las razones del necio

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La autoridad del necio 201 1 Primer Coloquio Internacional sobre Argumentación Carlos Vaz Ferreira 3 y 4 de noviembre de 2011, Montevideo-Uruguay LAS RAZONES DEL NECIO Hubert Marraud (U.A.M.) In auribus insipientium ne loquaris, quia despicient doctrinam eloquii tui. (Proverbios 23:9) INTRODUCCIÓN Si les dijera que un perfecto estúpido mantiene una determinada opinión o que alguien conocido por su imprudencia recomienda una acción, pensarían que estoy intentando desacreditar esa opinión o desaconsejando esa acción. Pero si les dijera que hasta el estúpido de fulano cree que P o que incluso el imprudente de mengano recomienda hacer A, su interpretación sería muy diferente. Pensarían entonces que estoy invitándoles a adoptar esa opinión o esa decisión. Así, puede aducirse un mismo hecho -una opinión es mantenida por un estúpido, un imprudente recomienda un curso de acción- para sustentar conclusiones contradictorias. Fenómenos como estos llevan al lingüista Oswald Ducrot a mantener que la argumentación lingüística es algo totalmente diferente de la argumentación lógica o retórica. 1 Esa opinión a menudo es 1 Ducrot entiende por “argumentación retórica” un intento verbal de persuasión y por “argumentación lingüística” un segmento discursivo formado por dos proposiciones ligadas entre sí por un conector como por tanto, así pues, etc. Para Ducrot la idea de que hay una cierta racionalidad que se manifiesta es tales encadenamientos lingüísticos es puramente ilusoria. 1

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Un análisis lógico de argumentos lingüísticos como Hasta el estúpido de fulano cree que… o Incluso el imprudente de mengano recomienda que… Esto es, se intenta contestar a preguntas como “¿En qué circunstancias el hecho de que un estúpido crea algo puede constituir una razón para adoptar esa creencia?” o “¿Cuándo justifica la adopción de un curso de acción la recomendación de un imprudente?”.

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Page 1: Las razones del necio

La autoridad del necio 2011

Primer Coloquio Internacional sobre Argumentación Carlos Vaz Ferreira 3 y 4 de noviembre de 2011, Montevideo-Uruguay

LAS RAZONES DEL NECIO

Hubert Marraud (U.A.M.)

In auribus insipientium ne loquaris, quia despicient doctrinam eloquii tui.

(Proverbios 23:9)

INTRODUCCIÓN

Si les dijera que un perfecto estúpido mantiene una determinada opinión o

que alguien conocido por su imprudencia recomienda una acción, pensarían que

estoy intentando desacreditar esa opinión o desaconsejando esa acción. Pero si les

dijera que hasta el estúpido de fulano cree que P o que incluso el imprudente de

mengano recomienda hacer A, su interpretación sería muy diferente. Pensarían

entonces que estoy invitándoles a adoptar esa opinión o esa decisión. Así, puede

aducirse un mismo hecho -una opinión es mantenida por un estúpido, un

imprudente recomienda un curso de acción- para sustentar conclusiones

contradictorias.

Fenómenos como estos llevan al lingüista Oswald Ducrot a mantener que la

argumentación lingüística es algo totalmente diferente de la argumentación lógica o

retórica.1 Esa opinión a menudo es compartida desde el campo lógico-filosófico.

Sirva de muestra Luis Vega: “Los lingüistas (…) gustan de hablar de la

argumentación y de las propiedades o funciones argumentativas allí donde uno solo

encontraría una gramática de la intención y la inferencias discursivas” (2003, pp.54-

55).2

El propósito de mi ponencia es esbozar un análisis lógico de argumentos

lingüísticos como Hasta el estúpido de fulano cree que… o Incluso el imprudente de

1 Ducrot entiende por “argumentación retórica” un intento verbal de persuasión y por “argumentación lingüística” un segmento discursivo formado por dos proposiciones ligadas entre sí por un conector como por tanto, así pues, etc. Para Ducrot la idea de que hay una cierta racionalidad que se manifiesta es tales encadenamientos lingüísticos es puramente ilusoria. 2 Aunque opiniones como estas son ampliamente compartidas, no son universales. El lingüista José Portolés, por ejemplo, aduce que aunque “la propuesta de la teoría de la argumentación en la lengua se centra en el hecho discursivo (…) no obstante, considero que sus planteamientos se pueden adaptar a una concepción inferencial de la comunicación” (2004, p.235).

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mengano recomienda que… Esto es, trataré de contestar a preguntas como “¿En

qué circunstancias el hecho de que un estúpido crea algo puede constituir una

razón para adoptar esa creencia?” o “¿Cuándo justifica la adopción de un curso de

acción la recomendación de un imprudente?”.

MI PERSPECTIVA TEÓRICA

Umberto Eco comienza La estructura ausente estableciendo una distinción

entre una disciplina científica y un simple campo de investigación. Mientras que una

disciplina se caracteriza por tener un método unificado y un objeto concreto, un

campo de investigación solo tiene un repertorio de temas aún no unificados del

todo. Uno de los pocos acuerdos que existen entre quienes se dedican a la teoría de

la argumentación es que ésta es un campo y no una disciplina.

El carácter campestre de la teoría de la argumentación aconseja comenzar

declarando cuál es la perspectiva adoptada. La mía es la de la lógica informal.

Según una conocida definición de Johnson y Blair: “La lógica informal es el estudio

normativo de la argumentación. Precisando un poco más, la lógica informal es una

rama de la lógica que tiene por objeto desarrollar estándares, criterios y

procedimientos no-formales para el análisis, la interpretación, la evaluación, la

crítica y la construcción de argumentaciones en el discurso cotidiano”. (1987,

p.148).

La lógica informal es pues una disciplina normativa cuya pregunta central es

“¿qué es un buen argumento?”. Esa pregunta es muy distinta de preguntas como

“¿qué argumentos se usan?”, “¿qué argumentos son eficaces?” o “¿qué

argumentos se tienen generalmente por buenos?”. Al mismo tiempo, está claro que

para responder a la primera pregunta hay que tener en cuenta las respuestas que

se den a las demás.

Los enfoques lógicos de la argumentación se distinguen de otras perspectivas,

como la retórica o la lingüística, por su carácter normativo, en el que insiste la

definición de Johnson y Blair. Por lo demás puede haber grandes diferencias entre

dos enfoques lógicos. El adjetivo “informal”, por ejemplo, apunta entre otras cosas

a un giro pragmático que consiste en centrarse, no en los argumentos entendidos

como objetos, sino en la práctica argumentativa

UN MODESTO CORPUS

La insistencia de la lógica informal en la práctica argumentativa se pone de

manifiesto cuando se consideran conceptos clave como falacia y esquema

argumentativo. Un requisito imprescindible para optar tanto a la condición de

falacia como a la de esquema argumentativo es ocurrir con cierta frecuencia. Por

tanto, la coherencia me exige documentar mínimamente la ocurrencia del tipo de

argumentos que me propongo analizar. Dicho con otras palabras, necesito un

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corpus de casos reales si no quiero incurrir en el error, denunciado por Vaz Ferreira,

de limitarme a estudiar animales embalsamados, o peor aún animales de cera o

cartón. He aquí mi modesto corpus.

1. Pues bien –volvió a decir entonces Girolamo- acerca de esta cuestión tengo un

argumento que corta como la espada… (…) El argumento es que los orientales y los

griegos, que están mucho más familiarizados que nosotros con la doctrina de los

santos padres, están seguros de la pobreza de Cristo. Y, si esos herejes y cismáticos

sostienen con tanta claridad una verdad tan clara, ¿acaso querríamos ser más

heréticos y cismáticos que ellos negándola? ¡Si los orientales escuchasen lo que

algunos de nosotros predican contra esa verdad, los lapidarían! (U. Eco, El nombre de

la rosa).

2. El multimillonario y especulador György (George) Soros, de origen húngaro, ha

reconocido en unas declaraciones que la política social de los regímenes comunistas

ofrecía mejor nivel de vida al colectivo gitano que el capitalismo. (Foro de acción

comunista http://www.forocomunista.com/t6004, consultado el 23/02/2011).

3. Incluso Rajendra Kumar Pachauri, presidente del Grupo Intergubernamental de

Expertos sobre el Cambio Climático (conocido por sus siglas en inglés IPCC), dijo que

sería científicamente incorrecto vincular cualquier serie particular de eventos con el

cambio climático inducido por los seres humanos. (Econoticias.com, 28/10/2010,

http://www.ecoticias.com/, consultado 23/02/2011).

4. Navarro acompañó al equipo que nombró el presidente de la República, Hugo Chávez

Frías, el pasado 4 de octubre, para encargarse del procedimiento, cuando decidió la

nacionalización de esta empresa que “venía atropellando a los productores”.

“Tres meses después hicimos un balance y notamos un cambio que incluso

reconocen los productores que no creen en el proceso”, dijo.

Entre los logros de Agropatria, mencionó que los créditos se mantienen e incluso

aumentaron los montos; los precios de los productos bajaron hasta en un 60% y se

eliminó la figura del intermediario que llevaba los insumos hasta los productores a un

costo bastante elevado. (Agencia Venezolana de Noticias, 27/10/2011).

5. Otra cosa ha quedado clara, y es que los ricos se beneficiarían de la ingeniería

genética mucho más que los pobres. (…) Si somos incapaces de gastar los 50

céntimos por persona que costaría comprar mosquiteros para proteger de la malaria

a la mayor parte de África, parece poco probable que vayamos a hacer llegar a todo

al mundo, salvo a los máximos contribuyentes, las más avanzadas fórmulas de la

tecnología genética. Más poder para los ricos. Esta injusticia es tan evidente que ni

siquiera los más acérrimos partidarios de la aplicación de la ingeniería genética se

esfuerzan en rebatirla. (Bill McKibben, “¿El mal del sentido de la vida?”, Magazine El

Mundo, 24/08/2003).

6. Que somos un país pobre y pequeño que no puede permitirse la existencia de

diecisiete bandas de derrochadores es tan evidente que incluso el político español

medio, tan proclive a la pereza intelectual, podría entenderlo a poco que se

esforzara. (Pablo Molina, Libertad digital, 17/02/2011).

7. Otero ya no es hoy el de ayer. En los últimos meses se ha producido una

transformación en su 'día a día'. Beligerante sólo unos años atrás, lo cierto es que a

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fecha de hoy la llama reivindicativa de Joaquín Otero se ha ido apagando de una

forma tan evidente que incluso ha llamado la atención a sus propios compañeros en

los sillones de las cortes. (J.Calvo, “Otero se acerca a Herrera”, 16/03/2011,

Leonoticias.com).

8. "Hasta los miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela reconocen la grave

crisis hospitalaria por la que hoy atraviesan todos los hospitales del país".

(Declaraciones del diputado de la Asamblea Nacional Miguel Ángel Rodríguez

recogidas en Noticias-Venezuela.com., 13/03/2011).

9. Cierta tendencia cientifista -que no científica- contemporánea aspira a relativizar

todas aquellas apreciaciones éticas que no pueden ser sustantivadas en

fundamentos biológicos o neurológicos de nuestra especie. (…) Según bastantes de

ellos [epígonos poco perspicaces de la psicología evolutiva], sólo los curas y los

predicadores de toda laya se empeñan en agitar el espantajo de los prejuicios éticos

frente al arrollador avance de la tecnociencia (…) Incluso un observador tan agudo

como Arcadi Espada despacha a Michael Sandel –empeñado en un uso público de la

filosofía para debatir cuestiones morales contemporáneas (…)- con el mote

derogatorio de “cura párroco”. (F. Savater, “Lo racional y lo razonable”, 07/02/2008,

El País).

10. A veces se ha atribuido el origen de esta hipótesis persistente [los intereses del

individuo bastan para explicar el comportamiento humano y la operación eficiente de

las economías de mercado] al padre de la economía moderna, al mismo Adam Smith.

Por ejemplo, incluso un economista tan perspicaz como George Stigler ha elogiado a

Smith por hacernos entender la verdad, así como las consecuencias excelentes, del

hecho de que "el interés propio domina a la mayoría de los hombres." (…) Este error

común con respecto a Smith (del cual Stigler es portavoz) surge de los intentos de

deducir la teoría general de Smith sobre la motivación humana a partir de su

afirmación específica de que no hace falta apelar a ninguna otra causa salvo la del

interés propio para explicar por qué la gente busca un intercambio fructífero.

(Amartya Sen, “La razón antes que la identidad”, Letras libres, noviembre 2008).

OPERADORES ARGUMENTATIVOS

La presencia de operadores argumentativos en varios de los textos

propuestos parece crucial para determinar el tipo de garantía invocada en el paso

de las premisas a la conclusión. Un operador argumentativo es un morfema que

aplicado a un enunciado transforma sus potencialidades argumentativas. Pues bien,

en los textos 3, 4, 6, 7, 9 y 10 aparece el operador incluso, en el texto 5 el operador

ni siquiera y en el texto 8 el operador hasta. En los dos textos restantes podrían

insertarse esos operadores sin alterar su sentido: si hasta los herejes y cismáticos

están seguros de la pobreza de Cristo…, si incluso Soros reconoce en que la política

social de los regímenes comunistas ofrecía mejor nivel de vida al colectivo gitano

que el capitalismo,… Podría decirse por tanto que me propongo analizar una clase

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de argumentos que se construyen o pueden construirse por medio de

(determinados usos de) esos operadores.

También hay que reparar en la presencia en algunos de ellos de expresiones

que suelen desempeñar el papel de calificadores modales: tan clara en el texto 1 y

tan evidente en los textos 5, 6 y 7. Según Toulmin un calificador modal es un

morfema que “indica la fuerza conferida por la garantía en el paso” de las premisas

a la conclusión (2003, p.137). No se trata de una mera coincidencia: algunos usos

argumentativo de partículas como hasta, incluso y ni siquiera invitan a usar o

sobrentender en la conclusión calificadores como es evidente, es obvio o está claro.

Aunque en los casos que estamos considerando incluso se comporta más bien como

un operador, esta afinidad puede ser parte de las razones de los lingüistas para

afirmar que el conector incluso señala que el segmento discursivo que le sigue es

argumentativamente más fuerte que el que le precede. Con todo hablar aquí de

“fuerza” me parece confundente, porque como argumentaré en su momento a

veces las razones introducidas por incluso o hasta solo son aptas para sustentar

una conclusión de la forma es evidente que C, y no pueden aducirse a favor de la

propia C.

Si en los argumentos 1, 5, 6 y 7 se trata de establecer que una tesis es

evidente, en los argumentos 9 y 10 se intenta establecer que una opinión está muy

extendida o muy arraigada. Pese a las diferencias entre “evidente” y “extendido”,

obvis y ampliamente compartidas, creo que en las argumentaciones que estamos

considerando el funcionamiento de evidente y arraigada presenta algunas

semejanzas.

Finalmente, es notorio el uso de verbos con un sentido concesivo como

admitir o reconocer, a menudo acompañados de los adverbios hasta e incluso, y de

otros como negar, rebatir o dudar, en forma negativa y con el adverbio ni siquiera.

ESQUEMATIZACIÓN

Para representar la forma de estos diez argumentos me guiaré por el modelo de

Toulmin, distinguiendo entre las premisas o datos, la garantía y la conclusión.

Comenzaré por extraer la conclusión y las premisas que la sustentan, aunque lo

fundamental es la elucidación de la garantía desplegada, de la que depende la

legitimidad y la fuerza del paso inferencial.

Superficialmente, todos estos argumentos parten de premisas de las formas

Incluso/hasta los tal y cual afirman/creen/etc. que P y Ni siquiera los tal y cual

niegan/dudan/etc. para concluir P, Es evidente que P o P es una opinión extendida.

Eso los asemeja a esquemas argumentativos conocidos los argumentos basados en

la posición o en la opinión experta. Walton (1996, pp. 61-63) describe así los

argumentos basados en la posición:

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Premisa mayor: La posición de la fuente S le permite saber cosas sobre un

determinado dominio temático D al que pertenece la proposición P.

Premisa menor: S afirma que P (en el dominio D) es verdadera (falsa).

Conclusión: P es verdadera (falsa).

Reformulándolo en términos del modelo de Toulmin, la premisa mayor de Walton

sería la garantía y la premisa menor el dato. En todos los casos el dato es que

alguien ha afirmación algo y la garantía invocada para justificar el paso a la

conclusión parece tener que ver con una determinada cualificación de los

declarantes. Lo mismo vale para los argumentos basados en la opinión experta, que

Walton (1997, p.210) considera un subtipo de los argumentos basados en la

posición. Lo distintivo de esta variedad es la garantía (para Walton la premisa

mayor), que ahora reza: La fuente S es un experto en el dominio temático D al que

pertenece la proposición A.

Hay sin embargo una clara diferencia lingüística entre los argumentos de la

muestra y los basados en la posición o en la opinión experta. La garantía de los

argumentos basados en la posición aduce un tipo de cualificación de la fuente que

es incompatible con la presencia de operadores como incluso, hasta o ni siquiera en

la premisa. No obstante, la diferencia puede ser sutil. Una frase como

- Hasta los peritos confirmaron que no existe ninguna manipulación en la cinta

grabada el día del soplo.

puede sonar “rara”, pero deja de hacerlo cuando se añade alguna información:

- Hasta los peritos de la acusación confirmaron que no existe ninguna

manipulación en la cinta grabada el día del soplo.

ARGUMENTOS A FORTIORI

La presencia de conectores argumentativos como hasta o incluso puede

hacernos pensar que, al menos en algunos casos, se trata de argumentos a fortiori.

En efecto, esos operadores pueden introducir argumentos a fortiori, como sucede

en el ejemplo siguiente:

11. “… estos primates [los chimpanzés] son, sin lugar a dudas, las criaturas que más se

asemejan a los seres humanos. Tienen conciencia de sí mismos, capacidad simbólica

y cultura que transmiten de generación en generación; pueden aprender el lenguaje

de los signos con un vocabulario de unas 300 palabras, y son incluso superiores a

nosotros en algunas habilidades de memoria matemática” (J. de Jorge, “Una

inteligencia casi humana”, diario ABC, 15/08/2011).

Pero sería precipitado concluir que esos operadores no tengan otros usos

argumentativos.

La denominación “argumento a fortiori” resulta al menos tan problemática

como la de “argumento por analogía”. Como escribía J. S. Mill, “No hay ninguna

palabra, sin embargo, que se use más laxamente, o en una mayor variedad de

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La autoridad del necio 2011

sentidos, que analogía” (Un Sistema de Lógica, Cap. XX). La poca atención prestada

por la teoría general de la argumentación al argumento a fortiori contrasta con el

interés del que es objeto en la teoría de la argumentación jurídica. Desde la

argumentación jurídica el argumento a fortiori está próximo al argumento

analógico, hasta el punto de que la relación entre esos dos esquemas

argumentativos es una de las dos cuestiones centrales que articulan el análisis de la

argumentación a fortiori.

Por mi parte mantengo que los argumentos a fortiori se asemejan a los

argumentos por analogía porque en unos y otros se opera una transferencia de la

fuerza de un argumento a otro (Cfr. Marraud 2007a, 2007b). Mi posición se

asemeja, pues, a la defendida por Van der Eycken, para quien el argumento a

fortiori es una modalidad del analógico ya que ambos extienden al caso estudiado

una solución formal de la ley, alegando que para este resultado vale tanto una

razón igual (argumento analógico) como superior (a fortiori).

. En las argumentaciones por analogía y a fortiori se aduce que la fuerza de un

primer argumento (el foro, en la terminología de Perelman) es suficiente para

mostrar que también lo es la fuerza de un segundo argumento (el tema, en esa

misma terminología). La diferencia radica en que en una argumentación por

analogía se pretende que el foro y el tema tienen una fuerza similar, y en una

argumentación a fortiori que tema es (incluso) más fuerte que el foro.

En la argumentación de Judith de Jorge se alega que si la conciencia de sí

mismos, la capacidad simbólica y cultural, y la capacidad de aprender el lenguaje

de los signos son razones para atribuir una inteligencia comparable a la humana a

los chimpancés (foro), su superioridad en algunas habilidades de memoria

matemática constituye una razón aún más fuerte para esa misma conclusión

(tema). Esto es, si la posesión de algunas capacidades intelectuales en menor grado

que los humanos es una razón para considerar que los chimpancés son inteligentes,

entonces la posesión de otras en un grado superior a los humanos es una razón

más fuerte para esa misma conclusión.

Consideremos un segundo ejemplo de una procedencia bastante diferente.

Francisco Javier Ezquiaga (2008, pp. 144-146) analiza una argumentación a fortiori

que toma de la sentencia 110/1984, de 26 de noviembre, del tribunal constitucional

español.

“El secreto profesional, es decir, el deber de secreto que se impone a determinadas personas, entre ellas los Abogados, de lo que conocieren por razón de su profesión, viene reconocido expresamente por la Constitución que en su artículo 24.2 dice que la Ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no se está obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos. Evidentemente y a fortiori tampoco existe el deber de declarar a la Administración sobre esos hechos. La Constitución consagra aquí lo que es no un derecho sino un deber de ciertos profesionales que tiene una larga tradición legislativa (cfr. artículo 263 de la LECr).”

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El foro es un argumento normativo que invoca el artículo 24.2 párrafo 2º de la

Constitución Española para concluir que una persona no tiene la obligación de

declarar ante un juez o tribunal sobre hechos presuntamente delictivos de los que

ha tenido conocimiento por razón de su profesión. Esquemáticamente y con las

debidas simplificaciones:

S ha tenido conocimiento de los hechos H por razón de su profesión

Por tanto, S no tiene la obligación de declarar ante un juez o tribunal sobre H

Porque el secreto profesional es reconocido expresamente por el artículo 24.2 de la Constitución

La sentencia no usa este argumento, cuya solidez considera comúnmente aceptada, para establecer su conclusión, sino para justificar la solidez de un segundo argumento (el tema): S ha tenido conocimiento de los hechos H por razón de su profesión

Por tanto, S no tiene la obligación de declarar ante la Administración sobre H

Porque …

Esto es, se pretende que si la primera inferencia es legítima, tanto más lo es la

segunda. La garantía desplegada en el tema no se hace explícita, sino que se

muestra, por así decir, a través del primer argumento. Ezquiaga (Op.cit., p. 146)

explica así el razonamiento que subyace al tema: “si ese artículo reconoce el

secreto profesional frente a los jueces y tribunales, a fortiori lo reconoce frente a la

Administración. ¿Por qué? Porque la Administración merece “con mayor razón” que

los jueces esa regulación”. Me parece indudable que, según el modelo de Toulmin,

Ezquiaga está hablando aquí, no de la garantía, sino del respaldo de esa garantía.

Recuérdese que según Toulmin el respaldo se refiere a la aplicabilidad general de la

garantía.

¿Qué es la mayor razón? ¿Cómo se determina? Asumiendo que la fuerza

depende de la garantía desplegada, podemos explicar el incremento de la fuerza

propio de los argumentos a fortiori de dos formas diferentes aunque no

mutuamente excluyentes. Para explicar cómo puede suceder que el foro y el tema

desplieguen garantías distintas entre sí pero cuya fuerza es proporcional podría

recurrirse a los respaldos. Si la relación entre el respaldo y la garantía es similar a la

relación entre los datos y la conclusión, el respaldo aducido proporcionará una

razón más o menos fuerte para concluir que la garantía es generalmente aplicable.

También puede pensarse que aún cuando la garantía desplegada sea la misma,

podría haber diferencias de fuerza en el paso de las premisas a la conclusión

debidas a que en cada caso concurren distintas circunstancias. Adviértase a este

respecto que Toulmin incluye en su modelo condiciones de refutación, que “indican

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circunstancias en las que la autoridad general de la garantía queda en suspenso”

(2003, p.137).

CONTRAARGUMENTOS A FORTIORI

El conector ni siquiera también puede ir asociado con una argumentación a

fortiori. Una expresión canónica de argumentación a fortiori es “Si A es suficiente

razón para B, tanto más lo es C para D”. Cuando las conclusiones de los dos

argumentos coinciden, pueden usarse en su lugar frases como “B porque A e

incluso C” (como hace Judith de Jorge en el texto 11). Pero los argumentos a fortiori

también tienen una forma negativa, en la que se trata de mostrar, no que un

argumento tiene la fuerza requerida, sino que es demasiado débil. Frase como “Si A

fuera suficiente razón para B, tanto más lo sería C para D” y “A no es suficiente

razón para B, ni siquiera lo es C” expresan argumentaciones de ese tipo. El texto

que viene a continuación ilustra esa posibilidad.

12. “… sólo una visión descarnada sobre la seguridad (…) podría sostener que la

intervención estatal debería limitarse a eliminar el riesgo directo para las personas, al

costo que fuere: pasándose por alto las garantías que apuntan a evitar o minimizar

los castigos injustificados… Esta visión descarnada… no explica siquiera por qué la

vida en sociedad debería ser defendida. Si se creyera, por ejemplo, como lo hace

buena parte del pensamiento liberal, que sólo el consentimiento (real o hipotético)

genera las condiciones de justificación para la existencia del Estado, sería difícil

suponer que las personas accederían a vivir bajo una sociedad en la que ellas

mismas podrían ser objetos potenciales del maltrato estatal. Es que, además, ni

siquiera lo aconsejaría el cálculo 'racional' de costos y beneficios de una persona que

descontara la posibilidad de ser ella misma objeto del aparato punitivo: si algo no es

obvio es que el peligro que representa la delincuencia vaya a ser minimizado

mediante el encierro y el maltrato de una persona.” (J. González Bertomeu y M.-P.

Saffon, “Ni un preso más sin cupo”, Sin Permiso,  06/12/10). 

¿HAY ARGUMENTACIONES A FORTIORI EN LA MUESTRA?

¿Cuáles de los textos la muestra exponen argumentaciones a fortiori? Según

lo dicho, en una argumentación de ese tipo ocurren al menos dos argumentos. Esa

circunstancia es reconocible en los textos 1, 4, 5 y 9. Girolamo usa primero un

argumento que combina la opinión experta con la autoridad: “los orientales y los

griegos, que están mucho más familiarizados que nosotros con la doctrina de los

santos padres, están seguros de la pobreza de Cristo”, y lo completa con un

argumento ad hominem: “si esos herejes y cismáticos sostienen con tanta claridad

una verdad tan clara, ¿acaso querríamos ser más heréticos y cismáticos que ellos

negándola?”. Obsérvese que Girolamo usa el primer argumento para persuadir a

sus interlocutores de la pobreza de Cristo, no para tratar de convencerles de la

bondad del segundo argumento. Aún más, al usar de forma consecutiva esos dos

9

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argumentos, Girolamo parece incurrir en una contradicción pragmática. Su primer

argumento presenta a griegos y orientales como expertos en patrística, y por tanto

como una fuente fiable en cristología, mientras que el segundo los presenta como

herejes y cismáticos, y por tanto indignos de crédito. Precisamente ahí radica el

efecto cómico del pasaje.

La razón primordial de Navarro para afirmar que la nacionalización de

Agroisleña, para convertirse en Agropatria, ha propiciado cambios positivos es el

balance realizado a los tres meses; la opinión de los productores contrarios al

proceso se invoca después para tratar de mostrar que esos cambios son evidentes.

No obstante, aquí no puede decirse que el segundo argumento sea más fuerte que

el primero, porque lo importante es que mientras el primer argumento invita a

concluir C, el segundo hace lo propio con Es evidente que C.

En el texto 5 para sustentar la tesis de que la ingeniería genética beneficiaría

los ricos mucho más que a los pobres se recurre a un argumento paralelo: “Si

somos incapaces de gastar los 50 céntimos por persona que costaría comprar

mosquiteros para proteger de la malaria a la mayor parte de África, parece poco

probable que vayamos a hacer llegar a todo al mundo, salvo a los máximos

contribuyentes, las más avanzadas fórmulas de la tecnología genética”. Como en el

texto 4, a continuación se ofrece un segundo argumento para concluir que la tesis

ya establecida es, además, obvia: “Esta injusticia es tan evidente que ni siquiera los

más acérrimos partidarios de la aplicación de la ingeniería genética se esfuerzan en

rebatirla”.

Savater trata de persuadir a los lectores de que hay una tendencia

cientificista que rechaza cualquier juicio ético no basado en la biología o en la

neurología invocando, en primer lugar, la opinión de “algunos epígonos poco

perspicaces de la psicología evolutiva”, y, en segundo lugar, que “incluso un

observador tan agudo como Arcadi Espada” despacha al filósofo moral Sandel

calificándole de “cura párroco”. La idea viene a ser que si alguien tan agudo como

Espada comparte, en alguna medida, una opinión tan poco fundada, es que se trata

de una opinión bastante extendida. Así el primer argumento establecería la

existencia de esa tendencia cientificista, mientras que el propósito del segundo

sería más bien mostrar su extensión.

En la cita de Savater se ha omitido la segunda frase que sin embargo no está

desprovista de interés por el uso que en ella se hace del operador incluso: “Incluso

en ciertos casos, algunos epígonos poco perspicaces de la psicología evolutiva

tratan de convencernos de lo inútil que es la indignación moral… frente a prácticas

seculares como la violación o la agresividad contra el extraño, puesto que fueron

estrategias útiles a la especie…”. Merece la pena reparar en que incluso no se usa

aquí para comparar la fuerza de dos razones, sino más bien la fuerza de dos tesis

que irían en una misma dirección.

10

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En resumidas cuentas, ninguno de las cuatro argumentaciones analizadas

encaja del todo dentro de la descripción de la argumentación a fortiori, puesto que

no puede decirse que en ellas se establezca una ratio entre la fuerza de los

argumentos involucrados.

ESCALAS ARGUMENTATIVAS

En la jerga de los lingüistas el marcador incluso es una partícula aditiva focal

escalar. Eso quiere decir que comporta una inferencia cuantitativa (otros

afirman/creen/reconocen que P) y otra escalar (S ocupa una posición elevada en

una determinada escala). Eso sugiere dos factores distintos de los que puede

depender la legitimidad del paso de la premisa Incluso los S reconocen que P a la

conclusión P. El énfasis puede estar en la inferencia cuantitativa, porque, por

ejemplo, la opinión de los S puede considerarse un indicio de que se trata de una

opinión muy extendida o comúnmente aceptada. Pero la clave también puede estar

en que, por su posición en la escala invocada, puede presumirse que la opinión de

los S está avalada por razones de peso.3

Atendiendo al tipo de escala invocada se pueden formar tres grupos con los

textos propuestos.

- El primer grupo está formado por los argumentos 2, 3, 4, 5 y 8. En estos

casos la escala tiene que ver con el sesgo más o menos marcado de las

opiniones sobre ciertos asuntos.

- El segundo está formado por los argumentos 1, 6 y 7. La escala se

refieren a la mayor o menor falta de cualificación, o a la posición más o

menos desventajosa, de quienes opinan para saber o darse cuenta de algo.

- El tercero está formado por los argumentos 9 y 10. Si en los textos

anteriores se aduce la opinión de una fuente que se presenta como

normalmente poco fiable para apoyar una tesis que el argumentador

suscribe, en los dos últimos se produce una inversión. Savater aduce la

opinión de alguien “tan agudo como Arcadi Espada” y Sen la de “un

economista tan perspicaz como George Stigler” en relación a una tesis

reputada como errónea.

3 Por pasar de la lingüística a la lógica informal, esa duplicidad de inferencias puede ponerse en relación con una observación de Walton y Reed (2002): “La apelación a la opinión popular es un esquema separado del argumento basado en la posición, aunque a menudo están conectados. (…) Un ejemplo sería “En Lyon todo el mundo dice que el metro es una buena manera de moverse”. Este argumento apela a la opinión popular pero su valor se ve reforzado por el argumento entrelazado de que la posición de quienes viven en Lyon (presumiblemente) les permite saber esas cosas”. La apelación a la opinión popular parece poner en juego algún tipo de inferencia cuantitativa (muchos-pocos) mientras que los argumentos basados en la posición parecen remiten a una inferencia escalar (mejor-peor posición).

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La autoridad del necio 2011

Cada grupo se relaciona con un esquema argumentativo estudiado por Douglas

Walton. El primer grupo está relacionado con el argumento basado en el sesgo del

oponente, el segundo y el tercero con el argumento etótico, en sus formas negativa

y positiva, respectivamente.

ARGUMENTOS BASADOS EN EL SESGO DEL OPONENTE.

Muchos lingüistas señalan que el operador incluso precede a menudo a un

elemento que en principio no resultaba esperable. Esta observación cuadra con los

casos que estamos considerando:

• El millonario y especulador Soros reconoce los logros del comunismo en relación

a los gitanos.

• Rajendra Kumar Pachauri, presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos

sobre el Cambio Climático, niega la existencia de pruebas empíricas del cambio

climático.

• Los productores antichavistas reconocen los logros de la nacionalizada

Agropatria.

• Los más acérrimos partidarios de la aplicación de la ingeniería genética no

intentan rebatir que los ricos se beneficiarían de la ingeniería genética mucho más

que los pobres.

• Los miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela –en el poder- reconocen

la grave crisis hospitalaria por la que atraviesan los hospitales de la República

Bolivariana.

En todos los casos la sorpresa se explica porque puede presumirse que los autores

de las declaraciones citadas en las premisas tienen prejuicios contrarios a lo que

declaran. Eso los vincula a uno de los esquemas estudiados por Walton: el

argumento basado en el sesgo del oponente.

Walton (1996, pp.88-89; ver también 1998, p. 228) describe los argumentos

basados en el sesgo del oponente como “un tipo negativo de argumentación en la

que el respondente en un diálogo ataca al argumento del proponente declarando

que tiene una opinión sesgada”. Según Walton, los argumentos basados en el sesgo

del oponente se ajustan al siguiente patrón:

1. El proponente del argumento tiene una visión sesgada.

2. Si el proponente tiene una visión sesgada es poco probable que haya

tenido en cuenta todos los aspectos de la cuestión antes de llegar a una

conclusión.

3. Por tanto es improbable que el proponente haya tenido en cuenta todos

los aspectos de la cuestión.

Por consiguiente, si se apelara a las mismas fuentes para justificar opiniones

contrarias a las defendidas, podría rebatirse el argumento alegando que tienen una

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La autoridad del necio 2011

visión sesgada: Soros negaría los logros del comunismo porque es un millonario y

un especulador, Rajendra Kumar Pachauri afirmaría que hay pruebas empíricas del

cambio climático antropogénico porque es el presidente de IPCC, los productores

negarían los logros de Agropatria porque son antichavistas, etc.

Aunque Walton y Gordon declaran que “algunos esquemas argumentativos,

como el argumento a partir del sesgo, son inherentemente negativos por su

naturaleza, porque se usan para rebatir otros esquemas” (2007, p.121), las

consideraciones precedentes muestran que esa tesis es infundada.

Los argumentos positivos basados en el sesgo del declarante ponen en juego

una inferencia escalar. La idea es que si el declarante está inicialmente

predispuesto en contra de lo que afirma, es muy probable que haya tenido en

cuenta todas las posibles objeciones y argumentos en contrario antes de

concederlo. Esto es, el paso de la premisa a la conclusión estará justificado en la

medida en que lo esté ese supuesto.

ARGUMENTOS BASADOS EN LA FALTA DE CUALIFICACIÓN.

Resultaría chocante que se invite a alguien a adherirse a una creencia

aduciendo que es o podría ser profesada por herejes y cismáticos o políticos

calificados de intelectualmente perezosos. Si evidente funcionase aquí como un

calificador modal, expresaría la fuerza del argumento y le atribuiría una fuerza

considerable. Esa evaluación positiva de la fuerza del argumento contrastaría con la

posibilidad de derivar una conclusión opuesta a partir de las mismas premisas. La

aparente paradoja queda explicada porque los argumentos de este tipo puede

servir para apoyar una conclusión de la forma Es evidente que P, sin hacer lo propio

con la conclusión P, que presuponen. Puede traerse aquí a colación el Diccionario

Enciclopédico Hispanoamericano de 1887 del argumento a fortiori: “Tiene por objeto

refutar errores y precisar verdades ya reconocidas, fortaleciéndolas merced a determinadas

comparaciones” (el subrayado es mío). Esa imposibilidad no es fácil de explicar desde

un análisis toulminiano de los calificadores, porque el argumento que puede

resultar plausible para establecer que algo es evidente parece débil para establecer

que ese algo es el caso.

Esta forma argumental parece emparentada con el argumento etótico

negativo, del que Walton (2002, p.292) distingue cinco variantes, según se refieran

a la veracidad, la prudencia, la percepción, las habilidades cognitivas o la

moralidad. Walton atribuye a los argumentos etóticos negativos la forma:

a está poco dotado para la veracidad/el juicio prudente/la percepción

realista/el razonamiento lógico/los estándares morales

Por tanto no hay que aceptar las razones de a.

Partiendo de la esquematización de Walton, podemos proponer representar así la

forma de los argumentos basados en la falta de cualificación:

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La autoridad del necio 2011

a está poco dotado para la veracidad/el juicio prudente/la percepción

realista/el razonamiento lógico/los estándares morales

a dice que P y P es verdadero/prudente/realista/lógico/moral

Por tanto es evidente que P.

La asunción que está detrás de esta inferencia es que algo es tanto más evidente

cuanto menos cualificación se precise para advertirlo.

La descripción precedente parece convenir más claramente a los

argumentos 1 y 6, en los que aparecen descalificaciones como “hereje”, “cismático”

o “intelectualmente perezoso”, que al argumento 8, en el que no ocurre nada

semejante. No obstante, el argumento 8 presupone que los compañero de Otero en

los sillones de las Cortes serían, por su proximidad, los últimos en darse cuenta de

su cambio de actitud. Al decir que incluso ha llamado la atención de sus

compañeros en las Cortes, se está diciendo que ha llamado la atención no solo de

estos sino también de quienes se encuentran en una posición mejor para advertir el

cambio –como los periodistas que cubren la información de las Cortes. Esta forma

argumental comporta por tanto una apelación a un argumento basado en la

posición del conocedor, que es sobre la que gravita la conclusión Otero es

últimamente menos reivindicativo. Lo que añade la apelación al testimonio de otras

fuente peor colocadas y coincidentes es la posibilidad de insertar es evidente en la

conclusión previa.

ARGUMENTOS ETÓTICOS Y TOPOI

Según una definición muy general, que Walton (1996, p.85) atribuye a

Brinton, en los argumentos etóticos se invoca el ethos del declarante para dar o

restar credibilidad a la tesis que defiende. Walton parece asumir que los

argumentos etóticos son de dos especies:

positivos: se invoca una rasgo positivo del declarante para dar credibilidad a

su tesis; y

negativos: se invoca un rasgo negativo del declarante para restar

credibilidad a su tesis.

Esta descripción de los argumentos etóticos hace pensar en la noción de topos de

Anscombre y Ducrot. El topos es un principio general que actúa como garante del

paso de las premisas a la conclusión y “consiste en una correspondencia entre dos

gradaciones no numéricas” (Anscombre y Ducrot, 1994, p.207). La descripción

precedente de los argumentos etóticos parece involucrar dos topoi muy generales:

(+rasgo positivo, +credibilidad) y (+rasgo negativo, -credibilidad). El primero es un

topos directo, puesto que la correspondencia respeta el sentido de las escalas, y el

segundo un topos converso, porque invierte el sentido al pasar de una a otra. Como

señalan Anscombre y Ducrot, esos topoi también pueden presentarse bajo las

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La autoridad del necio 2011

formas tópicas equivalentes (-rasgo positivo, -credibilidad) y (-rasgo negativo,

+credibilidad), respectivamente.4

Los textos 1, 6 y 7 revelan que los rasgos negativos pueden servir para

otorgar credibilidad a la conclusión cuando esta contiene expresiones como es

evidente. Parece, en concreto, que para que pueda usarse el topos (+rasgo

negativo, +credibilidad) deben darse las siguientes condiciones:

(1) Una de las premisas es del tipo “S afirma que P”.

(2) La conclusión es del tipo “Es evidente que P”.

(3) Se asume que P es (tenida por) verdadera.

En los textos 9 y 10 también se parte de premisas del tipo “S afirma que P”, aunque

ahora las habilidades cognitivas de S son valoradas positivamente (“tan agudo” y

“tan perspicaz”) y P es tenida por falsa o errónea.

Centrémonos en la argumentación de Amartya Sen. Un argumento basado

en la opinión experta permitiría concluir tentativamente de la premisa de Amartya

Sen que Adam Smith mantuvo que los intereses del individuo bastan para explicar

el comportamiento humano y el funcionamiento de la economía de mercado.

Un economista tan perspicaz como Stigler afirma que Smith mantenía que

el interés propio domina a la mayoría de los hombres.

Por tanto, es plausible que Smith mantuviera esa tesis.

Aunque la tesis resulte, pese a todo, ser falsa, el argumento no pierde toda su

virtualidad, puesto que permite mantener que la tesis es al menos plausible. Esto

es, la asunción de que en realidad Smith no mantuvo la tesis que, entre otros, le

atribuye Stigler lleva a reinterpretar la conclusión del argumento anterior,

debilitándola:

Un economista tan perspicaz como Stigler afirma que Smith mantenía que

el interés propio domina a la mayoría de los hombres.

No es cierto que Smith mantuviera que la mayoría de los hombres actúe

por interés propio.

Por tanto, es un error plausible que Smith mantuviera que la mayoría de los

hombres actúa por interés propio.

Este análisis pone de manifiesto que puede apelarse a rasgos positivos del

declarante en relación a una tesis valorada negativamente si la conclusión es del

tipo “Es plausible que C” o “es creíble que C”, y no puede hacerse si la conclusión

comporta la aserción de C.

CONCLUSIONES

4 Sin embargo tengo la impresión de que la fuerza de las formas (-rasgo positivo, -credibilidad) y (-rasgo negativo, +credibilidad) es generalmente menor que la de las formas (+rasgo positivo, +credibilidad) y (+rasgo negativo, -credibilidad) pretendidamente equivalentes.

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La autoridad del necio 2011

(1) Los operadores incluso, hasta, etc. desempeñan una pluralidad de funciones

argumentativas. Entre otras: introducir argumentos a fortiori, argumentos

basados en el sesgo del oponente y argumentos etóticos, comparar la fuerza

de conclusiones con la misma orientación.

(2) Los argumentos a fortiori son, como los argumentos por analogía,

argumentos que tratan de otros argumentos, meta-argumentos (Woods y

Hudak, 1989). Cuando se argumenta a fortiori se alega que un argumento es

más fuerte que otro presentado como suficiente.

(3) El mecanismo que interviene en los argumentos a fortiori puede explicarse

recurriendo a la hipótesis de que los respaldos de las garantías usadas en

cada uno de los argumentos son similares.

(4) Aún cuando la garantía desplegada en dos argumentos sea la misma, podría

haber diferencias de fuerza debidas a que en cada caso concurren distintas

circunstancias.

(5) La legitimidad del paso de la premisa Incluso los S reconocen que P a la

conclusión P puede depender, en mayor o menor medida, de una inferencia

cuantitativa (otros creen que P, muchos creen que P, etc.) o de una

inferencia escalar (S ocupa una determinada posición en una escala

sobrentendida).

(6) Los argumentos basados en el sesgo del declarante pueden usarse para

sustentar una tesis, y no solo para rebatirla. En los argumentos positivos

basados en el sesgo del oponente el declarante ha de estar predispuesto en

contra de lo que afirma. Esos argumentos suponen que si alguien está

predispuesto en contra de una tesis, es muy probable que tenga en cuenta

todas las posibles objeciones y contraargumentos antes de concederlo.

(7) Algunas premisas de argumentos etóticos pueden apoyar una conclusión de

la forma Es evidente que P, sin hacer lo propio con la conclusión P, que

presuponen. Por tanto, evidente no funciona siempre como un calificador

modal.

(8) En algunos argumentos etóticos en los que la conclusión contiene

expresiones como es evidente se usan rasgos negativos del declarante para

otorgar credibilidad a la conclusión.

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