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  • 7/31/2019 Fundamento Apostolico

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    El Fundamento Apostlico

    --- Jos Grau

    Prefacio

    Introduccin

    Captulo 1: La historia de la salvacin y la revelacin

    Captulo 2: El fundamento de los apstoles y profetas

    Captulo 3: La tradicin apostlica

    Captulo 4: El canon apostlico

    Captulo 5: El significado del canon

    Captulo 6: El reconocimiento del canon

    Captulo 7: La historia del reconocimiento del canon

    Captulo 8: La Iglesia pos-apostlica

    Prefacio

    Escribiendo a los cristianos de Efeso, el apstol Pablo afirmaba: As que ya no soisextranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios,edificados sobre el fundamento de los apstoles y profetas, siendo la principal piedra del nguloJesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templosanto en el Seor; en quien vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en Espritu(Efesios 2:20.).

    La idea del pueblo de Dios concebido como un edificio espiritual aparece repetidas veces en laSagrada Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento1. Tan rica en sugerencias, ytan evocadora, que mediante dicha imagen los textos bblicos ensean y destacan la base sobre laque descansa la fe cristiana y el vuelo que esta fe -inflamada por el amor y avivada por laesperanza est llamada a dar para realizar la alta vocacin con que Dios la ha llamado: ircreciendo para ser un templo santo en el Seor. Mas esto slo es posible partiendo de la nica

    1Salmo 118:22, 23; Isaas 8:14; 28:16; Mateo 16:13-19; 1 Pedro 2:3-7; 1 Corintios 3:9-11.

    http://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/prefacio.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/prefacio.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/introduccion.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/introduccion.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/001.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/002.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/003.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/004.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/005.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/006.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/007.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/008.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/008.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/007.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/006.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/005.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/004.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/003.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/002.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/001.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/introduccion.ziphttp://e/My%20Webs/lgs/escrituras/el_fundamento/prefacio.zip
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    base y fundamento singular constituido por los profetas y los apstoles, toda vez que essolamente por ellos que Dios se vale para ponernos en contacto con la raz o principal piedradel ngulo: Jesucristo mismo. La figura de 1a Casa de Dios, para explicar la comunidad de loscreyentes, nos ha sido dada para que tengamos una mayor y ms profunda comprensin de lanaturaleza de la Iglesia. El concepto fue tornado, con toda probabilidad, del templo de Jerusaln,

    en el cual vio siempre el pueblo fiel del antiguo pacto como un smbolo de lo que el pueblo deDios deba ser en su realidad espiritual2.

    Los creyentes son incorporados a este edificio como piedras vivas3, descansan sobre el

    inconmovible fundamento de los apstoles y profetas, cuya piedra angular, aquella sobre la cualse apoya todo el edificio, es Jesucristo mismo4. Tal es el fundamento de la fe: Cristo muerto pornuestros pecados, resucitado para nuestra justificacin y siempre viviente para acabar su obrahasta la perfeccin; Jesucristo tal como lo han anunciado los apstoles, tal como lo previeron losprofetas. Por cuanto Dios no instituy ms que a sus mensajeros inspirados -y capacitados por suEspritu5--, para que fueran sus testigos autnticos.

    Es fcil discernir tres elementos bsicos, constitutivos del edificio espiritual:1 La piedra angular, que es Cristo mismo6 ;

    2 El fundamento apostlico y proftico, que constituye la trabazn entre la piedraangular y las dems piedras que van elevando la construccin7; y

    3. El edificio propiamente dicho8. Los tres elementos han de ser tenidos en cuenta,siempre que queramos obtener la totalidad del mensaje que sobre la Iglesia quiere ofre-cernos la Palabra de Dios cuando emplea la figura arquitectnica. La dificultad de textostales como Mateo 16:13-19 ser allanada y traspasada, as, al campo de la exgesis msserena y objetiva.

    Toda construccin ha de tener un fundamento firme. El templo espiritual que es la Iglesia delDios vivo tiene unapiedra angular, nica a insustituible, Jesucristo. Luego, los apstoles que lescogi y llam9, constituyen el fundamento, tambin nico, sobre el que la Iglesia se levanta. Yesta elevacin es la formada por todos los creyentes, el edificio que ha de servir para morada deDios en Espritu, cuyo secreto se halla en la trabazn que mantiene con la piedra pasando por elfundamento.

    De ah la importancia capital que los apstoles -como testigos de Cristo- tienen en los planesde Dios y la funcin singular que cumplen en sus propsitos redentores. El apostolado es la msalta funcin proftica en la Iglesia de Cristo. Es al nuevo pacto lo que Moiss y los demsprofetas fueron para el antiguo10.

    2Ezequiel 37:27 y muchos otros textos del Antiguo Testamento.

    31 Pedro 2:4, 5.

    41 Corintios 3:9-11; Efesios 2:20.

    5Juan 15:26, 27.

    6Efesios 2:20; Isaas 8:14.

    7Mateo 16:18; 1.a Corintios 3:10; Romanos 15:20.

    81 Corintios 3:9; 1 Pedro 2:4, 5.

    9Lucas 6:13; Marcos 3:13, 14; Mateo 10:2-4; Juan 14-26

    10Deuteronomio 18:15-22.

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    Siendo as, el apostolado nos lleva, como de la mano y con toda naturalidad, al hecho de larevelacin, toda vez que los apstoles son los testigos autorizados de la misma. Y la revelacinnos plantea el problema de la canonicidad de los libros de la Sagrada Escritura y la relacin queguarda con el apostolado. Todo ello, juntamente, aboca en la compleja problemtica de laautoridad en el campo de la religin revelada y su significado dentro de la historia de la

    salvacin.Creemos, pues, no exagerar al decir que el presente estudio es de una apremiante necesidad en

    nuestra poca cuando, en justificada oposicin y reaccin a toda suerte de totalitarismosideolgicos y de otra laya, se ha llegado casi al punto de poner en duda la legitimidad de todaautoridad, olvidando lo que dijo P. T. Forsyth: Slo una cosa es ms grande que la libertad: la

    autoridad legtima, sobre todo en materia religiosa11.

    Nada es ms absurdo en religin -escribe Bernard Ramm- que el rechazo de una autoridadque contiene la verdad del Dios vivo; y nada podra ser ms trgico que la sustitucin de la vozde Dios por las voces de los hombres12.

    La autoridad cuyo problema nos aprestamos a estudiar es la que tiene que ver con la Palabrade Dios: la autoridad de la Biblia. Sobre qu base, sobre qu fundamento hemos de aceptar loque dice ser Palabra de Dios?

    Nos sentimos deudores -y expresamos nuestra gratitud- a algunos maestros del pensamientoevanglico contemporneo Bruce, Cullmann, Ramm, Ridderbos, Stonehouse, etc.) cuyas obrashan inspirado este ensayo13 nos han ayudado a estudiar mejor (13) Cuando en 1966apareci laprimera edicin de este libro, todava no haba sido traducida al castellano ninguna obra deCullmann ni de Ridderbos. Y seguan todava sin versin espaola Ramm y Stonehouse. DeBruce tan slo conocemos un ttulo vertido a nuestra lengua (Son fidedignos los documentos del

    11Citado por Bernard Ramm, The Pattern of Religious Authority, 1959, p. 8.

    12Ibid., p. 16.

    13Cuando en 1966apareci la primera edicin de este libro, todava no haba sido traducida al castellano

    ninguna obra de Cullmann ni de Ridderbos. Y seguan todava sin versin espaola Ramm yStonehouse. De Bruce tan slo conocemos un ttulo vertido a nuestra lengua (Son fidedignos losdocumentos del Nuevo Testamento?, Ed. Caribe). Obras sobre la teologa de Cullmann s las haba;Editorial Estela de Barcelona haba publicado aquel mismo ao un trabajo del catlico Jean Trisque paracatlicos. Fue en 1967cuando apareci en Espaa el primer libro de Cullmann en nuestro idioma (Lahistoria de la salvacin, Ed. Pensnula); un ao despus quedaba a nuestro alcance una de sus obrasms importantes (Cristo y e1 tiempo, Ed. Estela); la Cristologa de1 N. T. (publicada en Argentina en1965) no lleg a Espaa sino varios aos despus.

    Nos complace, pues, haber sido los primeros introductores protestantes de Cullmann, as como de

    Ridderbos, cuyo primer libro en castellano acaba de publicar la Editorial Escatn de Buenos Aires(Historic de la salvacin y Sagrada Escritura). Otra editorial Argentina public hace un par de aos la im-portante obra de Ramm La Revelacin especial g la Palabra de Dios, a la que, desgraciadamente, nohan seguido otras traducciones de este gran telogo evanglico moderno.

    Haber hecho de pioneros nos complace, ya que nos consta, por testimonios recibidos, que el presentetitulo (E1 fundamento apostlico) sirvi para despertar el apetito teolgico en algunos sectores denuestro pueblo evanglico. E1 que ahora haya de procederse a una segunda edicin nos estimula ennuestro quehacer y nos hace albergar esperanzas -que empiezan a confirmarse gracias a los excelentestrabajos de los telogos evanglicos latinoamericanos- de un no lejano florecimiento teolgico en lasIglesias Evanglicas de habla hispana.

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    Nuevo Testamento?, Ed. Caribe). Obras sobre la teologa de Cullmann s las haba; EditorialEstela de Barcelona haba publicado aquel mismo ao un trabajo del catlico Jean Trisque paracatlicos. Fue en 1967cuando apareci en Espaa el primer libro de Cullmann en nuestro idioma(La historia de la salvacin, Ed. Pensnula); un ao despus quedaba a nuestro alcance una desus obras ms la revelacin de Dios en Jesucristo, especialmente en lo que atae a la alegora del

    edificio espiritual para referirse a la Iglesia y sus fundamentos de fe y vida; alegora que,juntamente con la figura del Cuerpo mstico de Cristo, constituye una de las ideas determinantesde la eclesiologa del cristianismo primitivo.

    ***

    Introduccin

    Todo principio de nuestros dogmas tom su raz de arriba, del Seor de los cielos, afirmabaJuan Crisstomo14.

    En un punto, todas las Iglesias concuerdan, pese a las diferencias que en otras cuestionespuedan separarlas: la revelacin no es producto del ingenio humano o del esfuerzo filosfico,sino el resultado de la libre y soberana iniciativa de Dios que ha querido darse a conocer a loshombres. Lo que afirma la carta a los Hebreos15 fue siempre confesado por la Iglesia en aquellosdocumentos por los que dio expresin a su fe. Ya a mediados del siglo II, en el llamadoFragmento de Muratori, se lee: Y as, aunque parezca que se ensean cosas distintas en losdistintos Evangelios, no es diferente la fe de los fieles, ya que por el mismo principal Espritu hasido inspirado lo que en todos se contiene sobre el nacimiento, pasin y resurreccin (de

    Cristo)... Qu tiene, pues, de extrao que Juan tan frecuentemente afirme cada cosa en susepstolas diciendo a este respecto: Lo que vimos con nuestros ojos, y omos con nuestros odos,y nuestras manos palparon, esto os escribimos? Con lo cual se profesa a la vez no slo testigo

    de vista y odo, sino escritor de todas las maravillas del Seor ...16. Si pasamos al siglo xvii, unade las ms importantes formulaciones reformadas, la Confesin de Fe de Westminster, datestimonio de la misma verdad: Plugo al Seor, en otro tiempo y de muchas maneras, revelarse

    a s mismo y declarar su voluntad a su Iglesia; luego, para mejor preservacin y propagacin dela verdad -y para establecer ms seguramente a la Iglesia y guardarla de la corrupcin de lacarne, de la malicia de Satn y del mundo- dispuso que la misma fuera confiada a la escritura ensu totalidad: todo lo cual nos hace patente la necesidad de la Sagrada Escritura; ahora, pues, hancesado aquellas antiguas maneras con que Dios revel su voluntad a su pueblo... La autoridad de

    la Sagrada Escritura, por la cual debe ser crea y obedecida, depende, no del testimonio de

    14S. Chrysost., Interpr. in Is. proph., c. 1 (P.G. 56, 14).

    15 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los

    profetas, en estos postreros das nos ha hablado por el Hijo, a quien constituy heredero de todo, y porquien asimismo hizo el universo (Hebreos 1:1, 2).16

    Documentos bblicos, por Salvador Muoz Iglesias (BAC, 1955), pp. 153-57 = Muratori, 2

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    ningn hombre, ni de la Iglesia, sino enteramente de Dios (quien es verdad en s mismo), suautor: por consiguiente debe ser recibida, porque es la Palabra de Dios

    17.

    Todo cristiano cree que, de alguna manera, Dios ha hablado al hombre.

    La canonicidad de los 66 libros de la Biblia -comnmente aceptados como escritos inspiradospor Dios- est estrechamente ligada a la autoridad que han ejercido en el pueblo de Dios de todoslos tiempos. La base, o el fundamento, del reconocimiento que la Iglesia hace de estos libros, yno de otros, como cannicos, es algo ms que una simple cuestin acadmica para debate en lasclases de los seminarios teolgicos. Es siempre un tema de inters vital para toda la Iglesia18.

    En qu se funda la Iglesia para conceder a estas obras el rango de Palabra de Dios? Acepta -mos estos libros como santos y cannicos, solamente estos libros -declara la Confesin de Fe delos Pases Bajos al unsono con los dems credos reformados-. Estos libros sirven paradeterminar nuestra fe y sobre ellos se basa la misma y encuentra su confirmacin. Creemos, sinninguna duda, cuanto se halla en los mismos, no simplemente porque la Iglesia los acepta, y

    reconoce su autoridad, sino especialmente porque el Espritu Santo testifica en nuestroscorazones que tales libros vienen de Dios19. Por supuesto, que esta confesin de fe en la Bibliano presupone que la misma sea Sagrada Escritura en el sentido de que fuera dadarepentinamente, como cada del cielo, en un abrir y cerrar de ojos, de manera simple. Cada librode la Biblia tiene su propia historia y surge, en realidad, del contexto general de la historia totalde la revelacin, que es lo mismo que decir: de la historia de la salvacin.

    Ridderbos ha escrito admirablemente:

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    ILa historia de la salvacin y la revelacin

    Los problemas relativos a la canonicidad a inspiracin de las Escrituras (presupuestos paradeterminar su autoridad) son resueltos de manera demasiado fcil y exclusiva, cuando se apela alsolo testimonio interno del Espritu Santo que tiene el creyente. Se presta demasiada pocaatencin a la perspectiva que nos ofrece la historia de la redencin. Afortunadamente, la teologareformada posterior ha colocado correctamente el nfasis del hecho del testimonio interno delEspritu Santo, al interpretarlo no como la base, sino como el medio por el cual los creyentesreconocen el canon de la Escritura y lo aceptan como indiscutible Palabra de Dios21. Todainvestigacin seria del canon debe buscar discernir las razones profundas que movieron a laIglesia, desde sus mismos orgenes -y en susprimeros pasos a aceptar los libros tenidos comoinspirados.

    Para adquirir un concepto correcto del canon -asegura H. N. Ridderbos- debemos dirigirnuestra mirada ms all, detrs de la Escritura misma. No significa esto que debamos it fuera dela Biblia para formarnos un concepto de ella. Todo lo contrario. Queremos decir, sencillamente,que no podemos comprender el significado de la Escritura, y su importancia nica para la Iglesia,tomando los conceptos de autoridad, inspiracin y canonicidad de manera aislada, sinosolamente proyectndolos sobre el fondo de la redencin, de la cual han surgido las Escri turas22.El eminente telogo holands nos invita a que examinemos ms de cerca la relacin que existeentre la salvacin y la revelacin, entre la historia de nuestra redencin y la historia del canon.

    Tal vez pueda parecer forzado el intento de relacionar la historia de los grandes hechossalvficos de Dios en Cristo, con la historia del canon. A simple vista -es opinin generalizada-,

    se piensa que el canon es algo posterior a la obra redentora de Dios. Si por canon entendemos lalista, o catlogo, de los libros tenidos oficialmente como inspirados por todas las Iglesias de laCristiandad, resulta evidente que la plena conciencia del mismo no se dio sino machos aosdespus de haberse producido los grandes acontecimientos de nuestra redencin: la encarnacin,la muerte de Cristo en la cruz, la resurreccin, la ascensin y la venida del Espritu Santo. ElNuevo Testamento como tal parece que no fue conocido como una unidad literaria sino hastadespus del gran perodo de la revelacin de Dios en Cristo. Por consiguiente, no parece mslgico tratar el canon como algo perteneciente a la historia de la Iglesia? Machos han respondidoafirmativamente esta pregunta y se han dado al estudio del canon y de la autoridad -y aun lainspiracin- como de algo relacionado nica y exclusivamente con el desarrollo doctrinal,histrico y social de la Iglesia. Como algo de suma importancia para la Cristiandad, s, pero

    desligado del tiempo de la revelacin y la salvacin. Como de algo que no tiene nada que ver conaquella expresin de Hebreos: Dios... en estos postreros das nos ha hablado por el Hijo23. Contodo, tal actitud slo tiene en cuenta una verdad a medias. Es simplista y demasiado superficial.

    21Op. cit., p. 10.

    22Ibid., p. 13.

    23Hebreos 1:1 y 2.

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    La formacin del Nuevo Testamento en una coleccin completa y cerrada de 27 librospertenece, sin duda, a la historia de la Iglesia y no a la historia de la salvacin. El trabajo dereunir en un volumen estos libros corresponde a la solicitud de la Iglesia, guiada por eltestimonio interno del Espritu Santo en los creyentes. El dar expresin material a la realidad delcanon se produce en la poca posterior a las obras salvficas y reveladoras de Dios en Cristo.

    Cierto, pero la realidad viva del canon, el fondo del cual ha nacido, es algo que pertenece no alos tiempos de la Iglesia posapostlica, sino a los postreros das de la historia de la salvacin.La realidad que yace detrs de cada libro del canon, es algo que trasciende la simple reunin deunos escritos o la formacin de un catlogo de libros religiosos. An ms, este trabajo de reunirlos libros del Nuevo Testamento no se hubiera llevado a cabo, ni tendra el carcter que ha tenidopara la Iglesia de todos los tiempos, si no hubiera nacido de una realidad ms profunda yautnticamente sagrada. La formacin del canon como un conjunto de 27 libros forma parte dela historia de la Iglesia -afirma Ridderbos-, no de la historia de la redencin. Pero cabe pregun-tarse, puede decirse lo mismo del canon entendido en su sentido cualitativo? En otras palabras,lo que hace que el canon sea canon, regla de fe, autoridad inspirada, a la que se somete la Iglesia,hay que ir a buscarlo en la historia de la Iglesia o se origin ya en la misma historia de la

    redencin?

    24

    .No nos planteamos aqu el simple problema de definir la palabra canon, un trmino que

    aparece slo en contadas ocasiones en el Nuevo Testamento25 y con un sentido bastante amplio ygeneral. Se trata de discernir la autoridad intrnseca que los escritos, luego incorporados alNuevo Testamento hecho ya libro cerrado, tuvieron desde el principio mismo de la Iglesia 26 yque, por lo menos, en Occidente determinaron el use eclesistico del vocablo canon, referido auna norma, regla de fe y prctica.

    Ha de afirmarse, con toda claridad, que esta autoridad tuvo su origen, y hundi sus races en elcorazn de la historia de la salvacin. Podemos ver la accin misma de Jess interviniendopersonalmente y de forma patente, no slo porque tena una autoridad divina, de manera quepoda decirse que en l Dios se manifestaba como canon de verdad frente a los cnones del

    mundo. Hay algo ms profundo. Cristo mismo estableci los medios, la autoridad formal, por loscuales todo lo que en la plenitud de los tiempos27, en los postreros das, fue visto y odo, fueratambin transmitirlo y comunicado, de manera que sirviera de autoridad a toda la predicacinfutura del Evangelio y sirviera de fuente a donde la Iglesia de todos los tiempos fuera a beber.

    Desde el principio de su ministerio Jess se complaci en compartir su propio poder (exoesia)con otros, en orden a dar a su autoridad una forma y una concrecin visibles, sobre las cuales laIglesia militante pudiera ser establecida y extendida, y para que le sirviera de norma para conocerel contenido de su mensaje y la medida por la que examinarse continuamente.

    24Op. cit., p. 14.

    25En Glatas 6:16 y en Filipenses 3:16 tiene el significado principal de norma de la nueva vida en Cristo.

    26Incluso si la palabra canon aplicada al Nuevo Testamento signific originalmente un catlogo o lista,

    esto no probara, en modo alguno, las tesis de Semler que ve en el canon una medida eclesistica deculto solamente, sin valor como norma de fe. Cf. Ridderbos, op. cit., p. 8527

    Glatas 4:4.

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    Esta norma, esta medida, es la Palabra de Dios; las palabras de vida eterna que salieron delabios de Cristo y sustentaron desde un principio a los discpulos. No obstante, estas palabrashicieron ms: inspiraron a un grupo de hombres, llamados apstoles en un sentido estricto, paraser no slo recipientes, sinoportadores de la revelacin.

    Advertimos, pues, que la autoridad intrnseca de los libros cannicos -tanto tornadosindividual como colectivamente- tuvo su origen en el corazn mismo de la historia de laredencin y no en los vaivenes de la posterior evolucin de la Iglesia.

    Dicha autoridad se deriva del carcter de los mismos escritos, no de la estima que luego hayanpodido suscitar entre quienes los han venido a reconocer como cannicos.

    La fragancia divina que exhalan los libros sagrados es la base para su reconocimiento y nosabre la pista para encontrar, detrs de su misma realidad literaria y humana, su sentido comocanon, como norma y, en definitiva, como Palabra de Dios. Bavinck deca que la canonicidad delos libros de la Biblia surga de su misma existencia. Tienen una autoridad que emana de su

    misma esencia; son autoridad en s mismos, iure suo, simplemente por el hecho de existir. KarlBarth ha escrito que la Biblia se hace a s misma canon.

    Antes de pasar a ser canon, todo lo que constituye el contenido del mismo era ya autoridadporque era Revelacin, Palabra de Dios, en suma. Fue testimonio recogido par los apstoles yque el mismo Espritu Santo quiso poner en sus manos para su conservacin y transmisin 28. Conrazn Bruce seala que hemos de distinguir entre la canonicidad de un libro de la Biblia y suautoridad intrnseca: Cuando atribuimos canonicidad a un libro, simplemente afirmamos que

    dicho libro pertenece al canon, o lista de libros reconocidos como regla de fe. Pero por qu?Porque admitimos que posee una autoridad especial. La gente habla y escribe, con frecuencia,como si la autoridad con la que se hallan revestidos los libros de la Biblia, en el juicio de loscristianos, fuera el resultado de haber sido incluidos en la lista sagrada del canon. La verdadhistrica, sin embargo, nos ensea todo lo contrario; fueron incluidos en la lista -y se hallan enella- porque fueron reconocidos como teniendo autoridad intrnseca. Por ejemplo, cuando Moissbaj del monte Sina y comunic al pueblo todas las palabras que haba recibido de Dios,leyendo del "libro del pacto" en el que les haba escrito, el pueblo contest: "Haremos todas lascosas que Jehov ha dicho y obedeceremos" (xodo 24:7). Es decir, reconocieron que laspalabras escuchadas de labios de Moiss eran palabras que provenan de Dios y, porconsiguiente, normativas y llenas de autoridad. Pero no podemos decir que reconocieron estaspalabras como cannicas, en el sentido "editorial" o literario de la palabra, toda vez que la ideade una lista o coleccin de tales escritos estaba todava por venir, era algo futuro. 0 cuandoPablo, en la poca del Nuevo Testamento, escribe a los cristianos de Corinto: "Si alguno, a suparecer, es profeta, o espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son mandamientos delSeor" (1 Corintios 14:37). Sin lugar a dudas, los miembros de la Iglesia cuyo discernimientoespiritual estaba alerta, reconocieron las palabras que les escriba Pablo como mandamientos deCristo mismo. Pero la idea de un canon del Nuevo Testamento todava tena que tomar forma.Tanto lgica como histricamente, la autoridad precede a la canonicidad29; o, como escribi N.

    28Juan 14:26; 15:26, 27; 16:13; 1 Corintios 11:23; 15:2; Hechos 2:42; 1 Juan 1:1-3; 2 Tesalonicenses

    2:15.29

    F. F. Bruce, The Books and the Parchments, 1955, pp. 94, 95.

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    B. Stonehouse: Los escritos bblicos no poseen autoridad divina porque estn en el canon, sino

    que estn en el canon porque son inspirados30. Por no verlo as, ha habido mucha confusin entodo lo que concierne a la problemtica del canon, hasta el punto que ha habido quien ha hechodepender la autoridad de las Escrituras de su canonicidad, olvidando que sta no es ms que elreconocimiento humano de aqulla. Por el contrario, el concilio Vaticano I -pese al gran nfasis

    que puso en la autoridad del magisterio eclesistico- afirm que la Iglesia tiene las SagradasEscrituras como libros sagrados y cannicos, no por que, compuestos por sola industriahumana, hayan sido luego aprobados por ella; ni solamente porque tengan la verdad sin error;*sino porque, escritos por inspiracin del Espritu Santo, tienen a Dios por su autor, y como taleshan sido entregados a 1_a misma Iglesia31.

    Tras la autoridad del canon se halla Dios. Y Dios en el despliegue de todo su poder redentor yrevelador. De tal manera que revelacin y salvacin son partes de un todo inseparable. Esimposible desgajar la historia del canon del tronco de donde ha surgido: la historia de lasalvacin. Insertar toda la problemtica del canon en la historia de la Iglesia nicamente ydesvincularla as de las grandes obras salvadoras de Dios en Cristo, es olvidar, lamentablemente,

    que la accin y la voluntad salvfica del Dios Trino es ya en s misma revelacin. Equivaletambin a perder de vista que la revelacin es la proclamacin, la manifestacin y la explicacinde aquella accin redentora. El concilio Vaticano II estuvo acertado en este punto cuando declarque la revelacin se realiza con palabras y gestos intrnsecamente conexos entre s, de formaque las obras realizadas por Dios en la historia de la salvacin manifiestan y confirman ladoctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman lasobras y esclarecen el misterio contenido en ellas32.

    Sin embargo, aun admitiendo todo esto, hay quien hace una distincin entre revelacin ySagrada Escritura. Se reconoce la indisoluble unin, y comn gnesis, de la historia de lasalvacin y la revelacin, pero se objeta que del Evangelio-realidad al Evangelio-fascculo, de laencarnacin y redencin a las pginas de Lucas o Marcos, por ejemplo, hay una distancia no slode tiempo sino de calidad. Se admite una perfecta conexin entre la obra redentora y larevelacin, pero halla resistencia la admisin de la misma perfecta conexin entre revelacin yBiblia; a lo sumo, el vnculo que las une ser un lazo que pondr de manifiesto su distancia. As,segn este modo -o moda--- de pensar, la Escritura no sera ms que el documento humano, elregistro falible a imperfecto, de la revelacin divina; el testimonio humano de esta revelacin.Este concepto, a nuestro juicio, adolece de un error capital: no haber discernido que el mismoDios que es soberano en la salvacin lo es tambin en la revelacin, y que si tan perfectamenteha obrado para que los efectos de su obra redentora llegaran hasta nosotros, no menosperfectamente ha dispuesto que la explicacin de: dicha obra --Revelacin- llegara igualmente anosotros con toda fidelidad, para que los cristianos de todo tiempo tuviramos un apoyo firmepara nuestra fe y un fundamento inconmovible para nuestra esperanza.

    Cristo, no slo imparti su enseanza y su poder transformadores, sino que comunic, aaquellos que l mismo escogi para tal fin, su misma autoridad para que, por la accin del

    30N. B. Stonehouse, The Authority of the New Testament, en The Infallible Wordp, 1946, p. 88.

    31Denzinger, El Magisterio de la Iglesia, 1961, nmero 1.787.

    32Constitucin Del Verbumsobre la Divina Revelacin, 1:2

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    Espritu Santo --que 1laba de acompaar su testimonio-, pudieran dar a la Iglesia posapostlicauna norma tangible y un fundamento perenne, principio de su vitalidad y desarrollo.

    Pero hay ms todava: la accin salvadora de Dios usa la Palabra como instrumento salvfico.La Biblia no es slo el principium cognoscendi -como subraya Berkhof- de la teologa, sino que

    es el medio que emplea el Espritu Santo para la extensin de su Iglesia y para la edificacin delos creyentes. Es preeminentemente la palabra de la gracia de Dios, por consiguiente, el msimportante de los medios de gracia33. Tan imposible es divorciar la historia de la salvacin de larevelacin, como imaginar la aplicacin de esa redencin independientemente de la Palabrareveladora. No basta que haya habido una accin salvadora y reveladora de Dios; es menesterque ambas puedan ser actualizadas para el hombre de hoy, para el hombre de todo tiempo. Queello es as, nos lo asegura la carta de Santiago: El (Dios), de su voluntad nos ha engendrado por

    la palabra de verdad34; y el apstol Pedro escribe: Siendo renacidos, no de simiente

    corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre..., yesta es la palabra que por el Evangelio os ha sido anunciada35.

    Por qu identificamos el valor y la autoridad de la Palabra de Dios con el valor y la autoridadde los libros de la Biblia? Cmo explicar que la Escritura haya adquirido este valor y seaprecisamente su palabra -y no ninguna otra- el instrumento deque se vale el Espritu no slo parailuminar las mentes sino para salvar a las almas?

    La respuesta a estas preguntas la encontraremos volviendo a la imagen arquitectnica delpueblo de Dios, concebido como templo santo36, y al tratar de discernir la trabazn que existeentre los tres componentes de la construccin espiritual: la piedra angular (Cristo), el fundamento(apstoles) y las piedras del edificio (los creyentes de todo lugar y tiempo). Sobre todo, siconseguimos comprender de qu manera las piedras vivas del edificio se relacionan con la

    piedra angular, es decir: si entendemos correctamente la funcin exacta del fundamento apos-tlico que Dios ha querido dar a su pueblo.

    ***

    II

    El fundamento de los apstoles y profetas

    Cristo llam a sus discpulos y escogi Doce de ellos, a los cuales tambin llamapstoles37. Este llamamiento, que al principio pudo parecer provisional, se convirti en algo

    definitivo y de capital importancia para llevar a cabo los planes salvficos de Dios

    38

    .33

    L. Berkhof, Systematic Theology, 1949, p. 610. El Espritu Santo obra cum Verbo y per Verbum;sesirve de la Palabra como del nico instrumento capaz de llevar eficazmente la salvacin obrada porCristo hasta el hombre pecador.34

    Santiago 1:18.35

    1 Pedro 1:23-25.36

    Efesios 2:20-22; 1 Pedro 2:4-8.

    37Lucas 6:13; Marcos 3:14; Mateo 10:2-4.

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    El papel de los apstoles dentro de la historia de la salvacin es nico. No tanto porque fueranconstituidos recipientes de la revelacin, sino porque, sobre todo, fueron hechos portadoresautorizados de la misma. A ellos quiso ligar Cristo su Iglesia para siempre. Ellos son losinstrumentos del mensaje de Cristo. Sobre ellos, el Seor estableci su Iglesia y sobre ellos sigueedificndola39. Muchos cristianos, aparte de los Doce, fueron tambin testigos de la revelacin

    cristiana y de sus grandes eventos redentores, pero slo los apstoles fueron constituidosinstrumentos oficialmente designados, y sobrenaturalmente equipados, de dicha Revelacin.

    El significado peculiar del apostolado dentro de la economa del Evangelio aparececlaramente evidenciado, de muchas maneras, en el Nuevo Testamento40. De los apstoles se dice

    38Mateo 28:19; Marcos 16:15; Lucas 24:26 y ss.; Juan 17:18; Hechos 1:8, 23.

    39Efesios 2:20.

    40La palabra apstol significa, en griego, meramente "enviado como mensajero" y, en sentido general,

    podra aplicarse a cualquier cristiano pues todos han recibido el mandato de difundir el mensaje delEvangelio. Este sentido amplio de "mensajero" es el que time en algunos pasajes del Nuevo Testamento(2.a Corintios 8:23; Romanos 16:7; Filipenses 2:25). Pero, referida a los Doce, la palabra pierde susentido general para adquirir un significado especifico y concreto que designa a quienes fueronescogidos por el Seor para ser el fundamento de la Iglesia.

    La funcin primaria de los apstoles era testificar de Cristo y este testimonio estaba enraizado a lo largode varios aos de conocimiento ntimo y experimental, y mediante una preparacin intensiva. A esto seaade su funcin, universalmente reconocida, de testigos de la resurreccin de Jesucristo (Hechos 1:22;2:32; 3:15; 13:31). Esta comisin introduce un factor de suprema importancia para el apostolado: eladvenimiento del Espritu Santo. En Juan, caps. 14-16, tenemos el gran discurso con el que Jess envaa los Doce: el mandamiento que reciben de Cristo es comparado al que l recibi del Padre (Juan20:21); tendrn que dar testimonio del conocimiento que tienen de Jess y juntamente con ellos elmismo Espritu dar tambin testimonio (Juan 15:26, 27). El Espritu les recordar las palabras de Jess(Juan 14:26) y les guiar a toda verdad (promesa que, a menudo, ha sido malentendida, al extender el

    alcance de su primera referencia ms all del grupo de los dote apstoles) y les mostrar la gloria deCristo (Juan 16:13-15). Tenemos ejemplos de este proceso en el Evangelio de Juan, que nos muestracmo los apstoles no entendieron algunas de las palabras, o hechos, de Jess sino hasta despus desu glorificacin (Juan 2:22; 12:16; cj. 7:39). Es decir, el testimonio que los apstoles han de dar de Cristono es dejado a sus impresiones o recuerdos, sino a la direccin del Espritu Santo que da testimonio

    juntamente con ellos, y a travs de ellos. Por esta razn, los apstoles son la norma de la doctrina y laprctica en la Iglesia del Nuevo Testamento (Hechos 2:42; cf. 1 Juan 2:19). La Iglesia se edifica sobreel fundamento de los apstoles y profetas (Efesios 19:28) y sus nombres estn grabados sobre elfundamento del muro de la ciudad santa (Apocalipsis 21:14). La doctrina apostlica, por consiguiente,originada como est en el Espritu Santo, se halla en el testimonio comn de todos los apstoles y no enel privilegio especial de ninguno de ellos como individuo por encima de los dems; tanto es asf, que elapstol principal pudo traicionar un principio fundamental que l mismo haba aceptado -y enseado- yser llamado al orden por un colega (Glatas 2:11 y ss.).

    Los sinpticos consideran el incidente de Marcos 6:7 y ss. como una miniatura de la misin apostlica,en la cual tanto como la predicacin y la enseanza se incluyen adems los dones de sanidad yexorcismo. Estos, a otros dones espectaculares, tales como la profeca y las lenguas, fueron muyfrecuentes en la Iglesia apostlica y, al igual que el ministerio apostlico, estn relacionados con laespecial dispensacin del Espritu Santo; pero es muy significativo que estos dones no se den en laIglesia del siglo ii. Los escritores de este segundo perodo de la Iglesia hablan de los mismos como dealgo que pertenece al pasado, a la poca apostlica (B. B. Warfield, Miracles Yesterday and Today).Incluso en el Nuevo Testamento, no vemos seales de tales dones sino all donde los apstoles hanobrado. Incluso a11 donde ha habido una previa fe genuina, es solamente por la presencia de losapstoles que esos dones del Espritu se derraman sobre los creyentes (Hechos 8:14 y ss.; 19:6).

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    que fueron llamados para conocer el consejo redentor de Dios en relacin con el envo de su Hijoal mundo.

    La singularidad del oficio apostlico se pone de relieve tambin en la expresin, tan a menudorepetida en el Nuevo Testamento: apstol de Jesucristo. La investigacin ms reciente hasugerido que la estructura formal del apostolado se deriva del sistema jurdico hebreo, dentro del

    cual una persona poda conferir a otra, para que le representase propiamente, toda su autoridad ypoder legal. La misma palabra griega apostolos es una traduccin del vocablo arameosheliha (en hebreo: shaliah). Segn el derecho de los rabinos, el shaliah representaba, demanera cabal, completa y perfecta, por medio de su persona, a aqul que le haba enviado. Todasu autoridad, sin embargo, se derivaba de la representacin que ostentaba; come delegado, o em-bajador, obraba en nombre de quien le haba encomendado una misin. El sheliha (apstol) deuna persona era como esta persona misma41. En este sentido, cualquiera que recibe a un apstolrecibe a aqul que lo envi. Jess aplic este concepto a sus apstoles, de manera formal: Elque os recibe a vosotros, a m recibe; y el que a m recibe, recibe al que me envi

    42. A losapstoles confiri, pues, Cristo el poder nico de representarle. En un sentido singular yexclusivo, Jess les confi el Evangelio del reino. Ellos son los instrumentos de Cristo y como

    sus rganos para la continuacin de la revelacin. Con Cristo, comparten el basamento sobre elcual se apoya toda la estructura del edificio de la Iglesia: ellos son roca, fundamento ycolumnas de la Iglesia43.

    En cambio, como contraste, el Nuevo Testamento dice mucho menos de lo que podra esperarse acercade los apstoles como dirigentes de la Iglesia. Ellos son la piedra de toque de la doctrina, los poseedoresde la autntica tradicin relativa a Cristo. Pero los Doce ni siquiera nombraron a los siete hermanosayudadores (Hechos 6:1-6); y en el crucial snodo de Jerusaln, un buen nmero de ancianos se sent

    junto a los apstoles (Hechos 15:6; cf. 12:22). El gobierno de la Iglesia constitua un don diferente delapostolado (1.a Corintios 12:28), ejercido normalmente por ancianos locales. Ms, los apstoles, envirtud de su comisin, tenan un ministerio itinerante. Ni siquiera en la administracin de los sacramentos

    tuvieron prominencia (1.8 Corintios 1:14). La identidad de funciones que algunos quieren ver entre elapstol y el obispo del siglo cc no es obvia, en modo alguno.

    El significado especial de los Doce para el primer establecimiento de la Iglesia se halla fuera de todaduda.

    Este testimonio de los apstoles, fundado en una experiencia nica del Cristo encarnado, guiada pormedio de una dispensacin especial del Espritu Santo, provee la interpretacin autntica de la persona yla obra de Cristo y, desde entonces, ha sido la norma determinante para la Iglesia universal. Por lamisma naturaleza de las cosas, el oficio apostlico no poda repetirse ni ser transmitido; come no puedenserlo las experiencias histricas implicadas en el conocimiento ntimo y personal que los Doce tenan deJess; todo esto no puede ser transmitido. El Nuevo Testamento nos presenta a los apstolesinteresados en que haya un ministerio local en cada iglesia, pero no existe la menor indicacin de queconfiasen sus peculiares funciones apostlicas a ninguna parte de ese ministerio. Tampoco eranecesario. El testimonio apostlico fue mantenido por medio de la obra duradera de los apstoles, atravs de lo que vino a ser normativo para todas las edades futuras: su forma escrita registrada en elNuevo Testamento (Geldenhuys, Supreme Authority, 1953, pp. 100 y ss. ; O. Cullmann, "The Tradition",en The Early Church, 1956). No ha habido renovacin del oficio ni de sus dones especiales. E1 suyo fueun oficio fundacional y la historia de la Iglesia de todos los siglos, a partir de entonces, es susuperestructura. New Bible Dictionary, 1962, artculo Apostles.

    41Cf. Gerhard Kittel, Theological Dictionary of the New Testament.

    42Mateo 10:40; Juan 13:20.

    43Mateo 16:18; Efesios 2:20; Glatas 2:9.

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    Sin embargo, los apstoles de Cristo no tienen ni autoridad ni mensaje propios. Su autoridadles viene nicamente por delegacin. Les ha sido dada por Jesucristo y a l deben obedecer44,permaneciendo en su estrecha a ntima comunin45.

    Los apstoles han sido llamados, no por los hombres ni de los hombres, sino por Jesucristo y

    por Dios que le resucit de los muertos; exigen, por tan to, que su palabra sea recibida, no comopalabra de hombres, sino como palabra de Dios, la cual obra en los que creen46.Como el Padre me envi a m, as os envo yo a vosotros 47, les dice Cristo a los Doce. Pero

    hay ms: su eleccin es obra del mismo Espritu Santo. Jess los escoge por el Espritu 48. Elapostolado no es solamente un objeto del consejo redentor del Padre, y una representacin deJesucristo en el mundo, sino que tiene, adems, al mismo Espritu Santo como autor. Adems detextos tales como Mateo 10:18-20; Marcos 13:11; Lucas 21:13 y siguientes; Hechos 1:8, hay queprestar atencin especial a los pasajes del Evangelio de Juan.

    En sus discursos del aposento alto, Jess prometi a los apstoles el Paracleto, el Espritu deverdad, quejes enseara todas las cosas, que les recordara todo cuanto les haba enseado hasta

    entonces, y que les guiara a toda verdad

    49

    . Muy significativa es la relacin que Jess estableceentre su propia obra, la del Espritu Santo y la de los apstoles50. El Espritu no hablar de smismo, sino que hablar todo lo que oyere..., me glorificar; porque tomar de lo mo y os lohar saber

    51. En completa unidad con Cristo, el Espritu proseguir la obra de aqul. Larevelacin de Dios en Cristo ha de ser consumada por la operacin del Espritu. Y los apstoles,plenamente comisionados por Cristo para ser los testigos de los eventos salvadores acaecidos enel cumplimiento de los tiempos52, son constituidos en los instrumentos de que se ha de servir elEspritu Santo para llevar a su consumacin final la revelacin cristiana. De manera inequvoca,estos pasajes del Evangelio de Juan unen el testimonio del Espritu Santo al testimonioapostlico: el Espritu de verdad, el cual procede del Padre, l dar testimonio de m. Y vosotros

    daris testimonio, porque estis conmigo desde el principio53. Es de ah, precisamente, queemana la autoridad apostlica.

    Estudiadas ms de cerca, estas palabras de Jesucristo en el aposento alto nos descubren latriple promesa que capacit a los apstoles para dar su testimonio, no slo a los hombres de sutiempo, sino a los de todas las pocas futuras de la Iglesia. Las palabras de Cristo son profticas;

    44Juan 14:15, 21 y ss.

    45Juan 15:5 y 7.

    46Glatas 1:1; 1.8 Tesalonicenses 2:13; 2.8 Corintios 5:19.

    47

    Juan 20:2148

    Hechos 1:2

    49Juan 14:26: 16:13-15.

    50Juan 15:26, 27.

    51Juan 16:13, 14.

    52Glatas 4:4.

    53Juan 15:26, 27.

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    la triple promesa corresponde a las tres grandes divisiones del testimonio apostlico, segnpodemos ver en el siguiente esquema:

    Las promesas de Cristo Su cumplimiento

    El Espritu Santo os recordar todas lascosas que os he dicho54.

    EVANGELIOS

    Aquel Espritu de verdad, l os guiar a

    toda verdad..., tomar de lo mo y os lo harsaber

    55.

    EPISTOLAS

    El (el Espritu Santo) os ensear todas lascosas

    56.

    os har saber (el Espritu Santo) la s cosas

    que han de venir57.

    APOCALIPSISy pasajes profticos de las epstolas

    Lo que Pedro dijo de los profetas del Antiguo Testamento58 bien puede aplicarseperfectamente a los apstoles del Nuevo, por cuanto el testimonio proftico y apostlico no fueen los tiempos pasados trado por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaronsiendo inspirados del Espritu Santo59. El profeta era el apstol del Antiguo Testamento, ascomo el apstol es el profeta del Nuevo60.

    54Juan 14:26.

    55Juan 16:13, 14.

    56Juan 14:26.

    57Juan 16:13.

    582 Pedro 1:21.

    59En 2 Pedro 1:15-21 el testimonio apostlico aparece en un piano de igualdad, en perfecto

    paralelismo, con el testimonio proftico. La expresin atenemos tambin, del v. 19, une ambostestimonios, y lo que se dice de la veracidad del uno, sirve tambin para el otro.

    60La Iglesia est edificada sobre el fundamento de los apstoles y profetas (Efesios 2:20; por "profetas"

    habr que entender aqu, probablemente, el testimonio del Antigun Testamento, pero segn algunos serefiere a "profetas cristianos"). New Bible Dictionary, art. Apostle.

    Varios intrpretes refieren estos nombres de apstoles y profetas a los apstoles solos, que reunan

    ambos caracteres. Esta opinin se basa, sobre todo, en que falta el artculo delante de la palabraprofetasy que por consiguiente habra que traducir "los apstoles-profetas". Lo mismo ocurre en Efesios3:5, en donde el sentido debe ser el mismo. Se trata, por el contrario, de los profetas de la primitivaIglesia? Mucho menos an, pues, con qu ttulo seran declarados el fundamento de la Iglesia? El donpasajero, variable, de la profeca neotestamentaria no es jams igualado al apostolado como autoridad;nuestro apstol mismo quiere que ese don est subordinado a sus enseanzas (1 Corintios 14:29).Jesucristo no instituy desde el principio ms que los apstoles por sus testigos autnticos; los profetasmismos del Nuevo Testamento haban sido instruidos y llevados a Cristo por los apstoles, y as ellosreposaban sobre el fundamento de estos ltimos, ,dnde est ahora para la Iglesia este fundamento delos profetas del Nuevo Testamento? Acaso habra desaparecido? No pudiendo admitir ni la primera ni

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    Cristo no slo entreg su mensaje a los apstoles, de manera singular y nica, no slo losconstituy en sus embajadores autorizados, en sus shaliah61, sino que los capacit, por suEspritu, para que pudieran desempear su misin conforme a los designios de Dios. Estosdesignios tenan como propsito ltimo la formacin de una regla de fe (canon), divinamentegarantizada, fundada en el testimonio apostlico, que habra de ser el fundamento de la Iglesia de

    Jesucristo.A la crtica que afirma que la autoridad apostlica es producto de un desarrollo tardo en el

    que se concedi a los apstoles un lugar de autoridad espiritual jams intentado por Jess,respondemos -escribe N. B. Stonehouse-: la relacin especial de los apstoles con Jess es tanhistrica como el retrato que tenemos del propio Jess. El concepto del apostolado es unconcepto mesinico; es decir, slo tiene significado sobre el fondo de la conciencia que Jesstena como Mesas de su misin de establecer la Iglesia62.

    En el Nuevo Testamento hay una conexin inseparable entre los grandes hechos redentores deDios en Cristo y su anuncio o transmisin. Con claridad meridiana, H. N. Ridderbos ha escrito:

    El anuncio de la redencin es inseparable de la historia de 1a redencin propiamente dicha. Laproclamacin de la salvacin no fue dejada al azar, ni a la tradicin humana, ni a la mera crnicaliteraria, ni a buenos predicadores, ni al magisterio eclesistico. En primer lugar, la predicacinde la gran salvacin de Dios, como predicacin apostlica, pertenece a la esencia de larevelacin y, como tal, tiene su propio carcter peculiar y nico. Y, en este sentido exclusivo, estambin el fundamento de la Iglesia. Esta sabe que est ligada al mismo desde el comienzo de suexistencia. Este fundamento es la fe santsima sobre la cual ir creciendo el pueblo de Dios

    63.

    la segunda de estas opiniones, no queda ms que la tercera (es decir: que "profetas" se refiere a losmismos apstoles, por cuanto el apostolado es asimismo un carisma proftico).r Luis Bonnet y AlfredoSchroeder, Comentario del Nuevo Testamento, Epstolas de Pablo.

    Sea cual sea la interpretacin ms correcta de profetas en Efesios 2:20, el hecho es que aparecenambos carismas -el proftico y el apostlico- uno al lado del otro, al "sino nivel.

    Cj. nota 23, ad supra. Tambin Jeremas 1:7, en donde un profeta del Antiguo Testamento recibe unllamamiento de carcter apostlico.

    61Mateo 13:11; Juan 15:15; Mateo 10:40, cf. con Juan 13:20.

    62N. B. Stonehouse, The Authority of the New Testament, en The Infallible Word.

    63H. N. Ridderbos, The Authority of the New Testament Scriptures, pp. 16, 17.

    Cullmann se mueve en la misma direccin: Nos esforzaremos en demostrar que, segn el apstol(Pablo), el Seor mismo est obrando en la transmisin de sus palabras y sus obras por medio y a travsde la comunidad primitiva ...; el Cristo elevado a la diestra de Dios, se halla l mismo detrs de losapstoles como "agente transmisora en tanto que stos transmiten sus palabras y los relatos de sus

    obras. E1 apstol Pablo puede colocar en un mismo piano el "apocalipsis" del camino de Damasco y latradicin apostlica que ha recibido, porque en ambos el Cristo presente se manifiesta activo de unamanera directa... San Pablo mismo no estableci la relacin entre las ideas de 2.11 Cor. 3 y la tradicinconcerniente a las palabras y la vida de Jess. Esta fue la tarea del cuarto Evangelio. Este Evangeliotime por objeto la relacin entre la vida histrica de Jess y el Seor resucitado. En este Evangelioencontramos efectivamente explicada, en los discursos de despedida, la idea que en san Pablo aparececomo una presuposicin implcita. Los pasajes de Juan que encierran ms claramente esta idea de queel Espritu Santo mismo comunicar a los apstoles las enseanzas del Jess histrico son Juan 16:13 y14:26. Si hemos interpretado correctamente la concepcin paulina de la relacin entre Kyrios(Seor) yparadosis (tradicin), nos hallamos aqu en presencia de una idea antigua que, sin ser pensada por

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    Vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apstolesde nuestro Seor Jesucristo -exhorta Judas en su carta-64.

    Las palabras que fueron dichas por los apstoles constituyen algo concreto, bien definido ydelimitado. Se las denomina la doctrina de los apstoles

    65, se las llama tambin la fe, como

    referida a un cuerpo de doctrina, el depsito de la verdad cristiana

    66

    . Asimismo, son dasalvacin que comenz a ser predicada por Cristo mismo, pero que debe ser confirmada porlos que oyeron67. La Iglesia debe guardar, sobre toda otra cosa, el epositum custodi68, que le fuedado por Dios, por medio de los apstoles, y que hoy tenemos en las pginas del NuevoTestamento.

    El significado singular del apostolado dentro de la economa salvadora y reveladora de Diosen Cristo se pone de manifiesto de muy diversas maneras en el Nuevo Testamento. Basta, parapercatarse de ello, examinar algunos textos, aun sin intencin de ser exhaustivos.

    No volveremos sobre los Sinpticos y el evangelio de Juan, cuyos textos ms importantes ya

    hemos considerado.En el prlogo de la primera carta de Juan hay, sin embargo, una rotunda afirmacin de la

    funcin nica del apostolado que merece consideracin especial. El apstol empieza su escritodeclarando que ellos, los apstoles, ocupan una posicin excepcional en la historia de lasalvacin: La vida fue manifestada, y vimos, y testificamos, y os anunciamos aquella vidaeterna, la cual estaba con el Padre y nos ha aparecido. Lo que era desde el principio, lo quehemos odo, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado y palparon nuestras ma-nos tocante al Verbo de vida, lo que hemos visto y odo esto os anunciamos...69. Qu ojosfueron los que vieron, qu manos las que palparon? Todo el mundo? No, sino exclusivamentelos ojos y las manos de los apstoles. Cierto que otras personas, en la Palestina de aquel tiempo,haban sido testigos, en parte, de la manifestacin del Hijo de Dios, pero este testimonio sloadquira valor incorporado al ministerio apostlico, promovido por el Espritu Santo. Qupropsito tienen estas palabras de Juan al comienzo de su prlogo? El objetivo claro de Juan estraer a los miembros de la Iglesia a un estrecho contacto con el apostolado. Clara y enfti-camente, dice el apstol: Eso os anunciamospara quo tambin vosotros tengis comunin con

    nosotros70. Y slo despus quo se realiza este lazo de comunin con los apstoles, slo entonces

    puede aadir: Y nuestra comunin verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo71.

    todos hasta sus ltimas consecuencias, puede, sin embargo, considerarse como bastante extendida enla Iglesia "primitiva". Oscar Cullmann, La Tradition, pp. 14, 22, 24.

    64Judas 20, cf. v. 17.

    65

    Hechos 2:42.66

    1 Timoteo 6:21.

    67Hebreos 2:2.

    681 Timoteo 6:20; 2 Timoteo 1:14; 2:2.

    691 Juan 1:1-3.

    701 Juan 1:3.

    71Ibid.

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    El razonamiento del apstol es difano. La Vida fue manifestada de manera tal quo pudo serobjeto de la vista y hasta, incluso, tocada con las manos. Los apstoles vieron y palparon estaVida; y a ellos encarg Cristo el anunciar a los dems hombres el poder Salvador inherente a lamisma. Mediante esta declaracin, se establece un lazo de comunin entre los creyentes y elapostolado. Y, por consiguiente, como resultado de esta comunin con los apstoles, los cre-

    yentes tambin pueden tenor comunin con el Padre y con el Hijo. Por supuesto, estas palabrasde Juan no deben entenderse como circunscritas a su tiempo, limitadas a la poca apostlica. Enrealidad, nosotros, en quienes --segn afirma la Escritura- los fines de los siglos se han parado,debemos tambin mantener una comunin vital con los apstoles de nuestro Seor Jesucristo,porque dicha comunin es la condicin de la comunin ms alta quo anhelamos poner con Dios.La declaracin del apstol se halla en perfecta armona con unas palabras de Cristo, quo lmismo recogi en su Evangelio: No ruego solamente por stos (los apstoles) -intercediJess-, sino tambin por los que han de creer en M por la Palabra de ellos (la palabraapostlica)

    72. Cristo ense con estas palabras que las futuras generaciones creeran en l por lapalabra apostlica (la palabra de ellos). Cmo sera ello posible? Cmo puede el hombremoderno entrar en relacin con la palabra de los apstoles? Cmo pudieron -cmo podremos,

    cmo podrn- las generaciones que sucedieron a la Iglesia apostlica tener comunin con losapstoles? La solucin del problema nos la ofrece el hecho de que los apstoles no slo hablaronsino que tambin escribieron. Su proclamacin de la palabra de vida no se limit al estrechocrculo de hombres que les escucharon en el primer siglo; por el contrario, mediante sus escritospusieron su predicacin y enseanza en forma fija, es decir: en forma duradera. Estos escritospronto se esparcieron por todo el mundo. As, los apstoles pudieron llevar el testimonio de lavida que les haba sido manifestada a todos los hijos de Dios, de todas las naciones y de todos lostiempos, hasta el fin del mundo. Todava hoy los apstoles estn predicando al Cristo resucitado,poderoso para salvar, en las Iglesias. La presencia fsica de estos hombres hace diecinueve siglosque nos dej, pero su testimonio autorizado permanece. Y este testimonio que, en forma de docu-mento apostlico, ha llegado hasta nosotros en el Nuevo Testamento, se ha esparcido por todaspartes como instrumento idneo en las manos del Espritu Santo para llevar a las almas a unacomunin eficaz y redentora con el Padre y con el Hijo. De este cmulo de textos y enseanzasaprendemos que el testimonio de los apstoles no slo fue nico por lo que respecta a su calidad,sino a superennidad. En su funcin de fundamento, y por su misma naturaleza, el apostolado nopuede multiplicarse en sucesin. El fundamento de un edificio, como veremos luego, es algonico que se coloca una vez por todas. Y su ejercicio, o facultad, de fundamento es continuarsiempre el testimonio singular que de la historia de la salvacin tuvieron los Doce escogidos.Volveremos sobre estos ltimos puntos en los prximos captulos. Aqu es suficiente sealar queen el prlogo de la carta de Juan se nos ensea que no hay eslabn intermedio entre los apstolesy cada generacin de creyentes. Para tener una fe autnticamente apostlica hemos de ponernosen contacto directo con los apstoles, pues hemos de creer por la palabra de ellos. Juan nos

    invita no tanto a buscar una sucesin apostlica como a encontrar la presencia apostlica en unacomunin que, en su vertiente humana, nos pondr en contacto con los apstoles y, en sudimensin divina, nos unir con el Dios Trino. Esto es slo posible si admitimos los escritos delNuevo Testamento como palabra inspirada.

    72Juan 17:20.

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    El apstol Pedro corrobora lo escrito por Juan. En su segunda carta leemos: sabiendo que, enbreve, debo abandonar el cuerpo como nuestro Seor Jesucristo me ha declarado. Tambin yoprocurar con diligencia que despus de mi partida vosotros podis en todo momento tenermemoria de estas cosas. Porque no os hemos dado a conocer la venida de nuestro SeorJesucristo siguiendo fbulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su

    majestad

    73

    . Como indicamos en la nota n. 23, Pedro no vacila en equiparar su testimonioacerca de la venida de Jesucristo con la palabra proftica del Antiguo Testamento, la cual, paral, era palabra inspirada, Palabra de Dios74. Asimismo en el captulo 3, versculos 15, y 16, deesta segunda carta, coloca en un piano de absoluta igualdad los escritos del apstol Pablo con lasotras Escrituras.

    Es muy significativo que, luego de haber encarecido la atencin que debe prestarse altestimonio apostlico y a la palabra proftica, el apstol Pedro pasa a advertir: Pero hubotambin falsos profetas entre el pueblo, como habr entre vosotros falsos maestros, queintroducirn encubiertamente herejas de perdicin...75. De nuevo vuelve a darse paralelismo deideas entre Pedro y Juan, pues ste escribe tambin acerca de quienes salieron de nosotros, pero

    no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros, habran permanecido con noso tros76

    .En ambos casos, se trata de poner de relieve que la comunidad creyente no tiene en s la garantade la fidelidad ni de la verdad y, por lo tanto, ha de depender de lo que ha odo desde elprincipio: Si lo que habis odo desde el principio permanece en vosotros, tambin vosotrospermaneceris en el Hijo y en el Padre77. As como el creyente ha de luchar continuamentecontra la quinta columna de pecado de su viejo hombre, as tambin la Iglesia debe velar, puesel error puede surgir de dentro de ella misma: habr entre vosotros falsos maestros. La nica ysola garanta es atender a la palabra apostlica y proftica, lo que habis odo desde elprincipio, para permanecer en la comunin del Padre y del Hijo.

    No son distintas las palabras que el apstol Pablo dirigi a los pastores de la comunidad deEfeso: Mirad por vosotros y por todo el rebao sobre el cual el Espritu Santo os ha puestocomo obispos, para apacentar la Iglesia de Dios, que l adquiri con su sangre. Yo s quedespus de mi partida vendrn lobos rapaces que no perdonarn el rebao, y que de entrevosotros mismos se levantarn hombres que enseen doctrinas perversas, para arrastrar a losdiscpulos en su seguimiento. Velad, por tanto... Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y ala palabra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros y daros herencia con todos lossantificados78. A pesar de que el apstol considera a los ministros de la congregacin comopuestos por el Espritu Santo mismo, sin embargo, el suyo no es un ministerio que inmunice delerror. De entre ellos mismos se levantarn hombres que ensearn equivocadamente. Pablo sabe

    73 2 Pedro 1:14-16.

    74 Porque nunca la profeca fue trada por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios

    hablaron siendo inspirados por el Espritu Santo. 2 Pedro 1:21.

    752 Pedro 2:1.

    761 Juan 2:19.

    771 Juan 2:24.

    78Hechos 20:28-32.

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    de un solo refugio cuando tal calamidad acontezca: os encomiendo a Dios y a la Palabra de sugracia. E1 Seor y su Palabra como regla de fe nica y autorizada.

    Pero identifica Pablo la palabra apostlica con la Palabra de Dios? De manera absoluta.Escribiendo a los tesalonicenses, les deca: Sin cesar damos gracias a Dios de que, cuando

    recibisteis la palabra de Dios que osteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres,sino segn es en verdad, la palabra de Dios, la cual acta en vosotros los creyentes... As que,hermanos, Estad firmes y retened la doctrina que habis aprendido, sea por palabra o por cartanuestra

    79.

    La importancia del testimonio de Pablo para la comprensin del apostolado radica en lacircunstancia de que ningn otro apstol tuvo que defender tanto su vocacin apostlica de lascriticas de quienes la ponan en duda. Para demostrar que era apstol, Pablo tuvo que probar: 1)que haba sido llamado por Cristo mismo;80 2) que no haba recibido el Evangelio de loshombres, sino por revelacin de Jesucristo81; 3) que haba visto a Cristo resucitado82; 4) que erainspirado a infalible como maestro y, por consiguiente, exiga que se recibiese su enseanza

    como doctrina de Cristo mismo

    83

    ; 5) que el Seor haba garantizado su misin apostlica, tanplena y completamente como la de Pedro o cualquier otro apstol84; y 6) que su ministerio ibaacompaado, y corroborado, por medio de milagros85. Al defender su apostolado, Pablo nos dejla ms amplia y completa descripcin de los requisitos que concurran en todo apstol deJesucristo. La dignidad de la misin apostlica es tal que el autor de la carta a los Hebreos novacila en compararla al testimonio de los ngeles en el Antiguo Testamento86. En los dasantiguos, la palabra proftica haba sido refrendada por los ngeles en varias ocasiones. En elNuevo Testamento, la redencin que primeramente fue anunciada por el Seor, es confirmadaluego por los apstoles. Cmo explicar que -cual ngeles del nuevo pacto- los discpulos deCristo hayan de confirmar su mensaje? La explicacin est en el hecho de que el testimonio delos apstoles no es personal ni propio; es el testimonio del mismo Espritu de Dios que obra pormedio de ellos. Por cuanto no son simples testigos o predicadores. Su palabra es palabrareveladora del consejo salvador de Dios. Testifican de Cristo, una vez para siempre en laconsumacin de los tiempos87y a su testimonio quedan ligados la Iglesia y el mundo, que sernjuzgados por ellos.

    Desde los comienzos de la predicacin cristiana los apstoles tuvieron conciencia de la altadignidad de su testimonio nico. El apostolado, lejos de aparecer come el fruto de una evolucin

    791 Tesalonicenses 2:13 y 2 Tesalonicenses 2:15.

    80Glatas 1:1.

    81

    Glatas 1:12.82

    1 Corintios 9:1 y 15:8.

    831 Corintios 14:37

    84Glatas 2:8. 9

    852 Corintios 12:12.

    86Hebreos 2:2 y ss.

    87Judas 3.

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    de la Iglesia primitiva, se halla presente en los primeros mementos de vida de esta Iglesia y es elalma, y la fuente, de su predicacin. H. N. Ridderbos ha sealado que el apostolado constituyeuna de las caractersticas, o presuposiciones, del kerygma primitivo88. En este sentido, adquiereuna importancia especial el discurso de Pedro en Hechos 1, previo a la eleccin de Matas. Doscosas se destacan en el mismo: en primer lugar, que habla otros discpulos, adems de los Doce,

    que podan actuar come testigos de todo lo que haba acontecido desde el bautismo de Juan hastala resurreccin y ascensin de Cristo-, y en segundo lugar, que, a pesar de ello, el ministerio detestimonio encomendado a los Doce estaba limitado a este grupo especial de discpulos llamadosapstoles. Matas fue elegido, en sustitucin -no en sucesin- de Judas, para convertirse en untestigo de la resurreccin de Cristo juntamente con los once89. Come cristiano y discpulo en laPalestina del siglo I, Matas ya era un testigo, pero pare serlo oficialmente y con autoridadapostlica debla ser hecho testigo y contado con los once apstoles90. A esto se le llama eloficio de este ministerio y apostolado

    91. De manera que, desde el primer capitulo del libro delos Hechos, se hace evidente el carcter singular del testimonio apostlico.

    Desde el principio, pues, la predicacin apostlica pone de relieve su carcter y su autoridad.

    El apstol Pedro menciona constantemente en sus discursos su funcin de testigo de Jesucristo.Cuando habla de la resurreccin del Seor, el da de Pentecosts, aade en seguida: de lo cualtodos nosotros somos testigos92. Y, sobre lo mismo, dice igualmente ms tarde: de lo quenosotros somos testigos

    93. En los captulos 4 y 5, en los parlamentos delante del sanedrn, elapstol delata la conciencia que tena de ser testigo: No podemos dejar de deci r lo que hemosvisto y odo94y Nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y tambin el Espritu Santo 95.Pero precisa ms todava Pedro al hablar a los gentiles en casa del centurin Cornelio: Nosotrossomos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra de Judea y en Jerusaln96; y, cuandoexplica las apariciones de Jess despus de resucitado, advierte que tales apariciones no tuvieronlugar delante de todo el pueblo, sino a los testigos que Dios antes haba ordenado, es, a saber, anosotros que comimos y bebimos con l, despus que resucit de los muertos. Y nos mand quepredicsemos al pueblo y testificsemos que l es el que Dios ha puesto por Juez de vivos ymuertos97. Es evidente que el testimonio de los apstoles aparece aqu estrechamente vinculadoa la historia de la salvacin y al ministerio del Espritu Santo. Han sido escogidos por Dios paraello y Dios mismo les ha mandado que den testimonio 98.

    88H. N. Ridderbos, The Speeches of Peter in the Acts of the Apostles. 1962, pp. 17-19.

    89Hechos 1:22, cf. v. 26. Cf. note nm. 67.

    90Hechos 1:22 y 26.

    91Hechos 1:25.

    92

    Hechos 2:32.93

    Hechos 3:15.

    94Hechos 4:20.

    95Hechos 5:32, cf. Juan 15:26, 27

    96Hechos 10:39.

    97Hechos 10:41, 42.

    98Hechos 1:2.

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    Este nfasis en el carcter de la predicacin apostlica como testimonio es importante en dossentidos. En primer lugar, porque seala el elemento histrico del contenido de la predicacin. Elkerygma se basa en hechos. De estos hechos, la resurreccin es el ms importante, es como elmeollo de la proclamacin primitiva, el alma del anuncio de los grandes hechos de Dios enCristo. En 1. Corintios 15 el apstol Pablo pone el nfasis, igualmente, en los hechos y, muy

    especialmente, en el hecho de la resurreccin. En segundo lugar, cabe destacar el gransignificado que encierra el que la funcin de ser testigo se identifique con el apostolado; y elapostolado en su sentido restringido, limitado a los Doce, el apostolado comisionado y avaladopor Cristo. Todo do que Jess comenz a hacer y a ensear

    99 debe ser continuado yconfirmado por el testimonio de los apstoles. Es as como reciben un lugar especial en lahistoria de la salvacin. No slo los grandes hechos de Dios en Cristo, sino su mismaproclamacin por los testigos escogidos por Dios, pertenece al plan redentor de Dios. E1registro escrito de las palabras y los hechos de los apstoles no es mera biografa, ni siquiera unbosquejo de historia de la primitiva Iglesia; es, sobre todo, evidencia de la certeza de la fecristiana100 y fundamento de la comunidad creyente en todo el mundo y en todo tiempo. La Igle-sia de Jesucristo no tendr otro apoyo que el que le presta el basamento de los apstoles y

    profetas, en el cual ocupa Pedro un primer lugar cronolgico

    101

    , patente en los Evangelios y enlos primeros discursos del libro de los Hechos.

    En la proclamacin del kerygma primitivo, la singularidad del apostolado pone de manifiestosu significado especial. El nmero de apstoles aparece limitado, y concreto, porque elapostolado se halla inseparablemente unido al testimonio de primera mano -casi sensorial, tctil-de quienes vieron con sus ojos y palparon con sus manos102 todo lo relativo a la historia denuestra salvacin. Por consiguiente, el apostolado es genus suuna. Es inconcebible cualquier ideade sucesin apostlica, en el sentido personal de la expresin, puesto que se halla en conflictocon el puesto nico y peculiar que los apstoles tienen en la historia de la salvacin, puestoinamovible y perenne103. El testimonio apostlico fue el canon de la Iglesia del Nuevo

    99Hechos 1:1.

    100Lucas 1:4, cf. Hechos 1:1 y ss.

    101Mateo 16:18. Cf. Oscar Cullmann, St. Pierre, Disciple. Ap6tre et Martyr,1952, pp.48 y ss.; 187 y ss.

    1021 Juan 1:2; Pedro 1:16.

    103Apocalipsis 21:14; Efesios 2:20; Romanos 15:20. La eleccin de Matas no implica que el apostolado

    iba a perpetuarse. Todo lo contrario, ya que la condicin impuesta (que haya sido testigo con los demsapstoles de la resurreccin de Cristo, Hechos 1:21, 22) muestra su verdadero carcter de sustitucin-que no de sucesin- de Judas, para poder completar el nmero dote que caracteriz al grupo apostlico.E1 pensamiento hebreo exiga que hubiera dote apstoles como haba dote tribus de Israel. En ellenguaje bblico, el nmero 12 es la cifra que simboliza el ministerio sagrado.

    El carcter nico del ministerio de los Doce explica por qu no se sinti ninguna necesidad de llenar lavacante dejada despus del martirio de Santiago, pese a que anteriormente se haba buscado unsustituto para Judas. No hay contradiccin, todo lo contrario: Judas, por su traicin, haba perdido elderecho al apostolado, y haca evidente que slo haba habido 11 apstoles. Pero el martirio de Santiagono deja ninguna vacante, pues formaba parte, precisamente, de su testimonio como apstol (Hechos12:1, 2). La posicin de los Dote se perpetuar en las edades futuras y an en la misma eternidad, nomediante sucesores, sino personalmente mediante sus escritos que le sirven al Espritu Santo comoinstrumento de revelacin y salvacin. Cf. Floyd V. Filson, Three Crucial Decades, Studies in the Book ofActs, p. 56.Judas 3 es concluyente sobre el particular. Hace referencia al conjunto de la Revelacin

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    Testamento. El Nuevo Testamento, que recoge dicho testimonio, debe ser el canon de la Iglesiade todos los tiempos; la regla delimitada de la predicacin evanglica y de la vida cristiana.

    ***

    III

    La tradicin apostlica

    El canon apostlico hall su primera expresin, no en la forma definitiva que haba de serrecibida por la iglesia, es decir: en los veintisiete libros del Nuevo Testamento, sino en lapredicacin de los apstoles. Las exigencias cronolgicas que as lo exigen, y as lo determinan,son fciles de comprender. Los apstoles no se sentaron a escribir como medida primera ainmediata de su vocacin. La autoridad que haban recibido de Cristo hall en la proclamacin

    oral del Evangelio su primer cauce.

    No obstante, tan pronto como escribieron, ellos mismos colocaron su palabra escrita al mismonivel que la palabra hablada. Pablo, por ejemplo, escribi: As que, hermanos, estad firmes yretened la doctrina que habis aprendido, sea por palabra o por carta nuestra104. En los escritosms tardos del Nuevo Testamento encontramos ya las huellas precisas de una coleccin detextos apostlicos y de la consiguiente formacin de un canon escrito105, y siempre aparecencolocadas al mismo nivel la palabra apostlica hablada y la escrita106. Pero subrayamos que setrata siempre de la palabra apostlica y no de ninguna otra. Para formarnos un juicio correcto delos orgenes del Nuevo Testamento debemos, por consiguiente, discernir, primero, la maneracomo la predicacin apostlica lleg a ser la estructura bsica, con el ms importante significado

    fundacional, para la Iglesia. Eso habr de llevarnos al concepto neotestamentario de la paradosis,es decir: la tradicin.

    El evangelista Lucas escribe a modo de prlogo: Habiendo muchos tentado a poner en ordenla historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertsimas, como nos lo ensearon los que

    cristiana como la fe que ha silo una vez dada a los santos. Comentando este pasaje, la traduccin de laSagrada Biblia Bover-Cantera afirma: La revelacin cristiana, transmitida a la Iglesia por los apstoles,es inmutable a invariable; no sufre adiciones, ni menguas, ni alteraciones.

    Bengel traduce: ano ser ya dada ninguna otra fe jams, la fe evanglica ha sido dada una vez,solamente; una vez por todas. Terry, Biblical Hermeneutics, p. 211.

    El mismo Concilio Vaticano II ha declarado: La economa cristiana, por tanto, como alianza nueva ydefinitiva nunca cesar y no hay que esperar ya ninguna revelacin pblica antes de la gloriosamanifestacin de nuestro Seor Jesucristo (cf. 1.11 Tim. 6:14; Tito 2:13). Constitucin De Verbumsobre la Divina Revelacin, 1:4.

    1042 Tesalonicenses 2:15.

    1052 Pedro 3:15.

    1062 Pedro 3:2; 1 Pedro 1:12.

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    desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra107, con lo cual no slotrata de justificar sino de fundamentar su doble trabajo como autor de un Evangelio y del libro delos Hechos de los Apstoles. Judas exhorta igualmente a sus lectores a que contiendaneficazmente por la fe que ha sido una vez dada a los santos108, con lo que se refiere alcontenido del depsito de creencias reveladas a que alude en el resto de su carta. El autor de la

    carta a los Hebreos, al hablar de la palabra que nos ha trado una salvacin tan grande, aade:La cual, habiendo comenzado a ser publicada por el Seor, ha sido confirmada hasta nosotrospor los que oyeron: testificando con ellos Dios con seales y milagros y diversas maravillas yrepartimientos del Espritu Santo segn su voluntad

    109. Y el apstol Pablo no se cansa nunca derecordar en sus cartas, una y otra vez, a sus lectores aquello que les entreg al anunciarles elEvangelio, bien sea por vez primera o en posteriores ocasiones110.

    El mensaje redentor que luego ser Nuevo Testamento halla su primera expresin en laprimitiva tradicin apostlica111. Los escritos vendrn luego y sern la fijacin prevista de unaprimitiva tradicin oral. Entonces (en la poca apostlica todava), los primeros escritos y elmensaje oral de los apstoles constituirn, conjuntamente, lo que con toda propiedad se llama la

    tradicin apostlica, la doctrina recibida de los apstoles

    112

    .A veces, se ha pensado en la tradicin como aquel momento en que el contenido de la

    revelacin ha trascendido ya su propia poca, es decir: el tiempo de la redencin, y hadesembocado en las vicisitudes de la eventualidad eclesistica y humana. Si as! fuera, latradicin no sera, en ningn caso, la creacin del mismo Cristo. Ni siquiera en su forma escrita.No sera la transmisin apostlica, establecida mediante la direccin especial del Espritu Santo.Tan slo equivaldra a la forma, y las frmulas, que la Iglesia impondra al Evangelio bajo elacicate de toda suerte de dificultades, influencias y contingencias. Desgraciadamente, ste es elconcepto que de la tradicin tienen algunos autores, concepto que no someten a crtica al hablardel Nuevo Testamento, con lo cual cometen un grave olvido: pasan por alto que la tradicinsegn la entiende el Nuevo Testamento es algo muy distinto. Las trgicas consecuencias demuchas investigaciones modernas en torno al Nuevo Testamento se deben a que los escritosapostlicos son examinados con los mismos principios y conceptos que generalmente se empleanen la crtica literaria mundana y con los mismos instrumentos de trabajo que se usan para elestudio de las tradiciones meramente humanas.

    Pero si, libres de prejuicios, buscamos en el Nuevo Testamento su propio concepto detradicin descubriremos un sentido completamente distinto. El concepto neotestamentario de latradicin no tiene nada que ver con la idea general de las tradiciones histricas, o leyendas, quese dan en todos los pueblos. Tampoco se asimila a aquella nocin de tradicin en el sentido de

    107 Lucas 4:1-4

    108Judas 3.

    109Hebreos 2:3-4.

    1101 Corintios 15:3; 1 Corintios 11:23.

    111Colosenses 2:6 y ss.; Romanos 6:17; 1.8 Tesalonicenses 2:13; 2 Tesalonicenses 2:16; 1 Corintios

    11:2; Filipenses 4:9; 1 Tesalonicenses 4:1; 2 Tesalonicenses 3:6; 2 Pedro 2:21

    1122 Tesalonicenses 3:6

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    una escuela determinada de pensamiento cuyas formulaciones son preservadas, o custodiadas,bajo la direccin de ciertas autoridades rectoras, al estilo de una escuela filosfica, por ejemplo.Por la terminologa que el Nuevo Testamento reserva a su entendimiento de la tradicin, sobretodo segn el use que de ella hace Pablo, ms bien parece que el concepto cristiano, evanglico,de la tradicin se halla fuertemente determinado por el correspondiente concepto judo.

    Para los judos, la autoridad de la tradicin no se derivaba de alguna, o algunas, precedentesgeneraciones, o de la capacidad sucesoria de tal o cual escuela. Dicha autoridad emanaba de lamisma naturaleza del material transmitido, es decir: de su contenido y del oficio de los maestrosde la Ley. El contenido de esta tradicin era, antes que nada, la santa Torah, la Ley dada porDios a Moiss. Los entendidos en dicha Ley eran respetados y tenan autoridad porque sesentaban sobre la ctedra de Moiss113.

    Oscar Cullmann ha sealado cmo Jess y Pablo rechazaron, por un lado, la doctrina de latradicin sustentada por los rabinos judos, acusndola de invalidar el mandamiento de Dios y lacomprensin del mensaje y la obra de Cristo, y, por otro lado, tanto el Seor como su apstol

    describen el contenido de la proclamacin cristiana y su autoridad en trminos tomadosprestados de la antigua terminologa juda sobre la tradicin114. Pablo, por ejemplo, ensea ainsta a las Iglesias a retener lo que les ha transmitido, y ello mediante el empleo de unaterminologa generalmente empleada para referirse a la tradicin115. Esta terminologa es notoria,especialmente, en el conocido pasaje de 1.a Corintios 15:1-4: Adems, os declaro, hermanos, elEvangelio que os he predicado, el cual tambin recibisteis (parelabete), en el cual tambinperseveris; por el cual, asimismo, si retenis (katexete) la palabra que os he predicado, soissalvos, si no cresteis en vano. Porque primeramente os he enseado lo que asimismo recib: QueCristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y queresucit al tercer da, conforme a las Escrituras. La manera como este pasaje ha sido influidopor la terminologa de la tradicin juda se echa de ver, sobre todo, por los trminos cuyo origi-nal hemos dado entre parntesis. Exactamente como hace tambin en la Corintios 11:23 (Yo

    recib del Seor lo que tambin os he enseado), Pablo se seala en primer lugar a s mismocomo el receptor y como el transmisor de la tradicin cristiana. Esto queda todava mssubrayado por el hecho de que emplea la palabra tambin en ambos pasajes.

    La naturaleza de la tradicin se descubre transparente en el use de los trminos recibido y enseado, o entregado. Algunos eruditos piensan hoy que, en la Corintios 15, Pablo est citandouna confesin de fe eclesistica, ms o menos fija, una confesin que tiene que ver con lossufrimientos, la muerte y la resurreccin de Cristo. Sin embargo, el use de la terminologa

    113Mateo 23:2.

    114 Marcos 7:8; Mateo 5:21 y ss.; Colosenses 2:8 y ss. Cuando se habla de las tradiciones de la Iglesiaprimitiva, es preciso tener en cuenta, constantemente, el paralelo que nos ofrece la tradicin juda de losrabinos. Veremos, por otra parte, que el apstol Pablo emplea exactamente el mismo trmino griego"paradosis" que, como antiguo alumno de Gamaliel, debi de haber usado en su pasado judo. Siconsideramos la manera radical con que Jess rechaz en bloque la "paradosis" de los judos, nossorprende comprobar que el apstol Pablo haya podido aplicar este concepto tan desacreditado, sinms, a los preceptos morales y a las doctrinas que servan de norma a la comunidad primitiva. 0.Cullmann, op. cit., pp. 11 y 12.

    1151 Corintios 11:2 y 15:2; 2 Tesalonicenses 2:15; cf. Marcos 7:4, 81.

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    rabnica de la paradosis nos invita a dirigir la investigacin en otr o sentido. La tradicin de laque habla Pablo aqu no es de naturaleza social, no se enmarca tan slo en la actividad colectivade la iglesia, sino que ms bien se trata de un ejemplo -entre otros- del poder personal, apost-lico, autorizado a inspirado de los apstoles. Estos no transmiten la tradicin porque hayaadquirido una forma definida y aceptable en la vida de fe de la iglesia, sino que hacen entrega de

    laparadosis en virtud de la autoridad recibida de Cristo mismo, y por la cual saban que eran losguardianes y los portadores de esta tradicin. Que hemos de entender el concepto paulino de latradicin de esta manera, y no de ninguna otra, lo vemos claramente en la Corintios 15:3 y ss., endonde Pablo da una lista de los testimonios apostlicos, quienes desde el principio contendieronpor la verdad de la tradicin a que se alude116. Es su testimonio y no un cierto credo fijado por lacomunidad primitiva lo que determina el significado del concepto de la tradicin. El mismoargumento puede hallarse en el prlogo que Lucas escribi para su Evangelio. La tradicin a lacual apela, y el contenido de su libro, descansan sobre el testimonio de los que desde elprincipio lo vieron por sus ojos y fueron ministros de la Palabra

    117. Y es, asimismo, bajo estaluz que hemos de entender el carcter de los otros Evangelios sinpticos. Cuando Marcoscomienza su Evangelio con las palabras: Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de

    Dios

    118

    , no hay ninguna razn para interpretar esta expresin como queriendo decir: Lapredicacin de la Iglesia. Ms bien hemos de parafrasearla en el sentido de la predicacin delos apstoles, enseada segn el mandato de Cristo119.

    La tradicin de la que habla el Nuevo Testamento no es, pues, una corriente desbocada que seorigina en los grandes acontecimientos redentores y que luego fluye incesantemente como la fe ola teologa de la Iglesia. La tradicin es unaproclamacin autorizada, confiada a los apstolescomo testigos de Cristo y como fundamentos de la Iglesia. Es una herencia preciosa que debentransmitir exactamente de acuerdo con el mandato recibido120. Por lo tanto, dicha tradicin recibetambin el nombre de la doctrina a la cual hay que obedecer121, o es usada como sinnimo deesta doctrina122, identificada con el Evangelio apostlico123. Se trata de la misma autoridad que elapstol ejerce en dondequiera que se refiere a su propia predicacin como lo que os heenseado y a la subsiguiente aceptacin eclesial de ello como lo que recibisteis. Y es

    precisamente esta autoridad apostlica 1o que hace que 1a tradicin sea tradicin. De lamisma manera que hubo un tiempo cuando Pablo era alumno de los rabinos y celoso de lastradiciones de los ancianos124, como de una santa tradicin derivada en ltimo anlisis de Moiss

    116Oscar Cullmann, op. cit., pp. 15 y ss.

    117Lucas 1:2.

    118Marcos 1:1.

    119Die Christustradition der Urgemeinde existiert als apostolische Tradition; K. E. Skydsgaard, Christus

    -Der Herr der Tradition, en Schrift en Kerk, p. 83 (1953), citado por H. N. Ridderbos en The Authority ofthe New Testament Scriptures, p. 86.

    1201 Timoteo 6:20.

    121Romanos 6:17.

    122Glatas 1:12; Filipenses 4:9; Colosenses 2:6-7; 2 Tesalonicenses 2:15.

    1231 Corintios 15:1.

    124Glatas 1:14.

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    (y por ste, de Dios mismo), ahora pronuncia maldicin sobre todo aquel que os anunciare otroEvangelio distinto del que os hemos anunciado125.

    Lo que diferencia laparadosis de Cristo del principio rabnico de la tradicin es que, por unaparte, el mediador de la tradicin no es el doctor, el rabino -escribe Oscar Cullmann126-, sino el

    apstol en tanto que testigo directo, y, por otra parte, el principio de la sucesin no entra enjuego a la manera mecnica de los rabinos, sino que va ligado al Espritu Santo.

    La manera como Pablo relaciona el progreso y la retencin de la tradicin con Cristo mismonos dar ms luz todava sobre este punto.

    En el primer captulo de Glatas, tan importante para nuestro tema, Pablo afirma: elEvangelio que ha sido anunciado por m, no es segn hombre; pues ni yo lo recib, ni lo aprend

    125Glatas 1:9.

    126Oscar Culhnann, op. cit., p. 25, en donde prosigue: En Glatas 1:12, Pablo niega expresamente

    haber recibido el Evangelio de los hombres. Este punto es fundamental para su autoridad apostlica.Como apstol, como testigo, es preciso que est en relacin con el Seor. La dignidad nica del apstoles que ha recibido un "apocalipsis" directo. Sin embargo, esto no se relaciona tan slo con lacomprensin teolgica de la historia de la salvacin, sino con los hechos de esta historia tambin. Basterecordar aqu la resurreccin, de la cual los apstoles han de dar testimonio como de un hecho real(Hechos 1:22; 1 Corintios 9:1). Para los Doce se trata de dar testimonio de los acontecimientos que seprodujeron en la poca cuando Jess "entr y sali" en medio de ellos (Hechos 1:21). Consideradadesde este ngulo, la distincin arriba mencionada entre la comunicacin de los hechos y lacomunicacin de su significado teolgico pierde todava ms su razn de ser. Y es que ambos sonrevelados al apstol por el Seor, el apstol es testigo directo de los dos...

    Pero mientras el rabino judo transmite, por as decirlo, en una sucesin automtica de rabinos, la

    "tradicin de los ancianos", que por esta misma razn no es ms que "tradicin humana" (Marcos 7:8), elapstol tiene necesidad del llamamiento de Dios y del Espritu Santo para estar en condiciones decumplir esta tarea que consiste en transmitir la tradicin. En la poca apostlica no existe todavacontraste entre sucesin y Espritu Santo. En el judasmo, la actividad del rabino seala el fin de laprofeca, el fin de la inspiracin directa del Espritu Santo. El rabino sucede al profeta. El apstol tambintransmite la tradicin, pero su ministerio se funda en el don del Espritu Santo. Por esta razn, podemoscolocar, en ltimo anlisis, la funcin del apstol vis a vis de la tradicin junto a la del Seor mismo, elKyrios que es el Neuma (2.a Corintios 3:17). Al principio de este captulo nos habamos planteado elproblema de saber cmo el apstol Pablo haba podido atribuir una tan grande dignidad al concepto de laparadosis, toda vez que Jess haba rechazado toda tradicin como obra humana opuesta almandamiento divino y esto tanto ms cuanto que la idea misma de una revelacin transmitida por va deuna tradicin cualquiera poda parecer excluida para siempre. Pero hemos comprobado que, siguiendo elconcepto del cristianismo primitivo, una paradosis ton apostolon (tradicin de los apstoles) no es una

    paradosis ton antropon (tradicin de los hombres). Al contrario, es el Kyrios mismo el que preside latransmisin, de tal manera que ya no hay oposicin entre la tradicin apostlica y la revelacin directa.En Colosenses 2:6-8, Pablo establece una distincin entre la paradosislegtima del Cristo Jess, Seor,y la tradicin de los hombres, y es entonces cuando usa la expresin paradosis ton antropon paradesignar las tradiciones gnsticas.

    Llegamos pues, a esta conclusin: que de acuerdo con el Nuevo Testamento slo hay una tradicinlegtima: la que es transmitida por los apstoles y se designa bajo el nombre de Kyrios.

    Esta apreciacin tan netamente positiva de la paradosisapostlica nos autoriza para otorgar el mismovalor normativo a la paradosiseclesistica posterior?

  • 7/31/2019 Fundamento Apostolico

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    de hombre, sino por revelacin de Jesucristo127. Con qu autoridad anuncia Pablo elEvangelio? La que le viene de su llamamiento por la gracia de Dios, segn nos aclara en losversculos siguientes128. No significa esto que Pablo apela nica y exclusivamente a su reve-lacin personal habida en el camino de Damasco para avalar su mensaje. Ms bien hemos deinferir, al considerar pasajes como los de 1.a Corintios 11 y 15, que tambin l recibi cierta

    paradosis de los otros apstoles, como seala Cullmann: el apstol es un miembro del grupo delos Doce que debe dar testimonio no slo del resucitado, sino tambin del Cristo encarnado (de"todo el tiempo que el Seor entr y sali entre nosotros", segn Hechos 1:21). Se deduce de elloque no todo apstol, individualmente, se halla en condiciones de transmitir el relato de todos losacontecimientos. San Pab