proclamas de la restauracion

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Proclamas de La Restauracion

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Proclamas de laRestauración

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Título de la publicación:Proclamas de la Restauración

Primera edición, 2005:Comisión Permanente de Efemérides PatriasVolumen No. 2

Segunda edición, 2010:Comisión Permanente de Efemérides Patrias

Diagramación:Eric Simó

Impresión:Editora Búho

ISBN: 99934-79-56-X

Impreso en República DominicanaPrinted in Dominican Republic

COMISIÓN PERMANENTEDE EFEMÉRIDES PATRIAS

LEONEL FERNÁNDEZ REYNA

Presidente Constitucional de la República Dominicana

LUIS MANUEL BONETTI

Secretario Administrativo de la Presidencia

JUAN DANIEL BALCÁCER

Presidente Comisión Permanente de Efemérides Patrias

MU-KIENG ADRIANA SANG

MiembroRAFAEL PÉREZ MODESTO

MiembroVIRTUDES URIBE

MiembroHÉCTOR LACHAPELLE DÍAZ

MiembroRAFAEL CABRAL CABRERA

Miembro

MARCIO VELOZ MAGGIOLLO

Miembro

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Proclamas de laRestauración

República Dominicana2010

COMISIÓN PERMANENTE

DE EFEMÉRIDES PATRIAS

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Índice

Presentación ................................................................ 9

Acta de Independencia .............................................. 13

Exposición a S. M. la Reina de España ..................... 25

De B. F. de Rojas a J. M. Pichardo ........................... 35

Ramón Mella, a sus conciudadanos ......................... 37

Duarte y la Restauración ........................................... 41

Todos los dominicanos son soldados de la Patria ..... 55

A los dominicanos ..................................................... 59

A los Pueblos y al Ejército ......................................... 61

Candelario Oquendo, Proclama a los dominicanos .. 63

J. M. Cabral, Proclama .............................................. 67

Gaspar Polanco, Proclama ........................................69

Gaspar Polanco, a los Pueblos. Proclama ................. 71

Gaspar Polanco, Manifiesto ...................................... 73

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Gaspar Polanco, Proclama ........................................ 79

Pimentel, Monción y García, a los dominicanos ....... 81

Eusebio Manzueta, Proclama ....................................85

Gregorio Luperón, Un recuerdo a los dominicanos.. 87

Marcos Evangelista Adón, Proclama ........................ 91

E. Manzueta, a los dominicanos ................................ 95

B. F. de Rojas, a los dominicanos .............................. 97

Convenio de El Carmelo .......................................... 105

Comentarios editoriales. Convenio de El Carmelo ..131

APÉNDICES

De Capotillo a Santiago ........................................... 139

Datos biográficos ..................................................... 159

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Presentación

En 1963, con ocasión de conmemorarse el primer cen-tenario de la Restauración de la República, el historiadorEmilio Rodríguez Demorizi publicó dos importantes obraspara el estudio de la guerra restauradora. Esos volúmenesfueron Actos y Doctrina del Gobierno de la Restauracióny Próceres de la Restauración, Noticias biográficas, in-cluidos en la colección de publicaciones de la AcademiaDominicana de la Historia.

El primer libro, Actos y Doctrina del Gobierno de laRestauración, está conformado por una serie de inesti-mables documentos provenientes en su mayor parte delBoletín Oficial que entre 1864 y 1865 publicó el gobiernorestaurador, instalado en Santiago a partir del 14 de sep-tiembre de 1863.

De esa valiosa cantera documental acerca del origen,desarrollo y culminación de la guerra de liberación quellevó a cabo el indómito pueblo dominicano para restau-rar la República Dominicana, que fue aniquilada en 1861por obra de Pedro Santana, la Comisión Permanente de

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Efemérides Patrias ha realizado una breve selección de lasProclamas, escritas por diversos líderes políticos y milita-res de aquella memorable gesta, haciendo un llamado alas armas para restablecer la soberanía conculcada. Se harespetado la edición original de 1963 y las notas que apa-recen al pie de cada documento pertenecen al historiadorRodríguez Demorizi.

El primer documento que inicia esta breve antologíade textos patrióticos es el Acta de Independencia, procla-mada y suscrita el 14 de septiembre de 1863, en la que elgobierno revolucionario exponía a Isabel II, entre otrascausas, “las razones legales y los muy justos motivos quenos han obligado a tomar las armas y a defendernos, comolo haremos siempre, de la dominación que nos oprime yque viola nuestros sacrosantos derechos”. Un conjunto deunas diez Proclamas figura a continuación del Acta deIndependencia y se concluye con el Convenio de ElCarmelo, en mayo 29-junio 16 de 1865, integrado por losdocumentos relativos a las negociaciones diplomáticasentre el gobierno restaurador y la capitanía general de Es-paña y que permitió el retiro de las tropas españolas delterritorio nacional. Al final de la presente publicación, seagregan, en condición de apéndice, una valiosa Relaciónhistórica del héroe restaurador Benito Monción, tituladaDe Capotillo a Santiago, escrita a solicitud del escritorMariano A. Cestero; así como breves notas autobiográficas(escritas por el historiador Emilio Rodríguez Demorizi) delos autores de cada una de las Proclamas.

Los interesados en tener un amplio conocimiento so-bre la gesta restauradora podrán apreciar, a través de losdocumentos que contiene esta publicación, el acendrado

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fervor patriótico de los dominicanos y su inquebrantablevoluntad de sacrificar hasta la vida, si hubiese sido nece-sario, para reconquistar la independencia nacional.

“Todos los dominicanos son soldados cuando la Patriareclama su concurso”, proclamó Gaspar Polanco; “La horasuprema de la desocupación de nuestro territorio por lashuestes españolas será muy pronto”, escribió EusebioManzueta; el inmortal Ramón Matías Mella, cuando lla-mó a sus conciudadanos a unirse a la jornada libertadora,sentenció: “La República Dominicana no ha dejado de exis-tir, ni la traición, ni los patíbulos pudieron aniquilarla”,“La insurrección no es un crimen cuando ella ha llegado aser el único medio para sacudir la opresión”, “La Américadebe pertenecerse a sí misma”; y el líder del partidotrinitario y fundador de la República, Juan Pablo Duarte,cuando en 1864 llegó a Santo Domino proveniente de Ca-racas, se expresó de esta suerte: “sonó la hora de la grantraición en que el Iscariote creyó consumada su obra, ysonó también para mí la hora de la vuelta a la Patria; elSeñor allanó mis caminos y a pesar de cuantas dificulta-des y riesgos se presentaron en mi marcha, heme al fin,con cuatro compañeros más, en este heroico pueblo deGuayubín dispuesto a correr con vosotros... todos los aza-res y vicisitudes que Dios tenga aún reservados a la gran-de obra de la Restauración Dominicana que con tanto de-nuedo como honra y gloria habéis emprendido”.

Al conmemorarse el 142 aniversario de la Restauraciónde la República, la Comisión Permanente de EfméridesPatrias, rinde homenaje a los valientes dominicanos queentre 1863 y 1865 lucharon para restaurar la Repúblicadel 27 de Febrero. La presente publicación, que hemos ti-

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tulado Proclamas de la Restauración es un modesto aportea las jóvenes generaciones que se interesen en el estudiode nuestras grandes epopeyas históricas y en el conoci-miento de la trayectoria pública de aquellos paladines dela libertad quienes, con su abnegación y sacrificio, les de-volvieron al pueblo dominicano la fe en su capacidad ypotencialidad para mantenerse, como Estado nación, li-bre e independiente de toda dominación extranjera.

JUAN DANIEL BALCÁCER

Miembro de Número de la Academia Dominicana dela Historia

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Acta de IndependenciaSANTIAGO, SEPTIEMBRE 14 DE 1863 (1)

Nosotros los habitantes de la parte Española de la Islade Santo Domingo, manifestamos por medio de la pre-sente Acta de Independencia, ante Dios, al mundo enteroy al trono de España, los justos y los legales motivos quenos han obligado a tomar las armas para restaurar la Re-pública Dominicana y reconquistar nuestra libertad, elprimero, el más precioso de los derechos con que el hom-

(1) Se aportan aquí algunas noticias para el conocimiento del trascenden-tal documento, Acta de nacimiento de la Segunda República. En el Acta deinstalación del Gobierno de la Restauración, el 14 de septiembre de 1863,dice:

“Por fin acordó el Gobierno se redacte un Manifiesto o Acta de Indepen-dencia, en que se patenticen al Mundo y al Gabinete español, las muy jus-tas causales que han obligado a los dominicanos a sacudir, por fuerza y lasarmas, el yugo con que dicha Nación hasta hoy les ha oprimido, y romperlas cadenas a que una engañosa y forzada Anexión a la Corona de Castilla,preparada por el General Pedro Santana y sus satélites, les había someti-do, quedando restaurada la República Dominicana, y reconquistado el pre-cioso don de la libertad, inherente de todo ser creado; se nombró una Co-misión para redactar dicho Manifiesto o Acta y concluyó la presente se-sión. Benigno F. de Rojas, P. Pujol, J. B. Curiel, Ulises F. Espaillat, P. F.Bonó, Ricardo Curiel, Genaro Perpiñán”.

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bre fue favorecido por el Supremo Hacedor del Universo,justificando así nuestra conducta arreglada y nuestro im-prescindible obrar, toda vez que otros medios suaves ypersuasivos, uno de ellos muy elocuente, nuestro descon-tento, empleados oportunamente, no han sido bastantespara persuadir al Trono de Castilla: que nuestra anexión ala Corona no fue obra de nuestra espontánea voluntad, sinoel querer fementido del general Pedro Santana y de sussecuaces, quienes, en la desesperación de su indefectible

En el Acta de la sesión del día 15, dice:

“Abierta la sesión con asistencia del Señor Vicepresidente y de todos losdemás miembros del Gobierno, se dio lectura al acta anterior y fue apro-bada. En seguida presentó la Comisión encargada de redactar la minuta oActa de Independencia acordada en la sesión anterior, la que a continua-ción se inserta aprobada unánimemente por el Gobierno, y suscrita portodos los señores que al pie de ella se expresan”.

Y a seguidas aparece la Minuta del Acta de Independencia con un centenarde firmas. En la misma sesión del día 15 se dispuso enviar al Capitán Ge-neral de Santo Domingo, Felipe Rivero, el Acta de Independencia y asi-mismo a los representantes consulares de las potencias extranjeras. En elasiento del día 17, dice: “Se redactó y se firmó el Acta de Independencia”.Debe referirse a la revisión final del documento, que ya estaba redactadosegún la anotación del día 15. En la sesión del 19 se ordenó al Comandantede Armas de San José de las Matas reunir “todos los Alcaldes Pedáneos ypersonas notables de aquella población, les lea el Manifiesto o Acta de In-dependencia, haciendo que la firmen voluntariamente y procurando in-culcarles los santos principios de la causa que defendemos, pues siendotodos dominicanos debe ser uno solo su pensamiento”.

En el Acta de la sesión del día 22 consta que “se ha dirigido a San Juan ydemás poblaciones el Manifiesto de Independencia”. Y el día 25 se le orde-nó al General Eusebio Manzueta hacer “sacar copias del Manifiesto y diri-ja a los diferentes puntos de su jurisdicción”.

Luperón apenas habla del Acta de Independencia. Refiriéndose a la insta-lación del Gobierno, el 14 de septiembre, dice: “En seguida se redactó elManifiesto de la Revolución. Léase aquí este interesante documento...”(Luperón, Notas autobiográficas. Vol. 1, p. 150).

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caída del poder, tomaron el desesperado partido de entre-gar la República, obra de grandes y cruentos sacrificios,bajo el pretexto de anexión al poder de la España, permi-tiendo que descendiese el pabellón cruzado, enarbolado acosta de sangre del pueblo dominicano y con mil patíbu-los de triste recuerdo.

Por magnánimas que hayan sido las intenciones y aco-gida de S. M. la Reina Doña Isabel II (q. D. g.) respecto alpueblo dominicano, al atravesar el Atlántico para ser eje-

En cambio, en la obra de Rodríguez Objío, Gregorio Luperón e historia dela Restauración (Vol. 1, p. 77, 85, 86), hay mayores noticias: “Como se vela instalación del primer Poder Ejecutivo de la Revolución restauradoratuvo lugar el día 14 de septiembre de 1863. Cerraremos este capítulo con elActa de Independencia levantada en aquel mismo día, de la cual se remi-tieron copias a todas las localidades y campamentos dependientes de laRevolución para ser firmadas. Estamparemos al pie las firmas más nota-bles que la autorizaron”. A continuación del Acta, dice: “... y otra inmensacantidad de firmas, recogidas de las diversas copias”. Y agrega este co-mentario:

“El Acta de Independencia fue redactada por el abogado venezolano Ma-nuel Ponce de León. Nosotros la hemos transcrito con toda su originali-dad, no queriendo alterar en lo más mínimo ese precioso documento his-tórico. Las faltas son notorias, y sólo pueden excusarse si se considera lainquieta disposición de los ánimos en aquellos supremos instantes.

Sin causales profundas y concluyentes, falta de solidez y energía, parecerevelarse en ella la incertidumbre del porvenir, la falta de fe en la Revolu-ción, más bien que la confianza en el acontecimiento, y la decisión de sus-tentarle. ¿Quién no comprende a primera vista que los hechos gloriosos deaquella sublime epopeya nacional eran dignos de basarse en un documen-to más razonado, más sencillo si se quiere, pero que revelase mejor la jus-ticia, la fuerza de la Restauración? Faltó en verdad la pluma de Mella pararedactarle, y en medio de tanto entusiasmo, álzase descolorido e informeel primer documento de aquella época. Mas, siendo nuestro propósito re-ferir, habría parecido cometer un atentado inaudito si hubiésemos con-sentido en modificar la forma o el fondo de aquella Acta. La historia larecogerá tal como fue producida: nosotros se la legamos intacta”.

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cutadas por sus mandatarios subalternos, se han trans-formado en medidas bárbaras y tiránicas que este pueblono ha podido ni debido sufrir. Para así probarlo, baste de-cir que hemos sido gobernados por un Buceta y un Cam-pillo, cuyos hechos son bien notorios. La anexión de laRepública Dominicana a la Corona de España ha sido, lavoluntad de un solo hombre que la ha domeñado; nues-

Más adelante, refiriéndose a la copia del Acta llevada por Luperón a LaVega, dice:

“El Acta de Independencia no contenía firma alguna, ni aún la de aquellospatriotas fogosos que aunque poco o nada se debían tener en considera-ción para el porvenir... Luperón formó su Estado Mayor delante de sumorada, extendió sobre una mesa el Acta de Independencia... y a las tresde la tarde el Acta contenía más de dos mil firmas. Todos se atropellaban aprotestar su adhesión a la causa nacional...”

El venerable historiador Manuel Ubaldo Gómez dice que el Manifiesto fueredactado por Espaillat, pero parece más cierta la afirmación de RodríguezObjío (M. U. Gómez, Resumen de la Historia de Santo Domingo, Vol. 11,p. 129). Es curioso que en la Minuta del Acta no aparece el nombre deEspaillat y sí en las copias.

No hemos logrado ver el Acta en hoja impresa, de la época: en sesión delGobierno, del 20 de septiembre, “se resolvió enviar una Comisión a la Re-pública de Haití, compuesta por los señores Alfred Deetjen, MáximoGrullón y José Joaquín López, agregándole al joven Justiniano Ximenespara hacer imprimir el Manifiesto y otros varios objetos..., (Boletín delArchivo General de la Nación, S. D., Núm. 2, 1938, p. 167). La inclusión deLorenzo Justiniano Jiménez en la Comisión se debía a que él era tipógrafo.Además del encargo de “imprimir el Manifiesto”, tendría el de adquiriruna imprenta para el Gobierno, porque, según parece, la que existía allífue destruida por el incendio de esos días, del 6 de septiembre. Jiménezfue designado Director de la Imprenta del Gobierno el día 17 de noviembrede 1864. (E. R. D., Próceres de la Restauración. S. D., 1963).

Según Archambault (Historia de la Restauración..., p. 125), “esta impor-tante Acta fue firmada por 8 ó 10,000 firmas, fue impresa en la ImprentaNacional sita en la Cárcel Vieja y produjo un magnífico ambiente para lasanta causa en las jurisdicciones de la República en que aún no se habíamanifestado por las armas la protesta republicana”.

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tros más sagrados derechos, conquistados con diez y ochoaños de inmensos sacrificios, han sido traicionados y ven-didos; el gabinete de la nación española ha sido engaña-do, y engañados también muchos de los dominicanos devalía e influencia, con promesas que no han sido cumpli-das, con ofertas luego desmentidas.

El Acta fue impresa por lo menos a fines de octubre de 1863. En PuertoPlata, el 2 de noviembre, fueron ocupados por los españoles dos ejempla-res del Acta impresa. (Así consta en E. R. D., Diarios de la guerra domini-co-española de 1863-1865. S. D., 1963, p. 386 y 387).

Comparando los diversos textos se advierten escasas diferencias, quizáspor falta de los copistas. No así en lo que se refiere a las firmas: en la Minu-ta (B. A. G. N., Núm. 2, 1938, p. 170), aparecen unas 100 firmas; en la obrade Rodríguez Objío, citada, unas 25; en la Colección de Leyes, (Vol. IV, P.175), unas 45; en La Voz de Santiago, No. 22, del 22 de agosto de 1880, yen las Notas autobiográficas, de Luperón, unas 150; y en la Historia de laRestauración, de Archambault, igual cantidad. El Lic. Leónidas Garcíapublicó el Acta –la misma versión de la Colección de Leyes– con este co-mentario: “La copia del Acta de Independencia, de la Restauración,autentificada por Du-Breil, como copia exacta de su original, fue proba-blemente expedida a solicitud de Alejandro Angulo Guridi, cuando fue aWashington como Secretario de la Misión Pujol, pues es el primero que lapublica con esta particularidad: en su folleto Santo Domingo y España,Nueva York, 1864. (Clío, Núm. 113, 1958, P. 81). Es de advertirse que elGobierno de Santiago expidió, con anterioridad a la Misión Pujol, otrascopias del Acta, autentificadas: las remitidas al Gobierno español y a losrepresentantes consulares de las potencias extranjeras en Santo Domingo,pocos días después de su redacción, a fines de septiembre de 1863.

Hay, pues, no sólo diferencia en las firmas en cuanto al número, sino tam-bién en cuanto a su colocación. Sólo coinciden, con la versión de 1880, deLa Voz de Santiago, los textos de Luperón y de Archambault. Estas diver-gencias obedecen, con toda probabilidad, a la forma arbitraria en que fue-ron recogidas las firmas, en diversas copias y en distintas localidades. Lainvestigación queda, pues, pendiente: esperamos que aparezca el impresode 1863, ya que es quizás imposible que se hayan conservado los originalesdel trascendental documento.

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Pronunciamientos, manifestaciones de los pueblos,arrancadas por la coacción, ora moral, ora física de nues-tro opresor y los esbirros que lo rodeaban, remitidas algobierno español, le hicieron creer falsamente nuestra es-pontaneidad para anexarnos; empero muy en breve, con-vencidos los pueblos del engaño y perfidia, levantaron suscabezas y principiaron a hacer esfuerzos gloriosos, aun-que por desgracia inútiles, al volver de la sorpresa que lesprodujo tan monstruoso hecho, para recobrar su indepen-dencia perdida, su libertad anonadada. Díganlo si no lasvíctimas de Moca, San Juan, Las Matas, El Cercado, San-tiago, Guayubín, Montecristi, Sabaneta y Puerto Plata. ¿Ycómo ha ejercido España el dominio que indebidamenteadquirió sobre unos pueblos libres? La opresión de todogénero, las restricciones y la exacción de contribucionesdesconocidas e inmerecidas, fueron muy luego puestas enejercicio. ¿Ha observado, por ventura, para con un puebloque de mal grado se le había sometido, las leyes de los paí-ses cultos y civilizados, guardando y respetando cual de-bía las conveniencias, las costumbres, el carácter y los de-rechos naturales de todo hombre en sociedad? Lejos deeso, los hábitos, las costumbres de un pueblo libre pormuchos años han sido contrariadas impolíticamente, nocon aquella luz vivificadora y que ilustra, sino con un fue-go quemante y de exterminio.

Escarnio, desprecio, marcada arrogancia, persecucio-nes y patíbulos inmerecidos y escandalosos son los últi-mos resultados que hemos obtenido, cual corderos de lossubalternos del trono español a cuyas manos se confiaranuestra suerte. El incendio, la devastación de nuestraspoblaciones, las esposas sin sus esposos, los hijos sin sus

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padres, la pérdida de todos nuestros intereses y la mise-ria, en fin, he aquí los gajes que hemos obtenido de nues-tra forzada y falaz anexión al trono español. Todo lo he-mos perdido, pero nos queda nuestra Independencia y Li-bertad, por las cuales estamos dispuestos a derramar nues-tra última gota de sangre. Si el gobierno español es políti-co, si consulta sus intereses, y también los nuestros, debepersuadirse que a un pueblo que por algún tiempo ha gus-tado y gozado su libertad, no es posible sojuzgársele sin elexterminio del último de sus hombres. De ello debe per-suadirse la Augusta Soberana Doña Isabel II, cuya noblealma conocemos, y cuyos filantrópicos sentimientos con-fesamos y respetamos; pero S. M. ha sido engañada por laperfidia del que fue nuestro Presidente, el General PedroSantana, y la de sus secuaces; y lo que ha tenido un origenvicioso, no puede ser válido por el transcurso del tiempo.

He aquí las razones legales y los muy justos motivosque nos han obligado a tomar las armas y a defendernos,como lo haremos siempre, de la dominación que nos opri-me y que viola nuestros sacrosantos derechos, así comolas leyes opresoras que no han debido imponérsenos.

El gobierno español deberá conocerla también, respe-tarla y obrar en consecuencia.

Santiago y septiembre 14 de 1863.

Firmados: Benigno F. de Rojas, Gaspar Polanco, A.Deetjen, P. Pujol, José A. Salcedo, Benito Monción, Ma-nuel Rodríguez, Pedro A. Pimentel, Juan A. Polanco,Gregorio Luperón, Genaro Perpiñán, Pedro FranciscoBonó, Máximo Grullón, J. Belisario Curiel, H. S. Riobé,Esteban Almánzar, Ulises Espaillat, C. Castellanos, Juan

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Valentín Curiel, F. Scherffemberg, Juan A. Vila, F. A. Bor-das, J. Jiménez, A. Benes, Ramón Almonte, Manuel Poncede León, F. Casado, J. E. Márquez, J. Alva, DionisioTroncoso, R. Martínez, presbítero Miguel Quezada, L.Perelló, R. Velázquez, P. Pimentel, Gabino Crespo, J. A.Sánchez, M. de J. Jiménez, Rufino García, Juan Riva. Si-guen más firmas. Es copia conforme. El oficial mayor dela comisión de Relaciones Exteriores, Francisco Du Breil.

Adiciones (2)

Firmas en el Registro de las Actas del Gobierno Provi-sional de la República. Libro D. Núm. 4, en Archivo Gene-ral de la Nación. Reproducido en Boletín del Archivo Ge-neral de la Nación, Núm. 2, 1938:

Benigno Fílomeno de Rojas, Gaspar Polanco, AlfredDeetjen, Pablo Pujol, J. A. Salcedo, Benito Monción, Ma-nuel Rodríguez, P. A. Pimentel, Juan A. Polanco, GregorioLuperón, Genaro Perpiñán, P. F. Bonó, Máximo Grullón,Juan V. Curiel, F. Scherffemberg, J. A. Vila, F. A. Bordas,J. Jiménez, Andrés Benes, R. Almonte, Manuel Ponce deLeón, Francisco Casado, J. E. Márquez, J. Alva, DionisioTroncoso, Ramón Martínez, Miguel Quezada, Presbítero;L. F. Perelló, R. Velásquez, P. Pimentel, P. Crespo, J. A.Sánchez, Manuel de Js. Jimenes, Rufino García, J. Rivas,

(2) Se agregan aquí las firmas del Acta que aparecen en la Minuta y en laobra de Luperón, así como la refutación de la prensa española.

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Gregorio Sánchez, Telésforo Pelegrín, Lorenzo Quiró, Pa-blo Ricardo, General Ignacio Reyes, Julián Silva, AnastacioMercado, Vicente Collado, José Herrera, Juan MaríaJimenes, Eugenio Vásquez, Santiago Petitón, José MiguelReyes, Jacobo Rodríguez, Pedro E. Curiel, Rafael Gómez,R. García, D. Rodríguez, Antonio Bona, José Hernández,José Manuel Reyes, Marcelino Rodríguez, SaturninoHernández, Bartola Aybar, José R. Balcácer, José J. López,Pablo López, Miguel E. Santelises, Secundino Espaillat,Esteban Aybar, Joaquín Díaz, José Ma. González, ManuelTejada, José J. Méndez, Lorenzo Núñez, Manuel Peralta,Manuel López, José de Portes, Ramón López, Enrique deLima, Domingo Pérez, Bonifacio Saviñón, FranciscoGonzález, M. de la Cruz Herrera, Ramón D. Pacheco, Juande Js. Mejía, Isidoro de la Cruz Ramos, Manuel de los Re-yes, Francisco A. de Peña, Juan Antonio Colón, MiguelMuñoz, Jovino Martínez, Faustino García, TancredoFondeur, Manuel de Js. Reyes, Pedro Antonio Rodríguez,Fernando Martínez, Evaristo Aybar, Eugenio Collado, D.Miguel Pichardo, Valentín Valdés, Eugenio Valerio, JuanL. Domínguez, F. Díaz, Francisco Cruz, F. Domínguez,Martín Santo, Pedro Quintín Reynoso, José Benito, JuanTabera, Zacarías Torre, Faustino Escoto, José Vélez, JoséReyes, Juan de Dios Fulgencio, José Torres, Pedro Claudio,Pedro Ortega, Carlos Medrano, Ramón Morel, CecilioToribio, Andrés Avelino Cruz, Isidro Gallardo, TomásMata, José Amaro Díaz, Pedro Méndez, José Cabrera,Valentín Sosa, Liborio Gil, Sebastián Ventura, AlejandroMorel, Juan Requero, Lázaro Reyes, Pedro Facenda,Cosme Grullón, Francisco Antonio Gómez, Manuel de Js.Tavares, Luis Pérez, Manuel de Jesús de la Cruz, DámasoMañoso, Felipe Alvarez, Domingo Ortiz, Blas Domínguez,

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Francisco Javier Polanco, Dionisio de la O., FernandoSaballo, Juan Chave, Manuel Domínguez, Juan Minalla,Capitán Soñé, Tomás de Peña, Eulogio del Rosario, JuanAntonio Miniel, Eugenio de Castro, Juan Abad Vega,Benedicto Abréu, Santiago Tabera, Juan Mendoza, SimeónNúñez, José María Almonte, Severo Gómez, Justo López,Paulino Brito, Francisco Sánchez, Andrés Santo, SilverioDelmonte, Pedro Cueva, Santiago de León, E. Lapeireta,etc. etc. (siguen muchas firmas).

[Las erratas principales en la edición del Boletín en-mendadas en la transcripción anterior, en vista del origi-nal, son las siguientes: I. A. Vila por J. A. Vila; I. E. Márquezpor J. E. Márquez; I. A. Sánchez por J. A. Sánchez; José I.López por José J. López; José I. Méndez por José J.Méndez; Enrique de Sima por Enrique de Lima; Francis-co Andepena por Francisco de Peña; y Juan Sánchez porFrancisco Sánchez.]

II

Firmas en Luperón, Notas autobiográficas…, Ponce,1895, Vol. I, P. 153, y en el periódico La Voz de Santiago,No. 22 de agosto de 1880:

Gaspar Polanco, Gregorio Luperón, José A. Salcedo,Benito Monción, Benigno F. de Rojas, P. Pujol, J. BelisarioCuriel, Pedro Francisco Bonó, Genaro Perpiñán, Juan An-tonio Polanco, Ricardo Curiel, Pedro A. Pimentel, UisesF. Espaillat, H. S. Riobé, F. A. Salcedo, Esteban Almánzar,Juan V. Curiel, Cirilo Castellanos, Juan A. Vila, F.Scheffemberg, Ramón Almonte, Dr. M. Ponce de León,

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Francisco Casado, J. Epifanio Márquez, Dionisio Troncoso,Pbro. Miguel Quesada, R. Velásquez, Gavino Crespo, Fran-cisco Reyes, Anastasio Mercado, José Herrera, Juan Ma-ría Jiménez, Santiago Petitón, José Miguel Reyes, JacoboRodríguez, Pedro E. Curiel, Rafael Gómez, Domingo A.Rodríguez hijo, José J. López, Pablo López, JoséHernández, J. Ramón Balcácer, Marcelino Rodríguez,Secundino Espaillat, R. Gómez, Joaquín Díaz, Manuel deJesús Reyes, Ramón D. Pacheco, Andrés Tolentino, Fran-cisco A. de Peña, Manuel Tejada, Ramón López, BonifacioSaviñón, Ulpiano de Córdoba, Eugenio Valerio, DomingoMiguel Pichardo, Ramón Batista, Remigio Batista, EvaristoAybar, José Espaillat, Federico Miranda, TancredoFondeur, Miguel Muñoz, Faustino García, Wenceslao Re-yes, M. R. Rodríguez, Juan de Jesús Mejía, Manuel López,Francisco Javier Angulo Guridi, Francisco Angela, FurcyFondeur, Esteban Aybar, José J. Méndez, Santos Quesada,Miguel A. Román, Martín de Moya, Virginio López,Sebastián María Poncerrate, Isidro Pacheco, Félix MaríaGarcía, Daniel J. Pichardo, Sebastián Pichardo, ManuelA. Román, Eugenio Fondeur, Vicente Morel, EmeterioDisla, Alejandro A. Reyes, Vicente Tavárez, Manuel de Je-sús Tavárez, José A. Olavarrieta, Macario de Lora, Juan E.Gil, Antonio Ureña, Juan Antonio Pichardo, Clisancio delos Santos, Pedro Tapia, Basilio Tapia, Doroteo A. Tapia,Tomás Coceo hijo, Manuel de Jesús de Vargas, Juan Joséde Vargas, Sebastián Valverde, Agustín Franco Bidó, San-tiago de Lora, Florencio Calderón, Telésforo Reinoso,Manuel María Grullón, Buenaventura Grullón, Juan Ri-cardo, Justiniano Curiel, José R. Curiel, Manuel MaríaCuriel, Manuel María Abréu, Joaquín Balcácer, ManuelMaría Ramos, Faustino Caballero, Ramón Guzmán, Bone

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Angrand, Simón Valdés, Santiago Ureña, Silverio Almonte,Pedro Batista, Ramón Calderón, José Michel, Tomás Mo-rilla, Eusebio Gómez, Santiago Tabera, Juan del Rosario,Zacarías Ferreira, Zacarías Espinal, Adolfo de Lara, Be-nigno de Lara, Gregorio Ureña, Fermín Cepeda, Manuelde Jesús Raposo, Tomás Aybar, Raimundo Camejo, Nar-ciso Román, Manuel de Jesús Núñez, Emeterio Morel,Joaquín Silva, José Gabriel García, Santos Murasachi,Narciso Quintero, Federico Morel, José María García,Filomeno Beato, Marcos Mejía, etc., etc. Siguen las firmas.

[En la edición de 1939 dice José María Cabral en vez deJosé María García.]

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Exposición a S. M. la Reina de EspañaSEPTIEMBRE 24 DE 1863 (BOLETÍN OFICIAL,

SANTIAGO, NÚM. 4, FEBRERO 2 DE 1864).

Exposición a Su Majestad la Reina Doña Isabel II (3).

Nosotros, los infrascritos, Miembros del GobiernoProvisional de esta República Dominicana, tenemos lahonra de someter a la imparcial apreciación de V. M.los justos y poderosos motivos que han decidido a estepueblo a levantarse contra el anterior orden de cosas queel traidor General Pedro Santana y los suyos le impusie-ron inconsultamente, siendo de ningún valor y hasta ri-dículo el asentimiento de unos pocos en negocio de tantaimportancia y trascendencia que interesaba a la mayo-ría de la Nación, cual fue el acto extraño de renunciarsu autonomía.

(3) Según los restauradores José Benoit y Domingo Antonio Rodríguez,este documento fue redactado por Benigno F. de Rojas (U. F. Espaillat,Escritos. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi. S. D., 1962, p. 386).No intervino en su redacción el poeta Ml. Rodríguez Objío, quien no llegóa Santiago sino en abril de 1864, junto con Duarte. Comentarios de la ex-posición, por A. Angulo Guridi, en E. R. D., Antecedentes de la anexión aEspaña, S. D., 1955, p. 371.

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Tanto más extraño, cuanto que el pueblo dominicano,avezado a la lucha que durante diez y ocho años sostuvie-ra contra sus vecinos los haitianos, no podía comprenderque peligrase en lo más mínimo su Independencia; razónespeciosa que diera el mismo hombre que tanto empeñotomara en las glorias de este pueblo, y que tantos esfuer-zos hiciera por crear el más puro amor a su libertad.

Y aun cuando esto no hubiera sido verdad, no era porcierto consultando el querer de unos pocos como debíaresolver tan grave y delicada cuestión un hombre públicoque, como el General Santana, había llegado a poseer entan alto grado la confianza de su pueblo. ¿Por qué, pues, sila Patria estaba en peligro no la salvó? Y si no podía sal-varla, ¿por qué no resignó el poder en manos de la Na-ción? Esta, a no dudarlo, lo habría hecho.

Cuarenta años de libertad política y civil de que gozóeste pueblo bajo el régimen republicano, la tolerancia enmaterias religiosas, acompañadas de un sinnúmero deotras ventajas, entre las cuales no deben contarse por poco,una Representación Nacional y la participación en los ne-gocios públicos que indispensablemente trae consigo laDemocracia, debían avenirse mal con el régimen monár-quico y peor aún con el colonial.

No es la culpa, Señora, de los hijos de este desgraciadosuelo, cuyo anhelo siempre ha sido permanecer amigo delos españoles, sus antepasados, que un infiel mandatario,poniendo a un lado todo linaje de consideraciones hubie-ra sacrificado a sus intereses personales la existencia deun pueblo, al que otra política más elevada, más grandio-sa y más en armonía con las luces del siglo, acostumbrara

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a ser tratado como amigo y como igual, trocando los dul-ces lazos de la fraternidad por los pesados vínculos de ladominación. No es la culpa, Señora, de los dominicanos,que aún hoy mismo desean continuar siendo amigos delos súbditos de V. M., que la mala fe o la ignorancia enmaterias políticas de sus gobernantes, les hubiese hechodesconocer los gravísimos inconvenientes del sistema co-lonial, en el cual, las mejores disposiciones del Monarcasiempre se han trocado en medidas odiosas y desacertadas,siendo la historia de los acontecimientos recientes de estepaís la repetición, punto por punto, de lo que ha sucedidoen todas las colonias, desde la primera que el poder de laEuropa fundara en este Nuevo Mundo.

A pesar de tan sólidas y poderosas razones para que laanexión de este país a la Corona de España fuese mal acep-tada, el pueblo, sin embargo, ya fuese que el incesante de-seo de mejoras y de progreso que era uno de los rasgoscaracterísticos de la Sociedad Dominicana, le hiciese con-llevar su suerte, con la esperanza de encontrar en su fu-sión con una Sociedad europea, los elementos de la pros-peridad y de los adelantos por los cuales venía anhelandoya hacía diez y ocho años; ora fuese que la conducta tem-plada de las primeras tropas y el carácter franco y leal delos oficiales superiores hiciesen entrever como posible loque en los primeros momentos del asombro y de la sor-presa pareciera de todo punto irrealizable: el pueblo, de-cimos, calló y esperó; mas ¡cuán cortos fueron estos ins-tantes de grata ilusión! Como si se hubiese temido que ladesunión inevitable de dos sociedades se retardaría dema-siado continuando en ese sistema de suavidad y modera-ción, se principió desde luego a discurrir los medios de

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engendrar el descontento y el desaliento que muy luegodebieran producir un completo rompimiento.

Había transcurrido ya, Señora, el término que el gene-ral Santana en vuestro Augusto nombre había fijado parala amortización del papel-moneda de la República y cuan-do todos ansiaban por ver desaparecer tan grave mal, apa-reció el célebre Decreto de la Comisaría Regia.

No cansaremos, Señora, la Augusta atención de V. M.con el relato minucioso de semejante disposición, bastan-do decir que sus efectos, como era de esperarse, se hicie-ron sentir en todas las clases de la sociedad, como sin dis-puta sucede siempre con todas las medidas que afectan lacirculación monetaria de un país.

Empero, a pesar de tan desastrosa disposición que encualquiera parte del mundo hubiera causado una revolu-ción, aquí se sufrió con la mayor resignación, no oyéndosemás que súplicas, lamentos y suspiros, como si el pueblodominicano dudase aun que tamaños desaciertos pudie-sen ser creación de los sabios de Europa, a quienes (gra-cias a nuestra modestia) hemos considerado superiores eninteligencia.

Estaba escrito según parece, que la obra de los desati-nos económicos debía consumarse y la sustitución del pa-pel moneda de la República, inclusos sus billetes de ban-co, por los de la emisión española y la moneda de cobre,vino a ser el termómetro que midiera la buena fe y conoci-mientos de los Agentes de V. M. y el sufrimiento y toleran-cia de sus nuevos súbditos.

No distraeremos demasiado, Señora, la elevada aten-ción de la Augusta persona a quien este escrito se dirige.

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Baste decir que semejante error económico no lo ha co-metido ni aún la oscura República de Haití, en los mo-mentos de su nacimiento; no lo ha padecido, Señora, lahumilde y modesta República Dominicana.

Nada diremos, Señora, del fausto con que se inaugura-ra la Capitanía General de Santo Domingo, ni de un sin-número de otras medidas que, aumentando exorbitante-mente las erogaciones de la nueva Colonia, (cuyos ante-riores gastos eran en extremo moderados) habían de su-frir forzosamente un déficit que no podría cubrirse sin elaumento escandaloso de las contribuciones e impuestos.Todos estos particulares han sido juzgados y apreciadosen su verdadero valor por personas de juicio de la mismaPenínsula y la opinión pública está acorde sobre este pun-to que, en la nueva Colonia de la Monarquía Española, todoha sido extravío y desaciertos.

Superfluo sería, Señora, ocupar la atención de V. M.con el relato de las puerilidades, insulseces, arbitrarieda-des, groserías y despotismo del último Gobernador Co-mandante General de la Provincia del Cibao, Don ManuelBuceta; baste decir que por muy idóneo que fuese paraGobernador del presidio de Samaná, era, empero, inade-cuado para regir los destinos de una de las Provincias másadelantadas de la que había sido República Dominicana.Semejantes trivialidades ni son para dichas en un escritode la naturaleza de éste, ni dignas tampoco de ser escu-chadas por la Augusta persona a quien se dirige; sólo dire-mos que el desaliento se tornó en un profundo abatimien-to y que los buenos habitantes de este suelo perdieron todaesperanza, no ya de ser mejor gobernados de lo que fue-ron en otra época, mas ni aún tan bien. Aunque quisiése-

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mos no podríamos callar, Señora, porque pesa demasiadosobre nuestros corazones la última catástrofe debida úni-camente a la ligereza e impericia de este Sor. Brigadier,quien no contando ni con recursos para sostener un sitio,ni menos con el auxilio de los naturales del país, se ence-rró imprudentemente en el denominado Castillo de SanLuis, para entregar luego a las llamas a una de nuestrasprimeras ciudades que ha quedado reducida a cenizas,evacuándola ocho días después.

Lo propio habría que decir, Señora, de las injusticias,desmanes y asesinatos del Comandante Campillo. El ge-neroso corazón de V. M. se lastimaría al oír el relato de losactos de este Oficial, cual se lastimaba el de vuestra Augustapredecesora la Grande Isabel con los sufrimientos de losIndios aborígenes de este propio país; de idéntico modose nos ha tratado.

Callaremos, Señora, aunque no fuese más que por guar-dar decoro a las leyes de la humanidad, las persecucionesinfundadas, los encarcelamientos injustos e inmerecidosde nuestros principales patricios, los patíbulos escandalo-sos e injustificables, los asesinatos a sangre fría de hom-bres rendidos e indefensos que se acogían a un indulto quese ofrecía en nombre de V. M. Callamos, Señora, porquela pluma es ineficiente para describirlos; el lenguaje es débilpara pintarlos, y porque ahorrar queremos a V. M., Seño-ra, el dolor y la angustia que le proporcionarían el conven-cimiento de que mandatarios infieles, abusando de vues-tro nombre y de la credulidad de estos habitantes en elhonor e hidalguía de la Nación Española, se sirviesen deellos, y los convirtiesen en una poderosa palanca de tras-tornos y revoluciones: la que atravesamos es eminente-

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mente popular y espontánea. ¡Dios haga que no haya quiena V. M. diga lo contrario por dar pábulo a la continuaciónde la guerra, porque de ella se promete el mejoramientode su posición social!

La lucha, Señora, entre el pueblo dominicano y el ejér-cito de V. M. sería por todo extremo ineficaz para España;porque, créalo V. M., podríamos perecer todos y quedardestruido el país por la guerra y el incendio de sus pueblosy ciudades; pero gobernarnos otra vez autoridades espa-ñolas, eso nunca, jamás. Sobre cenizas y escombros de laque no hace muchos días era la rica y feliz ciudad de San-tiago se ha constituido este Gobierno Provisional precisa-mente para armonizar y regularizar la revolución; y estosescombros, estas cenizas y estas ruinas, en fin, que nosllena el alma de honda melancolía, así como las deGuayubín y Moca, dicen bien a las claras que el dominica-no prefiere la indigencia con todos sus horrores para él,sus esposas y sus hijos, y aun la muerte misma, antes, Se-ñora, que seguir dependiendo de quienes le atropellan, leinsultan y le asesinan sin fórmula de juicio (4).

(4) Acerca de las causas de la insurrección, véanse importantes noticias enInforme de la Comisión de Investigación de los E. U. A. en Santo Domin-go en 1871. Prefacio y notas de E. R. D., 1960, p. 65-67, 231, 350, 540, 569-575; en E. R. D., Antecedentes de la Anexión a España. S. D., 1955; yHernando Navas, Memoria del Auditor de Guerra relativa a las causasque han dado origen a la insurrección. Madrid, febrero de 1864. En Do-cumentos relativos a la cuestión de Santo Domingo remitidos al Congre-so de los Diputados por el Ministro de la Guerra. Madrid, 1865, p. 29.

Acerca de la actitud de la masonería en los días de la Anexión y la Restau-ración, véase Gándara…, Vol. I, p. 244; González Tablas..., p. 126; Informede la Comisión..., p. 66, 67; y Antecedentes de la Anexión…, p. 319.

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Nuestro pueblo dice a una voz que a España no tienereconvenciones que encaminar, sino contra los que la en-gañaron. Por consecuencia, no deseamos la guerra con ella,y lejos de eso, la veríamos como una gran calamidad. Loúnico que apetecemos es nuestra Libertad e Independen-cia; y mucho nos llenaría de placer el acabar de comple-tarlas, con la posesión de Santo Domingo, Samaná y PuertoPlata, sin más sangre, lágrimas ni ruinas.

Toca, Señora, al Gobierno de V. M., el apreciar en sudebido valor la breve exposición de los poderosos motivosque han forzado al pueblo dominicano a separar sus desti-nos del Gobierno de V. M. y hacer que esta forzada sepa-ración termine de la manera justa, imparcial, templada yamistosa que cumple a naciones cultas y ligadas, a pesarde todo, por los fuertes vínculos del origen, la religión, elcarácter y el idioma: y al logro de un objeto tan eminente-mente honroso, que a no dudarlo, sería un espléndidotriunfo de la moral y del progreso humano, desde luegonos anticipamos a someter a la alta apreciación de V. M. laconveniencia de nombrar por cada parte dos Plenipoten-ciarios, quienes, reuniéndose en un Territorio neutral es-tablecieran las bases de un arreglo del cual surja en horafeliz un Tratado, que nos proporcione los inapreciablesbienes de la paz, la amistad y el comercio.

Sírvase V. M. aceptar con su genial agrado esta francaexposición de nuestras quejas, derechos y firme resolu-ción de rescatarlos, y resolver en su consecuencia segúnen ella tenemos el honor de proponer a V. M. –Santiago,septiembre 24 de 1863.– A L. R. P. de V. M. -ElVice-Presidente del Gobierno Provisional, Encargado delPoder Ejecutivo. Benigno F. de Rojas. –Refrendado: La

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Comisión de Relaciones Exteriores, Ulises F. Espaillat. LaComisión de la Guerra, Pedro F. Bonó. La Comisión deHacienda, Pablo Pujol. La Comisión del Interior y Policía,Genaro Perpiñán(5).

(5) No aparece la firma del General José A. Salcedo, Presidente del Go-bierno, por hallarse entonces en campaña.

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De B. F. de Rojas a J. M. PichardoSANTIAGO, OCTUBRE DE 1863.

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Gobier-no Provisorio de la República.

Señor: Necesitando el Gobierno hacer frente al valorde unas municiones que ha mandado buscar y estandoescaso de dinero efectivo, ha decidido hacerse de una can-tidad de serones de tabaco para dicho objeto.

Por esta razón y conociendo su celo, actividad y pa-triotismo, se le ha nombrado para que de acuerdo con elSr. Bernabé Morales, requieran a todas aquellas perso-nas, tanto especuladores, como agricultores de esa co-mún, asignándole a cada uno el número de serones detabaco que deba prestar al Gobierno según la cantidadque tenga hasta reunir en esa de seis a ochocientosserones, los que pueden mandarlos los interesados, a ésta,o entregarlos en esa Administración, percibiendo el de-bido recibo, para en tiempo oportuno este Gobierno dar-le el vale correspondiente.

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Dios guarde a Ud. muchos años. Santiago, octubre de1863. El Vice-Presidente del Gobierno Benigno F. de Ro-jas. Encargado Comisión de Hacienda P. Pujol. Sor. JoséMa. Pichardo. Moca.

[Del original. Biblioteca de E. R. D. ]

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Ramón Mella, a sus conciudadanosSANTIAGO, ENERO 16 DE 1864.

RAMON MELLA, General de la República Dominica-na. A sus conciudadanos,

DOMINICANOS: La República nos ha llamado ¡a lasarmas! y yo cumpliendo mi deber he venido a ocupar mipuesto entre vosotros. Yo soy soldado de la columna del27 de Febrero, vosotros me conocéis, y vengo a llamar alos pocos de los míos, a quienes la mentira y la fuerza bru-ta de sus opresores retienen todavía separados de sus an-tiguas filas. Sandoval, Lluberes, Sosa, Maldonado, JuanSuero, Valera, Marcos Evangelista, Juan Rosa, Gatón, noolvidéis que la República que os dio gloria y fama es elpuesto de honor en que vuestros compañeros os aguar-dan: la República Dominicana nunca ha dejado de existir;ni la traición, ni los patíbulos pudieron aniquilarla. Loshéroes del campo de Capotillo, son también los soldadosdel 30 de Marzo del 44: sus principios son hoy los mis-mos: ellos recogieron la bandera de la cruz que el desgra-ciado general Sánchez dejó plantada sobre su tumba en ElCercado.

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Allí fue él el primer mártir de la Independencia... Allíestá su sombra llamando ¡a las armas! y los Puello, Duvergéy su hijo, Concha, Matías de Vargas, Pedro IgnacioEspaillat, Perdomo, Vidal, Batista y sus compañeros, sa-crificados por Santana, se levantan más allá del sepulcropidiendo ¡venganza! ¡venganza!

¡Dominicanos! Oíd ese patriótico lamento de tantosmártires de la libertad! Y tú, Eusebio Puello, oye aquel quehabla a tu conciencia para decirte: “Deja las filas del asesi-no de tus hermanos... no profanes más la sangre que ino-centes derramaron para dejarte una patria libre”.

Seibanos! Duvergé y su hijo, Albert y Dalmau os piden¡venganza! ¡Y vosotros, mis amigos de Santo Domingo,no olvidéis que Santana fue el asesino de Trinidad Sánchez!

¡VENGANZA os pide la patria!

¡DOMINICANOS! Yo no vengo cual perturbador delorden armado con el puñal del asesino alevoso, ni con latea del incendiario salvaje: la misión que tengo y la queme he impuesto yo mismo, es la de un soldado civilizado ycristiano. No es mi propósito excitaros a una inútil rebe-lión; pero sí es de mi deber como ciudadano libre, haceroscomprender que la insurrección no es un crimen cuandoella ha llegado a ser el único medio para sacudir la opre-sión; pero si es crimen, no es pequeño el indiferentismoque la sostiene y alimenta.

DOMINICANOS: Los días llegaron ya en que la Espa-ña, única nación que se obstina en conservar esclavos, debeperder sus colonias en las Antillas. La América debepertenecerse a sí misma; así lo dispuso Dios, cuando entreella y la vieja Europa puso la inmensidad del Océano. Si

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para convencer a la España de esta verdad no ha bastadoel escarmiento de los campos de Carabobo, Boyacá y Junín,ni el Genio de Bolívar, aquí está el sable de nuestros solda-dos y el clima de Santo Domingo.

Dominicanos! Respeto al derecho y a la propiedad.

Patria, honor y humanidad.

Tal es la divisa con que os quiero ver llegar al templo dela fama. –R. Mella.

Santiago, enero 16 de 1864.

[De hoja suelta, impresa. Reproducida en nuestro artí-culo Mella y la Restauración, en La Nación, S. D., agosto16 de 1941.]

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Duarte y la RestauraciónGUAYUBÍN-SANTIAGO, MARZO-ABRIL DE 1864.

I

Guayubín, marzo 28 de 1864, y 21º de la Indepen-dencia (6).

Señores Individuos del Gobierno Provisorio,

En Santiago.

Arrojado de mi suelo natal por ese bando parricida queempezando por proscribir a perpetuidad a los fundadores dela República ha concluido por vender al extranjero la Patria,cuya independencia jurara defender a todo trance; he arras-trado durante veinte años la vida nómada del proscrito, sinque la Providencia tuviese a bien realizar la esperanza, que

(6) Para lo concerniente a la inesperada presencia de Duarte en Santiago yde su misión en Venezuela, véanse las cartas, etc., intercambiadas entre él yel Gobierno de Santiago, que forman parte del Archivo de Duarte, publica-do por Carlos Larrazábal Blanco en Clío, S. D., Núm. 64, 1944, docs. 28-69.

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siempre se albergó en mi alma, de volver un día al seno demis conciudadanos y consagrar a la defensa de sus dere-chos políticos cuanto aún me restase de fuerza y vida.

Pero sonó la hora de la gran traición en que el Iscariotecreyó consumada su obra, y sonó también para mí la horade la vuelta a la Patria; el Señor allanó mis caminos y apesar de cuantas dificultades y riesgos se presentaron enmi marcha, heme al fin, con cuatro compañeros más (7), eneste heroico pueblo de Guayubín dispuesto a correr convosotros, y del modo que lo tengáis a bien, todos los aza-res y vicisitudes que Dios tenga aún reservados a la gran-de obra de la Restauración Dominicana que con tanto de-nuedo como honra y gloria habéis emprendido. Creo, nosin fundamento, que el Gobierno Provisorio no dejará deapreciar luego que me comunique con él personalmentelo que he podido hacer en obsequio del triunfo de nuestrajusta causa, y espero de su alta sabiduría que sacará deello importantes y positivos resultados.

Dignáos aceptar los sentimientos de alta consideracióny aprecio con que se pone a vuestras órdenes el Gl. Drt.

II

Dios, Patria y Libertad, República Dominicana, Gobier-no Provisorio.

(7) Los compañeros de Duarte fueron su tío Mariano Diez, su hermanoVicente Celestino Duarte, el poeta Manuel Rodríguez Objío y el venezola-no Candelario Oquendo.

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Señor General Don Juan Pablo Duarte, Guayubín.

Señor General: El Gobierno Provisorio de la Repúblicave hoy con indecible júbilo la vuelta de Ud. y demás domi-nicanos al seno de su Patria. Nada más satisfactorio parael pueblo dominicano, que la prontitud con que los verda-deros dominicanos responden al llamamiento de la Patria;de esa Patria sostenida con el heroísmo y la sangre de sushijos. Por un momento llegó a desaparecer nuestra Inde-pendencia, y el pabellón de nuestra gloria se vio sumidoen el olvido; mas quedaba fijado en el corazón de todos losdominicanos, o al menos, en el de la mayor parte; y éstos,cuando creyeron llegada la hora oportuna lanzaron el gri-to de Independencia, que la tiranía y la traición habíanahogado, reanudando los lazos que los nobles soldados del44 habían establecido entre la familia dominicana.

La historia de los padecimientos de esta Patria, es lahistoria de su gloria; y cada dominicano en sus propiosinfortunios ha recibido glorias que le han hecho llevaderasu situación. Hoy víctima de la más espantosa miseria, todolo olvida y sólo trabaja por la consolidación de nuestra in-terrumpida independencia; en esta obra todos los hijos dela Patria están comprometidos, todos deben cooperar; asíno duda el Gobierno que Ud. también y sus compañerosde viaje cooperarán con su contingente; venga, pues, Ge-neral, la Patria le espera, persuadida que a la vez que lu-chamos para rechazar al enemigo, nos esforzamos por launión que es lo que constituye la fuerza.

Dios guarde a Ud. muchos años. Santiago, abril 1, 1864.

El Ministro de Relaciones Exteriores, Encargado de laVicepresidencia, Ulises F. Espaillat.

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Refrendado: el Ministro de lo Interior, etc., Interino A.Deetjen.

III

Santiago 21 de abril de 1864.

Señor General Don Ulises Espaillat, Ministro de Re-laciones Exteriores encargado de la Vicepresidencia.Presente.

El deseo de participar de los riesgos y peligros que arros-tran en los campos de batalla los que con las armas en lamano sostienen con tanta gloria los derechos sacrosantosde nuestra querida Patria, y la falta de salud que experi-mentaba al recibir la nota de fecha 14 del que cursa, por lacual se me ordenaba alistarme para emprender viaje a ul-tramar, me compelieron con harto sentimiento de mi co-razón a renunciar al alto honor que se me dispensaba enla importante misión que se trató de encomendarme; peroal ver el modo de expresarse, con respecto a mi vuelta alpaís, el Diario de la Marina (8), se han modificado com-pletamente mis ideas y estoy dispuesto a recibir vuestras

(8) El avieso escrito de El Diario de la Marina (La Habana, 28 de marzode 1864), reproducido en nuestro artículo Duarte y la Restauración, (LaNación, S. D., 16 de julio, 1941), es el siguiente:

“Hay noticias dignas de crédito de que el General Duarte ha venido a co-operar activamente con los rebeldes. Este Duarte, de nombre Don JuanPablo, es sujeto que hizo gran papel en 1844, cuando se formó la Repúbli-ca Dominicana, habiendo sido proclamado entonces como su primer Pre-sidente en el Cibao. Pero careciendo de tacto para saber manejar sus nego-cios, o sobradamente presuntuoso para contar con el apoyo de otras

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órdenes si aún me juzgareis aparente para la consabidacomisión, pues si he vuelto a mi patria después de tantosaños de ausencia ha sido para servirla con alma, vida ycorazón, siendo cual siempre fui motivo de amor entretodos los verdaderos dominicanos y jamás piedra del es-cándalo, ni manzana de la discordia. No tomo esta resolu-ción porque tema que el falaz articulista logre el objeto dedesunirnos, pues hartas pruebas de estimación y apreciome han dado y me están dando el Gobierno y cuantos ge-nerales, jefes y oficiales he tenido la dicha de conocer, sinoporque nos es necesario parar con tiempo los golpes quepueda dirigirnos el enemigo y neutralizar sus efectos.

Dios guarde a Ud. muchos años –J. P. Duarte.

influencias que las de sus vaporosos satélites, se malquistó desde el pri-mer instante con el General Santana, quien estrenó combatiéndole las fuer-zas y el prestigio que alcanzara en sus primeras victorias sobre los haitianos.Duarte sucumbió fácilmente, y salió proscrito para Venezuela, donde has-ta el día se había obstinado en permanecer oscuramente, sin embargo deque varias veces ha tenido, (y bajo el gobierno de S. M. con mayor razón)abiertas las puertas de su país. Es don de las nulidades políticas salir de lainactividad para consumar su descrédito, y el paso que da hoy D. PabloDuarte uniéndose a la pésima causa de la rebelión, merece desde luego lacalificación de disparate, y tal, que para ser capaz de cometerle se necesitaun cerebro desorganizado. Precisamente habrán querido Benigno Rojas ylos dos o tres jefes menos ignorantes de la rebelión sacar gran partido paracon los suyos de este incidente personal, y se pretenderá dar a Duarte lasignificación de un grande hombre capaz de hacer milagros.

“Resultado indefectible: que el Presidente Pepillo Salcedo, Polanco, elgeneralísimo y los no menos generalísimos Luperón y Monción, no que-rrán ceder la preeminencia que hoy tienen entre los suyos, y verán de reojosal recién venido, a quien considerarán como a un zángano perezoso queviene a libar la miel elaborada por ellas. Verdad es que la miel y la colmenano valen gran cosa; pero esos señores no las han visto más gordas, y lastienen en tanto aprecio que entre-riñen por ellas como César y Pompeyopor el imperio del mundo. Dígalo si no el ejemplo de Florentino asesinadopor Juan Rondón, a causa de rencillas anteriores sobre lo mío y lo tuyo enlos saqueos de Azua, San Juan, etc.

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IV

Santiago, 22 de abril de 1864

Señor General Juan Pablo Duarte.

El Gobierno ha recibido su nota fecha 21 de los corrien-tes por la que se ve que se decide usted a admitir la misiónque se le confiara.

Este Superior Gobierno no cree de ningún valor las ra-zones que motivan su última resolución, puesto que tantoél como los demás generales y corifeos de la Revolución,lejos de prestar ninguna atención al calumnioso artículodel Diario de la Marina, ven con mucho gusto el regreso asu país de todos los buenos dominicanos, los que ocupa-rán en él el puesto a que les haga acreedor los serviciosque presten a su país. Así, General, no crea usted ni por un

“La llegada de Duarte entre esa clase de gente, puede asegurarse, por con-siguiente, como una nueva causa de complicación y disolución que surgeentre los rebeldes, ya profundamente desmoralizados por sus propios des-órdenes, G”.

La prensa española también se hizo eco de la noticia. El periódico madrile-ño La España del 22 de abril de 1864, decía:

“Hay noticias dignas de crédito de que el general DUARTE había ido acooperar activamente con los rebeldes. Este DUARTE, de nombre donJUAN PABLO, es sujeto que hizo gran papel en 1844, cuando se formó laRepública Dominicana, habiendo sido proclamado entonces como su pri-mer Presidente en el Cibao. Pero careciendo de tacto para saber manejarsus negocios, o sobradamente presuntuoso para contar con el apoyo deotras influencias que las de sus satélites, se malquistó desde el primer ins-tante con el general SANTANA, quien lo combatió desde luego. DUARTEsucumbió fácilmente y salió proscrito para Venezuela, donde hasta el díase había obstinado en permanecer oscuramente, sin embargo de que va-rias veces ha tenido (y bajo el gobierno de S. M. con mayor razón) abiertaslas puertas de su país.

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momento que su presencia pueda excitar envidia ni rivali-dades, puesto que todos lo verían con mucho gusto pres-tando aquí sus buenos servicios a la Patria. Sin embargo,siendo muy urgente, como usted sabe, la misión a las Re-públicas sudamericanas, y habiendo este Gobierno conta-do con usted para ella como lugar donde usted mayoresservicios podría prestar a su Patria, aprovecha su decisión(si bien desaprobando las razones que la motivaron) y seocupa en mandar redactar los poderes necesarios para quemañana quede usted enteramente despachado y pueda, sigusta, salir el mismo día.

El Vicepresidente interino,

Ulise F. Espaillat

Refrendado:

El Ministro de Relaciones Exteriores A. Deetjen

V (9)

1.-Del Subsecretario del Ministerio de Ultramar alMinistro de Estado de España. Madrid, 6 de abril de 1864.

Ministerio de Ultramar. Excmo. Señor: El Goberna-dor Superior Civil de Santo Domingo dijo a este Ministe-rio en 8 de marzo último, lo que sigue: “Por conducto dig-no de crédito llegó a mi conocimiento a principios de estemes que D. Juan Pablo Duarte, Jefe del Partido Nacional

(9) Conservamos en nuestra Biblioteca personal los manuscritos origina-les de los seis documentos que figuran en este apartado.

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Dominicano en 1844, y primer Presidente de la Repúblicaproclamado en el Cibao en aquella época, se hallaba a fi-nes de febrero próximo pasado en la isla de Curazao, arre-glando los medios de favorecer con armas y dinero a lafacción de esta Provincia, y aún de ir a incorporarse a ella.Este Duarte fue proscrito por el partido opuesto al suyo enel mismo año de su advenimiento al poder y desde enton-ces ha residido oscuramente en Venezuela; pero se me haasegurado que a su reciente resolución de tomar parte ac-tiva en los actuales acontecimientos de esta Isla ha prece-dido un concierto, reservado por supuesto, con el Gobier-no venezolano, del que ha recibido ofrecimiento formalde armas, pertrechos y dinero para los insurgentes domi-nicanos, lo que se proveerá por el intermedio de una o doscasas de Curazao, que habrían principiado a esta fecha lasremesas. Aunque es posible que haya alguna exageracióno falsedad en estas noticias, no he creído conveniente des-preciarlas, y por consiguiente las he transmitido a nuestrorepresentante Encargado de Negocios en Caracas y a nues-tro Cónsul en Curazao, para que uno y otro indaguen loque haya de verdad en estos informes, y desplieguen susrecursos y facultades en oponerse a los manejos de los ene-migos de nuestra Reina (q. D. g.) en esta Isla”. De Realorden, comunicada por el Señor Ministro de Ultramar, lotraslado a V. E. para su conocimiento y efectos correspon-dientes. Dios guarde a V. E. muchos años. Madrid 6 deabril de 1864. El Subsecretario Gabriel Enríquez. Sr. Mi-nistro de Estado.

[Al margen del oficio anterior hay la siguiente aposti-lla]: Excmo. Señor: Por grandes que sean las simpatías delGobierno de Venezuela por los insurrectos de Santo Do-

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mingo, y sin extrañar al Subdirector que suscribe que lastenga aquel desorganizado país, no puede creer que se hayacomprometido a entregar a los revolucionarios dominica-nos las armas, dinero y pertrechos que tan escasos son enaquella arruinada República. Por precaución, sin embar-go, y a pesar de tener conocimiento de este supuesto con-venio al Encargado de Negocios de España en Caracas,podría encargársele que averiguara lo que puede haber decierto en esa noticia, y que, a ser cierta reclame con ener-gía contra ella haciendo comprender a aquel Gobierno queel de S. M. obrará con toda la firmeza necesaria para ven-gar tal ultraje. V. E. resolverá. José Ma. Mogollón. Con-forme, el Director M. Díaz del Moral.

2.-Del Ministerio de Estado al Encargado de Nego-cios de España en Venezuela. (Minuta). Madrid, 18 de abrilde 1864.

Al Encargado de Negocios de España en Caracas. Ma-drid 18 de abril de 1864. Por el traslado que el Sr. Minis-tro de Ultramar ha dirigido a esta Secretaría de Estado,de una comunicación del Gobernador Superior Civil deSanto Domingo, parece que un Don Juan Pablo Duarte,previo ofrecimiento formal del Gobierno Venezolano, sehallaba en Curazao, procurando suministrar recursos detodo género a los insurrectos de Santo Domingo. TendráV. S. ya conocimiento de este asunto, según que de la re-ferida comunicación se desprende, y es de esperar quehabrá V. S. tratado de averiguar lo que hubiere de ciertoy que, caso de serlo reclamará con la mayor energía yhaciendo comprender a ese Gobierno la firmeza con queel de S. M. procederá para vengar tamaño ultraje. Dios...(Minuta).

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3.-Del Encargado de Negocios de España en Venezuelaal Primer Secretario de Estado. Caracas, 5 de junio de1864.

Legación de España en Venezuela. No. 61. DirecciónPolítica. Excmo. Señor: Muy Señor mío: En respuestaal Despacho de S. E. No. 33, fecha 18 de abril último enel cual a consecuencia de comunicación dirigida a eseMinisterio por el de Ultramar me previene V. E. de or-den de S. M. reclame cerca de este Gobierno contra laprotección que parece presta a un D. Juan Pablo Duarteque en Curazao suministra auxilio de toda clase a losrebeldes de Santo Domingo, paso a manos de S. E. bajo elNo. 1 copia de un despacho que en 6 de marzo anterior hedirigido al Sr. Capitán General de dicha Isla concernien-te al mismo individuo de que es objeto la Real orden aque tengo la honra de contestar, y señalados con los Nos.2 y 3 copias de un oficio de la Capitanía General y de mirespuesta.

Este Gobierno rechaza rotundamente toda sospecha departicipación en la insurrección de Santo Domingo, y aun-que la experiencia nos enseña a dar muy poca fe a las pala-bras más formales de estos ministros, en la presente oca-sión el estado aflictivo del Erario y las obligaciones y deu-das de toda clase que sobre el país pesan dan carácter deverdad a la declaración del Ministro de Relaciones Exte-riores. Respecto al Sr. Duarte tengo motivos para creer queel 2 de marzo se embarcó en La Guaira para las Islas Tur-cas, sin poder asegurar que tal fuera en realidad el destinode la goletilla en que se embarcó. He oficiado al Cónsul deS. M. en La Guaira y al Vicecónsul en Puerto Cabello, pi-diendo informes que satisfagan al Gobierno de S. M.: aún

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no he recibido respuesta de uno ni de otro funcionario.Dios guarde a S. E. muchos años. Caracas 5 de junio de1864. Excmo. Señor B. L. M. de S. E. su más atento servi-dor, Antonio López de Ceballos. Excmo. Señor PrimerSecretario de Estado.

4.-Del Encargado de Negocios de España en Venezuelaal Capitán General de Santo Domingo. Caracas, 6 demarzo de 1864.

Copia No. 1. Legación de España en Venezuela. (Co-rresponde al despacho No. 61). Al Excmo. Señor CapitánGeneral de Santo Domingo. Caracas, 6 de marzo de 1864.Por las adjuntas copias de una Nota que he dirigido a esteSr. Ministro de Relaciones Exteriores y de su respuesta seenterará V. E. de los pasos que he dado a fin de que losAgentes del titulado Vice-Presidente de la República Do-minicana, Benigno Filomeno Rojas, no comprometiesena este Gobierno induciéndole tomar parte directa o indi-rectamente en cuestiones que no le atañen. A pesar de quealgunas personas me han informado que habían llegado aeste país Patentes de Corso en blanco expedidas por Be-nigno Rojas, nadie ha podido asegurarme que haya vistoningún ejemplar de ellas. Tengo motivo para creer, queun joven llamado Damirón vino a esta capital con algúnencargo de los Jefes de esa insurrección. Se ha hecho vigi-lar y he podido averiguar que el día 1 del actual se fue a LaGuaira juntamente con un General Duarte, dominicanoque ha servido en este ejército, y otra persona desconoci-da que pudiera muy bien ser un Sr. Rodríguez, procedentede esa Isla y que ha sido visto aquí muy a menudo en com-pañía de los otros dos. Damirón se embarcó el día 2 paraPuerto Cabello, en donde he tomado mis medidas para que

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se le sigan los pasos. Duarte y el otro compañero se em-barcaron el mismo día para las Islas Turcas; es probableque lleven intención de incorporarse a los que en ese terri-torio combaten la legítima autoridad de la Reina NuestraSeñora. Creo que esos sublevados no hallarán ningunaayuda en este país no porque deje de haber simpatías ha-cia tan mala causa, sino porque faltan los recursos necesa-rios para manifestar con hechos el odio al nombre espa-ñol. Dios...

5.-Contestación al oficio anterior. Santo Domingo, 19de mayo de 1864.

Copia No. 2. Capitanía General y Ejército de SantoDomingo. E. M. G. 0 Capitán Fiscal de la Comisión Mili-tar ejecutiva y permanente de esta Plaza, encargado deinstruir sumaria contra Don Amable Damirón, acusadode hallarse en inteligencia con los enemigos del Gobier-no de S. M., solicita de mi autoridad reclame de V. S. sesirva ampliar cuanto le sea dable el parte que me dirigiómanifestándome que Don Amable Damirón había sidoenviado por los insurrectos de esta Provincia para po-nerse en comunicación con un tal Duarte; que expreseigualmente cuanto haya podido averiguar después delindicado parte referente a la causa que lo motivó u otrasanálogas, por ser necesarias estas noticias al mayor es-clarecimiento de la referida causa. Lo digo a V. S. por sise sirve disponer lo conveniente al cumplimiento de losolicitado, por convenir así al mejor servicio de S. M. ybuena administración de justicia. Dios..., Santo Domin-go 19 de mayo de 1864. El General en Jefe (J. José delVillar) Sr. Cónsul General Encargado de Negocios de S.M. C. en la R. de Venezuela.

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6.-Respuesta al oficio anterior. Caracas, 5 de junio de1864.

Copia No. 3. Excmo. Señor: En respuesta al oficio deV. E. de 19 de mayo último en que me manifiesta la conve-niencia de que por esta Legación se amplíen, en lo tocantea Don Amable Damirón, los informes contenidos en lacomunicación de 6 de marzo sobre varias personas natu-rales o procedentes de esa Isla, que en las actuales circuns-tancias podían ser sospechosas de afección a los rebeldes,debo manifestar que en este país ni el mismo Gobiernotiene policía, y que todo el que llega a los puertos entra,sale y circula con absoluta libertad, de donde resulta quelas noticias que esta Legación haya comunicado o puedaen lo futuro comunicar, carecen de la seguridad de la evi-dencia que necesitarían para constituir pruebas contraaquellos individuos: por lo tanto su objeto no es, ni puedeser otro que alertar a las autoridades de S. M. Habiendonoticias de que algunos sujetos procedentes de esos domi-nios habían llegado a este país, encargué a un súbdito es-pañol que averiguase sus nombres y vigilase sus pasos. Deeste modo supe que el expresado Damirón había sido vis-to en compañía de un Señor Duarte y de otro individuoque después he averiguado ser Don Mariano Diez, queaquel entró varias veces en la casa de Gobierno y tuvo en-trevistas con los Ministros o con empleados de los Minis-terios, y después de algunos días de permanencia aquí sefue a La Guaira y de allí a Puerto Cabello, y que los dosúltimos se embarcaron para las Islas Turcas, sin que yopueda asegurar que éste fuese realmente su destino.

Si bien es de presumirse, por todos estos indicios, quela venida de Damirón a este país estuviese relacionada con

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esa insurrección, no hay nada que lo pruebe; y los pasos yvisitas de dicho Señor durante su permanencia en estaCapital admiten una interpretación inocente. Este Gobier-no, interpelado por mí sobre el particular, ha contestadode una manera terminante que “ni se han presentado co-misionados de los rebeldes de Santo Domingo pidiendoauxilios, ni estos auxilios les serían concedidos si se pre-sentase alguna persona a solicitarlos”. En despacho de 18de abril último se digna preguntarme de Real orden elExcmo. Señor Ministro de Estado si don Juan Pablo Duarte(a quien creía en las Islas Turcas) es la persona encargadaen Curazao de enviar recursos a los sublevados de esta Isla,y si el Gobierno de Venezuela tiene alguna participaciónen el envío de estos recursos. Sobre lo primero he pedidonoticias al Cónsul de S. M. en La Guaira y al Vicecónsul enPuerto Cabello: sobre la segunda parte, dejando a un ladola rotunda denegación de este Ministerio de RelacionesExteriores, creo que el Gobierno venezolano se halla tandesprovisto de recursos para sus más imperiosas necesi-dades, que mal puede prestar auxilio a una causa extran-jera, por más que todos los malos elementos de esta socie-dad (y son los que dominan) simpaticen con esos subleva-dos. Dios…, Caracas, 5 de junio de 1864. Excmo. SeñorCapitán General de Santo Domingo. Están conformes:Antonio López de Ceballos.

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Todos los dominicanos sonsoldados de la Patria

DECRETO. SANTIAGO, MAYO 12 DE 1864.(LEYES..., DOC. 786).

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Gobier-no Provisorio.

Considerando: que si, con la ayuda de la Divina Provi-dencia, logramos arrojar de nuestro suelo a los vándalosde España, que usurpando nuestros derechos, lograrondominarnos, todos sin excepción disfrutarán de los bie-nes que trae consigo la libertad y la independencia.

Considerando: que en la sociedad Dominicana no hayclases privilegiadas y que por consiguiente todos sin ex-cepción deben soportar las fatigas de la guerra, y demáscargas del Estado.

Considerando: que si por un lado el ejercicio de las ar-tes y del comercio es muy útil y necesario al sostenimientodel Estado, no es motivo para que los que están dedicadosa esas ocupaciones queden exentos totalmente del servi-cio público.

Considerando: que si los bárbaros de España volvie-sen a dominar el país, no se salvarían de su cuchillo, ni

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aun los que creyendo evitar el peligro buscasen su salva-ción en la fuga.

Considerando: por último, que al Gobierno le está en-comendada la salvación de la Patria y que para ello debetomar todas las medidas que estén a su alcance.

HA VENIDO EN DECRETAR Y DECRETA:

Art. 1.-Todos los Dominicanos son soldados de laPatria.

Art. 2.-Todos los Dominicanos desde la edad de quincehasta la de sesenta años, están obligados a tomar las ar-mas en defensa de la Patria; y en esa virtud deberán estartodos enrolados en compañías.

Art. 3.-Los individuos que por sus ocupaciones no de-ban estar en servicio activo permanente, formarán sinembargo cuerpos separados, que podrán hacer el serviciode las plazas.

Art. 4.-Todo individuo para poderse ausentar del lugarde su residencia deberá obtener una licencia de los Jefesde sus respectivos cuerpos, visada por el Comandante deArmas del lugar.

Art. 5.-Todo individuo que veinte y cuatro horas des-pués del toque de alarma, no se hubiese presentado en sucuerpo, y que al verificarlo después, no pueda justificarque se hallaba ausente por una licencia legal, será someti-do al Consejo de Guerra y juzgado según el Código PenalMilitar.

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Santiago de los Caballeros, mayo 12 de 1864.

El Ministro de Relaciones Exteriores encargado de lavice-Presidencia Ulises F. Espaillat. Refrendado: El Mi-nistro de Guerra, J. B. Curiel. Ministro de Hacienda J. M.Glas. Ministro de Relaciones Exteriores, P. Frco. Bonó.Ministro del Interior, Justicia y Policía, S. Valverde.

[Hoja impresa. Biblioteca de E. R. D.]

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A los dominicanosPROCLAMA. MAYO 16 DE 1864.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 10, JUNIO 18 DE 1864)

Dios, Patria y Libertad, República Dominicana. Gobier-no Provisorio.

DOMINICANOS! El mal aconsejado Gobierno Espa-ñol, a quien su honra y sus glorias nacionales impiden,según parece, confesar que hubo dolo y vergonzosos ma-nejos en la adquisición que de la República Dominicanahizo el Gabinete O’Donnell, persiste en su bárbaro cuantodescabellado propósito de sellar con la inocente sangre delos dominicanos un contrato indecente, celebrado con cua-tro traidores, y respecto al cual habría gloria y honor enreconocer su nulidad.

DOMINICANOS! Nuestro insensato enemigo, so pre-texto de que no puede mancillar sus glorias, no abandonauna contienda en que todo el derecho está de nuestra par-te y para dejar bien puesta su honra, busca traidores, quea precio de oro, le hagan lograr, lo que por la fuerza de lasarmas, no pueden conseguir sus tropas.

DOMINICANOS! Nuestro enemigo, siempre mal acon-sejado, nos ataca en las Provincias del Cibao, con el obje-

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to, según dicen, de vencer la Revolución en su misma fuen-te. ¡Como si ésta tuviese otro origen y otro foco que el co-razón de cada Dominicano! Por todas partes han sido ven-cidas las tropas españolas; por todas partes han encontra-do el mismo propósito de disputarles la victoria: las queacaban de llegar no han experimentado aun vuestro ardi-miento y vuestra pujanza; vuestro ardor y entusiasmo,vuestro arrojo, vuestro furor en la pelea; son tropas fres-cas que aun no os conocen: –vienen a recibir una lección;–dádsela.

Dominicanos! Tened confianza en la Divina Providen-cia, que protege nuestra causa: confiad en vuestros jefesque os conducirán a la victoria, y en el patriotismo de laNación, que primero se reducirá a cenizas, que sometersede nuevo a la dominación extranjera.

El Gobierno tiene confianza en vosotros; confiad voso-tros en él, que os acompañará hasta dejar afianzada nues-tra Independencia y nuestra Libertad.

¡Viva la Independencia! ¡Viva la Libertad!

Dada en Santiago de los Caballeros, a 16 de mayo de1864. El Vicepresidente interino, Ulises F. Espaillat. ElMinistro de la Guerra, J. B. Curiel. El Ministro del Inte-rior, etc., S. Valverde. El Ministro de Hacienda, J. M. Glas.El Ministro de Relaciones Exteriores, P. F. Bonó.

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A los Pueblos y al EjércitoPROCLAMA. JUNIO 1 DE 1864.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 11, JULIO 2 DE 1864).

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Benig-no F. de Rojas, General de División, Comandante en jefede las líneas del Sur y del Este, y el General EusebioManzueta, Subjefe de las mismas.

A los pueblos y al ejército.

Conciudadanos: elegidos por nuestro Gobierno, paraatender la defensa y operaciones militares de estos pue-blos, debemos dirigirnos a vosotros con toda la sinceridadque nos es característica para explicaros los principios quenos animan, como fieles intérpretes de los sentimientosde nuestros compañeros, y del gobierno bajo cuyas órde-nes servimos.

Libertar la patria del ominoso yugo extranjero que laoprime, hacer respetar las vidas y propiedades de nues-tros conciudadanos, dar una cordial acogida a todos losdominicanos, cualesquiera que hayan sido sus conviccio-nes, y que de buena fe vengan a tomar su puesto en lasgloriosas filas de la patria, no deponer las armas mientras

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que el pueblo dominicano no haya recuperado sus dere-chos de Nación libre, soberana e independiente: he aquílos principios que proclamamos en agosto en los camposde Dajabón, y de que seremos fieles ejecutores, defendién-dolos a costa de nuestras vidas, antes que ceder la tierrade nuestros antepasados a un yugo extranjero bárbaro yopresor.

Dominicanos! Desoíd la voz de la perfidia y la falsedadde nuestros enemigos; no os dejéis seducir por el vil inte-rés con que pretenden comprar vuestros servicios, parahaceros empuñar las armas en contra de vuestros herma-nos y de vuestra patria. No déis crédito a la voz de esosfalsos propagandistas que desfigurando la verdad y loshechos os ocultan que la revolución triunfa por todas par-tes, y el pabellón de la Cruz ostenta su orgullo y altivez entodos los pueblos del Oeste, del Sur y del Este. Las Provin-cias del Cibao, fuertes baluartes de la libertad de la Repú-blica, será la tumba del soberbio español, a la par que lacuna de la regeneración nacional. Militares! El enemigoestá en su agonía; nuestra causa justa y santa la protegevisiblemente la Providencia; un esfuerzo más, valor y cons-tancia y el triunfo es nuestro.

Paz y olvido de sus faltas para todos los dominicanos;guerra sin cesar al tirano opresor. Cuartel general enYamasá, junio 1º de 1864. Firmados: B. F. de Rojas. E.Manzueta.

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Candelario Oquendo,Proclama a los dominicanos

NOVIEMBRE 18 DE 1864.(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 17, NOVIEMBRE 26 DE 1864).

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana.Candelario Oquendo hijo, General de los EjércitosLibertadores de Santo Domingo.

A los Dominicanos: El ruido de vuestras armas y la nue-va de vuestros triunfos resonaron victoriosos en el suelode Venezuela, mi país natal, apenas el grito de libertad quelanzásteis en los montes de Capotillo, humillando la so-berbia del león ibero, dio margen a la reivindicación devuestros derechos de pueblo independiente.

Desde allí asistí con los ojos de la imaginación a la in-mortal jornada de Guayacanes y contemplé lleno de entu-siasmo vuestro valor en el combate, vuestro generoso pro-ceder con el vencido; desde allí os vi aparecer cubiertos degloria por las fértiles campiñas que riega el apacible Ozama,y oí la detonación de vuestros cañones a las márgenes delJura.

Empapado en los principios democráticos que impe-ran en el vasto continente americano, creado en el seno delas instituciones liberales y republicanas de un país que

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luchó largos años por la misma causa que vosotros, y conel mismo enemigo, habría hecho traición a mis propiosprincipios, si no hubiese corrido a vuestro lado a compar-tir con vosotros los azares de una guerra, por demás em-peñada del débil contra el fuerte, de la libertad que se alzademandando la caída y el oprobio del despotismo.

Así que, en el mes de marzo del presente año, a truequede los obstáculos del bloqueo, y a despecho de las amena-zas del mar, arribé a vuestras playas, lleno de la nobleambición de acompañaros, animado de los mejores de-seos de probaros que son vuestros hermanos los hijos dela Patria de Bolívar.

En vano me esforzaré en hablaros del profundo y sin-cero sentimiento de gratitud hacia vosotros que albergómi corazón desde el instante mismo en que posé la plantaen el suelo heroico por excelencia, en la tierra de los pro-digios, de victorias y grandezas, en el territorio dominica-no. En vano os hablaré de la adhesión pura y desinteresa-da que me encadena a vuestra causa, que es la causa deAmérica, la causa de todos los pueblos en cuyo recinto hapenetrado la luz de la civilización; pálido y más que páli-do; inútil sería el bosquejo de aquellos sentimientos, cuan-do en mi concepto, ellos se comprueban más elocuentescon la acción y el silencio.

Pero sí debo deciros, en mérito de la verdad y la justi-cia, que si grande fue el alborozo, y arrebatador el entu-siasmo que a mi espíritu comunicó ayer la historia de vues-tros hechos, sublime y grandioso es hoy el orgullo que ex-perimento de haberla leído en vuestro suelo y haber se-guido aquellos de cerca, paso a paso, en el transcurso detiempo desde mi regreso a la fecha. Más de una vez he sido

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testigo de vuestros triunfos, y repetidas ocasiones os heacompañado a luchar en los campos de Puerto Plata: re-medos son aquellos de tantas hazañas y victorias, comocontó la armipotente Roma en los tiempos de su poderío.

Seguid, pues, impertérritos en la lucha que venís soste-niendo en defensa de la libertad dominicana contra un ene-migo fuerte, es verdad, pero que en vano se empeña porvencer: vuestro valor y denuedo recompensaron la faltade recursos de que adolecíais cuando enarbolásteis el pa-bellón de la Cruz, emblema de vuestra reaparición políti-ca en el catálogo de las naciones, el día 16 de Agosto de1863, y hoy oscurecen las glorias de la vencedora de Tetuán,de la patria de Zuazola y Antoñanza.

No desmayéis en la grande obra de la restauración dela República. El mundo entero os contempla, y os aplaudecomo los nuncios de la estabilidad americana, como losmodelos de los defensores de las libertades patrias, comola esencia del heroísmo y abnegación que distinguieron alos hijos de la inmortal Cartago.

Un paso más por la senda del honor y del deber, quehasta hoy habéis seguido, y los laureles de la victoria másacabada coronarán la gloriosa revolución en la cual venísreconquistando la autonomía y libertad del pueblo vendi-do al capricho del insolente godo por un vil mandatariocuyo recuerdo causa rubor, cuyo nombre horroriza.

Guerra eterna al español! Guerra cruenta a los enemi-gos de la independencia dominicana! Aún no han sucum-bido los héroes de Capotillo; allá a las márgenes del Ozamaexisten héroes: héroes cuentan el Yaque y el Yuna; solda-dos valerosos nacen del polvo que levantan las batallas y

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del ruido incesante de victorias sobre victorias acumula-das sobre vuestra bandera, fórmase el pedestal de la re-dención política porque lidiáis.

Dominicanos, mis compañeros de armas! Voy a ausen-tarme de vuestro heroico suelo; pero muy en breve esperoser portador de grandes nuevas, que acabarán de llevarosa un completo triunfo. Esta esperanza mitiga el pesar queme causa tal separación.

Santiago de los Caballeros, noviembre 18 de 1864.–Candelario Oquendo hijo.

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J. M. Cabral, ProclamaNOVIEMBRE DE 1864.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 17, NOVIEMBRE 26 DE 1864).

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana.

José María Cabral, General de División, Jefe superiorde operaciones de la línea del Sur.

Dominicanos! Corramos a las armas! La altivez de Es-paña en nuestro territorio raya definitivamente en su ago-nía, mientras que nuestro pabellón se enhiesta por unaescala de triunfos en la Provincia del Seibo. El valerosoGeneral Eusebio Manzueta ha destruido completamentelas fuerzas enemigas que la guarnecían, y un batallón quesalió de Azua a reforzarlas ha entrado en Santo Domingopor el camino vergonzoso de la fuga con trescientas bajaspor trofeo.

Dominicanos! A las armas! La hora de la vergüenza hasonado para España, a la que no le queda ya ni la gloria deinvocar la tradición; porque la tradición se borró para siem-pre en los gloriosos campos de Capotillo en diversas de-rrotas, y hasta su recuerdo desaparecerá como una som-bra con la última que le espera bajo los muros de SantoDomingo.

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Habitantes de esta línea! Aun nos resta dar a nuestrosenemigos una lección más de heroísmo sobre los camposde Azua. En ellos tenéis abierta una senda que conduce alhermoso templo de la gloria: lanzaos a él con la fe en elcorazón y la esperanza en la Providencia que tan visible-mente ha protegido y sin descanso sigue protegiendo nues-tra causa.

Vamos, pues, a Azua, con la firme resolución de vencero de morir en la contienda. Yo os daré el ejemplo; y allíentraremos todos a una vencedores, o todos a una exhala-remos el último suspiro sobre el campo, agradecido delhonor. Este es el Juramento que desde el principio de larevolución hicimos en el altar de la libertad, y ésta tam-bién la hora suprema de cumplirlo.

Dominicanos! Desenvainad vuestros aceros siemprevictoriosos; el mío, como la estrella de Oriente a los Ma-gos, os alumbrará el camino: venid, pues, y gritad conmi-go: “MUERTE 0 LIBERTAD”.

Sí! Muerte o libertad: he ahí el lema escrito en la hojade mi espada; he ahí también nuestra divisa.

Cuartel general en San Juan, noviembre de 1864.–J. M. Cabral.

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Gaspar Polanco, ProclamaOCTUBRE 11 DE 1864.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 14, OCTUBRE 20 DE 1864).

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana.

Gaspar Polanco, antiguo General de División de losEjércitos de la República.

Conciudadanos! Cuando en la noche de ayer por vues-tra voluntad fui electo Presidente del Gobierno Provisorio,comprendí que el pueblo ansiaba por un jefe de su con-fianza que le brindase garantías por razones que a nadieles son desconocidas. Como soldado de la patria podéiscontar con mi espada; como Presidente, no desviándoosde los principios de orden podréis contar con un apoyo.

Soldados! Vosotros que conocéis de mucho tiempo missentimientos, porque a mi lado habéis lidiado por la sal-vación de la patria, podéis contar conmigo, siempre queseáis dominicanos anhelosos de vuestra independencia.

Extranjeros! Vivid sosegados: la Revolución tiene subase en los sólidos principios del Derecho proclamado porlas Naciones civilizadas.

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Prisioneros de guerra! De vuestra moderación depen-de vuestro sosiego: vivid tranquilos, que yo como centine-la de la patria, velaré incesante por vosotros si os hacéisacreedores a mis cuidados; de lo contrario, os haré sufrirel castigo que os imponga la ley.

Honorables Miembros del Gobierno! Seguid como has-ta ahora, no desmayéis jamás, que durante la Providenciaextienda su mano protectora sobre los dominicanos, ven-ceremos; e irremediablemente saborearemos los dulcesfrutos del árbol de la paz.

¡Viva la Libertad!

¡Viva la Independencia!

¡Viva el heroico pueblo dominicano! Dado en Santiagode los Caballeros a los 11 días del mes de octubre de 1864;21º de la Independencia y 2º de la Restauración. –GasparPolanco.

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Gaspar Polanco, a los Pueblos. ProclamaOCTUBRE 11 DE 1864.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 14, OCTUBRE 20 DE 1864.

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Gobier-no Provisorio.

A los Pueblos: Compatriotas: Cumple al deber del Go-bierno anunciaros un hecho de alta trascendencia políti-ca, que ha tenido lugar en la noche del día de ayer.

La fuerza pública, muchos jefes y oficiales del Ejército,y numeroso pueblo, reunidos en el Fuerte de esta ciudad,y presididos por el Sr. General Gaspar Polanco han consi-derado conveniente a la salvación de la Patria desconocerabsolutamente, y ha quedado desconocida, la autoridaddel Sr. General José Antonio Salcedo como Presidente delGobierno Provisorio de la República. En su lugar ha sidoproclamado con entusiasmo como tal Presidente del Go-bierno el Benemérito General Sr. Gaspar Polanco.

Conciudadanos! Ninguna otra innovación: Los demásseñores Miembros del Gobierno continúan en sus pues-tos, y los negocios en el mismo estado anterior, salvo lareforma que demanden las circunstancias. Esta es la ge-

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nuina expresión de la mayoría de la Nación, ésta la volun-tad general; intertanto tiene su efecto la gran ConvenciónNacional, convocada ya, y la cual debe deliberar lo que másconveniente sea a nuestro país.

Compatriotas! A los ciudadanos toca respetar esa vo-luntad, esa mayoría; al gobierno corresponderecomendaros el acatamiento, la obediencia y respeto aese acto, que él mismo ha reconocido. Sin la sumisión alas autoridades sin el sometimiento al querer general deuna Nación, no es posible que ella llegue a ser libre, feliz ytriunfante de oprobiosa dominación extraña.

Consagración patriótica a los verdaderos intereses delEstado, y la mejor posible marcha administrativa, es elactual programa del gobierno.

Viva nuestra Independencia y nuestra Libertad!

Santiago, octubre 11 de 1864, 21º de la Independenciay 2º, de la Restauración. Silverio Delmonte, Ministro deGuerra encargado de la Presidencia. Vicente Morel, Mi-nistro del Interior, Justicia y Policía. M. Ponce de León,Secretario general y Ministro de Relaciones Exteriores.Rafael Ma. Leyba, Ministro de Hacienda.

[Hoja impresa. Biblioteca de E. R. D.]

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Gaspar Polanco, ManifiestoOCTUBRE 15 DE 1864.

(BOLETIN OFICIAL, NÚM. 14, OCTUBRE 20 DE 1864).

Dios, Patria y Libertad, República Dominicana.

Gaspar Polanco, General de División Presidente del Go-bierno Provisorio. Manifiesto.

El querer general de los pueblos y la aclamación uná-nime del Ejército Libertador me han llamado a ocupar laPrimera Magistratura del Estado, desconociendo la auto-ridad que, con el mismo carácter, ejerció durante un añoel General José Antonio Salcedo. La salvación de mi pa-tria reclamaba de algún tiempo atrás una reforma; y sólobajo la presión de este convencimiento me determiné aacaudillar el hecho que la produjo, bien ajeno de ambicio-nes personales. Habría deseado que la elección popularno hubiese recaído en mí para la Presidencia del GobiernoProvisorio; y si me he sometido a ella la he hecho sólo paradar una prueba de acatamiento a la soberana voluntad demis conciudadanos, imponiéndomelo como un sacrificiomás en obsequio de ellos, y dispuesto a confirmar esta ver-dad el día en que se reúna la Convención Nacional ante lacual depondré el poder de que se me ha revestido.

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La Nación entera conoce bien las causas que han pro-ducido la destitución del General Salcedo, pues no de otromodo pudo generalizarse el descontento que causaba supresencia en el Gobierno; pero yo no puedo eximirme dereseñarlas, tanto por mi satisfacción propia, como parapreservar a los dominicanos de cualquier calificación in-justa con que sus enemigos intenten afrentarles.

Hace tiempo que la gloriosa Restauración iniciada el16 de agosto para expulsar de nuestro suelo el despotismoibero, había perdido el vigor de los primeros días: a las vic-torias increíbles, a los hechos de armas portentosos, habíasucedido el desaliento y la inacción, mientras que tal estadode decadencia, alentando las esperanzas de nuestros ene-migos, inducíales a concebir la posibilidad de vencernos; yasí era forzoso que aconteciese, porque el primer mandata-rio de la Nación, alejado siempre del centro gubernativo,destruía inconsultamente las mejores disposiciones del go-bierno, y las anulaba sin consideración. Esta conducta, pro-duciendo embarazos difíciles de vencer, contrariaba sin ce-sar la marcha de la Revolución; y existiendo un ejecutivo encampaña y otro en la capital, no existía en definitiva Go-bierno alguno. Pensaba también el General Salcedo mere-cer el título de magnánimo tolerando las demasías de losespañoles, en tanto que, esta tolerancia culpable, cuandola energía era un deber, daba por resultado debilitar el es-píritu público, constituyéndose involuntariamente el can-didato de una reacción que si bien no podía tener éxito,pudiera poner la patria en gran peligro (10).

(10) El siguiente escrito, aparecido en el periódico madrileño La España,Núm. 5597, del 5 de noviembre de 1864 –precisamente el día de la muerte

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El ansia de popularidad impulsaba frecuentemente alGeneral Salcedo a hacer erogaciones crecidas de papelmoneda, contrariando siempre la voluntad de sus cole-gas en el Gobierno; para comprar a alto precio algunasvoluntades, aumentando así el descrédito de la moneday destruyendo de todo punto la base de nuestro sistemafinanciero.

Perseverante siempre en la idea de anular los actos desus colegas, destruyó el Gobierno creado el 14 de septiem-

de Pepillo Salcedo– servirá para ilustrar algo más el enigma de su muerte,porque, sin dudas, la insidiosa noticia de las manifestaciones callejeras del29 de septiembre, en Santo Domingo, trascendieron al campo dominica-no, influyendo en el receloso Gaspar Polanco, cuyo feroz nacionalismo con-tribuyó de modo principal al triunfo de la causa dominicana. Los crímenesno se justifican, pero se explican:

ULTRAMAR. Santo Domingo.- Las últimas correspondencias de SantoDomingo nos comunican las siguientes noticias relativas al sometimientode los rebeldes y pacificación de la isla:

“El nombrado PEPILLO SALCEDO, jefe de los insurrectos, ha remitido aMontecristi todos los prisioneros nuestros que conservaban en su podercomo rehenes; y al dar este paso tan grato para nosotros, también ofrecesometerse a nuestra primera autoridad con las fuerzas de su mando, ase-gurando a la vez que las partidas sueltas que circulan por los demás de laisla serán sometidas también, merced a la influencia que sobre ellas tieney los medios de que puede disponer para cumplir esta promesa.

No es dable pintar con su verdadero colorido, el entusiasmo con que hasido recibida esta grata nueva, pues todos a la vez se felicitaban con lasmayores demostraciones de júbilo, dando gracias a la Divina Providenciapor tan feliz suceso y la salvación de nuestros caros hermanos que tantospeligros han corrido y por quienes tanto se ha ido temiendo que fueransacrificados.

Una orquesta improvisada recorrió las calles de esta capital en la mañanade este día (29), [septiembre] anunciando a su vecindario tan feliz nueva ypreparándolos para que con ella se dispusiese a gozar de mayores demos-traciones.

Las últimas noticias de Montecristi alcanzan al 5 de octubre.

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bre de 1863 por elección popular, porque en uso de susfacultades había confirmado la sentencia de muerte que elConsejo de Guerra pronunció contra un traidor convicto yconfeso, constituyéndose desde luego el General Salcedoen Dictador Supremo de la Nación sin consultar la volun-tad de ella: creó arbitrariamente un Ministerio, yreasumiendo los derechos de un pueblo que pelea por sulibertad, cercenó ésta, y desorientó la opinión nacional;pero su dictadura, poco atenta a la administración de losnegocios públicos, y absorbida toda en su personalidad,dejaba desmoronarse poco a poco la obra grandiosa del 16de Agosto, entregado a diversiones y placeres frívolos quemanchaban la dignidad del pueblo dominicano cuya re-presentación había absorbido.

Los cinco comisionados por Salcedo llegados a Montecristi el día 19 fueronlos siguientes: PABLO PUJOL, PEDRO A. PIMENTEL, ALFREDODEETJEN, BELISARIO CURIEL y TEOFILO [Manuel Rodríguez] OBJÍO.

El día 26 y 28 habían llegado a Montecristi el subteniente don MIGUELMUZAS, ayudante del Sr. VELASCO, Da JULIANA RUIZ con dos hijos y elasistente del antedicho subteniente, que se encontraban prisioneros”.

En Madrid, en la sesión del Senado del 20 de enero de 1865, el Duque de laTorre explicaba así la muerte de Salcedo: “… cuando el General Gándarahizo su brillante expedición sobre Puerto Plata, el desaliento de los rebel-des fue tal, que se presentó Salcedo y entró en tratos y negociaciones Conel General en Jefe del Ejército. Y tengo noticias auténticas, aunque no quierorevelar por quién para no comprometer al que me las ha dado..., de que lafacción estaba disuelta; pero como no siguió el movimiento que se hizosobre Puerto Plata, se rehicieron, marchóse Salcedo, se apoderaron de él.Polanco se apoderó y asesinó al hijo de Salcedo, y se levantó con el Poder.Ha habido cuatro contrarrevoluciones desde que empezó la revolución...”No se trataba de un hijo de Salcedo, sino del mismo infortunado Presiden-te. Por ligereza, pues, o por maquiavelismo, las autoridades españolas deSanto Domingo, el General Gándara en primer término, tuvieron su partede culpabilidad en la muerte de Pepillo Salcedo: las apariencias no dejande favorecer al General Polanco, al victimario.

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Los actuales representantes del gobierno español, queen vista de tantos desaciertos llegaron a concebir la posi-bilidad de una sorpresa diplomática y militar, iniciaronnegociaciones de paz; y el General Salcedo, ansioso de ella,diputó una Comisión a Montecristi compuesta de los Ge-nerales A. Deetjen, Julián B. Curiel, Pablo Pujol, Pedro A.Pimentel y el Coronel Manuel Rodríguez Objío.Celebráronse algunas conferencias con el señor TenienteGeneral don José de la Gándara, cuya malicia, sorprendi-da por la Comisión, movió a ésta a cortar las relacionesentabladas y regresó al campamento dominicano, dandoel grito de alarma.

El General Salcedo, adormecido en las esperanzas depaz, había completamente descuidado los cantones próxi-mos a Montecristi y aunque la actitud del pueblo y el ecode aquella alarma le indujo a lanzar una alocución belico-sa, concibió, sin embargo, la idea de diputar otra Comi-sión que probando su debilidad para con los enemigos,humillase la dignidad nacional. En medio de estas dilacio-nes y abandono le sorprendió el movimiento popular queprodujo su caída; y los patriotas, reanimados con este he-cho, han sentido renacer en ellos el vigor revolucionarioque las circunstancias reclaman. Yo me he complacido endirigirlos, penetrado de la necesidad que tal reforma exi-gía; con ella se ha asegurado la nacionalidad dominicana;ella ha dado nuevas garantías de triunfo a nuestra causa;ella ha salvado nuestra libertad. Si España persiste en supropósito de someter al pueblo a quien represento y laguerra se hace inevitable, mayores habrán de ser nuestrasglorias; si ella quiere la paz, el camino para alcanzarla estáexpedito; los dominicanos rechazan su dominación: que

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desista de querer imponérsela. Mi presencia en el Gobier-no es la representación del pensamiento nacional, que notiene otro objeto sino la expulsión del enemigo común, delorden, del vigor, de la economía en la hacienda pública,de la regularidad y método en el servicio, de la actividad yconstancia en la obra de restauración que el pueblo domi-nicano se ha propuesto.

Creo haber cumplido con mi deber haciendo la presen-te exposición, y enunciando mi programa: el mundo im-parcial juzgará de los hechos.

Santiago de los Caballeros, octubre 15 de 1864; 21º dela Independencia y 2º de la Restauración. –GasparPolanco.

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Gaspar Polanco, ProclamaDICIEMBRE 18 DE 1864.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 21, ENERO 4 DE 1865).

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana.

Gaspar Polanco, General de División y Presidente delGobierno Provisorio.

Cibaeños: En todas partes se levantan héroes que ilus-tran la causa nacional: de todas partes recibe el Gobiernonuevas de triunfos que deben enorgulleceros y estimularvuestro patriotismo.

Voy a salir para la línea del Noroeste, y cuento que meseguiréis todos sin excepción de persona, sin presentarexcusa de ningún género.

Todos los dominicanos son soldados cuando la Patriareclama su concurso.

Cibaeños! Dejad el hogar por un momento y venid con-migo a correr los azares de una campaña.

Si desairáis esta insinuación, no creeré en vuestra ferepublicana y me daréis derecho para juzgaros traidores ala causa santa de la Patria.

Santiago, diciembre 18 de 1864. –G. Polanco.

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Pimentel, Monción y García,a los dominicanos

ENERO 25 DE 1865.(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 23, FEBRERO 26 DE 1865).

Exposición que hacen a sus conciudadanos los genera-les Pedro Antonio Pimentel, Benito Monción y FedericoGarcía, Jefes del Ejército Expedicionario.

Dominicanos! En cumplimiento del más sagrado de losdeberes, nos obliga a daros hoy cuenta de las poderosascausas que nos impulsaron a aceptar la dirección del mo-vimiento que los pueblos, en uso de su más inmanentederecho acaban de efectuar; desconociendo el GobiernoProvisorio y sustituyéndole con otro que mejor inspiradorepresente la verdadera voluntad nacional.

Dominicanos! Cuando en los meses de agosto y sep-tiembre del año de 1863, allá en las montañas de Capotilloy en los campos de Dajabón, Jácuba y Montecristi, un pu-ñado de hombres dieron el grito de ¡Patria o muerte! sa-crificando sus familias, quemando sus hogares y ofrecién-dose en holocausto a la libertad de nuestra querida patria,vendida por media docena de traidores al Gabinete deMadrid; el General José Antonio Salcedo, fue uno de nues-tros más aventajados compañeros y el más generoso de

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nuestros soldados. Su desprendimiento y su abnegaciónpatriótica lo señalaban de antemano para presidirnos enla titánica lucha que habíamos emprendido. A duras pe-nas, no obstante, se logró que aceptara la Presidencia delGobierno Provisorio; marchando en seguida como simplesoldado a recoger nuevos laureles en los campos de bata-lla. Corría el mes de octubre del año expirado: por enton-ces España, fatigada de la lucha y creyendo sorprendernuestro patriotismo, ofreció la paz. El Presidente Salcedo,creyendo ser de su deber imponerse de las proposicionesdel Gabinete de Madrid, envió al campamento español unaComisión, tal vez arrastrado por la generosidad de su alma,que hizo preceder por dos oficiales españoles, prisionerosde guerra y de elevada graduación, a quienes dio la liber-tad, queriendo, quizás, de este modo, facilitar en cuantofuera compatible con su propia honra, las negociaciones,no contando con la perfidia y las asechanzas de sus ene-migos, que aprovechando la ocasión, le supusieron com-plicidad y crimen, donde sólo había generosidad y pro-fundo patriotismo; y de todo lo que hicieron un pretexto,pérfidamente manejado, para acusarlo ante el tribunaldesapercibido de la opinión pública.

Cayó del Poder el General Salcedo; pero no se detuvoaquí la acción de sus gratuitos enemigos. Los demás Miem-bros del Gobierno Provisorio, presididos por el GeneralGaspar Polanco, y para quienes el General Salcedo era sinduda un obstáculo, decretaron su muerte, y se la dieronatroz, oscura y clandestina... Ante ese atentado la socie-dad se estremeció; y los hombres más notables de nuestraRevolución, oficialmente calumniados, vigilados, sospe-chados y vejados, midieron su peligro por su mérito. El

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diferimiento indefinido por el nuevo Poder, de la Sobera-na Convención Nacional, cuya convocación había decre-tado el desgraciado General Salcedo para el 20 de noviem-bre expirado; y ante la cual deponía de antemano un puestoque no apetecía, aumentaba para todos el peligro de la si-tuación, y acusaba al Gobierno Provisorio de bastardasambiciones de mando absoluto y personal, de que ya lospueblos le sospechaban y de que ya empezaban a experi-mentar abundantes pruebas.

El Gobierno Provisorío no se detuvo allí: al crimen deasesinato, añadió el delito de Peculado y la imposición in-usitada en el país de odiosos monopolios; la Administra-ción Fiscal corrían parejas con la política!... Agotado elsufrimiento, fatigada la paciencia, y alarmado el patriotis-mo, ante el espectáculo de tantos yerros y desaciertos, elpueblo, asumiendo sus derechos, derrocó ese Gobierno yle retiró sus poderes.

Ningún interés personal, ningún móvil indigno ha dic-tado nuestra conducta en estas dolorosas circunstancias.Le ofrecimos al pueblo nuestra dirección sin condiciones.

Hemos llamado para presidirnos, mientras se reúne laGran Convención Nacional, al más ilustrado y al más purode nuestros estadistas. Tranquilos esperamos el fallo delGran Jurado de la Nación; su veredicto será, nos atreve-mos a esperarlo, nuestra justificación; y ojalá, Dominica-nos, sea ésta la última vez que la violación de nuestros sa-grados derechos, la infracción de nuestras leyes patrias yel peligro común, nos obliguen a salir de la oscuridad de lavida privada, único favor que esperamos alcanzar, tanpronto como la voluntad nacional, solemnemente expre-sada, nos descargue de esta penosa responsabilidad.

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Santiago, enero 25 de 1865. Firmados: Pedro A.Pimentel, Federico García, Benito Monción.

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Eusebio Manzueta, ProclamaOCTUBRE 13 DE 1864.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 14, OCTUBRE 20 DE 1864).

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana.

Eusebio Manzueta, General de División y Jefe Supe-rior de las líneas Este y Sur.

Al pueblo y al ejército.

Conciudadanos! ¡La España está en su agonía; su últi-ma hora sonó ya! En la impotencia de vencernos echamano de falsas propagandas, publicando hechos de armasque no han pasado de proyecto.

La destrucción de los atrincheramientos de Puerto Plataque hacen figurar en el alcance a la Gaceta de Santo Do-mingo, en un artículo extractado del Boletín del Diario deSantiago de Cuba, de fecha 3 de septiembre, lo mismoque la muerte del benemérito General Benito Martínez,que está escrito fue muerto con 13 dominicanos más, alpie de una pieza de cañón, son otras tantas mentiras conque pretende España engañarnos; persuadida de que sinla cooperación de los hijos del país le es imposible soste-ner su reducido y vacilante dominio.

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Cierto es que el General B. Martínez murió como unbravo y leal soldado de la patria; cierto es que después demuerto los antropófagos españoles quemaron su cadáver;pero es falso de todo punto, que murieran con él trece pa-triotas. Si el General Martínez cuando lo sorprendieronhubiese tenido trece compañeros a su lado, la derrota delas huestes españolas habría sido más pronta: trescientosmuertos y setenta heridos tuvieron de baja aquellas, luegoque se rehicieron nuestros hermanos y los atrincheramien-tos sorprendidos quedaron al punto desalojados por elenemigo.

También es de todo punto falso la ocupación de San-tiago por las huestes españolas, y la protesta que acaba delanzar el señor Presidente del Gobierno, en contestación alas proposiciones que quiso iniciar el general La Gándara,es la prueba más resplandeciente de que nuestra revolu-ción conserva la mejor actividad, Y que él, el Gobierno ysus sostenedores están decididos a perecer en la actualcontienda, antes que ceder una pulgada del terreno queocupan, al intruso poder que en su loco orgullo sueña do-minarnos.

Dominicanos! a las armas! Paz y olvido de lo pasadopara vosotros, cualesquiera que hayan sido vuestros ex-travíos. Guerra incesante a los usurpadores, hasta arro-jarlos de nuestro suelo!

Viva la Independencia nacional!

Viva la Libertad!

Cuartel general de Bayaguana. Octubre 13 de 1864; 21ºde la Independencia y 2º de la Restauración. –E.Manzueta.

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Gregorio Luperón, Un recuerdoa los dominicanos

NOVIEMBRE 2 DE 1864.(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 16, NOVIEMBRE 6 DE 1864).

UN RECUERDO A LOS DOMINICANOS: -¡Conciuda-danos! (11) La hora de la redención ha sonado ya armonio-samente, y su vibrante eco se ha repetido en casi toda laextensión de nuestro hermoso y vasto territorio. El gritode INDEPENDENCIA, IGUALDAD Y LIBERTAD, dadopor el grupo de hombres que juramos salvar la Patria delyugo extranjero o perecer valerosamente en la demanda,ha hecho que vosotros os levantéis como una sola y colo-sal figura para rescatar aquellos valiosos dones que la am-bición de un General, funesto para el país, hizo desapare-cer súbitamente con escandalosas amenazas y con patíbu-los de dolorosísimo recuerdo... Empero, la República Do-minicana ha renacido de sus cenizas como el ave Fénix,revestida de una inmortalidad perfecta, y sus indomablesdefensores, recorriendo una serie de victorias que les hon-ran, acaban de arrojar del interior los millares de soldadosespañoles que con irritante autoridad lo guarnecían.

(11) En Luperón..., Vol. I, p. 262.

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Dominicanos! Nuestro estandarte primitivo ondea nue-vamente sobre los muros patricios, acariciado por las au-ras puras de la libertad. Miradle! El es el mismo de queproceden nuestras glorias, el objeto constante de nuestrosmás caros sacrificios! Mradle tremolar altanero en lo altode las mismas astas en que flotara otro intruso y descono-cido: otro que lejos de hablaros al corazón y de simbolizarvuestros laureles, os cubría de baldón y oprobio. El nues-tro, pues, os recompensa hoy de los pasados sufrimientos;y contando, como cuento, con vuestro sufragio valeroso,no habrá, conciudadanos, poder alguno que baste ni aúnsiquiera a envolverle en la rápida sombra de una ofensa.Libres por la naturaleza, libres por las instituciones, y li-bres en fin por la conciencia de nuestra dignidad, no haypoder humano que alcance a mancillar esa trinidad de sen-timientos escrita en los colores de nuestro pabellón; por-que la libertad y el heroísmo se sublevarían inmediatamen-te y la victoria coronaría una vez más nuestros esfuerzos.

Compatriotas! nuestra agregación a la monarquía es-pañola era de lo más anómalo e insoportable que el geniodel mal pudo haber concebido para degradarnos y abatir-nos; era un imposible así en el orden moral, como en elintelectual y en el político; porque mal podíamos avenir-nos a ser gobernados por una Nación que aún insiste ensostener la odiosa institución de la esclavitud civil; quecastiga la inteligencia y que por todos sus dominios pre-gona la hermosa cabeza del ángel de la libertad. Nosotros,hombres nacidos y desarrollados a la luz del Código Re-publicano, no podíamos soportar la ruda transición quenos condenaba a la autoridad exagerada de leyes antipáti-cas, y al rudo tratamiento de los mandarines españoles.

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Pero el General Santana y su bastarda camarilla, cerrandolos ojos ante esas poderosas razones político-sociales yoyendo únicamente el grito de su insaciable ambición in-dividual, cometieron el crimen de lesa patria; y como loconcibieron y perpetraron con calculada celeridad, lospueblos callaron porque la sorpresa no les dio tiempo paraconcentrarse y preparar la resistencia.

Los buenos patriotas, sin embargo; los pensadores detodos los partidos, protestaron en voz baja pero repetidavez contra aquella insigne felonía; y el sordo rumor delresentimiento y la desaprobación general de los pueblos,decían bien a las claras que fue mentida e insostenible ladecantada espontaneidad de la anexión a España: el paísla desaprobaba, porque no podía conformarse con el actodoloroso de ver arriada su bandera para que la reemplaza-ra una extraña, y después se ha pronunciado contra ellade la manera enérgica y hostil que cumple a hombres decorazón, porque no les es posible sufrir sin desdoro la con-tinuación de un gravoso sistema de exacciones; de odio-sas diferencias sociales, debidas, entre otras causas, a laimportación de cruces y títulos de Castilla; de tropelíasgubernativas; de escandalosas violencias de las leyes, co-metidas por el déspota Buceta y el asesino Campillo con-tra infinidad de conciudadanos nuestros, y por otras cau-sas cuya referencia no dejará de ofrecerse al mundo, por-que mejor aprecie nuestro patriótico proceder y compren-da si vale mil veces más morir que ser esclavos.

Dominicanos! Un paso más y el triunfo es nuestro. Lanueva era de libertad que hemos inaugurado se debe sóloa nuestro valor y virtudes cívicas. Soldados! Oíd la lúgu-bre voz que sale del sepulcro! Oídla!... Es la voz de Batista,

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Perdomo, Pedro Ignacio, Pedro Tomás, Carlos de Lora,Vidal, José Olivo, y de los Generales Gregorio de Lora yBenito Martínez que dicen: LIBERTAD! LIBERTAD!IGUALDAD; y el eco desfigurado repite: Venganza! Ven-ganza, contra España!!!

Dominicanos! La bandera española ondea todavía enlos baluartes de Santo Domingo, Azua, Montecristi, Puer-to Plata y Samaná; pero no tardará en desaparecer parasiempre, y entonces plantaremos en su lugar la cruzadaque simboliza nuestra redención, y que recuerda vuestrovalor y patriotismo.

Organizado tenéis ya un Gobierno Provisorio, compues-to de ciudadanos honrados y de conocida ilustración, quie-nes se ocupan en regularizar la marcha de nuestra triun-fante revolución: Ese Consejo Gubernativo puede contarcon la más perfecta armonía por parte de los ejércitos do-minicanos y de sus valerosos jefes, de cuya acción eficazsurgirá, no lo dudéis, la felicidad a que aspiramos.

Conciudadanos! Tened entera confianza en nuestroPresidente que nos dirige, en la justicia de nuestra santacausa y en la Divina Providencia que la protege.

Viva la República Dominicana!

Viva la Independencia!

Viva la Libertad!

Viva el Presidente G. Polanco!

Santiago, noviembre 2 de 1864. –Gregorio Luperón.

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Marcos Evangelista Adón, ProclamaOCTUBRE 30 DE 1864.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 16, NOVIEMBRE 6 DE 1864).

Marcos Evangelista Adón, General de Brigada de la Re-pública Dominicana, y Subjefe de la línea de operacionesde la Ozama.

A los habitantes de las poblaciones de Pajarito y Guerra(12).

Dominicanos! Vuestras filas os aguardan: tiempo es yade que sigáis la noble conducta de nuestros hermanos deHato Mayor, Los Llanos y El Seibo, que al acercarse triun-fante a sus poblaciones el pabellón de nuestras glorias sim-bolizando de nuevo la libertad que torpe y traidoramentenos fue arrebatada, están abandonando las filas ajenas yengrosando las que legítimamente le pertenecen.

Los bandos de los libres os aguardan para haceros par-tícipes del renombre que han adquirido, y cuyo patriotis-mo y heroísmo pregona el mundo entero.

(12) Reproducida en Clío, Núm. 112, 1957, p. 493, por el Lic. LeónidasGarcía Ll.

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La impotencia de las huestes extranjeras para sofocarnuestra libertad, está ya manifiesta ante la fe y la constan-cia con que luchamos para arrojarlas de nuestro suelo, yen vano ocurren hoy a los indecorosos medios de la men-tira y la sonsaca para obtener resultados que no han podi-do conseguir con las armas.

Nuestra causa no es ya una empresa incierta ni casualen su éxito: su triunfo es un hecho infalible, y el cual noviolentaremos para dar lugar a nuestros hermanos que, yaalucinados con mentiras, ya comprometidos por la opre-sión con que se les retiene, tengan lugar de cumplir con sudeber, y enorgullecidos puedan decir mañana: “Fui solda-do de la segunda cruzada de nuestra Independencia”.

Dominicanos! Si os dicen que los soldados de la liber-tad son tiranos con vosotros, no lo creáis; nuestra sañasólo estalla contra esos godos insolentes que la traicióntrajera a nuestro suelo para usurparnos nuestros derechosmás sagrados: si para desvirtuar nuestra causa os dicenque obtienen el triunfo en todos los combates, tampoco locreáis: examinad bien lo que sucede, y veréis que los quetanto decantan poder y triunfo, ha catorce meses que lejosde sostener siquiera el terreno que poseían, lo van cedien-do ante el arrojo de nuestras armas.

Así pues, habitantes de Pajarito y Guerra, que a impul-sos de la opresión inclináis aún la frente al yugo del des-potismo ibero, aquí tenéis las filas que tremolan el pabe-llón del 27 de Febrero, mucho más altanero y orgullosoque en aquella época, y que os aguardan ansiosas y dis-puestas a recibiros en su seno como hijos de la Patria.

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Dominicanos! no temáis; no dudéis; la causa de la li-bertad siempre ha vencido a sus opresores: Dios vela porla nuestra.

Viva la Independencia!

Viva la República!

Viva la Unión!

Dada en el cuartel de operaciones de la Ozama, a 30 deoctubre de 1864; 21º de la Independencia y 2º de la Res-tauración. –M. Evangelista Adón.

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E. Manzueta, a los dominicanosMAYO 23 DEL 1865.

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 28, JUNIO 4 DE 1865).

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana.

Eusebio Manzueta, General de División y Comandanteen Jefe de las líneas E. y S. Al Pueblo y al Ejército. Domini-canos: La hora suprema de la desocupación de nuestro te-rritorio por las huestes españolas sonará muy pronto. Bienos lo dice la venida de la Comisión delegada por el Supe-rior Gobierno para ajustar y celebrar negociaciones de pazcon el representante de S. M. C. en la plaza de Santo Do-mingo. Compuesta aquella de esclarecidos patriotas, yamantes de la libertad de su país, dan a entender de lamanera más espléndida el feliz éxito de su delicado empe-ño. No muy dilatado gozaréis del placer de ver a nuestrolado al benemérito General Pedro A. Pimentel, mi dignocompañero de armas, que hoy dirige los destinos de laPatria y cuyas relevantes cualidades morales y civiles ha-cen sentir su benéfico influjo por toda la extensión de laRepública. Dominicanos! Regocijaos con el triunfo denuestra Independencia conquistada en el campo del ho-nor y de la gloria. ¡Viva la República! ¡Viva la Unión! Cuar-

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tel General de San Cristóbal, mayo 23 de 1865, etc., etc.Firmado: Eusebio Manzueta. Es copia: Luis Ma. Camine-ro, Secretario.

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B. F. de Rojas, a los dominicanosTÉRMINO DE LA GUERRA. (ALCANCE AL BOLETÍN

OFICIAL, NÚM. 28, JUNIO 11 DE 1865).

I

Como anunciamos en nuestro suplemento al Núm. 26del Boletín Oficial, las diferencias políticas suscitadas en-tre Santo Domingo y España tocan a su término. Las co-municaciones que a continuación insertamos así lo justi-fican; y es de esperar que dentro de algunos y no muy lar-gos días recibamos la confirmación de aquel aserto.

No son, por Dios, los tiempos que alcanzamos aquellosen que por una mala inteligencia se consagraba el cultodel error, sin que los gritos simpáticos de la humanidad ydel más perfecto derecho consiguieran derrocarlo. La ci-vilización es una verdad en nuestros días, la doctrinasemiuniversal; y no es posible en pueblos que felizmentela profesan el que incurran en un censurable anacronis-mo. Por eso avanzamos en el suplemento memorado has-ta el punto de establecer que la paz sería un hecho; aten-diendo a que si España es una Nación culta, Santo Do-mingo es un pueblo por todo extremo generoso, y a que de

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estos principios puestos en contacto no puede surgir cosaalguna que no sea benéfico, racional y a entrambas partesconveniente.

Si no cabe duda en que el carácter dominicano es beli-coso, como formado y robustecido bajo la imponente ac-ción de los combates, no es menos cierto que ninguno otrose presta de mejor talante a todo aquello que diga referen-cia con los más nobles y los más sublimes sentimientos.¡Muchos y muy singulares atestados de esta verdad pu-dieran aducir los mismos con quienes hemos venido com-batiendo! De cualquier modo que sea, nuestras costum-bres y nuestras virtudes primitivas libres a la influenciacorrosiva de los grandes centros, han sido siempre moti-vos de aplauso y de sorpresa, aún para naciones que sedistinguen por su estoica austeridad.

Por otra parte: España tiene su reputación de hidalgadesde los más remotos tiempos, reputación que nadie hapodido tildar hasta ahora, y a la que no ha querido mos-trarse inconsecuente, sobre todo en estos momentos enque el ejercicio de tal prenda toma también las proporcio-nes de una imprescindible conveniencia. La revocación delDecreto de Mayo, que tantos desastres ha originado paraella y para nosotros en ambos órdenes sociales, es un tes-timonio espléndido de su fidelidad hacia aquel lema his-tórico; y sólo puede deplorarse que desde mucho antes nolo haya ofrecido al mundo entero en sufragio de un origenhomogéneo, en mantenimiento de unos afectos nuncadesmentidos, en respeto de unos intereses creados a fuer-za de laboriosidad y de virtudes...

Empero dispuestos ambos gobiernos al arreglo que ló-gicamente se desprende de la letra del Decreto, corremos

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el más tupido de los velos sobre todos los anteriores des-agrados, no más pensando en la hora de que se restablez-can las inteligencias diplomáticas y de familia en que vi-viéramos antes de estallar el rayo de la fatídica anexión.Esto, que por la naturaleza de las premisas sentadas másarriba está colocado en el sendero de lo legal, será hastacierto punto la representación en América del solemnecuadro de Vergara. Entre tanto, he aquí los documentos,precedidos de una alocución que dirige al pueblo el ciuda-dano Vicepresidente de la República, encargado del Po-der Ejecutivo:

II

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Benig-no F. de Rojas, General de División, Vicepresidente de laRepública y Encargado del Poder Ejecutivo, a la Nación.

Dominicanos! Mi corazón se llena de júbilo alparticiparos que ha llegado el glorioso término de vues-tros sacrificios, y de vuestros sufrimientos. La gloriosa lu-cha por vuestros derechos y por vuestra independencia haconcluido; la República está salvada, y después de tantaabnegación y de tanto heroísmo, pueden decir hoy conorgullo los dominicanos que tienen otra vez patria.

El Gobierno acaba de recibir en estos momentos va-rios despachos importantes de la línea de San Cristóbal, yentre otros, la ley formalmente sancionada por S. M. laReina Doña Isabel II, que deroga el Real decreto de 19 demayo de 1861, por el cual se declaró reincorporado, a laMonarquía Española el territorio de la República Domi-

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nicana. Los dos oficios que contienen tan fausta nueva di-cen lo siguiente:

CAPITANIA, GENERAL Y EJERCITO DE SANTO DO-MINGO. Estado Mayor General. Sección 4

Señor General: En cumplimiento a las órdenes del Go-bierno de S. M., recibidas ayer, tengo el honor de dirigir aUd. oficialmente, copia certificada de la Ley sancionadapor la Reina nuestra Soberana, en primero del actual, de-rogando el Real Decreto de 19 de mayo de 1861, por el quese declaró reincorporado a la Monarquía el territorio de laRepública Dominicana.

Al ponerlo en conocimiento de Ud., doy, en obsequiode la brevedad, carácter oficial a todas las manifestacio-nes contenidas en mi carta de dos de abril próximo pasa-do, dirigida al antecesor de Ud. y de que Ud. tiene plenoconocimiento.

Llegado ya el caso de que pueda establecerse entre no-sotros una inteligencia oficial y directa, espero encontraren los actos de Ud., la confirmación práctica y razonablede sus manifestaciones confidenciales en la corresponden-cia que con este carácter ha mediado entre nosotros, pu-diendo Ud. contar con que yo procuraré ser fiel intérpretede la noble conducta seguida por España con el pueblodominicano.

Dios guarde a Ud. muchos años. Santo Domingo 29 demayo de 1865. José de la Gándara.

Sr. General D. Pedro A. Pimentel, Presidente del Go-bierno provisional del Pueblo Dominicano.

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CAPITANIA. GENERAL Y EJERCITO DE SANTO DO-MINGO. Estado Mayor General.

Hay un sello del Ministerio de la Guerra. No. 52. ExcmoSeñor. Por la Presidencia del Consejo de Ministros se dicea este Ministerio con fecha primero del actual lo siguien-te: La Reina (q. D. g.) se ha dignado expedir el Real Decre-to siguiente. Doña Isabel Segunda, por la gracia de Dios yla Constitución, Reina de las Españas. A todos los que laspresentes vieren y entendieren, sabed: que las Cortes handecretado y Nos sancionado lo siguiente: Artículo prime-ro. Queda derogado el Real Decreto de diez y nueve demayo de mil ochocientos sesenta y uno, por el cual se de-claró reincorporado a la Monarquía el territorio de la Re-pública Dominicana. Artículo segundo. Se autoriza al Go-bierno de S. M. para dictar las medidas que conduzcan ala mejor ejecución de esta Ley, y a la garantía y seguridadque deben conseguir las personas y los intereses de losdominicanos que han permanecido fieles a la causa deEspaña, dando cuenta de todas ellas a las Cortes en tiem-po oportuno. Por tanto: mandamos a todos los tribunales,justicias, Jefes, Gobernadores y demás autoridades, asíciviles como militares y eclesiásticas de cualquiera clase ydignidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecu-tar la presente Ley en todas sus partes. Palacio a primerode mayo de mil ochocientos sesenta y cinco. Yo la Reina.El Presidente del Consejo de Ministros, Ramón MaríaNarváez. De Real orden lo traslado a V. E. para su conoci-miento. Dios guarde a V. E. muchos años. Madrid 5 demayo de 1865. Ribero. Señor Capitán General de SantoDomingo.

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Don Carlos de Fridrich y Alvarez Benito, Condecora-do con la placa de tercera clase del Mérito Militar, Comen-dador de la Real y distinguida Orden de Carlos III, Caba-llero de la de San Fernando de primera clase, de la militarde San Hermenegildo y con otras varias de distinción pormérito de guerra, Brigadier de Ejército y Jefe de E. M. G.del de operaciones en esta Isla:

CERTIFICO: que la anterior copia, es a la letra de laReal orden de cinco del presente mes de mayo, en que elGobierno de S. M. comunica al Excmo. Sr. Capitán Gene-ral y General en Jefe del Ejército de operaciones de estaIsla la Ley de primero del expresado, que deroga el RealDecreto de diez y nueve de mayo de mil ochocientos se-senta y uno por él cual se declaró reincorporado a la Mo-narquía Española, el territorio de la República Dominica-na. Santo Domingo, veinte y nueve de mayo de mil ocho-cientos sesenta y cinco. Carlos de Fridrich. (L. S.).

V. B. Gándara.

Dominicanos, recibid el parabién del Gobierno, por tandeseado acontecimiento, en el que veis premiada vuestraconstancia y vuestro valor.

La Providencia, siempre benévola con el pueblo domi-nicano, se ha mostrado en esta ocasión doblemente gene-rosa; con la paz, volveréis a gozar de aquella prosperidadque ella misma con mano pródiga habrá derramado portodas partes entre nosotros. Pero para que seáis ahora fe-lices, es indispensable que viváis unidos y que descartéisla ambición y la discordia, despreciando a todo aquel quequiera introducir entre la familia dominicana lasdisenciones intestinas.

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Viva la Independencia. Viva la República.

Dada en el Palacio de Gobierno, en Santiago, a los cua-tro días del mes de junio de 1865, 21º de la Independenciay 2º de la Restauración.

El Vicepresidente encargado del P. E., Benigno F. deRojas.

Refrendado. El Ministro de la Guerra, Pedro G.Martínez.

III

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana.

Benigno F. de Rojas, General de División, Vicepresi-dente de la República y Encargado del Poder Ejecutivo.

Dominicanos: Los acontecimientos que se vienen su-cediendo cada día son los más plausibles y más conformesa nuestras bien fundadas esperanzas, no pareciendo sinoque la Divina Providencia ha tomado a su cargo la tarea decoronarlos.

En efecto, el Gobierno tiene hoy la satisfacción decomunicaros, que por el Decreto de las Cortes de Españaaprobado por el Senado y sancionado por S. M. C. la Rei-na Doña Isabel II el día lro. del mes de mayo próximo pa-sado, en que se ordena la desocupación de nuestro territo-rio por las fuerzas españolas, la Independencia Dominica-na queda definitivamente asegurada.

Por oficios recibidos en la tarde del día de ayer, dirigi-dos a este Gobierno por nuestros dignos comisionados en

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San Cristóbal y por el benemérito General EusebioManzueta, fechado en San Jerónimo el tres de los corrien-tes, se sabe que las tropas peninsulares que ocupaban losimportantes pueblos de Azua y de Baní debían desocupar-los entre cinco o seis días, a cuyo efecto y para darles a sushabitantes las garantías que pudieran necesitar, se trasla-dó a ellos sin pérdida de momento, el General José delCarmen Reynoso, uno de nuestros representantes cercadel Señor General Don José de la Gándara.

Dominicanos: El pabellón cruzado que tanta sangre nosha costado y por cuya defensa hemos combatido 21 años,el pabellón que ostentando el símbolo de todos los marti-rios, os ha proporcionado siempre las más soberbias y en-vidiables glorias: el pabellón, en fin, que representa nues-tra nacionalidad, tremola nuevamente en los baluartes deAzua y de Baní. Felicitémonos, pues, por un suceso tangrandioso, y manifestémonos con fervor agradecidos a laProvidencia que con tan poderoso brazo ha sostenido sindescanso nuestra causa.

Viva la Independencia Nacional. Viva la República. Vivala Unión.

Dada en el Palacio de Gobierno, en Santiago de los Ca-balleros, a los 9 días del mes de junio del año 1865; año22º de la Independencia y 2º de la Restauración. BenignoF. de Rojas.

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Convenio de El CarmeloDOCUMENTOS RELATIVOS A LAS NEGOCIACIONES.

MAYO 29-JUNIO 16 DE 1865 (13).

I

Señores Generales Don José del Carmen Reinoso y DonMelitón Valverde, y Presbítero D. Miguel Quezada. SantoDomingo, mayo 29 de 1865.

Muy señores míos y de mi consideración: Tengo el gustode incluir a V. V. el adjunto pliego para el Sr. GeneralPimentel, rogándoles que después de enterados de su con-tenido, le den la más pronta dirección.

Como mis relaciones oficiales con el Gobierno Domi-nicano tienen que partir de la comunicación arriba men-cionada, no extrañarán V. V. que no tenga esta carta for-ma oficial; pero desde el momento en que enterados de miparticipación al Presidente, se presenten V. V. con el ca-

(13) Los importantes documentos insertos aquí pertenecieron al Pbro.Lic. Carlos Nouel. Ahora reposan en nuestro Archivo personal, en un volu-men de documentos del periodo 1865-1880.

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rácter de sus comisionados acreditados, no habrá por miparte dificultad ninguna en reconocerles este carácter, ydar principio a las conferencias.

Estoy dispuesto a prescindir de las formas en todo cuan-to no sea esencial, y por esta razón pueden V. V. dar porestablecido el hecho de un armisticio, que podremos re-gularizar en nuestra primera entrevista, pues V. V. sa-ben demasiado que estas medidas son el resultado deun convenio recíproco, y que por lo tanto, por más queyo tome en cuenta y aprecie en todo su valor el carteldel Señor General Manzueta, del... del actual, no puedoaceptarlo ni por su forma ni por su fecha más que comouna cortés invitación que establece el hecho que des-pués legalizaremos.

En consecuencia, pueden V. V. resolver su venida parala quinta de San Gerónimo que quieran designar, el día yhora que tengan por conveniente, suplicando a V. V. queme lo avisen con la posible anticipación, manifestándomesi piensan fijar en ella su residencia o sólo quieren concu-rrir accidentalmente desde otro punto en que la fijen, paralos días y horas en que debamos reunirnos.

Excuso repetir a V. V. la seguridad del respeto y la con-sideración con que serán tratados, al llegar al punto desig-nado para nuestras reuniones, habiéndose comunicado lasórdenes necesarias a los puestos avanzados.

Me repito con toda consideración de V. V. atento y se-guro servidor. Q. B. S. S. M. José de la Gándara.

[Del original. Papel con monograma de Gándara, fir-ma y rúbrica. Letra de Galván. Biblioteca de E. R. D.]

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II

Señores Generales D. José del C. Reinoso y D. MelitónValverde, y Presbítero D. Miguel Quezada. Santo Domin-go, 30 de mayo de 1865.

Muy señores míos y de mi consideración: acuso a V. V.recibo de su nota de hoy y en contestación tengo el gustode manifestarles que pongo a la disposición de V. V. pararesidir en ella, la quinta inmediata a San Gerónimo de lapropiedad del señor Abraham Coen, y que las conferen-cias podrán celebrarse en la inmediata de los señores Pou,adonde concurriré en el momento en que me avisen V. V.su llegada.

La necesidad me obliga a designar los expresados pun-tos, como los únicos que pueden servir al objeto. Cierta-mente que no llenan la condición de la equidistancia porV. V. deseada, en mi opinión con el propósito de llenaruna fórmula de Cancillería, porque no puedo suponer quecualquiera que esté bajo nuestra salvaguardia no inspire aV. V. la seguridad de todo género de garantías.

El Señor Pimentel y sus compañeros en Montecristi, losseñores Heneken y Valverde en Puerto Plata, han resididoen nuestros campamentos y no creo que tengan motivo dequeja de la lealtad y cortesía de las tropas españolas.

Sentiría vivamente que encontraran V. V. dificultadesen aceptar los puntos señalados, porque con pena mía, mevería en la imposibilidad de variarlos, si V. V. no preferi-rían aceptar mi hospitalidad en esta capital.

Me suscribo de nuevo de V. V. muy atento y seguro ser-vidor Q. B. S. M. José de la Gándara.

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[Del original. Firma y rúbrica de Gándara. Bibliotecade E. R. D.]

III

Dios, Patria y Libertad. Ministerio de Relaciones Exte-riores. Acuerdo del Gobierno Dominicano. Santiago, ju-nio 19 de 1865.

Señores José del Carmen Reinoso, Melitón Valverde yPresbítero Miguel Quezada, Comisionados nombradospara tratar con los Agentes de S. M. C. en las cercanías deSanto Domingo.

Señores Comisionados: La comunicación de Vds. fe-cha 27 de mayo próximo pasado acaba de estar recibida,acompañada de una copia de la contesta del General laGándara al primer parlamento del General Manzueta ycopia de un oficio del Arzobispado de Santo Domingo, di-rigida al Presbítero Benito Páez en Los Llanos; todos loscuales fueron sometidos al Señor Presidente de la Repú-blica, quien me ha instruido comunicar a Vds. la siguienteresolución, a saber:

Acuerdo.

Resultando primero, que por falta de poderes y de ins-trucciones de parte del General la Gándara están expues-tas las negociaciones con el Gobierno Español a un atrasoindefinido y mucho más allá de lo calculado, de lo cualentre otras cosas resulta que la prolongada ausencia delSr. Presbítero Miguel Quezada ocasiona graves perjuiciosa sus feligreses y a esta Parroquia de Santiago.

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Segundo: Que las instrucciones positivas dadas a losComisionados les ordenan que el lugar para las conferen-cias debe ser precisamente a extramuros de la ciudad deSanto Domingo y que la proposición del General la Gán-dara para celebrarlas dentro de la ciudad es inadmisiblebajo todos aspectos.

Tercero: Que las instrucciones del Gobierno no autori-zan a los Comisionados a mantener comunicaciones ni acelebrar entrevistas confidenciales e individualmente conel General la Gándara ni con ninguna otra persona.

Cuarto: Que los poderes de que se hallan revestidos losComisionados les autorizan únicamente a negociar con elComisionado o Comisionados debidamente acreditadospor S. M. C. o por sus representantes.

Quinto: Que llamado el Presbítero Benito Páez a la ciu-dad de Santo Domingo por el Gobierno interino de aquelArzobispado para comunicarle asuntos concernientes a laIglesia, lo desaprueba el Gobierno.

Ha resuelto el Sr. Presidente de la República, despuésde haber oído el dictamen de los Secretarios de Estado losiguiente:

1.- Vista la falta de poderes de la parte del General laGándara, que los señores Comisionados Presbítero MiguelQuezada y Melitón Valverde regresen inmediatamente aesta ciudad.

2.- Que el Sr. Comisionado José del Carmen Reinoso,quede hecho cargo de las negociaciones pendientes, cual-quiera que sea el estado en que se hallen, de acuerdo conel General Manzueta, y las continúen en conformidad aesta resolución hasta nueva disposición.

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3.- Que el Señor Presbítero Calixto María Pina fije suresidencia por ahora en el pueblo de San Cristóbal.

4.- Que de estas disposiciones se manden copias a losinteresados en las partes que les concierne y al beneméri-to General Eusebio Manzueta para los fines que conven-gan y para que obre los efectos consiguientes.

Dios y Libertad. El Presidente de la República P. A.Pimentel. El Ministro de Relaciones Exteriores T. S.Heneken.

[Del original. Firmas y rúbricas. Biblioteca de E. R. D.]

IV

Poderes al General Gándara. Junio 2 de 1865. (Bole-tín Oficial, Núm. 31, julio 5 de 1865).

Capitanía General y Ejército de Santo Domingo. E. M. G.

Don Carlos de Fridrich y Alvarez Benito, condecoradocon la placa de tercera clase del Mérito Militar, Comenda-dor de la Real y distinguida de Carlos III, Caballero de laprimera clase de San Fernando y de la de SanHermenegildo con otras por mérito de guerra, Brigadierde Ejército y jefe de E. M. G. del de Operaciones en SantoDomingo. Certifico: que en Real Orden, acordada en Con-sejo de Ministros en 13 de abril último, se hacen al Excmo.Señor Capitán General de esta Isla y General en Jefe delEjército entre otras prevenciones, las siguientes: 1ro. Comoel titulado Gobierno Provisional de Santo Domingo no tie-ne el carácter de gobierno de una nación amiga ni enemi-ga reconocida como pueblo independiente, por otras na-

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ciones, no es del caso revestir a V. E. de carácter diplomá-tico cerca de él. V. E. como General en Jefe del ejércitoque opera en esa Isla, tiene por su propia representación,la bastante para tratar, estipular y convenir cuantas medi-das crea oportunas a fin de facilitar las sucesivas opera-ciones necesarias para la evacuación, luego que se deter-mine así por la ley; 2do. Tan luego como V. E. la reciba lapondrá oficialmente en conocimiento del Jefe de las fuer-zas enemigas, o del Presidente del Gobierno provisional,haciéndolo a uno u otro si son distintos, según el mayorgrado de fuerza, o extensión de facultades que cada unotenga. Le indicará V. E. que puede tratar directamente,trasladándose a la Capital, o bien que autoricecompetentemente a otra persona para ello. Santo Domin-go, dos de junio de 1865. Firmado: Carlos de Fridrich. V.B. Gándara. (Hay un sello de la Capitanía General de SantoDomingo).

[El manuscrito original en Biblioteca de E. R. D.]

V

Notas del Convenio presentadas a la Comisión por elGeneral Gándara en junio 2 de 1865.

Convenio celebrado entre el Capitán General de San-to Domingo, General en jefe de su Ejército, y los Genera-les Dn. José del Carmen Reynoso y D. Melitón Valverde,y el Presbítero D. Miguel Quezada, Comisionados espe-ciales por parte del Gobierno del pueblo dominicano, envirtud de la Ley de primero de mayo del corriente año,por la cual se deroga el Real Decreto de diez y nueve de

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mayo de mil ochocientos sesenta y uno que declarabaincorporado a la Monarquía el territorio de la RepúblicaDominicana.

Artículo 1. El pueblo dominicano al recobrar su inde-pendencia por un acto de magnanimidad de la Nación es-pañola, reconoce y declara que ésta obedeció a los móvilesde la más alta generosidad y nobleza, cuando tuvo a bienaceptar la reincorporación de Santo Domingo, a la cualprestaron las circunstancias todo el carácter de la espon-taneidad y del libre querer de los dominicanos; y que enesta virtud, España ha estado dentro de los límites de subuen derecho al oponerse por medio de las armas a la res-tauración de la República, mientras pudo creer que conta-ba con la adhesión del país en la gran mayoría de sus habi-tantes, y ha procedido con su tradicional hidalguía cuan-do, convencida de que la generalidad de los dominicanosdesea, sobre todo, su independencia nacional, ha suspen-dido el uso de la fuerza, y renuncia a la posesión del terri-torio de Santo Domingo, dando de este modo una rele-vante prueba de su respeto a los legítimos derechos decualquier pueblo, sin atender a su fuerza o a su debilidad.

El pueblo dominicano declara asimismo que es su fir-me propósito conservar la generosa amistad de la Naciónespañola, que le dio ser y origen, y en quien por esta mis-ma causa, espera encontrar siempre mayor benevolenciay más eficaz protección, en ningún otro pueblo.

Declara también, que tiene el vehemente deseo de ce-lebrar con España, un Tratado de reconocimiento, paz,amistad, navegación y comercio.

Artículo 2. Se conviene en un canje recíproco de pri-sioneros, sin sujeción a número, calidad o categoría, en-

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tregando cada parte a la otra todos los que tengan en supoder, dándose desde luego las órdenes para que se verifi-que la entrega respectiva en el punto más cercano de losdepósitos.

Articulo 3. Quedan anulados, en todos sus efectos, losdecretos expedidos por el Gobierno dominicano desde elprincipio de la revolución, contra las personas y los bienesde los peninsulares y dominicanos adictos a España.

Los actos políticos de toda clase de individuos, sin ex-cepción de personas ni categorías, durante el curso de lospasados acontecimientos estarán exentos de todo génerode responsabilidad, no pudiéndose perseguir, inquietar,ni dirigir cargos a nadie por las opiniones que hayan ma-nifestado y sostenido.

Los dominicanos que hayan sido fieles a España, sir-viendo su causa con las armas en la mano, demostrandosu adhesión de cualquiera otra manera, podrán permane-cer en el país, bajo la salvaguardia de sus leyes y autori-dad, y respetados por consiguiente, pudiendo al marchar-se, o después desde el país donde se fijen, enajenar susbienes, o disponer de ellos, según tengan por convenien-te, con la misma libertad que los demás dominicanos engeneral.

Los que tuvieren por conveniente seguir la bandera es-pañola a otros puntos del territorio de la Monarquía, po-drán regresar a este país en cualquier día, sometiéndose asus leyes, y disfrutando de las mismas franquicias e igua-les derechos que sus demás conciudadanos.

Los súbditos españoles residentes en el territorio deSanto Domingo podrán permanecer en él o ausentarse,

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regresando cuando les convenga, siendo respetados en suspersonas y propiedades del mismo modo que los súbditosy ciudadanos de la Nación más favorecida.

Se exceptúan de los beneficios de este artículo los de-sertores del Ejército.

Artículo 4.-El Gobierno dominicano se obliga a pagaral de S. M. una indemnización cuya ascendencia se esti-pulará en un Tratado posterior, por la Conversión del Pa-pel moneda dominicano, por los gastos de la guerra, delgobierno y administración del país y por las mejoras loca-les que son el producto del Capital y administración espa-ñola. La época del pago y la forma en que deba verificarse,son puntos que también comprenderá el Tratado de quese hace arriba mérito.

Artículo 5.-Mientras llega el día de que el Gobierno es-pañol celebre con el dominicano el Tratado a que se refie-re el artículo primero, el mismo Gobierno dominicano seobliga a dispensar a los buques que naveguen con pabe-llón español, las mismas franquicias aduaneras que a losque llevaren la bandera de la nación amiga más favoreci-da, acordándoles la protección y auxilios que el derechode gentes prescribe para los casos de avería, arribada for-zosa, o cualquier siniestro marítimo.

Artículo 6.-Los enfermos del Ejército y las Reservas quehubiere en los hospitales en el momento de la evacuación,y cuyo estado de gravedad no permita su embarque inme-diato sin peligro de sus vidas, quedarán bajo la salvaguar-dia del derecho de gentes, obligándose el Gobierno domi-nicano a tratarlos con los miramientos que exige la huma-nidad, haciéndolos asistir y cuidar con toda la considera-

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ción y el esmero necesarios, siendo de cuenta del Gobier-no español los gastos que ocasionen, los cuales serán sa-tisfechos puntualmente por el Comisionado que más tar-de se encargue de recoger dichos enfermos.

Artículo 7.-El Gobierno dominicano se obliga a no ena-jenar el todo ni parte de su territorio a otra nación, ni esta-blecer con ella ningún convenio que afecte los intereses deEspaña en sus posesiones de las Antillas, sin la interven-ción y el consentimiento del Gobierno español.

Articulo 8.-Para velar sobre el cumplimiento de lospuntos estipulados en este Convenio, así como para pro-teger a los súbditos españoles que permanezcan en el país,podrán quedar en él Agentes públicos del Gobierno espa-ñol con el carácter de Comisarios especiales, ínterin se lle-va a efecto la celebración del Tratado de paz y amistad deque se ha hecho referencia en el artículo primero.

[Del original, letra de M. de J. Galván. Biblioteca deE. R. D.]

VI

Proyecto de arreglo presentado por la Comisión ob-servando el propuesto por el General Gándara. (Güibia,junio 9 de 1865).

Excmo. Señor Capitán General Don José de la Gánda-ra, General en Jefe del Ejército Español en Santo Domin-go y los Sres. Generales D. José del Carmen Reinoso y DonMelitón Valverde, y el Pbro. Don Miguel Quezada, Comi-sionados especiales del Gobierno de la República Domi-

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nicana, después de haber examinado y canjeado sus res-pectivos poderes, han ajustado y celebrado el siguienteconvenio:

Art. 1.-El pueblo dominicano al restaurar su Indepen-dencia, apreciando la magnanimidad de la Nación espa-ñola en el acto de renunciar su autonomía por la ley de 1de mayo del corriente año, declara: que ésta obedecía a losmóviles de la más alta generosidad y nobleza, cuando tuvoa bien aceptar la reincorporación de Santo Domingo, cu-yas circunstancias la hicieron aparecer con el carácter dela espontaneidad y del libre querer de los dominicanos;que en esta virtud, España se vio en la obligación de opo-nerse por medio de las armas a la Restauración de la Re-pública, mientras pudo creer que contaba con la adhesióndel país; y ha procedido con su tradicional hidalguía, cuan-do convencida de que la generalidad de los dominicanosdesea sobre todo su autonomía e independencia nacional,ha suspendido el uso de la fuerza y renuncia para siemprea la posesión del territorio de Santo Domingo; dando deeste modo una relevante prueba de su respeto a los legíti-mos derechos de cualquier pueblo, sin atender a su fuerzao a su debilidad.

El Gobierno dominicano declara asimismo que es hoycomo ha sido siempre su firme propósito de conservar laleal y generosa amistad de la nación española a quien debeser y origen; y en quien por esta misma causa, espera en-contrar la mayor benevolencia y más eficaz protección queen ningún otro pueblo.

Declara también que, tiene el vehemente deseo de ce-lebrar con España un tratado de reconocimiento, paz,amistad, navegación y comercio.

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Art. 2.-Se conviene en un canje recíproco de prisionerossin sujeción a número, calidad o categoría; entregando cadaparte a la otra todos los que tenga en su poder, dándosedesde luego las órdenes para que se verifique la entregarespectiva en el punto más cercano de los depósitos.

Art. 3.-Se conceden las más amplias garantías en con-formidad con las leyes vigentes de la República, a todoslos dominicanos que habiendo militado en las filas espa-ñolas con calidad de jefes, oficiales y soldados de las reser-vas del país, quieran quedarse en él al retirarse el ejércitopeninsular, quedando bajo la protección del Gobierno yde las leyes patrias las personas y los bienes de los penin-sulares y dominicanos adictos a España. Y, al garantizar elGobierno dominicano de la manera más franca, liberal yefectiva que cumple a su legislación e instituciones, a laspersonas, familias y propiedades de dominicanos y espa-ñoles, favorecerá en todo tiempo la libertad que a todoslos dominicanos en general de disponer de sus interesesde la manera que le sea más conveniente.

Del mismo modo los bienes de los dominicanos pre-sentes y ausentes del país que hayan sido embargados oafectados por disposiciones gubernativas de la autoridadespañola, serán entregadas a sus dueños con revolucióndel producto e intereses que hayan devengado.

Los dominicanos de origen o condición que tuvierenpor conveniente seguir la bandera española o ausentarsepara cualquier punto extranjero podrán regresar en cual-quier día, invocando los derechos de ciudadanía de la Re-pública con las mismas franquicias y obligaciones que susdemás conciudadanos a menos de haber renunciado a sus

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derechos aceptando otra nacionalidad (quedando desdeluego en esta condición los oficiales superiores del Ejérci-to español de origen dominicano).

Los súbditos españoles residentes en el territorio deSanto Domingo podrán permanecer en él o ausentarseregresando cuando les convenga, siendo respetados en suspersonas y propiedades, del mismo modo que los súbdi-tos y ciudadanos de las demás naciones.

Se exceptúan de los beneficios de este artículo los quehayan invocado el derecho de nacionalidad y prestado ju-ramento de fidelidad a la...

Art. 4.-Las indemnizaciones a que haya lugar en dere-cho serán discutidas y estipuladas en un arreglo posterior.En caso de no poderse avenir las partes contratantes, sesometerá la cuestión al arbitraje de una o más potenciasamigas.

Art. 5.-Mientras llega el día en que el Gobierno españolcelebre con el dominicano el tratado a que se refiere el Art.1, el mismo Gobierno dominicano se obliga a dispensar alos buques que naveguen con pabellón español, las mis-mas franquicias aduaneras que a los que llevaren la ban-dera de la nación amiga más favorecida; acordándoles laprotección y auxilios que el derecho de gentes prescribepara los casos de averías, arribada forzosa, o cualquier si-niestro marítimo.

Art. 6.-Los enfermos del ejército español y las reservasque hubiere en los hospitales en el momento de la evacua-ción, y cuyo estado de gravedad no permita su embarqueinmediato sin peligro de sus vidas, quedarán bajo la salva-guardia del derecho de gentes, obligándose el Gobierno

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dominicano a tratarlos con los miramientos que exige lahumanidad, haciéndoles asistir y cuidar con toda la con-sideración y el esmero necesarios, siendo de cuenta delejército español los gastos que ocasionen, los cuales seránsatisfechos puntualmente por el Comisionado que mástarde se encargue de recoger dichos prisioneros.

Art. 7.-Queda sentado que la República Dominicana,consecuente con sus eternas aspiraciones y constantes es-fuerzos para mantener ilesa su independencia, a la que haprodigado tan inmensos sacrificios, no enajenará jamás anación alguna, la más mínima parte de su territorio, comotampoco efectuará ningún convenio que afecte los intere-ses de España en las Antillas, no perjudicando tampocolos de la República, a juicio de árbitros.

Art. 8.-Para proteger las personas e intereses de lossúbditos españoles, el Gobierno de su nación podrá nom-brar en la República comisionados con el carácter deagentes comerciales, ínterin se lleva a efecto la celebra-ción del tratado de paz y amistad de que se ha hechomención.

Art. 9.-Las causas civiles y criminales incoadas en losTribunales españoles de las diversas partes de este territo-rio, deberán seguir su curso en los del país que se esta-blezcan, con la sola excepción de aquellos que versen pu-ramente sobre intereses entre súbditos españoles y las delos prevenidos acusados de la misma nación.

Art. 10.-Al retirarse las fuerzas españolas de los puntosque ocupan en el territorio dominicano, queda entendido:que los parques en que existían las armas, pertrechos yartillería de la República en 1861 permanecerán en el es-

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tado que corresponde, dejando la entrega de dichos par-ques y armamentos a la generosidad y buen nombre de laautoridad española.

Del mismo modo los archivos antiguos y modernos detodas las oficinas públicas, como igualmente de las nota-rías, serán recibidos por la comisión que designe.

Art. 11.-A propuesta del Señor General en Jefe delas fuerzas españolas el desalojo total del territorio seefectuará el día... y la Municipalidad de la Capital deSanto Domingo recibirá la plaza con las formalidadesde costumbre.

Güibia. Quinta de Grand Gerard, a 5 de junio de 1865.

VII

De las condiciones del Protocolo adicional (14).

Para la formación del protocolo que ha sido conveni-do redactar como complemento del conveniodominicohispano firmado el seis de junio actual en laQuinta El Carmelo por el Excmo. Señor Capitán GeneralDon José de la Gándara y los comisionados especiales,Generales Don José del Carmen Reinoso y MelitónValverde, y Pbro. Miguel Quezada, se presentan las cues-tiones siguientes que son las que a juicio de la comisióndeberán tratarse con las demás que el Sr. Capitán Gene-ral estime conveniente.

(14) En Luperón… Vol. I. p. 310. Manuscritos de éste y del anterior docu-mento en Biblioteca de E. R. D.

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Primero.- Sobre causas civiles y criminales.

La comisión opina y desea que las causas civiles y cri-minales incoadas en los tribunales españoles de los diver-sos puntos de este territorio, deberán seguir su cursoen los del país que se establezcan, con la sola excepciónde aquellos que versen sobre intereses entre súbditosespañoles, y los de los prevenidos y acusados de la mis-ma nación.

Segundo.- Bienes embargados de los dominicanos.

Las propiedades de toda clase de los dominicanos pre-sentes y ausentes del país que hayan sido embargadas oafectadas por disposiciones gubernativas de la autoridadespañola en cualquier parte del territorio, serán descarga-das del embargo y entregadas al Ayuntamiento, a cuyo efec-to se le pasarán las relaciones, registros, rentas e interesesque hayan devengado, para su devolución según lo dis-ponga el Gobierno dominicano.

De igual manera serán devueltos los productos de aque-lla parte de los bienes embargados que por cualquier casohayan sido enajenados.

Tercero.- Entrega de los arsenales, parques, edificiospúblicos y archivos de toda clase.

Los parques y arsenales en que existían las armas, per-trechos y artillería de la República en 1861, espera la Co-misión que permanezcan en el estado que corresponde y apartir de los inventarios del armamento de aquella fecha;dejando su entrega y reposición a la generosidad y buennombre de la autoridad española.

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Es también de desear que las oficinas y edificios públi-cos con los muebles que le pertenezcan, sean recibidos porel Ayuntamiento a beneficio de inventarios.

Del mismo modo los archivos antiguos y modernos detodas las oficinas públicas, como igualmente de los nota-rios, serán recibidos por la Comisión que se designe.

Cuarto.- Asuntos eclesiásticos.

En este asunto la Comisión, obedeciendo al sagradodeber de conservar incólumes los elevados intereses denuestra sacrosanta Religión, suplica al Excmo. Señor Vi-cario real patrón, interponga su influencia para que sedelegue la jurisdicción espiritual al candidato del Gobier-no dominicano Pbro. Don Calixto M. Pina, quien recibiráa beneficio de inventario todo lo perteneciente a la Iglesiay al Seminario Conciliar.

Quinto.- Entrega de la Capital.

La Comisión desea que a propuesta del General en Jefede las fuerzas españolas, se fije el día en que se efectuará laevacuación total del territorio, y que la Municipalidad de San-to Domingo recibirá la plaza con las formalidades de estilo.

Güibia, junio nueve de 1865.

Bases del convenio adicional presentado al GeneralGándara por los comisionados.

VIII

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Minis-terio de Relaciones Exteriores. Santiago, 8 de junio, 1865.

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Señor General: En este Ministerio se han recibido tresoficios de la Comisión que preside V. de fechas 2 y 3 de loscorrientes, acompañados de varias piezas concernientes alas primeras conferencias que tuvieron lugar con el Gene-ral de la fuerza española, Sr. la Gándara.

El Sr. Presidente de la República, se encuentra ausenteen este momento, pero se espera por hora; así pues, se ser-virá V. ceñirse a las instrucciones que se le han dado como alos oficios ulteriores que debe V. haber recibido ya.

Dios y Libertad. El Ministro de Relaciones ExterioresT. S. Heneken. Sr. General José del Carmen Reinoso, SanGerónimo.

[Del manuscrito original. Biblioteca de E. R. D.]

IX

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Cuar-tel General en San Cristóbal a 8 de junio de 1865.

Eusebio Manzueta, General de División y Comandanteen Jefe de las Líneas Este y Sur.

Señores Miembros de la Comisión encargada de las ne-gociaciones. San Gerónimo.

Señores: He tenido el gusto de recibir su atento oficiode ayer, de cuyos extremos quedo bien impuesto.

He determinado salir pasado mañana para Galá desdedonde escribiré a V. V., con el objeto de anunciarles unaentrevista que indispensablemente necesito tener con laComisión.

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Desde Baní escribí a mi digno compañero de armas elGeneral Cabral, invitándole a que se uniera a mí, quienme ha prometido así hacerlo, en las vísperas de la entra-da a la Capital. Por tanto, si V. V. saben aproximadamentela fecha en que se efectuará la desocupación, tengan labondad de decírmela, para yo participarla a mi amigoCabral.

Dios y Libertad. D. O. El Corl. Secret. Luis Ma. Ca-minero.

[Del manuscrito original. Biblioteca de E. R. D.]

X

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Coman-dancia General del Ejército de E. y S.

Señores Miembros de la Comisión, etc.

Señores: Conforme a lo que manifesté a V. V. antes deayer, me hallo en este puesto de Galá, esperando tener laconferencia que deseo cuanto antes, si es posible, porquepienso estar hoy mismo en San Cristóbal, por exigirlo asíel mejor servicio ppco. Si ninguno de V. V. puede venir aeste lugar, tengan la bondad de escribirme y comunicar-me lo que haya hasta hoy, a fin de saber yo a qué atenermeen la parte que me corresponde.

Soy de V. V. affmo. S. S. El General en Jefe. D. O. Secr.Luis Ma. Caminero.

Galá, junio 10, 1865.

[Del manuscrito original. Biblioteca de E. R. D.]

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XI

Capitanía General y Ejército de Santo Domingo,E. M. G.

Señores Generales D. José del C. Reinoso y MelitónValverde, y Presbítero D. Miguel Quezada.

Señores: Recibí oportunamente la comunicación de V.V. de 9 del actual, conteniendo nota comprensiva de lascuestiones que deseaban V. V. sirvieran de fundamento alprotocolo que debía redactarse, como complemento delconvenio firmado el día seis.

Como la naturaleza de alguna de aquellas cuestionesno se presta a ser incluida en el protocolo, y el protocolomismo no sea de forma muy propia en este caso, he creídodeber manifestar a V. V. que sin alterar ninguno de misofrecimientos, serán resueltos todos ellos en favor de V.V., con el espíritu de benevolencia que me anima y queestá de acuerdo con lo que el Gobierno de S. M. ha tenidopor conveniente prevenirme, asegurándoles de nuevo quetan pronto como el Convenio celebrado empiece a tenerejecución por la entrega de los prisioneros, me apresuraréa dar cumplimiento a mis promesas en todo aquello quesea inmediatamente realizable, disponiendo que el Ayun-tamiento reciba, a beneficio de inventario, y como repre-sentante del gobierno dominicano, los archivos y edificiospúblicos que vayan desocupándose y continuando del mis-mo modo con todos los demás asuntos, en proporción quellegare su oportunidad, hasta terminar con la entrega dela plaza el día de su evacuación.

Reitero a V. V. que con ligeras alteraciones acepto elcontenido de la nota a que me refiero.

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Dios guarde a V. V. muchos años. Santo Domingo, 13de junio, 1865. José de la Gándara.

[Del original. Biblioteca de E. R. D.]

XII

Dios, Patria y Libertad. República Dominicana. Cuar-tel General en San Cristóbal, a 13 de junio de 1865.

Eusebio Manzueta, General de División y Comandanteen Jefe de las Líneas Este y Sur.

Señores Miembros de la Comisión, etc., etc. SanGerónimo.

Señores: Sin ninguna de V. V. a que referirme, me cabeel placer de dirigirles algunas líneas, aunque en parte ten-ga que participarles la mala nueva de la muerte del Coro-nel Pepe Román, acaecida anoche por la bala de un alevo-so que se ignora todavía. Yo hago las más escrupulosasindagaciones sobre el hecho, de cuyo resultado daré a V.V. conocimiento.

Espero por momento contestación de mi oficio de ayer,y mi secretario general pasará a ese lugar a asuntos delservicio tan pronto como V. V. me den la contestación.

Está de más el advertir a V. V. que cualquiera cosa deque tengan necesidad y que esté a mi alcance remediar,pueden mandar como mejor parezca: soy amigo de V. V. yamante de mi Patria.

Siempre de V. V. affo. S. S. D. O. El Corl. Secrt., LuisCaminero.

[Del manuscrito original. Biblioteca de E. R. D.]

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XIII

Capitanía General y Ejército de Santo Domingo.E. M. G.

Señores Generales D. José del C. Reinoso y Don MelitónValverde, y Presbítero D. Miguel Quezada.

Señores: Con la comunicación de V. V. fecha de estedía, anunciándome haber recibido órdenes de su gobier-no de suspender las conferencias para que estaban acredi-tados, y trasladarse a San Cristóbal, he recibido un pliegodel General D. Eusebio Manzueta, en que sustancialmenteme participa lo mismo.

Me complazco en satisfacer los deseos de V. V. inclu-yéndoles el salvoconducto, para que, cuando gusten, pue-dan emprender su viaje, en la inteligencia de que por miparte, no hay reparo en que puedan acortar o prolongar avoluntad su permanencia, toda vez que, terminadas dehecho nuestras conferencias desde el día seis del actual,en que firmamos el convenio que fue su resultado, careceya de objeto y significación la orden que me anuncian V.V. haber recibido.

Dios guarde a V. V. muchos años. Santo Domingo, 16de junio de 1865. José de la Gándara.

[Del manuscrito original. Biblioteca de E. R. D.]

XIV

Señores D. José del C. Reinoso, D. Melitón Valverde yD. Miguel Quezada. Santo Domingo, 16 de junio de 1865.

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Muy apreciables Señores míos: No puedo menos de ma-nifestar a V. V., aunque de un modo puramente confiden-cial, el sentimiento de extrañeza que me ha causado lanoticia que me dan V. V. de haber recibido órdenes de sus-pender las conferencias conmigo y retirarse.

Conocen V. V. sobradamente que ciertas cosas no tie-nen más que un modo de ser y que no es posible cambiarcaprichosamente su verdadero carácter. No puedo, pues,darme por entendido oficialmente del pensamiento quepueda envolver esa orden, ni atribuirle ningún propósitodeterminado.

Su forma, sin embargo, es tan rara, que privadamenteme autoriza a formar juicios poco satisfactorios y me obli-gan a hacer a V. V. algunas indicaciones que pueden ser-virles de gobierno, para el sensible caso en que pudieranrealizarse mis particulares impresiones.

Si la citada orden pudiera en algún modo referirse a unpropósito de anular o desvirtuar lo convenido, debo con-fesar a V. V. con toda franqueza, que no lo sentiría por mí,pero que me haría cambiar completamente en mi modode ver en las cuestiones de que nos hemos ocupado y quemis resoluciones en lo sucesivo, serían diametralmenteopuestas a las que han determinado la conducta que heseguido hasta la fecha, y que desentendiéndome en abso-luto de todo género de consideraciones, atendería sólo alo que corresponde a los intereses y a la dignidad del paísque represento.

Si fuera posible que llegara el caso de ver a V. V. decualquier modo desautorizados, después de haber sidoacreditados en la forma más solemne, y de haber dado yo,

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por ello, completa fe a su representación, no habría medioposible de nueva inteligencia, porque las más sencillasnociones del deber, de la dignidad y del decoro, me obli-garían a encerrarme en una incomunicación absoluta y aobrar con completa independencia.

No quiero en esta ocasión, faltar a la lealtad y a la fran-queza con que me he conducido en todas, al tratar desdeel principio las diferentes cuestiones que han mediadoentre nosotros, y por eso no extrañarán V. V. les diga, queen lo sucesivo no podría tener fe ni inspirársela a mi Go-bierno, en las relaciones que pudiera tener, con quien, enel caso supuesto, hubiera desconocido todas las reglas delderecho, de las conveniencias y hasta de sus propios inte-reses. Esto supuesto, cumple a mi lealtad terminar asegu-rando a V.V. que me negaría a toda comunicación y queobraría en lo sucesivo, y hasta el último momento, delmodo que convenga a mis propósitos.

Aprovecho esta ocasión para reiterar a V. V. la seguri-dad de la personal consideración con que me suscribo deV. V. muy atento y seguro servidor Q. B. S. M. José de laGándara.

[Del manuscrito original. Biblioteca de E. R. D. Tam-bién figura en Luperón..., Vol. I, p. 312.]

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Comentarios editoriales.Convenio de El Carmelo

(BOLETÍN OFICIAL, NÚM. 31, JULIO 5 DE 1865).

El hábito de estudiar y presentir sobre las diversas fa-ses de los pueblos, hace que en estos días de nuestra largavida periodística lleve cuanto avanzamos cierto aire pro-fético y de infalibilidad que el tiempo se apresura a confir-mar. No por esta coincidencia, que tampoco es un privile-gio, ni menos un argumento para hacer mérito ridículo deaventajadas facultades, pasaremos a creer que tenemos elderecho de exigir la ciega adoración de nuestros juicios; perosí a esperar que, frutos del más depurado patriotismo y so-metidos a un riguroso análisis, merezcan por lo menos laatención pública cuando los ofrecemos a su fallo.

Nuevos en el estudio de la ciencia política, que en otraslocalidades veíamos con un espanto racional, la hemosabordado sin embargo en nuestra patria sin limitacionesni reservas. Verdad que venimos a tomar esta resoluciónen sus últimos días de peligro; pero ni podíamos expan-dirnos bajo el imperio de los anteriores miembros del Go-bierno –gratuitos enemigos nuestros con sólo dos excep-ciones–, ni en el libre y verdaderamente democrático de

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hoy se había hecho necesaria hasta entonces nuestra inge-rencia en materia que, si bien un tanto adormecida, fuecomo la tranquilidad de los volcanes, para en breve estre-mecer con sus rugidos y amenazar con sus erupciones lainsegura tranquilidad del territorio. De todos modos es-cribimos en política, y prácticos en esto de observar res-pectivamente la índole de cada una, no vacilamos en apun-tar cuáles serían las aspiraciones de la española al cumplirel Real precepto de suscribir con nosotros el pliego de lapaz y alejar sus tropas del país. Pudiera decirse con pre-sencia del paralogismo de El Convenio que, Diablos Co-juelos de la época, cuanto dijimos en el Alcance de 30 deabril, lo habíamos escuchado a los políticos españoles deSanto Domingo, desde un secreto nicho del Palacio, o afavor de una pérfida mampara; y pudieran decirse ellos alreleerlo, como pauta para el porvenir: nihil est operlam,quod non revelabitur, et ocultum quod non scietur.

Hoy publicamos un documento oficial, o para ser másexplícitos, una real orden que en copia certificada y confecha 13 de abril ha llegado a nuestras manos. En ella sehacen prevenciones al Capitán General de Santo Domin-go, de las cuales dice la primera: “como el titulado Gobier-no Provisional (el Gobierno dominicano) no tiene el ca-rácter de una Nación amiga ni enemiga, reconocida comopueblo independiente por otras Naciones, no es del casorevestir a V. E. de carácter diplomático cerca de él. V. E.,como General en Jefe del ejército que opera en esta isla,tiene por su propia representación la bastante para tratar,estipular y convenir cuantas medidas crea oportunas, a finde facilitar las sucesivas medidas necesarias para la eva-cuación, luego que se determine así por la ley”.

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Glosemos el artículo.

Al Capitán General se le hacen terminantes preven-ciones: luego no puede salvar su órbita sin abrir concep-to al arbitrio de nulidad para sus actos. Al Capitán Gene-ral se le previene que, por no ser la República naciónamiga ni enemiga, tampoco es del caso revestirlo de uncarácter diplomático: luego todo lo que ha hecho en esteorden lleva invivito el sello de la reprobación, como ex-cedente de su poder y su carácter. Al Capitán General sele dice que como General en Jefe del Ejército que operaen esta isla tiene por su propia representación la bastan-te para tratar, estipular y convenir cuantas medidas creaoportunas, a fin de facilitar las sucesivas medidas nece-sarias para la evacuación luego que se determine así poruna ley. De manera que ni por esa Real Orden ni por elReal Decreto de primero de mayo el Capitán General noestaba facultado a proponer, ajustar y suscribir un con-venio diplomático como el que se redactó en Santo Do-mingo a su sabor; sino meramente a tratar de la desocu-pación, a facilitar las sucesivas medidas necesarias, aefectuarla luego que se determinara así por una ley. Ycomo esa ley, que es el Decreto de primero de mayo, vinodespués sin rehabilitarlo en sus aspiraciones diplomáti-cas; el Capitán General debió concretarse al espíritu desu primer artículo que, según se registra en nuestro nú-mero anterior dispone terminantemente la evacuacióndel territorio, y sólo le ofrece ahora la oportunidad de tra-tar, estipular y convenir por aquel único efecto, en uso desu representación como Jefe del Ejército; pero nunca ja-más con un carácter diplomático, que se le negó termi-nantemente en la Real Orden de abril y cuya negativa se

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ratificó en el Real Decreto de mayo, que es la ley anun-ciada, cuando se le intima la desocupación, reservándo-se España por el artículo 2 el derecho de tratar con laRepública sobre materias de alta política e internaciona-les relaciones.

El Convenio de El Carmelo carece, pues, de carácterlegal por las razones poderosas que dejamos aducidas, pro-venientes de la misma voluntad de la Corona, y por faltar-le la necesaria sanción de la primera autoridad de la Re-pública; carece también de carácter legal, porque amén deque en las facultades de ambos contratantes no es otra cosaque un mero borrador, y suponiendo que la expresadaautoridad lo hubiese suscrito; faltaríale siempre para pro-ducir sus efectos las formalidades de la ratificación y delcanje; carece de carácter legal porque ese Convenio (yaque así quiere llamársele) sólo se refiere a beneficios parauna parte, contra los que se ha protestado dentro del tér-mino que señalan todos los derechos; en fin, carece de ca-rácter legal porque la naturaleza de los sucesos y la venta-josa actitud de la República, rechazan por sí ante el crite-rio de la misma España esa violenta y extemporánea pres-tación al reconocimiento exclusivo de unas responsabili-dades y unas declaratorias tales, que ni aún compartidasnos lograrían colocar en buena parte.

Poco, o nada mejor dicho, ha logrado el Capitán Gene-ral de Santo Domingo con la posesión de una copia delConvenio firmada por nuestros Representantes. Y si al lle-gar con ella a España, se promete enfrentarse con el Gabi-nete exclamando jubiloso como el poeta clásico: Mirad laperla que robé a los mares; desde ahora le anunciamos elfruto de disgustos y digna reprobación con que los gobier-

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nos honrados contemplan siempre los actos que ponen enevidencia sus programas.

No es España, no, una nación prostituida; si algo haypor qué acusarla, el juicio universal está conteste en queese algo es el abuso de personería que se ejerce por estasregiones apartadas... y es de esperar por eso que a las sa-tisfacciones mal fundadas del Jefe del Ejército que operaen Santo Domingo, responda con la exhibición de los Rea-les Documentos acompañados de estas enérgicas pala-bras: “Ved si habéis cumplido la explícita voluntad de laCorona...”

Un hecho hay, además, digno por todo extremo denotarse como una verdadera antilogía política, y que estáen abierta divergencia con la soñada bondad que se nosbrinda. Es, a saber, que mientras se monopolizan las ven-tajas en las fojas del Convenio, a punto de quedar nuestrapatria casi como San Bartolomé, desollada y con su pro-pia piel al hombro, las prendas que recibimos de gratitudy complacencia son las de volar el castillo levantado enPuerto Plata sobre los cimientos y los muros de nuestraparroquia, llevarse los cañones del fuerte St. Pierre, enMontecristi, que tantos sacrificios nos costaron, y anun-ciar como un despique la extracción de los que cubren laplaza de Santo Domingo, también de nuestra exclusivapropiedad.

Esto nos trae a la memoria la conducta de los romanospara con los sabinos, aunque sin poder consignar una com-paración definitiva: porque no se concibe que aquellas vio-lencias y perfidias hayan venido a través de tantísimas cen-turias a encarnar en nuestros corazones, desmintiendo lateoría de la degeneración físico-moral de nuestra especie...

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Sea como fuere, y por síntesis de los anteriores racioci-nios, diremos que sólo hemos procurado certificar hastael presente la ineficacia del Convenio, como opuesto anuestros derechos y a la armonizadora intención de laCorona. En cuanto a lo demás, levantaremos si necesariofuere nuestra voz apelando al respetable fallo de los pue-blos, tanto libres como esclavos; pero ni corrompidos niinsensibles. Dios y el mundo nos contemplan: Dios reve-lará su voluntad al mundo, y el mundo como su instru-mento nos hará la razón y la justicia.

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Apéndices

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De Capotillo a SantiagoBENITO MONCIÓN

DOS PALABRAS (15)

La historia de los heroísmos con que la espadarestauradora imprimió saludable poderío al corazón de laPatria, para mostrar al través de los tiempos la enseñanzade los libres, deja en la albura de su noble verdad escritoeste nombre: Benito Monción.

La individualidad anónima de sus primeras ejecutoriasmilitares no cobra perfiles de soldado bizarro, sino cuan-do truena sobre la cima de Capotillo el reto de la Restau-ración nacional.

Desde entonces, el atrevido empuje de sus osadías deguerrero le consagró como a una de las figuras prominen-tes de aquella milagrosa campaña de la libertad, de dondesurgió purificada de sus involuntarias complicidades conla anexión española la bandera de Febrero.

(15) Prólogo de Miguel A. Garrido del 16 de agosto de 1902 en la primeraedición de Relación Histórica del general Benito Monción.

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Tiene, pues, su palabra, al historiar, como lo hace, elpresente folleto los acontecimientos que compendia el pri-mer periodo de la guerra de 1863, toda la incuestionableautoridad de su nombre.

No son estas páginas sino la exposición tranquila delhéroe, recogida por un dominicano ilustre, también restau-rador, en la cual beberá una vez más el espíritu fervoroso delos dominicanos buenos la sabia lección del esfuerzo cívicocon que se alzaron a la suprema sanción de la Historia, aque-llos generosos reivindicadores de la honra patria.

Y ninguna ocasión más amable al recuerdo, ningunafecha más solemne que ésta para ofrecer, a modo de pe-renne luz, a la virtud ilustrada del pueblo dominicano, esevoto de gloria, ese fragmento de nuestras viejas victoriasque sintetiza la relación histórica que nace al aplauso delmundo sobre la erguida cumbre de Capotillo.

De Capotillo, la recia cima en donde al grito de los li-bres se alzó reverberante de grandeza la Restauración na-cional; cima homérica por la magnitud del esfuerzo en ellacumplido; magnificada cima que señala al pueblo el de-rrotero perpetuo de la libertad, y que convida a solemni-zar, año tras año, la vigorosa resurrección de la República.

El General Benito Monción yace en la tumba; mas elverbo de sus confidencias, ingenuo y verídico, corre en elpresente folleto diciéndonos cosas sagradas que son la másjusticiera apología de su vida y que hoy, en el aniversariode la Restauración nacional, tejen corona de merecida in-mortalidad a su nombre.

Escritas quedan, sencillas y serenas, estas páginas delhéroe. Acójalas la honradez del pueblo dominicano comoel relato de sus propias virtudes; inclínese, fortalecido por

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el patriotismo, jurando una vez más la invencible perdu-rabilidad de la Patria!...

MIGUEL A. GARRIDO

16 de agosto de 1902

RELACIÓN HISTÓRICA

Cuando llegaron los españoles al país, en el año de 1861,era yo Teniente Coronel de ejército, por servicios presta-dos durante la lucha de Independencia; mal avenido consu dominación, me preparé a hacerles la guerra, tan pron-to como se me presentara la oportunidad; fue ésta la delmovimiento revolucionario de enero de 1863, dirigido porel general Lucas de Peña y en el que participaron también:Juan Antonio Polanco, Norberto Torres, SantiagoRodríguez (a) Chago, José Ramón Luciano, Juan de la CruzAlvarez (a) Cacú, José Cabrera, Pedro Antonio Pimentel,Jove Barriento, y algunos más que ahora no recuerdo.

Verificado el pronunciamiento de Guayubín el 24 deenero apoderándonos de armas, pólvora, y municionesconfeccionadas, existentes en el Arsenal de la época de laRepública –la pequeña guarnición española se retiró paraMonte Cristi– fui encargado, ocho o diez días después, demarchar contra las fuerzas españolas que, habiendo sali-do de Santiago a causa del dicho movimiento, se hallabanacampadas en Villalobos, al mando de los generales do-minicanos José Hungría y Gaspar Polanco; llevaba con-migo ochocientos hombres y una pieza de artillería de a 8.

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En el sitio nombrado “Hato del Medio Abajo” topé conuna Comisión, que el general Hungría enviaba a Guayubín,compuesta de los dominicanos: Furey Fondeur, Carlos yTito Fermirí; y muy poco después fui alcanzado por PedroA. Pimentel, con dos o tres de a caballo, enviado con or-den del general L. de Peña, mandándome retroceder paraGuayubín; lo cual ejecuté con toda la gente. Al llegar medijo el general Lucas: “que se había decidido a no hacer laoperación y sí entrar en arreglo con los españoles, los queestaban dispuestos a dar garantías a todos y a hacernosconcesiones más tarde”, según testificaba la Comisión allípresente. La misma de que he hablado.

Yo declaré: que no me conformaba con lo resuelto eiba a efectuar siempre el ataque con los que quisieran se-guirme; entre tanto, se había desorganizado la tropa, irri-tada al saber lo que estaba pasando; de tal modo, que al-gunos intentaron hacerle fuego a los partidarios del arre-glo. Con los que me acompañaron me dirigí al paso deMangá, transporté dos piezas de a 4, que entonces lleva-ba, al otro lado del río, colocando una en el mismo paso yla otra en el fuerte de Mangá; ambas mandadas por el co-ronel dominicano San Mézquita. Llegó la columna espa-ñola que ya había estado en Guayubín sin encontrar quienle disparara un tiro, pues tan pronto como yo me puse enmarcha se desparpajaron los que allí estaban, yéndose losgenerales Lucas de Peña y Norberto Torres para Dajabóny se puso a atravesar el río, que estaba muy bajo; mandédisparar con la pieza del paso, causándole daño a su caba-llería, pero siempre continuaron vadeando, tomándonos,al mismo tiempo, la dicha pieza; entonces, se hicieron doso tres tiros con la del Fuerte, matándoles seis u ocho hom-bres. Sin embargo del cañón y de la fusilería, como quiera

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que mis fuerzas eran, apenas de cincuenta hombres, fuiderrotado. En el mismo día me reuní a Pimentel y al gene-ral Juan A. Polanco en la boca de “Aminilla” y, al instante,organizamos una columna de noventa y seis hombres, conlos que fuimos a situarnos en el paso de “San José” –cami-no de Sabaneta– para esperar allí a los españoles; mas ha-biendo sido advertidos de nuestro plan por los prácticosdominicanos Andrés Fermín y Miguel Mejía, cambiaronde camino tomando el del “Cantón del Medio” para diri-girse a Sabaneta al ataque de nuestra gente, que allí man-daba el coronel José Mártir desde que pronunció la Plazael veinticuatro, dispersando la guarnición española, quefue a parar, una parte a Santiago, la otra parte a Guayubín;donde hicimos prisionero al médico militar. Efectivamen-te, fue atacada y derrotada quedando muerto el dicho co-ronel Mártir.

Experimentados estos descalabros, se dispersaron losprincipales revolucionarios en distintas direcciones:Pimentel y Juan A. Polanco se fueron a “Lozano” –en lasección de Monte Cristi– y Cabrera, el coronel Juan de laCruz Alvarez (Cacú) y yo, para “Capotillo Dominicano”.

Los habitantes de Guayubín, Sabaneta, y demás pun-tos fronterizos, abandonaron sus casas huyendo, en sumayor parte, para el territorio haitiano; del mismo modomuchos que de Santiago habían ido a guarecerse a la Lí-nea, a causa de lo acontecido allí en la noche del 24 deenero de 1863.

El coronel Cabrera, Cacú y yo, reunimos inmediatamen-te en Capotillo quinientos hombres, que se hallaban enDajabón; pero en esto llegó al campamento una comisiónde tres dominicanos, de los cuales sólo retengo el nombre

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de Carlitos Rodríguez (a) el Chino, con el encargo de de-cirnos, de la parte del general Hungría: “que todos se po-dían retirar a sus casas, sin ningún temor de ser persegui-dos, y, en cuanto a los jefes, que permanecieran ocultoshasta que, en el término de tres meses, les llegara el per-dón de la Reina”. Dispuse enviar, cerca de Hungría, a DonDiego Crespo –venezolano naturalizado dominicano–. Asu regreso confirmó lo ya dicho por la Comisión; pero tuvola imprudencia de hacerlo en público, ocasionando conesto la deserción de la gente de armas que teníamos orga-nizada, a la vez que la vuelta a sus casas, o la entrada enHaití, de las familias allí refugiadas. Ya casi solos dispusoCabrera, seguido de unos pocos, irse para “David” –lugarsituado en la misma loma de Capotillo Dominicano”, aun-que algo más adentro– y Cacú y yo nos pasamos a “Capo-tillo Haitiano”, a las ocho de la noche de aquel día. Al si-guiente, a él se lo llevaron para el Cabo Haitiano, unos vi-vidores dominicanos de por allí, y a mí me ocultaron en“Tousanante”. Ocho días después monté a caballo, reuníun buen número de dominicanos, de los regados en aque-llos sitios, y me reuní con Cabrera en “David”. En los pri-meros días de nuestra reunión, se internó el coronel espa-ñol, Campillo, más allá de “David”, derrotando a Cabrera;yo acudí y, reuniendo las fuerzas, los atacamos, y derrota-mos, de medianoche al día, entre “David” y la “Ermita Vie-ja” de Capotillo, haciéndole un prisionero. Y, durante cincomeses, no cesamos de atacar a las guarniciones españolasde Dajabón, y aun de Guayubín, sin que dispusiéramos demás tropa que cuarenta o cincuenta hombres a lo sumo.

Habiéndose agotado las municiones, me puse en ca-mino para Haití con el empeño de conseguirlas: en el

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“Trou” me vio el general Silvain Salnave, a quien no cono-cía; él me ofreció armas y pertrechos que reunía por sus-cripción entre sus amigos del Cabo Haitiano. Cuando medirigía para allí, hallé en “Paraíso” al general SantiagoRodríguez (a) Chago, que llevé conmigo, y en la ciudad alseñor Huberto Marsán, quien me regaló, hecha por él, laprimera bandera dominicana que flotó en las filas de laRevolución.

Mi viaje duró, por lo menos, un mes, empleado en con-feccionar y preparar las menciones. A la vuelta me acom-pañaban el general Santiago Rodríguez, capitán EugenioBelliard, Segundo Rivas, Alejandro Bueno, Pablo Reyes–hoy general– mi hermano Juan de Mata Monción, nom-brado más tarde abanderado; y otros dominicanos, cuyosnombres no recuerdo; los que yo iba incorporándome enel tránsito. En “La Visite” hallé a Pimentel y Luis Llellé;entregué al primero una carga de municiones, con la quese fue a reunir la gente de “Macabón” y Martín García”,acantonándose después en el paso de “Macabón Arriba”situado entre Dajabón y Guayubín.

El quince de agosto, a medianoche, dejamos a “David”;Cabrera y Santiago Rodríguez, a la cabeza de ochenta hom-bres, con destino a Sabaneta, y yo con treinta y seis, y unabandera –la de Marsán– para ir sobre Guayubín. Íbamosa recomenzar, con más vigor ahora y, al fin, con más felizresultado, para la patria, la lucha que no habíamos aban-donado desde el 24 de enero.

Me amaneció en los “Cerros de las Patillas”, a vista deDajabón y muy próximo al campamento español de “Belai”,“Fuerte de Belai”. Levanté en una altura la bandera domi-

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nicana, de manera que la viesen los españoles; seguramen-te la vieron, puesto que nos hallábamos muy cercanos. Perono ejecutaron ningún acto hostil contra nosotros, sino queemprendieron marcha, tomando, al parecer, la direcciónde Guayubín; yo me puse en su seguimiento. Serían lasseis de la mañana. Advertido Pimentel, por sus espías, delcamino que llevaban, se preparó a aguardarlos en el pasodel arroyo “Macabón”, donde, como a las nueve o diez dela misma mañana, les rompió fuego de frente, mientras yolos atacaba por retaguardia; aunque con algunas pérdidassiempre forzaron el paso, y, así que adelantaron terreno,cambiaron el camino de Guayubín por el de “Castañuela”,dirección esta para ir a Monte Cristi. La columna consta-ría, por lo menos, de cien hombres, y llevaba de jefe al bri-gadier Buceta. En “Belai” habían quedado ciento cincuen-ta al mando de un jefe español.

Aún no he dicho que, del 13 al 14 de agosto, Juan A.Polanco y el coronel Francisco Antonio Gómez (a) Toñico,intentaron apoderarse de Guayubín, siendo rechazados;pero más felices el día 16 lo tomaron a mediodía, acompa-ñados por el coronel Félix Gómez. La acción fue muy san-grienta para los españoles, por sus muchas pérdidas, en-tre éstas la del jefe de la Plaza, el coronel dominicanoSebastián Reyes; para nosotros no lo fue tanto, pues sólotuvimos tres o cuatro muertos y pocos heridos.

Pasado el encuentro de “Macabón”, reunimos las fuer-zas, que montaban a unos doscientos hombres. Seguimospersiguiendo a los españoles hasta “Castañuela”; allí medetuve con los de infantería –ya serían las 6 de la tarde– yPimentel, con los de a caballo, alumbrándose con velas decera, se puso a seguir las huellas que dejaba el enemigo, a

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fin de cerciorarse de la exacta dirección que seguía; al lle-gar a “Corral Viejo” adquirió la certeza de que iba paraGuayubín; entonces me mandó buscar con toda la gente.A medianoche estábamos reunidos.

Aguardamos el día. Era el 17. Alcanzamos a los espa-ñoles en “Doña Antonia”, los cuales habían ya desechadoel camino de Guayubín, tomando otro que pasa a muchadistancia de esa población; les rompimos fuego y derrota-mos en el acto y seguimos persiguiéndolos por todo el ca-mino, que iban sembrando de heridos y muertos; y de pri-sioneros, armas, municiones, etc.; de tal modo que, ya alllegar a “Guayacanes”, sólo acompañaban a Buceta ocho odiez de a caballo; pero nosotros también nos habíamosreducido a los de la misma clase, y entre éstos Pimentel yyo corríamos muy avanzados sobre los demás. La tropanuestra se había retardado, en la ocupación de hacer pri-sioneros y de recoger los despojos del enemigo, y por laextrema celeridad y fatiga de la marcha. La infantería es-pañola no existía ya: muertos o heridos unos, prisioneroso perdidos en el monte los demás. En “Guayacanes”, sedesmontó Buceta en la casa del señor Juan Chaves –mástarde he oído decir que cambió de caballo– precisamentecuando, viendo Pimentel que nos hallábamos solos, sevolvía atrás para hacer avanzar a la gente de a caballo; alreunirse conmigo, emprendía de nuevo Buceta la huida ynosotros –Pimentel y yo aún solos– su perseguimiento tande cerca, que éste echó a tierra, de un machetazo, a unoficial que creyó ser el Brigadier, y yo de un tiro de revól-ver al peón de la carga; pero resultó que en la parte arribadel cementerio de “Guayacanes” se le aballó el caballo aPimentel, mientras yo seguía hasta el “Cayucal”, en donde

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al ir a herir a Buceta, que montaba un caballo pardo, secayó el mío; cuando me incorporaba fui herido de sable enla cabeza –de cuyo golpe quedé aturdido– por un dragónespañol y, seguidamente, en la muñeca del brazo izquier-do. Viéndose Pimentel con la montura inútil, continuócorriendo a pie, y por fortuna mía llegó a tiempo paraliberarme de mi contrario, derribándolo de un macheta-zo. En esto llegaron Gabino Crespo, Alejandro Campos yotros; me condujeron a la casa de Francisco de la Cruz, enel mismo “Guayacanes” y continuó luego la persecución;pero Buceta había ganado mucho terreno, en lo que seocuparon de mi herida y de buscarle caballo fresco aPimentel. Cesó en “Pontón”. De allí se volvieron a la“Peñuela”, en donde se incorporó, por la primera vez a laRevolución, el general Gaspar Polanco.

Todos se dirigieron a “Guayacanes”, en cuyo lugar ha-bía hecho alto nuestra infantería.

El 19, en la noche, fue atacado ese cantón por fuerzassalidas de Santiago en auxilio de Buceta; tuvimos ochomuertos y algunos heridos. Retiróse la columna españolaen la madrugada del 20, y nuestras fuerzas avanzaron de-trás el mismo día; no hubo encuentro de formalidad, sinotiros de distancia en distancia, hasta llegar a la Peñuela,donde hicieron alto; la columna española continuó, en-trando a Santiago en la tarde. Ya organizadas las fuerzas,salieron de la Peñuela y llegaron a “Quinigua” del 21 al 22de agosto.

El día 18, en que fui trasladado herido de Guayacanes aGuayubín, salieron de éste Juan A. Polanco y el coronelJosé Antonio Salcedo (a) Pepillo, para atacar los cientocincuenta españoles de “Belai”. Tan luego como percibie-

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ron las tropas dominicanas abandonaron, sin un tiro elfuerte y, pasando el río Masacre entraron en Haití.

Dije, que el 16 marcharon los generales Cabrera y San-tiago Rodríguez sobre Sabaneta, donde estaba el generalJosé Hungría con una fuerza de cien o más españoles;éste abandonó la Plaza situándose en el “Pino”; de pocaimportancia fue el encuentro, derrotándose sin embargoHungría sobre Sabaneta; los nuestros le fueron detráshasta la “Subida del Tabaco” –camino de San José de lasMatas–.

Al cabo de tantos años, y siendo tanta la cantidad dehechos que debo recordar, mi memoria no me permite fi-jar, con toda exactitud, las fechas en que esos aconteci-mientos sucedieron, a no ser que se trate de los verifica-dos en las más notables, cuales son: el 24 de enero, el 16,17 y 18 de agosto; pero sí puedo decir, con bastante fijeza,si un hecho se realizó al principio, al mediar, o a fines detal o cual mes. Así pues, no aseguro el día –quizás fue 18 ó19– en que, el entonces capitán de Sección Federico de J.García, y el coronel Aniceto Quintana, marcharon contraMonte Cristi, lo tomaron e hicieron prisionera a su peque-ña guarnición española y al jefe de la Plaza, el coronel do-minicano Ezequiel Guerrero.

Permanecí como ocho días curándome en Guayubín;no estando aún bueno a su término me puse en caminopara el campamento “Quinigua”, habiendo antes ordena-do a Cabrera que fuese a acantonarse en San José de lasMatas, dejando a Santiago Rodríguez encargado deSabaneta. Más tarde, cuando estuvieron las fuerzas revo-lucionarias sobre Santiago, le ordenó el general G. Polancoque ocupase la “Otra Banda”.

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Llegaba yo a “Quinigua” y ya nuestras tropas habíansalido para Santiago; puse un correo, con el objeto deque me aguardaran; pero no pude alcanzarlas sino en la“Sabana”. En esta se desplegaron nuestros mil y más hom-bres –no todos armados– y las fuerzas españolas al fren-te ocupando el recinto de la población. Tuvo lugar el cho-que –debió de ser del 28 al 29– y fueron derrotadas de-jando en poder nuestro una pieza de artillería. Las pérdi-das de su lado se redujeron a un artillero muerto; delnuestro a nada absolutamente. Ellos ocuparon la Forta-leza de San Luis y el Castillo-Santiago y nosotros la po-blación de Santiago.

Yo me acantoné en la Cárcel vieja, Gaspar, el generalPimentel, y demás jefes, se acantonaron por el lado de los“Chachases”. Todos los días teníamos encuentros con lasguerrillas o columnas salidas de la Fortaleza o del Casti-llo-Santiago. Intimamos a éste la rendición –no recuerdoel nombre del parlamentario, sí que lo retuvieron sin dar-nos contestación– entonces lo atacó y tomó el generalPepillo Salcedo.

Tuvimos cuatro muertos y un herido, y el enemigo dosmuertos y un prisionero. Se halló el parlamentario ama-rrado en el suelo. Quedóse Salcedo en el Castillo y paraartillarlo se mandó a buscar a Moca un cañón el cual fuecolocado allí, y después en un cerro, más bajo, desde elcual sus disparos hacían más daño a la Fortaleza. Contri-buyeron en el trabajo de montarlo: el coronel Eloy Aybar,el teniente coronel de artillería José Pier, y Papá Pacheco.El primero sirvió mucho, cuando se estableció el Cantóngeneral en la “Ceibita”, pegado a su casa de los“Chachases”.

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Después del ataque del Castillo-Santiago se me presentóLuperón, que venía de la Yagua –jurisdicción de La Vega–acompañado de un tal Domingo –he olvidado su apelli-do– de Moca, recuerdo que era indio, buen mozo y de ge-nio muy vivo; y, respecto de Luperón, que llevaba un sacomuzgo, sombrero Panamá de alas anchas y una espada decruz. Yo lo conocía, por haberlo visto en Mangá, antes demi encuentro con los españoles, cuando la revolución del24 de enero. Al mismo tiempo de la llegada de Luperón, semandaba a buscar a Moca al general Gregorio de Lora,cuya venida de Puerto Plata, en auxilio de Santiago, se sa-bía en nuestro campamento. Llegó Lota, se le sacó y alistóla gente con que debía ir a ocupar los “Pasos de las Lavas”,a fin de impedir o dificultar la operación de Suero; peroGaspar, cambiando bruscamente de opinión, se empeñó,contra la de la mayoría, en que antes se debía atacar laFortaleza; efectuóse esto ocasionándonos muchas y sensi-bles pérdidas y, la mayor, la de Lora que, herido en unapierna, murió poco después en Moca.

Ya pasado el ataque, presentóse en el campamento elgeneral Juan Nuezí (a) Lafi, quien había estado aguar-dando a Suero, con bastante gente, aunque mal armada,y creyendo conveniente hacerse de algunas armas veníacon ese fin, habiendo dejado encargado del puesto a untal Latour de Monte Cristi. En eso verificaba Suero sumarcha, no sin que le hiciera una buena resistenciaLatour, causándole de 16 a 20 bajas del “Paso deBajabonico” a la subida de la “Cuesta del Balazo”. Cuyoscadáveres vi yo más tarde.

Debo hacer presente que, verificado el ataque de laFortaleza, dejamos la población ocupando sus orillas y

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siempre la “Otra Banda”. El general Silverio Delmonte fueagregado al general Cabrera en ese puesto, del que se hizocargo más tarde mientras éste se retiraba con licencia.

Al saberse que Suero se hallaba en Gurabito movimosel Cantón general, ocupamos el “Fuerte Dios”, y plazamosfuerzas en la Sabana con una pieza de artillería mandadapor Papá Pacheco. Trabóse la pelea, cayéndose a poco elcañón, aunque ya le había causado bastante daño al ene-migo. No obstante nuestra fuerte resistencia y las pérdi-das sufridas –quedaron más de sesenta cadáveres espa-ñoles sobre el campo de batalla– siempre consiguió Sueropenetrar en la Fortaleza de San Luis.

La confusión era grande aquel día; en tanto que nosbatíamos desesperadamente en la Sabana, ardía Santia-go, a causa de haber mandado el general Gaspar Polancodar fuego a una casa situada en la parte arriba del FuerteSan Luis, para que las llamas y el humo perjudicaran a losespañoles allí atrincherados. El incendio se propagó entoda la población, debido al mucho viento que estaba so-plando; pero también pegaron fuego del lado de los“Chachases”. Ignoro quién fuese, sí sé que el encargado dedarlo, según la orden de Gaspar, fue un borrachín de Liceyllamado Juan Burgos.

A causa de la pelea con Suero –que comenzó a medio-día y duraría una hora– se agotaron casi nuestras muni-ciones y se desorganizaron los cantones, yéndose unos aLicey y Jacagua, otros a Gurabo; yo permanecí en el Casti-llo-Santiago, hasta el toque de oraciones, y de allí me pasépara Licey. Al siguiente día se organizaron de nuevo conlas municiones llegadas de Moca en esa madrugada.

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Me había olvidado decir que, realizado el ataque de laFortaleza, llegó al cantón de la “Ceibita” el coronel LeónMerejo, con una pequeña fuerza de Moca, cuyo mando sedio al general Luperón para que fuera al encuentro de unacolumna enemiga que, provista con una pieza de artille-ría, salía en el acto de la Fortaleza; el encuentro tuvo lugaren los “Chachases”, quedando muerto Merejo y otros; dellado contrario hubo igualmente bajas. Después de esto fueencargado Luperón del puesto de “Arenoso” –más arribade Mari López–. Estando en él se le presentaron CasianoMartínez, dominicano, y dieciocho españoles salidos de laFortaleza; el primero nos había engañado en una comi-sión de que lo encargamos en Guayubín. A todos los fusilóLuperón.

Como para mediado del mes de septiembre se presen-to al Cantón general de la “Ceibita”, parte arriba de los“Cachases”, una comisión enviada por Buceta, la que com-ponían: el Padre Charbonneau, el coronel español Velasco,y el teniente Muza, y su encargo aparente era decirnos departe del brigadier: “que los jefes de la Revolución, sin es-tar acompañados de tropa, podían pasar a la Fortaleza,para recibirla y convenir, además, la manera de garanti-zar los heridos que tenían los españoles en la Iglesia vie-ja”. Varios se prestaban a lo propuesto, entre ellos el gene-ral Polanco y Pepillo Salcedo, pero yo me opuse redonda-mente; en lo que discutíamos, realizaban los españoles loque quizás se propusieron, al entretenernos con la Comi-sión, y era: salirse de la Fortaleza, como lo hacían, toman-do enseguida el camino de Puerto Plata; protegida la reta-guardia por su artillería de montaña. Era pasado el me-diodía. Emprendimos la persecución rompiéndoles fuego

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desde “Gurabito”. Entre “Vanegas” y “Quinigua” hicieronalto conteniendo nuestros movimientos de avance con suscañones. Serían las cuatro o cinco de la tarde. Dispuso elgeneral G. Polanco organizar una columna, como detrescientos hombres, que por camino de travesía pasaradelante de la española y se situase en el ventajoso puntodel “Carril”. El mismo Gaspar se puso a la cabeza. La co-lumna enemiga levantó la marcha de madrugada y a pocoandar llegó donde estaba apostada la nuestra; el encuen-tro le fue costoso; para nosotros no, por la ventaja de laposición.

Allí se cogieron a Alejandro Angulo Guridi (dominica-no) y su familia, y a varios dominicanos más; también al-gunos heridos españoles. Continuamos siempre persi-guiéndolos a retaguardia, y en la subida del “Limón” lesquitamos a Miguel Santelices y familia y a otros domini-canos. Al llegar a “Altamira” hicieron alto y poco despuésse pusieron en marcha. En el lugar nombrado “ArroyoNegro”, estaban los rancheros con Latour de jefe; el mis-mo del lance de Suero. Habían tapado el camino con ár-boles derribados al efecto; el ataque fue sangriento paralos españoles, obligados, a la vez que se batían de frente ypor retaguardia, en malísimo terreno, a limpiar el caminopara continuar su retirada. Quedaron muertos: el coroneldominicano Antonio Ceara y otros dominicanos, y dos es-pañoles. En los “Llanos de Pérez” pararon. Era mediodía.Viendo que pasaba el tiempo y no levantaban la marcha,notamos que a su derecha quedaba un gran cañaveral y sedispuso darle fuego, mandando al efecto una guerrilla pordentro del monte; el viento favorecía la operación, arro-jándoles las llamas y el humo; inmediatamente tomaronel camino. Llegando al otro lado de “Bajabonico”, cesó la

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persecución. Hicimos alto, cansados, molidos por la fati-ga, y muertos de hambre, y quedó establecido allí el Can-tón general.

Al día siguiente me fui para Santiago para hacer llevar,al dicho Cantón, una pieza de artillería, con la cual estuvede regreso seis u ocho días después. Hallé la noticia, trans-mitida por un amigo desde Puerto Plata, de que los espa-ñoles preparaban una expedición contra Monte Cristi.Habiendo sido nombrado jefe de operaciones de ese lu-gar, inmediatamente me puse en camino, acompañado deocho o diez dragones, entre ellos el hoy general TimoteoCordero; al llegar al “Alto de la Baitoa” oímos fuego defusilería; era que Federico García y Aniceto Quintana re-chazaban e impedían el desembarco de la expedición es-pañola. Llegué a Monte Cristi, donde permanecí con lacalidad militar que ya he dicho, hasta que tuvo lugar lagrande expedición del general Gándara.

Respecto a ésta, puedo referir lo siguiente: llegaron losespañoles y echaron fuerzas por la bahía de Manzanillo–punta del Presidente– y por el puerto de Monte Cristi.En él estaban: los generales Pimentel, Juan A. Gómez, JoséRamón Luciano y Aniceto Quintana y yo y el coronel JoveBarriento; teníamos 500 hombres no bien armados. Elgeneral Federico de J. García había sido enviado con algu-na fuerza contra los que efectuaban el desembarco porManzanillo. No pudimos resistir al enemigo, porque erangrandes fuerzas y además, auxiliados por los cañones delos buques de guerra, y salimos derrotados; no sin haber-les hecho importantes bajas. Un disparo de cañón dirigi-do por el coronel San Mézquita, echó a pique una lanchamatando algunos de los que estaban en ella. Sólo perdi-

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mos a Eugenio Cadete, muerto, y heridos que pudimos lle-varnos: José Ramón Torres y Francisco Morel. En la no-che de aquel día, ya reunidos todos en “Guayubín”, se nosagregaron doscientos hombres enviados de Santiago parareforzar a Monte Cristi. Al siguiente quedó establecido elCantón de “Laguna Verde” y al otro nos atacaron y derro-taron. En este lance perdí el sombrero. Pero después seorganizaron los cantones del “Duro” y de la “Magdalena”,posiciones en las que nunca fuimos hostilizados; reducién-dose la guerra a encuentros que solían tener lugar, entrelas guerrillas españolas y las nuestras, en el tránsito deMonte Cristi a los dichos cantones. Y así se estuvo, hastael día, de cuya fecha no puedo hacer memoria, pero sí deque hacía largo tiempo que estaban allí los españoles, enque se presentó el general G. Polanco, Presidente en aquellaactualidad del Gobierno Provisorio de la República, y, re-uniendo los cantones al fuerte cuerpo de caballería quellevaba consigo, fue a atacar a Monte Cristi. Yo estaba se-riamente enfermo. La operación nos salió muy cara, te-niendo algunos muertos y heridos. De ahí en lo adelanteno volvió a realizarse ningún hecho importante hasta fi-nalizar la guerra.

Voy a concluir, pero antes deseo hacer unas declara-ciones: Primera, que, durante mi permanencia en “Capo-tillo Dominicano”, ningún jefe principal, a excepción delgeneral Cabrera, estuvo conmigo hostilizando a los espa-ñoles desde tal posición; porque el general SantiagoRodríguez solamente estuvo en ella cuando lo llevé a miregreso del Cabo Haitiano, ya en las vísperas del dieciséisde agosto. Segunda, que el mando de la Revolución, divi-dido al principio entre los jefes principales, se unificó en

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el general Gaspar Polanco, quien lo ejerció hasta la forma-ción del Gobierno Provisorio, del que fue el primer Presi-dente el general José Antonio Salcedo (a) Pepillo. Terce-ra, que muchos individuos participantes en el movimien-to del 24 de enero, no lo fueron en el de agosto, tales como:los generales Lucas de Peña y Norberto Torres y el coronelJuan de la Cruz Alvarez (a) Cacú. Cuarta, que, según misnoticias y conocimiento de las cosas de la Revolución, conespecialidad en el Cibao, no creo que el desgraciado gene-ral Pepillo Salcedo (Q. E. G. S.) fuese culpable, como se leacusó sin probárselo, de manejos indignos en favor de losespañoles; ese cargo a tan valiente jefe y buen servidor dela Patria, puede atribuirse: a algún mal entendido o qui-zás a intrigas políticas.

He concluido. Declaro que todo lo que antecede ha sidorelatado con verdad, sin pasión ni interés, y sólo para sa-tisfacer los deseos de un amigo y compatriota. Mi escasamemoria puede haberme hecho olvidar el nombre de al-gún restaurador cuyos servicios me constasen; y, por lamisma causa, y del mismo modo, el de muchos valientesmuertos en el ataque de la Fortaleza y en otros donde mehallara. Puede suceder, también, que, al referir haya tras-tornado el orden en que los acontecimientos se realiza-ron, o errándome en la fecha, y hora; pero lo repito: hedicho la verdad sin estar movido por pasión o interés demala ley.

Turks Islands, 12 de marzo de 1887.

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CERTIFICACIÓN

DECLARO: que la precedente “Relación” ha sido he-cha por el general Benito Monción, a solicitud mía.

M. A. Cestero

Turks Islands, 12 de marzo de 1887.

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Datos biográficos

ADÓN, General MARCOS EVANGELISTA.- Na-ció hacia 1800 en jurisdicción de La Victoria, hijo de JoséLino Adón y de Bernarda Abad. Según otros nació en ElSeibo. Coronel en la Guerra de la Separación. En 1861 eraGeneral de las Reservas dominicanas. En ese año se le con-cedió amnistía para regresar al país. (Leyes..., IV, p. 106).Al frente de sus tropas entró a la Villa de Santo Domingoel 11 de julio de 1865. Ministro de Guerra del GeneralCabral, en 1867. Gobernador de El Seíbo en septiembrede 1865. Junto con su hermano Florencio Adón, fallecidoel 12 de agosto de 1927, y por iniciativa del Pbro. BenitoDíaz Páez, fundó la Villa de La Victoria. Era persona de“mucha influencia con la gente turbulenta”, según decíanlos amigos del General Santana. Hizo un llamamiento alos habitantes de Pajarito (Villa Duarte) y Guerra, el 30 deoctubre de 1864, invitándolos a unirse a los patriotas. (Pu-blicado por el Lic. Leónidas García, en Clío, núm. 112, 1858,p. 493). El 9 de septiembre de 1868 pasó de Jamaica aJacmel, y de ahí salió, el 22 de octubre siguiente, con unpuñado de valientes, para territorio dominicano, en la re-

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vuelta contra Báez. El 28 de abril de 1873 la Logia Cuna deAmérica, de Santo Domingo, celebró funerales masónicosen honra suya. Había fallecido en Jacmel, Haití, el 22 deoctubre de 1872. Se hallaba allí desde 1868, a causa de suoposición a Báez. Días antes de su partida se había inicia-do en la masonería en la citada Logia. Figura en la Suma-ria de la sublevación de Hato Mayor el 2 de octubre de1863. Preso, remitido a Santo Domingo el 16 de octubrede 1863. A principios de noviembre de 1863, el Gobiernode la Anexión resolvió enviarle preso a Cuba. En una cartade B. Báez, entonces en España, dice que Adón llegó a Cádizen enero de 1864. (Gándara..., 11, 338; García..., 111, 489;Archambault..., 188, 204, 234, 303, 309; Martínez, Hom-bres..., I, 215; Rodríguez Demorizi, Guerra Dominico-haitiana...; Rodríguez Objío, Historia..., 123, 141, 153, 168,192-194, 216, 239, 240, 282, 339, (II) 134, 136, 174, 175,176, 178-80, 181-194, 205, 208, 209, 229, 237, 261, 268,270, 274, 294, 318, 334, 338; Luperón..., 240; RodríguezObjío, Relaciones..., 107). Pensión a su Viuda y a su hijaNarcisa Adón en 1900, 1918, 1919 y 1921, en Leyes..., XVI,XXII-XXVII).

CABRAL, General JOSÉ MARÍA.- Hijo, de Mar-cos Cabral Aybar y de Ramona Luna (fallecida el 24 deseptiembre de 1877). Nació el 12 de diciembre de 1816 yfue bautizado en Santo Domingo el 31 de enero de 1817.Estudió en Inglaterra. Una de las más altas figuras milita-res de la República. Héroe de Santomé, en 1855, y héroede La Canela, en 1864. A raíz de la proclamación de la Re-pública vino a Santo Domingo a formar parte del EstadoMayor del General Santana, hallándose en las batallas de

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Azua, Cacimán, de Estrelleta, de El Número y de Las Ca-rreras, de 1844 a 1849. En abril de 1845 era Comandante.Ascendió a Coronel en el mismo año. Venció a los haitianosde Soulouque en la famosa batalla de Santomé, el 22 dediciembre de 1855, en la que, en combate singular, le cer-cenó la cabeza al Jefe haitiano General Antoine Pierre. Estahazaña acrecentó su fama de valiente, de tal modo que enHaití llaman Un homme Cabral –un Cabral– a un hom-bre muy valiente. Al formarse los bandos de santanistas ybaecistas, se puso del lado de Báez. Cuando éste dispusohacer preso a Santana, Cabral fue el comisionado para rea-lizar la arriesgada misión de traer a Santana, hasta la To-rre del Homenaje, desde su retiro de El Prado, a princi-pios de 1857. A caballo, junto a Cabral, entró Santana a laciudad del Ozama ante el asombro del pueblo y la vocin-glería de la plebe. Fue el más activo defensor de la ciudadcapital en el sitio que le impuso Santana, durante oncemeses, de julio de 1857 a junio de 1858. Rendido el Go-bierno, se ausentó del país. Al realizarse la Anexión a Es-paña vino junto con Sánchez en la memorable expediciónque tuvo como fatal epílogo los fusilamientos del 4 de ju-lio de 1861. Cabral, más astuto que Sánchez, pudo salvar-se alcanzando el territorio haitiano. Desde Curazao, en unaProclama del 6 de julio de 1861, aceptó el hecho consuma-do de la Anexión. No obstante, tomó parte principalísimaen la guerra de la Restauración, particularmente en el Sur.A principios de junio de 1864, en los días de la estada deDuarte en Santiago y de la muerte de Mella, se hallaba enla Ciudad de los Treinta Caballeros. El día 4 de diciembrede 1864 venció a los anexionistas en la célebre batalla deLa Canela. El 11 de diciembre informó al Gobierno de San-tiago que el enemigo fugó en su presencia en Fundación,

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retirándose vergonzosamente hacia Azua. En el BoletínOficial, de 1864-1865, del Gobierno de Santiago, hay di-versas proclamas de Cabral relativas a la guerra. El 15 demarzo de 1865 fue elegido Diputado por San Miguel. FuePresidente de la República en dos ocasiones: del 4 de agostoal 15 de noviembre de 1865, y del 22 de agosto de 1866 al31 de enero de 1868. Por disposición del 17 de agosto de1865 declaró abolidos el destierro y la pena de muerte porcausas políticas. El 25 del mismo mes y año fue elegidoPresidente; en ese día llegó a Santiago de los Caballeros.Por decreto del 20 de septiembre ordenó el uso, por pri-mera vez en el país, de sellos de correos. El 24 de octubresiguiente estuvo en San Cristóbal. El 29 de septiembre de1866 prestó juramento como Presidente: en su gabinetefiguraron altas personalidades de la Restauración. Actuóde modo principal en la campaña nacionalista contra Báez,de 1868 a 1871. El 31 de enero de 1868 las fuerzas del Go-bierno de Cabral se rindieron a las tropas baecistas quesitiaban a Santo Domingo, comandadas por el GeneralManuel A. Cáceres. El 10 de junio de 1868 estaba enSaltrou, Haití. El 14 de octubre llegó a Saint Thomas, pro-cedente de Jamaica. El 12 de marzo de 1869, previo acuer-do con Luperón, salió de San Marcos, Haití, a ponerse alfrente de la revolución contra Báez, en el Sur. El 19 delmismo mes llegó a Rancho Mateo y asumió el mando delas tropas. El 24 salió para Caciman a enfrentarse a lastropas de Báez. Al día siguiente las derrotó. El 20 de abrilentró a San Juan de la Maguana. Desde allí lanzó una pro-clama, el 28 de junio, invitando a los azuanos a descono-cer el Gobierno de Báez. El 5 de julio declaró el puerto deBarahona, en su poder, abierto al comercio extranjero. El8 de febrero de 1877 publicó su documento A mis conciu-

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dadanos, acerca de su reconciliación con el PresidenteBáez. Ministro de Interior y Policía en 1878. Modesto yabnegado como pocos, sin ambiciones de gloria ni de po-der y riquezas, murió rodeado del amor de los suyos y dela admiración de sus conciudadanos, en la mañana del 28de febrero de 1899. Sus restos descansan en la Capilla delos Inmortales, de la Catedral de Santo Domingo. (Corres-pondencia de Cabral, de diversas épocas, en Archivo Ge-neral de la Nación: varias cartas al General Heureaux, de1880, en Legajo 26, de Guerra y Marina. Acerca de la dis-cutida entrega del ex-Presidente haitiano Salnave, véaseBoletín Oficial, núm. 111, del 9 de abril de 1870; y una car-ta de Luperón, acerca del hecho, en el Núm. 114, del 30 deabril del mismo año.

Otras noticias en nuestro libro Proyecto de incorpora-ción de Santo Domingo a los E. U. de A., en prensa, y artí-culo de Sócrates Nolasco, Escrito está, en La Nación, S.D., del 16 de enero de 1941. Necrología de Cabral en Le-tras y Ciencias, S. D., 164, 3 marzo 1899; El General JoséM. Cabral, por Marcos A. Cabral, en Listín Diario, S. D.,núms. 4077-4078, 28 feb. y 2 marzo 1903; J. M. Cabral,por Alcides García Ll., en El Gráfico, S. D., núm. 14, 18nov. 1928; artículo del diario La Nación, 31 marzo 1944;García, Coincidencias históricas..., p. 27; Amiama, El pe-riodismo en la República Dominicana..., 36, 37, 57; In-forme de la Comisión de Investigación de los E. U. A. enSanto Domingo en 1871; E. Rodríguez Demorizi, PoesíaPopular dominicana..., p. 85; Juan Isidro Pérez, el ilus-tre loco..., p. 116; Del romancero dominicano...; Guerradominico-haitiana..., y Expedición de Sánchez y deCabral, en Clío, 1942; Rufino Martínez, Hombres domi-

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nicanos... 81, 88, 112, 222, 225, y Vol. 11: 88, 102, 203,209, 215, 216, 219, 223, 227, 241, 246-248; Lic. LeónidasGarcía, Influencia de la Iglesia..., p. 6; T. Madiou,Histoire..., 116, 117; Alemar, La Catedral de Santo Domin-go..., 32, 61; Incháustegui, Reseña histórica de Baní..., 13,21, 51, 62, 83, 94, 96, 119, 131, 206, 207; Archambault...,14, 238, 260, 270, 273, 292, 307, 309-311, 319; GonzálezTablas..., 40, 45, 57, 58, 186, 187, 219, 221; Nolasco, Pe-dro Florentino..., 22, 51, 65, 79, 103, 104, 157; y ViejasMemorias..., 26, 97, 116, 131, 133, 134, 138, 140, 152, 158,163, 168, 170, 173, 180-182, 185-187, 192-194, 197, 202,205, 208, 209; Gándara..., 11: 386, 582; Nouel, Historiaeclesiástica..., (3): 341, 357, 359, 364, 365, 377; RodríguezObjío, Relaciones...; Historia..., Vol. 1, 184 y siguientes, yVol. n, 13 y siguientes; Luperón..., 209). Leyes..., Vols. 3,4, 5, 6, 7, 16, 33, 42, 43).

DUARTE y DIEZ, JUAN PABLO.- El Fundador dela República Dominicana, el “ilustre creador de la Repú-blica”, como le llama Luperón, nació en la villa de SantoDomingo el 26 de enero de 1813, hijo del español JuanJosé Duarte y de la dominicana Manuela Diez, de El Seibo.Hacia 1824 salió hacia Europa en viaje de estudios. Estu-vo en España, Francia e Inglaterra. A su regreso, por el1832, se dedicó a propagar entre sus amigos las ideas delibertad que había concebido para su Patria, dominada porHaití desde 1822. El 16 de julio de 1838 fundó la SociedadPatriótica La Trinitaria, matriz de la República. Contribu-yó a la caída del Presidente Boyer, en 1843, con el objetode hacer más fácil el triunfo de su idea separatista. Porello y por sus resueltas actividades políticas se vio obliga-

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do a escapar hacia el exterior a mediados de ese año. Siem-pre en comunicación con él, sus compañeros, entre ellossu hermano Vicente Celestino Duarte, en previsión de “laaudacia de un tercer partido”, proclamaron la Repúblicael 27 de febrero de 1844. Escasos días después regresó alpaís junto con sus compañeros Pedro Alejandrino Pina yJuan Isidro Pérez y de la Comisión del Gobierno enviadaen su busca. A su llegada fue saludado como Padre de laPatria. Salió en campaña, llegando hasta el Campamentode Baní. Disgustado con el General Santana, Jefe de lastropas dominicanas, regresó a Santo Domingo. Comisio-nado por la Junta Gubernativa para atender a los proble-mas políticos del Cibao, llegó a Santiago el 30 de junio de1844, siendo recibido jubilosamente. El día 4 de julio elGeneral Matías Ramón Mella promovió su proclamacióncomo Presidente de la República, aumentándose así las des-avenencias entre duartistas y santanistas, en enconada con-tienda que culminó en la expulsión de Duarte y demás com-pañeros de infortunio. Del Ozama, desterrado, pasó al fríoHamburgo y de allí a Venezuela, donde se radicó con áni-mo de no volver a su Patria si había de someterse a unrégimen contrario a sus principios democráticos.

El 8 de agosto de 1862, procedente del interior de Ve-nezuela, por donde anduvo largamente, regresó a Cara-cas; y allí supo, por su hermano Vicente Celestino, cómosu Patria había sido encadenada a España. Tan pronto lellegaron las noticias del grito de Capotillo, del 16 de agos-to de 1863, se dispuso a venir a su Patria a prestarle susúltimos servicios. El 14 de diciembre de ese año designó alseñor Francisco Saviñón Coronel del Ejército dominicanoy Agente de Negocios en Curazao, y a la vez Secretario suyo

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al joven poeta Manuel Rodríguez Objío, y Segundos Co-mandantes a los jóvenes Juan Esteban Aybar Valencia yMariano A. Cestero hijo.

Rosa Duarte escribió en su Diario, el 2 de enero de 1864:

“Retorna (a Caracas) el Coronel Rodríguez Objío de sucomisión y se dispone Duarte a pasar a Curazao. Entranen caja mil pesos, auxilio del Presidente de la República(de Venezuela) por gestiones de los Beurnot. Recibe cartadel Coronel Francisco Saviñón participando que muchosdominicanos están dispuestos a ir a la revolución y que nose han ido por falta de recursos. Llegan de Curazao variosdominicanos a ponerse a las órdenes de Duarte. El señorDavid León presenta a Duarte una recomendación deRodríguez Objío para laborar por el triunfo de la causa”.El 16 de febrero Duarte sale de Caracas hacia Curazao enbusca de un barco que le conduzca, en compañía de su tíoMariano Diez, de su hermano Vicente Celestino Duarte,del Comandante Candelario Oquendo y del Coronel Ma-nuel Rodríguez Objío, a Santo Domingo. Según RodríguezObjío el itinerario fue el siguiente:

- Marzo 1 de 1864, salida de Caracas.

” 2 partida de la Guaira.

” 8 el buque costea por el Norte de Santo Domin-go. Dale caza el vapor español Africa durante seis horas;hubo de hacerse rumbo a las Islas Turcas.

- Marzo 10 Llegada a Cayo Sal

” 11 Pasaje al Gran Cayo.

” 18 Fletamos un buque para Guarico (CaboHaitiano).

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- Marzo 19 llegada al Cabo.

” 23 Salimos en un bote para Monte Cristi.

” 24 La calma nos retuvo en Bayajá.

” 25 Arribo feliz a Monte Cristi. El GeneralMonción era allí el jefe de operaciones; fuimos presenta-dos a él y obsequiados dignamente.

- Marzo 26 Seguimos marcha a Guayubín. Monción noshizo compañía.

- Marzo 27 Visité al ilustre General Mella, soldado dedos grandes épocas que se hallaba postrado en el lecho desu muerte.

- Abril 2 Salimos de Guayubín llevando enfermo al Ge-neral Duarte.

- Abril 4 Llegamos a Santiago donde estaba el asientodel Gobierno Provisorio.

- Abril 5 Nos presentamos en cuerpo a aquella superio-ridad ofreciéndole nuestros servicios como soldados de laPatria. Dímosle en seguida cuenta minuciosa de nuestrospasos en Caracas. El Gobierno nos acogió satisfactoriamen-te y determinó nombrar un Agente plenipotenciario cercade Venezuela, y por nuestra indicación recayó este encar-go en el Sr. Melitón Valverde que se hallaba en Santhomas.El Presidente del Gobierno Provisorio, que era el GeneralJosé Antonio Salcedo, se hallaba en campaña; y por la gra-vedad del Vice-General Mella, presidía el ilustrado ciuda-dano Ulises Espaillat.

Duarte, pues, tuvo la alegría y a la vez el dolor de abra-zar a su entrañable amigo y compañero de glorias, el Ge-

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neral Mella, ya cerca de la muerte. El 28 de marzo le escri-bió al Gobierno de la Restauración ofreciéndole “el restode vida que me queda para salud de la Patria”. Al día si-guiente, 29 de marzo, el Ministro de lo Interior y Policíadel Gobierno restaurador le da la siguiente orden al Teso-rero Particular de Hacienda de la Plaza de Santiago: “De-biendo llegar de un momento a otro el General D. JuanPablo Duarte y varios dominicanos más, Ud. se servirámandar hacer inmediatamente cuatro o seis catres, pre-parándolos con sus correspondientes sábanas y almoha-das. El 19 de abril, el Gobierno de la Restauración, en car-ta firmada por Espaillat, saluda jubilosamente a Duarte,recién llegado, y acepta los servicios ofrecidos a la Patriapor su ilustre Fundador.

El 14 de abril, el Gobierno de la Restauración le comu-nicó a Duarte que le encomendaba una misión cerca delGobierno de Venezuela, y que debía prepararse para el via-je. Duarte prefería quedarse en el campo de batalla, perolas intrigas del periódico habanero Diario de la Marina leimpulsaron a ausentarse, ya para siempre, de la Patria. El22 de abril el Vicepresidente Espaillat le avisa que al díasiguiente estará despachado para ir a cumplir su misiónen Sur América, y le da “la seguridad de que el Gobierno leaprecia y no hace caso de las insinuaciones de la envidia; yque juzgaba los servicios de él más útiles en dicha misión”.

El 28 de junio llegó Duarte a Saint Thomas, y el 23 denoviembre a Caracas. Allí visita a su amigo el GeneralDesiderio Frías, Presidente interino de Venezuela, quienle aconseja esperar. Se resolvió entonces realizar una co-lecta entre dominicanos y venezolanos para auxiliar a losrestauradores. Dos días después, el 25, pasa Duarte a Coro

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a entrevistarse con el General Falcón, venezolano, con elobjeto de allegar recursos para la revolución dominicana.Allí encuentra al General Candelario Oquendo, quien ha-bía sido su compañero de viaje a su Patria. El 27 de di-ciembre le comunica al Gobierno de Santiago haber ini-ciado sus diligencias cerca del Gobierno del Perú, para quela República fuera reconocida “no ya como parte belige-rante, sino como Poder independiente”. En su hermosacarta dice: “En Santo Domingo no hay más que un puebloque se ha proclamado independiente de toda Potencia ex-tranjera y una fracción miserable que siempre se ha pro-nunciado contra esta ley, contra este querer del pueblodominicano, logrando siempre por medio de sus intrigasy sórdidos manejos adueñarse de la situación y hacer apa-recer al pueblo dominicano de un modo distinto de comoes en realidad”. El 7 de marzo de 1865 le escribe al Minis-tro de Relaciones Exteriores acerca de sus gestiones pa-trióticas en pro de la causa dominicana. El 19 de octubrele escribe al Gobierno de Santiago acerca de su misión.Dice que “seguirá sirviendo a la Patria de todo corazón” yque “nunca falta quien desbarate con los pies lo que yohago con las manos”. El 26 del mismo mes de octubre leescribe al Gobierno aconsejándole justicia y energía, “por-que así lo exigen las circunstancias a fin de poder conse-guir la independencia de la Patria”. El 23 de noviembre leavisa al Gobierno, desde Caracas, haber dado cumplimien-to a sus órdenes con respecto a los dominicanos que toda-vía se hallaban ausentes de la Patria.

Duarte, pues, Fundador de la República, fue tambiénuno de sus más ilustres restauradores. Murió en Caracasel 16 de julio de 1876. Sus restos, fueron traídos a la Patria

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en 1884 y depositados en la Capilla de los Inmortales, denuestra Catedral, hasta 1944, en que fueron trasladadosa la Puerta del Conde. (Se dan aquí tan sólo algunas noti-cias biográficas de Duarte relativas a su participación enla Restauración: Rodríguez Objío, Relaciones..., 62;Luperón..., 209; Archambault..., 5, 214-219, 236;Rodríguez Objío, Historia..., 19, 161-163, 234; 260; Ra-fael Senior, Duarte en Santiago. La Información, San-tiago, 4 de julio de 1944; Luperón, Hombres de la Res-tauración...; Rosa Duarte, Apuntes…, Edición y notas deE. R. D., en Clío, núm. 62, 1944; Dr. Alcides García Ll.,Duarte y la Restauración, en Listín Diario. S. D., 16 deagosto de 1929; Dr. Carlos Larrazábal Blanco, Archivode Duarte, en Clío, núm. 62, 1944, p. 75-119 (comprendela importante documentación relativa a Duarte y la Res-tauración); E. R. D., Duarte y la Restauración, en LaNación, S. D., 16 de julio de 1941; y Duarte, el restaura-dor, en Clío, 1950, núm. 86).

GARCÍA, FEDERICO DE JESÚS.-Nació enDajabón el 21 de junio de 1835, de respetable familia deMonte Cristi, hijo de Ambrosio García y de Antonia de laCruz. “Desde muy tierna edad dio muestras de firmezade carácter y de valor poco común –dice Emiliano Aybar–y agrega: “Cuando el grito de Capotillo era AlcaldePedáneo, limpiaba un camino entonces, y sin vacilar im-provisó un ejército de los peones y marchó sobre MonteCristi, y el 17 tomó posesión de la plaza y de la fortaleza.La improvisada columna le proclamó Comandante deArmas. Después del cañoneo de Monte Cristi por los es-pañoles, pasó a ocupar La Poza, para impedir el desem-

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barco del enemigo. Veintiocho vapores bloquearon aMonte Cristi. Entonces pasó a El Duro. Salcedo, al serelegido Presidente, le nombró General de Brigada (a los27 años) y Jefe de Operaciones sobre Monte Cristi. Invi-tado por Gaspar Polanco, se negó a la destitución deSalcedo”. (Artículo de Emiliano Aybar, Federico de Je-sús García, en el periódico Nuevos Poderes, de MonteCristi, núm. 8, 10 sept. 1888).

En efecto. García, junto con Alejandro Campos, realizóla captura de Monte Cristi el 18 de agosto de 1863, iniciode la guerra restauradora. Firmó, además, el Acta de In-dependencia del 14 de septiembre de 1863. Desde enton-ces estuvo en campaña. El 29 de octubre de 1864 fue en-cargado provisionalmente de las tropas de Monción. En elmismo año fue del Estado Mayor de Luperón. En enero de1865 era General de Brigada, Gobernador Civil y Militarde Santiago. En marzo, Diputado a la Convención Nacio-nal, por Monte Cristi. Comandante de Armas de SantoDomingo en septiembre del citado año. Triunviro, conPimentel y Luperón, el 19 de mayo de 1866. Actuó militar-mente durante el Gobierno de Báez, circunstancialmenteen su defensa: el 12 de junio de 1869 derrotó a los revolu-cionarios en El Palmar, jurisdicción de Neyba. El 12 deagosto hizo su entrada a Barahona al frente de su colum-na, en combinación con las goletas Capotillo y Altagracia,al mando del General León Glass, quien recuperó la goletaCasualidad y el bote Altagracia. Murió, junto con un her-mano suyo, en el Alto de la Baitoa, el 22 de septiembre de1873. El periódico El Orden, de Santiago, núm. 7, del 20de septiembre de 1874, publicó la siguiente noticia bio-gráfica:

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BIOGRAFÍA

(El General Federico de Jesús García)

El simpático y valiente general a cuya memoria dedi-camos las siguientes líneas, empezó su brillante carreramilitar en la guerra de la Restauración, a la edad de 26años. Jefe de operaciones en la línea N. O., desde La Pozacomenzó a hostilizar la expedición española de MonteCristi y le hizo desastroso el desembarque. Las inmedia-ciones de esta plaza fueron teatro de una serie de comba-tes cuyo héroe fue Federico: en uno de ellos, en LagunaVerde, rechazó casi solo la caballería enemiga, y, salvó sucolumna.

Después de la guerra de la independencia, el Protecto-rado habiendo sido reemplazado por una nueva e inespe-rada presidencia de Báez, Federico aceptó la Delegacióndel Cibao. Mas luego, reconociendo las ideas antinaciona-les del ex-mariscal español, cedió a las instancias de lospatriotas que lo proclamaron triunviro. Poniéndose a lacabeza de las fuerzas de Santiago, batió en Rafael las tro-pas que todavía sostenían a Báez y siguió arruinando enmuchos combates las fuerzas de ese partido hasta que elconvenio de Jacagua puso fin a la lucha.

Durante la presidencia de Cabral, las intrigas baecistasconsiguieron que el gobierno de entonces se enajenara loshombres más fieles y entre ellos el general Federico que seretiró a la vida privada. Mas cuando los verdaderos ene-migos de Cabral, quitándose la máscara, emprendieron susagresiones, aquel noble militar rechazó sus tentativas deseducción y su espada la dejó al servicio del gobierno legí-timo. A la cabeza de las tropas de Cabral, ganó la primera

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jornada de Esperanza, suceso que se perdió el día siguien-te por la defección de sus compañeros. Sólo con los intré-pidos y leales generales Teodoro Gómez y Círilo Fernández,vino protegiendo la retirada, y palmo a palmo defendien-do el terreno hasta Santiago. En todos los combates alre-dedor de la ciudad, se vio lucir su valentía tan brillantecomo serena.

La capitulación del fuerte de San Luis, habiendo pues-to término a la resistencia de los amigos de Cabral, las au-toridades baecistas remitieron al general García a la capi-tal y luego a la línea S. O., confiándole allí las expedicionesmás peligrosas, con la pérfida intención de que en ellaspereciera. Durante tres años, bajo las órdenes de jefes ta-les como el sanguinario Valentín Báez, Federico vio su vidaexpuesta a incesantes azares: testigo la Loma de Pandodonde escapó a la muerte contra toda esperanza.

En 1870 los patriotas que Báez denominaba Cacos cam-biaron su línea de ataque y aparecieron en los campos deDajabón y Capotillo. Para oponer un digno adversario alvaliente general Luperón, Báez no pudo menos que esco-ger al intrépido Federico. Siempre vigilado por espías dealta graduación con que la política de los seis años solíarodear a los mejores patriotas. Federico sirvió fielmente algobierno que le insultaba con su desconfianza. La finurade su trato, su simpático carácter y su prestigio impidie-ron largo tiempo que estallaran allí en movimientos revo-lucionarios los sentimientos de indignación que la políti-ca anexionista hacía fermentar en los ánimos en toda lalínea. Asimismo intentó oponerse a las medidas violentascon que el ministro R. Curiel quiso hacer aceptar allí elconvenio de Samaná. Cuando exasperados aquellos habi-

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tantes se levantaron con el general Juan A. Polanco, el 19de mayo del año pasado, Federico, con sólo 6 compañe-ros, resistió al movimiento y con su presencia lo detuvo.Poco después los batió y los rechazó hasta la frontera, fielal gobierno hasta contra sus propios amigos.

El general Cáceres, envidioso de las nuevas glorias queallí Federico se podía conquistar, y siguiendo la mismapolítica de ingratitud con que Báez había remunerado losservicios de Hungría, de Toñico Gómez y de tantos otrosvalientes, intentó forjar su ruina privándole de recursos yde fuerzas, y retirándole todo crédito en las administra-ciones, mientras que él, Cáceres, en su oficina de Santiagofabricaba millares de vales por gastos FICTICIOS hechosen la línea, y acumulaba en su caja particular el oro ameri-cano que se le enviara de la capital para pagar al soldado.A pesar de todo, Federico supo defender todos los puntosmilitares de las fronteras, sin que su indignación le empu-jara a la insurrección.

Sobrevinieron los sucesos de septiembre, y el resto de lalínea se adhirió a la Revolución. Federico marchó a ocupara Monte Cristi y su tropa le abandonó; volvió hacia Guayubíny encontró que el general Benito Monción se había retira-do también. Fuerza pues le fue ocultarse para no hallarseen medio de los revolucionarios, y, después que éstos su-frieron la derrota de Jaibón, salió de su retiro para poner-se de nuevo a disposición del gobierno. Pero entonces seredoblaron la desconfianza y los malévolos procedimien-tos para con él. Puesto bajo el mando de los que en reali-dad eran sus subalternos, tales como el general R. Pacheco,se vio lanzado en expediciones en que sólo la benevolen-cia de los revolucionarios hizo que se le salvara la vida.

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Cediendo por fin a la evidencia de que por las autori-dades de Báez se maquinaba sacrificarle, cediendo a losconsejos de sus amigos, y cediendo asimismo a la genero-sa conducta de los que hasta entonces había combatido, elgeneral Federico tomó la resolución de unirse a la revolu-ción para imprimirle el carácter unificador y conciliadorque logró darle más tarde el general González. Tres díasdespués de haberse pronunciado apoderándose de un con-voy, Federico con sus 7 hermanos y 5 compañeros más sepresentó delante de Monte Cristi, ocupado entonces por300 hombres. Ya le había impuesto la capitulación al jefebaecista, cuando oyó a retaguardia el tiroteo con que unaguerrilla suya anunciaba la llegada de una columna ene-miga mandada por los generales Alejandro Méndez y Ale-jandro Campos. Salióles al encuentro, y durante dos ho-ras y media los fue hostilizando: perdieron 5 caballos, he-ridos en la lucha. Ya había puesto fuera de combate a losjefes de la columna; ya con el prestigio de su nombre y desu osadía había rendido casi todos los soldados enemigos;ya estaba parado en el Alto de la Baitoa, contemplandoapaciblemente su triunfo... cuando cayó mortalmente he-rido. Así pereció el 22 de septiembre de 1873, a los 36 añosde edad, uno de los jefes más valientes, más generosos,más simpáticos de los que aparecen en nuestra historianacional. Así fue rota prematuramente una de las prime-ras espadas de la República.

Y hoy que la admiración puede tener su libre expan-sión, hoy que la justicia no tiene que retroceder ante mez-quinas pasiones, levántese nuestra débil voz en medio dela nación y tribute un justo homenaje a la memoria de Fe-derico de Jesús García!

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VARIOS NACIONALES

El padre del célebre triunviro, don Ambrosio García,tuvo una actuación confusa en las filas restauradoras. El13 de enero de 1859 fue nombrado Alcalde de Monte Cristi.En febrero de 1863, al ocurrir el alzamiento de Guayubín,donde residía, era propietario, comerciante, Capitán de lasReservas. (Figura en la Sumaria judicial contra losinsurrectos del 22 de febrero en Guayubín, Sabaneta yMonte Cristi). El 4 de octubre de 1863 fue nombrado Al-calde del Ayuntamiento de Guayubín. El 17 de agosto de1864 condenado a la pena de muerte, junto con Franciscode Paula y Gregorio de Peña, por sentencia del Consejo deConspiradores. “Traidor y convicto y confeso”, le llama elDr. Alcides García (Clío, núm. 113, p. 146). Salvado del fu-silamiento por Pepillo Salcedo. Su hijo Federico interce-dió noblemente en el caso, como lo revela este oficio delGobernador de Santiago, General Pedro GregorioMartínez, al Gobierno restaurador: “No. 128. Agosto 21.El muy estimado compañero el General don FedericoGarcía ha empeñado mi valimento cerca de ese centro afin de ver si logra como por efecto de su muy acreditadabenevolencia que se le quiten los grillos a su Señor padredon Ambrosio García aunque se le impongan otras segu-ridades y privaciones, haciéndose el referido general res-ponsable de toda evasión o abuso de tal bondad, hasta suvida. Lo que domunico a esa Superioridad a fin que si fe-lizmente acuerda la impetrada gracia, que se pasen las ór-denes consiguientes para llevar a cabo sus efectos. Dios g.a. uds. ms. ans.” (Copiador de la Gobernación de Santia-go, 1864, folio 45, cortesía de don Román Franco F.). Pa-rece que la situación de don Ambrosio no había mejora-

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do: en octubre del mismo año, a petición de su hijo, se lequitaron los grillos y se le garantizó la vida. El 14 de no-viembre se le dio a Santiago por cárcel. (Reseña de las exe-quias del Gral. Federico de J. García en Monte Cristi enlos periódicos El Porvenir, Puerto Plata, núm. 92, del 1oct. 1874; y en El Orden, de Santiago, núm. 9, del mismomes y año. Gándara..., 1: 345; 2: 339, 436; García..., 3: 461,535; Luperón..., 109, 126, 372; Luperón, Hombres de larestauración...; Archambault..., 41, 73, 142, 245, 255,275-278, 287, 289, 307, 314, 322; Rodríguez Objío, His-toria..., 42, 53, 55, 234, 269-274, 301, 305, 313, 353; (2):25-55, 99, 110, 347; González Tablas..., 191, 192;Incháustegui, Reseña..., 124; Monción, Relación...; R.Martínez, Hombres dominicanos..., 2: 221; Leyes..., 4: 219-223, 332-345, 5: 227; E, R. D., Papeles de Espaillat).

LUPERÓN, General GREGORIO.- Una de lasgrandes figuras militares y civiles de la República. Entresus antecedentes familiares constan las siguientes noticias:Luis Duperón, criador en Jainamoca, concedió indulto avarios de sus esclavos, por acto redactado en Puerto Plataa 27 de febrero de 1777; Francisco Duperón, vecino dePuerto Plata, hijo de Luis Duperón, vendió una porciónde terreno en Guainamoca el 14 de marzo de 1821 a Este-ban Sánchez; Juana Duperón, Francisco Duperón y LuisDuperón, aparecen en un acto de venta de terrenos, enPuerto Plata, el 3 de enero de 1846. Gregorio Duperón–luego Luperón– nació en Puerto Plata el 8 de septiem-bre de 1839, hijo de Nicolasa Duperron y de Pedro Caste-llanos: tuvo varios hermanos, José Gabriel, Bernardo,Manuela, Dolores y Ramona. Estudió en una modesta es-

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cuela inglesa de Puerto Plata. Adolescente pasó a trabajaren los cortes de madera de don Pedro E. Duboc, en Jamao.En 1857 ocupó la Jefatura Política Auxiliar del PuestoCantonal de Rincón de Yásica, revelando extraordinariovalor y energía. Opuesto a la Anexión a España, en PuertoPlata, se va de las manos del famoso General Suero, Go-bernador de Puerto Plata, y se radica en Sabaneta bajo elnombre de Eugenio de los Santos (Eugenio el Médico, lellamaban). Allí interviene activamente en la sublevacióndel 22 de febrero de 1863. Documentos de procedenciaespañola, inéditos, atestiguan la importante participaciónde Luperón en los mismos comienzos de la empresarestauradora, junto a los próceres de Capotillo. En la si-guiente carta del célebre Brigadier Buceta, del 25 de mar-zo de 1863, dirigida al General Comandante Militar dePuerto Plata, se le considera como uno de “los principalesagentes de la propaganda revolucionaria”:

COMANDANCIA GENERAL DEL CIBAO.- El SeñorFiscal de la Comisión Militar con fecha de ayer me dice losiguiente. –Ruego a V. S. se digne dar sus órdenes a fin deque sea aprehendido y puesto a disposición de esta fisca-lía el nombrado Gregorio Duperón, el cual se hallaba hos-pedado en casa del Cura de Sabaneta antes de la revolu-ción bajo el nombre de Eugenio de los Santos con el que lefue expedido pasaporte en Puerto Plata por el GeneralSuero, de donde parece ser natural y que ejercía enSabaneta el oficio de curandero hasta que por el rebeldeLucas fue hecho General de Brigada y para la toma de po-sesión de ese empleo declaró llamarse Gregorio Duperóny no Eugenio de los Santos como hasta entonces se habíallamado; debiendo advertir a V. S. que según se deduce de

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ambos, este General Curandero ha sido de los principalesAgentes de la propaganda revolucionaria. Lo que trasladoa V. S. para su conocimiento y con objeto de que se sirvadictar cuantas disposiciones se hallen a su alcance para suaprehensión reclamada, avisándome el resultado. Dios gue.a V. ms. as. –Santiago 25 de Marzo de 1863. –(firmado)Manuel Buceta.

Sr. General Comandante Militar de Puerto Plata. (Do-cumentos de la Colección Herrera, Vol. 22. Cuba 1020 B.,en Archivo General de la Nación).

Luperón firmaba en Sabaneta Eugenio el Médico. Des-pués del 21 de febrero agregó: Su legítimo GregorioLuperón Coronel. Contra el joven revolucionario actua-ron activamente las autoridades españolas, como lo reve-la el Proceso contra Juan Isidro Rodríguez, AmbrosioEchavarría, Manuel de Jesús Núñez y Gregorio Luperón,los tres primeros pertenecientes al rebelde Ayuntamien-to de Sabaneta y el último como propagador de la revo-lución en esta Provincia en el mes de febrero de 1863. (Su-maria 179). En la Sumaria hay, entre otras cosas, las si-guientes anotaciones relativas a Luperón:

El pueblo de Sabaneta fue el primero que dio el gritode rebelión, el primero que enarboló la bandera revolu-cionaria y el único en que se arrastró y despedazó el pa-bellón español; esto está probado por la declaración delCura de dicho pueblo a fojas 2 vuelta del testimonio queencabeza este proceso y por el oficio del General Gober-nador de esta Provincia a fojas 22. En la primera se veque el 21 de febrero se dio el grito en Sabaneta; en el se-gundo se expresa cómo el pabellón de Castilla fue cobar-demente ultrajado.

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VOTO 6o.-Considerando probado que los individuosdel Ayuntamiento de Sabaneta Manuel de Jesús Núñez,Ambrosio Echavarría y Juan Isidro Rodríguez siguieronejerciendo sus cargos como tales durante la revolución dedicho pueblo, pero que no hay pruebas de ostensible rebe-lión contra el Gobierno de S. M. Considerando probado eldelito de que se acusa a Gregorio Duperón: Condeno aManuel de Jesús Núñez, Ambrosio Echavarría y Juan Isi-dro Rodríguez a la pena de tres años de destierro en elpunto de la isla que tenga por conveniente señalar el Exmo.Sor. Capitán General como pena extraordinaria y aGregorio Duperón a que sea pasado por las armas con arre-glo al Art. 1 de la ley de 26 de abril de 1821. –Firmado:Francisco Montaner.

Réstame presentar al prófugo Gregorio Duperón y lohago con los cargos y acusaciones que contra él resultan.

Este acusado se apareció en Sabaneta cinco o seis me-ses antes de la revolución, presentándose como médicollamado Eugenio y por Eugenio el Médico se le conocía,hasta que la revolución vino a descubrir el incógnito deeste misterioso personaje; estalla el movimiento y se pre-senta Eugenio el Médico en Sabaneta hecho un Generalpor el General en Jefe Lucas Peña, declara su verdaderonombre y es aclamado con las voces de viva el GeneralGregorio Duperón; quedó Sabaneta sin médico, pero cuen-ta con un general más que afiance sus descabellados de-signios; sale Duperón de Sabaneta con el Coronel Reyes ytropas con destino a la Sierra; ahora bien, qué serviciosprestaría Duperón a la injustificable causa, para que, tanpronto, tan al principio se le premiase con tanta largueza?

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Ninguno que sepamos, pero su misteriosa llegada aSabaneta con nombre y profesión supuesto, la época enque llegó, la circunstancia de su llegada, con el requeri-miento que le siguió del robo de un caballo y su prontaelevación a la categoría de General, son indicios que lehacen sospechoso de agente, promovedor y propagandis-ta de la revolución.

Sin embargo éstas son apreciaciones que las someto alrecto criterio del consejo, pero que no se necesitan paraprobar el delito de Duperón.

Por la declaración del General Batista a foja 4 y la deManuel de Jesús Núñez a la 26 y su dorso, está comproba-do lo que arriba dejo dicho, por la de Juan Isidro Rodrígueztambién se comprueba parte, el testigo Andrés Fermín quetambién lo confirma a fojas 23 vuelta, Ambrosio Echavarríaa foja 25 vuelta de su ampliación conviene en haber cono-cido a Duperón como General en la revolución y por últi-mo la carta del General Duperón a su compañero de ar-mas Lucas Peña del certificado unido a este proceso con elfolio 47 acaba de probarnos la parte activa que este acusa-do ha tomado en la asonada de Sabaneta.

Expuestas ya las causas y probadas las culpas en gene-ral y de cada acusado en particular, veamos la pena a quecada cual se ha hecho acreedor.

Los acusados Manuel de Jesús Núñez, AmbrosioEchavarría y Juan Isidro Rodríguez, reputados colectiva eindividualmente como rebeldes, están comprendidos enel artículo 172 del Código Penal Civil y por lo tanto en lapena marcada en dicho artículo.

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Gregorio Duperón está terminantemente comprendi-do en el artículo 168 del expresado Código yconsiguientemente en la pena que el mismo determina.

Por todo lo que concluyo por la Reina a que Manuel deJesús Núñez, Ambrosio Echavarria y Juan IsidroRodríguez sean condenados a sufrir la pena de relegaciónperpetua con arreglo al artículo ciento setenta y dos delCódigo Penal Civil; y Gregorio Duperón a que sea conde-nado en rebeldía a la última pena, como comprendido enel artículo ciento sesenta y ocho del referido Código, sinperjuicio de oírle en justicia siempre que se presentase ofuere habido.–Santiago 16 de mayo de 1863. –(Firmado):Francisco Aguilera

Fracasado el alzamiento de febrero, los próceres deSabaneta y Guayubín, Rodríguez, Cabrera y Monción, seescaparon hacia Haití, mientras que Luperón cometía laaudacia de internarse hacia La Vega, donde halló seguroescondite y desde donde pudo continuar la propagandarevolucionaria. De tal modo, que fue de los primeros enaparecer en Santiago tras el grito de Capotillo. El 31 deagosto estaba en Gurabito. Actuó en la batalla del 6 de sep-tiembre de 1863. Firmó el acta de la Restauración, del 14de septiembre del mismo año. En ese día fue designadoComandante de Armas de Santiago, y al día siguiente, 15,en su ausencia, ocupó la Comandancia el General AndrésTolentino, por haber sido nombrado General en Jefe y deOperaciones de las tropas que debían oponerse al enemi-go en el camino del Bonao. El 1 de octubre ocupó el lugarde San Pedro, donde combate las tropas del GeneralSantana. El Presidente Salcedo llega a su campamento y

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le ordena dirigirse a Santiago, lo que concuerda con la re-solución del Gobierno del 29 de septiembre, de llamarle,de su Campamento de Cotuí, porque “estaba haciendoCoroneles y Generales a su antojo”. El día 5 de octubresale para Santiago vía San Francisco de Macorís y ya el 11sale de Santiago para el Bonao en donde está el 12. El 16en San José de Ocoa. El 17 en Baní. El 7 de noviembreentra triunfalmente en San Cristóbal. El 9 en Baní, conFlorentino. Retorna a Santiago. Hacia el 21 el Gobierno leordena pasar a Sabaneta, como confinado. El 22 de di-ciembre fue enviado, a solicitud de Monción, a su Campa-mento de Monte Cristi. Otra vez en Santiago el 2 de enerode 1864. El 8 se le ordena salir para La Vega y Cotuí a opo-nerse a las tropas españolas. El 3 de febrero en Bermejo.El 11 de marzo combate a los españoles en Yerba Buena.El 24 libra el célebre combate de Paso del Muerto, en quepereció el General Juan Suero, llamado el Cid Negro porel General Gándara. Luperón llegó entonces hasta LosMinas, cercanías de Santo Domingo. El 16 de octubre de-signado Jefe de Operaciones en la Línea Noroeste. El 18 esascendido a General de División, junto con BenitoMonción. El 18 de noviembre, Gobernador de La Vega.En Santiago en enero de 1865. El 24, desconocido el Go-bierno de Polanco, es designado Vice-Presidente del Go-bierno Provisorio. Por enfermedad del Presidente, B. F.de Rojas, ocupa la Presidencia. Consecuente con su pro-testa por la trágica muerte del Presidente Salcedo, iniciala sustanciación de la Sumaria del caso, según lo revela elsiguiente oficio del Gobernador de Santiago, General Josédel Carmen Reynoso, al Comandante de Armas de Santia-go, del 29 de enero:

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Enero 29 de 1865. –Un toque sensible ha herido laspuertas del paternal corazón llagado de la madre Patria yésta a la par que la misma humanidad doliente, pide laaclaración del crimen perpetrado en la prematura y vio-lenta muerte o mejor dicho del asesinato cometido en lapersona del malogrado Gral. José Antonio Salcedo.

Al efecto y no siendo posible, que este hecho pase a laposteridad, envuelto en los paños del misterio me ordenala Junta Superior Gubernativa (presidida entonces porLuperón) decir a Ud. que se ocupe inmediatamente lasustanciación sumaria de la causa que debe seguirse a losautores y cómplices del citado y muy horrendísimo cri-men. El documento adjunto servirá de guía y encabeza-miento de la ordenada Sumaria, y se espera de su conoci-da actividad el fiel cumplimiento de este cometido.

Dios y Libertad (Copiador de Oficios de la Goberna-ción de Santiago, 1864-65. Cortesía de Román Franco F.).

En febrero del mismo año de 1865, Luperón fue elegi-do Diputado por San Francisco de Macorís. El 21 de mar-zo contrajo matrimonio, en La Vega, con Ana Luisa Tavárez(nacida en San José de Los Llanos el 4 de julio de 1840 ymurió en Puerto Plata el 2 de enero de 1920, hija de EneriaFrías Vda. Tavárez). El 30 de agosto fue nombrado, por elPresidente Cabral, Delegado del Gobierno en el Cibao yGobernador de Santiago. El 2 de noviembre protesta con-tra la elección de Báez para la Presidencia de la República.Se inicia su larga empresa revolucionaria contra Báez y suazarosa vida de desterrado, que al fin le convierten en ár-bitro político de la República, ganando extraordinaria famade demócrata. Es parte principalísima en la elección deEspaillat como Presidente de la República. Protege a

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Hostos. Ocupa la Presidencia, sin apartarse de su retiro dePuerto Plata. Viaja por Europa. Se sienta a la mesa de losReyes de Inglaterra. Es amigo de Víctor Hugo y visita sucasa. Se relaciona con Garibaldi. Pero no pone el pie enEspaña, porque es también partidario de la libertad deCuba y Puerto Rico, a cuyos patriotas ayuda y estimula ensus empresas, como a Maceo y a Betances. En 1864, elCoronel español Velasco le llama “tan audaz como ambi-cioso y tribuno solapado de los hombres de color”. Y antesde ser Presidente de la República –de 1879 a 1880– le juz-gaban así sus compatriotas, desde las columnas de El Por-venir, de Puerto Plata, el 27 de agosto de 1876:

EL GENERAL LUPERÓN EN CAMPAÑA. –Aquí esúnicamente donde los disidentes de este General puedenvenirle a estudiar tal cual es y a admirar las virtudes cívi-cas, que tras su genio militar le adornan en alto grado.

El General Luperón es un hombre como de treinta ypico de años, de apostura militar, mirada de genio, y comotal apacible en la calma, tremendo en la disciplina.

Su comida es siempre frugal, a veces deja los guisadosde su casa, por un poco de sancocho del campamento; noduerme más que lo preciso; pero es imposible decir a quéhora duerme.

El único dominicano que como capitán puede seguircon gloria las huellas del General Santana, es sin disputael General Luperón; no hay que dudarlo, es un verdaderogenio; a veces se entusiasma, se inspira y se multiplica paraatender a todas partes, para verlo todo; para cuidarlo todo,nosotros le hemos visto aquejado de dolores sin poderandar y en ese mismo momento bajo la inspiración de su

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genio, lo hemos contemplado corriendo horas enteras deguerrilla en guerrilla, y de cuartel en cuartel, haciendo elejercicio y adiestrando a sus soldados, no como un hom-bre solo, sino como un espíritu, y en verdad en esos rap-tos de furor, de puro éxtasis la materia se adormece y elgenio brilla.

Su conversación es amena, y siempre tranquilo, ha-blando muy poco, a menos que no se trate de la Restau-ración, entonces se entusiasma y todo quiere relatarlo:haciéndolo con tanta modestia que el nombre de todoslos Generales brilla en sus labios, no permitiendo el de ély siendo el único dominicano a quien le hemos oído con-fesar sin envidia ni rencor las glorias militares del héroede las Carreras.

Basta por hoy, ¡ojalá que el país se tranquilice! ¡Enton-ces podremos darle a conocer en su vida entera como elúnico hombre que toda su maldad consiste en haber sidoenemigo eterno de las anexiones y los tiranos! –P...

Luperón murió en su amada villa de Puerto Plata el20 de mayo de 1897. Sus restos fueron trasladados a laCapilla de Inmortales, de la Catedral de Santo Domingo,el 16 de agosto de 1926. Dejó numerosos e importantesescritos: sus Notas autobiográficas y apuntes históri-cos (3 vols., Puerto Rico, 1896, y Santiago, R. D., 1939),el folleto El Destierro, de 1875. Otros documentos, artí-culos y cartas, en nuestra colección Escritos de Luperón,S. D., 1941. Quedan no pocos escritos por recoger: Car-tas a Heureaux (Legajo 26 de Guerra y Marina, 1880,Archivo General de la Nación); cartas, etc., en nuestroarchivo personal. La bibliografía de Luperón es bien

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abundosa. Baste mencionar las siguientes obras y artícu-los: Clío, núm. 36, edición conmemorativa del Centena-rio de Luperón: escritos de Fed. Henríquez y Carvajal,M. de J. Troncoso de la Concha, Arturo Logroño, VirgilioDíaz Ordóñez, E. Rodríguez Demorizi; Apoteosis deLuperón, S. D., 1926, opúsculo publicado por don Ricar-do Limardo, contentivo de artículos, documentos y foto-grafías; Virgilio Ferrer Gutiérrez, Luperón, brida y es-puela, La Habana, 1940; E. R. D., Papeles del GeneralSantana, Roma, 1952; Luperón y Hostos, S. D., 1939;Hostos en Santo Domingo, 2 vols., 1939; Papeles domi-nicanos de Máximo Gómez, S. D., 1954; Maceo en SantoDomingo, 1945; Joaquín Balaguer, Los Próceres escri-tores, B. A., 1947; U. F. Espaillat, Escritos, S. D., 1962; E.R. D., Cancionero de Lilís, poesía, dictadura y libertad,1962, y Papeles de Espaillat, S. D., 1963; Rufino Martínez,Hombres dominicanos, Deschamps, Heureaux, Luperón,S. D., 1938, y referencias en el Vol. 2, p. 10, 217, 221-224,260; Noticias en Gaceta Oficial, S. D., núm. 454, feb. 27de 1883; Alemar, La Catedral de Santo Domingo..., 32,61; Amiama, El periodismo en la República..., 57, 58; no-ticias en El Porvenir, de Puerto Plata, núm. 494, del 10marzo 1899; Informe de la Comisión de Investigaciónde los Estados Unidos en Santo Domingo en 1871, S. D.,1960; Incláustegui, Reseña histórica de Baní..., 22, 61,79, 80, 110, 124, 129, 131, 142, 144, 146, 207; Nolasco,Florentino..., 11, 14, 38-82, 100-117, 164, 167; y Viejasmemorias..., 136-208; E. R. D., Poesía popular domini-cana, S. D., 1938, 91, 93; Archambault..., 24-319;González Tablas..., 154, 166, 187; Gándara..., 345, 2: 610;García..., 3: 465 etc.; Leyes..., vols. 4-15.

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MANZUETA, General EUSEBIO. –Una de las másgrandes figuras militares del ejército restaurador. En sep-tiembre de 1863 era Comandante de Armas, y en octubresiguiente General de Brigada. Antes de entrar en las filasrestauradoras fue amigo personal de Santana. “El motivode la defección de este hombre honrado y valiente fue unmisterio” dice González Tablas. Comisionado de Interiory Policía junto con Juan Nepomuceno Tejera y Apolinarde Castro en 1866. Fusilado por Báez el 8 de noviembre de1873. Una calle de la ciudad de Santo Domingo lleva sunombre. (Numerosas noticias y partes de guerra deManzueta en nuestra obra en prensa Diarios de la guerrade la Restauración; artículo Una corona de laurel sobrela tumba del General Manzueta, por Un Patriota, en ElPorvenir, Puerto Plata, núm. 62, 8 marzo 1874; Prócer E.Manzueta, en El Eco del Pueblo, Santiago, núm. 298, ag.1891; Clío, núm. 86, p. 37; romance El cadalso, Eusebio yLeandro Manzueta, 1873, por Federico Henríquez y Car-vajal, en Romances históricos, S. D., 1937, p. 89-93; noti-cias en Boletín del Archivo, General de la Nación..., núm.4, p. 397; García..., 3: 472; Luperón..., 131; González Ta-blas..., 96,107, 187, 218, 22; Rodríguez Objío, Historia...,87-102, 123-24, 152-54, 175, 186, 193-195, 216, 25, 26, 39,48, 49, 51, 73, 82, 86, 97, 301, 304, 327, 28, 39, 2: 25, 37,41, 159, 268, 271; Nouel, Historia eclesiástica..., 3: 204;Nolasco, Florentino..., 164; Martínez, Hombres..., 215, 2:107, 242; Archambault..., 135, 138, 157, 179, 181, 195, 202,238, 281, 292, 300, 309; 309; Incháustegui, Reseña..., 51;Rodríguez Objío, Relaciones. .., 96, 196, 107, 113, 114, 117,118; Leyes..., 4: 112, 219, 287, 288, 335, 340; 5: 163,361,362).

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MELLA CASTILLO, General MATÍAS RAMÓN.–El autor del máximo gesto heroico del 27 de febrero de1844, el célebre trabucazo en la Puerta de la Misericordia,viril anuncio del nacimiento de la República, momentosantes de la histórica toma de la Puerta del Conde y de laproclamación de la República, nació en la ciudad de SantoDomingo el 25 de febrero de 1816, hijo de Antonio de Me-lla y Francisca Castillo, y fueron sus padrinos Manuel Cas-tillo e Isidora de Mella. El 30 de agosto de 1836 contrajomatrimonio con María Josefa Brea, hija de José GertrudisBrea y de Josefa Hernández. Entre los testigos figuró elilustre prócer trinitario Juan Isidro Pérez, el Ilustre Loco.Fue de los más valientes compañeros de Duarte. Uno delos servicios más eminentes a la causa fue su viaje a Haití:el 26 de enero de 1843 llegó a Los Cayos, enviado porDuarte cerca de los revolucionarios haitianos, con el obje-to de entenderse con ellos para de consuno con los domi-nicanos derrocar al Presidente Boyer, tal como se hizo. Fuede las obras políticas de Duarte de mayor eficacia, ya quecon ello se rompió la unidad haitiana y los dominicanossojuzgados pudieron desde entonces intervenir activamen-te en la política. Así fue posible la realización del idealtrinitario. A mediados de año Mella fue llevado preso aPuerto Príncipe, por Charles Herard, y a fines de año puestoen libertad. Fue de los primeros firmantes de la Manifes-tación del 16 de enero de 1844, nuestra Acta de la Separa-ción, redactada por don Tomás Bobadilla. Fue Miembrode la Junta Central Gubernativa, primer Gobierno de laRepública. Pasó a Santiago en calidad de Delegado de laJunta, en el mes de marzo, no hallándose en la célebrebatalla del día 30 por encontrarse por la Sierra en gestión

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patriótica. Con propósitos de previsión nacionalista fatal-mente frustrada, promovió en Santiago la proclamaciónde Duarte como Presidente de la República. Según testi-monios de don Tomás Bobadilla transmitidos a su yernoLic. Carlos Nouel, el hecho se realizó así, el 4 de julio de1844:

Duarte, que se había encaminado a esos pueblos –elCibao– donde estaba el Coronel Mella en carácter de De-legado del Gobierno, había llegado a Santiago y presenta-do a las tropas por Mella, fue recomendado a ellas paraque en su día lo tuviese presente para la Presidencia de laRepública, pero esta recomendación produjo vivas queterminaron con la aclamación de Duarte como Presidentede la República, (por Ignacio Contreras, Ayudante de Me-lla), y el 19 de julio lo anunciaba Mella de oficio a la Juntamanifestándole que había sido consecuencia del deseo quetenían los pueblos del Norte de ver constituido un Gobier-no definitivo y que esos pueblos deseaban que esa peque-ña porción de la República conociese los justos motivosque había tenido para tomar esa medida.

Se agregaba que ello era a condición de que Duarte “sal-vara el país de la dominación extranjera, que convocase laconstituyente y remediase la crisis de la Hacienda públi-ca”. El gesto de Mella –acogido con noble desprendimien-to por Duarte– tuvo funestas consecuencias. La reacción,encabezada por Santana y Bobadilla, declaró traidores ala Patria a Duarte, a Sánchez, a Mella y a otros compañe-ros, y los arrojó al destierro: Duarte al frío Hamburgo,Mella, Sánchez y Pina, a Liverpool, Vicente CelestinoDuarte a Nueva York.

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Mella logró regresar a la América, vía Estados Unidos,fijando su residencia de desterrado en Puerto Rico. Lossucesos políticos de 1848 le abrieron las puertas de la Pa-tria. Actuó en la campaña de 1849, oponiéndose a la inva-sión de Soulouque. Marchó a las Fronteras; asumió la de-fensa de Las Matas de Farfán con los generales Alcántaray Castillo. Después de la Batalla de Las Carreras, del 21 deabril de 1849, fue Ministro y luego Comandante de Armasde Puerto Plata, “donde se dio a conocer como adminis-trador íntegro y justiciero”. En 1854 realizó una impor-tante misión en España, enviado por Santana en busca deprotección de la Madre Patria. El 11 de marzo de 1856 Go-bernador de La Vega. El 8 de agosto de 1856 llegó a PuertoPlata en la goleta La Merced. Presentó renuncia de la Go-bernación de La Vega el 13 de septiembre –en esos días enSanto Domingo– que no se le aceptó entonces, sino mástarde, el 23 de octubre del mismo año. En 1857 y 1858 encampaña contra el Gobierno de Báez. Ministro de Guerray Marina en marzo de 1858. Llegó a Puerto Plata el 15 dejulio, procedente de Samaná, donde había luchado larga-mente contra las tropas de Báez. En Puerto Plata, el 5 demayo de 1859, dictó testamento. Declaró, entre otras co-sas, que tenía cuatro hijos: Ramón, Ildefonso, América yAntonio Nicanor; que le dejaba algunos bienes a su ma-dre, doña Francisca Castillo, y a su hermana Manuela MellaCastillo. En dificultades políticas con Santana salió de suPatria el 22 de enero de 1860. Tras la dura prisión que leimpuso Santana, en la Torre del Homenaje, por su oposi-ción a la Anexión, se fue otra vez al destierro. Enfermo, nopudo venir en la expedición de Sánchez y de Cabral, perodesde Saint Thomas le lanzó a Santana este solemne reto,

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del 3 de junio de 1861, en el periódico L’Opinion Nationale,de Port-au-Prince, el 29 de junio:

General: Ha llegado el caso de recordarle por medio deesta carta, que no soy súbdito de Su Majestad Católica, nihe trocado ni deseo trocar mi nacionalidad por otra algu-na, habiendo jurado desde el día 27 de febrero de 1844 serciudadano de la República Dominicana, por cuya indepen-dencia y soberanía he prestado mis servicios, y ofrecién-dolos cuando mi escasa capacidad y poco valimiento melo han permitido. Por idénticas razones jamás me ha ocu-rrido pensar, menos pretender, ser general español, cuyotítulo en mí, como general dominicano que ningún servi-cio he prestado a España, fuera un sarcasmo que ponién-dome en ridículo, me haría a la vez objeto de discreta des-confianza entre los mismos españoles. Pero nunca he sidoni seré opuesto a que mi país mantenga, con España y lasdemás naciones cultas de Europa y América, tan buenasrelaciones que en ellas encuentre el más firme apoyo parasu bienestar, bajo la base del reconocimiento de su abso-luta independencia y autonomía.

Basta lo dicho para mi propósito, añadiendo por últi-mo que cumpliré con mi deber del modo que me sea posi-ble, siempre como hijo y ciudadano de la República Do-minicana, en cuyo puesto saludo a Ud., R. Mella.

En septiembre de 1862 llegó por breve tiempo a PuertoPlata. El 16 de agosto de 1863 se hallaba en Saint Thomas.Tan pronto supo del grito de Capotillo se aprestó a salirhacia su Patria. El 25 de agosto se, hallaba en San Francis-co de Macorís. El 25 de septiembre fue designado Gober-nador Civil y Militar de La Vega, cargo que declinó. Ennoviembre pasó a servir a la Línea Noroeste, en calidad de

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Miembro del Gobierno. Llamado por el Gobierno, a San-tiago, el 6 de noviembre. El día 28 de enero de 1864 estabaen La Vega. El 4 de febrero en Jarabacoa. Enviado al Sur aresolver los problemas creados por la barbarie deFlorentino, estuvo durante escasas horas en San Juan dela Maguana, el día 6, regresando a Santiago, vía Haití, aprincipios de marzo. El día 17 fue designado Vice-Presi-dente de la República. Derrotada la columna de operacio-nes del Sur, por efecto de los desórdenes de Florentino,Mella había marchado a conjurar la crisis, ya aniquiladopor la enfermedad que le consumía, recorriendo los cami-nos más dificultosos y más ásperos, bajo un temporal delluvias insoportables, lo que abrevió sus días, teniendo queregresar en hombros de los soldados que le acompañaban,hasta llegar a Santiago extenuado y desfalleciente.

Antes de su misión al Sur, el 16 de enero de 1864, diri-gió un conminatorio llamamiento a sus conciudadanos,en el que resonaron de las primeras voces de libertad paraCuba y Puerto Rico, contra el colonialismo. Su más im-portante servicio a la causa restauradora fue, quizás, suadmirable organización de la guerra de guerrillas. Ya ensu lecho de enfermo, próximo a la muerte, tuvo la satisfac-ción inenarrable de abrazar a Juan Pablo Duarte, en susorprendente aparición en el Cibao, en abril de 1864.

Aun frente a la espantosa realidad de la muerte, ¡quéhondo sería el gozo de su corazón al ver junto a su lechoa Duarte, quien, como un resucitado, había venido de ladistante Venezuela a cumplir el juramento trinitario!También estaba allí, entonces, el héroe de Santomé, Ge-neral José María Cabral. La presencia de los héroes, entan tremendo instante, debió darle la consoladora im-

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presión de que no estaba solo en el misterioso viaje hacialo arcano.

Cerca de la agonía todavía sigue con angustioso interéslos azares de la contienda, y expresa su postrera voluntada los amigos y a la familia: “que no siéndole posible morirdespués de contemplar su patria libre de las huestes ex-tranjeras, quería que le colocaran en la fosa con la bande-ra dominicana por sudario”.

La visión de la victoria y de la muerte le llegan al mis-mo tiempo, en la hora suprema. Por eso, al morir, pideque le envuelva la bandera de la Puerta del Conde, y dicesus últimas palabras de amor y de esperanza: Todavía hayPatria! Viva la República Dominicana!

El día 3 de junio de 1864 el Ministro de lo Interior yPolicía le daba al Subdelegado de Hacienda de la vecinaVilla de Moca la siguiente orden llevada por un expreso atodo el correr de su caballo:

Necesitándose de varios efectos para dar sepultura alcadáver del General Ramón Mella Ud. se servirá mandarcon el portador lo siguiente: un adorno de caja; a falta deéste seis varas de alpaca negra. Un paquete de tachuelasdoradas; uno de negras. Si hay el adorno sólo mandará elpaquete de tachuelas negras; un par guantes negros o blan-cos. Todo lo que mandará sin pérdida de tiempo según loexige la urgencia del caso.

Al día siguiente, por las calles de Santiago, por entrelos escombros del incendio, que todavía eran heroica galade la ciudad, pasó el fúnebre cortejo...

Años después, en 1890, al ser exhumados los restos delpatricio, con emocionado asombro de los presentes apa-

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recieron, vivo el color, como si fueran parte de los propiosdespojos del héroe, algunos fragmentos de la misma ban-dera que le sirviera de sudario.

El Gobierno de Santiago resolvió, el 15 de junio, asig-narle a la Viuda de Mella, mientras durase la guerra, 500pesos en billetes dominicanos. Un recuerdo de Mella, desu célebre trabucazo, pervive en nuestro pueblo como elmáximo gesto de audacia, de resolución patriótica, en laRepública. Nieto suyo fue el famoso leader estudiantildominico-cubano Julio Antonio Mella, hijo de Nicanor An-tonio Mella Brea, residente en Cuba. (Tenía su taller desastrería en la conocida Calle Obispo).

El 15 de mayo de 1890 la Sociedad Hijos del Pueblo, deSanto Domingo –Presidente Luis A. Weber y SecretarioMoisés García Mella– se dirigió al Congreso Nacional ensolicitud de autorización para la exhumación de los restosde Mella y para su traslado a Santo Domingo. El día 6 dejunio se realizó la exhumación, en el Cementerio de San-tiago. Los restos fueron conducidos con honores a La Vegay de ahí a Sánchez, por Ferrocarril, y de allí a Santo Do-mingo en el vapor Presidente. Los conducía una Comi-sión de la Sociedad Hijos del Pueblo. El 27 de febrero de1891 se realizó la Apoteosis del Héroe. El 25 de febrero de1916 fue celebrado el Centenario del nacimiento de Mella.El Ayuntamiento de Santo Domingo colocó una lápida enla casa natal del paladín. El Regidor Apolinar de CastroPeláez pronunció el discurso de orden. Los venerados res-tos de Mella permanecieron hasta 1944 en la Capilla deInmortales de la Catedral de Santo Domingo, de dondefueron trasladados a la Puerta del Conde, tumba de Duarte,de Sánchez y de Mella.

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Doña Josefa Brea Viuda Mella murió en Puerto Platael 2 de enero de 1899. (Dr. Alcides García, Nacimiento dedon Ramón Mella, en La Opinión, S. D., 25 de febrero1933; Luperón..., 194; Madiou, Histoire..., 106, 110, 112,118; Nouel, Historia Eclesiástica..., 2: 426, 434, 435, 3: 7,10, 106-108, 164, 167; González Tablas..., 40, 45;Incháusteguí, Reseña..., 69, 76, 85, 115, 156; Alemar, LaCatedral de Santo Domingo..., 32, 61, García, Coinciden-cias históricas..., 3, 21, 40-42; Martínez, Hombres domi-nicanos..., 5, 210, 2: 24, 41-46, 71, 76, 103; noticia en elperiódico El Orden, Santiago, núm. 48, 4 de julio de 1875;Archambault..., 6, 24, 122, 134, 167-169, 176, 177, 187, 190,192, 236, 273, 274; Rodríguez Objío, Historia..., 15, 19,77, 105, 121, 132, 133, 137, 138, 141, 142, 157, 169, 211, 281,2: 83; Nolasco, Florentino..., 109, y Viejas memorias...,26, 32, 48; Alonso Rodríguez Demorizi, El trabucazo deMella, en Boletín de Noticias, Puerto Plata, 31 de marzode 1936; García..., 3: 488; M. de J. Galván, Ramón Mella,semblanza publicada en 1883, reproducida en Analectas;José María Serra, Apuntes para la historia de lostrinitarios…; Rosa Duarte, Apuntes...; J. G. García, Sem-blanza de Mella...; Federico Henríquez y Carvajal, RamónMella, en Clío, 1934, p. 37, y 1935, p. 43; Lic. Luis E. Perelló,Mella, en la revista Trópico, Santiago, núm. 2, 1935; Apo-teosis de Mella, en Revista Militar, S. D., núm. 61, febrerode 1941; sobre la exhumación de los restos de Mella, docu-mentos en los periódicos El Teléfono, S. D., núm. 376, 22de junio de 1890 y El Eco del Pueblo, Santiago, núm. 270,18 de junio de 1890; Carlos Larrazábal Blanco, La, fami-lia procera, en Clío, 1955, núm. 103, p. 70; Testamento deMella, en Clío, núm. 83, de 1949, y en La Nación, 25 fe-brero 1954, con notas de Alfau Durán; A. A. Nouel, Ora-

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ción pronunciada, en la Catedral de Santo Domingo enla tarde del 27 de febrero de 1891 con motivo de la Apo-teosis del General Ramón Mella, Prócer febrerista, en ElLápiz, S. D., núm. 4, 6 marzo 1891, reproducida en nues-tra obra Discursos históricos y literarios..., p. 402; otrasmenciones de Mella en nuestros libros Documentos parala Historia de la República Dominicana..., 3 vols.; Dis-cursos de Bobadilla..., 14; Guerra dominico-haitiana...;Juan Isidro Pérez, el Ilustre loco, 1938 y 1944;Dominicanidad de Pedro Henríquez Ureña, 58, 74; Poe-sía popular Dominicana, 1938, p. 69; Correspondenciadel Cónsul de Francia en Santo Domingo..., 1944; El Actade la Separación..; M. A. Peña Batlle, La misión Mella aEspaña en 1854, en Bahoruco, S. D., núm. 35-37, marzo-abril 1931; Partida de matrimonio de Mella en Clío, marzo1935; E. R. D., Mella y la Restauración, en La Nación, S.D., 16 de agosto de 1941; Leyes..., 1: 13-15, 30-32; 2: 104,145, 147-159; 3: 92, 326, 348, 4: 187-189; 5: 25-68, 130-135, 11: 311, 370; 12: 21).

MONCIÓN, General BENITO. -De los primerospróceres de la Restauración. Nació en La Vega el 29 demarzo de 1826. Hizo la guerra contra Haití: actuó en laBatalla de Sabana Larga. Figuró entre los cabecillas en elalzamiento de Guayubín el 21 de febrero de 1863. Era en-tonces Teniente de las Reservas. Juzgado en contumaciapor la Comisión Militar de Santiago, fue condenado amuerte, en mayo. (Figura en la Sumaria contra losinsurrectos del 22 de febrero de 1863 en Guayubín,Sabaneta y Monte Cristi). En el acto de Guayubín ascendi-do a General. También de los principales cabecillas del 16

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de agosto de 1863, en Capotillo. Firmó el Acta de Inde-pendencia de 1863. El 1 de octubre siguiente fue designa-do, por recomendación de Polanco, Comandante de Ar-mas de Monte Cristi; el 9 de noviembre, Segundo Jefe dela Línea Noroeste. Llamado a Santiago el 29 de octubre de1864. El día 1 de noviembre se le dio orden de ruta, enSantiago, para su Campamento de Monte Cristi. El 18 deoctubre ascendido a General de División. En 1865 actuabacomo Jefe Superior de Operaciones en la Línea Noroeste.Fue militar y político de activa vida pública. El 27 de mayode 1876 volvió a ser Jefe de la Línea Noroeste. Fue el presti-gio político en la comarca de más larga duración. El cubanoPablo Justiz le dedicó la siguiente página, publicada en elperiódico Boletín del Comercio, S. D. del 1 de junio de 1890:

EL GENERAL BENITO MONCIÓN. -Hemos tenido enestos últimos días la altísima honra de ser presentados aeste Ilustre General, gloria americana por cuanto él, consu espartano valor y su inquebrantable tesón, supo darcima a la gloriosa epopeya de la Restauración dominica-na, y colocar a su patria en el rango de nación soberana,libre e independiente.

Cubanos, y cubanos que en este suelo hospitalario ygeneroso lloramos los infortunios de Cuba y su esclavitud,nos hemos sentido enorgullecidos estrechando la honra-da mano del noble anciano General Monción, quien, enlos felices días de su juventud, tuvo ánimo bastante y en-tereza heroica para desafiar al león de Castilla, y vencerloen legendarias e inmortales jornadas.

Reciba él en estas líneas la expresión de nuestro afecto;y viva seguro de que para su nombre guarda la historia dela libertad americana una de sus más brillantes páginas.

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Monción murió en Guayubín el 10 de febrero de 1898.A su entierro asistieron más de 500 personas, la Maso-nería, los batallones de Sabaneta, Monte Cristi yGuayubín. Por Decreto del 28 de marzo de 1944 se dis-puso el traslado de sus restos del Cementerio de Guayubína la Capilla de Inmortales de la Catedral de Santo Do-mingo, donde fueron honrosamente inhumados el 16 deagosto de 1944. Desde días antes de la muerte de Monción–nos dice el Sr. Julio Rodríguez, Síndico de Monción, encarta del 4 de enero de 1945– los batallones menciona-dos y “la Banda de Música, se encontraban en Guayubín,porque parece que el General Guelito Pichardo presentíala muerte de Monción, y la suponía cercana. El mismoMonción todavía vivo, oía los ensayos de la marcha fúne-bre que sería ejecutada en su entierro”. Monción dejó uninteresante relato de los comienzos de la Restauración,tantas veces mencionado en este libro, el opúsculo DeCapotillo a Santiago. Relación histórica, Santo Domin-go, 1902, 19 p., reproducida en Clío, núm. 81, 1948(González Tablas..., 78, 191, 192; Gándara..., 345, 371,372; 2: 223, 339, 345, 436; Francois Sevez, BenitoMonción en La Nación, S. D., 15 agosto 1944, y Clío, núm.92, p. 34; M. A. Monclús, Las rutas de los restauradores,en La Nación, S. D., 16 de agosto de 1944; Luperón...,105; García..., 3: 457; Archambault..., 25-321; RosaDuarte, Apuntes...; Martínez, Hombres dominicanos...,80, 109, 112, 122; 2: 221, 228, 254; E. R. D., Guerra do-minico-haitiana...; Cancionero de Lilís.., 1962;Rodríguez Objío, Historia..., 42-353; 2: 11, 13, 14, 33-37,43, 46, 76; Leyes..., 4: 176, 219, 220-223; 7: 160; 15: 20,21; 16: 299; 23: 336; 25: 54).

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OQUENDO, Coronel CANDELARIO. –Venezola-no. Vino con Duarte al campo de la guerra, en marzo de1864. “Extranjero generoso, imbuido en los principios deBolívar, el genio de su Patria, que había abandonado suhogar para lanzarse en brazos de la fortuna dominicana,tal era Oquendo”, dice Rodríguez Objío, entonces su com-pañero de viaje. Designado Ministro de Guerra, por el Pre-sidente Polanco, el 16 de octubre de 1864. “Era de hechomás que un Ministro, el Secretario Privado de Polanco yfirmaba en nombre de éste”, agrega Rodríguez Objío. As-cendido a General de Brigada el 19 de octubre de 1864.Fue Coronel de artillería en la Línea de Puerto Plata. Estu-vo en la Fortaleza de San Luis el 10 de octubre de 1864, enel acto de desconocimiento de Salcedo y proclamación dePolanco. El 18 de noviembre de ese año dirigió una Pro-clama a los dominicanos (Boletín Oficial, núm. 17, 26 nov.1864, y en Rodríguez Objío, Historia, p. 234). Entoncesen misión en Venezuela, estuvo en Caracas. Lo recuerdaRosa Duarte (Apuntes). Hallándose fuera del país, el 16 defebrero de 1865 fue llamado a responder de cargos sobrela muerte de Pepillo Salcedo. En escrito aparecido en elperiódico dominicano El Tiempo, S. D., núm. 18, del 24de mayo de 1866, negó su participación en el fusilamientode Salcedo. (Acerca de Oquendo véase Juan Bosch, Laguerra federal de Venezuela en la República Dominica-na, en el periódico Renovación, S. D., núm. 68, 17 de juliode 1962; García..., 3: 525; Luperón..., 209; Rosa Duarte,Apuntes...; Archambault..., 216, 246, 247, 258, 291;Rodríguez Objío, Historia..., 215, 216, 225, 226, 231, 234,236, 241, 279; Gándara..., 2: 338; Rodríguez Objío, Rela-ciones..., 61, 81, 83; Leyes..., 4: 207, 209, 211-213).

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PIMENTEL, PEDRO ANTONIO. –Hijo de uncalabrés llamado Giuseppe y de la dominicana PetronilaPimentel y críado por su tía Leona Pimentel, nacido hacia1813 en Las Matas de Santa Cruz, Monte Cristi, segúnArchambault. De Guayubín, de 41 años de edad, casado,según la Sumaria contra los patriotas de Guayubín del 22de febrero de 1863. Según otros nació en Lozano, MonteCristi, hacia 1830, hijo de Jacinto Pimentel y de JuanaChamorro. Según González, en 1864, de cincuenta añosde edad, criollo, de “proporcionada estatura, buenas fac-ciones y color europeo; su cabellera y bigote eran grises...Era ganadero, hombre de ruda franqueza y de enérgicaresolución. Fue uno de los primeros cabecillas que acau-dillaron algunos grupos de sublevados y de los que conmás fe y encarnizamiento combatieron la dominación es-pañola. Se oponía a toda transacción que no tuviese porbase el abandono de la Isla”. Figuró en el asalto a Guayubínel 21 de febrero de 1863. (Sumaria contra los insurrectosdel 22 de febrero). Firmó el Acta de Independencia de 1863.El 18 de noviembre General en Jefe de las Fuerzas en elEste. El 29 de diciembre cesó como Jefe del Cantón deSan Pedro y pasó a Santiago como Miembro del Gobier-no. En Guayubín en enero de 1864. El día 7 fue llamadocon urgencia a Santiago. Delegado del Gobierno encarga-do del mando del Punto Central de Guayubín el 13 de ene-ro del mismo año. El 10 de febrero Gobernador de Santia-go. El 24 se le ordenó pasar a Puerto Plata a auxiliar aPolanco. Restablecido Polanco en su salud se le ordenórestituirse a la Gobernación de Santiago, el 6 de marzo.Llamado a Santiago el 29 de octubre, dejando en el man-do en el Noroeste al General Santiago Rodríguez. Minis-

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tro de Guerra en enero de 1865. Diputado por Santiago enenero. Presidente de la República del 25 de marzo al 13 deagosto de 1865. Murió en Cartier Morin, Cabo Haitiano,donde se hallaba exilado y a consecuencia de heridas reci-bidas en tierra dominicana, el 6 de junio de 1874, y ente-rrado al día siguiente. En El Porvenir, de Puerto Plata,núm. 77, del 21 de junio de ese año, se publicó la siguientenecrología:

EL GENERAL PEDRO A. PIMENTEL. -El Sábado 6 delcorriente falleció en Cartier-Morin a algunas leguas delCabo Haitiano, el General Pedro A. Pimentel. Las autori-dades del Guarico se portaron dignamente en esta circuns-tancia, destacando un batallón con tres piezas de artilleríapara solemnizar su entierro. Mientras se celebraba el ser-vicio religioso, cincuenta cañonazos se dispararon en laplaza de la iglesia. El cuerpo del difunto acompañado porlos soldados del batallón, fue inhumado en el cementeriode dicha aldea, hasta que circunstancias propicias permi-tan a sus restos descansar en el suelo patrio. El Generalpuede decirse que murió de miseria, en un lugar tan reti-rado, sin poder obedecer siquiera las prescripciones delmédico que le recetaba alimentos livianos y delicados. Elenfermo no podía someterse a ese régimen y sufría indis-posiciones causadas por sus frecuentes desarreglos. Unabala recibida hace algunos meses en uno de los últimosencuentros de la Línea, y que cayó al suelo después de darleun golpe en el pecho, le causaba frecuentes esputacionesde sangre y esto unido a la vida de privaciones que sufría,fue la causa verdadera de su muerte. Nos consta que, ensus últimos días, el difunto General manifestó más de unavez a sus dos hijos el deseo de que lo trasladaran a su tie-

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rra en vida, sin que pudiera dársele satisfacción por causade su gran debilidad. La víspera de su muerte llamó a suhijo Vidal para exhortarlo por última vez a vivir siempreapartado de la política a quien hacían el responsable detodas sus desgracias y especialmente de su probable muerteangustiosa y rniserable en tierra extranjera. El sábado 6de mayo sintió un dolor más vivo en el pecho y salió suhijo al Guarico a buscar el médico: pero cuando ambosllegaron a la estancia que él había adquirido en Cartier-Morin, ya él había dejado de existir.

Por una mera casualidad (la de no haber llegado a tiem-po a causa de la distancia el que escribe estas líneas), no sedejó oír la voz de la patria sobre su tumba. Hubiera conve-nido recordar allí que el finado fue Presidente de nuestraRepública, y lo que ningún dominicano puede olvidar, queél fue uno de los héroes que, lanzando en Capotillo el gritode Libertad e Independencia, nos legaron patria”.

Las líneas que preceden nos han sido comunicadas porun amigo digno de entera fe que presenció el entierro delGeneral Pimentel en Haití.

Nosotros la transmitimos a nuestros lectores en su ho-rrible desnudez.

El General Pimentel empezó su carrera en la Guerra dela Restauración, siendo uno de los hombres de Capotillo.Fue Presidente del Gobierno Provisorio; más tarde Triun-viro de la República, en unión de los Generales Luperón yFederico García (difunto) que formaron aquel gobiernode tres, cimiento del de Cabral.

Llegó a ocupar el puesto más elevado en su país paramorir después pobre y abandonado en tierra extranjera.

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¡Funesta consecuencia de la política dominicana, y másque de la política de ese cáncer devorador de la patria,de esos partidos armados que nos han precipitado en elabismo!

El General Pimentel era joven todavía y quizás uno delos jefes más astutos y previsores de la República. Era hon-rado y valiente y por eso murió en la indigencia!...

Nosotros nos proponemos recoger datos para escribirla biografía de este hombre de la Restauración que tantose elevó en la República para descender luego a morir aban-donado y triste en una aldea de Haití.

¡Hombres de partidos! ¡Hombres políticos de SantoDomingo, recordad al valiente General Pimentel y medi-tad! El encargó a sus hijos antes de morir alejarse de lapolítica que tan mal lo trató!

¡Paz a sus restos!

Que la tierra le sea ligera y que el Dios de los héroesrecoja a este hombre del inmortal Capotillo y lo coloqueen su eterna mansión de gloria!

Con motivo de su fallecimiento, don Federico GarcíaCopley –padre del ilustre escritor Federico García Godoy–le dedicó en Puerto Plata un encomiástico discurso, el 24de julio de 1874, inédito. Y el General Luperón le consagróuna sentida necrología, publicada en El Porvenir, de Puer-to Plata, el 19 de julio de 1874 (reproducida en Escritos deLuperón S. D., 1941). Luperón aludió a la muerte dePimentel, en la miseria, en discurso pronunciado en 1875.(El General Luperón y la repatriación de Duarte en 1875.Publicación de V. Alfau Durán, en Clío, núm. 86, p. 37). A

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la traslación de los restos de Pimentel a su Patria, al Ce-menterio de Guayubín, se refiere el siguiente artículo pu-blicado en el periódico noroestano El Faro, del 21 de abrilde 1884:

TRASLACION DE LOS RESTOS DEL GENERALPMENTEL. -Todos saben que el héroe con cuyo nombreencabezamos el presente artículo, acosado por las confa-bulaciones de sus émulos, abandonó el suelo que lo vionacer, yendo a refugiarse a Quartier-Morin (territoriohaitiano) en donde la nostalgia se apoderó de su ser y lollevó al sepulcro.

Las contiendas políticas han sido causas que han im-pedido cumplir con el sagrado deber de tributar a la me-moria del malogrado héroe un recuerdo de gratitud porsus abnegados actos en favor del suelo natal; pero hoy quefelizmente la paz garantiza la estabilidad del orden, se hapropuesto el General Monción –compañero de armas delfinado en la gloriosa jornada de Capotillo– reparar la faltainjustificable en que ha incurrido la patria olvidando queyacían en suelo extraño los restos del hombre que todo losacrificó por ella en momentos en que se encontraba uncidaal carro de la dominación española.

Tan luego como concibió el general Monción la idea deque damos cuenta solicitó del gobierno haitiano, por me-diación de sus amigos de aquel país, el permiso para laexhumación, lo que sin dificultad le fue concedido; v rea-lizó su pensamiento de la manera que referimos en el cur-so de esta relación.

Con instrucciones del Gobernador salió para Quartier-Morin (Haití) el general Ramón D. Pacheco, Jefe Comu-

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nal de Dajabón, acompañado de su E. M., a fin de proce-der a la exhumación, la cual habían verificado ya las auto-ridades de aquella común por orden del ministro de laGuerra del gobierno haitiano, que accidentalmente se ha-llaba en el Cabo.

Una vez en posesión de los restos el general Pacheco,despidióse atentamente de las autoridades haitianas, lascuales tuvieron la complacencia de acompañarlo hasta lamitad del trayecto; y a su llegada a Dajabón se unieron alcortejo los empleados civiles y militares y el pueblo ente-ro, acompañando con religiosa veneración el féretro hastadepositarlo en la Iglesia.

Ocho días después presentóse en Dajabón el Goberna-dor, y ordenó las primeras exequias en honor del héroe, alas cuales asistieron las autoridades de Ohanaminthe (Hai-tí) por atenta Invitación del general Monción, y un sinnú-mero de habitantes de la común. Las ceremonias nadadejaron que desear, y después de terminadas y quedar de-positados los restos en la iglesia, todos los convidados pa-saron al salón de la Jefatura Comunal en donde se sirvióun abundante refresco a la concurrencia. Hicieron uso dela palabra el Presidente del Ayuntamiento, el General Go-bernador, el Jefe Comunal y varios ciudadanos, recordan-do cada cual las proezas del malogrado héroe al reconquis-tar la joya de la libertad que la fuerza del león de Iberiaarrebató a la púdíca virgen Quisqueya. Antes de disolver-se la reunión, quedó convenida para el 19 de enero la tras-lación de los restos a la común de Guayubín, en cuya fechahabía de tener lugar una revista militar.

Efectivamente, a la aparición de 1884, ya se hallabanreunidos en el espacioso cuadro de la plaza de armas de

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Guayubín más de mil hombres, obedeciendo sumisos lasórdenes del Gobernador que, al presentarse a revistar loscuerpos, fue saludado con el grito de ¡viva el héroe deCapotillo! víctor que pronunció la muchedumbre con sinigual alegría y en medio de los acordes de la bien combi-nada banda que dirige el profesor Francisco ReyesRamírez.

Después del revistamiento de los diferentes cuerpos,trajo el correo de Dajabón la noticia de que a la orilla delYaque se encontraba la Comisión de aquella común, com-puesta del Ayuntamiento y el Jefe Comunal, con los restosdel general Pimentel. Dirigióse acto continuo el Goberna-dor, al frente de las tropas, al sitio indicado, y allí, previaslas formalidades de ordenanza, le fueron entregados losrestos, que él en seguida depositó en poder de la Corpora-ción Masónica que allí se encontraba, y a los sones de unamarcha fúnebre y al estampido del cañón dirigióse el nu-meroso cortejo a la población, conduciendo los restos altemplo masónico, en donde quedarán depositados hastaque se termine el mausoleo que se les dedicará.

En la noche de ese día la respetable logia EL OASIStributó honras fúnebres a la memoria del malogrado her-mano, pagando así la deuda de gratitud que la masoneríanacional contrajo con el finado, por haber sido uno de susmás entusiastas sostenedores.

En breve tendrán lugar las ceremonias religiosas, y en-tonces volveremos a ocuparnos de los actos que se verifi-quen, relatándolos minuciosamente. Mientras tanto, di-gamos con LARRA, a la memoria del héroe: Su biografíaes bien corta! Las páginas de su historia pueden llenarseen breve, ¡pero ni una mancha en ellas!

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(Un Héroe menos, por Wenceslao Alvarez, en El Por-venir, Puerto Plata, núm. 82, 26 julio 1874; González Ta-blas..., 101, 169-171,178,190, 192, 198, 208-215, 219, 220;Luperón.... 111, 127; García..., 3: 457; Rodríguez Objío,Relaciones..., 146; Nouel, Historia eclesiástica..., 3: 335,336, 341; Rodríguez Objío, Historia..., 48-93, 120-124, 185,199-285, 304-353, 2: 18, 25-354; Martínez, Hombres do-minicanos..., 80, 219, 2: 223-226; Monción, Relación...;Informe de la Comisión de Investigación de los EstadosUnidos en Santo Domingo en 1871, S. D., 1960;Incháustegui, Reseña…, 124; Nolasco, Viejas memorias...,152; Archambault..., 25-322; artículo en La Nación, S. D.,31 de marzo de 1944; Leyes…, 4: 176, 191, 219-345; 6: 54;15: 35).

POLANCO Y BORBÓN, General GASPAR. -Hijode Valentín Polanco y de Martina Borbón. Nació en 1818,en Guayubín, según algunos; en Corral Viejo, según otros;y en Jicomé según lo dice esta humorística página publi-cada con el seudónimo de Nicudemo:

Jicomé. - ¿QUÉ PRODUCE JICOMÉ? Esa preguntita,que vi con indiferencia la primera vez, que luego me re-pugnaba, que llegué a considerar como si tuviera un ele-fante sentado en la boca del estómago, a fuerza de releerlaen el LISTIN me indujo al fin a laboriosas investigaciones.

Por lo pronto, sé que Jicomé produjo a Gaspar Polanco,uno de los Generales más enérgicos, más valientes y máseficaces de la guerra de Restauración.

Gaspar Polanco, jicomesano, jicomero o jicomense (queno sé cómo se dice) fue quien dispuso la ejecución de

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Pepillo Salcedo, Presidente de la República, porque trasuna larga conferencia con los españoles en Monte Cristi,se le hizo sospechoso de traición. También dirigió perso-nalmente, durante algún tiempo, el célebre sitio de PuertoPlata, donde durante dos años, a tiro de fusil, se mantuvoel asedio, combatiendo día por día.

También era de Jicomé el héroe de la mejor décima deJuan Antonio Alix, el bardo cimarrón Ubenselao, que cantóen disputa con un haitiano, y luego lo hizo sesiná amachetazos. El mismo nos proporciona sus apuntes bio-gráficos, diciendo a su interlocutor:

Mire que soy buen hombre,y si quiere saber mi nombre,yo me llamo Ubenselao.Yo tengo una chiva en Mao y tres matas de café;y en mi casa, en Jicomé,tengo un coidei de tierra,una gata y una perraa la deposición de uté...

Aun no se ha escrito la interesante historia de Jicomé,por lo cual me propongo recoger de la tradición más im-portantes datos. Quizá produzca alguna otra cosa diversade sus héroes y sus bardos.

Polanco se distinguió en la guerra de la Separación, enlas Batallas de Jácuba y de Talanquera, con el grado deCoronel de Caballería. En la Restauración fue una de lasmás importantes figuras militares. Firmó el Acta de Inde-pendencia del 14 de septiembre de 1863. Por entonces ape-

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nas sabía firmar. Actuó de modo principal en la acción deSantiago del 6 de septiembre, al frente de las tropas domi-nicanas. Hacia el 22 de diciembre llegó a Puerto Plata. Suesposa, gravemente enferma en Jicomé en enero de 1864.El día 22 el Gobierno de Santiago le ordenó atenderla alDr. Phister, que no pudo salir de Santiago. El GeneralPolanco pidió permiso para ir a ver a la esposa, la que fa-lleció hacia el día 24 de enero. En febrero, Polanco sufrióuna contusión, en combate. Restablecido, volvió a PuertoPlata el 6 de marzo. Por entonces ayudó económicamenteal Gobierno. El 10 de octubre asumió la Presidencia de laRepública, derrocando a Salcedo: la ocupó hasta el 24 deenero de 1865. El 4 de noviembre de 1864 salió para lafrontera Noroeste, en atenciones militares de urgencia.Continuó activamente en el Campamento de Puerto Pla-ta, donde luchó puede decirse que día por día, durante todala guerra. Murió en La Vega el 28 de noviembre de 1867,como lo dice la siguiente necrología publicada en el perió-dico El Monitor, de Santo Domingo, edición 118 del 7 dediciembre del mismo año:

DUELO NACIONAL. -El día 13 de noviembre (1867)próximo pasado fue herido en Sabaneta, Esperanza, el bra-vo y benemérito General Gaspar Polanco, habiendo ob-tenido un completo triunfo después de su herida. Inme-diatamente se le condujo a la Ciudad de Santiago y pos-teriormente a la de La Vega, en donde fue acometido porel tétano que le causó la muerte en la madrugada del 28de dicho mes.

En la tarde de ese mismo día se efectuaron sus exequiascon toda la pompa y solemnidad que fue posible, aumen-tando el pesar que dominaba a todos los circunstantes la

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presencia de su hermano el distinguido General Juan A.Polanco, llegado el mismo día y que tomó el puesto que lecorrespondía en tan lúgubre ceremonia. Paseado el fére-tro por la plaza de Armas, y tributados los honores fúne-bres que previene la ordenanza, se procedió a la inhuma-ción del cadáver al pie del presbiterio de la Santa IglesiaParroquial.

La vida del ilustre difunto es digna de eterna recorda-ción; y más que las pequeñas proporciones de una necro-logía, reclama su lugar correspondiente en la historia dela Patria, a cuyo servicio y defensa se consagró con ardor.

Nacido en Guayubín por el año de 1818, figuró desdemuy joven en las filas de los libertadores de la Nación, yobtuvo desde la primera era de la República el importantegrado de General de Brigada; sus brillantes hazañas conque en calidad de Coronel de Caballería se distinguió enJácuba y Talanquera, anunciaron su marcha en el sende-ro de la gloria.

Apenas estalló la revolución en Capotillo, cuando elbizarro general Polanco, Incorporado en las filasRestauradoras demandaba su parte en los azares y un pues-to en los peligros; no pudo menos que reconocérsele comocaudillo, asistiendo en seguida al combate de Guayacanes.El ordenó el ataque de Santiago, tan funesto al enemigo, yla eternamente célebre persecución de la columna espa-ñola hasta la ciudad de Puerto Plata. A sus esfuerzos sedebió en gran parte la organización del GobiernoProvisorio, a cuya cabeza hizo figurar a Salcedo, eligiendopara sí el difícil cargo de organizar y sostener el cantón dePuerto Plata, en donde se batió día por día durante el lar-

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go periodo de 18 meses consecutivos, sin revés alguno, ano ser un descalabro que reparó inmediata y brillantemen-te. El 30 de agosto de 1864 el enemigo le atacó con fuer-zas innumerables, y como era consiguiente se apoderóde Cafemba: el hecho de armas tuvo lugar por la tarde, yaquella misma noche el General Polanco, sin otras fuer-zas que el heroísmo de 40 patriotas, pernoctaba en susposesiones.

Por último, derrocado el General Salcedo el 16 de octu-bre del mismo año, Polanco fue llamado a ocupar la Presi-dencia, en la que permaneció hasta el 21 de enero del añode 1865. Entonces fue cuando la Revolución Restauradoracobró todo el vigor que había menester para quedar dehecho consumada.

La vida de ese campeón de la Independencia y de la Li-bertad fue brillante y digna de un juicio ulterior más dete-nido: basta por ahora consignar estos apuntes históricos.

En cuanto a las luchas civiles, en que por desgracia hasido fecundo este suelo, baste decir que el General Polancoha figurado siempre al lado de los Gobiernos, habiendodispensado particular amor y predilección al del actual ydigno Presidente Cabral. Triste, lamentable es por ciertoque grandes hombres como el que deploramos, sucum-ban en luchas intestinas, cuando la patria en su gratitudles debía otros destinos y más altas recompensas!

(Extenso y documentado artículo del Dr. Alcides GarcíaLluberes, El General Gaspar Polanco, en Clío, núm. 93,mayo 1952, p. 89-93; artículo en La Nación, S. D., 31 ene-ro 1944; Archambault..., 28, 36, 38, 79, 81, 99, 104-221;Martínez, Hombres dominicanos..., 78-80, 207, 211, 212;

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Nolasco, Florentino..., 104; Rodríguez Objío, Historia...,46-337, 2: 35, 83, 99, 270, 309, 310, 314, 315; Rosa Duarte,Apuntes...; Gándara..., 255, 315, 317, 330, 333, 335, 370,371-380, 429, 231; 2: 337-345, 427, 435, 610; GonzálezTablas..., 66, 79, 80, 82, 85, 89, 90, 127, 160, 170, 171, 177,178, 183, 187-191, 199, 200; Monción, Relación...;Luperón..., 112, García..., 3: 460; Leyes..., 4: 176, 207-209,212-218,-251).

ROJAS, BENIGNO FTLOMENO. -Nació en San-tiago de los Caballeros hacia el 1821 y murió en Santo Do-mingo el 30 de octubre de 1865. Pasó largo tiempo en elexterior y regresó a su país en 1846, a ponerse al serviciode su Patria. Ejercía su profesión de abogado a la vez queintervenía en la política. Fue de los prohombres de la Re-volución de 1857: ocupó la Vicepresidencia del GobiernoProvisional de Valverde del 28 de marzo al 28 de agostode 1858. También figura importante en el Gobierno de laRestauración. Firmó el Acta de Independencia de 1863.Ocupó la Vicepresidencia del Gobierno de Santiago desdesu instalación, el 14 de septiembre, al 16 de marzo de 1864.En septiembre de 1864 estaba en misión en Dajabón y el29 de octubre en el Campamento de El Duro. Ocupó laPresidencia del 24 de enero al 24 de marzo de 1865. Otravez Vicepresidente del 25 de marzo al 13 de agosto de 1865.De su patriotismo habla su discurso del 25 de marzo de1865, en la Convención Nacional, en Santiago, que figuraen nuestra obra Discursos históricos y literarios, S. D.,1947. Véase Gándara, 256, 431, 2: 184, 431, 436, 439, 577;R. Martínez, Hombres dominicanos..., 2: 85; González Ta-blas..., 100, 127, 190, 207, 208; Luperón, Hombres de la

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Restauración...; Rodríguez Objío, Historia..., 191-193; yRelaciones..., 123; García..., 3: 470, 492; E. R. D., Papelesde Espaillat; Nolasco, Viejas memorias..., 77, 135, 141;Leyes..., 1: 348-431; 2: 20-449; 3: 71-242.

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Esta segunda edición de

Proclamas de la Restauración

se terminó de imprimir en los talleres gráficos de

Editora Búho,

en el mes de agosto de 2010,

en Santo Domingo, República Dominicana.

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