roszak-prefacio de el nacimiento de la contracultura

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Theodore Roszak EL NACIMIENTO DE UNA CONTRACULTURA Reflexiones sobre la sociedad tecnocrática y su oposición juvenil editorial l/airós Numanciá, 110 Barcelona-29

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Contracultura Cap.2 Rosazk

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Theodore Roszak EL NACIMIENTO DE UNA CONTRACULTURA Reflexiones sobre la sociedad tecnocrtica y su oposicin juvenil editorial l/airs Numanci, 110 Barcelona-29 cultura Libre Titulo original: THE MAKING OF A COUNTER CULTURE A^ectionson /he Technocmtic Society and Its Youtl{ful Opposition Portada: Joan BatallTraduccin: Angel Abad ^ 1968, 1969 by Theodore Roszak y Editorial Kairs.S.A.. 1970 Todas las citas de otros autores han sido expresamente autorizadas para su reproduccin en esta obra y estn protegidas por su^ de origen. Primera edicin: Julio, 1970 Sepinda edicin: Febrero. 1972 Tercera edicicm: Febrero. 1973 Cuarta edicin: Diciembre, 1973 Quinto edicin: Abril. 1976 Sexto edicin: Abril. 1978 Sptima edicin: Enero. 1981 Dep, LegakB-39.ioe/iao I.S.B.N.: 84-7245-046-5 Impresin: Indice A.O., Caspe 116, Barcelona-13. SUMARIO Prefacio...9 I.LOS HIJOS DE LA TECNOCRACIA15 ILUNA INVASION DE CENTAUROS57 III. DIALCTICADE LA LIBERACION: Herbert Marcuse y Norman Brown99 IV.VIAJE AL ORIENTE Y ALGO MAS ALLA: Alien Ginsberg y Alan Watts139 V.LA INFINITA IMPOSTURA: Uso y abuso de la experiencia psicodlica171 VLEN BUSCA DE LA UTOPIA: La sociologa visionaria de Paul Goodman195 VILEL MITO DE LA CONSCIENCIA OBJETIVA221 VIILOJOS DE CARNE. OJOS DE FUEGO255 Apndice: OBJETIVIDAD ILIMITADA Notas bibliogrficas 285 307 Et arte degradado, negada ta imaginaan, ta guerra gobernaba a las naciones. *** Despertad, jvenes de la Nueva Era! [Desple-gad vuestras inteligencias contra los mercena-rios ignorantes! Pues llenos estn los campa-mentos, los tribunales y las universidades de mercenarios que, si pudieran, prolongaran por siempre ta guerra de tos cuerpos y arruinaran ta lucha de la inteligencia. WiLLiAM BLAKB PREFACIO Como tema de estudio, la contracultura de que trata este libro posee todos los elementos para que el mssimple sentido de precaucin intelectual nos llame a huir de ella como de una plaga. Muchos colegas mos han estado en un tris de conven-cerme de que nunca existieron cosas tales como el Movimiento Romnticoo El Renacimiento... y desde luego no existieron si llegamos hasta el punto de escrutar los fenmenos msmi-croscpicos de la historia. A este nivel, propendemos a ver ni-camente a muchos pueblos diferentes haciendo muchas cosas diferentes y pensando muchos y diferentes pensamientos. Se-mejantes categorlzaciones, que pretenden medir anchos con-juntos de fenmenos, son msvulnerables todava cuando se aplican a agrupar y comentar los elementos sueltos de la tor-entosa escena contempornea, y lo que es ms,a comentarlos Ckinterpretarlos. Y, sin embargo, esa concepcin tan difcilmente iprehensible llamada el espritu de los tiempossigue prsbi-te en el pensamiento y exige que se la reconozca,, puesto que, al 10BL NACnUBNTO DE UNA CONTRACULTUKA parecer, es la nica manera que tenemos de darle un sentido, aunque sea provisional, al mundo en que vivimos. Nos vendra muy bien, por supuesto, que estos Zegeists,tan perversamente ectoplsmicos, fuesen movimientos org^uiizados, con su sede central, su comitejecutivo y un buen archivo de declaraciones oficiales. Pero estclaro que no es as. Por ello, estamos obliga-dos a abordarlos o aceptarlos con im cierto temor, dispuestos siempre a permitir que tales o cuales excepciones se filtren a travs del tamiz de las generalizaciones en grandes cantidades, pero siempre, tambin, en la esperanza de que, finalmente, lo slido y autnticamente vlido sermsque lo eliminado por los filtros. Es decir, que admitimos abiertamente que gran parte de lo expuesto a continuacin respecto de nuestra juvenil cultura contempornea estsujeto a toda clase de cualificaciones. Para m es obvio, indiscutible, que el inters de nuestros adolescen-tes y estudiantes por la psicologa de la alienacin, el misticis-mo oriental, las drogas psicodlicas y las experiencias comuni-tarias comprenden en conjunto una constelacin cultural que difiere radicalmente de los valores y concepciones fundamentales de nuestra sociedad, al menos desde la Revolucin Cientfflca del siglo XVII. No obstante, soy plenamente consciente de que esa constelacin tiene que madurar mucho antes de que sus prioridades constituyan norma y antes de que se desarrolle a su alrededor una cohesin social en plenitud. En este sentido, la contracultura de la que yo hablo sola-mente atae a una estricta minora de jvenes y a un pufiado de sus mentores adultos. Evidentemente, excluye a nuestra ju-ventud msconservadora, para la cual un poco menos de Se-guridad Social y un poco msde religiosidad tradicional (amn de msy mejor represin policaca en las calles) sera suficiente para hacer de la Gran Sociedad una cosa hermosa. Excluye tambin la dispora de grupos de jvenes marxistas de la vieja escuela cuyos miembros, al igual que sus padres antes que ellos, siguen atizando las ascuas de-la revolucin proletaria a la espera de una ocasin propicia para echarse a la calle. Excluye asimismo a nuestra juventud msliberal, para la que el alfa MtBFACIOU y omega de la poltica es sin duda, todava, el estilo Kennedy. Y lo que es mshnportante, excluye en gran medida a los mi-litantes jvenes negros, cuyos programas polticos se estn de-finiendo en unos trminos tnicos tan estrechos que, a pesar de su lu^gencia, aparecen ya culturahnente desfasados, como las mitopoyes nacionalistas del siglo xix. De todas fonnas, la situacin de la juventud negra requiere un tratamientotan especial, que requerira caractersticas y dimensiones espec-ficas. Pero ha de quedar claro que cualquier justificacin de esas excepciones en un debate sobre la juventud habrde basarse en que la contraculttua de los jvenes posee importancia sufi-ciente tanto por su alcance numrico como por su fuerza crtica, y merece xma atencin particular e independiente. Desde mi propio punto de vista, la contraculmra msque mereceraten-ci