sartori giovanni_elementos de teoria politica_cap 2

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  • 8/10/2019 Sartori Giovanni_Elementos de Teoria Politica_Cap 2

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    GIOVANNI SARTORI

    ELEMENTOS DE TEORIAPOLITICA

    m\ '

    Versin de

    M .a Luz Morn

    Alianza Editorial

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    NDICE

    PREFACIO A LA EDICIN ESPAOLA................................................................................................ 9

    FUENTES................................................................................................................................................................ 11

    1. CONSTITUCIN...................................................................................................................................... 13

    2. DEMOCRACIA.......................................................................................................................................... 29

    3. DICTADURA............................................................................................................................................... 71

    4. IGUALDAD,.................................................................................................................................................. 1015. IDEOLOGA................................................................................................................................................ 115

    6. LIBERALISMO............................................................................................................................................ 1397. MERCADO................................................................................................................................................... 1498. OPININ PBLICA................................................................................................................................. 169

    9. PARLAMENTO.......................................................................................................................................... 20110. POLTICA...................................................................................................................................................... 233

    11. REPRESENTACIN................................................................................................................................. 257

    12. SISTEMAS ELECTORALES.................................................................................................................. 279

    13. SOCIEDAD LIBRE................................................................................................................................... 309

    14. TCNICAS DE DECISIN.................................................................................................................. 32115 VIDEOPODER............................................................................................................................................ 351

    NDICE ONOMSTICO................................................................................................................................. 365

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    CAPTULO 2

    DEMOCRACIA

    El trmino democracia aparece por primera vez en Herodoto y significa, tradu-ciendo literalmente del griego, poder (kratos)del pueblo (demos).Pero desde el si-glo III a.C. hasta el siglo XIX la democracia ha sufrido un largo eclipse. La expe-riencia de las democracias antiguas fue relativamente breve y tuvo un recorrido

    degenerativo. Aristteles clasific a la democracia entre las formas malas de go-bierno, y la palabra democracia se convirti durante dos mil aos en una palabranegativa, derogatoria. Durante milenios el rgimen poltico ptimo se denominrepblica (res publica,cosa de todos) y no democracia. Kant repite una opinincomn cuando escriba, en 1795, que la democracia es necesariamente un des-potismo; y los padres constituyentes de los Estados Unidos eran de la mismaopinin. En losFederalist Papersse habla siempre de repblica representativa, y

    nunca de democracia (salvo para condenarla). Incluso la Revolucin Francesa serefiere al ideal republicano, y slo Robespierre, en 1794, utiliz democracia ensentido elogioso, asegurando as la mala reputacin de la palabra durante otromedio siglo. Cmo es que de un plumazo, a partir de l mitad del siglo XIX enadelante, la palabra adquiere un nuevo auge y poco a poco adquiere un signifi-cado elogioso. La respuesta veremos es que la democracia de los modernos,la democracia que practicamos hoy, ya no es la de los antiguos.

    Hoy la democracia es una abreviacin que significa liberal-democracia/Y

    mientras que el discurso sobre la democracia de los antiguos es relativamentesimple, el discurso sobre la democracia de los modernos es complejo. Distinga-mos tres aspectos. En primer lugar, la democracia es unprincipio de legitimi-dad, En segundo lugar,lia democracia es un sistema poltico llamado a resolverproblemas de ejercicio (no nicamente de titularidad) del poder1. En tercer lu-gar, Ja democracia es un ideal.

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    1. La democracia como principio de legitimidad es tambin el elemento decontinuidad que vincula el nombre .griego con la realidad del siglo XX. La legi-timidad democrtica postula que el poder deriva del demos,del pueblo, es de-cir, que se base sobre el consenso .verificado (no presunto) de los ciudadanos.La democracia no acepta autoinvestiduras, ni tampoco acepta que el poderderive de la fuerza. \En las democracias el poder est legitimado (adems decondicionado y revocado) por elecciones libres y peridicas'. Hasta aqu, porotro lado, hemos establecido nicamente que el pueblo es el titular del poder.

    'Y el problema del poder no es nicamente de titularidad; es sobre todo de ejer-cicio.'

    2. Bn la medida en que una experiencia democrtica se aplica a una colec-

    tividad concreta, presente, de p'ersonas que interactan cara a cara, hasta estemomento titularidad y ejercicio de poder pueden permanecer unidos. En di-cho caso la democracia es verdaderamente autogobierno. Pero, hasta qu n-mero nos podemos autogobernar verdaderamente? Los atenienses que delibe-raban en la plaza pblica giraban, se estima, en torno los mil y dos mil. Perosi y cuando el pueblo se compone de decenas e incluso de centenas de millonesde personas, cul es el gobierno que puede resultar de ellos?

    Es el problema replanteado, en los aos sesenta, por el resurgimiento de lafrmula de la democracia participativa. El ciudadano participante es el ciu-dadano que ejerce en nombre propio, por la cuota que le corresponde, el po-der del que es titular. La exigencia de estimular la participacin del ciudadanoes sacrosanta. La pregunta sigue siendo: como es de grande, o de pequea, lacuota de ejercicio de poder que espera al ciudadano que se autogobierna? Unacuarentamillonsima parte? Una centimillonsima parte? John Stuart Mili 1observaba correctamente que el autogobierno en cuestin no es, en concreto,

    el gobierno de cada uno sobre s mismo, sino el gobierno sobre cada uno porparte de todos los dems, y afirma que el problema ya no era en la demo-cracia extendida a los grandes nmeros de autogobierno, sino de limitacin

    y control sobre el gobierno. Es intil engaarse: la democracia en grande yano puede ser ms que una democracia representativa que separa la titularidadad del ejercicio para despus vincularla por medio de los mecanismos repre-sentativos de la transmisin del poder. El que se aadan algunas institucionesde democracia directa como el referndum y la iniciativa legislativa popu-lar no obsta para que las nuestras sean democracias indirectas gobernadaspor representantes.

    3. Se puede responder a esta constatacin que la democracia como es (en larealidad) no es la democracia como debera ser, y que la democracia es, ante

    1 Mili, J. S., On Liberty(18*59), Nueva York, 1975, p. 5 [ed. cast.: Sobre la hbert/ td,Madrid, AlianzaEditorial, 1997).

    ELEMENTOS DE TEORIA POLITICA

    t

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    DEMOCRACIA

    todo y por encima de todo, un ideal. En gran medida esto es la democraciacomo autogobierno, como gobierno del pueblo en primera persona sobre smismo. As es la democracia igualitaria, es decir, reducida a un ideal generali-

    zado de progresiva mayor igualdad. Un elemento ideal o normativo es cierta-mente constitutivo de la democracia: sin tensin ideal una democracia nonace, y, una vez nacida, rpidamente se distiende. Ms que cualquier otro rgi-men poltico, la democracia va contracorriente, contra las leyes de la inerciaque gobiernan a los agregados humanos. Las monocracias, las autocracias, lasdictaduras son fciles, se derrumban por s solas; las democracias son difciles,deben ser promovidas y credas.:

    Puesto que sin democracia ideal no existira democracia real, el problema se

    convierte en: cmo es que los ideales se vinculan con la realidad, cmo es queun deber serse convierte en sertGran parte del debate sobre la democracia se

    vuelva, ms o menos conscientemente, sobre esta demanda. Si se realizara, unideal ya no sera tal. Y cuanto ms se democratiza una democracia, tanto msse eleva la apuesta. Pero hasta qu punto puede elevarse sta? La experienciahistrica ensea que a ideales desmesurados corresponden siempre catstrofesprcticas. Sea como fuere, en ningn caso la democracia tal y como es (defini-

    da de modo descriptivo) coincide, ni coincidir jams con la democracia tal ycomo quisisemos que fuera (definida de modo prescriptivo)La distincin mencionada hasta el momento entre democracia en sentido

    descriptivoy democracia en sentido prescriptivo es importante no slo porquecentra el debate sobre la democracia, sino tambin porque nos ayuda a plantear-lo correctamente. Hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial todos acepta-ban sin discusin que la democracia moderna era una sola. Pero despus se hamantenido que hay dos democracias, que al tipo occidental se contrapona una

    democracia popular ms autntica. El autoestallido, entre 198990, de lossistemas comunistas del Este europeo y del propio rgimen sovitico ha resuel-to la cuestin: la denominada democracia sustancial (comunista) no era tal.Pero sigue siendo importante comprender cmo se ha demostrado y credo latesis de las dos democracias. Un planteamiento correcto habra requeridouna comparacin entre los dos casos aceptando la distincin entre prescrip-cin y descripcin en dos veces: primero entre los ideales, y despus entre

    los hechos. Pero los defensores de la democracia comunista, por el contrario,han invertido los trminos, comparando los ideales (no realizados) del comu-nismo con los hechos (y aspectos negativos) de las democracias liberales. Deeste modo, se gana siempre; pero slo sobre el papel. La democracia alternativadel Este era un ideal sin realidad. (La nica democracia que existeyque mereceese nombre es la democracia liberal]

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    ELEMENTOS DE TEORA POLTICA

    D emocracia poltica, social, econmica

    Desde siempre la palabra democracia ha indicado una entidad poltica, unaforma de Estado y gobierno; y sta sigue siendo la acepcin primaria del tr-

    mino. Pero puesto que hoy hablamos tambin de democracia social y de de-mocracia econmica es conveniente establecer rpidamente qu es lo que seentiende en cada momento.

    La nocin de democracia social se plantea con Tocqueville en su Democracia en Amrica.Al visitar los Estados Unidos en 1831, a Tocqueville le sorpren-di sobre codo un estado de la sociedad que Europa nq conoca. Recurdeseque en el nivel del sistema poltico los Estados Unidos se declaraban entoncesuna repblica, y todava no una democracia. Y por lo tanto Tocqueville perci-bi la democracia americana en clave sociolgica, como una sociedad caracte-rizada por la igualdad de condiciones guiada predominantemente por un es-pritu igualitario. En parce aquel espritu igualitario reflejaba la ausencia deun pasado feudal; pero expresaba tambin una caracterstica profunda del esp-ritu americano.

    Aqu la democracia no es, por lo tanto, lo contrario de rgimen opresivo,sino de aristocracia: una estructura social horizontal en lugar de una estruc-

    tura social vertical. Despus de Tocqueville es, en concreto, Bryce quien mejorrepresenta la democracia como un ethos,un modo de vivir y convivir, y, por lotanto, como una condicin general de la sociedad. Para Bryce (1888) la demo-cracia es, prioritariamente, un concepto poltico. Pero tambin para l la de-mocracia americana estaba caracterizada por la (igualdad de consideracin ,por un ethos igualitario que se resuma en el valor igual que se reconocen aspersonas entre s. En la acepcin originaria del trmino, por lo tanto, demo-cracia social denota una democratizacin fundamental, una sociedad cuyoethosrequiere a los propios miembros que se vean y se traten como socialmenteiguales.

    De la acepcin originaria se recaba fcilmente un segundo significado dedemocracia social; el conjunto de las democracias primarias pequeas co-munidades y asociaciones voluntarias concretas que estructuranyalimentanla democracia en el nivel de base, en el mbito de la sociedad civil. En este sen-tido un trmino frtil es el de sociedad multigrupo, estructurada en grupos

    voluntarios que se autogobiernan. Aqu, por lo tanto, la democracia social sig-nifica la infraestructura de microdemocracias que sirve de soporte a la macrodemocracia de conjunto, a la superestructura poltica.

    Se ha afirmado, tambin recientemente, un uso genrico de democraciasocial que se empareja con las nociones igualmente genricas de Estado socialy de justicia social. Si todo es, o debera ser social, es necesario que tambinla democracia lo sea. En palabras de Georges Burdeau, la democracia social

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    DEMOCRACIA

    busca la emancipacin de los individuos de todas las cadenas que losoprimen2. Pero se puede decir lo mismo del Estado social, del Estado de jus-ticia, del Estado del bienestar, de la democracia socialista y tambin, obvia-mente, de la igualdad. Y por lo tanto la acepcin genrica aada poco o nada

    al discurso.La democracia econmica es, a primera vista, un trmino que se explica

    por s solo. Pero nicamente a primera vista. Desde el momento en que la de-mocracia poltica gira sobre la igualdad jurdicapoltica, que la democracia so-cial desemboca principalmente en la igualdad de estatus, en esta secuencia lademocracia econmica significa igualdad econmica; por la aproximacin delos extremos de la pobreza y de la riqueza, y, por lo tanto, por medio de redis-

    tribuciones que persiguen un bienestar generalizado. Esta es la interpretacinque podremos llamar intuitiva del trmino: Pero la democracia econmicaadquiere un significado preciso y caracterstico de sub speciede democracia in-dustrial.

    El concepto se remonta a Sidney y Beatrice Webb, que en 1897 escribaIndustrial Democmcy,una enorme obra que fue despus coronada en el nivel delsistema poltico por una ms pequea Constitution for tbe Socihlist Common-wealtb of Great Britain (1920). Aqu el argumento es ntido. La democracia

    econmica es la democracia en el puesto de trabajo y en la organizacingestindel trabajo.} En la sociedad industrial el trabajo se concentra en las fbricas y,por lo tanto, es en la fbrica en la que hay que introducir la democracia. Deeste modo al miembro de la ciudad poltica, al polites, le sucede el miembro deuna concreta comunidad econmica, el trabajador; y, de este modo, se vuelve aconstituir la microdemocracia, o, mejor dicho, se instaura una multitud de microdemocracias en las que se da conjuntamente la titularidad y el ejercicio del

    poder. En su forma acabada la democracia industrial se configura, por lo tan-to, como el autogobierno del trabajador en el propio lugar del trabajo, delobrero en la propia fbrica; un autogobierno local que debera estar integra-do a nivel nacional por una democracia funcional, es decir, por un sistemabasado sobre criterios de representacin funcional, de representacin por ofi-cios y competencias.

    En la prctica, la democracia industrial ha encontrado su encarnacin msavanzada en la autogestin yugoslava, una experiencia que hay que conside-

    rar ya fallida en clave econmica y falaz en clave poltica; y qlie encuentra hoysu proyeccin ms audaz en Suecia, en el plan Meidner (que por otra parte si-gue siendo todava un proyecto). Por lo general y con mayor xito, la democra-cia industrial se refiere a frmulas de participacin obrera en la gestin econ-mica la Mitbestimmungalemana y a prcticas institucionalizadas de

    KuriJcau, G., Democrnzia, enEnciclopedia del 900,B.iri, 1941.

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    consultas entre las direcciones de la Hacienda y los sindicatos. Una va alterna-tiva es la del accionariado obrero, que puede concebirse y disearse como unaforma de democracia industrial, pero que comporta por s misma la copropie-dad y la participacin en el beneficio ms que la democratizacin.

    La democracia econmica se presta tambin a ser entendida, de un modomuy general, como la visin marxista de la democracia, en funcin de la pre-misa de que la poltica y sus estructuras son nicamente superestructuras quereflejan un subyacente Unterbaueconmico. Que una gran parte del discursode la democracia econmica tenga una vaga inspiracin marxista, es decir, quedescienda de la interpretacin materialista de la historia, est fuera de duda.Sin embargo, las teoras econmicas de la democracia propiamente dichas y

    formuladas con precisin (que se inician con Anthony Downs ') y que despushan sido desarrolladas, en general, en clave de social choice, de teora de laselecciones sociales, provienen de los economistas, y no tienen ninguna referen-cia marxista: hacen uso de conceptos y analogas de la ciencia econmica parainterpretar los procesos polticos4.

    El hecho es que el marxismo al menos de Marx a Lenin juega biencontra la democracia que declara capitalista y burguesa; pero juega mal en su

    propia casa, es decir, cuando se trata de explicar cul es la democracia que rei-vindica para s mismo, la democracia del comunismo realizado. Lenin, en elElEstadoy 7Revolucin,dice y se contradice; pero finalmente su conclusin esque el comunismo, al abolir la poltica, able al mismo tiempo la democracia.En el texto que nos sirve de mxima referencia, por consiguiente, el marxismono despliega una democracia econmica. Y el punto que ha de quedar claro esque la democracia econmica y la teora econmica de la democracia son, a

    despecho de la proximidad de los trminos, cosas totalmente ajenas entre s.Una vez planteadas las distinciones, cul es la relacin entre democracia ypoltica, democracia social y democracia econmica? La relacin es que la pri-mera es la condicin necesaria de las otras. La democracia en sentido social

    y/ o econmico extiendenycompletan la democracia en sentido poltico; sontambin, cuando existen, democracias ms autnticas, puesto que son microdemocracias, democracias de grupos pequeos. Por otro lado, si no se da la de-mocracia en el nivel del sistema poltico las pequeas democracias sociales y

    de fbrica corren en todo momento el riesgo de ser destruidas o amordazadas.Por ello democracia sin calificativos significa democracia poltica. Entre sta

    y las dems

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    DEMOCRACIA

    una acepcin laxa del concepto de democracia; reside sobre todo en que lademocracia poltica es determinante y condicionante; las otras son subordina-das y condicionadas. Si falta la democracia mayor fcilmente faltan las demo-

    cracias menores. Lo que explica por qu la democracia ha sido siempre unconcepto desarrollado y teorizado principalmente en el nivel del sistema po-ltico.

    La democracia de los griegos

    Existe una continuidad entre la democracia de los antiguos y la democraciade los modernos? Quien hoy reivindica el ideal clsico de la democracia su-pone que s. Concretemos entonces sus diferencias y su distancia. La democra-cia griega tal y como era practicada en Atenas a lo largo del siglo IV a.C. encar-na la mxima aproximacin posible al significado literal del trmino: el demosateniense tuvo entonces ms kratos, ms poder, que el que jams haya tenidocualquier otro pueblo. En el agora, en la plaza, los ciudadanos escuchaban ydespus decidan por aclamacin. Eso es todo? No. La polis tra efectivamenteuna entidad relativamente simple; pero no tan simple como para resolverse to-talmente en una asamblea ciudadana (ekklcsia).

    El componente asambleario, el autogobierno directo de los ciudadanos,constitua la parte ms visible pero no la ms eficiente de la gestin de la ciu-dad. Al tiempo exista tambin una boule, un consejo de 500 miembros; y susustancia resida segn Aristteles en el hecho de ser gobernado y gober-nar alternativamente * es decir, en un ejercicio del poder efectivo y amplia-

    mente distribuido mediante una rpida rotacin en los cargos pblicos. Inclu-so as todos no eran realmente todos: puesto que haba un total de apenas30.000 ciudadanos sobre una poblacin global, en su momento mximo, de300.000. Sin embargo, se daba la aproximacin; y se daba porque la mayorparte de los cargos pblicos se sorteaba. Todos se autogobernaban por turno,por lo tanto, en la acepcin probabilista del trmino, en clave de iguales pro-babilidades. En el plano de la difusin generalizada del ejercicio del poder cier-

    tamente no se sabra cmo hacer ms y mejor.Una vez planteado lo anterior, es til encuadrar la democracia de los anti-guos en la clsica triparticin aristotlica de las formas de gobierno: gobiernode uno, de pocos, de muchos. Para Aristteles la democracia es la forma co-rrompida del gobierno de muchos: y ello porque en la democracia los pobresgobiernan en su propio inters (en lugar de gobernar en el inters general).La democracia defenida como gobierno de los pobres en su propio beneficio

    ' Aristteles,Poltica,1317b.

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    ELEMENTOS DE TEORA POLITICA

    nos soprende como una extraordinaria anticipacin de la modernidad, comouna visin socioeconmica de la democracia. Pero no es as. Al tiempo, po-dra parecer que Aristteles llega a los pobres porque los ms, la mayora, sonpobres. Pero Aristteles advierte que una democracia es as incluso si los pobres

    fueran los menos. El hecho es que el argumento es lgico. Aristteles constru-ye su tipologa global sobre dos criterios: el nmero de gobernantes ms el in-ters al que sirven (general o propio). De este modo, el gobierno de uno sedesdobla en monarqua (buena) y tirana (mala); el gobierno de pocos en aris-tocracia (buena) y oligarqua (mala porque es el gobierno de los ricos en supropio beneficio), y el gobierno de muchos en politeia (buena) y democracia(mala). La de Aristteles, pues, no es una definicin econmica de la democra-cia, sino uno de los tres casos posibles de mal gobierno, de gobierno en el inte-rs propio.

    Pero, lgica aparte, Aristteles aprendi la degeneracin de la democracia enla experiencia griega. Al comienzo la democracia era isonomia(\Herodoto dijo,a mediados del siglo V a.C. que sta era la palabra ms bella de todas, igualesleyes, reglas iguales para todos: lo que llevaba implcito un gobierno de las le-

    yes (as, Aristteles deca: Es preferible que mande la ley [nomos]antes quecualquiera de los ciudadanos). Pero un siglo despus de Herodoto el demosya

    haba distorsionado el nomos, haciendo y deshaciendo leyes a su antojo; demodo que al final encontramos nicamente una ciudad polarizada y rota porconflictos entre pobres y ricos. La democracia ateniense acaba, diramos noso-tros, en la lucha de clases. Y es un resultado que no sorprende. El ciudadano loera a tiempo completo. De ello resulta una hipertrofia de la poltica que se co-rresponde con una atrofia de la economa. El ciudadano total creaba unhombre desequilibrado.

    De todo lo anterior se desprende que la democracia indirecta, es decir, re-presentativa, no es nicamente una atenuacin de la democracia directa; estambin un correctivo. Una primera ventaja del gobierno representativo es queun proceso poltico todo entretejido por mediaciones permite escapar de lasradicalizaciones elementales de los procesos directos. Y la segunda ventaja esque la participacin ya no es un sine qua non;incluso sin participacin totalla democracia representativa sigue subsistiendo como un sistema de control ylimitacin del poder. Lo que permite a la sociedad civil entendida como socie-dad prepoltica, como esfera autnoma y autosuficiente, desplegarse como tal.En suma, el gobierno representativo libera con fines extrapolticos, de activi-dad econmica o de otro tipo, el enorme conjunto de energas que la polisab-sorba en la poltica. Quien vuelve a exaltar hoy la democracia participativa no

    4>Herodoto,Hisrori,II!, 80.Aristteles,Poltica, 1287a.

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    DEMOCRACIA

    recuerda que en la ciudad antigua eran los esclavos los que se dedicaban a tra-bajar y que lapolis sehundi en un torbellino de exceso de poltica.

    Entre los antiguos y los modernos

    a) La soberana popular

    La diferencia entre la democracia directa de los griegos y la democracia repre-sentativa de los modernos es tambin, e incluso en mayor medida, una dife-rencia de distancia histrica. Para captar esta diferencia debe atenderse a lo que

    en el siglo IV a.C. no era todava la democracia con respecto a lo que aadedespus, a las adquisiciones sucesivas que van integrndose en el significado dela democracia. Comenzando por la teora de la soberana popular, que es deelaboracin medieval y que se remonta al derecho pblico romano.

    Es posible que la nocin de soberana popular fuera desconocida para losgriegos? Despus de todo podra observarse , su democracia directa era elequivalente exacto de un sistema totalmente inmenso en la soberana popular.En suma: puesto que su soberana popular lo era todo y absorba todo, preci-samente por esto la nocin no se incorpora. Por otro lado, el populusde losromanos no era el demosde los griegos. Entre otras cosas, en la medida en queel demos de Aristteles y tambin el de Platn se identificaba con los pobres,en la misma medida en que el demosno era el codo (el conjunto de todos losciudadanos), sino una parte del todo; mientras fuera de los muros de la ciu-dad, a medida que el popithtsse converta en un concepto jurdico, extra moe-nia. De este modo mientras que el demos se acababa donde Terminaba la pe-

    quea ciudad, el populus sepoda ampliar tanto como se extendiera el espaciode las res pblica.

    Sea como fuere, el hecho es que la doctrina de la soberana popular planteala distincin desconocida para los griegos entre titularidad y ejercicio delpoder, y encuentra su caracterizacin y su razn de ser en el contexto de estadistincin. Para los griegos la titularidad y el ejercicio eran la misma cosa: paraellos la distincin era innecesaria. Era igualmente innecesaria para los brba-

    ros. El mundo que circundaba a los griegos, y que acab por destruirlos, po-da ser solamente, a su entender, un mundo frreamente sometido al despotis-mo. Y la distincin entre titularidad y ejercicio del poder es tan irrelevante enel contexto de los regmenes despticos como el Imperio Persa como lo esen el contexto de una democracia directa.

    Pero la perspectiva de los juristas medievales era distinta. Es cierto que tam-bin la repblica de los romanos haba acabado en despotismo, en la sumisindel populusal princeps,a los emperadores. Pero durante largo tiempo los roma-

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    ELEMLNTOS DE TEORIA POLITICA

    nos haban sido libres, a su modo. Por lo tanto, los escolsticos medievales110podan aceptar la inevitabilidad del despotismo como lo haban entendidolos griegos. Y la,doctrina de la soberana popular emerge en el contexto de un

    dominio desptico que ya 110poda ser visto como natural. Por un lado, de-ba ser legitimado; por otro lado poda ser limitado. En elDigesto,Ulpiano ha-ba establecido que quod prncipi placuit, legis habet vigorems, lo que en unprincipio se acepta se convierte en ley; pero deca tambin que el prncipe tie-ne dicha potestad porque el pueblo se la ha conferido. Conferido en qumodo, a ttulo de qu? Para unos nosotros diremos que los creadores del ab-solutismo , entre el pueblo y el prncipe haba tenido lugar una trandatio impert,es decir, una transferencia 110revocable del poder del pueblo al prncipe.Paia otros (por el contrario, una minora), 110haba translcttio,sino slo conccs-sio imperi:la transmisin era slo de ejercicio, no de titularidad; y el titular, elpueblo, conceda tal ejercicio manteniendo el derecho a revocarlo. Lo esen-cial sigue siendo que tanto para, unos como para otros la titularidad del poderno naca en'el prncipe y con l: le vena por una transferencia o concesin delpueblo. 1 ,

    Poco importa que durante siglos y siglos hayan operado, en la realidad, re-

    gmenes de translatio.Incluso as, en la teora ya se haban planteado las premi-sas que permitan la legitimacin democrtica en la que el titular del poder, elpueblo, se limita a conceder el ejercicio. En elDefensor Pacisde Marsilio dePadua, en la primera mitad del siglo XIV, el diseo ya ha sido precisado: el po-der de hacer las leyes, que es el poder principal, concierne nicamente al pue-blo o a su valentiorpars,que concede a los dems, a la pars principians, nica-mente el poder (revocable) que nosotros diramos ejecutivo, el poder de

    gobernar en el mbito de la ley.

    b) El principio de la mayora

    Que el principio de mayora fuese desconocido por los griegos puede asombrarno menos que la tesis de que ignorasen el principio de la soberana popular. Secomprende que en la ekklcsiavenca, de hecho, el voto o la aclamacin de lamayora; pero este hecho era un expediente prctico que se dejaba pasar sin re-conocimiento oficial, sin una doctrina que lo mantuviese. Hasta Locke el prin-cipio mantenido por la doctrina fue la unanimidad, no el derechode la mayo-ra de prevalecer sobre la minora o las minoras.

    Permaneciendo en la polis,es necesario comprender bien que la nidad po-ltica de los griegos no era una ciudadEstado (y todava menos un Estado en

    HUlpiano,Digesto,1,4,1

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    DEMOCRACIA

    la acepcin moderna del trmino), sino una ciudadcomunidad, una kouionia,una autntica Gcmeinschaftenla que los ciudadanos vivan en simbiosis con suciudad, a la que estaban ligados no slo por un destino comn de vida y muer-te (los vencidos eran pasados por el filo de la espada o vendidos como escla-

    vos), sino tambin por un sistema de valores que era indiferenciadamente ti-copoltico. La ciudad griega se fundaba lo repiten Platn, Aristteles yDcmstenes sobre la homoia,sobre un espritu comn, una concordia cvicaque se basaba a su vez en la philia, en la amistad. Reconocer el principio demayora sera, en este contexto, como validar un principio de desunin, la di-

    visin que lleva a la ciudad al desastre. Si es cierto (siempre segn Aristteles)que lapolisno se traduce en homophonia,debe sin embargo seguir consistien-

    do en syrnphonia,debe seguir siendo, para existir, un todo armonioso. Y la ar-mona, a la par que la homonia,no pueden dar cabida a un derecho de ma-

    yora.Las tcnicas electorales que despus fueron puestas en prctica en las comu-

    nas medievales no nos llegan, por consiguiente, de los griegos (los cuales, por logeneral, sorteaban), sino de las rdenes religiosas, de los monjes encerrados ensus conventosfortalezas que en la Alta Edad Media se encontraban con que tenan

    que elegir a sus propios superiores. Al no poder recurrir ni al principio heredita-rio ni al de la fuerza, no les quedaba sino elegir por medio del voto. Pero losmonjes elega a un jefe absoluto. Era una eleccin grave e importante. Por lo tan-to, debemos al ingenio de los monjes el voto secreto y la elaboracin de las reglasde voto inayoritario. Pero, para ellos y despus para toda la Edad Media y el re-nacimiento, la maior parsdeba seguir unida con la melior pars,con la parte me-

    jor. Y, al final, la eleccin deba terminar por ser unnime (los rechazos eran abu-cheados, e incluso apaleados). Reglas mayoritarias s, pero derecho de mayorano. El principio sancionador, hasta Locke, era y segua siendo la unanimidad.

    El cambio tiene lugar con Locke porque con l el derecho de la mayora seinserta en un sistema constitucional que lo disciplina y controla. Pero el catali-zador fue la emergencia de una concepcin pluralista del orden poltico. Alfinal del siglo XVII, a partir de los desastres y horrores de las guerras de religin,se origin el ideal de la tolerancia, mientras que la fe catlica se fragmentabaen las sectas protestantes. Sobre sta y otras premisas se va afirmando lentamen-

    te la creencia de que la diversidad y tambin el disenso son compatibles con elmantenimiento del conjunto, la idea de que la concordia puede tambin serdiscordia, la idea de la concordia discors.Si es as, y cuando es as, la cosa pbli-ca puede articularse e incluso desarticularse en mayoras y minoras. Y la reglade la mayora permite al pueblo salir del limbo de la ficcin jurdica para con-

    vertirse en un sujeto concretamente operante. Si se decide por mayora, y lamayora decide, entonces tambin un sujeto colectivo como el pueblo posee el

    modo de actuar y de decidir.

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    ELEMENTOS DE TEORIA POLITICA

    c) El individuo-persona

    Los regmenes democrticos son, al tiempo, regmenes libres, regmenes de li-bertad. Pero libertad para quin? Que los atenienses y romanos eran libres se-

    al Hobbes9 quera decir, que sus ciudades eran libres. Fustel de Coulanges es el autor que mantiene al respecto la tesis extrema: Tener derechospolticos, votar, nombrar magistrados, poder ser arconte, he aqu lo que en lasciudades antiguas se llamaba libertad; pero no por ello el hombre estaba me-nos sometido al Estado A lo que se opone que, al menos en la poca de Pericles, la libertad individual del ateniense era absoluta.

    Quin tiene razn? La controversia, que se remonta a las clebres mximasde 1819 de Benjamin Constant sobreLa libertad de los antiguos comparada conla de los modernos,es estril si no nos enfrentamos con la concepcin del hom-bre de los antiguos. Al definir al hombre como animal poltico, Aristteles de-claraba su propia antropologa: l entenda que el hombre era totalmente hom-bre en cuanto vive en lapolisy la polis vive en l. En la vida poltica los griegosno vean una parte o un aspecto de la vida: vean su plenitud y su esencia. Elhombre nopoltico era para las griegos un idion,un ser incompleto y carente(nuestro idiota) cuya insuficiencia resida, podemos decir, en su carencia de

    polis.En suma, para los griegos el hombre era, por completo, el ciudadano, yla ciudad preceda al ciudadano: era elpolitesel que deba servir a la polis,no lapolisal polites.

    Para nosotros no es as. Nosotros no mantenemos que los ciudadanos estnal servicio del Estado, sino que el Estado (democrtico) est al servicio de losciudadanos. Tampoco mantenemos que el hombre se resuelve en la politicidad, que el ciudadano sea todo el hombre. Mantenemos, por el contrario,

    que la persona humana, el individuo, es un valor en s mismo, independiente-mente de la sociedad y del Estado. Por consiguiente, entre nosotros y los anti-guos, todo se vuelve del revs. Se vuelve del revs porque mientras tanto haexistido el cristianismo, el renacimiento, el iusnaturalismo y, finalmente, todala larga meditacin filosfica y moral que termina en Kant. Dicho de modobreve, el mundo antiguo no conoca al individuo-persona, no consideraba loprivado (privatusen latn es privacin, cortar) como esfera moral y jurdicaliberadora y promotora de autonoma, de autorrealizacin.

    Existe hoy quien desprecia el descubrimiento del individuo y de su valorusando individualismo en sentido derogatorio. Quiz un exceso de indivi-dualismo es negativo, y ciertamente el individualismo se manifiesta en forma

    Hobbes, T.,Leviatan,cap. 21.10 Fustel de Coulanges, N. D,, La cita antica, (trad. italiana, 2 vols.), Bari, 1925, vol. I, p. 325 [cd.cast.:La ciudad antigua,Madrid, Edaf, 1982].

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    DEMOCRACIA

    decadentes. Pero al hacer balance no debe escaprsenos que el mundo que noreconoce valor al individuo es un mundo despiadado, inhumano, en el quematar es normal, tan normal como morir. Era as incluso para los antiguos,pero ya no lo es para nosotros. Para nosotros matar est mal, mal porque la

    vida de todo individuo cuenta, vale, es sagrada. Y es esta creencia de valor laque nos hace humanos, la que nos hace rechazar la crueldad de los antiguos y,todava hoy, de las sociedades no individualista.

    Por lo tanto, eran libres los atenienses o no? S, pero no en el mismo senti-do qae nuestro concepto de libertad individual. Ciertamente, la edad doradade la democracia ateniense puede ser entendida como una explosin polidricadel espritu individual. Desde luego, los griegos gozaron de un espacio privado

    que exista de hecho. Pero no posean (para ellos era imposible conocerlo)aquel concepto de libertad del individuo que se resume en la frmula del res-peto al individuopersona. Cuando se niega, entonces, que los griegos hieranindividualmente libres se quiere decir que en su ciudad el individuo estaba in-defenso y en poder de la colectividad. El individuo no tena derechos, y nogozaba en ningn sentido de defensa jurdica. Su libertad se resolva total-mente en su participacin en el poder y en el ejercicio colectivo del poder. En

    aquel momento esto era mucho. Pero tampoco en ese momento se garantiza-ba al individuo. Ni tampoco se mantena, entonces, que el individuo tuvieraque protegerse o que tuviese derechos individuales que hacer valer.

    Hay que aadir que en las condiciones modernas tampoco los antiguos se-ran libres en modo alguno. Volvamos a subrayar que la ciudad griega no seconstitua en Estado. Ahora bien, sin Estado un ejercicio colectivo del poderpuede todava hacer las veces de la libertad, puede ser todava un sustituto dela libertad (poltica). Pero cuando aparece el Estado, cuando la pequea ciudadse extiende en exceso, sin lmites de medida, y cuando, por consiguiente, titu-laridad y ejercicio del poder se diferencian, entonces ya no es as. No es sloque la democracia de los modernos tutela y promueve una libertad que noacepta resolverse en la sumisin del individuo al poder del conjunto. Tambincon la llegada del Estado los trminos del problema se invierten. En la ciudadcomunidad de los antiguos la libertad poltica no se afirmaba en oposicin alEstado, porque no exista Estado. Pero cuando existe, entonces el problema de

    la libertad del Estado se plantea.La frmula todo en la polis promueve, o puede promover, una demo-

    cracia con una alta tasa de fusin comunitaria. La frmula todo en el Esta-do, que despus se explica en todo para el Estado es, por el contrario, lafrmula del Estado totalitario. A la manera de los griegos, nosotros seramosesclavos.

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    La democracia liberal

    Entre la democracia de los antiguos y la de los modernos se interpone, se havisto, la disyuncin entre titularidad y ejercicio del poder, el principio de la

    mayora y la concepcin del individuopersona. Por otro lado, para pasar de laprimera a la segunda falca todava el eslabn esencial: el constitucionalismo y,dentro de ste, la representacin poltica. El trmino liberalismoysu derivadoliberal son de cuo relativamente reciente (en torno a 1810); pero Locke,Montcsquieu, Madison y Hamilton (en losFcdcralist), y Benjamn Conscant,pueden declararse, con todo derecho, liberales, es decir, los autores que hanconcebido politicamente (el recorrido ms propiamente jurdico incluye otros

    nombres, como Coke y Blacksrone) el Estado limitado, el Estado controlado y,as, el Estado liberalconstitucional. Despus de Constant se puede aadir aTocqueville,y despus a John Stuart Mili; pero especialmente con este ltimollegamos ya l Estado liberaldemocrtico, al cual sigue, hoy, el Estado democrticoliberal. Por lo tanto, hay tres etapas: el Estado liberal que es nicamenteel Estado constitucional que aprisiona el poder absoluto; segundo, el Estado li-beraldemocrtico que es primero liberal (constitucional) y despus democr-tico; tercero, el Estado democrticoliberal, en el que el peso especfico de los dos

    componentes se invierte: el poder popular prevalece sobre el poder limitado.La genealoga histrica completa es sta: la democracia pura y simple (la de

    los antiguos) precede al liberalismo, y el liberalismo precede a la democraciamoderna. Para los conscituyentes de Filadelfia, como para Constant, la demo-cracia indicaba todava un mal gobierno, la experiencia fracasada de los anti-guos, y si el Tocqueville de 18351840 admiraba la democracia social de losamericanos, sin embargo segua temiendo, enLa democracia en A mrica, la ti-rana de la mayora y repudiaba el despotismo democrtico, es decir, la demo-cracia en sentido poltico. El giro decisivo tienen lugar, con Tocqueville, en1848. Plasta la revolucin de aquel ao ste haba separado ntidamente la de-mocracia del liberalismo. Pero en la Asamblea Constituyente Tocqueville de-clar una nueva y distinta separacin: La democracia y el socialismo estnunidos slo'por una palabra, la igualdad; pero hay que notar la diferencia: lademocracia quiere la igualdad en la libertad, y el socialismo quiere la igual-dad [...] en la servidumbre. Con este memorable paso nace, en las concien-

    cias, la liberaldemocracia. La nueva anttesis, la nueva polarizacin, ya no seplantea entre democracia y liberalismo, sino enrre socialismo, por un lado (elnuevo protagonista surgido, precisamente, en las turbulencias de 1848), y la li-beraldemocracia, por otro.

    No es que Topqueville hubiera cambiado de idea en este momento. Es quecaptaba, d modo proftico, el realineamiento que habra de prevalecer en elsiglo y Inedio siguiente. Con la intuicin de los muy grandes, Tocqueville vol-

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    DEMOCRACIA

    va a concebir la democracia, la comprenda como una criatura totalmente in-dita que surga ex novodel seno del liberalismo. La democracia exhumada porRousseau era slo una criatura de biblioteca. La democracia real, la que esta-

    ba realmente naciendo, era una cosa totalmente distinta: era, concretamente,lademocracia liberal.Durante todo el siglo XIX prevalece, en este conjunto, el componente libe-

    ral: el liberalismo como teora y praxis de la proteccin jurdica, mediante elEstado constitucional, de la libertad individual. Pero a medida que el sufragiose extenda, se planteaba al mismo tiempo una liberaldemocracia en la que laforma del Estado reciba cada vez ms contenidos de voluntad popular. Fi-nalmente, como se ha dicho, el Estado liberaldemocrtico se transforma en el

    Estado democrticoliberal en el cual en la ptica tocquevilliana la balan-za entre libertad e igualdad se desequilibra a favor de esta ltima.

    Por el momento basta con dejar sentado ya profundizaremos ms adelan-te que el Estado justo, el Estado social, el Estado del bienestar, siguensiendo, en sus premisas, el Estado constitucional construido por el liberalismo.Donde y cuando este ltimo ha cado, como en los pases comunistas, ha ca-do todo: en nombre de la igualdad se ha instaurado el socialismo en la servi-dumbre. La leccin que hoy nos llega del Estado y de la parbola de la expe-riencia comunista confirma lo que la doctrina liberal ha mantenido desdesiempre, es decir, que la relacin entre libertad e igualdad no es reversible, queel itcr procedimental que vincula los dos trminos va desde la libertad a laigualdad y no tambin, en sentido inverso, desde la igualdad a la libertad. Lasuperacin de la democracia liberal no ha existido. Fuera del Estado democrticoliberal no existe ya libertad, ni democracia.

    El Estado de partidos

    La democracia de los modernos es representativa y presupone, como condicinnecesaria, el Estado liberalconstitucional, el control del poder. Hasta ahora nose ha dicho nada sobre otro instrumento de actuacin: los partidos. Ya en1929 Kelsers afirmaba sin ambages: Slo la ilusin o la hipocresa puede creerque ia democracia sea posible sin partidos polticos ". De cuando en cuando

    (comenzando por Ostrogorski, 1902) se vuelve a mantener que la democraciapuede no slo operar sin partidos, sino que sin partidos funcionara mejor; eincluso si esta tesis se ha mantenido poco o mal en el terreno de la doctrina, enla prctica el problema puede ser replanteado, hoy en da, a la luz de la deno-minada disolucin de los partidos americanos. Ciertamente, en los Estados

    11Kclscn, H..Esencia y valores de la Democracia,Barcelona, Guadarrama, 1977.

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    ELEMENTOS DE TEORA POLTICA

    Unidos los partidos no han tenido nunca un peso como en Europa, y nuncahan logrado la consistencia organizativa de los partidos de masa europeos, es-pecialmente de los partidos comunistas, o en general de aparato. La burocratizacin de la socialdemocracia alemana que Michels ya registraba y denunciaba

    como causa inevitable de la oligaqua en torno a 1910, esta burocratizacin nose ha dado nunca en los Estados Unidos.Por otro lado, para los fines de la pregunta de si los partidos son indispensa-

    bles, no es necesario que el partido sea fuerte y que, por consiguiente, el sis-tema partidista est fuertemente estructurado. La tipologa histrica de los par-tidos distingue entre partidos de notables, partidos de opinin y partidos demasas; o incluso, de forma paralela, entre partidos de orientacin electoral y,dentro de estos ltimos, entre partidos de mera organizacin electoral o bien

    partidos capaces de movilizacin permanente.Ahora bien, basta con que el partido necesario sea el partido de opinin;

    y tampoco la disolucin de los partidos americanos lo disuelve, a decir verdad,por debajo del umbral en el que canalizan la opinin. Y cuando se afirmaque la democracia no puede realizarse sin la intermediacin de los partidos sehace referencia al sistema partidista como sistema de agregacin y canalizacindel voto. Nada ms, pero tampoco nada menos. Los electores se expresaran enel vaco y creeran en el vaco el caos de una multitud de fragmentos sifaltase el marco de referencia y de alternativas propuesto por los partidos. Dehecho, cada vez que una dictadura cae y se vuelve a votar, vuelven a crecer losgrupsculos que se proponen para ser votados. Los supervivientes, los votados,se convierten en partidos. Es un proceso totalmente espontneo que por smismo atestigua la inevitabilidad de los partidos.

    Si los partidos son necesarios, su necesidad no los redime de sus pecados.Es verdad que la intermediacin de los partidos se transforma, con frecuen-

    cia, en un diafragma, o incluso en una imposicin partitocrtica. Pero com-batir las degeneraciones y criticar a los partidos es una cosa, y refutarlos esotra. Una vez planteado lo anterior, un problema posterior y distinto atae ala diversidad de los sistemas de partidos, y por lo tanto a la cuestin de qusistema de partidos funciona mejor y es, en este sentido, funcional para losfines del gobierno democrtico. Despus de las malas experiencias en pero-do de entreguerras en concreto de la de la Repblica de Weimar (19191933) en los aos cincuenta se afirm la tesis de que las democracias quefuncionaban eran bipartidistas, o por lo general democracias con relativa-mente pocos partidos, mientras que los sistemas demasiado fragmentados ge-neraban gobiernos inestables, efmeros, y en general incapaces de gobernar.Esta tesis ha sido refinada y modificada posteriormente. Es cierto que dema-siados partidos son excesivos; pero el nmero de partidos no es la variabledecisiva; lo es, por el contrario, la polarizacin del sistema, y por lo tanto 1a

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    distancia ideolgica o de todo ripo que separa a los partidos y a sus electo-res

    Si el problema fuese sobre todo de fragmentacin, se remediara con laadopcin de sistemas electorales poco o naca proporcionales, es decir, sistemas

    que reducen el nmero de los partidos. Pero si stos se reducen y permanece lapolarizacin, entonces no hay ninguna ventaja y se puede agudizar la conflictividad. Del mismo modo, tampoco se ha dicho que los gobiernos monocoloresque constituyen la norma en los sistemas bipartidistas (y tambin en los siste-mas de partidos predominantes que operaron, durance largos perodos, en Sue-cia, Noruega, la India e incluso hoy en Japn) sean preferibles, a todos losefectos, a los gobiernos de coalicin.

    El elemento discriminante es si las coaliciones de gobierno estn separadas,

    entre partidos distantes, como en Italia, o bien, como en los sistemas de bajapolarizacin, si las coaliciones se forman entre partidos prximos, amalga-mabas. Con lo que se vuelve a decir que el factor decisivo es la polarizacin: elespacio competitivo en el que se mueve el sistema partidista. Si el espaciocompetitivo es extenso, entre unos polos extremos muy lejanos entre s, enton-ces la competencia entre partidos est expuesta a tentaciones centrfugas, el de-sacuerdo prevalece sobre al acuerdo, el sistema se bloquea, y por lo tantofunciona con dificultad. Si, por el contrario, el espacio competitivo es exiguo,entonces la competencia tiende a ser centrpeta, la belicosidad bloqueante nocompensa, y el sistema permite la gobernabilidad.

    Lijphart n divide las democracias en dos tipos mayoritaria y consociacional y mantiene que en las sociedades conflictivas es necesaria una demo-cracia consociacional, es decir, una gestin de la cosa pblica basada en mi-noras competitivas (la frmula de Calhoun) que repudian el principiomayotitario. La teora de Lijphart convence en parte, y en parte no. El conso

    ciacionismo es recomendable, y funciona para las sociedades segmentadascomo Holanda (dividida durante mucho tiempo, aunque ya no, entre catli-cos y protestantes), Austria (dividida entre catlicos y socialistas), Blgica(donde el conflicto es tnicolingstico) y Suiza (el ejemplo ms ilustre). Perolas sociedades en cuestin estn segmentadas, no estn polarizadas: sus islassolamente piden ser respetadas en su identidad (el cleamgees aislante, no agre-sivo y prevaleciente). Por lo tanto, no se ha afirmado que el consociacionismo seatambin adecuado para las sociedades altamente polarizadas, y ciertamente noparece aplicable a las religiones militantes (como el fundamentalismo islmi-co). Volveremos sobre el punto de la distincin entre democracia mayoritaria y

    ,J Snrtori, G. Parties and Party Systems, Nueva York, 1976 [ed. casr.: Partidos y sistemas lepartidos,Madrid, Alianza Editorial, 1987]." Lijphart, A.,Democracy in plural societies: a comparative exploration,New Haven, 1977.

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    consociativa. Aqu nos importa sealar nicamente que el consociacionismo seremite a nociones como la sociedad conflictiva, o sociedad dividida, bastantemenos precisas y precisables que la nocin de sociedad polarizada, y que los

    sistemas de partidos se miden y se comparan mejor nos parece en clave depolarizacin.Con toda probabilidad el Estado de los partidos no es subrogable. Pero va-

    ra, y puede ser cambiado. El problema del sistema de partidos ptimo sigueestando abierto y sigue teniendo que volver a abrirse. Hay que aadir que lospartidos degeneran fcilmente en centros de exceso de poder, de coloniza-cin, de acomodo parasitario y de corrupcin. Lo que no obsta para que lateora de la democracia deba incluir a los partidos.

    La teora competitiva de la democracia

    En principio la democracia la democracia liberal ha de definirse como unsistema poltico jasado sobre el poder popular, en el sentido de que la titulari-dad del poder pertenece al demos,mientras que el ejercicio del poder es confia-

    do a los representantes peridicamente elegidos por el pueblo. Por consiguien-te, en trminos de ejercicio, el poder popular se resuelve en gran medida en elpoder electoral. Lo que explica por qu la definicin operativa o aplicada de lademocracia da por descontada la soberana popular (la fuente de legitimidad)para llegar rpidamente a su mecanismo, como en esta defincin comn: lademocracia es un sistema pluripartidista en el que la mayora expresada por laselecciones gobierna en el respeto a los derechos de las minoras. El respeto a losderechos de las minoras, y por ello la interpretacin limitada del principio

    mayoritario, es un punto decisivo que requiere ser tratado de forma separadapor s mismo. Detengmonos, en este momento, en la reduccin de la demo-cracia a un sistema pluripartidista. Que tos partidos son necesarios se ha visto

    ya. Pero cul es la democraticidad de esta disposicin?Rousseau mantena que quien delega su propio poder lo pierde. Es cierto?

    Si dicha delegacin fuera permanente, si hubiera una translatio impeni,enton-ces sera cierto. Pero es una delegacin peridica y con una renovacin peridi-ca, una concessiotemporal, y, por lo general, una delegacin a ttulo representa-tivo: se espera que el representante acte segn el inters de los representadosen el mbito de estructuras y procedimientos que lo vinculan a esta intencin.Por lo tanto, Rousseau estaba equivocado. Incluso as, la representacin polti-ca no ofrece las garantas ci la representacin del derecho privado. Cmo sehace para asegurar que el inters al que sirve el representante sea verdadera-mente el de los representados (y no su propio inters)? No se puede o, mejordicho, se puede hacer slo en trminos de una amplsima aproximacin. Pero

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    DEMOCRACIA

    aqu el mecanismo que ms sirve es la competicin, no la eleccin. Y aqu esta-mos en Schumpeter, en su teora competitiva de la democracia.

    Para Schumpeter la suya era una teora alterantiva, distinta. Sin restar nada

    a sus mritos, es ms exacto verla como un complemento de la teora de la de-mocracia como tal, dentro de su veta central. En la teora clsica de la demo-cracia argumenta Schumpeter la seleccin del representante resulta se-cundaria con respecto al objetivo principal [...] de investir al electorado delpoder de decidir en cuestiones polticas; pero la realidad es que este poder essecundario con respecto a la eleccin de las personas que decidirn despus.De aqu su citadsima definicin: El mtodo democrtico es aquel mecanismoinstitucional para llegar a decisiones polticas en las que algunas personas ad-

    quieren el poder de decidir mediante una lucha competitiva por el voto popu-lar '.

    La primera que hay que sealar es que Schumpeter dice mtodo democr-tico, trasladando de este modo el centro de atencin a una definicin instrumentaldel concepto de democracia. Segundo, el demosse vuelve a proponeraqu como tertium gnudens,como un tercero que goza de beneficios que le sonprometidos por competidores que cortejan su voto. Lo que implica que delpoder del voto se deriva una aceptacin de preferencias. De este modo, lademocracia en el punto de entrada, en el input,se vincula con la demofilia enel punto de salida, en el output,y ms precisamente el poder popular (de voto)se transforma en denlodistribuciones, en beneficios de retorno.

    Volviendo a la pregunta inicial, la interpretacin schumpeteriana de losmecanismos democrticos asegura verdaderamente que el representante servira los intereses del representado? Intereses es un concepto complejo. Intere-ses inmediatos y mal entendidos? Intereses duraderos y bien entendidos? In-tereses nicamente mos, nicamente egostas? Es necesario no perderse eneste embrollo. De hecho, hemos dicho que el mtodo descrito por Schumpeterasegura que se acogen las preferencias, que se escuchan las demandas. Laobjecin, sin embargo, es que el pueblo vota normalmente cada cuatro aos, yque en el interregno el representante no es revocable. La objecin puede ser,por consiguiente, que en el intervalo entre una eleccin y otra el representantepuede hacerse el sordo y servirse sobre todo a s mismo. Pero no sucede as si almecanismo competitivo expresado por Schumpeter se aade, para completar-

    lo, el principio de las reacciones previstas enunciado por Cari Friedrich 1.En funcin de este principio el elegido prev en todo momento la previsible

    14Schumperer, J., Cnpitalism, socialista and Dcntocracy, Nueva Yoik, 1942, 47, p. 269 [ed. case.: Capitalismo, socialismo y democracia,Madrid, Aguilar, 1968].* lYicdrich, C., Constitutionalgovcrnmcnt and Dcmocracy, ftoston, 1946, pp. 58991 (cd. cas.: Gobierna constitucional y democracia,Madrid. CEl, 1975].

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    ELEMENTOS DE TEORA POLITICA

    reaccin de sus electores a lo que hace o se propone hacer. El control es,pues, continuo, puesto que la previsin (de cmo reaccionar el elector) esconstante.

    De todo lo anterior se puede deducir la siguiente definicin: democracia es

    el procedimiento y/o el mecanismo que a) genera unapoliarqua abiertacuyacompeticin en el mercado electoral; b) atribuye poder al pueblo, y c) imponeespecficamente la capacidad de respuesta (responsiveness)de los elegidos frente alos electores 16. Es complicado porque la democracia es complicada. Y, tngaseen cuenta, esta definicin es slo descriptiva (no es, y no pretende ser, prescriptiva), es decir, se limita a explicar por qu funciona la macrodemocracia(poltica). Es, por consiguiente, una definicin mnima que establece la condi-cin necesaria y suficiente para poner en funcionamiento un sistema que pue-

    de, con todo derecho, ser llamado democrtico. Sin el denominado modelo deSchumpeter el funcionamiento electivo de la democracia representativa segui-ra totalmente sin ser comprendido. Pero a partir de aqu queda totalmentepor construir el discurso prescriptivo destinado a promover y desarrollar la de-mocracia. La democracia es una cosa; el grado de democracia y la democratiza-cin, otra distinta.

    L ibertad e igualdad

    a) Libertad de y autonoma

    Se ha visto cmo Tocqueville (y despus de l Guido de Ruggiero, 1941, ymuchos otros) equipara la liberal democracia a la conjuncin entre libertad eigualdad. Qu libertad? Y qu se entiende por igualdad?

    La libertad que interesa en este nivel es la libertad poltica: la libertad del

    ciudadano en el mbito del Estado. Es, por consiguiente, una libertad especfi-ca y eminentemente prctica. No es la libertad moral, no es el libre arbitrio (lalibertad de querer), no es una libertad omnicomprensiva, ni tampoco es una li-bertad suprema, la verdadera libertad (tal y como ha sido concebida de dis-tintas formas, por ejemplo, por Spinoza, Leibniz, Hegel o Croce). En elEnsayosobre el entendimiento humanoLocke defina la libertad como autodetermina-cin del yo acting under the determination of the self,mientras que en el se-gundo de losDos tratados sobre el Gobierno1 la define como el no estar suje-tos a la inconstante, incierta, desconocida y arbitraria voluntad de otro hombre.

    ,f Sartori, G. TheTheory oj Democracy revisited,Chatham, 1987 [ed. casi.:La teora de la democracia,Madrid, Alianza Editorial, 1987].1 Locke, J., Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil,Madrid, Alianza Editorial, p. 53.

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    DEMOCRACIA

    Locke comprenda bien, por consiguiente, que en el nivel polrico 110se buscala esencia de la libertad y 110interesa la investigacin metafsica sobre la na-turaleza ltima de la libertad. Para Locke la libertad poltica es, sustancialmen-te, la libertad frente al arbitrio de los poderosos. Igualmente concreto haba

    sido, antes que l, Hobbes; libertad significa ausencia de impedimentos ex-ternos l,s. En verdad Hobbes asignaba esta libertad al contexto de la libertadnatural antes que al de la libertad civil; por otro lado, los impedimentos encuestin se denominaban of motion, impedimentos de movimientos. Peroesta calificacin vena dictada por la naturaleza mecanicista de su filosofa y secae si cae el mecanicismo. Queda as la frmula ausencia de impedimentosexternos que desde entonces ha sintetizado eficazmente la naturaleza y el m-bito de la libertad poltica.

    Posteriormente se ha dicho que la libertad poltica es una libertadfrente(frente al Estado), no una libertad para. Exacto. Y hoy se ha extendido el usode declararla una libertad negativa, 110 una libertad positiva De nuevo,exacto. Pero la libertad negativa, se interpreta despus como una negacividad, como una libertad de poco, o casi de nada. El argumento, pues,se convierte en que la libertad que cuenta es la libertad de,positiva. Lo que

    ya no es exacto. Que la libertad poltica sea una libertad incompleta es cierto(pero lo es en la misma medida que todas las libertades especficas, que todas

    las libertades declinadas en plural, cada uno de las cuales puede ser declarada,por s sola, incompleta). Sigue estando el hecho de que la libertad paraes lacondicin necesaria de todas las libertades de.Si estamos impedidos en pri-sin o amenazados de prisin las libertades en positivo se conviercen en le-tra muerta.

    Entonces sera mejor llamar a la libertad poltica protectora (en lugar denegativa), puesto que es la libertad de los poderes menores, de los poderes delos ciudadanos particulares, necesitados de proteccin porque son fciles deoprimir. Bien entendido, no es que la libertad poltica sea nicamente libertadpara (negativa o protectora). Cuando se despliega la libertad poltica se con-vierte tambin en libertad de(de votar, de participar, etc.); pero hay que carac-terizarla como libertad para,como noimpedimento, porque ste es su aspectoprimero.

    Se podr observar que el discurso sobre la libertad poltica precede a Hob-bes y a Locke. Cierto; pero hasta Locke y hasta la construccin del Estado

    constitucional, la salvacin, la salvacin de la libertad, resida slo en la ley. Ci-cern lo deca con admirable concisin para todo el mundo antiguo; Legumserv sumus ut liberi essepossimusl\ somos Ubres en cuanto que estamos somet

    IS Hobbes, T.,Lcviatn.cap. 21.Cicern, Oratiopro Ciuenrio,43.

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    ELEMENTOS DE TEORA POLITICA

    dos a las leyes. Esta era todava la frmula de Rousseau: el hombre es librecuando no obedece a los dems hombres sino nicamente a la ley. S, peroRousseau constataba al mismo tiempo que el hombre, nacido libre, se encuen-tra encadenado en todas partes. Cuando se afuma el Estado, y en particular elEstado de la era del absolutismo monrquico, la ley por s sola ya no salva. Porconsiguiente, no es cierto que el discurso sobre la libertad poltica vuelva a co-menzar en el siglo XVII. La libertad poltica definida como libertad delEstadose define as cuando existe Estado (110antes). Pero desde entonces sta es la de-finicin casi constante.

    A esto se opone, en ocasiones, que la libertad paraes una libertad menorsuperada por una libertad mayor: la autonoma. Se ha afirmado, con anteriori-

    dad, que, en materia de libertad, Rousseau no se desva un milmetro de Cice-rn. En todos sus escritos repite constantemente que la certeza de la que estms seguro es que la libertad es el gobierno de las leyes. Pero en el Contrato social1"encontramos este paso: La obediencia a la ley que uno se ha prescritoeslibertad (la cursiva es ma). Es este paso del que se deduce que Rousseau con-cibe la libertad como autonoma. Pero estamos extrayendo conclusiones excesi-

    vas de este tema. El hecho es que Rousseau elogiaba a los espartanos y a los ro-manos, no a los atenienses. La isouomia;igualdad ante la ley, de los atenienses

    se estrope tornndose en licencia, en leyes inciertas deshechas y rehechas porla volubilidad del demos.Por consiguiente, Rousseau invocaba a un Moiss, unLicurgo, un legislador fundador que estableciese de una vez por todas unaspocas leyes supremas, fundamentales y casi inalterables. Nadie ha aprisionadotanto la libertad' en la fijeza de las Leyes (con mayscula) como Rousseau. Laautonoma de Rousseau sera, por lo tanto, la autonoma de hacer nada o casinada.

    La verdad es que parece que la autonoma es una superposicin arbitraria

    y amalgamada de Kant y sobre Rousseau. La autonoma, el otorgarse a s mis-mos las propias leyes, es un concepto kantiano, que, sin embargo, Kant refierea la libertad moral, a la libertad interior(de querer). La libertad poltica es, porel contrario, una libertad exterior (de hacer). Lo contrario de la primera es laheteronoma; lo contrario de la segunda es la coercin. Mi voluntad permane-ce libre incluso si me encuentro en la crcel (sometido a coercin); pero el serinteriormente libre no me hace en modo alguno libre externamente (de la cr-cel). Por lo tanto, la tesis de que la menor libertad para (calificada como li-

    bertad liberal) puede ser superada por una mayor libertad democrtica, laautonoma, es difcil de aceptar. Que la autonoma, as como la autorrealizacin, sean libertad e ideales de superior libertad, eso s. Pero no superan la li-bertad para:la presuponen.

    Rousseau, J. J.,/ '/contrato soc'utl, I, cap. VIH.

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    b) Iguales tratamientos e iguales resultados

    Si la libertad poltica puede reconducirse a la ideabase de noimpedimento,

    el discurso sobre la igualdad es y sigue siendo muy complejo. Aristteles yadistingua en laEtica a Nicomaco (Libro V) entre dos tipos muy distintos deigualdad, una aritmtica y otra proporcional. El criterio de la primera eslo mismo para todos; el criterio de la segunda es lo mismo para los mis-mos, y por lo tanto cosas iguales para los iguales pero desiguales para los desi-guales. En la igualdad aritmtica lo que es igual es idntico:y basta. En laigualdad proporcional (que lo es, explicaba Aristteles, porque los desigualesson tratados en forma proporcional a su respectiva diversidad) lo es, por el

    contrario, la igualdad en la diversidad,o entre diversos, que asigna a cada unolo suyo: aqu est vigente la regla del suum cuique tribuerc.

    Est claro que a veces adoptamos la primera y a veces la segunda igualdad.Las leyes son iguales en cuanto que son idnticas para todos, mientras que losimpuestos directos son proporcionales, en proporcin a la riqueza, y por lotanto iguales para iguales pero desiguales para desiguales. Hasta aqu todo estclaro. Pero la igualdad proporcional plantea, a medida que va profundizndo-se, dos problemas: primero, cunta proporcin y segundo, y ms difcil, aquin atae la proporcin. Aqu, recurdese, la regla no es ya a todos lo mis-mo, sino lo mismo (iguales cuotas, privaciones o beneficios) a quien es igual,igual para cada uno. Por lo tanto, la pregunta se convierte en: Qu semejan-za es relevante? Y, paralelamente, en funcin de qu diferencias lian de agre-garse los iguales? Cules son las diferencias relevantes? Son preguntas que abrenla caja de Pandora.

    Simplificando al mximo los criterios de la igualdad proporcional pueden

    reducirse a dos: 1) a cada uno en razn a sus mritos, capacidades o talentos,2) a cada uno en razn a sus necesidades (de lo que le falta). Es superfluo su-brayar, en concreto, que cada criterio es susceptible de innumerables interpre-taciones. Qu mritos? Qu capacidades? Y qu necesidades, en qu medi-da? Tampoco acaban aqu las complicaciones.

    Para desenredar la madeja conviene referirse a una perspectiva histrica.Histricamente la primera igualdad es la isonomia, nosotros la llamaremosigualdad jurdicopoltica: iguales leyes, iguales libertades e iguales derechos.

    Estas son igualdades fciles (aritmticas): igual se traduce por idntico paratodos. Existe, despus, la igualdad social (vase: democracia social) que noplantea problemas desde el momento en que se despliega como un etbos. Latercera igualdad, por el contrario, est llena de problemas, la igualdad de opor-tunidad, o en las oportunidades, que es la tpica reivindicacin igualitaria denuestro tiempo.

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    Aqu, a partir de un trmino comn se ramifican y derivan, en realidad,dos igualdades: 1) la oportunidad como igual acceso, 2) la oportunidadcomo igual punto de partida. Igual acceso quiere decir igual reconocimien-to e iguales capacidades y por lo tanto promueve una meritocracia: igual

    carrera (promocin) a igual talento. Igual punto de partida es algo distin-to, y bastante ms. A este respecto se requiere la igualdad de las posicionesy condiciones iniciales de la competicin: igual educacin para todos pa-ra comenzar; pero despus tambin un bienestar relativamente igual quehaga desaparecer la ventaja de los ricos sobre los pobres. Y en este punto laigual oportunidad de posiciones de partida desemboca en la igualdad eco-nmica.

    Mientras que esta ltima es relativa es cuestin de proporciones esta-

    mos todava en la igualdad que podramos llamar de oportunidades materia-les. La igualdad econmica verdadera y propia es, por s sola, y, por el contra-rio, aritmtica: iguales haberes o en el comunismo igual ausencia deposesiones para todos. Babeuf era igualitario al pie de la letra. Marx era msdifuminado. En la Critica al programa de Gotbade 1875 Marx enuncia tres cri-terios: 1) a cada uno segn sus necesidades, 2) a cada uno segn su trabajo (elprincipio del valortrabajo), y 3) a cada uno segn su capacidad. No es fcil

    vincular los criterios ni tampoco descifrarlos. Pero dado que en todo caso el

    comunismo presupone la abolicin de la propiedad privada, a este respectoest claro que tambin la igualdad econmica de Marx era aritmtica: de igualforma nada para nadie.

    El colapso de los regmenes comunistas ha descabezado, en gran medida,rebus ipsisla versin aritmticanegativa de la igualdad econmica. Pero quedala instancia de la liberacin de la necesidad asegurar a todos un mnimoigual de subsistencia decorosa que avanza progresivamente en la reivindica-cin de iguales haberes que igualen de forma efectiva las posiciones de parti-

    da. Cmo? Mientras que se persiga una relativa igualacin de los haberes pormedio de redistribuciones, y especialmente redistribuciones de renta, seguire-mos dentro del mbito de una problemtica fundamentalmente econmica.Pero, entre tanto, las redistribuciones en cuestin deben ser incesantes; ade-ms, ya no bastan; de modo que, finalmente, de las redistribuciones se pasa alas expropiaciones. Y en este punto el problema se hace eminentemente polti-co en el sentido de que libertad e igualdad entran en colisin. Iguales condi-ciones materiales (aunque entendidas de modo elstico) requieren un Estadofuerte, lo bastante fuerte como para imponer expropiaciones y tan fuertecomo para decidir a favor de quin, con respecto a qu y en qu medida. Si esas, el Estado que tiende a la igualdad se transforma en el Estado coercitivoque debe hacer pedazos y barrer si quiere tener xito la libertad de resis-tencia de los ciudadanos.

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    El ncleo del problema es que iguales tratamientos (leyes iguales) no pro-ducen resultados iguales (igualdades en resultados); de lo que se deriva quepara convertirse en iguales se necesitan tratamientos desiguales (leyes sectoria-les y discriminaciones compensatorias). Si los corredores lentos y los veloces

    deben llegar juntos a la meta, los veloces deben ser penalizados y los lentos fa-vorecidos. No existen entonces, oportunidades iguales. Por el contrario, o me-jor dicho dando la vuelta al argumento, con el fin de ser igualados a la llegadase necesitan en el punto de partida oportunidades desiguales (tratamientospreferenciales). Bien, se puede mantener que as debe ser. S, pero leyes secto-riales, tratamientos privilegiados, discriminaciones, no slo azuzan y multi-plican la conflictividad social (los no preferidos se rebelan y reivindican a su

    vez privilegios), no slo facilitan la arbitrariedad, sino que lesionan la protec-

    cin proporcionada por leyes iguales, y en principio, por el principio lo mis-mo para todos. Por qu es importante la generalidad de las leyes? Es impor-tante porque somete a quien las fabrica al mismo dao que pueden infligir aquien las sufre. Si la norma a quien mienta se le cortar la lengua se aplicatambin al legislador que la promulga, esta norma 110se har efectiva; si se leexonera, puede serlo.

    Bien entendido, entre libertad e igualdad se dan muchas posibles solu-ciones de equilibrio, muchas posibles compensaciones; pero sigue existien-do, sin embargo, un punto de ruptura ms all del cual (por citar a Tocque

    viIle) nos espera nicamente la igualdad en la servidumbre. El problemade la igualdad sigue estando, pues, muy abierto. Entre la libertad y la igual-dad puede existir una feliz conjuncin, pero tambin una peligrosa disyun-cin. En las democracias liberales la libertad promueve, o al menos permite,polticas y resultados igualitarios. En los regmenes comunistas la igual-dad no ha producido la libertad y ha nivelado solamente a la baja, en el ma-

    lestar.

    Mayora y minora

    a) Mayora limitada

    Mayora significa regla de la mayora, o bien el conjunto de los ms. En elprimer caso la nocin de mayora esprocedimental, indica un mtodo de reso-lucin de los conflictos y, correlativamente, un criterio decisional. En el segun-do caso la nocin de mayora es sustantiva: indica la parre mayor, la ms nu-merosa de un agregado concreto, de una poblacin. Y si esta distincin no seafuma claramente, todo el discurso se embrolla sin remedio.

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    Solemos decir, brevemente, que la democracia es majority-rule, reglaman-dato de la mayora. Decirlo as es plantearlo demasiado brevemente. Por otrolado, cul es la mayora en cuestin? Procedimental o sustantiva? Por s mis-mo no est claro. Hay quien entiende la expresin en un sentido, quien enotro y quien la mayora de un modo indiferenciado. Precisemos rpida-mente, entonces, que en este apartado nos ocuparemos de la mayora comoregla, criterio o principio, y no de las mayoras sustantivas. En tal caso afirmarque la democracia es majority rulesignifica que en la democracia se decide pormayora.

    Verdadero? No del todo. Explicado as el principio de la mayora resultaabsoluto, sin lmites ni frenos, mientras que la democracia requiere para

    funcionar y durar un principio de mayora limitado La regla en las demo-cracias liberales es que la mayora gobierna (prevalece, decide) en el respeto alos derechos' de la minora. Quien dice majority ruleolvidndose de los minority rightsno promueve la democracia, la sepulta. El argumento terico ha sidoformulado con insuperable claridad por Kelsen: Incluso aquel que vota con lamayora ya no est sometido nicamente a su voluntad. Lo advierte cuandocambia de opinin; de hecho, con el fin de que l fuera nuevamente libre se-ra necesario encontrar una mayora a favor de su nueva opinin21. A ello hay

    que aadir que si las democracias no son tuteladas la misma posibilidad de en-contrar una mayora a favor de la nueva opinin se hace problemtica, puestoque quien pasa de la opinin de la mayora a la de la minora se encuentra en-tre quienes no tienen derecho a hacer valer su propia opinin. En el lmite elhecho es que la primera eleccin ser la nica eleccin verdadera, la que separade una vez por todas a quien ha sido libre (en el momento inicial) de quien noha sido libre (es decir, sometido a su propia voluntad) ni entonces ni lo sernunca.

    Respetar a las minoras y sus derechos es, por lo tanto, una parte integrantede los mecanismos democrticos. Y no slo es una cuestin de mecanismos. Laminora, veremos, se aplica a mltiples referentes. Entre stos encontramoslas minoras religiosas, lingsticas, tnicas y de otro tipo, es decir, colectivida-des sustantivas que mantienen su propia identidad y que se constituyen en tor-no a la propia lengua, religin o raza. Estas minoras son tanto ms reales ycompactas cuanto ms intensas son, cuanto ms fuertemente sienten el vncu-lo que las caracteriza. Y aqu el principio mayoritario se detiene o es detenido,

    podemos decirlo as, por fuerza mayor. Porque si no se les reconoce a las mino-ras intensas el derecho a su propia identidad stas buscarn la secesin y re-chazarn, en el interior, el propio principio mayoritario.

    1 Kcl.scn, H.,Esencia y valares de la democracia,op. cit.

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    b) Oligarqua, estratarqua y poliarqua

    Pasemos a la mayora entendida en sentido sustantivo y para comenzar

    desde el inicio al pueblo entendido operativamente como el conjunto de losms, como el mayor nmero. En tal caso la expresin majority rulesignificamanda la mayora del pueblo, y en tal caso la tesis se convierte en que en de-mocracia quien decide es la parte mayor de una entidad denominada el pue-blo soberano. Verdadero? Falso? Para muchos falso, sin ms, aunque pormotivos opuestos. Para un grupo la tesis es falsa porque las nuestras son pseudodemocracias que arrebatan al pueblo el poder que les compete; para otrogrupo la tesis es falsa porque la democracia entendida como poder popular esimposible. Los nombres que se encuadran en este segundo grupo son los deGaetano Mosca y Roberto Michels, y sus argumentos no pueden ser ignora-dos.

    Segn la teora de la clase poltica de Mosca, en todas las sociedades [...] exis-ten dos clases de personas:la de los gobernantes y la de los gobernados, y laprimera, que es siempre la menos numerosa [...] monopoliza el poder22. Loesencial de la tesis de Mosca es que en el gobierno existe siempre una minora

    organizada (en el sentido genrico de ser relativamente homognea y com-pacta). La tesis no era indita en 1884; pero erigida al rango de ley, impacta;impacta porque destruye la clsica triparticin aristotlica de las formas de go-bierno. Para la ley de Mosca todos los gobiernos son, siempre y en todas par-tes, oligarquas (entendidas stas tambin de un modo ampliamente indiferenciado, al menos hasta la segunda edicin de losElementien 1923).

    Es fcil poner objeciones a la tesis de Mosca, y se ha objetado con frecuen-cia que su ley es demasiado genrica: tan genrica como para escapar a toda

    verificacin (o falsacin). Mosca podra ser desmentido slo por la existenciade sistemas anrquicos carentes de todo gobierno y de toda verticalidad (elEstado y las estructuras de gobierno), entonces tendremos siempre una estra-tarqua que tendr siempre una forma piramidal. Mosca descubre la pirmide

    y la declara oligrquica. As vence siempre; pero una estratarqua no es unaoligarqua. Para pasar de la primera a la segunda es necesario una ley quepostule y produzca una minora que tenga invariablemente caractersticas oli-grquicas. Este paso no existe en Mosca. No obstante, el ltimo Mosca admi-

    te que su teora no le convence, porque en 1923 distingue entre clases polti-cas hereditarias (aristocracias) y, por el contrario, otras formadas desde abajo,

    y paralelamente distingue entre el poder que desciende desde arriba (autocra-cia) y el poder que proviene desde abajo. Justo. Pero de este modo es el pro-pio Mosca quien divide en dos a su ciase poltica y quien invalida, de rebote,

    Mosca, G.,Elementi di Sciaizti Politiai(1896), Bar. Larcrza, 1936. vol. I, p. 83

    (

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    el significado minoritariooligrquico (que niega la posibilidad de democra-cia) de su ley.

    El argumento de Michels es discinto. Su ley de hierro de la oligarqua,formulada hacia 1910, mantiene que la organizacin es inevitable, a medida

    que crece la organizacin se desnaturaliza la democracia y la transforma en oli-garqua, y por consiguiente como conclusin , que la existencia de ldereses un fenmeno congnito a cualquier forma de vida social y que todo siste-ma que prevea lderes es incompatible con los postulados esenciales de la de-mocracia 2\

    Observemos, en primer lugar, que en Michels el concepto de organizacin escentral y tambin bastante ms preciso de lo que lo era en Mosca. Por otrolado, tampoco Michels, en la misma lnea que Mosca, es preciso sobre la oli-

    garqua: definirla como un sistema de lderes no es una definicin adecuaday suficiente. La segunda observacin es que Michels recaba su ley del estudio dela socialdemocracia alemana (el gran partido de masas de su tiempo). A esterespecto el terreno de prueba de Michels es incomparablemente ms slido queel de Mosca. Mosca se basaba genricamente en la historia; Michels, en un estu-dio bien documentado de un caso. La historia se puede leer de diversas mane-ras; el caso estudiado por Michels constituye un punto de referencia fundamen-tal, y su anlisis de la degeneracin organizativa de las asociaciones voluntarias

    (puesto que esto es lo que son los partidos y los sindicatos) ha sido repetido adiestra y siniestra, y ha sido casi siempre confirmada desde hace tres cuartos desiglo. Por lo tanto la crtica de Michels no es la misma que se hace en Mosca.

    En ltimo trmino, la ley de Michels se encuentra rebatida en la teoracompetitiva de la democracia de Schumpeter. Incluso si fuese siempre verdadque los partidos (y los sindicatos) tienden a la oligarqua, no es lcito extraer laconclusin de que la democracia no es democrtica de la premisa los parti-dos no son democrticos. La prueba no es slo demasiado pequea, sino tam-

    bin impropia (no pertinente) para los fines de esta conclusin. Michels partede una democracia en pequeo y la proyecta en la democracia en grande, en lamacrodemocracia de conjunto. Pero esta ltima no es en modo alguno unaampliacin de la primera. Admitamos, pues, que ninguna organizacin polti-ca, o de relevancia poltica, sea democrtica en su estructura interna. Inclusoas, en el nivel del sistema poltico, la democracia definida por Schumpetersubsiste: subsiste porque est planteada por la dinmica competitiva entreorga-nizaciones. La democracia en conjunto no es una suma esttica de organizacio-nes internamente democrticas; por el contrario, es resultado de las interac-ciones entre una pluralidad de organizaciones en lucha para lograr el voto

    Michels, R.pLii sociologa del partito poltico {\912), Bolonia, 1966, p. 522 [ed. cast.:Los partidor polticos,Buenos Aires, Amommu, 1983, 2 vols.].

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    Si existe verdaderamente, argumenta Dahl, una rtding cLtte(verdaderamenteuna), en tal caso debe resultar empricamente identificable. Y si existe, quien.''Quienes son los dominantes? Para determinarlo se operacionaliza la nocinde poder. Cmo hacer para establecer si una persona, o un grupo, posee po-der y, bien entendido, un poder decisivo y de control? Dahl sugiere que el po-der se revela slo cuando una decisin es controvertida. Por lo tanto, la prue-ba propuesta por Dahl se formula as: para demostrar la existencia de unaclase en el gobierno (el sistema de los lderes de Michels) es necesario esta-blecer que, para todo un conjunto de decisiones controvertidas, prevalecesiempre un mismo grupo identificable como tal. Por el contrario, si este grupono es el mismo, no perdura, y no prevalece regularmente, entonces Mosca,

    Michels y, en los Estados Unidos, C. Wright Mills 2Sestn equivocados: la de-mocracia no ha sido derrotada por la oligarqua, sino que existe y funciona, entrminos de Dahl, como poliarqua26.

    c) El problema de la intensidad

    Volvamos ahora a la mayora en sentido procedimental, como regla de ma-yora, como principio mayoritario. Ya se ha recordado que este principio se re-monta a Locke (los muchos de Aristteles eran una cantidad, no una reglade decisin). Por qu tan tarde? A nosotros, hoy, el principio mayoritario nosparece obvio. Sin embargo, fue aceptado con mucha resistencia, y tampoco esaceptado hoy por todos. La resistencia se vierte, en el plano terico, en el derecho,en el mayor derecho que se le atribuye a la mayora. En la clebre frase deTaine diez millones de ignorancias no hacen un saber. Es difcil negarlo.

    Pero el argumento prueba nicamente que no todo (aqu incluso el saber) fun-ciona de acuerdo con la mayora, que el principio mayoritario ha de utilizarseslo cuando no es necesario. No obstante, es necesario elevarlo al rango dederecho o de un valor. Basta con considerarlo como una tcnica, el modomejor de los posibles de resolver las controversias pacficamente. Pero la resis-tencia perdura en el nivel de la prctica. Como ya se ha afirmado de pasada, lacomplicacin es la intensidad.

    Cada uno de nosotros siente las cuestiones con distinta intensidad. Algunasde nuestras preferencias son dbiles, otras fuertes, sentidas apasionada e inten-samente. La regla mayoritaria ignora la diversa intensidad de las preferenciasindividuales. Al ignorarla, las iguala en la prctica: presupone que las preferen

    Mills, C. W., ThePower Elite, Nueva York, 1937 [ed. cast. La clite del poder, Mxico, FCE. 6.arcimpr, 19751.:

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    cas son de igual intensidad. Peto no lo son. Y ello explica por qu el principiomayoritarib ya no es aceptado tanto,ysobre todo porque es rechazado por lasminoras intensas: los grupsculos de la contestacin de 1968 y despus las mi-noras religiosas, tnicas, lingsticas si y cuando se ven afectadas en la identi-dad que constituye su ncleo central, a las que hay que aadir posteriormentelas minoras intensas en cuestiones particulares: por ejemplo, el aborto, el di-

    vorcio, la contaminacin, la homosexualidad. En todos estos casos se concluyeque las minoras indiferentes (no intensas) no dominan, o bien ceden, o inclu-so pierden. Y las pequeas democracias directas, el asamblearismo de la contes-tacin, son el terreno de accin ideal para los grupos intensos dirigidos a

    vencer a toda costa a despecho tanto del principio mayo lita rio como de las ma-

    yoras sustantivas.No nos podemos adentrar en el grado en que la intensidad incide y trans-

    forma la teora y la praxis de las democracias27. Bastar con sealar cmo la in-tensidad se refleja en el referendum, es decir, en el modo en el que un elemen-to de democracia directa puede insertarse en la democracia representativa.

    Planteemos primero que las tcnicas decisionales pueden producir (en laterminologa que proviene de la teora de juegos) resultados de suma positiva,

    de suma cero y de suma negativa. Suma positiva quiere decir que todos gananalgo; suma cero, que quien vence gana exactamente lo que pierde la contrapar-te, y suma negativa, que todos pierden. La distincin fundamental se estableceentre la suma positiva y la suma cero: o se gana o se pierde. Por otro lado, laselecciones no son finales en el mismo sentido en el que lo es un referndum.

    Las elecciones eligen o no eligen (con suma cero) un representante; pero asse origina un proceso que prosigue en el parlamento y aun despus en el go-bierno, que ya 110 es, por lo general, de suma cero. Las elecciones deciden

    quin tendr que decidir; y los electos, cuando se encuentran cara a cara, deba-ten, negocian y con frecuencia llegan a soluciones (decisiones) de compromiso,lo que significa de suma positiva: nadie lo pierde todo, y todos, aunque enmuy distinta medida, obtienen algo. Por consiguiente, las elecciones ponen enmarcha un proceso representativo continuo que tiende a producir resultadosde suma positiva. Lo que implica que aquel proceso permite acomodar, o porel contrario congelar y arrinconar, las demandas de las minoras intensas.

    No sucede as en el referndum. Aqu el voto no decide quin decidir, sinoque decide ipso fiicto.El voto refrendario es concluyente, y es nec