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1 Parte del informe Una Prensa Libre y Responsable, por The Commission on Freedom of the Press (Comisión Hutchins), Chicago University Press, Chicago, 1947 Traducción: Mónica Vuskovic Edición preliminar: María Elena Gronemeyer Para Etica II, 2000 PREFACIO En diciembre de 1942, Henry R. Luce, de la empresa Time, me sugirió inquirir en el estado presente y prospectos futuros de la libertad de prensa. Un año más tarde esta Comisión, cuyos miembros fueron seleccionados por mí, comenzó a deliberar. La investigación fue financiada por la empresa Time y Enciclopedia Británica, con un aporte de US$200.000 y US$15.000, respectivamente. El dinero fue administrado por la Universidad de Chicago. Ninguno de los contribuyentes ni la Universidad tuvieron control alguno sobre el progreso y las conclusiones de la investigación. En su primera reunión, la Comisión decidió incluir en su análisis a las grandes agencias de comunicación masiva (se entiende por “agencias” los medios): la radio, diarios, películas, revistas y libros. Cuando se utiliza la palabra “prensa” en la investigación, ella se refiere por lo tanto a todos los medios nombrados. La Comisión no llevo a cabo una “investigación” elaborada. Se buscó recopilar los datos para rellenar los vacíos de información y contestar las preguntas que surgieron en el transcurso de la discusión. En distintas sesiones de la Comisión o en comités se escucharon los testimonios de 58 hombres y mujeres relacionadas con la prensa. El equipo grabó entrevistas a más de 225 miembros de industrias, gobierno y agencias privadas relacionadas con la prensa. La Comisión sostuvo 17 sesiones de dos o tres días y estudió 176 documentos preparados por alguno de sus miembros o el equipo. La Comisión incluye en su informe final sólo los datos descriptivos necesarios para comprender las conclusiones a que se llegó. Para no caer en el riesgo de parecer demasiado elemental, la Comisión sugiere al lector buscar información más detallada en los estudios mencionados arriba. Debido a la presente crisis mundial (finalizada la Segunda Guerra Mundial), la Comisión se centró en el rol que las agencias de comunicación masiva juegan en la educación de la gente en relación con hechos del ámbito público. Otro estudio podría haber ahondado en la relación de la prensa americana y la cultura americana. Este

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Ética periodística.

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1

Parte del informe Una Prensa Libre y Responsable, por The Commission on

Freedom of the Press (Comisión Hutchins), Chicago University Press, Chicago,

1947

Traducción: Mónica Vuskovic Edición preliminar: María Elena Gronemeyer Para Etica II, 2000 PREFACIO

En diciembre de 1942, Henry R. Luce, de la empresa Time, me sugirió inquirir

en el estado presente y prospectos futuros de la libertad de prensa. Un año más tarde

esta Comisión, cuyos miembros fueron seleccionados por mí, comenzó a deliberar.

La investigación fue financiada por la empresa Time y Enciclopedia Británica,

con un aporte de US$200.000 y US$15.000, respectivamente. El dinero fue

administrado por la Universidad de Chicago. Ninguno de los contribuyentes ni la

Universidad tuvieron control alguno sobre el progreso y las conclusiones de la

investigación.

En su primera reunión, la Comisión decidió incluir en su análisis a las grandes

agencias de comunicación masiva (se entiende por “agencias” los medios): la radio,

diarios, películas, revistas y libros. Cuando se utiliza la palabra “prensa” en la

investigación, ella se refiere por lo tanto a todos los medios nombrados.

La Comisión no llevo a cabo una “investigación” elaborada. Se buscó recopilar

los datos para rellenar los vacíos de información y contestar las preguntas que surgieron

en el transcurso de la discusión. En distintas sesiones de la Comisión o en comités se

escucharon los testimonios de 58 hombres y mujeres relacionadas con la prensa. El

equipo grabó entrevistas a más de 225 miembros de industrias, gobierno y agencias

privadas relacionadas con la prensa. La Comisión sostuvo 17 sesiones de dos o tres días

y estudió 176 documentos preparados por alguno de sus miembros o el equipo.

La Comisión incluye en su informe final sólo los datos descriptivos necesarios

para comprender las conclusiones a que se llegó. Para no caer en el riesgo de parecer

demasiado elemental, la Comisión sugiere al lector buscar información más detallada en

los estudios mencionados arriba.

Debido a la presente crisis mundial (finalizada la Segunda Guerra Mundial), la

Comisión se centró en el rol que las agencias de comunicación masiva juegan en la

educación de la gente en relación con hechos del ámbito público. Otro estudio podría

haber ahondado en la relación de la prensa americana y la cultura americana. Este

2

habría analizado el presente estado de la cultura americana y habría enfatizado el

cambio dramático a través del cual las agencias de comunicación masiva se convirtieron

en parte de la cultura americana, afectando así el pensamiento y sentimiento de cada

ciudadano en cada etapa de su vida.

Este estudio lidió con las responsabilidades de los propietarios y directivos de la

prensa apelando a su conciencia y al bien común en la formación de la opinión pública.

Se entiende que la responsabilidad de los propietarios y directivos es en efecto tan

grande como se declara en este estudio.

La Comisión está consciente de que las agencias de comunicación son sólo una

de las fuerzas que influyen en la formación de la cultura y la opinión pública. Sin

embargo, tomadas en conjunto, son probablemente la fuerza de influencia más poderosa

hoy en día. Los nuevos instrumentos de que dispone, que no han sido utilizados por

otros agentes, como los colegios o la iglesia, están haciendo a los medios cada vez más

poderosos. La inadecuación de otros agentes ha contribuido, sin duda, al rápido

crecimiento del poder de la prensa. Debo decir, por ejemplo, que si los colegios

realizaran mejor su labor, la responsabilidad de la prensa en la entrega de información

amplia y correcta sobre política, economía y sociedad se alteraría radicalmente. Al

puntualizar las obligaciones de la prensa, la Comisión no pretende exonerar a otros

agentes de sus deberes. El gran poder de la prensa conlleva grandes obligaciones.

Junto con su interés en el flujo de información pública, la Comisión se preocupó

del flujo de ideas. “La sociedad civilizada es un sistema operativo de ideas. Vive y

cambia con el consumo de ideas. Por ello, debe asegurarse que la mayor cantidad de

ideas que sus miembros estén accesibles para su análisis”. Sabemos que una de los

aspectos aterradores de la vida contemporánea es el constante flujo de palabras con las

que las agencias de comunicación masiva amenazan inundar al ciudadano. Cualquiera

con nada que decir puede hacerlo si tiene acceso a un agente de prensa, reputación, o un

grupo de presión. Por el contrario, alguien con algo que decir tiene dificultad para

encontrar una plataforma si es que sus ideas son contrarias a las de un propietario,

editor, grupos de presión opositores o prejuicios comunes. Este estudio no debe

entenderse como un apoyo al acceso a aquellos que no tienen nada que decir. La gran

influencia de la prensa hace imperativo que las agencias muestren hospitalidad hacia

aquellos con cuyas ideas no concuerdan. De otra forma esas ideas no tendrán una

opción justa. La Comisión está interesada en que las ideas puedan ser escuchadas, y no

en contribuir a la confusión de voces.

3

Las recomendaciones de la Comisión no son sorprendentes. Lo más

sorprendente es que nada más sorprendente pudo ser propuesto. La Comisión piensa que

estos elementos son los únicos que pueden llevarse a cabo de forma apropiada. Es de

vital importancia entonces, que efectivamente estas recomendaciones sean aplicadas en

pro de la libertad de prensa, bajo una continua preocupación por la relación moral entre

prensa y sociedad.

Este informe es una empresa colectiva: cada línea tiene su origen en la discusión

y el acuerdo. Los miembros de la Comisión unánimemente concurrieron en la

presentación y recomendaciones de este informe. Esto con la inevitable circunstancia de

que si cada uno hubiera hablado en vez de existir este texto común, el énfasis en un

punto u otro podría ser algo diferente.

ROBERT M. HUTCHINS (Presidente)

1

EL PROBLEMA Y LOS PRINCIPIOS

EL PROBLEMA

La comisión se propuso responder la siguiente pregunta: ¿Está en peligro la

libertad de prensa? La respuesta a esa pregunta es: Sí. Se concluyó que la libertad de

prensa se encuentra en peligro por tres razones:

Primero, la importancia de la prensa para la gente se ha incrementado con el

desarrollo de la misma como un instrumento de comunicación de masas. Al mismo

tiempo, el desarrollo de la prensa como medio de comunicación masiva ha disminuido

la proporción de la gente que puede expresar sus opiniones e ideas a través de ella.

Segundo, los pocos que son capaces de utilizar la prensa como un instrumento

de comunicación de masas no han proporcionado un servicio adecuado a las

necesidades de la sociedad.

Tercero, aquellos que dirigen la prensa han caído de tiempo en tiempo en

prácticas que la sociedad condena y que de continuar, habrá inevitablemente que regular

o controlar.

4

Cuando un instrumento de vital importancia para todas las personas está

disponible solamente a un pequeño grupo, y cuando es empleado por esa minoría de tal

modo que no aporta el servicio que la mayoría requiere, la libertad en el uso de ese

instrumento se encuentra en peligro.

El peligro en el caso de la libertad de prensa es en parte consecuencia de la

estructura económica de la misma, en parte consecuencia de la estructura industrial de la

sociedad moderna, y en parte el resultado del fracaso por parte de los directores de

prensa de reconocer las necesidades y ponderar y aceptar las responsabilidades que estas

le imponen a la prensa de una nación moderna.

No creemos que el peligro en que se encuentra la libertad de prensa sea tan

grande que esta libertad vaya a desaparecer en una noche. En nuestra opinión la

presente crisis es simplemente una etapa en la larga lucha por la libertad de expresión.

La libertad de expresión, de la cual la libertad de prensa es solo una parte, siempre ha

estado en peligro. Es más, la Comisión no puede concebir un estado de la sociedad en

que no esté en peligro. El deseo de suprimir aquella opinión diferente de la propia es

algo inherente y probablemente no se pueda erradicar.

Tampoco pensamos que el problema sea uno al cual se pueda dar fácil solución.

El control, dominio o acción del gobierno por fragmentar a los grandes de medios de

comunicación de masas puede curar la enfermedad de la libertad de prensa pero solo

con el riesgo de eliminar la libertad durante este proceso. Aun cuando, como veremos

más adelante, el gobierno tiene un importante rol en las comunicaciones, nosotros

apuntamos principalmente a la prensa y a las personas para remediar las dolencias que

nos preocupan.

A pesar de que la enfermedad tiene precedentes y las curas puedan no ser

dramáticas, el problema sin embargo tiene particular importancia para esta generación.

Y esto no solo en Estados Unidos, sino también en Inglaterra, Japón, Australia, Austria,

Francia y Alemania. Las razones son obvias. La relación entre la prensa moderna y la

sociedad moderna es una relación nueva y desconocida.

La prensa moderna en sí es un fenómeno nuevo. Su unidad típica es la gran

agencia de comunicación de masas. Estas agencias pueden facilitar la reflexión y la

discusión. Pueden también eliminarlas. Pueden incrementar el progreso de la

civilización o pueden frenarlo. Pueden humillar y vulgarizar a la especie humana.

Pueden, por un descuido, poner en peligro la paz mundial, aun cuando sea sin intención.

Pueden subir o bajar el perfil de una noticia y su importancia, crear y alimentar

5

emociones, inventar ficciones tranquilizadoras, mal interpretar palabras y sostener

vacíos eslogan. Su alcance y poder aumenta día a día en la medida en que nuevos

instrumentos se hacen accesibles a ellos. Estos instrumentos pueden divulgar mentiras

con más alcance y rapidez de la que alguna vez soñaron nuestros antepasados cuando

establecieron la libertad de prensa en la Primera Enmienda de la Constitución.

Con los medios de autodestrucción disponibles hoy en día, los hombres deben

vivir, si es que han de vivir, con autocontrol, moderación y mutuo entendimiento. Los

hombres se ven reflejados y ven la imagen del resto a través de la prensa. La prensa

puede ser inflamatoria, sensacionalista e irresponsable. Si lo es, ella y su libertad serán

parte de catástrofe universal. Por otro lado, la prensa puede cumplir su cometido a

través del mundo nuevo que está luchando por nacer. Puede ayudar en la creación de

una comunidad mundial entregándole a los hombres el conocimiento del mundo y de

sus pares, promoviendo la comprensión y el aprecio por las metas de una sociedad libre

que abraza a todos los hombres.

Hemos visto en nuestra época el renacer de una doctrina que proclama que el

Estado es todo y que la persona es un mero instrumento de sus fines. No podemos

suponer que la derrota del totalitarismo alemán e italiano ha puesto fin a esta doctrina.

La necesidad de encontrar un rumbo en la compleja vida moderna y de controlar la

concentración de poder asociada a la industrialización siempre hará parecer que delegar

todos los problemas en los gobiernos es una fácil solución.

Esta noción es un gran riesgo potencial para la libertad de prensa. Esa libertad es

la primera que sufre los efectos del totalitarismo. Sin embargo, los pasos hacia el

totalitarismo se toman, quizás de manera inconsciente, por las características mismas de

la prensa. Una sociedad tecnológica requiere la concentración del poder económico.

Como dicha concentración es una amenaza para la democracia, esta responde

fragmentando algunos centros de poder que han crecido demasiado y son demasiado

fuertes, y controlando y poseyendo otros. La sociedad moderna requiere de grandes

agencias de comunicación de masas. Ellas también son concentraciones de poder. Pero

romper una red de comunicación es distinto que romper un monopolio petrolífero o

tabacalero. Si la gente se empecina en destruir un consorcio de comunicación que en

teoría es muy extenso y fuerte, puede estar destruyendo un servicio que ella misma

requiere. Más aún, puesto que la acción de destruir una agencia de comunicación

masiva debe originarse en una instancia gubernamental, el riesgo es grande de que se

6

apele a la propia libertad de prensa en contra de la presión política ejercida por dicha

instancia.

Si la sociedad moderna requiere de las grandes agencias de comunicación de

masas, si estas concentraciones se hacen tan poderosas que se convierten en una

amenaza para la democracia, y si la democracia no puede solucionar el problema

simplemente eliminando los conglomerados, entonces estas agencias deben

autocontrolarse o bien ser controladas por el gobierno. Si son controladas por el

gobierno, perdemos nuestro resguardo frente al totalitarismo y al mismo tiempo

avanzamos hacia esta doctrina.

LOS PRINCIPIOS

La libertad de prensa es esencial para la libertad política. Si los hombres no

tienen libertad para compartir sus pensamientos, la libertad no está asegurada. Donde

existe la libertad de expresión ya existen las bases de una sociedad libre y los medios

para la expansión de la libertad. La libre expresión es por eso única entre las libertades:

promueve y protege a las otras. En este sentido resulta propicio que la libertad de

expresión y de la prensa estén contenidos en la primera de las enmiendas

constitucionales.

Una sociedad civilizada es un sistema de ideas en funcionamiento. Vive y crece

del consumo de ideas. Por ello se debe asegurar que el máximo de ideas que emanan de

sus miembros tengan plataforma para ser escuchadas y examinadas. Se debe garantizar

la libertad de expresión al punto de eliminar toda posible amenaza al libre flujo de ideas.

Más aun, una significativa innovación en el rubro de las ideas probablemente generará

oposición. Las ideas valiosas probablemente se presenten en primera instancia de forma

cruda, irreverente y hasta peligrosa. Necesitan una oportunidad para consolidarse

mediante la libre crítica y valorarse por su propio peso. De ahí que el hombre que

publica sus ideas requiera de especial protección.

La razón para la hostilidad que el critico o innovador puede esperar no reside

solo en el hecho de que probablemente es más fácil suprimirlo y desalentarlo que

conocer sus argumentos. Siempre hay elementos irracionales en la crítica, en el

innovador y en su público. La aparición de nuevas y críticas ideas es rara vez una

invitación a la razón pura, desprovista de emoción, y su resultado no es necesariamente

7

un debate; se trata siempre de una función de la inteligencia, el prejuicio y la carga

emocional del público. La libertad de prensa llamada a apelar a la razón es posible que

se traduzca siempre como una libertad de la prensa para apelar a la pasión e ignorancia

del público, a la vulgaridad y al cinismo. Así como la libertad de prensa está siempre en

peligro, también es siempre peligrosa. La libertad de prensa ilustra la creencia común de

que si hemos de vivir progresando hemos de vivir también de forma riesgosa.

A lo largo de la ruta del libre flujo de ideas se encuentran los núcleos de poder

social existentes. El defensor primario de la libertad de expresión en contra de su

influencia es el gobierno. El gobierno actúa manteniendo e imponiendo, en pro de la

libertad de expresión y la prensa libre, sanciones primarias en contra de expresiones que

favorecen intereses privados y resentimientos: sabotaje, chantaje y corrupción.

Pero, cualquier poder capaz de proteger la libertad de expresión es también

capaz de ponerla en peligro. Todo gobierno moderno, liberal o de cualquier tipo, tiene

una postura específica en el campo de las ideas; su estabilidad es vulnerable a las

críticas en proporción a sus habilidades y capacidad de persuasión. Un gobierno que

descansa en el apoyo de la mayoría no es la excepción. También puede ser tentado a

manipular las ideas que entran al debate público.

Si la libertad de prensa ha de lograr la realidad, el gobierno debe poner límites a

su capacidad de interferir, regular o suprimir las voces de la prensa y manipular la

información en la cual se basa la opinión pública.

El gobierno debe autoimponerse estos límites, no sólo porque la libertad de

expresión es un reflejo de los importantes intereses de la comunidad, sino también

porque es un derecho moral. Es un derecho moral porque tiene un ámbito de

responsabilidad.

Es verdad que los motivos para expresarse no conllevan siempre una

responsabilidad. Son y deben ser tan variados como lo es la emoción humana. Pero hay

una veta de la expresión que está cargada de responsabilidad y obligación y que es la

expresión del pensamiento. El hombre cargado de ideas no sólo siente el deseo de

expresarlas, debe expresarlas. Se lo debe a su conciencia y al bien común. La función

indispensable de expresar ideas es una de obligación tanto frente a la comunidad como

frente a algo que la sobrepasa: la verdad. Es la obligación de un científico para con sus

resultados y la de Sócrates con su oráculo, es la obligación de cada hombre hacia sus

propias convicciones. Por esta obligación con algo que va mas allá del Estado, la

8

libertad de expresión y la libertad de prensa son derechos morales que el Estado no debe

quebrantar.

El derecho moral a la libertad de expresión obtiene un estatus legal porque la

conciencia del individuo es la fuente continua de vitalidad del Estado. Además de la

proclama tradicional que establece que la prensa libre promueve la victoria de la verdad

sobre la falsedad, vemos que el debate público es condición necesaria para una sociedad

libre y que la libertad de expresión es una condición necesaria para el debate público. El

debate aumenta el poder metal y es esencial en la construcción de un público

mentalmente robusto, sin el cual una sociedad autogobernada no tendría cabida. La

fuente primera de todo el proceso es la obligación individual del pensador hacia su

pensamiento, en este nexo yace el fundamento del derecho.

Esto no significa que cada ciudadano tiene un derecho moral o legal de ser

dueño de una industria de prensa, editor o tener acceso, apelando a su derecho, a

controlar a un determinado medio de comunicación. Sí pertenece al ámbito de la

libertad de expresión el que cada persona y cada idea tenga una oportunidad de

publicarse aun cuando no sea compartida por quienes son dueños o dirigen un medio.

La prensa no es libre si quienes la operan actúan como si su posición les confiriera el

privilegio de ser sordos a las ideas que el proceso de libertad de expresión ha llevado a

la arena pública.

Pero el derecho moral que involucra la libertad de expresión no es incondicional.

Puesto que su proclamación se basa en la obligación del hombre con el bien común y

con su pensamiento, el derecho desaparece cuando esta obligación es ignorada o

rechazada. Cuando no se aceptan las obligaciones morales no existen los derechos

morales. De ahí se desprende que cuando el hombre que alega libertad de expresión es

un mentiroso o un vendido, sus alegatos carecen de garantía y espacio. Desde el punto

de vista moral, la libertad de expresión no incluye el derecho a mentir como un

instrumento deliberado.

El derecho a la libre expresión pública incluye sin embargo el derecho a

equivocarse. La libertad es experimental. El debate en sí mismo no podría existir si las

opiniones erradas no pudiesen ser expresadas por quienes las suponen correctas. Lo que

el derecho moral no cubre es el “error” deliberado e irresponsable.

Pero, el derecho moral puede pasarse a llevar y el derecho legal restringirse. La

protección legal no puede variar con las fluctuaciones de la moral interna de cada

individuo, no cesa cuando la persona ha abandonado la base moral de su derecho. No es

9

ni siquiera deseable que el área del uso responsable de la libertad sea controlada de

forma legal, aun cuando parece posible, ya que en ese caso la libre autorregulación, un

ingrediente necesario en cualquier Estado libre, sería reemplazada por un mecanismo de

control.

La expresión pública mentirosa debe continuar viviendo bajo el alero de la

“libertad de prensa” pero por motivos distintos, eliminar el derecho legal aun cuando el

derecho moral ha desaparecido, puede ser una cura aun más peligrosa que la

enfermedad. Cada definición de abuso es una invitación al mismo abuso. Si las cortes

tuviesen que determinar la corrupción de intereses personales, también se vería afectada

la crítica honesta y necesaria.

Aun así, existen límites a la tolerancia legal. Las ya reconocidas áreas de abuso y

libertad de expresión mal usada –injurias, obscenidad, incitación al desorden-

comparten un principio común que establece que su publicación cae en un serio y

demostrable daño a los derechos personales ya los intereses sociales esenciales. En la

medida en que las categorías de abuso se enmarcan en esa definición, la extensión de la

sanción legal es justificada.

LOS PRINCIPIOS EN LA SITUACIÓN PRESENTE

Los principios que hemos pretendido aclarar son aquellas verdades generales

que son metas válidas para todas las sociedades civilizadas. Debe observarse que la

libertad de prensa no es un valor estático y aislado, igual para cada sociedad y tiempo.

Es una función dentro de la sociedad y debe variar de acuerdo al contexto social. Va a

ser diferente en tiempos de seguridad nacional y en tiempos de crisis. Va a ser diferente

dependiendo de las creencias y de los estados de emoción pública.

La libertad que hemos examinado asume un tipo de mentalidad pública que

puede parecernos como normal y universal, pero que es en muchos aspectos un

producto de nuestra historia particular: una mentalidad acostumbrada a los ruidos, a la

confusión de opiniones opuestas y razonablemente estable en un contexto de ideas

cambiantes. Pero lo que una mente hace con un hecho u opinión es radicalmente distinto

cuando se encuentra en estado de serenidad en vez de ansiedad, cuando tiene confianza

en su ambiente y cuando está infectado de suspicacia o resentimiento, cuando es

10

inocente y cuando está bien sustentada en la crítica, cuando tiene esperanza y cuando

tiene desazón.

Más aun, el ciudadano es un hombre diferente cuando debe juzgar a la prensa

individualmente y cuando lo hace como parte o apoyado por otros entes sociales. El

razonamiento libre y diverso puede ocasionar extrañeza o confusión a menos que se

tenga acceso –a través del hogar, iglesia, colegio o costumbres- a patrones de

interpretación de los pensamientos y sentimientos. No existe algo así como la

“objetividad” de la prensa a menos que la mente del lector pueda identificar los objetos

tratados.

Si se dan en cualquier tiempo y lugar las condiciones psicológicas que permiten

una prensa libre con impacto social, no es una pregunta teórica sino una cuestión de

hecho. Estas condiciones pueden perderse. Pueden también ser creadas. La prensa es en

sí misma uno de los principales agentes en la destrucción y construcción de las bases de

su propio impacto.

Si ahora nos centramos en nuestro problema, en el espacio y el tiempo y

observamos a la prensa que existe en Estados Unidos hoy, vemos que las condiciones de

nuestra sociedad y las condiciones de la prensa en nuestra sociedad requieren de una

nueva aplicación de los principios que hemos expuesto.

La finalidad de aquellos que promovieron la Primera Enmienda fue prevenir la

intervención del gobierno en la libertad de expresión. Los autores de nuestro sistema

político vieron que la sociedad libre que pretendían crear no se sostenía sin la libre

comunicación. En palabras de Jefferson: “si la base de nuestro gobierno es la opinión de

la gente, entonces el primer objetivo debe ser resguardar ese derecho. Si tuviese que

optar entre un gobierno sin prensa y una prensa sin gobierno, no dudaría en optar por lo

segundo. Pero, me aseguraré que cada hombre reciba y pueda leer esa prensa”.

Nuestros antepasados tenían razones para creer que si evitaban que el gobierno

interfiriese con la libertad de prensa, esa libertad sería efectivamente ejercida. En su

época cualquier persona con algo que decir tenía, comparativamente, muy poca

dificultad que ello fuese publicado. El único obstáculo a la libre expresión era la censura

por parte del gobierno. Si eso se podía evitar, la obligación de cada hombre con su

pensamiento estaba asegurada. La prensa de aquellos días consistía de hojas impresas a

mano que se distribuían a partir de pequeñas imprentas ya sea como diarios, ediciones

especiales, panfletos o libros. La imprenta era barata y el impresor podía transformarse

en editor pidiendo unos pocos dólares prestados, lo suficiente para arrendar un local y

11

contratar uno o dos asistentes. Con un número limitado de personas que podían leer, y

sólo unos pocos que cumplían los requisitos para poder votar –menos del 6% de la

población adulta votó en las convenciones que ratificaron la Constitución- no había gran

discrepancia entre el número de personas letradas y aquellos que eran ciudadanos

activos y poseían los recursos para publicar.

No se suponía que un diario pudiese representar todos los puntos de vista sobre

los hechos públicos. Juntos se esperaba que lo hicieran y si no, entonces el hombre

cuyas opiniones no estaban representadas iniciaba una publicación propia.

No se esperaba tampoco que muchos ciudadanos se suscribieran a todos los

periódicos locales. Era más común que se optase por aquel que reforzaba los propios

prejuicios. Pero en cada pueblo, con una estructura social relativamente simple, las

distintas opiniones se encontraban cara a cara. La verdad, se esperaba, saldría a la luz en

conversaciones y debates sostenidos en la plaza del mercado local.

Las circunstancias que proveían una variedad e intercambio por el fácil acceso al

mercado de las ideas han cambiado tan radicalmente que puede decirse con toda

autoridad que el país ha sobrellevado una revolución de las comunicaciones.

La alfabetización, el electorado y la población se han incrementado a tal punto

que la comunidad política abarcada por la prensa—excluyendo a una pequeña fracción--

incluye a todos los millones de personas de la comunidad norteamericana. La prensa se

ha transformado en una enorme y complicada maquinaria. Como una consecuencia

inevitable se ha convertido también en un gran negocio. Hay una marcada reducción del

número de empresas mediales en proporción con la población. Aun cuando en pequeñas

comunidades aún se puede ver un diario que se asemeja al aquellos de tiempos de la

Colonia, estos ya no son los medios de comunicación más característicos ni influyentes.

El derecho a la libre expresión ha perdido entonces su contexto anterior. La

protección frente al gobierno ya no garantiza que el hombre que tiene algo que decir

pueda hacerlo. Los dueños y gerentes de la prensa determinan qué personas, qué hechos,

qué versión de los hechos y qué ideas llegarán al público.

Esta es una cara de la moneda: el efecto de la revolución de las comunicaciones

en el derecho de la persona para publicar sus creencias. El otro lado es el efecto de la

revolución de las comunicaciones en la agencia de prensa, a través de la cual los

miembros de la sociedad libre reciben e intercambian juicios, opiniones, ideas y la

información que requieren para participar en el manejo de la sociedad. La prensa ha

cobrado vital importancia en la transacción de hechos públicos de un área continental.

12

En asuntos locales aún existe la posibilidad del intercambio cara a cara. Muchos

grupos privados, formales e informales, tejen redes de comunicación alternativa. Pero,

obviamente hay una menor posibilidad de observación directa y noticias por vía de

comunicación oral en la metrópoli y en la gran nación que aquella que puede existir en

un pequeño pueblo o estado. (…)

La complejidad de la sociedad industrial moderna, la situación crítica mundial y

las nuevas amenazas a la libertad implican que ha llegado la hora de que la prensa

asuma una nueva responsabilidad pública.

Debido a la concentración de la propiedad la variedad de fuentes de información

y de opinión es limitada. Al mismo tiempo, las necesidades del ciudadano se han

incrementado. Se hace dependiente de la calidad, proporción y extensión de su fuente de

información, no sólo para su aprovechamiento personal sino también porque se

convierten en materia prima para cumplir sus obligaciones como ciudadano y juzgar los

hechos públicos. Su propia voz afecta el funcionamiento del Estado e incluso la paz

mundial al representar la supervivencia del Estado como una comunidad libre. Bajo

estas circunstancias se hace imperativa la pregunta si la libertad de prensa se puede

seguir dejando en manos de los pocos que la manejan sin regulaciones.

El derecho moral y legal de quienes manejan la prensa de expresar sus opiniones

debe mantenerse intacto, ya que este derecho representa el seguro de la cuota de

individualismo que forma parte del corazón de toda sociedad. Pero, el elemento de

obligación que implica el derecho merece ser revisado y el servicio que presta la prensa,

distinto de la mera opinión, cobra nueva importancia. La necesidad del ciudadano de

recibir un adecuado y descontaminado alimento mental es tal que tiene la obligación de

obtenerlo. Así, este interés cobra la estatura de un derecho.

Proteger a la prensa ya no es automáticamente proteger al ciudadano o a la

comunidad. La libertad de prensa puede mantenerse como un derecho de aquellos que la

manejan sólo si se incorpora a él el derecho del ciudadano y el interés público.

Libertad de prensa es libertad de y libertad para. La prensa debe ser libre de la

amenaza externa cualquiera sea su forma. Demandar que la prensa este libre de presión

sería demandar que la sociedad estuviese vacía de fuerzas opuestas y creencias. Pero,

las presiones constantes y distorsionadoras--financieras, populares, clericales e

institucionales--deben ser conocidas y balanceadas. La prensa debe, si ha de ser

completamente libre, conocer y superar toda actitud tendenciosa producto de su propia

situación económica, su concentración, y su organización piramidal.

13

La prensa debe ser libre para el desarrollo de sus propias concepciones de

servicio y logro. Debe ser libre para hacer su contribución al mantenimiento y evolución

de la sociedad libre.

Esto implica que la prensa también debe someterse a juicio público. Se la debe

poder evaluar en virtud de la satisfacción de las necesidades de su público, por mantener

los derechos de los ciudadanos y de aquellos que carecen de la plataforma de la prensa.

La prensa debe estar consciente de que sus errores y equivocaciones dejaron de ser

problemas privados para convertirse en peligros públicos. La voz de la prensa que a

través del monopolio tiende a convertirse en exclusiva en su sabiduría y observación

priva a otras voces de ser escuchadas y por lo tanto priva al público de su contribución.

La libertad de prensa para las épocas venideras solo puede continuar en la medida en

que sea una libertad posible de ser enjuiciada o evaluada. Su derecho moral estará

condicionado por su aceptación de esta evaluación abierta. Su derecho legal

permanecerá inalterado en la medida en que la obligación moral se cumpla.

2

LOS REQUERIMIENTOS

Si la libertad de prensa tiene la obligación de proporcionar la inteligencia

necesaria para la sociedad libre, entonces debemos descubrir qué es lo que la sociedad

libre requiere. Los requerimientos en la América de hoy son mayores en variedad,

cantidad y calidad que aquellos de cualquier sociedad y época previa. Son los

requerimientos para una sociedad autogobernada de tamaño continental y cuyas

acciones se han transformado de generación en generación en ítems de preocupación

global en nuevas e importantes formas. Los arreglos internos que antes se pensaban

como materias de interés privado se han convertido en factores de conflicto y

compromiso entre grupos de poder organizados que no parecen tener fronteras

naturales, económicas u otras. En el ámbito externo, se ha asumido un rol de liderazgo

en el intento por lograr relaciones pacíficas entre todos los Estados del planeta.

Hoy nuestra sociedad requiere, primeramente, una entrega verdadera, completa,

inteligente y analítica del acontecer diario en un contexto que les dé sentido. En

segundo lugar, se busca un foro para el intercambio de opinión y crítica. Tercero, se

requiere un medio para proyectar e intercambiar las actitudes y opiniones de los

distintos grupos sociales. Cuarto, una forma de presentar y clarificar las metas y valores

14

de la sociedad. Quinto, buscar una manera de llegar a cada miembro de la sociedad con

las corrientes de pensamiento, información y sentimiento que la prensa provee.

La Comisión no tiene la certeza de que estas cinco demandas ideales lleguen

alguna vez a cumplirse. Todas no pueden lograrse a través de un mismo medio; algunas

no son aplicables a un medio particular, todas no conllevan la misma relevancia para la

industria medial. La Comisión no supone que estos estándares sean nuevos para los

directivos de la prensa; el grueso de ellos proviene de propia práctica y profesión.

UNA ENTREGA VERDADERA, AMPLIA E INTELIGENTE DE LOS HECHOS

DEL DIA EN UN CONTEXTO QUE LES DÉ SENTIDO

Un primer requerimiento es que la prensa debe ser precisa. No debe mentir.

Acá, el primer eslabón en la cadena de responsabilidad es el periodista como la

fuente de noticias. Él debe ser cuidadoso y competente. Él debe evaluar correctamente

cuáles fuentes son más idóneas. Él debe preferir la información de primera mano por

sobre aquella de segunda. Él debe saber qué preguntar, qué observar y qué informar. Su

empleador tiene la responsabilidad de entrenarlo de manera que realice su trabajo en la

forma en que se debe.

De igual importancia en la precisión del reporteo es identificar el hecho como

hecho, la opinión como opinión, y hacer su separación en la medida de lo posible. Ésta

es una necesidad desde el reporteo, pasando por las primeras copias, la revisión del

editor y hasta el producto final. La distinción por supuesto no puede ser absoluta. No

existe el hecho sin el contexto ni la información que no se tiña de la opinión del

reportero. Pero, las condiciones modernas requieren un esfuerzo mayor para hacer la

distinción entre la opinión y el hecho. En una estructura social más simple los eventos

podían ser corroborados con otras fuentes. Hoy esto es generalmente imposible. La

información de un hecho aislado, aun cuando sea precisa en sí, puede ser tendenciosa y,

en efecto, falsa.

El mayor peligro aquí es en la comunicación de información internacional. La

prensa tiene la responsabilidad en todas las naciones y particularmente en países

democráticos, donde las políticas exteriores se determinan respondiendo al voto de las

mayorías, de informar los hechos internacionales de tal manera que puedan ser

comprendidos. Ya no es suficiente entregar el hecho de forma veraz. Ahora es

necesario entregar la verdad sobre el hecho.

15

En nuestro país una obligación similar afecta la información de la noticia

doméstica. El país tiene muchos grupos parcialmente aislados el uno del otro y que

necesitan ser interpretados los unos a los otros. Una información cuyos hechos sean

verídicos pero con un trasfondo falso puede incrementar el antagonismo hacia un grupo

o entre grupos. Un hecho aislado será aceptado como una muestra de la acción de un

grupo a menos que la prensa entregue un flujo de información que permita entender ese

hecho en su real perspectiva. Si se está permitiendo la publicación de una serie de

hechos aislados, entonces la obligación de la prensa de entregar los eventos del día en

un contexto que les dé sentido no se ha cumplido.

16

UN FORO PARA EL INTERCAMBIO DE COMENTARIOS Y CRÍTICA

El segundo requerimiento significa que las grandes agencias de comunicación de

masas deberían verse a sí mismas como portadores comunes de la discusión pública.

Los diversos medios de la prensa han asumido en distintos grados esta función y

deberán asumir las responsabilidades que acarrea de forma más general y explícita.

Es vital para una sociedad libre que una idea no sea frenada por las

circunstancias de su gestación. La prensa no puede imprimir las ideas de todos, y no se

debe esperar eso de ella. Pero, los grandes medios pueden y deben asumir la

responsabilidad de publicar las ideas significativas, aun cuando sean contrarias a las

propias, como una muestra de reporteo objetivo. El control de estos medios sobre lo

que se escucha en América es tal, que si no publican aquellas ideas con las cuales

discrepan, estas ideas jamás llegarán a ser oídas. Si eso ocurriese, una de las grandes

justificaciones para la libertad que ellos mismos proclaman, desaparece.

El acceso a un medio de la prensa es posible de variadas maneras, aun cuando

todas involucran una selección por parte de los directivos del medio. El individuo cuya

visión no está representada en la página editorial puede llegar al público mediante una

declaración que sea informada como noticia, una carta al director, una declaración

impresa en la sección publicitaria, o a través de un artículo de revista. Sin embargo,

alguno de los que buscan espacio terminarán decepcionados y deberán acudir a formas

alternativas y panfletos para la difusión de sus ideas.

Pero, todos los intereses y puntos de vista importantes deberían estar

representados en los medios de comunicación masiva. Quienes sustentan estas ideas no

pueden depender de tener que explicarlas a los ciudadanos a través de medios de su

propiedad. Aun cuando pudiesen hacer la inversión, nada les asegura que serán leídos o

escuchados por otros que no sean sus adherentes. Una combinación ideal debiera incluir

medios masivos que inevitablemente promoverán sus propios puntos de vista, pero que

además presenten otras visiones de manera imparcial. A modo de control de su

imparcialidad y como guardianes contra el silencio de asuntos importantes, otros

medios especializados y comprometidos con una causa debieran ocupar un lugar clave.

La falta de una combinación de este tipo significa que los grupos parcialmente aislados

en la sociedad lo continuarán siendo. Los postulados de cada grupo que hayan

permanecido sin discutirse continuarán convirtiéndose en prejuicios. El medio masivo

17

abarca todos los grupos y a través de los medios masivos pueden llegar a comprenderse

mutuamente.

Sin importar si el medio está comprometido con una causa específica o es un

medios de difusión general, este debe identificar las fuentes de sus hechos, opiniones y

argumentos para que el lector o auditor los juzgue. Las personas que se enfrentan a

hechos, opiniones y argumentos tienden a verse influenciados por la credibilidad de

quien los emite. Si la veracidad de las declaraciones ha de ser apreciada, entonces

quienes las emiten deben ser identificados.

La identificación de la fuente es necesaria para la sociedad libre. La democracia,

en tiempos de paz al menos, tiene la justificada confianza en que la discusión amplia y

libre la fortalecerá en vez de debilitarla. Pero si la discusión ha de tener los efectos

esperados, y ha de ser libre y amplia, entonces los nombres de los participantes no

deben ser ocultados.

PRESENTACION DE UN CUADRO REPRESENTATIVO DE LOS GRUPOS QUE

CONSTITUYEN A LA SOCIEDAD.

Este requerimiento tiene directa relación con los dos anteriores. Las personas

toman decisiones en gran parte basadas en imágenes favorables o desfavorables.

Relacionan la opinión y los hechos con estereotipos. Hoy en día las películas, la radio,

el libro, la revista, el diario y la tira cómica son los principales agentes en la creación y

perpetuación de estas concepciones tradicionales. Cuando las imágenes que presentan

no representan verdaderamente al grupo social, entonces se pervierte el juicio sobre ese

grupo.

Tal error puede ocurrir indirecta e incidentalmente. Aun cuando nada se diga de

los chinos en una película sonora, si estos son caracterizados como siniestros traficantes

de droga, se crea una imagen de China y ésta debe ser balanceada con otra. Si un negro

aparece caracterizado sólo como un sirviente y un niño siempre como impertinente y

desordenado, la imagen tanto del negro como del niño están distorsionadas. El en la

radio, despachos de prensa y la publicidad, el uso de un determinado color y de palabras

que incitan al odio, o el uso en crónicas de palabras como “violento”, “confundido”,

“burocrático”, son también inevitablemente creadores de imágenes.

Una actuación responsable simplemente significa que las imágenes que se

presentan sean una representación total del grupo social. La verdad sobre cualquier

18

grupo social, aun cuando no debe excluir las debilidades y vicios, debe reconocer

también los valores, aspiraciones y su sentido humanitario. La Comisión sostiene que si

las personas son expuestas a la verdad sobre un grupo particular, irán gradualmente

respetándolo y entendiéndolo.

LA PRESENTACION Y CLARIFICACION DE LAS METAS Y VALORES DE LA

SOCIEDAD

La prensa tiene una similar responsabilidad en el tema de las metas y valores de la

sociedad como un todo. El medio de comunicación social, queriéndolo o no,

ensombrece o clarifica estos ideales a través de la comunicación de fracasos y logros del

día a día. La Comisión no llama a la prensa al sentimentalismo o a manipular los datos

con el fin de crear una imagen de color rosa. La Comisión cree en una información

realista acerca de los eventos y de las fuerzas que empujan en contra de la obtención de

metas sociales así como también de aquellas que apoyan su logro. Debemos reconocer,

sin embargo, que las agencias de comunicación social son un instrumento de educación,

probablemente el más poderoso, y deben por ello asumir una responsabilidad como los

educadores, de poner de relieve y clarificar los ideales hacia los que la comunidad debe

apuntar.

COMPLETO ACCESO A LA ”INTELIGENCIA DIARIA”

Es obvio que la cantidad de información requerida por el ciudadano de la

sociedad industrial moderna es mucho mayor que la requerida en épocas anteriores. No

asumimos que todos los ciudadanos en todos los tiempos realmente utilizan todo el

material que se les entrega. Por opción o necesidad, un gran número de personas

voluntariamente delega el análisis y la decisión en líderes en quienes confían. Tal

liderazgo en nuestra sociedad es escogido libremente y cambia constantemente; es

informal, no oficial y flexible. Cualquier ciudadano puede en cualquier momento asumir

el poder de la decisión. En este sentido el gobierno se mueve por el consentimiento.

Pero, tal liderazgo no altera la necesidad de una amplia distribución de noticias y

opiniones. Los líderes no están identificados, solo se les puede informar haciendo la

información accesible para todos.

19

Los cinco requerimientos listados en este capítulo sugieren lo que nuestra

sociedad está tiene derecho a exigir a su prensa. Podemos ahora proceder a examinar las

herramientas, la estructura y el desempeño de la prensa con el fin de ver cómo está

cumpliendo estas demandas.

Resumamos estas demandas de otra manera.

El tipo de servicio requerido de la prensa americana por la gente americana

difiere del servicio antes requerido. Primero, es esencial para la operación de la

economía y el gobierno de la República. Segundo, se trata de un servicio de

responsabilidades crecientes tanto de cantidad como de calidad de la información

requerida. En términos de cantidad, la información disponible al pueblo americano,

acerca de sí mismos y de su mundo, debe ser tan extensa como el rango de sus intereses

como ciudadanos de una nación autogobernada e industrializada integrada en el mundo

moderno. En términos de calidad, la información que se provee debe proveerse en tal

forma y con tal escrupuloso cuidado por la verdad total y por la equidad de su

presentación, que el pueblo americano, a través del ejercicio de la conciencia y la razón,

pueda tomar las decisiones fundamentales para la dirección de su gobierno y su vida.

APENDICE

LIBERTAD DE PRENSA: UN RESUMEN DE PRINCIPIOS

La libertad de expresión y de la prensa son muy centrales para la comprensión

de todo el concepto de libertad. Donde los hombres no puedan expresar libremente unos

a otros sus pensamientos ninguna otra libertad está resguardada. Donde existe libertad

de expresión, existe también el germen de una sociedad libre e implica que ya es posible

la expansión de la libertad. La libre expresión es entonces única entre las libertades, por

ser una protección y promoción de las otras. Como prueba de ello, cuando un régimen

se mueve hacia el autoritarismo, la expresión y la prensa están entre los primeros en

sufrir restricciones y controles.

Existen razones obvias para asociar la libertad de prensa a la libertad de

expresión, como lo hace la Primera Enmienda. La prensa era en un comienzo una mera

forma de extender el número de auditores: la palabra escrita podía llegar mucho más

allá que la voz, podía llegar también a muchos más y, por su durabilidad, podía

continuar hablando todo el tiempo. Esta extensión espacial y temporal no altera la

20

relación del emisor y el receptor y ni la naturaleza del mensaje. A pesar de que hoy la

voz, con la ayuda de la radio, se ha liberado de sus limitaciones naturales, es evidente

que ambas medios de comunicación social conviven.

Igualmente obvias son las importantes diferencias entre la palabra hablada y la

prensa. El habla es natural e inseparable de la persona, el elemento característico de su

ser social y una herramienta tan asociada a la vida mental, que sin la libertad de

expresión el pensamiento mismo no podría ser totalmente libre. La prensa, en cambio,

es una institución de sociedades desarrolladas, que se sirve de máquinas, y cuyo rol se

tiende a expandir en la medida en que se desarrollan nuevos elementos tecnológicos.

Expandiendo mucho las esferas alcanzables por las personas, la prensa despierta un

apetito por los crecientes servicios que ofrece. Ha hecho mucho por promover la unidad

en estados grandes y sin su ayuda el incipiente orden mundial sería inconcebible. Los

problemas que hoy enfrenta la prensa se deben en gran medida a sus propios logros. No

nos compete analizar si el trasfondo que ha inspirado nuestra legislación vigente y

actitudes sociales es adecuado al periodo al que ahora ingresamos.

Comenzaremos por analizar la situación de la prensa en la sociedad con el fin de

descubrir los elementos esenciales de lo que hoy llamamos “prensa”.

Se da por entendido que al usar el término “prensa”, incluimos todas las formas

de comunicación de noticias, opiniones, emociones y creencias, ya sea a través de

diarios, revistas, libros, televisión o películas.

I. LOS GRUPOS DIRECTAMENTE INTERESADOS

Cuando hablamos de “libertad de prensa” lo hacemos refiriéndonos solo a un

grupo interesado. El término “prensa” remite a aquel que emite la noticia, la opinión,

etc., a través de un medio que llega a una audiencia masiva. Pero puesto que a nadie le

interesa emitir opiniones al aire, debe haber por lo menos otro grupo interesado, el

consumidor de la noticia u opinión. Nos referiremos a él colectivamente como

“audiencia”.

El interés del emisor es usualmente la expresión, sin ataduras o restricción, de

sus ideas, sentimientos, juicios, protestas, propuestas económicas, deseos, visiones y

profecías. Para la prensa, la audiencia es raramente visible o personalmente conocida, es

una audiencia imaginada e idealmente representativa. Aun cuando se le denomine

21

“público” no es sino una fracción del mismo. A través de esa fracción, el mensaje se

distribuye a otros y con suerte encontrará los receptores a los que el mensaje estaba

destinado.

El interés del consumidor es altamente variable y personal. Sin embargo, en una

sociedad mentalmente alerta, hay un deseo relativamente universal de acceder al mundo

de la experiencia, pensamiento y sentimiento que está más allá del alcance de su

observación personal. Y también más allá de su interés personal, ya que el genio de la

especie humana es su capacidad de “interesarse” en aquello que no le compete

directamente. Puede ser una curiosidad aleatoria y marginal o un apetito persistente. En

cualquier caso, puesto que la naturaleza del apetito es tal que excede a la satisfacción, el

emisor puede ciertamente contar con una demanda latente. Puede generar una demanda

donde ella no existía.

En cualquier comunidad en que existan dos grupos suele haber un tercero, la

comunidad misma. Como una sociedad completa, incluyendo emisores y consumidores,

la comunidad tiene un impacto de toda conversación, pero especialmente en aquella que

está dirigida a una audiencia masiva. Esto porque toda comunicación, además de su

significación directa, tiene un impacto en los comunicadores, en la fábrica social, y en

los estándares bajo los cuales se mide la libre cohesión de un grupo.

II. LIBERTAD DE LOS GRUPOS DE INTERES

A pesar de que el interés del emisor no se puede realizar sin una audiencia, la

invitación es a una audiencia de hombres que solo tienen la libertad de no escuchar. La

libertad de prensa debe incluir la libertad del consumidor de no consumir un producto

medial. De otra manera, la libertad del emisor sería a expensas de la libertad del

consumidor.

Tal como el emisor no puede obligar a su audiencia, el consumidor no puede

obligar a la existencia de un orador. Tampoco ocurre generalmente que se le pida al

orador mucho más de lo que está dispuesto a dar. El que se expresa está ofreciendo un

regalo. Sin embargo, el consumidor no es un receptáculo pasivo. Puesto que el emisor

no puede sobrevivir sin su atención voluntaria, el consumidor tiene el poder de

estimular o frenar sus avances. Es mediante el libre sufragio que se sostiene una gran

prensa y se sostiene una producción masiva diseñada para un mercado de proporciones

22

mixtas. Lo que el consumidor no puede controlar es el nacimiento de opinión, la génesis

del pensamiento es inevitablemente libre e individual. Necesariamente el consumidor se

interesa por la libertad de las fuentes de opinión, ya que si son coartadas, aun por él

mismo, se reduce la selección que complementa su propio pensar. Su interés aquí

coincide con el interés del emisor actual o potencial.

De lo anterior se desprende que aun cuando se trata de dos grupos de interés,

sólo uno de ellos, en términos simples, requiere de protección. Proteger la libertad del

emisor es proteger el interés del consumidor y en general el interés de la comunidad. En

la historia de nuestro país al menos, ha sido suficiente proteger la libertad de la prensa.

Pero, como pretende mostrar este análisis, bajo ciertas circunstancias la libertad

del consumidor debe también ser protegida. Si su necesidad de información se hace

cada vez más imperiosa, y si la variedad de fuentes disponibles se ve limitada por la

concentración de los medios, su libertad de no consumir determinados productos

desaparece. Entonces, ya no sería suficiente proteger solamente al emisor. Sin embargo,

por el momento nos limitaremos a expandir la teoría desde el punto de vista del emisor.

III. LA LIBERTAD DEL EMISOR REQUIERE PROTECCION

La emisión de una opinión no es un mero anunciar que “yo pienso...”. Se trata de

una fuerza social y se pretende que así sea.

Puesto que sociedad civilizada es un sistema de ideas, se nutre y crece a partir

del consumo de ideas. Es vulnerable a la suerte que corre cada idea que crea. Y puesto

que cada nueva idea que trate de cambiar la mentalidad en una sociedad probablemente

despierte resistencia, el emisor tiene la necesidad de protección. Pero, ¿protección de

qué?

La libertad de expresión nunca puede ser lograda a costa de eliminar la

resistencia porque la respuesta es también expresión. La libertad de expresión no está

destinada a reprimir el conflicto social sino a liberarlo. Pero, su intensión es que el nivel

de conflicto social sea removido del plano de la violencia y elevado al plano de la

discusión. Esto significa que el emisor está protegido no del enojo, satisfacción,

sufrimiento o pérdida de su clientela, porque ello sería restringir la libertad del

consumidor, sino que está protegido del tipo de daño que no forma parte de un

23

argumento o no es relevante al argumento (destrucción de propiedad, amenaza a los

empleados, intimidación...).

Están quienes piensan que la libertad de expresión implica no dañar al emisor sin

importar cuáles sean las intenciones del mismo. Este ideal, si es que puede considerarse

como tal, sólo puede tener lugar en una sociedad en la cual las ideas se han tornado

impotentes o indiferentes. En toda sociedad actual libre, la libertad de expresión

requiere coraje. Por lo tanto, el primer peligro a la libertad de expresión será siempre el

miedo a la fuente, la timidez del emisor o el que este se venda.

IV. LOS UNICOS AGENTES EFECTIVOS PARA LA PROTECCIÓN DE LA LIBRE

EXPRESIÓN SON LA COMUNIDAD Y EL GOBIERNO

La sociedad actúa encauzando el conflicto social a través del sufragio,

promoviendo la discusión con antelación a la acción, y por tradiciones como el

autocontrol y la tolerancia.

Pero, aun en la más estable de las comunidades, las batallas entre ideas tienden a

lo físico en la medida en que se van haciendo más prolongadas. Hay una inclinación

incesante del debate hacia las presiones maliciosas, la amenaza y la corrupción, las

cabezas y vidrios rotos. El gobierno es el único agente, que mediante el monopolio de la

fuerza física, puede en gran medida asegurar que el argumento oral y de la prensa se

mantendrá como argumento y no como una competencia destructiva. La función

elemental del gobierno en el resguardo del orden público y de los derechos de las

personas debe ser entendida como la piedra angular de la libertad de expresión, puesto

que las más crudas amenazas vienen desde la misma comunidad.

Cuando en la comunidad se da una institución, un cuerpo de interés o creencia,

un grupo de poder, existe el potencial de frenar la libre crítica. Esta hostilidad potencial

se debe no sólo a que resulta más humano reprimir la crítica que intentar responder a sus

argumentos. Se debe también a que la libertad de apelar a la razón puede interpretarse

como la libertad de apelar a la pasión, ignorancia, prejuicio público e inercia mental. No

debemos pasar por alto el hecho de que la libertad de prensa es peligrosa. Pero la cura

frente a un mal argumento no está en negarse a la discusión, ya que se puede llegar a un

acuerdo mientras persista la creencia de que están dados los elementos que lo permiten.

24

La única esperanza para la democracia yace en validar la creencia de la libertad de

crítica.

La primera línea de defensa para la libertad de expresión es el gobierno, al

mantener el orden y la seguridad personal e imponer, en pro de la libertad de expresión,

las sanciones previstas para el sabotaje, el chantaje y la corrupción.

V. EL GOBIERNO PROTEGE LA LIBERTAD FRENTE AL GOBIERNO

Cualquier poder capaz de proteger la libertad es también capaz de infringirla.

Esta verdad es cierta tanto de la comunidad como del gobierno.

Cada gobierno moderno, liberal o no, tiene una posición específica en el campo

de las ideas. Su estabilidad es vulnerable a la crítica en la misma proporción que su

habilidad y capacidad de persuasión. El gobierno que descansa en el apoyo popular no

es una excepción a esta regla. Por el contrario, un gobierno que se nutre de la opinión

pública puede ser tentado a manipular y manejar las imágenes que entran al debate

público.

Entonces, si la libertad de prensa ha de ser una realidad, el gobierno debe fijar

límites a su capacidad de intervenir, regular, controlar o suprimir las voces de la prensa,

y evitar manipular la información en la cual se basa el juicio público.

Cuando hablamos de una sociedad libre nos referimos a una en la cual el

gobierno expresamente limita su esfera de acción en ciertas libertades humanas que

pertenecen al desarrollo normal del hombre maduro. En esta categoría cabe la libertad

de pensamiento, libertad de conciencia, libertad de adorar, libertad de expresar, libertad

personal y libertad de reunión. La libertad de prensa tiene su lugar entre estas libertades.

Todas juntas, sumadas a regulaciones de la propiedad, constituyen el grueso de nuestra

“Declaración de Principios”.

VI. LIBERTAD DE EXPRESIÓN COMO UN DERECHO

Si el gobierno acepta la limitación de su rango de acción en pro de otros

intereses, entonces hablamos no sólo de intereses vitales sino de derechos morales. Son

25

derechos morales porque su ejercicio, además de ser valioso tanto para el ciudadano

como para la comunidad, conlleva un aspecto de obligación.

Los motivos de expresión ciertamente no siempre incluyen tal obligación, son y

deben ser tan variados como lo es la emoción humana. En un Estado moderno con

actividad social se requiere que la expresión y la prensa asuman su libertad natural.

Pero, existe un tipo de expresión que conlleva un mayor grado de obligación, la

expresión del pensamiento y las convicciones. Si un hombre tiene ideas, no sólo desea

expresarlas sino que debe expresarlas. Las funciones sociales indispensables de la

crítica pueden resultar tan despreciables como apetecidas, pero no se trata de un factor

que involucre el deseo. Se trata de un factor de obligación, tanto hacia la comunidad

como hacia algo mayor que llamaremos verdad. Es la obligación del científico con sus

resultados y de Sócrates con su oráculo, es la obligación de cada ciudadano con sus

creencias. Por esta obligación con algo que sobrepasa al Estado es que la libertad de

expresión y la libertad de prensa son derechos morales que el Estado no debe infringir.

La autolimitación del Estado no puede a la larga ser contradictoria con el interés

público. Ello, porque cualquiera sea la naturaleza de las opiniones expresadas, ninguna

nación puede reprimir la conciencia de sus ciudadanos. Donde el ciudadano tiene una

obligación de conciencia, el Estado soberano tiene también una obligación con dicha

conciencia. Tanto el interés como la obligación requieren de que el Estado dé al derecho

moral un status legal.

El debate público es una condición necesaria para una sociedad libre, la libertad

es una condición necesaria para un amplio debate público. Sin embargo, la presencia de

diversas opiniones no equivale a un debate; en este sentido es cuestionable si lo que

llamamos debate está realmente funcionando como lo requiere la salud de la

democracia. Es esencial al proceso la formación de un público mentalmente robusto, sin

el cual una sociedad autogobernada no puede funcionar. Pero, la fuente primaria para

este proceso es la obligación del pensador hacia su pensamiento, en ello yace la

principal justificación de su derecho.

A diferencia de la libertad de expresión, no es un derecho universal el que cada

persona sea dueño de un medio o sea editor. La esencia de la libertad de prensa es que

las ideas que merecen ser oídas efectivamente lo sean, y la decisión de cuáles son esas

ideas descansa en parte en el público y no sólo en los editores y propietarios. En una

comunidad numerosa es necesaria la selección entre las ideas presentadas, pero la

libertad de prensa se convierte en una burla a menos que ese proceso sea también libre.

26

Esto implica que la libertad de expresión es el natural preámbulo a la libertad de prensa

y que la condición de propietario no confiere el privilegio de sordera frente a las ideas a

las cuales la comunidad les ha prestado atención.

27

VII. EL DERECHO MORAL DE LIBERTAD DE EXPRESION NO ES

INCONDICIONAL

Si existen razones por las cuales puede reclamarse un derecho, esas razones

constituyen las condiciones sobre las cuales puede reclamarse el derecho. En la ausencia

de esas condiciones automáticamente se remueve la base del derecho.

Bajo esta lógica, si el derecho a la libertad de expresión se basa en la obligación

del individuo con sus pensamientos, si esta obligación es ignorada o rechazada, y la

persona es un mentiroso o un promotor del odio injusto, entonces la base del derecho no

existe. En la ausencia de la aceptación de las obligaciones morales no existen los

derechos morales.

Puede razonablemente dudarse si el hombre es capaz de repudiar su obligación.

Una sola mentira no hace un mentiroso. Aun así, si definimos al mentiroso como aquel

que habitualmente dice la verdad excepto cuando mentir sirve a su propósito, entonces

la prensa mentirosa no parece un mito. Con ello, la propia base bajo la que se clama la

libertad del emisor se destruye.

Ya que todos los derechos presumen la voluntad del acreedor, no existe el

derecho incondicional. La noción de derechos conferidos por el mismo Creador fue un

arma poderosa en la lucha histórica frente al autoritarismo. Pero, en el contexto de una

libertad política lograda, la necesidad de limitaciones se hace evidente. La concepción

de derechos inherentes y carentes de obligación da como resultado un arrogante

individualismo que hace burla de la institución y la prensa libre. Esta concepción ha

ocultado la esencia de nuestra política liberal, el único derecho natural, el derecho de

hacer la propia obra. De este único derecho, los otros pueden ser derivados mientras

sean válidos, y de este único derecho, la obligación es inseparable.

VIII. EL DERECHO A LA LIBERTAD INCLUYE EL DERECHO A

EQUIVOCARSE

La libertad es experimental, y el experimento involucra la prueba y el error. El

debate en sí no podría existir a menos que las opiniones erróneas puedan ser ofrecidas

por aquellos que las suponen correctas. Para efectos sociales, la libertad implica la

28

tolerancia por parte de aquellos que ven o creen ver el error en los demás. Lo que se

requiere es algo aún más positivo que la tolerancia, se trata del respeto al proceso de

autocorrección en vez de la autoritaria imposición.

El concepto tras este respeto es que el hombre que cae en el error está

efectivamente tratando de llegar a la verdad y que el esfuerzo que pone en ello es la

propia base de la libertad. Lo que el derecho moral no cubre es el error irresponsable y

deliberado.

IX. EL ABUSO DE LA LIBERTAD NO BORRA IPSO FACTO LA PROTECCION

DEL DERECHO LEGAL

La protección legal no puede variar con las fluctuaciones internas de la voluntad

de cada persona, no cesa cuando la base moral ha sido abandonada por el individuo. Ni

siquiera es deseable que el área del uso responsable de la libertad se haga controlable,

aun si esto fuese posible, ya que en ese caso, el autocontrol, ingrediente necesario en

cualquier Estado libre, sería suprimido por el mecanismo.

El intento de corregir los abusos de expresión, incluyendo la libertad de prensa,

mediante penas legales y controles es el primer intento de reforma. Pero, los peligros de

la cura deben ser ponderados con relación a los peligros de la enfermedad; cada

definición de abuso es una invitación al abuso de aquella definición. La ley puede ser

justificada como un actuar en contra de la crítica maliciosa, pero si las cortes fuesen

llamadas a decidir sobre las corrupciones internas de la intensión, entonces la crítica

honesta y necesaria conllevaría un costo para el “coraje de expresarse”.

A raíz de lo anterior es que la expresión corrupta sigue oculta bajo el alero de la

libertad de prensa, que fue creada con fines diferentes. Existe entonces una

preocupación práctica en contra del uso de la acción legal para castigar el abuso de la

prensa.

X. EXISTEN, SIN EMBRAGO, LIMITES A LA TOLERANCIA LEGAL EN EL

ABUSO DE LA LIBERTAD DE EXPRESION

29

Las áreas reconocidas de acción legal en contra del abuso de la libertad (injuria,

obscenidad, incitación al desorden) tienen un principio común, que apunta a que la

publicación invade en forma seria y demostrable los intereses privados o los intereses

sociales vitales. Si nuevas categorías caen en este principio, entonces los remedios

legales se justifican.

Hoy en día la cuestión de la responsabilidad pública en el uso de la libertad es

planteada en términos de la función que la prensa tiene en el interés público. Las faltas

en la acción de la prensa tienen un efecto en el bienestar general. La libertad de expresar

conlleva la libertad de no expresar, para la prensa esta libertad ya no es perfecta.

XI. EL TRABAJO DE LA PRENSA REVESTIDO DE UN INTERES PUBLICO

Como fue observado en un comienzo, el trabajo de la prensa siempre involucra

el interés del consumidor. Mientras el consumidor sea libre, sus intereses están

protegidos por la libertad del emisor. Hoy, sin embargo, las condiciones que afectan la

libertad del consumidor están radicalmente alteradas. Por la concentración de los

medios la variedad de las noticias y opiniones es limitada, y al mismo tiempo las

necesidades del consumidor han aumentado. Su dependencia de la calidad, proporción,

y extensión del flujo de noticias le determina no solo su acceso al mundo, sino también

la materia prima para sus negocios y su actuar en asuntos públicos. Con esta situación,

cualquier comunidad en la que la opinión pública es factor de políticas, domésticas o

internacionales, debe sentir una profunda preocupación.

Claramente ha llegado una era en que cualitativamente la responsabilidad de la

prensa es mayor. Cabe la imperante pregunta si la prensa puede entregarse a la no

regulada iniciativa de los emisores. El derecho moral y legal de los pensadores para

expresar sus opiniones debe en cualquier caso mantenerse intacta; este derecho

representa el individualismo propio del corazón de toda sociedad. Pero, el elemento de

obligación involucrado en el derecho merece un nuevo escrutinio. Y, el servicio de la

noticia cobra nueva importancia. La necesidad del consumidor de recibir adecuado y no

contaminado alimento mental es tal, que está en la obligación de obtenerlo. A raíz de

esta obligación, su interés adquiere el estatus de derecho. Se hace legítimo hablar del

derecho moral de los hombres a usar la información que pueden usar.

30

Puesto que el consumidor ya no es libre para no consumir, y solo puede obtener

lo que requiere a través de los órganos de prensa existentes, la protección del emisor ya

no es suficiente para la protección automática tanto del consumidor como de la

comunidad. La política general de laissez faire en este campo debe ser reconsiderada.

XII. LA PRENSA CONFIABLE Y LA COMUNIDAD RESPONSABLE

La prensa hoy en día, como recientemente lo ha reconocido la Corte Suprema,

tiene responsabilidades en cuanto a la difusión de información que puede hacerse

análoga a las de un difusor común. ¿Puede esta analogía sugerir que la prensa también

requiere de una regulación y cooperación en el futuro?

No se puede escapar a una responsabilidad social en la calidad del servicio de la

prensa. La comunidad no puede delegar en agencias externas una función en la que se

juega la propia esencia de la sociedad libre.

Al mismo tiempo, la mayor energía para un mejoramiento de la calidad de la

prensa debe provenir de los emisores. A pesar de que las metas de la prensa surgen tanto

de la sociedad como de ella misma, las metas deben ser administradas por la propia

prensa. Esto significa que la prensa debe tomar los objetivos de la prensa que la

comunidad profesa como sus propios objetivos. Y, para la corrección de los abusos la

máxima sostiene que la autocorreccion es mejor que una externa. Por lo tanto, mientras

la autocorreccion se mantiene a un nivel realista, es de todas formas preferible a los

códigos estructurados en papel.

¿Cómo debe implementarse este realismo? ¿Y, cómo deben los objetivos de la

prensa identificare con los objetivos de la comunidad? La prensa debe reconocer que

aun cuando su empresa es de características privadas, su esfuerzo para fijar y realizar

sus metas debe estar sistemáticamente asociado a los esfuerzos de la comunidad, los

consumidores y el gobierno.

- Respecto de los intereses de los consumidores y de la comunidad, se debe actuar a

través de órganos especializados y la crítica responsable como fuente de iniciativa.

- En los intereses del gobierno se indican los siguientes principios:

1. Sin inmiscuirse en la actividad de la prensa, el gobierno puede actuar de manera

de mejorar las condiciones en las que estas se lleva a cabo, con el fin de

asegurar el interés del público. Así también, se debe hacer una mejor

31

distribución, más universal y equitativa que promueva la realidad del debate

público.

2. Nuevos remedios legales y prevenciones no deben ser excluidas como formas

de controlar los abusos de la prensa, pero siempre tomando en cuenta las

precauciones que hemos puntualizado. Estas medidas legales no implican una

disminución de libertad, sino que son medios para aumentarla en pro de una

prensa honesta.

3. El gobierno puede y debe entrar en el campo del comentario público y de la

información, no como una empresa privada sino como una fuente

complementaria. Mientras que nuestra experiencia como gobierno democrático

demuestra que el mismo gobierno es uno de los principales puntos de debate, no

se puede esperar que el gobierno controle el debate, sin embargo, no es

inconcebible que sea un instrumento poderoso para la gente respecto a

posibilidades educacionales y otras de índole no comercial que contribuyan al

desarrollo de la prensa.

XIII. CONCEPCION DE LIBERTAD DE PRENSA

La concepción emergente de lo que es libertad de prensa puede resumirse en:

Como en toda libertad, la libertad de prensa implica libertad para y libertad de.

Una prensa libre es libre de compulsiones, cualquiera sea la fuente, de gobierno

o social, externa o interna. Aun así, debe entenderse que no se está libre de presiones, ya

que ello sólo se da en una sociedad moribunda, vacía de fuerzas opuestas y creencias.

Estas presiones sin embargo, si se tornan constantes se acercan a las compulsiones, y

hacen que algo de la libertad efectiva se pierda. La prensa y su público deben luchar por

restaurarla.

Una prensa libre es libre a la expresión de opinión en todas sus fases. Es libre

para alcanzar las metas de la prensa en las cuales se combinan sus propios ideales y los

requerimientos de la comunidad. Para estos fines se debe contar con los recursos

técnicos, financieros, y razonable acceso a las fuentes locales y externas, además de las

facilidades para introducir la información al mercado nacional.

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Para la prensa, hay un tercer aspecto de la libertad. La prensa libre debe ser libre

a todos los que tienen algo que decir. Esto porque el objetivo esencial de la prensa es

valorar las ideas que merecen ser oídas.

XIV. PROBLEMAS CONTEMPORANEOS DEL PRINCIPIO

1. Estos factores de una prensa ideal son de cierta manera incompatibles

unos con otros.

Una prensa que ha crecido al tamaño del mercado nacional, y ha logrado el

máximo de capacidad técnica, rara vez puede ser libre de las compulsiones internas. La

mayor parte de la prensa de alcance nacional es una empresa estrechamente relacionada

con el sistema económico e industrial. Sin embargo, si la prensa ha de permanecer

segura, este defecto debe ser conocido y superado.

Nuevamente, el crecimiento de la prensa va de la mano del crecimiento de la

nación en la tarea de que cada voz reciba la plataforma que merece. La concentración de

poder sustituye una política de control por muchas pequeñas políticas de control,

disminuye el número de competidores y hace menos operativa la acogida de potenciales

usuarios que no tienen prensa. Para este choque no hay un remedio perfecto. Cabe el

alivio de que la prensa asume la responsabilidad de la representación de diferentes

facetas de opinión.

2. Hay una antítesis entre la concepción actual de la libertad de prensa

y la confiabilidad de la prensa.

La confibilidad no es necesariamente un anexo de la libertad. Charles Beard dice

correctamente que “en su origen, la libertad de prensa tenía poco que ver con decir la

verdad... muchos de los antiguos diarios eran devotos a los ataques en contra de

opositores... La libertad de prensa significa el derecho de ser justo e injusto, verdadero o

falso, ya sea en la columna de noticias o en la columna editorial”. Hoy esto conlleva una

irresponsabilidad social. La prensa debe saber que sus defectos y errores han dejado de

ser agentes privados para convertirse en peligros públicos. Sus faltas amenazan el

equilibrio de la opinión pública, se ha perdido la libertad de ser deficiente.

En esta situación se enfrenta un dilema. La prensa debe mantenerse privada y libre, por

lo tanto, humana y falible, sin embargo no puede ser falible porque tiene la necesidad de

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cumplir con los requerimientos públicos. Acá, nuevamente no hay solución perfecta. Lo

importante es que la prensa identifique la necesidad pública e intente satisfacerla. El

derecho legal se sostendrá si el derecho moral es realizado. Hay un punto en el cual la

no-realización del derecho moral se entraba con el derecho legal.

XV. LA META PERDURABLE Y LA REALIZACION VARIABLE

La libertad de la prensa es una meta necesaria en la sociedad humana. La prensa

como un todo es la autoexpresión de la experiencia de cada momento histórico, y dicha

expresión ha de ser verdadera. Mucho del contenido de la prensa cumple su finalidad en

un día, el periodista muchas veces ejerce el arte de la improvisación, y sus productos,

destinados al interés del momento, no requieren de gran cuidado. Sin embargo, la

noticia del día es la palabra permanente de ese día para el resto de los días. La prensa

debe ser libre porque su libertad es la condición de su veracidad, y su veracidad es el

espíritu de la historia de la humanidad.

Al mismo tiempo, la libertad de prensa no es un valor aislado y no puede ser el

mismo en toda sociedad y en todo tiempo. Su función varia con el contexto social. Será

diferente en tiempos de seguridad nacional y en tiempos de crisis, será diferente

dependiendo del Estado y la emoción y creencias del público.

La libertad que hemos examinados asume una mentalidad que puede parecer

uniforme y universal, pero que es producto de nuestra historia particular. Lo que la

mente hace es radicalmente diferente en estados de serenidad y ansiedad, de esperanza y

de frustración.

Mas aun, el consumidor es un hombre diferente cuando juzga a su prensa en

forma individual que cuando lo hace apoyado por otros. La libre y diversa crítica puede

resultar en extrañeza a menos que se tenga acceso a los patrones que interpretan el

pensamiento y el sentimiento. No existe tal cosa como la objetividad a menos que la

mente del lector pueda identificar los objetos a los que se enfrenta.

Aun cuando se den en todo lugar y tiempo las condiciones psicológicas bajo las

que se da una libertad de prensa con significado social, siempre se trata de un problema

de hechos y no de teorías. Las condiciones mentales pueden perderse. También pueden

ser creadas, la prensa siempre es el agente principal de la creación y destrucción de su

propio significado.

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