historia y hermeneutica

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  • 7/29/2019 Historia y Hermeneutica

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    ISSN: 0213-3563

    HISTORIA CONCEPTUAL Y HERMENUTICA1Conceptual History and HermeneuticsF a u s t i n o O N C I N A C O V E SUniversidad de ValenciaB I B L I D [ ( 0 2 1 3 - 3 5 6 3 ) 5 , 2 0 0 3 , 1 6 1 - 1 9 0 ]R E S U M E N

    Por un lado , mi cont r ibuc in es tud ia los l azos de la h i s to r ia conceptua l con lahis tor ia de la f i losofa , desde la versin t radicional de la his tor ia de la terminologa(R. Eucken) y de los conceptos (E . Rothacker ) , pasando por l as rev is iones de l Colle-gium Philosophicum de Mnster (J . Ri t ter , K. Grnder y H. Lbbe) y la metaforolo-g a de H. Blumenberg , has ta l a superac in he idegger iano-gadamer iana de la h i s to r iade l p rob lem a de l neo kan t i sm o y de las cosm ovis ion es de l h i s to r ic i smo. Por o t ro , con trasta e l enfoque de R. Kosel leck con perspect ivas anlogas: la his tor ia del espr i tu(Dil th ey) y la his tor ia d e las idea s (F. M eine cke ) , la sem ntica his tr ico-soc ial (R. Rei-chardt) y la his tor ia de los discursos de factura anglosajona ( la Escuela de Cambridg e : Q. Skinner y J. G. A. Poc ock ) . Kose l leck ras t rea la lg ica de los con cep tos co m oindicadores y propulsores de l mundo moderno y reg is t ra sus c r i s i s , t en iendo encuenta que e l los son inesc ind ib les de los contex tos h i s t r icos de su uso , lo queent ra a un a t ica de la respo nsab i l idad e n su em ple o . A pe sar de su a f in idad con lahermenut ica f i losf ica en su d iagns t ico de los df ic i t s de la modern idad (que lesha hecho gran jearse los rece los de Habermas por su cont inu ismo con e l conservad u r i s m o g e r m a n o ) , l a Begriffsgeschichte y la Histr ica de Kosel leck no se prestan aconver t i r se en un subcaso de aqu l la .

    1. Este trabajo forma part e d e los p royectos de investigacin BFF2001-3835 y BFF2001-1183 delMinisterio de Ciencia y Tecnolog a y recibi su redaccin definitiva dur ante u na estancia en el InstitutoMax-Planck de Historia del Derecho Europeo de Frankfurt y en la Universidad de Mainz merced a unabeca concedida por la Secretara de Estado de Educacin y Universidades. Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    1 6 2 FAUSTINO ONCINA COVESHISTORIA CONCEPTUAL Y HERMENUTICA

    Palabras clave: hermenutica, historia conceptual, historia social, historia de lasideas, historia de los problemas, terminologa, historicismo, metaforologa, doxogra-fa, modernidad.ABSTRACT

    My contribution studies, on the one hand, the links between conceptual historyand the history of philosophy, from the tradit ional versin of the history ofterminology (R. Eucken) and of concepts (E. Rothacker), through the revisions of theCollegium Philosophicum of Mnster (J. Ritter, K. Grnder, and H. Lbbe) andthe me tapho rolgy of H. Blume nberg, to Heideg ger 's and Gad ame r 's t ranscendingof the history of problems of neokantism and of the history of cosmovisions ofhistoricism. O n the other h and , it contrasts R. Koselleck's appro ach w ith other similarperspectives: the history of the spirit (Dilthey), the history of ideas (F. Meinecke),historical-social semantics (R. Reichardt), and the history of discourses (the School ofCambridge: Q. Skinner and J. G. A. Poco ck). Koselleck tracks the logic of co ncep tsas recorders and propellers of the modern world, and registers their crises, takinginto account that they are inseparab le from the historical contexts in which they havebeen used, which entails an ethics of responsibility when employing them. In spiteof their affinity with philosophical hermeneutics in their diagnosis of the shortages ofmodernity (which has provoked Habermas' distrust due to their continuism withGermn conservatism), Koselleck's Begriffsgeschichte and Historik do not lendthemselves to be converted in a subinstance of that perspective.

    Key words: hermeneutics, conceptual history, social history, history of ideas,history of problems, terminology, historicism, metaphorology, doxography, modernity.En l a rec iente b iogra f a de Gadamer , su autor , J . Grondin , apenas aborda losl a z os de la he r m e n u t i c a c on l a h i s to r i a c on c e p t ua l , y , c u a n do l o ha c e , s us a lu s i o nes son escue tas e inc luso c r p t i cas . E l ras t reo de esas in te r fe renc ias mues t ra , s ine mba rgo , que e n t r e a mba s no e x i s t e s l o e s t r i de nc i a , s i no t a mbi n c ompl i c i da d .U n p a r d e m e n c i o n e s a s l o a t e s t i g u a n : p o r u n l a d o , G a d a m e r p r o m o v i l aBegriffsgeschichte no s lo ins t i tuc iona lmente a t ravs de l a c reac in de foros de

    de ba t e e n t o rno a e s e t e ma , s i no que a yud a s u a s e n t a mi e n t o . En ma yo de 1958dic t un a confe ren c ia an te l a Com is in de l Sen ado p ara l a inves t igac in s obr e la h is tor i a conceptua l ba jo los auspic ios de l a Deutsche Forschungsgemeinschaft, con e lt tulo El concepto de sensus comm unis, que i n s e r t e n Verdad y mtodo. Por o t ro ,e l mecenazgo y l a a f in idad suf ren un cor toc i rcui to cuando l eemos , en re lac in consus act ividades d e los a os sesenta , lo s iguiente: part ic ip reg ular m en te en u n c rculode e s t ud i os s ob re h i s t o r i a de l o s c onc e p t os (pe ro fue " e xc l u i do" po r s us a l umnos ,en una ac t i tud de autoaf i rmac in inmadura , de l a in ic ia t iva para le la de t raba ja r e l

    Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp . 161-190

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    tema Potica y hermenutica")2. Koselleck fue uno de sus discpulos en Heidel-be rg , aunque en el d i logo que m a n t u v o con Dot tor i con mot ivo de h a b e rfranqueado un siglo de vida, confesaba Gadamer que este alumno prefera a sucolega Lwith3. Siquiera al comienzo encont ramos al centenario profesor dispuestoen la misma lnea de fuga que los otros pioneros. Mas esta estrategia va a irganando adeptos y detractores a la par, y con el t i empo se ha impuesto la versatilidad metodolgica sin menoscabo de su lozana. Aunque avistaremos muchas desus var ian tes , nues t ra c r iba apuntar pr imordia lmente a la quere l la en t re lahermenut ica y la Histrica, entre Gadamer y Koselleck.i. TENER O NO TENER HISTORIA: SA ES LA CUESTIN DEL CONCEPTO

    Parece un tpico consol idado, al que quiz involuntariamente hayamos contribu ido a apuntalar por estos lares4, la distincin entre dos versiones de la historiaconceptual , la filosfica y la bistoriogrfica (o semntica histrica). A veces se presenta tal diferenciacin de un modo excesivamente tajante, e incluso se adjetivaman iqueamen te la primera de fallida y la segunda de lograda. Este maniquesm o semant iene meramente en el plano de las intenciones doctrinales. Una vez se abandona el terreno del credo terico y se desc iende a sus resultados prcticos (esto es,a los macrodiccionarios y a la serie de publicaciones peridicas que ha promovido),t odo son parabienes encareciendo la exuberancia del trabajo realizado.Con el florecimiento de la praxis investigadora se ha reabierto la controversiaacerca del ideario que la inspira o debe inspirarla y hasta se ha ins inuado la alta

    2. GRONDIN, J., Hans-Georg Gadamer. Una biografa, Barcelona, Herder, 2000, p. 398. Es excesivohablar de hagiografa, como algunos han sostenido. Al respecto es interesante el nme ro 1 (2001) de laInternationale ZeitschriftfrPhilosophie, consagrado a Hermeneutik und Politik in Deu tschland v or undnach 1933, sobre todo: WOUN, R., Unwahrheit und Methode. Gadamer und die Zweideutigkeiten der"inneren Emigration", pp. 93-103, y Gadamer und der deutsche intellektuelle Sonderweg, pp. 93-103.H. R. Jauss tuvo un protagonismo destacado en el proyecto sobre Potica y hermenutica, iniciado formalmente en 1964. El periplo acadmico de Jauss es muy significativo: Heidelberg (1957),Mnster (1959), Giesen (1961) y Konstanz (1966). Koselleck p articipaba en las reuniones de Constanza,cuyas contribuciones se publicaban en la serie Poetik und Hermeneutik, e incluso coordin uno de losvolmenes: Geschichte: Ereignis und Erzahlung, Mnchen, Fink, 1973- La Rezeptionstheorie de Jauss,conectada con Verdad y mtodo, influy en la historia conce ptual de Koselleck, en la medida en quediriga la atencin no a la intencin del autor sino al texto como algo interpretado por lectores que pueden adoptar puntos de vista muy diferentes sobre su significado y aplicacin. Sin embargo , Gadam er seha esmerado en separar su proyecto del de Jauss (cf. DUTT, C., En conversacin con Hans-Georg Gadamer, Madrid, Tecnos, 1998, pp. 67-70).3. DieLektion desjahrhunderts. EinphilosophischerDialog m itRiccardoDottori, Mnster, Lit Ver-lag, 2002, p. 90. Al mismo tiempo reconoce que tuvo la oportunidad de aprender ms de Koselleck quede Habermas, quien abando n pronto Heidelberg (p. 91).

    4. Cf. VIIXACAAS, J. L. y ONCINA, F., Introduccin a KOSELLECK, R. y GADAMER, H.-G., Historia y hermenutica (HH), Barcelona, Paids, 1997, pp. 10, 20. Por supuesto , nuestro objetivo no era coadyuvara su escisin, sino destacar su entrelazamiento (cf., pp. 30-52). Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    t raicin a los padre s fundadores qu e han com etido quiene s hoy cose chan el xi toacadmico y editorial. En los ltimos aos impera, en lo tocante al mtodo, eleclecticismo, lejos de las perspicuas declaraciones programticas de sus iniciadores. Es m s, hoy ya no necesita autoafirmarse la historia concep tual (tarea m uy presente en sus albores) frente a otros enfoques, especialmente frente a neokantismoe historicismo, sino que ahora sus propios oficiantes forcejean entre s y proliferanlas disidencias. Para entender la mixtura actual conviene remontarnos a los adalides de esta empresa que empez a ganar lustre en su segunda generacin, part i cularmente en los crculos que se formaron en torno a las personal idades deGadamer y Ritter. Hay voces que, en vista del pandemnium existente, reclamanun retorno a los orgenes.

    Volvamos, as pues, a los padres fundadores a fin de sopesar la posibilidadde introducir rigor y adoptar una actitud ms latitudinaria 5. En el ltimo tercio delsiglo xix R. Euck en r esp on di al desafo d e una historia de la terminologa filosfica con un influyente libro que comenzara a periclitar irremisiblemente merced alos arietes de Ritter y Gada me r. Los con torno s de su apu esta s obr esa len p or su sencilla nitidez : est al serv icio d e inv estig acio ne s s ob re filosofa sistemtica y se util izar slo como apoyo y ayuda. Luego la terminologa es algo exterior ysubordinado, pero n o por el lo deja d e ser un saludable co m plem ento por la urgencia en abrir el camino a una concepcin ms precisa de los trminos y desbrozarlo de malentendidos. Esta labor se torna ms imperiosa por la constatacin dequ e la prece den te se dedic ms a los con cepto s qu e a las palab ras conceptuales6.La empresa de Rothacker est imbuida del mismo desidertum, y en el prembuloque inaugura el decisivo Archivo para una historia conceptual encontramos unasentencia paradjica: Una historia la tienen los trminos y los problemas, no losconceptos 7.La generacin siguiente se mostr ms ambiciosa e incluso pretenciosa, puesno slo resalt el papel de la historia conceptual, trocando su funcin adjetiva ensustantiva, sino qu e en san ch su temtica, al suplantar el con cep to el lugar que antesocupaba la palabra conceptual o trmino. La antigua disciplina auxiliar abandona elextrarradio y se desplaza al centro. As reza el t tulo de un artculo de Gadamer:

    5. Cf. RICHTER, M., Conceptual History (Begriffsgeschichte) an d Polit ical Theory, Political Theory,14 (1986) , p . 629 . De es te au tor recomendamos un l ibro muy informat ivo: The History ofPolitical andSocial Concepts. A Critical Introduction, New York, Oxford University Press , 1995.6. EUCKEN, R., Geschichte derphilosophischen Terminologie im Um riss dargestellt, Leipzig, 1879(reimpr. Hildesheim, 1964), pp. III , 9, 8, 1. Su desafo lo haba formulado en Aufforderung zur Begrn-dung e ines Lexikons der phi losophischen Terminologie , Philosophische Monatshefte, 8 (1872), pp. 81y ss . Vanse e l excelen te t rabajo de SCHRODER, W. Was heiss t "Geschichte e ines phi losophischenBegriffs"? y la rplica de KNEBEL, S. K. Haben Begriffe Geschichte?, en: SCHOLTZ, G. (ed .) , Die Interdis-ziplinaritat der Begriffsgeschichte, Hamburg, Meiner, 2000, pp. 159-182.7. ROTHACKER, E., Geleitwort, Archivfr Begriffsgeschichte (AB), 1 (1955), p. 9- Edicion es Unive rsidad de Salam anca Azafea. Rev. f i los . 5, 2003, pp. 161-190

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    F A U S T IN O O N C I N A C O V E S 16 5H I S T O R I A C O N C E P T U A L Y H E R M E N U T I C ALa historia del concepto como filosofa* (1970). Las nfulas que se aduean de estadisciplina son confirmadas u n a o des pu s e n otro artculo del mismo tenor: L a historia conceptual no querra ser un nuevo mtodo de la historiografa de la filosofa..., s ino un m om ento integrador del mism o mo vimiento d e las ideas filosficas9.Los miembros del Collegium Philosophicum aglutinados en Mnster alrededor deRitter tambin promueven ese doble ensanche de la historia conceptual, al remachar, por un lado, la intencin teortico-filosfica, sistemtica, de la investigacinde la historia conceptual, y, por o tro, al conc ebir su tema com o una ma gnitud dinmica y su historia, por tanto, como un proceso dialctico 10 . Lbbe habla de la fluidez de los conceptos (entendidos implci tamente como conectados con un rtulolingstico persistente, como compuestos de significante y significado): Los conceptos [tienen] sus movimientos, [...] no [son] petrificaciones [...], sino fluidos 11 .El propio Ritter acompa su majestuoso diccionario de un elenco de principios que deban guiar a los colaboradores. Al menos en las frmulas li terales noresuena aqu el eco de la historia terminolgica de Eucken, quien simplemente esevocado con deferencia, junto a Rothacker, como impulsor de las indagaciones enes te campo 1 2 . Aunque no es rechazada como motivo heurst ico, si e l nuevo proyecto se redujera a registrar la pluralidad significativa de una expresin, acecharael peligro d e relativizar, en el sent ido d el historicism o, la aparic in h istrica [de unconcepto]. La expo sicin del significado ca m biante d e expre sione s tendra qu e verentonces slo con un pasado despojado de todo significado presente 13. Estamodestia choca con la soberbia de su discpulo Lbbe, que pretende colmar elapa ren te hiato entre el carcter vinculante p rese nte d e un con cep to, su definicinnorm ativa, po r un lado, y su gn esis fctica, p or o tro. [.. .]. En general, el lenguaje

    8. AB, 14 (1970), pp . 137-151 (ed . cast. en: Verdad y mtodo ( V M ) , II, Salamanca, S igeme, 1992,p p . 81-93).9. Die Begriffsgeschichte un d die Sprache der Philosophie (1971), en: Gesammelte Werke (GW),Tbingen, Mohr Siebeck, 1987, vol. 4, p. 92.1 0 . LBBE, H., Skularisierung. Geschichte eines ideenpolitischen Begriffs, Freiburg/Mnchen, KarlAlber, 1965, p. 1 1; Begriffsgeschichte ais dialektischer Prozess, en: de m, Die Aufdringlichkeit der Geschichte. Herausforderungen derModerne v o m Historismus bis zum Nationalsozialismus, Graz/Wien/Kln,1 9 8 9 , p. 82.1 1 . No obstante, y en respuesta a las objeciones que se vertieron contra esa dinmica de los conceptos, matiza retricamente: la metafrica de la fluidez, referida a los conceptos, [...es] provocadora,puesto que la ausencia de malentendidos de nuestra comunicacin verbal depende entre otras cosas dela estabilidad de los elementos conceptuales (Die Aufdringlichkeit, p. 81).1 2 . Cf. Vorwort, en: Historisches Wrterbuch der Philosophie (HWP), vol. I, Basel/Stuttgart,Schwabe & Co, 1971 , p . VIL1 3 - RITTER, J., Leitgedanken und Grundstze des Historischen Wrterbuchs der Philosophie, AB,11 (1967), pp. 76-78. Un cierto paralelismo enc ontra m os e n la crtica de Koselleck al axioma historicistade la unicidad de cada poca, que impide que pueda aprenderse algo de un caso anterior. Este hipe-rrelativismo, que inutiliza el tpico de Historia magistra vitae, es el resultado de la sociedad aceleradaindustrial y revolucionaria (Geschichte(n) und Historik. Reinhart Koselleck im Gesprach mit CarstenDutt, Internationale Zeitschriftfr Philosophie, 2 [2001], p. 270. Una versin en ca stellano d e esta conversacin entre Koselleck y Dutt se publicar en la revista Isegor). Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    166 FAUSTINO ONCINA COVESHISTORIA CONCEPTUAL Y HERMENUTICAde la filosofa alcanza el fundamento de su carcter vinculante presente en el usotradicional de este lenguaje. Le asigna dos tareas a la Begriffsgeschichte, una subsidiaria y otra principal. La prime ra funciona com o una s uerte de terapia sem nticadirigida a end ere zar el uso catico y pro m iscu o de un trm ino filosfico. Es enton ces cuando le corresponde intervenir corrigiendo, a fin de tornar el concepto otravez practicable, restau rand o co ntinuid ades qu ebr ad as en el uso filosfico del lenguaje y creando obligaciones de ndole definicional. Lo anterior lo logra en lamedida en que, a travs del trabajo histrico de su gnesis, recomienda fijarlopreeminentemente a aquella definicin acreditada por la plausibilidad y coherencia de dicha gnesis. La segunda parte expresa la pretensin de que la historiaconceptual se erija en historia de la filosofa, y presupone que los conceptos noson magnitudes eternas atemporales, s ino m om entos d e contextos categoriales qu ecambian. Los conceptos son esquemas de orientacin y de accin para la praxisy la teora, involucrados en una filosofa que se entiende como lucha espiritual.De esta manera le confiere a la historia conceptual una ulterior funcin: mostrarcmo ciertos conceptos en ciertas situaciones se han vuelto significativos menospor su fuerza de manifestacin de la realidad que por la provocacin para la formacin de frentes idealpolticos 14. En su l t ima (o penlt ima) toma de posicin,ahora ya adems como inventor de conceptos, no considera la gnesis como fundamento de val idez de formaciones o de cambios conceptuales y aboga por laidoneidad pragmtica como su nico cri terio de uso 1 5 .

    H. Blumenberg, tambin desde 1970 en Mnster, pero cuyos trabajos describen una rbi ta autnoma, comentaba acerbamente 1 6 la indiferencia que le dispensa el HWPdL la metfora, a pesar de la buena acogida de Paradigmas para unametaforologa. A la sazn pensaba que sta era una metodologa al servicio de lahistoria de los conceptos. Aun que e n el apn dice Vista panorm ica sobre la teorade la inconceptualidad al libro Naufragio con espectador (1979) matiz sus ideasiniciales, ha permanecido fiel a su programa:Desde entonces [1960] no ha cambiado nada en la funcin de la metaforologa, siacaso en su referente; ante todo, porque hay que concebir la metfora como uncaso especial de la inconceptualidad. La metafrica no se considera ya prioritariamente como esfera rectora de concepciones tericas an provisionales, comombito preliminar a la formacin d e conceptos, como recurso en la situacin de unlenguaje especializado an sin consolidar [...]. Podra decirse que se ha invertido

    14. Sakularisierung, pp . 11-12, 15-16, 22.15. Begriffsgeschichte und Begriffsnormierung, en: SCHOLTZ, O. C, pp. 32, 40. Subraya la incidencia de esta investigacin en el trabajo del concepto, esto es, en los esfuerzos actuales de la filosofa p or forjar y perfeccionar conc eptos. Entre los concep tos a los que l mismo ha da do u na improntapeculiar, menciona, p. ej.: precepcin, encogimiento del presente, religin civil, historia e ilaminaridadevolutiva. En su libro de 1965 ya evocab a al segun do W ittgenstein com o fuente d e inspiracin (Sakularisierung, p. 12).16. Beobachtungen a n Metaphern, AB, 15 (1971), pp . 161-162. Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    FAUSTINO ONCINA COVES 167HISTORIA CONCEPTUAL Y HERMENUTICAla direccin de la mirada: sta no se refiere ya ante to do a la constitucin de lo con ceptual, sino adems a las conexiones hacia atrs con el mundo de la vida, encuanto sostn motivacional constante de toda teora, aunque no siempre se tienepresente [...]. En este sentido las metforas son fsiles gua de un estrato arcaicodel proceso de la curiosidad terica17 .

    I n v o c a n d o e n l o s Paradigmas la lgica viquiana de la fantasa frente al idealca r tes iano de c la r idad y d i s t inc in sugi r i endo su complementa r iedad ms b ienque su antagonismo, se in te r roga acerca de l as condic iones de pos ib i l idad ba jolas cuales las metforas pueden tener legi t imidad en el lenguaje f i losfico. Menciona dos pos ibi l idades . En primer lugar , las metforas pueden ser exis tencias res i dua les , rudimentos de l paso de l mi to a l lgos. La m eta foro loga se r a aq uref lexin cr t ica, q ue ha de des cub ri r lo im pr op io del en un cia do t rasla ticio. D esd ela pos ic in car tes iana toda his tor ia conceptual tendra slo es te valor des t ruct ivo,de demolic in de aquel la carga abigarrada y opaca de la t radicin. En segundolugar, ci ta como legt imas en el lenguaje fi losfico las metforas absolutas, exist enc ias fundamenta les que , como t ras lac iones , son i r reduc t ib les a l a propiedadde l a lgica . La meta foro loga se r a en tonces , en t an to que cons ta tac in y an l i s i s de su func in enunc ia t iva no resoluble conceptua lmente , una par te esenc ia l dela his tor ia conceptual (en e l sent ido as ampl iado). De es ta forma se demostrar acomo i rreal izable e l programa cartes iano de la te leologa de la logizacin. Unanue va r e l a c i n de lgos y fantas a deber a conduc i r a

    tomar el mbito de la fantasa no como sustrato para transformaciones en lo conceptual donde por as decirlo, elemento por elemento podra ser elaborado ymodificado hasta el agotamiento de la reserva de imgenes disponibles, sinocomo u na esfera catalizadora, en la que se enriquece continuam ente el mund o conceptual, pero sin modificar ni consumir con ello esta provisin de existencias18 .Al asumir la coedicin del AB K. Grnder , ot ro integrante del Collegium yco m o to do s , con Ri tter a la cabeza, bajo e l em bru jo de C. Schmit t, la del im itacinde la his tor ia conceptual respecto de la historia de la terminologa s e c ombi na c onsu d i s t anc iamiento de l a historia de los problemas. En su informe a la Academia de

    Mainz buscar jus t i f icar e l rumbo que desea seguir recordando los hi tos de la joveninves t igacin 19 . Con f recuenc ia nos hemos re fe r ido a l pro tagonismo de l AB. Sucintame nte , recons t ru iremos los h i tos qu e lo ha n en cu m br ad o a su pape l es te la r y a le jado del neokant ismo. En 1927 Rothacker , en la Revista alemana cuatrimestral parala ciencia literaria y la historia del espritu, de la que era cofundador, escr iba un

    17. Schiffbruch mit Zuschauer, A- ed., Frankfurt , Suhrk am p, 1993, p. 77 (ed. cast. Naufragio conespectador, Madrid, Visor, 1995, pp. 97-98).18. Paradigmen zu einer Metaphorologie, AB, 6 (1960), pp. 7-10.19- GRNDER, K., Bericht ber das "Archiv fr Begriffsgeschichte", Jahrbuch der Akadem ie derWissenschaften und der Literatur, Mainz (1967), pp. 76-77. Edic iones Un iversida d de Salam anca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp- 161-190

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    168 F A U S T IN O O N C I N A C O V E SH I S T O R I A C O N C E P T U A L Y H E R M E N U T I C Aartculo sobre Medios auxiliares del estudio filosfico, donde invocaba el llamamie nto d e Euc ken e n 1872 y reiterado e n 1879 a las sociedades doctas, instando aacometer la pro duc cin de un dicciona rio de la terminologa filosfica. Com unicaque prepara un Diccionario de bolsillo de todos los conceptos fundamentales de lasciencias del espritu en su conjunto y de la filosofa de la cultura. A finales de losaos veinte incluso cont con ayuda institucional y Ritter fue su ayudante duranteun breve lapso de tiempo para colaborar en ese trabajo, pero acab estancndose.Sin embargo, Rothacker no cej en su empeo y con posterioridad lanz elenvite a las academias, avinindose la maguntina a financiar su plan. Como unapropedutica surgi el AB, que deba proporcionar, tal como reza su subttulo, losMateriales para un diccionario histrico de la filosofa. Los logros de R. Eisler sequedaban demasiado cortos en comparacin con la envergadura del nuevo proyecto. Desde 1955 aparece anualmente un volumen del AB. En el prlogo delnmero inaugural acua su eslogan de una historia de toda la terminologa filosfica y de las concepciones del mundo. De su consigna se desprende queentiende su labor como una prosecucin de la obra de Dilthey, aun sin ser discpulo directo. La deuda con la Introduccin a las ciencias del espritu es notoria ysu influjo se dete cta e n la funda cin de la prec itada Revista alemana cuatrimestral.Un mo tivo adicional consista e n la intencin de cerrarle el pas o a los georg ianos 20 .Pero al disolver Dilthey todas las objetivaciones del espritu en su sentido expresivo y circunscribir en ton ces la historia d e la filosofa a las cosm ovisio nes, arrostrael riesgo de su psicologizacin. Este sesgo, paradjicamente, dio pbulo a la historia de los problemas, que realza el contenido objetivo de la tradicin.Grnder, no obstante, al tomar el t imn del AB, se ceba, por un lado y principalmente en la historia terminolgica ("Trmino" sabe a definicin completa, trasla cual podra desa pare cer la gnesis com o indiferente), y, por otro, en la pujantefilosofa analtica que insiste en el uso actual de las palabras, al inducir un cortearbitrario de las connotaciones histricas. En cualquier caso, reconoce como herederos legtimos de la historia conceptual al servicio de los cuales est el AB eldiccionario de Ritter, el lxico de Conze y Koselleck y el Diccionario de bolsillode la terminologa musical de H. H. Eggebrec ht2 1 . En el volumen a partir del cual

    2 0 . Sobre la fascinacin qu e ejercan los georg ianos vas e la biografa de G adamer, o . c, pp . 121-129.2 1 . Aunque Grnder le echa un capote a la metaforologa de Blumenberg al hacerla un ingrediente insoslayable de la historia conceptual, ste no comparte los recelos de aqul frente a la expresin terminologa. Las definiciones fueron demasiado a menudo slo la apariencia de la precisinante la realidad terica de las necesarias imprecisiones: La exactitud puede ser un producto de lainterferencia de indeterminaciones. Y hasta convierte la tarea compre hensiva de la Begriffsgeschichteen una investigacin terminolgica que pod ra ayudar a enten der las formaciones d e concep tos com oproces os con consecu encias y a practicarlas crticamente (Jahrbuch der Akademie der Wissenschaf-ten und der Literatur, 1967, pp. 79-80; cf. pp. 74-77). Curiosamente, Ritter y Koselleck han subrayado,en sus respectivos diccionarios, los mritos de Blum enberg, para a continuacin justificar, aduc iendoel estado todava bisoo de los estudios en este terreno, por qu han preterido el escrutinio metafo-rolgico (HWP, vol. I, pp. VIII-IX; Gesch ichtliche Grun dbegriffe. Historisches Lexikon zurpolitisch-sozialen Sprache in Deutschland (GG), Stuttgart, Klett-Cotta, 1972 y ss., vol. VIII, p. VIII). Cabe, Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    FAUSTINO ONCINACOVES 1 9HISTORIA CONCEPTUAL Y HERMENUTICA

    dirigen la revista Grnder, Gadamer y Ritter, el ltimo publica Ideas dominantes yprincipios fundamentales del Dicionario histrico de la Filosofa, donde destaca laobsolescencia del Diccionario de los conceptos filosficos de Eisler, aparecido en1897 y cuya cuarta edicin se remo nta a 1927. El prop sito pr ime ro d e reelaborarlotuvo que ceder muy pronto ante la conviccin de que deba ser organizado denuevo y por entero. Una grave limitacin interna de Eisler estriba en la separacindrstica que establece entre la funcin sistemtica de los conceptos y su historia,en la desconexin entre las definiciones que inician cada artculo a fin de fijar deun modo vinculante la significacin de los conceptos y el material histrico. Todolo que no rem ite a un significado exac to es releg ado a lo m eram ente histrico. Ritter replica que la pared divisoria entre sistema e historia de la filosofa no es compacta ni infranqueable, s ino permeable y porosa. Adems, se ha producido unamodificacin en la relacin de la filosofa con las ciencias. Mientras que Eislerprima todava las ciencias de la naturaleza (y ante tod o la psicologa), aho ra pas ana un primer plano la teologa, el arte, la literatura, la lingstica, la sociologa y engener al las ciencias del espritu.Ritter y su equ ipo dec iden no seguir la va cartesiana (d e Eisler), seg n la cuallos conceptos claros y distintos pueden comprender el objeto de la filosofa conuna precisin definitiva, sustrada a todo vaivn. Han de moverse entre dos extremos , el normativismo ahistrico y el relativismo histrico, aproximndose lo msposible a la investigacin histrico-conceptual, pero sin pretender que su diccionario se cia a ella. En esa equidistancia, y en particular frente a la incipien te pr eponderancia de los programas remozados de una mathesis universalis y de unfisicalismo, se alian con Ga dam er y una nuev a con ciencia crtica qu e de sde ento nces deb e aco m pa ar a tod o filosofar res po nsa ble, y qu e coloca a los hbito s de lenguaje y pensamiento. . . ante el foro de la t radicin histrica a la que todospertenecemos comunitariamente22 .Ya hemos aludido a la labor precursora de la hermenutica filosfica, en losaos cincuenta, con respe cto a una Begriffsgeschichte interdisciplinar, que procuraclarificar importantes conceptos fundamentales de la filosofa y de las ciencias enun intercambio entre los representantes de las ciencias particulares y la filosofa23.Esta labor no es ajena a la criba que Heidegger ha hecho en el epgrafe 6 de Sery tiempo dedicado a elucidar el sentido de la destruccin de la ontologa tradicional de varias aproximaciones consolidadas: la doxogrfica, la Problemges-chichte neokantiana y la Geistesgeschichte diltheyana:empero , cons ta tar una aper tura t i tubeante a la h is tor ia de las metforas , inc luyendo ambos d icc ionarios algunas de ellas: Licht, Sprung, Theatrum mundi (HWP, vols. V, VI, X); y ffentlichkeit, Organ,Organism us, Organisation, politischer Krper (GG, vol. IV).22 . Verdad y mtodo ( VM), Salamanca, S igeme, 1991, p. 27; RITTER, Leitgedanken, AB, 11 (1967),p p . 75-80 y su pr logo a l pr imer volumen del HW P (pp. VII-VIII).23 . Arbeitsbericht der Senatskommission fr Begriffsgeschichte bei der Deutschen Forschungs-gemeinschaft, AB, 9 (1964), p. 7. Edic iones Univers idad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    La destruccin no se comporta negativamente con respecto al pasado, sino que sucrtica afecta al hoy y al mo do corrien te d e tratar la historia de la ontolog a, tantoel m od o doxo grfico co mo el que se orienta po r la historia del espritu o la historia de los problemas. La destruccin no pretende sepultar el pasado en la nada;t iene un pro psito positivo; su funcin negativa es slo implcita e indirecta 24 .

    L u e g o He i d e g g e r a c i c a t e a a Ga d a m e r a d e sp r e n d e r se d e t a l e s l a s t r e s . s t er e c o n o c e a l a historia del problema el mri to de conjurar los pe l igros de una re la-t iv i zac in h i s to r i c i s t a de todo pensamien to f i l osf i co , pe ro a lbe rga un momentodogmt i co , a l p re suponer i r r e f l ex ivamente l a i den t idad de l p rob lema de los p l ant e a m i e n t o s c l s ic o s y c o n t ri b u i r al e n t u m e c i m i e n t o d e l o s l l a m a d o s c o n c e p t o s q u micamente puros de l a t e rmino log a f i l osf i ca acadmica (VM, I I , pp. 85-86, 93) .Po r e l c o n t r a r i o , e l p r o g r a m a d e u n a Begffsgeschichte fi losfica consiste en seguirun movimien to que s i empre rebasa e l uso l i ng s t i co o rd ina r io y des l iga l a d i rec c i n s e m n t i c a d e l a s p a l a b r a s d e su m b i t o d e e m p l e o o r i g i n a r i o , a m p l i a n d o od e l i m i t a n d o , c o m p a r a n d o y d i s t i n g u i e n d o , y d e e s t a m a n e r a n o s e p r e t e n d e s l oi lu s tr a r h i s t r i c a m e n t e a l g u n o s c o n c e p t o s s i n o

    renovar el vigor del pens am iento q ue se manifiesta en los pun tos d e fractura de l lenguaje filosfico que delatan el esfuerzo del concepto. Esas fracturas en las que sequiebra en cierto modo la relacin entre palabra y concepto, y los vocablos cotidianos se reconvierten artificialmente en nuevos trminos conceptuales, constituyen laautntica legitimacin de la historia del concepto como filosofa ( VM, II, pp. 92-93).

    De ah e l i nes t imable rend imien to de l a h i s to r i a concep tua l , pues s i e l mundoe s s i e m p r e u n m u n d o i n t e r p r e t a d o e n e l l e n g u a j e (VM, I I , p . 83) , su re lac in nod e b e c o n s i d e r a r s e s l o c o m ola relacin d e crtica lingstica, sino tambin u n pro blem a d e b squ ed a lingstica.Y creo qu e ste es el drama p avo roso de la filosofa: qu e sta sea el esfuerzo co nstante de bsqueda lingstica o, para decirlo ms patticamente, un constantepadecer de penuria lingstica (VM, II, p . 87).

    Gadamer no cesa de re i t e ra r e l mi smo mensa je a lo l a rgo de l c i t ado a r t cu lode 1970:La apo rtacin de la historia del con cep to con siste en liberar la expre sin filosficade la rigidez escolstica y recup erarla para la virtualidad del discurso ( VM, II, p. 93).

    24. Ser y tiempo, trad. de J. E. Rivera, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1997, p. 46. Tambin R othacker tild las obras doxogrficas de Eisler (sus lxicos de co ncep tos, d e filsofos y kantiano)de meras cajas de fichas, cuyo nico valor reside en ser un tesoro de citas (ROTHACKER, E., Hilfsmit-tel des philos ophis chen Studiums, Deutsche VierteljahrsschriftfrLiteraturwissenschaft und Geistesges-cbicbte, V [1927], pp. 766-791). Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    Emplaza el modelo de ese arte en los dilogos platnicos. Una similar tomade posic in la encont ramos u n ao des pus en La historia conceptual y el lenguajede la filosofa, do nd e le adscribe la misin tanto de cuest ionar la obvied ad, induc-tora al error, de nuestros conceptos como de fomentar tambin en el lenguaje unaconciencia crtica frente a la tradicin histrica. Exige no limitar la historia conceptual fi losfica a la deduccin de palabras conceptuales ni al hallazgo de unadefinicin a sem ejanz a de l us o cientfico de l lengu aje. Ve ventajas en el carc termetafrico de conceptos abstractos, por su fuerza evocadora y cognoscitiva. Laspalabras y sus significados son relevantes para la orientacin lingstica del mundoslo fundidos en el movimiento del entendimiento recproco 25 . En suma, amnde superar el anquilosamiento neokantiano de la filosofa, atenazada por el acotam iento del reperto rio de tpicos per en ne s en su historia, la herm en utica filosficave en la inflexin ontolgica heideggeriana (entendida como modo de ser) unavance respecto a la metodolgica di l theyana (entendida como modo de conocer).Este enfoque, adems de la psicologizacin de la filosofa cuya historia se reduca a la descripcin comparat iva de las formas de despl iegue de los t ipos depersonalidades, incurre en el anacronismo y en la empatia, en la transposicinhistrica o psquica del sujeto en el objeto con el inexorable drenaje de prejuicios yvivencias en el primero al repudiarlos como un agente contaminante del conocimie nto objetivo. Gadam er, finalmente, le allanar el cam ino a Koselleck al ah on darste en la diferencia preparada por aqul entre palabra y concepto. Aunque tantopalabras com o conc eptos so n pol ismicos, los l timos aad en la cual idad d e tene rms de un significado de m anera esencial , esto es, no p ue de n deve nir unvoco s2 6 .La concentracin d e contenido s semnticos en los concep tos pro cede de la necesidad de expresar la multiplicidad de la experiencia histrica. Slo el contexto discurs ivo br inda razones para dec id i r una in terpre tac in en su inevi tab leequiv ocida d. Po r eso el significado de los conc epto s (tam bin d e los filosficos) nopuede obtenerse fuera de su uso en la sociedad {FP, p. 109).La historia de los conceptos no tiene por qu coincidir con la de las realidadesqu e desig nan e n una relacin de 1 a 1. De ah la imp ortancia d e alternar semasiologa y onomasiologa. Adems, Koselleck dice:Los conceptos com o tales no tienen historia. Contienen, pero no tienen, historia27.

    25. GWi, pp . 78-94. Vase VM, p. 655.26. Una palabra se conv ierte en c onc epto si la totalidad de un contexto de ex periencias y significaciones sociales y polticas, en el que y para el que se usa una palab ra, entra, en su conjunto, e n esanica palabra (Vergangene Zukunft. Zur SemantikgeschichtlicherZeiten, Frankfurt, Suhrkamp, 1979;ed. cast. Futuro pasado (FP), Barcelona, Paids, 1993, p. 117). Remitiremos a esta edicin, aunque sinatenernos literalmente a su traduccin.27. Begriffsgeschichtliche Probleme der Verfassungsgeschichtsschreibung, Der Staat, Beiheft 6(1983), p. 14; Begriffsgeschichte und Geschichtsbegriffe, en: Geschichte der sterreichischen Human-wissenschaften, vol. 1, Wien, 1999, p- 348. Vanse las contribuciones al nmero monogrfico sobre Elproblema de la historia conceptual, en: Res publica. Revista de la historia y del presente de los conceptos polticos (Murcia), 1 (1998) sob re to do el artculo de G. Duso . Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    Para desentraar en qu consiste que un conc epto contenga historia hem os d eallegarnos a Conceptos histricos fundamentales. Lxico histrico del lenguaje poltico-social en Alemania. Su mtodo se nutre de cinco elementos: anlisis de crt icahistrica, el principio diacrnico, la semasiologa y la onomasiologa (indagan,respect ivamente, los diversos significados de una expresin y la variedad dedenominaciones para una situacin real), la distincin entre palabra y concepto, yla premisa de que la historia se plasma en determinados conceptos. Estudia laconvergencia, no la ident idad, de concepto e historia en un perodo turbulento,entre 1750 y 1850 (la llamada Sattelzeit), cuya conceptualizacin se halla marcadapor una cudruple impronta: temporalizacin, democratizacin, ideologizacin ypolitizacin.Un conc epto test imonia las mutaciones sociales y encauza su horizonte prospectivo. Registra a la vez que propulsa, y, por lo tanto, es terico-prctico. Justamente la bipolaridad de los conceptos permite a su historia suministrar unainformacin qu e no se pu ed e recab ar del simple exam en de la pro pia situacin fc-tica. Desde tal atalaya se divisa una dimensin de la realidad social actitud antesta, expectativas de futuro inaccesible mediante el anlisis objetivo:

    Un concepto n o es slo indicador de los contextos que engloba; tamb in es un factor suyo. Con cada conce pto se establecen determinados horizontes, pero tambinlmites para la experiencia posible y para la teora pensable (FP, p. 118).Debe loca l izar lo contemporneo y lo an t icuado , descr ib i r e l g rado decorrespondencia o desviacin entre un cuadro histrico objetivo y las experienciassubjetivas expresadas en sus conceptos coetneos, y entre stos y los nuestros. Ladisputa semntica por los trminos apropiados forma parte de la refriega poltica,pero el tempo de los conc eptos, sin em bargo, n o es el tempo de las estructuras sociales. Por eso la historia con ceptual afronta el problem a d e la duracin, c am bio y novedad de los primeros y el del cronometraje de las segundas. Ya con la publicacin en1967, en representacin del Grupo de trabajo para la historia social moderna de W.Conze, de las Lneas directrices para el lxico de conceptos poltico-sociales de la

    poca moderna28 presumi de haber superado la tradicional historia de las ideas(Geistesgeschichte e Ideengeschichte de F. Meinecke). Este taller de la Begriffsges-chichte de Heidelberg (do nd e tam bin se fragua la herm enutica) se trasladar a lajoven Universidad de Bielefeld, cuyo Centro para la investigacin interdisciplinarsirve en 1975 y 1976 como lugar de encuentro entre diversos especialistas con lasmiras puestas en el acercamiento entre historia conceptual e historia social, y aqu se

    28. KOSELLECK, R., Richtlinien fr das Lexikon politisch-sozialer Begriffe der Neuzeit, AB, 11(1967), pp. 81-89- Cf. la Introduccin al primer volumen de GG que vio la luz en 1972. Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    halla el em brin d e un eq uip o, surgido oficialmente e n 1977, qu e se enfrentar a laproblemtica de los confines entre lingstica e historia 29 .Desde diversos flancos ha recibido ataques este paradigma general de historiaconceptual brillando con luz propia los de la l lamada Escuela de Cambridge. Unaobjecin de peso acenta la ndole contradictoria del presunto dinamismo de losconceptos , equiparando es ta empresa a un oxmoron:No hay historias de los conceptos com o tales; slo puede haber historias de su uso 30 .

    En su Enciclopedia Mittelstrass ya haba llamado la atencin sobre la fcil contravencin del postulado de invarianza en la que incurre la Begriffsgeschichte:Algunos problemas sistemticos se asocian al trmino historia conceptual en lamedida en que no es razonable hablar sin ms de historia en relacin a con ceptos que, en el marco de una teora del concepto orientada lgicamente, se presentan como objetos abstractos. Si se modifican las diferencias, se modifican tambinlos concep tos correspondientes y surgen nuevos conceptos.

    Sin embargo, modera un repudio tan drst ico sealando que esos cambios enlas diferencias pueden entenderse como ampliacin, despliegue o precisin de ladiferencia originaria, por lo que est justificado decir que un concepto evolucionao que existe una historia de esa diferenciacin, esto es, del concepto 31 . En unreciente simposio Pocock, junto a Skinner el otro baluarte de dicha Escuela, plantea a la versin particular de K oselleck tres crticas qu e a pun tan a (1) marc ar las distancias entre una historia de los conceptos y una historia de los discursos; (2) asolidarizarse con el aserto de Skinner de que es imposible escribir una historia delos conceptos; y (3) a impugnar la nocin de una Sattelzeit y su capitalidad en laBegriffsgeschichte (la lt ima la aparcamos de m om ento).En primer lugar, Pocock con sidera la historia de los concep tos co mo dep end ientey auxiliar de u na historia de los discursos m ltiples32. En consecuencia, subo rdina el

    29. Esta iniciativa tendr su reflejo editorial en la coleccin Sprache und Geschichte (Klett-Cotta),coord inada por Kosel leck . En e l c rcu lo de Bie lefe ld no ha perd ido v igor e l componente social de suinves t igacin , y hace ms de una dcada se puso en marcha la rev is ta Geschichte und Gesellschaft,im pul sada tam bin po r H. U. W ehler y J . Kock a (m s influidos po r la Teora Crtica francfortiana), pe rode la que se ha descolgado Kosel leck por sus d iscrepancias con s tos .30. SKINNER, Q ., A Rep ly to My Critics, en : TULLY. J . (ed .) , Meaning and Context. Quentin Skinnerand bis Critics, Cambridge, 1988, p. 283-31 . Begriffsgeschichte, en: MITTELSTRASS, J . (ed.) , Enzyklopadie Philosophie und Wissenscbqftstbeorie,1, Ma nnheim /Wien /Zr ich , Bib l iographisches Ins ti tu t-Wissenschaf tsver lag , 1980, pp . 270-271. O s egnotro avezado detrac tor : Dos haces de notas caracter s t icas que se d is t inguen en tre s tambin s lo enuna nota , dan lugar a dos conc epto s . Si un co nc ept o f ijado po r determ inado s rasgos caracter s t icos esmodif icado , surge en tonces un nuevo concepto . En es te caso es inadmis ib le hablar de dos o ms for m a s d e un concepto (SCHRDER, O. C, p. 164).

    32. Un lenguaje o discurso es una estructura compleja que comprende un vocabulario, una gramtica, una retrica y un conjunto de usos, supuestos e implicaciones exis tentes en el t iempo y empleables Edic iones Univers idad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    anl isis diacrnico, que asocia con la Begriffsgeschichte, al anlisis sincrnicopract icado por historiadores del discurso. En sent ido estricto, la escri tura de lahistoria ha de ceirse a las palab ras y sus usos. Como wit tgens teiniano , ent iend elos conceptos como lo que es usado en juegos del lenguaje. Aqu se desliza unailegtima extrapo lacin d e los reparo s a A. O. Lovejoy y sus unit ideas sobre la basedel fracaso en distinguir entre los trminos que expresan un concepto y lo quepuede ser hecho con un concepto :

    Este tipo de historia de las ideas... tiende a darse por satisfecha con una historiacasi privada, desposeda de agentes reconocibles [...]. La principal duda acerca delmtodo ha consistido en q ue ha focalizado su atencin en ideas ms bien que ensus usos, ha parecido insensible a los modos fuertemente contrapuestos en los queun concepto dado puede ser puesto a funcionar por diferentes escritores endiferentes perodos histricos.Pero la iniciativa del lxico de Ko selleck, y de ah la m en cio na da ilegitimidad ,est inspirada por un ataque a las cualidades desarraigadas de una historia socialpropias de sus predecesores. Aun concediendo que los conceptos siempre operandentro de un discurso, Koselleck discrepa sobre la incompatibilidad entre historiade los conceptos e historia del discurso. Son interdependientes. Un discursorequiere concep tos claves en orden a expresar aquel lo de lo que se est h ablan do,y el anlisis de los mismos requiere conocimiento de contextos lingsticos yextralingsticos. Aunque los conceptos se mueven siempre dentro de un discurso,

    ellos son los pivotes e n torn o a los cuales giran los argum entos. Los conceptos fundamentales definen las partes irreemplazables del vocabulario poltico y social,com binan experiencias y expectativas de tal m anera q ue se vuelven indispensablespara la formulacin de las cuest iones ms urgentes de un t iempo dado. Por consiguiente, tales conceptos son altamente complejos y siempre controvertidos. Estopor u na co munidad semiespecfica p ara propsitos polticos interesados y que adems extienden a vecesla articulacin de una cosmovisin o ideologa. [...]. Por lo comn, un nm ero d e tales lenguajes existenen competencia, confrontacin, contestacin e interaccin uno s con otros (LEHMANN, H. y RICHTER, M. (eds.),TheMeaning ofHistorical Terms and Concepts. New Studies on Begriffsgeschichte, Washington, G ermn His-torical Institute, 1996, p . 47). Un discurso o lenguaje es una entidad compleja y viva, un sistema, o inclusoun organismo. [...]. Ningn lxico de conceptos, po r com prehensivo y exhaustivo que sea, pu ede equivaler a tal sistema u organismo o algo que tenga una historia tan compleja como la del lenguaje. [...]. Posiblem ente, esto es lo que W ittgenstein quiso decir al emplear el trmino Lebensform (p. 51).Un replanteamiento de la historia conceptualha expuesto BUSSE, D., HistorischeSemantik. Analyseeines Programms, Stuttgart, Klett-Cotta, 1987, al apuntalar el programa de aqulla con cimientos msslidos. La semntica histrica debera reposar en la filosofa del lenguaje de Wittgenstein, H. Hr-mann y H. P. Grice, e incorporar algunos de los logros de Foucault en el orden del discurso. De estamanera es menester introducir unas exigencias mnimas: la atencin a textos pragmticos escogidos demodo reflexivo (hasta ahora marginados por la prioridad concedida a los textos tericos y normativosde las fuentes), consideracin de la situacin histrica de la comunicacin en cada caso y deteccin decampos semnticos en lugar de una sobrecarga de ciertos conceptos aislados artificialmente (cf. BUSSE,D. (ed.), Begriffsgeschichte un d Diskursgeschichte, Op laden , Westdeutscher V erlag, 1994). Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    es lo que los hace histricamente significativos y socava la prioridad del enfoquesincrnico. En toda exgesis sincrnica de un texto hay que calibrar los criteriosde seleccin que conducen a un escri tor a usar conceptos de un modo y no deotro. Ningn autor puede crear algo nuevo sin retrotraerse al corpus establecidodel lenguaje, a los recursos lingsticos creados diacrnicamente en el pasado prximo o remoto, y compart ido por todos los hablantes y oyentes. Entender o serentendido presupone un conocimiento previo de cmo ha sido usado el lenguaje.Frente a la inviabilidad de una historia de los conceptos, Koselleck distingueBegriffsgeschichte d e Ideengeschichte. Una historia de ideas inmutables no puededar cuenta d e los diversos roles desem pe ado s p or el las en contextos dispares. Porel contrario, Koselleck mantiene que todo acto de habla es nico, y que todos losconceptos son actos de habla en una si tuacin que no puede ser repl icada. Comotales, ocu rren slo una vez, no son sustancias capac es de llevar una vida a utn om a,pero no pueden reducirse a actos de habla individuales. La historia de los conceptos puede ser reconstruida mediante el estudio de la recepcin o t raduccin deconceptos pr imeramente usados en e l pasado pero despus puestos a l serv ic iode generaciones posteriores. La unicidad histrica de los actos de habla, queparece imposibili tar una historia de los conceptos, crea de hecho la necesidad derec ic lar conceptua l izac iones pre tr i tas . Al deveni r fundamenta l un concepto ,enmarca y restringe, aumenta y l imita el vocabulario vl ido para las generaciones sucesivas. El reciclaje l ingst ico asegura al menos un grado mnimo decont inu idad , pero toda aserc in acerca de cont inu idades en e l empleo de conceptos debe ser apoyada por usos concretos e i terat ivos 33. En suma, Koselleck nopresume ninguna identidad sustancial resistente a todo cambio ms all del t iemponi una reificacin del concepto en un ens succesivum. Precisamente por no apadrinar esa identidad tampoco ignora el postulado de invarianza, segn el cual todavariacin de notas lgicas da lugar a un concepto discreto diferente.Un segundo reparo ha sido condensado en la denuncia de un fet ichismo delos nombres, que constrie a la historia conceptual a omitir la posibilidad de losequvocos, esto es, del empleo de una expresin con distintos significados endiversos textos, por estar aferrada su investigacin a un marbete lingstico que semantiene constante. La Begriffsgeschichte confundira la ocurrencia de un vocablocon la presencia de un concepto: La persistencia de... expresiones no nos dice nada

    33- La contes tac in de Kosel leck en e l encuentro de Washington resu l ta muy esclarecedora (cf .KOSELLECK, R., A Response to Comments on the Geschichtliche Grundbegriffe, en: LEHMANN, H. y RICK-TER, M. [eds.], o. c, pp. 63-66) . En una apor tac in aparecida en 2002 ha subrayado la impos ib i l idad deescr ib ir una h is toria de un co nce pto par t icu lar y concre to , pero , segn l , es incontes tab le qu e un concep to , con independe nc ia d e s u emp leo o r ig ina rio , ha ganado o aban don ado pa u la t inamen te en e l p ro ceso his trico una diversidad de s ignif icados. Por tanto, resulta plausible escribir la his toria de estosestratos temporales de s ignif icados (cf . KOSELLECK, Hinweise auf die temporalen Strukturen begriffsges-chichtlichen Wandels, en: BDEKER, H. E. [ed.], Begriffsgeschichte, Diskursgeschichte, Metapherng es-chichte, G ttingen , Walls tein Verlag, 2002, pp . 37-38; cf. p . 32). Edic iones Univers idad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    fidedigno en absoluto sobre la persistencia de... conceptos34 , ocultando que nos lashabernos con homo nimias, con diversos conceptos conectados contingentemen te co nidnticos cuerp os de palabra s. Prima un a c once pcin esencialista, realista (frente a laalternativa pragmtica) de significado como algo inherente al signo, como su propiedad objetiva, incluso como entidad concreta o abstracta al margen de su empleo.Al menos en el seno de la comunidad de oficiantes de la semntica histrica se hatenido conciencia de este enojoso reparo y por ello no slo programticamente setendi a entrecruzar onomasiologa y semasiologa, sino que de sus filas salieronvoces rad ica les que abogaban por para l izar es te proyecto y que l lamaban aabandonar la l igazn a una figura verbal en favor de una exp loraci n y ex posicinde ca mp os co nceptuales y argumentaciones35 . R. Reichardt ha pisad o con solvencia este terren o am pliand o co n xito la trama se mn tica y hasta iconogrfica a laque no es ajeno el propio Koselleck con su dedicacin a los conceptos antnimos(Gegenbegriffe)y sus recientes trabajos sobre monumentos funerarios. Aqul, juntoa E. Schmitt , ha pa trocinad o u n Ma nual de conceptos poltico-sociales fundamentales en Francia 1680-182(P6, que responde a una or ien tac in metodolgica ahorcajadas sobre la lexicometra francesa y la Begriffsgeschichte, es decir, deudoratanto de los m todos cuant itativos com o de los herm enu ticos de los GG Desdobla su censura en dos puntos: GG sigue remedando la Geistesgeschichte al privilegiar a los grandes pensadores y la cultura de las lites, mientras que Reichardtopina que para mostrar las transformaciones reales en la sociedad hay otras fuentes ms convincentes com o las actas notariales, v. g. qu e las denom inacioneslingsticas d e c on cep tos co m o burgus o capitalista. La larga ex tens in tem po ral en que se anal izan los conceptos en GG, desde la Antigedad a la EdadModerna, dificulta en exceso discriminar sus cambios y afinar cmo se usaban encada momento por los grupos sociales en liza.Por ltimo, Q. Skinner ha intenta do darle la puntilla a la teora gadam eriana com ohistoriografa al reivindicar la renta bilidad de la historia d e la filosofa par a o bte ne r u na

    34. SKINNER, Q., Meaning and Understanding in the History of Ideas, History and Theory, 8(1969) , p. 39 .35 . KNOBLOCH, C, ber iegungen zur Theor ie der Begr i f f sgeschichte aus sprach- und kommuni-kationswissenschaftlicher Sicht, AB , 35 (1992), p. 9; SCHULTZ, H., Begriffsgeschichte und Argumenta-t ionsgeschichte , en : KOSELLECK, R. (ed .) , Historische Semantik und Begriffsgeschichte, Tb ingen ,Klett-Cotta, 1978, pp. 43-74.36. Mnchen, Oldenbourg , 1985. Cf . REICHARDT, R. (ed.) , Aufklrung und Historische Semantik,Ber lin , Du nck er & Hum blot , 1998 (nm ero monogrf ico de la Zeitschrift fr historische Forschung,B e i h e ft , 2 1 ) l a c o n t r i b u c i n d e R e i c h a r d t e s u n a d e c l a r a c i n p r o g r a m t i c a d e s u s e m n t i c ah i s t r i co - s oc ia l de l d i s cu r s o (pp . 7 -28 ) ; y e l a r t cu lo pa r a e l co lec t ivo ed i t ado po r SCHOLTZ, O.c, pp. 111-133. Se dis tancia de los paseos por las cimas de la Geistesgeschichte y de la a tomizacinartif icial de conceptos particulares de la Begriffsgeschichte, y en su lugar se conce ntra ta n to en un cor -pus ser ia l de tex tos co t id ianos y en fuentes co lect ivas como en una mul t ip l ic idad de palabras af ines ocomplementar ias en su s ignif icado con sus respect ivos campos semnt icos . Le concede especia l re levancia a la dimensin s gnica, f igurativa y plstica del lenguaje y a los documentos iconogrficos.Bdeker ha trazado un magnfico contraste entre todas las corrientes l i t igantes (V. Reflexionen berBegriffsgeschichte ais Methode, en: BDEKER, H. E., O. C, pp . 73-121).

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    visin m s crtica acerca d e las ideas prec onceb idas vigentes. La interpretacin de untexto consiste prim ordialmen te en recobrar lo qu e el autor pue de h abe r querid o deciral argum entar en la precisa forma e n qu e lo hizo: Debemos, pues , estar en condiciones de dar cuenta de lo que l haca al presentar su argumentacin. La ortodoxiaqu e com bate sosten dra q ue la historia de la filosofa es "relevante" slo si pod em osutilizarla como un espejo que nos devuelva reflejadas nuestras propias creencias ysupuestos. Frente a este filistesmo propone que la relevancia del pasado

    pued e estribar en el hecho de que, en lugar de proporcionarnos el placer habitualy cuidadosamente am aado del reconocimiento, nos pone en condiciones de retroceder en nuestras creencias y en los conceptos que empleamos para expresarlas,obligndonos quiz a reconsiderar, a reformular o aun... a abandonar algunas denuestras convicciones actuales a la luz de esas perspectivas ms am plias...; abogo,pues, por una historia de la filosofa que, en lugar de suministrar reconstruccionesracionales a la luz de los prejuicios actuales, procure evitar a estos ltimos tantocuanto sea posible.

    En comunin con Pocock, el discurso o la ideologa, unidades genuinas deestudio para el historiador, constituyen racionalizaciones de acciones intencionales, cuyo sentido debe ser descifrado mediante la emersin de la fuerza ilocucio-naria . De este mo do p rop ugn an, con ciertas reminiscencias haberm asianas, resisti rla obsecuencia tpica de la hermenutica, resultante de la circunstancia de que noshal lemos condicionados siquiera en una forma inconsciente:En vez de inclinarnos ante esa limitacin y erigirla en principio, debemos lucharcontra ella con todas las armas que los historiadores ya com enzaron a elaborar ensus esfuerzos por reconstruir sin anacronismo las mentalits extraas a nosotros deperodos anteriores37.

    En conclusin, aun admit iendo la perspicacia de sus detractores, no estfundada la imputacin de l igereza metdica a todas las t radiciones autctonasalem anas de la historia conceptual po r mante ner qu e los con cepto s tendran o contendran historia.

    37. RORTY, R.; SCHNEEWIND, J. B. y SKINNER, Q. (eds . ) , La filosofa en la historia. E nsayos de historiografa de la filosofa, Barcelona, Paids, 1990, pp. 238-239- Cf. ABEIXN, J ., Historia de los conceptose historia social, Revista de Estudios Histrico-furdicos, XIV (199D , pp . 277-289; VALLESPN, F., Giro lings tico e his toria de las ideas: Q. Skinner y la "Escuela de Cambridge", en: ARAMAYO, R. R.; MUGUERZA,J. y VALDECANTOS, A. (eds . ) , El individuo y la historia, Barcelona, Paids , 1995, pp . 287-301. Ediciones Univers idad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    II. HERMENUTICA E HISTRICAII . 1. Historia y lenguaje

    E n su d e n s a laudatio con m o t i v o del o c t o g s i m o q u i n t o c u m p l e a o s de sum a e s t r o , K o se l le c k se d e d i c a m o n o g r f i c a m e n t e a r e m a r c a r el p r o f u n d o h i a t o e n t r ela h e r m e n u t i c a y su His tr i ca . En una en t rev i s t a r ec i n pub l i cada o r i l l a sus p u n t o s c o m u n e s y a h o n d a esa c e s u r a m e d i a n t e una a n t r o p o l o g a t r a sc e n d e n t a l de lashistor ias . sta , nac ida en d i sc u s i n con la h e r m e n u t i c a de la fac t ic idad de Hei-d e g g e r y con la filosfica de Ga d a m e r , e sb o z a r e l a c i o n e s e l e m e n t a l e s de o p o s i c i nq u e c o n s t i t u y e n una p r i m e r a d e l i m i t a c i n r e sp e c t o a a m b o s a u t o r e s . La ot ra es lad i s t i n c i n e n t r e l e n g u a j e e h i s t o r i a , d i s t i n c i n que c h o c a con la a s p i r a c i ng a d a m e r i a n a a que t o d o lo que el h o m b r e p ie n s a y h a ce , e s t c o n d i c i o n a d o l in g s t i c a m e n t e . Mas Kose l l eck d i s i en te :

    La cuesti n es si esta premisa basta para derivar como un acon tecer lingstico tambin todas las historias y la historia in toto, y esto no me parece que sea posible.Por eso el rasgo diferenciador entre lenguaje e historia contina siendo un dato quedistingue la Histrica de la hermenutica de todo t ipo 38 .Wahrheit undMethode r e c u r r e a una e m b a r a z o sa p a r f r a s i s de la historia, eineAr t Ph i lo log ie im Grofen:

    La comprensin histrica se muestra como una especie de filologa a gran escala.[...]. Tambin nosotros reconocemos, pues, una unidad interna de filologa e historiografa (Historie)..., la unidad consiste en que ambas disciplinas llevan a cabouna tarea de aplicacin que slo difiere en cuanto a su pat rn. Si el fillogo comprende un texto dado, o lo que es lo mismo, si se comprende a s mismo en eltexto, en el sent ido m encionado, el historiador comprende tambin el gran textode la historia del m u n d o que l ms bien adivina, y de cada texto transmitido noes sino un fragmento, una letra; y tambin l se comprende a s mismo en este grantexto [...]. Es la conciencia de la historia efectualla que constituye el centro en elque uno y otro vienen a confluir como en su verdadero fundamento. [...]. La viejaunidad de las disciplinas hermenuticas recupera su derecho si se reconoce la conciencia de la historia efectual en toda tarea hermenutica, tanto en la del fillogocomo en la del historiador (VM, pp. 413-414).La a p o r e t i c i d a d de esa d e sc r i p c i n e s t r i b a en que invita a so s l a y a r el dive rsot ra to que m a n t i e n e el h i s t o r i a d o r con los t e x t o s que le s i r v e n c o m o m a t e r i a l dei n v e s t i g a c i n en c o m p a r a c i n con el f i l logo re spec to a la l i t e ra tu ra , el jurista resp e c t o al d e r e c h o o el t e l o g o r e s p e c t o a la verdad reve lada . E l los son i n t e r roga d o s s o b r e a l g o que les p r e c e d e y de lo c u a l dan t e s ti m o n i o p o s i b l e m e n t e de una

    38. Geschichte(n) und Historik, p. 259. Represe en que el entrevistador, C. Dutt, tamb in mantuvo una larga conversacin con Gadamer, lo que demuestra su buen conocimiento de estos autores. Ediciones U niversidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    manera distorsionada. Frente a la textolatra que impera en esas disciplinas Koselleck se desmarca de tal parangn relativizando, sin minimizarlo, el rango de lasprovisiones textuales para el historiador. Aunque las declaraciones insertas en laconferencia conmemorativa son difanas, en su conversacin con Dutt, con unameditacin ms madura sobre el rendimiento de su Histrica, hallamos de nuevoinequvocos puntos de ruptura ms bien que de sutura con el homenajeado:De hecho es propio del fenmeno fundamental de toda ocupacin con la historiaque los textos, ciertamente, son necesarios para entenderla, volver a contarla,reproducirla o reescribirla. Sin textos no puedo dedicarme a la historia, pero los textos efectivamente no son la ltima instancia, puesto que ningn tex to ofrece lo quedistingue a una historia. [...]. Toda historia es ms o menos de lo que pueda decir lafuente. Esto vale ya para las estructuras de acontecimientos de historias... y todavavale con ms razn para procesos a largo plazo que no figuran en ninguna fuente39.

    Aunque a Dutt no le confiesa abiertamente que lo que le separa de su profesor es la pretensin de universalidad de la hemenutica, s que lo har tres aosantes a Dipper 4 0. Esta polmica, por tanto, pone en entredicho tal universalidad enun terreno, la historia, especialmente abonado para corroborar la legitimidad desemejante pre tens in . Recordemos que Wahrheit und Methode preconiza unaexperiencia de verdad que escape a las redes de la metodologa cientfica. Ejemplifica su plausibilidad en la experiencia filosfica, en la del arte y en la de la historia. En su primera parte se entrega, sobre la base del arte, al esclarecimiento deuna experiencia irreductible al experimento y de una verdad distinta de la meraverificabilidad emprica, de la tautologa y de la demostracin more geomtrico.Tras concluir que la esttica debe subsumirse en la hermenutica ( VM, p . 217), yaqu e ella explcita el pap el de la com pre nsi n co m o med iacin entre sujeto y objeto,presente y pasado, sugiere que esta misma tendencia integradora debe valer parael mbito de la experiencia histrica, lo que acarrea consecuencias para el estatutoepistemolgico de las ciencias del espritu, en cuanto conocimientos sustentadosen la historia. El historicismo de Ranke, Droysen y Dilthey no pudo zafarse de lasaporas resultantes del imperativo impuesto al historiador por mor de lograr lamxima objetivacin de su conocimiento y, a la postre, una dignidad epistemolgica equiparable a la de las ciencias de la naturaleza de un olvido de s , de una

    39. Ibid., pp. 259-260.40. Su coincidencia parcial radica en que el lenguaje que compila la experiencia y preformulaexperiencias venideras, posee una capacidad limitada de integrar el mundo en su saber, en modos decomp ortamiento y en desafos que orienten nuestra accin. Pero, en contra de la hermenutica universal, el lenguaje ofrece slo un aspecto de lo que el mundo real es posiblemente para los hombres. Lasfuentes son siempre legibles en un doble sentido: en primer lugar, como fuente indicativa de lo queocurre fuera de s misma, y en seg und o lugar, com o el modo en q ue el lenguaje articula lo que ocurre.Merced a esta ambivalencia la historia conceptual es un medio entre historia real e historia de la conciencia (Begriffsgeschichte, Sozialgeschichte, begriffene Geschichte. Reinhart Koselleck im Gesprachmit Christof Dipper, Neuepolitische Literatur, 43 (1998), p. 188. Edicion es Un iversidad de Salama nca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    autoinmolacin. Frente a este ideal metdico de objetivacin, Gadamer barruntaque el fundamento de la Histrica (Historik) es la hermenutica (VM, p. 255), o,como replica a los recensores en el prlogo a la segunda edicin:Entiendo que la universalidad del punto de vista hermenutico tampoco tolerarestricciones all do nd e se trata de la multiplicidad d e los intereses histricos quese renen en la ciencia de la historia. [...]. Querer sustraer a la historiografa(Geschichtsschreibung) y a la investigacin histrica a la com petencia de la reflexin de la historia efectual significara reducirla a lo que en ltima instancia es en teramente indiferente ( VM, p. 14).

    Luego estamos ante el proyecto matizado de que la his toria sea fagocitadapor la hermenut ica (Gadamer) y e l a l ternat ivo de que aqul la sea reacia a serengullida p or sta (Koselleck). En su conferencia K oselleck se ha dis tan ciado de lahermenut ica en t res aspectos : 1) Hay condiciones extra y prel ings t icas deposibilidad de historias. 2) La Histrica como teora universal de tales condicionesno pu ed e co nsiderarse como un sub caso de la hermenutica. 3) La lt ima tesis sesigue de la primera. Al intentar acendrar su primera tesis ha indicado cinco paresantitticos (matar/poder ser matado, amigo/enemigo, interior/exterior [secreto ypublicidad], pad res e hijos [generatividad], am o y esclavo) co m o una clase de categoras trascend entales d e posibil idad d e his torias. En su contestaci n G ada me r hareconocido expresamente la legit imidad de un despliegue de categoras de la historicidad (HH, 102). El propio Koselleck, paradjicamente, se ha referido a pasajesenteros de Wahrheit undMethode iluminadores para el historiador. Para ambos steha de considerar condiciones extralingsticas indisolubles en testimonios textualesy los dos se avendran a suscribir que el historiador.. . se sirve bsicamente de lostextos slo como testimonios para averiguar a partir de ellos una realidad existenteallende los textos (HH, p. 91).Respecto a la segunda tesis , la clave radica en dilucidar qu se entiende porsubcaso de la hermenutica. Si bien Gadamer ha aceptado la caracterizacin deKoselleck de condiciones extralingsticas de posibilidad de historias, al mismotiempo ha circunscrito su cometido al de conceptos fundamentales de un mundoobjetivo y de su conocimiento, que, como ha aadido, nada decan que pudieralegitimar nuestro esencial inters en el mundo objetivo de la historia y de las historias. S qu e lo hac e, em pe ro , la herm en u tica filosfica, qu e a diferencia de latradicin de una hermenutica concebida estr ictamente apunta al fundamentoen el mundo de la vida de todo comprender, no slo al que se manifiesta en lain terpretacin de textos . Gadamer no comulga con el sent ido res t r ingido dehermenutica de Droysen, Schleiermacher y Dilthey:La lingisticidad q ue la herm enutica [filosfica] em plaza en el cen tro no es slo lade los textos; por tal entiende igualmente la condicin del ser fundamental de todoactuar y crear humanos como Aristteles ha reclamado enrgicamente destacandoel concepto de animal racional para distinguirlo de todos los otros seres vivos(HH, pp. 103-104).

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    Koselleck ha recalcado reitera dam ente el carcter pre y extralingstico de suscinco pares de opuestos, presentndolos como requisitos histrico-naturales de lavida y la vivencia humanas. Cmo se engarzan con el fundamento en el mundode la vida de tod o comprend er? Gadam er ha explicad o ese ensamblaje des taca ndola peculiar perspectiva de la hermenutica filosfica sobre la posicin particular ynica del ho m br e en el conju nto de la natur alez a viviente (HH, p. 100) y con estepropsito ha evocado el pasaje de la Poltica aristotlica {Poltica I, 2, 1253 a 9-18).La facultad de articular el lenguaje (y no slo la voz) la identifica el estagirita conla capacid ad de d iscernir lo beneficioso de lo perjudicial, lo justo de lo injusto, lobueno de lo malo. Una concordancia en los juicios sobre ello lo estimamos tambin nosotros como constitutivo de la res publica humana .Kosel leck parece reprocharle a Gadamer la laxi tud con que emplea trminosque no son s innimos: Historie, Geschichte y Historik. Este uso indiscriminadofacili ta su conversin en un satlite de la hermenutica. Pero si cabe admitir lahiptesis de que el primero pertenece al cosmos hermenutico, es inadmisible enlo concerniente al tercero {HH, p. 69). La crnica de su entrelazamiento y segregacin ha sido escru pulos am ente rastreada p or Koselleck. La diferencia y po steriorconvergencia a partir del s. xvin entre Historie y Geschichte la comprime as:La palabra extranjera Historie, que haba obtenido carta de naturaleza alemana y significaba prevalentemente la relacin, el informe, la narracin de lo sucedido yespecialmente las ciencias histricas, fue relegada visiblemente en el curso del sigloxvn por la palabra Geschichte. La marginacin de la Historie en favor de la Geschichte se realiz aproximadamente a partir de 1750 con una vehem encia m edibleestadsticamente. Pero Geschichte significa en primer lugar el evento o una serie deacciones efectuadas o sufridas, cometidas o padecidas; la expresin se refiere msbien al mismo acontecer que a su informe. C iertamente, y ya desde hace tiempo , laGeschichte inclua en su significado tambin el informe, as como, a la inversa, la Historie indicaba el acontecimiento mismo [...]. Cuanto ms convergan la Geschichtecomo acontecimiento y como representacin tanto ms se preparaba lingsticamente el giro trascendental que deba conducir a la filosofa de la historia del Idealismo. La Geschichte como nexo entre acciones se fusion con su conocimiento.La afirmacin de Droysen de que la Geschichte slo es el saber d e ella misma es elresultado de esta evolucin. Esta convergencia de un doble sentido obviamentemodific tambin el significado de una Historie como magistra vitae41 .

    La locuci n Geschichte- sumar a su significado originario de historia acontecida el de Historie o historia relatada, mentando tanto la serie de acontecimientoscomo su narracin. Ambas deben deslindarse de la Histrica, en cuanto doctrinatrascendental de la historia. Por una parte, la oferta categorial heideggeriana, la analtica existenciaria, se le antoja insuficiente para derivar los trascendentales de lashistorias. Por otra, subraya la prelacin de la Histrica respecto a la hermenutica,41 . FP, 50. Vase asimism o el artculo G eschichte, Historie, GGll, pp. 593-717.

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    qu e es una com prensin reactiva del acontec er prefijado tericamen te po r la Histrica provocativa. La Histrica remite a proce sos a largo plazo qu e n o estn acotad ospo r textos e n c uanto tales, sino que m s bien los inducen. D e ah que prop onga distinguir entre la historia efectual qu e se m uestra en la continuidad de la tradicin ligada a te xtos y la historia efectual q ue , au nq ue viable y va dea ble lingsticam ente, sin emb argo ,puede ambicionar algo ms que lenguaje (HH, pp . 88, 92-93). No ob stante, la conclusin de que todo es lenguaje la ha rechazado contundentemente Gadamer 42 .Lo l t imo, a t ravs del man ose ado em blem a d e Wahrheit undMethode: El serque puede ser comprendido es lenguaje, est enlazado con la denominada onto-loga universal del lenguaje: todo comprender devuelve su propia universalidad ala const i tucin nt ica de lo comprendido, cuando determina sta en un sent idouniversal como lenguaje^ (VM , p. 567). Lenguaje, por tanto, no significa exclusivamente lenguaje de las palabras (Wortsprache), sino tambin lenguaje del arte, lenguaje de la naturaleza e incluso lenguaje de las cosas. En el prlogo a la segundaedicin de Wahrheit undMethode afronta, en alusin a la citada frase, el reprochea resultas del cual la universalizacin del comprender fomenta una metafsicainsostenible, que transforma todo en lenguaje y ve por doquier slo lenguaje ( VM,p. 17). Tambin el artculo de 1984 Texto e interpretacin retorna al dictum:

    Cuando acu la frase el ser que p uede ser com prendido es lenguaje, sta dejabasobreentender que lo que es, nunca se puede comprender del todo. Deja sobreentender esto porque lo mentado por un lenguaje rebasa siempre aquello que se expresaiVMll, p. 323).As la frase es interpretada como indicacin del imposible acabamiento, de laincolmabilidad de la experiencia del sentido, de la inagotabilidad del significado.Luego no se trata de qu e el lenguaje perm ite comp rend erlo tod o o qu e todo lo susceptible de comprensin puede ser articulado en el lenguaje o de un ser para eltexto, sino de que enten der es buscar palabras para expresar precariamente nuestracomprensin. Las palabras siempre van a la zaga de lo que habra que enunciar.Para aquilatar el otro gozne entre filologa e historia, que facilita su asimilacin porla hermenutica, esto es, su comn tarea de la aplicacin, conviene repasar la obra

    de Koselleck desde sus inicios.II.2. En pos de una m odernidad menos moderna

    Entre el Koselleck aca dm icam ente biso o y el provecto preb oste de la histor ia conceptua l no hay c i sma a lguno, aunque , por supuesto , se ha producido unainevi table maduracin. Al contrario, el propio autor se ha afanado por sealarlos pasos fronterizos entre su tesis doctoral (Crtica y crisis. Un estudio sobre la42: HH, 106 . Cf. SCHTT, H. P., Nachwort, en: KOSELLECK, R. y GADAMER, H.-G., Historik, Sprache undHerm eneutik. Eine Rede und eine Antwort, Heidelberg, Manutius Verlag, 2, Auflage, 2000, pp. 54-59-

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    patognesis del mund o burgus^ y una epistemologa de la historia conceptualqu e ha llam ado H istrica. El cnit de esa transicin lo representa ra Futuro pasado:A la historia conceptua l le compete medir y estudiar esta diferencia o convergenciaentre conceptos antiguos y categoras actuales del conocimiento. En este sen tido...la historia de los conceptos es una especie de propedutica para una teora cientfica de la historia; la epistemologa de la historia conduce a la Histrica (FP, 334).

    Ciertamente, en su disertacin apuesta ms por el t rabajo de campo que porla reflexin terica y metodolgica, pero restrospectivamente, en el prlogo a sussucesivas ediciones de bolsillo la primera data de 1973, s se ha esmeradoexpresamente en anclar la praxis historiogrfica en una teora de las historias po sibles, la Histrica44, que sondea los estratos y dficits de la modernidad.En Crtica y crisis aventura una filoschmittiana genealoga de la modernidad,que describe el trnsito de las guerras de religin a la Revolucin Francesa. Tras laruptura de la unidad de la Iglesia, los problemas de conciencia individual handes en cad ena do las guerras de rel igin. Con miras a clausurar este episodio cruentola monarqua instituye la razn de Estado. El fuero interno y la accin exterior, elhombre y el subdito configuran en adelante una estricta dicotoma. Pero el juiciode las lites, pujantes econmicamente pero en el ostracismo poltico, no tarda enretar a las leyes del Estado. Ocultndose de ste, los clubes jacobinos, las logiasmasnicas y las repblicas de las letras instruyen un proceso poltico. La crt ica delas Luces se concibe c om o soberan a y para el la todo po de r del Estado es un abu sode poder. La filosofa de la historia anuncia el triunfo de la libertad, es la ejecucindel plan urd ido po r la moral . Al cont inuar n eg and o la autoridad protagonism o pol tico a los ciudadanos, se torna ineluctable la Revolucin. Es la crisis, que conduceal desmoronamiento del Estado absolutista en 1789- Mas tambin la guerra ser lasecuela de la Revolucin 45. Las con tiend as civiles son alfa y om ega de este p roces o.La Ilustracin siempre jalea una transposicin de la mera crt ica en modos decomportamiento poltico, que suelen adoptar la forma de crisis blica. Nuestrapoca cont ina padeciendo el rebufo de la odisea descri ta .

    Las mismas sospechas ideolgicas que enseguida se cern i rn sobre surecons truccin de la m ode rnid ad alcanzarn a la historia co nce ptua l y a la Histrica.43 . Kritik und Krise. Eine Studie zur Genese der brgerlichen W elt (CC), Freiburg/Mnchen, KarlAlber, 1959 (ed. castellana Madrid, Rialp, 1965 citaremos por esta versin). La ausencia, no obstante, de una profunda cesura no quiere decir, com o recon oce K oselleck, que sus propias teoras sobrehistoria conceptua l no se hayan modificado continuamente (KOSELLECK, R., Hinweise, en: BODEKER, H.E., o. c, p. 31).44. Vorwort zurTasche nbuch ausgabe , 8 a reim pr, Frankfurt, S uhrka mp , 1997, p. IX. En Zeitschichten.Studien zurHistorik (ZS) (Frankfurt, S uhrkam p, 2000) afirma el carcter primario de sus investigaciones sobre

    la teora del tiem po, d e las qu e so n subsidiarias las relativas a la historia con ceptu al, la historiografa y la historia social (cf. p. 10). As lo corroboran tambin sus dos ltimas entrevistas publicadas.45. CC, p p. 339-340. Cf. Vorwort zur T aschenbuch ausgabe, pp . IX-X. Ediciones Universidad de Salamanca Azafea. Rev. filos. 5, 2003, pp. 161-190

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    Habermas, p. ej ., acus a Koselleck de haberse alineado con la revolucin conservadora al apostar por una especie de urbanizacin de la provincia schmittiana

    46.Por la i lacin establecida por el pro pio autor, la Histrica enm ascara intereses con-tinuistas con el pasado ms aciago de Alemania47. La magnificacin de la ndoleconflictiva de la Ilustracin y su jacobinizacin instan la bsqueda de un antdotocontra la implosin social. Su diagnstico se encuentra uncido a ese pronstico,qu e no ha pe rdido vigencia, pues todava hoy de pen dem os de la t radicin gestadaen la Sattelzeit, en la franja temporal de 1750 a 1850, en la que se acuan significaciones conceptuales q ue conforman nuestro patrimonio sem ntico al servicio dela autoconcien cia sociopoltica48. Y el lo a pesar del presu nto i rredent ismo germ anoqu e le reprocha la historiografa anglfona a pro ps ito del estatuto d e la Sattelzeit.

    Koselleck habra estado escribien do sobre historia alem ana lo cual no es del todocierto, pue s, p . ej ., en Crtica y crisis se refiere al m un do francs y britnico , y lahistoria de los conceptos es histrica, cultural y nacionalmente especfica.Con posteriorida d Koselleck ha relativizado la pree m inenc ia on tolgica qu e leconcede a este intervalo cronolgico, rebajando una premisa heurstica decisiva noslo para sus Geschichtliche Grundbegriffe sino tambin para la Histrica a unaancdota acadmica banal. Concebido inicialmente como lema en una solicitud de46. En pocas palabras , la tes is del l ibro de que la crt ica establecida como poder polt ico indirec to l leva necesar iamente a la cr is is no resu l ta convincente cuando se la toma en pur idad . [ . . . ] . PeroKosel leck a l ident i f icar , por una par te , las opin iones pr ivadas con la opin in pbl ica y desacredi tar ,por o t ra , e l p r incip io de la opin in pbl ica como un pr incip io de guer ra c iv i l , no t iene ms remedioque desconocer la in tencin obje t iva de ese espacio de la opin in pbl ica (HABERMAS, J., Crtica de lafilosofa de la historia (1960), en: Perfilesfilosfico-polticos, Madrid, Tauru s, 1975, pp . 384-386). La antropologa polt ica que subyace al l ibro muestra su conexin con el pensamiento de la revolucin conservadora: como representantes de lo cual se considera a Cari Schmitt , a Hans Freyer y a Arnold Gehlen.[ . . .] . Pero esta categora de guerra civil se define negativamente por referencia a una organizacin delpod er pol t ico , que encuen tra en la person a del monarca absolu to su t ipo ideal ; a l mism o t iempo supo neque e l res tab lecimiento del orden per turbado es a lgo deseable . Pero nosotros sabemos muy b ien quebajo las condiciones sociales actuales ta l orden slo podra ser posible en forma de un Estado totali tario iibid., pp. 389-390).47. VAN LAAK, D ., Gesprache in der Sicherheit des Schweigens, Berln, Akademie Verlag, 1993. Enla r e s ea que l e hace Habermas echa de menos que no l e ded ique una s emb lanza a Kos e l l eck comouno de los valedores de Schmitt en la actual Alemania (cf . HABERMAS, J., Cari Schmitt en la historia dela cultura polt ica de la Repblica Federal. La necesidad de continuidades alemanas, en: Ms all delEstado nacional, Madrid, Trotta, 1997, p. 130). Habermas, por otra parte, parece no ser consciente deque s u Historia y crtica de la opinin pblica. La transformacin estructural de la vida pblica (1962)t iene una imp or tan te deu da con K osel leck . s te ha prod igado s in rebozo sus a lus ion es a l ju ris ta luc i fe-r ino como precursor de su Begriffsgeschichte. La variacin de la his toria conceptual de Ritter y su coleg io tampoco ha escapado a la seduccin de Schmit t (vanse los ep grafes Mns ter : das CollegiumPbilosophicum y Hermann Lbbe, en: VAN LAAK, O. C, pp. 192-200, 276-281).48 . GG I , pp. XIII-XXVII. La vinculacin del arte del pronstico con su proyecto de optimizacinde la modern idad reaparece en var ios ar t cu los de su l t imo l ibro Zeitschichten (a lgunos de e l los hansido vertidos al castellano en Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia, Barcelona, Paids, 2001

    y en mi inminente ed ic in Aceleracin, prognosis y secularizacin, Valencia, Pre-Textos) . Remito a miintrod ucci n La m od ern ida d velociferina y el conjuro de la secularizacin. Edicio nes Univ ersidad de Salam anca Azafea. Rev. f i los . 5, 2003, pp. 161-190

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    FAUSTINO ONCINA COVESHISTORIA CONCEPTUAL Y HERMENUTICA 185beca para impulsar el diccionario, el concepto de Sattelzeit oscurece, dice ahora sucreador, ms que alumbra la teora que subyaca al proyecto 4 9 . La Sattelzeit no esni una nocin ontolgica ni privativa de un lenguaje nacional particular. Con estaperiodizacin el lxico busca determinar c m o los hablantes alem anes percibieron,conceptual izaron e incorporaron a su vocabulario aquel los cambios acelerados quetuvieron lugar entre la Ilustracin, la Revolucin Francesa y la Revolucin Industrial . Pero las transformacione s lingsticas y estructurales no fueron exclusivas d eAlemania. Desarrol los anlogos ocurrieron en otras comunidades europeas, aunqu e los ri tmos pue de n ha ber diferido. La prioridad de este lapso tem poral obe dec esobre todo a que con la emergencia de la modernidad afloran las dos categorasestelares, los trascendentales por antonomasia, de la historicidad y de la historia:

    Nuestras dos categoras [experiencia y expectativa] sealan la condicin humanauniversal... remiten a un dato antropolgico previo [el recuerdo y la esperanza],sin el cual la historia no es ni posible, ni siquiera concebible [...]. Y con e sto llegoa mi tesis: la experiencia y la expectativa son dos categoras adecuadas para tema-tizar el tiempo histrico por entrecruzar el pasado y el futuro {FP, pp. 336-337).Ellas se han he ch o visibles nicam ente cua ndo han a lcanzado la mxima asimetra al estar una en las antpodas de la otra, fenmeno que slo se constata conla explosin del progreso:

    Slo se puede concebir la modernidad (Neuzeit) como un tiempo nuevo (neueZeit) desde que las expectativas se han ido alejando cada vez ms de las experiencias hechas hasta entonces {FP, pp . 342-343).

    Estas categoras son aplicables a la conciencia moderna del t iempo. En elm un do cam pesino y artesano, el porvenir se hal laba am arrado al pretri to . Graciasal progreso, el horizonte de expectat iva gan una cual idad histricamente nueva,suscept ible de una perm ane nte di latacin utpica y promotora d e una aceleracindesenfrenada.La vorgine de la modernidad hace que nos sintamos desfasados a cada instante ante un futuro avasallador {FP, p. 16). En esta poca ultraveloz poblada deanacronismos vivientes tal como Gadamer se ha descri to a s mismo 5 0 , Kose-lleck quiere disipar los seuelos del progreso, neutralizar el poder de fascinacinde la utopa negativa y demorar a la vez que optimizar la estancia en nuestra era,mirando por el retrovisor de la historia, avanzando sobre el suelo firme de la tradicin y sin el apremio de pisar el acelerador para penetrar en trra incgnita-.

    Porque el futuro de la historia moderna se abre a lo desconocido, se hace planifi-cable y tiene que ser planificado. Y con cada nuevo plan se introduce unnuevo elemento que no puede ser objeto de experiencia. [...]. Por ello la historia49. Cf. LEHMANN y RICHTER, O. C, p. 69 .50 . GADAMER, H.-G., Ich bin ein l