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  • ABRILGonzalo David

  • Abril / Gonzalo David

    Editorial 404

    Junio 2012

    Editorial Digital 404

    Web: www.editorial404.org

    E-Mail: [email protected]

    Facebook: Editorial 404

    Twitter: @editorial404

    Edicin, diagramacin y diseo logo: Matas Fuentes

    Diseo de portada: Gabrielle Cram

    Impresin nica para uso promocional en Dimacofi.

    Abril por Gonzalo David / Editorial 404 se encuentra bajo

    una Licencia Creative Commons BY-NC-ND 3.0.

    Todos los derechos reservados, no obstante, queda permi-tida la reproduccin, difusin o exposicin total o parcial de la obras al pblico, en cualquier tipo de soporte, sin que sea necesario el consentimiento previo del autor siempre que sean citados: autor, editorial y el contexto de origen.

  • ABRILGonzalo David

  • PROLOGO

    Esa rara costumbre de amar

    Acechar la palabra, provocar el colap-

    so del conflicto en pos de la claridad del mensaje,

    aunar la bsqueda de una identidad en la discordia,

    perpetrar la poesa o lo que llamara la pos poesa,

    este giro, crnico de la crnica, ante el flagelo del

    verso, del verso de libro, diramos, para as, dar lu-

    gar a algo ms que sencillamente prosa potica, poe-

    sa prosaica o como quiera llamrsele. Es eso y ms,

    lo que se juega en Abril, de Gonzalo David. Y ms:

    el trueque de la palabra dicha a la palabra desnuda,

    7

  • honesta, franca, que busca aquella inspiracin pas-

    toral de Ral Zurita en Anteparaso; una imagen

    que, se me ocurre, es bblica y sagrada: la de Mara

    Magdalena rescatada de su empedramiento por Jess.

    Esto significa que la figura del hombre que res-

    cata a la mujer de sus sombras es antigua y misteriosa,

    que es ms que sencillamente literaria y que se podra

    decir que en algunos, los romnticos, los exgetas, los

    bohemios, es una suerte de mandato de la concepcin

    misma de la palabra inspiracin. Que aquello que

    llamamos inspiracin (que atraviesa todo este texto

    asombroso), es la inspiracin misma de la compasin.

    La sociedad moderna ha credo encontrar en la

    compasin un sinnimo mal habido de la lstima. Pero

    la lstima lastima. La compasin es al mismo tiempo

    la exigencia de un juicio, de un estrado ante lo que la

    mujer debe compadecer por sus actos. Pero este jui-

    cio no busca culparla, y se queda, por tanto, tan solo

    en una declaracin. Esta declaracin es la clave y la

    esencia misma de Abril. Es el mismo David quien de-

    clara aqu, por ella y hacia s mismo, segn Abril va

    relatando. Esto significa que la inspiracin del texto

    es en s una declaracin, no cualquiera, sin embargo

    (porque esto es poesa pura), sino una declaracin de

    8

  • amor. Bajo ese compromiso, el personaje en prime-

    ra persona de este libro sorprendente, nos abre hacia

    la compasin que deriva de la comprensin y del la-

    mento mismo del hombre hacia la mujer en sombras.

    La pregunta esencial, en este caso, no es una,

    sino dos: si este proceso es recproco y si este pro-

    ceso se puede dar a la inversa, de mujer a hombre.

    A mi entender, lo que Abril muestra es que no hay

    compasin, no hay entendimiento ni declaracin sin

    retribucin. Que, para ponerlo en trminos direc-

    tos, esto es literatura, y como tal, las cartas se ven

    claras. No hay ingenuidad permitida y podramos

    decir que el personaje en primera persona s busca

    algo a cambio, lo busca, incluso, obsesivamente. Y

    quizs esto sea lo central de esta pequea nouvelle,

    que es en s la obsesin por la mujer en ruinas, la

    obsesin compulsiva por su conquista, por adue-

    arse de ella, de su claridad opacada en el tiempo.

    La relacin inversa es posible pero me cuesta,

    admito, mucho penetrar en ella. Es oscura y misteriosa.

    Atisbo, sin embargo, que La Odisea podra ser un des-

    liz de esa misma obsesin, pero encarnada en Penlo-

    pe, quien ha de entregarse a su misteriosa artesana de

    esperas en pos de la llegada de un hombre aventurero.

    9

  • Son solo pinceladas casi obligadas sobre un

    libro como Abril, de Gonzalo David, absolutamente

    imprescindible, necesario, y atingente, para entender

    incluso la dinmica amorosa de los jvenes de hoy.

    FELIPE RUIZ VALENCIA

    DoctorenFilosofa

    10

  • 11

    Sobre Abril

    ABRIL, la joven protagonista de la novela y

    no tan solo nombre de mes, busca instalar el territorio

    que suea en un pas en llamas, mientras su carcter

    gritante deviene alegora y la rajadura en su alma sn-

    toma del mundo en que vive y Chile el escenario en

    donde se rie su batalla no tan solo interior y de la cual

    igualmente infectado el autor de estas lneas desespe-

    radas, el yo ficticio enamorado de ella y del conflicto

    que incorpora reflejando el suyo simultaneamente.

    Al Sur de Chile, actualmente quemndose tanto

    como ellos mismos los protagonistas, quieren huirse,

    segn las palabras de un chico que s llora, refugiarse

  • ah para empezar a construir un presente y futuro para-

    lelo mejor, el paraso codificado. El sueo como ficcin

    de una realidad posible sera el mensaje ms optimis-ta de esa novela inquietante corporeal cuyo entorno actual est condicionado por los regmenes de un ca-pitalismo fro que igualmente impera a sus habitantes.

    ABRIL es una historia de (des)amor marcada y limitada en sus expresiones por las imposibilida-des de un entorno hostil en cuyo escenario aparece el fro capitalismo como actor que incluso prohibe al amor y no puedo evitar que LWTUA, la versin de Susanna and the Magical Orchestra que mata len-tamente, resuena y resuena en mi odo interior

    When routine bites hard, And ambitionsare low. And resentments ride high, And emo-tions wont grow. Love, love will tear us apart,again. Love, love will tear us apart, again.

    Dije que est infectado igualmente el prota-gonista de la esquizofrenia de emociones de ABRIL quin a la vez ha devenido su enfermedad obsesiva: Es tan extrao sentir que la odio y la amo al mismo tiempo. Ella es la perversin y el deseo pero en una lnea narrativa incomparable, Love le dicen, Rabia le dicen, Ternura le dicen. Por qu?, si la enferme-dad de la protagonista tan solo es expresin y sntoma de su entorno enfermizo que no sabe ofrecerle una vida aceptable: cuando se le ofrece con una mano

    12

  • la dicha y con la otra el desdn, no sabe qu hacer, se bloquea y escabulle. Claro, quin sabra? As el protagonista es afectado de ABRIL e infectado del mismo entorno que les incluye a los dos y hace que se siente incapaz de actuar, impotente ante su rabia, su vulnerabilidad, que igualmente son suyas, incapaz de traer su mochila ya que ni sabe cargar su propia. La distancia, la cobarda y los juegos de po-der en el amor, que les impide a los dos de final-mente encontrarse son sntomas de la misma his-toria. Pero, un momento!, tambin la esperanza se inscribi como un susurro en esa novela, que suena tan inmediata como un live-script en el cul el pun-to final todava no se escribi. Qu ganar, la co-barda y los juegos de poder en el amor o el amor con todos sus expresiones de ternura? Decdete!

    GABRIELLE CRAMEditora edicin austriaca de Abril

    ELTPublikationen

    13

  • ABRILGonzalo David

  • Lasniasbonitassiempresonlasqueestnmstristesporquesabenquehaymstosdispuestosa

    hacerlesdao

    Ray Loriga

  • 18

  • Abril an no sabe qu mierda hacer con su

    vida, se quiere cambiar nuevamente de carrera, no

    tiene idea para dnde va la micro. Me aferro a la

    esperanza de poder imaginar los desiertos flori-

    dos que ya iluminaron una Atacama postmilenial,

    ahora en forma de algoritmos sobre las supera-

    venidas de este paraso en llamas, porque s que

    Abril es una geografa que ha sido explorada pero

    no redimida. Sabe que algo sigue mal y pienso si

    alguien querr reescribir La Novela Nacional,

    pero dejando de jugar a ser nios terribles para

    asumir que en estos actos poticos hay que tener

    el coraje de empuar mucho ms que un par de

    19

  • versos sufridos y sublimes.

    Abril me quiere acompaar a recorrer el sur

    de Chile, y temo que podra volver a caer en el de-

    seo de lamer sus heridas, incluso las ms profun-

    das. Pens que era el captulo cerrado de un libro

    perverso con nombre de mes, pero aparece, otra

    vez, toda inestable y violenta como sus mil posi-

    bilidades de reencarnarse y as disimular el miedo

    de vivir en una patria que no nos quiere. He bus-

    cado todas las maneras de escabullirme y de escri-

    bir nuevos versos en los parques de esta ciudad,

    pero me habla a partir de nada como queriendo

    acribillarme o no s qu, como probando formas

    inditas para sobrevivir en estos precipicios her-

    mosos y etlicos, pero asquerosamente solos.

    Abril es un sueo rabioso que se enciende

    para recordarnos que an existe la orfandad y el

    delirio a los pies de la cordillera de Los Andes.

    Sonre y hace malabares con sus emociones para

    verse menos dolida, ocultando esas noches inmen-

    sas sin padres ni pequeas caricias donde poder

    20

  • refugiarse; a pesar de sus disfraces me pregunta

    si practico algn tipo de magia ancestral. Quisiera

    acabar con el determinismo social y con los pre-

    juicios. Quisiera que se esfumaran los temores de

    reconstruir un sueo suyo sobre las ruinas de este

    largo y angosto pedazo de estropajo.

    Le insisto que no compre una polera femi-

    nista porque no est para discursos baratos ni ca-

    ricaturas del poder, s que vaya al puesto donde

    estn vendiendo el libro Canciones punk para se-

    oritas autodestructivas, porque el nombre es ad

    hoc a su sonrisa tan vulnerable y debera tenerlo

    entre sus lecturas de la semana. Seguimos cami-

    nando junto a otros amigos. Segn Hctor, esta es

    la mejor forma de terminar el da, y estoy total-

    mente convencido que as es.

    Le explico que cada silencio es una marea

    de palabras sin direccin, y que una dedicatoria

    es muy poco para lo que quiero decir. Me pide

    que ponga todo, absolutamente todo lo que est

    en mi cabeza sobre el papel; pienso en todos los

    21

  • errores de mi vida y en las formas de remediarlos.

    Me confundo. Se rie. Bebe lo ltimo de cerveza.

    Quiero llevrmela a San Fernando, Chilln o a

    cualquier lugar donde podamos correr y escon-

    dernos. O mejor no, una ciudad donde podamos

    reescribir La Novela Nacional.

    Han pasado un par de das y siento que es-

    toy perdiendo el tiempo. Estas pginas son peores

    que los bodrios ledos por poetillas en esos antros

    provincianos entre borrachos escandalosos; y no

    se trata de problemas literarios, sino de esta in-

    certidumbre muchas veces bella pero tambin tor-

    mentosa, de no saber si estos poemas terminarn

    siendo solo escombros de un libro eternamente

    indito o el presagio de todas las expresiones de

    la ternura.

    Me ha costado dormir las ltimas noches.

    La distancia, por muy pequea, aprieta el estma-

    go y corta el aire. La extrao como solo se extraa

    a las personas de las que uno no quisiera separarse

    nunca ms. Es asombroso de sobremanera, no en-

    22

  • cuentro las palabras, pienso en un par de versos de

    Sarah Kane y en un poemario que cre que haba

    quedado en el pasado. Paso horas sentado frente a

    mi netbook escribiendo estas lneas casi como un

    flujo de conciencia. Abril me pregunta qu tanto

    llevo porque est ansiosa de leer este captulo.

    Toda la msica que escucho es la banda so-

    nora de una novela enorme, donde lo que hacemos

    poco y nada tiene que ver con lo que sentimos. Mis

    das estn saturados de imgenes poticas y Abril

    es una de ellas, pero mucho ms, porque la ficcin

    es una excusa cuando la vida es tremenda. Verla

    llegar al GAM es el mejor regalo de cumpleaos

    que me podra haber hecho y le da un nuevo sen-

    tido cuando digo que mis fines de semana son una

    Norteamrica adolescente.

    Estoy lleno de lugares comunes, de versos

    repetidos, de figuras manoseadas. Me siento como

    el compositor de todas esas cancioncitas lastimo-

    sas de la radio que corean las mismas nias felices

    que jams leeran un libro como este, o como los

    23

  • de mis amigos. Es imposible no caer en el ima-

    ginario potico de los noventa, en la msica y la

    TV que me malcriaron, en todos los fenmenos

    polticos y estticos de las hiperdictaduras. Los

    chicos que no lloran desaparecieron y con ellos

    la lucha. El nico enemigo es un mal chiste saca-

    do del cmic, un Lex Luthor travestido.

    Abril quiere un abrazo, necesita un abrazo.

    Imagino los modos que podra usar para escribirle

    una nueva historia en una Inglaterra sudamerica-

    na. No necesita arrancarse a otro pas ni recos-

    tarse sobre las avenidas de Santiago soando una

    ruleta rusa; en su rostro todo amanece, como si

    fuera un relmpago atraviesa la noche de oriente

    a occidente. Ella brilla en un mundo con fobia, en

    una ciudad que se estrella contra el suelo, como

    un alcohlico esquizoide sobre el pavimento en

    las entradas de los peores bares. La capital no es

    ms que una provincia sobrepoblada y mejor ves-

    tida.

    Como una primavera en Chernobyl han

    24

  • sido los ltimos cuarenta aos de Chile, los dia-

    rios a manera de esquirlas, los parques un campo

    minado; todos los sueos parecen una telenovela

    mexicana producida por Televisa S.A. Cree que

    morir de cirrosis o de un hematoma crnico en el

    corazn; lo dice entre chistes y me bombardea la

    cabeza solo por las malditas se da la vida, como

    un canto nacional que me inquieta mientras sepa

    que no ha llegado ese momento perfectamente

    fotogrfico donde no tema esperar con calma la

    muerte. Ahora entiendo por qu a la gente le gusta

    tanto Eternal sunshine of the spotless mind y 500

    days of Summer.

    Todas las metrpolis son una caja de Pan-

    dora de la que intentamos huir. He reconocido en

    sus calles una estela de cicatrices sobre la acera,

    el dolor instalado como una realidad paralela in-

    cluso en los antros de moda, la perversin en el

    centro como una galera subterrnea y multicolor

    entre lucha de gneros y comercio extico. Las

    ciudades en las que he vivido han sido un crimen

    pero tambin una oportunidad. Cuando miro a

    25

  • Abril pienso que Santiago no podra existir sin

    ella, convencido que tiene las respuestas a sus

    preguntas y la capacidad de entender que el tic tac

    del reloj no es una bomba de tiempo.

    Necesito que me enve seales de humo.

    Estuve en el Biobo y ahora me voy a la Tie-

    rra Prometida, me siento como un forastero so-

    bre un terreno baldo y sin embargo la oigo como

    un futuro condicional. Si me preguntara por qu

    aparece el personaje en un libro anterior, le dira

    que es porque mucho antes de conocerla todos los

    poemas eran sobre ella, y que esas historias fue-

    ron figura de quien habra de venir.

    Estoy sobrepasado de incertidumbres, y eso

    ya es mucho. Escribo, escribo y escribo; camino

    por el borde costero entre Concn y Via; intento

    descansar cuando llega la noche; trato de leer para

    un trabajo que debo terminar, pero como vuelvo

    a escribir, le digo a mi editor que quiero ser El

    Nuevo Mesas Cyberpunk de la Poesa Chilena en

    Llamas; converso con Courtney Love y presien-

    26

  • to que tiene el autoestima literaria por el suelo,

    incluso ms abajo; es de una ternura inconmensu-

    rable sentirla tan frgil que me da risa y pena a la

    vez.

    Abril no es la chica perfecta, est muy lejos

    de serlo, y eso me encanta. No me preguntaron si

    quera nacer en Chile, no me advirtieron de estos

    nudos mentales. Morrissey tena razn. He cono-

    cido el cielo y el infierno. He visto a la gente que

    quiero con sus mejores mscaras, aparentando ser

    personas decentes y felices, clase media perfecta,

    consumidos por la gangrena extrema que los co-

    rroe. Ella es una fractura expuesta totalmente cu-

    rable. Abril sabe muy en el fondo que los sueos

    son la hoja de ruta de un paraso codificado, y que

    si escribo estas lneas es porque estoy totalmente

    convencido que uno de estos das pintar de colo-

    res el arcoris monocromtico en el cielo de Arica

    a Puerto Montt.

    Est acostada. No se ha drogado. Espera

    que ya sea 31 para celebrar Ao Nuevo. La veo

    27

  • mientras duerme: hace figuritas con los ojos, di-

    buja escenas de una pelcula que an no se ha

    filmado, conversa en el living de una casa sobre

    sus proyectos, viajes, vida loca. No quiero que se

    vaya, soy capaz de hacer cualquier cosa para de-

    tenerla; Abril no tiene que escapar de este pas,

    aqu se puede construir un paraso codificado, yo

    puedo construrselo. Probablemente se sinti ridi-

    culizada porque debe ser la ensima vez que da la

    PSU.

    Es tan fcil dejar por el suelo la reputacin

    de una persona, como si fusemos mejores unos

    que otros. Ella no ve su belleza, aunque sabe que

    la tiene, pero duda como si fuese un espejismo

    posmo del que debemos sospechar. Para salvar a

    Abril hay que borrar estas hojas y volver a escri-

    birlas, pero se puede, como tambin se puede re-

    construir una nacin acabada cuando todo arde y

    se consume.

    Segn Donoso, la ley es el mapa del cri-

    men, ata de manos, limita. He pensando en todas

    28

  • las soluciones, en los subterfugios, las salidas al-

    ternativas, pero es imposible.

    Escarbar en las canciones de Serrano. Tener mie-

    do y hambre, pero no fro. Esperar a que Manu

    llame para que vayamos por unas birras e insistir

    que no hay generacin posible en el actual pano-

    rama del mapa potico nacional, pero an as, se

    puede ser parte de una hermosa complicidad con

    los discursos de mis amigos loquillos y sus estti-

    cas del desborde. La superficie de Latinoamrica

    arde, pero en el cielo sus lumbreras no dejan de

    brillar.

    Chile se est quemando y no es una metfo-

    ra. Los incendios en el sur se extienden cada vez

    ms. Miles de hectreas arrasadas por el fuego

    que prendi no sabemos quin. La incertidumbre

    y la esperanza son dos palabras que por separado

    saben amargas pero que juntas son un sortilegio

    para el futuro inmediato. Una obra es mucho ms

    que ochenta pginas bond con una portada papel

    couch a todo color, mucho ms que un puado de

    29

  • imgenes poticas o el delirio escritural de lo que

    se ha visto o presume. Abril me escribe despus

    de dos semanas sin verla y no s qu hacer, no s

    qu decir; la distancia debera ser tipificada como

    un acto criminal.

    Te imaginas que de verdad exista un cielo y

    tierra nueva, una creacin restaurada despus del

    fin de los tiempos, un lugar eterno donde podamos

    correr y comer de todos los rboles frutales. Si

    fuese as estoy seguro que ah no existir el dolor

    y que la ley ser solo un mal recuerdo por causa

    de una vieja naturaleza; tendremos la oportunidad

    de comenzar denuevo sin el terror a la ortodoxia,

    porque la ortodoxia ser parte nuestra. He inten-

    tado encontrar los argumentos suficientes pero ha

    sido en vano; en un lugar como aquel te buscar

    sabiendo que la muerte nos da una nueva oportu-

    nidad porque el fin de la restauracin ser volver

    al modelo antes de la cada.

    Escribe sin puntuacin. Sirve el pitcher me-

    30

  • jor que los hombres. Llega cuando pienso que no

    lo har. Entra a las shoperas ms rascas. Toma la

    iniciativa. Se compra libros perversos. No conoce

    la vergenza. Se escabulle demasiado rpido. De-

    sea inventar un paraso codificado. Es la enferme-

    dad pero tambin el antdoto. Esconde la basura

    debajo de la alfombra. Continuamente lo estropea

    todo. Viaja, regresa, se vuelve a ir. Se reconoce en

    la poesa. Es vctima de los chismes. Transforma

    las superavenidas en un desierto florido cuando

    sonre.

    Sabemos quienes somos, pero no donde es-

    tamos. Diseminados en la geografa y los colores

    ya empezamos a construir el territorio, esa Re-

    pblica Mental que nos ha sido esquiva pero que

    cientos de libros podrn darle forma imaginaria y

    consistente, de tal manera que en veinte aos ser

    otra la historia, seremos nosotros en la historia,

    los que sobrevivimos al Bosque del Abandono.

    Es comprensible hablar de escrituras subversivas

    cuando sabemos que los terroristas estn en las

    oligarquas.

    31

  • Quise llamarla pero no encontr su nme-

    ro. Pens ubicar a un par de amigos para conse-

    gurmelo pero era demasiado tarde. Le escrib un

    mail, pero no lo envi. Si los temores fuesen un

    ocano, me estara hundiendo.

    Me encontr con Cristin en el Bar de la Gringa.

    l se reconoce como uno de los cuerpos celestes

    que se estn extinguiendo en la galaxia colchagi-

    na de la periferia sentimental. Haba peleado con

    su novia y borr todos los archivos de su guin;

    rompi y quem la versin impresa y anillada a

    menos de un da de la entrega. Son solo sesenta

    escaletas. No es tanto, cierto? Es bastante. No

    s por qu somos tan idiotas que queremos a las

    peores nenas.

    Es la chica ideal. No se parece en nada a

    Abril, Summer o a la Courtney Love de la chi-

    lean poetry. Podemos salir a caminar por el cen-

    tro durante la noche, tomar helado en una gelate-

    ra topsima, y ya es suficiente. Me hace sentir que

    32

  • estamos dentro de una pelcula filmada en 35 mm,

    con una fotografa perfecta y locaciones sutiles y

    hermosas.

    Pucha, no estoy dispuesto a llevarla para

    pasar vergenza; ust tiene el corazn muy livia-

    no mijita. Con ust tengo todo que perder.

    Abril tiene la pura cagada. No le renovarn

    el contrato hasta marzo. No termin amasando

    fortuna en una agencia de Ciudad Empresarial ni

    de notera en algn programilla de cuarta. Me es-

    cribe despus de mucho tiempo. Quiere que nos

    juntemos. Es tan extrao sentir que la odio y la

    amo al mismo tiempo. Ella es la perversin y el

    deseo pero en una lnea narrativa incomparable,

    love le dicen, rabia le dicen, ternura le dicen.

    No s si responder, no s si llamarla. Es-

    toy con esa sensacin de no querer hacerla sentir

    importante, que no me afecta su ausencia, que no

    quiero verla o que me da lo mismo. Abril hace to-

    das las cosas ms difciles, no s si tanto para m

    como para ella. La poesa chilena es una joda, un

    33

  • juego de nios, pero las alternativas estn, siem-

    pre puedo hallarlas. Olvida el amanecer ahogado

    que nunca pudimos. El amanecer es parte de la

    ficcin.

    Mientras caminaba por Condell ya saba de

    la furia en contra de una nacin lejana que no me

    quiere y que yo tampoco quiero. Lanzara estas

    pginas a la papelera de reciclaje o quemara una

    bandera como rito purificador. Europa es el patio

    trasero de Amrica Latina, una tribu antiqusima

    con pretensiones mayores. Si en estas lneas exis-

    tiera el rencor seguiran existiendo los chicos que

    no lloran, por eso s que retroceder no es una al-

    ternativa y que La Novela Nacional se convertir

    en una fogata extinguida en medio del Bosque

    del Abandono.

    Me enva mensajes de texto todas las no-

    ches, mientras duermo, para que nos juntemos en

    algn lugar del centro. Est en pijamas, me vis-

    to rpido, nos reunimos en la esquina de su casa;

    siempre se me olvida llevar un ejemplar del libro.

    Abril est bordando con fuego los sueos que al-

    34

  • guna vez tuvo, pero que las imposibilidades eter-

    nas de todo le robaron. Los chicos que no lloran

    estn deconstruyendo el sentido del proletariado

    por medio de la cumbia, vestidos de guayaberas,

    al ritmo del cario latino y entrometindose en las

    radios nacionales; nunca he entendido por qu se

    apropian hasta de lo que no es suyo.

    El lenguaje es abuso y carencia, un jugueteo

    pobre de labios, si es que acaso algo rescata de los

    recovecos locos y codificados en el corazn del

    corazn. Puede decir que me extraa un kilo pero

    se oye tan falso, tan a compromiso con la buena

    onda de unas salidas y la complicidad bonita ante

    el intento de un nuevo pacto. Mis viejos dicen que

    las palabras se las lleva el viento, como todas esas

    veces que repet estar. Ningn epgrafe de Ray

    Loriga me har cambiar de opinin, a menos que.

    Lucybell es la peor banda del mundo. Han

    editado unos discos horribles en formato super-

    ventas y con un puado de letras para las calceti-

    neras. He visto algunos afiches de sus conciertos

    35

  • caminando por Merced, tambin de Manuel Gar-

    ca y Combo Ginebra. El espectro musical en la

    cartelera chilena es una amalgama multicolor de

    la que estoy huyendo por salud mental. Necesi-

    to tenderme en el pasto hmedo y escuchar elec-

    trnica francesa tardes completas como solo los

    malabaristas del indiepop pueden hacerlo. No me

    digas que son delirios de grandeza porque si no

    creer que tambin los seres infelices odian a los

    que no son como ellos.

    Ya, si respondiera a su seal, si la busca-

    ra dejando atrs los juegos de poder, no tengo la

    seguridad que podamos dar el salto a un nuevo

    captulo para extinguir el fuego mental de esas

    dcadas que tendrn que releerse, pero an as lo

    intentara. No me interesa ser el mejor poeta de

    mi generacin, mientras sepa que ella desea huir

    para ver si en otro lugar existe la posibilidad de

    comenzar de cero. Toma el telfono y marca, no

    lo dudes.

    Abril es la chica ms bella de la ciudad. Ilu-

    36

  • mina las noches ms que todas las constelaciones

    en el cielo al que mira esperando las respuestas

    para combatir el determinismo histrico, el pasa-

    do, el miedo y las caravanas de la muerte a cues-

    tas. Est cansada de luchar, desde que estaba en

    la Arcis intent un cambio, una nuevsima inde-

    pendencia, pero quiero que entienda que no hay

    que transformar el pas, sino las cosas mnimas,

    las ms pequeas, las historias, porque La Novela

    Nacional son los fragmentos que todos da a da

    escribimos con el gesto y la ternura, unos de los

    pocos ingredientes que quedarn para la posteri-

    dad.

    Cuando el cerro San Cristbal se estaba in-

    cendiando ella caminaba por algn lugar. Alguien

    no le avis, o quizs as deba ser, todo a su tiem-

    po, sin apurar los hechos; algo me hizo pensar que

    el fin de un poemario no era el fin de una historia,

    sino el principio de una reencarnacin definitiva

    y permanente. Un amigo poeta escribi un tex-

    to casi como sacado de un viaje con LSD; cree

    que Abril tiene algo en comn con Nadia, ese per-

    37

  • sonaje extrao y taciturno de Teillier. Podra ser,

    aunque a Abril le encanta The Smiths ().

    Las palabras escritas y dichas son fragmen-

    tos de un futuro incierto. Ya se lo haba anunciado

    con seales entrecortadas en un sucucho de mala

    muerte a metros de Lastarria. Nunca fui bueno

    para anotar el lenguaje de mi corazn, o esas pro-

    vocaciones impetuosas que nacen a partir de la

    intuicin y las premoniciones.

    Abril no es como Yin Yin. Prefiere no escuchar

    canciones de nia lesa porque sabe que no podra

    dormir y avanza entre las personas con la espe-

    ranza que alguien pueda ver. Es tan fcil entender

    que no debemos derrocar el constructo social y

    econmico, la clave est en la microafectividad

    y en todas las pequeas revoluciones del cario

    sobre el desierto florido que ella pinta durante las

    cuatro estaciones desde los puntos cardinales que

    forman la Alameda y la Gran Avenida. Cuando

    sonre todo amanece, cuando duerme, tambin.

    Cree que muy lejos de aqu podra curar sus

    38

  • fracasos y fracturas e insiste que no la podr con-

    vencer de lo contrario. No es de egosta, slo que

    me gustara construir un territorio imaginario den-

    tro del que ya vivimos, donde el nico modo de

    comunicarse sea la poesa, por medio de palabras

    y caricias y todas las formas posibles en las que

    se pueda experimentar el lenguaje, un territorio

    donde no seamos vctimas de las circunstancias ni

    de la moralidad que nadie respeta pero con la que

    todos, en algn momento, se abanderizan. Si pu-

    diera recobrar el tiempo, estoy seguro que habra

    hecho callar a un par de personas.

    Est investigando sobre las artes que se en-

    cuentran en extincin. Todas las maniobras emo-

    cionales tienen distintos nombres pero apuntan al

    mismo hecho. No Decir siempre ser una fobia

    extendida pero remediable. En la ecosofa no est

    la receta ni menos la conclusin. Terrorismo es

    ser cmplice del determinismo social, dejar las

    cosas como estn, la pasividad y la cobarda de

    una boca cerrada y unos pies quietos.

    39

  • Mi Norteamrica Adolescente no es una

    caricatura burda del candor provinciano, sino que

    la manifestacin estrepitosa de una pequea re-

    volucin ante el calor de una noche falsamente

    perfecta, porque es en esas ocasiones que se en-

    cubren miles de auras de gemidos indecibles, por-

    que es en esas fiestas que se disfrazan los rboles

    genealgicos en llamas. Mi cabeza es el wurlitzer

    de todas las canciones que jams se reescribirn y

    que Abril tararea antes de dormir.

    A Abril le encantan las novelas macabras creyen-

    do que su vida es una de ellas. Le sealo que no se

    adelante a los hechos; podemos iniciar un ritual

    para sobrevivir al invierno como los hijos insu-

    rrectos del mercantilismo sentimental. Si me con-

    tara sus secretos podra dibujarle un orculo como

    telaraa sobre los parques de la ciudad, como to-

    dos los pentagramas imaginarios de una era pre-

    moderna.

    David Foster Wallace la conoci el invierno

    de 2006. No recuerda el nombre del bar, slo que

    estaba junto a un par de amigas. No se acerc; la

    40

  • miraba sentado desde la barra intuyendo que sera

    la protagonista de su obra pstuma y de absoluta-

    mente todos los libros eternamente inditos que

    ningn editor querra publicar, pensando que el

    acto escritural tiene un carcter proftico. Se fue

    entristecido de sobremanera sabiendo que sera el

    nico que ve en ella lo que nadie ms.

    Maana sabr si la desdicha suya ha sido un

    anagrama futuro o slo las seales de una atrofia

    con posibilidad de sanacin. Si le insisto que se

    quede es porque estoy totalmente seguro que la

    Nuevsima Poesa Chilena es una pandemia que

    infecta y no mata, un jardn botnico en medio de

    la capital cuando los sietes das sean un fin de se-

    mana permanente. Sus deseos son un misterio en

    forma de sistema codificado que se entrelaza con

    las gentes y las calles y los lugares que conoce

    por vez primera. Atraviesa las madrugadas y las

    festividades como los cuerpos celestes; no conoce

    la luz.

    La Piromana de Sueo es una de las dis-

    41

  • ciplinas ms antiguas en la historia de la huma-

    nidad, se aprende durante la infancia y se practi-

    ca hbilmente entre los veinte y los treinta aos.

    Abril ha conseguido experimentar un punto ma-

    yor: daar a las personas que ama.

    Los sbado son un grado de inflexin de la

    narrativa que intentamos comenzar. Vagamos por

    este pueblo fantasma del que queremos escapar

    prontamente y terminamos en un boliche del cen-

    tro casi vaco. El calor, el tedio y la distancia nos

    cercenan el nimo hasta sentirnos los nios malos

    de las postvanguardias en la tierra del olvido, foto-

    grficamente lrica, como esos lugares nebulosos

    donde se ambientan los videojuegos de zombies.

    Se re a carcajadas de la fauna sepia a la entrada

    de la catedral de la Plaza de Armas. No es falta de

    azcar. Es entretenido pero tambin bizarro. Todo

    es tan kitsch...

    La ausencia de un padre puede explicar mu-

    chas cosas. Mientras ms escarbo ms motivos

    encuentro para justificar o por ltimo para enten-

    42

  • der que nada ocurre por caprichos de unos aos

    furtivos y etlicos en cada. Imagino que hay mu-

    cho por reconstruir y demasiado por comenzar;

    cada hora por muy inslita es una nueva oportuni-

    dad de susurrarle misterios al odo y as trazar las

    primeras manchas de un cuento para las mismas

    Abriles que necesitarn soarse con la rajadura

    en el alma cicatrizada y el corazn abandonado en

    el desierto florido que bord en los parques de su

    ciudad.

    No quiero forzar nada, no quiero escribir

    ms de lo debido. El terror del mundo es una esfe-

    ra lumnica en el techo de la fiesta. Abril siempre

    busca la felicidad pasajera, pero cuando se le ofre-

    ce con una mano la dicha y con la otra el desdn,

    no sabe qu hacer, se bloquea y escabulle. Siente

    un delirio asombroso, mientras sea recproco, por

    el desamor de unos analfabetos megalmanos que

    no entregan ms que esa felicidad momentnea.

    Me cuenta de los hombres con los que se ha acos-

    tado ltimamente con la facilidad de conocer y

    desechar, como si estuviese hablando de comer-

    43

  • cio sexual. El deseo y los juegos de poder tambin

    son una de las manifestaciones del capitalismo

    exacerbado y depredador.

    Es curioso cmo todos intentan construir la iden-

    tidad social a partir de la autoestima. Verse onde-

    ramente rancia para sumar puntos al inters que

    causa en los chicos que no lloran y sus viernes

    bailables, para sentir la admiracin a la que puede

    aspirar una imitacin burda de una estrella de ga-

    raje rock en decadencia, como si Facebook fuera

    la Rolling Stone transversal y de mayor alcance,

    y la mala fama un capital al que se puede echar

    mano.

    Abril se toma la ficcin demasiado en serio.

    La poesa es mucho ms que un sumario de reve-

    laciones a priori; anoche me acost con el temor

    de que mis desvaros eran un holograma de la pro-

    yeccin mental de mi otro yo. Es como un sueo

    que se repite y se repite y se repite, cada vez ms

    ntido y bello, pero ms cercano a la imposibili-

    dad instalada en el mismo territorio de la inde-

    44

  • pendencia. No quiero saber ms nada, no voy a

    perdurar en una trampa que me he tendido sabien-

    do que algunos gestos son parte del efecto ptico;

    mientras No Decir sea un estandarte o un muro

    de proteccin, no har ni el mnimo esfuerzo por

    derribar los puentes del alma de las autopistas del

    mundo.

    Recurre al horscopo chino para descifrar un fu-

    turo inmediato que le aterra pero intenta abrazar.

    Algo no est saliendo bien. Siento el coraje de ver

    en ella a la peor chica que podra haber conocido;

    camino por el Parque Forestal escuchando unos

    covers de Jiminelson y pensando que la mayora

    de nuestros encuentros han sido como una jaura

    de impulsos desenfocados.

    La extrao y repito que una semana en mi

    lugar es una eternidad. Felipe me pregunta por

    ella y siento una descarga sinestsica en el odo

    medio de mi conciencia.

    El neoliberalismo es mucho ms notorio en

    las relaciones afectivas que en la economa. El ca-

    45

  • rio como un bien de consumo protegido y condi-

    cionado al poder adquisitivo del otro; no me dice

    lo que piensa, pero lo da a entender de alguna for-

    ma descifrable. Este jueguito tonto y cobarde de

    no querer mostrarse expuesto ante la posibilidad

    de perder no durar mucho. Una divina revelacin

    me ensea que el miedo no es posible cuando la

    sinceridad est detrs de nuestras motivaciones.

    Recuerdas cundo comenz? Yo s, perfec-

    tamente. Todas las palabras transcurrieron a vein-

    ticuatro fotogramas por segundo en mi memoria

    visual, nada fue al azar, ni siquiera esa primera

    salida frustrada por mi horrible horario de clases.

    Me arrepiento de no haber hecho callar a un par

    de personas que con un ojo panptico observaron

    solo sobre la superficie, ignorando la parcialidad

    al medir nada ms que los actos reflejos. Hoy po-

    dra respirar bajo el agua y no solamente escribir

    en la arena del mar, encontrar un traje de superh-

    roe que s me quede a la medida; dime si puedes

    leer estas lneas escritas mucho antes en el fondo

    de tu corazn, y si es as, promete que no ser una

  • alegora en vano.

    El Sueo Americano no es ms que un

    puado de excepciones elevadas a una potencia

    imaginaria. No te dejes engaar por una esperan-

    za artificial que lo novedoso no dura mucho tiem-

    po. Piensa ms de dos veces antes de tomar una

    decisin. Recuerda que de los errores se aprende.

    Pronto te llegar un libro desde Temuco, atesra-

    lo. Si no te sientes bien, ve a un parque, recustate

    en el pasto y escucha esos temitas de Telepopmu-

    sik. Si ests peor, llmame. Baja las dosis de todo.

    BUENAS NOCHES.