5m - 4/13 (dg3) sp-43 - area59aa.org pamphlets/sp-43_thetwelvetradiillustrated.pdf · aa spanish_aa...

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Esta literatura está aprobada por la Conferencia de Servicios Generales de A.A. Copyright 1983 Alcoholics Anonymous World Services, Inc. 475 Riverside New York, NY 10115 Dirección postal: Box 459 Grand Central Station, New York, NY 10163 www.aa.org 5M - 4/13 (DG3) SP-43

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Esta literatura está aprobada por laConferencia de Servicios Generales de A.A.

Copyright 1983Alcoholics Anonymous World Services, Inc.

475 RiversideNew York, NY 10115

Dirección postal:Box 459

Grand Central Station,New York, NY 10163

www.aa.org

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La Primera Tradicion :\ti ('stro hir iH''iletr romun dl'llt' tcncr Ia prefere n(' i.t.

l.1 n·•·uper.lt tt• ll person. a! dtpcmk de l.t unici.HI tk .\ .. \ .

Nueslrs sobt-iedad ittdividu~l depc!Hde del gf4Upo. El gtfupo depende de "osotf'OS.PI'onto nos damos culnta ~que ~bemos depot1er nuestros deseos v ambirionfS ptl'sonal~ pal' a tfO per-judicar al grupo .•.

EL ejemplo mas simple para esta Tradici6n nos lo suministra nuestro hermano que llega bebi­do a laa reuniones. Si el insiste en interrumpir la reunion, lo "invitamos" a que salga del sal6n, y que regrese cuando se encuentre en un estado mas propicio para escuchar el mensaje. En esta forma estamos dAndole prelacion al "bien~star comun". Pero se trata de SU bienestar, tam­bien. Si el va a dejar de beber, el grupo ha de continuar funcionando, para que el pueda asi'stir. Sin embargo este caso es s6lo un raro aspecto del problema. Cuando hemos logrado alguna so-briedad dentro de A.A., seguimos alimentando secretamente a nuestro Gran Ego. Admitimoa que no podemos gobernar el alcohol, y que no podemos mantenernos alejados de el solamente

- con nuestro esfuerzo: Hasta aquf, muy bien. Pero entonces encontramos que hay todavia mu­c.hos rezagos de nuestro Ego. Esto nos puede llevar a tomarl~ el inventario a nuestros com­pafieros y a murmurar acerca de sus supu_estos defectos. Y nos puede llegar la tentaci6n de sentim os mejores que los demAs en toda.s las reuniones. Bueno, pero este es un programa egoista, l.no es verdad? Despues de todas las miserias que pa· samoa durante nuestro alcoholismo activo, ;,por que no pennitirnos un poco de satisfacci6n per­sonal? Todos nosotros sabemos una buena raz6n para que no sea asi: la auto-indulgencia cons­tituye un peligro personal inmediato, y atenta contra la sobriedad. MAs aun, atenta contra la misma esencia de la sobriedad individual, que es la unidad del grupo. Porque la murmuraci6n, por bien intencionada que sea, puede destruir la confianza mutua, tan vital para cada grupo. Un hablador compulsivo puede dafiar Ia efectividad de una reunion de discusiones. Hemos oido decir varias veces: "Yo no he vuelto a ese grupo. AHa el unico que puede hablar es Fulano". Cuando A.A. era rnuy incipiente, los primeros miembros vieron claramente que la preservaci6n de la unidad era cuesti6n de vida o muerte, tan to para ellos mismos como para los alcoh6licos que habrian de recuperarse posteriormente. La Primera Tradici6n establece este prop6sito, que es el prop6sito comun de las Doce Tradiciones. Cuando A.A. lleg6 a los 35 aiios de existencia, reitero la misma ccmcepci6n en el tema de la Convenci6n Internacional de 1970 asi:

Debemos hacer esto para el futuro de A.A. : Colocar en primer lugar nuestro bienestar comun; para mantener nuestra Asociaci6n unida. De la unidad en A.A. dependen nuestras vidas y las vidas de todos los que vendrAn.

Cada una de las otras once Tradiciones expone una forma es}Jecifica de proteger Ia unidad de los grupos y de A.A. como un todo. Aquellos primeros miembros de A.A. alcanzaron a reco­nocer Ia potencialidad de destruccion latente en loo miembros guiados por ansias de poder o mando. Los "todopoderosos" continuan entre nosotros. Son aqueUos que siempre estlm seguros de tener Ia razon en todo ; aquellos que siempre estan listos para asumir el liderazgo, pero que no estAn dispuestos a compartirlo. Sin embargo, los grupos necesitan gente que los haga funcio­nar. i,C6mo podremos entonces solucionar el dilema? La Segunda Tradicion nos proporciona la res­puesta . ..

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La Segunda Tradicion Para d propoSilo de nuestro grupo solo cxi,tc una autoridacl fund:unenta l: un

l)ios a m (lrCISo tal como Sl' cxprcsc t:n b etmciencia dc nuestro grupo. 1\:uestros Hdcrcs no son m as qtu: scrvidore~ <lc cunfianza. No gobiernan.

,, Ahors que he sido nombrado Secrdario, voy a most,.arle a ~le gf4upo to quel es un ve11dadero lldett '1

I

''Solo hay Y!!! forma de hac~ rio y yo l~s voy

a d«i,. cwil ~ »

Un mie.mbro deA.A.pued~ ~,. ~cogido par.1 servil' de mud\8~ maneras .•. • L ~tp~ntante de

(J,ec.dsrtiO w grupo ~erY~r~MO•IIfl'•le~ Ot\etj8do s lnttfgrUpOS

A.A. es a la vez una democracia y una "benigna anarquia", al decir de Bill W. Los grupos eligen sus propios funcionarios, quienes no tienen autoridad para ordenarle a nadie lo que se debe hacer. En Ia mayoria de los grupos, los cargos ~~e rotan cada seis meses, y entonces se eligen personas distinitas. Si un grupo desea formar parte de la estructura mundial de servicios de A.A., eligen un R.S.G. (representante de s.ervicios generales), para un periodo de dos afios. Los R .S .G. de las areas eligen los miembros del comite de dichas areas, y entre todos nombran un delegado para Ia Conf-erencia de S.ervicios Generales, que se lleva a cabo anualmente. La Conferfmcia es lo mas parecido a un gobierno para los A.A. Produce opiniones acerca de los temas mas importantes, aprueba Ia selecci6n de algunos candjdatos a Custodios para la Junta de Servic:ios Ge. nerales, y elige directamente a otros. Pero ni Ia ConJferencia ni Ia Junta pueden dar 6rdenes de ninguna clase a los grupos o a los miembros de A.A.

'IIAL ' . . . ~msg,vamos a e~t.bl~cu Uft fonda ~ial qut yo voy a man~jatc ••• "

Pttto debe Sit'"PI't recorder q~~t su sei'Vitio Vd diritido a bien dt todos ~ht sutoridsd me nsdie.

Entonces, iquh~n es Ia autoridad aqui? A.A. es un movimie!lto espiritual y como tal, Ia "autoridad suprema" es el concepto espiritual de Ia "conciencia de grupo". Su voz se escucha cuan­do un grupo bien informado del tema de que se trata, se reline para llegar a una decision. El resultado se basa en algo mas que un simple recuento de los votos "Si" y "no" emitidos. Las ideas de la minorfa merecen cuidadosa consideracion. iQue su­cede entonces con el tipo impertinente que siempre alega tener Ia raz6n? Pues . . . escuchemosle, porque puede ser que, por es­ta vez, este en lo cierto. Si esta equivocado, entonces, si re­cuerda la primera Tradici6n tanto como la Segunda, se plega­ra a la decision de Ia conciencia del grupo. Ahora bien, parece muy confusa esta noci6n, (.verdad?. Recordemos las primeras reuniones a las que asistimos. Algo intangible habia en esm; salones, pero que nosotros, recien llegados, alcanzabamos a percibir, y que no era otra cosa que Ia conciencia del grupo. Y era real, dandonos Ia bienvenida, sin establecer; barreras ni normas ...

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,.

La Tercera Tradicion

E.l t'mito rcquisito para $Cr mirmbro dr .\ .. \ . es qucrcr dcjar de IJeber.

.· -· ":_:

1 •• • ..

Todas las organizaciones tienen el derecho de dictar sus pro­pias normas de af'tliaci6n, (.no es verdad? Entonces (.por que A.A. decidi6 omitir este privile~io, s iendo "inclusiva., nunca. exclu­siva ?" La respuesta es faci l. Los primeros miembros trataron de hacer las cosas en forma distinta, y f racasaron rotundamen­te. Cuando nuestra Asociacion estaba aproximandose a los 10 alios de vida, recuerda Bill W ., "se pidio a los grupos que en­viaran una lista de sus requisitos para afiliacion''. Y agrega: "Si todas esas regulaciones se hubieran puesto en practica en todas partes, hubiera sido pJi.cticamente imposible para cual­quier alcoh6lico el ingresar a A.A. Casi el noventa por ciento de los miembros mas antiguos y mejores no hubieran podido pertenecer a A.A.". L6gicamente, las listas de nonnas se tiraron por Ia ventana, y se reemplazaron por una sola frase sencilla: La Tercera Tradici6n. Pero alguien podria preguntarse si Ia Tradici6n no es en si misma una norma, ya que establece al me­nos UN requisito de afiliaci6n. Leamosla de nuevo, y eounciemos una pregunta difereote: i.Quien deter­.mina si Ia persona cumple o no el requisito, y si verdaderamente desea dejar de beber? Obviamente, na­die salvo el mismo interesado. Los demas tienen que creede. Es mas, ni siquiera hay necesidad de que lo dig~ en voz alta. Y eso fue una fortuna para muchot; de nosotros, quienes llegamos a A.A. con s61o un

"emos hecho a un ~do tocis4j lss rtqlss lf norlft4S dt sfiliscior1 que pod1rian imPtdirle qlJf Sf nos una . Oestsrtlos qut usttd t~ngs Ia misma oportunidad de rtruper~cioH que n~>otros tuvimos.

II

tioimemos ningun !emor ~ qut usttd pueda perjudicarnos ,

ni nos importa qut tJn viciado o vio\mtO su us~."

deseo a media~. o no mur nefinido, de permanecer sobrios. Hoy estamos vivos, gracias a que A.A. nos dejo Ia puerta abierta. El problema que encara esta Tradici6n no es unicamente de historia antigua. Se mantiene actualmente, por ejemplo, cuan­oo un grupo dil\cute Ia posil.lilidad de excluir miembros alcoh6-licos que ademas tienen otros problemas con drogas. La Tra­dicion no menciona requerimientos negativos. no exige que el miembro NO sea un drog6mano, o ex-convicto, que no sea ho­mosexual, o que no tenga antecedentes de enfermedades men­tales. Todos los nlcohl>licos son bienvenidos. Y i,que sucede con el grupo que desea imponer requisitos posi-th·os adicionnles al "cieseo de dejar Ia bebida"? Podria tratar­

se de 1un grupo con "intereses especiales", en el cual para ser miemuro se debe ser por ejemplo, medico, o joven, o varon, o sacerdote, o funcionario publico. Por su propia iniciativa, aquellos que pertenecen a Doctores Internacionales en A.A. o Gente Joven en A.A., se consideran a si mismos como miembros de A.A. em pl'imer Iugar, -;.· asisten a reuniones generales ademiis de las reuniones de caracter particular que sa.tisfacen sus necesidades individuates. Estos grupos de "intereses especiales" son solo un ejemplo de Ia amplia variedarl en nuestra Asodaci6n. ~uestl·as Tradiciones permiten una libertad sin pa­ralelo, no solo para los miembros individualmente, sino para los grupos ...

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La Cuarta Tradicilin

( :.ul.1 ~·upo dl'ht· ~cr ;wtt1nwno, t'Xt'cpto en .tsuntm qut: .dntl'll .1 otro;) ~rupos o a .\ .. \ .. lonstclt:rado

I \llllll llll tod(l.

PQrq dond~quie~.t que doc o mas pergonas se reunan ~ara pradicatt los p~ineipios (k A.A,.existe un grupo de A.A si 4US miembr~ die en que es asi.

~ay qrupos de todas c\ase~ ••• qrupos p~uenos

Y usW ~ miembro '' usttd mismo

diet que toes!

Un miembt·o que tenga la oportunidad de vlaJar, encontrara que el espiritu de A.A. es muy similar en todas partes. Pero aparte de este parecido intrinseco, tambien encontrara enormes diferencias en los gru­pos. En un Iugar vera el viajero a tres personas hablando de los Pasos en Ia sflla de una residencia; en otro, 300 personas estarim escuchando las infervenciones en un vasto auditorio de una iglesia. En algu­nos Jugares, un profundo silencio acoge con respeto al orador que empieza: "Mi nombre es Juan, y soy un ~lcoholico". En otros grupo!', todo el mundo renponde alegremente: "Hola Juan". Hay otros sitios rlonde el orador se identifies con eu nombre completo. En unos grupos las reuniones duran una hora. En otros, 90 minutos. En carla vecindario de cada region del mundo, el grupo local tiene Ia libertad de traba­jat· segun sus propias costumbres. Como siempre, Ia libertad conlleva responsabilidad. Debido al hecho mismo de su autonomia, cada grupo debe evitar cualquier acci6n que pueda perjudicar a los A.A. como un todo. Y porque tales acciones han ocurrirlo, se han hecho necesarias las Tradiiciones. "lmplicita a traves de las Tradiciones", escribi6 Bill W., "esta la coufesion rle que nuestra Asociaci6n tiene sus fallas. Admitimos que tenemos defectos de caractel' como Asociaci1in, y tales defectos nos hostilizan continuamente". Cuanrlo el Gran Ego crece desmedidamente, puede llegar a inspirar a un grupo· la idea de asumir todo el trabajo de informacion publica eu su reg:i6n, sin tomarse siquiera la molestia de consultar con los otros grupos locale::;. Una vez que el grupo decide:"tenemos todas las respuestas", se abren las compuer­tas. El grupo puede entonces decidir, pongamos por caso, que la Undecima Tradici6n se ha vuelto ob­soleta. "iEsta es una edad competitiva! iSalgamos de nuestro encierro y demosle a A.A. un impulso vigoroso y efectivo! iHagamos promocion!" Para el publico «m general, este grupo particular represents a Alcoh61icos Anon· imos. Sus malos efectos se reflejaran, no solo e:n los grupos ignorados de Ia vecindad, sino tambien en toda Ia Comunidad. En cierto sentirlo, Ia Cuarta Tradici6n es como el Cuarto Paso: sugiere que el grupo de A.A. debiera to­maJ' un honesto innmtario de si mismo, sometiendo cada una de las acciones que piense emprender a Ia pregunta: "i.Podra esto romper alguna de las Tradiciones?". Asi como el miembro individual que determi­na arloptar los Doce Pasos como guia hacia l.a sobriedad, e) grupo prudente reconoce que las Tradiciones no son meras formulas tecnicas, sino guias seguras hacia el cumplimiento del objetivo primordial de to­dos los grupos de A.A ....

11 I

UICA'iE A LA 6Etm QUE Sl&E LO QUE 0\IIEIE UMAStA A.A.

y qru~ fuera de se .. ir

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La Quinta Tradicion ( . .~da grupo ucnr un :;i1lo obJelint primurcll.d ·

lle\'ar el mensaj{' al alcoholico que au n cst:i sufriendo.

No i11port• que ian difczrrntes st•ft nutstrMpropits pNOtupaciones, todos mamas unidos por una RESPON&ABILIDAD 4~omun ...

YO SOY RESPONSABLE

Cuando cualquiera, dondequiera, extienda su mano pidiendo ayuda, quiero que Ia mano de A .A. este alii:

Y POR ESTO YO SOY RESPONSABLE

Uevar el tttettsa~je al a\cohOiieo qut aeln eufre .

Todos los ingresados a A.A. aprenden (y algunos en Ia forma mas penosa), que el problema de permane­cer sobrios tiene absoluta prioridad. Si !allamos en eso, no podremos tener exito e:n nada mas. La Quin­ta Tradici6n nos dice que los grupos deben recordar permanentemente su ••objetivo primordial". A menudo, un entusiasmo irreflexivo coloca al grupo fuera de su senda. Uno de elllos, por ejemplo, ofre­ci6 w1 programs adicional que incluta ayudar a los recien llegados a buscar trabajo. La Quinta Tradi­ci6n no se opone a que un miembro de A.A. sugiera a otro compafiero alguna buena oportunidad de em­pleo. Pero cuando el grupo se convierte en una agencia de colocaciones el recien llegado podria sentirse confuso acerca del objetivo primordial. La funci6n de A.A. es ayudarle a adquirir la sobriedad ; despues podra e) por sf mismo buscar la forma de emplearse. . Un miembro puede discretamente prestar unos poems pesos, necesarios para una comida o una nocbe de hotel. Puede tambien si lo desea, invitar a un compafiero arruinado a que viva en su casa temporalmen­te. Pero el grupo de A.A., como tal, no es entidad bancaria, ni departamento de bienestar, ni oficina de alojamientos. Aun actuando en nombre propio, cumo persona sin titulos academicos de medicina, u.n miembro de A.A. no debiera atl'ibufrse un grado honoraria de medico y diagnosticar, analizar y dar tntamiento a los casas de neurosis de otras personas. Exactamente porque esta falla es tan comun, el gruJPo de A.A. debiera, en todas sus actuaciones, explicar abundantemente que no esta tratando de invadir el campo de Ia medicina. A traves de Ia experiencia de sus miembros, el grupo s6lo est&. calificado para transmitir este mensaje: que un alcoh6lico puede recuperarse en A.A. Y nada mas. Sin embargo, un grupo se sinti6 hace poco suficientemente equipado para fundar un "centro de informa­cion sabre el alcoholismo". La tentaci6n es comprensible, y era muc;to mas fuerte •en Ia epoca en que fue escrita Ia Quinta Tradici6n, porque Ia ignorancia publica acerca del caracter de enfermedad del alco­holismo estaba en ese entonces mucho mas difund ida que ahara. Desde entonces, se han creado otras agencias para asumir Ia tarea de informar al publico sobre el alcoholismo. Este no 1es un objetivo de A.A., pero estas entidades tambien estim tratando de ayudar al alcoh6Jico activo. Por t:al mot ivo son amigas nuestras, y la Tradici6n Sexta marca claramente las fronteraa de nuestra amistad ...

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La Sexta Tradicion L'n grupo dt· :\ .. \ . nunta debt: rt>spald.u·. fin ;tnnar

n prestar d llfHllhrc cie A .. \ . ol nin~Uilol rntid ad .tlleg.ui.t o emprc~a .tjena. para e,·itar que

lo., pmllkm.t!) de dinero. propiedad y pre::.tigio no!) dcsdcn de nuestro objetim primordial

Hos dimos cuenta dt que exi,ten mei•c, motiv•ciont4 y smbiciotw~ de toda cla'e .....

• • • y que tJ buen nombre de A.l. podl'is rt6Uit•r rttanthttdo!

La "empresa extrafia" puede ser una entidad que combate el alcoholismo, o una em- r--J) presa que los A.A. desean iniciar. Esta ultima clase fue la que mas se present6 en los "'--..._/ ~ albores de nuestra Asociaci6n. Las entidades oficiales eran bastante escasas en aque· ~ lla epoca, y algunos miembros pensaron que AA. deberia cubrir todos los campos re-Jacionados con el alcoholismo. Conducidos por un "super-promotor", (de aquellos des-critos en Los Doce Pasos y las Doce Tradi ciones) , un grupo construy6 un centro in-tegral de tratamiento, que incluia una secci6n de desintoxicaci6n. ilmaginemonos un gt·upo manejando semejante proyecto! Discusiones sobre presupuestos, arquitectura, personal directivo, tarifas, cuerpo medico y reglamentos. (Mientras el pobre recien llegado era recibido con un tajante: " iEsperenos un minutico, que ya lo atendemos"). Aunque aquel ambicioso centro fracas6, algunos miembros a titulo individual han fun- ____. ...___--. dado exitosamente clubes, fincas de reposo, casa de desintoxicaci6n, etc. Las empresas .---= son manejaclas por miembros de A.A. y patrocinadas por otros miembros. Pero el dinero y la propiedad estan involucrados. Por ello, se ha visto el beneficio de mante­ner la operaci6n de tales actividades, en forma totalmente separada de los grupos de A.A., cuidando tambien de que los nombres no contengan expresiones tales como "Pa­so Doce", o la sigla "A.A.". Hacia las empresas extrafias que tienen relaci6n con el alcoholismo, la polftica de A.A. es Ia de "cooperaci6n pero no afiliacion". Un grupo coopera, por ejemplo, recibiendo a los pacientes enviados por las clinicas, o patrocinando grupoa en las instituciones. Pero en una regi6n, se solicit6 ayuda mone taria para un centro de rehabilitaci6n DEN­TRO de una reuni6n de A.A., implicando con esto una clara afiliaci6n. En otra parte. se registr6 a A .A. dentro de los bene! acto res de un Fondo de Beneficencia ...

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Los miembros de A.A. que trabajan en empresas extrafias "usan dos sombre­ros", pero Ia Sexta Tradici6n advierte que no deben ser usados al mismo tiem­po. Mientras esta en su t rabajo, pue­de ser un consejero sobre alcoholismo, pero no un "consejero A.A~' Mientras esta en las reuniones de grupo, es sim­plemente un miembro de A.A., y no un experto en alcoholismo.

~ay do' areas princip~les de.peliqro. Ptrro nt~tslro rumbo ha stdo deb1damt"te~enalado y los peligros mal'tados darsrtttnte. 6i navega­mos alejados d~ ellos,podratttos tenett urr viaje traHquilo .. ..

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La Septima Tradiciiin Totln grupo de A.A. rlcbc mantenerse

cumpletamcntc ,, si mismo. neg:ind(ISC a reriblr ('Qntrlbu<'iones de afuera.

lltoe , ....... . . . . . Srrr"llleb ..... ,...., .. _ ... ~ ........ llafDr- ,...,;

"P.aaa,. el sombrero"Qn las reuniones,es nuulr.t manera dt deeaostrar Jtuestrs responsabilidad J1ArA tl funcionamiento de A.A. Nuestras propia1 contribuciones sustentsn eJ grupo, 1a OfieiM dt Servicioa Getu~rsler., y todas las actividade~ de A.A.

Cuando eramos alcoholieos adivos siempre esttb• mos pidiendo afgo, I" liltS U otr~ tottma .•.•

Gr~cias .• • 'ftnemos qu~ manbmernos a nosotros

misntOS

La exP.tritncia nos ha ckmostr.do tambiq ''" A.A,eomo un todo,debe ser aut6noma c indtpmdiettte.

Park~ dr. nt4etlr.t re.cuperaca6n personal la adqui .. imos al convertirHos en sette' hums nos responss bl es.

Tenemos que ser practicos. Un grupo no podrfa fun­cionar en una banca de un parque, y un "sombrero vacfo" no puede llenar una cafetera. Tan pronto co­mo nos incorporamos al grupo, aprendemos que hay gastos necesarios para que el grupo pueda actuar en forma efectiva. l.uego se van ampliando nuestros horizontes. lQue pasa con el Intergrupos o la oficina local a donde llamamos pidiendo ayuda? Las compa­ftfas telef6nicas no prestan el servicio gr.atuitamen­te. Mas adelante nos enteramos de Ia existencia de la Oficina de Servicios Generales, y de la labor que adelanta con todos los grQpos. La activideld de A.A. es autofinanciada en todas partes, a todoH los nive­les, ·Y en cada uno de ellos Ia responsabilidad depen­de de nosotros, los miembros individuale!S, porque nosotros SOMOS A.A. Quizas, especialmente cuando somos nuevoB, nuestras contribuciones son en monedas mas que en billetes. Los primeros miembros actuaron lo mismo, y les pareci6 que A.A. necesitatia una ayuda externa consideJrablemente

La seduccion del din~ro ha perdido a muchos. lambiin podri• ucerlo con nosotros.

publica un aviso invitando al publico en general a una fiesta (con orquesta) a tanto la entrada, a ::::::::::-------!"------------ beneficio de A.A. Ambos ejemplos son de aplica-ci6n rutinaria para cualquier entidad. Para noso----- ----

mas cuantiosa que las modestas contribuciones inter­nas que por entonces se recogfan. Sus planes originates requerian ayuda en gran escala. (Por aquel entonces no se habia dado forma a la Sexta Tradici6n. Bill re­cuerda el proyecto de "una gran cadena de hospi­tales"). Pero John D. Rockefeller~ uno de nuestros primeros amigos, dijo: "Mucho me temo que el dinero pueda deteriorar esto ... Unos pocos miembros habian llegado ala misma conclusion. Gradualmente, esta mi­noria fue convirtiendose en mayoria a medida que la experiencia demostr6 que los miembros de A.A. PO­DIAN proporcionar por si mismos los fondos necesarios para cumplir los prop6sitos de A.A. En su mas simple aplicaci6n, la 8eptima Tradici6n se comprende facilmente ; si nos llega el cuento de que se form6 un grupo financiado con fondos de un programa Oficial contra Ia Pobreza, nues· tra reacci6n es inmediata : "Estan locos". Pero hay casos no tan nitidos. Un grupo establece· una rifa en beneficio de su oficina central, e invita a gen­te extraiia a comprar boletos. Un peri6dico local

tros, ambos significan que se nos ha ido Ia mano, pidiendo a gente extrafta a nosotros una contribu­ci6n en dinero. Hay tambi~n ocasiones en las cuales no tenemos que pedir. En nuestros dias A.A. goza de una bue­na reputaci6n. La Oficina de Servicios Generales rechaza muchas ofertas de ayudas y regalos. En Ia Septima Tradici6n hay un toque de realismo: los regalos espontaneoe pueden traer un lazo es­condido. Por ello hemos puesto un limite a Ia su­ma que los miembros pueden dejar en sus testa­mentos para A.A., o como contribuciones volunta­rias en vida. (En los Estados Unidos el lfmite ma· ximo es de 3,000 d61ares). De esta manera ninguna persona puede comprar influencias en A.A., por mAs dinero que tenga. El dinero puede tambien ocasionar problemas a los grupos cuando el fondo comun crece desmesu­radamente, mas alia de una prudente reserva. Pe­~eando por el uso que se le puede dar a una suma Importante, muchos grupos han perdido su unidad Y abando~~do su prop6sito fundamental. Pero hay una solucJOn muy sencilla cuando este problema llegue a presentarse: destinar ese dinero a las ac­tividades y servicios de A.A ....

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La Octava T radicifln . \ .. \ nun!' a H·nrl r;i l'ar :\cter profesiona l.

pen • nue:;tros n•nt ros de ~cr\' ir io

purdcn t' mpll'c~r trab.l}Hiort's espn ia les.

/Jo" ~ti119u" tlillt!*o gldl'la yo a /11 ralle tlf v/14 llotht t'OIIIO PSfa .• •

Siendo espiritual, A.A. tambien tiene los pi~s sobre la tierra. L~ Octava Tradici6n como la ~ptima, se enfoca hac1a una palabra comun Y co-­rriente q~e no es mencionada en ninguna de elias : dinero. Muchos de nosotros hemos tenido que explicarle a personas suspicaces: "No, yo no soy un trabajador social. A mi no me pagan por venir a conversar. con usted. Lo hago solamente porque es la mejor manera de que yo mtsmo pueda permanecer sobrio". Esto no signifies, claro esta, que la idea de hacerse profesional no ha­

ya entrado en Ia mente de algunos miembros. En aiios pasados, Bill W. lleg6 a considerar el actuar como terapista y asi ganar dinero aprove­chando su experiencia en ayudar a los alcoh6licos. Pero un fuerte coda .. zo de la conciencia de su grupo le hizo darse cuenta de que el nunca po­dria colgar un aviso en su puerta: "Bill W. - Terapista A.A. - $ lOO.oo Ia hora". FuE: muy claro para los primeros miembros que ningtin miem­bro de A.A. deberia pedir o aceptar por "transmitir este mensaje a otra:s gentes, de persona a persona y car a a car a." Pero, a medida que el numero de afiliados creci6 y Ia semilla de espe­ranza se fue extendiendo y miles de alcoh61icos llegaron en busca de ayuda, se fueron presentando nuevos problemas. Las primeras oficinas intergrupales eran manejadas usualmente por voluntarios de A.A. Aho-­ra Ia mayoria de tales oficinas se mantienen tan ocupadas que se nece-

sitan tambien empleados de tiemp.:> completo. Naturalmente los A.A. pueden desempeiiar tales cargos mas eficazmente que quienes no son miembros. Pero los A.A. lreciben sueldo por este trabajo del Paso Doce? No. Dentro de Ia oficina, ellos estan tinicamente rolaborando para que el trabajo sea mas facil. Ayudando a llevar un enfermo a un hospital, diciendole a un tembloroso recien llegado d6nde y a que horas es Ia pro­xima reunion, esbin ayudando a haoer posible que ese alcoh6lico escu­che el mensaje "de persona a persona y cara a cara". Un desarrollo similar ha tenido Iugar en las Oficinas de nuestra Asocia­cion. En un tiempo manejadas por nuestro co-fundador Bill y una se­cretaria, han llegado a convertirse en Ia actual Oficina de Servicios Generales, con muchos funcionarios y con un gran departamento de correo que mantiene abiertas las lineas de comunicacion a traves de

A.A. en el mundo entero. Los empleados tanto los alcoh61icos como lo:s no alcoh61icos, reciben un sueldo a e~cala comparable a los de empresas de comercio general, de tal manera que la fuerza de Ia oficina pueda funcionar en forma segura. Y los miembros A.A. empleados, estim en Ia Inisma posicion que tienen los empleados de una oficina de intergr~­pos. Supongamos que usted visita la G.S.O. un dia que este de paso por Nueva York. Una empleada que lo atiende durante un rato, puede es­tar trabajando en la preparaci6n de la Conferencia del proximo aiio, o escribiendo a los grupos de su regi6n para ayudarles a llevar el mensa­je mils efectivamente. Por ese trabajp ella recibe quincenalmente su cheque. Pero en el curso de su conversaci6n puede mencionarle que e1la va a llevar un a migo alcoh611co a Ia reuni6n de esa noche. Por esta ac­ci6n ella s6lo recibe el pago de su propia sobriedad. En estos trabajos de oficina y en otra.s tareas, los miembros reciben pago por su experiencia en negocios y administracion general. Traba­jando en un escritorio de Ia O.S.G. para publicar Ubros o folletos apro­bados por la Conferencia, estos empleados usan su habilidad como co­rresponsales, gerente~, escritores, editores, dibujantes, correctores de pruebas, etc., y a Ia vez su propio conocimiento interno de A.A. Ocasio­nalmente algunos voluntarios han brindado su tiempo y su talento para prestar esta clase de seryicios y su contribucion ha sido ampliamente agradecida. Pero, lque pasaria si Ia comunidad decidiera que todas esas tareas las desarrollaran linicamente miembros voluntarios? Hoy en dia hay en A.A. un gran volumen de trabajo que no podria ejecutarse en horas extras de voluntarios, y s6lo personas muy ric as o jubiladas podrian dedicarle su tiempo comp1eto. Ademas, si trataramos de encontrar dentro de este reducido grupo de personas, gente calificada para tareas particulares, obviamente nuestra elecci6n se veria limitada, y en ocasiones no encontrariamos a nadie. Podria existir otro problema al utilizar solamente voluntarios: parece ingrato o al menos socialmente inadecuado, criticar o rechazar un tra-

bajo gratuito . . Pero los trabajos pagados en A.A. tienen bastantes revisiones. Por ejemplo nuestra literatura (este folleto) . Cualquiera que sea el tema, queremos asegurarnos que cada frase exprese tan clara­mente como sea posible el punto de vista de la conciencia de grupo de Jos A.A. como un todo. Por eso carla nuevo proyecto debe ser primero aprobado por Ia Conferencia. Cuando esta en proceso el Comite de Jite­r~t_u_ra de Ia Junta de Servicios Generales ejerce una cuidadosa super­\'ISion de todas las etapas. Frecuentemente 1\0n necesarios cambios drAs­tiCl'S. El producto "terminado" debe entonces obtener el visto bueno del Comite de Ia Junta y el Comite de la Conferencia, y en ocasiones aun aqui se han hecho revisiones. "U~ momento por favor '', podria exclamar un miembro antiguo. "lQue pasa aqlll?. i,Olvidan que el Dr. Bob pidi6 que esto fuera simple?".

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La Novena Tradicion A.A. tunw tal nunca debe ser urgani7:lcl:l;

pero podemos rrcar j untas o comiti' de ~e" iov que :.can direltJmcnte re!>ponsablc

ante aquellos ·• quienes sin en.

Las palabraa "Mantengllmoslo simple", fueron las ultimaa que Bill W. escuch6 de su compaflero fundador de A.A., poco antes de Ia muerte del Dr. Bob en 1950. Convencido de que "ello" signifi­caba nuestro programs de recuperaci6n, Bill escribi6 posteriormente: "Neeesitamos distinguir claramente entre la simplicidad espiritual y Ia · simplicidad funcional .. . Cuando afrontamos pro­blemas de acci6n por grupos, por regiones o por A.A. como un todo, encontramos que debemos tener alguna organizaci6n para llevar el mensaje, o de lo contrario se nos presenta el caos. Y el caos no es simplicidad". Cuando la Novena Tradici6n habla de "A.A. como un todo", va al coraz6n de la experiencia de A.A., a la "simpHcidad espiritual" de un alcoh6lico diciendo, tal vez en silencio "Socorro" y otro alcoh61ieo respondiendo "S~ como te sientes. Estoy aqu{ para ayudarte". Tal relaci6n no puede organizarse./..0 si?. Cualquier persona familiarizada con los procedimientos modernos de operaci6n comercial podrfn examinar la practice de patrocinio en A.A. y encontrarla muy aleatoria. lQue tal si la llevamos a . un computador? Entonces un A.A. sentado en un escritorio de una oficina de intergrupos d1ria. algo as£: "(.De manera que u.sted quiere que le ayudemos? Primero debemos encontrarle su padrmo ~As adecuado. Tenemos perfiles de pen;onalidad de todos nuestros posibles padrinos en Ia mllquma computadora. D~nos sus caracterfsticas para que Ia maquina lo compare y pueda en­contrarle su padrino. Llene este formulario y. . . oiga, jpara d6nde val . . . ;no se vaya! Asi fun-

ESTABLECEMOS COMITES 0 JUNTAS ...

cionaria cualquier tentativa de organi­zar "A.A. como un todo". Pero en Ia "acci6n por grupos" necesi­tamos tener alguna organizaci6n mini­ma. Si todo el mundo piensa que otro debe preparar el cafe, lque resulta? Pues no hay cafe. Para evitar tal de­sastre uno o varios miembros acceden a responsabilizarse de preparar los re­frescos. Desde quienes preparan el ca­fe en los grupos hasta los Custooios de La Junta de Servicios Generales, to­dos los que toman parte en trabajos de servicios asumen responsabilidades sin tamar autoridad. (En esto se complementan las Tradt­ciones Segunda y Novena), Los funcionarios del grupo responden ante 106 miembros de su grupo; los comites intergrupales ante los grupos de su localidad; los comi~s institucionales, ante lad grupos de A.A. de cllrceles, hospitales, etc.; lol'J comites regionales ante todos los grupos de Ia regi6n respectiva; los comites y delegados de Ia Conferencia, ante los grupos de toda Ia naci6n ; la Junta y Ia Oficina de Servicios Generales, asi como sus comites, ante todos los grupos y miem­bros de todo el mundo. En una empresa comercial, Ia Junta tiene poder definitivo para determinar los planes y la poH­tica general de Ia compafiia. Nuestra Junta de Custodios sirve, como su nombre lo indica, uni · camente para custodiar; sus miembros votan en Ia Conferencia, pero como individuos, un voto per capita. En Ia industria, las sucursales obedl!cen las disposiciones emanadaa de ]a oficina principal. Nuestra 0. S. G. s6lo es una revisors de la informacion recibida de A.A., que ofrecc sugerencias basadaa en las experiencias aportadaa por los grupos. Sin embargo, con un grado de organizaci6n tan pequefio, A.A. trabaja milagrosamente. Una ra­z6n puede ser que Ia Quinta Tradici6n se aplica a cada comite y junta tan directamente como a cada grupo de A.A. Ateniendose en todas sus actividades al "solo objetivo" Ia Asociaci6n man· tiene su "simpHcidad espiritual". Confundir ese prop6sito, mezclar a 106 A.A. en cue!tiones ctife­rentes de su verdadero objetivo, podrfa ctear peligrosas complicaciones ...

Ptro qa sea que elaboreH el eafl ... o a~udttt a of4ganizar grupos tn lo m8s protundo del Africa •.. · SOLUIENT1E l'llES'LU:J sunao .. 0

0

0

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La Decima Tradicion A.A. no uent• opini6n arerra de a ·untos ajcnos a sus artividades; por nmsiguirntc su nnmbrc nunea debe mezdan;e en poiCmi<"a puhliras .

I,

Yasl,qracias a A.A.. yo he manteni&> una feliz. 6obttie!dad duran\cz diez anos. Muchas qracias a todos usted~s.

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Pero antts ~e ~rminar •••.

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••• Yo sl que hab\o tn nombr~ de todos los A.A

al prote'lb~r contra el pro~edo que Qs.\"a sitndo prestntado al

Conqre'iO. He refie.ro a tsa infame basura

que trata de conse.quir •. ••

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1/

••• Eso no debe au aP.robadof con tal Fin esloy diriqiendo

un telegrams .. en nombre de A.A.

y de nuestro ~rupo .•.

co#mo po4raa alquien J~irir laabsltnd y permanectr sobrio

e.n una ~Itf'!r.t de etas?

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La Undecima Tradicion ~Ut'::.tra politi<:;l de rclaciones puhlitas se basa m;is bien

en !,1 ,ltratri6n que en le~ promotit'm: neresitamos m.mtener sicmprc nuestro annnima to personal ante Ia prensa.

b radio y el cine.

Nuestra Sociedad noes secreta .. .. transmitimos ~I m4nsaje dondequi~t'a qut podQmos.

El alcoh6lico que se ha recuperado gracias a nuestro pro. grama es por si mismo la mejor forma de atraccion que tiene A.A. Cuando se pregunta a la gente que cosa los indujo a buscar Ia ayuda de A.A., Ia respuesta obtenida en Ia mayo ria de los casos es: "Un mi,embro de A.A." . Sus oportunidades hubieran sido muy escasas si todos no­sotros nos hubieramos mantenido ocultos. Pero muchos de nosotros hemos preferido informar a nuestros amigos, vecinos, patrones, medicos, sacerdotes y compaiieros de trabajo que estamos asistiendo a A.A. Y cuando lo hace­rnos NO estamos rompiendo nuestro anonimato en el sen­tido que le da esta Tradicion. Supongamos que un e11fermo alcoh6lico nunca encuentra Ia oportunidad de conocer a un miembro de A.A. ;. C6mo va a encontrarnos entonces? Su busqueda sera muy difi­cil si el grupo ha considerado prudente permanecer anO­nimo tambien. La Tradici6n habla del "anonimato perso­nal". Ningun alcoh6lico sera atraido a nuestra Asocin­ci6n si ni siquiera sabe que existe, o tiene una impresi6u distorsionada o desfavorable de sus miembros o de su programa.

Darle al publico en general una imagen apropiada de A.A., es Ia meta principal de nuestros comites de infor­maci6n publica. Ademas, ellos llevan el mensaje a ciertos gremios (policla, directores de personal en las empresas) cuyo trabajo incluye frecuentemente contacto con alcoh6-licos activos.

Como ser Aniinimo en Ia Television La informacion al publico acerca de A.A. se ofrece a tra­ves de todos los medios de comunicaci6n, hablados y es-critos. Por radio es muy fa.cil guardar el anonimato per­sonal. Pero Ia television, que no tenia mayor importan­cia cuando se escribieron las Tradiciones, presents pro. blemas especificos. De acuerdo eon Ia opinion de Ja Con­ferencia, un miembro rompe su anonimato cuando se identifies mostrando su cara en Ia television como un miembro de Alcoh6licos An6nimos, aunque no se mencio. ne su nombre propio. Este poderoso medio de difusi6n, con sus enormes audiencias, no puede ser ignorado. Se han empleado diferentes tecnicas para preservar el anonimato en T.V. : Mascaras, pantallas, luces indirectas que proyectan unicamente Ia silueta, posicion de 1a cama­ra que muestra a Ia persona de espaldas. El metodo de sombras (ver esquema) es simple, apropiado y efectivo, ya que no se trata de vender nuestras personas sino de explicar el programa. Las rupturas del anonimato perso. nat en los medios de informacion publica no s6lo pueden , desalentar a los futuros A.A. de excepcional timidez, sino CA"ARA DE TV. - luz que pueden atentar contra Ia sobriedad del mismo miem- ,. bro que rompe su anoniinato, al violar el esplritu del pro-grama y las Tradiciones de A.A ... .

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La Duodecima Tradil~ion

El anonimaLO cs Ia base cspiritual de 1odas nues1ras Tradidoncs, recordandonos siempre antepune•

los principios a las personalidades

~ ANO»nttro eft Ia Sltr,. jJ .• ·~··· ltiO ·1011 pe

po, tlllit"''~"·' C0lttUf1

Re.cordemos sittttpre quet ~ snonintato,-~L t1o ~rno~ c..ddiio porIa HCUptrtlCIOn pt'Opt8 0 8jtna-~ ks

humildad hM'iendo el bi~".

.........

-- ..........

El anonimato como lo observamos en A.A., es en su raiz una simple expresi6n de humildad. Cuando usamos los Doce Pasos para recuperarnos del alcoholismo, cada uno de nosotros esta tra­tando de adquirir humildad real, de colocar nue~tro respeto personal en una s61ida base de ver­dad, y no en fantasias. Cuando usamos las Doce Trad•iciones para trabajar juntos en A.A., todo.3 estamos tratando de alcanzar la humildad real. Como miembtos individuates, reconociendo nues­tro verdadero Iugar en A.A.; como Asociaci6n, reconociendo el verdadero Iugar de A.A. en el mundo.

La Primera Tradici6n recuerda a cada uno de nosotros que no nos estamos recuperando por nuestros propios meritos, que debemos contrclar nuestros des;eos y ambiciones personales para salva­guardar Ia · unidad de nuestro grupo y de nuestra Asociaci6n. No debemos (Segunda Trudici6n) envanecemos por tener alg\in ofi · cio dentro de A.A., no importa lo importante que sea. Todos nosotros no somt:>s mas que alcoh61icos reunidos, y ell nues­tros gTupos no estamos capacitados, (Tereera Tradici6n) para imponer condiciones a los otros alcoh6licos que buscan la mis­

ma ayuda que nosotros obtuvimos. En verdad, un grupo tambien necesita ·humildad. Puede ha­cer publico su nombre, pero 'segun el espiritu del a;nonimato, debiera verificar que es parte de un gran total (Cuarta Tradici6n) y tener cuidado dE! considerar en cada empresa que acometa, que los otros grupos que forman A.A. no deben ser perjudicados. En las actividades personates y de grupo, debieramos recordar lo que significa el n•ombre de nuestra Asociaci6n: no representa ninguna religion establecida, ni es una nueva religion. No somos evangelistas o gurus, que va­mos a salvar Ia humanidad: somos simplemente a leo h61icos an6nimos tratando de ayudar a otros alcoh6licos (Quinta Tradici6n).

En Ia creciente batalla contra el alcoholismo, no debemos permi­tir que nuestro orgullo en A.A. nos conduzca a uni r' nuestra Co­n,unidad con otras instituciones para compartir con elias el po. der, los presupuestos y el prestigio. Si tenemos en mente las Tra­diciones Sexta y 8eptima, dirigiremos en cambio tcldos nuestro~ esfuerzos hacia Ia obtenci6n del unico prop6sito de A.A. Cuando atendemos visitas del Paso Doce, no debieramos vanaglo­riarnos de nuestra nobleza por hacer un trabajo tan meritorio sin recompensa econ6mica. El significado del trabajo del Paso Do­ce no puede medirse en dinero (Octava Tradici6n), ya que hemos recibido un pago anticipado en moneda de mucho mas valor como es nuestra proptia vida. En la misma Tradici6n se sugiere que los centres de servicio mantengan la humildad de A.A. pagando a sus empleados sueldos de­centes y no considerar que A.A. es una .entida<l tan virtuosa que el trabajar allies s6lo un honor. Cuando nos han sido asignadas responsabilidader, esp1eciales dentro de A.A., Ia Novena Tradici6n las define como oportunidades para servir, no com•o titulos de ostentaci6n. La humildad de Ia Comunidad se resguarda con la Decima Tradici6n, rehusandonos a presentarnos como autorida­des generales, imponiendo nuestro peso colectivo en los campos publicos. No deseamos vender nuestro programa como un "curalotodo" en los terminos extravagantes de una campai'ia propagandistica (Undecima Tradici6n), ni dramatizarlo identificando los persona­jes que puedan ser miembros de A.A. tratando de implicar con ello que Ia recuperaci6n ha sido para cada uno de nosotros una ejecutoria personal. Tal como lo recuerda la Duodecima Tradi­ci6n, tenemos algo mas fuerte para sustentamos QUia nueatras prl'pias personalidades. Nuestro~ principios vienen en primer Iugar, y ellos no son de nuestra invenci6n. Ellos reflejan valores es­pirituales etemos. Con esta Tradici6n, en forma individual y como Asociaci6n, reconocemos hu­mildemente nuestra dependencia de un poder supe!rior a nosotros mismos.

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Debemos hacer esto para el futuro de A. A.

Colocar en primer Iugar nuestro bienestar coml1n; Para mantener nuestra asociaci6n unida.

De Ia unidad en A. A. dependen nuestrs• ridas, Y las vidas de todos lo• que vsndrln.