquista, muchos soldados de espíritu aventurero se dedicaron al proceso de colonización y comenzaron a administrar las poblaciones que habían fundado, iniciando así su asentamiento y construyendo sus propias viviendas en estos poblados. Muchas de las cuales son conocidas hoy como de estilo colo-nial por sus formas y diseños arquitectónicos que traían en su memoria de las ciudades de la vieja España. Estos estilos fueron reempla-zando las viviendas nativas precolombinas, adecuando los materiales a los existentes en estas tierras, así como a las técnicas artesa-nales que para la época usaban los indígenas. Un ejemplo de esta adaptación fue el cambio de la piedra, utilizada en España, por la tapia pisada, quizás la única de las técnicas emplea-da por las comunidades indígenas que tuvo aceptación por parte de los colonizadores. Las maderas y el adobe fueron otros materiales utilizados con la mano de obra de los nativos.

En el año de 1857 los conservadores os-tentaban el poder en cabeza de Maria-no Ospina Rodríguez, después de haber sido elegido por voto popular, ganándo-le a Manuel Murillo y al general Tomás Cipriano de Mosquera. La decisión que entonces tomó el elegido, de nombrar como secretarios de partido a conserva-dores, generó inconformidad entre los liberales, que más tarde, en cabeza del General Tomás Cipriano de Mosquera, quien era el Gobernador del Estado del Cauca, emprenderían la revolución en contra del gobierno de la Confederación Granadina.

Aunque la casa en sí misma no tiene el reconocimiento legal de Monumento

Nacional, lo que es reconocido como tal es todo el centro histórico del municipio

de Rionegro, "Sector Antiguo", a través del Decreto 264 del 12 de noviembre de 1963.

Aunque se notaba la influencia española en la construcción, se iban sumando elementos que le daban vistosidad a la original casa colonial. La mezcla entre las dos culturas empezó a verse también en la arquitectura y un ejemplo de esto es esta casa que se ha constituido en patrimonio de aquella época de transformaciones políticas.

De la segunda mitad del siglo XVIII, data la Casa de La Convención; una vivienda cuya estructura es la tradicional española, de plantas cuadradas

y/o rectangulares, los amplios claustros, o pasillos, seguidos de las distintas dependencias en galería comunicadas entre sí y el patio central en donde

se sembraron, entre otros, rosales.

Luego de considerar a Cartagena e Ibagué como ciudades en donde se podría realizar dicha convención, se escogió Rionegro por

ser fortín liberal, tener buen clima, ser cuna de prestantes familias y porque brindaba la

seguridad y tranquilidad que necesitaban para elaborar una nueva constitución.

Después de la guerra civil que se vivió en 1860, entre liberales y conservado-res, Mosquera (en la foto) fue recono-cido como autoridad suprema y se hizo llamar entonces: "Presidente Provisorio de los Estados Unidos de la Nueva Gra-nada y Supremo Director de la Guerra". Estando en el poder convocó a una Con-vención Nacional para el mes de agos-to de 1861, que sin embargo, tuvo que ser aplazada por la prolongación de la guerra que generó confrontaciones en varios Estados, pues aún había grupos de conservadores que se oponían al go-bierno dictatorial del General. Ya para comienzos de 1862, Mosquera reunió en Bogotá a un grupo de libe-rales, la mayoría de ellos comerciantes, con el fin de acordar medidas urgentes que condujeran a la recuperación eco-nómica desgastada por el conflicto. En esa reunión los liberales le propusieron a Mosquera la realización de una Con-vención como una medida para reorga-nizar el Gobierno y estabilizar el país. La propuesta fue acogida y al poco tiem-po, por medio de un decreto, el general dispuso que cada Estado eligiera tantos diputados como Senadores y Represen-

tantes le correspondía de acuerdo con el último censo. Después de unas deba-tidas elecciones y de la derrota de los conservadores, sólo liberales tuvieron cabida en la Convención.

El 3 de febrero de 1863 se reunió en Rio-negro el comité organizador de la Con-vención y acordó instalarla el día siguien-te. Así pues, fue el 4 de febrero, el día en que Mosquera resignó en la Convención sus poderes e inició la reunión de los 50 convencionistas para darle vida a la Constitución, reconocida históricamente por las supremas libertades que consagró.

El interés de dejar en Rionegro Ia cons-tancia de estos hechos, así como el de rendirle homenaje al General José María Córdova, data de 1890 cuando por medio de un Acuerdo Municipal, los concejales plantearon la iniciativa de crear en el Dis-trito de Rionegro un museo, que llevara el nombre de "Museo del Corral" y una "Biblioteca de Córdova". Cuarenta y siete años después, el Gobierno Nacional ma-terializó esta idea ordenando la compra de la Casa para destinarla a un "museo patriótico", y guardar allí "preferiblemen-te" los objetos que fueron de propiedad del Héroe de Ayacucho. Desde entonces, Rionegro cuenta con esta Casa, insignia de los liberales, por haber sido el sitio en donde tuvo origen una Constitución que organizó el país con el nombre de "Esta-dos Unidos de Colombia" y adoptó, entre otras cosas, la inviolabilidad de la vida, la libertad absoluta de imprenta, de circula-ción de impresos y de expresión y abolió la pena de muerte.

La forma, la distribución de los espacios y las alturas fueron así mismo adecuadas de acuer-do con su próspera economía: las viviendas que los españoles construyeron en estas ciu-dades eran más espaciosas que las que se construían en su natal España. Igual sucedió después con la burguesía, beneficiada por la prosperidad que se fue dando en ciudades como Rionegro, epicentro de actividades co-merciales y políticas que generaron también generosidad en las construcciones, implemen-tando decorados y ricos trabajos en materiales como la madera.

A la casa se accede después de cruzar un por-tón de madera, un zaguán y un contraportón adornado, en su parte alta, con calados de madera. Al entrar, el taconeo se escucha fuer-te sobre el piso que es en adobe, al igual que en los corredores y en todas las habitaciones.Sobre su primer propietario, la historia hasta ahora contada no tiene en claro si don José María Montoya, primer Gobernador del Estado de Antioquia, fue quien ordenó su construc-ción, o si fue don Sinforoso García, rico comer-ciante proveniente de Santander, quien dio la orden de edificarla en terrenos de propiedad del primero, después de haberlos negociado, o, si compró la casa ya construida. Sin embargo, lo que si se tiene claro es que fue don Sinforoso quien la prestó para que allí se realizara la Con-vención de 1863, hecho que le dio, además del nombre, la importancia histórica.

Hoy circula la Casa de la Convención del municipio de Rionegro.Espera el miércoles 18 de abril el Edificio Coltejer.

Bibliografía

Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

Cuando se la regalaron a Rionegro… Los recuerdos

…A la inmortalidad

Juan del Corral: (Mompóx 1778 - Rionegro, 1814): Siendo dictador del Estado de Antio-quia, acordó la declaración de Independencia Absoluta del Departamento el II de agosto de 1813. Fue uno de los primeros en ver la necesidad de centralizar el régimen público y crear un gobierno central en Santafe de Bogotá; expidió la Ley de libertad de escla-vos, que redactó en compañía de José Félix de Restrepo. Liborio Mejía: (Rionegro 1792 - Bogotá 1816): Con tan sólo 24 años, fue presidente de la República de Colombia, y durante su gobierno participó en el combate de la Cu-chilla del Tambo, en donde fue derrotado, hecho prisionero y luego fusilado. General Tomás Cipriano de Mosquera: (Po-payán 1798- Coconuco, Cauca 1878). Sien-do Director del Gobierno Provisorio, fue quien convocó a la Convención de 1863. Fue varias veces Presidente de Colombia.

General José Hilario López: (Popayán 1798- Neiva 1864). Estuvo presente en la Con-vención en representación del Tolima. Fue presidente entre 1849 y 1853. General Santos Gutiérrez: (Boyacá I824-Bo-gotá l872).Fue convencionista en represen-tación de Boyacá; y presidente de la Repú-blica entre abril de 1868 y marzo de 1870. Rafael Nuñez: (Cartagena 1825-1894). sis-tió a la Convención como delegado del Es-tado Bolívar; fue varias veces Presidente de la República de Colombia.

Según la Resolución Ejecutiva Núme-ro 1244 de 1940, el Presidente de la República de Colombia Eduardo San-tos, considerando que el Gobierno Nacional había adquirido en propie-dad la casa en la cual se reunieron en Rionegro los convencionistas de 1863 para destinarla a un museo patrióti-co, resolvió cederla a título gratuito a la municipalidad de Rionegro con las condiciones de mantenerla, junto con el museo, bajo su dirección, adminis-tración y mantenimiento.

Sobre la historia de la Casa de La Convención se han escrito varias versiones. Una de ellas es reseñada por Gustavo Vives Mejía, en el libro "Colecciones Públicas de Rionegro” cuenta que meses después de la realizada Convención, ocurre la muerte del propietario, don Sinforo-so García, pasando luego a ser propiedad de don Vicente Moreno y su esposa Ana Josefa Zuluaga, quienes la dividen en dos: una sec-ción, actualmente reconocida como El Museo, cuya entrada es por la calle 51 y otra, sede del Sena -ahora una edificación independiente- a la que se accedía por la carrera 48, más cono-cida como el "Pasaje peatonal del Sena". La otra sección, la del Museo, perteneció por muchos años al reconocido médico don José Joaquín de La Roche, quien se vio obligado a venderla para que no le fuera expropiada en el año de 1939.

Esta casa de amplios salones en galería conserva entre sus muros de tapia pisada, parte de la memoria política y cultural del país. Fotografías y pinturas que talentosos artistas realizaron de los hombres que hi-cieron historia, muebles, objetos y docu-mentos que son una reliquia y una exqui-sita muestra.

Ilustres huéspedes

Independiente de cual sea la versión sobre el salón o el espacio donde se reunieron los convencionistas en 1863, esta casa se convirtió desde la Convención de 1863, en patrimonio histórico por la importancia que representó el suceso y la trascendencia de dicha Constitución.

Hay una versión sobre la historia de esta edi-ficación que cuenta que el salón en donde se reunieron los convencionistas de 1863, ubi-cado en la Casa Museo correspondía a la zona de la servidumbre, lo que ha generado dudas sobre si ese salón fue en efecto, el sitio de la reunión.

Sala 3 (de la independencia): en ella se en-cuentran pinturas de los personajes más importantes de ésta época, ilustres huéspe-des de la Casa de La Convención. Así mismo, hay un juego de comedor del siglo XIX, que perteneció a Eduardo Uribe Botero, impor-tante rionegrero que fue, entre otras cosas, ministro, embajador y fundador de la Uni-versidad de Medellín.

Sala 4 (de la imprenta municipal): en donde se conserva la imprenta -con todos sus ac-cesorios como rodillos, galeras y poleas-, en la que se imprimieron los discursos y anales previos a la Convención de 1863. En la sala también se encuentran un cuadro del an-tiguo Sagrario de la Catedral que data de 1790; y un escudo de la Nueva Granada.

Sala 5: en este salón se conserva el Archivo Histórico: documentos como juicios, de-mandas, escrituras, Acuerdos del Cabildo y genealogías que datan desde 1740. La casa cuenta con 6 salas:

Sala 1 (la principal de la Convención): es éste el sitio en que presuntamente se reu-nieron los convencionistas en 1863. Allí se encuentran una copia de la mesa en que se firmó la Constitución (la original está en la sala del Museo Histórico de La Catedral); quince de las sillas que fueron usadas por los delegados de la Convención; retratos de los convencionistas, y el Arca triclave, un baúl en madera de forma rectangular con tres chapas de hierro forjado, que pertene-ció al Cabildo Municipal, y que fue usada para guardar allí las actas de la Convención.

Sala. 2 (Colonial): en ella se encuentra un juego de muebles en madera tallada, dora-da y policromada, del siglo XVIII, de estilo barroco que se refleja en la ornamentación en silletería, cornisas, espejos, consolas y candelabros.

Sala 6 (de ilustres personajes): rinde home-naje a los hombres más importantes que ha tenido Rionegro y el país, entre ellos: el caricaturista Ricardo Rendón, Juan José Botero, Baldomero Sanín Cano, Gilberto Echeverri Mejía, Diego Tobón Arbeláez, Lá-zaro Tobón Tobón, Rafael Uribe Uribe, En-rique Olaya Herrera y Luis Carlos Galán. Así mismo, se puede apreciar un juego de sala en madera tallada y tapizada en terciopelo rojo, que perteneció a Sinforoso García y una ventana en madera con barrotes tor-neados, único objeto que se conserva de la casa que fuera de la familia del general Córdova.

Sobre la historia de esta casa y su importan-cia por haber sido sede de la Convención de 1863 que dio origen a la Constitución de la entonces Estados Unidos de Colombia, pue-des consultar en:• Directamente en la Casa de la Convención, vísitala y conoce más sobre su historia. Llama a la sede. Teléfono: 5610710O en los textos:• Historia de Colombia de Jorge Orlando Melo.

• Inventario del Patrimonio Cultural de An-tioquia. Colecciones públicas de Rionegro, de Gustavo Vives Mejía.• Mi Tierra, Gran álbum de Antioquia y Mede-llín, Periódico EL MUNDO. • Separatas Colección Monumentos de Mi Tierra. Periódico EL MUNDO. Medellín, año 2000.• Agradecimientos: Carmen Cecilia Garzón. Directora Casa de la Convención.

Palabras nuevasTapia: pared construida con tierra amasada.Bahereque: sistema de construcción basado en cañas entretejidas y barro. Zaguán: Parte de una casa situada junto a la entrada principal. Recibidor, vestíbulo.Asentamiento: establecimiento de una pobla-ción en un lugar.Convención: En lo político se produce cuan-do los representantes de los movimientos políticos se reúnen para estudiar un tema político que produzca una reforma o norma, para llegar a un acuerdo o para elegir a sus representantes.

Barroco: Movimiento artístico y cultural de-sarrollado en Europa en los ss. XVII y XVIII, caracterizado por la abundancia de elemen-tos decorativos.

En 1978, el municipio de Rionegro le entregó al Sena la parte contigua al museo de la casa, con el

fin de adelantar allí la remodelación de la estructura y la construcción de instalaciones necesarias para adecuarla como centro de estudios, respetando la

armonía arquitectónica de la casa.

Foto: Cortesía Casa de la Convención

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Hoy circula el Edificio Coltejer.Espera el miércoles 25 de abril: La casa cafetera.

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Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

Edificio Coltejer: Edificio Coltejer: Símbolo de Medellín

Como laTorre Eiffel

Comienza el proyecto

El mito de la aguja Por fin, el segundo del país

Cuentan que...

Rascacielos con centro comercial

Generalidades:

Palabras nuevas

Si quieres saber más...

UBICACIÓN: Está en pleno centro de la ciudad de Medellín, en la calle 52 No. 47-42, en Junín con la Avenida La Playa. FECHA DE CONSTRUCCION: 1968- 1972. ARQUITECTOS E INGENIEROS: Germán Samper, Jorge Manjarrés, Raúl Fajardo, Aníbal Saldarriaga y Jaime Muñoz Duque. ÁREA TOTAL CONSTRUIDA: 42.000 mt2

ALTURA: 150 m. En su punta se izan las banderas de Antioquia y Co-lombia con medidas de 7 por 4 metros.NUMERO DE PISOS: 36

Esta torre se levanta del suelo, simulando el tronco de un árbol y se va adelgazando a medida que toma altura para aparecer solitaria y esbelta con un remate en forma de lanzadera en el panorama de la ciudad. Su construcción se caracteriza por la

simetría, equilibrio y estabilidad en la forma.

En 1967 Rodrigo Uribe Echavarría, el en-tonces gerente de la textilera, pensó en le-vantar un edificio para reemplazar la vieja edificación ubicada en la esquina de Junín con Colombia en el centro de la ciudad, que ya empezaba a resultar incómoda, para concentrar todas las oficinas de la empresa en un sólo lugar, que además tuviera pre-visto el crecimiento de la compañía.

Para iniciar el proyecto, Coltejer invitó a un concurso privado a ocho firmas de ar-quitectos que podían asociarse con otras del país, para que presentaran el diseño del edificio que en aquella época ya se hablaba de que sería el segundo rascacie-los del país, una torre de 140 metros que sería levantada por la textilera en la mejor esquina de la ciudad. Según el lema de la empresa se trataba de: “hacer un edificio para Medellín que le sirva a Coltejer”. Esta frase y este propósito fueron interpreta-dos por Raúl Fajardo como la necesidad de que el edificio fuera un símbolo para la ciudad.

Con esa idea empezaron a trabajar en los primeros bocetos. Las propuestas se en-tregaron un viernes, el sábado expusie-ron los proyectos y al lunes siguiente, a las cinco de la tarde, Raúl Fajardo, quien se había asociado con Germán Samper, Aníbal Saldarriaga, Jorge Manjarres y el ingeniero Jaime Muñoz, recibieron la no-ticia de que habían sido los selecciona-dos. Los nuevos socios de Fajardo habían diseñado y venían proyectando, desde 1966 el edificio Avianca en la ciudad de Bogotá, considerado entonces como el primer rascacielos del país. El jurado que estaba compuesto por los arquitectos Pietro Belufchi, Diken Castro y el inge-niero Alberto Vélez Escobar, anunciaron la selección argumentando que la pro-puesta había ganado por lo sobrio, sim-bólico y porque su diseño arquitectónico

no pasaría de moda. Los ganadores de la convocatoria recibieron $ 12 millones como premio.

El 2 de junio de 1969, comenzó la cons-trucción del edificio en medio de la ex-pectativa que generó en unos, y crítica por su altura en otros, que finalmente fueron calmadas por el gerente de la

compañía con el argumento de que al estar la ciudad localizada en un valle tan estrecho no era posible que crecie-ra más en sentido horizontal y que por esto tenían que buscar con los edificios altos la solución. La controversia y los argumentos valieron la pena porque la edificación dividió en dos la historia de la arquitectura urbana de Medellín.

Fue así como el hoy Centro Coltejer, se cons-tituyó en el conjunto arquitectónico mejor ubicado de la ciudad, justo en la intersección de la Avenida La Playa y el pasaje peatonal de Junín, una zona que reunía la mayor ac-tividad comercial y humana del Medellín de aquella época.

Además, la edificación tiene una fundación de cemento con hierro que alcanza los 13m bajo el nivel de Junín. Según cálculos que se hicieron entonces sobre la cantidad de con-creto que se requirió para llenar la base, la fila de carros mezcladores hubiese alcanzado a llegar hasta el municipio de Caldas.

Toda la construcción de la edificación, que en tiempo representó cuatro años de trabajos, requirió una inversión de $140 millones, a los que se le deben sumar los $ 80 millones que costó la adecuación de las oficinas. Todo financiado con recursos propios de la textilera, sin acudir a la ban-ca, ni a préstamos. Cuando estuvo terminado, no se hizo nin-guna inauguración especial, no hubo no-che de gala, ni propaganda, ni vitrina, su celebración fue tan sobria como su diseño. Finalmente el Coltejer se convirtió en el se-gundo rascacielos del país después del edi-ficio de Avianca en Bogotá.

Aprovechando la ubicación del terreno en pleno centro de la ciudad y en un sector que por años ha representado el centro del co-mercio y el entretenimiento, el edificio no se construyó solo, en esa esquina de Junín con la Playa, se adecuó una zona comercial, el Centro Coltejer (como realmente se llama), se convirtió en un referente y en una obra que enorgullece a los medellinenses. Integró y di-namizó el popular sector con las calles que lo rodean mediante los tradicionales pasajes comerciales, además de favorecer el flujo de negocios del sector hoy conocido como “la gran manzana” de Medellín.

• En la construcción del Edificio se utiliza-ron seis millones de clavos de acero, 18 mil mt3 de concreto y 3.800 km de varitas de hierro. En cuanto a mano de obra se invir-tieron 700 mil horas/ hombre. • La edificación generó 700 empleos direc-tos entre obreros, maestros y profesionales, además de 5 mil trabajos indirectos.• Tiene la capacidad de albergar a 168 mil personas de pie y a 40.000 sentadas cómo-damente. • Los arquitectos, en el momento de pensar en el diseño del edificio, quisieron que su remate se viera desde cualquier lugar de la ciudad. ¡Y lo lograron!

• Lanzadera: Instrumento que lleva dentro un carretel de hijo, usado por los tejedores para coser o tramar.• Simetría: Balance e igualdad entre dos secciones separadas por un eje o línea. • Fundación: En arquitectura y construcción quiere decir las bases sobre las cuales se le-vanta una estructura o edificación. Rascacielos: Edificio de gran altura y mu-chos pisos.

Sobre el Centro Coltejer y facilitar el armado de la maqueta coleccionable, te recomendamos visitarlo. ¡Conócelo y sabrás porqué es un símbolo de la ciudad! También puedes consultar en la primera edición de la campaña Mo-numentos de Mi Tierra del periódico EL MUNDO del año 2000.• Agradecimientos por la actualización de la información y fotos históricas a la Administración del Centro Coltejer y a la jefa del departamento de Comunica-ciones: Diana Carolina Cano.

Como si aquella aguja siempre hubiera estado allí, imaginar

ahora las fotografías del centro de la ciudad sin el edificio es

difícil. Hace 42 años en esa misma esquina estaba ubicado otro

bellísimo Edificio: el “Gonzalo Mejía”, creación del arquitecto belga Agustín Goovaerts, que

reunía en la misma construcción al hotel Europa y al Teatro Junín, demolidos en 1968, para abrirle

paso al monumental edificio.

Contactó entonces al ingeniero Alberto Vélez Escobar quien propuso que el pro-yecto fuera ampliado de manera tal que el edificio, y en especial su remate, fuera un símbolo para la ciudad. También don Mario Posada, entonces dueño de "Movifoto", en una conversación que sostuvo con don Ro-drigo Uribe, le dijo que si iba a levantar un edificio, que lo hiciera bien alto, de manera que se convirtiera en un símbolo, tal como la Torre Eiffel lo era para París, destacando así la importancia y pujanza que tenía la empresa en el país.

El remate del edificio, por su parte, es una estructura metálica recubierta de concreto que tiene forma de "lanzadera", lo cual según aclaró Raúl Fajardo, no es más que una coin-cidencia porque nunca se pensó en hacerla así. Incluso, las ventanas que tiene en los costados oriental y occidental en lo más alto del edificio, y que la gente las asimiló luego como los "ojales" de la "aguja", no estaban en los diseños iniciales que presentaron los arquitectos. Su instalación obedeció a un requerimiento de don Rodrigo Uribe, quien manifestó que un edificio de esa altura sin una ventana desde donde divisar la ciudad, era un desperdicio. Entre sus novedades, estuvo el equipo de aire acondicionado, que fue el primer sistema de verdadero control de clima en el país, insta-lado en un edificio de oficinas. Esta tecno-logía permitía a sus ocupantes seleccionar y mantener automáticamente la temperatura deseada ya fuera en días fríos o de calor.

La edificación contó con toda la inversión necesaria y la asistencia de computadores para calcular aspectos como la forma adecuada de las cargas, los elementos estructurales que fueron ubicados de tal forma que tuvieran un doble aprovechamiento: ser transmisores de la carga vertical y al mismo tiempo absorber la energía en caso de temblores. Prueba de ello es que el edificio está diseñado para resistir un sismo de 7.5 en la escala de Ritcher y puede llegar a desplazarse de su eje hasta 45 cm, sin colapsar.

La gigantesca lanzadera que desde 1972 ha sido el símbolo de una ciudad industrial, es el remate

de uno de los edificios modernos más queridos por los antioqueños: El Centro Coltejer.

De acuerdo con las apreciaciones del histo-riador Luis Fernando Molina Londoño, la lle-gada de los rascacielos en el país fue dada por la expansión económica del Estado, la industria, la banca y la población; cuyas edi-ficaciones "tenían el triple propósito de ser-vir como indicador de poder económico de quienes las patrocinaban, producir el máximo beneficio financiero y crear marcas urbanas nuevas aprovechando el elemento altura".

El área comercial cuenta con tres niveles y 45 locales, está comunicada por 4 escaleras mecánicas y desemboca en una plazoleta abierta a Junín que se refuerza con el pasaje que tiene salida a Sucre.

Con la construcción del Coltejer, la tendencia a construir edificios altos en la ciudad comenzó a

darse desde finales de los años 60s y a lo largo de la década del 70, en sitios estratégicos del centro

como La Playa, el Parque Bolívar, Maracaibo, El Palo y Sucre, en donde se demolieron algunas de las mejores casas de las familias más prestantes

de comienzos del siglo XX para dar espacio a torres mixtas y consultorios de lujo.

El Edificio fue pintado en el año 2010 mediante sistema de alpinismo, como regalo

a la ciudad de Medellín en sus 335 años.

Foto: Cortesía Centro Coltejer

Fotos históricas: Cortesía Centro Coltejer

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Hoy circula el Edificio Coltejer.Espera el miércoles 25 de abril: La casa cafetera.

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Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

Edificio Coltejer: Edificio Coltejer: Símbolo de Medellín

Como laTorre Eiffel

Comienza el proyecto

El mito de la aguja Por fin, el segundo del país

Cuentan que...

Rascacielos con centro comercial

Generalidades:

Palabras nuevas

Si quieres saber más...

UBICACIÓN: Está en pleno centro de la ciudad de Medellín, en la calle 52 No. 47-42, en Junín con la Avenida La Playa. FECHA DE CONSTRUCCION: 1968- 1972. ARQUITECTOS E INGENIEROS: Germán Samper, Jorge Manjarrés, Raúl Fajardo, Aníbal Saldarriaga y Jaime Muñoz Duque. ÁREA TOTAL CONSTRUIDA: 42.000 mt2

ALTURA: 150 m. En su punta se izan las banderas de Antioquia y Co-lombia con medidas de 7 por 4 metros.NUMERO DE PISOS: 36

Esta torre se levanta del suelo, simulando el tronco de un árbol y se va adelgazando a medida que toma altura para aparecer solitaria y esbelta con un remate en forma de lanzadera en el panorama de la ciudad. Su construcción se caracteriza por la

simetría, equilibrio y estabilidad en la forma.

En 1967 Rodrigo Uribe Echavarría, el en-tonces gerente de la textilera, pensó en le-vantar un edificio para reemplazar la vieja edificación ubicada en la esquina de Junín con Colombia en el centro de la ciudad, que ya empezaba a resultar incómoda, para concentrar todas las oficinas de la empresa en un sólo lugar, que además tuviera pre-visto el crecimiento de la compañía.

Para iniciar el proyecto, Coltejer invitó a un concurso privado a ocho firmas de ar-quitectos que podían asociarse con otras del país, para que presentaran el diseño del edificio que en aquella época ya se hablaba de que sería el segundo rascacie-los del país, una torre de 140 metros que sería levantada por la textilera en la mejor esquina de la ciudad. Según el lema de la empresa se trataba de: “hacer un edificio para Medellín que le sirva a Coltejer”. Esta frase y este propósito fueron interpreta-dos por Raúl Fajardo como la necesidad de que el edificio fuera un símbolo para la ciudad.

Con esa idea empezaron a trabajar en los primeros bocetos. Las propuestas se en-tregaron un viernes, el sábado expusie-ron los proyectos y al lunes siguiente, a las cinco de la tarde, Raúl Fajardo, quien se había asociado con Germán Samper, Aníbal Saldarriaga, Jorge Manjarres y el ingeniero Jaime Muñoz, recibieron la no-ticia de que habían sido los selecciona-dos. Los nuevos socios de Fajardo habían diseñado y venían proyectando, desde 1966 el edificio Avianca en la ciudad de Bogotá, considerado entonces como el primer rascacielos del país. El jurado que estaba compuesto por los arquitectos Pietro Belufchi, Diken Castro y el inge-niero Alberto Vélez Escobar, anunciaron la selección argumentando que la pro-puesta había ganado por lo sobrio, sim-bólico y porque su diseño arquitectónico

no pasaría de moda. Los ganadores de la convocatoria recibieron $ 12 millones como premio.

El 2 de junio de 1969, comenzó la cons-trucción del edificio en medio de la ex-pectativa que generó en unos, y crítica por su altura en otros, que finalmente fueron calmadas por el gerente de la

compañía con el argumento de que al estar la ciudad localizada en un valle tan estrecho no era posible que crecie-ra más en sentido horizontal y que por esto tenían que buscar con los edificios altos la solución. La controversia y los argumentos valieron la pena porque la edificación dividió en dos la historia de la arquitectura urbana de Medellín.

Fue así como el hoy Centro Coltejer, se cons-tituyó en el conjunto arquitectónico mejor ubicado de la ciudad, justo en la intersección de la Avenida La Playa y el pasaje peatonal de Junín, una zona que reunía la mayor ac-tividad comercial y humana del Medellín de aquella época.

Además, la edificación tiene una fundación de cemento con hierro que alcanza los 13m bajo el nivel de Junín. Según cálculos que se hicieron entonces sobre la cantidad de con-creto que se requirió para llenar la base, la fila de carros mezcladores hubiese alcanzado a llegar hasta el municipio de Caldas.

Toda la construcción de la edificación, que en tiempo representó cuatro años de trabajos, requirió una inversión de $140 millones, a los que se le deben sumar los $ 80 millones que costó la adecuación de las oficinas. Todo financiado con recursos propios de la textilera, sin acudir a la ban-ca, ni a préstamos. Cuando estuvo terminado, no se hizo nin-guna inauguración especial, no hubo no-che de gala, ni propaganda, ni vitrina, su celebración fue tan sobria como su diseño. Finalmente el Coltejer se convirtió en el se-gundo rascacielos del país después del edi-ficio de Avianca en Bogotá.

Aprovechando la ubicación del terreno en pleno centro de la ciudad y en un sector que por años ha representado el centro del co-mercio y el entretenimiento, el edificio no se construyó solo, en esa esquina de Junín con la Playa, se adecuó una zona comercial, el Centro Coltejer (como realmente se llama), se convirtió en un referente y en una obra que enorgullece a los medellinenses. Integró y di-namizó el popular sector con las calles que lo rodean mediante los tradicionales pasajes comerciales, además de favorecer el flujo de negocios del sector hoy conocido como “la gran manzana” de Medellín.

• En la construcción del Edificio se utiliza-ron seis millones de clavos de acero, 18 mil mt3 de concreto y 3.800 km de varitas de hierro. En cuanto a mano de obra se invir-tieron 700 mil horas/ hombre. • La edificación generó 700 empleos direc-tos entre obreros, maestros y profesionales, además de 5 mil trabajos indirectos.• Tiene la capacidad de albergar a 168 mil personas de pie y a 40.000 sentadas cómo-damente. • Los arquitectos, en el momento de pensar en el diseño del edificio, quisieron que su remate se viera desde cualquier lugar de la ciudad. ¡Y lo lograron!

• Lanzadera: Instrumento que lleva dentro un carretel de hijo, usado por los tejedores para coser o tramar.• Simetría: Balance e igualdad entre dos secciones separadas por un eje o línea. • Fundación: En arquitectura y construcción quiere decir las bases sobre las cuales se le-vanta una estructura o edificación. Rascacielos: Edificio de gran altura y mu-chos pisos.

Sobre el Centro Coltejer y facilitar el armado de la maqueta coleccionable, te recomendamos visitarlo. ¡Conócelo y sabrás porqué es un símbolo de la ciudad! También puedes consultar en la primera edición de la campaña Mo-numentos de Mi Tierra del periódico EL MUNDO del año 2000.• Agradecimientos por la actualización de la información y fotos históricas a la Administración del Centro Coltejer y a la jefa del departamento de Comunica-ciones: Diana Carolina Cano.

Como si aquella aguja siempre hubiera estado allí, imaginar

ahora las fotografías del centro de la ciudad sin el edificio es

difícil. Hace 42 años en esa misma esquina estaba ubicado otro

bellísimo Edificio: el “Gonzalo Mejía”, creación del arquitecto belga Agustín Goovaerts, que

reunía en la misma construcción al hotel Europa y al Teatro Junín, demolidos en 1968, para abrirle

paso al monumental edificio.

Contactó entonces al ingeniero Alberto Vélez Escobar quien propuso que el pro-yecto fuera ampliado de manera tal que el edificio, y en especial su remate, fuera un símbolo para la ciudad. También don Mario Posada, entonces dueño de "Movifoto", en una conversación que sostuvo con don Ro-drigo Uribe, le dijo que si iba a levantar un edificio, que lo hiciera bien alto, de manera que se convirtiera en un símbolo, tal como la Torre Eiffel lo era para París, destacando así la importancia y pujanza que tenía la empresa en el país.

El remate del edificio, por su parte, es una estructura metálica recubierta de concreto que tiene forma de "lanzadera", lo cual según aclaró Raúl Fajardo, no es más que una coin-cidencia porque nunca se pensó en hacerla así. Incluso, las ventanas que tiene en los costados oriental y occidental en lo más alto del edificio, y que la gente las asimiló luego como los "ojales" de la "aguja", no estaban en los diseños iniciales que presentaron los arquitectos. Su instalación obedeció a un requerimiento de don Rodrigo Uribe, quien manifestó que un edificio de esa altura sin una ventana desde donde divisar la ciudad, era un desperdicio. Entre sus novedades, estuvo el equipo de aire acondicionado, que fue el primer sistema de verdadero control de clima en el país, insta-lado en un edificio de oficinas. Esta tecno-logía permitía a sus ocupantes seleccionar y mantener automáticamente la temperatura deseada ya fuera en días fríos o de calor.

La edificación contó con toda la inversión necesaria y la asistencia de computadores para calcular aspectos como la forma adecuada de las cargas, los elementos estructurales que fueron ubicados de tal forma que tuvieran un doble aprovechamiento: ser transmisores de la carga vertical y al mismo tiempo absorber la energía en caso de temblores. Prueba de ello es que el edificio está diseñado para resistir un sismo de 7.5 en la escala de Ritcher y puede llegar a desplazarse de su eje hasta 45 cm, sin colapsar.

La gigantesca lanzadera que desde 1972 ha sido el símbolo de una ciudad industrial, es el remate

de uno de los edificios modernos más queridos por los antioqueños: El Centro Coltejer.

De acuerdo con las apreciaciones del histo-riador Luis Fernando Molina Londoño, la lle-gada de los rascacielos en el país fue dada por la expansión económica del Estado, la industria, la banca y la población; cuyas edi-ficaciones "tenían el triple propósito de ser-vir como indicador de poder económico de quienes las patrocinaban, producir el máximo beneficio financiero y crear marcas urbanas nuevas aprovechando el elemento altura".

El área comercial cuenta con tres niveles y 45 locales, está comunicada por 4 escaleras mecánicas y desemboca en una plazoleta abierta a Junín que se refuerza con el pasaje que tiene salida a Sucre.

Con la construcción del Coltejer, la tendencia a construir edificios altos en la ciudad comenzó a

darse desde finales de los años 60s y a lo largo de la década del 70, en sitios estratégicos del centro

como La Playa, el Parque Bolívar, Maracaibo, El Palo y Sucre, en donde se demolieron algunas de las mejores casas de las familias más prestantes

de comienzos del siglo XX para dar espacio a torres mixtas y consultorios de lujo.

El Edificio fue pintado en el año 2010 mediante sistema de alpinismo, como regalo

a la ciudad de Medellín en sus 335 años.

Foto: Cortesía Centro Coltejer

Fotos históricas: Cortesía Centro Coltejer

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Hoy circula La casa cafetera.Espera el miércoles 2 de mayo: Seminario de Misiones en el Municipio de Yarumal.

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Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

Casas cafeterasCasas cafeterasHerencia de una cultura

Las haciendas después de la bonanza

El café en Antioquia

Sistema constructivo

El encanto de sus cuentos

Generalidades:

Palabras nuevas

Puedes consultar en.

• El Gran Libro de Antioquia y Medellín, co-lección Mi Tierra de el periódico EL MUNDO.• Las Haciendas del café de Fernando Türk Pubiano y Luis Carlos Aljure, editado por Concasa en 1997.• El café en el desarrollo de Antioquia. Vi-sión histórica y acción gremial. Publicación de la Federación Nacional de Cafeteros, es-crito por Ricardo Aricapa.• Separatas de la colección Monumentos de Mi Tierra del periódico EL MUNDO del año 2000.• Te recomendamos visitar también en la región del suroeste varias de estas antiguas casas cafeteras que están abiertas al público para promover la cultura del café.

Ubicación: Haciendas cafeteras hay en el centro y el noroccidente del país, el mayor número se encuentran en la llamada “Zona cafetera” que comprende los departamen-tos de Antioquia, Caldas, Quindío, Risaralda y Tolima. En Antioquia, la región del su-roeste que comprende 24 municipios, es conocida como la zona de mayor produc-ción cafetera.Un ejemplo de una tradicional casa cafetera en el país es la de la hacienda San Pedro (la que armarás en la maqueta coleccionable), ubicada en el municipio de Fredonia, región cafetera por excelencia del suroeste antio-queño, aproximadamente a 58 kilómetros de Medellín. FECHA DE CONSTRUCCIÓN: Finales siglo XIX a principios del siglo XX.ÁREA CONSTRUIDA: 986 m2

ALTURA PROMEDIO: 5.10m ALTURA MÁXIMA: 8,70 m NIVELES: Tres. Generalmente el primer piso se edificaba de doble altura para destinar un amplio espacio al beneficiadero del café. DESCRIPCIÓN: El sistema de edificación uti-lizado en este tipo de viviendas construidas en la época se destacaba por la utilización de materiales como la guadua, la madera, el ba-hareque y la tapia, como elementos propios, a los que se le sumó el aporte español con la mampostería en piedra, ladrillo, adobe y el trabajo de herrería. Cuando llegó el auge del café, a comienzos del siglo XX, se le dio más importancia a los edificios dedicados al beneficio del grano. En-tre Ios materiales que se trabajaron entonces fueron la teja de barro, el cielo falso los cala-dos y la carpintería.

A finales del siglo XIX, el cultivo y la producción del café comenzaban su apogeo en tierras co-lonizadas en el suroeste antioqueño y el Viejo Caldas por familias campesinas que atraídas por la bonanza del grano, comenzaron a for-mar asentamientos que se constituyeron en grandes extensiones de tierra que hoy confor-man la zona cafetera del país.

La suerte de la bonanza ya había tocado tierras lejanas al departamento de Antioquia, en los Santanderes se había traído el grano proce-dente de Venezuela en 1830. Cuando el café entró al país, en la región del suroeste, se vivía lo que históricamente se ha denominado “la fase media” de la colonización antioqueña; los campesinos por su naturaleza de migrantes de otros territorios probaban la calidad de la tie-rra con otros cultivos menos exigentes como el maíz, el plátano, la yuca y el fríjol, lo que además les daba el sustento para sus familias mientras recogían su capital de reserva para la primera buena cosecha de café que tardaba unos cinco años después de su plantación.

La bonanza cafetera Reflejo de una cultura y de la economía del país

La casa adaptada al beneficiadero

La primera bonanza vivida en el país fue producto de los cultivos de los Santanderes y Cundinamarca. En 1898 ya estas cosechas del grano representaban el 50% de las exportaciones del país debido a que grandes extensiones de tierra se destinaron a la siembra con fines comerciales, iniciando toda una cultura cafetera que hoy todavía se conserva.

La siembra del café favoreció la reacti-vación económica de las regiones y di-namizó los pueblos que se engalanaron con la construcción de viviendas que se levantaron en medio del paisaje monta-ñoso de Antioquia. Aquel auge del grano generó riqueza entre los primeros campe-sinos que lo sembraron y con ello se fue tecnificando la producción. Así pues, las primeras cosechas se hicieron con mano de obra del mismo grupo familiar y el se-cado y el resto del proceso de producción era desarrollado en habitaciones, patio y corredores de la misma vivienda.

A comienzos del siglo XX, el café ya era el más importante producto de la vida económica del país, lo que des-pertó el interés de muchos hacendados en tecnificar su producción. Esto ge-neró a su vez la construcción de edi-ficios que cumplían con esta función, los llamados beneficiaderos que serían la estructura más importante dentro del conjunto arquitectónico. La distri-bución de la casa y su relación con el beneficiadero dependían de las posibi-lidades económicas de los hacendados o campesinos. De esta manera, quienes tenían grandes extensiones de tierra que destinaban al cultivo del café, lle-garon a construir una estructura sepa-rada de la casa, dedicada al beneficio

La bonanza cafetera que se vivió a finales del siglo XIX y durante más de 60 años en el siglo XX, provocó el surgimiento de cientos de ha-ciendas cafeteras a lo largo y ancho del país, pero muy especialmente en Antioquia y el llamado Viejo Caldas o Zona Cafetera, como quedaría bautizada. Sin embargo, hacia la dé-cada de los ochentas, con la llegada primero de la Roya y después de la Broca, sumada a la caída de los precios internacionales, fue disminuyendo aquella estabilidad de los ca-feteros, quienes se vieron en la necesidad de volver, como antaño, a integrar nuevos cul-tivos, a diversficarse e incluso, a adaptar sus haciendas cafeteras a ganaderas, para poder sostener su economía y la de la región. Fue cuando paralelo a los pequeños cul-tivos de café, que aún se conservan en buena parte de las haciendas, sus actuales propietarios están sembrando frutales, es-pecialmente cítricos y plátanos, así como pastizales destinados a la ganadería. A los antiguos beneficiaderos se les empezó a dar nuevos usos, primero por la reducción de los cultivos y segundo, por la tecnificación en el proceso de producción, economizando

insumos y agua y haciéndolos ambiental-mente más sostenibles. Como resultado de este proceso muchas haciendas fueron con-vertidas en hermosos hostales que acogen turistas nacionales e internacionales y dan a conocer la cultura del café.

Buena parte de las haciendas cafeteras que fueron construidas a finales del siglo XIX, se identifican por un esquema y un sistema de edificación que para la época fue novedoso. Los terrenos eran delimita-dos con muros de tapia, cercas de madera o vallados de piedra para ejercer dominio sobre la zona productiva.

De los primeros cultivos de café que se tienen noticia en Antioquia, fueron los establecidos en el municipio de Valdivia por los años de 1830, por iniciativa del inglés Tyrell Moore, quien había llegado al país a trabajar en las minas de Marmato. Pero las altas temperatu-ras no dejaron prosperar su plantación lo que significó un fracasado intento en incursionar en el negocio. Años después, en 1861, don José María Jara-millo, considerado como otro de los pioneros del cultivo del café con fines comerciales, llegó a sembrar en su finca de El Tablazo, muy cerca del municipio de Rionegro, dos mil cafetos. Pero de nuevo el clima arrasó

Son las historias que se tejieron a lo largo de los años en estas antiquísimas hacien-das, las que quedan para siempre en la me-moria y en el alma de quienes las aprecian y respetan por su significado o porque allí transcurrió la vida de varias generaciones de antioqueños que aún hoy perpetúan su cultura. Una de esas historias es la de la hacienda San Pedro a la que se llega por un sendero bordeado de frondosos y viejos eucalip-tos que adornan la entrada a la antigua casa cuya historia se remonta a 1872 y 1878 cuando los hermanos Eduardo y Ju-lián Vásquez compraron los terrenos y la construyeron. Considerada además como una de las haciendas pioneras en el culti-vo y producción de café, se cree que fue-ron los dueños del Banco Sucre, quienes tenían una flota mercante dedicada a la

exportación, los que iniciaron el cultivo del grano en estas tierras, cuando fueron sus propietarios, después de los Vásquez.

Hacia los años 30 del siglo XX, la hacienda fue vendida a una familia que la ha con-servado generación tras generación y que ha tratado de continuar también el cultivo del café, aunque hoy en día por sus amplios corredores se alcanza a sentir el aroma de productos distintos al grano. Entre las his-torias que se cuentan de esta vieja casa está la de las brujas y los espantos que siempre han rondado no sólo por estas tierras, sino en la imaginación y los relatos que los an-cianos van narrando a sus nietos y biznietos y que según dicen ellos, es lo que queda de aquella época de bonanza en la que nació la cultura cafetera que aún hoy sobrevive.

Latifundio: Finca agraria de gran extensión de tierra que pertenece a un mismo dueño.Minifundio: Terreno de cultivo de reducida extensión dedicado especialmente a una eco-nomía de subsistencia.Beneficiadero: Lugar destinado al proceso de beneficio del café que es el que transforma el fruto mediante diversas técnicas para ser entregado a la comercialización final. Roya: Una de las enfermedades más comu-nes en los cafetos. Es causada por el hongo Hemileia vastatrix que infecta las hojas del árbol del café.Broca: Es una plaga causada en los cafetales por un insecto que se adhiere al fruto y lo consume. Gramíneas: Plantas que tienen tallos huecos divididos por nudos y flores en espigas.

Cuando el café llegó a Antioquia, el sistema de cultivo cambió y de las grandes extensiones sembradas por pocas familias en otros depar-tamentos, se pasó a pequeños sembrados de numerosos campesinos; es decir, del latifun-dio se pasó al minifundio, sistema propio de la colonización. Esta expansión de los cultivos de café en la región fue tan rápida como el declive de aquella primera bonanza del café del centro y oriente del país.

Las casas fueron construcciones ligeras con amplios corredores, balcones, habitaciones en galería unidas entre sí, una amplia cocina y un patio central.

Panóramica histórica de la Hacienda San Pedro.

Por lo general las casas cafeteras se edificaban en la parte más alta de la montaña

o parcela, con el propósito de divisar y así controlar el progreso de los cultivos de café

sembrados.

Con el tiempo estas casas empezaron a ser parte de un conjunto de estructuras útiles a las haciendas que generalmente se construían muy cerca de la vivienda principal como pesebreras, bodegas para el almacenamiento y lo más importante, el beneficiadero.

Espacio para secar café en casa cafetera La Valenzuela en el municipio antioqueño de Andes. Cortesía: Mateo Camargo Henao.

La arquitectura de las casas cafeteras se diferencia de una región a otra según las características. En zonas eminentemente dedicadas al cultivo, se levantaron hacien-das en grandes extensiones de tierra, con viviendas amplias y con los mejores siste-mas de producción en beneficiaderos bien estructurados, por lo general indepen-dientes a la casa principal. Es el caso de las haciendas cafeteras en los municipios del suroeste donde se encuentran las más grandes del país con una tradición que se remonta a la época de la colonización.

Sus diseños son autóctonos y se destacan por el acertado manejo y combinación de los

materiales propios de la región, los cuales se adaptan a las condiciones del clima y la

agreste topografía antioqueña.

La mayoría de estas casas tienen amplios corredores que bordean la vivienda para ejercer un control visual sobre el beneficiadero y los cultivos.

del grano, por lo general de dos, tres y hasta cuatro pisos, algunas veces reti-rada de la vivienda y otras cerca.

Existieron sin embargo muchos cam-pesinos que optaron por adecuar sus viviendas para llevar a cabo en ellas el proceso del beneficio del grano, sin te-ner que construir un edificio destinado para aquellos oficios. Es así como pue-den encontrarse casas cafeteras en las que, en el primer piso, estaba la zona privada en donde la familia habitaba y los pisos superiores, dos o tres, se adaptaron para las otras actividades relacionadas con el proceso.

Muchas de las haciendas cafeteras de la bonanza de finales del siglo XIX y principios del XX como la de la imagen en el departamento del Quindío,

fueron adecuadas como hostales y atractivos turísticos que promueven la cultura del café.

En ese entonces se contó con el empleo de nuevos materiales que eran abundantes en la región, como la guadua y la madera y un sistema constructivo como el bahareque y la tapia, más algunos elementos como la mampostería en piedra, el ladrillo y el adobe.

Entre los materiales que se trabajaron en-tonces fueron la teja de barro, los cielos falsos, los calados y un laborioso trabajo en carpintería y ebanistería. Otros elemen-tos tradicionales en este tipo de viviendas fueron la guadua de manera especial en la zona de Armenia, Manizales y el Viejo Cal-das. Perteneciente a las gramíneas, su cre-cimiento es más rápido que el de la madera y su eficiencia ha sido demostrada por su durabilidad y resistencia a los sismos, según lo ha demostrado la región del Eje Cafetero, en donde la guadua junto con el bahereque, se han comportado de manera excelente en los terremotos, en comparación con las modernas estructuras en concreto.

El suroeste antioqueño fue el punto de partida del posterior auge que tuvo el café en Colombia. Fredonia se convirtió en el centro cafetero del departamento y llegó a producir en 1888, 30 mil arrobas de café, cuando en ningún municipio antioqueño se producían más de 2 mil.

inclemente con ellos. Por esta misma época Eduardo Walker Robledo, otro pionero, sem-braba exitosamente una pequeña parcela ubicada en una zona aledaña a Manizales y años después, en el sur del Departamento, un santandereano de quien se desconoce su nombre, sembró diez mil cafetos.Pese a estos fallidos intentos de empezar a cultivar el café con fines comerciales, don Mariano Ospina Rodríguez descubrió la fertilidad de las tierras del suroeste para la mata que producía el grano y concluyó que esos suelos compuestos de humus y piedrecitas, eran los mejores para sembrar café.

Si quieres saber más...

Hacienda La Valenzuela en Andes. Cortesía: Mateo Camargo Henao.

Fredonia

Mapa de cosechas zona cafetera.Federación Nacional de Cafeteros.

Antioquia

Colombia

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Hoy circula La casa cafetera.Espera el miércoles 2 de mayo: Seminario de Misiones en el Municipio de Yarumal.

Reco

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Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

Casas cafeterasCasas cafeterasHerencia de una cultura

Las haciendas después de la bonanza

El café en Antioquia

Sistema constructivo

El encanto de sus cuentos

Generalidades:

Palabras nuevas

Puedes consultar en.

• El Gran Libro de Antioquia y Medellín, co-lección Mi Tierra de el periódico EL MUNDO.• Las Haciendas del café de Fernando Türk Pubiano y Luis Carlos Aljure, editado por Concasa en 1997.• El café en el desarrollo de Antioquia. Vi-sión histórica y acción gremial. Publicación de la Federación Nacional de Cafeteros, es-crito por Ricardo Aricapa.• Separatas de la colección Monumentos de Mi Tierra del periódico EL MUNDO del año 2000.• Te recomendamos visitar también en la región del suroeste varias de estas antiguas casas cafeteras que están abiertas al público para promover la cultura del café.

Ubicación: Haciendas cafeteras hay en el centro y el noroccidente del país, el mayor número se encuentran en la llamada “Zona cafetera” que comprende los departamen-tos de Antioquia, Caldas, Quindío, Risaralda y Tolima. En Antioquia, la región del su-roeste que comprende 24 municipios, es conocida como la zona de mayor produc-ción cafetera.Un ejemplo de una tradicional casa cafetera en el país es la de la hacienda San Pedro (la que armarás en la maqueta coleccionable), ubicada en el municipio de Fredonia, región cafetera por excelencia del suroeste antio-queño, aproximadamente a 58 kilómetros de Medellín. FECHA DE CONSTRUCCIÓN: Finales siglo XIX a principios del siglo XX.ÁREA CONSTRUIDA: 986 m2

ALTURA PROMEDIO: 5.10m ALTURA MÁXIMA: 8,70 m NIVELES: Tres. Generalmente el primer piso se edificaba de doble altura para destinar un amplio espacio al beneficiadero del café. DESCRIPCIÓN: El sistema de edificación uti-lizado en este tipo de viviendas construidas en la época se destacaba por la utilización de materiales como la guadua, la madera, el ba-hareque y la tapia, como elementos propios, a los que se le sumó el aporte español con la mampostería en piedra, ladrillo, adobe y el trabajo de herrería. Cuando llegó el auge del café, a comienzos del siglo XX, se le dio más importancia a los edificios dedicados al beneficio del grano. En-tre Ios materiales que se trabajaron entonces fueron la teja de barro, el cielo falso los cala-dos y la carpintería.

A finales del siglo XIX, el cultivo y la producción del café comenzaban su apogeo en tierras co-lonizadas en el suroeste antioqueño y el Viejo Caldas por familias campesinas que atraídas por la bonanza del grano, comenzaron a for-mar asentamientos que se constituyeron en grandes extensiones de tierra que hoy confor-man la zona cafetera del país.

La suerte de la bonanza ya había tocado tierras lejanas al departamento de Antioquia, en los Santanderes se había traído el grano proce-dente de Venezuela en 1830. Cuando el café entró al país, en la región del suroeste, se vivía lo que históricamente se ha denominado “la fase media” de la colonización antioqueña; los campesinos por su naturaleza de migrantes de otros territorios probaban la calidad de la tie-rra con otros cultivos menos exigentes como el maíz, el plátano, la yuca y el fríjol, lo que además les daba el sustento para sus familias mientras recogían su capital de reserva para la primera buena cosecha de café que tardaba unos cinco años después de su plantación.

La bonanza cafetera Reflejo de una cultura y de la economía del país

La casa adaptada al beneficiadero

La primera bonanza vivida en el país fue producto de los cultivos de los Santanderes y Cundinamarca. En 1898 ya estas cosechas del grano representaban el 50% de las exportaciones del país debido a que grandes extensiones de tierra se destinaron a la siembra con fines comerciales, iniciando toda una cultura cafetera que hoy todavía se conserva.

La siembra del café favoreció la reacti-vación económica de las regiones y di-namizó los pueblos que se engalanaron con la construcción de viviendas que se levantaron en medio del paisaje monta-ñoso de Antioquia. Aquel auge del grano generó riqueza entre los primeros campe-sinos que lo sembraron y con ello se fue tecnificando la producción. Así pues, las primeras cosechas se hicieron con mano de obra del mismo grupo familiar y el se-cado y el resto del proceso de producción era desarrollado en habitaciones, patio y corredores de la misma vivienda.

A comienzos del siglo XX, el café ya era el más importante producto de la vida económica del país, lo que des-pertó el interés de muchos hacendados en tecnificar su producción. Esto ge-neró a su vez la construcción de edi-ficios que cumplían con esta función, los llamados beneficiaderos que serían la estructura más importante dentro del conjunto arquitectónico. La distri-bución de la casa y su relación con el beneficiadero dependían de las posibi-lidades económicas de los hacendados o campesinos. De esta manera, quienes tenían grandes extensiones de tierra que destinaban al cultivo del café, lle-garon a construir una estructura sepa-rada de la casa, dedicada al beneficio

La bonanza cafetera que se vivió a finales del siglo XIX y durante más de 60 años en el siglo XX, provocó el surgimiento de cientos de ha-ciendas cafeteras a lo largo y ancho del país, pero muy especialmente en Antioquia y el llamado Viejo Caldas o Zona Cafetera, como quedaría bautizada. Sin embargo, hacia la dé-cada de los ochentas, con la llegada primero de la Roya y después de la Broca, sumada a la caída de los precios internacionales, fue disminuyendo aquella estabilidad de los ca-feteros, quienes se vieron en la necesidad de volver, como antaño, a integrar nuevos cul-tivos, a diversficarse e incluso, a adaptar sus haciendas cafeteras a ganaderas, para poder sostener su economía y la de la región. Fue cuando paralelo a los pequeños cul-tivos de café, que aún se conservan en buena parte de las haciendas, sus actuales propietarios están sembrando frutales, es-pecialmente cítricos y plátanos, así como pastizales destinados a la ganadería. A los antiguos beneficiaderos se les empezó a dar nuevos usos, primero por la reducción de los cultivos y segundo, por la tecnificación en el proceso de producción, economizando

insumos y agua y haciéndolos ambiental-mente más sostenibles. Como resultado de este proceso muchas haciendas fueron con-vertidas en hermosos hostales que acogen turistas nacionales e internacionales y dan a conocer la cultura del café.

Buena parte de las haciendas cafeteras que fueron construidas a finales del siglo XIX, se identifican por un esquema y un sistema de edificación que para la época fue novedoso. Los terrenos eran delimita-dos con muros de tapia, cercas de madera o vallados de piedra para ejercer dominio sobre la zona productiva.

De los primeros cultivos de café que se tienen noticia en Antioquia, fueron los establecidos en el municipio de Valdivia por los años de 1830, por iniciativa del inglés Tyrell Moore, quien había llegado al país a trabajar en las minas de Marmato. Pero las altas temperatu-ras no dejaron prosperar su plantación lo que significó un fracasado intento en incursionar en el negocio. Años después, en 1861, don José María Jara-millo, considerado como otro de los pioneros del cultivo del café con fines comerciales, llegó a sembrar en su finca de El Tablazo, muy cerca del municipio de Rionegro, dos mil cafetos. Pero de nuevo el clima arrasó

Son las historias que se tejieron a lo largo de los años en estas antiquísimas hacien-das, las que quedan para siempre en la me-moria y en el alma de quienes las aprecian y respetan por su significado o porque allí transcurrió la vida de varias generaciones de antioqueños que aún hoy perpetúan su cultura. Una de esas historias es la de la hacienda San Pedro a la que se llega por un sendero bordeado de frondosos y viejos eucalip-tos que adornan la entrada a la antigua casa cuya historia se remonta a 1872 y 1878 cuando los hermanos Eduardo y Ju-lián Vásquez compraron los terrenos y la construyeron. Considerada además como una de las haciendas pioneras en el culti-vo y producción de café, se cree que fue-ron los dueños del Banco Sucre, quienes tenían una flota mercante dedicada a la

exportación, los que iniciaron el cultivo del grano en estas tierras, cuando fueron sus propietarios, después de los Vásquez.

Hacia los años 30 del siglo XX, la hacienda fue vendida a una familia que la ha con-servado generación tras generación y que ha tratado de continuar también el cultivo del café, aunque hoy en día por sus amplios corredores se alcanza a sentir el aroma de productos distintos al grano. Entre las his-torias que se cuentan de esta vieja casa está la de las brujas y los espantos que siempre han rondado no sólo por estas tierras, sino en la imaginación y los relatos que los an-cianos van narrando a sus nietos y biznietos y que según dicen ellos, es lo que queda de aquella época de bonanza en la que nació la cultura cafetera que aún hoy sobrevive.

Latifundio: Finca agraria de gran extensión de tierra que pertenece a un mismo dueño.Minifundio: Terreno de cultivo de reducida extensión dedicado especialmente a una eco-nomía de subsistencia.Beneficiadero: Lugar destinado al proceso de beneficio del café que es el que transforma el fruto mediante diversas técnicas para ser entregado a la comercialización final. Roya: Una de las enfermedades más comu-nes en los cafetos. Es causada por el hongo Hemileia vastatrix que infecta las hojas del árbol del café.Broca: Es una plaga causada en los cafetales por un insecto que se adhiere al fruto y lo consume. Gramíneas: Plantas que tienen tallos huecos divididos por nudos y flores en espigas.

Cuando el café llegó a Antioquia, el sistema de cultivo cambió y de las grandes extensiones sembradas por pocas familias en otros depar-tamentos, se pasó a pequeños sembrados de numerosos campesinos; es decir, del latifun-dio se pasó al minifundio, sistema propio de la colonización. Esta expansión de los cultivos de café en la región fue tan rápida como el declive de aquella primera bonanza del café del centro y oriente del país.

Las casas fueron construcciones ligeras con amplios corredores, balcones, habitaciones en galería unidas entre sí, una amplia cocina y un patio central.

Panóramica histórica de la Hacienda San Pedro.

Por lo general las casas cafeteras se edificaban en la parte más alta de la montaña

o parcela, con el propósito de divisar y así controlar el progreso de los cultivos de café

sembrados.

Con el tiempo estas casas empezaron a ser parte de un conjunto de estructuras útiles a las haciendas que generalmente se construían muy cerca de la vivienda principal como pesebreras, bodegas para el almacenamiento y lo más importante, el beneficiadero.

Espacio para secar café en casa cafetera La Valenzuela en el municipio antioqueño de Andes. Cortesía: Mateo Camargo Henao.

La arquitectura de las casas cafeteras se diferencia de una región a otra según las características. En zonas eminentemente dedicadas al cultivo, se levantaron hacien-das en grandes extensiones de tierra, con viviendas amplias y con los mejores siste-mas de producción en beneficiaderos bien estructurados, por lo general indepen-dientes a la casa principal. Es el caso de las haciendas cafeteras en los municipios del suroeste donde se encuentran las más grandes del país con una tradición que se remonta a la época de la colonización.

Sus diseños son autóctonos y se destacan por el acertado manejo y combinación de los

materiales propios de la región, los cuales se adaptan a las condiciones del clima y la

agreste topografía antioqueña.

La mayoría de estas casas tienen amplios corredores que bordean la vivienda para ejercer un control visual sobre el beneficiadero y los cultivos.

del grano, por lo general de dos, tres y hasta cuatro pisos, algunas veces reti-rada de la vivienda y otras cerca.

Existieron sin embargo muchos cam-pesinos que optaron por adecuar sus viviendas para llevar a cabo en ellas el proceso del beneficio del grano, sin te-ner que construir un edificio destinado para aquellos oficios. Es así como pue-den encontrarse casas cafeteras en las que, en el primer piso, estaba la zona privada en donde la familia habitaba y los pisos superiores, dos o tres, se adaptaron para las otras actividades relacionadas con el proceso.

Muchas de las haciendas cafeteras de la bonanza de finales del siglo XIX y principios del XX como la de la imagen en el departamento del Quindío,

fueron adecuadas como hostales y atractivos turísticos que promueven la cultura del café.

En ese entonces se contó con el empleo de nuevos materiales que eran abundantes en la región, como la guadua y la madera y un sistema constructivo como el bahareque y la tapia, más algunos elementos como la mampostería en piedra, el ladrillo y el adobe.

Entre los materiales que se trabajaron en-tonces fueron la teja de barro, los cielos falsos, los calados y un laborioso trabajo en carpintería y ebanistería. Otros elemen-tos tradicionales en este tipo de viviendas fueron la guadua de manera especial en la zona de Armenia, Manizales y el Viejo Cal-das. Perteneciente a las gramíneas, su cre-cimiento es más rápido que el de la madera y su eficiencia ha sido demostrada por su durabilidad y resistencia a los sismos, según lo ha demostrado la región del Eje Cafetero, en donde la guadua junto con el bahereque, se han comportado de manera excelente en los terremotos, en comparación con las modernas estructuras en concreto.

El suroeste antioqueño fue el punto de partida del posterior auge que tuvo el café en Colombia. Fredonia se convirtió en el centro cafetero del departamento y llegó a producir en 1888, 30 mil arrobas de café, cuando en ningún municipio antioqueño se producían más de 2 mil.

inclemente con ellos. Por esta misma época Eduardo Walker Robledo, otro pionero, sem-braba exitosamente una pequeña parcela ubicada en una zona aledaña a Manizales y años después, en el sur del Departamento, un santandereano de quien se desconoce su nombre, sembró diez mil cafetos.Pese a estos fallidos intentos de empezar a cultivar el café con fines comerciales, don Mariano Ospina Rodríguez descubrió la fertilidad de las tierras del suroeste para la mata que producía el grano y concluyó que esos suelos compuestos de humus y piedrecitas, eran los mejores para sembrar café.

Si quieres saber más...

Hacienda La Valenzuela en Andes. Cortesía: Mateo Camargo Henao.

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Mapa de cosechas zona cafetera.Federación Nacional de Cafeteros.

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Seminario de MisionesExtranjerasSeminario de MisionesExtranjeras

Una realidad

Comienzala misión

Tres años de gesta

Formación para el servicio

Municipio de Yarumal

UBICACIÓN: Localizado a 122 kilómetros de Medellín, a la entrada del municipio de Yarumal, en la subregión Norte del depar-tamento. Se puede llegar por la Autopista Norte pasando por los municipios de Bello, Copacabana, Girardota, Don Matías y Santa Rosa de Osos.FECHA DE CONSTRUCCIÓN: 1928- 1952FECHA DE FUNDACIÓN: 29 de junio de 1927PROMOTOR: Monseñor Miguel Angel Builes.ESTRUCTURA: En concreto.NÚMERO DE PISOS: Tres en la primera es-tructura, con la adición de una segunda es-tructura se elevó a cuatro. DESCRIPCIÓN: La estructura principal del primer edificio que se construyó es

de tres pisos y planta en forma de H. En los bloques laterales se encuentran los salones de clase, las habitaciones de los aspirantes y un salón de descanso. En el primer piso están la cocina y el museo de Monseñor Builes. En el bloque del centro están la capilla, los museos de biología y el teatro. La torre cilíndrica es para la circulación vertical y la estructura cen-tral del edificio es en concreto armado. Detrás de esta estructura se construyó una segunda en el año 1952 para alber-gar a los novicios, cuya planta tiene for-ma de T y que en la actualidad se destina para alojar a los seminaristas que van a pasar su año espiritual.

Siendo muy joven y recién ordenado sacerdote, en el año de 1917, el entonces padre Miguel Ángel Builes fue comisionado por el Obispo de Santa Rosa de Osos, Monseñor Maximiliano Crespo, para que realizara una “misión diocesana” en la pa-rroquia del municipio de Valdivia, en el norte de Antioquia. Aquella misión consistía en la evangelización de comunida-des muy pobres, apartadas de las grandes poblaciones y que según él estaban abandonadas sin ley ni religión.

Extensas peregrinaciones por las riberas del Cauca y Nechí a lomo de mula fueron parte esencial de su ejercicio espi-ritual, experiencia que más tarde se convertiría en la base y argumento de quienes le encomendaron crear un seminario de misiones. Y así fue, después de pasar por las parroquias de poblaciones tan pequeñas como El Tigre (en ese enton-ces corregimiento de Amalfi, hoy de Vegachí); Santa Isabel (corregimiento de Remedios); Tierradentro (después llamado Aragón, corregimiento de Santa Rosa de Osos) y Remedios, en el año de 1924, el joven párroco fue nombrado Obispo de Santa Rosa de Osos, a la edad de 34 años, en reemplazo de Monseñor Crespo, quien fue trasladado a la Diócesis de Popayán.

Después de aquel encuentro en el Congreso Misional, en donde Monse-ñor Builes conoció a la madre Laura Montoya, se concentró en la misión que le habían encargado y acudió a los consejos de la madre que para entonces ya era considerada una de las más reconocidas misioneras de América.

Al año siguiente, en el mes de no-viembre de 1925, el nuncio apostó-lico Paolo Giobbe estuvo de visita en el país y en reunión con Monse-ñor Builes en la ciudad de Medellín, le reiteró el interés del papado de que se fundara un seminario mi-sionero, tomando como ejemplo a

Tres años después de aquel Con-greso Misionero, el 29 de junio de 1927, día de San Pedro y San Pablo, Monseñor Builes daba vida jurídica al Seminario de Misiones a través de un Decreto Episcopal que leyó en la misa mayor y en el que anuncio que el Seminario abriría sus puertas el 3 de julio y que se nombraba como Superior, Prefecto y Ecónomo al Presbítero Restrepo. En efecto, a las cinco de la tarde del domingo tres de julio siguiente, el Seminario de Misio-nes abrió sus puertas a cinco aspi-rantes en una casa de tapias, ven-tanales de madera y tejas de barro que habían tomado en arriendo en el pueblo mientras se adelantaban las primeras obras del nuevo edi-ficio, que de hecho, no empezaron sino un año después de aquella fe-cha de fundación.

Busto de Monseñor Builes en el templo principal del municipio de

Don Matías donde nació.

A los pocos días de su consagración y convertido ya en el más joven de los obispos del país, Monseñor Builes asistió al primer Congreso Misional que se realizaba en Bogotá y que era organizado por iniciativa del Nuncio Apostólico (repre-sentante del Papa Pío XI), donde una de las conclusiones fue la necesidad de crear colegios y seminarios que estuvieran al servicio de la evangelización. Desde entonces Monseñor Builes se convirtió en el gestor de este lugar que hoy alberga a aspirantes a servir en misiones de todo el mundo.

las Misioneras de la Madre Laura Montoya. En adelante, se sucedería un constante cruce epistolar entre la Madre y Monseñor, con quien adelantaría todas las gestiones para que el Seminario fuera una realidad.

Según reseña el historiador Orlando Montoya Moreno, en su libro: Ya-rumal, una ventana al pasado: “Fue la Madre Laura quien consintió que la fundación se hiciera en Yarumal, cuando una de las opciones era el municipio de Entrerríos; fue ella quien brindó asesoría y acompa-ñamiento permanente a monseñor Builes para lograr el objetivo y se convirtió en promotora y cofunda-dora; fue ella quien consiguió los primeros aspirantes...”.

Durante estos tres años, el padre Abigail Restrepo, sacerdote secular, quien se había convertido en uno

de los más fervientes impulsores de la obra y mano derecha de Monse-ñor, fue quien adelantó las labores de convocatoria y pregoneo del semina-rio. Según manifestó el mismo Mon-señor Builes en el Decreto Episcopal, por medio del cual fundaba el semi-nario, el entusiasmo que mostraron y el apoyo que dieron los habitantes de Yarumal fue decisivo a la hora de escoger el sitio en donde se llevaría a cabo la construcción del edificio.

La madre Laura Montoya Upequi, una de las primeras misioneras en América fue promotora del Seminario de Misiones en Yarumal.

Con los primeros dineros recogidos, el padre Abigail fue quien escogió

y compró el terreno en donde se construiría el seminario: una célebre

posada de arrieros que se llamaba “El Contento” propiedad de don Agapito

Juvenal Arboleda, situada a las afueras del municipio.

Al cabo de un año, de los cinco que habían iniciado, sólo uno se man-tenía en su decisión, mientras que nuevos jóvenes aspirantes llegaban a la casona del donde convivía el grupo de futuros seminaristas en compañía de sus maestros que, para entonces, sumaban 16 sacerdotes. En diciembre de 1932 los primeros ocho misioneros hicieron su Prome-sa Jurada de obediencia.

Las obras de construcción fueron adelantadas en buena parte, con mano de obra de los mismos semi-naristas, dada la pobreza en la que vivían, manejando de la mejor ma-nera los dineros que entraban por concepto de donaciones y que eran invertidos por Monseñor Builes en la compra de bonos de la carretera al mar y del Ferrocarril de Antioquia para capitalizarse.

Seminario en 1939.La construcción del edificio que se hizo por etapas duró varios años. Foto: Cortesía Misioneros Javerianos de Yarumal.

Hoy circula el Seminario de Misiones en el Municipio de Yarumal.Espera el miércoles 9 de mayo: el Pueblito Paisa.

Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO Edición: Omaira Martínez Cardona

Palabras nuevas

Si quieres saber más...

La expansión de la fe por el mundo Las anécdotas

Primero la capilla

• Se cuenta que fue el padre provincial de los Eudistas Mathurin Jehanno, uno de los confe-renciantes del Congreso al que asistió Mon-señor Builes, quien le encomendó la creación de un seminario en Colombia: “A usted le toca Monseñor acometer la obra; Antioquia es tie-rra de vocaciones y su señoría está muy joven y es muy misionero”.

• Otra anécdota que se tiene sobre el des-interesado apoyo de los habitantes del mu-nicipio a la obra es de una humilde viuda que cuando se anunció la buena noticia de la construcción del Seminario a los yaruma-litas, desde el púlpito de la iglesia ofrendó su única posesión para su realización: su anillo de bodas. En adelante, como ella, fueron mu-chas las donaciones que fervientes devotos hicieron para ver materializada la iniciativa del Seminario de Misiones.

El año de 1938 pasó a la historia del Semi-nario como uno de los más trascendentales por la realización de la primera Asamblea General que fue convocada por Monseñor Builes a principios de agosto, con el pro-pósito de estudiar las constituciones que habían sido estructuradas por los profeso-res del Seminario y que finalmente fueron aprobadas, lo que significó el inicio de la constitución jurídica y filosófica futura del Seminario de Misiones, entre las que esta-ban la opción por los pobres y la guía del Espíritu Santo por lo que desde entonces adquirió el nombre de “Misioneros Javeria-nos de Yarumal”.

El otro acontecimiento que marcó este año fue la ordenación de los primeros siete sa-cerdotes el 25 de septiembre con la reali-zación de un imponente desfile, la Sinfó-nica Departamental y el clero de todas las diócesis y obispos de todo el país estuvie-ron presentes en el acontecimiento. Tres meses después salió el primer grupo de misioneros, bajo la coordinación del padre Francisco Gallego, a las primeras misiones a la Costa Atlántica, en Simití, San Mar-tín de Loba, El Banco y Sabanalarga. En-tre 1938 y 1945, los primeros misioneros fueron enviados a ayudar a diócesis pobres como entrenamiento previo a la verdadera misión de evangelización y trabajo de mi-siones con las comunidades de afroameri-canos e indígenas.

Mientras se avanzaba en la preparación de los jóvenes misioneros y en su presencia por el mundo, el edificio del Seminario en Yarumal se fue terminando poco a poco. La capilla dedicada a la Inmaculada Con-cepción de María fue en 1948 una de las primeras instalaciones entregadas, obra del entonces padre Aníbal Muñoz Duque, quien era el Vice-Superior General de la Comunidad y Rector del Seminario desde 1938, quien años más tarde llegó a ser Ar-zobispo Primado de Colombia y Cardenal.

Sobre el Seminario de Misiones Extranjeras de Yarumal se puede visitar y conocer directa-mente la labor de formación que allí se realiza. Además puedes consultar en el sitio web de los Misioneros Javerianos de Yarumal www.yarumal.org o en la primera edición de la campaña Monumentos de Mi Tierra del perió-dico EL MUNDO de año 2000.

Agradecimientos: Padre Rabel Londoño V. Misioneros Javerianos de Yarumal.

El 15 de junio de 1945 la Santa Sede le entregó al Instituto la primera jurisdicción misionera, la Prefectura Apostólica de La-bateca, Norte Santander; siendo esta la responsabilidad más importante que recibía desde su fundación. Así el Vaticano fue en-comendándole a los Misioneros Javerianos de Yarumal mayores responsabilidades, hasta que en el año de 1960 se comienzan a dar las primeras conversaciones con la Santa Sede para emprender misiones fuera del país, concretamente para regiones en África. Diez años después salió un grupo de misioneros hacia Potosí, Bolivia. En adelan-te, la expansión continuaría por Ecuador, Venezuela, Perú, Panamá, Brasil y a partir de 1982, en el continente africano, en Ke-nia, Angola, Nairobi, Luanda, Malí, Costa de Marfil, Camerún y en el continente asiático, en Camboya y Filipinas.

Seis años más tarde, en 1954, con oca-sión de la celebración del centenario del Dogma de La Inmaculada Concepción, el 1 de noviembre se realizó la coronación

De esta edificación se destaca la obra artística del pintor santarrosano Salvador Arango quien plasmó en murales, las imágenes de la Inmaculada Concepción; la Santísima Trinidad; Santa Teresita, y San Francisco Javier.

canónica de la imagen de la patrona en la capilla del Seminario, concedida por Bula Pontificia de Pío XII. Para esta épo-ca ya se había terminado el edificio prin-cipal, cuya planta tiene forma de “H” que significa “Hijo”; el edificio del noviciado, de planta en “T” que significa “Santa Te-resita” y se tenía la maqueta lista para emprender la construcción del Semina-rio Menor que comenzaría a edificarse en terrenos aledaños al sur y cuya plan-ta tenía forma de M, aunque finalmente este edificio quedó inconcluso.

Las instalaciones del Seminario antes alcanzaban a albergar hasta 200 jóvenes

aspirantes, actualmente por falta de vocación, no llegan a 100 los que habitan

este claustro.

Así luce ahora el Seminario de Misiones de Yarumal que fue el primero en fundarse en Latinoamérica, el segundo en América y es el único en Suramérica. Desde el año 1982 sus seminaristas hacen presencia misional en América, África y Asia.

En lo más alto el edificio del Seminario de Misiones tiene inscrito en un

círculo las letras “SDHetG” que es la abreviatura en latín de la frase: “Sólo a

Dios el honor y la gloria”.

En la actualidad, en el Seminario de Misiones Extranjeras residen además de los seminaristas maestros, los aspirantes que permanecen durante un año de iniciación allí y luego pasan a la sede del Seminario en Medellín donde continúan su proceso de formación por dos años más para regresar a la sede de Yarumal a terminar con un año de espiritualidad al cabo del cual regresan a Medellín para estudiar teología durante cuatro años más hasta que inician su labor misional en otras regiones del país y del mundo.

• Seminario: Casa o centro de formación para adultos que de manera voluntaria y aceptados por las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Católica inician un proceso de estudios que los conduce al ministerio sacerdotal. Los seminarios pertene-cen jurídicamente a la diócesis de la jurisdicción donde estén localizados y bajo la autoridad del Obispo.

• Cruce epistolar: Intercambio de correspon-dencia.

• Bula episcopal: Decisión Papal.

Seminario en 1950.Foto: Cortesía Misioneros Javerianos de Yarumal.

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El Pueblito Paisa:El Pueblito Paisa:Atractivo mundial

UBICACIÓN: Esta situado en el municipio de Medellín, en la cima del Cerro Nutibara que se levanta en la margen occidental del río Medellín. Se puede acceder por el norte por la avenida 33, por el occidente por la ave-nida 65 con calle 30ª donde está la entrada principal y por el oriente por el puente que une la avenida Guayabal con la del Ferroca-rril. Es uno de los principales atractivos tu-rísticos de la ciudad desde su construcción porque es una réplica de los típicos pueblos antioqueños.FECHA DE CONSTRUCCIÓN: Entre 1976 y 1978. Con motivo de la celebración de los 30 años de inaugurado en 2008, se reali-zaron trabajos de restauración, actualiza-ción y reforma de algunos espacios para ampliarlos y acoger mayor cantidad de visitantes.FECHA DE INAUGURACIÓN: Marzo de 1978PROPIEDAD: Municipio de Medellín desde 1927 PROMOTOR: Pedro Javier Soto Sierra.

Según los datos de la administración del Cerro Nutibara en los distintos espacios que lo integran entre ellos el Pueblito Paisa, cada año lo visitan más de un millón 24 mil personas.

Arquitecto: Julián Sierra Mejía. ESTRUCTURA: La edificación original se construyó con muros de tapia pisada, pisos en ladrillo, cubierta en madera, esterilla de cañabrava; chambranas interiores y exte-riores, así como ventanas y puertas son en madera.DESCRIPCIÓN: La estructura inicial com-prende la representación de un marco de

la plaza de un típico pueblo antioqueño de comienzos del siglo XX que tenía una igle-sia que sobresale sobre los tejados de barro de las casas de arquitectura colonial de una y dos plantas entre las que se incluyen: la casa cural, la Alcaldía, la escuela, la barbería, la fonda, la tienda, la casa típica y las demás viviendas que complementan la plaza em-pedrada.

En la cima de uno de los cerros rodeados por la ciudad y con una de las vistas pa-norámicas privilegiadas de Medellín, se erige este lugar que se ha convertido en visita obligada de turistas nacionales y extranjeros. Inspirado en los típicos pue-blos que se encuentran como incrusta-dos en los valles y montañas de la agres-te topografía antioqueña, aparece este paisaje similar a una estampa en la que se destacan los colores y una serie de pequeñas edificaciones con tejados de barro que caen en aleros sobre balcones y aceras que miran hacia la plaza. Una réplica que fue pensada para despertar la memoria y hacer un homenaje a la cultura paisa, a sus arraigos y pujanza.

Desde que se construyó en el año de 1978, el Pueblito Paisa se convirtió en centro de atracción no solo por ser una alegoría a los municipios sino también porque hizo parte de la transformación del Cerro Nutibara que dinamizó la vida de la ciudad, ofreciendo un nuevo lugar de entretenimiento que además es sím-bolo de Antioquia.

Tradición de la cultura paisa

Antes del Pueblito,un matadero público...

Comienzala transformación

El nombre de Pueblito Paisa fue el que finalmente se le dio después de estudiar otras opciones como: Pueblito Viejo, San Lorenzo de Aburrá, Pueblito típico y Pueblito en Flor.

Según los registros históricos más remotos que se tienen sobre el Ce-rro Nutibara, en tiempos de la colonia el terreno que hoy es de 33.3 hectáreas y está a 80 metros de altura de la ciudad, era propiedad de una señora llamada Marcela de La Parra y precisamente con su nom-bre se identificaba el cerro: “el morro de Marcela de La Parra”, hasta que una familia de apellido Cadavid, pasó a ser la nueva propietaria, cambiando el nombre por: “El Morro de Los Cadavides”. Así se le cono-ció hasta que el municipio lo compró en 1927, a la sociedad del Mata-dero Público y Feria de Medellín por $50.000. En 1929 la Sociedad de Mejoras Públicas le insinuó al Concejo de la ciudad hacer el cambio en el nombre para hacerlo menos privado y más público, pero que a la vez, se identificara con la región. Aunque la primera iniciativa para el cambio fue abrir un concurso, finalmente el nombre fue escogido por los miembros de la junta entre varios que se habían propuesto: Cerro Nutibara, Cerro de los Alcácerez, Cerro Aburraes, Cerro de Ayacucho y Cerro de Bárbula. Con el nuevo nombre se quiso hacer un homenaje al más rico y pode-roso de los Caciques Katíos, cuyos dominios se extendían por casi todo el occidente, desde la Sierra de Abibe hasta el río Cauca, reconocimiento que por ese entonces hacía la Academia Antioqueña de Historia en sus trabajos de investigación.

Panorámica del Cerro Nutibara.

En honor al nombre del Cacique Nutibara, en el Puelito Paisa hay una escultura elaborada por el artista antioqueño José Horacio Betancur del

cacique acompañado por una guerrera y un puma a los pies, como símbolo de su valentía y poder. Esta escultura reemplazó en 1986 la que originalmente

estaba: la Madremonte, del mismo escultor, que hoy está en el Jardín Botánico.

Después de que se hizo el cambio de nombre en 1930, el Municipio autorizó a la Sociedad de Mejoras Públi-cas para que trabajara en la elaboración de diseños y planos para la construcción de un parque recreativo en el cerro, propuesta que debía ser presentada y aproba-da por el Concejo. Luego, en 1939 se aprobó el plano “Nutibara Futuro”, que incluía el trazado y construcción de carreteras internas y externas para facilitar el acce-so, glorietas, kioscos, siembra de variedades de árboles, parqueadero, lago, cascadas, puentes rústicos, senderos peatonales, miradores y un restaurante en su cima. Fue así como en agosto de ese año ya se habían sembrado los primeros 510 árboles. En este año también se em-prendió la construcción de la primera carretera que se convirtió en la principal, cuya entrada se hizo por la ca-lle 30A, vía que fue iluminada por la Empresa de Energía Eléctrica en el año de 1955.

En 1951, el municipio decidió entregarle el cerro en comodato a la Sociedad de Mejoras Públicas que en adelante se encargaría de la administración y la construcción de un parque o paseo público, pero el contrato fue cancelado en 1967 porque después de tantos años no se había construido la obra. Desde ese año el cerro ha sido manejado por el municipio de Medellín.

Pueblito Paisa en 1979.

Toldos en el Pueblito Paisa. 1983

Hoy circula el Pueblito Paisa.Espera el miércoles 16 de mayo: la Casa Consistorial del Municipio Santa Fe de Antioquia.

Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO. Edición: Omaira Martínez Cardona.

Nace la idea del pueblito

30 años años para embellecerlo más

Se hace realidadcon el apoyo de todos

Como toda obra monumental, el Pueblito Paisa tuvo también un antecedente que marcó su inspiración y que ocurrió en 1969 cuando la Fábrica de Licores de Antioquia realizó una exposición de flores a la que llamó “Pueblito en flor”. Su escenografía se basó en la construcción de una réplica de pueblo antioqueño, con calles y plaza principal, en el que se expusieron las flo-res de la temporada. En un comienzo, las autoridades pensaron en comprar aquella escenografía que había sido realizada por el club de jardinería, sin embargo, la in-consistencia de los materiales porque ha-bían sido sólo fachadas falsamente unidas, no permitió concretar ningún negocio. Sin embargo, la idea ya estaba y en adelante los esfuerzos estuvieron encaminados a su realización. Al cabo de dos años el muni-cipio sacó a licitación la elaboración de los planos para la construcción de una réplica de pueblo en la cima del cerro Nutibara, concurso que fue declarado desierto en dos oportunidades.

Luego, en 1974, se procedió con la construcción del restaurante-Mirador, sitio en donde actualmente funciona el restaurante en el primer piso y la galería en el segundo. Una vez terminadas las obras, el Mirador le fue entregado a un particular en calidad de arrendamien-to con la condición de que adelantara, entre otras, las obras del típico pueblo antioqueño. Al año siguiente, con mo-tivo de la celebración del tricentenario de Medellín, el entonces Gerente Gene-ral del Instituto de Crédito Territorial,

Pedro Javier Soto Sierra, le transmitió la iniciativa al arquitecto Julián Sierra Mejía, quien en adelante se apropió del proyecto y lo concretó con unos planos y diseños que fueron trabajados de la mano con Planeación y la Junta de Edu-cación, Cultura y Recreación del muni-cipio. Entre las primeras cosas que se acordaron fue la de dividir el proyecto en dos zonas: una urbana y otra rural.

El señor Soto Sierra, quien a la vez ha-cía parte de las Juntas Directivas del Sena y Ban-co Central Hipotecar io , impulsó la f inanciación de la parte urbana del proyecto re-c o g i e n d o $1 .500 .000 , que fueron

aportados por estas tres instituciones, mientras que el particular que tenía en arriendo el Mirador, se encargaría de la zona rural, que abarcaba la cons-trucción de la continuación de la “calle Real”, la tienda caminera con su corres-pondiente trastienda y cocina típica, un trapiche, un establo y una herrería, las que serían destinadas a la venta de comida típica, complementada con un cafetal, cañaduzal y platanal. Sin em-bargo, el particular nunca cumplió con las condiciones del contrato sobre las obras que debía realizar, frustrando esta parte del proyecto y después de enfrentar un largo proceso jurídico, la administración recuperó el control so-bre el cerro en el mes de abril de 1978.

Después de aprobados los planos, elabo-rados por el arquitecto Julián Sierra Mejía en abril de 1976, se procedió con las obras que estuvieron a cargo del Departamento Técnico de Turantioquia y del Municipio de Medellín. Iniciados los trabajos, empresas privadas entraron a refinanciar el proyecto, debido entre otras cosas, a que el presu-puesto planteado se había quedado corto.

Para ese entonces muchos de los habitantes del antiguo municipio de El Peñol, demolían sus viviendas para dar paso a la represa. Así que el arquitecto Sierra se desplazaba hasta el pueblo para adquirir aquellos materiales de demolición y saldos como puertas, venta-nas y chambranas. Igual destino corrieron los materiales y buena parte de los enseres de la antigua casa de Ejercicios Espirituales del San Vicente, ubicada entre la Avenida Oriental y la carrera Chile y las calles Barbacoas y Argenti-na, demolida también entre 1976 y 1977.

La puerta de acceso a la iglesia del Pueblito Paisa, era la puerta de entrada de la Casa de San Vicente, lo mismo que el altar en madera, objetos que databan de los años veinte aproximadamente.

Los pupitres de La Escuela y la cama que hay en la Casa Cural, datan de finales del siglo XIX y comienzos del XX, igual que las sillas de la barbería, los cuadros y los implementos de la cocina.

Después de una inversión total de $2.100.000, el 3 de marzo de 1978, el Pueblito Paisa fue

inaugurado y entregado a la ciudadanía por el alcalde de entonces, Guillermo Hincapié Orozco y

la Dirección de Fomento y Turismo de la ciudad.

Con el paso de los años sin embargo, tanto las administraciones municipales como algunas empresas privadas, han estado interviniendo el Cerro con el fin de hacerlo más cómodo a los visitantes y lograr así una mayor apropiación de parte de los antioqueños por uno de los más importantes pulmones del Valle de Aburrá.

En 1985 el periódico EL MUNDO y la cade-na radial Caracol, se unieron para regalarle al Cerro la señalización de los espacios más im-portantes con vallas en acero inoxidable. Así mismo, en ese mismo año, se le encomendó a la artista María Villa, la realización del Via-crucis para el Templo, obra que fue entregada a comienzos de 1986 y que se exhibe al lado de las pinturas del Corazón de Jesús y San-ta Teresa, también de la maestra, fallecida en Medellín en 1991.

También fue en 1986 cuando se construyeron dos nuevos senderos peatonales, uno para as-cender al cerro desde la entrada de la calle 30A y otro que va desde la escultura del Cacique Nutibara, hasta el teatro Carlos Vieco.

Con motivo de los 30 años de inauguración del pueblito paisa en el 2008 se realizaron trabajos de remodelación y readecuación de espacios como los parqueaderos y la zona de comidas.

En mayo de 2009 el Alcalde de la ciudad firmó la Resolución 511 por medio de la cual se de-clara, reserva y alindera el Área de Recreación Urbana Parque Ecológico Cerro Nutibara.

Aunque la e s t r u c t u r a portante de la iglesia y las casas no deja de ser la répli-ca de un pue-blo antioque-ño de 1900, su creador, el arquitecto Sierra quiso imprimirle un toque de rea-lismo, adqui-

riendo materiales de construcción y objetos que databan de esa época.

Palabras nuevas

Los otros espaciosTambién se inauguró en 1984 el Teatro

al Aire Libre Carlos Vieco, ubicado en la ladera norte del cerro que tiene una

concha acústica con capacidad para 3.800 espectadores y que es actualmente

escenario de eventos culturales en la ciudad.

Foto: obra sin título de Carlos Rojas. Técnica: Concreto y acero pintado.

El Parque de las Esculturas también en el Cerro Nutibara fue iniciativa del gobierno de Belisaro Betancur con el propósito de convertir el cerro en un centro cultural. El parque expone las expresiones escultóricas más representativas de la ciudad en la década de los 80 con 10 esculturas.

Foto: Festival Altavoz en el Teatro Carlos Vieco .

• Alegoría: representación simbólica • Cañaduzal: cultivo de caña.• Chambrana: Adorno que rodea las puer-tas, ventanas o chimeneas.

Si quieres saber más de la historia del Pueblito Paisa, visítalo para que veas algunas de las cosas que has leído aquí sobre este simbólico lugar de la ciudad.

También puedes consultar en los textos:

• Monografía del Cerro Nutibara. Oficina de Turismo de Medellín. • Sociedad de Mejoras Públicas de Mede-llín, cien años haciendo ciudad de Rodrigo García Estrada.• Primera edición campaña Monumentos de Mi Tierra. Periódico EL MUNDO. Año 2000.

Mirador Pueblito Paisa.

Pueblito Paisa en 1979.

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Casa Consistorial en Santa Fe de Antioquia:Casa Consistorial en

Santa Fe de Antioquia:la mejor del reino

UBICACIÓN: Situada en la subregión del Occidente antioqueño en el marco de la plaza principal del municipio de Santa Fe de Antioquia, exactamente en la esquina de la carrera 9 con la calle 9, a poco más de 70 kilómetros de distancia de Medellín.PERIODO DE CONSTRUCCIÓN: 1787-1797ÁREA TOTAL DE CONSTRUCCIÓN: 1.632.68 m2

PROMOTOR: Oidor Juan Antonio Mon y Ve-lardeCONSTRUCTORES: Maestros, peones, reos y esclavos. NÚMERO DE PISOS: Dos. ESTRUCTURA: La edificación original se le-vantó sobre cimientos en piedra colocada más mezcla real, los muros del primer nivel

son en piedra e hiladas de ladrillo y el se-gundo nivel en tapia pisada. La cubierta es en teja de barro, las vigas en madera y los pisos en tablón de ladrillo.DESCRIPCIÓN: Es llamada actualmente el Palacio Consistorial Mon y Velarde, des-pués de las adiciones y transformaciones en más de 200 años de fundada y de la última restauración realizada por la Fun-dación Ferrocarril de Antioquia, ahora luce parecida a la edificación original, se le qui-tó la fachada Republicana y el revoque con el fin de dejarte la piedra expuesta. Se le construyeron nueva portada y balcones similares al estilo español de las antiguas casonas cartageneras.

Esta edificación que desde su última restauración en 1999 sirve de sede a la Alcaldía del municipio. Es de las escasas construcciones

de dos niveles del siglo XVIII que se preservan en Antioquia.

GENERALIDADES

Mucho tiempo antes de que el Oidor Juan Antonio Mon y Velarde ordenara la construcción de la Casa de Cabildo en Santa Fe de Antioquia a finales del siglo XVIII, entonces capital de la provincia, se venía discu-tiendo entre los funcionarios públicos (gobernadores de la provincia y cabildantes), la necesidad de tener un sitio en donde realizar sus reuniones de manera privada. En aquella época las reuniones se realizaban en las ca-sas de los mismos gobernadores de provincia, quienes cansados de esta situación se quejaron ante la Real Audiencia de Santa Fe (actualmente Bogotá). Entre los argumentos que dieron estaba el del peligro que co-rrían los archivos por su constante traslado. En vista de las quejas, la Real Audiencia dispuso que se man-dara a construir una casa para el Cabildo con los re-cursos propios de la ciudad y que mientras se realiza-ba la construcción, se alquilara dos salones en donde funcionarían la Sala Capitular, el juzgado y el archivo. Sin embargo, los gobernantes no pudieron cumplir con aquella disposición puesto que nunca encontraron un sitio adecuado para cumplir con las actividades de gobierno. Esta situación se mantuvo hasta la visita del Oidor Juan Antonio Mon y Velarde, en el año de 1786, quien viendo el desorden de la administración públi-

ca, ordenó, entre otras acciones, la construcción de una casa para el Cabildo.

Los antecedentes

Por estar en el corazón del centro histórico y por su valor arquitectónico, documental y contextual, esta edificación está protegida por la declaratoria de Monumento Nacional desde 1959.

Foto: casaconsistorial.banrepcultural.org

Las obras se iniciaron en 1787 y fueron adelantadas por un maestro carpintero a quien le correspondió la labor de coordinar el trabajo de los reos, algunos de ellos esclavos, quienes aportaron la mano de obra a cambio de la dis-minución de sus penas e incluso hubo algunos a quienes se les conmutó la pena de muerte por cadena perpetua, beneficio que les fue concedido después de evaluar las dis-tintas habilidades que tenían para estos oficios.

Construida por los reos

En los documentos históricos sobre la casa reposa un dibujo inicial de la fachada de 1797.

Según escribió el mismo Visitador Juan Antonio Mon y Velarde para la construcción de la Casa del Cabildo se invirtieron 25 mil castellanos de oro, 6 mil de ellos provenientes de los fondos propios de la ciudad y el resto por concepto de lo que él llamó "ciertas eco-nomías" que consistieron básicamente en el regateo en la compra de materiales, bien fuera por efectivo o por especie. El Oidor se destacó porque incentivó y adelantó nu-merosas obras públicas que no habrían sido posibles sin los gravámenes que impuso a los habitantes de la ciudad. Los trabajos sólo se podían adelantar en tiempos de verano y de no cosecha, ya que la lluvia hacía imposi-ble el transporte de materiales.

Financiadacon impuestos

Así lucía el corredor en

el primer piso donde

funcionaba la cárcel cuando

se iniciaron los últimos trabajos de restauración

en 1990 y el penal se trasladó.

Pese a que se había dejado la casa terminada en su totalidad, en 1797 el recién nombrado Gobernador de la provincia de Santa Fe de Antioquia, Víctor de Salcedo y Somo de Villa, la consideró indigna para hospedarse en ella cuando llegó a posesionarse del cargo. La austeridad de la edificación y la modestia de su ornamentación y decoración le parecieron ofensivas y a los pocos días de haber llegado, le envió una comunicación al Virrey José de Espeleta quejándose por la situación en que se encontraba debido a que al negarse a habitar la casa capitular, él y su familia se encontraban vi-viendo en la casa de un vecino. Por esos mismos días reunió entonces a toda la Real Sala Capitular, incluyendo a los cabildantes; con el fin de solici-tarles autorización para hacerle a la casa algunas mejoras, incluyendo la compra de otra casa de paja contigua -por la calle 9- para ampliar la cárcel de mujeres en el primer piso y construir en el segundo la residencia para él y su familia. Algunos funcionarios que se manifestaron en franca o oposi-ción al intento por reformar el edificio y procurando detener las obras que ya habían empezado, enviaron una comunica-ción al Virrey exponiendo un listado de argumentos en contra de la controvertida intervención. Al mes siguiente se ordenó al Gobernador la suspensión de los trabajos y la restitución de las salas que había ocupado, ante lo cual De Salceda insistió en que lo dejaran terminar pues las obras iban muy adelantadas y salía más costoso tumbar y rehacer, que terminar lo iniciado. Al Fiscal no le gustó la actitud del Gobernador, por lo que su-girió al Virrey que se le multara obligándolo a pagar, de su pro-pio bolsillo, lo invertido hasta ese momento y lo que se debía invertir para dejar la casa tal y como la había encontrado. Finalmente y después de muchas discusiones, la edificación quedó con las reformas impuestas por De Salceda quien asumió la sanción.

Una lección de humildad

De las reformas que se le hicieron a la casa en más de 200 años, se le dejó la

portada de ladrillo, construida en 1963 con motivo del

sesquicentanario de la independencia.

Hoy circula la Casa Consistorial del Municipio de Santa Fe de Antioquia.Espera el miércoles 23 de mayo: Nuestra Señora de las Mercedes.

Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO. Edición: Omaira Martínez Cardona.

Oidor: Denominación que se daba a los jue-ces miembros de las Reales Audiencias que se convirtieron en los máximos órganos de jus-ticia dentro del reino español y sus colonias. Conmutar: sustituir castigos o penas im-

puestas por otros menos graves. Regateo: solicitud de rebaja en el costo de

un artículo o servicio. Sesquicentenario: 150 años.

Cincuenta años después, cuando llegó José Justo Pabón como gobernador de la pro-vincia en el año de 1852, entre las nume-rosas obras civiles que adelantó durante su mandato, estuvo la de modernizar la vieja Casa del Cabildo. Para todos aquellos tra-bajos contrató los servicios del ingeniero alemán Enrique Haeüsler, quien fue el au-tor de la transformación de la edificación que pasó de la estructura original a un es-tilo más republicano.Entre los cambios más importantes que se le hicieron a la antigua casa, se eliminaron las habitaciones del tercer piso, construido en tapia, las del primer piso que daban a la plaza principal, de la capilla que estaba ubicada en la nave lateral (hacia la calle 9) y el reemplazo de toda la cubierta. Sin embargo, la mayor modificación que se llevó a cabo fue en la fachada, a la que se le suprimieron los dos largos balcones y el pequeño balcón volado que tenía la habi-tación central y a cambio se levantó una fachada que revestía la anterior. Estas re-formas fueron costeadas por las rentas de la provincia y no fueron pocas las críticas en su contra que se generaron entonces. Para el año de 1937 el Concejo, con moti-vo de la celebración del cuarto centenario de la ciudad y disponiendo de un auxilio otorgado por el gobierno nacional por tal motivo, acordó construir una semifachada y un andén a la Casa Consistorial, entre va-

De paso por el republicano

rias obras más que se realizaron en el año de 1938.

La casa permaneció con la fachada al estilo propio del período Republicano por cerca de 110 años, hasta el año de 1963,

cuando se destinó la suma de $80.000 para devolverle su apariencia original con

ladrillo a la vista.

Con una nueva intervención se le devolvie-ron los balcones dispuestos de manera di-ferente, imitando más el estilo de las casas coloniales cartageneras que los propuestos por su inicial promotor.

Antes de adelantar las últimas obras de restauración, se hizo análisis de suelos, de fundaciones, exploraciones en los muros, investigaciones históricas que reseñaron no sólo el pasado de la casa, sino el estilo propio de la arquitectura de la época. Las primeras obras que se adelantaron en el proceso de restauración que tardó nueve años, debido fundamentalmente a la escasez de recursos y a la demora en el traslado de la cárcel, fueron eliminar las adiciones que se le habían hecho en el transcurso de los años, como baños, sub-división de oficinas, cielos rasos y cance-les en madera que cubrían los corredores del segundo nivel. En su intervención se pretendió rescatar su tipología colonial y perpetuar la casa como sitio de gobierno y referencia de la comunidad, para que pudiera funcionar la Alcaldía, las oficinas adscritas y el salón del Concejo.

Terminan las reformas

Finalmente, en 1999 se reinauguró y fue entregada a la Administración. La

apariencia actual es la más cercana a la original y es considerada como uno de los mejores trabajos en el campo de la

restauración y fue seleccionado entre los finalistas en la XVII Bienal Colombiana de

Arquitectura en el año 2000.

En el año de 1990 el alcalde del municipio decidió destinar una partida presupuestal para adelantar su restauración, trabajo que encargó a la Fundación Ferrocarril de Antioquia. En la imagen se ve la casa en su interior antes de iniciar los últimos trabajos de restauración que se demoraron entre otras razones por el traslado de la cárcel que hasta esa época funcionó allí.

Obras de restauración en 1995 realizadas por la Fundación Ferrocarril de Antioquia.

Las construcciones, tanto de viviendas como de edificios oficiales en Santa Fe de Antioquia son de las pocas en el país que más conservan su arquitectura original, gracias entre otras cosas, al temprano traslado de la sede del máximo gobierno de Antioquia para Medellín en el año de 1826.Desde 1959 el gobierno nacional quiso a tra-vés de la Ley 163, proteger los Monumentos Nacionales de Colombia, incluyendo algunos municipios que en el área de su perímetro ur-bano como Santa Fe de Antioquia, se desta-caron por las edificaciones arquitectónicas de gran valor histórico y contextual en el siglo XVIII. Este conjunto de edificaciones construi-do en tiempos de La Colonia son una adapta-ción del modelo español, a las necesidades y materiales de la región, en las que primaron las normas impartidas por la Corona Española.

Centro HistóricoMonumental Nacional

Sobre la Casa Consistorial, vale la pena visi-tarla. La casa está al servicio de la comunidad y es modelo didáctico para la recuperación y puesta en valor de edificaciones patrimoniales en los diferentes municipios del departamen-to.

También puedes consultar en:• Investigación histórica Casa Consistorial

Santa Fe de Antioquia. Gloria Luna Rivillas y Claudia Avendaño Vásquez. Archivo de la Fun-dación Ferrocarril de Antioquia.

• Primera edición campaña Monumentos de Mi Tierra. Periódico EL MUNDO, año 2000.Agradecimientos al doctor Álvaro Sierra Jones. Director Fundación Ferrocarril de Antioquia por información y fotografías.

Para conocer más...

Palabras nuevas:

A pesar de las diferentes reformas, la Casa de Cabildo es la más antigua del

Departamento, de arquitectura sobria y sin mayor ornamentación. Así luce la vista

interior de los corredores después de la última restauración.

Juan Antonio Mon y Velarde es uno de los personajes más recordados y más contro-vertidos de la historia de la Colonia por sus drásticas medidas en contra de los primeros "revolucionarios", que se oponían a la corona española, pero a la vez, por lo efectivo de sus decisiones a favor del desarrollo del Depar-tamento, lo que le ganó el calificativo de "El Regenerador de Antioquia". Nació en el año de 1747 en una población llamada Mon, en Astu-rias, España. En 1785, a petición del Gobernador de la Provincia de Antioquia Francisco Silvestre, la Real Audiencia envió a don Juan Antonio Mon y Velarde, quien en adelante gobernó desde su cargo de Oidor y Visitador. Además ade-lantó reformas legislativas y or-ganizó la administración pública

a partir de varias ordenanzas para gobernar debidamente a las poblaciones. Para generar recursos en el erario, impuso las rentas al aguardiente, al degüello y al tabaco, lo que trajo bonanza para invertir en obras civiles. A él se debe la posterior creación de la Dió-cesis de Antioquia, la construcción de nume-rosas edificaciones destinadas al funciona-miento de la Administración, entre esas la

Casa Consistorial, fomentó la mi-nería, la agricultura, el comercio, la fundación de nuevas poblacio-nes y la construcción de caminos. Entre las nuevas poblaciones que impulsó en Antioquia están: San Luis y Góngora (Yarumal), Caroli-na, San Carlos,Amagá y San Anto-nio del Infante (DonMatías).

El Promotor

Foto: www.banrepcultural.org

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Jaramillo Tobón y el entonces párroco Pompilio Gallego Arboleda.ARQUITECTO: Luis David Vásquez Abella.INGENIERO: Guillermo González Zuleta.EXTENSIÓN TOTAL: 2.772 m2

ALTURA DE LA CÚPULA: 42 m.ALTURA DE LAS TORRES: 40 m.NÚMERO DE COLUMNAS: 96ESTILO: El arquitecto lo definió como “Ro-

mánico Moderno”.DESCRIPCIÓN: Aunque Jericó es uno de los municipios antioqueños que más iglesias tiene, la Catedral es la obra más monumental y el templo principal de la Diócesis. Después de inaugurada, quedó disponible la cripta pa-rroquial con un espacio de 2.000 m2, espacio en el que fue inaugurado el 17 de diciembre de 1976, el Museo de Arte Religioso.

Catedral NuestraSeñora de Las Mercedes

Catedral NuestraSeñora de Las Mercedes

Municipio de Jericó

Jericó

Antioquia

Su imponente estructura tiene un altar de piedra maciza sólida y doce enormes

columnas, símbolo de los doce apóstoles. En 66 metros de profundidad y 24 metros de ancho se utilizaron entre otros materiales:

300.000 ladrillos, 52 mil tejas, 19.450 bultos de cemento, 300 toneladas de hierro.

UBICACIÓN: Está en el municipio de Jericó, en la región del suroeste antioqueño, a 117 kilómetros de Medellín, accediendo por la vía que lleva a Fredonia y luego pasa por Puente Iglesias.PERÍODO DE CONSTRUCCIÓN: En el año de 1946 se realizó la demolición de la antigua catedral, entre 1949 y 1953, se construyó la cripta en donde actualmente queda el Mu-seo de Arte Religioso. Entre 1959 y 1969 se adelantó la construcción de la catedral.PROMOTORES: Monseñor Antonio José

Antes de que se erigiera la actual catedral de Jericó, se levantaron en ese mismo espacio tres edificaciones religiosas en donde los fieles cele-braron sus oficios y los padres ejercieron su labor pastoral desde mediados del siglo XIX. La primera fue una capilla pajiza y de piso en tie-rra, que estuvo entre los años de 1848 y 1853, obra del párroco de Caramanta, presbítero Telés-foro Montoya. Esta edificación se demolió para darle paso a una capilla de tapia y teja de barro que permaneció en pie por veinte años, período durante el cual se erigió canónicamente la parro-quia de Jericó el 21 de diciembre de 1851.

En ese momento se pensó en levantar un templo mucho más grande y más suntuoso que estuviera de acuerdo, no sólo con el crecimiento del poblado, sino con la dignidad que le había sido otorgada. Fue entonces cuando se inició la construcción de un nuevo templo en el año de 1873, siendo Obispo de Antioquia, Monseñor Juan Nepomuceno Rueda. Aunque las obras se terminaron en el año de 1893, ésta no fue consagrada por eI Obispo y por con-siguiente, inaugurada, sino hasta el año de 1921.Sin embargo, esta edificación empezó muy pron-to a presentar fallas estructurales que fueron atendidas con amarres y refuerzos hacia el año de 1937, e incluso en el año de 1942, se le hizo una remodelación con ocasión de la consagración del Obispo de la Diócesis, Monseñor Antonio José

Los antecedentes

Hoy en día la catedral es motivo de orgullo de los jericoanos, pues sin su ayuda y aportes no se hubiera podido edificar.

Jaramillo Tobón. Se pintaron los muros, se deco-ró toda la iglesia y se contrató al artista español José Claro, para que pintara las doce estaciones. De este tiempo data la realización de los frescos que había en la cúpula. Los daños continuaron y las grietas, que se hacían más grandes, evidenciaron un desnivel en el terre-no provocando ocasionales desplomes de algunas de sus piezas, lo que empezó a preocupar a Mon-señor Jaramillo Tobón, quien pidió el concepto a varios geólogos e ingenieros en el año de 1945. Sin embargo, ante las distintas opiniones de los profesionales, decidió acudir al gobierno nacio-nal, que a la vez, a través del Ministerio de Obras Públicas, envió una comisión conformada por va-rios ingenieros que finalmente recomendaron la demolición. Aunque esta no era una imposición, Monseñor definió que lo mejor era tumbarla y no arriesgar, no sólo la vida de los feligreses que la visitaban, sino la de los vecinos a la construcción.

Fue Monseñor Antonio José Jaramillo quien tuvo que decidir si demolía o no la antigua catedral cuando

ejercía como Obispo de Jericó. Después de tener que presenciar la demolición del templo, que había sido

decorado y arreglado para su nombramiento apenas 6 años antes, emprendió la construcción de la primera

parte de la catedral que alcanzó a inaugurar en marzo de 1953. Años más tarde, en compañía del padre

Pompilio Gallego, se metió de nuevo en la aventura de terminar la edificación, en la que estuvo trabajando

hasta el año de 1960 cuando decidió retirarse. Murió en 1969, meses antes de inaugurarse la catedral, a la que él

le entregó buena parte de su vida.

Entre los meses de febrero y junio de 1946, se adelantó la demolición de la antigua catedral, financiada por el gobierno del entonces presidente Ma-riano Ospina Pérez, quien sancionó la Ley 9a en ese mismo año, para poder otorgar recursos, no sólo para demolerla sino para garantizar la construc-ción de la nueva. Fueron $40 mil pesos los que se requirieron para echar a tierra la antigua edificación. Buena parte de los materiales que quedaron después de la demolición, fue-ron reutilizados, parte de la madera por ejemplo, se la regalaron al municipio para hacer unos puentes so-bre el río Piedras, que años después se los llevó una borrasca; la Curia hizo unas casas con parte del mate-rial y después las vendió; se ayudó a las hermanas Clari-sas para un edificio también y hay puertas, baldosas, vi-trales, lámparas y altares en la Capilla de la Curia.

Con los planos del ingeniero y arquitecto Luis David Vásquez Avella, se empren-dió la construcción de la nueva catedral en el año de 1949. Cuando adelantaban las excavaciones para las cimentaciones, se encontraron con que el terreno fir-me estaba mucho más profundo de lo que pensaban. Ante esta circunstancia y considerando los antecedentes de la antigua catedral, se montó un sistema de filtros y de amarres entre columnas con vigas subterráneas. Fue tanto el trabajo y el material que se llevó la construcción de estas cimentaciones, que se tuvieron que suspender las obras cuando apenas estaba terminada la cripta. Cuando pusieron las Iosas de la cubierta, ésta quedó casi que a la altura del resto de la plaza, quedando aparentemente, un lote vacío y la cripta oculta bajo

tierra. Habían pasado cuatro años y hasta entonces se había invertido $1'200.000, recursos que provenían, no sólo del go-bierno, que aportó $360.000, sino de la Diócesis de Jericó que fue la que puso la mayor parte y los jericoanos que contri-buyeron con $ 210.000.

$40 mil por demolerla

Un terreno poco resistente

Durante el tiempo de construcción, los oficios religiosos se realizaron en la capilla San Francisco y, desde el 31 de marzo de 1953, fecha en la que Monseñor Antonio José Jaramillo bendijo solemnemente la Catedral, se continuaron haciendo en ella.

Hoy circula Nuestra Señora de las Mercedes del Municipio de Jericó.Espera el miércoles 30 de mayo: El Cuartel XIV Brigada- Antiguo Hotel Magdalena en Puerto Berrio.

Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO. Edición: Omaira Martínez Cardona.

Palabras nuevas:

Si quieres conocer más sobre la Catedral de Nuestra Señora de Las Mercedes del Muni-cipio de Jericó, puedes visitarla, conocer el Museo y ver su imponente estructura. También puedes consultar la primera Edi-ción de la Campaña Monumentos de Mi Tierra del periódico EL MUNDO año 2000.

Ante la falta de recursos el padre Pompilio Gallego, quien había llegado por segunda vez a ejercer su curato en el municipio, contrató por $ 17.000 la impermeabiliza-ción de la losa sobre la cripta con el fin de evitar filtraciones y debilitamiento de lo ya construido, aunque su propósito era el de finalizar la construcción que, tal como aparecía en el papel, era monumental. Entre las primeras acciones que adelantó, fue establecer sistemas de colecta, con el propósito de recoger fondos y poder con-tinuar los trabajos: envió tarjetas y peti-ciones especiales a entidades comerciales de Jericó y los municipios vecinos; realizó

Cuando las obras parecían ir terminando en el año de 1968, se empezó a organizar y a preparar lo que sería el acontecimiento más importante del municipio: la bendición e inauguración de la nueva catedral, que finalmente se realizó el 20 de septiembre de 1969. Para ello, se conformaron varias comisiones en las que participaron habitantes del municipio, quienes trabajaron por cerca de seis meses.

Cuando el Papa Pablo VI proclamó el Concilio Vatica-no Segundo, convocado por su antecesor Juan XXIII, generó cambios en la forma del rito católico. Entre las reformas que se hicieron, se dejó atrás la ancestral costumbre de celebrar la eucaristía en latín mirando hacia el altar, para hacerlo de frente a los asistentes y en el idioma de los fieles; se cambiaron muchos de los atuendos que usaban los sacerdotes y se hicieron quitar de las iglesias algunas de las imágenes. Cuando esto sucedió todos estos objetos pasaron a la historia. Aprovechando esta decisión, el padre Pom-pilio Gallego, que entonces ejercía en la parroquia de Jericó, decidió que todos estos elementos no sólo te-

Algunos de los elementos que ac tua lmente decoran la ca-tedral, fueron heredados del antiguo tem-plo, no sólo por su valor artístico, sino por su belleza como en el caso de las doce pinturas de las estaciones, realizadas en el año de1942 por el artista español José Claro. Los elementos de culto y el altar de la capilla del Santísimo, fueron diseñados por el arquitecto de la catedral y elaborados en Jericó.

Los altares del señor caído, y en general todo el trabajo de ebanistería y carpintería, también fueron diseñados por el arquitecto y elaborados por el artesano jericoa-no Ramón Palacio Ve-lásquez. Las puertas del atrio y de las entradas latera-les, fueron copiadas de la iglesia de San Loren-zo, en la ciudad Mu-

nich, Alemania, en un viaje que realizó Monseñor Pompilio para asistir a un congreso eucarístico. Los vitrales fueron costeados por los mismos fieles y mandados a hacer en Medellín en un taller de ori-gen venezolano.

Nació en 1914 en la vereda "El Mulato" en Pueblorrico, en donde vivió hasta cuando cursó el primer año de colegio, tiempo en el que empezó a sentir el llamado de su vocación sacerdotal. Entró al Seminario Menor de Jericó y luego pasó al Mayor, en donde permaneció diez años hasta el día de su ordenación. En el año de 1950, el padre Gallego fue nombrado consultor diocesano, y entre julio y febrero de 1952, ejerció por vez primera su curato en la iglesia de Jericó, fecha en la que se terminaba la construcción de la cripta. Los siguientes tres años se desempeñó como Vicario General (quien remplaza al obis-po en sus ausencias temporales) hasta que de nuevo lo trasladaron a Jericó, en donde per-maneció el resto de su carrera apostólica que terminó en el año de 1991, cuando se retiró. En 1978, su santidad Pablo VI, lo nombró Pre-lado Honorario y doce años después su su-cesor, su santidad Juan Pablo II, le concedió el título de Protonotario Apostólico, único en la diócesis de Jericó. Durante su permanencia en esta parroquia Monseñor fue quien em-prendió y llevó a feliz término la construcción de la segunda etapa de la catedral, es decir, el edificio que está sobre la Cripta; fundó el Museo y el colegio Santa Rosa de Lima -que ya no existe- llevo a cabo la remodelación del cementerio y de la casa cural.

Todo por la Catedralbazares de San Isidro y eventos espe-ciales a los que llamaba "semana de la teja", "semana del adobe" o "las jornadas pro-catedral". Cuando se le presentaban apuros económicos, acudía a bancos o a particulares para que le prestaran y poder así cumplir con los compromisos. En el año de 1959, el Gobierno Nacional volvió a girar $150.000 y, junto con lo recaudado en las colectas se emprendie-ron los trabajos para la planta alta de la catedral. Fueron diez años de continuas obras con los que unas 50 familias jeri-coanas se sostuvieron, gracias al empleo que se generó.

En 1969 la inauguración

Para el día de la inauguración, a la ceremonia de la consagración y dedicación de la nueva catedral, asistieron todas las autoridades civiles y eclesiásti-cas, incluyendo representantes del gobierno nacio-nal y con motivo del acontecimiento se entregaron otras obras sociales de la parroquia, como el "Asilo la Providencia", ubicado en el sitio conocido como "Las Playas”. Según las cuentas finales que para la fecha se entregaron, para la construcción de la catedral se invirtió en total, $2'672.000, aunque el costo pudo haber sido mucho mayor debido a que muchos de los materiales fueron regalados por parte de empresas, instituciones y particulares.

Cuando se llegó el mes de septiembre, buena parte de los trabajos se dieron por terminados, aunque para entonces, aún quedaba faltando los ventanales de las torres; el acabado del atrio y de los muros tanto del interior y la fachada, los sistemas de iluminación y sonido, entre otros detalles que según los cálculos, para esa fecha sumaban $200 mil más.

Imagen del interior de la

catedral. La cúpula está

techada con teja holandesa

que sobró del Palacio

Nacional en Medellín y

el gobierno departamental la cedió para la

obra.

En la Cripta: arte y antigüedadesnían valor histórico, sino religioso y artístico, y por lo tanto, debían ser guardados como testimonio de una fracción de la historia del catolicismo. Fue así como surgió la idea de fundar un Museo de Arte Religioso y el espacio de la cripta fue el más apropiado para albergar aquellos elementos. Con los años se ha logrado una colección muy apreciable, gracias a las donaciones que sacerdotes y fieles han hecho al centro cultural.

El Museo tiene en total 900 piezas entre tejidos, or-febrería, retablos, imaginería y piezas ornamentales. Entre las pinturas más antiguas que allí se pueden apreciar se encuentran: un cuadro de "La Divina Pro-videncia", del S.XIX, elaborado en tierra sobre tabla; un "Sagrado Corazón de Jesús", que data de 1877; y uno de "La Virgen de Las Mercedes", que data del siglo XIX.

El Museo de Arte Religioso que se adecuó en un espacio de 2.200 m2 de la cripta parroquial funciona desde 1976 y hace parte de la Asociación Colombiana de Museos. Tiene las secciones de: antigüedades, artistas jericoanos, arte contemporáneo, sala de exposiciones transitorias y auditorio, en donde se realizan actividades lúdicas y educativas.

Los adornos de la Catedral

En el museo se exhiben muchas de las imágenes,

accesorios decorativos y objetos que estaban

la antigua catedral demolida en el año de 1946, por fallas

estructurales.

El promotor: Monseñor Pompilio Gallego Arboleda (1914- 2010)

Pajiza: Hecha o cubierta de paja.Canónicamente: Conforme a reglas de la Iglesia Católica o cánones.Curato: Territorio bajo la jurisdicción espiritual del párroco. Protonotario Apostólico: Dignidad eclesiástica, honoraria, conferida por el

papa a algunos sacerdotes y considerada como el más alto grado de monseñor.

Monseñor Gallego, uno de los más activos promotores de la

Catedral murió en el año 2010 cuando tenía 96 años de vida,

70 dedicados al sacerdocio. Sus honras fúnebres se realizaron en

la Catedral considerada una de sus más importantes obras.

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Municipio de Puerto Berrío

UBICACIÓN: El antiguo hotel está situado en el municipio de Puerto Berrío, en la re-gión del Magdalena Medio antioqueño, a 194 kilómetros de Medellín y un recorrido aproximado en vehículo de 4 horas. Se ac-cede por la autopista Norte, hasta Copaca-bana, de allí a Barbosa, se pasa por Cisneros y luego se llega a Puerto Berrío.PERÏODO DE CONSTRUCCIÓN: El primer

edificio en donde funcionó el Hotel Mag-dalena fue construido en madera entre 1883 y 1886. Más adelante, entre 1916 y 1922, se hizo su remodelación, convirtién-dose en la primera edificación de concreto reforzado del país.PROMOTOR: Francisco Javier Cisneros.ARQUITECTO: El estadounidense Gregory Webb.La primera edificación se construyó toda en madera sobre una colina, a pocos pasos del río, del puerto y de la estación con vis-ta panorámica. Cuando abrió sus puertas después de la remodelación, el hotel tenía al servicio de sus visitantes 42 habitaciones, 26 con baño privado, además de las prime-ras plantas, telefónica y de refrigeración con que contó el municipio para la época.

GENERALIDADES:

Desde el 20 de julio de 1983 funcionan en el antiguo Hotel las instalaciones de la Décima Cuarta Brigada. Las intervenciones que el Ministerio de Defensa ha realizado en el lugar, han restaurado y respetado la estructura original de este patrimonio histórico y arquitectónico del departamento.

Por los años de 1875, cuando el ingeniero Francisco Javier Cisne-ros adelantaba la construcción del Ferrocarril de Antioquia, concre-tamente el tramo comprendido entre Medellín y Puerto Berrío, se encontró con que debía reelaborar el trazado de la carrilera porque el puerto del primer caserío llamado Puerto Berrío, había sufrido daños por una fuerte subida del río Mag-dalena.

Cuando se encontró con el daño, el ingeniero buscó tie-rras más propicias y se en-contró con que el sitio que era conocido como “Remolino Grande” era el más adecuado, por lo que se trasladó el poco movimiento que había en el caserío al nuevo paraje que adquirió el mismo nombre que se había pensado inicialmente, el de Puerto Berrío.

En el año de 1915, la Junta del Ferrocarril de An-tioquia encargó al General Justiniano Jaramillo Arango, la administración del hotel con miras a su reconstrucción. Sobre la nueva estructura del Hotel Magdalena se tienen varias versiones que hasta el momento no se han verificado: la primera es que en este mismo año la Junta aprobó también los planos del nuevo edificio, suministrados por el arquitecto norteame-ricano Gregory B. Webb, sobre los cuales trabaja-ron en los años siguientes un grupo de ingenieros coordinados por la oficina de Horacio Marino Ro-dríguez. Otra versión dice que en el año de 1916 la Junta del Ferrocarril de Antioquia aprobó enviar a Barranquilla al ingeniero Neftalí Sierra, para que profundizara sus conocimientos en la técnica de las construcciones de cemento armado y de paso trajera obreros especialistas en este tipo de obras.

Otra de las versiones que existe, cuenta que a su regreso, el ingeniero Sierra había traído consigo planos, anteproyectos, maqueta y hasta un presu-

Para cuando el nuevo Hotel Magdalena abrió sus puertas, tenía al servicio de sus huéspedes 42 habitaciones, 26 con baño privado, dos grandes salones en los que había diez camas para alojar a excursionistas o grupos grandes de viajeros. El Hotel fue dotado de la primera planta de re-frigeración que surtía de hielo las neveras de los trenes comerciales, además de ventiladores, planta telefónica -era el único sitio en Puerto Berrío que tenía teléfono-, una máquina lavadora a vapor,

Antecedentes

A orillas del río, Francisco Javier Cisneros comenzó la

construcción de una especie de ciudadela que sirvió de

puerto fluvial y estación del ferrocarril. Su crecimiento se

dio de forma tan acelerada, que para el año de 1881 el Estado Soberano de Antioquia, elevó

el puerto a la categoría de municipio, asignándole límites y

nombrando su primer alcalde.

El primer hotel,en modesta madera

En 1922, el municipio de Puerto Berrío ya contaba con el nuevo Hotel Magdalena.

una colina, a pocos pasos del río, del puerto y de la estación, con vis-ta panorámica del pequeño pueblo y del caudaloso río.

En aquellos tiempos el clima de Puerto Berrío era considerado por muchos como malsano por lo fan-goso y cenagoso de sus tierras, la proliferación de mosquitos y la hu-medad del aire que se respiraba. La comodidad que el hotel brindaba consistía en los toldillos que caían desde el techo sobre las camas y el angeo en las puertas y ventanas, todo para proteger a los visitantes de los incómodos insectos.

En vista del acelerado crecimiento del municipio y la consolidación del puerto como estación obliga-da para los viajeros, el ingeniero Cisneros planteó la necesidad de construir un hotel. La sugerencia fue atendida y en el año de 1883, se puso al servicio lo que fue el pri-mer Hotel Magdalena, que según cuentan algunos de sus más vie-jos pobladores -que escucharon la historia de sus abuelos- había sido construido todo en madera sobre

El nuevo, lujoso y de concretopuesto para la construcción del nuevo hotel, inclu-so se cuenta que la inversión inicial de $100.000 fue superada en $20.000, que se destinaron a la ornamentación de sus alrededores. En todo caso, esta suma para aquella época, era considerada ya como exorbitante.

El nuevo Hotel Magdalena, fue el primer edificio cons-truido en concreto reforzado en Colombia.

Los años doradosque contaba con empleadas contratadas exclusi-vamente para su manejo.A partir de entonces, el Hotel Magdalena dejó de ser un sitio en donde pasaban la noche los viajeros que iban camino a Barranquilla. Sus amplios pasillos y florecidos jardines empeza-ron a recibir numerosas visitas de parejas de recién casados que iban a pasar la luna de miel y a los pocos años se convirtió en paso obliga-do de la clase pudiente que disfrutaba de sus

vacaciones en la Costa.

La gente humilde podía entrar al hotel, pero por el acceso trasero, que da sobre la carrilera, por allí ingresaban todos los em-pleados del hotel y del Ferrocarril, quienes recibían la alimentación en los comedores dispuestos para ellos en los patios trase-ros, cerca al zoológico que se tuvo por al-gún tiempo, en donde se exhibían entre otros exóticos animales, babillas y tigrillos.

Hubo una época en que el hotel se volvió tan exclusivo, que sólo podían entrar por la puerta principal que quedaba frente al río, banqueros, gerentes de bancos, médicos,

ministros, obispos y hasta presidentes. Foto: Juan Fernando Arroyave.

Foto: brigada.mil.co

Vista aérea Puerto Berrio hoy.Foto: antioquia.gov.co

Antiguo Hotel MagdalenaComando XIV BrigadaAntiguo Hotel MagdalenaComando XIV Brigada

Hoy circula El Cuartel XIV Brigada- Antiguo Hotel Magdalena en Puerto Berrío.Espera el miércoles 6 de junio: la Estación de El Limón.

Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO. Edición: Omaira Martínez Cardona.

Palabrasnuevas:

Para conocer más:Sobre el antiguo Hotel Magdalena, puedes visitar las instalaciones de la Casa Museo en el Comando de la XIV Brigada o docu-mentarte en la monografía sobre el Ferro-carril de Antioquia de José María Bravo Betancur.También puedes consultar la primera edi-ción de la campaña Monumentos de mi Tierra del periódico EL MUNDO del año 2000.

Aquella algarabía que envolvía el ambiente ribereño, como punto de llegada tanto de buques, como de hi-droaviones y trenes, empezó a aburrir a los huéspedes del hotel hacia finales de la década del cincuenta y co-mienzos de los sesenta. Se empezó entonces a plantear en el municipio la necesi-dad de construir más hoteles que pudieran atender “me-jor” a los huéspedes de fin de semana. Se llegó incluso a hablar sobre la posibilidad de trasladar la estación del ferrocarril para hacer más tranquilo el sitio de descanso. Sin embargo, el triste ocaso del Hotel Magdalena lle-gó con la competencia del automóvil sobre el trans-porte ferroviario y la eventual venta del Ferrocarril de Antioquia a la Nación en el año de 1963. Fueron tiempos en que a través de ordenanzas, la Asamblea dispuso de todos los bienes que habían hecho par-te del Ferrocarril. Entre las propiedades que pasaron a manos de las Empresas Departamentales de An-tioquia, EDA, creada para la administración de las

propiedades que no fueron vendidas, estuvo el Hotel Magdalena.En 1966 algunos diputados vieron con preocupación el acelerado deterioro que venía padeciendo el hotel como consecuencia de la mala administración, por lo que a tra-vés de una nueva Ordenanza lo entregaron al Hospital la Cruz de Puerto Berrío, con el propósito de que las ga-nancias que produjera fueran destinadas a la institución, con la salvedad de que si al cabo de cinco años no estaba cumpliendo con este fin, sería devuelto al departamento.

Lo que pareció en un momento una buena idea, no funcionó: el hospital entregó el hotel en arriendo a un tercero quien le cambió el servicio de hotel por el de inquilinato, es decir que ya no se alquilaba por días, sino por meses, lo que aceleró el deterioro de las instalaciones, además el contratista nunca pagó el arriendo acordado.

Tres años después, en 1969, la Asamblea, a través de otra Ordenanza, le dio autorización al Hospital de ena-jenar el Hotel. Para entonces se propuso venderlo al municipio de Puerto Berrío, idea que estaba incluso plasmada en el Plan Piloto Municipal y que proyec-taba entre otras cosas, invertir $1.500.000 en su re-cuperación y remodelación para albergar a todas las dependencias de la administración municipal y depar-tamental. Sin embargo, la propuesta no fue acogida bajo el argumento de la falta de recursos, no sólo para comprarlo, sino para garantizar su mantenimiento.

Después de esta negativa, surgió una nueva idea de parte de quienes estaban interesados en su recupe-ración y que consistía en el asocio entre el Hospital, Turantioquia y la Corporación Nacional de Turismo. El Hospital sólo pondría el Hotel y las dos organi-zaciones se responsabilizarían de su restauración, puesta en marcha y administración. Para ello se planteaba reactivar el turismo a través de planes de viajes y programas especiales a Puerto Berrío, pero de nuevo, esta idea no gustó a la Junta del hospital, que sólo quería venderlo.

Ya a mediados de los años setenta, Puerto Berrío y todo el Magdalena Medio pasaban por problemas de orden público. Para hacer frente a esta violencia, se creó la Unidad Operativa Menor de la Décimacuarta Brigada, cuyo asiento inicial fue el municipio de Ci-mitarra, Santander. Este hecho, uni-do a la decisión que había tomado la Asamblea un año atrás de quitarle el hotel al Hospital la Cruz, llevó a que un grupo de concejales de Puerto Berrío le solicitaran a la Asamblea el traslado de la recién creada Briga-da al municipio y se instalara en el Hotel Magdalena, que para entonces estaba prácticamente abandonado.

Nació Cisneros en Santiago de Cuba en 1836, cuando en la isla imperaba el gobierno español. Allí creció y cursó sus primeros estudios, hasta que su padre, quien era un abogado de alcurnia, cambió de trabajo, de resi-dencia y ciudad. Ya en La Habana, emprendió sus estudios en el colegio El Salvador, en donde se le inculcaría el amor por la libertad. Cuando apenas contaba con 20 años se graduó como ingeniero civil y decidió viajar a Nueva York para adelantar una especialización en el campo de la cons-trucción de ferrocarriles.Al cabo de un año regresó a la isla en donde se vinculó con la empresa Fe-rrocarriles de Oriente, en la que adquirió prestigio y reconocimiento, como ingeniero y empresario.En ese mismo tiempo, se dio a conocer como intelectual, gracias a los artí-culos que escribía en los periódicos cubanos El Siglo y El País, de éste último llegó a ser director y defendió su posición en contra del régimen hasta que estalló la revolución y tuvo que huir de la isla a Nueva York, que fue su segundo hogar. Años después, envuelto en enfrentamientos y persecucio-nes que buscaban desacreditarlo, abandonó la revolución y partió al Perú en donde emprendió la construcción del Ferrocarril peruano en la agreste topografía de los Andes.

Estando en el país vecino, un día le llegó una carta de un amigo que le escribía desde el Estado de Antio-quia, en la que le planteaba los de-seos de sus gentes de comunicar la capital con el río Magdalena, y por éste con la Costa Atlántica.

Fue entonces cuando en el año de 1874 arribó Cisneros a Antioquia, y a los pocos días, don Recaredo de Villa, quien era el Gobernador del Es-tado, firmó contrato con él para que construyera un ferrocarril de trocha angosta en el tramo comprendido entre Puerto Berrío y Barbosa, en un plazo de ocho años y medio.

A partir de entonces, Cisneros tuvo que superar no sólo un terreno tan montañoso, sino un clima malsano y una selva húmeda. No sólo emprendió la construcción del Ferrocarril sino que también fue el iniciador e impulsor de los ferrocarriles del Cauca, Girardot y La Dorada. Además debió enfrentar las agudas críticas que recibió de sus detractores que lo acusaron de enri-quecerse a costa del erario. En 1885, tres años antes de su salida del país, Cisneros viajó a Barranquilla en donde construyó el tranvía y el muelle de Puerto Colombia. Luego, en 1898 viajó a Nueva York, en donde murió a los pocos días de su llegada, víctima de una fiebre tropical.

Comenzó el declive

Así lucía el Hotel Magdalena a finales de la década del 70 antes de ser ocupado

por las instalaciones del Comando.

De hotel a Comando

En 1983, tres meses después de creado el Comando de la

XIV Brigada, se translado a las instalaciones del hotel.

Con su llegada, el ejército no sólo garantizó la su-pervivencia de este edificio patrimonio histórico y arquitectónico, sino que recuperó la tranquilidad de un territorio que hasta ese momento estaba sitiado por grupos armados al margen de la ley.Las intervenciones que el Ministerio de Defensa ha hecho en el antiguo Hotel Magdalena, han respetado la estructura inicial y las nuevas edificaciones, como el dispensario y la capilla, conservaron el diseño ori-ginal que corresponde al período republicano.

Secuencia de imágenes en las que se aprecian distintos espacios interiores del antiguo hotel y el actual Comando. La edificación desde un comienzo siempre se destacó por sus plantas ornamentales y sus amplios espacios.

Aunque en las instalaciones del antiguo hotel funciona el Comando, también se adecuó como Casa Museo y se atienden grupos de estudiantes para que conozcan sobre lo que representó el hotel para el municipio.

Francisco Javier Cisneros:El promotor

Angeo: Rejilla de alambre o plástico para evitar el ingreso de insectos. También se usa de acero en la construcción de edificaciones.

Declive: Pérdida de la fuerza o de la importancia de una cosa.

Erario: Tesoro público de una nación, provincia o pueblo

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Municipio de Cisneros

GENERALIDADES:

Estación de El Limón:Estación de El Limón:Nostalgia del ferrocarrilNostalgia del ferrocarril

UBICACIÓN: Está situada entre Mede-llín y Puerto Berrío, en la región del Nordeste antioqueño, justo después de cruzar el túnel de La Quiebra, en una población que lleva el mismo nombre y que es jurisdicción del municipio de Cisneros. Para llegar se accede por la Autopista Norte y luego por Barbosa. La entrada a la estación queda antes de llegar al municipio.PERÍODO DE CONSTRUCCIÓN: Entre 1918

y 1920.FECHA DE INAUGURACIÓN: 7 de abril de 1920.PROMOTOR: Ferrocarril de AntioquiaÁREA TOTAL: 153 M2

DESCRIPCIÓN: La Estación es de planta en “T”, un solo piso y dos cuerpos. Los muros son en adobe, cubierta en teja de barro y zinc y piso en cemento. Toda la cubierta inicial estaba conformada por una estruc-tura en maderas de comino.

La Estación El Limón es uno de los principales atractivos turísticos de Cisneros pese al deterioro de su estructura.

Cuando el general Tomás Cipriano de Mos-quera estando en la presidencia en 1848, de-cidió iniciar la construcción del primer ferro-carril en Panamá, no sólo abrió las puertas al crecimiento económico del país, sino que dio inicio a la creación de un nuevo paisaje: una serie de estaciones que acompañaban el ca-mino de rieles que comenzaron a extenderse por las regiones, que en ese tiempo eran con-sideradas Estados Soberanos bajo el sistema de gobierno federalista.

La red ferroviaria empezó a desarrollarse en la medida que los Estados Soberanos decre-taran su construcción de acuerdo con sus necesidades, pero generalmente señalando su dirección hacia el eje de conexión de todas las regiones y hacia el exterior que por aquella época era el río Magdalena.

Esta razón sumada a la agreste topografía, hizo que en el país no se construyera un sis-tema ferroviario unificado. El Ferrocarril del Norte, del Pacífico, de Antioquia, de La Saba-na, del Sur, de Cundinamarca y del Atlántico, fueron entre otras, las líneas que se empeza-ron a construir en aquel tiempo.

En Antioquia fue don Pascual Bravo quien, siendo presidente del Estado Soberano en 1863, planteó por vez primera la necesidad de construir un camino de rieles que uniera a Medellín con el río Magdalena. Sin embar-go, no fue sino hasta diez años después, bajo el gobierno de Don Recaredo de Villa que se concretó esta iniciativa y al año siguiente se firmó el contrato de construcción del ferroca-rril entre el Gobierno de Antioquia y el inge-niero cubano Francisco Javier Cisneros, cuya línea iría desde Puerto Berrío hasta Medellín.

Un conjunto de 410 estaciones acompañaron la construcción del sistema férreo del país en-tre los años de 1850 y 1960. Estas fueron la expresión del nuevo pensamiento progresista que se vivió entonces y su diseño y arquitec-tura se realizó de acuerdo con la importancia comercial del poblado en donde se construían. Por eso, las estaciones de las ciudades capita-les tuvieron un diseño excepcional, que rompía con el esquema de la mayoría de arquitectu-ra de la región. La Estación de La Sabana de Bogotá, (parcialmente demolida) y la estación de Medellín y de Chiquinquirá, en Boyacá, hicieron parte de ese conjunto de estaciones monumentales, mientras que las estaciones de Antioquia, construidas por los Ferrocarri-les de Amagá y Antioquia -que conectaban a Medellín con el río Magdalena y la Costa del Pacífico-, fueron ejemplo de diseño arquitec-tónico más ajustado a la que se conocía en la región con edificaciones que implementaron la teja de barro, el corredor perimetral, puertas y ventanas en madera.

A partir de la década de 1970, cuando el tren dejó de recorrer los caminos de rieles en buena parte del país, las estaciones dejaron de cum-plir su función y entraron en un proceso de deterioro debido entre otras razones, al declive del sistema de los ferrocarriles por el auge de otros medios de transporte de carga y pasaje-ros como el carro y el avión.

Cuando Francisco Javier Cisneros des-cribió el trazado del Ferrocarril entre Puerto Berrío y Medellín, se encontró con una empinada montaña conoci-da como la “Cuchilla de La Quiebra” a la que se refirió como un tramo muy tortuoso que exigiría un movimiento intenso de tierra.

En ese momento se pensó en construir las estaciones de “Botero” en el costa-do occidental y del “Zarzal” o de “La Quiebra” -hoy Cisneros-, en el costado oriental, quedando así interrumpida la vía férrea entre Puerto Berrío y Mede-llín. Pese a las constantes dificultades por la situación de orden público en el país retrasaron las labores e incre-mentaron el costo de construcción, las obras del ferrocarril continuaron y las estaciones eran inauguradas al mismo tiempo que la línea se ponía en fun-cionamiento, es decir por tramos. Fue así cómo en el año de 1910 se inaugu-ró la Estación de El Zarzal o La Quiebra que a partir de ese momento se bau-tizó con el nombre del ingeniero cu-bano y como un homenaje póstumo.

Los antecedentes Las estaciones:expresión

de desarrollo

Aunque las estaciones no cumplen hoy la función para la que fueron construidas, siguen siendo un símbolo del desarrollo de las regiones y de la identidad de muchos pueblos en los que su dinámica giraba en torno al ferrocarril. Por eso es importante reconocer su importancia para la historia del país y como muestra de la arquitectura de finales del siglo XIX y comienzos del XX. En 1996, el conjunto de estaciones de pasajeros del Ferrocarril en Colombia, entre ellas la Estación El Limón, fue declarado Monumento Nacional.

La Estación de El Limón,y el túnel de La Quiebra

Viaje inaugural primera locomotora a Medellín, 1914.

Imagen histórica Estación Botero.

desviar la vía hacia Zaragoza siguien-do la hoya del río Porce y hasta se llegó a hablar de construir un cable aéreo y un funicular. Mientras se estudiaba la posibilidad

En este tiempo la cuchilla de La Quie-bra se veía como un obstáculo insal-vable, pese a la propuesta que había hecho el ingeniero Alejandro López en el año de 1899 que consistía en atra-vesar la montaña cavando un túnel, tema que por mucho tiempo se deba-tió entre los miembros de la Junta del Ferrocarril y de la clase dirigente del Departamento. Entre las discusiones se plantearon como alternativa, la de

de construir o no el túnel, se continuó con las obras de la línea de la División del Porce desde Botero, que estaba al otro lado de la cuchilla, hasta Mede-llín. Estos trabajos se realizaron entre 1910 y 1914, año en que se inauguró la vía y en que llegó la primera loco-motora a Medellín.

Después de la inauguración de la primera locomotora hasta Medellín, se decidió unir las dos divisiones -la del Nus y la de Porce- por lo que se aprobó finalmente la construcción del túnel de La Quiebra y se inicia-ron los estudios previos y a la vez, se emprendieron los trabajos de Botero hacia la cuchilla, que culminan con la inauguración de la estación de San-tiago en 1918.

También ese año comenzó la cons-trucción de la Estación de El Limón y del trayecto restante hasta la Esta-ción de Cisneros, obras que culmina-ron en 1920, con la inauguración de la de El Limón, la entrega del último trayecto de 9 kilómetros y la pues-ta en servicio de la carretera entre El Limón y Santiago. Entre estas dos estaciones se hacía el trasbordo de mercancía mientras se avanzaba en la construcción del túnel, obras que comenzaron en 1926 y se entregaron en 1929, fecha en la que por fin que-dó unido el trayecto entre Medellín y Puerto Berrío.

Imagen red ferroviaria en Estación Puerto Berrio años 20.

Entrada del Túnel de La Quiebra, años 20.

Cisneros

Antioquia

Ferrocarril transportando caña. Foto: banrep.gov.co

Hoy circula la Estación de El Limón. Hemos llegado al final de las entregas de Monumentos de Mi Tierra. Si quiere escribirnos sobre este trabajo

por favor hágalo a los correos Calle 53 No.74-50 Medellín o a: [email protected]

Textos e imágenes: Archivo periódico EL MUNDO. Edición: Omaira Martínez Cardona.

Palabras nuevas:

Para conocer más:

Funicular: Tipo especial de transporte que consis-te en un vehículo o cabina cuya tracción se realiza por medio de un cable, cuerda o cadena. Circula sobre raíles y normalmen-te dispone de dos cabinas enlazadas por un cable de acero sobre una vía de fe-rrocarril, a modo de ascen-sor inclinado, de tal forma que mientras un vehículo sube el otro baja.

Con la entrega del último trayecto, de la Estación y el espacio de bodegas, El Limón adquirió mucha importancia por ser la terminal de la división del Nus y más tarde, punto en que se concentrarían la maquinaria y los obreros que trabajaron en el túnel.

Después del desembarque en la estación, se em-prendía un recorrido de 10 kilómetros por carretera para tomar nuevamente el tren en la estación de Santiago rumbo a Medellín. La afluencia de pasa-

A pesar de este auge la de El Limón, al igual que las otras estaciones, empezó a vivir su declive cuando se suspendió la circulación del tren en el país en la década de 1970. Fueron muchos los años que permaneció abandonada, con las puer-tas abiertas, convirtiéndose en refugio de cami-nantes desconocidos.

Hacia el año de 1996 una de las pobladoras de El Limón quiso usar la estación como un espacio en donde podrían trabajar las mujeres en activi-dades económicas que les significara alguna en-trada Se conformó una cooperativa de mujeres y emprendieron un programa de recuperación de la estación. Toda la estructura de cubierta, con-sistente en cerchas de madera de comino y la cubierta misma, en teja de barro, fueron hurta-das por transeúntes desconocidos que llegaban en las noches y se dedicaban a serruchar las vi-gas para llevárselas y venderlas.

Sin embargo, antes de invertir en la reconstruc-ción de la cubierta, para lo que las mujeres rea-lizaron varias actividades como venta de empa-nadas y tamales, se acudió al Alcalde de Cisneros con el ánimo de que el municipio aportara o asumiera los arreglos en la infraestructura de la estación, pero la administración no contaba con recursos por lo que decidieron seguir adelante con aportes informales de ellas mismas y los de la gente de la región.

Después de un tiempo no pudieron continuar la sostenibilidad del proyecto y la cooperativa no funcionó, las mujeres se retiraron y la coordi-nadora del proyecto, Lucía del Socorro Gaviria enfrentó un litigio jurídico interpuesto por Fe-rrovías para que restituyera la estación que se había incluido en un proyecto de restauración que sería financiado con los aportes de la venta del lote que el Instituto Nacional de Vías donó al departamento de Antioquia en 1996.

Paralelo a este proceso, Ferrovías entregó en con-cesión la línea férrea -junto con algunas de sus

El Limón, punto estratégico

jeros, así como la expectativa generada en torno a la construcción del túnel, motivó en el año de 1921 la construcción de un Hotel Restaurante conocido como El Limón, obra del arquitecto Agustín Goo-vaerts y que aún hoy se mantiene en pie.

El recorrido que se hacía para la época llegaba hasta El Limón en donde se desembarcaba y almacenaba la

mercancía en las bodegas que tenían una capacidad para unos 10 mil sacos de café. Según los registros históricos, en el año de 1924, se transbordaron por esta vía, 90 mil

toneladas de carga.

Hotel El Limón

El ocaso

estaciones-, a la empresa Ferrocarriles del Norte de Colombia, Ferroco S.A., que se encargaría en un plazo de 5 años, de recuperar la vía a cambio de su usufructo por el término de 25 años al cabo de los cuales le sería entregada de nuevo a la Nación.

Aunque se han realizado esfuerzos por recuperar las instalaciones de la Estación, el deterioro es notorio, según los registros históricos, toda la cubierta, conformada por una estructura en maderas de comino y tejas de barro fueron hurtadas.

La estación El Limón, junto con

las del Hatillo, Cisneros, San

José, Caracolí, Cabañas, Virgi-nia y Cristalina, están en manos de un concesio-

nario.

De La Estación de El Limón y los de-más monumentos armables que se han presentado en esta campaña, siempre la primera recomendación es documentarte muy bien y visi-tarlos. Sobre la Estación de El Li-món se puede encontrar más infor-mación en la Monografía sobre el

Ferrocarril de Antioquia escrita por José María Bravo Betancur o en los archivos históricos de la Fundación Ferrocarril de Antioquia. También puedes explorar en la pri-mera edición de la campaña Monu-mentos de Mi Tierra del periódico EL MUNDO, año 2000.

La titánica empresa de la construcción de estaciones del ferrocarril en Antioquia se inició pese a las dificultades del terreno montañoso en 1874, cuando se firmó la construcción de una vía ferroviaria para comunicar a Medellín con Puerto Berrío y terminó en 1929, cuan-do se inauguró, con la primera locomotora, el túnel de La Quiebra. La primera carga de materiales llegó a Puerto Berrío en 1875 y ese mismo año se construyó el primer riel. En total fueron 68 estaciones del tren las que se alcanzaron a construir. Con el paso del tiempo, muchas de estas estaciones sobreviven pese al deterioro y a que ya no cumplen con el propósito para el que fueron construidas. Algunas de estas estaciones son:

Cuando el tren pasó por aquí…

Imagen Estación del Ferrocarril Cisneros

Ubicada en el centro del municipio de Cisneros. Con

recursos de la administración municipal, se le realizó una restauración y adecuación

para funcionar como centro comercial para los venteros

informales. De planta en forma de L, fue construida con

ladrillo en los muros, teja de barro en cubierta y cemento

en el piso.

Ubicada en el municipio de San Roque. Su estructura es de un solo piso. Para su construcción, se utilizó la tapia pisada en sus muros, la cubierta en teja de barro y zinc y el piso en cemento. Su estructura y diseño de fachada es muy similar a la de la estación de El Limón.

Ubicada en el municipio de Santo Domingo, construida

en una estructura de forma rectangular y un solo piso. Ante el

abandono, los pobladores decidieron ocuparla con

el funcionamiento de establecimientos comerciales

que prestan servicio a la comunidad.

Estacion Porce. Foto: Diego Armando Montoya.

Estación San José. Foto: Jose Ruiz

Pero el auge de El Limón llegó realmente cuando se iniciaron las obras del túnel en 1926, debido a que la empresa del Ferrocarril emprendió además la cons-trucción de varios edificios, como el que albergó a los guardias de Antioquia, el del telégrafo, el de los empleados y el de la cuadrilla de obreros entre otros, mejorando además el sistema de alcantarillado de la localidad. Además, adquirió tanto prestigio el si-tio que era destino de muchos paseos los fines de semana de comunidades religiosas y familias de di-versas partes del departamento que viajaban hasta El Limón a conocer la gran obra de ingeniería, paseo que duraba por lo general, más de dos días.