aleceia nº 10

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revista literaria de la delegación de cultura del ayuntamiento de la línea / nº10 / enero 2011 / edición impresa

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Revista Aleceia Número 10

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Dirección Editorial Mª. Estefanía Sánchez GarcíaConsejo Editorial Joaquín Bassecourt Hernández, Inmaculada Jiménez Montero, Marisol

Dorado Villanueva, Valerio de la Hoz Caravaca, Rosa Mª Carrasco Nieto, Raúl Rubio MillaresDiseño Gráfico Sergio Tejedor

Maquetación DPTO. GRÁFICO Ayuntamiento de La Línea

Sumario06 Página Literaria 08 El Cine en la Literatura

11 Cortos 13 La Estantería de Aire18 El Rincón Clásico 22 Mujeres de Bandera

27 Homenaje a José González Jurado30 Reseñas 35 Nuestras Cosas

54 Relatos

010

Delegación de

CULTURAExcmo. Ayuntamiento deLa Línea de la Concepción

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es una revista literaria editada por la Concejalía de

Cultura del Excmo. Ayuntamiento de La Línea de la Con-

cepción y el Aula de Letras “Gabriel Baldrich” de la Biblio-

teca Pública Municipal “José Riquelme”. Para contactar

con nosotros, podéis llamar al tel. 956 696 269 ó escribir-

nos un correo electrónico dirigido a BIBLIOTECA.LALI-

[email protected]. Todos los que de una u otra forma

hacemos esto os agradecemos de corazón la acogida que

está teniendo nuestro trabajo.

Yya van diez. Diez números de Aleceia que han visto ya la luz. Desde aquel día del mes de marzo del año 2004 en el que un grupo de aficionados a la lectura se reunía por primera vez para emprender un proyecto que

reflejara y compartiera sus poemas, sus relatos o algunos trocitos de sus obras con otras personas también amantes de la literatura, Aleceia comenzó su andadura. De ahí nació nuestra y vuestra tertulia literaria, en la que cada jueves cada uno de los componentes leía sus nuevas composiciones, sus nuevos hijos, muchos de los cuales están incluidos en los números de Aleceia. Son muchos los amigos que nos han confiado sus trabajos, sus creaciones, ya sean relatos cortos, poemas, artículos, o incluso algún nuevo género, como los Cortos de nuestro genial Valerio de la Hoz. Seis años después seguimos con el mismo entusiasmo, con la misma ilusión y el mismo amor por la literatura. A algunos de vosotros, lectores, os conocemos, os ponemos cara, con vosotros hemos compartido inquietudes, experiencias. A vosotros, lectores, esperamos no defraudaros.

Ahora Aleceia comienza una nueva etapa, intentando adaptarse a las nuevas tecnologías, por eso nace aleceia.lalinea.es, una web que pretende reflejar la creación literaria de jóvenes autores (de cuerpo o espíritu), más allá de las fronteras; convirtiéndose así en una verdadera vía de promoción literaria adaptada a esta nueva era en la que todo gira en torno a internet.

Queremos oíros, conocer vuestros trabajos, en prosa o verso, vuestras opiniones. Por eso te invitamos a participar en esta loca aventura.

Conéctate a Aleceia.

Ed

itor

ial

Revista Literaria ALECEIA • Pág. 3

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un árbol

un verso

una piruleta

un beso

una pelota

una queja

una cabeza

tus pensamientos

una madeja de lana

un garabato

nuestras emociones

un nido

una tormenta

un sol

las buenas ideas

un mebli

y las malas también

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Revista Literaria ALECEIA • Pág. 5

Pintura

Teatro

Cine

Escultura

Literatura

Danza

Fotografía

Música

Historia

Con sólo un click podrás tener acceso a toda la información de la Concejalía de Cultura, descargarte la programación cultural, bases de concursos, solicitudes administrativas, la revista literaria Aleceia, contactar con noso-tros…

próximamente en www.cultura.lalinea.es

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Pág. 6 • Revista Literaria ALECEIA

Contravalorado, malgré lui: Miguel Delibes, espléndido escritor que nunca se creyó lla-mado para la gloria. Él tenía la inquietud de que quedara alguna de sus obras, sólo una. Con eso se conformaba o decía conformarse. Y esta retahíla mediática que se forma ahora, con homenajes, ediciones críticas, estaría seguramente muy lejos de sus deseos de ser un hombre discreto, amante de la naturaleza, del aire libre y de su Valladolid natal. Delibes es un gran escritor, al que hay que leer, sin desvirtuar su naturaleza doméstica, su afán de paso corto, su afabilidad de castellano austero al que no parece haberle deslumbrado la fama, ni los discursos academicistas. ¿Qué mejor homenaje a un escritor que leerlo? Nos aterra pensar que se vuelva pasto de tesis doctorales (ya hay muchas sobre él), de estudios mediá-ticos, o de pamplinas de politicastros. Nadie se merece eso, y mucho menos que nadie, este estupendo escritor que entendió la vida como una serenidad, y no como un trompeteo. Sus personajes más interesantes tiene una característica común: Son entrañables, sus víctimas las truchas, son sus amigas, su ciudad, no Nueva York, ni Paris; ni siquiera Madrid, sino Valladolid. Su espacio preferido, no las tertulias literarias, ni los paraninfos de las universidades, sino las rudas tierras de su Castilla natural y amada. Conocida es su afi-ción a las pequeñas cosas, las palabras en desuso, las perdices astutas, y los trigos lim-

Página Literaria

pios. El homenaje a la mujer, está en casa: en su propia esposa. Todo humano, muy humano y nunca demasiado humano. Este escribidor tiene una pequeña anéc-dota que aportar. Cuando en el lejano 1981 le fue dado aprobar oposiciones tuvo como compañero de pase a uno de los hijos de don Miguel, aunque en otro tribunal. Los colegas se fueron de marcha y acabaron en casa del escritor, que les dijo lo siguiente: “Preguntad lo que querías, pero no ponedme un magnetó-fono por delante, por favor. Con un cacharro delante no puede uno pensar. Qué malo sería que a un antidivo, nos lo convirtieran en un escritor de multitudes.

Reniego de la idea implícita en tantos textos de que para ser un historiador “científico” tengas que ser un plúmbeo escritor.

Los grandes novelistas, cuando quieren hacer

por Valerio De la Hoz Caravaca

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de historiadores, suelen, aun con la mejor voluntad, seguir escribiendo novelas, y, por lo tanto, mintiendo. Me viene esta pequeña reflexión a la cabeza a propósito de Chesterton y su magnífica “Breve historia de Inglaterra”, importantísimo y apasionante texto de crea-ción y que supongo no ha servido de fuente narrativa para ningún historiador académico.

Julia Navarro y su “Sangre de los inocentes”. Curiosa experiencia lectora. Cerré el libro con la doble idea de haberlo pasado bien y de

nunca más acercarme a un texto

de esta señora. Es difícil ser más injusto con los musulmanes y más parcialmente injusto con los jesuitas, a los que parece que el dios de todas las inteligencias y bonhomia les ha tocado con el dedo.

Quizás Borges calificara “la breve historia de Inglaterra” de Chesterton como magnífico libro de literatura fantástica. Porque mag-nífico, ciertamente lo es, e, inventado, pues creo que también. Desde luego, resulta mucho más interesante que un tocho sesudo de algún espléndido profesor experto en aburrimientos.

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El cine en la literaturapor Juan Salvat Cereceda

Criando Malvas(Pushing Daisies)

Hago un paréntesis en el mundo del cine para dedicarle un réquiem a una de las mejo-res series que he visto. Hablo de “Criando Malvas” una serie de argumento algo macabro pero muy original.

Mezcla el humor negro de los hermanos Coen, con el maravilloso mundo y los personajes con los que habita Amelie y dale a todo una esté-tica a lo Tim Burton y el resultado será esta maravillosa serie que te enganchará desde el primer momento, no solo por el argumento, lleno de emociones, pasiones , mentiras y trai-

ciones. Sino por los personajes , cada uno con sus secretos, pero todos con algo en común, la justicia y el amor del ser querido, pues la trama es la siguiente:

Ned es un humilde pastelero que siendo muy joven descubre que tiene un don excepcio-nal, el volver la vida a las cosas muertas con solo tocarlas. Tras ocultar su secreto a todo el mundo es descubierto por un detective privado siempre a la caza de alguna recompensa para llenarse los bolsillos, debido a la ambición de éste y los problemas económicos del pastelero deciden asociarse, pues es mucho mas fácil resolver un caso cuando puedes preguntarle al muerto quien lo mató. La sociedad funcio-naba extraordinariamente bien hasta que llega el caso de una mujer que es asesinada en un

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A ciegas(Blindness)

Año: 2008 Director: Fernando Meirelles Guión: Don McKellar (Novela: José Saramago) Foto-grafía: Marco Antonio Guiramáes Reparto: Julianne Moore, Mark Ruffalo, Danny Glover, Alice Braga, Gael García Bernal Sipnosis: Adaptación de “Ensayo sobre la ceguera” del Premio Nobel portugués José Saramago. Una curiosa epidemia de ceguera sacude un país. Las primeras víctimas de este accidente son encerradas en un hospital sin recibir explica-ciones ni apoyo. Entre ellas está una mujer que conserva su vista en secreto para poder acompañar a su marido ciego. En el encierro se darán todo tipo de atrocidades y en la calle dominará el caos y el terror... Crítica: Tras mi reciente admiración hacia José Saramago no pude evitar ver con cierto entusiasmo la pelí-cula “A Ciegas”, basada en una de sus nove-las mas famosas “Ensayo Sobre La Ceguera”. Quizás sea por haber leído el libro antes de la película o por no gustarme la película vista

solo como simple forma de entretenimiento, sentí una gran decepción, pues una historia de gran fuerza y originalidad fue transformada en un aborto cinematográfico y un serio ase-sinato del mencionado texto. Aunque con una fotografía bastante fiel y original a la ceguera que describe Saramago, la película no pasa de una agonía de dos horas frente a la panta-lla deseando que termine aquel sufrimiento, no tanto por los infortunios a los que deben enfrentarse sus protagonistas en todo momento sino mas bien por el sufrimiento al que se ve obligado el espectador a pasar mientras ve este largometraje. Curiosamente, aunque la adapta-ción no llega a los niveles de intelectualidad a los que llega la novela, el espectador se ve en la necesidad de terminar dicha película; en el caso de aquellos que no han leído el libro, por saber cómo avanzará dicha historia bas-tante interesante y original, para los lectores de la novela la necesidad será algo mas dife-rente, pues pasados diez minutos de película se puede notar cómo el encargado de adaptar la obra a las páginas de un guión se le fue la mano a la hora de arrancar, de forma figurada o incluso literal, muchas de las páginas de la novela original, dejando solo plasmado en la

crucero y no es una mujer cualquiera sino que es la antigua vecina de Ned, Chuck, de la cual siempre estuvo profundamente enamorado, y tras volverle a la vida no puede hacerle entrar de nuevo en el sueño eterno, por lo que este hecho trastocará toda la vida de Ned pues, ¿qué implicaciones puede tener el volver a alguien a la vida?

En el aspecto técnico la serie transcurre al prin-cipio y al final de los episodios con una agra-dable voz en “off” que parece estar de moda en las series de televisión, ya sean nacionales o extranjeras, la cual recomiendo ver en versión original por el matiz que tienen las voces de los personajes, pues creedme cuando os digo que el castellano no es siempre la mejor elec-ción . La fotografía que acompaña la trama es algo digno de admirar durante todo los episo-

dios, te enamorarás de todos los personajes, pero tampoco os encariñéis mucho, pues por desgracia para los aficionados de esta mágica serie solo dispone de dos temporadas, a pesar de ser ganadora de varios premios importantes en EEUU, pero parece ser que la crisis se esta cebando también con las series de televisión.

Es una lástima que habiendo programas tan malos en televisión cuando se encuentra uno digno de ver sea cancelado por algún chupa-tintas de los cuales miran mas los números que el arte. El único consuelo que queda es que aun así los productores de la serie vieron el final de esta próximo y decidieron cerrar, de forma apresurada, la serie para no dejar ningún cabo suelto ni decepcionar a todos aquellos que qui-sieron entrar en ese mundo de tartas, asesina-tos y fantasías.

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pantalla con la ayuda del director, que hace un trabajo excelente con el material que se le ha facilitado, una película de situaciones que nada tienen ver en el mayor de los casos con las narradas en el libro. En ocasiones puede uno llegar a perderse en la película, dejando partes sin explicar, explicando otras que no necesitan mas que un buen encuadre de cámara para entender perfectamente que está pasando

y saltándose de forma discriminada algunas de los mejores momentos del libro. Solo puedo alentar a los espectadores de este film a ir un poco mas allá de las imágenes de esta película y si realmente quieren gozar de la historia en toda su plenitud sugiero lean esta gran novela, no solo para entender mejor la película, sino para entender mejor mis palabras de desaliento hacia ella.

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Cortos

Creo que el concepto de literatura es inapren-sible. Y tampoco importa. Uno, como decía Borges, sabe qué es literatura cuando la encuentra. Estoy, por otra parte, humildemente de acuerdo con Alessandro Barico cuando nos dice que la época de las definiciones ha pasado.

Todo lo hice contigo, porque no sabía ser sin ti. Todo lo pensé contigo, porque no sabía pensar sin ti. Todo lo sentí contigo, porque no sabía sentir sin ti. Pero, amiga, el tiempo pasó todo él, y ya sólo de ti me queda aquel recuerdo, aquel clavel, que un día, desdeñosamente, clavaste en tu rubio cabello de papel.. Ve en paz, mujer, y recuerda que lo que se da un día, al otro se te vuelve del revés.

Imponer lecturas, facilitar el analfabetismo.

Eterno vocinglero de infinitos, pastor que portas estilo por guadaña, mentira por espada, alambrada de gritos. Eres torvo profeta de lo enfermo, espantajo del futuro, lleno, según tú de abismos, escalofríos y abismos. Olvídate de nosotros, agorero y llena tu pobre cuartilla de estrellas de mares, de rosas escarlatas en las jarchas de tus maldades lejanas.

Juez Garzón: Ortocentro de las malas leches.

Muchos parecen empeñados en que no haya batallas nuevas.

Ante el derecho de recobrar los restos de una persona asesinada, se detiene cualquier otro. Sea la víctima de derechas, de izquierdas, apo-lítica, bellaca o santa. Hay que saber ponerle una base a las cosas para no perdernos en un barullo interesado de jaleos mediáticos. La ética no requiere de tanta tele, ni tanta prensa. Basta con buscar la verdad.

¿Para cuando una antología de la poesía insen-sata? Sería más gruesa de lo que parece, no crean.

La mezquindad se refugia en muchos historia-dores.Era una casa tan aseada, tan inmaculada, que subió al cielo en cuerpo y alma.

Si leo, me duermo: si escribo se duermen otros.

por Valerio De la Hoz Caravaca

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Era un tipo tan tragón, que cuando murió fue él el que se comió a los gusanos.

Era una tipa tan despilfarradora, que el marido no tuvo más remedio que hacerse nudista.

En aquella presentación de libro el público aplaudía y ovacionaba entre vivas y bravos al escritor. Y es que no querían escucharlo, y así, con el follón…

La Línea es ancha y ajena, a no ser que entres en un bar.

El rencor es la fuerza de los débiles.

La excesiva brevedad conduce a la injusticia.

Hay quien se empeña en que la igualdad es un valor supremo. Si eso fuera así, si consiguié-ramos ser igual de estúpidos, de pobres o de leprosos, todos seríamos felices.

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La Estantería de Airepor Raúl Rubio

No supone ninguna novedad señalar el estre-cho vínculo que existe entre la obra del escri-tor argentino Julio Cortázar y la del onubense Hipólito G. Navarro. Desde la dedicatoria a su memoria en su primer libro de relatos («El cielo está López»), hasta los análisis de algu-nos críticos o las palabras del propio autor andaluz, las referencias a Julio Cortázar son claras y específicas. Los objetivos de este artículo son sin-tetizar algunas de esas referencias e indicar en qué campos concretos se perciben con mayor nitidez. Para ello, hemos utilizado como docu-mentos básicos el volumen «Los últimos per-cances» (Seix Barral, 2005), donde recopila sus tres últimos libros de relatos; la antolo-gía de cuentos «El pez volador» (Páginas de Espuma, 2008), especialmente por el estudio previo de Javier Sáez de Ibarra y por la entre-vista final entre este y el autor; y la impres-cindible entrevista realizada por Miguel Ángel Muñoz para su blog «El síndrome Chéjov»1.De la consulta, lectura y análisis de estos docu-mentos hemos extraído las siguientes “semi-llas” cortazarianas que germinaron en Hipólito G. Navarro y dieron como fruto una de las

producciones narrativas más importantes de nuestro país.Semilla 1. La otra visiónSi por algo se distingue la producción narrativa de Julio Cortázar es por mirar de otro modo la realidad, buscando aquellos resquicios que nos pueden hacer suponer que existe algo más allá de nuestro entendimiento racional al que se puede acceder en determinados momentos o con la ayuda de objetos, animales (los gatos) o la música. Esa otra mirada era parte de su vida cotidiana, como le explicó en una entrevista a Joaquín Soler Serrano a finales de los setenta.De esta forma, un hombre puede transformarse en el ajolote que esta contemplando, la puerta condenada de un hotel puede traer el llanto de un niño inconsolable o un tal Lucas puede actuar por el mundo como un nuevo Quijote. Esta forma de hacer literatura de Cortázar, como él se encargó de manifestar, requería un lector cómplice, activo, un lector que pusiera de su parte, que no se conformara con lo que le dicen, sino que construyera mientras va leyendo. En esta línea podemos situar la narra-tiva de Navarro, que también necesita de un

Julio Cortázar-Hipólito G. Navarro:semillas argentinas florecen en suelo andaluz

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1 http://elsindromechejov.blogspot.com/2007/10/hiplito-navarro-esto-de-ser-escritor.html

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lector dispuesto a vivir experiencias, con una mente abierta y recep-tiva, pues la forma de mirar la realidad del escritor onubense no es, para nada, conven-cional. Como explica Sáez de Ibarra: “A los lectores, por tanto, se nos ofrecen aconte-cimientos insólitos, aunque posibles […] sus cuentos presentan del mundo una visión nueva, inverosímil, que brota de la origi-nalidad de la trama, de la ocurrencia de la situación, de la par-ticularidad del per-sonaje […] Recoge de Cortázar su trata-miento de lo fantás-tico: la posibilidad de los personajes de acceder a experiencias extraordinarias en el seno de la vida corriente” (p. 10 y 22). Así ocurre en «Semillas, simientes y Pilatos», donde un bargueño se convierte en protagonista porque encierra un ser descono-cido y mortal, hijo de la leyenda y las casuali-dades. La mezcla que se produce en este relato de la fantasía y la realidad a través de la figura del abuelo y sus desvaríos ejemplifica esa otra mirada, ese hueco para lo fantástico cotidiano.O en «Tres putas pistas pues», que juega con el lector hasta el último momento y donde el personaje se deja llevar por la emoción de la búsqueda como huida de una realidad gris y en ruinas. También podemos encontrar esa otra visión en «Mi mujer al lado de mi mujer», en sentido literal, pues refleja una mirada estrá-bica del mundo. Ambos escritores le indican al lector posibles grietas que ponen en cuestionamiento el sólido muro de la realidad que nos rodea, conceden una posibilidad maravillosa – con todas las connotaciones positivas de la palabra – a un “y si…” que puede convertirse, como en el caso del protagonista de «Tres putas pistas

pues», en el motor que haga posible un cambio.

Semilla 2. La experi-mentación“El autor que me cata-pultó a la locura de escribir cuentos fue Julio Cortázar […] Me fascinó sobre todo su idea de la escritura como juego” (Muñoz, 2007), dice Navarro. Y es que en Cortá-zar el juego, la expe-rimentación, es una clave imprescindible para entender su obra. Lo mismo con Nava-rro. “Ponerse a escribir con todo ajus-tado, con las teorías

afinadas y en orden, me apetece cada vez más poco, la verdad, porque así el juego placentero, feliz y un poquitín gamberro de la escritura termina convirtiéndose en un pesado trabajo de mera redacción, que es lo que menos me interesa del mundo” (Muñoz, 2007), le decía a Miguel Ángel Muñoz, y así lo demuestra en sus textos. Las referencias pueden ser intermina-bles. Me limitaré a señalar sólo unas cuan-tas. Por ejemplo, en «Sucedáneo: pez volador (Relato en varios tiempos e higienes)», donde a través de números y letras marca esos varios tiempos e higienes, pues señalan distintas secuencias de acontecimientos que llegan a unirse y al final, a confluir en un mismo punto (X.Y. y Z.).En «Con los cordones desatados, a ninguna parte» va saltando de un personaje a otro des-pués de un contacto: el guitarrista, que llega al bar y se cruza con el publicista, que mira a una lectora en el autobús… hasta que todo des-emboca en un solo personaje. Esta técnica de dispersión-concreción la utiliza muy a menudo aunque con variantes siempre originales.Es frecuente encontrar en sus relatos cambios

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de narrador, como en «Nueva Orleans 220», donde existen un narrador en primera persona y otro en tercera que se diferencian no sólo en la utilización de la persona gramatical, sino también en la forma de narrar, en el ritmo de la prosa. También en «Perspectivas de una his-toria».

Otras experimentaciones son el final triple representado gráficamente en columnas en «El lector»; un relato escrito únicamente con oraciones interrogativas, desde el mismo título («¿El tren para Irún, por favor?»); o «El meló-mano (Grabación encontrada en los archivos de un hospital psiquiátrico)», reflejo magnífico de la oralidad – otro de sus rasgos característi-cos – y de la realidad conversacional. Aunque uno de los mejores juegos o guiños experimentales-estructurales, etc. es el que realiza entre los relatos «Chirimoya provi-sional, quiero suponer (Siete viñetas del autor recién parido)» y «Otras prótesis», juego que queda remarcado – por si hay algún despistado – con un “hipervínculo” al final del texto pri-mero como le señala a Miguel Ángel Muñoz cuando se lo refiere en la entrevista, juego muy cortazariano con homenaje incluido (a «Rayuela» y a los cronopios, mientras el narra-dor arregla su biblioteca). Un aspecto ligado a la experimenta-ción, y que también podemos encontrar en Cortázar, es la absoluta despreocupación, es más, incluso la búsqueda de la transgresión de la norma. Refiriéndose a «El aburrimiento, Lester», le dice Navarro a Miguel Ángel Muñoz que es “un libro de cuentos escrito con algún desparpajo, con alguna valentía torera, que se jugase la vida en cada párrafo, litera-riamente incorrecto […] irreverente con tanta norma establecida” (Muñoz, 2007). Este afán le otorga una vitalidad, una fuerza, a su prosa que lo singulariza, que lo vuelve único, con un estilo propio inconfundi-ble, con unos rasgos de estilo muy marcados y que rebosan libertad por los cuatro costados de la página. Como señala Sáez de Ibarra: “Emplea con abundancia metáforas […] juega con los adjetivos […] inventa neo-logismos y greguerías. Recrea expresiones conocidas dándoles nuevos sentidos. Utiliza de forma original las personificaciones […]

observamos el rastro fecundo de la escritura automática surrealista” (p. 17). Lo que nos lleva una vez más a Cortázar, defensor acé-rrimo del surrealismo como representación de esa otra visión antes mencionada, puerta que nos comunica con regiones ignoradas; y tam-bién – el estilo y la escritura automática – a su forma de componer, que como señalaremos a continuación, debe tanto a la música.

Semilla 3. La músicaY es que, como señala Miguel Ángel Muñoz y reconoce el mismo Navarro, su forma de com-poner recuerda a las improvisaciones del jazz. “Escribir improvisando como Mingus, qué delicia. Es la primera línea la que me lleva a la segunda, la segunda a la tercera, y así suce-sivamente, sin ningún plan establecido […] Yo escribo los cuentos que no sé qué tienen dentro, los que no imagino cómo pueden ter-minar”; y le señala muy agudamente Muñoz que sus relatos “conforme avanzan, se trans-forman […] y lo que resuena en nuestros oídos es la magia de tu improvisación, el modo en que tu melodía nos atrapa” (Muñoz, 2007). La relación de Julio Cortázar con el jazz ha sido más que señalada y estudiada, siendo inolvidables las páginas que le dedica en «Rayuela» o el extraordinario relato «El perseguidor» con la figura de Charlie Parker como protagonista. Pero no sólo aparece la música a través del jazz o en la forma de composición. Así, por citar sólo unos ejemplos, en «Las notas vica-rias», con un piano y la música de los “bitles” fluyendo por los párrafos; en «El melómano», ya citado, actualización en alta fidelidad de la metamorfosis kafkiana; en «Me traiga loh papeleh que orvió er arcarde saliente», que narra la historia del clarinetista Klaus Dieter Kaufmann; en «Mingus al cubo», relato alrede-dor de la portada de un Lp de Charles Mingus. «En beneficio de la música», reflejo de la riva-lidad mortal entre violinistas; y por supuesto, en «El aburrimiento, Lester», relato que llevó a pensar a Miguel Ángel Muñoz, como con-fiesa: “al fin alguien que, con Cortázar, sabe escribir de jazz”. De nuevo el vínculo. Sin olvidar el título de su segundo libro de relatos, «Manías y melomanías mis-

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mamente», que incluye, según podemos leer en la solapa, una serie de relatos que su autor califica como “divertimentos musicales sin más parafernalias”. Entre esos relatos estaban los ya citados «Mingus al cubo» y «Las notas vicarias» (con un primer título diferente, «Un afinamiento digamos vicario»).

Semilla 4. La metaliteraturaY junto a la música, como no podía ser de otra manera, y volviendo a señalar el vínculo con el escritor argentino nacido en Bruselas, la Lite-ratura. Ambos han reconocido públicamente – como reconoce Cervantes en «El Quijote», como lo hizo Borges, como no puede ser de otra manera – que nacieron a la escritura por ser apasionados lectores, pasión que se ha reflejado en la escritura de su obra. El itinerario lector de Hipólito G. Navarro lo ha indicado en varias ocasiones: Herman Hesse, Bertold Brecht, Albert Camus, Heinrich Böll, Franz Kafka, Samuel Beckett, Anton Chéjov, Jorge Luis Borges, Augusto Monterroso, Edgar A. Poe, Felisberto Hernán-dez, Juan Rulfo… Leer, esa es la clave, ese es el placer, evidentemente. Porque resulta casi imposible no llegar a un punto donde resulta necesario expresase de la misma manera, como él mismo le indica a Javier Sáez de Ibarra: “El caso es que después de leer docenas y docenas de libros de relatos me picaba el gusanillo de escribir algunas historias. La imaginación mía, ya de suyo enfermiza y muy loca, me la pusie-ron a mil esos cuentistas de todos los demonios […] Yo creo que se escribe, se vive, por imita-ción” (p.165). Se pueden señalar múltiples relatos donde el protagonista es un escritor, donde se reflexiona sobre el oficio de escribir, donde se nos permite entrar en las entrañas de la crea-ción. La sección II de «Los últimos percan-ces», titulada «Practicar donde no cubre», es la máxima ejemplificación de esto, con una de las más delirantes vueltas de tuerca a la relación escritor-personaje al más puro estilo unamu-niano: «Ni a trescientos metros de las acacias». Aunque, como ya se ha dicho, es algo presente a lo largo de su producción. Ejemplos sueltos: «Relatos apoyados en una esquina», la historia de la muerte de un desconocido escritor con un

nombre que nos obliga a pensar en el premio Nobel colombiano, narrada por su amigo-com-pañero de partidas de ajedrez de nombre Fidel y apellidos “vulgares e innecesarios”, historia de una flamígera venganza. «Cortesana», viaje a través del espacio y el tiempo, dejando una vez más el lugar a lo fantástico, a la posibili-dad, a través de un estudiante poeta con una imaginación estimulada e incomprendida. «Poner precio a la nada», donde reaparece el viejo bargueño (aunque este sin habitante declarado). O los ya mencionados «Chirimoya provisional…» y «Otras prótesis». Pero, como refleja Miguel Ángel Muñoz, la metaliteratura en los relatos de Navarro no es “teórica, epatante y aburrida, simple juego borgiano para lectores de sillón orejero, sino que en ellos te incluyes como autor de carne y hueso, cotidiano, luchando contra hipotecas y contra el interés de tu hijo pequeño por no dejarte escribir, describiendo qué difícil es ser escritor cuando además se tiene vida y no se es rico, pero la pasión lite-raria continúa latiendo allí dentro, como una enfermedad incurable” (Muñoz, 2007).

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Semilla 5. El humorEl humor era un elemento esencial en la vida de Julio Cortázar, como reconoció en infinidad de ocasiones. Simpatizante de la Patafísica y Alfred Jarry, se puede hacer – y de hecho ya se ha realizado – un seguimiento pormenorizado de la presencia del humor en la obra cortaza-riana. El vínculo, de nuevo, es evidente. “Me gusta que el humor contamine a mis libros desde el principio al final, que el libro entero sea una pelea contra la solemni-dad” (Muñoz, 2007), dice Navarro. Su humor es irreverente, sutil, desvergonzado, irónico, tremendista… en una palabra: andaluz. Sin caer en odiosos tópicos, el humor de Hipólito G. Navarro es el humor esencial de Andalucía, con toda su retranca y, sobre todo, tomándose con un humor, en primer lugar, a uno mismo.Como a estas alturas ya se habrá podido com-probar, ese humor se refleja también en la genialidad de los títulos, auténticas obras de arte en sí mismos. Pero lo impregna todo, es inseparable, hasta en la circunstancia más trá-gica – y tal vez por eso también – se cuela un chascarrillo, un comentario, un delirio genial. Así lo señala Sáez de Ibarra: “sus historias casi siempre son humorísticas, las situaciones que plantea, las acciones y reacciones de los per-sonajes, la original manera de narrar divierten, suscitan la sonrisa o la carcajada a sus lecto-res” (p. 12).

Aunque a lo largo de estas páginas hemos establecido algunos vínculos entre la obra de Julio Cortázar y de Hipólito G. Navarro, sería una simplificación errónea limitar la altura del onubense como un simple seguidor del argen-tino. Nada más lejos de la realidad. Porque Navarro es mucho más, es la síntesis de la mejor tradición cuentística y narrativa, desde Poe a Borges, de Kafka a Rulfo; síntesis que ha florecido en una obra con voz propia, un fruto nuevo y distinto, como el ser del bargueño, y que en cierta manera es terrible también, porque atrapa al lector para siempre. Hipólito G. Navarro eleva lo coti-diano a obra de arte desde nuestra experiencia, desde nuestros lugares: pueden ocurrir suce-sos extraordinarios en Huelva, en Sevilla, en Cádiz. ¿Por qué no? Pero lo logra sin renunciar a sus grandes pasiones: la música, la litera-

tura. Además, con su forma de escribir, con su experimentación e irreverencia, con su ejem-plo sublime de libertad, ha abierto un camino que no ha parado de ser transitado, convir-tiéndose en referencia fundamental del género en nuestro país. Si el escritor-protagonista de «Chirimoya provisional…» reservaba el mejor lugar de su biblioteca para Julio, con sus tres repeticiones de «Rayuela» y por lo menos diez de los cronopios, muchos lo harán para los per-cances, las melomanías o los peces voladores con toda seguridad. Ha comentado en algunas entrevistas, con la honestidad que lo caracteriza, que si no vuelve a publicar no pasa nada (como Rulfo, como Walser), porque no hay nada que más odie que “escribir porque se ha escrito antes”. Si se diera el caso, la producción que nos ha regalado Hipólito G. Navarro ya le asegura un hueco entre los más grandes, porque volver a su obra es un tremendo gusto, como volver a Rulfo, a Walser, a Cortázar; porque la gran literatura nunca caduca y nunca cansa.

BIBLIOGRAFÍA

G. NAVARRO, Hipólito (1990) «El cielo está López», Editorial Don Quijote, Granada.G. NAVARRO, Hipólito (1992) «Manías y melomanías mismamente», Editorial Don Quijote, Sevilla.G. NAVARRO, Hipólito (2005) «Los últimos percances», Seix Barral, Barcelona.G. NAVARRO, Hipólito (2008) «El pez vola-dor», edición de Javier Sáez de Ibarra, Páginas de Espuma, Madrid.MUÑOZ, Miguel Ángel (2007) Entrevista publicada en el blog «El síndrome Chéjov».

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El Rincón Clásicopor Mª Estefanía Sánchez García

El teatro romano.Plauto y Terencio

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T. Maccius Plautus es uno de los pri-meros autores que cultivó el teatro en Roma. Junto con Terencio son los dos principales autores del género griego por excelencia.

No sabemos mucho sobre la vida de Plauto, siendo hasta su nombre cuestionable. Sin embargo, es uno de los pocos autores de quie-nes conservamos completas sus obras.

La mayoría de la escasa información que poseemos sobre la vida del autor, se la debe-mos a Varrón, (erudito del siglo I. a.C.), quien señala que Plauto nació en Sársina, una región de la Umbría septentrional, en el año 255 a.C y murió en el 189 a. C. En su juventud trabajó con compañías dramáticas (in operis artificum scaenicorum), donde pudo adquirir su cono-cimiento poco común del teatro tanto griego como romano. Posteriormente se dedicó al comercio, empresa que lo llevó al endeuda-miento y a trabajar como esclavo en un molino, momento en el que produjo tres comedias que le produjeron un rotundo éxito y le proporcio-naron la posibilidad de dedicarse a escribir con más exclusividad.

Podemos afirmar que Plauto es uno de los pocos autores romanos que se especializa en un único género literario. Al contrario que autores como Nevio o Ennio, en él no encon-tramos alusiones a la situación política actual o al estado, sino que su obra pertenece al género cómico, con tendencia a la risa fácil, sin segun-das intenciones. Sus obras desprenden mucha alegría por vivir.

A pesar del gran número de obras atribuidas a Plauto, la tradición ha conservado las veintiuna varronianas, es decir, las consideradas hijas del autor. Éstas son Anfitrión, La comedia de los burros, La comedia de la marmita, Las Báqui-das, Los prisioneros, Cásina, La comedia de la cestilla, Gorgojo, Epídico, Los Menecmos, El Mercader, El Militar fanfarrón (Miles glo-riosus), La comedia del fantasma, El persa, El cargaginesillo, Pséudolo, La maroma, Éstico, Las tres monedas, Truculento y La comedia de la maleta.

Los títulos de las comedias corresponden a un tipología determinada de un personaje (Anfi-trión, Báquidas, Cásina…), al estado o carácter

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de algunos de sus personajes (Los prisioneros, El Mercader, Miles gloriosus) o a algún ele-mento de interés de la obra, dando origen a un adjetivo terminado en –aria (Asinaria o La Comedia de los burros, Aulularia o La Come-dia de la marmita, entre otros).

Plauto toma como referencia las obras de sus antecesores griegos, especialmente de auto-res como Menandro, Dífilo o Filemón. Sin embargo, él no se limita a cambiar nombres de personajes o romanizar las deidades grie-gas, sino que presenta una técnica distinta, basada en ampliar o reducir las escenas de sus originales. El lenguaje de Plauto es completamente distinto al de Menan-dro, por ejemplo. El primero tiende exclusivamente a lo cómico, atendiendo a la diversión de los espectadores, lo que le lleva a simplificar los caracteres y tonos emotivos, y a empe-ñarse en producir efectos cómicos.

El argumento de las obras de Plauto varía de unas a otras. Sin embargo podemos decir que en casi todas aparece un lioso enredo de situaciones repetidas mil veces que a la larga ofrecen como resultado un teatro infantil, con un final feliz. De este modo podemos decir que las comedias de Plauto se desarrollan dentro de unos cáno-nes argumentales típicos, que la convierten en apetitosa y del agrado de los espectadores. Todas carecen de suspense, ya que el autor se empeña en adelantar el argumento. El espec-tador disfruta con la representación nueva de algo que le es familiar, es decir, el desarrollo de la comedia en cada uno de sus momentos, el cómo, no el qué, es lo que realmente importa.

Esto no implica que las obras de Plauto sean todas iguales. Dentro de esta tipificación básica se producen grandes diferencias que permiten clasificarlas por grupos para su estudio. La mayoría de los estudiosos de la obra de Plauto hacen clasificaciones distintas. Nosotros toma-remos como ejemplo la que hace Lejay (1925), que distingue cuatro grupos: de diversión final (Cásina, Las báquides), comedias de intriga, comedias con pinturas morales o comedias psicológicas (Aulularia).

Los personajes tam-bién presentan una tipificación pare-cida, podemos agru-parlos según nueve categorías: esclavos, ancianos, jóvenes, prostitutas, matro-nas, parásitos, alca-huetes y alcahuetas, cocineros y los solda-dos fanfarrones. Sin embargo, la presencia de personajes bien caracterizados como Euclión en Aulularia, entre otros, muestra que el objetivo de Plauto no era precisa-mente buscar arqueti-pos.En definitiva, Plauto centró su interés en hacer reír a la múl-tiple y variopinta población romana de su tiempo. Para ello,

utilizó los más variados recursos cómicos.

Publius Terencius Afer. Para estu-diar la vida y obra de Terencio disponemos tanto de sus comedias, de la biografía que del autor hizo Suetonio en siglo I.d.C, como de los comentarios de las mismas realizado por el gramático Elio Donato en el siglo IV. En dicha biografía Suetonio comienza dándonos

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detalles personales del autor, de su obra y de otros personajes romanos de diferentes épocas.Suetonio nos dice que P. Terencius Afer nació en la provincia de Cartago, la cual dejó para trasladarse a Roma, donde fue esclavo, y tras ser liberado en gratitud a su amo, decidió tomar su nombre, de ahí el de Terencio.

Se granjeó la amistad de personajes ilustres de Roma, entrando en el elitista círculo de los Escipiones, amistad que provocó entre los eru-ditos de la época todo tipo de comentarios. El caso es que gracias a la amistad de los Esci-piones Terencio pudo escribir sus come-dias.

Las seis comedias de nuestro autor supo-nen para la historia del teatro latino el último momento de la comedia palliata en su escaso siglo de vida.

Sus comedias son las siguientes:

- Andria o La mucha-cha de Andros.- Heautontimorume-nos o El atormenta-dor de sí mismo.- Eunuchus o El Eunuco.- Phormio o Formión.- Hecyra o La suegra.- Adelphoe o Los hermanos.

Por el comentario de estas obras (didascalias) podemos aproximarnos (excepto en Andria de la que no existe comentario) a la fecha de su cronología, siendo representadas entre el 166 y el 160 a.C.

Gracias también a las didascalias sabemos que Terencio tomó como modelo a sus antecesores griegos, como Menandro, cuya influencia se puede apreciar en Andria, Heautontimorume-

nos, Eunuco o Adelphoe, o la de Apolodoro, en Hecyra y en Phormio.

Este filohelenismo lo hereda Terencio de sus protectores, quienes amaban profundamente la cultura griega. Tanto las fuentes como el propio Terencio hablan del placer que producía el autor entre sus mecenas, llegando algunos autores a afirmar que participaban incluso en la composición de sus obras. Terencio nunca mostró interés en desmentir tales afirmaciones, puesto que era consciente de que estos comen-tarios eran del agrado de sus protectores,

Mientras que Plauto dependía enorme-mente del favor del público para poder continuar compo-niendo, Terencia sólo se preocupaba de ello en parte, puesto que él se afanaba en mantener dicha pro-tección. Sin embargo, este “favor” no se deja ver en sus obras, las cuales no acogen ningún tipo de ala-banza a sus mecenas, ni ataques a persona-jes que les eran desfa-vorables.

Por tanto Terencio se presenta en sus obras como un autor culto, amante de la cultura helena, quien no dudó

en dejarse influir por sus predecesores griegos.

En definitiva, mientras Plauto ofrece una obra ligera, rica en recursos humorísticos, cuyo des-tino final era provocar la risa del espectador, Terencio compone una comedia perfectamente calculada y sopesada, sin dejar cabida a lo espontáneo, con personajes que actúan según su perfil psicológico.

Por ello se puede calificar a Terencio como el comediógrafo de la humanitas, o lo que

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algunos autores como Ciceron o Quintiliano denominaban elegans, como el maestro en el manejo de los sentimientos, sólo comparable a Menandro.

Sin embargo, el tipo de público que asistía a las obras de Plauto y Terencio era práctica-mente el mismo; el valor didáctico de las obras de Terencio se pierde completamente en los

escenarios, prevaleciendo el gusto por la risa, tan buscada por Plauto. Para Cicerón la obra de Terencio era elegante y culta, a la que se acercó mediante su atenta y lenta lectura, lenti-tud que provocó que Terencio fracasase como autor cómico en la Roma del siglo II a.C., y conllevó la decadencia de la palliata, que tan sólo perviviría en la obra de Turpilio.

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Mujeres de banderapor María Guijarro

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Cuando Alfonsina Storni comienza a escribir sus primeros versos, Argentina está gestando un ambiente literario muy propicio, sin embargo, la literatura femenina está rele-gada a un segundo plano. Está asociada a un tipo de poesía sentimental, cotidiana y domés-tica, reiterativa e incluso intrascendente, y lo que en mi opinión es más importante, que con-tiene poca ambigüedad. Me han parecido muy apropiadas las palabras de Alicia N. Salomé al respecto1: “la literatura femenina, alude a una escritura producida por un sujeto bioló-gicamente mujer, y por otro lado, repre-senta una textualidad portadora de ciertas características que asumen como pro-pias. Entre ellas la emocionalidad, el sentimentalismo, el enclaustramiento en el propio yo, la ena-jenación frente al mundo exterior, la transparencia entre vivencia y escritura, la carencia de elabo-raciones ideológicas y de creación de len-guajes, la dificultad para articular un discurso positivo y racional.

Creo que Alfonsina a lo largo de su trayectoria profesional logra apartarse de estas caracterís-ticas que se asocian con la literatura femenina logrando con ello erguirse como un ser que

independientemente de su sexo hace una apor-tación importante a la cultura. Sin embargo su trayectoria no siempre estuvo ligada a una lite-ratura exenta de manchas de género, el proceso fue irregular a lo largo de su trayectoria como

poeta.

LA INQUIETUD DE STORNI Y DEL ROSAL

Storni tiene una voz dolorida y quebrada que necesita ser oída para compartir. Necesita expandir su mundo interior que había sido construido en el ambiente difícil de su hogar, las pre-cariedades económi-cas y la sombra de su padre oscureciéndolo todo.

Al morir su padre, Storni abre alza su

barrera y comienza a escribir versos en los que ve la vía de escape para expresar su mundo interior. Estos versos de iniciación, se recogie-ron en un poemario llamado La inquietud del Rosal. Es aquí donde vemos una voz poética marcada por las alusiones a sus propios sen-

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timientos sin ocultar el “yo” y sin involucrar al lector. Efectivamente nos encontramos ante una poesía hermética, no en el sentido de com-plicada, sino en el sentido de enclaustrada, cerrada a la ambigüedad. Este tipo de estructu-ras se repiten a lo largo de sus cuatro primeros libros. Para poder basar mis afirmaciones he incluido el siguiente poema llamado “Hombre pequeñito”

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,Suelta a tu canario que quiere volar…Yo soy el canario, hombre pequeñito,Déjame saltar.Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,Hombre pequeñito que jaula me das.Digo pequeñito porque no me entiendes,Ni me entenderás. Tampoco te entiendo, pero mientras tantoÁbreme la jaula, que quiero escapar;Hombre pequeñito, te amé media hora, No me pidas más.

En este poema se puede observar cómo Alfon-sina se lanza a describir de manera confesional su visión personal sobre la marginación histó-rica de la mujer. Alfonsina nombra al Hombre pequeñito, ¿por qué pequeñito? Creo que Alfonsina alude al hombre criticando la falta de madurez que no le ha permitido compren-der que la mujer, como ser humano, es su igual y no está supeditada a su voluntad. Para ella el hombre es un niño miedoso ante la presencia de las capacidades de la mujer.

Las repeticiones en el poema son constantes, dándole un aire mecánico al poema. Por otra parte, la autora incluye algunas explicaciones que se sobrentienden como: “yo soy el cana-rio”, es de suponer que se identifica con el canario; “hombre pequeñito que jaula me das”

si le exige que suelte al canario, será porque es él el que te tiene encerrada y “porque no me entiendes”, porque si te entendiera, te habría soltado hace tiempo.

El uso de la metáfora jaula-canario es bastante sencillo, casi propio de fábulas. Pero lo impor-tante del canario son sus connotaciones feme-ninas: tamaño pequeño, fragilidad, belleza…

Son unas connotaciones que han encasillado a la mujer como objeto pasivo ante la mirada del hombre. Sin embargo al decir “yo soy el canario” desmonta la imagen de la metáfora y desnuda al yo poético evidenciando sus ten-dencias narcisistas.

Con respecto a la estructura, es evidente que en la primera estrofa, el canario se encuen-tra preso en la jaula exigiendo libertad. En la segunda sin embargo afirma “estuve en tu jaula…”, por lo tanto se considera que ya ha salido de ella. Y por último en la tercera, repite su deseo de libertad pero añade que desde esa misma libertad, es consciente de que la opre-sión no podía continuar: “no me pidas más”.Por último, me gustaría señalar que en mi opi-nión “te amé media hora” alude a la margi-nación de la mujer, pero a lo largo de toda la historia. Creo que es al final de esa media hora donde Alfonsina se encuentra, esperando a que ese hombre pequeñito madure.

Con este poema y con otros como este, Alfon-sina demuestra que todavía no ha logrado ale-jarse de la concepción que Alicia N. Salomone tiene sobre la literatura femenina.

REVISIÓN DE LA VOZ POÉTICA FEMENINA

Alfonsina demostró a lo largo de su vida, y especialmente en momentos cruciales como

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su partida a Buenos Aires, que era una mujer transgresora, capaz de ver con claridad los obstáculos sociales de la época, y superarlos3. Un ejemplo claro es la decisión de tener ella sola a su hijo Alejandro, dejando la ciudad y dirigiéndose a Buenos Aires. De esta etapa son poemas como “La Loba” o como “Fecun-didad”. Intentaré abordar el tema de la mater-nidad y la naturaleza a través de éste último poema:

¡Mujeres!... La belleza es una forma 1Y el óvulo una idea.¡Triunfe el óvulo!

Dentro de la mentira de la vidaExiste una verdad 5Y hay que seguirla.La verdad es que nada en la Natura Debe perderse.

La tierra que es moral porque procreaAbre la entraña a la simiente y brota 10Dándonos trigo.

El vientre que se da sin reticencias Pone un soplo de Dios en su pecado.Son para él las rosas que se abre el sol.Él vibrará como una cuerda loca 15

Que el misterio estremece.El vientre que se niegue será atadoAl carro de la sed eternamente.¡Mujeres! Sobre el grito de lo belloGrite el impulso fuerte de la raza 20

¡Cada vientre es un cofre!¿Qué se guarda en las células que tiene?¿Cuántos óvulos viejos han rodadoGuardándose el misterio que encerraban?...

¿Estaba en ellos quién hacía falta? 25¡Mujeres! La belleza es la formaY el óvulo una idea…

En este poema Alfonsina exhorta a todas las mujeres para que se impliquen en la lectura y sigan sus preceptos. Parece como si la autora estuviese sentando las bases de una ideología feminista basada en el poder que la naturaleza

otorga. En el segundo verso destaca la presen-cia del óvulo, que es uno de los rasgos feme-ninos más característicos, y lo asocia con la idea “Y el óvulo una idea”. Por lo tanto para ella óvulo e idea son lo mismo. Esta visión se aclara cuando en el verso siguiente exclama ¡Qué viva el óvulo! Que según la imagen ante-rior equivale a decir ¡Qué viva la idea! En mi opinión lo que Alfonsina pretende es hacer reflexionar a la mujer sobre la importancia del papel que juega no sólo en la naturaleza, sino también en la sociedad. Por lo tanto está intro-duciendo una serie de conceptos innovadores y absolutamente modernos con respecto al espa-cio que debe ocupar la mujer en el mundo.

La Natura es la fuerza imperante, la que respeta a la mujer y a la que “hay que seguir” . La natu-raleza otorga a la mujer el poder de elegir y por tanto le da un papel fundamenta en la vida: la mujer es fecunda, fértil, generadora y causa de la vida y por lo tanto una pieza indispensable en la sociedad. En este sentido coincido con la concepción de Rachel Phillips sobre este tema: “The pantheistic vision of Nature as source of an emotional, if not metaphysical, nirvana will persist even through her later work, and it is one of the hallmarks […]”4

En los versos siguientes se establece una metá-fora de la tierra que en realidad está enfocada hacia la mujer. “La tierra que es moral porque procrea”. Entonces se puede decir que si la tierra procrea, y es moral, entonces si la mujer procrea “abriendo la entraña a la simiente” entonces también ella es moral. Por lo tanto Alfonsina intenta borrar el estigma de la mora-lidad de las mujeres dándole al mismo tiempo un enfoque naturalista.

En los versos doce y trece el yo poético afirma que Dios participa en el concebir porque aque-llo que concibes es bueno, es un regalo de la naturaleza (en el poema está reflejado como trigo). Por lo tanto elimina la sensación de pecado transformándola en creación. Este es un punto muy importante de trasgresión por parte de la autora ya que a través de su poesía está alterando a visión de la mujer sobre su propio papel y sobre la moralidad que a veces

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ella misma se impone. He de destacar los versos diecisiete y dieciocho, en los que la voz se vuelve amenazante “el vientre que se niegue será atado/ al carro de la sed eternamente”. Es una advertencia a la esterilidad que luego corrobora con ¡Cada vientre es un cofre! Es decir que cada vientre contiene un tesoro que puede ser otra pieza clave: ¿Cuántos óvulos viejos han rodado guardándose el misterio que encerraban?¿Estaba en ellos quien hacía falta?. Con estas preguntas retóricas, se persi-gue la idea de que ese tesoro de la fecundidad femenina puede encerrar un mundo de oportu-nidades que hay que aprovechar.

En este poema se puede ver cómo Alfonsina va encubriendo el yo poético en comparación con el poema “Hombre pequeñito”. Se comienzan a ver en ella la evolución desde “yo soy el cana-rio” a “la belleza es una forma y el óvulo una idea”. A lo largo de su obra se puede ver cómo abandona la tendencia narcisista que valora lo propio y lo deseado en vez de preocuparse por lo universal. Poco a poco hace que el lector sea forzado a aportar al poema, no ser testigo mudo, sino participante. En el poema Fecun-didad, Alfonsina trazando una nueva imagen que la mujer tiene de sí misma y del lugar que ocupa.

REVISIÓN DE LA CONCIENCIA CREADORA

En esta última etapa de su vida, Alfonsina Storni es consciente de las repercusiones que tiene la voz poética. Domina sus capacidades y ha absorbido las influencias de grandes autores como García Lorca (y en general toda la gene-ración del 27) y los autores de las vanguardias europeas. Por lo tanto nos enfrentamos a una voz más madura, consciente y reveladora. Para analizar los cambios que se han dado en su poesía, he seleccionado un poema de su libro Mundo de siete pozos titulado “Contra voz”.

Entierra la pluma Antes de atarte los puñosComo una llama El dolor de servirA cosas estultas. 5Por su punta,

Como los canalesQue desagotan el río,Tu agua se desparramaY muere en el llano. 10

La palabra arrastra limos,Pule piedras,Y corta selvas imaginarias.Piden los hombresTu lengua, 15Tu cuerpo,Tu vida:Tírate a una hoguera,Florece en la bocaDe un cañón. 20Una punta de cieloRozaráLa casa humana.

La voz se cuestiona el valor de acercarse a los objetos inútiles (dolor de servir cosas estultas), y concluye que es mejor encerrarse en el silen-cio que rendir su pluma ante el vacío de lo estú-pido. En esta primera estrofa se puede ver un lenguaje directo, próximo a la coloquialidad, que al mismo tiempo es un lenguaje resentido: enterrar, atar, dolor, servir...

Creo que establece una relación muy cercana entre la primera estrofa y la segunda, ya que en la segunda desarrolla la primera pero aña-diendo el modo en que la voz se pierde cuando está al servicio de la nada: “como los canales que desagotan el río, tu agua se desparrama y muere en el llano”. Es decir que la voz se derrama inútilmente y muere en el llano cuando no trabaja en conciencia con lo que dice.

Más tarde alude al concepto moderno de la fuerza de la palabra o la palabra como arma social, que demuestra que es una voz compro-metida y asentada en la honda de la tradición de la ruptura5: “la palabra arrastra limos, pule piedras, y corta selvas imaginarias”.

Hay que destacar en estos versos la presencia de la tradición hispanoamericana en el léxico: selvas (la naturaleza que sobrepasa y aturde la sensibilidad del hombre).

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Con respecto al ritmo se puede observar que está logrado a base de estructuras tríadas ((tu lengua, tu cuerpo, tu vida), y también inter-calando aliteraciones (ll, l y rr) a lo largo del poema: entierra, desparrama, llama, llano, arrastra, lengua, estulta, pluma, florece…). También se vale de la separación estratégica de los versos, sobre todo en la última estrofa.

Por último, la voz poética hace un llamamiento a la esperanza de la humanidad, pero añadién-dole la ironía de esa nueva voz moderna: una punta del cielo/ rozará/ la casa humana. La ironía en este caso consiste en que el cielo, que no tiene punta, nunca va a rozar la casa humana que es el mundo, lo que implica que la esperanza no va alcanzar la tierra.

Bajo mi punto de vista, el yo poético se ha des-prendido de su egoísmo, y deja que el lector se sumerja en el poema y trate de aportar parte del significado global. Por lo tanto en este poema la voz ha logrado ya una clara independencia a través de autocuestionarse e interrogarse.

Creo que en este poema se puede ver clara-mente la evolución que ha sufrido la poesía de Alfonsina. Nada tiene que ver éste último con los primeros poemas, aquí se puede ver una intención, una doble mirada, ironía, destreza a la hora de lograr lo que quiere, ambigüedad, libertad de escritura… Su voz ha alcanzado la madurez y ya no necesita la rima porque lleva la rima por dentro.

También ha logrado otra cosa, en mi opinión, muy importante: involucrar al lector, no pre-tender que éste sea un espectador, sino el partícipe. Pienso que el lector debe incluir su mirada para completar la ambigüedad y sacar las conclusiones que crea oportunas, o simple-mente quedarse con una cierta incertidumbre que dejan los buenos poemas.

CONCLUSIONES

Alfonsina Storni es una poeta que a lo largo de su carrera ha sabido convertir sus inquie-tudes personales en argumentos válidos para el resto de la humanidad. Ha globalizado su

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discurso, ha modelado su voz y el resultado es una poesía madura y consistente. Al leer sus primeros poemas, creí que su poé-tica no superaría las barreras del concepto de poesía femenina sentimental y cotidiana. Pero al analizar el último poema, he podido com-probar que no sólo supera esa barrera, sino que se sitúa en la vanguardia de la poesía “están-dar” de la época, pero con el valor añadido de que Alfonsina también refleja un enfoque femenino y reivindica un espacio propio en la literatura.Creo que en su momento, la autora supo ganarse el respeto y la admiración de sus con-temporáneos así como también ahora, en el s.XXI ha logrado conseguir mi admiración y respeto, tanto como persona como poeta.

BIBLIOGRAFÍA

Alfonsina Storni, Mujeres, Modernidad y Lite-ratura, Alicia N. Salomone, ED. Corregidor, Buenos Aires, 2006. Alfonsina Storni, from poetress to poet, Rachel Phillips, ED. Tamesis Books, London, 1975. Alfonsina Storni, una biografía esencial, Jose-fina Delgado, ED. Planeta Singular, Buenos Aires 2001Obra poética completa, Alfonsina Storni, ED. Sociedad Editora Latino Americana S.A., Buenos Aires, 1964Metamorfosis, Publio Ovidio Nasón, ED. Uni-versity of Massachusetts, 2001. Libro II

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Homenaje aJosé González Jurado

En este número especial de la revista, quere-mos hacer nuestro pequeño homenaje literario a un autor local, linense de adopción, aunque el destino quiso que viera la luz en un pueblo malagueño. Un autor más conocido por otras facetas, que por su trayectoria literaria. Por eso y por su aportación al mundo de la cultura de nuestra ciudad queremos dedicarle estas pági-nas.

José González Jurado nació en Torrox, un pueblo de Málaga, aunque vive en La Línea desde el año 1949.

Le gusta definirse como un autor de estilo cos-tumbrista, con un estilo sencillo, pero lleno de pasión por los temas que trata, ya sea la poesía, género en el que se siente muy cómodo, o géneros como la novela. Ha escrito infinidad de artículos, poesías y canciones, pero se dio a conocer con su libro El Zabal y su despensa (2003), en el que narra la vida de los primeros pobladores del Zabal y en el que explica, de forma sencilla y amena, la horticultura típica de la zona y los vericuetos para su puesta en el mercado.

Siempre ha gozado de una sensibilidad espe-cial para la poesía, siendo también autor de Las granzas del amor (2004), libro de poemas y canciones, en el que expresa los rasgos defini-torios de la canción y esboza los distintos esti-los flamencólogos.

Su tercer libro, Las pavesas del dolor (2005), es una autobiografía en la que narra las dificul-tades de su niñez en su Torrox natal, su “exilio” a La Línea y sus primeros pasos como asenta-

dor en el Mercado de Abastos; descubriendo todos los entresijos del mundo del oferta y la demanda, del que llegó a ser un gran conoce-dor.

Más tarde publicaría Mercaderes y comer-ciantes, un compendio de los primeros comer-ciantes que llegaron a nuestra ciudad.

En el año 2008 Amor heredado, una novela romántia inspirada en el amor de dos jóvenes en los tiempos de posguerra.

Sus dos últimos trabajos publicados, Los albergues de la necesidad, sobre los genuinos patios linenses, y Los suspiros de mi alma,

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que recoge las letras de diferentes palos del flamenco, fueron presentados recientemente en el Palacio de Exposiciones y Congresos ante un numeroso público que apoyó así su trayectoria literaria.

Es un asiduo participante en toda clase de ter-tulias y charlas radiofónicas, colaborador de varias publicaciones literarias, y suele actuar como jurado en los Certámenes de copla o fla-menco, una de sus pasiones.

Tu ternura

No pienses que tu ternuraes de la lluvia pasada que ya no te queda nada de tu pasada frescura, sólo son las ilusiones de tu vago pensamiento que cuida las relaciones de un amor sin sentimiento.

Por ese caminito se fue llorandoel amor de mi vida que estoy buscando, qué dolor y qué pena de mi cariño que se me fue llorando cuando era un niño.

Montecitos alegres de la Axarquía por donde yo cantaba mis alegrías, alegrías y penas con ilusiones de una niña morena de mis amores.

La cancela rota

En la callejuela de tu pensamientome perdí una nochebuscando la fragua de tu sentimiento,encontré las granzas de tu falsedad.

Ardieron los pasos de tu despedida,El viento tronzaba por el callejón;

lloraba mi pena buscando salidadel cerco forjado de tu corazón.

El arca cerrada de tu entendimiento,que yo no comprendo ni puedo saber,en la despedida de solo un momento,rompa la cancela de nuestro querer.

Viendo la sonrisa de una burla fríasirviendo de guasa en la intimidad,en la callejuela que yo me perdía,quedó la vereda de tu soledad.

Esa es la sonrisa que lleva mi boca,del viento tronzado de aquel callejón;es la despedida que a mi me provoca,frente a la nobleza de mi corazón.

El arca cerrada de tu entendimiento,que yo no comprendo ni puedo saber,en la despedida de solo un momento,rompa la cancela de nuestro querer.

La Copla

Dejar quisiera en la copla algo preciso de hacer, de la canción española al requiebro del querer.

Algo que sepa a romance, sin protestas ni porfía, que se termine con arte del duende de Andalucía.

Voz de la tierra callada,de los amores primeros,donde rompe la miradade transparencias del cielo.

Homenaje a José González Jurado # Poemario

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El amor de la huerta

Cuando va rayando el díaamanece el soberano,ya derrocha su energíala mujer del hortelano.

Primero con gran cariñoprepara los menesteres,alistando a cada niñoa cumplir con sus deberes.

Luego se hace a la huertacomparada con su esposo,que de verla tan resueltaéste, se siente dichoso.

La mujer del hortelano entregada a las faenas, tiene penosas las manos, tiene resueltas las penas.

Es el sostén de la casa,Se siente correspondidaY le queda la esperanzaSer por los suyos querida.

Desconoce la grandezaolvida las diversiones,su doctrina es la noblezay las buenas relaciones.

Entregada con su vidagozada con sus placeresdonde está comprometidacon los diarios deberes.

En un hogar generosouna madre cariñosa,hace feliz al esposoy ella se siente dichosa.

Flor herida

No sabes sufrir, violetalas inclemencias del tiempoy las ráfagas que acechande los pedriscos del cielo.,

No sabes cuidar la umbríani el calor de la solanaeres una flor sombríadel frescor de la mañana.

Las lágrimas son respirosdel volcán del sufrimiento,

Allí donde el desafíomuere con sus soledades,frente al blanco caseríodeleitando sus cantares.

Del arroyo romancero,la fuente de la peineta,el aljibe copleteroy el chorro de la trompeta.

Cada rosa su nombre,como costumbre aldeana,una maceta de florescolgada a cada ventana.

Y de los suspiros rotos,surge el dolor y la queja,sin reyertas ni alborotos,en arrumacos de vieja.

La copla se va formandosoportando el desafío,y el que la viene contandopuede perder el sentío.

Porque la siente en el alma,parte de su sufrimientoy la deja en la gargantadel que tiene sentimiento.

La copla nace llorando,de un suspiro y una voz,sola se va consolandoal refugio de un dolor.

el aljibe de los suspirosque guardan los sentimientos.

Y tu piel tan delicadano soporta las laderasporque estás enamoradade las dulces primaveras.

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Reseñaspor Sergio Rojas García, Raúl Rubio Millares y Juan Morales

Título: Hojas de hierbaAutor: Walt Whitman

Editorial: Alianza Editorial

A veces los poetas nos ayudan a recor-dar que dentro de nosotros existe un soplo de aire fresco que es nece-sario dejar correr de vez en cuando. Cuando leí Hojas de hierba, sentí esa extraña sen-sación, no sólo porque sus poemas suponen una renovación de la tradición anterior, sino porque hay en sus líneas un sentimiento univer-sal que se nos transmite desde el principio:

“Canto a la vez a la Mujer y al Hombre.A la Vida ardiente de pasión, al nervio, al poder; jovial para que mi impulso sea más libre dentro de lasdivinas leyes,canto al Hombre Moderno”.

Un canto al cuerpo, a la vida y a la muerte, al Hombre de todos los tiempos que hace suyo este himno porque así lo quiere su autor. Un canto poblado de verdadera pasión por la vida,

donde el “yo” se diluye en un “nosotros”, con-virtiéndonos en hombres capaces de crear la propia Historia:

“Toma este regalo.(…) te pertenece tanto como acualquier otro”.

El tono que Whitman consigue, trata de apostar por la camarade-ría y por la celebración de la amistad como algo digno de ser cantado y motivo de unión y libertad entre los pue-blos. Walt Whitman es el poeta de la amistad porque la amistad es lo que verdaderamente hace libres a los hom-bres. La amistad surge del amor y el amor es lo que nos hace mostrarnos tal y como somos. Es “lo que canta la fe sin atadu-ras”.

Poeta que devuelve al cuerpo la riqueza y el color que había perdido en tiempos pasados. El cuerpo es el que nos muestra al mundo como

somos, es el conjunto y el que incluye al alma:

“Quienquiera que seas ¡qué soberbio y qué divino es tu cuerpo y cada parte de él!”

Esta poesía exige un verdadero compro-

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miso con el hombre y con la vida, es el com-promiso con sus semejantes donde el poeta es uno más y cuyo único papel es asumir la voz que le dicta el pueblo: “del pueblo provengo y poseo su propio espíritu”. Tal renovación supone un reto en nuestros días tan llenos de soledades e individualidad.

En fin, Walt Whitman, sencillamente es el poeta universal, que consigue que sus versos sean una verdadera pradera de hierba fresca donde descansar en estos tiempos que corren.

Sergio Rojas García

Título: Postpoesía. Hacia un nuevo paradigma

Autor: Agustín Fernández MalloEditorial: Anagrama

Hace poco menos de un mes vi una pelí-cula después de unos cuantos años de curio-sidad: «La liga de los hombres extraordina-rios» (Stephen Norring-ton, 2003). Dejando a un lado la calidad de la obra (y aún más al lado la interpretación postpoé-tica que se podría hacer del pastiche de persona-jes que la forman y la relación del cómic – obra original de Alan Moore – con el cine – adapta-ción de Norrington –), rescato una secuencia: la hermosa y decadente ciudad de Venecia está en peligro, pues han colocado explosivos en sus cimientos; y aquí la imagen: gracias a la informática, los espectadores vemos esos cimientos que sostienen la ciudad, esa apa-rentemente frágil red de columnas donde des-

cansan los palacios, las plazas, etc. Me valgo de esa imagen (Venecia reposando sobre unos débiles cimientos bajo el agua) para ejempli-ficar lo que creo que quiere hacer Fernández Mallo con la poesía española: la ciudad deca-dente, condenada a desaparecer bajo las aguas implacables de los nuevos tiempos, que se sustenta sobre unos pilares corroídos por la humedad, esconde en sus entrañas una carga explosiva letal, la obra de Fernández Mallo.

Y no ha crecido esta idea en el vacío, nace del impacto con ciertos párrafos de «Pos-tpoesía», por ejemplo:

“La poesía ortodoxa viene siendo sostenida por una serie de pilares, puntales inamovibles como raíces, para luego desarrollarse ramas arriba en diferentes escuelas y técnicas” (p.177).

Fernández Mallo quiere volar esos pila-res, con una lógica demoledora. Fundamenta su argumentación en dos conceptos clave: poesía ortodoxa y poesía postpoética. Explica cómo en la sociedad actual las artes han adap-

tado sus paradigmas, se han contemporanei-zado, mientras que la poesía (aunque es per-fectamente extensible la idea a la narrativa o el teatro) se ha man-tenido anquilosada en los viejos paradigmas; es decir, mientras vivi-mos en una sociedad cibernética, semivir-tual, multitecnológica, algo que se refleja en la pintura, en la arquitec-tura (domótica) o en el cine, la poesía española se mantiene al margen, como un coto privado en el que una serie de capos vigilan que todo siga atado y bien atado, con-trolando quiénes entran

a jugar con ellos y quiénes se deben mantener fuera (páginas 41-44, citando a Vicente Luis Mora). Esta actitud, señala Fernández Mallo,

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provoca que el sistema se vuelva anoréxico, una especie de invernadero poético (p.148). Frente a esto, la postpoesía. Durante el texto, Fernández Mallo no sólo define (en positivo, en negativo y por contraste), sino que teoriza y ejemplifica.

Aunque en un principio, para entes como yo ajenos a la terminología postmoderna y/o científica, puede resultar desconcertante, a medida que se avanza en la lectura nos apro-piamos de un campo léxico interesantísimo, rico en metáforas e imágenes visuales, que además, se reflejan en constantes mapas, gráfi-cos, reproducciones, etc.

Se podrá estar de acuerdo o no con la propuesta que Fernández Mallo expone en «Postpoesía», pero al menos da un paso ade-lante y hace esa propuesta, no se conforma con dejarse engullir por un sistema caníbal que se limita a perpetuar hasta el hastío unas mismas formas.

Comencé a leer este libro buscando res-puestas, termino de leerlo y sólo encuentro una ingente cantidad de preguntas, por suerte, porque debo reconocer que esta lectura ha removido, como hacía bastante que no ocurría, mis redes intelectivas.

Raúl Rubio Millares

Título: Sueños de Bunker HillAutor: John Fante

Editorial: Anagrama

A veces ocurre que para llegar hasta un libro hace falta de alguien que nos lleve hasta él, alguien que nos lo recomiende y nos cuente su experiencia. En el caso que nos ocupa, si empezáramos a tirar del hilo de los lectores que se recomiendan unos a otros las novelas de John Fante, probablemente llegaríamos hasta Charles Bukowski. Él mismo nos narra su maravillosa experiencia en el prólogo de “Pregúntale al polvo”, una sincera declaración de admiración literaria:

“Casi todos los libros que leía pertenecían a la Biblioteca Municipal del centro de Los Ángeles, pero nada de cuanto me caía en las manos tenía que ver conmigo, con las calles, ni con las per-sonas que me rodeaban. Me daba la sensación de que todos se dedicaban a hacer juegos de presti-digitación con las palabras, que aquellos que no tenían prácticamente nada que decir pasaban por escritores de primera línea”

“Pero cierto día cogí un libro, lo abrí y se produjo un descubrimiento. Pasé unos minutos hojeándolo. Y entonces, a semejanza del hombre que ha encon-trado oro en los basureros municipales, me llevé el libro a una mesa. Las líneas se encadenaban con soltura a lo largo de las páginas, allí había fluidez. Cada renglón poseía energía propia y lo mismo sucedía con los siguientes. La esencia misma de los renglones daba entidad formal a las páginas, la sensación de que allí se había esculpido algo. He ahí, por fin, un hombre que no se asustaba de los sentimientos”

“Sí, Fante tuvo sobre mí un efecto poderoso”

Así, gracias al empeño de un fascinado Bukowski, Fante resucitó de entre los autores muertos, limpio del polvo de los anaqueles. A golpe de reediciones y buenas (aunque tardías) críticas recobró su poderosa voz, incluso cono-ció la dimensión del superocho cuando Collin Farrell y Salma Hayek protagonizaron la adap-tación cinematográfica de Pregúntale al polvo (al viento en carteleras). Puede que ahora sí te empiece a sonar de algo toda esta historia. Lo mejor de todo, naturalmente, no es la pelí-cula, es el resto de la obra de John Fante. Tal y como señalaba Bukowski, no existe obra mala en dicho repertorio y Sueños de Bunker Hill es otro magnífico ejemplo.

Si hablamos de John Fante, tenemos que hablar de Arturo Bandini, uno de los persona-jes más fascinantes jamás creados en la lite-ratura. Alter-ego del propio autor, Bandini es hijo de emigrantes italianos, pobre como las ratas, con todas las cartas de la baraja de los perdedores y con todas las pajas mentales del mundo. Sueña desde joven con ser escritor, un escritor colosal que salvará a la humanidad de la mediocridad literaria con renglones y frases prodigiosas. Soy Arturo Bandini, escritor. A lo largo de 4 obras vivimos las peripecias del

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joven italoamericano, sus pequeños triunfos y sus grandes fracasos: Pregúntale al polvo, Espera a la primavera Bandini, Camino de Los Ángeles y Sueños de Bunker Hill.

En Sueños de Bunker Hill, novela que cierra la tetralogía, Ban-dini se establece en un hotel de mala muerte de este barrio de Los Ánge-les. Tendrá la oportuni-dad de entrar a formar parte de una planti-lla de guionistas de Hollywood. Descubrirá entonces, horrorizado, el funcionamiento de la gran fábrica de sueños. Allí verá como otros escritores, reconverti-dos ahora en guionistas, yacen petrificados en cómodos despachos a cambio de buenos sueldos, sin ilusiones, conformes, sin sueños, muertos. Vivirá una historia de amor imposi-ble con la casera de la pensión donde duerme, una mujer mucho mayor que él, y acompañará en sus veladas a un extravagante luchador de lucha libre de origen italiano. Los quiebros del destino lo llevarán una y otra vez lejos de sus aspiraciones. A pesar de ello, nada logra distraer su pasión por la máquina de escribir. Recibe duros golpes, se levanta y vuelve a la carga; es un púgil de culo inquieto que rebota en la lona como si fuese de goma. Y es que siempre hay una bala en la recámara del escri-tor que persigue sus sueños, aunque éstos duerman en hoteles de Bunker Hill.

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“Allí estaba otra vez, otra vez en LA, con dos maletas y diecisiete dólares”

Arturo Bandini traspasa las fronteras de la metaliteratura. Fante no se limita a narrar la típica historia del escri-tor que desea triunfar sin llegar a prostituir su pluma haciéndonos par-tícipes de sus fobias. En la obra de Fante el humor y la tragedia caminan juntos, camuflándose en anécdotas y situacio-nes disparatadas. Cada página late por sí misma repleta de emociones y sentimientos. Ríete de los escritores duros que

apuntalan muros frágiles. Bandini es de carne y hueso, uno de esos pocos personajes capa-ces de emerger del papel. El tiempo, como decía Larra, pondrá a cada cual en su sitio (¿el público?, ¿quién es el público?). Espero de todo corazón que Bandini permanezca en el olimpo de los personajes inmortales.

Gracias Fante.

“- ¿Qué te he hecho, Señor? ¿Por qué me cas-tigas? Lo único que pido es una oportunidad para escribir, para tener un par de amigos y que cese esta lucha. Dame paz, Señor. Haz de mí algo que valga la pena. Que la máquina de escribir cante. Encuentra la canción dentro de mí. Sé bueno conmigo, porque estoy solo.”

Juan Morales

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Nuestras cosas

A Lara, una vez más

No, no, no, en un mar de anaqueles difusos,de una sonrisa de espuma, de un andar vacilante. No, no, no, que quiere decir que no me cuentes malas historias, que me hagas de poeta, que me arrojes los narcisos en la flor de la tormenta. No, no, no, que quiere significar que me ames todo lo que puedas, que me duermo, en tu hombro, que me atraviesa tu violeta. No no, no, que se puede entender como una advertencia de esa tu simple, clara, diáfana naturaleza.

Al tío Valerio, asesinado

Gafas de miope, bajo la frente limpia de estudioso, lector voraz, ambulante de saberes, caíste a la traición del que a espaldas dispara. Derechón de buen alma, no esperabas que tu estudio deviniera, en feroz acometida, en sangre fresca, en fin de vida, en mortaja hueca. La calle no era tu sino, que eran las alquimias de antiguo boticario de mejunjes y cataplasmas. Ni eran tus sentires, olor a pólvora quemada, sino al buen despertar de Abril, y las rojas rozas de la alabanza. Buen cristiano de buen tipo, nadie te había de decir que te convirtieras en el blanco de un alma enloquecida. Desde la distancia, mucha distancia, mi deseo de que tu anónima muerte entre los ríos pase a la historia del olvido y hoy, los hijos del homicida, se vean libres de la condena por lo que nada hicieron, y de la bendición de algún espíritu canalla.

Valerio De la Hoz Caravaca

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Si tus palabras no son las adecuadas,si tus frases importunan,acude , pues, al silencio,que tantas palabras ocultan

El médico me diagnostica,que mi mal no tiene cura,que mi forma de amar impropia,me conducirá a la locura.

¿Qué lo pasado ha huido?¡Valiente mentecatez!Quieren dejar en el olvido,los errores cometido.¡Menuda insensatez!

¡Y la tuve tan cercana….!Pude hablarle, invitarla,más pese a mi desparpajo,enmudecí al contemplarla.

Voy por la calle, cabizbajo,oy, lo sé, meditativo, pensativo,o quizás inquisitivo, reflexivo,pero si no tengo las ideas claras,acudo a Dios que me ampara

Sólo unos “buenos días”,Sólo una sonrisa esquivaSólo una mirada furtivatantos sólos en un día…..y él.. sólo con sus diatribas

La miro. No es bella,Más me siento atraído.¿Qué me dará ella,que mi débil corazón,está en su celda cautivo?

Calla. No hables.Nos deshaga este embrujo,No rompa este silencio,Sólo quiero contemplarte.

La veo de lejos.Viene cual estrella. Observo sus contornos.Se aproxima,me siento ansioso.Si es muy bella,pero no, no es ella.

Y aunque no la he vuelto a ver,si la veo en mis pensamientos.Quisiera que estos, etéreos,acudieran donde ella esté,y le dijeran que la quiero.

Si temes el sufrir,sufres por temory el mejor remedio,sin duda: el amor.¿Por qué no usaseste medio?¿Por qué temerle,al temor?

Antonio Mancilla Molina

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Antonio Mancilla Molina

Voz pausada, serena,voz cordial, amena,voz que entra en mi ser,voz clara de mujer.Mi voz apesadumbrada,mi voz débil, apocada,no te sientas despreciada,es que tus ojos me privan,de que salga de mi boca,ni siquiera una palabra.

Pienso que ella piensa en mí,sueño que ella sueña conmigo,pensamientos y sueños.En la irrealidad me empeñoson los sueños mi castigo.

Al Señor le pregunté,si en verdad yo te amaba.El Señor me sonrió,y con esa sonrisa suya .no hicieron falta palabras.

Sergio Rojas

Miedo

Cuando el verano todo era distinto.El azul inundaba el deseocomo un tranvía antiguoy palomas blancas en el tejado.

Cuando el verano,acaricié tu rostro casi sin mirarlocomo espiga de vientoy mulos en la erachapoteaban el sol con sus pezuñas.

Amamos sólo aquello que nos es antiguoy habitamos el miedopara descubrirlo en los armarios.

Somos miedo invisible con el aire…

23-04-2008

Las arenas de esa playafueron como pequeños remolinos en el alma.Moluscos enquistados en la concienciavarados en el recuerdo…y en el tiempo,formando dunas que se confundieran con el cielo.Pequeña bahía vallada por el tediode un verano anclado en el puertoy matados por la ausencia en el paisaje.

¡Qué cuerpos tan severamente ajusticiados por el amor!Apenas hizo falta un veranopara quedarnos desnudos y varados en la arenabuscando quemar la tierra o la propia vida.

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Receta

Estar y vivir en el mundoquemando días como el que enciende una cerillao tus labiosviajando en coches antiguosdescansando en praderascon verde hierbaretozando como animales salvajesmirándonos el rostro sobre la charca.

A la felicidad se vuelve arrepentidoy con la cabeza baja.A la felicidad se viene de desiertossin oasis, de noches lúgubres,desde un tangoo un sentimiento tristedesde las afuerasdesde las sucias alamedasy en solidaridad con uno mismo,a medio gas.

A la felicidad se vuelve dando rodeos,por otros caminos y vías secundarias.

19-05-08

“Tus ojos se me van y vuelvendespués de recorrer un páramo de ausentes”.(Miguel Hernández).

Me he sentado a la luz y a la sombra,Resguardado de la humedad en mis huesosY de otro paisaje salino.

Y es que nunca supe cómo eran mis ojos,Nunca supe de ellos.Me interesó más buscar la vida fuera:En las noches heladas de inviernoQue recorrieron mi juventud y mi vida.

En otra región habitan tus ojos,Grandes,Limpios,Y alguna vez dejan cruzar la miradaCon mis ojosEntonces mis dos cuencas observanTus grandes ojosY vuelven a tidespués de un camino en sombra.

Sergio Rojas

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La caída azulA Celia García-Gutiérrez Gómez, bisnieta del autor de El trovador.

Por abismos en albala caída azulme alejay erosiona mi ser,dulcemente.

Una ráfaga de vidaentre hojas de ceniza.Un recuerdo al que abrazarse,cuando el futuro seamuerte.

El tesoro de lo realconcedido,más allá del espejo delágrimas de intuiciones deconciencia.

La corona de lo nuncaes de flores y marchitas,de tristeza afortunadapor ser porsiempre.

De abrazos que se dancon dedos de musgo al vacíoy párpados que custodianun cariño secreto debondad.

Al final de la espiral,un corazón es herido y llora ámbar de nostalgia por aquellacompañía.

(09-05-2010)

Alfonso Castillo

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Que no me falten tus besos

Sentada al borde de mi locuramientras la noche se apagay mis sueños se oscurecenpienso en ti como el primer día.

Que no me falten tus besos.

Quizá mi sino sea no poder darfelicidad a quien amo.Quizá mi vida sea ver morirel amor entre hojas secas.

Que no me falten tus besos.

La Luna, a pesar de tanto tiempo,no quiere seguir mis pasosy me encuentro fuera, lejos,perdida en un laberinto de caminos.

Que no me falten tus besos.

Anhelo estrellas de colores que sé que no existen. Suspiropor un amor, que sé que es imposible. Buscouna ilusión que sé que es una utopía.

Que no me falten tus besos.

Te necesito en este instantecomo el Sol necesita de su luzcomo la Luna necesita de la oscuridadcomo la mañana necesita del amanecer.

Que no me falten tus besos

Ahora no, que no me falten ahora.

Nuria Ruíz Fernández

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Como la otra vez

Anoche, sentada en un escalón de la plaza,rodeada de los personajes más extraños,borré de mi memoria la palabra vivir.

En un instante desaparecí de aquel lugary deambulé por cada rincón. La música de fondo,entre luces de colores, me ayudó a levantar el vuelo.

Como la otra vez,me he encontrado en el cuarto oscurodonde guardo todos mis sueños.

La música al compás de mi corazóny mi mente susurrando contigoun vals de medianoche.

¿Sabes?...pude llegar hasta allíy encontré una gran rosacuajada de estrellas.

Volé muy alto y la Luna al pasarme guiñó con el ojo de cristalque sólo exhibe en las grandes ocasiones.

Una voz me llamó. Un eco resonójunto a mí durante todo mi viaje,pero no conseguí ver a nadie.

Voces, risas, gritos y llantosaparecían a lo lejos, bajo mis pies,alrededor de un escenario excesivo y pueril.

- Yo me sentía mucho más alta que todo aquello -

Podía tocarte con mis manos,podía sentir tu aliento en mi oído,podía imaginar tu rostro inexistente.

Volé aún más lejos, me atreví a ello,sí, sin pensarlo, como la otra vezte sentí muy cerca.

Rompí el cerco que nos separaba, la Luna me ayudó -

Nuria Ruíz Fernández

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Arranqué la rosa de tu jardín de piedrasy una estrella se enredó en mi cabello.Tenía parte de ti, ya me quedaba menos.

Como la otra vez, te llaméy el murmullo bajo mis piesimpedía que se me oyera.

Lo intenté. Como no lo conseguí, atrapé con fuerza la estrella, la metí en la garitade mi corazón, y seguí volando.

Alguien me llama,su eco me está molestando,pero yo sólo pienso en ti.

Me pareció ver tu misteriosa figuraescondida tras una hoja de papelque el viento arrastraba.

Extendí mis manos, te rocé por segundos,y tus asustados ojos de cristal se ocultaronen el manto negro de la noche.

La música murió. De golpe bajé de mi vuelo,fue tan fuerte la caída que no recordabadónde ni con quién me encontraba.

Como la otra vez,he vuelto a perderte, aún así,ahora te conozco un poco más.

Sé que tú también deseas encontrarme,de lo contrario,no me habrías llamado ¿verdad?...

¡Oye!...¿no me oyes?...Como la otra vez,te he perdido de nuevo.

Sé que únicamente has sidola fantasía de amorpor un ser desconocido.

Como la otra vez,te aviso de mi llegada,pronto o tarde te haré realidad.

Y volaremos por encima y más alláde todo esto.Como la otra vez,lo volveré a intentar.

Sigue así

Sigue así, un poco másy quizá lo consigas.

La luz ahora no tiene importancia,la noche aún menos,sigue así, mañana será otro día.

Sigue así,un poco más,y quizá lo consigas.

Nuria Ruíz Fernández

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Nuria Ruíz Fernández

Cuando vuelvas a encontrarlotodavía podrás oír detrás de la cama,el grito anónimode un niño malcriado.

Sigue, no pares,aún no ha llegado el momentode que lo abandones todo.

Los castillos en el aireya no interesan, han pasado de moda.No sirve, ahora, nada,sólo tú, en este instante.

Sigue y no pares.No pares y sigue.Siente la lluvia en tu rostro,porque sólo tú y yo existimos esta noche.

Sigue así,un poco más,y quizá lo consiga.

Pensando en ti

Cuando, a veces,sin darte cuenta,surges del cielo,de ese mar azulque me aplacay me reconforta,creo, sin remedio,que voy a estara tu lado.

Me duele pensar en ti,como un guijarroclavado en el alma.

Por eso, sufro,sufro demasiado,hasta quedar sin fuerzaspor ti.

Necesito el olvido, tanto,como tenerte a mi lado.

Cuando vuelvesdespués de tanto tiempoa inundar mi corazónde esperanzas,siento que las fuerzasme flaquean,que todo mi sertiembla de pensar, tan sólo,en una mirada tuya.

Sigo buscándote

Rizos rojos sobre una cabeza desmesurada,¿dónde vas?¿buscas algo?

Cruces bañadas de ajosescondidas bajo la almohadade una dura cama de piedra,¿dónde vas?

Voy buscándote,¿no te das cuenta? –

Ni los ojos saben que te veo,ni la nariz sabe que te huelo, ni mi boca sabe que te llamo,mas presiento que nuncaabandonarás mi lado.

Rizos rojos sobre una cabeza desmesurada.¿dónde vas?¿buscas algo?

Voy buscándote,¿no te das cuenta? –

Quiero encontrarte para que sepascuánto daño ¡cuánto! me has dejadoescondido entre los restos carcomidosde una guarida de amoresrepleta de falsas flores amargas.

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Mujer Dedicado a tantas mujeresvíctimas de los malos tratos.

Mujer eres Aire fresco,Mujer eres Primavera,Mujer eres Luz,Mujer eres Brisa,Mujer eres Alegría,Mujer eres Música,Mujer eres Poesía,Mujer eres la más valiente.

(18/06/2009)

Niño

Un Niño es una Bendición,Un Niño es una Ilusión,Un Niño es un Deseo,Un Niño es un Lucero,Un Niño es una Canción de cuna,Un Niño es un Jardín de juegos,Un Niño es un Duende sonriente,Un Niño es un Cuento encantado,Un Niño es un Dibujito Animado,¡Por Dios, que nadie se atreva a tocar a un Niño!

(03/07/2009)

Con todo mi cariño a los niñosque sufren malos tratos.

Cuando

Cuando caigan las Primeras lluvias,Cuando regresen las Golondrinas,Cuando florezcan los Almendros,Cuando nazcan las Mimosas,Cuando haya Lirios silvestres,Cuando Amanezca,Amor y tú, ¿cuándo llegas?

(18/02/2010)

LaBella

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Revista Literaria ALECEIA • Pág. 45

LaBella

Andalucía

A la Bella,A la Verde,A la Salerosa,A la Salada,A la Mágica,A la Religiosa,A la Flamenca,A la Alegre,A mi Tierra, Andalucía.

(25/02/2010)

Seres Mágicos

Hadas,Ninfas del Bosque,Duendes,Elfos,Sirenas,Unicornios,Dragones,Seres Mágicos, os llamo para que le digáis que lo amo.

(31/10/2009)

Quiero Ser

Quiero ser una Estrella Fugaz,Quiero ser una Mariposa,Quiero ser una Luciérnaga,Quiero ser un Bichito de luz,Quiero ser una Libélula,Quiero ser una Golondrina,Quiero ser un Colibrí,¡No te das cuenta de que Quiero volarpara verte una y otra vez!

(27/08/2009)

Tengo para ti

Tengo para ti Caricias,Tengo para ti Besos,Tengo para ti Abrazos,Tengo para ti Aroma de lavanda,Tengo para ti Romero,Tengo para ti Gotitas de RociáTengo para ti Música de Piano,Lo que tengo para ti, es demasiado.

(06/10/2009)

Eres Para Mí…

Eres Para Mí como Agua de Mayo,Eres Para Mí como la Brisa del Mar,Eres Para Mí como un Lago de Juncos,Eres Para Mí como una Bandada de Pájaros,Eres Para Mí como el Olor de la Canela,Eres Para Mí como Hiedra Salvaje,Eres Para Mí como la Luz de un Faro,Eres, Todo lo que yo amo.

(16/10/2009)

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Cecilia Quílez

DE EL POEMARIO INÉDITO VÍSTEME DE LARGO

Balada para inocentes

Fuiste como una bandada de cisnes asustadospor el crujir del alba.Formabas parte del destelloy no lo sabías.

Sólo salvó el guardián a uno,los demás cayeron a cuchillo.De sus gargantas brotaron miles de pecesy el estanque ardió en una náusea fúnebre.

No lo sabías.Mirabas con horror cómo germina la locuraen el imperio de la necedad.

Un millón de cisnes inocentesno es reto para un duelo,es aún un milagromal entendido.

Salvación

Soy absurda cuando besopero llamas a mis labios mariposas

Deberías cazar al vuelo esa que estáaturdida en una prado de crisantemos.Y LLEGAMOS

Ya estamos llegando al velo de luna del ojo anciano,al paso de baile que no dimos por no calzar zapatos musicales.Estamos llegando a leer a ciegas el susurro de la perfección.Llegamos sordos, mancos y mudos al obsceno amanecer que no fue.Llegan las hadas que imaginamos desnudas con trajes de bombillas blancas. Ya llega el niño con pulso perfecto a la fruta roja,la baba prímula y espesa de la ira a las terceras residencias.Ya estamos llegando a tocar la piedra arrojada sobre nuestra cobardía. Ya llegamos a no contar tumbas en los cementerios improvisados de los campos de batalla.Llega la vergüenza en un decreto escrito con tinta de limón,

Pág. 46 • Revista Literaria ALECEIA

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Revista Literaria ALECEIA • Pág. 47

Cecilia Quílez

DE EL POEMARIO EL CUARTO DÍA

XI

La mano abierta alimenta al cuervo.El cuervo se baña en el barro del río sagrado.Si nuestras vidas son los ríosqué mares mueren en nosotrosque no estén emponzoñados.Me declaro culpable de ignorancia.e inocente en grado tentativo. LA INVENCIÓN DEL TIEMPO

Un reloj desde el primer instanteen mi frente nonata. Un antojo invisibleque sólo yo veía.

Pero siempre llego tarde a todos lados,o la segunda o la tercera,o sencillamente, me pierdoen el camino

Mi reloj no se acompasa, va dos vidas retrasadasy una muerte por delante.

Esta tarde, en el té de hace dos días,Y sin estar allí,me he marchado la primera.

la revancha con los dedos amputados y plumas de paloma en los muñones. Llegan los mensajeros con cartas personalizadas de labios elásticos. Llegan y se van los besos estallando en burbujas de jabón de sosa.Llegamos y regresamos impasibles a los puestos de trabajo y llegan folios con versos encriptados.Ya llegan los leales del éxtasis del “oh amor, me voy, adiós“.Ya están llegando los sastres de mortajas new age a las pasarelas venusianas. Ya estamos llegando a los hijos de los hijos de nuestros hijos ….y ellos saben que ya hemos llegadoY nos preguntan: ¿Hacia dónde?Y no pasa nada,porque por fin hemos llegado con los zapatos en la mano y el carnet de baile irremediablemente vacío.

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Pasado mañana se ha quedadoleyendo los posos del futuro,y ayer ocurrió que estabaen cualquier parte.O puede que esto no sea nadaporque yo ya me haya ido.

EL INDULTOMe has tomado la palabra primero,después los ojos,y ahora, mi carnecon la azul comunión.Soy en ti como tú quieres,estoy en ti.Dentro también estás tú.¿Quién se va a atrevera levantar su manoy señalarnossi estamos ciegosy hambrientos?

PANTALLA DE PLASMAY CUATRO POEMAS

Cuatro boquetes de infinito resplandornos vigilan desde la penumbra.Las otras interferencias se debena una plaga de langostas aburridasque mastican delirios de imágenes frontales.

Un querer dislocado no tiene sitioni puertas de salida de emergencia.Los cuerpos no beben horizontesen los largos recorridos.Las buenas noches no se fuganen un mando automático de colores.

Desaparezco en las láminas de versos desnuda de odas blancas y regresoengalanada de una sabiduría detestableque me parte en dos las ganasde seguir necesitándote.Luego pienso, como siempre,que nos ha vuelto a salvar la poesía.

Cecilia Quílez

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III MISTERIO DOLOROSO

Me prometiste incendiar el crepúsculo de la metrópoli,tachar los naufragios en mi cuaderno de bitácora.Juzgaste mi saliva como el origen de tu resurrección, vivificado por tu fé mi pecho fue embalsamadoOh dulce rigor mortis que honraste nuestra unión. Por mi culpa volviste a creer,a descifrar mapas celestesy a nombrar por partes mis restos desmoronados entre el norte y el sur.No me has dicho aún nada de la corona que lacera tus sienescuando descubro muda en nuestro sinola trama letal de tu fervorloco y trastornado.

Cecilia Quílez

Nieves Buscató

PANCHABÉ

Un paso en el aire

Unidos por lazossuaves e invisibles,salvando distancias,soñando ilusiones

Mis pensamientosviajan en el éter como palomas mensajerasbuscando su nido.

Viajando en el cosmosme llegan sus vocesde tierras lejanas, yallá en la distanciaadivino latidosde unos corazonessonando al unísono.

Sabiéndolos partesdel mismo Universohumildes alumnosdel mismo Maestro,hijos del gran Padreque llamamos Dios.

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Tú Sabiduría

Tú sabiduría.¿Qué preciado tesoro escondes que hasta el rico lo desea?Sabes bien donde pones tu casa.No necesitas palacios ni marfiles,solo un corazón abierto a la verdad.

Juventud perdida

Juventud perdida.Flor que se deshoja en un suspiro.Vuelas como un pájaro en la distancia.¡Cuantas horas abandonadas al silencio!¡Cuantos deseos de ver correr el tiempo!Y ahora que ya todo pasó;¡cuanta añoranza!

Paz

Te busco.Por caminos llenos de rastrojos,por hermosas praderas,por laderas empinadas y abruptas.Surco mares de desconfianza y enojos.Para por fin, encontrarte en mi interior.

Nieves Buscató

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I

“Mi casa es como un fruto”

Mi casa es mi autobiografía:mis poemas,mis libros,mis éxitos y mis fracasos,mi viejo perroya ciego,y yo siemprebuscandorefugioentre sus paredesy mis recuerdos.

II

“Sol seco y fuerte como un vino”

Busco del vinola puñaladaácida de la euforia,la hemorragiade fugaz alegría,la hiperbólicay efímerasensación de plenitud,que cuando huyeme deja a solasde nuevocon mi intrínseca tristezaanhelada.

III

“A lo lejos,sobre el horizonte,glogloteaba el día,como un agua presa”

Agua estancada,el día que pasacomo si nada.

Pedro Garfias

IV

“Mis manos están fatigadas de hurgar en la marañade los días”

Los días se sucedenen su caprichoso carrusel,en su vertiginoso turbillónde sensaciones encontradas.Y yo,oradando con mis uñasla pétrea superficie de su suelo,no ceso de buscarla subterránea galeríaque me conduzca certeraal filón inagotablede la bellezay del sosiego.

V

“Mi corazón es un pez rojoentre las mallas”.

Un resbaladizopez rojo quese escapa de mis manoses mi corazónque late desbocadocon el alientodel poeta,del creadorque se encuentracon el muro del papelen blancoy lo derriba.

VI

“Era tan blanca que en la sombraardía como una antorcha”

La hoja en total alburabrillaba como un incendioen medio de la noche.Deslumbrado,el poeta apagó la llamacon palabras.

Amargo río llevar la vida a cuestas

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VII

“Y tu mirada tiemblabajo mis párpados”

Bajo mis párpadostiembla alteradael agua violentade tu mirada.

VIII

“El corazón del mundoha perdido el compás”

Y el reloj de la bellezase ha vuelto a atrasarpero te aseguroque el que busca su senderonunca se ahogaráen el mar.

IX

“El verso humano pesa.Yo le cojo en mis manosy siento que me dobla las muñecas.”

El poema,cuando mana del intelectopesa como un muertoy su pososatura las conciencias.El verso comprometidoes un cuchilloentre los dientes,un arma arrojadiza que hiereal que abusay derriba al que huye.

X

“Todas las rosas,abiertas las espitas,fluyen entre tus dedos.”

Un corolario de rosasentre tus dedosestallandopletóricas,me auguran un airenuevo y límpidoque respirar al fin.

XI

“Tus palabras flotando como góndolas”.

Noté tu vozinsegura y vacilante,balbuceantesnacían tus palabrasbuscando morirpor entre las esquinasdel viento.Como góndolasque tiemblanen el abrupto espejode las aguas,tus frases no sabíansi reír o llorar,decir o callar.

XII

“Bajo los cielos tronchadossobre las sierras desnudasmima la mano del vientola melena de la lluvia.”

El viento conviertea la sutil lloviznaen aguafiestas.

Pedro Garfias

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Carmen Sánchez Melgar

La niña de mis ojos

Enredados abrazos.Desgastados silencios.Caducada absolución.

En el pecho,lamentoy un agujero negro.

Los labios,puertas de calladas angustias.Las palabras,el fuego que derritelas agujasantes de clavarseen la niña de mis ojos.

Naúfragos

Nacen espejismosen sus pupilas.Unas manospalpitantes se abrenpaso a zarpazospor el pozo sin fondo.La luz cególos sueños de miseriaen su corazónde fuego.Ahora, en los labiosuna botella de aguacristalinay en sus hombrosuna mantaqueriendo abrigarla heladezde su sangrecongelándoseen sus venas.

La capuchina blanca

Un mar furiosorompe las olasen el acantilado.Cae la sombrade la melancolíay una misteriosapena me adormece.Delicados pradosverdecidos,mágico vuelo de gloriay el misteriode la capuchina blancaque mis manosno logran alcanzar.

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Había una vez, encima de una colina en la montaña más alta del mundo, un pueblecito llamado X. Los habitantes de X tenían oficios tan simples como la jardinería, la carpintería, la sastrería, la artesanía, y un largo etcétera de profesiones sencillas y comunes.

Pero en el pueblo vivía una peculiar pareja, con un, aún más peculiar si cabe, oficio: la fabricación de niños.

X era un pueblo maldito hacía muchos años. Los habitantes de X habían sido castigados por los dioses sin la posibilidad de tener descen-dientes.

Hubo un tiempo en el que en aquel pueblo no se oían risas, ni gritos de niños que juegan a soñar. No se veía sonrisas en los rostros de los padres que ven crecer a sus hijos. X se había convertido en un pueblo triste, que cada día estaba más cerca de su extinción.

Pero un día decidieron tentar a la suerte y engañar a los dioses. En ese momento llegó de nuevo la alegría a X. Una mañana todos los habitantes empezaron a oír las risas de un niño, provenía del parque, así que todos corrieron hacía allí a ver qué ocurría.

Quedaron perplejos al ver al habitante más pequeño que había tenido X desde hacía años. Un habitante de 1`10m de altura, con unas manitas sucias de jugar con el barro y con una voz angelical que embriagaba a los adultos.Todos corrieron a casa de la pareja responsable de aquel milagro. Esta pareja había dedicado meses a la creación de aquel niño. Querían crear al niño perfecto, ya que podría ser el único descendiente con el que contase X.

Tras un rato de meditación sobre qué hacer con aquella criatura que ahora necesitaba una seria de cuidados, alguien dio un paso adelante y solicito quedarse con él y cuidarlo como a un hijo. Todos aceptaron encantados.

Con el paso del tiempo, y ya que los dioses no se presentaron allí para oponerse ante la nueva forma de reproducción de X, aquella profesión se convirtió en única y peculiar, desarrollada, únicamente, por aquella artística pareja.

Año tras año, éstos creaban y distribuían niños y niñas por todo el pueblo. Por cada niño o niña que entregaban, perdían un trozo de su ser. Dedicaban mucho esfuerzo y constancia en la creación de cada una de aquellas criatu-ras.

Un día, mientras cerraban la puerta y se des-pedían por la ventana de una preciosa niña de pelo rizado y ojos negros, ambos derramaban una lágrima. Ahora, durante una hora, reinaría el silencio en la casa, o al menos eso ocurría cada vez que decían adiós a una de sus creacio-nes. Pero esta vez, él rompió el silencio:

Cariño, estoy harto de dedicar todo mi esfuerzo en hacer feliz a los demás. Creo que va siendo hora de que intentemos tener un hijo tu y yo-Ella se secó las lágrimas, abrazó a su marido y se pusieron manos a la obra.

Esa noche las luces de la casa permanecieron encendidas todo el tiempo. Idearon a la niña perfecta y a la mañana siguiente comenzaron a crearla.

Durante nueve meses no aceptaron ni un pedido, querían dedicar todo su esfuerzo en aquella niña.

Cuando hubieron acabado, ambos contempla-ron la obra, y no tardaron en percatarse que aquella primera hija no había salido tal y como habían deseado.

Cuando la niña hubo cumplido un año, la pareja decidió volver a intentarlo. Esta vez idearon a un niño que nada tenía que ver con la primera.

de Sara Medina Rojo

Boceto en X

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Durante otros nueve meses, el pueblo tuvo que prescindir de los servicios de dichos profesio-nales.

La pareja ya veía correr a su segunda obra de arte, orgullosos de haber atinado más esta vez. Pero tenían esa espinita clavada de la primera vez, no querían darse por vencidos, y decidie-ron intentar de nuevo la creación de aquella primera obra ideada y fallida.

Esta vez decidieron darle forma de niño, y lo consiguieron.

Vieron reflejados en aquellos niños sus mayo-res habilidades. La pareja siguió puliendo sus obras de arte a lo largo de su vida.

Llegó un día en el que la primera obra, fallida, miró a sus hermanos y se dio cuenta de todo. Sus padres nunca le habían dicho nada para no herir sus sentimientos, pero no hacían falta las

palabras para saber que no había sido más que un boceto.

Aunque X es, ha sido, y seguirá siendo un pueblo peculiar, aunque los habitantes sean de barro, arcilla, mármol…, hay algo que com-parten con el resto de habitantes del mundo, los sentimientos.

Por eso, 20 años después de que aquella pareja decidiera emplear sus habilidades en la crea-ción de su propia felicidad, el primer boceto que idearon decidió que ya no tenía nada que hacer allí. Si algo le habían enseñado sus crea-dores, era que los bocetos, una vez acabada la obra, ya no sirven para nada.

Así que, aquel borrador se esfumó como un trozo de papel que vuela sin rumbo fijo, espe-rando caer en algún sitio y ser recogido, o sim-plemente, caer al agua y desvanecerse como si nunca jamás hubiese existido.

Brotó del suelo muy pequeñita. Su nariz respin-gona rezumaba frío. Era invierno. Las pecas de su carita brillaban al compás de las estrellas. Yo canté una nana. Ella no se inmutó. –Quizás canté muy mal- pensé. Y me sonrió. Sus pier-nas gorditas no podían andar. Me cogió de la mano y se levantó.

Quise hablar con ella palabras que una vez una tortuga de seda me enseñó. Mas no me escu-chaba. Y lloré. Lloré mucho, porque sabía que no quería hablar conmigo. Y me volvió a son-

reír. Sus labios encarnados decían ¡BO!¡BO! y después callaban. Busqué entonces entre las flores, una muy rara. Se la di pero no la quiso. Y la flor volvió a la tierra de donde ya la arranqué para ella. Andaba un poquito zamba y sus rizos color ocre bailaban conmigo los ecos de canciones dormidas. Me dijo adiós. Y la vi marchar. Se hacía pequeña, cada vez más y se fue hundiendo, apagándose entre las luces de piedra de una vía láctea. Las estrellas me dijeron al oído que se llamaba SÉPTIMA. -¿Por qué?- pregunté. Y un árbol de hojas caídas, viejo como la vida misma, solitario en el monte donde la noche es el espejo de todas las almas y la luna la madre adicta a la espe-ranza, me dijo que se llamaba así porque era la séptima vez que una ilusión nacía a mis pies y era la séptima vez que mi tristeza la dejaba desparecer. Entonces la llamé.¡SÉPTIMA! y SÉPTIMA jamás volvió.

Un nuevo día...brotó del suelo muy pequeñita,

de Nuria Ruíz Fernández18-12-2009

Criaturas de cristal

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su nariz respingona hacía monigotes. No era invierno. Las pecas de su carita eran multico-lores. Esta vez no canté una nana. Y me llamó. Me dio un beso en mi mejilla mojada como estaba de gotas saladas. Y me dijo al oído: Soy yo, OCTAVA, no me dejes escapar. Y no la abandoné. Creció y creció, tanto, que es tan grande como el árbol de hojas caídas. Y ahora recoge frutos, muchos frutos, para que me ali-mente de ellos. Y OCTAVA me adora. Pero sé que un día llegará la tortuga de seda, le con-

tará fábulas extrañas de músicas extranjeras y colores de otros mundos, y se los creerá. La tortuga caminará lentamente y mi OCTAVA la acompañará. Ni siquiera se despedirá de mí. Y le diré con una mano alzada al viento: ¡Adiós!...mis sueños, ¡Adiós!... mis criatu-ras de cristal que me ayudasteis a recordar y a aprender que sola SI puedo caminar.¡Adiós OCTAVA!¡Adiós SÉPTIMA!...nunca os voy a olvidar.

de Yeray González Plasencia

El caballero desairado

Es la ironía del barrio, una de esas grandes incógnitas que incomodan al ser humano. Vive en la séptima altura de un edificio céntrico y por encima de él sólo queda el cielo. Es cos-tumbre inmemorial verle dormir con la ven-tana abierta -sus vecinos comentan que habla en sueños- y la persiana subida. Es el primero de la comunidad que ve amanecer y el único que se despierta sin necesidad de reloj.

Los más mayores del lugar opinan que debe andar por los setenta, aunque todos ellos llega-ron al edificio cuando él ya llevaba unos años acomodado. Todos le conocen como “el Des-airado” y nunca nadie ha tenido curiosidad de averiguar su verdadero nombre. Los vecinos desconocen el origen de este apodo y cuando alguien les pregunta se limitan a decir: “a mí me lo presentaron así”. No recibe correspon-dencia.

Ahora está jubilado. Anteriormente fue un habilísimo gerente de una pequeña compañía de seguros la cual creció de su mano: cuen-tan que nunca tomó una decisión equivocada. Su mañana es un ritual. Se despereza pronto,

camina hacia la puerta de su casa y recoge la prensa. A continuación, prepara un café sólo. Tiene por costumbre tomarlo cortado, en dos mitades, si puede ser: en la primera reflexiona, en la otra observa la contraportada. Dobla el periódico y lo abandona junto a sus iguales.

Después enciende la radio que tiene en su mesi-lla de noche. La lleva al baño y con sumo cui-dado la coloca cerca del tocador. Se desprende de su bata mientras llena un caldero de agua caliente y se observa en el espejo: su aspecto es envidiable. Erosiona su cara con el agua del caldero y se cubre de espuma; no tarda más de cinco minutos en afeitarse. Sabe que este acto responde más a una costumbre que a una necesidad, pero es su forma de sentirse impe-recedero. Por último, peina su escaso pero bien distribuido pelo y vuelve a la habitación.

Vestirse es lo de menos, una tediosa obliga-ción, pero no por ello descuida ningún ele-mento. Sabe de su fama de elegante caballero en el barrio y cumple con su deber. La levita negra es su pieza singular: todas las noches la cepilla antes de acostarse. Cuando consigue estar preparado coge las llaves y la billetera y enfila el pasillo. Antes de abandonar las altu-ras y cerrar la puerta recoge el bastón apoyado en la pared izquierda del vestíbulo. Es largo, de madera finísima de caoba; pero sin lugar a dudas su singularidad reside en la empuñadura: un busto de león tallado con esmero sobre ónix con remates dorados en la cabellera. Lo toma

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alzándolo a la altura de sus ojos y lo observa durante unos minutos; parece que se confiesa ante su viva imagen.

El ruido de sus tacones retumba durante los siete pisos. Dice odiar el ascensor y a los veci-nos les ayuda a desentumecerse, por lo tanto nadie se queja. Alarga la pierna y deja caer su cuerpo escalón tras escalón. En el portal, golpea tres veces el suelo con su alter ego y anda hacia el mercado.

A los humildes numantinos que resisten contra las grandes superficies les halaga su visita. Da nivel a sus pequeños comercios y aunque nunca compra nada atrae clientela. Al Desai-rado todos le quieren aunque nadie conversa con él. Le saludan efusivamente y él responde con un heroico “buenos días” o levantando su mano izquierda, libre de cualquier carga. Es una personalidad en el barrio y ejemplo de caballerosidad para los más jóvenes.Cuando termina su ronda visita el parque. Allí juegan los niños que no tienen edad para ir a la escuela bajo la atenta mirada de sus madres. Cuando pueden, y creen no ser vistas, radiogra-fían al Desairado. Él sabe que, pese a su edad, es aún un hombre atractivo; se deja querer y para no increpar a las señoras simula que da cuerda a su reloj de mano.

Está próxima la hora de comer y todavía

le queda una última visita, la que menos le agrada, pero necesaria. Enfrente de su edificio hay un banco, su banco, y hacia él se dirige. Se quita la levita y la deja junto a él. Puede disfru-tar del olor de los fogones que se precipita al vacío por las ventanas. Los vecinos llegan can-sados de sus jornadas y, como todos los días, encuentran al Desairado allí. Uno a uno van pasando saludándolo e incluso los más jóve-nes bromean con él de “este calor que nos va a matar”.

El Desairado cuenta con los dedos de sus manos los saludos. Ya están todos en el edifi-cio, sólo falta Doña Francisca, pero no vendrá hasta pasadas las tres. Levanta la cabeza y mira su reflejo en el cristal del portal: sabe que nadie lo espera arriba.

Entonces, el caballero Desairado, mira hacia su izquierda, después hacia la derecha y se cer-ciora de que no hay nadie. Inclina su cuerpo hacia un lado, apoyado en su mano y queda en esa posición durante una fracción de segundo. Inmediatamente después, mueve su achatada nariz olisqueando el ambiente como quien necesita comprobar una última vez su obra culinaria, esboza una sonrisa, se le pintan unos suaves coloretes y, por un momento, el Desai-rado piensa que allí abandonó todos sus males: “por algo soy yo el Desairado”. He aquí el único secreto de su vida.

de John Lessone

El premio

Cinco de la tarde, Hotel Esperanza. Un jurado compuesto por célebres escritores consagrados está a punto de emitir el veredicto que dará a conocer al ganador de un importante premio

dotado con 12 millones de euros, una mansión en Miami y un equipo brasileño de bailarinas de samba. La prensa inunda el salón del hotel donde se han reunido. Los flashes no cesan de iluminar a los ilustres novelistas y el nombre del favorito circula de boca en boca como buen rumor.

El presidente del tribunal se pone en pie y se hace el silencio.

Y el ganador de este año, elegido de forma unánime por este tribunal, es…

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Termina de abrir el sobre y pronuncia el nombre del ganador, un escritor novel desco-nocido que no coincide con el que todos bara-jaban como favorito:

¿Carlos Lynn? Esa es la pregunta que todos los periodistas se hacen mientras un joven flaco con ojos de búho sube al escenario. Los aplau-sos son tímidos, las ovaciones lejanas y afóni-cas.

Ven, ven –dice el presidente del tribunal- acér-cate muchacho, no seas tímido.

Carlos Lynn estrecha la mano de cada miembro del tribunal hasta llegar al hombre que ha de entregarle el premio. Todo marcha como siem-pre había soñado. Carlos se dispone a recoger el sobre que contiene el cheque, la mansión y las concubinas, pero el presidente retrocede lanzando el sobre por encima de su cabeza. Al otro lado uno de los miembros del jurado lo atrapa con suma agilidad. Todos los jueces se ponen en pie rodeando al escritor como si estuviesen en un entrenamiento de fútbol, está claro quien es el jugador que lucha por el esfé-rico. El escritor, desconcertado y angustiado, corre de un lado a otro, pero el sobre vuela una y otra vez lejos de su alcance. Las carcajadas

se adueñan del círculo.

Ya casi lo tienes…Corre, corre…12 millones de euros, ¿no los quieres?Por la izquierda, por la derecha, por arriba…Vamos chaval, que no se diga. ¡Los escritores tienen que esforzarse joder!

Al cabo de un buen rato, bañado en sudor y humillado hasta el tuétano, el joven Lynn baja del escenario y desaparece por una puerta gris, derrotado. El presidente se seca las lágrimas fruto de la risa y explica la broma a los asisten-tes. Con un gesto invita al auténtico premiado a subir al escenario y ahora sí, la prensa y el público respiran tranquilos.

Cada año son más hijoputas los del jurado –dice un periodista entre carcajadas.Ya ves –responde otro-, pero ¿y lo bien que lo pasamos?Eso sí.¿Hace un brindis?Por los artículos en portada.Por ellos.

Chin, chin.

Era un día claro, luminoso, de esos que cuando miras por la ventana se te quitan todas las penas. Además iba a ser un día muy especial o así al menos me lo imaginaba desde hacía unas cuantas semanas.

de Nuria Ruíz Fernández20-02-10

Feliz boda¿Quiéres casarte conmigo?

Mientras dormía, mientras me duchaba, mien-tras trabajaba...mis pensamientos estaban en este día.

Lo elegí por puro azar, una tarde un compañero del trabajo me regaló un cupón y resultó con dinero vuelto con el número 5 y como nunca me había tocado nada, me puso tan contento que decidí que el 5 del mes siguiente sería el gran día.

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Y así llegó el susodicho, me levanté el primero y preparé un desayuno de los que nos gusta a nosotros: pan de campo tostadito, manteca colorá y café de pucherete...te sube el coleste-rol...pero te sube con una alegría en el cuerpo que pa qué...

Bueno, la mañana la pasé medio perdido en pensamientos de quita y pon. Me explico, le diré esto, no, lo otro; me vestiré así, no, de la otra forma; se lo diré aquí, no, allí...total un galimatías tal que llegaría la hora y ni sabría qué decir, ni qué ponerme ni dónde decírselo.El caso es que ella llevaba todo el día intri-gada, incluso algo mosqueada porque me notaba raro...y yo no estaba raro, no, yo lo que estaba era hecho un flan intentado que los pen-samientos no se me vieran en la frente pasar con lucecitas rojas como el letrero que hay en contribución para coger turno, vamos...

¡Pues no iba a estar raro, si apenas comí, con el saque que yo tengo!

Y las 5 de la tarde llegaron.

Resulta que tanto pensé cómo iba a decír-selo- memoricé unas cuantas palabras que casi rimaban para darle un toque romántico, imaginé cogiéndola de la mano y con dulzura poniéndole una alianza de pequeños diamantes que aparté en la joyería hace ya varios meses y fantaseé con besarla apasionadamente hasta dejarla casi sin aliento-, que llegó la hora y se me había olvidado ir a recoger el regalito y por supuesto en pleno verano y sábado, no me iban a abrir la puerta de la joyería ni aunque la echara abajo tirando piedras.

Y las 5 de la tarde llegaron.

Ella tomaba un té ojeando una revista, yo, con el delantal puesto fregando los platos –hoy me tocaba a mi- me cogió el toro.

Y tenía que ser a las 5, podía aplazarlo para un poco más tarde, pero como soy tan cabezota, quería que fuera a esa hora.

Y allí mismo, con el delantal puesto, una coqueta pulsera de alambre inventada por mí

a la prisa y con los ojos vidriosos como platos, le dije:

¿Te quieres casar conmigo?

Y se lo dije tan bajito que ella siguió leyendo y yo esperando la respuesta.

Creí morir. Será que no quiere. Me estará gas-tando una broma. Ya no sabía qué pensar.

Y le repetí, ahora con más fuerza en la voz, demasiada, no calibré la verdad:

¡¿Te quieres casar conmigo o no?!

¿Pero qué dices Antonio, me lo puedes repe-tir?- dijo ella con esa dulzura que la caracte-riza.

Y yo, con la pulsera de alambre en la mano, el delantal puesto y la voz más temblorosa aún, le repetí.

¿Te quieres casar conmigo?

Y ella, no echó cuenta a la pulsera, ni al delan-tal, ni escuchó mi corazón galopando, sólo me miró a los ojos como la primera vez que la conocí, acarició mi rostro con sus manos y me susurró al oído:

Te amo, te amo como jamás nadie te ha podido amar.

Me mordió con suavidad el lóbulo de la oreja y siguió diciendo:

Sí, sí quiero. Quiero estar a tu lado hasta que nuestros cabellos sean plateados, nuestros nietos hayan crecido y el que está arriba nos guiñe un ojo y nos llame para estar a su lado.

Y ahí fue cuando la besé, con tanto amor que quería demostrarle en ese gesto que perdimos el equilibrio y terminamos en el sofá riéndonos como críos.

Ese fue mi día 5 y aunque en ese momento no le dije bellas palabras, las tengo escritas y dicen así:

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Cuando la luz de las estrellaste miren de reojopiensa que te estoy amando.Cuando la espuma del marbañe tus pies recuerda que siempre estaré a tu lado.Cuando la música de una caracolasuene quedamente en tu oídono olvides que soy yo el que te está llamandopara decirte sin palabras que TE QUIERO

para cantarte sin música que TE ADOROy para escribirte sin letra que TE AMO.¿QUIERES CASARTE CONMIGO?

Esto que se ha relatado es pura ficción, lo que ocurrió realmente ese día, como fue o como no fue o si fue ese día u otro, solo lo saben los protagonistas de esta historia.

¡VIVA LOS NOVIOS!

de Neftalí González Plasencia

Incógnito

“Antes, por cada tres hexágonos había un hombre. El suicidio y las enfermedades pulmonares han destruido esa proporción. Memoria de la indecible melancolía: a veces he viajado muchas noches por corredores y esca-leras pulidas sin hallar un solo bibliotecario”Borges, en Ficciones

Para Armando

Fumaba mientras leía. Si terminaba un cigarri-llo encendía otro y al cerrar el libro lo lanzaba. Sólo fumaba entonces. De muchacho tenía su encanto, hay que reconocerlo, sus compañeros de facultad podían conjeturar sobre el libro que tenía entre las manos únicamente por el pulso de sus caladas: una historia policial achicha-rraba su cigarro, Baroja hacía que mantuviese el humo hasta casi ahogarse y con Neruda lo soltaba tan lento y sumergido que apenas se le veía la cara.

Por entonces también escribía, siempre poemas largos: de un cenicero entero más o menos (verso arriba, verso abajo). Ni lector empeder-nido ni fumador consumado: ambos actos eran la misma cosa; cuando sus ojos rodaban entre las letras su boca se poblaba de humo, no había

otra manera. Siendo universitario llegó incluso a fumar en varios idiomas, quiero decir, que sabía leer en pipa o en narguile, liados o peque-ños versos de cajetilla. En las furtivas tardes de domingo –solemnes e insensibles como un epílogo- frecuentaba aquello que el Index y las autoridades censuraban, buscaba entonces her-méticas callejas donde sacar su librillo y liarse un par de estrofas, con el mareo y la eferves-cencia de lo nunca dicho.

Pronto comenzó a ser algo desmedido.

Había días en los que despertaba y tenía que leer incluso antes de desayunar. Nervioso y agitado -tropezando el paso inquieto- se dirigía hacia cualquiera de sus estanterías y palpaba un lomo a ciegas, lo que fuera. Atragantado por las ansias no conseguía calmarse hasta encender la primera línea.

Siempre andaba solo, alto y abstraído, como un largo hemistiquio. Formaba parte de la mitología de su barrio y se congregaron tantas ficciones en torno suyo que ancianos y rapso-das de supermercado prodigaban epopeyas en susurro, con nombres tan legendarios como permisibles. No faltó quien dudara de su exis-tencia. Los más recatados se contentaban con ignorarlo. Los niños lo miraban como a un fan-tasma.

Muchas tardes salía desastrado de su casa directo hacia algún sitio, como recién des-

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pertado, recogido en su gabán anacrónico e inmundo –gris de ceniza y del tiempo- y atro-pellando evadido cuanto en su paso se ponía. Cualquiera que así lo viera ya sabía que cami-naba hacia la librería de saldo, al final del callejón: sórdida y secreta, donde humillante y lastimero rogaría a aquel infame cuervo -con el único gesto sentido que se le recuerda- que le fiara de nuevo otro ejemplar, lo que fuera, pero rápido.

Una vez tuvo novia: fue una noche intensa. Bajo la degradada lamparilla de noche dejó un billete azul y un libro espeso. Para olvidarla le bastó con el párrafo de después.

Enfermaba a menudo, tampoco le importaba.

El doctor le rogó que fuese responsable con su salud. Consciente de su adicción le recetó aquellos famosos haikus adhesivos –máximo un parche al día- acompañados, sólo si la ansiedad lo requería, de algún microrrelato de mascar, en tabletas de seis y sin receta: amar-gos, desabridos e inconclusos.

Un soneto, en su estado, ya era un disparate.

Y siempre lo intentaba. Hasta la noche. Al regresar recogía parsimonioso cada uno de los tomos desperdigados por las habitaciones con el recato litúrgico de un suicida, para irlos colocando en sus estanterías, en el lugar nunca asignado y siempre repetido. Luego cerraba el cuarto seguro de que aquella sería la última vez que lo pisara, emocionado casi. A veces incluso encendía el televisor, le convenía aquella salud vulgar que indicaban los pros-pectos. Tenía que dejarlo, convertirse en un ser ordinario para hacer todo aquello: trabajar de ocho a dos, pasear los domingos, contratar una línea, quizás vería el fútbol… hablar. Necesi-taba hablar, no recordaba cuándo mantuvo una conversación así, por el mero placer de palpar gente.

Pero era después de la cena, en ese abismo concreto e ilimitado que se prolonga hasta que uno claudica entregando a las sábanas su cuerpo, como quien arroja un día, cuando se desplomaba precipitándose a su cuarto.

Para la inmolación siempre escogía tabaco negro y Borges, ambos sin filtro.

Murió tal y como pronosticó el doctor: de un extraño caso de cáncer. Cuando al fin pudieron entrar en su casa lo encontraron con el pecho hundido y oscuro –contaminado, dirían algu-nos-, sentado todavía en su inefable estudio de altas estanterías y paredes negras como negros pulmones. El techo era tan sólo una suposición lejana donde baldas y lomos se confundían con el humo agolpado por los años y a uno le escocían los ojos de querer abarcar tanto, lo mismo que asomarse a un precipicio invertido, a un indefinido pozo de desvanecidos estan-tes. No había fin, aquellos armarios contenían todos los libros, todas las páginas, todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobio-grafías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálo-gos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.

Estaba atiborrado el suelo de una monstruosa cantidad de ceniza, ceniza tierna hasta los tobi-llos, los posos de una vida entera. Gris y tras-nochado, profundamente solo hace ya tiempo, con un tumor de letras e ilusiones, sabién-dose llegado a la colilla y rodeado. Sitiado por docenas de ceniceros que lo angustiaban día tras día, acechándolo como espejos, guar-dando un orden siniestro, casi ritual, un des-comunal escuadrón de ceniceros militarmente dispuestos, acorralándolo hasta bloquear la puerta y cegar las ventanas y mirándolo todas las noches, fijamente, como recuerdos pun-zantes, aún abiertos, aguardando su momento, insalvables, tormentosos, inéditos.

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de Sara Medina Rojo

La noche del baile

La noche era muy oscura, la luna apenas bri-llaba y yo comenzaba a cansarme. Hacía ya dos horas que me había pedido que bailase con ella y aún no me había dado ni un respiro.

Se había acercado a mí una dama Blanca de ojos oscuros, vestía un gran traje negro y tenía una piel clara como la nieve, me preguntó si le concedía un baile y yo acepté encantado.

Empezamos con un Vals, a continuación una danza oriental, un Chá chá chá… y en el ins-tante en el que el Tango cesó, decidí que era el momento adecuado para salir corriendo.

La calle se hacía cada vez más y más empi-nada, parecía no tener fin, ella corría dema-siado rápido. La ventaja que yo había cogido al principio la iba perdiendo por segundos.

Nos adentramos en un bosque rodeado de árboles, y fue ahí donde dejé de verla. Apro-veché para parar y tomar aire, pues me estaba quedando sin aliento. Entonces, alguien puso su mano sobre mi hombro y oí:

Cuando se le concede un baile a la locura, ya no se puede parar.

de Sara Medina Rojo

Intercambio de felicidad

El sol brillaba plenamente en lo más alto del cielo, el ventilador del viejo Ford Fiesta tra-bajaba a marchas forzadas para evitar que el coche se calentara y nos dejara tirados allí en medio del tremendo atasco que había formado en la autovía A-7. Tardamos más de cincuenta minutos hasta llegar al puerto, donde tenía que recoger a Antoñito, un sobrino hijo de mi hermana Manuela que estaba haciendo la mili en Ceuta. Mis dos hijos, Álvaro de tres años y Carmen de uno, cansados por la lenta marcha de la circulación y el asfixiante calor, unas veces jugaban divertidos y otras de forma espontanea comenzaban a llorar y a quejarse, lo cual era lógico, mi mujer igualmente reso-plaba aburrida mientras se secaba el sudor que emanaba de la cabeza.

-¡¡¡Siempre pasa igual, coño!!!, ¡¡¡todos los veranos viene esta gente y se forman las mismas colas. Nada más que vienen a dar por culo y a llenarlo todo de mierda, joder que asco!!! -decía para desahogarme mientras me fumaba un cigarrillo y escuchaba la nefasta música que escupía el viejo radio.

-¡Tranquilo Juan, que te va a dar algo!-me tranquilizaba mi mujer.

-No, es que me enciendo. Tanto paso del estre-cho y tantos rollos. Joder, es que siempre pasa igual con esta gente, ¡¡¡hostias!!!!!

Continuamos la marcha lentamente. Dentro del puerto la situación era desesperante, estuvimos parados más de tres cuartos de hora. Tal eran

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las circunstancias que mi mujer y los niños se trasladaron a pie a la terminal del puerto, donde al menos estarían fresquitos con el aire acondicionado y podrían correr de forma tran-quila y tomar algún refrigerio.

Mi enfado iba aumentando por momentos, a la desesperante situación se sumó la irritante maniobra de un marroquí. Intentó ponerse delante de mí y casi me da un golpe en el coche. De forma espontanea me bajé del vehículo y le recriminé tal acción a lo que él me respon-dió con no se qué en su idioma. La casuali-dad quiso que hasta el aparcamiento nuestros coches continuaran la marcha en paralelo, con el consiguiente cruce de miradas asesinas, se había creado gran tensión entre ambos. En esos momentos maldecía a todos y cada uno de los marroquíes, culpándolos de tal situación.

Trascurrió al menos media hora antes de apar-car el coche. Quedaban escasos pasos antes de cruzar el umbral de la puerta de acceso a la terminal del puerto cuando el individuo con el que discutí momentos antes intentó acceder delante de mí motivo por el cual yo aligeré el paso intentando entrar primero con lo que conseguí casi quedarnos bloqueados los dos en la entrada, esta situación provocó algunas risas en las personas que deambulaban por allí. Al final después de insultarnos cada uno en su idioma conseguimos entrar. Vi a mi mujer en el interior, sentada un banco junto a otra mujer

a la cual le cubría la cabeza con un llamativo pañuelo color amarillo. Encaminé mis pasos hacia ella, cuando comprobé que aquel tipo me seguía, cosa que ya empezaba a preocuparme, desconociendo cual era su intención.

Me acerqué a mi mujer y le di un beso en la mejilla, de reojo pude ver como el individuo al que el destino parecía querer emparejarme también besaba a la otra mujer.

-¿Dónde estás los niños, cariño?, hay mucha gente rara aquí hoy, así que hay que tener cui-dado.

-Ahí están, detrás del cajero automático-indicó mi mujer con un gesto-. Jugando con los hijos de esta señora.

Cuando giré la cabeza para verlos, allí estaban mis dos hijos, sonriendo, alegres, jugando a los cochecitos con otros dos niños de su misma edad. Allí no había cabida para el enfado, las tensiones, para los prejuicios. Tan sólo para la alegría, para las sonrisas, para el intercambio de felicidad.

-¡Mira papá el nene, me ha prestado el coche!-decía mi hijo mientras aquel individuo que tanto me había molestado saludaba a los suyos.

Ante aquella lección me limité a sonreír a aquel extraño, mitad resignado, mitad ridículo.

de Sara Medina Rojo

Un relato improvisado

Sentada frente al cuaderno sin tener nada que decir. Cada minuto que pasaba, más difícil era dar con la palabra adecuada, incluso empezó a

escribir por escribir sin saber realmente sobre que quería hacerlo. Con la frecuencia con la que un niño va a beber agua cuando está estudiando, ella se levantaba y miraba por la ventana a la espera de que la inspiración apare-ciese de repente, de que las musas se sentasen junto a ella.

Muchas veces antes se había visto en la misma situación, y sabía que siempre acababa escri-biendo algo que la primera vez que leía le gus-

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taba y cuanto más lo releía, más iba perdiendo el encanto de la primera vez, de modo que intentaba releerlo lo menos posible.

Sabía que tarde o temprano acabaría su relato y lo publicaría a la espera de algún comenta-rio, que jamás llegaría. Sabía que esos paseos absurdos a la ventana no lo eran tanto. Con cada uno de ellos conseguía una nueva palabra, una nueva idea para escribir o una forma de expresar algo. Cada vez que su mano derecha posaba el bolígrafo sobre la mesa, su mente se alejaba del relato. Pero tan solo unos segundos duraba ese viaje mental al país de los recuer-

dos, o de los sueños, o quizá de los deseos. Ni siquiera ella sabía bien donde iba en esos momentos.

Tras el regreso, volvía a sujetar el bolígrafo, de nuevo lo hacía con su mano derecha, tenía la tonta costumbre de escribir siempre con la derecha. Cuando intuía que si seguía con aquella absurda historia, iría perdiendo inten-sidad por momentos, se apresuraba a acabar con ella. Además había cosas que eran mejor cortar de golpes. Por ejemplo, con un FIN en mayúsculas.

Homicidio

Aquella niña era un obstáculo. Sabía dema-siado. Se había revelado como un problema insalvable, una carga que arrastraba desde hacía tiempo. No podía continuar en aquella situación. Necesitaba librarse de ella.

Así que, una tarde, horrorizado por la mons-truosidad de su idea, pero impulsado por el designio de un desenlace irrevocable, resolvió quitarla de en medio.

Se fue a la cama más sosegado. Decidió que la mataría al día siguiente.

La estranguló al final del capítulo, y por fin pudo continuar la redacción de su novela.

de José Reyes Fernández

La sombra del bonsai Palabras hermosas

El departamento de publicidad de una cono-cida firma comercial reunió un congreso de filólogos, escritores y poetas para que determi-naran cuáles eran, sin discusión, las tres pala-bras más hermosas de nuestra lengua.

Durante una semana aquellos inspirados vates y sesudos profesores estuvieron discutiendo sin descanso, en sesiones agotadoras, sin llegar a un acuerdo.

Un escritor maldito defendió que las tres pala-bras más hermosas eran libertad, revolución y solidaridad, sin hallar consenso en el resto. Un poeta, algo triste y enamorado, dijo que nada igualaba a la belleza de amor, amada y amante, sin encontrar, sin embargo, la adhesión de los demás. Un profesor argumentó que ese galar-dón sólo cabía para conocimiento, disciplina y sabiduría. Un filósofo nihilista dijo que las tres palabras más importantes eran yo, no y tam-poco. Un magistrado propuso Dios, fe y justi-cia; otro más que amistad, tolerancia y bondad; pero no hallaron, sin embargo, una sola pala-bra en la que ponerse de acuerdo.

Al final del quinto día, cuando se disponían a clausurar el congreso sin haber llegado a

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ningún acuerdo, una azafata les hizo entrega, a cada uno de ellos, de un escrito de la orga-nización; en él se ensalzaba su labor y celo profesional a la vez que se les agradecía su participación y esfuerzo; como recompensa, la misiva concluía con estas palabras: «Adjunto cheque nominativo».

Todos, sin excepción, estuvieron de acuerdo en que aquellas eran las tres palabras más her-mosas que habían oído nunca.

Aquelarre

Altransitar de noche con mi vehículo por las cercanías del poblado de una aldea, veo, al filo del camino, a tres mujeres vestidas de negro que se detienen a contemplar a un macho cabrío tras el enmallado metálico de un corral. El chivo tiene una presencia soberbia, y con las dos patas delanteras apoyadas en un cajón de madera está casi erguido, contemplando hierá-tico, a su vez, a las tres mujeres que lo obser-van detenidamente. Ignoro los comentarios que realizan; pero entiendo que el rito ances-tral de una ceremonia de mutua atracción, que arranca desde la oscuridad de los tiempos, sub-yace en el fondo de esta fortuita escena. Para completar el cuadro, una luna llena se eleva por encima de ellos, iluminando el prado y el bosque sombrío. Especulo con la posibilidad de que, de haber sido una cabra, las mujeres posiblemente no se hubieran detenido.

La escena me lleva a un pensamiento jocoso que anuncio a mi acompañante.

—Esta noche habrá un aquelarre.

Quizás estas tres ancianas de negro, con delan-tales a cuadros y babuchas de lona ignoren que, unos siglos atrás, la sola denuncia de tal escena les habría llevado directamente a la hoguera.

O quizás el ignorante sea yo, pienso más ade-lante, y desconozca que esta noche, en algún recóndito lugar, se ha celebrado, efectiva-mente, un aquelarre.

El ladrón de palabras

Se apostaba furtivo al acecho de los escrito-res. En un descuido se acercaba a ellos y, a punta de navaja, les robaba todas las palabras.Los escritores, sorprendidos, quedaban sin palabras en la boca y, desolados y balbu-cientes, comparecían en la comisaría denun-ciando por señas el atraco de que habían sido víctimas.

El ladrón guardaba un tesoro de palabras ajenas en la biblioteca de su casa. Allí las des-plegaba sobre la mesa; palabras mordientes y tiernas, audaces y delicadas, tímidas y descara-das, mondas y lirondas; algunas sonoras como campanas, otras suaves como susurros. En una lenta catalogación las fue clasificando, por su brillo y color, por su textura y aroma, por sus jugos y transparencias, hasta llenar cajo-nes rebosantes que se derramaban en cascadas de cadenetas engarzadas unas con otras como racimos de cerezas. Juntó tantas que las amon-tonó por los rincones y zócalos, como sonoras y relucientes humedades que daban brillo y esplendor a aquellos rimeros de doradas viru-tas. Era su reserva activa de verbos y metáfo-ras. El venero recóndito de donde manaba su enorme poder de convicción.

La puerta estaba cerrada con llave y nadie tenía acceso a aquel aposento. Cada tarde se refugiaba allí y, nada más entrar, lo confortaba un arrullo de ecos y susurros, un murmullo de voces amigas que golpeaba blandamente sus sentidos hasta espantar a la soledad; rumores que le hablaban de islas y selvas, paisajes y senderos recónditos por donde él extraviaba su imaginación.

Una mañana, en un descuido, entró la limpia-dora y hundió sus pies en charcos de adjeti-vos que se le trepaban por las piernas como hormigas clamorosas. Avanzó por intrincadas espesuras semánticas y la sofocó una nube de conjunciones que se enredó en su pelo como una plaga de mosquitos. Finalmente, una ráfaga de voces distantes la zarandeó hasta lle-varla en volandas hasta el otro extremo.

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—¡Dios mío! —dijo—, aquí la suciedad es escandalosa.

Descorrió entonces las pesadas cortinas empastadas de adverbios como babosas trepadoras. Abrió la ventana y una cascada de palabras atropelladas salió por entre sus batientes; un vendaval de ecos, que es la sombra sonora de las palabras, saltó a la calle como una bandada bulli-ciosa de pájaros desenjaulados. La habitación quedó limpia, silenciosa, despoblada.

Cuando él descubrió que todo su tesoro se había vola-tilizado como el humo quedó mudo por la sorpresa, sin palabras en la boca con que expresar su desánimo.

Dicen que algunos transeúntes observaron cómo enor-mes bandadas de mariposas disecadas salían por la ven-tana y a medida que eran arrastradas por el viento iban recuperando el ánima y la vida.

Lazarillos

Durante toda su vida el ciego pensó que era el perro quien le guiaba. Lo que nunca supo es que el perro se sentía guiado por él, pues jamás sospechó que el perro también fuera ciego.

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CULTURAExcmo. Ayuntamiento deLa Línea de la Concepción